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EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98

Tradicionalmente, los autores de finales del siglo XIX y


principios del XX han sido divididos en dos
grupos: modernistas y noventayochistas. Esta supuesta separación en
dos grupos o escuelas se considera hoy superada, y tanto el
Modernismo como la Generación del 98 se contemplan como dos
aspectos de un mismo movimiento literario: la renovación de
principios del siglo XX.

El primero se iniciaría en América y el segundo en España,


ambos a finales del siglo XIX. La separación entre ambas
denominaciones se ha mantenido a lo largo de los años más por
razones didácticas que científicas. Ambas participan igualmente de
las preocupaciones, intereses y estilos propios del Modernismo, ya
que las circunstancias históricas y ambientales fueron las mismas
para todos ellos.

A este respecto hay que señalar que a finales del s. XIX Europa
sufre una crisis ideológica, basada en el pensamiento de algunos
filósofos: Nietzsche (crítica de la moral dominante, búsqueda de
nuevos valores morales), Kierkegaard (existencialismo, dudas
religiosas), Schopenhauer (“la vida es la historia del dolor”.) y se
enfrenta a una serie de convulsiones sociales motivadas por la lucha
entre la burguesía y clase trabajadora. Respecto del arte y de la
cultura aparece la creencia de la supremacía del arte y de la belleza
como objetivo final de la literatura.

Por su parte, España vive una crisis política y social general


que se agrava con la pérdida de las colonias americanas. En este
contexto surgen las principales corrientes de pensamiento: el
Regeneracionismo, corriente socio-política que defiende la
“regeneración” de España frente a la crisis de la sociedad española,
proponiendo soluciones políticas y, sobre todo, económicas y el
Krausismo: corriente filosófico-ética, que proviene del filósofo
alemán Krause: respeto a la libertad de conciencia, espíritu moralista
y pedagógico. Su influencia será enorme en la Institución Libre de
Enseñanza: escuela y organización cultural que defiende la
“regeneración” de España por medio de la cultura. Su influencia fue
muy amplia hasta la guerra civil española. Fundador Giner de los Ríos.

Desde finales del siglo XIX se llamó modernistas a todos los


autores que querían renovar el panorama literario anterior: se oponen
al Realismo, agotado, y a la poesía prosaica de finales del siglo XIX
(salvo Bécquer y Rosalía de Castro, que serán tomados como
modelos). Este movimiento de renovación nace prácticamente a la
vez en Europa y en América. De todos modos, podemos afirmar que
los primeros fueron los autores hispanoamericanos. El Modernismo
busca un nuevo lenguaje basado en una nueva sensibilidad, y rechaza

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el prosaísmo y la retórica vacía de la literatura anterior. Para ello,
vuelven sus ojos hacia:

a) El Modernismo hispanoamericano, representado por José Martí


-rebelde, poeta y revolucionario-, Gutiérrez Nájera, J. Asunción
Silva, Leopoldo Lugones y, sobre todo, Rubén Darío. El
modernismo hispanoamericano aúna el deseo de renovación social
y artística y supone una autoafirmación política y cultural que
rechaza toda influencia española y busca otra influencias en la
literatura americana –W.Withman, italiana –D’Annunzio- o
francesa.

b) El Parnasianismo y el Simbolismo, movimientos literarios de la


segunda mitad del siglo XIX:
• El Parnasianismo que tiene como lema: el Arte por el
Arte, es decir, la búsqueda de la perfección poética desde un
punto de vista formal, olvidando los contenidos más
humanizados. Los temas predilectos de este movimiento son
los mitológicos, la Edad Media o los ambientes exóticos, que
aparecen frecuentemente en la poesía de Rubén Darío y los
demás autores modernistas.

• El Simbolismo que busca ir más allá de la realidad, de lo


sensible. Para lograr esta finalidad aparentemente tan
complicada, recurren a los símbolos

c) Por último, el Romanticismo, representado fundamentalmente


en la figura de Bécquer, también influirá en el enfoque intimista de
algunos modernistas españoles.

Por todo ello, los temas característicos del Modernismo girarán


en torno a los siguientes polos:

a) Los que significan la atención a lo exterior sensible o la


evasión hacia lo lejano (lo legendario, lo mitológico y lo pagano, lo
exótico, lo cosmopolita; así como las evocaciones históricas al
medievo, a la época renacentista o al s.XVII).

De acuerdo con tales preferencias, los poemas modernistas se


pueblan de dioses, ninfas, centauros y sátiros; vizcondes, caballeros..,
es un mundo rutilante de viejos castillos, de salones versallescos, de
jardines perfumados; un mundo en el que aparecen cisnes, libélulas,
camellos flores de lis y de loto, y en donde brillan el marfil, las perlas,
los esmaltes...y todo ello , insistimos, no es más que el deseo de crear
mundos de belleza y elegancia en los que refugiarse de un ambiente
mediocre.

Sin embargo, no todo es exterioridad y evasión en los modernistas:

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b) Otro sector de su temática tiene como centro la intimidad del
poeta, los versos se cargan de tristeza, melancolía..., son
síntomas de un hondo malestar que recuerdan la angustia-
desazón -romántica, propia de quienes se sienten frustrados por
el mundo en que viven. La presencia de lo otoñal y lo
crepuscular, la noche, resultan reveladores de tal sensibilidad.
Las pasiones, lo irracional; el misterio, lo fantástico, el sueño,
vuelven a poblar

c) El amor y el erotismo. El tratamiento de ambos aspectos


apunta en dos direcciones: una, la idealización del amor y de la
mujer, mundo inalcanzable que sume al poeta en la más
profunda tristeza; otra, el erotismo encarnado en la mujer fatal,
lasciva y dominadora.

d) Los temas americanos: el indigenismo.

Centrándonos ya en el estilo propio del Modernismo destacaríamos


los siguientes aspectos:

El lenguaje modernista a diferencia del 98 (sobriedad en el


estilo) se inclina hacia la retórica y la artificiosidad. Los modernistas
son maestros en la utilización de recursos fónicos: como aliteraciones,
onomatopeyas- armonía imitativa.

En cuanto al léxico: predominan términos cultos y evocadores.


Gustan de la adjetivación ornamental, sinestesias, imágenes,
metáforas, símbolos, en suma, todos aquellos recursos que se
caractericen por su poder sugeridor y por su valor decorativo.

La utilización del color con efectos plásticos brillantes o


matizados y lo mismo con la musicalidad rotunda o lánguida.

La métrica modernista esta marcada por la experimentación y


la renovación. Sus rasgos principales son:

- Uso de los versos alejandrinos (14), dodecasílabos (12), y


eneasílabos (9), escasos en la tradición poética anterior.
- Introducción de novedades en las estrofas clásicas.

RUBÉN DARÍO es considerado el “padre del Modernismo” y en su


obra se ven reflejadas todas sus características. Escribió artículos,
ensayos, cuentos y poesía, aunque sus tres obras más influyentes
son:

- Azul: libro escrito en prosa y verso que contiene ya los


elementos propios del Modernismo (musicalidad, exotismo,

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erotismo,…) y que ensalza las raíces americanas frente a lo
español. En él se advierten influencias del Simbolismo ya en el
título, puesto que “azul” simboliza “el misterio”
- Prosas profanas: a pesar de su título, es un libro escrito en
verso, donde se consolida la estética modernista. En él
aparecen princesas, cisnes y mundos alejados de la realidad en
un ambiente refinado.
- Cantos de vida y esperanza: supone un gran cambio en su obra,
ya que recupera la tradición literaria española, exaltando lo
español frente a lo americano. En ella continúa la evasión de la
realidad hacia jardines bellos con princesas y cisnes, en poemas
sinceros donde reflexiona sobre temas personales.

Muchos escritores españoles se sintieron atraídos por el


Modernismo. Entre los más famosos se encuentran FRANCISCO
VILLAESPESA y MANUEL MACHADO.

Aun entendiendo el Noventayochismo como un aspecto


particular del movimiento general denominado Modernismo, hay
algunas características propias de la Generación del 98 que la
individualizan y le dan personalidad propia aún compartiendo las
características estilísticas generales de la búsqueda de la obra bien
hecha.

A los escritores de la generación del 98 les interesa la


renovación formal del arte que proponen los modernistas, pero se
diferencian de ellos porque buscan un estilo sencillo y antirretórico,
renuevan y enriquecen la lengua con neologismos, pero prefieren
recuperar léxico tradicional castellano caído en desuso, a introducir
las muchas palabras exóticas, sonoras, cosmopolitas, que
encontramos en cualquier texto modernista.

Si el modernismo encuentra en la poesía su género literario más


representativo, el grupo del 98 cultivará la prosa, la novela y sobre
todo el con ensayo, como género adecuado para dar rienda suelta a
sus inquietudes. Además estacan sus innovaciones en los géneros
literarios, como las nivolas de Unamuno o el esperpento de Valle
Inclán.

Dos son los temas que preocupan fundamentalmente a esta


generación: el tema de España y el sentido de la vida humana.

a) La reflexión sobre qué es España, las razones de su


ininterrumpida decadencia desde el siglo XVII, son temas de
amplia tradición en la literatura española, desde los escritores
barrocos como Baltasar Gracián o Saavedra Fajardo, a los
ilustrados como Cadalso o Jovellanos, o los románticos como
Larra.

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UNAMUNO forma parte del grupo de intelectuales que pretenden
sacar a España de su progresivo hundimiento sin recurrir a soluciones
políticas. En un primer momento, que puede representar su ensayo
En torno al casticismo, cree que el falso patriotismo, el militarismo,
los malos políticos y la incuria de los intelectuales ha propiciado la
decadencia de España, que puede encontrar solución abriéndose a
Europa y conservando lo mejor de la raíz española, que perdura en el
común de los hombres que con su quehacer diario va marcando el
paso de la historia, lo que él llamaba la intrahistoria.
Más tarde Unamuno rechazó esa apertura a Europa y en otro
ensayo Vida de Don Quijote y Sancho, ensalza al hidalgo manchego
como paradigma de los valores morales y espirituales españoles
frente al racionalismo europeo.
AZORÍN en sus primeros escritos también hacen una aguda
crítica de la España contemporánea. Azorín el personaje que
protagoniza sus novelas, Antonio Azorín o La voluntad, se angustia
por encontrar un sentido a la vida y por la miseria moral y social que
percibe a su alrededor. Está convencido de que el anarquismo sería la
forma más rápida de alcanzar la justicia social. Azorín mitiga bastante
su ideario a partir de Las confesiones de un pequeño filósofo,
cuando cree que sólo la educación y la cultura harían posibles las
reformas que España necesitaba.

PÍO BAROJA vierte su preocupación por España en sus novelas, en


especial en La busca, la primera de la trilogía La lucha por la vida.
Presenta una imagen terrible de la realidad social de su tiempo, de
los que luchan por la vida desde el arroyo, denunciando la corrupción,
la injusticia y el egoísmo de la sociedad española.

b) Al preguntarse por el sentido de la vida y no encontrar


respuestas estos escritores viven una profunda crisis vital y
existencial. Todos ellos han superado la religiosidad tradicional,
han sido profundamente influidos por los primeros filósofos
existencialistas y se han separado de la ortodoxia católica.

UNAMUNO se siente desgarrado entre la imposibilidad de


reconciliar fe y razón, el deseo de creer en la inmortalidad y la idea
desgarradora de que tras la muerte no hay nada. Ante la
imposibilidad de usar la razón para obtener respuestas satisfactorias
recurre al irracionalismo: la razón es enemiga de la vida terminará
diciendo. Estos temas se exponen en sus ensayos Del sentimiento
trágico de la vida, La agonía del cristianismo; en sus novelas San
Manuel Bueno Mártir, Niebla; o en alguna obra teatral como El pasado
que vuelve.

La respuesta de BAROJA al sentido de la vida es negárselo. La


vida carece de sentido; el fuerte triunfa siempre sobre el débil, que
debe luchar siempre, aunque sepa que la lucha está condenada al
fracaso. En este sentido es El árbol de la ciencia la novela de Baroja
más inmersa en la corriente existencial.

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c) Otro aspecto claramente noventayochista son la admiración
por Castilla y su austero paisaje, al que contemplan de forma
subjetiva y más que reflejar de manera realista tierras y gentes,
proyectan en él su propio espíritu, Castilla de Azorín o Viajes
por tierras de Portugal y España de Unamuno, son libros que
responden a esta tendencia

Además de Unamuno, Azorín y Baroja, suelen incluirse en esta


generación literaria a VALLE-INCLÁN y a ANTONIO MACHADO.

El esteticismo de Valle-Inclán en las Sonatas le acerca a los


presupuestos del modernismo. El estilo modernista de la obra viene
dado por el refinamiento sensorial, el léxico rico, la musicalidad y el
ambiente decadente y aristocrático en el que se desarrollan las
historias amorosas que protagoniza el Marqués de Bradomín.

En su segunda etapa escribe la trilogía La guerra carlista, en la


que utiliza un lenguaje desgarrado y brusco para expresar el horror
de la guerra.

En su tercera etapa emplea ya su técnica del esperpento que


más que un género literario, es una nueva forma de ver el mundo, ya
que deforma y distorsiona la realidad para presentarnos la imagen
real que se oculta tras ella. Para ello utiliza la parodia, humaniza los
objetos y los animales y animaliza o cosifica a los humanos.
Presentados de ese modo, los personajes carecen de humanidad y se
presentan como marionetas. Sus máximas muestras son la pieza
teatral Luces de bohemia y la novela Tirano Banderas. La primera es
protagonizada por Max Estrella, un poeta miserable y ciego. A partir
de esa figura real trasciende la anécdota del fracaso y la muerte de
un escritor venido a menos. Se convierte en una parábola trágica y
grotesca de la imposibilidad de vivir en un país deforme, injusto y
opresivo. La segunda obra citada es un esperpento sobre los abusos
de un dictador americano. En esta línea esperpéntica estaría también
su trilogía El ruedo ibérico, en la que parodia la corte de Isabel II con
un estilo crítico en el que deforma la realidad.

La dureza y el sarcasmo de sus esperpentos van mucho más


lejos, en su crítica feroz a la situación social y política de su época
que la mayoría de los postulados reformistas de la generación del 98.

El interés por el paisaje y los tipos castellanos, la crítica social


de algunos poemas de Campos de Castilla de Machado le acercan a
este grupo, aunque se diferencia de ellos por el intimismo simbolista
de Soledades, galerías de otros poemas, el popularismo de Nuevas

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canciones o por los poemas militantes que Machado escribió en plena
guerra civil, cuando las circunstancias mostraron. que las ideas del 98
habían quedado ampliamente superadas por los acontecimientos que
desencadenaron la guerra civil del 36.

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