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{ P. F. FRESSENCOURT, S.J. * - LOS SECRETOS DE LA VIDA RELIGIOSA revelados A UNA NOVICIA Versién del francés por M. Gémez Molleda EDICIONES PAULINAS Titulo original de Ia obra: » Les. secrets de ta vie religiouse NIHIL OBSTAT: Dr. Pedro Alvarez Soler ‘Madrid, 6 de Noviembre 1965 IMPRIMASE, + Angel,” Obispo Auxiliar y Vicario General © EDICIONES PAULINAS - MADRID Printed in Spain Depésito Legal: M, 13955-1966 RESERVADOS LOS DERECHOS PARA TODOS LOS PAISES DE HABLA ESPAROLA PREAMBULO SOBRE EL AUTOR Y SU OBRA Existe un criterio undnime respecto’a la necesidad de dar a los aspirantes de las di- ferentes 6rdenes religiosas, desde su lega- da al Noviciado, una idea clara de la vida religiosa, de los deberes que impone y de las virtudes cuya practica exige. Son numeroso3 los autores de obras que han tomado en cuenta ese triple objeto, y que se han propuesto facilitar a los novicios y_a sus directores mismos un trabajo tan importante y esencial. ¢Han logrado el fin proyectado, y conseguido cuanto de ellos se esperaba? Que sobre esta cuestin decidan y respondan las personas doctas y expertas en la materia. Podemos, sin embargo, adelantar que el folleto que reproducimos merece, a pesar de su modesto titulo, una atencién muy especial de parte de quienes hacen profesién de la vida religiosa. El autor del libro que ofrecemos a las comunidades religiosas es un sacerdote de Ta Compafifa de Jesiis, que oculta su nom. bre. Lamentamos no poder citarlo porque han resultado vanas cuantas diligencias he mos realizado para conocer su nombre. Si el autor logré hacerse ignorar, le ha sido imposible ocultar su mérito indiscuti- ble. Era eminente, en efecto, aun juzgado exclusivamente por el trabajo salido de su pluma, que hoy ofrecemos. Se trata de un resumen de todo lo que se hha escrito de modo practico acerea de la vida religiosa; de un resumen acabado de las constituciones y reglas de la Compafifa de Jess, y de la vigorosa doctrina ence. rrada en los Ejercicios de san Ignacio, pre- sentada con orden, precision y elocuencia de corazon. A medida que se va leyendo, se ‘adquiere a conviccién de que el autor, que descubre sus secretos, no era solamente un escritor capaz, instruido en la materia que trata, sino ademas un religioso fiel a sus deberes, consumado en Ja virtud, y pleno de experiencia adquirida por el largo ejercicio 6 en la direccién de almas consagradas al es- tado de perfecci6n. Hemos destacado principalmente los luga- res en que trata de la conducta para con la religién, tema importante, pero que deja mucho que desear aun en libros de fama; de la conducta para con los superiores, 10s inferiores y los seglares. Cada uno de los parrafos del texto es des- arrollo de una idea, y coneluye con una sen- tencia que lo resume y que siempre es exac- ta e instructiva. Juzgamos que el propési- to del autor, al componer tales sentencias, era grabarlas en la memoria para asegurar mejor el recuerdo de su preciosa doctrina. El folleto comprende dos partes: deberes generales y deberes particulares. Para ma- yor claridad indicamos las partes con epf- grafes y las dividimos en capitulos. Ademés, hemos separado las sentencias del texto pa ra ponerlas de relieve y fijar mejor sobre ellas la atencién, Pensamos que se agrade. cerd esta distribucién. ‘No se ha limitado a esto la tarea que nos hemos impuesto. Pudiéramos haber variado el estilo, mas no hemos querido, ni tampoco refundirio, pues en cualquiera de ambos ca- sos hubiera sido dar a la obra un vestido nuevo, que no hubiera sido el suyo, arreba- 7 tarle m&s 0 menos su caracter propio, su gracia natural y, tal vez, hacerlo menos auténtico. Con todo, en ocasiones hemos cor- tado frases demasiado extensas, aclarado expresiones que ya no juzgamos de tanta actualidad y, muy discretamente, realizado Teducciones que nos parecian necesarias, sin suprimir sin embargo, detalles de costum- bres muy difirentes de las nuestras. Afirmamos, al concluir, y como compen- dio, que este folleto, de tan escaso volumen, ha de considerarse como obra magistral en su_género, pues con toda verdad pudo escri- bir el autor de la aprobacién: “Estos secre. tos de Ja vida religiosa son Ja pura esencia de cuantas ensefianzas pueden darse a las almas que profesan la religién, con el fin de que vivan dignamente su vocacién”, Po. demos aseverar, también, que encierran la perfeccién del estado religioso, y que debe. rfan tenerse entre las manos con frecuencia como recuerdo constante, para que teniendo siempre fijos los ojos en los deberes reli: gio30s aseguren su préctica, Con Ia intima conviccién del bien que esta obra est& destinada a producir en las fami- lias religiosas, que buscan con tan buena voluntad y con esfuerzos constantes la vida perfecta, recomendamos una lectura atenta 8 y una seria reflexion no solamente a las no- vicias, a quienes se endereza de modo di- recto, sino a los religiosos y religiosas que forman en la Iglesia corona tan preciosa y, si nos atreviéramos, a quienes tienen cargo de dirigir esas santas sociedades. Que la bendicién del cielo recaiga y per. manezca sobre esta obrita, y la conduzca a dondequiera que haya de hacer el bien en las almas, en especial en las que se han consagrado a Dios para el amor, el honor y Ja fiel imitacién de los sagrados corazo- nes de Jesiis y de Maria, PRIMERA PARTE , ADVERTENCIAS ae CAPITULO UNICO Hermana, has tenido la felicidad de escu- char Ja voz de Jestis, que tan misericordio- samente te ha lamado; has sido te animosa para vencer los obstaculos que te impedian entrar en su santa Casa; bastan- te ferviente para emprender con alegtia los ejercicios religiosos que en ella se practi- can. Mas, acuérdate que no es todo el haber comenzado bien, sino que es necesario per-, severar con valor y terminar e sino has de recibir mayor confusion y atraer sobre ti burlas més punzantes que las del hombre del Hvangelio, quien, después de ha- ber colocado felizmente los cimientos de un magnifico edificio, no tuvo el valor de ter- minarlo, La perseveraneia perfecciona la obra y el fin la corona. 18 Repasa con frecuencia en la memoria el insigne favor que Dios te ha hecho, eligién- dote entre muchas otras, més aptas para servirlo y que no lo habjan ofendido tanto, para sacarte del mundo, como sacé de Egip- to a_su pueblo, para Ievarte a una familia religiosa, como a la tierra prometida. Da gracias a Aquel a quien debes bien tan gran- de; da las gracias a los que te lo han pro- curado, la primera entre todos, a la Virgen Maria. gAcaso no agradecerias el bien reci- bido a quienes te hubieran saeado del mar “tempestuoso y lleno de riesgos de naufragios, para conducirte a puerto seguro? La religiosa que cada dia no da gracias a Dios por su vocacién demuestra que desco- noce su precio y merece ser privada de ella. En todos tus actos, y siempre, ten presen- te el fin para que viniste a la religién. No solo para contentarte con practicar una vir- tud ordinaria, observando con fidelidad los mandamientos de Dios, puesto que muchos Jos observan exactamente en el mundo; has venido para transformarte en una religiosa santa, que aspira ala mayor perfeccién que puede darse en esta vida, es decir, a la unién de tu alma con Dios, ynién lamés 4 Sa a intima que puede coneebinse en-el estada de gracia, a imitacién del devoto san Bernardo, el cual se preguntaba a menudo durante la jornada con particular aplicacién mental: Bernardo, ga qué has yenido? ¢Con 2 jeto_has emprendido este género tle vida? El arquero que no mira con atencién el blan- co colocado ante él, para aleanzarlo, en I gar de obtener el triunfo solamente obtendr: por st disparo Ja vergiienza y Ia burla. La unién fntima del alma con Dios ‘no se realiza tanto mediante las funciones fisicas cuanto por las operaciones del espiritu, quiero decir, mediante frecuentes actos interiones , caridad y Tas demas _vir- soon de abana ie al ,ae_cont A jan cosas. extoriores eon perTeCTO espiritu inte- rior, con intenciones elevadas y con entera conformidad de voluntad con la de Dios. As{ hizo Jesucristo, y después de él, todos los santos. puro, sino con espiritu perfectamente puri fieado. Aprende del Sefior mismo los medios de No es posible unirse a Dios, que es oa 18 hacerte perfectamente interior: Renting a ti misma, dice en san Lucas, c. IX oo decir, absténte de todas las satisfacciones naturales que, por inocentes y excusables que parezcan, son siempre culpables, por- que estin manchadas por el amor propio si no se purifican bien con alguna intencién santa. Lleva tu eruz, es decir, supera las grandes y constantes repugnancias que expe- rimentas para mantener a la naturaleza en la practica de los deberes a que te obliga el estado que has elegido. Y sigueme, es decir, hazte de este modo capaz de cumplir en todo y siempre mi voluntad y no la tuya. Tan cierto es que nadie puede hacerse per- feclo viviendo a capricho y contentando sus inclinaciones, como es cierto que no se pue- de avanzar ni un paso por el estrecho y di- ffeil eamino del cielo siguiendo el camino ancho y agradable a los sentidos que Heva al inflerno, Si la perfeccion que te propongo te parece +N. de ta E, - Las citas biblicas se-han tomado dle Ia versién espaitola de la Biblia de Ediciones Paulinas. 16 dificil, como lo es en efecto si la mides. s6- Jo por tus fuerzas, excita en ti gran confian- za en la bondad y poder infinitos de Aquel que te ha llamado misericordiosamente, y que nunca dejaré de dar fuerzas suficientes para ejecutar lo que manda. Considera cudntas personas mas débiles y con menos ayudas que ti lo han conseguido. No tra- tes, pues, de justificar tu conducta buscan- do excusas, que no serén admitidas el dia del juicio. (Quien, persevera en hacer to que puede, con- fiandd siempre en Dios, consigue cuanio ha emprendido, conforme a st. propésito. REFLEXION Es algo yerdaderamente extrafio y digno de compasién ver en el convento religiosas que, después de diez y de veinte afios de religion, estan més apegadas al mundo, su jetas a’ sus volintades, sensibles a los me- ores disgustos, tan languidas o m4s en sus devociones, vacilantes en su vida, que mu chos seglares en el mundo. gNo es esto es- carnecer a Dios y, engafiar al projimo? El Salvador. siendo la misma mansedum- Ww = Los secretos. bre, lanzé una maldicién sobre la higuera que, mostrando, es verdad, abundancia de hojas, no tenfa fruto, gCrees que, mas pro: to o més tarde, no habra de ejercer just cia rigurosa pata con las almas que, bajo el hibito santo de la religién, no practican virtud alguna realmete religiosa? Tendré que exclamar como Moisés: “Si fueran sabios, entenderfan esto y sabrian intuir lo que les esperan” (Dt 32,29). jCémo quisiera que comprendiesen el extraordinario favor que Dios les ha hecho al clegirlas por esposas! Dios de misericordia, concededles desde aho- ra la gracia de prepararse con fidelidad a Ja cuenta rigurosa que exigiréis de ellas en el dia del juicio respecto a todas las gracias que Vos les hubiereis hecho. EI cambio de costumbres hace a la verda- dera religiosa, y no el cambio de hAbito. Hermana, estas pocas advertencias, bien meditadas ¥ reducidas a una préctica fi bastarian para levarte muy lejos en la per- feccién que has abrazado. Mas, puesto que solicitas mas detalles que te ensefien el mo- do de comportarte con todos, afiado a con- tinuacion Jo que me parece has de hacer. 18 SEGUNDA PARTE ADVERTENCIAS PARTICULARES ¢ CAPITULO I CONDUCTA PARA CON DIOS Forma en ti alta estima del Esposo divi- no de tu alma, no porque hayas de esfor- zarte en penetrar la profundidad sublime de su divinidad mediante conceptos elevados, porque, ademas de que te seria tal vex im- posible, no es en modo alguno necesario. Unete mas bien con frecuentes actos de fe acerca de su bondad infinita, su omnipoten- cia, su justicia divina y todos sus demas atributos; con actos afectuosos de amor, co- nociendo ‘su. grandeza sublime, y los bienes infinitos con que ha colmado’ fu alma, sa- céndola de Ja nada, rescaténdola con su pro- pia sangre, conservandola mediante conti- nuas atenciones, y queriendo hacerla parti- cipante de la gloria eterna, De Ia estima favorable que se concibe de al- 21 guien, de Ia consideracién de los bienes que se reciben, deriva el honor, el amor y el ser- vieio que se le dedican, Al despertar, nunca omitas consagrar con atencion a Dios tu primer pensamiento, ofre- ciéndole a continuacién cuanto hayas de ha- cer en el dia. No exigié de modo tan apre- miante a los israelitas la entrega anual de los primeros frutos como te exige la entrega cotidiana de tus primeros pensamientos. Es mily dificil que el que comienza el dia con tin buen pensamiento lo termine con una mala obra. Cuando oigas la sefial para levantarte, gudrdate de hacer ninguna concesion a la naturaleza, por pequefia que fuere; hazte violencia para salir prontamente de la ca- ma, Asf, resultarén mejor hechos los ejer- cicios durante la jornada; en efecto, tu alma encontraré gran fortaleza en las virtudes que haya practicado en esa primera accién de abandonar con presteza el lecho: Ja pri- vacion del placer que hubieras gustado pro- longando un poco el descanso; la obediencia, ejecutando exactamente lo que la regla or dena; el amor de Dios, prepardndote a ser- virle’ con fervor. 22, El capitan que desde Ia mafiana obtiene al guna vehtaja sobre los enemigos se prepara para obtener sobre ellos, en el curso del dia, victoria completa. Sirviéndote del consejo que dio el Sefior a su fiel siervo Abraham, para ayudarle a hacerse perfecto, penétrate desde Ja mafiana de Ia presencia de su divina majestad; du- rante el dia, en cualquier lugar en que te encuentres, en_el convento o en la calle, sola 0 acompafiada, cree con fe viva que te hallas ante el Esposo divino, quien penetra Jos sentimientos de tu alma. y observa los movimientos de tu cuerpo; di, pues, con los labios, pero mas atin con el corazén: “Dios me vel”, recordando que cuanto haces ha- brd de ser pesado un dia en la balanza de Dios, que es la misma equidad. EI que camina en presencia de Dios avanza siempre en el camino y no tropieza jams. Al comienzo de la jornada forma en tu espfritu varias intenciones santas, que la vivifiquen y ennoblezcan las obras que han de llenarla, ofrécelas humildemente y con atencién al Creador, en unién con las que Jesucristo tenfa en'el mundo, y las que Dios mismo tenga al ayudarte a ejecutar 23 tus actos. Como la gota de agua que, mez- clada en vino excelente, recibe, al unirse a 41, todas sus cualidades, asf ‘tus intenc nes, unidas a las del Salvador, seran de precio inestimable La obra hecha sin intencién es un cuerpo sin alma que, por sano que parezea, es tan solo ‘un cadaven, Si bien todos los actos de Ja persona con- sagrada a Dios le pertenecen, como los fru- tos del arbol pertencen a sti duefio, puede decirse, sin embargo, que en el estado rel gioso, hablando con propiedad, los ejercicios espirituales como la oracién, la recitacion del santo Oficio, el examen, Ja lectura y las oraciones dispuestas por la regla, con el uso de los sacramentos, le pertenecen mas es- pecialmente, Ten, ‘pues, especial cuidado de dedicar a todas esas acciones la atencién ¥_ el respeto desechando todas las distrac- ciones que se te ofrezcan, sin detenerte vo- Juntariamente en ninguna: porque seria me- jor guardar cama con vivos dolores, que una oracién con distracciones voluntarias; puesto que tal infidelidad es uno de los ma: yores menosprecios con que uno puede ha- cerse culpable para con Dios, y uno de los pecados que castiga con mayor rigor. Lo 24 que hizo exclamar a Jeremias: “jMaldito aquel que hace la obra de Yavé con negli- gencia!” (Jer 48,10). No abandones ninguna de las plegarias de obligacion, por ningin pretexto, si no es por obediencia o una necesidad urgente que te dispone; prosigue haciéndolas, a pesar de todos los desagrados, la sequedad, las dis- tracciones que puedan sobrevenir, recordai do que los enfermos no dejan de tomar ali- mento aun cuando hayan perdido el apetito, y que, con mucha frecuencia, lo que con disgus- to llevan a la boca y toman con extrema re- pugnancia conserva sus fuerzas y les ayuda a recuperar la salud. Cuando Ia emocién interior no existe, el alma se seca; en Ia oracién ininterrumpida encuentra fuerza. Durante ‘el dfa haz breves oraciones, jacu- latorias y frecuentes elevaciones del corazin a Dios. No hay nada més facil, puesto que en esto consiste la verdadera vida del espi- ritu. La dificultad principal consiste en recor- dar que se han de hacer. Ruega a tu Angel custodio que te recuerde sin cesar esta devota préetica, y si quieres um medio de acastum- arte poco a poco, trata de coprometerte 25 ‘a hacer dos o tres desde a mafiana hasta la hora de la comida; otras tantas hasta las Visperas, y desde éstas hasta la hora del descanso. ‘Te resultara facil aumentar el ni- mero. De ahi sacarés beneficios inestimables que te enriqueceran para la eternidad, Cuantas veces el espiritu se eleva hacia Dios, Dios se abate hasta él, de donde resulta una unién admirable y muy ventajosa para el alma, Desde 1a mafiana hasta la noche, tu estu- dio constante ha de ser agradar en todo a a divina bondad, de manera que, si has de ha- cer algo, digas en el fondo del coraz6n: Por vuestro amor, Dios mio, quiero hacer esto; si se trata de algin’ placer Iicito: Por vos, Dios mio, tomaré esta satisfaccion; si se trata de abstenerse de algtin contento para los sentidos: Por amor vuestro, amable Jestis, no quiero mirar este objeto, saborear este gusto, decir esa palabra, escuchar tal armonfa. Bn una palabra, en todo cuanto ha- gas 0 cuanto sufras, di siempre de corazon: “Dios mio, todo por vos.” La moneda que no leva Ja efigie de un principe no tiene curso en las tierras del prin- efpe, y las obras que no llevan grabado en 26 ellas el amor de Dios, ningin precio tendrén en el cielo, El mayor contento que en este mundo pue- des dar a Dios es tener en E!, siempre y en todo, firme confianza. Lo sera, indu- dablemente, si la apoyas sobre las dos firmes bases de su bondad y de su poder infinito; porque si lo consideras como infinitamente poderoso, estas obligada a creer firmemente que cuenta con todo poder para ayudarte. Y si lo consideras como infinitamente bueno, estaras segura de que jamés hubo padre ni madre que amase a su hijo con ternura igual a aquella con la que El te ama. Esta confianza, as{ apoyada, es una saludable dull cificacién’ para todos los males y una raz6n poderosa para que te consagres a todo gé- nero de bienes, La medida de 1a cofianza que tenemos en Dios es Ia justa medida de la asistencia que recibimos de El. Estando forzosamente ensefiadas en al guna ocupacién que parece agotar tus fuer- zas y exigir toda tu atencién, si no tienes plena libertad para matenerte en Dios me- diante el pensamiento, como seria tu deseo, guardate de alejarte por completo de El, 2 y_ de vez en cuando suspira hacia Bl desde ‘el fondo del corazén, y en seguida, que te yeas libre de tal preocupacion, recdgete profundamente en ti misma, y tmete estre- chamente a El. La religiosa que ha de entregarse a los asun- tos temporales, forzada por una necesidad, hha de mantenerse como el madero que por fuerza se sumerge en el agua, en la que no permanece sino el tiempo que 1a violencia Te sujeta. En este mundo nada existe que desee més el alma verdaderamente religiosa que el amor de Dios. La desgracia esta en que con mucha frecuencia se engafia y persigue el amor propio como si fuese el amor divino Es como un joyero sin experiencia que toma un pedazo de vidrio sin valor por un dia- mante. Si deseas upa sefial infalible para conocer, sin errar, si el verdadero amor de Dios est en tu corazbn, considera si ex- perimentas, cuando alguien que te es indi- ferente hace algo bueno, la misma satis- faceién que si lo hicieras ti, o alguien a a quien ames; y si cuando una persona des- eonocida ofende a Dios en tu presencia te pesa tanto como si la ofensa proviniese de 28 tio de personas a las que te une un sincero afecto. Canto menos amor propio hay en tu cora- zon, mas hay en él amor de Dios. ¥ cuan- to menos hay de amor de Dios, més Meno esti de amor propio. Por tiltimo, si deseas ser enteramente de Dios y agradarle perfectamente no te deten- gas en nada fuera de El, pues nunca po: drés unirte con El si no’ estés totalmente Gesprendida de cuanto no es El. Cuida, pues, de no emprender con ardor excesivo ningtma ocupacién, por santa que parezea, ninguna coversacién, por espiritual que sea, ningiin grado de perfeccion por elevado que semeje, porque no solamente las cosas ma- Jas, sino hasta las més santas, dahan a la perfeccién cuando se las busca con demasia- do empefio y pasion. Una lémina de oro o de plata, colocada an- te los ojos, impide lo mismo ver el sol que una mina de plomo o de hierro. ‘Ten amor singular al Verbo encarnado y profundo respeto a todos los misterios de su Vida, ninguno de los cuales debes desconocer, si no quieres mostrarte culpable de la ms 29 negra ingratitud. Para evitar esta tacha, imila a la Esposa celestial que, haciendo un ramillete de todos los misterios de la vi- da del Esposo divino, lo colocé sobre su pecho. Que ni siquiera’ eso te baste; hazlos reposar en el fondo de tu corazon mediante frecuentes actos de amor; llévalos en tus manos para imitarlos continuamente y, so- bre todo, contempla sin cesar al Salvador erucificado por ti, escéndete en sus sagradas' lagas, pronuncia’con respeto el santo nom- bre de Jess, y ve a adorar con frecuencia Ja humanidad sagrada del Hijo de Dios en el Santisimo Sacramento, pues para recibir Jos homenajes, de los religiosos mora en sus casas. Quien no ama de todo coraz6n a Jesucristo después de haber recibido tantos fayores de su liberal mano, *merece ser separado de los hijos de Dios y del nimero de las crialuras racionales. Después del honor que debes a Dios y a la sagrada Humanidad de Jesis, ten afec- tuosa devocién hacia todos los ‘santos del paraiso, en especial a la Santisima Virgen, a san José, a tu angel custodio, al santo cuyo nombre levas, y al fundador de tu fa 30, | | milia religiosa, agradeciéndoles diariamen- te los bienes que te han procurado y rogdn- doles que contintien concediéndote su ayuda, hasta levarte al cielo para cantar con ellos las alabanzas de Dios La gratitud por un bien recibido es medio poderoso para atraer otros mayores, la ine gratitud seca los favores en su fuente. REI PLEXION Espantosa confusion, punzante remordi- miento y desesperacién, se apoderarén del alma religiosa en la hora de la muerte, al ver inminente el momento de dar cuenta a Dios de las estrechas obligaciones que tu: vo de servirle con mayor fidelidad que los simples fieles, si sé ha mostrado menos euidadosa del honor divino, menos amante de Dios, que los seglares. Si el bondadoso Jestis amenaz6 a los judios con la legada del dia en que los ninivitas y otros pueblos paganos se levantarian para acusarlos de haber sido menos celosos del cu'to del Dios verdadero, que les habia colmado de tantos beneficios’sefialados, que los propios paga- nos del culto de los idolos, no hemos de du- 31 dar que los mundanos se levanten en el dia del juicio para reclamar de Dios justicia contra las personas religiosas que le hubi: ren servido mal y amado menos en la sole- dad del convento que ellos entre el bullicio y la agitacion de sus casas. En verdad, ta- les religiosas hubfesen hecho mejor perma- neciendo en el mundo que viviendo cobarde- mente en Ja religion, Mejor hubiera sido para Judas no ser reci- bido en el Colegio de los Apéstoles que por- tarse del modo que se ports. CAPITULO IL CONDUCTA PARA CON LA RELIGION Considera 1a congregacion o Instituto don- de hayas ingresado como sabia_institucién del Espiritu Santo, apta para perfeccionar a las almas. Habla con frecuencia de los se- fialados favores que ha recibido del cielo y de los servicios que ha prestado a Dios y al projimo, por medio de las oraciones y tra- bajos de tantas religiosas santas que abi ter- minaron felizmente sus dias. Trata de imitar sus ejemplos para legar a las que vinieren detras de ti, al instituto al menos, el mismo grado de perfeccién que dejaron en herencia las antiguas. Bl hijo que con una conducta vituperable disminuye el honor y los bienes que sus an- tepasados adquirieron para su familia, me- rece el desprecio general y grave castigo. : 33 + Lok secretos. Estima y alaba la congregacién o la orden a que perteneces sin despreciar las demas; porque si, con justicia, debes pensar que es la mejor y Ia més santa para ti, ya que el Sefior que conoce tus necesidades e inclina- ciones te lamé a ella, no has de pensar, sin embargo, que las demas familias religiosas no encierren las mismas ventajas para las almas que alli ha conducido el Espfritu San- to. La tinica de la Esposa celestial, forma- da de tejidos de diversos colores, tecibe a veces mas belleza de un coloride un poco apagado que de otro muy vivo; del mismo modo, la Iglesia, a la que pertenecen los di- ferentes géneros de perfeccion, es mas agra- dable a Dios a veces por medio de una fa milia religiosa casi desconocida del mundo, que por los hechos de otra que brilla, con gran esplendor. La hija que habla con excesiva alabanza de st madre, rebajando a las demas mujeres, no la exalta, y atrae sobre sf y sobre su ma- dre justo desprecio. Si te encuentras en una familia religiosa en que te han comprometido influencias hu- manas o tu imaginacién, de tal modo que no puedas salir sin escandalo, quédate abi; 4 Dios as{ lo quiere por un segundo designio para tu perfeccién, y no porque hayas rea- lizado una mala eleccién contra su voluntad, que te destinaba a otra parte. Habiéndote substraido imprudentemente al primer de- signio que el Sefior tenfa para tu santifica- cién, sé fiel en seguir el segundo, viviendo donde te encuentras mas santamente, porque asi lo quiere. No hay modo mejor de reparar el abuso que se ha hecho de la propia libertad que hacer buen uso de Ia necesidad a que uno mismo se ha reducido. Aplicate con cuidado a conocer todas las reglas de tu congregacién y sé exacta en ob- servarlas todas, puesto que son obra del Es- piritu Santo. No faltes a ninguna, por peque. fia que sea, ni por respeto humano, ni por complacencia 0 temor vano, si no’ quieres deslizarte por la pendiente ‘que conduce a grandes desdichas. ‘ En una familia religiosa, la regla es el ca. mino que Dios sefiala a todos los que alli llama para Ievarlos a la perfeceién; no pue- den salir de ese camino sin penetrar en ru tas falsas que los exponen a perderse, Estima los oficios de la casa de Dios més 85 que los cargos més deslumbrantes del mun- do; no te ocupes sino del que la obediencia te ha confiado, recibiéndolo como de manos del Creador, y desempefiéndolo con alegria y fervor, por humilde que parezca, sin de- sear ningin otro. El bienestar del cuerpo consiste principalmente en que todos los miembros desempefien perfectamente sus funciones. Y habré ocasiones en que reciba mayor bien dé lo que el pie haga que del trabajo de la cabeza, Asi, también, la per- feccién de ma comunidad religiosa’consiste en que todos los que la integran ejecuten ‘exactamente sus cargos: y puede suceder a menudo que reciba mayores bendiciones a causa del que trabaja en la cocina que de! que esta al frente de la casa. La religiosa que realiza su cargo desempe- fidndolo perfectamente es mas digna de ala- panza que otra a la que su cargo ensalza, pero due Io descuida. Cuando tengas que dar tu opinién en una asamblea, o tu voto para cualquier asunto de tu instituto, ruega con insistencia al Es- piritu Santo que te inspire lo que sea para mayor gloria de Dios y mayor bien de la comunidad, no cediendo nunca al influjo de 36 amistades particulares, motivos de propio interés, ni persuasiones humanas. Donde el corazén esta pervertido, la repiibli- ca no puede ser sino desdichada y effmera. Guérdate de introducir en tu convento no- vedad alguna, aun cuando solo esté alejada en grado mfnimo de su primer espiritu, y no te relajes nunca en la observancia de las costumbres més pequefias que el Espiritu Santo instauré, Si obras de otro modo, me- Jor te hubiera sido quedar en el mundo, don. de no hubieras causado tanto deshonor a Dios, ni serfas un dia tan severamente cas- tigada. La que comienza la demolicién de la casa de Dios es mas culpable que la que la consu- ma. Es indudable que has de amar a todas las Hermanas y guardarles consideraciones ca- ritativas, sea soportando su temperamento, sea ayudandolas en cuanto puedas; pero ten cuidado de no escandalizar en esto a las de- més, ni perjudicar la perfeccién de tu ins- og que debes respetar por encima de 37 Es vituperable en alto grado fa hija que hie- re a su madre para contentar a sus herma- nas. Si te apercibes de que en la casa se des: liza un defecto notable, en lugar de murmu- rar y de hablar de ello a personas impoten- tes para detener el mal, advierte a quienes pueden poner remedio. Si eso no es posible, encomiéndalo a Dios sin turbarte, porque le interesa mas que a nadie: la comunidad es obra suya y, si quiere, puede conservarla. Quien a tiempo no Heva agua para extinguir el incendio declarado en su casa, merece tener asilo preeario y ser gravemente cas- tigada. Ruega a Dios todos los dias para que se digne continuar derramando sus santas ben- diciones sobre el instituto entero, conservan. do en el fervor a quienes de él forman parte, Namando a otras almas aptas para mante- ner un vigor celestial con el espiritu primi- tivo ininterrumpido. Implorar Ja santa integridad de una socie- dad religiosa, es mostrarse digno miembro de ella. 38 REFLEXION gPor qué tantas érdenes religiosas, en otro tiempo santamente constituidas, tan fervorosas en su origen, se han relajado po- co a poco? ¢Por qué, después de algunos si- glos, estén, por decirlo asi, desfiguradas? ‘A mi juicio, tal desgracia proviene de tres causas principales: la primera, de que los superiores no velaron, como debian, sobre Jos inferiores; la segunda, de que los sitbdi- tos, con diversos pretextos, fueron sacudie! do poco a poco el yugo de la mortificacion fisica y del espfritu; la tercera, de que, no teniendo ya la vida interior en si, y no es- tando ocupados con Dios, se arrojaron total- mente en el trato con los seglares, por don- de, insensiblemente, respiraron el aire ex- trai del mundo, naturalizandolo en su co: munidad, Confirma mi juicio la vista de una orden célebre en Ja Iglesia que, después de seiscientos afios de existencia, se mantiene en su primer vigor, mediante la soledad, la mortificacion y las atentas visitas de los su- periores. Es indudable que las demas se hu- bieran conservado en todo su esplendor, si se hubiesen servido de los mismos_ medios, y ninguna hubiera cafdo en la confusion de 39 haber degenerado tan vergonzosamente de la primitiva virtud de sus antecesores. Cuanto mis elevada estuvo una repiblica, mAs ignominioso Ie resulta verse rebajada; Y cuanto mas floreciente estuvo una orden @ catisa de su gran santidad, mayor vergiien- za experimenta al verse relajada. CAPITULO III CONDUCTA PARA CONSIGO MISMO. Dios te dio el ser sin ti, y quiere que co- labores con El para hacerte perfecta. Cada uno de tus actos debe formar parte de la obra; asf, pues, si quieres que sean actos acabados ‘considera cémo se comportaba al hacerlos el Hijo de Dios, y trata de imitar- Jo lo mejor que puedas, como lo ordena en el Evangelio de san Juan: “Yo os he dado ejemplo, para que (en todo y siempre) ha. Bais vosotros como yo hice” (Jn 13,15). Pronto logrard destreza”el aprendiz si, lue- go de haber hallado un buen maestro, se aplica a observarlo cuando trabaja, y a co- piar sus obras. Sé modesta en todas tus acciones, come- dida en tus ademanes, alegre de expresidn, 41 prudente en las miradas, discreta en la pa- labra, grave en el modo de andar, humilde siempre y en todo, sin abandonatte a las vanas alegrias, a las tristezas inmoderadas, a las burlas punzantes, a la risa exagerada y_a todo lo que da a entender ligereza de espiritu, La modestia es la tdnica de la esposa ce- lestial; la hace agradable al cielo, venerable a la tierra, temible al infierno. Huye de la ociosidad, como alimento y fuen- te de todos los v.cios 'y veneno de todas las virtudes. Ocipate de tal suerte que el exce- so de asuntos no agote el espfritu, Recuerda la vision de san Antonio, después de haber wogado al Sefior que le hiciese conocer la forma de vida adecuada para hacer perfec- tos religiosos, un angel se le hizo visible. Luego de haber orado durante algin tiempo, se puso a trabajar; después del trabajo vol: vio a la oracién, y habiendo empleado la _ jornada completa’ en esta sucesién de ejer. ticios, exclamé: Antonio, ésa es Ia forma de vida que daras a tus hermanos para ayu- darles a hacerse perfectos. As{ como las enfermedades del cuerpo pro. 42 ceden ordinariamente de Ja abstinencia pro- Jongada o del exceso de alimentacién, las imperfecciones del alma tienen su origen en Ia ociosidad 0 un exceso de ocupaciones, Guarda con rigor el silencio, tan recomen- dado por todos los Padres espirituales a los aspirantes a la perfeccién. Te libraré de males innumerables, aporténdote grandes bienes. Asegura el Espiritu Santo, en el Li bro de los Proverbios, que el pecado abunda en las muchas palabras, dando a entender asi que la virtud se alimenta en el silencio. En medio de Ja noche, cuando todo estaba silencioso, el Hijo de Dios vino al mundo para salvarlo. En el silencio més absoluto del alma se comunica el alma a ella para hacerla més perfecta. Cuando Ia esposa calla, el esposo celestial le habla, Nunea hubo charlatana que fuese re- ligiosa perfecta, Ya que vives en una comunidad bien or- denada, huye toda singularidad, no solamen- te para el buen empleo del tiempo, sino tam. bién en lo que concierne a la ocupacién del espiritu, si es que no quieres ser como ove- ja errante en el desierto de la religion, ex. 43 puesta a las injurias del tiempo y a las fau- ces del monstruo infernal. Es cosa ridicula, digna de compasién, encontrar en las fa- milias religiosas personas que abrazan con mayor atencién devocioncillas particulares, y_sentirfan mas omitirlas que dejar la ora- cién, el Oficio, a que estén estrictamente obligadas por la regla. La singularidad es una de las hijas mas ar- teras del orgullo, que siempre busca distin. guirse; expone ai alma a perderse bajo los pretextos més hermosos. En todos los asuntos que se presenten, o puedes algo o no puedes nada; si algo pue- des, hazlo segin Dios con todo empefio; si nada puedes, sufre pacientemente tu impo- tencia, y no te mezcles en ello, si no es pa- ra encomendar a Dios el buen éxito. Este modo de obrar seré siempre provechoso pa- ra tu adelanto; Io contrario s6lo te procura- ria confusion, Es tan gran defecto querer hacer Io que no se puede ni debe hacer como no querer ha- cer Io que se puede hacer. No desees favores extraordinarios del cie- “lo, sobre todo los que ostentan seffal exter- ry na de santidad, como milagros o éxtasis. Si recibes alguno, sin haberlo implorado, no por eso te creas mejor, ni hables de él mas que con gran confusi6n, Judas tuvo el poder de hacer milagros, Caifas profetizé, Simén cl ‘Mago se sostuvo en el aire a visla de todo el mundo. Cuanto mas oculta se conserva Ia virtud, mas segura esti; mejor es interior devoto y es- condido que mucho brillo externo. ‘No busques apoyo fuera de Dios y de los superiores; porque, aparte de que harias agravio a la bondad divina, que te ha toma. do bajo su proteccién desde el momento en que a ella te entregaste, y que puede ayu- darte, no hallarfas ventaja en confiarte a una criatura que solamente posee virtud li- mitada, y que podrfa mantenerte en espe- ranzas ‘vanas, que Dios disipa como el hu- mo, Y ser gran misericordia de su parte, si no se marchita el esplendor de tu alma. Quien se apoya sobre a cafia caeré infalible- mente, y tal vez se hiera de modo peligroso. El deseo desordenado de contemplar la be- Meza del fruto prohibido, fue la causa de la 45 expulsion de nuestra primera madre del ver- gel del Paraiso, y de la pérdida de gran nti mero de almas. Por eso se ha de hacer guerra incesante a un defecto que llega. como por herencia a las mujeres, tan inclinadas a es- cuchar lo que se dice, a saber lo que se ha ce, y a ver lo que ocurre. No retrocedas an: tee! trabajo que representa la lucha contra tal inclinacién natural; la victoria te libra- r4 de muchas inquietudes y te dard un repo- so perfecto. El espiritu curioso est siempre inquieto y es ineapaz de sélida devocién. Nada més peligroso para el alma religio- sa que los afectos humanos ocultos bajo el velo de la espiritualidad. Es uno de los me. dios mas sutiles de Satanas para atraer a sus redes el corazon y apartarlo del solido amor de Dios. Para cubrir mejor su juego procura a ese pobre corazin afectos de de vocion a la vista del objeto amado y_senti- mientos de piedad a su solo recuerdo, El alma clarividente descubre tan malditas tre- tas en la ocupacién constante de aquella a quien ama, y de cuanto la concierne, en el deseo ardiente de conversar con ella a me- nudo, y en e! deseo inmoderado de procurar- 65 se objetos que se la recuerden, en lamenta. ciones inconvenientes y ridiculas cuando es preciso separarse. Dios te preserve de se- mejante locura que alegra al demonio indigna a los santos. Los afectos mAs peligrosos y que engafian con mayor facilidad comienzan siempre por el espiritu y termina por la carne. No tomes el descanso, el alimento, el re- creo, sino por satisfacer puramente’ la ne- cesidad, sin detenerte en el placer que de mo- do natural encuentran los sentidos, de modo parecido a los animales. En todos los actos en que el cuerpo tiene mas parte que el espf- ritu, no olvides que eres cristiana y religio- sa, refiriendo todas las cosas a la gloria de Dios. Imita a los pajaros, que si bajan la cabeza para beber, la levantan al punto para mirar hacia lo alto. Conforme uno se deja ir_a la sensualidad, pierde Ia razén y el espiritu de devocién. Renuncia a los consuelos del espiritu, y si a veces recibes del cielo consuelos interio. res, sentimientos dulces, no te detengas en ellos con sentimientos de complacencia; uti- 47 Yaalos para darte con més valor al servi- cio del Creador. Solamente le darés perfec. ta alegria cuando te determines a servirle a tus expensas, por decirlo asf, sin buscar satisfacciones personales que, hablando con propiedad, podrian pasar por gajes merce- narios. ¢Qué pensarfas de una hija que ama. se mas los regalos de su padre que al propio padre? Y, gqué decir de la religiosa que hace més caso de los consuelos y de los gustos interiores que de la virtud solida y de la sumisién perfecta a la voluntad de Dios? Siempre es preferible 1a fuente a los arro. yos que de ella nacen, y Dios es més ama. ble que todos sus dones, Para hacerte totalmente perfecta, no s6lo has de renunciar a los placeres de los sen- tidos y a las satisfacciones del epiritu; ade mas has de estar contenta de padecer con pa- ciencia todo género de males del cuerpo y del espiritu, cuando Dios te los envia, con- vencida de que nada hay més dtil en esta vida para el alma religiosa que el sufri- miento; y que la sefial mas cierta de predes- tinacién es la paciencia con que sufre cuan- 48 to le sucede por amor de Dios, sometiéndo- se de todo corazon a lo que le place. El crisol hace conocer el oro bueno, y la afliccién al verdadero amigo de Dios. Huye la vanidad, como gusano que se ad. hiere de. modo imperceptible a las obras mas perfectas, como el veneno sutil que corrompe los mayores méritos, y como el escollo peligroso contra el que las almas vir. tuosas naufragan. ‘Te ruego que cuides de que yeneno tan activo no se deslice en tu espfritu, porque si lo dejas penetrar serfan enormes los dafios. No busques nunca en tus actos ser vista 0 estimada de los demas. Esta contenta con agradar a tu Esposo, rin- diéndole la gloria que el mundo quisiere atribuirte, No dudes que volveré a ti mas pronto o més tarde con menor peligro y mas esplendor. ha con un Con frecuencia 1a vanidad cosee! poco placer Io que la virtud habia sembra- do con mucho trabajo. La inconstaneia es| defecto que ocasiona jt de tu se wandes perjuicios a las. personas 1 So: de ordinario, son déciles y se aplican 49 4 ~ Los secretos de buen grado a la prdctica de la virtud, cuando se les da a conocer; pero no tienen bastante energia de voluntad para prose. guir durante largo tiempo lo que comen- zaron, si no se sitven de frecuentes refle- xiones y si no suplican a menudo a Dios el don de la perseverancia. Por eso te ruego que seas perseverante, para que camines por la senda de la perfeccién religiosa, co- mo el sol, que después de millares de afios no ha interrumpido su curso regular. No se salvaré el alma si no ha perseverado hasta el fin. Evita, tanto como puedas, las faltas li- geras como enteramente contrarias a la perfeccién. Los autores de la vida espiritual Piensan que son, de algin modo, mas daito. sas al alma religiosa que las faltas nota- bles; porque afirman que si por desgracia, cae en pecado grave, gime, lo llora con lé- grimas amargas, se golpea el pecho y no descansa hasta que se ha descargado de él, conservando siempre la confusion de haber: Jo cometido; pero si no teme las faltas ligeras se habitia a cometerlas facilmente que- dando insensible poco a poco a los defectos ligeros, y abre camino para los graves. Ni los jabalies ni los osos arruinaron la 50 vifia del esposo, sino las zorras ocasiona- ron el dafo. Una chispa deseuidada origina un incendio mas espantoso que un carbén de gran ta- mafio que se cuida de extinguir prontamen- te. En las conversaciones y recreos acostim. brate a hablar de cosas espirituales, como lo reclama tu condicién. Sera muy agrada- ble a Dios y tu alma sacard gran provecho, sobre todo para la oracién; tus hermanas quedardn edificadas, y podrés conversar santamente con quienes acudan a visitarte. La lengua que siempre habla de Dios va uni. da necesariamente a un corazén siempre amante, Guarda exactamente los tres votos, me- diante los cuales, como con tres clavos, es. tas sujeta a la cruz de tu Esposo divino, en presencia del cielo y de la tierra. A pe- sar de los esfuerzos del mundo, del demo- nio, de la carne, envidiosos de tu felicidad, a pesar de los ataques que dirigen contra ti, a pesar de las solicitaciones con que pretenden conquistarte para hacerte descen- 51 der de la cruz, o desprenderte de ella si- quiera un poco, no seas tan necia que te dejes vencer, serfa para tu desgracia y tu pérdida, Los votos cuidadosamente guardados son co- mo alas vigorosas que elevan al alma a las regiones del cielo; pero, violados, se con- vierten en plomo pesado que la precipita en el infierno, * El voto de pobreza libera a la religiosa de Jas preocupaciones unidas a la posesion de hienes terrenos, y la origina un descanso de cielo; 1a hace incapaz de apropiarse nada, ni de darlo, la confia a la Providencia, co- mo proveedora; no sufre que posea nada ‘en particular, pero le proporciona los bienes de la comunidad. Puesto que has abrazado voluntariamente esta virtud, no te preocu. pes tanto de las comodidades temporales, no tomes ni des nada-sin permiso de los superiores; nada tengas para tu uso sin per- miso expreso, porque de otro modo falsea- ras la conciencia con gran disgusto de Dios. Es locura extrema haber quebrantado con valor las cadenas de oro y plata que retie- ne en el mundo a tantas almas cautivas 52 bajo el yugo del demonio, para dejarse co- bardemente sujetar en la religién por fra- giles y viles ataduras. Digo que es locura inconcebible, después de haber renunciado a las grandes aspiraciones que legitimamen- te se tenfan en el mundo, apegarse en Ia re- ligién a miseras bagatelas. Cuando te falte alguna cosa o la creas ne- cesaria, prescinde de ella, y saborea el fru. to del Arbol de vida de la pobreza; si la co- sa es necesaria, pidela con humildad, y a titulo de limosna, a los que pueden procu- rértela Meitamente, Si te la conceden, da gracias a Dios, muéstrate agradecida; si te la rehiisan, ten paciencia, sin murmurar, aun cuando tu salud y tu vida estuviesen comprometidas. No podrias morir de modo més honroso que en el ejercicio de virtud tan noble. Hacer voto de pobreza y no querer sentir ninguno de sus efectos es un puro distraz, injurioso para Dios y perjudicial para el alma. La perfeccién del voto de obediencia, que despoja al alma de su voluntad y juicio pro- pios, la libera de dos malditas fuentes de 58 imperfeccién y de dos poderosos provee. dores del infierno, Esté, por tanto, siempre vigilante para observar ese voto con per- feceién, para que en el dia del juicio puedas responder a cuantas preguntas se te hagan sobre las obras de tu vida. Quiera el Sefior que puedas responder: lo hice porque me ordenaron. Suave consuelo el del alma que pueda dar siempre esta respuesta. Tendré breve examen y sentencia favorable, Ninguna religiosa obediente fue a parar al infierno, y ninguna religiosa desobediente su- bi6 derecha al cielo, Por medio de ese voto, se efectita el holo- causto mas grato a Dios, puesto que se le sacrifiea cuanto hay de mas caro y mas pre- cioso en esta vida; de manera que la rel giosa que somete su juicio y renuncia a Ia voluntad hasta en las cosas més féciles, co: mo regar una planta seca o plantarla con la raiz al aire, rinde al Creador mayor honor que si resucitase los muertos de un cemen- terio, y se hace a s{ mayor bien que si por impu!so propio convirtiese una ciudad ente ra. El hombre obediente cantar victorias en su vida, y a st muerte sera coronado, 54 El voto de castidad, al librar al alma re- ligiosa de toda sensualidad la libera al mis. mo tiempo de una insaciable y vergonzosa sanguijuela; al elevarla por encima de las inclinaciones naturales la hace semejante a los Angeles; al privarla de las. satisfacciones de Ja carne, 1a aproxima a Dios, haciéndola su esposa. Aplicate a conservarla con mas cuidado que la pupila de los ojos; huye las menores ocasiones de marchitarla por poco que sea, con cuidado mas exquisito que el que pondrfas en huir del contagio mas. te- rrible, En griego, la castidad y la santidad tienen un mismo nombre y no son, en efec: to, mas que una misma cosa. La mujer de baja condicién que se convierte en esposa de un gran rey, si falta al deber de Ia fidelidad merece extraordinario casti- 0. Es la humildad Ja guardiana particular de la castidad, como es la guardiana comin de las demas virtudes. Nadie puede ser cas- to durante largo tiempo si no es siempre hu- milde. Es también fundamento solide de la perfeccién religiosa, y la justa medida de su grado de elevacién. Dice san Agustin: “Es cosa muy cierta que en la proporcién en que 55 te hagas pequeiia por amor de Dios, Bl te elevaré en su gloria”. No puedes excusarte de no poder practicarla con facilidad, casi en todo momento, si siempre buscas las co sas bajas, que se encuentran con mé faci- lidad que las elevadas; si te estimas como la menos digna y 1a més imperfecta de tus hermanas en relacién con las gracias que Dios te ha hecho, si no presumes de ti mis. ma, por santa y fervorosa que seas, porque una fentacién ligera basta para hacer de un Angel un horrible demonio. Dios exalta a los que se humillan y humilla * a los que se exaltan, Si por tedio o ligereza de espiritu has aban- donado el sendero estrecho de la perfeccién que comenzaste a recorrer generosamente, para lanzarte por el camino ancho de una vida desordenada que te ha precipitado en faltas vergonzosas para tu profesin, escu- cha Ja voz arrebatadora de tu divino Espo- so, que clama en el fondo de tu corazon: Vuielve, Sunamita, vuelve a tu Dios; vuelve prontamente en ti misma, y viendo tu des- dichada situacién, exclama con lo mejor de tu alma: Dios mio y Esposo mio, os he ofendido gravemente, estoy arrepentida en 56 extremo, concededme la gracia de hacer pe- nitencia. Y, sin demora, vuelve al servicio de Dios con tanto mayor fervor cuanta mas negligencia hayas tenido. Cuando Dios Hama a Ia puerta del corazén, tenemos el tiempo necesario para abrirle, REFLEXION Es muy cierto que muchas religiosas re- cibiran sangrientos reproches en la hora de la muerte por haberse afanado menos en hacerse perfecta en su vocacion que los ar- tesanos en perfeccionarse en. sus oficios. No hay hombre tan necio e indiferente que no se avergtience de ser tan torpe como el pri- mer dia en cultivar la tierra, en levantar un muro, 0 en cualquier otro oficio, después de siete u ocho aftos de aprendizaje, Ni mu- chacha tan corta de inteligencia que, des- pués de diez 0 doce afios de ejercitarse en aprender la costura, la tapicerfa, o bien otras cosas semejantes, vea que es tan ignorante como el dia en que recibi la primera lec cién. Solamente en el estado religioso se encuentran personas que no se ruborizan de hacer ver que después de quince o veinte 57. afios de vida religiosa no estén més adelan- tadas en la virtud que en los primeros me- ses que siguieron a su ingreso. Hasta sucede que cuanto mas tiempo siguen en el conven- to mas se alejan de la perfeccién religiosa, lo que da motivo para afirmar que mejor serfa para la mayor parte de esas personas morir durante el noviciado, o poco después de haberlo concluido, porqte 1a muerte las hubiera_encontrado entonces menos imper- fectas. Es el momento de exclamar con 16. grimas amargas que los hijos del siglo son més prudentes en su conducta que los hijos de Ja luz. Toman més trabajo los primeros en procurarse ventajas temporales de escaso va- lor, que los segundos en conservar las perlas ¥ asegurarse reinos eternos. Sin embargo, nadie ignora. "Que el trabajo y Ia fatiga deben ser propor- cionados al precio y a la recompensa, CAPITULO IV CONDUCTA PARA CON LOS SUPERIORS Juzgo que el bienestar o la desdicha, !a santidad o el relajamiento de una institu. cién religiosa, dependen mas que de otra cosa cualquiera de los que ostentan cargos, y_que principalmente hay que quejarse de ellos, si la edifieacion deja mucho que de- sear. Con seguridad, todos levan buena in- | tencién y, cuando encuentran superiores que © saben secundar su propésito, es casi im- posible que no se hagan santos; pero si tro- piezan con superiores que carecen de todo, celo por las almas, que no tienen discerni: miento de espfritus, ni virtud para dar ejem- plo, que buscan solamente sus. comodidades, écomo podra reinar la regularidad en la ca- sa? El don mis precioso que Dios puede hacer a 59 una orden religiosa son los buenos superia- res. Puesto que la dicha de una comunidad de- pende de quien la gobierna, cuando ha de clegirse, no te dejes levar por el propio interés ni por sugestiones imperfectas, sino implora al Espiritu Santo por mediacién de la Santisima Virgen, de tu fundador, del 4n- gel custodio del convento, de todas'las que antiguamente vivieron en é!, y que estén ahora en el cielo, que te haga conocer cual sera la més apta para producir Ja santifi- cacién de las almas de la casa. Cuando es santa Ia cabeza, los miembros palpan las consecuencias. Preguntas cudles son las sefiales infalibles que dan a conocer las més aptas para go- bernar; elige: 1.° la més humilde y la que menos aspira a la superioridad; 2.°, la més ynida a Dios y la menos apegada a lo que @ ella la concierne; 3.° la més caritativa para con sus hermanas, la menos inclinada a las amistades particulares; 4.° la mas ce- losa para con su instituto y la més asidua a los ejercicios de comunidad; 5.° la mas prudente en el manejo de los asuntos, me. 60 nos inclinada a conversar. con los seglares. Si no hay ninguna que retina todas esas cua- lidades, elige por Jo menos la que tenga las principales. Grande es la felicidad de 1a familia religio- sa en la que se elige para superioras sola- mente aquellas capaces de gobernar. ‘Una vez elegida la superiora, considérala no ya como una mujer sujeta a imperfee- ciones, sino como quien ocupa el lugar del Omnipotente, que ha prometido suplir los defectos de quienes lo sustituyen, recompen- sar a todas las religiosas que le respeten et sus personas, tanto o més que si el respeto se endereza inmediatamente a su propia di- vinidad, y castigar a las culpables en este punto con mas rigor que si las ofensas ata- easen a su divinidad, La historia antigua y moderna demuestra que siempre ha sido ése el proceder de Dios. El deshouor hecho a aquel a quien el prindk pe puso en lugar suyo, xecae sobre su perso. ha, y 1as leyes To castigan como erimen de lesa. majestad. Qbedece siempre a la superiora, pronta y alegremente, no a causa de su saber o pru- 61 a ee ali dencia, porque seria una obediencia politi- ca, bochornosa en una religiosa, no porque sea de familia noble, lo que seria obedien- cia de sierva, que tiene espiritu bajo y no sabe sino doblegarse; no porque pueda obli. garte a ejecutar lo que ordena, si no lo ha- ces voluntariamente, lo que seria obedien- cia de esclava que teme un castigo riguro- 80; no porque te agrada y te ordena lo que es de tu gusto, porque seria obediencia de nifia caprichosa que a menudo merece que se la castigue. Obedece a la superiora tni- camente porque ocupa el lugar de Aquel a quien sacrific: tu voluntad. Esa es la ver- dadera obediencia religiosa, merecedora de grandes recompensas. + La obediencia verdadera solamente mira a > Dios. Ten gran confianza en la que gobierna, sin ultarle nada, recurriendo a ella en todas His nevesidades y con mas ternura que una ija a su madre, encontrando bueno cuanto disponga u ordene luego de haberte escu- chado, por mucho que repugne a tu parecer, con tal que no adviertas en ello pecado ma- hh hacia Dio: verdadera religiosa, que camina directamente Es infalible la regla de conducta de Ia que Dios se hace garantia. ‘Ten a bien que la superiora te manifieste tus faltas y, para que actite con libertad completa, recuérdaselo con vivas instancias, amando més a la que haga contigo de buen grado ese acto de caridad que a las que lo efectiien con reservas A la verdad, es mas digna de estima la madre que no sufre en su hija mancha ninguna que la madrastra que la ye cubierta de manchas repugnantes sin hacérselo notar, La religiosa que ama Ia correceiin sera pron- to perfeeta, pero la que Ia detesta no lo se. ra nunca, Guérdate de quejarte de 1a superiora, y no escuches a las que quieren murmurar de ella; serfa una de las mayores desdichas ‘que podrian sobrevenirte, oy Si Eva hubiera cerrado los ofdos a la serpiente en su platica insidiosa, cuando cen. * suré en su presencia la prohibicion que Dios habia impuesto de comer el fruto del bien y del mal, no hubiera sufrido tanto, ni te hu- biera puesto en riesgo de perderte. Conside- ra como hijas de Ja serpiente infernal a las que desaprueben lo que ordene 1a superiora, Que traten de impresionarte mal respecto a ella, y de quitarte la confianza para hacerte perecer. EI miembro que no est unido con la cabeza necesariamente ha de secarse o pudrirse, Dios te autoriza a tener cuidado especial de tu superiora y a asistirla mas que a las otras, considerando a quién representa, Pe- vo te prohibe rigurosamente servirte de adu- lacion para con ella, tratar con demasiado empefio de complacerla para ser mejor aco- gida por su parte, y ganarte su afecto me- Giante cobardes condescendencias, con chis mes 0 habladurias contra la caridad. Es ver. gonz0so encontrar en religion personas que Ponen todo esmero en ganar el afecto de una superiora, no separdndose de ella, es- tudiando sus inclinaciones para satisfacerlas siempre, y obtener facilmente de este modo lo que quieren, “El sérdido interés no tiene suficiente nimero de esclavos en el mundo y los busca en la religion, donde Ia lihertad sola de los hijos de Dios debiera reinar, 4 Muéstrate agradecida para con todas las que hubieren sido superioras tuyas; ten para ellas respeto especial aun cuando ya, no lo sean, sin que esto disminuya en nada 1a con: fianza que debes a la que gobierna por el momento, por cuyo medio Dios te hace aho- ra sus favores, como anteriormente te les concedié por medio de otras. Si sigues dic ferente proceder, y quieres gobernarte por las advertencias y parecer de la que ya no ostenta cargo, penetras en un camino que originaré la division de espiritus, causara mil transtornos y arruinara la religion. Bl enerpo con dos cabezas es un monstruo repelente due no puede vivir sino poco tiem- po. Si por permision divina tropiezas con una superiora que, por temperamento, recelos 0 informes falsos, se empefie en humillarte siempre y en todo, no dejes de guardarle el respeto debido a su cargo, en consideracion de Aquel por cuyo amor te sujetaste a la obediencia. Si experimentas gran repugnan- » ia, supérala con valor, recordando las ex: tremadas angustias en que se hallo Jesu. Gato, al verse indignamente tratado por los Helios, abandonado de sus Apéstoles, con- 65 © $= bos secretos. denado por Pilato, desamparado de su Pa- dre; y no dudes que has de ser eficazmen- te socorrida, Cuando 1a madre se convierte en madrastra, el padre toma mayor cuidado de sus hijos. REFLEXION Antiguamente era muy facil para la supe- riora gobernar a doscientas o trescientas re- ligiosas, incluso a mil, como 1a historia atestigua, pero hoy es diffeil dirigir a cua- renta, como lo muestra la experiencia. Por qué? “A mi parecer, antes, las aspirantes al convento, salian del mundo casi formadas después ‘de prolongada y madura delibera- cién, y aportaban deseo tan grande de cam- biar de costumbres para hacerse perfectas, que las que habfan de ocuparse de ellas no tenfan otta cosa que hacer sino buscar el medio de ayudarlas a vencer sus inclinacio- nes y unirlas a Dios; en la actualidad, a ve- ces, se buscan otros intereses al entrar en una casa religiosa en lugar de santificarse. Son tan delicadas que ni siquiera quieren sufrir, por virtud, parte de lo que por ne- cesidad tendrfan que sufrir en el mundo. Di ficil es, por tanto, gobernarlas conforme a las reglas de la ‘perfeccién. Compadécete, pues, de las superioras que, por un lado, han ‘de contentar, hasta donde pueden, a sus hermanas y, por otra parte, tendran que dar cuenta a Dios de la perfeceién de cada una, Suplfcale que les conceda la prudencia y fuerza necesarias para desempefiar digna- mente su deber, y no las abrumes con el peso de tus malas inclinaciones. La hija que ve a su madre gemir bajo car- ga pesada y se la aumenta, muestra para con ella erueldad refinada. 67 | CAPITULO V CONDUCTA PARA CON LAS HERMANAS Vive con tus hermanas con todo honor y con respeto singular, huyendo de menospre. ciar a ninguna, ni de darle el menor motivo de agravio. Seria triste encontrar en el con- vento una religiosa que por ser de clase dis- tinguida desdefiase a las demés, sin preo- cuparse de ellas. Serfa més triste atin ver a otra de origen vulgar tratar sin considera- cién a aquellas a quienes hubiera conside- rado honroso servir en el mundo. La vida de las religiosas en el convento de- be parecerse a la de los santos en el ciclo; donde todos se respetan en Dios. Mira a todas aquellas con quienes convi- ves con los mismos ojos con que mirarias a + Jas santas del cielo si descendiesen hasta ti; 8 de ese moto, nada encontrarés que vitupe- rar en sus acciones; al contrario, todo te parecer bien, a pesar de las apariencias desfavorables. ¥ si a veces te sobreviene alguna fuerte sospecha, no consientas en ella; entra en ti y entrégate a sentimientos de confusion en la presencia de Dios con el re- cuicrdo de tus propios defectos, y clama des- de lo profundo de tu alma: Sefor, mostraos misericordioso para con esta orgullosa, tan culpable que merece ser pisoteada por aque- las a quienes pretendfa juzgar. Quien se abstione de juzgar al préjimo en esta vida sera juzgado favorablemente por Dios en la otra. Habla bien de tus hermanas y nunca mur- mures con nadie, ni te prestes a escuchar a las que quisieran vituperar. En especial, cuida de no transmitir chismes que pudie- ran turbar la paz y disminuir el reciproco y sincero afecto. EI que denigra, arruina las comunidades més santas; el que murmura, las socava poco a poeo; el que siembra la discordia las unde hasta los cimientos; todos estén en camino de perdicién, 9 Nunca te rebeles contra nadie, si no es que se tratara de autorizar el mal, y no te obstines en defender las cosas que afirmas hasta el punto de ofender a la reina de las virtydes, la caridad. Si es necesario insis. tir, presenta con moderacién tus razones, ‘inicamente con objeto de que la verdad sea conocida, y no para que se vea que tienes razon. El espfrilu de contradiccién es semejante a un animal colérico que acosa a los demas y due todos rehityen, Cuando observes un defecto en tus herma- nas, al que solamente la superiora pueda poner remedio, est4s obligada a advertirla, sino quieres hacerte culpable de la misma falta y cargar con las consecuencias. Pero cuida de no hablar por envidia, venganza u otra pasion partidista. Sobre todo, has de estar segura de cuanto digas, y nada has de afiadir a la verdad, si no quiere hacerte cul- pable del odioso pecado de calumnia, tan diffeil de reparar. La religiosa que da cuenta a Ia superiora de los defectos de sus hermanas por celo sin. cero de su perfeccién, los aminora en lugar 70 de aumentarlos, y presta un servicio sefia- lado a las inferesadas y a Ia casa enter: pero si obra de otro modo turba las comu- nidades y se pone en peligro de perderse. Trata de sentir las alegrias y las penas de tu hermanas como si fueran tuyas, alegran- dote con accién de gracias, de lo que las contenta; afligiéndote de lo que las entris- tece, esforzéndote por aliviarlas lo mejor que puedas, La religion es un cuerpo mistico del que Jesueristo es cabeza y las religiosas miembros; es razonable que se comuniquen unos a otros cuanto les causa alegria o tris- teza, y que se sientan recfprocamente inte- resadas unas por otras. Cuando una parte del cuerpo sufre, las de- mas sufren también, si no es que se hallan en situacién anormal o que carecen ya de vida. Huye con el mismo esmero las aversiones naturales y las amistades particulares; son dos retofios de la naturaleza corrompida igualmente perversos; dos pestes tanto mas peligrosas para la comunidad més santa cuanto que penetran en los corazones con el cebo de goces tan atractivos que cuesta a rechazarlos. Gran desgracia que una religio sa que ha roto con énimo las fuertes cade- nas de la carne y la sangre que Ja unfan con sus padres, se deje cobardemente atar por una débil amistad particular, en el estado de perfeccién. Por otra ‘parte, es espectécu- Jo Tastimoso ver a otra que, poco satisfecha de Ja perfeccién cristiana que ordena amar @ los enemigos, entra en el convento para elevarse y alli mismo conserva aversiones contra sus Hermanas, y no puede soportar su vista. Imita con demasiada exactitud a Jos desgraciados crithinales que suben hasta él tiltimo peldafio de la horea, para tener el honor de caer de mas alto y arse la muer- te de modo més ignominioso. La aversion del préjimio es totalmente con. traria al espiritu del cristianismo, y la amis- tad particular destruye enteramente la per- feccién religiosa. No envvidies el tie una de tus compafieras goce de mayor confianza que ta; ni tengas Celos si otra recibe mayores testimonios de estima y afecto. Lejos de ello, ahogando con rapidez.y desde el principio ‘los sentimien- tos de amor propio, da gracias a Dios ge- nerosamente de los favores que concede a i tus hermanas, rogandole que siga concedién- doselos y se los aumente, con tal que sea para su mayor bien. Es un secreto admira- ble para adquirir méritos preciosos, sin el menor peligro y con poco trabajo, El amir del préjimo es la piedra filosofal que todo Io convierle en oro; Ia envidia es un ‘veneno maldito que emponzoié a Lucifer en el cielo, y que lo atormentaré eternamente en el infierno, en compaiifa de muchos, Entre las bellas ocasiones que el alma réligiosa encuentra en su estado para ejer- citar las virtudes heroicas y enriquecerse con grandes méritos para el cielo, juzgo que lurio de los més ordinarios es acomodarse, se- gin Dios, a los diversos espiritus que en la comunidad se encuentran, y soportar con paciencia toda clase de temples; alegrarse eon las que se alegran, lorar con las que Horan, con tal que se haga sin ofensa de Dios. Bs cierto que esta condescendencia ca- ritativa es mucho més dificil para Ja reli- giosa que el ayuno, la disciplina o austeri- dades parecidas, a causa de la continua vio Tencia que ha de imponerse para amoldar- se a todos los caracteres; pero también es $73) ‘mucho més provechosa y més grata a la di. vina Majestad. Cuando uno se aplica por amor de Dios a hhacerse todo para todos, Dios gusta de en- tregarse todo a él. Serfa gran defecto en una casa religiosa, y sefial manifiesta de cercana ruina, que las évenes menospreciasen a las ancianas y_re- hhusasen escuchar sus consejos saludables. Pero también serfa gran abuso que las an- tiguas reprendiesen a las mds jévenes y las tratasen como personas de servicio. Las j venes deben respeto profundo y afectuoso a las ancianas; y las ancianas han de tener a su vez para con las jévenes amor tierno, mezclado de atenciones. El amor y el respe- to son los dos platillos de la balanza que la Justicia tiene equilibrados en su mano, para dar a cada una de las moradoras del con- vento lo que se les debe, y formar una be- lla gavilla de los corazones que componen una comunidad santa. La ancianidad merece ser honrada por las virtudes adquiridas con largo y penoso tra hajo, y Ia juventud merece atenciones afec. tuosas, por el deseo que muestra de adqui- rivlas, en Ia misma proporeién, 74, Rehiiye ciertas familiaridades poco conve- nientes y ridiculas, més propias de personas sin educacion que de religiosas bien educa- das, que inducen a tutearse, a decir palabras burlonas 0 demasiado afectuosas. Hsas fa- miliaridades nunca son de larga duracion, porque estén fundadas en la ligereza del es- piritu o en temperamento poco ordenado. Muy exacto es el proverbio antiguo. La familiaridad engendra el desprecio, el desprecio origina las disensiones y las disen- siones abren el camino de la perdicién. No busques el trato de las religiosas que te adulan y que se muestran dispuestas a con- descender con tus inclinaciones, cualesquiera que sean. Conversa mejor con las que te re. prenden caritativamente, y no pueden ver en ti la menor imperfeccién sin procurar poner remedio, Considera a las primeras co- mo enemigo oculto; un dia serén las pri- meras en condenarte en pitblico, como te condenan ya en su corazon. Mira, en las segundas, amigas sinceras que te ayudan a labrar tu salvacién, La adulacién se distingue de 1a verdadera amistad en que, al esforzarse por agradar B al pr6jimo, busea sts propios intereses, en tanto que la amistad, reprendiendo, te pro- cura el bien verdadero, La religiosa perfecta, como 1a paloma, ca- rece de hiel para irritarse contra los que Ja hieren; todavia menos, abriga en el corazén sentimientos de odio contra quienes la per- siguen. Por el contrario, parece que, para mejor asegurarse su benevolencia, neces procurar la ocasién de padecer, “en tanto grado quiere imitar la pasion y la vida del Maestro. Si quieres asemejarte a ella, lo puedes con la gracia divina, que no te fal- taré. Ahoga en su origen los sentimientos de aversién mediante consideraciones eleva. das. En las fricciones que pueden sobreve- nir, 86 la primera en humillarte y en pedir perdén, aun cuando seas la menos culpable, Ruega parlicularmente por las que te dan motivo de merecer mucho con sus persecu- ciones, y ten cuidado especial de atenderlas a menudo y prestarlas servicio. Devolver bien por mal corresponde solamen- te a Jesucristo y a su fiel Espasa. 76 ‘ REFLEXION El respeto y el amor que los cristianos primitivos se guardaban reoiprocamente fue uno de los més eficaces medios de que Dios se sirvié para hacer entrar en su Iglesia naciente todo género de paises; pero desde el momento que comenz6 a debilitarse el res peto, que se resfrié esa caridad, perdié par- te de su estima, y las naciones no oreyen- tes no mostraron ‘el mismo apresuramiento por entrar en st seno. As{ ha ocurrido tam: bién con Jas familias religiosas. Mientras los smundanos pudieron admirar él amor y el respeto reciprocos instaurados entre las per- sonas que las componen, abandonaron casa, amigos y familia para seguirlos en tan gran néimero que san Juan Cris6stomo asegura que, en su época, se vefan en Grecia casi tantas casas religiosas como de seglares. En la sola citdad de Antioaufa, san Julién go- bernaba diez mil religiosos, y santa Basilisa, que habfa sido su esposa, mil religiosa Pero desde que el respeto y la mutua cor- dialidad se fueron desvaneciendo en los con- ventos, se les fue mirando con aversién, se ingresaba en ellos por fuerza, o ingnorando Io que se hacia, y no se presentaban ya buenos aspirantes. Pero es cierio que la 7 Providencia, que tiene cuidado particular de conservar el estado religioso, como del que saca mayor gloria, sobre las ruinas de una congregacién antigua, eleva otra que per- manece floreciente mientras las personas que a ella fueron Hamadas prosiguen amén- dolo y respetindolo. En todo tiempo se ha pensado que Dios era servido de modo mas perfecto alli donde existia més amor recfproco entre unos y otros. 8 CAPITULO VI CONDUCTA PARA CON LAS SUBDITAS Mucho errarfas si, elegida superiora, pen- sases que tt ‘mica ocupacién consiste en mandar con autoridad y procurarte comodi- dades. No has de estar tan poco instruida de tus deberes como para ignorar que estés obligada a cufdar de todas tus hermanas, tanto y mas que de ti misma; que en la me. dida en que ellas renunciaron a todo, ol déndose de s{ y entregdndose a la divina Providencia, ti que ocupas su lugar, estas obligada a procurarles cuanto necesitan para Ja salud del cuerpo y la.santificacién de! al- ma, asistiéndolas como hermanas, améndo. Jas como hijas, respeténdolas como esposas de Jesucristo que te las ha confiado y que tun dia te exigiré cuenta rigurosa, Del desvelo y vigilancia del pastor depen- 9 de su recompensa, el bienestar del rebafio y la riqueza del duefio. Recuerda que los tres personajes mas des- tacados que en toda época gobernaron a los hijos de Dios, Moisés, Jesucristo y san Pe- dro, mostraron singular bonded; observa, pues, una gran mansedumbre en - slo UL gh mie ann ene ene es sea con palabra plena de humildad, mas bien rogando que mandando; si debes con. cederles algiin favor, hazlo de modo amable; cuando se ha de rehusar una peticién, haz de modo que comprendan que sientes no poder complacerlas; si es necesario repren- der, sea sin orgullo, sin eblera uw otra pa La mansedumbre de la que manda es miel muy dulce, que quita Ia amargura que po- aety encontrarse en la ejecucién del man- lato. Recuerda aquella espantosa vision en la que los superiores de tna orden de gran fa- ma en la Iglesia, -aparecieron envueltos en lamas, y confesaron hallarse condenados en castigo de sus desdichadas condescendencias. En efecto, habjan abandonado 1a disciplina 80, monastica a la diserecién de cualquiera, y por complacer a los miembros habian echa do a perder el cuerpo. No permitas, pues, jamas que se violen la regla y las santas costumbres. Cuando ‘yeas que para mantener en el deber a una religiosa no basta la dulzura, une a ella la energia, Jestis, el mAs dulce de los hombres, dirigid en cierta ocasion vivos reproches f san Pedro, a veces reprendié a tos Apos toles con acentos emocionados, y hablé con severidad a los fariseos. BI buen pastor debe Hevar, con abundancia de aceite, un poco de vinagre, para utili zarlo en caso de necesidad. Para gobernar, la prudencia es la virtud mas necesaria; no la prudencia carnal, dia- bolica de que habla Santiago, que solamente busea hacerse amar y pasar sin roces el tiem- po del superiorato, sin preocuparse del por- Yenir; sino la prudencia espiritual y divina, ton la que el superior toma las medidas para hacer mas perfectos a los stibditos, estudia ei cardcter de cada uno y considera sus nece Sidades; que al igual que un sabio médico dis: pone los remedios teniendo en cuenta la com- Giexién de! enfermo y la especie de Ja enfer- aL. 6 - Los secretos. medad, cuidadoso siempre de cortar a tiempo el miembro incompleto, amando y cuidando el cuerpo. Ruega a Dios que te conceda esta virtud celestial, porque no es planta que rez. ca en el mundo, Es tan necesaria la prudencia al superior para dirigir a casa como el timén al piloto para dirigir perfectamente el navio. En a distribucién de oficios no consi- deres tanto la satisfaccion de las religiosas como el bien de la comunidad. Con mucha anticipacion ruega al Hspiritu Santo que te haga conocer las que sean mas aptas para ca- da uno de los cargos y que puedan desempe- fiarlos mejor; y después de haberlos distri. buido segtin Dios, observa de vez en cuando ‘cémo los desempefian, imitando la vigilancia del comandante de plaza que no confia en sus centinelas y sub-jefes que prescinda de verificar personalmente la inspeccién, para asegurarse de que todos cumplen el deber. Si bien la superiora no debe nunca aparecer recelosa, no debe dejar de ser vigilante. EI noviciado es como una cantera de la que se extraen las piedras més preciosas 8 que han de formar parte en la construccién del edificio celestial porque de una buena novicia se forma una religiosa perfecta, y Dios hace de ella una gran santa. Blegid, por tanto, para maestra de novicias aquella de vuestras hermanas que posea mejor el espiritu de tu Instituto, con objeto de que, con sus palabras y su ejemplo, lo haga penetrar suavemente en el alma de las novi- cias. Se dice que las plantitas que crecen en torno al arbol que destila el Ambar son todas aromaticas; mejor, a mi parecer, han de impregnarse las novicias del buen olor de una maestra acabada. Es diffeil olvidar Io que se aprendié de nifio. Segura de que el estado religioso no es para todos, cuando se presenta en el con- vento una aspirante no te dejes deslumbrar por su riqueza; eso es lo que a Dios menos importa; ni por su nobleza y Ja posicién elevada de su familia; tales apoyos fueron con frecuencia la ruina de muchas comuni- dades bien ordenadas; ni por la gracia de su porte y sus palabras, porque nada hay més fioso; ni por la carne y la sangre, con- tan corrompidos y ciegos que’ sera 83 i milagro que no engafien bajo el pretexto pe- ligroso de parentesco. Examina cuidadosamente si el caracter de Jas aspirantes es apto para el instituto, si “sui vocacion viene del cielo. Si introduces en la casa una persona que no ha sido lla- mada por Dios, sin devocién, sin mortifica- cién, no tardara en tomar la senda ancha, sera obstéculo para la perfeccién de otras, causara numerosos transtornos a la comu- nidad y ser4, por tiltimo, su ruina, Una sola oveja enferma de peste echa a per- der el rebafio. Puedes permitir a tus hermanas conversar con quienes desean verlas en el locutorio, con tal que: 1° sean personas de honorabill dad probada; 2? que hagan pocas visitas; 3% que la entrevista no sea muy prolongada; 4: que las religiosas, después de las comuni caciones exteriores, se muesiren més afeo- tas a la obediencia, mas afables con las her- manas y més unidas a Dios. Pero si no co: noces a las personas que frecuentan tu casa; si acuden con mayor frecuencia y sus visitas son més prolongadas de lo que conviene; si las hermanas se van haciendo més cobar- des en el servicio de Dios, obedecen con di- En ficultad, se muestran altaneras, ligeras en las _conversaciones entre hermanas, puedo asegurarte que si no te apresuras a cortar por lo sano, habras de dar cuenta a Dios ¥ seras gravemente castigada. Desdichado el pastor que no aluyenta el Io. ho cuando Io ve acercarse. ‘Uno de los principales fallos que pueden en- contrarse en la superiora es el de dejarse persuadir en tal forma por la primera que Ja habla, que se muestre incapaz de escu- char a la que viene detrés y de apreciar sus razones; por tanto, una de las mortifica- ciones punzantes para una sébdita es ver a la que manda prevenida contra ella de tal modo que en vano trataré de hacerse escuchar. ‘Te declaro que semejante proce. der es prueba sangrienta para la religiosa inocente, y que necesita una gracia mas que ordinaria para soportarla alegremente. ‘Te suplico, pues, que cuando te leven infor- mes adversos no otorgues al punto tu asen- timiento y, antes de decidir, procura con empefio adquirir pleno conocimiento de los hechos. EI juez que no oye sino a una de las partes, Fara vez dard sentencia justa, 85 Cuando sea necesario advertir de sus fal- tas a wna de las hermanas, no lo hagas cuando estés agitada, ni con orgullo, ira u otra pasién. Consulta con tranquilidad tu raz6n para buscar tiempo y manera de pro- ceder de modo conveniente a la correccién. Ruega con fervor al Espiritu Santo para que a medida de que tus avisos vayan pe. nefrando en los ofdos de la culpable, con- mueva los ofdos de su. corazén con sus ins- piraciones. Si te has visto forzada a servirte de palabras Asperas para con ella, trata de suavizar Ia amargura, haciéndola’ compren- der que las has empleado por su bien, Si la abeja no retira el aguijén del cuerpo vivo que ha tocado, muere y deja en Ia he- rida un yeneno que Je produce inflamacién. Sin duda gobernardés con acierto tu casa si te estiman todas tus inferiores, te aman y conffan en ti; te estimaran si tu virtud est a la altura de tu cargo, si eres la pri- mera en poner manos a ja obra en las co- sas penosas, y en buscar lo que hay de més repelente para la naturaleza; te ama- ran si ven que, sin estar apegada a nin- guna en particular, muestras para todas igual solicitud, y especialmente para con las 86 enfermas, las religiosas de edad y las que no se preocupan de s{ mismas ni de lo que las concierne: tendran confianza total en ti, si les testimonias afecto cordial y eres tan discreta que nadie sepa lo que te confien. La estima, el amor y Ia confianza son los tres nudos que atan de modo tan estrecho los corazones de las sibditas a Ia superio- ra que ni Satands, ni el mundo, ni Ia carne pueden desunirlas, Si durante el tiempo de tu mandato las religiosas se manifiestan tan satisfechas lo que no puede suceder si no tienden to- das a la perfeccién—, se ha de alabar a Dios y renditle la gloria, Si, por el contrario, en- cuentras descontentas, consuélate pensando que san Benito vivi ‘con religiosos que no pudieron soportarlo; que san Bernardo tuvo por secretario un hermano de habito, Nama- do Nicolés, que lo persiguié, y pens6 difa. marlo; que san Francisco fue abrumado de penas por fray Elfas; que Jesucristo soporté al traidor Judas, quien le hizo el mayor mal que pudo hacerle, Considera que la religio- Sa dificil y molesta es en el convento como la lima en el taller del orfebre que, al gas- terse, quita al oro sus escorias y lo pule, o a7. como la escoba, instrumento de limpieza en una casa y que, ensuciandose, va limpian- do. El humilde y ferviente religioso atrae Ia con- sideracién sobre su familia religiosa; el or- gulloso y turbulento se convierte en ocasién de méritos para su superior y sus hermanos. Conserva en el oratorio el nombre de to- das tus hijas, ruega diariamente por ellas, especialmente por las que mas lo necesitan: Piensa en los medios que tienes a tu dispo. sicién para ayudarlas, pero no pierdas la esperanza de que se enmienden. No pases un mes sin conceder a cada una un cuarto de hora para informarte de sus necesida- des, de sus sentimientos con respecto a la perfeccién, tratando de que salgan satisfe- chas por lo menos de tus palabras, si no puede ser de los hechos. Nada consuela mis a Ia religiosa, ni suaviza su amargura cuando su corazon rebosa de ella, que-la entrevista caritativa con Ja su- periora, y el afecto cordial que ésta le tes- timonia de vez en cuando. 88 REFLEXION En religion, el cargo de superiora es més dificil de desempefiar que la de un general del ejército, porque es més peliagudo go- bernar lo que no se ve que lo que esta a la vista; es mucho més peligroso, por cuanto es mayor mal dejar perder un alma que la vida de un hombre. Wsta es la razén por la que los santos temieron en toda época ese empleo, hasta el punto de huirlo muchas ve- ces como escollo contra el que puede efec- tuarse triste naufragio; otros santos lo acep- taron a la fuerza y vivieron con perpetua inquietud respecto a su salyacion, sabiendo que Dios les exigiria cuenta no solamente de sus faltas personales, sino que también ha. brian de reponder de las de sus inferiores, si las pudieron remediar. Dime si, conside- rada esta verdad, habré persona un poco sensata y cuidadosa de su salvacion que no procure Ssubstraerse a semejante fardo, pues- to que nunca hubo tanto trabajo como ahora para conducir a las almas por el camino de la perfeccién. Ni tampoco ereo que los que se ven obligados a aceptar el cargo tengan motivo para felicitarse, sabiendo que e! exa- men que de su vida se haga seré més rigu- roso, Ya que tendrén que responder del pro- a0 jimo; y que deberan sufrir suplicios mas crueles porque habran de pagar por las fal. tas de otros. | Nada mas temible que tener que responder | por diversas personas, y verse obligado a pagar por todas, CAPITULO VII ; CONDUCTA CON LOS SEGLARES Habiendo dejado el mundo para no ver ya més lo que veias en él, ni escuchar lo que en él se hablaba, no te lo acerques con visi- tas y conversaciones demasiado frecuentes, porque de nada te servirfa haberlo huido, si . te complaces en Ilevarlo contigo. No es mu- cho haberte alejado, aun cuando sea poco, de la casa paterna, y no estar en ella, si la tienes presente con el pensamiento. No pien- ses que tu familia te hablara de modo dis- / tinto porque te encuentres en el convento. Dices que, si deseas verlos, es con objeto de ayudarles a su salvacién. Es un buen pro- ‘ posito, quiera Dios que sea sincero. Pero cuida de que en lugar de darles la salud del alma no adquieras su enfermedad; y que en lugar de hacerles espirituales, te hagas mundana, 90) 91 Desde el momento que la naturaleza esta corrompida es mas capaz de mal que del bien. Huye, tanto como puedas, de los locuto- rios y la reja; son aberturas’ por las que en- tran repentinamente el aire viciado del mun- do para dafar a las religiosas; son trinche- ras en las que los demonios forzados a de- Jar el coraz6n de la plaza, se ocultan y per- manecen_emboscados para los ataques de sorpresa; son ventanas por las que penetra Ja muerte entre las religiosas, haciendo te rribles estragos. Nunca vayas, pues, a las visitas, sino por necesidad. No entrarias con gusto en un lugar donde otras muchas hu- Dieran sido contagiadas de peste. ‘Tanto cuanto una religiosa ama Ia oracién, aborrecera el locutorio. Tanto cuanto ama el locutorio, aborreceré el oratorio, Imitad a los viajeros prudentes que, vién- dose obligados a pasar por lugares peligro. sos, se encomiendan particularmente a Dios, y_apresuran el paso para salir de alli lo més pronto posible. Cuando tengas necesi- dad de ir al locutorio, ruega a tu Angel que fe ayude con cuidado particular, y perma. 92 nece alli el menor tiempo posible. No habra edificacion si se ve que una religiosa per- manece de visita largo tiempo, mientras sus hermanas estén entregadas a la oracion, 0 trabajando. Muy graves razones habrén de existir para que la superiora conceda seme- Jante permiso, Quien huye el peligro, no perecera en él. Emplea todo el tiempo que se te autorice en conversar con los seglares de manera pia- dosa y de provecho, de modo que queden edifieados, dejéndoles gran estima de tu san- to estado. Gran consuelo experimentan los padres terrenos cuando oyen a su hija ha- blar lenguaje de angeles. Los hermanos se consideran felices cuando oyen a su hermana religiosa ensefiatles la forma de. trabajar por st salvacion. Los extrafios quedan en- cantados al ofr las palabras brotadas de un corazén abrasado en fuego celestial. La bala lanzada luego de haber sido fuerte. mente retenida en el cafién derriba las mu- rallas mas resistentes. La palabra de vida, que sale de. un corazén abrasado en verda- dero amor de Dios, abre brecha en los co- razones més endurecidos. 93 No te muestres curiosa por saber noveda- dades, ni nada de lo que en el mundo se hace, no preguntando jam&s; cambia la con- versacion con santa habilidad cuando de eso se trate, porque s6lo servirfa para perjudi- car el recogimiento del coraz6n y Ienar el espiritu de pensamientos extrafios, que te turbarfan en Ja oracion. Los israelitas que ante el mana del de- sierto se complacian en hablar de los ali- mentos de Egipto, mostraban con claridad que sus espfritus no estaban muy alejados de ellos. Gusta poco hablar y enlerarse de Io que no agrada y menos todavia de lo que se des. precia, Al tratar con los extrafios, muestra cons- tante reserva, de modo que el paso, la risa, Jos ademanes, las palabras, las miradas sean dignas de la Esposa de un Dios celoso de su honor; has de mantenerte a distancia con- veniente y Ilena de religiosa reserva. Es locura extremada aproximar al fuego un objeto facil de inflamarse, sino se quiere que arda, No te sirvas de nadie sin que lo sepa la superiora para enviar mensajes o levar car- tas. Serfa hacerte culpable hacia la santa profesién, que detesta semejante proceder y ovasionarfas gran mal a tu alma, lanzdn- dola con tal conducta en el mundo, con ma- yor peligro que tuvo antes de dejarlo. Si te comportas de otro modo, sabe que tus manejos culpables se descubrirén mas pron- to o més tarde, para mayor confusion tuya. La hija que huye Ja vista de su madre se expone al peligro. Habla con estima a los de fuera de todas Jas que viven contigo, como es de raz6n; no converses con nadie de las faltas que se hacen en el convento, y menos de los sinsa- bores que crees recibir en é!, si no es con Jos que pueden remediarlo, o darte consejo saludable, Acuérdate de que Cam recibio maldicion por no haber tenido en cuenta el honor de su padre, y Cain por haber arre- batado la vida a su hermano. La que habla de Ios defectos del convento y marchila Ia buena fama que tenian sus her. manas, participa de algdn modo en la culpa de Cam y en el crimen de Cain, por lo que sera casligada con severidad. 95 No te mezcles en ningiin asunto secular, aun cuando interesase a tus padres, por los que no ests obligada a hacer mas que ro- gar a menudo y con fervor para que Dios Jes proteja y les ayude, recordando la pala. bra del Maestro: Dejad que los muertos en- tierren a sus muertos. Si, con todo, la cari dad cristiana te obligase ‘a prestarles algin servicio, nada hagas sin haber tomado con. sejo y obtenido permiso particular. Dios es cucha ffcilmente las oraciones que le diri- gen los religiosos por sus padres y amigos, pero convierte en confusion y perjuicio lo que hagan de mis. Dios bendice a las personas que se ocupan de su estado. Ten gran horror a toda clase de cumpli- dos estudiados, a las familiaridades poco convenientes, y a las necias protestas de amistad. Se vio la abominacién y la deso- lacion, anunciadas por los profetas, cuando representantes indignos fueron colocados en. el templo de Salomén; y el mayor oprobio de la religién cristiana, tan vivamente de. plorable por los santos, se encuentra en los lugares particulares consagrados a Dios, cuando en ellos se instalan afectos munda- 96 nos y sensibles. Desgraciada la religiosa que, hallandose en un estado donde se hace pro: fesion de humildad, se arroja en la vanidad. Maldita la religiosa que ha hecho voto de castidad y no huye todo lo que conduce a Ja inmodestia. Bl infierno, que parece dema. siado cruel para castigar los, dems pecados, parece demasiado suave para castigar éste. Desear ver o ser vista, dar pruebas de amis- fad demasiado naturales, o recibirlas, amar © ser amada, es la pasion que conduce a mu- has a su perdicién, REFLEXION Es otro tiempo, las almas religiosas go- sebes de gran veneracién entre los seglares, See les consideraban como angeles con cuer- Se = otro tiempo, Dios operaba tantas ma. Serdiss por su medio que se recurria a ellas emo al asilo de todos los afligidos. Ved lo = narran los historiadores sobre este pun- © Besta leer lo que Paladio esctibe del mo- ‘Seeterio de san Isidoro, en el que vivian mil ‘Seigiewes con tanta virtud que el menos per- Seete ebeabe sin esfuerzo el milagro que se 1 Seeebe. cuando en ello estaba intere- 97 BE ~ kaw necreses sada la gloria de Dios. ¢Por qué no hay la misma idea de las personas que siguen idén- tica profesion? ¢Por qué no se observan pro- digios semejantes entre ellas? gAcaso Dios no les concede tantas gracias como hacia a las primeras? No habré ya necesidad de que se operen milagros parecitios? No en- cuentro més razén que 1a que aquellas al- mas abandonaban enteramente el mundo, y Jas de ahora lo dejan a medias, conservan- do wna parte para sus padres’ y amigos; las primeras atravesaban los mares y pene- traban en los desiertos; las de ahora apenas ponen entre ellas y sus familias una calle, y se mostrarfan abrumadas de pesar si no Se las visitase con mayor frecuencia. No es maravilla que Dios, al dejar a éstas en el desprecio, exalte la gloria de las otras con muchos prodigios. Quien se entrega totalmente a Dios, se hace capaz de realizar maravillas. CONCLUSION Hermana, termino, luego de haberte supli- cado con instancia ‘tres cosas que tu bon- dad no sabré negarme: Ja primera que, a imitacién de san Bernardo, te preguntes con frecuencia, diciendo tu nombre: “N..., ga que has venido?” Luego, “N..., morirés y no sabes cudndo”; pero cuando sea, pronto 0 tarde, “gqué desearfas haber hecho durante la vida?” La segunda que consideres con atencién, una vez por semana, la espantosa confusién, indecible que recibité en e! dia del juicio Ia persona religiosa, ante los ojos de sus fa- miliares y amigos, que la creyeron perfec- ts, si, por desgracia, 1a ven condenada. San. grientos reproches habrn de dirigirle el Se- hor, la Santisima Virgen y los santos a cau- sa de tantas gracias desperdiciadas por ma- lieia. Tendré que sufrir las amargas y abru- madoras mofas de los demonios. Le pregun- fern de qué le sirvié haber renunciado a les placeres temporales para precipitarse en 99 los tormentos del infierno. Por otra parte, el gozo admirable de la que después de haber vivido santamente, entre muy adentro en la gloria, con gran honor de su familia y con- fusion del infierno, entre las aclamaciones y alabanzas del parafso entero. La tercera que pidas con frecuencia por el aumento de la gloria de Dios, por la exal. tacién de Ja Tglesia, por los principes ecle- sidsticos y temporales, por tus parientes y amigos, por las necesidades ptblicas y pri- vadas que conozeas, por la conversion de los pecadores y, a es¢ titulo, por quien desea ser en el tiempo y en la eternidad tu servi- dor humilde en ei Seffor. 100 APENDICE RETRATO DEL BUEN NOVICIO ¥ sefiales por las que se puede conjeturar que seri miembro fiel y generoso de la fa- milia en que ingress. Instruye al _muchacho segiin su camino y, aun cuando sea viejo, no se apartara de é1 (Prov 22,6). El novieio acabado, que con el tiempo sera perfecto religioso, se hace reconocer por es- tas sefiales: I, Nunca comete pecado venial con plena deliberacién IL. No oculta nada, ni quiere que se oculte sus superiores, de cuanto le concierne. Til. Sufre sin amargura que se hagan co: nocer sus defectos. IV. Recibe de buen grado las penitencias por defectos que no le hacen culpable. 103 V. Busca todas las ocasiones de vencerse y mortificarse. VI. En su exterior sabe ordenarse tan bien ~ que el ojo penetrante apenas encuentra de qué reprenderle. VIL. Habla siempre de cosas dignas de su vocacién, VIII. Lee con mayor ardor y preferencia los libros espirituales que excitan afectos Piadosos, que los que, lefdos con curiosidad, solamente proporcionan cebo al espiritu IX. No tiene amistad particular con nadie, que se apoye en motivos naturales. X. Combate en todo el amor propio, incli- nGndose a lo que le es contrario, con asen- timiento del superior, XI, Durante la oracion, 1a lectura y los demas ejercicios espirituales, combate vic- toriosamente el tedio, XIL. No juzga el fruto real de la meditacién conforme a los consuelos que en ella expe- rimenta, sino conforme al amor que de la virtud tiene y el cuidado que pone en evitar las imperfecciones voluntarias, XIII. Arde en deseos de la perfeccién y de la santidad, no por propio interés, sino por el beneplacito divino. 104 XIV, Evita la mas ligera transgredién de Jas més pequefias reglas. A sus ojos, nada de Jo que conduce a la perfeccién es pequefio. XV. Desea conversar a menudo con el maestro de novicios y dejarse conducir por : 1° para prevenirse contra el peligro de ofender a Dios gravemente, y disminuir el niimero de las faltas ligeras y de las imper- fecciones; 2.° para tender con seguridad a la practica de la virtud; 3.° para trabajar en perfeccionar mas y més cada dia sus ac- ciones internas y externas. XVI. Entre dos bienes, se aplica a elegir el més perfecto. XVII En su conducta no denota preferen- cia alguna por las ocupaciones, empleos, y residencias, mostréndose enteramente resig- nado a todo. XVII. Siempre esta contento y de buen humor, nunca apesadumbrado y caprichoso. XIX. No se escandaliza facilmente de na- da, y todo lo interpreta bien. Sin embargo, Jo que pudiera daar a la comunidad, al culpable o al préjimo, no deja de exponerlo, XX. Por tiltimo, el novicio as{ formado, y establecido sobre la virtud solida, deja’ el noviciado con tan gran horror de todo peca- 105 doe imperfeccién, con tan gran amor del bien y de su adelantamiento espiritual, que, sin testigos, y sin nadie para reprenderle, viviré con la misma piedad, integridad y cir: cunspeccion que si estuviese sin cesar bajo Ja mirada del superior que le inspire mayor respeto. Termino dirigiéndote esta breve exhorta. cién: Hay estas cosas y vivirés. Vivirds, re- pito, en la religion con alegria, de manera irreprochable, perfectamente santa, como conviene al fiel imitador de Jesucristo. Te Tuego solamente que comiences con genero. sidad, porque el que bien comienza ya tiene Ja mitad de la obra cumplida. Si comienzas, dice san Bernardo, comienza bien; si comien. zas_asi, Megaras pronto a la cima, Y, a la manera de los angeles, como por la escala de Jacob, subiendo los peldafios de todas las virtudes, llegarés alo mas alto, que es Dios. 106 INDICE Pag. Preémbulo sobre el autor y su obra 5 Primera parte ADVERTENCIAS GENERALES Capitulo unico 13 Segunda parte ADVERTENCIAS PARTICULARES § -Ceeducta para con Dios aL © Geeducta para con la religié 33 % - Conducta para consigo mismo 41 % Conducta para con los superiores 59 § Conducta para con las hermanas 68 © Conducta para con Jas sibditas 2 ‘(Geeducta para con los seglares 91 APENDICE Miteato del buen novicio 103 TITULOS DE LA MISMA COLECCION 1,-La mejor parte por Mons. F. Cuttaz. 2.-Silencio de cartuja por Dom A. Guille- rand, Cartujo. 8.- Pensamientos ‘aseéticos por el Card. Me- rry del Val. 4.- Cara a cara con Dios por Dom A. Guille- rand, Cartujo. 5.-Los seeretos de ta vida religiosa por el P. F. Fressencourt, 8. J. 6.-Pensamientos espirituales de Juan XXTIT por el papa Juan XXII. 7.-Este es el camino (El catecismo de la salvacion). 8.- Una mirada en las profundidades del alma por Bernhard Van Acken, S.J. 9.-Hambre de Cristo por el P. Victor Gonzé. ez. 1.-Armonfa cartujana por A. Guillerand, Cartuj 11. Elespiritu es quien vivifica por Verstche. %2.-El rostro de la Iglesia por Trinidad S. Moreno. r. 13.-Rafagas por el P. Candido de Vifiayo,

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