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Doña Tonquete y el duende.
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que viven en agujeros de la pared. Para ellos, grandes
cavernas. Pero ahí no queda todo. El pequeño duende azul
elevó la voz y lanzó un conjuro.
- ¡Jejé, jajá, jejé! Que te crezca el pie. - Y el pie de la niña
creció y creció al punto que la nena no podía gatear, aquel
inmenso pie molestaba al otro.
Tonquete soltó al pequeño hombrecillo y comenzó a llorar.
Papi corrió a socorrerla. No creía lo que veían sus ojos. Su
hija, su querida niña tenía el pie como un globo. Ella no
sabía hablar aún con las personas pero si hablaba con los
animales, los duendes, y las brujas. Nosotros al crecer
olvidamos ese idioma aunque por el susto, papi pudo verlo
todo. Un mayor asustado, ve lo que vio algún día. Se
enfureció. Que el enanito entrara sin permiso a la casa,
estaba mal. Lo que no sabía papi es que vivía allí, con toda la
familia de duendes. Ofender y maltratar a la hija de papá
eso si que no estaba bien. Ella es chiquita pero desde chicas
hay que cuidar y admirar a las niñas. Le dio un manotazo al
susto, se pellizcó los temblores , se desató el nudo de la
garganta y se enderezó. Pobre papi, al salir de la sorpresa,
salió del país de las almas. Tonquete se rió, le hizo
cuchufletas, le enseñó la lengua y se olvidó de él. En la casa
seguían durmiendo y el pobre papi pensó que se estaba
volviendo loco. En tanto el perro ladraba y gemía a cada
ladrido en su trasero.
La enfermedad de Tonquete.
El gato Saquelturo.
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y mitad blanco. Si quieres conocerlo mejor, obsérvalo de
perfil. Por la derecha negro, por la izquierda blanco. Es dos
gatos en uno pero por cualquier lado que uno lo imagine,
por el frente parece la noche y el día. Por el perfil un zapato
de dos tonos. La cola de Saquelturo simula un plumero a tal
punto que la tía se equivoca a cada rato y lo coge para
sacudir los muebles. Claro, el gato maulla y sopla muy fuerte
. Los pelos del lomo los pone como las espinas de un erizo.
La tía lo calma acariciándole la panza. El espinazo, tan
espinoso, verdaderamente no se puede acariciar. Pensarán
ustedes que Saquelturo come poco. Pues no, el problema
está en que los ratones no le dan ningún descanso y no hace
bien la digestión. Para aprovechar los alimentos hay que
comer con tranquilidad. Como los gatos tienen un olfato
prodigioso para cazar los ratones, mamá ratona llega hasta
el porque se le perdió un cría y necesita encontrarla. Ahí el
pobre minino, que no come ratones, tiene que dejar su
cazuela con comida y ponerse a buscar al ratoncito, hasta
que lo encuentra y se lo lleva a la madre. Esta tarea es
constante porque los ratones son rápidos e inquietos y lo
mismo suben una empinada pared que se cuelan por un
sucio tragante. Para colmo cuando Saquelturo quiere dormir
son entonces los guayabitos los que quieren jugar. Nada,
nuestro felino lleva vida de perros en el buen decir.
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Una maldad pequeña y una catástrofe inmensa.
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voló tapias, cercas, calles. Montó en el viento y huyó muy
lejos.
Alguien gritó.
- ¡Alarma, alarma!
Corrieron los niños y las niñas, los hombres y las mujeres,
las ancianas y los ancianos. Hasta la mascota jicotea se
volteó sobre el carapacho espalda y comenzó rápida a rodar.
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Con Tonquete.
Extraños sucesos.
Los novios.
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