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Observaciones sobre “el estadio del espejo como formador de la función del yo [je]” de Lacan

“El retrato se convertiría en el más mágico de los espejos. De la misma manera que le
había descubierto su cuerpo, también le revelaría el alma. Y cuando a esa alma le llegara el
invierno, él permanecería aún en donde la primavera tiembla, a punto de convertirse en
verano. Cuando la sangre desapareciera de su rostro, para dejar una pálida máscara de
yeso con ojos de plomo, él conservaría el atractivo de la adolescencia. Ni un átomo de su
belleza se marchitaría nunca. Jamás se debilitaría el ritmo de su vida. Como los dioses de
los griegos, sería siempre fuerte, veloz y alegre”. El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde. 1

Pensar en un espejo, es pensar en una imagen, en un reflejo. La pregunta podría ser: ¿De quién? ¿De qué?
Lacan inicia este texto refiriendo el estadio del espejo como una identificación: “la transformación producida en el
sujeto cuando asume una imagen”2. Es decir, aquí, cobra gran importancia, en primer lugar, la palabra «Imago»
(que en latín significa imagen, entendida como aquella ”figura, representación, semejanza y apariencia de algo” 3), y,
en segundo lugar, la palabra «asume» (entendida como la manera en que el sujeto interpreta, se ocupa, tramita la
imagen, en otras palabras, cómo esa imagen es investida por el sujeto). Bajo estas premisas, la función del estadio
del espejo se nos presenta como la de “establecer una relación del organismo con su realidad; o, como se ha dicho,
del Innenwelt con el Umwelt” 4, entendiendo el «Innenwelt» como el mundo interno y el «Umwelt» como el mundo
circundante.

Esta manera de asumir la imagen en el espejo llama la atención de una manera particular en la infancia, en
palabras de Lacan: “el hecho de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la
impotencia motriz y la dependencia de la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos parecerá por lo tanto
que manifiesta, en una situación ejemplar, la matriz simbólica en la que el yo [je] se precipita en una forma primordial,
antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo
universal su función de sujeto” 5. De esta manera, imagino a una madre acercando a un niño en brazos a un espejo, y
me pregunto: ¿Qué puede ver el niño? ¿Cómo se percibe a si mismo? ¿Cómo percibe a su madre? Lacan refiere
que a través de la imagen observada en el espejo, el niño forma el yo-ideal, es decir, “sitúa la instancia del yo, aun
desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo; o más
bien, que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de las síntesis dialécticas por
medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo [je] su discordancia con respecto a su propia realidad” 6.

Por expresarlo de una manera más simple, se entendería como el proceso a partir del cual el niño o la niña, se
observan y se ubican en su entorno, comparándose consigo mismos y con las personas de su ambiente social, a
partir de lo cual inicia la construcción de su propia idea subjetiva sobre si mismos, de cada una de sus partes y de
su yo en general, desde los recursos con los que dispone en ese momento; lo cual lo hace una etapa muy
importante ya que “el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la
anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se
suceden desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad —y
hasta la armadura por fin asumida de una identidad alienante, que va a marcar con su estructura rígida todo su
desarrollo mental”7. Puntualizaremos esta idea apoyándonos en las palabras de Lacan, es “una verdadera

1
WILDE, Oscar. “El retrato de Dorian Gray”. Madrid. Luarna Ediciones, 2006. Pág. 199.
2
LACAN, Jacques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. En: Escritos 1. México: Siglo XXI Editores,
1984. Pág. 100.
3
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. <https://dle.rae.es> [24 de marzo de 2020].
4
LACAN, Jacques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. En: Escritos 1. México: Siglo XXI Editores,
1984. Pág. 102.
5
Idem. Pág. 100.
6
Idem.Pág. 100.
7
Idem. Pág. 103.
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prematuración específica del nacimiento en el hombre” 8, es decir, es el momento en el cual se inicia la
estructuración del Yo [Je]: “su aparición simboliza la permanencia mental del yo [je] al mismo tiempo que prefigura
su destinación alienante; unen el yo [je] a la estatua en que el hombre se proyecta como a los fantasmas que lo
dominan” 9.

Desde otra perspectiva, esa idea del yo [Je] también esta enmarcada en las situaciones socialmente elaboradas: “es
este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro,
constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la rivalidad del prójimo, y hace del yo [je] ese aparato para el
cual todo impulso de los instintos será́ un peligro, aun cuando respondiese a una maduración natural; pues la
normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural: como se
ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de Edipo” 10. Por lo tanto, es en esta etapa, en la que podemos
hablar del principio de realidad frente al desconocimiento del niño y de la niña sobre su mundo interno y su mundo
circundante, y sobre la manera en que se presenta la carga libidinal y se intenta dar una explicación primaria a su
ser y a su rol dentro de su entorno social, que podría llegar a ser visto como agresivo, en palabras de Lacan: “el
término “narcisismo primario” con el que la doctrina designa la carga libidinal propia de ese momento revela en sus
inventores, a la luz de nuestra concepción, el más profundo sentimiento de las latencias de la semántica. Pero ella
ilumina también la oposición dinámica que trataron de definir de esa libido a la libido sexual, cuando invocaron
instintos de destrucción, y hasta de muerte, para explicar la relación evidente de la libido narcisista con la función
alienante del yo [je], con la agresividad que se desprende de ella en toda relación con el otro, aunque fuese la de la
ayuda más samaritana” 11.

Para concluir, quiero resaltar que inicié estas breves observaciones, con una frase de Oscar Wilde, y
puntualmente del libro El retrato de Dorian Gray, teniendo en cuenta precisamente que hace referencia de alguna
manera, al pasaje por la observación propia del sujeto frente al “espejo”, y sobre cómo al observarse, un sujeto
puede ubicarse a si mismo dentro del mundo y construir un yo-ideal que le permita moverse en él de manera
satisfactoria, no obstante, también, cómo, en el caso de Dorian, no se logra construir la imagen de un yo-ideal que,
por decirlo de alguna manera, pueda enmarcarse dentro de un principio de realidad, y que le sea satisfactorio y le
permita tramitar su vacío. Del pasaje por el estadio del espejo, depende la estructuración básica de la personalidad
del sujeto y la posterior presencia de neurosis o psicosis.

8
Idem. Pág. 102.
9
Idem. Pág. 101.
10
Idem. Pág. 104.
11
Idem. Pág. 104.
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