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Adventista en Dios – www.adventistaendios.com.pe

SERIE: Mensaje del Tercer Ángel ®

Tema: “Adorad al Creador”
Título: “El Diezmo”

Parte V: La Obra de Dios (Primera Parte)

I. Introducción:

Muchas veces hemos oído hablar en nuestras iglesias, acerca de la “obra”. Muchos al oír ser presentada esta así llamada
“obra”, han caído en el error de confundir que se refiere sólo a aquellos que están en el ‘Ministerio Pastoral’ (pastores,
misioneros, instructores bíblicos y dirigencia en general), cometiendo así un grave error. Ese no es el concepto que plantea las
Sagradas Escrituras, ni los testimonios de Dios; más pareciese, una definición antojadiza y llena de conveniencias.

Como veremos la “Obra de Dios”, es mucho más que una simple jerarquía; pues la “Obra de Dios” enmarca a toda la Iglesia.
Veremos que la “Obra de Dios”, es la “labor” que nos dejó a todos y cada uno de nosotros que vamos formando parte de la
Iglesia, la cual es su cuerpo. Eso es justamente una “obra”, una tarea, una labor en todo el sentido de la Palabra. No se debe
confundir jamás la “obra” con la “jerarquía”, son dos cosas diferentes la una de la otra. Una (la “obra”), es el deber de quienes
tiene que ejecutarlo y cumplirlo; la otra (la “jerarquía”), son aquellos que siendo parte del cuerpo se encuentran en puestos de
responsabilidad y unidos con los demás miembros del cuerpo, tendrán que ejecutar dicha “obra”, labor o tarea.

Para poder entender este tema, antes necesitamos ver algunos conceptos preliminares.

II. Conceptos Preliminares:

Consideraremos los siguientes:

1. Juicios:

Los “Juicios de Dios”, son los que más son nombrados dentro de la Sagrada Escritura, y a pesar de que muchos la leen, aun no
se percatan de que estos son la misma manifestación profética. Veamos

Oseas 6: 5
“Por esta causa corté con los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que
sale.”

Por tanto tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Juicios de Dios = Profecía

Pero estos “Juicios de Dios”, también son llamados por Isaías el profeta, “Castigos de Dios”:

Isaías 26: 9, 10, 16

“Con mi alma te he deseado en la noche; y en tanto que me durare el espíritu en medio de mí, madrugaré á
buscarte: porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
Alcanzará piedad el impío, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará á la
majestad de Jehová… Jehová, en la tribulación te buscaron: derramaron oración cuando los castigaste.”

Tenemos que:
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Sinónimo Bíblico:
Juicios de Dios = Castigos de Dios
d e
m a r z o

Pero, por el texto citado, vemos que estos “Juicios de Dios” o “Castigos de Dios” tienen el propósito de apartar del mal al
hombre, pues el resultado de los mismos es que se “…acercaron a Dios en oración…”, a causa de su “…tribulación…”.
d e
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Cuando la Palabra de Dios nos habla de estos “Juicios de Dios”, que son la Palabra Profética, y son presentados por ella, como
los “Secretos de Dios”, corroboran la idea de lo que acabamos de ver, de que los “Juicios de Dios” o “Castigos de Dios” que
son la ‘Profecía’, apartan del mal camino. Veamos primero, que los “Juicios de Dios” o ‘Profecía’ son el mismo “Secreto de
Jehová”.

Amos 3: 7
“Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto á sus siervos los profetas.”

De donde tenemos que:

Simbología Bíblica:
Secreto de Dios = Profecía

Pues bien ahora veamos cual es el resultado de tener que predicar el “Secreto de Dios” o ‘Profecía’, por medio del profeta
Jeremías:

Jeremías 23: 18, 22

“Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento á su palabra, y
oyó?... Y si ellos hubieran estado en mi secreto, también hubieran hecho oír mis palabras á mi pueblo; y les
hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.”

Por tanto, al considerar el texto citado de Jeremías, que también nos habla acerca del “Secreto de Dios”, como puede verse al
final de la cita, este “Secreto de Dios”, permite al hombre “…volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras…”

Finalmente, el nombre de “Juicios de Dios”, que son la ‘Profecía’, también se aplica sobre la “Ley de Dios”, o los
“Mandamientos de Dios”, puesto que sin lugar a dudas estos también son la misma profecía, tal como veremos. Veamos
primero que “Juicios de Dios” es igual a “Ley de Dios”:

Salmos 89: 30
“Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios. Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis
mandamientos.”

De aquí tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Juicios de Dios = Ley de Dios o Mandamientos de Dios

Esto es correcto, veamos que los “Mandamientos de Dios”, también son ‘Profecías’. Tomemos el siguiente ejemplo:

Éxodo 20: 12
“Honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”

Podemos ver que fuera de ser tan sólo un “Mandamiento de Dios”, también este es una ‘Profecía’, el cual profetiza, que si
alguien “…honra a su padre y a su madre…”, y así lo cumple, va a serle “…alargado sus días en la tierra…”. Y en general
para todos los “Mandamientos de Dios” se nos dice:
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1 Juan 3: 4
“Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley.”
d e

De donde tenemos:
m a r z o

Sinónimo Bíblico:
d e

Pecado = Transgresión de la Ley

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Pues bien, sabiendo que el “pecado” es la “…transgresión de la ley…”, acerca del “pecado” se nos dice:

Romanos 6: 23
“Porque la paga del pecado es muerte; mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Vemos pues, que se nos profetiza que si “pecamos”, “…trasgrediendo la ley…”, lo que nos espera es la “muerte”, pero de lo
contrario, si cumplimos, nos espera la “…dádiva de Dios…”, que es la “vida eterna”.

Además según la Palabra de Dios, el tener que “…guardar los Mandamientos de Dios…”, es el “deber” del hombre:

Mateo 19: 16, 17

“Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna? Y él le dijo:
¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es á saber, Dios: y si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos.”

Por tanto tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Deber del hombre = Guardar los Mandamientos de Dios

Veamos el siguiente concepto preliminar.

2. Justificación:

La “justificación”, es un término usado dentro de las Sagradas Escrituras, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo
Testamento. Pero, ¿qué es lo que significa ser “justificado”? Bueno, la Palabra de Dios, nos presenta a la “justificación” como
la acción opuesta a la “condenación”:

Proverbios 17: 15
“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos á dos son abominación á Jehová.”

Pero al considerar a la “condenación”, encontramos que esta es opuesta al “perdón”:

Lucas 6: 37
“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”

Por tanto, si sabemos bíblicamente, que el acto de “justificar” es opuesta al acto de “condenar”, y a la vez también vemos que
este último, es decir el acto de “condenar” es opuesto al “perdón”, entonces tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Justificado = Perdonado

Yendo por otro lado encontramos también lo mismo, que “justificado” es igual a ser “perdonado”. Primero veamos el
siguiente texto:

Romanos 5: 9
“Luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.”
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Luego veamos este otro:

d e

1 Juan 1: 7
m a r z o

“Mas, si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado.”
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Pero resulta que bíblicamente “limpiar” es igual a “perdonar”:

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1 Juan 1: 9
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de
toda maldad.”

Así pues tenemos:

Sinónimo Bíblico:
Justificados por su sangre = Perdonados por su sangre

3. Arrepentimiento:

El “arrepentimiento”, dentro de la Sagrada Escritura, es sentir pesar por el “mal” que se ha hecho:

Jeremías 8: 6
“Escuché y oí; no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho?
Cada cual se volvió á su carrera, como caballo que arremete con ímpetu á la batalla.”

Nótese que el “arrepentimiento”, es con respecto a las “malas obras” invitándosenos a hacer “buenas obras”:

Hechos 26: 20
“Antes anuncié primeramente á los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y á los
gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen á Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.”

Así pues tenemos:

Sinónimo Bíblico:
Arrepentirse = Convertirse del mal camino

Pero, si en vez de reconocer nuestros pecados, mediante el “arrepentimiento”, los encubrimos y escondemos, se nos dice:

Proverbios 28: 13
“El que encubre sus pecados, no prosperará: Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.”

Además podemos ver por el texto citado, que un verdadero “arrepentimiento”, incluye una “confesión” y un
“…apartamiento del pecado…”; y como vimos en el texto anterior, es un “…apartamiento del mal camino…”.

Por tanto tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Arrepentirse = Apartarse del mal camino

Además el “arrepentimiento”, tiene el propósito de colocarnos en el terreno seguro del “…perdón de nuestros pecados…”:

Hechos 2: 38
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“Y Pedro les dice: ‘Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo’.”
d e

De esta manera sabemos que si una persona entra en el terreno del “arrepentimiento” entonces es aquella que “…han sido sus
pecados perdonados…” y de acuerdo al concepto preliminar anterior, tenemos que si una persona es “…perdonada de sus
m a r z o

pecados…”, entonces ha sido “Justificada por la Fe”.

Bien, considerando estos conceptos preliminares, pasaremos ahora sí, a ver en qué consiste la “Obra de Dios”.
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III. La Obra de Dios:

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Si consideramos, primeramente, a quien corresponde la “autoridad” sobre la “Obra de Dios”, sin lugar a dudas, la Sagrada
Escritura sólo señala a una persona:

Mateo 28: 18- 20

“Y llegando Jesús, les habló, diciendo: ‘Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
predicad á todos las Naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo’.”

Jesús es la “autoridad” máxima sobre la “Obra de Dios” dejada en esta tierra para evangelizar o predicar el mensaje. Esta
“autoridad” nos manda a tener que predicar una sola cosa:

Marcos 16: 15- 16

“Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio á toda criatura.”

Pero, y ¿a que llama la Sagrada Escritura, “…el Evangelio…”? Por increíble que parezca, se habla mucho del “Evangelio”,
pero no se sabe por una abrumadora mayoría en que consiste. Pues bien, veamos qué es lo que nos dice la Sagrada Escritura:

1 Pedro 1: 25
“Mas la palabra del Señor permanece perpetuamente. Y esta es la palabra la cual por el Evangelio os ha sido
anunciada.”

Primeramente encontramos aquí que el “Evangelio” es la ‘Palabra de Dios’. De aquí tenemos que:

Sinónimo Bíblico:
Evangelio = Palabra de Dios

Nótese por el texto citado que el “Evangelio”, no es otra cosa que aquel que ha sido dado por la ‘Palabra de Dios’. Pero, este
“Evangelio” ¿de qué manera debe de ser predicado?, ¿qué deberemos de dar primero de la Palabra de Dios, y que después?
Recurramos para tal efecto a nuestro ‘Maestro’, y veamos de qué manera Cristo presenta el “Evangelio”:

Marcos 1: 14, 15
“Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el Evangelio del reino de Dios, y
diciendo: ‘El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al Evangelio’.”

Podemos contemplar dos cosas en el orden en que tiene que ser dado el “Evangelio”:

- Una “proclamación profética”, pues dice: “…el tiempo se ha cumplido…”

- Un “llamado al arrepentimiento”, pues dice: “…arrepentíos…”, una “conversión de nuestra maldad” (Hechos 3: 19). Este
“llamado al arrepentimiento”, como hemos visto en los conceptos preliminares, con el consiguiente “perdón”, no es otra cosa
que la obra de la “Justificación por la Fe” que Dios otorga al hombre, por medio de Jesucristo.

Este es el orden de la verdadera proclamación del “Evangelio”, y que en lo más mínimo contradice a las antiguas Sagradas
Escrituras. Por tanto, quien verdaderamente predica el “Evangelio”, es aquel mensajero que primero brinda a los hombres una
“proclamación profética” y luego invita al “arrepentimiento”; es decir, que les da el conocimiento de la “justificación por la
fe”. Si el mensajero viene de Dios, entonces les extiende primero el conocimiento acerca de una “proclamación profética”; es
decir, como también vimos en los conceptos preliminares, el mensajero que viene de Dios, les da el conocimiento de los
“Juicios de Dios”, “Castigos de Dios”, “Secreto de Dios” o el “Deber del Hombre”, con el propósito de “apartarlos del mal
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camino” y llevarlos a una verdadera “Justificación por la Fe”.

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Jesús siempre proclamó, que Él jamás había venido para cambiar esas antiguas Sagradas Escrituras, diciendo:
m a r z o

Mateo 5: 17
“No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas; no he venido para abrogar, sino á cumplir.”
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Si Nuestro Señor Jesucristo, “…no vino a cambiar la ley y los profetas…”, entonces confirmémonos en este aserto. El
“Evangelio”, que Cristo, proclamó, en nada debe de ser distinto del que fue dado en el pasado. Efectivamente, la proclamación
del “Evangelio”, siempre ha sido la misma, consideremos a algunos Siervos de Dios, incluyendo a Jesucristo.

La próxima semana veremos vernos a estos Siervos de Dios, cómo se destacaron en esta obra de proclamar el Evangelio de
Dios, y así de esa manera realizar la ‘Obra de Dios’.

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