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En este número:
Yo acuso (Eduardo Pujol Valladares)
Una de las limitaciones del derecho de propiedad en Cuba (Rigoberto González
Vigoa)
El fin del unipartidismo en Cuba (José Ernesto Morales Estrada)
Interpretación de la firmeza en procesos laborales (René Lázaro López Benítez)
La unidad necesaria (Manuel Fernández Rocha)
La insuficiencia de los salarios (Francisco Leblanc Amate)
Propiedad y compraventas (Lázaro G. Godínez González)
Soy un ser humano (Yelky Puig Rodríguez)
A propósito de la demanda ciudadana por otra Cuba (Raúl Luis Risco Pérez)
El caso Ochoa: Algunas consideraciones (Hildebrando Chaviano Montes)
El despertar de la clase obrera (Maybell Padilla Pérez)
La mediación como método alternativo en la solución de conflictos familiares
(Rafael Hernández Blanco)
Historicidad jurídica del cooperativismo en Cuba (Ernesto García Díaz)
Los derechos del ciudadano privado de libertad en Cuba (Roberto de Jesús
Quiñones Haces)
Ratifiquemos los pactos de derechos humanos de la ONU (René Gómez
Manzano)
YO ACUSO
Eduardo Pujol Valladares?
¿Dónde está el decoro público y humano, cuando esto ocurre en un país cuya
Constitución enarbola como un principio, en el artículo 1, que Cuba es un estado
democrático? ¿De qué democracia se puede hablar en nuestro país —la titulada
“Isla de la Libertad”— cuando actos vandálicos como los arriba descritos
suceden a diario?
Sabemos que todo esto seguirá; tal vez se incremente. Los hombres y mujeres
que integran nuestras filas lo hacen por convicción propia; se han convencido de
que la razón está de nuestra parte, aunque todavía muchos nos critican y nos
ofenden.
Pero cuando una causa justa se defiende desde el fondo del corazón y con la
pasión suprema de los vencedores, no hay ni habrá fuerza humana que detenga y
silencie esa voz que surge desde el fondo de nuestros más puros sentimientos y
que grita con fuerza: ¡Yo acuso!
Como se puede apreciar, es bien severa la sanción para el comisor de este delito.
A lo anterior se suma que el tribunal, a la hora de evaluar el hecho, por lo general
ampara su fallo en el apartado segundo, específicamente relacionado con el
transporte de la carne; pero es lógico suponer que ningún autor de este delito
consuma la carne en el lugar donde sacrificó el animal; siempre tendrá que
trasladarla por lo menos hasta su vivienda.
¿Es que acaso ha traído algún resultado positivo para el Estado o la sociedad esta
prohibición? Yo considero que no: Si lo analizamos desde el punto de vista
gubernamental, tenemos como resultado que las prisiones de todo el país están
saturadas de sancionados por haber cometido este delito y esa consecuencia no es
favorable para el país. Si lo analizamos socialmente, llegamos a la conclusión de
que el daño es mucho mayor, pues cada día hay menos cabezas de ganado, los
agricultores pequeños o criadores están desanimados y se sienten explotados;
tienen que vender los animales al Estado a bajos precios y en moneda nacional.
La única vía con que cuenta el pueblo para adquirir la carne de manera legal es
en las tiendas recaudadoras de divisas y a muy altos precios.
Este conflicto puede tener una solución si el Estado fijara una condición a los
agricultores pequeños o criadores: que por la tenencia de un número determinado
de animales pueda sacrificar un ejemplar y consumir su carne o venderla. Esta
medida aumentaría rápidamente la cantidad de cabezas de ganado en el país y
bajaría los precios que alcanza ese codiciado producto en la bolsa negra. También
se reduciría el hurto de estos animales porque, como es conocido, el delito tiene
estrecha relación con el valor económico de los bienes.
Lo único que falta es la voluntad política de abrir vías para solucionar de verdad
este serio problema.
El Partido Comunista de Cuba (PCC) debe irse acostumbrando a la idea del fin
del unipartidismo en nuestro país.
Por tanto, los opositores tenemos que luchar para que se reconozcan nuestros
partidos. Para que cambie el bienestar de nuestra sociedad necesitamos vivir con
calidad.
Teniendo en cuenta las resoluciones firmes dictadas por los Tribunales, las
administraciones y gerencias empleadoras se niegan a ejecutar el fallo dispuesto,
con lo cual atentan sustancialmente contra los derechos de los trabajadores y, por
tanto, contra la integridad familiar. Reiteradamente se presentan consultas de
trabajadores que plantean acciones de la Administración para lograr la separación
definitiva del cargo y de la entidad para evitar ejecutar los fallos de los
Tribunales.
La ejecución de los fallos firmes dictados por los Órganos de Justicia Laboral
constituye uno de los presupuestos del debido proceso y de la tutela judicial
efectiva de las partes. En consecuencia, deviene en obligación para los
Tribunales, teniendo en cuenta lo dispuesto por el Decreto-Ley Nº 176 y su
complementaria, la Resolución Conjunta Nº 1, dictada por el Ministro del
Trabajo y Seguridad Social y el Presidente del Tribunal Supremo Popular. No
obstante, esas disposiciones no logran abarcar todos los actos y trámites sujetos
al proceso de lo laboral, y en la práctica se ha demostrado la necesidad de lograr
uniformidad en todo el proceso y, por consiguiente, en la ejecución de las
resoluciones firmes.
Una vez que la sentencia se hace firme, se establece, en el término de treinta días
hábiles siguientes, un procedimiento, con arreglo al cual, si no se ha verificado el
cumplimiento de lo dispuesto, la parte interesada, mediante escrito o
verbalmente, podrá instar al Tribunal que hubiere conocido del asunto en primera
o en única instancia, a fin de que se inicie el trámite de ejecución.
En todos los casos, el Tribunal correspondiente citará a las partes para dentro de
los cinco días hábiles posteriores, a fin de esclarecerse sobre el incumplimiento
alegado y requerir a la parte obligada, la que presentará los documentos
probatorios referidos a la ejecución del fallo. En caso de ausentarse o incumplir
con el requerimiento, el Tribunal citará nuevamente para dentro de los próximos
cinco días hábiles. El Tribunal se entenderá con el jefe de la entidad, aun cuando
se haya hecho representar por un dirigente subordinado, al que también
convocará para el acto, de estimarlo necesario. Se dejará constancia de las
alegaciones de las partes con relación a la inejecución; también se practicarán las
pruebas necesarias para arribar a la convicción real sobre el acatamiento del fallo.
El Tribunal declarará de manera razonable y requerirá a la parte obligada para
que en un término prudente se ejecute la obligación, sin que exceda de los treinta
días hábiles siguientes. Lo anterior se hará con el apercibimiento de que, de no
ejecutarlo, esa parte incurrirá en responsabilidad penal, de conformidad con lo
previsto en el artículo 134 del vigente Código Penal. De demostrarse la ejecución
del fallo, se dispondrá el archivo de las actuaciones mediante Auto, contra el que
procederá recurso de súplica; el resolutorio de éste no será apelable. Cuando el
Tribunal disponga la ejecución de temas sustanciales no controvertidos en el
proceso ni decididos en la ejecutoria o en la contradicción de términos, el Auto
dictado será impugnable en apelación, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 618, apartado tercero, de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo,
Laboral y Económico.
Las normas dispuestas por el Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular
se comunican a los Presidentes de los Tribunales Provinciales Popular (y, por su
conducto, a los Presidentes de los Tribunales Municipales Populares), al Fiscal
General de la República, el Ministro de Justicia, el Ministro de Trabajo y
Seguridad Social, la Central de Trabajadores de Cuba, el Presidente de la Junta
Directiva de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, y se publican en la
Gaceta Oficial de la República. No obstante, deberían ser notificadas a los jefes
de los Organismos de la Administración Central del Estado y, por conducto de
éstos, a su Sistema Empresarial, con una cobertura en los órganos de prensa. El
desconocimiento de la Ley afecta a la ciudadanía.
LA UNIDAD NECESARIA
La Constitución de 1976 debe dar paso a otra que sea democrática, donde los
cubanos puedan tener libertad de opinión. Eso ha ocurrido en los países que
formaban parte de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia. Fue una transición
pacífica de la cual todos se alegraron, porque la práctica es la prueba de la
verdad.
Actualmente la Asamblea Nacional cubana se reúne unos pocos días al año para
aprobar lo que dicta el Consejo de Estado (formado por 31 personas que también
forman parte del gobierno). No hay Poder Legislativo que cumpla funciones.
La nación cubana es fundamental para los partidos políticos. Hay que gobernar
para la nación cubana, y no para el Partido Comunista de Cuba. Si no se hace así,
se seguirá dándole la vuelta al abismo sin fin de la destrucción. Esto lo sabe una
gran parte de los miembros del PCC, pero ellos también están coaccionados y no
hablan; tratan de subsistir con sus pequeños privilegios y no plantean soluciones
radicales. Nada se mueve y la mala situación persiste. Es hora de hablar los
problemas de Cuba con la manga al codo y sinceramente. La nación cubana lo
merece.
Constituye una realidad más que comprobada que los ingresos por concepto del
resultado de la labor realizada que les son abonados al trabajador, no satisfacen
ciertamente sus más perentorias necesidades, tanto las de él propiamente
considerado, como las de su familia. Y es que la forma considerable en que se ha
elevado el costo de la vida, forzosamente le impide subvenir económicamente a
suplir todas las carencias y penurias de que adolecen tanto él como los suyos.
Por ello nos inquietamos sobremanera cuando oímos la expresión: “No podrá
aumentarse el salario hasta que aumente la productividad”.
Sinceramente podemos decir que nos pasa lo mismo que al periodista Ramón
Barreras Román, que en la sección “Columna del Lunes”, aparecida en el
periódico Trabajadores correspondiente al 27 de agosto de 2012, con el título
“¿Círculo vicioso?”, expone: “¿Cómo podría aumentar la productividad, si el
salario no representa un incentivo, una motivación?”; y acto seguido agrega “que
es como estar en una especie de círculo vicioso”. Después, se consagra a definir
conceptualmente lo que es de su salario y lo que es de la productividad, llegando
a la conclusión de que la correlación existente entre ambos es directamente
proporcional.
El contrato de compraventa es, sin duda alguna, el que tiene mayor importancia
entre los de su clase, porque se trata del contrato tipo traslativo de dominio por
antonomasia; y además, porque constituye la principal forma moderna de
adquisición de la propiedad y como fuente lícita de riqueza.
Nuestro país, como parte de la “Gran Aldea” que es el mundo, no escapó a esta
realidad, y la compraventa transcurrió como institución generadora de riqueza
social y como medio de transmisión de la propiedad hasta mediados de los años
60 del pasado siglo.
Hubo que esperar al nuevo siglo —y particularmente al año 2011— para que por
el país se empezaran a dar los primeros pasos para remediar este entuerto. En la
práctica, las personas, los cubanos, aplicaron el viejo adagio aprendido desde la
colonia: se acata pero no se cumple. En consonancia con ello, la inmensa
mayoría de los cubanos compraban y vendían casas y autos al margen de la Ley,
vulnerando disposiciones legales que eran a todas luces injustas y moralmente
cuestionables. Ello provocó el deterioro generalizado del debido respeto a la Ley.
Fue a través del Decreto-Ley Nº 288, de 31 de octubre del 2011, y del Decreto Nº
292 del propio año 2011, emitidos por el Consejo de Estado y el Consejo de
Ministros respectivamente, que se autorizaron nuevamente los actos traslativos
de dominio de viviendas y automóviles.
Para los neófitos o no especialistas en materia jurídica, baste decir que, para
poder realizar un verdadero acto de compraventa, hay que tener, entre otras
cosas, el dominio sobre el bien a vender; es decir, tener la propiedad sobre el
mismo, lo que equivale a decir tener posesión, uso, disfrute y disponibilidad
sobre el bien a vender. Hasta octubre del 2011, los cubanos apenas teníamos la
mera posesión, uso, disfrute; no contábamos con uno de los atributos esenciales
de la propiedad que resulta ser la disponibilidad de los bienes.
No basta que las puedan transmitir antes de salir del país, es necesario que las
puedan conservar dentro de su patrimonio, pues ello no sólo sería un logro o
respeto a la ley y al concepto legítimo de propiedad, sino que sería
extremadamente positivo para el país; quien se va del país definitivamente y no
conserva sus posesiones, se desarraiga cultural, social y económicamente de su
país, pero sobre todo no tiene interés alguno en mejorar, engrandecer y favorecer
sus propiedades porque ya no las tiene; con ello se pierde una fuente inagotable
de entrada de riquezas al país sólo por este concepto. Esta limitación a la
propiedad no sólo empobrece a las personas, sino también al país. No olviden
que el bosque lo conforman la suma de los árboles individuales, no puede haber
un país próspero y rico si sus habitantes son miserables.
Los mayoría de los animales viven a merced de la bondad del hombre, viven
como el hombre quiere que ellos vivan; muchos son maltratados de diferentes
formas; otros, para el criterio del hombre, son bien atendidos, pero bajo
cautiverio; comen de la comida que le dé su dueño o la que sean capaces de
comer o buscar en el lugar donde los pongan. Existen disímiles situaciones por
las que, para mí, ese animalito, ese ser vivo, no es feliz; sólo compárelo con
aquellos que viven por su cuenta, ordenados en su hábitat, con aquellos que son
libres, con aquellos que gozan de libertad. A estos últimos les distingue a larga
distancia su felicidad. Moraleja: para ser feliz no hay que ser persona o animal,
sólo gozar de las libertades fundamentales.
Mi hermano cubano de cualquier sexo o raza, piense cómo usted vive, desde
cuándo usted vive así, si le quedan esperanzas de mejorar bajo este régimen, y se
responderá si goza o no de libertad. Si usted se encuentra encerrado dentro del
temor y la miseria, ni es libre, ni es feliz.
¿Qué te aconsejo para mejorar tu calidad de vida, para aunque sea vivir como un
ser humano y mejorar la armonía familiar?
Lo primero es decir: “Soy un ser humano”. Por este privilegio te corresponden
una serie de derechos y libertades que te llevan a correr por los campos de la
felicidad, y nadie, absolutamente nadie, puede privarte de esto, porque entonces
dejas de ser humano y pasas a convertirte en un animal domesticado, o quién
sabe si en un animal cerrero. Por lo tanto, nunca permitas que te priven de tus
derechos y libertades fundamentales; si no los conoces, te exhorto a que te
acerques a los grupos de derechos humanos o a algún otro de la sociedad civil
independiente de tu comunidad, de tu municipio o provincia. Sin dudas, ellos te
pueden asesorar al respecto; o simplemente piensa en qué es lo que necesitas para
respirar un poco mejor, y no te limites para luchar de buena fe y pacíficamente
por ese aire puro; luchar por lo que te hace sentir humano y digno es parte de tu
libertad y tus derechos.
Por lo tanto, querido hermano o hermana, tienes el pleno derecho a ser libre, a
que predominen a tu alrededor la justicia, la paz, a que no se viole ni se pisotee tu
dignidad, a un nivel de vida adecuado que te asegure —a ti y a tu familia— la
salud y el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios. Si te falta o te privan de
algo de esto o si no estás de acuerdo con algunas regulaciones o limitaciones que
te impongan o te planteen, sólo te recuerdo que lo primero que debes decirte es:
“Soy un ser humano”, y empínate con ese concepto, que por lo menos serás feliz
contigo mismo, que es lo fundamental.
Por aquellos días, muchos cubanos y cubanas pensaban que el gobierno de Raúl
Castro daría pasos importantes en cuanto al respeto de los derechos humanos en
Cuba. Estoy entre los que estábamos seguros de que la firma no sería más que
una maniobra de engaño y entretenimiento, para ganar tiempo, dirigida no sólo al
pueblo cubano, sino también al resto de las naciones.
Desde hace mucho tiempo estoy convencido de que el gobierno de la Isla, como
hasta hoy lo ha demostrado, no está dispuesto a detener la larga trayectoria de
violaciones de los derechos consignados en dichos pactos. Una mirada, más de
cinco años después de la firma de ambos documentos en las Naciones Unidas por
el representante de Cuba, da la medida de lo sucedido.
Todos los cubanos y cubanas no sólo hemos sido víctimas del totalitarismo
imperante en Cuba, sino también somos en gran medida responsables de que por
más de cincuenta años haya perdurado este estado de cosas.
Asimismo se anunciaba que, “de acuerdo a las normas que rigen la conducta de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el General Arnaldo Ochoa será sometido
en primer término a un Tribunal de Honor integrado por oficiales de su rango que
recomendará las medidas ulteriores a seguir, incluyendo las de tipo legal, que se
correspondan con las faltas cometidas por él”.
“Artículo 58. 1. La privación del grado militar es una sanción accesoria que
consiste en el descenso a soldado, y se establece para los militares que cometan
delitos concurriendo circunstancias evidentemente repulsivas a la conciencia
jurídica socialista e incompatibles, a juicio del Tribunal Militar, con los
principios que norman el servicio militar.
2. En los casos de oficiales superiores, cuando proceda, el Tribunal Militar
propone al órgano correspondiente (Tribunal de Honor) que se prive del grado
militar al sancionado”.
La clase obrera debe despertar, darse cuenta de que es utilizada, como lo hacen
ahora en el análisis y discusión del Anteproyecto del Código de Trabajo, que se
ha realizado —de manera irregular— en las entidades laborales.
Tanto el MTSS como la CTC tienen conciencia de esa barbaridad, pero carecen
de valor para enfrentarse al unipartidismo. Tampoco les ha importado que el
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros reitere que no puede salir
una ley sin el Reglamento. Los delegados comunistas presentes en el XX
Congreso de la CTC aprobarán el Anteproyecto sin conocer cómo se
reglamentará lo preceptuado en la Ley.
El Código a tener regencia sólo considera los contratos de trabajo por tiempo
determinado y por tiempo indeterminado, sin tener en cuenta los requeridos para
las nuevas relaciones de trabajo ni el reordenamiento de modelo económico que
se pretende poner en vigencia, a partir del sector no estatal y las asociaciones
agropecuarias y no agropecuarias.
A los trabajadores por cuenta propia los extorsiona, chantajea y presiona, como
hacen ahora con quienes se desempeñan en la modalidad de “sastre o modista”,
cuyas prendas de vestir industriales podrán exhibirlas sólo hasta el 31 de
diciembre de 2013; y esto cuando el Estado no ha sido capaz de garantizar la
materia prima que posibilite la confección de prendas de calidad realizadas en
forma artesanal. El Estado traiciona la confianza de estos hombres y mujeres que
legalizaron su trabajo u optaron por éste.
Todos ellos poseen diferencias y semejanzas entre sí, pero el tema que nos atrae
es el de la mediación y los tipos de casos que puedan ser mediados. Entre ellos se
encuentran el proceso de divorcio, los acuerdos de custodia de menores, los
subsidios familiares a niños y discapacitados, así como el subsidio conyugal por
concepto de alimentos.
Todos estos conflictos pueden resolverse por la vía judicial pero ésta, al ser más
extensa y burocrática, afecta a las partes que están en conflicto, debido a lo largos
y tediosos que llegan a ser algunos procesos.
Es por eso que se incrementa la preocupación por utilizar los medios alternativos
de solución de disputas, principalmente la mediación, ya que ésta minimiza los
procedimientos. Esto se debe a que los que abogan por esta solución, antes que a
ganar o perder, aspiran a promover la anuencia y a sustituir el enfrentamiento por
la armonía y el consenso. De ese modo llevan a un mínimo el control estatal y
permiten encontrar soluciones armoniosas a los conflictos sociales y jurídicos,
tendencia esta que ha venido en aumento en los últimos años a nivel mundial.
Podemos decir que “mediación” se deriva de la palabra latina medi (medio), que
significa centro, por lo que la podemos definir como un proceso de negociación
facilitada o asistida en que el mediador controla el proceso y las partes son las
que determinan el resultado.
Por todo lo antes expuesto, considero que la mediación, como método alternativo
en la solución de conflictos, es una de las vías más importantes en la actualidad,
ya que las partes se ahorrarían la participación en procesos tediosos y
burocráticos.
Es por todo lo anterior que creo que este es el momento idóneo para implementar
en Cuba la mediación, o para extender la misma a la vida social de nuestros
ciudadanos, a través de nuestros profesionales del derecho que asuman su papel
como mediadores.
Por ello no resultaría desacertada la idea de crear equipos de trabajo para mediar
en la solución de conflictos. Se ganaría así en unión social familiar, en
colaboración, y se evitarían futuros conflictos, decrecería la radicación de
nuestros tribunales, se mejorarían las relaciones paterno-filiares (sobre todo en
parejas separadas o divorciadas con hijos menores, quienes, por el mal manejo
familiar, en la mayoría de los casos sufren las consecuencias psicológicas y
traumáticas de una separación y de los desacuerdos y conflictos emocionales,
materiales y sociales de sus padres).
El Código Civil español, hecho extensivo también para Cuba en 1889, las omitió.
Fue mediante la Ley de Asociaciones de 1889 que se les reconoció un espacio
legal. Ya bajo la República, y al amparo de esa Ley, en los años previos y
posteriores a la Constitución de 1940 se dictan distintas normas legales (leyes,
decretos-leyes, decretos, resoluciones) para las cooperativas de diversas
jerarquías y denominaciones, de contenido administrativo, destinados a regular
las ayudas económicas, su uso, disfrute y limitaciones; arrendamientos colectivos
para la constitución de cooperativas para explotaciones agrícolas o pecuarias;
reglamentaciones laborales; normas de inscripción; creación de diferentes
cooperativas, control e inspección.
En ese contexto, para reflejar la doctrina oficialista sobre esta materia, resulta
oportuno mencionar el concepto siguiente, que hemos tomado del texto del
doctor Navarrete Acevedo:
“Para nosotros, el Derecho Agrario es la rama del Derecho Socialista que, basada
en los principios de la Teoría Agraria Marxista-Leninista, regula jurídicamente la
inmensa gama de relaciones, que dentro de los ámbitos productivo, económico y
social, resultan del proceso de producción agrícola”.
Esta realidad ha estado lastrada por décadas ineficaces, cambios muy lentos, falta
de solidez y de resultados de las leyes agrarias que aplican, las cuales, por demás,
han sido revisadas muy lentamente. Todo esto ha sucedido en detrimento de la
alimentación y la salud del pueblo, lo que indica la testarudez y el aferramiento
sobre el rumbo económico que marca tras bambalinas la junta militar que
gobierna nuestro país y que se ha apoderado de la representatividad
parlamentaria, administrativa, judicial y gubernativa, con el fin de imponer sus
designios.
Una vez más el gobierno ha empujado el carro de su poder totalitario, para actuar
libremente y tener márgenes que impidan a los ciudadanos asociarse debidamente
y establecer sus negocios empresariales, con formalidades de Ley, conforme a
una adecuada legislación mercantil que libremente les permita crear sus
empresas, registrarlas, abrir y operar cuentas bancarias, solicitar créditos, realizar
sus actividades comercializadoras o de prestación de servicios, pagar sus
impuestos, poseer licencias de exportación e importación, etc. O sea, que también
en el cooperativismo agrario vamos en sentido contrario a la libertad de empresa,
lo cual se ajusta al marco regulador estatista.
Como resulta fácil suponer, toda esta regulación está sujeta a cualquier cambio
que la alta jerarquía opte por introducir en ella.
Introducción
Al abordar esta situación, señalamos que nos hemos centrado en los casos de las
personas que son detenidas por situaciones concretas, de escasa peligrosidad,
como puede ser un escándalo público, una simple alteración del orden, la
ocupación de objetos de dudosa procedencia; en fin, actos que no rebasan el
marco de las contravenciones y que por lo general se resuelven rápidamente en
las unidades de la policía. También puede ocurrir que un ciudadano sea detenido
como sospechoso de la autoría de un delito y sea puesto en libertad al
determinarse su inocencia.
Pero antes de adentrarnos en los derechos que la Ley concede a estas personas,
debemos conocer los supuestos en los que procede la detención de un ciudadano
en Cuba.
Se dice que hay una resolución del Ministro del Interior, que data de la década de
los años setenta y que nunca ha sido publicada en la Gaceta Oficial de la
República, que es la que regula esta comunicación, pero este es uno de los
principales problemas que se presentan en este estado del proceso, donde
prácticamente esa comunicación se concede como un favor que el instructor hace
a los familiares. No debe ser así, máxime cuando en nuestra ley procesal está
establecido, al menos formalmente, el principio in dubio pro reo.
Según el artículo 246 de la LPP, cuando el instructor recibe las actuaciones que
le remitió la policía, o habiendo conocido directamente el hecho, debe adoptar en
un término que no exceda de setenta y dos horas, alguna de las decisiones
siguientes:
1) dejar sin efecto la detención;
2) imponer alguna de las medidas cautelares no detentivas, o revocar o modificar
la que haya dispuesto la policía;
3) proponer al Fiscal la imposición de la medida cautelar de prisión provisional.
El numeral 247 de la LPP establece que el Fiscal, recibida la propuesta del
Instructor respecto a la imposición de la medida cautelar de prisión provisional,
adoptará, dentro del término de setenta y dos horas, la decisión que corresponda,
mediante auto fundado. Este funcionario está facultado para aplicar cualquiera de
las medidas cautelares previstas en la ley o disponer la libertad del acusado. Para
adoptar su decisión, el Fiscal podrá entrevistar al acusado y practicar cualquier
otra diligencia necesaria. La decisión del Fiscal debe ser comunicada de
inmediato al Instructor, a los efectos de la notificación al acusado.
Antes de adentrarnos en este último aspecto del trabajo, es necesario señalar que,
después de la promulgación de la Ley Nº 87, de 16 de febrero de 1999, se
introdujo en Cuba la sanción de privación perpetua de libertad. Como
actualmente existe una moratoria con respecto a la pena de muerte, la sanción
antes mencionada es en la práctica la más severa que se aplica de las previstas en
el Código Penal cubano.
Pudieran multiplicarse los ejemplos de ese tipo, pero el objetivo del presente
trabajo no es hacer un cotejo completo de la Declaración Universal con los
pactos. Simplemente he citado un ejemplo que demuestra que los últimos
contienen una regulación jurídica más acabada de toda esta materia. (Como
resulta obvio, esto último es algo natural, habida cuenta de los dieciocho años
decursados entre la firma de un documento y los otros dos.)
En algún momento, esto pudiera servir de pretexto a las actuales autoridades del
Archipiélago para insinuar que, al no haber sido ellas mismas las que firmaron el
documento en nombre de nuestro país, éste no es de obligatorio cumplimiento
para ellas.
Como es obvio, este “argumento” (de algún modo hay que llamarlo, pese a su
evidente endeblez y falta de fundamento) perdería toda validez en el caso de los
pactos de la ONU, en el supuesto de que los representantes del gobierno cubano
depositaran los correspondientes instrumentos de ratificación.
En quinto y último lugar, hay otro argumento de carácter político que aconseja
igualmente que nos esforcemos por lograr que las autoridades castristas asuman
los compromisos dimanantes de los dos pactos.