Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hace 300 años pocos sabían algo acerca de los otros que vivían a cientos o
miles de kms de su lugar. Hoy los 5 mil millones que nos comunicamos con
celular vemos en nuestras pantallas que hacen cotidianamente quienes viven
en las antípodas. En el conocimiento de la existencia y del quehacer de los
otros hemos avanzado exponencialmente.
Hay cosas que nos suceden a todos, nacer, morir, y otras, a casi todos,
alimentarse, (menos los 800 millones que son desnutridos crónicos),
reproducirse, agruparse en conglomerados urbanos, trabajar, o sea
procurarnos la subsistencia (lo que antes se hacía cazando, cultivando o
conquistando a los vecinos), o ver en una pantalla la final del Mundial (4.000
millones lo hicimos).
Están también los que creen en el sistema. O que por lo menos no quieren
creer que este camino nos lleva a la catástrofe. "Ideas apocalípticas
trasnochadas", dicen. Los hombres sabemos como pilotear las dificultades,
para eso la ciencia, para eso la cultura, para eso las instituciones que hemos
creado. Es más, ni aunque quisiéramos no podríamos parar: menos consumo
es menos producción es menos trabajo es más desempleo. Eso sí que es la
catástrofe.
O sea que estamos jodidos: por más que Latouche nos convenza sobre la
necesidad del Decrecimiento, no podemos ni queremos parar. Hay que seguir
produciendo más y consumiendo más porque sino lo que hoy es apenas una
crisis se convertirá en un violento infierno de hambre y miseria.
Como en aquella película Speed, donde Sandra Bullock y Keanu Reeves
conducían a gran velocidad un autobús que no podía desacelerar porque sino
explotaba, no sabemos como parar este mundo que parece encaminarse a
máxima velocidad hacia la autodestrucción.
Por supuesto que toda esta parafernalia de objetos inútiles no es inocua: son
parte de ese enorme exceso de consumo que impacta en el ambiente sin
ningún beneficio para nadie salvo para el fabricante que bien podría dedicar su
capacidad productiva a otros menesteres.
Veo pasar por mi pueblo turístico a grupos de turistas urbanitas, demasiado
entraditos en carnes, caminando con dificultad los 200 mts. que exige la visita a
una cascada. La mayoría no está acostumbrada a realizar el esfuerzo de
caminar. Me pregunto si la pérdida de capacidades es el costo que estamos
pagando por mantener funcionando la máquina disparatada del consumo.
Una razón por la que el mundo es hoy un lugar mejor
Es un verano caluroso en la montaña: hoy hacen unos poco frecuentes 35º.
Me cruzo con una de las tantas familias judías ortodoxas que visitan mi pueblo
en estos días. Él camina adelante, despacio, con los 2 chicos de la mano.
Tiene 20 y tantos años, barba, un traje negro, camisa blanca y un sombrero
negro y grande. Los chicos tienen 2 y 3 años y llevan un kipa sobre sus
cabecitas. Ella, también jovencita, camina detrás, casi temerosa, con el pelo
tapado, una falda larga y amplia y medias 3/4 para no mostrar la piel. Sin
maquillaje ni adornos: indudablemente pretende no ser ni sexy ni atractiva y lo
logra. Pertenecen a un grupo, cada año más numeroso, de judíos religiosos
porteños que veranean en Bariloche.
Ellos como muchos hombres y mujeres en todo el mundo, no solo judíos sino
también cristianos, musulmanes y seguramente de muchas otras religiones
respetan la norma de evitar que las mujeres despierten el deseo sexual en
otros hombres aparte del suyo (y tampoco mucho): a Dios no le gusta que los
hombres usen el sexo más que para procrear. Sus razones tendrá:
seguramente las familias respetuosas de esta norma son más estables y
menos propensas a cuernos, divorcios y otros dolorosos incidentes de este
tipo. Basta ver como en las sociedades modernas, cada vez más erotizadas y
menos religiosas, los matrimonios, las parejas, las familias son más bien un
despelote.
De hecho empezamos a ser humanos desnudos y después inventamos el
pudor, el vestirnos, el tabú del incesto y todas las restricciones al sexo,
seguramente para que nos reprodujéramos sanamente sin degenerar. De ahí
en más hemos vivido siempre tapándonos, como Dios manda, hasta que las
mujeres de mi generación empezaron a tomar masivamente anticonceptivos, a
trabajar, a formarse y a destaparse: ellas fueron las que hicieron la Revolución
Sexual.
No se bien cual ha sido la importancia de esto, no se cuan valiosa es la
libertad sexual de la que gozan, por ejemplo, aquel grupo de pibas en
musculosa y en shorts escasos que se cruzan con la chica judía que sigue
caminando atrás de su hombre con su falda larga.
En todo caso mucho menos importante que la verdadera Revolución
Femenina que fué el paulatino e incontenible avance de las mujeres, sobre los
espacios de poder en todos los ámbitos de nuestras sociedades.
Y aunque algunas mujeres poderosas decididamente no me gustan, y otras
son tan desastre como algunos hombres , estoy convencido de que el mundo
es un lugar mejor desde que en los despachos donde se asienta el poder
hay menos testosterona y más estrógenos.
Un mundo mejor
Desde que somos hombres nos organizamos socialmente en pirámides. A
través de los tiempos nunca los integrantes de un grupo social hemos sido
iguales entre nosotros. Arriba sólo unos pocos: reyes, machos alfas, césares,
emperadores, incas, caciques, faraones, loncos y sus familias, los detentadores
del poder absoluto. Un poco más abajo un séquito de privilegiados: nobles,
sacerdotes, aristócratas, brahmanes, guerreros, ricos Y más abajo aún
campesinos, obreros, artesanos, comerciantes, profesionales con derecho a
ser dueños de su fuerza de trabajo y a los bienes que produzcan. En el fondo,
debajo de todos, los siervos y los esclavos, ellos si que nada . Siempre ha sido
así, tal vez porque aprendimos que es la forma más eficiente de funcionar en
grupos.
A veces una creencia lo explicaba: el Inca, Luis XV lo eran por que el dios
correspondiente así lo quería. Otras, el derecho a ser el vértice de la pirámide
venía por herencia. Otras lo daba el ser el más macho, el más fuerte, el que
derrotaba a todos los otros pretendientes al poder.
Hoy arriba están los muy, muy, muy ricos. Ya no hace falta que Dios nos de
una manito, ni ser el más malo de la tribu, ni nacer hijo de un conde. Basta con
ser un lúcido y talentoso emprendedor tecnológico (Jeff Besos (Amazon), Bill
Gates, Mark Zuckerberg, Jack Ma o Poni Ma (los chinos que ya llegan)), vender
lujo a los otros poquitos super ricos (Bernard Arnault (Dior, Vuitton)), o ser un
talentoso (y algo despiadado) inversor en empresas, acciones, bonos y cosas
por el estilo como el tímido y austero Warren Buffet.
Creo vivir en un mundo mejor que aquel al que vine en 1951 cuando vivíamos
en él 2.550 millones de personas, una tercera parte de los que somos hoy. Es
simplemente una creencia, quien puede saber si algo tan extraordinariamente
complejo (el mundo, el entramado que tejen 7.500 millones de personas) es
mejor hoy que hace 60 años? Alguien muy creyente en la razón acudiría, para
“demostrar” esto, a variables (PBI mundial, espectativas de vida, índices de
mortalidad, de desnutrición , etc., etc.). Pero yo no comparto la creencia
esencial que anida oculta en las mentes muy racionales que sostienen que
todo puede ser medido, comparado y comprendido por medio de los
procedimentos de la lógica y la razón. Creencia muy extendida en nuestra
cultura pero no por eso menos “creencia”.
Así que digo esto porque, así como unos creen en la razón o en Dios o en que
la vida comienza cuando el espermatozoide penetra en el óvulo, yo creo que la
conciencia de los hombres evoluciona. Cada vez conocemos más de los otros,
de la naturaleza, de nosotros mismos. Conocer, eso es lo que hacemos desde
que somos hombres. Y eso nos hace mejores a nosotros y al mundo en el que
vivimos.
Somos la vida que se mira a si misma. Por eso estamos aquí desde hace
cientos de miles de años y aquí estaremos, espero, que por un largo rato más.
De genes y panaderos
La semilla del cardo vuela: su ingeniosa estructura de delicados pelitos le
permite aprovechar el viento para transportarse de un lado para otro hasta
encontrar el sitio donde, si todo va bien, se tranformará en un cardo grandote,
magenta y espinoso. Panadero le decíamos (aún hoy?) a ese pequeño y
extraño objeto volador. Gracias a ellos encontramos cardos por todas
partes. Cada uno es cada uno en este prodigioso universo que es la vida y
cada cual inventa y desarrolla a través de miles de años de evolución, sus
estrategias para reproducirse exitosamente, lo que quiere decir ser cada vez
más y más y más....
Supongo que, para nosotros, los humanos, todo empezó más o menos así:
estábamos en algún lugar de Africa, hace 100.000 años, ya erguidos y
agarrando las cosas con el pulgar, procreando, cazando y comiendo mamuts
cuando algunos dijeron en su primitivo lenguaje: - "Nos vamos".- “Adonde?”-
preguntó el resto del clan.- “A ver el mundo” - respondieron los primerísimos
emigrantes humanos. Y así se ponía en marcha la estrategia humana de migrar
(que compartimos con otras especies) para ser cada vez más, que resultó
exitosísima: avanzamos inexorablemente sobre todos los rincones del planeta
y hoy solo se salvan de nuestra presencia los lugares hostiles para la vida.
Yo, que no se mucho de nada pero un poquito de algunas cosas, intuyo que
para instrumentar dicha estrategia, la evolución dotó a los hombres, no de un
semilla voladora, sino de un Gen, al que podemos llamar, a falta de nombre ya
que los genetistas todavía no lo identificaron, el Gen A237, el Gen del
Emigrante.
Es este Gen el que divide a los hombres y las mujeres entre los Fijos, los que
carecen de él y los Móviles los que lo heredan y lo transmiten. Los primeros
son los que, por ejemplo, nacen, viven y mueren en la misma ciudad, en el
mismo barrio y a veces en la misma casa. Los segundos viven, por citar otro
caso extremo, como aquel entrenador argentino de basketball, que después de
dirigir equipos en más de 12 países diferentes ( de la órbita de la ex-URSS, de
la zona de los Balcanes) vive hoy en Libia,
Es este Gen el que lleva a millones de hombre y mujeres en todo el mundo a
dejar el lugar en que viven para instalarse en una tierra, en un mundo que a
veces es absolutamente diferente del que los vió nacer: ellos creen que lo
hacen para buscar trabajo, dinero, desarrollo profesional, una vida mejor pero
en realidad simplemente responden al mandato del aún no identificado gen que
ordena: "Movete!"
Y es este el Gen que heredé de mi abuelo Marcelino, que dejó su San
Sebastián natal para recalar en un pueblito de Córdoba y que yo legué a mis
hijos y que ellos legarán a los suyos de manera que es probable que dentro de
100 años alguno de mis descendientes esté en las listas de los seleccionados
para emigrar al único lugar donde todavía, al paso que vamos, los humanos
vamos a poder emigrar: el Planeta Marte
Economía
Me pregunto sobre la naturaleza del conocimiento económico. Que saben los
ministros de economía, los técnicos del FMI y demás científicos económicos?
Dice el RAE
Economía: "Ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las
necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos"
y también: "Conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una
colectividad o individuo”. Me parece entender entonces, que los tipos se la
pasan midiendo, tratando de encontrar sentidos, identidades, significados,
patrones, leyes en el pasado, para preveer y actuar en el futuro. Analizan la
actividad económica, ven como funciona, como está compuesta, como están
relacionadas y como interactúan las distintas partes de todo el sistema, definen
la situación que consideran que es la forma deseable de funcionamiento e
intentan controlar para que todo siga funcionando en esta forma.
Aquí me acuerdo de la enfermedad de mi viejo, que tenia el "corazón
moribundo", digo yo, que no recuerdo el nombre que le pusieron los
cardiólogos que lo atendieron, a tan irremediable dolencia. Estos, que se
decían doctores, eran, en realidad, verdaderos expertos en física e hidráulica:
calculaban la presión de la sangre, la permeabilidad de las arterias, la fuerza
del miocardio, la carga eléctrica de las partículas (como hacen los economistas
con el PBI, inflación, deuda pública, productividad) y si veían un índice que se
modificaba accionaban en consecuencia, aumentando o disminuyendo otro
índice mediante drogas. A pesar de todo, el corazón de mi viejo se empeñó en
dejar de funcionar y a mi me pareció que el conocimiento científico de esos
hombres cumplía más bien la función de un ritual que pretendía fortalecernos y
darnos esperanzas (además de un lucrativo negocio), más que un intento serio
de luchar contra la Oscura Señora que había venido por mi querido viejo.
Y me pregunto si la Ciencia Económica no es también un ritual fortalecedor
para hacernos olvidar que la vida (también en lo económico) es incontrolable
por más que llevemos siglos intentándolo.
Sobre la Comunicación y los Periodistas
"La cotorra le preguntó al buho: ¿que cosa es un periodista? Y el búho, tras
reflexionar un instante, le respondió: el periodista es un ente que, por fatalidad
de oficio, está condenado a escribir todo de todo sin saber nada de nada."
(El Banquete de Severo Arcángelo - Leopoldo Marechal)
2 Tal vez ya no hagan falta quienes describan con belleza el mundo, como el
extraordinario periodista polaco Riczard Kapuscinski. Hoy el mundo nos viene
en crudo, por You Tube. Algo hemos perdido con la tiranía audiovisual de
internet. Para comprobarlo (si da el estómago para soportar tamaño horror) ver
el video de la tortura y asesinato del "sargento/general/presidente" de Liberia
Samuel Doe perpetrado por otros "generales" (de ejércitos caníbales)
oponentes. Y luego leer el fascinante "Ebano", donde Kapuscinski describe la
misma Liberia de Doe, la misma Africa primitiva, brutal y hambrienta, solo que
humanizada a través de la mirada de un hombre digno.