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Algunas consideraciones:

Sabemos que elaborar un proyecto implica pro-yectarse: o sea lanzarse más allá de una misma,
trazándose un itinerario de búsqueda personal de la voluntad de Dios, y enmarcado dentro del proyecto
de nuestra Familia religiosa, en plena coherencia con su IDENTIDAD, VIDA Y MISIÓN. Sirve para
unificar la propia vida en función de la opción vocacional hecha.
El verbo proicio (del que se deriva pro-yecto) significa también entregar la propia vida.
El ser humano necesita entregarse a algo o a alguien. A cada uno le toca decidir a quién o a qué, pero lo
que es claro es que debe entregarse. Quien no se entrega, creyendo ilusamente pertenecerse sólo a sí
misma, en realidad se convierte en esclava de algo que ignora, esclavitud que es peor cuanto menos se
da cuenta de ella. Esta esclavitud es sobre todo triste y solitaria, porque quien toma la decisión de no
entregarse es cada día más suspicaz y solitaria, no se fía de nadie (ni de los amigos, ni de la comunidad,
ni del futuro, ni de Dios) y no se deja influir por nadie, acabando por perder toda confianza en sí misma
y por ser condicionada de hecho por una infinidad de cosas y de miedos. La persona madura no es
alguien que se basta a sí misma, no se encierra en su autosuficiencia, sino que es capaz de reconocer que
necesita de los demás y confía en los que le rodean. Así pues, está dispuesta a poner su vida en manos
de Otro y a dejarse limitar incluso por la debilidad de los otros.
En general nos pasa que cuando nos decidimos a proyectarnos más allá de nosotras mismas afloran con
mucha fuerza nuestras propias debilidades e inconsistencias y podemos caer en la tentación de creer que
en algunos aspectos “ya estamos en el horno”. Es el momento de entender que no somos quienes para
declararnos “caso perdido”, porque esto sería bajarle la persiana a Dios y cerrarle la puerta a las infinitas
oportunidades que su Gracia nos presenta cada día para transformarnos. De vos depende el camino que
vas a seguir: o “te instalás” en el “yo soy así” o te lanzás más allá de vos misma, tendiendo al máximo
de tus posibilidades, confiando en su Gracia.
Es necesario tener en cuenta: ………..Que todo es gracia de María!!

1.- Análisis de la propia realidad: Es el primer paso para elaborar el proyecto. Apunta al
autoconocimiento: Aquí, con humildad y verdad, identifico mis fortalezas y debilidades.
(Para esto, podés echar mano del cuadrito de puntos débiles y puntos fuertes que trabajaste al inicio.
También te puede servir reflexionar sobre las respuestas a las preguntas 2 y 3, poniéndolas en oración
ante el Señor. Tranquila! No es un Currículum Vitae que tenés que presentar para que alguien te
evalúe. Y te acepte o rechace…)

2.- Meta: Le pido al Señor el don de su Espíritu Santo para que me muestre lo que estoy llamada a
ser, lo que quiero hacer… lo que Él quiere de mí.
(Aquí, te pueden ayudar las respuestas 4 y 5 de tu trabajo personal. También es de mucha luz elegir un
texto bíblico u orionino que te ilumine, de los que escribiste cuando respondiste a la pregunta 5.)

3.- Medios: Con “decidida decisión” escribo qué me propongo hacer para alcanzar la meta. En 3
niveles:
* En relación con Dios
* En relación con mis hermanos y hermanas
* En relación con las cosas

4.- Evaluación: Con qué frecuencia y con quién voy a evaluarlo

(La evaluación te permitirá ver si es necesario renovar, modificar, ajustar o reforzar algún aspecto. Tal
vez te haga ver que necesitás definir plazos para afrontar progresivamente esas metas que resultaron
más desafiantes… Vas a ver que si de verdad te dejás trabajar por la Gracia, vos también, igual que
María, vas a cantar la grandeza del Señor; y tu pequeño Magníficat servirá de testimonio para que tus
hermanos crean que verdaderamente el Todopoderoso hace grandes cosas).

Que Don Orione te contagie un poco de su amor apasionado por DIOS SÓLO.

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