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PRESENTADO A:
Doc. Edgar Augusto Ardila
Tutora: Nixa Triana
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ÍNDICE
Resumen -----------------------------------------------------------------------------------------2
Introducción-------------------------------------------------------------------------------------3
I. Formación de un jurista----------------------------------------------------------------------6
1.1 Relación y coincidencia entre el derecho y la sociedad-------------------------------7
1.2 Sistema jurídico que responda a las necesidades y funciones del país-------------10
1.3 Equilibrio del campo jurídico------------------------------------------------------------13
1.4 Inclusión del sistema jurídico y ejercicio de la ciudadanía --------------------------16
1.5 Realización profesional-------------------------------------------------------------------20
II. Propuestas--------------------------------------------------------------------------------------24
2.1 Relación y coincidencia entre el derecho y la sociedad------------------------------25
2.2 Sistema jurídico que responda a las necesidades y funciones de país--------------26
2.3 Equilibrio del campo jurídico------------------------------------------------------------27
2.4 Inclusión del sistema jurídico y ejercicio de la ciudadanía --------------------------29
2.5 Realización profesional-------------------------------------------------------------------31
Conclusiones-----------------------------------------------------------------------------------33
Referencias-------------------------------------------------------------------------------------35
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RESUMEN
ABSTRACT
The development of the legal profession teaching’s goes through different stages of great
importance and is expected to be consistent with all the legal field needs. That’s why, in
accordance with the university directives, a curriculum is being prepared with the theoretical
and practical aspects that every lawyer graduated from a higher education center must handle
adequately for his or her professional development in the different practice fields’s that he
or she possesses. In this sense, the Universidad Nacional de Colombia must have an
undergraduate program that answers to different needs of the professional, society and the
legal field. For this reason, in this paper we will go back to the historical origin of the
teaching of law, the changes over time, the structuring of the program in the country, and we
will point out the aspects that make the UNAL's Law program a great source of quality
teaching. Likewise, in an evaluative manner, we present different proposals that will allow
for the adaptation of the program according to certain guidelines that will be useful for the
correct development of the program.
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INTRODUCCIÓN
La formación que recibe una persona durante el tiempo en que se prepara para convertirse
en profesional es sumamente esencial, pues esta puede ser tan decisiva, como para
representar su éxito o fracaso en el ámbito laboral. Claramente, también entran en juego otros
factores, como su autoformación durante el proceso, y una vez finalizado éste, es decir, que el
profesional pueda seguir avanzando en sus conocimientos y su desarrollo en el campo en el
que se desempeña, sin la necesidad de que alguien lo instruya. No obstante, la formación que
le brinda un centro educativo tiene una gran importancia, ya que otorga las bases del
conocimiento y además, brinda las habilidades que le permitirán desempeñarse
excelentemente en su realización profesional.
Siendo así, no cabe duda afirmar que los tiempos han cambiado, y con ello la perspectiva
sobre las distintas profesiones y lo que se necesita de ellas. En el caso de los juristas,
anteriormente lo más importante y valioso era que tuvieran un amplio y muy riguroso
conocimiento sobre la normatividad del país, incluso, si sabían de memoria todo esto, mucho
mejor. De esa manera, se evidencia, como anteriormente la inteligencia se podía medir en
estas capacidades de memorización y réplica, pero no de propuesta, que permitiera conocer
la visión del estudiante. Por esa razón, la educación se centraba en reforzar este aspecto y eso
se veía representado en las prueba ECAES, donde el estudiante tenía que demostrar esos
conocimientos teóricos que realmente no le iban ser demasiado útiles cuando se enfrentara de
verdad a la vida laboral, así lo afirma el ICFES (2017), "En el caso de la prueba Saber Pro de
Derecho, en sus inicios se adscribía a una visión tradicional de la educación jurídica que
comprendía al Derecho como un conjunto de áreas aislado y fundamentado en conocimientos
declarativos" (p. 10) y así no tomaban en cuenta otras miradas que se le podían dar el
derecho.
Sin embargo, el panorama ahora es muy distinto, con la llegada de los medios
tecnológicos, el conocimiento de las normas pasó a un segundo plano, y otros temas tomaron
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mucha más fuerza. Siendo así, las capacidades esenciales que necesita un jurista dentro del
campo jurídico, también se transformaron y con ello, a su vez, lo hizo la formación, que
ahora debe buscar desarrollar habilidades que además de otorgar conocimientos – aspecto que
aún sigue siendo importante - desarrolle capacidades que le permitan ser competitivo. Esto
puede evidenciarse en la Pruebas Saber Pro de ahora, donde se evalúan tres competencias que
realmente permiten medir la capacidad del estudiante dentro del campo:
De esta manera, se evidencia que el abogado debe saber investigar (saber buscar y
encontrar fuentes del Derecho aplicables a situaciones concretas), gestionar conflictos
jurídicos (delimitar estos a través de la identificación de sucesos y formular respuestas
para cada situación, según las fuentes del Derecho) y comunicarse de manera efectiva
(interpretar situaciones y fuentes, construir argumentos lógicos para sustentar las
respuestas a cada situación y presentarlos de forma persuasiva) (ICFES, 2017, p. 15)
Con lo anterior claro y luego de un amplio aprendizaje de la formación del jurista -temas
tratados en la clase- el presente trabajo busca condensar y repasar toda esta valiosa
información, para así tener una mirada más clara de los problemas que tenemos, y las
propuestas hacia las que podemos avanzar, en nuestra Facultad de Derecho y en todas las
facultades jurídicas del país, pues esto sin duda alguna debe ser un esfuerzo conjunto de las
universidades colombianas, para realizar un verdadero cambio a las estructuras que hemos
tenido por tantos años, las cuales han provocado la debilidad del sistema jurídico y lo han
dejado con una imagen realmente desfavorable hacia la sociedad.
Por lo tanto, este informe final busca analizar cómo sería una educación adecuada en el
jurista, para alcanzar algunos objetivos fundamentales: en primer lugar, que haya relación
entre las normas jurídicas y las normas sociales, para que nuestro derecho represente nuestra
sociedad y no sea algo ajeno a ella. También, para que nuestro sistema jurídico sea realmente
útil y así responda a lo que necesita Colombia y sus ciudadanos. Así mismo, para que por fin
se consiga, por lo menos un poco de igualdad y equilibrio en el campo jurídico colombiano.
Además, para evitar la exclusión que infringe el contrato social contra los más vulnerables. Y
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con todo esto, que nos prepare, a nosotros como futuros abogados, para poder tener un
exitoso desarrollo profesional. Finalmente, como no todo es tener pensamiento crítico, se
darán propuestas que permitan el avance hacia la transformación y así, que la lucha de tantos
profesionales dentro del campo, no quede en un tal vez.
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I.
CÓMO DEBERÍA SER LA FORMACIÓN DE LOS
JURISTAS PARA…
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1.1 Que nuestro derecho corresponda a nuestra propia realidad y no dependa
de las directrices de los centros de poder mundial.
Por lo dicho previamente, no es de extrañar que las normas sociales y las normas jurídicas
parezcan totalmente ajenas, hecho contrario a lo que pasa en Europa. Así lo afirma
nuevamente Edgar Ardila (2018), ya que, en Europa, ambos tipos de normas funcionan como
un mecanismo complementario, pero en Latinoamérica, son muy distantes e incluso
contradictorias. De esa manera, lo que sucede en la región es bastante curioso, pues nuestras
normas si van de acuerdo a lo que establecen los grandes centros de poder, sin embargo, con
la sociedad a la que se dirige, no tienen ninguna relación.
Lo anterior ocasiona verdaderos problemas, pues es claro que la gran mayoría de las
personas conocen muy poco la normatividad jurídica, entre tantas cosas, por la cantidad de
leyes que hay en el país. Al ser así, los ciudadanos suelen regirse por las normas sociales que
son naturales para ellos, y éstas, al ser en ocasiones contradictorias con las jurídicas, hacen
que las personas incurran en delitos sin siquiera saberlo. Además, en el campo jurídico,
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subyace una serie de inconsistencias que determinan la misma deslegitimación del derecho,
de la que se habla anteriormente.
Para contextualizar a mayor profundidad, en pleno siglo XXI, la situación jurídica del
país se ve inmiscuida muchas veces por ciertas prácticas jurídicas ya totalmente ajenas a
nuestra realidad actual. Sin embargo, algo tan sustancial en la formación, como lo es la
colonización, se ha transformado, de forma tal que ahora estamos siendo partícipes de una
colonización tecnológica. Esto, ha traído tanto ventajas como desventajas en nuestro campo,
las cuales trataremos posteriormente. Pero, algo en lo que hay que hacer énfasis, es que esto
ha permitido la universalización del conocimiento, lo que elimina la posibilidad de limitarnos
por cualquier razón a la hora de investigar y aprender. Así mismo, esto ha permitido que nos
demos cuenta de antemano que en Colombia, existen aún normas promulgadas desde antes de
la constitución de 1991 - la cual ha ido revolucionando la sociedad colombiana
paulatinamente - que aún se encuentran vigentes. Un ejemplo de esto es la ley 27 de 1977
promulgada por el congreso colombiano, la cual expresa abiertamente en su primer artículo,
“Para todos los efectos legales llámase mayor de edad, o simplemente mayor, a quien ha
cumplido diez y ocho (18) años” . Esto a día de hoy, sigue siendo muy importante a la hora de
adquirir la mayoría de edad, sin embargo, nos brinda un claro ejemplo de cómo muchas leyes
promulgadas siguen vigentes, además de haberse arraigado en las normas sociales y
comunitarias.
Por otro lado, la formación jurídica debe estar encaminada en intentar resolver los
problemas de congestión fiscal, en los cuales, muchas veces se excusan los funcionarios
públicos y/o administradores de justicia para no pronunciarse respecto a una decisión
fundamental. Así mismo, esta congestión, es una de las tantas razones por las cuales, la
impunidad jurídica y social, reina en nuestro país. Por todo esto, a continuación se estudiará
cómo debe ser la educación del jurista para intentar dejar atrás estas graves problemáticas.
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innegable asumir que no hay nada que influya en el campo jurídico (al menos en Colombia),
a pesar de Kelsen (1934), en quien se basa nuestro sistema jurídico en gran medida,
pretendía “constituir una ciencia que tenga por único objeto al derecho e ignore todo lo que
no responda estrictamente a su definición.”
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se dió el pasado 30 de junio de 2020, cuando el Estado le encargó a la Universidad Nacional,
ser la sede de la reforma y actualización del código civil colombiano bajo la inspiración del
ya fallecido maestro Arturo Valencia Zea. Este código civil, a pesar de sus paulatinas y
pequeñas reformas, sigue siendo una reliquia del siglo XIX puesto que fue promulgado bajo
la ley 57 del año 1887. A pesar de ser muy eficaz, es algo que tiene más de 130 años, por lo
que no responde con las necesidades actuales de la sociedad colombiana. Así mismo, la
Universidad debe ser el eje de la discusión, configurándose como centro de debate para
futuras carreras presidencialistas, entre otras.
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Reiteradamente, se ha dicho que el sistema jurídico colombiano, no responde realmente
con las necesidades actuales de la sociedad que hace parte. Siendo así, no funciona para el
país, lo que es contradictorio, puesto que los juristas son muy útiles. El sistema jurídico se ha
diseñado en nuestro territorio, desde la época colonial, utilizando las mismas herramientas
que utilizan los sistemas jurídicos europeos. Esto supone un gran problema, puesto que, en
primer lugar, no responde a las necesidades colombianas, y en segunda instancia, como ya se
había expuesto, no suple las necesidades actuales.
Hoy en día, Colombia, como los países latinoamericanos, está pasando por algo que
denominó Santos (2012) como “un período de transición de paradigmas” (p. 34) en el cual la
modernidad no se acaba de ir y la postmodernidad aún no llega de lleno. Esto, trae consigo
ciertas problemáticas que aún no se terminan de resolver, para que la postmodernidad los
resuelva. Tal es el caso de la impunidad, que ha sido una constante en la historia colombiana
como la consecuencia directa de la corrupción, la cual ha azotado a Colombia desde la época
colonial. La corrupción, entonces, se reflejaba en la tiranía que ejercía el virreinato sobre sus
colonos, hasta el clientelismo, hoy en día, el cual es el medio principal para pagar favores
políticos. Por otro lado, una de las más grandes necesidades actuales de la sociedad
colombiana es la resolución del conflicto armado, el cual ha estado presente desde la
conquista, hasta estos días. A pesar de su transformación, siempre cuenta la misma historia
del dominado y el dominador. Podríamos fácilmente afirmar que la violencia ha sido lo que
ha determinado el hilo histórico de Colombia, a tal punto que la fracción roja de nuestra
bandera podría distribuirse al resto del pabellón nacional. Como consecuencia, el conflicto
armado ha destapado a la Colombia abandonada, al sector rural, a la región pacífica, que han
sufrido todos los achaques del conflicto en gran medida. La pobreza extrema y las
condiciones de vida precarias, son causas y consecuencias en sí mismas. Consecuencias del
conflicto, y causas del desplazamiento forzado. Además, el conflicto armado ha causado una
de las más grandes peripecias de esta sociedad, que a pesar de estar fragmentada, ha intentado
salir adelante. Se trata de la inseguridad. Una inseguridad que reina en las calles y que se
acentúa paulatinamente en la población.
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Todo esto, es acentuado por dos grandes fallos del sistema jurídico colombiano. En primer
lugar, la deslegitimidad institucional, causada por la misma permeabilidad (no reconocida)
del sistema jurídico. Es fácilmente manipulable por personas que ostenten un gran capital
jurídico, lo que garantiza una posición idónea. Y, en segundo lugar, la misma concepción del
derecho, como algo que es impermeable, y que permanece imparcial ante la sociedad. Es
primordial dar a entender lo marcada que está Colombia por el factor moral y ético
(impuestos por la religión católica), así como por todo tipo de factores que pueden beneficiar
o no a particulares. Siendo así, convivimos en una sociedad que prioriza el interés particular
al común, y es algo que es necesario aceptar y reconocer, para poder intentar transformar.
Pero el estudio de la historia no sólo se reduce al conflicto armado, sino también a todo lo
que ha sido Colombia en general. Cabe aclarar que esta no debe ser una historia contada
desde una mirada eurocentrista que nos crea falsas concepciones de lo que es y fue nuestro
realidad y, trae como consecuencia que al no conocer la verdad nuestra historia y nuestro
país, no estemos en la capacidad de proponer estrategias que realmente den respuesta a las
necesidades de la población colombiana.
Además de conocer lo que fue el pasado, también es importante conocer las condiciones
actuales del país. Por lo tanto, es muy importante que la formación del jurista esté rodeada de
las noticias de lo que sucede en el país y en el mundo, estando informado y actualizado todo
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el tiempo. Por esa razón, el ejercicio que desarrollaba el profesor en clase es bastante
fructífero, dado que fomenta en los futuros juristas este hábito. Hay que tener en cuenta, que
esto no sólo nos beneficia individualmente, ya que nos permite estar a la vanguardia de todo
lo que pasa y así estar preparados, sino también permite que nuestras decisiones como
funcionarios puedan ir dirigidas a solventar las necesidades del país.
Las desigualdades del campo jurídico son innegables. Mientras hay profesionales que
pueden llegar a ganar más de 30 millones de pesos mensualmente, ahí otros que con esfuerzo
logran mantenerse cada mes. Así mismo sucede con otros aspectos, como que algunos
juristas tienen una influencia y poder gigantescos en el campo, pero otros deben ganarse las
cosas por mérito propio y no por el poder que tienen ellos o quienes los respaldan. Esto es un
problema bastante evidente, pero, para nada nuevo. Como los problemas anteriores, es
complejo solucionarlo, pues ya es algo normalizado dentro del campo jurídico. No obstante,
desde la formación del jurista pueden lograrse cambios significativos.
El gran problema es que esa desigualdad se presenta desde la educación, pues como se
pudo evidenciar en el texto de Mauricio García y María Ceballos (2019), "El mercado tiende
a replicar las desigualdades económicas y convierte los privilegios en méritos, pues hace que
el éxito educativo y profesional no dependa tanto de las capacidades propias de cada
estudiante como del hecho de contar con un alto capital económico" (p. 89). De esa manera,
como ellos lo establecen, acceder a una educación de calidad es muy complicado en
Colombia, ó se debe tener bastante dinero, para acceder a las mejores universidades privadas
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del país, ó altas capacidades intelectuales - las cuales se desarrollan mucho mejor en colegios
privados de calidad, con pensiones altas, a las que pocos pueden acceder - para superar el
examen de admisión de una universidad pública de excelencia, como la Universidad
Nacional. Como son pocas las personas que cumplen con estos requisitos, son bastantes los
estudiantes que deben conformarse con universidades sin un alto desempeño académico y
luego, esto se ve representado en su vida laboral.
Dicho esto, la formación de todos los centros educativos del país, para todos los juristas,
debería ser de calidad y excelencia, sin tener en cuenta el posicionamiento en las relaciones
de poder de los estudiantes, su nivel económico u otro tipo de factor que determine el poder
de una persona. Así, podrá asegurarse un mayor equilibrio entre todas los centros de
educación superior y no, que unos pocos egresados, resulten muchísimo mejor capacitados
que otros. Esa educación de calidad, sin duda influye en fomentar la igualdad del campo
jurídico, pues será más probable que la mayoría de estudiantes, al finalizar, puedan estar en
igualdad de condiciones en cuanto a su educación; aunque claramente influirán otros aspectos
como los contactos del profesional y demás, este aspecto hará que la desigualdad ya no sea
tan marcada, en cuanto a temas de conocimiento y habilidades. Además, otro factor que
influye aquí es la cantidad tan grande de programas de derecho en el país, lo que no solo baja
la calidad académica y profesional de los futuros juristas, sino que limita el acceso al
mercado laboral de muchos abogados, puesto que hay una baja demanda, y una alta oferta.
Por lo tanto, más adelante se planteará una propuesta para esta problemática.
Sin embargo, lo anterior es un proceso arduo y difícil de cumplir por parte de las
universidades y el gobierno, no obstante, no es imposible. Pero, mientras eso sucede, es
importante comenzar la transformación desde ya; por esa razón, otro requisito esencial de la
formación, es que los centros educativos fomenten, desarrollen y hagan que los estudiantes
pongan en práctica desde el inicio de la carrera, la autoformación. Evidentemente, no resulta
lo mismo estar siendo educado por un experto en la materia, que ser autodidacta, a pesar de
eso, es esencial que las universidades motiven este autoaprendizaje, pues así enseñaran a los
estudiantes a ser más autónomos e independientes y no estar atados solamente con lo que se
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les ofrece en sus clases. Esto es demasiado fructífero, ya que, por una parte, hará que una vez
la persona esté egresada, pueda desarrollarse mucho mejor dentro del ámbito laboral, pero
además, permitirá que lo que no le pueda ofrecer su universidad por temas de calidad, pueda
buscarlo la persona por sí misma, para así intentar igualar lo que se ofrece a otros estudiantes
en centros educativos de excelencia.
Por supuesto, esto representa un mayor esfuerzo y arduo trabajo por parte del estudiante
y, probablemente, no podrá alcanzar la calidad de la formación que reciben los estudiantes
pertenecientes a estas universidades de calidad, aún así, muy seguramente reducirá, en gran
medida, la brecha de esa desigualdad educativa.
Otro aspecto importante, es que la formación sea amplia y le enseñe al estudiante distintos
caminos y alternativas. Las universidades no pueden limitarse a formar litigantes, y que de
esa manera, toda su educación gire alrededor de esta profesión. Es fundamental que la
formación que recibe el jurista le muestre la gran variedad de alternativas que le ofrece el
campo laboral del derecho, para que así se concentre en la que mejor se sienta capacitado, y
no en una que la universidad le está casi que obligando a desempeñarse. De esa manera,
desde muy temprano, los estudiantes van a poder reconocer el camino que quieren seguir y al
finalizar la carrera, tendrán igualmente claro, como será su realización profesional. Esto
reducirá la desigualdad en el campo, pues ahora no sólo unos pocos juristas se desempeñarán
en las profesiones más rentables, sino que gracias a su educación y enfoque temprano, habrá
una repartición mucho más equitativa de los empleos y las áreas laborales.
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en general. En otras palabras, no sólo debe buscar el beneficio propio, sino igualmente, el
beneficio común.
Esta problemática, sin duda alguna, es una de la que más adolecemos en Colombia. La
principal herramienta que ha fomentado esa exclusión es el contrato social al que hacía
referencia Santos y García (2001). Ese instrumento, que en Europa pretendía incluir y cobijar
a todos los ciudadanos con distintas garantías y derechos, debido justamente a su calidad de
ciudadanos, en nuestra región, específicamente en Colombia, lo único que ha hecho es tomar
en cuenta a una pequeña parte de la población y dejar por fuera a una gran cantidad de
personas, ya sea por su condición socioeconómica, la ubicación en donde residen, su poder
social y político, su cultura, entre muchos otros aspectos.
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Esa exclusión, incluye la dificultad para acceder al sistema jurídico y especialmente al
sistema judicial. Los más vulnerables, es decir, justamente quienes no hacen parte del
contrato social y también quienes más problemáticas presentan, son aquellos que han
preferido no recurrir a la justicia para solucionar sus conflictos, no por voluntad propia, sino
porque el sistema así los ha obligado, debido a todas las complicaciones para poder tener un
proceso judicial de calidad, no tener el dinero que se requiere para hacerlo y el poco
conocimiento que tienen.
Para que esto pueda avanzar hacia una mayor inclusión para todos los ciudadanos
colombianos, es necesario que la formación concientice al jurista sobre la realidad social.
Esta es una característica muy importante en la formación del abogado, pues le hará
comprender a lo largo de todo el proceso, que el derecho, ante todo, es un instrumento social
y por lo tanto, sus funciones van más allá de sólo comprender y aplicar lo que dice un texto;
también necesita analizar la realidad social, pues ella y el derecho están estrechamente
relacionadas. Así, desarrollará su labor en el campo jurídico, en busca de ayudar a los más
vulnerables, a aquellos que han sido excluidos por el contrato social. Por todo lo anterior,
educar al estudiante sobre la sociedad, la ayuda que puede representar su profesión y la
importancia de enfocar su carrera hacia un progreso colectivo, harán que una vez el jurista se
realice profesionalmente, tenga en cuenta las minorías excluidas y lo fundamental de
respaldarlas.
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Consecuentemente, el sistema jurídico debe estar al servicio de la ciudadanía, lo que
puede solventar la inseguridad y la inseguridad jurídica tan latente en Colombia, con el
objetivo de erradicar la exclusión. Con ello, se debe favorecer jurídicamente al necesitado,
puesto que no tiene los mismos recursos para acceder a una defensa íntegra, y a quien ostenta
el dominio de las relaciones de poder no sobre favorecerlo, como sucede casi siempre; esto,
con el fin de lograr un verdadero equilibrio jurídico entre las partes, que refleje la verdadera
imparcialidad de la que hace alardes el sistema jurídico colombiano. En ese orden de ideas, es
menester que los jueces y/o administradores de justicia, tengan presentes elementos éticos,
que trabajen en pro de eliminar las imperfecciones del sistema jurídico y con el fin de
alcanzar un bienestar social que abarque todas las zonas del país, ya sean rurales o urbanas.
Así mismo, que el incumplimiento de estos propósitos, se refleje en una sanción, moral, ética,
disciplinaria o penal.
Por otro lado, un factor clave para la realización de estos objetivos, es abolir el
abstencionismo en la participación política y jurídica de los ciudadanos, desde la educación
temprana. Esto, cabe resaltar, se encuentra profundamente arraigado en las costumbres de la
población, desde la gestación de la república, hasta hoy en día. Todo es cuestión de
educación. Con lo cual, para cumplir con el objetivo de la población inmiscuida en la
participación ciudadana, se propone que para dar por finalizada la carrera de jurista, sea
necesario enseñar (dado que para el jurista es necesario hacerse entender) qué es la
participación ciudadana y por qué es tan importante en un país, donde el estado se aprovecha
del desconocimiento jurídico de las personas naturales. Con ello, se lograría eliminar ese
abstencionismo, y se desarrollaría la comunicación clave entre jurista y no-jurista.
Por otro lado, es importante, como ya se ha mencionado varias veces, que el estudiante
pueda concentrarse desde temprano en aquella profesión jurídica en la que se quiere
desarrollar y así, no ver materias que no le serán útiles e igualmente, poder aprovechar
mucho mejor su tiempo para enfocarse en aquello que sí puede servirle para su desarrollo
profesional. Por lo tanto, para esta problemática en específico, las universidades tienen que
poner su atención en las profesiones de la administración pública, pues son estas, quienes
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pueden ejercer una mayor influencia para disminuir la exclusión del sistema jurídico, ya que
con sus políticas y planes de gobierno tiene la posibilidad, mucho más fácil, de brindar
condiciones más favorables a las personas, para acceder a la justicia, capacitándolos para que
ejerzan de la mejor manera su poder de transformación y así mismo, para que sean
conscientes que su labor debe ir dirigida sobre todo a ayudar a aquellas poblaciones
vulnerables, que en su mayoría se encuentran apartadas de las grandes urbes.
Por lo cual, un administrador público tiene que tener como eje de su formación y labor,
el suficiente conocimiento de la gestión pública y el manejo de poderes esenciales del Estado,
debido a que éste, deberá realizar el ejercicio de actividades que comprenden el desarrollo de
las funciones del Estado y del manejo de los asuntos públicos. Además, un elemento clave de
su formación y desarrollo es el de identificar falencias en el país, especialmente, en el área
pública para, de este modo, crear políticas públicas que solventen estas falencias y estén
guiadas hacia el bienestar general de la población y todo esto, delegando una participación
con equidad de la misma población; como último elemento clave tenemos el conocimiento
del desarrollo de la ejecución presupuestal del sector público lo cual es necesario para el
manejo del capital público con el que un administrador trabaja.
Además de esto, la formación no debería estar tan centralizada, pues deja en el olvido a
los lugares más apartados del país. Una vez los estudiantes están estudiando, es común que se
olviden poco a poco de su labor comunitaria y mucho más de las zonas apartadas de las
cuales proceden. Esto se debe, entre tantas cosas, primero, al hecho de que es necesario
desplazarse para iniciar los estudios superiores, dado que la mayoría de centros educativos se
encuentran en las urbes, - lo cual ya demuestra el abandono a los lugares más apartados - y
segundo, a la manera de pensar que otorga la universidad. En otras palabras, la mayoría de
los alumnos llegan con la intención de cambiar su país y ayudar a sus zonas de origen, que
en muchos casos, son desamparadas; sin embargo, a medida que pasa el tiempo, estos ideales
cambian completamente y el bienestar propio se convierte en el principal objetivo.
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Por esa razón, es esencial que todas las universidades revisen cómo y qué están
enseñando y luego, qué es lo que están haciendo mal, para que convicciones bien marcadas,
vayan desmoronándose. Esto sin duda demuestra que la formación debe concentrarse en
preservar en los estudiantes este espíritu revolucionario y de transformación, y que en lo
posible ningún maestro o enseñanza lo apague. Así mismo, a través de las diferentes
asignaturas, programas y grupos de investigación que ofrecen las facultades, se debe buscar
que los estudiantes puedan desarrollar estas ideas de transformación que poseen,
fundamentarlas mucho mejor y así, que en el futuro puedan hacerlas realidad con ayuda de
su profesión y de lo que les otorgó la universidad.
1.5 Que nos prepare para una calificada y exitosa realización profesional.
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que la formación cumpla con su objetivo principal, que es enseñar la ley, sin dejar a un lado
el factor social y teniendo en cuenta las necesidades de la sociedad a la que saldrá a laborar el
jurista. Así mismo, uno de los ejes de la formación jurídica, debe ser la oratoria, puesto que a
la hora de la verdad, es necesario que el jurista, cualquiera que sea su especificación laboral,
debe darse a entender, con el fin de poder expresar sus ideas de forma eficaz.
Por otro lado, la ruta formativa predilecta de la universidad, debe darle un alto valor a las
materias de libre elección, puesto que es en ellas, donde el jurista será capaz de darle un
sentido a lo jurídico en otros campos académicos, además de resaltar la idea de que el
derecho no es algo puro, sino que es permeado por una multiplicidad de factores, que en
principio parecen ajenos a él, pero que al analizar su trasfondo, se sobreentiende que hace
parte de él tanto como él mismo. Un claro ejemplo de este tipo de materias, pueden ser
aquellas que tengan como temática abiertamente declarada, las artes, las humanidades o la
ética, las cuales fungen como capacitadas académicamente para brindar a las personas un
análisis social de la realidad.
Además de lo anterior, hay que tener en cuenta que capacidades está requiriendo el campo
laboral actualmente, para así, formar a los estudiantes bajo esas consideraciones, propiciando
que estén mucho más preparados y a la vanguardia de lo que exige la vida laboral. Si la
educación va por esta vía en la Facultad de Derecho de la UNAL, muy probablemente el
índice de contratación a egresados y, el éxito que tengan en sus labores, será mucho más alto.
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experiencia en el trabajo en grupo y con ella, muy probablemente podrá obtener resultados
satisfactorios en los proyectos que realice en equipo.
Por otro lado, se debe desarrollar en gran medida las capacidades organizativas y de
realización de proyectos en los futuros juristas, dado que actualmente, en el campo laboral y
sobretodo en las empresas, estas habilidades son muy requeridas, ya que necesitan tener
todos los elementos para llevar a cabo un proyecto: identificar un problema, brindarle una
solución, realizar un plan a partir de ésta y finalmente, obtener resultados, pues es el éxito de
estos proyectos lo que también brinda éxito a una empresa u organización. Siendo así, la
formación desde temprano debe brindar herramientas a los estudiantes para desarrollar estas
capacidades, fomentando la realización de proyectos y las habilidades organizativas, y así, al
finalizar la carrera, cuando el profesional vaya a hacer su incursión en el campo laboral, tenga
una vasta experiencia que le permita adaptarse bien a lo que le pide un empleo. Si a esta
habilidad se le suma el saber trabajar en equipo, el éxito del jurista dentro de una empresa
está casi que asegurado.
Por último, es muy importante que la formación brinde un capital cultural, que no sólo
otorgue conocimientos jurídicos, sino que también profundice en conocimientos sobre el
campo jurídico y su habitus, es decir, de las costumbres, acciones, modos de vestir, entre
otros, que se tienen dentro de dicho campo. Esto sin duda alguna es esencial, pues el futuro
jurista puede tener todos los conocimientos teóricos necesarios, sin embargo, si no sabe cómo
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desarrollarse ya en la práctica, sus conocimientos no van a tener el mismo grado de utilidad;
por lo tanto, la formación debe buscar preparar a los estudiantes desde el principio, de
acuerdo al modo de vida que se lleva dentro del campo. Esto les dará una ventaja desde el
primer momento, pues además de que sabrá relacionarse y adaptarse rápidamente a su
espacio laboral, proyectará una imagen de seguridad, experiencia y de coherencia con su
campo, las cuales son muy necesarias.
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II.
PROPUESTAS
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2.1 Coincidencia entre el derecho y la realidad social.
Las propuestas que aquí se plantean para resolver esta gran problemática, que afecta a la
mayor parte de la población de juristas, se divide en tres partes.
En primer lugar, es fundamental para lograr una verdadera reforma, que desde el programa
de pregrado se hable de la especialización tal cual es, y además de eso, desde el mismo
pregrado, es necesario impulsar, motivar e inspirar a los estudiantes a no detenerse en su
proceso académico, una vez culminado el pregrado, sino que seguir estudiando, hasta obtener
el máximo título académico en muchas partes del mundo, un doctorado.
Por último, y algo que quizás puede visualizarse como un reto imposible, pero no lo es,
tiene que ver la descolonización para toda América Latina. Cómo determinó Quijano (2001),
no podemos aspirar a un Estado-nación y sistema jurídico democrático y estable, sin antes
alejarnos de la idea de las razas y la superioridad blanca, que se ha esparcido con la ideología
eurocéntrica por todas nuestras estructuras sociales. Pero para lograr una verdadera
descolonización, es necesario empezar por nuestra formación y la manera en que nos educan.
Es esencial que desde ya los centro de enseñanza se planteen un nuevo paradigma, que nos
independice de una vez por todas de los centros de poder, que nos permita conocer la historia
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contada por nosotros mismos y no desde una mirada eurocéntrica, que cree métodos
educativos que se ajusten a estudiantes como nosotros y que nos brinde contenido novedoso
que realmente respresente nuestra cultura, y no los mismos contenidos de hace cientos de
años que fueron enseñados por los conquistadores y que no nos atrevemos a dejar atrás.
Aunque parece una tarea demasiado ardua y duradera, debemos empezar desde ya, pues sólo
así será posible que construyamos un derecho propio, un derecho que corresponde por fin a
nuestra realidad social.
Para solventar estas crisis nos encontramos con diversas propuestas, que desde la
Universidad Nacional, se pueden plantear para solucionar estas problemáticas.
Por un lado, a los estudiantes de la Universidad Nacional, se los reconoce por tener una
gran capacidad analítica de la realidad, por lo que las problemáticas expuestas anteriormente,
no resultan ajenas. Sin embargo, a la hora de ser propositivos, se quedan cortos, y son casos
muy particulares y excepcionales los que cumplen con esta capacidad. Contextualizando esto
a la sociedad colombiana, a pesar de ser necesaria la capacidad analítica en los futuros
juristas, que implica una interpretación de la realidad, en pocos términos, de forma sencilla,
es mucho más necesario que esa capacidad analítica, sea configurada individualmente con la
capacidad resolutiva. En ese orden de ideas, la gestión de conflictos juega un papel
importante entre las funciones de un jurista, puesto que es menester, tanto entender el
conflicto, como solucionar el conflicto. Y la mejor forma de solucionar un conflicto, se
presenta antes de llegar a los estrados judiciales. Cuando se tiene que recurrir a la justicia
para solucionar un conflicto, es posible afirmar que como ya se ha perdido la resolución de
dicho conflicto, no queda otra que atenerse a la ley. Siempre será primordial el diálogo, lo
que debe ser una habilidad fundamental en los juristas de hoy en día. No solo el diálogo, sino
la capacidad de comunicar de forma correcta. Todo esto, es lo que se entiende como lo que
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esperaría la sociedad de los juristas y es a lo que debe apuntar la enseñanza del derecho en la
Universidad Nacional.
Por consiguiente, una de las falencias de la sociedad colombiana, como era explicado
anteriormente, es la inseguridad. El derecho ha servido como herramienta para
principalmente definir lo que significa este concepto a la luz del estado, y en segunda
instancia para favorecer el porte de armas legal. Sin embargo, una verdadera seguridad, no es
donde la gente debe salir armada a la calle para poder defenderse, sino un contexto en el cual
no hay necesidad de defenderse, porque la inseguridad es inexistente. A eso debe apuntar el
derecho, a forjar juristas que entiendan realmente lo que implica la seguridad, y trabajen
consecuentemente en la adquisición de la misma, a nivel general, en el campo social.
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Teniendo claro cómo debe ser la formación, una propuesta en definitiva esencial, es una
educación superior pública de calidad. La idea fundamental, es que en el país sea mucho más
sencillo para todos los jóvenes tener acceso a una formación que los eduque con excelencia
pero que tampoco los deje endeudados toda la vida. Eso es justamente lo que pasa en las
universidades públicas, como la UNAL, sin embargo, es muy reducido el número de
aspirantes que logran ser admitidos y de esa manera muchos quedan a la deriva. Por eso, el
Estado debería incrementar paulatinamente el número de universidades públicas,
asegurándose de su calidad. "En algunos países desarrollados, como en Alemania, por
ejemplo, este porcentaje es cercano al 95 %. [Por lo tanto, Colombia] debe elevar de manera
sustancial y hacer accesible la oferta educativa de calidad." (Ceballos y García, 2019, p. 70)
Otra propuesta que va encaminada a solucionar esta marcada problemática, tiene que ver
con la continuación de los estudios superiores. Es importante que tanto los IES, como el
Estado y el Ministerio de Educación fomenten la realización de posgrados por parte de los
estudiantes. Aunque esta es una propuesta que puede presentarse como una solución a
distintas problemáticas, lo es en definitiva para esta, pues lo que sucede con los posgrados es
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sumamente útil y de ayuda para la construcción de un campo más equilibrado. Lo anterior
dado que los estudios de especialización y maestría le permiten a los estudiantes que no
tuvieron una muy buena educación, poder igualar su preparación y conocimientos a aquellos
que sí lo tuvieron; en otras palabras como lo establecen García y Ceballos (2019), los
pregrados funcionan como un instrumento de homogeneización. Puntualmente, estos autores
establecen lo siguiente:
Los juristas graduados de programas de baja calidad encuentran en los posgrados una buena
alternativa para cualificarse (...). Este rol homogeneizador es una tarea importante y necesaria,
porque si el Estado no se asegura de salvar las brechas de calidad que existen en los
pregrados, al menos están disponibles los posgrados para contrarrestar los efectos de esas
brechas. (Ceballos et al 2019, p. 90).
La última propuesta es que los centros educativos creen grupos proactivos de estudiantes y
maestros, dedicados a darle solución a la desigualdad vista en este numeral. En vista de que
esta es una problemática tan arraigada del campo y que repercute bastante en la mayoría de
juristas, no sólo profesionalmente, sino también personalmente, e igualmente en la sociedad,
se hace necesaria esta propuesta. Así, aunque es un trabajo arduo, pueden hacerse trabajos de
investigación respecto a esto y de ahí en adelante realizar campañas, proyectos de ley, planes
que influyan tanto en la educación de los futuros juristas como en los que ya están trabajando,
para que así, realmente puedan crearse cambios, permitiendo una mejor calidad de vida a la
mayoría de abogados que no cuentan con ingresos suficientes. Esto, en primer lugar, hará que
se mejore directamente las condiciones de la desigualdad, y en segundo lugar, creará
conciencia sobre esta problemática en los estudiantes que hagan parte de los grupos y así, si
en conjunto los egresados tienen espíritu de transformación respecto a esto que sucede en el
campo jurídico, las modificaciones serán imparables.
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Una vez claro cómo debe ser de alguna manera la educación para evitar la exclusión y
fomentar la participación ciudadana, se plantean las siguientes propuestas.
En primer lugar, para reducir la exclusión, el gobierno debe buscar una manera más
efectiva que la actual, para llevar la educación superior a las zonas más apartadas del país.
Como se mencionó, la mayoría de universidades se encuentran ubicadas en las urbes, lo cual
dificulta bastante la posibilidad para que más personas puedan acceder a la educación, entre
ellas a la educación jurídica, y es así como comienza la exclusión. Por lo tanto, se deben
plantear estrategias para que paulatinamente, como sucede con la UNAL, las distintas
universidades, sobre todo públicas, puedan establecer también sedes en lugares no tan
centrales. Lo importante, es que estos también cuenten con un alto grado de calidad, en
cuanto a sus instalaciones y docentes.
Esto no sólo conlleva a una mayor inclusión, sino también a que ciudadanos que
habitualmente no podían formarse en una universidad y aprender la importancia de ejercer
nuestro derechos de participación como ciudadanos, ahora sí puedan hacerlo. Esto crea una
cultura frente a lo fundamental que es, no quedarnos en silencio, sino acudir al Estado y
demás mecanismos gubernamentales, para hacer valer nuestros derechos.
Desafortunadamente, en la actualidad tenemos una ideología contraria a esta; no obstante si
esta manera de pensar sobre el ejercicio de la ciudadanía llega a más lugares y se enseña a
más personas, seguramente la cultura general frente a este tema podrá cambiar y así, de una
vez por todas, no permitir que nos arrebaten lo que es nuestro.
Por otro lado, en lo que respecta a la labor de la universidad, una propuesta que puede
favorecer bastante el tema de la inclusión, además de permitir que los estudiantes puedan
continuar y desarrollar aún más su sentido de transformación y ayuda a los más vulnerables,
es el desplazamiento de algunos alumnos de la facultad a zonas apartadas del país. Como
mencionaban Santos y García (2001), uno de los fascismos sociales, es el apartheid social,
es decir, zonas que el Estado ha dejado al desamparo de la justicia y demás necesidades. Por
esa razón, que los estudiantes puedan hacer viajes pedagógicos a estas zonas, permitirá que
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creen consciencia, pero que además y lo más importante, puedan ayudar directamente a
quienes necesitan asesorías de problemas legales y demás, pero que no saben cómo
informarse. Esta propuesta tiene un sentido de servicio social, ya que se ayudará a aquellos
vulnerables que no encuentran protección en el Estado. Estos viajes podrían hacerse dos
veces por semestre e incluir a los estudiantes que irán mediante una convocatoria. Aunque es
cierto que esto puede representar más gastos, lo que brindará a la formación del estudiante y a
aquellas comunidades desamparadas, será mucho más valioso.
Ahora bien, las propuestas para lograr que desde la formación pueda garantizarse un éxito
en la realización profesional, van dirigidas en varias direcciones.
La primera propuesta, va dirigida a que la formación práctica deba empezar desde el inicio
de la carrera. Aunque los estudiantes de la UNAL cuentan con distintas alternativas para
poder desarrollarse en el área práctica, la única de obligatorio cumplimiento es el consultorio
jurídico. Esto representa un problema si se tiene en cuenta que el consultorio aparece ya en
los últimos semestres del estudiante. Por esa razón, muchos llegan sin tener muy clara esta
parte práctica, y no pueden aprovechar la experiencia, pues no han tenido preparación para
esto. De esa manera, se propone que la facultad implemente desde el primer semestre, hasta
el último, la práctica de la profesión. Esto no quiere decir que dicha práctica será solo en un
juzgado, fomentando la profesión de litigante o juez. La idea es que sea posible un
acercamiento a las distintas prácticas de las áreas laborales que tiene que ofrecer el derecho.
Por esa razón, los primeros semestres quizás sí podría haber un acercamiento general igual
para todos, para que haya unas bases similares; no obstante, a partir de tercer o cuarto
semestre, la universidad debería permitir distintas opciones para completar su desarrollo
práctico, ya sea como académico, consultor, administrador público o si se desea profundizar
en litigante. Esto permitirá que desde temprano en su carrera, el futuro jurista pueda
enfocarse e ir tomando experiencia en aquella área laboral en la que desea trabajar.
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Otra propuesta, busca condensar un tema que se ha recalcado varias veces en el presente
trabajo: la modificación de la malla curricular. En primer lugar, la fundamentación es muy
útil para formar las bases de cualquier jurista, por lo tanto, no debe considerarse quitarla.
Quizás, sí podría abarcar más áreas, que no necesariamente tengan que ver con derecho, para
así propiciar la formación interdisciplinaria y transdisciplinaria, de la que se hablaba
anteriormente. Sin embargo, otras asignaturas que se ven un poco más adelante sí deberían
ser reemplazadas, más no eliminadas, pues pueden estar dentro de las materias electivas si los
estudiantes desean profundizarlas.
De esa manera, todas aquellas materias de las distintas ramas del derecho son muy útiles,
sin duda alguna, pero la forma en que están organizadas no lo es. Lo que sucede es que con
estas asignaturas se pretende abarcar conocimiento sobre todo, pero no hacerlo de forma
detenida y profunda, sino muy por encima; así que al final, ver pinceladas muy cortas de un
tema realmente no deja muchos frutos. Por esa razón, dichas asignaturas no deberían ser de
carácter obligatorio sino electivas, para que así, como ya se ha mencionado recurrentemente
a lo largo del trabajo, el estudiante pueda escoger el que desea profundizar y así, no tener que
ver asignaturas que no le serán de utilidad para lo que la persona quiere hacer con su carrera.
Con lo anterior, se busca que no haya la cantidad de asignaturas que hay actualmente en la
malla curricular de derecho, que como se ha visto son muy generales, sino que hayan pocas,
pero que puedan ir ampliándose y profundizándose a lo largo de toda la trayectoria
universitaria, y no en un solo semestre. Esto sin duda alguna representa un gran sacrificio
para algunos docentes y para las mismas tradiciones de la universidad y la facultad, sin
embargo, es una modificación que debe hacerse sin lugar a dudas, en vista de los cambios que
ha tenido la profesión en los últimos años y en vista de la crisis que vive el derecho en
Colombia, debido a la falta de cambio y transformación.
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CONCLUSIONES
● En nuestro país existen distintos problemas que requieren una solución pronta
y duradera, como el conflicto armado y la violencia, además de la pobreza
extrema y el desplazamiento estos dos han generado (entre otras muchas
desgracias); Pero que lastimosamente nuestro gobierno y sistema jurídico, no
han podido dar desenlace debido a fallos como la deslegitimidad institucional
que permite manipular el campo jurídico si se posee un gran capital dentro del
mismo, o como la concepción de un derecho impermeable e imparcial que no
se amolda en pro de dar solución a los problemas de nuestra sociedad.
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disminuir la desigualdad que se presentan entre la mayoría de las instituciones
públicas y privadas del país. Siguiendo este orden de ideas, se debería también
hacer un control estricto de la calidad que proveen la gran cantidad de
programas de derecho que se ofrecen en todo el país, para garantizar a los
estudiantes un mínimo de excelencia en su aprendizaje; aunque este sería un
trabajo que le corresponde principalmente al Estado, no quiere decir que los
estudiantes no puedan buscar la excelencia académica, llenando vacíos desde
el aprendizaje autónomo y la autoformación, buscando un espíritu tanto crítico
como propositivo hacia la realidad que se enfrentan.
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REFERENCIAS
ogotá: UN editorial.
Ardila, E. (2018). Las fronteras judiciales en Colombia. B
ogotá: DeJusticia.
Ceballos, M. y García, M. (2019) La profesión jurídica. B
Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. Buenos Aires:
CLACSO.
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