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15 - Mayo/Junio 2001
Isabel Gómez
ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE
En segundo lugar, hay que caracterizar esta actividad como secuencia de
acciones en las que participan diversos agentes con grados diferentes de dominio de
conocimientos y de experiencia, con grados y matices distintos de competencia
respecto a las exigencias, retos, objetivos y a la realización de las acciones concretas.
Dichos agentes tienen además roles y funciones diferentes.
Contexto complejo
La clave del «aprendizaje eficaz», según los teóricos del tema de las
estrategias de aprendizaje y de la metacognición, es la capacidad del alumno para
captar consciente o inconscientemente las exigencias de la tarea y de responder
adecuadamente; es decir, la capacidad para reconocer y controlar la situación de
aprendizaje. Los alumnos que aprenden se caracterizan por estar organizados, tienden
a pensar sobre lo que aprenden, buscan comprender la situación e identificar las
habilidades apropiadas para la exigencia de cada tarea. Por ello, la profundidad y la
calidad del aprendizaje están determinados tanto por el conocimiento y comprensión
de la naturaleza de la misma y por la información que se posee sobre el tema (saber
qué y cómo), así como por el grado de control que se ejerce sobre los procesos
cognitivos implicados: atención, memoria, razonamiento, etc. Y este control comporta
la posibilidad de ser consciente de la naturaleza, del estado y funcionamiento de los
propios mecanismos de pensamiento.
La escuela aporta para la realización de la actividad de aprendizaje un
contexto complejo en el que cabe resaltar la especificación de contenidos y objetivos
diferenciados, pero coordinados, según las etapas y la participación conjunta en
actividades específicas, dirigido todo ello hacia las metas citadas. La escuela pretende
facilitar la construcción de los conocimientos sobre el mundo y acerca de la propia
persona, necesarios para enfrentarse a las tareas que propone con fines educativos, al
tiempo que persigue el desarrollo de las habilidades y estrategias necesarias para su
realización. Pretende también armar y preparar para progresar autónoma y
conscientemente en los aprendizajes.
Lo que sabemos actualmente sobre el modo como se desarrollan los procesos
cognitivos implicados en el aprendizaje hace que la postura ante el tema sea de
consenso acerca no tan sólo de la conveniencia, sino de la necesidad de la enseñanza
de procesos. A partir de la visión que proporciona la psicología cognitiva actual, ayudar
a los alumnos a manejar la ingente cantidad de información que proviene de diferentes
medios y canales y a manejar sus propios procesos de pensamiento se ha convertido
en una meta educativa importante. Por otra parte, partiendo de la base de que el
alumno construye y elabora el conocimiento de forma personal, esta visión se
completa con la de que lo hace de forma estratégica siguiendo un camino y unas fases
de acuerdo a una meta.
La relevancia del tema puede explicarse a partir del desarrollo de la psicología
cognitiva y del interés de estudios que tratan de caracterizar este ámbito y que
exploran las posibilidades de su enseñanza. Pero gran parte se debe, también, a que
conecta con la sensibilidad del profesorado hacia el tipo de procesos que la educación
ha de fomentar en los alumnos como objetivo educativo en sí mismo y como medio
para conseguir objetivos de aprendizaje.
Los objetivos educativos de las etapas de la escolaridad hacen referencia a que los
alumnos sean capaces de resolver problemas, comunicar por diversos medios, convivir
democráticamente, explorar y observar, explicar e implicarse en temas de medio
ambiente y sociales, dominar el movimiento y cuidar la salud, entre otras cuestiones
de máximo interés. La manera como se pueden conseguir estos objetivos tiene mucho
que ver con el planteamiento claro y coherente de los mismos y con su traducción en
la práctica; es decir, con la metodología y estrategias de enseñanza que provoca un
tipo determinado de procesos de aprendizaje.
Enseñar en esta perspectiva implica también un determinado uso del lenguaje
verbal, un «uso intenso del lenguaje», podríamos decir, para facilitar la regulación de
la acción. Y regular la acción quiere decir negociar el significado y sentido del
aprendizaje, ponerse de acuerdo con el resto a la hora de compartir la construcción del
conocimiento y, por último, apropiarse de criterios de evaluación (véase a ese respecto
el artículo «Criterios de evaluación», de este mismo Tema del Mes).
El que domina la escritura, por ejemplo, no realiza un solo acto, sino varias
operaciones que incluyen la planificación, organización y redacción del texto, su
relectura y revisión, operaciones que pueden producirse simultáneamente y hasta ser
ejecutadas inconscientemente. Los niños o los no expertos no conocen la importancia
de cada una de ellas y carecen de estrategias para llevarlas a cabo.
«Para saber más», en este Tema del Mes), proponen actuaciones del siguiente
tipo:
• Análisis conjunto del proceso, llevado a cabo en una secuencia (decisiones,
opciones realizadas, instrumentos utilizados, resultados...) y elaboración de
cuestionarios de autointerrogación para favorecer la toma de conciencia y la formación
de estrategias.
• Organización del trabajo flexible que permita al alumnado pensar, ensayar y
rectificar, probar nuevas vías, revisar los trabajos.
• Organización social del aprendizaje de tal manera que alumnos más capaces o
expertos ayuden a sus compañeros en la realización de tareas (tutoría de iguales).
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
www.revistacandidus.com
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