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El SARS-CoV-2 (COVID-19) es similar al coronavirus causante del primer SARS, que causó la
epidemia en 2003. Ni durante el brote ni después de él, se realizó un ensayo clínico con un
medicamento que destruiría el virus, y en 2020, la humanidad volvió a enfrentar la necesidad de
proponer un tratamiento.
Para crear una sustancia que suprima la actividad del virus, es necesario determinar el objetivo:
la molécula y su parte, que el medicamento podría atacar. La proteasa principal está bien
estudiada en los coronavirus: esta proteína divide largas cadenas de aminoácidos en piezas más
cortas, de las cuales se obtienen proteínas virales.
Si la proteasa principal está bloqueada, el virus no podrá producir nuevas proteínas y, por
lo tanto, multiplicarse. Las propias proteasas humanas cortan otras secuencias de aminoácidos,
por lo que un inhibidor de proteínas virales no interferirá con su trabajo y el medicamento no será
tóxico.
Estructura tridimensional de SARS-CoV-2, en dos diferentes vistas. | Fuente: Linlin Zhang et al. /
Science
Las nuevas pruebas
En febrero de 2020, un grupo de científicos creó una serie de alfa-cetoamidas que inhibían las
principales proteasas de los coronavirus de diversos géneros. Ahora, científicos de Alemania y
China, liderados por Linlin Zhang de la Universidad de Lübeck, han aumentado la viabilidad de
estas moléculas en las células humanas.
Para esto, cambiaron la estructura de la sustancia moviendo partes importantes de la molécula a
una posición en la que serán inaccesibles para las proteasas celulares y aumentando la
solubilidad de las cetoamidas.
Luego, los investigadores determinaron la estructura cristalina tridimensional de la proteasa
principal de SARS-CoV2 para probar si la nueva alfa-cetoamida es espacialmente compatible con
su objetivo. La molécula se modificó para que la inhibición específica de los coronavirus del
SARS se maximizara con la vida útil más larga de la sustancia en la célula.
La sustancia resultante se probó en una proteasa principal recombinante pura, en el complejo de
replicación-transcripción SARS-CoV y también en un cultivo de células humanas infectadas con el
nuevo virus. Finalmente, los científicos han determinado las propiedades farmacocinéticas de las
moléculas obtenidas en el cultivo de células de ratones y humanos. La sustancia se administró por
vía subcutánea a razón de tres miligramos por kilogramo.
Resultados esperanzadores
La vida media de la alfa-cetoamida se incrementó tres veces, y la solubilidad fue de 19 veces en
comparación con el análogo anterior, pero la eficacia de inhibir la proteasa principal disminuyó
varias veces. Después de que la preparación se inyectara por vía subcutánea en ratones, el
tiempo de retención de la sustancia en el cuerpo promedió 2.7 horas, y la vida media del plasma
fue de 1.8 horas.
Los autores del trabajo notaron que la sustancia penetró en los pulmones y fue retenida en ellos.
El medicamento se administró a ratones por inhalación; por lo tanto, el medicamento penetró
directamente en los pulmones. La inhalación de cetoamidas no causó efectos secundarios en
animales.
Los estudios que se realizaron durante la epidemia de 2003 no son la primera vez que se usan
para combatir el nuevo coronavirus. Por lo tanto, se ha descubierto que los anticuerpos contra el
SARS-CoV, que se han almacenado durante más de 15 años, son efectivos contra el SARS-CoV-
2.
El anuncio de este descubrimiento llega casi al mismo tiempo en que los Estados Unidos
comenzaron a utilizar un tratamiento basado en dos drogas poderosas que ya resultaron eficaces
en pacientes en estado crítico. Se tratan de la hidroxicloroquina y el antibiótico azitromicina que ya
fueron aprobados por la Administración de Alimentos y Drogas (FDA, por sus siglas en inglés) que
regula los medicamentos en aquella nación.
Los investigadores tienen previsto desarrollar un fármaco a partir de estos resultados, pero
advierten que no llegará a tiempo para contener la pandemia actual de Covid-19, que hasta la
fecha ha contagiado a más de 275.000 personas en 171 países, y matado a unas 11 000.
A diferencia de los tratamientos farmacológicos que se han empezado a ensayar en pacientes con
Covid-19, basados en medicamentos ya aprobados para otras enfermedades y cuya seguridad ya
ha sido evaluada, un fármaco basado en el compuesto 13b deberá demostrar que es seguro
además de eficaz. Por lo tanto, hará falta más tiempo para hacer los ensayos clínicos necesarios y
que pueda ser aprobado por las autoridades competentes en materia de sanidad a nivel mundial,
incluida, la Organización Mundial de la Salud (OMS).
https://rpp.pe/mundo/actualidad/covid-19-mas-cerca-a-la-cura-compuesto-quimico-bloquea-la-
capacidad-de-replicacion-del-coronavirus-noticia-1253627?ref=rpp
ACTIVIDAD
Investiga, cuáles son las propiedades y/o características de las Alfacetoamidas y sus aplicaciones.
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¿Qué te parece saber que no es la primera vez que un coronavirus ataca a los seres humanos?
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¿Cuál es tu reflexión frente a los resultados obtenidos? Crees que se está cerca de encontrar una
cura frente a esta pandemia.
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El SARS-CoV-2 o Corona virus es similar al coronavirus causante del primer SARS, que causó la epidemia
en 2003. En esa época ni durante el brote o después de él, se realizó un ensayo clínico con un
medicamento que destruiría el virus, pero en el 2020, la humanidad volvió a enfrentar la necesidad de
proponer un tratamiento.
Para crear una sustancia que suprima la actividad del virus, es necesario determinar estudiar a la molécula
del coronavirus y su parte, que el medicamento podría atacar. La proteasa principal está bien estudiada en
los coronavirus: esta proteína divide largas cadenas de aminoácidos en piezas más cortas, de las cuales se
obtienen proteínas virales.
Si la proteasa principal está bloqueada, el virus no podrá producir nuevas proteínas y, por lo tanto,
multiplicarse. En los humanos sus propias proteasas cortan otras secuencias de aminoácidos distintas a las
que corta el coronavirus, por lo que un inhibidor de proteínas virales (las Alfacetoamidas) no interferirá con
su trabajo y el medicamento no será tóxico.