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Magistrada sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
SENTENCIA
El asunto llegó a esta Corporación por la remisión que hizo la segunda instancia
constitucional, en virtud de lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 86 de la
Constitución y en el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991. La Sala de Selección
N° 8, mediante auto del 16 de agosto de 2018, escogió el asunto para su revisión.
I. ANTECEDENTES
El actor considera que dicha decisión vulneró sus derechos al debido proceso y
de acceso a la administración de justicia al no declarar la responsabilidad del
Estado y desconocer el precedente de la Sección Tercera del Consejo de Estado,
conforme al cual se debe aplicar un régimen de responsabilidad objetivo por
riesgo excepcional, en los casos en que un funcionario de las Fuerzas Militares
resulte lesionado o muerto en una actividad peligrosa, siempre que la misma le
haya sido asignada para el cumplimiento de sus funciones y no haya sido este
quien tenía la guarda material de la actividad.
3
A. Hechos y pretensiones
Además, indicó que este Tribunal, en Sentencia SU-200 de 19974, fue enfática
en reconocer que el mero hecho de ser soldado profesional no implica el deber
de asumir riesgos de forma ilimitada y sin ningún tipo de consideración y
cuidado.
Por eso, con base en un testimonio, concluyó que “no existió negligencia o falta
de cuidado por parte del piloto de la nave, pues los dichos del testigo indican
que éste condujo la lancha como lo hacía usualmente, tomando los caminos
fluviales acostumbrados y con la prudencia que se requería” 5. Así mismo, se
refirió a la fuerza mayor y señaló que “era dable afirmar que la intempestiva
aparición de la troza y el posible desprendimiento de la peña originaron el
volcamiento de la nave y superaron las circunstancias que el piloto pudo
resistir”6.
4
MP: Carlos Gaviria Díaz y José Gregorio Hernández.
5
Folio 20, cuaderno 1.
6
Folio 122, cuaderno 1.
5
Así mismo, refirió las sentencias del 7 de septiembre del 2000, del Consejero
Ponente Ricardo Hoyos Duque, y del 23 de junio de 2010, de la Consejera Ruth
Stella Correa, en las cuales se aclara que el servidor público que se lesiona como
consecuencia de la conducción de un automotor no puede invocar el ejercicio de
la actividad peligrosa para reclamar del Estado la indemnización del daño que
sufra pues es precisamente él mismo quien está llamado a actuar de manera
prudente y diligente en el ejercicio de la actividad peligrosa. Por el contrario, “si
el afectado es un tercero, quedará relevado de probar la falla del servicio y la
administración solo se exonerará si acredita que el hecho se produjo por culpa
exclusiva de la víctima, por el hecho de un tercero ajeno al servicio, exclusivo y
diferente, o por fuerza mayor”.
10. Indica que el accidente le dejó secuela de cuadriplejia a sus 30 años, por lo
cual esta compelido a usar silla de ruedas de por vida y a depender de otros para
la realización de cualquier actividad.
Primera instancia
8
Folios 105 y 106 del cuaderno 1.
9
Folios 110 a 112 del cuaderno 1.
10
C.P. Gabriel Valbuena Hernández
11
Folio 122, cuaderno 1.
7
Con fundamento en lo anterior, el juez dejó sin efectos la sentencia del Tribunal
Administrativo de Nariño y ordenó al demandado dictar una providencia de
remplazo, teniendo en cuenta los lineamientos de la parte motiva13.
Impugnación
Segunda instancia
14
Folios 139 a 142 del cuaderno 1.
15
Folios 139 a 142 del cuaderno 1.
16
C.P. Stella Jeannette Carvajal Basto
9
III. CONSIDERACIONES
Competencia
18
Estas consideraciones fueron extrapoladas de la sentencia T-211 de 2018 de esta Sala de Revisión.
11
20
Sentencia T-211 de 2018. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
21
Ibídem.
13
Defecto fáctico: se presenta en los eventos en los que el juez carece del apoyo
probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la
decisión, o la valoración de la prueba fue absolutamente equivocada.
22
Cfr. Corte Constitucional, sentencia T-324/96 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz): “… sólo en aquellos casos en
los cuales el acto que adscribe la competencia resulte ostensiblemente contrario a derecho, - bien por la notoria
y evidente falta de idoneidad del funcionario que lo expidió, ora porque su contenido sea abiertamente
antijurídico -, el juez constitucional puede trasladar el vicio del acto habilitante al acto que se produce en
ejercicio de la atribución ilegalmente otorgada. Sólo en las condiciones descritas puede el juez constitucional
afirmar que la facultad para proferir la decisión judicial cuestionada no entra dentro de la órbita de
competencia del funcionario que la profirió y, por lo tanto, constituye una vía de hecho por defecto orgánico”.
23
Cfr. Corte Constitucional, sentencia SU-159/02 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa): “(…) opera cuando la
decisión que toma el juez desborda el marco de acción que la Constitución y la ley le reconocen al apoyarse en
una norma evidentemente inaplicable al caso concreto, bien sea, por ejemplo (i.) porque ha sido derogada y ya
no produce ningún efecto en el ordenamiento jurídico, (ii.) porque ella es claramente inconstitucional y el
funcionario se abstuvo de aplicar la excepción de inconstitucionalidad, (iii.) porque su aplicación al caso
concreto es inconstitucional, (iv.) porque ha sido declarada inexequible por la propia Corte Constitucional o,
(v.) porque, a pesar de estar vigente y ser constitucional, no se adecua a la circunstancia fáctica a la cual se
aplicó, porque a la norma aplicada, por ejemplo, se le reconocen efectos distintos a los expresamente señalados
por el legislador”.
14
Error inducido: sucede cuando el Juez o Tribunal fue víctima de un engaño por
parte de terceros y esa circunstancia lo condujo a la toma de una decisión que
afecta derechos fundamentales.24
12. Ahora bien, cuando los funcionarios judiciales encuentren cumplidos los tres
criterios mencionados, tienen la posibilidad de apartarse del precedente, siempre
y cuando (i) lo identifiquen de manera expresa y (ii) ofrezcan una justificación
razonable, seria, suficiente y proporcionada, que dé cuenta de las razones por las
qué se apartan de la regla jurisprudencial previa 32. Así se protege el carácter
dinámico del derecho y la autonomía e independencia de que gozan los jueces.
13. De manera que sólo cuando un juez desconoce una regla jurisprudencial
vinculante y plenamente aplicable a determinada situación, sin cumplir con la
carga argumentativa descrita, incurre en la causal de procedibilidad de la acción
de tutela contra providencias judiciales, relacionada con el desconocimiento del
precedente judicial y, en consecuencia, vulnera los derechos fundamentales a la
igualdad y al debido proceso de las personas que acudieron a la administración
de justicia.
El defecto fáctico33
14. Desde sus inicios esta Corte estableció que los jueces de conocimiento tienen
amplias facultades discrecionales para efectuar el análisis del material probatorio
en cada caso concreto34. Por ello, determinó que cuando se alega un error de
31
Reiterada en muchas oportunidades: Sentencias T-794 de 2011, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio, T-1033 de
2012, M. P. Mauricio González Cuervo y T-285 de 2013, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, entre otras.
32
Sentencias T-082 de 2011, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-794 de 2011, M. P. Jorge Iván Palacio
Palacio y C-634 de 2011, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. En esta última, dicho en otras palabras se explica: “La
Corte también refirió al grado de vinculación para las autoridades judiciales del precedente jurisprudencial
emitido por las altas cortes. Resulta válido que dichas autoridades, merced de la autonomía que les reconoce la
Carta Política, puedan en eventos concretos apartarse del precedente, pero en cualquier caso esa opción
argumentativa está sometida a estrictos requisitos, entre otros (i) hacer explícitas las razones por las cuales se
aparte de la jurisprudencia en vigor sobre la materia objeto de escrutinio judicial; y (ii) demostrar
suficientemente que la interpretación alternativa que se ofrece desarrolla de mejor manera los derechos,
principios y valores constitucionales. Esta opción, aceptada por la jurisprudencia de este Tribunal, está
sustentada en reconocer que el sistema jurídico colombiano responde a una tradición de derecho legislado, la
cual matiza, aunque no elimina, el carácter vinculante del precedente, lo que no sucede con otros modelos
propios del derecho consuetudinario, donde el precedente es obligatorio, basado en el principio del stare
decisis.”
33
Este capítulo ha sido desarrollado por la Sentecia T-202 de 2017 de este despacho.
34
La Corte Constitucional, en sentencia T-055 de 1997, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz, determinó que, en lo
que hace al análisis del material probatorio, la independencia judicial cobra mayor valor y trascendencia.
17
Así mismo, esta Corte puntualizó que este defecto tiene dos dimensiones, una
positiva38 y otra negativa39. La primera se presenta cuando el juez efectúa una
valoración por completo equivocada, o fundamenta su decisión en una prueba no
apta para ello; y la segunda, cuando omite o ignora la valoración de una prueba
determinante o no decreta su práctica sin justificación alguna.
Con todo, esta Corporación ha sido enfática en señalar que para que la tutela
resulte procedente ante un error fáctico, “[e]l error en el juicio valorativo de la
prueba debe ser de tal entidad que sea ostensible, flagrante y manifiesto, y el
mismo debe tener una incidencia directa en la decisión, pues el juez de tutela no
puede convertirse en una instancia revisora de la actividad de evaluación
probatoria del juez que ordinariamente conoce de un asunto”40.
35
Ver, entre otras, las sentencias T-231 de 1994, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-442 de 1994, M. P. Antonio
Barrera Carbonell; T-008 de 1998, M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-025 de 2001, M. P. Eduardo Montealegre
Lynett; SU-159 de 2002, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa; T-109 de 2005, M. P. Marco Gerardo Monroy
Cabra; T-264 de 2009, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-114 de 2010, M. P. Mauricio González Cuervo, SU-
198 de 2013, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. En ésta última se indicó expresamente: “la intervención del juez
de tutela, en relación con el manejo dado por el juez de conocimiento es, y debe ser, de carácter
extremadamente reducido. El respeto por los principios de autonomía judicial y del juez natural, impiden que el
juez de tutela realice un examen exhaustivo del material probatorio”.(negrita fuera del texto original).
36
Ver sentencia T-442 de 1994, M. P. Alejandro Martínez Caballero. Allí se indicó: “si bien el juzgador goza de
un gran poder discrecional para valorar el material probatorio en el cual debe fundar su decisión y formar
libremente su convencimiento, inspirándose en los principios científicos de la sana crítica…, dicho poder jamás
puede ser arbitrario; su actividad evaluativa probatoria supone necesariamente la adopción de criterios
objetivos, racionales, serios y responsables. No se adecua a este desideratum, la negación o valoración
arbitraria, irracional y caprichosa de la prueba, que se presenta cuando el juez simplemente ignora la prueba u
omite su valoración o sin razón valedera alguna no da por probado el hecho o la circunstancia que de la misma
emerge clara y objetivamente”.
37
Sentencia SU-489 de 2016. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
38
Sentencia SU-159 de 2002, entre otras.
39
Sentencias T-442 de 1994 y SU-159 de 2002, entre otras.
40
Sentencias SU-198 de 2013, precitada, y T-636 de 2006, M. P. Clara Inés Vargas Hernández.
18
16. La cualificación del defecto fáctico implica que el yerro debe ser relevante,
no solo en términos de protección del derecho al debido proceso, sino también
respecto a la controversia jurídica bajo examen41. De tal suerte que:
18. En síntesis, dado que el defecto fáctico se puede presentar: (i) por la omisión
en el decreto y la práctica de pruebas; (ii) por la falta de valoración del acervo
probatorio y (iii) por desconocimiento de las reglas de la sana crítica; le
corresponde al accionante demostrarle al juez de tutela la forma en la que se
produjo el yerro en cualquiera de las modalidades referidas y cómo este tiene una
incidencia directa en la decisión.
45
Respecto al fundamento y desarrollo de la responsabilidad del Estado antes de la Constitución Política de 1991,
consolidada principalmente mediante la acuciosa labor de los jueces, inicialmente de la Corte Suprema de Justicia
y luego por el Consejo de Estado ver la sentencia C-957 de 2014.M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
46
Sentencia C-043 de 2004. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
47
Sentencia C-333 de 1996. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
48
Sentencia C-043 de 2004. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
49
Sentencia C-832 de 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil y Sentencia C-778 de 2003. M.P. Jaime Araujo Rentería.
20
20. En cuanto a la responsabilidad del Estado por los daños que sufren los
miembros de la Fuerza Pública en ejercicio de sus funciones, la
jurisprudencia del Consejo de Estado -Sección Tercera- ha considerado, en
varios pronunciamientos, que debido a que “las personas que se vinculan a un
cuerpo de seguridad del Estado asumen los riesgos propios del servicio” 57 esos
daños no comprometen, en principio, la responsabilidad del Estado debido a que
se producen en ejercicio de las funciones que dichos sujetos asumen, las cuales
implican riesgos superiores a los ordinarios.
Por ello, ha indicado que los riesgos propios del servicio inherentes a las
actividades que desarrolla la Fuerza Pública se cubren con el régimen
prestacional de naturaleza especial previsto para aquéllos, particularmente un
sistema de indemnización predeterminada y automática (a forfait) prestablecida
en las normas laborales para los accidentes de trabajo58.
54
Sentencia C-333 de 1996, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
55
Ibídem.
56
Sentencia SU-449 de 2016, M.P.
57
Sentencia del 13 de mayo de 2015 (C.P. Carlos Alberto Zambrano Barrera).
58
Ibídem.
22
21. De otra parte, pese a existir la indemnización a forfait, la Sección Tercera del
Consejo de Estado ha establecido que “la reparación [plena] de esos daños
resulta procedente cuando estos se hubieran producido por la falla del servicio
o cuando el funcionario hubiere sido sometido a un riesgo de naturaleza
excepcional, diferente o mayor al que debían afrontar sus demás compañeros o
incluso cuando el daño sufrido por la víctima hubiere sido causado con un arma
de dotación oficial, dado que en este último evento se abriría paso el régimen de
responsabilidad objetivo por la creación del riesgo”61.
59
Sentencia del 6 de julio de 2017, Sección Tercera, Subsección A. C.P. Carlos Alberto Zambrano Barrera.
60
C.P. Hernán Andrade Rincón.
61
Sentencia del 12 de mayo de 2016 (C.P. Marta Nubia Velásquez Rubio) citada en la Sentencia T-202 de 2017
de este despacho.
23
22. Debido a que el caso que nos ocupa está relacionado con la ejecución de
actividades de riesgo, como lo es la conducción de una lancha de propiedad del
Estado (riesgo creado por el Estado para prestar un servicio), es preciso señalar
que el Consejo de Estado ha efectuado un desarrollo jurisprudencial diferenciado
para dos hipótesis en las cuales se ha declarado responsable al Estado. La
primera, referida a los supuestos en que el accidente o suceso que dio lugar al
daño (lesión o muerte) mientras el agente se transportaba en el vehículo
(terrestre, aéreo, fluvial, marítimo) sucedió debido a una falla del servicio de la
administración; y la segunda relacionada con los supuestos en que el agente que
resultó dañado por razón del incidente no era quien tenía la guarda de la
actividad peligrosa, es decir, no era quién conducía el automotor, por lo que no
resulta relevante si el accidente que dio lugar al daño ocurrió o no por razón de
una falla en el servicio.
Esta sentencia, en aplicación de las anteriores reglas, señaló que si bien por
tratarse de un soldado profesional podía entenderse que había asumido los
riesgos inherentes a la actividad militar de forma voluntaria “dicha asunción del
riesgo no implicaba, per se, que aquél debía exponerse a todo tipo de peligro y
que el Ejército se liberaba del deber de brindar los elementos y de disponer de
todas las medidas de seguridad necesarias para garantizar la seguridad y la
defensa de sus hombres”.
Así había sido establecido por esa sección desde la Sentencia del 23 de agosto
de 201265 en la cual se aclaró además que:
“el uso de tales títulos por parte del juez debe hallarse en consonancia
con la realidad probatoria que se le ponga de presente en cada evento, de
manera que la solución obtenida consulte realmente los principios
constitucionales que rigen la materia de la responsabilidad
extracontractual del Estado (…)”.
64
Sección Tercera, Subsección B. C.P. Danilo Rojas Betancourth (E)
65
M.P. Hernán Andrade Rincón.
66
Sentencias de 5 de diciembre de 2006, exp, 20 621 M.P. Ruth Stella Correa Palacio y de 10 de agosto de 2005,
exp, 16.205. M.P. María Elena Giraldo Gómez.
25
67
C.P. Ricardo Hoyos Duque.
68
exp: 9912
26
Por lo anterior dado que, en este caso, la guarda de la actividad peligrosa era del
demandante no procedía la imputación a título de responsabilidad objetiva.
Además, en razón a que este no demostró la falla del servicio en la causación del
accidente ni tampoco que éste se produjo como consecuencia de un daño
especial que no estaba en el deber jurídico de soportar, la Sala negó las
pretensiones indemnizatorias. Esta misma regla de decisión fue aplicada en la
Sentencia del 23 de junio de 201069.
Otra de las providencias relacionadas con esta segunda hipótesis, la cual fue
citada por el actor en la apelación debido a las similitudes fácticas que considera
existen en los casos, es la Sentencia del 27 de noviembre de 200270, mediante
la cual se estudió el suceso de un Subteniente del Ejército Nacional que murió
ahogado junto con 19 militares más, luego de que la lancha en la que se
movilizaban por el río Gamués (Putumayo) se volcara y naufragara al estrellarse
contra un tronco que bajaba por la corriente, la cual era bastante fuerte para el
momento del accidente.
Así las cosas, señaló que en el régimen de responsabilidad por riesgo, deben
demostrarse tres elementos: (i) el hecho dañino, sin necesidad de probar la
calificación de la conducta subjetiva del demandado; (ii) la existencia de un daño
cierto, particular y que recaiga sobre una situación protegida jurídicamente; y
69
C.P. Ruth Stella Correa.
70
C.P. Maria Elena Giraldo Gómez.
27
71
Este título de imputación de diferencia del daño excepcional, en que “para que se configure la responsabilidad
por riesgo excepcional, es necesario que el daño se cause en desarrollo de una actividad que genera un riesgo
para la sociedad, es decir que en sí misma es peligrosa, por ello al desarrollarla el Estado a sabiendas de su
peligrosidad se ve obligado a reparar dichos daños, mientras que en el caso del daño especial se quebranta el
llamado principio de la igualdad ante las cargas públicas, es decir que el Estado en desarrollo de una actividad
que beneficia a toda la sociedad causa perjuicios a otros ciudadanos que no están en la obligación de soportar
dicho daño, así la actuación sea legítima, por ello el Estado debe indemnizarlos”.
28
A partir de un análisis de las pruebas y del hecho de que no fue el actor quien
manipuló la granada de fragmentación, la sentencia concluyó que concurrían los
elementos para declarar la responsabilidad patrimonial del Estado bajo el título
jurídico de imputación de riesgo excepcional, al cual el lesionado se vio
sometido por haber resultado herido como consecuencia del estallido de una
granada de dotación oficial mientras prestaba servicio militar, sin que la
demandada hubiere acreditado causa extraña que pudiere eximirla de
responsabilidad.
Conclusión
26. Hasta aquí es preciso recapitular, en primer lugar, que la regla conforme a la
cual se atribuirá responsabilidad objetiva por riesgo excepcional a la Nación en
los casos en que el agente afectado no haya tenido la guarda material de la
actividad peligrosa y no se haya alegado por parte de la demandada la
configuración de una causa extraña como eximente de responsabilidad, ha sido
pacífica74.
No obstante, si bien esta línea es estable, también es cierto que, dado que la
Constitución Política de 1991 no privilegió ningún régimen de responsabilidad
extracontractual en particular, la jurisprudencia del Consejo de Estado no
establece que un único título de imputación es aplicable a eventos que guarden
ciertas semejanzas fácticas entre sí. Por el contrario, una lectura sistemática de la
jurisprudencia de la Sección Tercera permite advertir que este título puede variar
en consideración al material probatorio obrante en el proceso y a los criterios
jurídicos que el juez estime relevantes al momento de valorarlo, dentro del
marco de su argumentación.
Así mismo, como se observó, la forma en la que la Nación alega y prueba dentro
de estos procesos de reparación directa la existencia de una causal eximente de
responsabilidad es determinante para la imputación de responsabilidad objetiva
por riesgo. Lo anterior en razón a que la fuerza mayor como exonerante no la
constituye el simple hecho externo como causa extraña, sino una cualidad que va
más allá de este hecho, como es la capacidad de acreditar que hubo una
imposibilidad de detener los efectos dañinos. Por esta razón, un mismo hecho
externo puede en unos casos configurar una eximente de responsabilidad, y en
otros no hacerlo.
74
Los supuestos en los cuales la jurisprudencia de la Sección Tercera del Consejo de Estado no ha sido pacífica,
son aquellos en los cuales el servidor víctima era quien cnducía el automotor o portaba el arma, es decir, cuando
era quien tenía la guarda material de la actividad peligrosa (Ver Sentencias del 23 de junio de 2010, C.P. Ruth
Stella Correa; 9 de octubre de 2014, C.P. Stella Diaz; y 25 de marzo de 2015, C.P. Hernán Andrade).
30
Para el análisis del defecto descrito, lo primero que advierte la Sala es que, en las
hipótesis en que el ejercicio de una actividad peligrosa un agente de las Fuerzas
Militares resulta afectado, el Consejo de Estado ha acudido al estudio de
diversos títutos de imputación para atribuir o no la responsabilidad patrimonial a
la Nación. Lo anterior, ha dependido en todos los casos del material probatorio
que obra en el proceso y de los criterios jurídicos de valoración de la prueba
empleados por el juez, los cuales, en unos casos, han permitido atribuir
responsabilidad por falla del servicio, en otros, de forma objetiva bajo el régimen
de riesgo, o en otros, simplemente encontró acreditada una causal extraña que
exonera de responsabilidad al Estado.
Precisamente por ello, para realizar el estudio de un caso de este tipo, el juez
natural no enmarca el problema jurídico dentro de la aplicabilidad que tenga o no
un determinado régimen de responsabilidad para la hipótesis que analiza, pues
esto solo puede deteminarse una vez se examinen las particularidades de cada
caso. Por ello, se observa que acertadamente el Tribunal Administrativo de
Nariño formuló el problema jurídico en los siguientes términos:
75
Folio 14 del cuaderno 1.
31
Ahora bien, una lectura de la providencia acusada permite advertir que la misma
no desconoció la existencia de dicho precedente. En tal sentencia, una vez el
Tribunal identificó que, al igual que en la Sentencia del 28 de Agosto de 2014
que este mismo cita in extenso y la cual reitera la regla de decisión descrita en
los fundamentos 24 y 25 de esta sentencia, “el señor Alexander Alonso Bedoya
Pérez se encontraba en el bote que naufragó en calidad de pasajero, es decir
que no estaba bajo su responsabilidad la conducción del mismo, ni tenía la
guarda material de la actividad”78, procedió inmediatamente a realizar el estudio
del caso a partir de esa regla jurisprudencial sobre el régimen de responsabilidad
objetiva por riesgo excepcional.
sana crítica, concluyó que la causa extraña descrita fue la que causó el accidente,
razón por la cual no podía atribuirse responsabilidad a la Nación.
Por su parte, señaló que las reglas de la experiencia son aquellas reglas de la
vida y de la cultura general formadas por inducción, que constituyen una
vocación espontánea o provocada de conocimientos anteriores y que se producen
en el pensamiento como nutrientes de consecutivas inferencias lógicas 85. Una
80
Folio 3 del cuaderno 1.
81
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
82
Sentencia C-622 de 1998, M. P. Fabio Morón Díaz.
83
Azula Camacho, Jaime. Manual de Derecho Procesal civil, Teoría General del Proceso, Tomo VI. Editorial
Temis, Bogotá, 2015. Página 66.
84
López Blanco, Hernán Fabio. Procedimiento Civil, Tomo III. Segunda Edición. DUPRE Editores. Bogotá,
2008. Página 79.
85
Muñoz Sabaté, Luis. Fundamentos de Pruebas Judicial Civil. J.M. Bosch Editor. Barcelona, 2001. Página 437.
34
Sobre el particular, es preciso señalar que no encuentra la Sala cuáles fueron las
razones por las cuales el demandante alegó la configuración del defecto fáctico,
pues él mismo omite explicarlo. Es decir, no se observó que el señor Alexander
Bedoya haya explicado cómo se produjeron los defectos que alega (qué prueba
fue indebidamente valorada) y cómo los mismos tuvieron incidencia directa en el
sentido de la decisión86. Lo anterior, a pesar de que el juez constitucional ha
establecido que en los casos en que se pretenda cuestionar una decisión del juez
natural mediante la acción de tutela, la carga de la prueba le corresponde al
demandante87.
Además, luego del estudio del expediente de reparación directa que fue recibido
en préstamo del Juzgado Noveno Administrativo del Circuito de Pasto, la Sala
pudo concluir que el Tribunal Administrativo de Nariño sí realizó el análisis del
material probatorio a partir de los principios de la sana crítica, y tuvo en cuenta
las reglas de la experiencia al reconocer, como lo ha hecho el Consejo de Estado
en otros casos, que el agua es un elemento físico que responde a componentes
que no son manejables por la fuerza del hombre88 y que, por ello, la aparición
intempestiva de una troza de madera en el río era un hecho externo inevitable e
imposible de prever por quien conducía la lancha.
86
Sentencia T-202 de 2017, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
87
Sentencia T-230 de 2007, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
88
Sentencia del 27 de noviembre de 2002.
89
Folio 293 del cuaderno 1 del expediente de reparación directa recibido en préstamo.
35
30. Por último, no puede olvidarse que “la intervención del juez de tutela, en
relación con el manejo dado por el juez de conocimiento es, y debe ser, de
carácter extremadamente reducido”, pues los principios de autonomía judicial y
del juez natural, impiden que el juez constitucional realice un examen exhaustivo
del material probatorio93.
90
Folio 20 del cuaderno 1 (Página 11 de la sentencia de Tribunal Administrativo de Nariño).
91
Folio 349 del cuaderno 1 del expediente de reparación directa recibido en préstamo.
92
Folio 89 del cuaderno 2 del expediente de reparación directa recibido en préstamo.
93
SU-198 de 2013, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva.
36
No obstante, dado que la Sala advirtió que el ad quem tardó cuatro meses en
proferir su decisión dentro del actual proceso de tutela y que, en total, el Consejo
de Estado tardó seis meses en tramitar la impugnación presentada por el
Ministerio de Defensa el 17 de enero de 2018 – término que supera el legal y que
no se compadece de la relevancia constitucional de los asuntos que aquí se
debaten – se exhortará a dicha autoridad judicial para que en próximas
oportunidades tenga en cuenta la importancia de decidir oportunamente los
procesos de tutela que sean de su conocimiento.
IV. DECISIÓN
RESUELVE
Magistrado