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NACIONAL DEL
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERU
FACULTAD DE INGENIERIA METALURGICA
Y DE MATERIALES
PRESENTADO POR:
MEZA BUENDIA, Jeanpier Jesús
HUANCAYO-PERU
2020
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INTRODUCCION
En éste trabajo se profundiza en la aportación que la inversión extranjera (IED) supone para
el país de acogida. Esta aportación conlleva efectos positivos y negativos desde la
perspectiva de desarrollo del país receptor de la inversión. Los factores que determinan la
orientación en este sentido dependen del contexto, de la voluntad y capacidades del sector
público local y, especialmente, del enfoque de las estrategias empresariales. La orientación
de las estrategias empresariales hacia un enfoque “pro-desarrollo” genera una serie de
oportunidades para la empresa (y algunas barreras que dificultan su implementación) que
son tratadas en la última parte del trabajo.
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1. APORTACIÓN DE LAS INVERSIONES AL DESARROLLO
DEL PAÍS DE ACOGIDA
Se reflexiona sobre la aportación que suponen las inversiones respecto a su contribución
al desarrollo del país receptor o de acogida de la inversión. Tradicionalmente, se ha
partido de la premisa de que la inversión extranjera, normalmente demandada por el país,
constituye una contribución positiva para el país de acogida. Sin embargo, la experiencia
demuestra que no siempre es así, sino que normalmente las inversiones llevan consigo
efectos tanto positivos como negativos que el país de acogida debe valorar
adecuadamente para, en caso de promoverlas, maximizar sus beneficios.
Como señala la UNCTAD (2006), organización que ha estudiado con gran profundidad el
efecto de la IED en los países en desarrollo, en sus informes de seguimiento sobre la
evolución de las inversiones, un gran número de estos países experimentaron un cambio en
sus marcos de política económica en los años ochenta y noventa (generalmente
liberalizaron sus economías, desmantelando sus barreras al comercio y, a menudo,
privatizaron sus empresas públicas). Además de las fuerzas internas que han suscitado esta
situación, las presiones internacionales de los Organismos Financieros Internacionales
(como el FMI y el BM) así como las normas que rigen al comercio de la OMC, han sido
importantes determinantes de este cambio. Como una importante parte del paquete de
reformas, un amplio número de los países en desarrollo han reducido las restricciones y
regulaciones establecidas sobre la IED y ahora compiten por atraerlas. Según la misma
UNCTAD, existen dos razones principales para este posicionamiento de los países frente a
la IED. A nivel de competitividad, la IED se percibe como un potente instrumento para
mejorar el acceso a los mercados internacionales, y reforzar capacidades de gestión y
tecnológicas para producir mejores productos y servicios. Es decir, permite a los países
receptores modernizar la capacidad productiva para competir mejor en una economía
globalizada. En este sentido, la IED puede reforzar la competitividad del país receptor. A
nivel macroeconómico, la aportación de capital que supone la IED puede contribuir
significativamente a financiar los déficits de cuenta corriente de la balanza de pagos. Dado
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que normalmente las ETN invierten en un país con horizontes estratégicos de largo plazo,
la IED se considera un instrumento menos volátil que otros flujos financieros. Por ambas
razones, el incremento de la IED se considera una contribución clave para el proceso de
desarrollo.
Sin embargo, también se señala que mientras que las empresas transnacionales están
interesadas en un limitado número de objetivos privados (aunque estos puedan tener un
impacto importante como suministradores de divisas, recursos, capacidades y mercados,
como generadores de empleo, como incentivadores del tejido empresarial local, etc.) los
países y sus gobiernos tiene un abanico de objetivos más amplios (pleno empleo,
integración social, distribución del ingreso, soberanía en la toma de decisiones, protección
de la identidad cultural, conservación del medioambiente, etc.). Es decir, mientras que la
Empresa trasnacional (ETN) está interesada principalmente en maximizar sus beneficios
globales o ventas, los Estados normalmente están interesados en maximizar el bienestar de
sus ciudadanos. Según señala la UNCTAD, esta divergencia de puntos de vista puede llevar
a que el Estado pierda control sobre sectores estratégicos, algunas empresas nacionales se
vean desfavorecidas por la presencia de la ETN y pueden darse pérdidas de empleos; es
decir, el entorno local puede verse afectado. Esto implica que el país, aunque los beneficios
netos sean positivos, no se encuentre tan satisfecho por la presencia de las ETN. En este
punto surgen algunas cuestiones como el qué habría sucedido si no se hubiera suscitado la
presencia de la ETN, o si hubiera sido posible establecer unas políticas y un marco
regulatorio que maximizara la contribución beneficiosa de la inversión (apreciada por el
país).
Por último, es necesario señalar el papel que juega la sociedad civil, que es muy
relevante al tener la capacidad de orientar los procesos, incidiendo en el sector público
y condicionando al sector privado a través de la presión o la colaboración.
Se hace una revisión más detallada de los principales efectos (distinguiendo entre
positivos y negativos) que la IED suscita para el país de acogida.
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4. EFECTOS QUE GENERA LA INVERSIÓN EXTRANJERA
PARA EL PAÍS DE ACOGIDA
Existen algunos elementos que según la forma en que se desarrollen pueden tener
un efecto más o menos positivo respecto a la absorción tecnológica (UNCTAD,
2006):
La integración de una empresa en el contexto local produce una interrelación con efectos en
ambos. Por un lado, como se ha visto anteriormente, la actividad corporativa produce
efectos en la sociedad, que pueden ser positivos o negativos.
Una acción deliberada de la empresa puede maximizar los efectos positivos y reducir o
eliminar los negativos. Por otro lado, el contexto también incide en las empresas, afectando
a su capacidad para desarrollar su estrategia11. Para la sociedad es muy importante que los
impactos de las empresas sean positivos. Y para la empresa, un entorno competitivo
favorable es de una gran relevancia estratégica. En definitiva, como menciona Porter
(2006), la empresa y la sociedad se necesitan mutuamente.
La sociedad necesita de empresas que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de las
personas y de su entorno. Las empresas juegan un papel de inmensa relevancia en el
desarrollo de las sociedades. Las empresas generan empleo, riqueza e innovación y
contribuyen a través de impuestos a la financiación de las políticas públicas que posibilitan
los servicios a los ciudadanos.
Acogida del entorno local: con este tipo de políticas “pro-desarrollo” se suelen
satisfacer mejor las expectativas locales que suscitaron la noticia de la futura
implantación de la inversión extranjera, generando una percepción positiva que
facilita el desarrollo de las primeras fases de inversión.
Existen algunas barreras que dificultan el despliegue por parte de la empresa de estrategias
“prodesarrollo”:
Escasa apropiación del enfoque de RSE estratégico. Las funciones relacionadas con
la promoción del desarrollo suelen caer en el ámbito de los departamentos de
Responsabilidad Social Corporativa (cuando estos están más vinculados a la
protección de la imagen corporativa) o en el Departamento de Salud, Higiene y
Medioambiente lo que provoca, según Warner (2004):