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Jellinek Teoria General Del Estado P2
Jellinek Teoria General Del Estado P2
1. EL PROBLEMA
La doctrinade los fines del Estado ha tenido igual suerte que la dela
justificación del mismoa la que está íntimamente unida. Durante largo
tiempo hasido el punto central sobre el cual ha girado la discusión de la
ciencia del Estado, singularmente durante la primera mitad del siglo xrx
en que se consideraba que el conocimiento del Estado dependía de la
comprensión exacta que se tuviera acerca de sus fines;! pero en la época
modernao bien ha dejado de hacerse tema particular de investigación
este problema o ha permanecido ignorado o bien, finalmente,se le ha
considerado como una cuestión vana e innecesaria de tratar. Holtzen-
dorff ha basado toda su Política sobre la doctrina de los fines; pero su
ejemplo no ha tenido continuadoresen la literatura moderna.
Para llegar a ver con claridad la naturaleza y significación del proble-
ma de que nos vamos a ocupar, es necesario fijar de una manera precisa
quées de lo que se trata, tanto más cuanto que reina la confusión entre
los innumerables puntos de vista que se adoptan sobre este tema. A la
expresión fin del Estado van unidos tres problemas completamentedife-
rentes. Se puede preguntar: ¿qué fin es el que cumple la institución del
Estado en la economía dela historia con relación a las últimas determina-
ciones del hombre? ¿Qué fin ha tenido o tiene un Estado individual deter-
minado enla historia? Y, finalmente, ¿qué fin tiene la institución del Esta-
do en un momento determinado para los que forman parte deél, y, por
tanto, para la comunidad?? De estas tres cuestiones, la primera y la se-
gunda no pueden ser contestadas con los medios de la investigación em-
pírica. Sólo con plantear la cuestión nos ponemosdentro del terreno de
la especulación metafísica, y las más de las veces en el reino de lo arbi-
trario y caprichoso. De aquí que, para aquellos que no quieran abando-
nar jamásel terreno de la investigación empírica, hayan de ser conside-
radas como cuestiones superfluas. Quiero marcar a estas dos cuestiones
problemas referentes a los fines objetivos del Estado. La primera, comola
que se proponetratar los fines universales del mismo; la segunda, como
encaminada a determinarsus fines particulares.
1 Véase sobre estas teorías Murhard, Der Zweck des Staates, 1832, pp.3 ss. :
2 Hasta ahora nadie ha diferenciado suficientemente estos puntos de vista posibles al
tratar el problemadel fin.
234
LA DOCTRINA DE LOS FINES DEL ESTADO 235
10 Así lo ha hecho Bernatzik, Kritische Studien, p. 236, el cual sólo habla de la aplicación
del conceptofin a la vida jurídica. En cambio, la doctrina social del Estado necesita adoptar
una posición enteramente distinta ante el problema del fin de aquella en quese sitúala
jurisprudencia por ocuparse ésta de intereses inmediatamente prácticos.
11 Partidarios y adversarios de la curia afirman en la Edad Media el carácter estatista
de la Iglesia, que es designada comores publica, regnum, politia. Véase Gierke, Genossen-
schaftsrecht, p. 540, núm. 51; Von Eicken, op.cit., pp. 388-389; véase también Friedberg,
Lehrbuch des katholischen und evangelischen Kirchenrechts, 4* ed., 1895, pp. 45-46.
12 Véase Rehm,Staatslehre, pp. 32-33.
LA DOCTRINADELOSFINES DEL ESTADO 239
welfare, and secure the blessings ofliberty to ourselves and our posterity”. [Para formar una
unión másperfecta, establecerla justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer a la
defensa común, promoverel bienestar general y asegurar a nosotros mismosy a la poste-
ridad contra las infracciones la libertad.]
15 Constitución federal del 29 de mayo de 1874, artículo 2”. La unión se propone “afir-
mar la independencia de la patria respecto del exterior, mantenerla tranquilidad y el orden
enel interior, proteger la libertad y el derecho de los súbditos y promoverel bien común
de los mismos”.
16 El rey de Prusia, en nombre de la confederación de la Alemania del Norte, y los monar-
cas del Sur, “acuerdan una unión permanente para la protección de los territorios de la unión
y del derecho positivo de los mismos, así como para cuidar del bien del pueblo alemán”.
17 También han señalado los fines del Estado otras constituciones. Así, por ejemplo,la
introducción a la de Baviera, de 1828, habla de las “exigencias generales y particulares del
fin del Estado”. Esta idea del fin del Estado la ha desarrollado ampliamente la Constitución
de la segunda República francesa del 4 de noviembre de 1848. Véase Duguit y Monnier,
Les Constitutionset les principales lois politiques de la France, 1898, p. 233.
LA DOCTRINA DE LOS FINES DEL ESTADO 241
La historia de las doctrinas de los fines del Estado es tan antigua comola
historia de la ciencia del Estado. En Aristóteles, la teleología política, de
conformidad conel espíritu total de su sistema filosófico, tiene el valor
de punto de partida de las investigaciones sobre el Estado.!? También
18 Desde el punto devista teleológico, se ha dado una multitud de definiciones del Estado
que carecen de valor teórico para el conocimiento. Lo que indica, por ejemplo, Rehm, Staats-
lehre, p. 11, como concepto filosófico, político, ético, del Estado, no son sino reglas dejuicio *
teleológico para los Estados reales o imaginarios.
19 Véasela afirmación que hay al comienzo de la introducción al primerlibro de la Política.
242 LA DOCTRINA GENERAL SOCIAL DEL ESTADO
del poder del Estado o encierrana éste en límites fijos. A las últimas per.
tenecen las doctrinas de los fines expansivos y de los limitativos del Esta.
do, dentro de las cuales caen las teorías absolutas.
al, de lo
la vida jurídica individual siempre que sea necesario al bien gener
cho ge-
cual nos ha ofrecido un testimonio claro en la legislación el dere
teorías eude-
neral de los Estados.25 Pero no sólo se ha inspirado en las
smo demo-
monistas el absolutismo monárquico, sino también el absoluti
común como
crático, pues los jacobinos han declarado oficialmente el bien
sancionarel
el fin supremodel Estado, lo cual significa, prácticamente,
r-
poderío ilimitado de las mayorías.?6 Los primeros comunistas mode
en esta mis-
nos, Babeufy sus partidarios, se han inspirado igualmente
as respecto a
ma doctrinade la felicidad común para justificar sus locur
utilitaria
la transformación de la sociedad.2? Apoyándose en la doctrina
nes sociales
de Bentham, según la cual el fin único de todas las institucio
puede lle-
consiste en alcanzar la másalta felicidad del mayor número,
ilar
garse como consecuencia última de las acciones del Estado, a aniqu
za sólo son
los intereses espirituales más altos cuando por su naturale
tomando
intereses de una minoría, y a rebajarel nivel espiritual y moral
puede ser
como medida lo más bajo, pues el que se encuentra en lo alto
medio.?8
deprimido, mas no puede ser elevado a una gran altura el tipo
lo actual
Todo progreso, toda mejora de lo existente, todo sacrificio de
o de vista
en aras de un futuro lejano, puede ser rechazado desde el punt
ones espe-
del bien. Este bien común está determinado por las concepci
nstancial-
ciales de partido y por apreciaciones subjetivas de los que circu
mente detentan el poder.
medi-
Falta precisamente a la teoría del bienestar o de la utilidad toda
ellas sólo
da, toda limitación interna. El elemento de verdad que hay en
s con-
puede alcanzarse mediante un análisis minucioso de los problema
en claro los
cretos del Estado, análisis detallado que jamás han puesto
fundadores y partidarios de estas teorías abstractas.
aquella
B. Las teorías éticas. Muy unido a las anteriores doctrinas está
lidad;
según la cual el fin del Estado consiste en la realización de la mora
l. El naci-
considera esta doctrina el bien más próximo como el bien mora
na como
miento de tal teoría tuvo lugar entre los helenos. Platón asig
cide con la
objetivo al Estado ideal, la realización de la justicia que coin
mente
virtud total, y Aristóteles, para quien el Estado ha nacido mera
alcanzar
por la voluntad de los hombres, cree que éste no existe sino para
moral. Con
un bien, esto es, una eudemonía, no sólo física sino también
doctrinas
Hegel ha tenido lugar un renacimiento muy peculiar de estas
el Estado-policía también
25 Murhard,op.cit., p. 178, trae una extensa bibliografía. Sobre
echt, 1, pp. 38 ss.
hace una excelente exposición O. Mayer, Deutsches Verwaltungsr la société est le
de
26 Constitución jacobina del 24 de junio de 1793, artículo 1: “Le but
bonheur commun”.
eich, 1, pp. 176ss.
27 Véase L. von Stein, Geschichte der sozialen Bewegung in Frankr
nes de Ed. Hartm ann, Pháanomenologie des
28 Véanse sobre esto las acertadas observacio
sittlichen Bewusstseins, 1879, pp. 589ss.
246 LA DOCTRINA GENERAL SOCIAL DEL ESTADO
29 112, p. 179. Véase también de este autor, Der christliche Staat, 2* ed., 1858.
30 Véase la acertada crítica de este teoría, en Hinschius, Allgemeine Darstellung der Ver-
háltnisse von Staat und Kirche, en los Manuales Marquardsen,1, 1, pp. 240 ss. Nuevamente
ha sido combatida este teoría por Jacobowski, Der Christl. u. s. Zukunft, 1894.
per:
pio tiempo que la doctrina moderna del derecho natural, la cual deriva
el Estado del individuo y lo hace por tanto servir en provechodelos inte-
reses individuales, doctrina que adquiere su primera forma importante
durante la lucha entre el parlamento inglés y la realeza jure divino.
Después del destierro de los Estuardos y de haberllevado a caboel
Bill ofRights, funda Locke la teoría liberal del Estado, al cual asigna como
único fin la protección de la propiedad que comprende dentro desí la vida
y la libertad. Esta doctrina considera como una excepción la limitación
del individuo por la regla de derecho y por coacción jurídica, y en cambio
piensa que lo común ha de ser parael individuo la libertad de movi-
miento. La doctrina de Locke llega a ejercer un gran influjo enel libera-
lismo económicode los fisiócratas y en el sistema industrial de A. Smith,32
y toda esta dirección de pensamiento ha contribuido de un modointen-
so en el continente a la resistencia que se ha venido oponiendoa laili-
mitada extensión de la actividad del gobierno. Como protesta contrael
Estado-policía dominante, Kant y su escuela han hecho la afirmación
de que el Estado sólo es “la unión de una variedad de hombres sometidos
a leyes jurídicas”, pero que el derecho no tiene otra función quela de ga-
rantir la coexistencia de los hombres. Por eso el Estado sólo debe ocu-
parse de realizar el derecho y renunciar a realizar el bien común.33 Enel ¿
?
curso del siglo xix esta doctrina adviene el fundamento de la teoría libe- |
ral del Estado aunque en una forma menos rotunda; mediante ella se
tiende a limitar la actividad del Estado hasta reducirla al mínimum po-
sible. Esta doctrina ha encontrado en Inglaterra su expresión más típica
en forma de protesta contra la extensión creciente que la actividad ad-
ministrativa del Estado había comenzado tambiénallí a tomar.34
Si las teorías expansivas no han hallado una medida interna para la
limitación de la actividad del Estado, en cambio las doctrinas limitativas
adolecen del defecto en todas sus manifestaciones de ser demasiado mez-
quinas cuandose trata de los fines del mismo; en las primeras,el indivi-
duo es sacrificado al Estado; en las segundas, el Estado al individuo. Su
carácter meramente especulativo se prueba al advertir que un Estado
cuya función se limitase exclusivamente a proteger el derecho ni ha exis-
32 Para estudiar la relación entre los economistas franceses y Locke, véase Hasbach, Die
allgemeinen philosophischen Grundlagen der von Fr. Quesnay, und Adam Smith begrindeten
politischen Oekonomie (Schmoller, Staats-und Sozialwissenschaftliche Forschungen, x, 2),
1890,pp.50 ss.
33 Entre los partidarios de la doctrina de Kant se ha desarrollado y afirmado enérgica-
mente esta doctrina de Kant aún más consecuente que en Kant mismo,Fichte, Grundlage
des Staatsrechts nach dem prinzipien der Wissenschaftslehre, 1796, W. W., 1, pp. 151 ss., 195ss.,
y después W. von Humboldt, Ideen zu einem Versuche, die Grenzen der Wirksamkeit des Staates
zu bestimmen. Gesammelte Werke, vil.
34 Véase singularmente J. S. Mill, On liberty, y H. Spencer, Justice, y su otra obra, The
man versus the State.
LA DOCTRINA DELOSFINES DEL ESTADO 249
Para fijar esta evolución es preciso dos cosas: primero, conocerla limi.-
tación quea la actividad del Estado le impone su propia naturaleza,y
segundo, investigar la concepción del fin que está contenido implícita-
mente en las instituciones y funciones modernas del Estado. El primer pro-
blema de toda teoría relativa es delimitar el círculo de la actividad del Es-
tado mediante una investigación en que se precisen los límites en vista
de sus medios y modos de obrar. En una palabra, determinar con exacti-
tud quées lo que puede hacer el Estado con éxito. De aquí se sigue de una
manera distinta a como lo comprendió la escuela del derecho natural, la
limitación de la actividad del Estado.
1. La simple reflexión psicológica nos enseña que el Estado no puede
producir nada de lo que es obra exclusiva de la vida interior humana.
Puede tomarla apariencia externa de una Iglesia, pero no engendrarel
sentimiento religioso.*0 Moralidad, arte y ciencia no puedenser directa-
ser satisfechos por los interesados con sus propias fuerzas y tienen el carácter de objetos
de una necesidad común”. Waitz, op. cit., p. 5: “El Estadoesla institución llamada a realizar
los problemas de la vida moral del hombre en tanto tiene ésta lugar en la vida social de los
pueblos”. Véase, además, H.A. Zachariae,1, p. 44; Zópfl, 1, p. 50; H. Schulze, Einleitung, pp. 135 ss.;
Brie, pp. 3 ss.; G. Meyer, p. 13; Haenel, Staatsrecht, 1, p. 110; Br. Schmidt, pp. 31 ss.; S. Rehm,
Staatslehre, 1, p. 111.
38 Véanse sobre esto las acertadas observaciones de Holtzendorff, Politik, p. 78.
39 Véase sobre esto Gerber, pp. 30 ss.
40 Justamente sobre este punto tan importante es sobre el que puede estudiarse de un
modoclaro el aspecto relativo de la teleología política. Cuando se considera que la esencia
y significación dela religión consiste en una declaración de fe exterior y en actos igualmen-
te exteriores, entonces puede el Estado muy bien, mediante su poder coercitivo, provocar y
mantenerla religión. Durante siglos enteros se han conducido de este modo los Estados
acomodándoseal hacerlo a las concepciones de sus miembros; pero de muy otra mane-
ra acontece cuandose concibea la religión como un fenómeno esencialmente interno dela
vida humana, pues en este caso se desposee de todo valor a las manifestaciones exteriores
LA DOCTRINADE LOS FINES DEL ESTADO 251
42 Esta distinción es de gran importancia para determinar en qué punto cesala activi-
dad de los órganos del Estado como tales órganos y adquieren el carácter de acciones
individuales que se proyectan sobre el Estado comosi fuesen una acción del mismo. Lo que
objeta Laband(op.cit., 1, p. 407, n. 2) contra esta distinción indicada ya por míenel Sys-
tem, p. 213, no es acertado, porque parte de la creencia errónea de que yo he hablado,enel
lugar citado, de acciones del Estado que dejabandeseral propio tiempo accionesdel indi-
viduo. Sin embargo, Laband mismo reconoce quela actividad de los funcionarios es siem-
pre igual; no obstante existe una gran diferencia, según que, atendiendo a su contenido,
pueda decirse de la actividad de los mismos que es una actividad del Estado o no. En
nombre del Estado juzgan los jueces, a los cuales en nombre del Estado los nombra el minis-
tro, etc.; pero los profesores de universidad no enseñan una matemática real, prusiana, o
una psicología del gran duque de Baden. Quien crea que esta distinción, y otras análogas,
son de poca trascendencia, borra oposiciones importantes y ricas en consecuencias, en be-
neficio de un formalismo improductivo. El hecho de que las personas que están obligadas
respecto del Estado a comunicar libremente sus conocimientos particulares y a mostrar
su capacidad sean al propio tiempo funcionarios, como lo son aquellos otros que están en-
cargados de funciones de autoridad, no tiene nada que ver con el problemaen cuestión.
Conocerla naturaleza interna de las funciones del Estado ofrece en sí mismo,y por sí mis-
mo, sin necesidad de pensar en el derecho del funcionario, un enorme interés teórico y
práctico. Preuss, en su obra Das Sádtische Amtsrecht, pp. 347 ss., se ha opuesto a estas
observaciones hechas por mí y a otras análogas debidas a Gierke en Holtzendorffs Rechts-
lexikon u, s. v. Gemeindebeamte, p. 50; considera este autor que la comunidadedifica y en-
seña de la misma manera que juzga, ordena y nombra. La consecuencia política de esta
doctrina sería la aniquilación completa de toda libertad espiritual en aquellos que han sido
encargados por el Estado para ejercer una actividad intelectual. Una comunidad que lo mis-
mo enseña que edifica puede prescribir cómo se ha de edificar o enseñar, cómo se ha de
pintar o cómoejercitar la música. ¡Que de un futuro tan “orgánico” pueda siempre preservar-
nosla intervención graciosa del hado!
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