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Nadie en la tierra puede probar que Dios existe. Pero, ¿y qué? De todos modos, se ha
sobreestimado el probar la materia. Suponte que exiges que se pruebe cada cosa en la vida,
sin dejar lugar para la confianza o la fe. En primer lugar, no te preocupes si despachas cartas
por correo. Quieres enviar una carta de Buenos Aires a Brasilia. Tienes que ir al empleado de
correos y decirle: "demuéstreme que esta carta llegará bien a Brasilia". (No le voy a pagar ni
una sola estampilla hasta que me lo demuestre! Tienes también que dejar de comprar
alimentos en el supermercado. ¿Quién sabe si un terrorista puedo haber introducido algún
veneno en aquella caja de cereal que parece tan inofensiva? Y volar, sería realmente chiflado.
Hay que tener fe para volar. Tienes que confiar en un piloto con el cual nunca te has
encontrado y sentarte en un avión usado que supones que ha sido revisado y puesto a punto
en algún momento desde la segunda guerra mundial. Seamos realistas, no hay forma que
puedas vivir de esa forma porque la fe es parte de casi cada cosa que hacemos.
Es extraño como emplea la gente la fe cada día, justo para funcionar, y sin embargo
piensan que no es práctico ejercitar fe cuando se trata de religión. Ni siquiera el sistema judicial
requiere una prueba absoluta. Todo lo que se necesita es "más allá de alguna razonable", para
enviar a la gente a la cárcel por décadas.
Entonces, la pregunta real no es, “¿Puedes probar que Dios existe? Mejor es preguntar,
“¿Qué evidencias hay que pueden ayudarme a creer? Aquí hay algunos elementos básicos
para la fe.
Y este carpintero con manos callosas con músculos robustos y con el pelo negro a lo
largo de sus hombros caminó entre ellos, diciéndole a la gente vez tras vez, "soy Dios".
Entonces, fue exactamente lo que afirmó ser o fue un lunático engañado por sí mismo. No hay
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otro camino. O fue Dios o fue un loco, eso es todo. Pero ningún lunático podría darnos las
enseñanzas increíbles sobre la honestidad que Jesús dio en el Sermón del Monte. Ningún loco
podría vivir una vida tan íntegra y llena de bendiciones. Ningún impostor podría volver a la vida
después de estar muerto por días. La evidencia habla a voz en cuello, "este hombre es
verdaderamente Dios".
¿Pero que clase de Dios es? ¿A qué se parece en realidad? Durante años pensé que
Dios era semejante al conductor del autobús de nuestra escuela primaria. Lo llamábamos,
"Chillón", porque soplaba un silbato de metal brillante cada vez que nos avistaba en su
tremendo espejo arrojándonos tomates o golpeando la cabeza de alguno. Pisaba el freno, se
ponía de pie frente a nosotros en su uniforme gris y, arrugado, fruncía el entrecejo ferozmente y
después gritaba, "(Estoy avergonzado de ustedes, jóvenes. Esos 3 que están allí...bajen del
ómnibus, ahora mismo!" Y por demasiado tiempo, me imaginaba a Dios así, pisando fuerte por
el cielo, ceñudo, ansioso para saltar por encima sobre la gente cuando se echa a perder.
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La verdad es que una sonrisa amplia y grande aparece en el rostro de Dios cuando se
menciona su nombre. Está deseoso de ser amigo contigo para toda la eternidad. Dios salta de
arriba abajo de alegría cuando piensa en tenerte en su equipo para siempre. Cuando pecas,
nunca se enoja. Nunca puedes ser tan malo como para sacarlo de quicio. En tiempos difíciles,
anhela ser la primera persona en poner sus brazos sobre tus hombros para ofrecerte valor y
ayuda. La Biblia lo describe mejor con la palabra estupenda, amor. "El que no ama, no ha
conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4:8).
Pero, ¿cómo puedo a llegar amigo íntimo con Alguien a quien ni siquiera lo puedo ver?
¿Cómo puedo conocer realmente a Dios cuando parece estar tan lejos? Preguntas
importantes.
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cuando todos están durmiendo. Conoce el frente masculino que asumes para impresionar a tus
amigos. Dios entiende y siente todo eso.
El tercer paso es rehusar fiarse de los sentimientos. Los sentimientos son notoriamente
veleidosos. Al desayuno estás en la cima de la montaña y luego por la tarde en las
profundidades. Un día sientes como si Dios estuviera a tu lado, el próximo, como si estuviera a
10 millones de kilómetros de distancia. Hoy te sientes como si fueras santo y mañana como si
fueras el mismo diablo. No te preocupes. Los sentimientos pueden ser de utilidad, pero no
deben ser el fundamento de nuestra relación con Dios. En cambio, confía en las promesas de
las Escrituras, como esta promesa fantástica, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Fíate
completamente en la Palabra de Dios.
El cuarto paso es escuchar a Dios que te habla a través de la Biblia y luego, hablar con
él en oración. Concéntrate principalmente en la vida de Cristo como aparece en los evangelios
Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Al principio toma 10 minutos varias veces a la semana y lee 7 u
8 versículos acerca del ministerio difícil de Jesús. Después, pasa tiempo en oración
imaginándote esa escena. Colócate en algún lugar donde se desarrolla la acción. Pregúntate:
¿qué hay ahí para oír, ver, oler, sentir, palpar? Finalmente suplica al Espíritu Santo que te
enseñe la manera como se aplican hoy a tu vida esos versículos. No te desanimes. Confía que,
poco a poco, pero en forma segura, a través de todos los vaivenes, a través de todos los
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momentos interesantes y los momentos de sequía, Dios te atraerá cada vez más cerca de él
con amor.