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Cómo surgió España: la historia de nuestro arduo nacimiento

En esta época convulsa de separatismo, cabe recordar que cuando estamos unidos somos
invencibles, como han demostrado los tiempos más gloriosos de nuestro país.
Parece que la aparición del concepto geográfico, administrativo y político de nuestra
identidad en esta esquina de Europa, en un país tan mestizo como el nuestro con docenas
de invasiones a sus espaldas, se parece al parto de los montes. El linaje de nuestro pueblo a
través de la historia, podría integrar perfectamente al legendario reino perdido de los
Tartesios y el extrañamente longevo Argantonio o a las precursoras e inspiradoras colonias
fenicias tan hábilmente situadas en estratégicas e inconquistable posiciones de nuestra
difícil orografía.
Cántabros, astures, galaicos, caristios, várdulos, autrigones, iberos, turdetanos, celtas y los
milenarios vascos camuflados en sus mágicos bosques, ya eran ingredientes de nuestro
actual futuro. El año 1492 parece el punto de arranque en el que casi todos estamos de
acuerdo ya que, tras la caída de Granada en ese año, el conjunto de la península - salvo
Portugal-, convergen en un reino único. Como Francia o Inglaterra, en ese momento del
tiempo, ya somos nación en el sentido más profundo de la palabra.
Alrededor de 200 años les costó a los más ilustres pretores itálicos reducir a nuestros
tatarabuelos a una conducta de obediencia razonable
Pero poniéndonos en situación ¿qué pasa si tus abuelos oraban hacia La Meca o
mencionaban a un tal Allah unas cuantas veces al día?, ¿y si, además, lo hacían durante 800
años? ¿Hemos de renegar de aquellos antecedentes históricos, de aquel legado cultural? ¿Y
de los romanos e Hispania? Si no fuera porque estábamos y estamos siempre de agarradas y
trifulcas por otra parte, deporte nacional –para mayor regocijo de nuestros conspicuos
adversarios, que los tenemos-, y tocándole las partes pudendas al vecino sin rubor alguno,
aquí no habría pisado el suelo patrio ni el Tato pues, cuando estamos unidos somos
invencibles como la historia lo ha demostrado, que extraño karma el nuestro.
Los godos vinieron a visitarnos en el siglo V
Alrededor de 200 años les costó a los más ilustres pretores itálicos reducir a nuestros
tatarabuelos a una conducta de obediencia razonable y tardaron 'solo' 200 años en
conquistarnos porque a algunos líderes nuestros les dio un repente y dejaron de pegarse,
para todos juntos y en unión, aporrear a nuestros invasores. Cuando Roma andaba con
reuma, los godos vinieron a visitarnos en el siglo V muy fraccionados y mientras
conquistaban esta volcánica tierra o jaula de grillos, se arreaban entre ellos estopa sin
cuento. Y así les fue claro, que, divididos y enfrentados, en 400 años hicieron las maletas y
puerta…Vamos, que no se nos puede dejar solos ni un ratito porque la armamos.
Para no perder la afición y seguir entrenados por si acaso -Castilla y Aragón vivían cierto
idilio o Pax Romana-, los castellanos se dedicaban al noble arte de incendiar las ciudades
del sur Inglaterra y los aragoneses a repartir obleas por el sur de Italia y a la altura de la
actual Grecia continental (Neopatria) y, para rematar, se marcaron un tour operator en
Constantinopla dejando sus credenciales los almogávares. Mientras, nos hacíamos mayores
y '¡zas!', nos encontramos América sin pretenderlo –íbamos a Catay y Cipango-, y contra
monumentales ejércitos de autóctonos con hambre atrasada, nos tuvimos que batir en un
cursillo intensivo sobre la marcha. ¿Y en Europa? Pues más de lo mismo, al que se ponía
flamenco le arreábamos de lo lindo.
España sufrió el asesinato de cinco presidentes del Gobierno. Si fuese un partido, iríamos 5-
4 en relación con los estadounidenses
Cuando Bismarck ante un prestigioso auditorio dijo aquella célebre frase, no le faltaba
razón, España había vivido siglos muy violentos en su historia. La guerra de sucesión
(1701-1713), en aquel terrible cambio de guardia entre los Habsburgo y los Borbones
franceses, la arcada y pantomima entre el infame Fernando VII y su melifluo padre, la
guerra de la independencia con todo el pueblo volcado en derrotar al mayor ejercito de la
época, golpes de estado, sublevaciones, ruido de espadones, rebeliones cantonales, guerras
civiles a lo grande, la caída de la monarquía siempre al lado de los poderosos y el asesinato
de cinco presidentes de Gobierno (vamos 5-4 en relación con los norteamericanos si me
salen las cuentas). Prim, Cánovas, Canalejas, Dato y Carrero deben de reposar en las vastas
praderas de la eternidad junto a Lincoln, Garfield, McKinley y Kennedy.
El momento en que nace España
Otra referencia histórica más reciente, data en la puerta del paritorio el nombre de la
criatura. España según la teoría, nace oficialmente con la abdicación en Bruselas de Carlos
I de España en favor de Felipe II un 24 de febrero de 1556 en el que se desgaja del Sacro
Imperio Romano. Ocurre por aquel entonces que el secretario del rey, Antonio Pérez le
tenía tirria a Antonio Escobedo, íntimo del hermanastro de Felipe II, el llamado Juan de
Austria y de inmenso prestigio personal y militar.
El secretario del rey al verse envuelto en ciertas irregularidades en la gestión de las arcas
del estado, pone pies en polvorosa y se larga a Aragón mientras era protegido por los fueros
ocales y perseguido por la Inquisición; descubierto de nuevo el angelito por el Santo Oficio
(una suerte de escuela de cantores que entonaban unos gritos tremebundos mientras
repartían hostias 'urbi et orbe') y que ningún fuero podía paralizarla; el elemento se larga a
Cataluña y de ahí a Francia no pudiéndose echarle el guante por los pelos; lo que nos lleva
a la conclusión de que España todavía no había cuajado dado el amparo recibido por el
mendaz sujeto durante todo el trayecto.
España, según la teoría, nace oficialmente con la abdicación en Bruselas de Carlos I de
España en favor de Felipe II un 24 de febrero de 1556
De los Austrias podríamos aprender mucho en la España actual. Los borbones centralizaron
la administración hasta convertir el estado en algo asfixiante. Los Habsburgo por alianzas
familiares unieron una serie de reinos y de estados con frecuencia autónomos con culturas e
idiomas diferentes respetando lo máximo posible su soberanía, y quizás, ahí estuvo su
acierto al seguir un modelo previamente trazado por Maximiliano de Austria a la par que
por los Reyes Católicos y que sin desdoro de la enorme reina que fue Isabel de Castilla, su
camaleónico y diplomático marido Fernando convirtió en un canon político de referencia.
Aquellos estados bajo la égida de los Reinos Hispánicos, tenían instituciones políticas y
jurídicas propias, y puntualmente, también moneda. Tal vez, un reflejo tardío, sea la actual
Unión Europea con su actual proyecto plurinacional. 'Nihil novum sub sole'.
Todo lo cual nos lleva a pensar que España tal y como hoy la entendemos no existía, pero si
es cierto que era una realidad internacional y de facto. O si se quiere, era un imperio o
confluencia de reinos que a su vez eran estados y naciones, que a su vez otorgaban una
autonomía muy grande a sus virreinatos al otro lado del Atlántico y el Mediterráneo. Esta
masa de tierra gobernada con tanta elasticidad, tuvo una vida muy longeva. Los estados
insertos en una estructura colosal estaban coordinados y seguían un plan y destino común
que convertía a los Austrias en una convergencia con un alto y sofisticado nivel de
organización.
Un error histórico: los vascos habrían podido invadir Inglaterra si hubiesen querido
Álvaro Van den Brule
Hay una leyenda en torno a Drake, una de las más vergonzosas verdades guardadas en las
entretelas de la historia británica. Esto es lo que ocurrió aquel olvidado día
A lo largo del Siglo XVIII, el centralismo de los Borbones (heredero de la estructura
administrativa francesa) y los decretos de Nueva Planta hicieron que Felipe V desde el
primer momento de su reinado cambiara el sistema español –más federalista- acercándolo a
un modelo más afrancesado. El rey en cuestión quería implantar una monarquía
centralizada y más uniforme, lo que chocaba con las costumbres españolas de la época. La
figura del rey era un elemento icónico y central en la dirección del estado y por lo tanto, las
antiguas cortes y derechos forales no eran compatibles con estas soluciones.
La larga tradición federal de la España de los Austrias, se veía diluida en aquel absolutismo
emanado por el nuevo Borbón desde Madrid.
Caída del Antiguo Régimen
Con la caída del Antiguo Régimen tras la Revolución Francesa, la fatídica invasión
napoleónica de nuestra patria y la trágica y quizás merecida aniquilación de varios cuerpos
de ejército galos metidos en una trampa monumental por la complejidad orográfica de
nuestro territorio, emerge la Constitución de Cádiz (nuestra 'Pepa') de 1812. Así, si antes
eran los italianos los que hablaban de los naturales de Spagna, o los transpirenaicos los que
aludían a las monarquías españolas, en la constitución de Cádiz se habla de manera
explícitamente alusiva de España usando el concepto de 'españoles' por vez primera. De
esta forma, la idea de la nación española y de lo español, nos reivindican contra los
ocupantes franceses.
La enseña rojigualda, aparece a finales del siglo XVIII en la marina auspiciada por el gran
Borbón que fue Carlos III como banderín de enganche para luchar contra los franceses
consagrándola Isabel II, con las primeras guerras carlistas. España tal y como hoy la
entendemos es bastante reciente y fruto de la Constitución de Cádiz y de un nacionalismo
reactivo que surge tras el intento de echar a los galos de la península. A la postre, podemos
retrotraernos a nuestros ancestros o datar nuestra joven nación en poco más de dos siglos

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