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La crisis del '29 y el Golpe de Terra:

La caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 tuvo repercusiones de carácter mundial,


provocó la caída de las exportaciones y una grave crisis económica, que vía Europa llegó
a América Latina. En el caso de nuestro país, la grave crisis económica tuvo
repercusiones de carácter socio-económico, sumado a discrepancias políticas que,
finalmente, desembocaron en la dictadura de Terra.
El plan anti-crisis y sus costos sociales
La dramática reducción de las exportaciones entre 1929 y 1932 se hizo sentir en todos los
sectores. El Consejo Nacional de Administración propuso un plan para enfrentar la crisis.
Las medidas pretendían no solo paliar el déficit de la balanza comercial, sino frenar la
devaluación acelerada del peso uruguayo. Por distintas razones, las disposiciones
perjudicaron tanto a los exportadores como a los importadores y a las empresas
extranjeras. La inflación desatada y el cierre de empresas repercutieron en los
trabajadores. A fin de compensar la rebaja del salario real se instauró la "semana inglesa",
que reducía el horario laboral, y se promovió una política de obras públicas contra la
desocupación. Los efectos de la crisis golpearon a toda la población, pero las clases
conservadoras no estaban dispuestas a pagar un precio tan alto y el problema se trasladó
al plano político.
El golpe de Estado
En las elecciones de 1930 habían triunfado los batllistas, logrando la mayoría en el
Consejo Nacional de Administración, al que correspondía la dirección de la política
económica. El presidente Terra pronto marcó distancia del batllismo y discrepo con las
medidas tomadas por C.N.A. En esto fue respaldado por los conservadores colorados, el
herrerismo y el Comité de Vigilancia Económica. Como respuesta, el batllismo hizo
acuerdos con el nacionalismo independiente, rama disidente de la mayoría herrerista,
para impulsar el plan anti-crisis. La gran abstención en las elecciones de 1932, que
debían renovar parcialmente los integrantes del Consejo de Administración, fue
interpretada por Terra como un juicio negativo a la política del Consejo Nacional de
Administración. Convencido de que el presidente debía intervenir en la conducción
económica y de que no podía esperarse hasta que hubiera una reforma constitucional, el
31 de marzo de 1933 disolvió el Consejo y las cámaras. El golpe contó con la adhesión
expresa del herrerismo, el riverismo y otros colorados conservadores; sus apoyos sociales
fueron el Comité de Vigilancia Económica (con el predominio del sector agroexportador) y
las clases conservadoras en su conjunto. En su contra, se contaron batllistas,
nacionalistas independientes, socialistas y comunistas. La población, en general, no
mostró mayor signo de resistencia.
La "República conservadora"
Durante la breve dictadura de Terra hubo persecución, prisión y exilio; censura de prensa
y limitación de libertades, pero no se prohibió la actividad de los partidos. La intención del
presidente y sus aliados fue poner un Ejecutivo fuerte en la dirección económica.
Rápidamente se convocó una Convención Constituyente. La nueva Constitución fue
plebiscitada en abril de 1934. En ese mismo acto se eligieron senadores y diputados, con
la ausencia de nacionalistas independientes y batllistas, que no presentaron listas ni
votaron. Una disposición excepcional habilitó a la Constituyente a elegir al presidente y
éste a hacer lo propio con los gobiernos departamentales. El candidato único fue Gabriel
Terra. En el senado, según el acuerdo pactado, la mitad correspondió a los terristas y la
otra a los riveristas. De este modo, se inauguró un nuevo período constitucional, marcado
por la representación parcial del espectro político y la participación directa de hombres del
agro y la empresa en el gobierno.
Entre el intervencionismo y el capital privado
Pese a sus compromisos con los grupos vinculados al capital nacional y extranjero, Terra
mantuvo cierta autonomía de acción. Aplicó políticas tendientes a favorecer a las
empresas extranjeras, al sector agro-exportador y a la industria, pero no dudó en
fortalecer al Estado. Tal vez su pasado batllista o un pragmatismo consciente de la falta
de iniciativa privada le llevaron a concebir proyectos de corte intervencionista o a la
creación de empresas mixtas (por ejemplo: Conaprole). El Estado interventor de Terra, sin
embargo, había cambiado de perspectiva y de aliados. Actuaba en la economía para
apuntalar -no para sustituir- al capital privado; era un "estado nodriza", que lejos de hacer
frente al sector empresarial, estaba dispuesto a complementar sus esfuerzos. Las
medidas de corte más dirigista se aplicaron al control de cambios y del comercio exterior.
El Banco República tuvo el monopolio de la venta de moneda extranjera, derivando la
diferencia de cambios a su favor, hacia políticas de incentivo a la producción o de
compensación social. Estas últimas se basaron en el asistencialismo, que buscó atenuar
los efectos de la crisis.
Material elaborado por el docente apoyado en estos materiales: "Uruguay 1929-1938:
depresión y desarrollo fabril" de Raúl Jacob s/d. "El impacto de la crisis del '29, los
reformismos y aperturas políticas desde mediados de la década del '30" de Lucia Sala de
Tourón.

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