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La Batalla que nunca existió

Por Itamar Neuner.

Mayor Piloto Aviador (Retirado). Fuerza Aérea de Israel.

Todos los derechos reservados.

7 de junio de 1967. Hace tres días que el pequeño Israel rompió el asedio que lo confinaba; tres
días en los que su Ejército de Defensa irrumpió en territorio enemigo, escribiendo una brillante
página en la historia del pueblo hebreo. El Escuadrón de Mirage en Tel-Nof “zumba” como un
panal de abejas, bulle de vida de día y de noche. Pilotos cargados con mapas y equipo corren a sus
máquinas. Aviones en alerta despegan con un rugido ensordecedor al final de la pista. Navah, el
Sargento de Operaciones, llama a los pilotos por el micrófono, deben reportarse para briefing. Un
camión de abastecimientos llega al estacionamiento, rápidamente descarga comida y se retira.
Berko, nuestro chofer, toma las cámaras de mira para revelar sus rollos y regresa después por los
pilotos, empapados en sudor después de una larga y complicada misión. Llevamos tres días así,
hora tras hora, día tras día. Sin pausas para descansar, ni por un minuto siquiera.

En medio de todo este tumulto, los pilotos pasamos el tiempo entre briefings y debriefings,
reportes de inteligencia, comidas apresuradas e infructuosos intentos para dormir por unos
cuantos minutos entre misiones. Esta intensa actividad se vuelve incesante, a un ritmo furioso. Así
es como una pequeña fuerza aérea, con pocos aviones de caza, pelea por su vida contra todas las
naciones árabes que la rodean.

Ocho pilotos son llamados a la Sala de Inteligencia para un briefing. Soy uno de ellos. ¿Qué es lo
que ocurre? ¿otro ataque de tanques en el norte del Sinaí? ¿una misión de apoyo terrestre sobre
la Ribera Occidental1? No, esta vez es algo diferente: ocho aviones son una gran fuerza, y la Sala de
Inteligencia ha sido preparada para un briefing inusual. Hay mapas y fotografías aéreas pegados en
las paredes, el pizarrón está cubierto con tablas de armamento, especificaciones de bombas e
instrucciones operativas de transmisiones, todas escritas con gises de distintos colores.

Cerramos la puerta, acallando los sonidos de la guerra, tomamos asiento. Motty Yeshurun, quien
será el líder de la formación, se dirige a nosotros. Toma “la Vara de la Autoestima” –un largo
señalador de madera, que le brinda seguridad a quien lo porta-. El Comandante de la Base,
Coronel Shmuel Sheffer, está sentado detrás de nosotros, al fondo de la sala, fumando su eterno
cigarrillo. Nos damos cuenta que no será una misión normal. Esta vez se trata de algo inusual.

-“Caballeros”- Motty Yeshurun, Segundo Comandante del Escuadrón, sostiene la “Vara de la


Autoestima” con ambas manos, con ella toquetea ligeramente la mesa que hay frente a él y dice:
“Nuestra misión es… ¡Sharm-el-Sheikh2! Hace una pausa en lo que procesamos la información.

Un tenso silencio envuelve la sala. Nos reacomodamos en nuestros asientos, mirándonos unos a
otros. No sabemos si alegrarnos o alarmarnos, sentimos a un tiempo, emoción y temor.
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Obviamente, tenemos enfrente una misión importantísima. Motty comienza el briefing: I.


Antecedentes. II. Misión. III. Información disponible. IV. Fuerzas que tomarán parte. V… repasa
todos los asuntos de un briefing de combate, enfocándose más allá de lo usual en los objetivos.
Detalla las defensas antiaéreas concentradas alrededor de los blancos, explica la amenaza que
representan los aviones enemigos que encontraremos, los cuales sin duda, despegarán desde la
pista de Gardaka, cruzando el Mar Rojo. Enfatiza la suprema importancia del éxito de la misión,
nos da instrucciones de rescate en caso de que alguien sea derribado. Finalmente llegamos a los
puntos finales: 14. Preguntas y 16. Comentarios.

Es turno del Comandante de la Base, quien tiene varias cosas qué recalcar: se planta frente al
pizarrón. Motty le pasa la “Vara Mágica”, que le dará confianza para dirigirse a nosotros. Sonríe a
través del humo de su eterno cigarro y dice: “Bueno, así está la cosa”- Sheffer siempre suena muy
tímido, aunque de hecho es cualquier cosa menos eso. “Quiero recordarles cómo comenzó esta
guerra”: Nasser3 cerró los Estrechos de Tirán a la navegación israelí, cortando así la ruta marítima a
Eilat4. Nosotros consideramos esto como un acto de guerra y se rompieron las hostilidades”.

Con el señalador, toca el mapa pegado en la pared trasera y continúa: “Recuerden, la única razón
por la que estalló esta guerra, es el cierre de los Estrechos. Y el objetivo primario por el cual
combatimos, es reabrirlo para nuestros barcos. Eso es precisamente lo que ustedes van a hacer
hoy”. Finalmente, enciende un nuevo cigarrillo con la brasa del anterior y nos dice: “¡Buena
suerte!”

Pasamos la siguiente hora en los briefings particulares de cada formación, memorizando todo el
material de inteligencia, revisamos el material de vuelo, “cargamos combustible” –o sea, tomamos
un abundante alimento en el comedor del Escuadrón-. Y estamos listos.

12:27 P.M. Estamos en el aire, con rumbo al sur, trepamos en pronunciado ángulo hasta 25,000
pies. Como de costumbre, soy el número Dos de Oded Sagi. Solomon y Bouki son Tres y Cuatro. La
formación de Yeshurun despegó antes que nosotros.

El vuelo a esta altitud es tranquilo y pacífico, totalmente diferente de las alocadas carreras a baja
altura. Hay tiempo para la reflexión contemplativa. Miro el Mirage de Oded, plata brillando al sol,
con la roja rodela del Escuadrón en su cola. Parece como si estuviera suspendido en el espacio,
levantando ligeramente la nariz de cuando en cuando, y bajándola de nuevo, lentamente. El casco
blanco de Oded gira. Me ve, su rostro está oculto tras los grandes goggles polarizados y la
mascarilla de oxígeno. Asiente ligeramente con la cabeza, con cortesía, y aunque no puedo ver su
cara, sé que me está sonriendo.

-“Buena suerte, Oded”, le digo por el radio, mientras inclino también la cabeza, devolviéndole la
cortesía.

El desierto de Barren se extiende bajo nosotros, de horizonte a horizonte. A nuestra derecha


descansan las áridas montañas del Neguev, a nuestra izquierda, los montes de Edom, en Jordania.
Riscos de color morado oscuro, amenazadores y misteriosos.
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En mi mente, vuelvo a ver el pizarrón de la Sala de Inteligencia, con todos los detalles de la misión
y las fuerzas que intevendrán. Somos ocho aviones de combate, pero no estamos solos. Una gran
fuerza de transportes pesados también vuela hacia el sur, cada uno cargando cincuenta soldados
de Infantería, armados y equipados, listos para saltar en paracaídas sobre el objetivo. Grandes
helicópteros Super-Frelon, también llenos con tropas de asalto han despegado previamente.
Cazas, helicópteros, transportes, paracaidistas e incluso, una pequeña fuerza naval –algunas
lanchas torpederas salieron de su base en Eilat horas más temprano, tomaron curso hacia el
Estrecho y pasarán por él en cualquier momento.

Nuestra tarea en la batalla que se avecina es decisiva: debemos sorprender al enemigo,


bombardear y destruir los principales focos de resistencia, después cañonearemos todo lo que se
mueva, despejando el área para los soldados que aterrizarán ahí. Finalmente veremos si requieren
apoyo posterior y de ser necesario, les brindaremos protección contra cualquier aeronave
enemiga que pueda arribar al combate.

Estamos sobre Eilat y el panorama cambia. Nunca había visto esta parte del mundo. La enorme
mole del Monte Sinaí se eleva hacia el cielo en medio de blanca neblina. Debajo nuestro, el mar,
azul oscuro, se ve como si hubiera inundado por accidente el desierto desolado. Si me alcanza la
artillería antiaérea, deberé esforzarme al máximo para llegar al mar antes de eyectarme. Es
preferible saltar sobre aguas infestadas de tiburones, que caer en las laderas de una montaña de
granito en medio de las tropas enemigas.

Escucho la primera comunicación en la frecuencia común. Los transportes de paracaidistas se


están reagrupando sobre Eilat. Puedo verlos a lo lejos, debajo de mí, decenas de aviones Nord,
lentos y pesados, volando en círculos, parecen un grupo de bombarderos de largo alcance de la
Segunda Guerra Mundial. Yeshurun le habla al líder de los Nords, revisa que todo marche
conforme a lo ordenado. Después confirma la ubicación de los helicópteros y tenemos luz verde
para proseguir con la misión.

Ver los Nords me hace percatarme de la suprema importancia de nuestra misión. Esta
impresionante flota de aviones de transporte, a la espera de que nosotros despejemos el área del
objetivo, enfatiza la sobrecogedora responsabilidad que descansa en nosotros. Nuestra misión
debe ejecutarse a la perfección, de otro modo, los indefensos transportes serán derribados sin
misericordia, y los paracaidistas que llevan, morirán sin siquiera alcanzar a combatir.

-“Doorway, abran interruptores de armamento”- ordena Oded en la frecuencia de la formación.

-“Dos”.

-“Tres”.

-“Cuatro”. Cada uno responde en orden, asegurándose que los interruptores estén en ON, con los
botones oprimidos.

Al mirar sobre la nariz del Mirage, puedo ver claramente los Estrechos de Tiran. En cosa de
minutos estaremos ahí, sumergidos en un mortífero caldero de fuego antiaéreo. Pero mientras
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tanto, seguimos flotando tranquilamente a velocidad de crucero, en perfecta formación, con cada
avión fijo en su lugar. Los gritos y tumultos del campo de batalla en el Norte del Sinaí se ven muy
lejanos, nuestros radios están sintonizados en frecuencias distintas. Estamos al otro lado del
Mundo, en nuestra propia guerra privada. En este momento, todo está tranquilo acá al sur. Pero la
batalla está a punto de estallar en cualquier momento.

-“Doorway, línea a popa ¡ahora!” y veo a Solomon y Bouki retrasarse hasta su nueva posición,
listos para atacar.

-“¡A toda potencia!” ordena Oded y nuestras manos izquierdas empujan hasta el tope los
aceleradores.

-“OK”- me digo a mí mismo, me acomodo en mi asiento y empujo fuertemente con mis pies los
timones de pedal–“¡Aquí vamos!”

Entramos en picada plana y aceleramos. El ruido en la cabina crece. El avión empieza a galopar,
vibra y salta conforme la velocidad aumenta. Todos los sistemas de armamento están listos y
“calientes”. Si vemos posiciones antiaéreas o concentraciones de tropas, los bombardearemos. Si
hay convoyes de vehículos, atacaremos con fuego de cañones. Si aparece algún avión enemigo,
eyectaremos todo –bombas y tanques de combustible- e iremos por él, en combate aire – aire.
Estoy listo para lo que sea.

Volamos sobre la costa. El panorama cambia rápidamente. Una bahía, mar encrespado, grandes
montañas a la derecha. Una gran isla y un estrecho frente a nosotros. Giramos ligeramente a la
izquierda.

De repente, el radio vuelve a la vida: “Aire… Aire… Aire… aquí Mar… Aire, aquí Mar… Aire, aquí
Mar ¿cómo me copias? ¿Aire, cómo me copias? Cambio” ¿Qué demonios sucede? ¿quién está
“pajareando” en la frecuencia común?

-“Adelante, Mar”- Motty está delante de nosotros y les responde. Él ya está sobre el área del
objetivo.

-“Aire, aquí Mar… Aire, aquí Mar…” –Cómo molestan ¿por qué le dan tantas vueltas? ¡pasa rápido
el mensaje y cállate! Somos reactores de combate, nuestros tiempos se miden en segundos.

-“Aire, aquí Mar… Aire, aquí Mar, estamos en el área del objetivo… estamos en el área del
objetivo… no hay resistencia, repito, no hay enemigos en el área. ¡La bandera de Israel ondea en el
mástil! Cambio.”

-“¡Roger!” nuestro estilo de comunicación radial es muy diferente al de los marinos.

-“Aire, aquí Mar. Capturamos el objetivo. Notifiquen al Cuartel General, díganles que la Marina
tomó Sharm-el-Sheikh sola! ¡díganles que la Marina capturó Sharm!”

-“OK”.
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La Marina capturó Sharm sin disparar un tiro. Me quito el sombrero. Ahora los helicópteros
pueden aterrizar sin peligro, y los aviones de transporte tras de ellos, para desplegar su invaluable
carga humana con toda seguridad. Y una formación de ocho interceptores Mirage armados hasta
los dientes, lista para combatir contra temibles enemigos, tendrá que buscar presas en algún otro
lado.

Traducción: Mayor de Caballería (Retirado) Luis Espino Alcaraz.

Ejército Mexicano.

NOTAS DEL TRADUCTOR:

1. Ribera Occidental –en inglés “West Bank”. Margen occidental del río Jordán, comprende la
región de Cisjordania.
2. Sharm-el-Sheikh. Bahía y base militar de gran importancia estratégica, al sur de la
península del Sinaí.
3. Gamal Abdel Nasser. Presidente egipcio y principal líder del mundo árabe desde 1954
hasta su muerte en 1970. Su gobierno se caracterizó por su total hostilidad hacia Israel.
4. Eilat. Importante puerto israelí ubicado en el Golfo de Eilat, en el Mar Rojo. Es también la
ciudad más meridional de Israel.
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ILUSTRACIONES:

Sud-Aviation SA-321K “Super Frelon”. Fuerza Aérea de Israel.

Nord Noratlas N2501 Fuerza Aérea de Israel.

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