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Módulo 2

El lenguaje. El
habla. La escucha
2. El lenguaje. El habla.
La escucha
2.1 Actos lingüísticos
¿Recuerdas que en el Módulo I habíamos mencionado que consideramos al
habla como acción?

Siempre es la persona quien establece un vínculo entre la palabra, por un


lado, y el mundo, por el otro. Entonces, cabe preguntarse lo siguiente
cuando hablamos:

¿Qué tiene primacía: el mundo exterior o la palabra que


mencionamos?

Si lo decimos de otro modo:

¿Cuál de los dos —la palabra o el mundo— es el elemento


que conduce a la acción?
¿Cuál, podríamos decir, es el que «manda»?

Estas preguntas nos llevan a realizar una importante distinción: a veces al


hablar, la palabra debe adecuarse al mundo, mientras que otras veces el
mundo se adecúa a la palabra.

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2.1.1 Las afirmaciones y declaraciones
Cuando se trata de qué palabra se debe adecuar al mundo y qué dice esa
palabra, cuando el mundo es el que conduce a la palabra, hablaremos de
afirmaciones. Cuando, por el contrario, la palabra modifica al mundo, y
podemos decir que el mundo requiere adecuarse a lo dicho, hablaremos de
declaraciones.

Lo realmente significativo de esto es que nos permite separar dos tipos de


acciones diferentes que tienen lugar al hablar: dos actos lingüísticos
distintos.

Efectuada la distinción, examinemos a continuación cada uno de sus


términos por separado.

Afirmaciones: primer acto lingüístico

Si la palabra es la que se adecua al mundo, hablaremos de


afirmaciones.
Las afirmaciones son el acto lingüístico que pertenece a las
descripciones.

Pero ¡recordemos que no sabemos cómo las cosas son, sino cómo las
observamos! Con esta aclaración, resaltamos que con las afirmaciones no
decimos cómo las cosas son, solo cómo vemos a las cosas. Y dado que los
seres humanos comparten, por un lado, una estructura biológica común y,
por el otro, la tradición de distinciones de su comunidad, les es posible
compartir lo que observan a partir de las descripciones, y lograr ciertos
acuerdos sobre lo que ven en común.

En este sentido, Echeverría nos brinda una explicación:

Cuando nuestra estructura biológica es diferente, como


sucede por ejemplo con los daltónicos, no podemos hacer
las mismas observaciones. Lo que es rojo para uno puede
ser verde para otro. ¿Quién tiene la razón? ¿Quién está
equivocado? ¿Quién está más cerca de la realidad? Estas
preguntas no tienen respuesta. Sólo podemos decir que
estos individuos tienen estructuras biológicas diferentes. El
rojo y el verde sólo tienen sentido desde el punto de vista de
nuestra capacidad sensorial como especie para distinguir

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colores. Las distinciones entre el rojo y el verde sólo nos
hablan de nuestra capacidad de reacción ante el medio
externo; no nos hablan de la realidad externa misma.

Los seres humanos observamos según las distinciones que


poseamos. Sin la distinción mesa no puedo observar una
mesa. Puedo ver diferencias en color, forma, textura,
etcétera, pero no una mesa. Los esquimales pueden
observar más distinciones de blanco que nosotros. La
diferencia que tenemos con ellos no es biológica.
(Echeverría, 2006, p.43).

Al mismo tiempo y teniendo en cuenta que poseemos una capacidad


común de observación, los seres humanos podemos distinguir entre
afirmaciones falsas y verdaderas. (Echeverría, 2006, p.43)

Es importante destacar que las afirmaciones verdaderas, no hacen alusión


a la VERDAD, en cuanto a definir cómo las cosas son.

Afirmaciones verdaderas serían por ejemplo: Córdoba es una provincia de


Argentina; el 25 de diciembre en Argentina festejamos navidad; Juan es
doctor puesto que recibió su título en octubre pasado.

Al mismo tiempo, hay afirmaciones falsas, puesto que están a la espera de


una confirmación, pero que cualquier testigo que hubiera presenciado tal o
cual situación, estaría en posición de refutar.

Por lo expuesto, “cuando afirmamos algo, nos comprometemos con la


veracidad de nuestras afirmaciones ante la comunidad que nos escucha”
(Echeverría, 2006, p. 44).

Las afirmaciones hacen referencia al mundo de los hechos


(Echeverría, 2006).

Las declaraciones: según acto lingüístico


Diferente de las afirmaciones son las llamadas declaraciones.

Las afirmaciones son el acto lingüístico que pertenece a las


descripciones.

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Cuando hablamos de declaraciones no hablamos acerca del mundo,
generamos uno nuevo. La declaración nos lleva a crear algo nuevo que,
previo a esa palabra, no se nos hacía presente.

La palabra con su poder transforma al mundo. Así, cuando un juez en lo


civil dice “los declaro marido y mujer”, está transformado dos estados
civiles, desde lo meramente formal, y conformando en una determinada
comunidad esa institución que se llama Familia.

“Generamos un mundo diferente a través de nuestras declaraciones si


tenemos la capacidad de hacerlas cumplir” (Echeverría, 2006, p. 45).

Las declaraciones no son verdaderas o falsas como en el caso de las


afirmaciones.

Las declaraciones son válidas o inválidas según el poder de las personas


que las hacen.

Siguiendo el ejemplo anterior, es posible que si no es el juez el que dice


“los declaro marido y mujer” sino un amigo muy cercano de la pareja, dicha
declaración no transforme necesariamente “ese” mundo.

Las declaraciones guardan estrecha relación con la autoridad de quien las


declara.

Veamos algunas declaraciones que pertenecen al ámbito de la autoridad


personal.

 La declaración del no

El decir no, es una declaración de las más importantes que una persona
puede hacer.

El decir no, guarda un lazo directo con nuestra dignidad como personas;
puesto que el precio de decir que no es alto, depende de nosotros
“pagarlo” o no.

La declaración del no, puede adquirir diferentes formas. No siempre se


manifiesta diciendo no, a veces aparece como un “basta”, o “no es
aceptable para mí”. Es una forma de resolver, de poner término a algo,
fijándole un límite al otro con respecto a lo que estamos dispuestos a
permitirle.

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 La declaración del sí

La declaración del sí pareciera no ser tan poderosa como la del no, puesto
que si no decimos que no, de alguna manera estamos aceptando. Cuando
declaramos un sí o un acepto, ponemos en juego el poder de nuestra
palabra dado que un sí constituye una promesa, un compromiso asumido.
Este tema lo veremos con mayor despliegue más adelante.

 La declaración de ignorancia

Decir no sé, parece no tener tanta fuerza; sin embargo, ¿cuántas veces
presumimos saber de algo, cuando somos realmente ignorantes de ello?

Uno de los problemas cruciales del aprendizaje, y muy frecuente de hecho,


es que no reconocemos que no sabemos que no sabemos. De esta manera
cerramos las puertas a la posibilidad de aprender algo nuevo. Aceptar y
reconocer el no saber brinda la posibilidad, como declaración, de crear un
nuevo mundo para uno mismo, dándose la posibilidad de aprender cosas
nuevas.

La declaración del no sé es el primer eslabón en la cadena del aprendizaje,


es esa apertura. A través de la declaración del no sé, damos paso a las
fuerzas motrices, componentes imprescindibles en los procesos de
transformación personal y de crearnos a nosotros mismos.

 La declaración de gratitud

De niño la aprendemos, sin embargo, la empleamos sin mayor


trascendencia puesto que la declaramos sin otorgarle el sentido profundo
que la palabra lleva.

El agradecimiento nos permite hacernos cargo del otro, otorgarle


reconocimiento y evitar el resentimiento. Nos acerca, de alguna manera, a
las inquietudes del otro.

No sólo las personas, sino la vida misma es motivo de celebración y


gratitud. El agradecimiento nos permite asignarle un sentido, es
reconciliarnos con nuestro pasado, presente y futuro y construir relaciones
genuinas y poderosas.

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 La declaración del perdón

El perdón puede declararse en dos actos, el primer acto: te pido perdón,


es distinto del segundo acto te perdono, sin embargo, ¡ambos actos son
extremadamente maravillosos!

El perdón del otro no nos exime de responsabilidades, como resultado de


nuestras propias acciones.

El segundo acto, es necesariamente el salva vidas que nos rescatará del


espacio de resentimiento, tema que abordáramos anteriormente.

Pero hay un tercer acto declarativo, que no tiene que ver con pedir perdón
o perdonar, sino que guarda una relación más íntima aún, y se trata del
permitirse el perdón de uno mismo; el perdonarse.

El perdón a si mismo tiene el mismo espacio liberador y de expansión que


tiene perdonar; es un Acto de Amor, para con nosotros mismos y para con
la vida.

 La declaración del amor

Sin entrar en detalles de qué es el amor, el acto declarativo del decir Te


Amo o Te quiero es participar en la construcción de la relación con el otro,
y forma parte de la construcción de un mundo compartido.

“Los seres humanos, en un sentido estricto surgimos del amor (…)


dependemos del amor y nos enfermamos cuando éste nos es negado en
cualquier momento de la vida” (Maturana, 2007, p. 215).

¿Podemos considerar la obra el beso y la acción de besar


misma como una metáfora de la declaración o la afirmación
del amor?

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2.1.2 Los juicios

“El lenguaje no es inocente” (Echeverría, 2006, p. 62)


Para Rafael Echeverría,

El supuesto de que el lenguaje describe la realidad nos hace


comúnmente considerar la aseveración «IBM es una
compañía de computación» como del mismo tipo que «IBM
es la compañía de mayor prestigio en la industria de la
computación» En efecto, se ven muy parecidas. Desde el
punto de vista de su estructura formal ambas atribuyen
propiedades a IBM; ambas parecen estar describiendo a
IBM. La única diferencia parece ser una de contenido: las
propiedades de las que hablan son diferentes. En un caso,
hablamos acerca de la propiedad de ser «una compañía de
computación» y en la otra, de ser «la más prestigiosa
compañía en la industria de la computación».

Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas.


Frecuentemente tratamos las aseveraciones «Isabel es una
ciudadana venezolana» e «Isabel es una ejecutiva muy
eficiente» como equivalentes. Seguimos suponiendo que
ambas proposiciones hablan de las propiedades o
cualidades de Isabel y que, por lo tanto, la describen.
(Echeverría, 2006, p. 62).

Aquí claramente aparecen distinciones a tener en cuenta. Por un lado,


estamos haciendo una descripción de algo que vemos ahí afuera, hablamos
de ese mundo al referirnos a la nacionalidad de tal o cual persona. Sin
embargo, por momentos también pareciera que estamos hablando de algo
que está ahí afuera, cuando mencionamos una cualidad que vemos en esta
persona como la “eficiencia”. Sin embargo, ambas son muy diferentes y las
connotaciones que de ambas se derivan, también. Reconocemos así, que la
segunda representa una opinión y que, en materia de opiniones, a
diferencia de lo que sucede con los hechos, no cabe esperar el mismo
grado de concordancia.

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¿Por qué decimos que son acciones diferentes?

Porque la persona que habla y manifiesta aseveraciones que hablan de la


nacionalidad o eficiencia de alguien se está comprometiendo, en cada caso,
a algo muy diferente, cuando pronuncia una o la otra.

Hemos dicho desde el inicio de este tema, que el hablar no es inocente,


que cada vez que hablamos nos comprometemos de una forma u otra en la
comunidad en la cual hablamos dado que, según decíamos, cuando
hablamos estamos hablando de cada uno de nosotros, y que todo hablar
tiene eficacia práctica en la medida que modifica el mundo y lo posible.

Los juicios son como veredictos, con ellos creamos realidades.

Los juicios no apuntan a describir cualidades o atributos de un sujeto u


objeto. La realidad que generan es totalmente una interpretación, son
enteramente lingüísticos. Los juicios son declaraciones, pero no todas las
declaraciones son juicios necesariamente.

Como sucede con las declaraciones, su eficacia reside en la autoridad que


tengamos para hacerlos. Sin embargo, la gente emite juicios aun sin que se
les haya otorgado autoridad.

Alguien podría decirme en la calle que soy un tonto por A o B , pero ese
alguien para mí no es importante, con lo cual lo que diga me tiene sin
cuidado. Pero si me lo dice mi padre, madre o jefe, la emoción que va a
acompañar dicho juicio, va a ser totalmente diferente. La autoridad que le
conferimos a esa persona también se la conferimos a su palabra.

Otro ejemplo: si vamos por la calle y alguien nos grita: “qué feo que viste
usted”, tal vez nos interese, pero es probable que no le prestemos atención
o no le otorguemos la autoridad necesaria y terminemos contestando:
“¿por qué no se mira usted mismo?” O “¡no mire si no le gusta!” Todas
estas son respuestas que denotan que no le otorgamos autoridad a lo que
nos dicen.

Los juicios pueden ser válidos o inválidos, fundados o


infundados.

Serán válidos cuando guarden estrecha relación con la autoridad formal de


quien los declare. Al mismo tiempo serán fundados cuando estén basados
en observaciones concretas de acciones ejecutadas en el pasado que dan
cuenta del juicio que hemos declarado.

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Pero es pertinente remarcar que los juicios también hablan del futuro,
permitiéndonos anticipar lo que puede suceder más adelante. Los juicios
operan como una brújula dándonos el sentido de dirección que nos cabe
esperar en el futuro, permitiéndonos anticipar las acciones de otras
personas o de nosotros mismos.

Respecto de los juicios, como ocurre con los estados de ánimo,


los tenemos y nos tienen.

Es muy valioso comprender cómo los juicios nos conectan con nuestro
pasado, nuestro presente y nuestro futuro, lo que se llama la estructura de
temporalidad de los juicios.

Las afirmaciones, por ejemplo, no suelen llevarnos al pasado, a pesar de


que pueden parecer más fuertes.

Los juicios representan el núcleo de identidad de las personas. (Los juicios)


se fundan sobre acciones en el pasado, en tanto que en la medida que
modifiquemos nuestras acciones, modificamos nuestra identidad:
transformamos nuestro ser.

Cómo se fundan los juicios


Se llama fundamento a la forma en que el pasado puede utilizarse para
formular juicios que apoyen para tratar el futuro. De este modo, los juicios
relacionan o conectan tres instancias: pasado, presente y futuro, siendo el
futuro la clave de los juicios.

Podemos destacar cinco condiciones básicas que intervienen en el proceso


de fundar juicios:

1) Siempre que emitimos un juicio es por algo o para algo.

Este juicio nos abrirá o cerrará oportunidades. Están basadas en acciones


que le otorgan sentido a nuestro juicio (Por ejemplo: Carla es simpática o
eficiente).

Nos valemos de acciones ejecutadas en el pasado para de alguna manera,


anticipar el futuro.

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2) Guardan estrecha relación con estándares

Por ello un observador podrá decir, por ejemplo, que Raúl es un buen
orador mientras otro, puede opinar diferente; esto da cuenta de que los
estándares que tenemos para emitir juicios difieren entre observadores.

Pero no sólo juzgamos las acciones sino también las apariencias, las cosas
en general. Estos juicios provienen de tradiciones particulares, expectativas
sociales. Los juicios son históricos, puesto que los utilizamos para hacerlos
cambiar con el tiempo.

Emitimos un juicio y a menudo lo consideramos como verdad.

3) Cuando emitimos un juicio, lo hacemos generalmente dentro de


un dominio en particular de observación.

Así, cuando emitimos un juicio de conducta, lo hacemos en relación a


acciones, pero también podemos emitir juicios, acerca de autos, pintura,
etcétera., haciendo referencia a un dominio de observación particular.

Emitir un juicio, de alguna manera, es como dictar un veredicto acerca de


algo o alguien. Y, por lo general, solemos extender el juicio más allá del
dominio propio de la observación, llevando o extendiendo este juicio a
suponer que afecta no sólo el dominio observado sino también otros.

Por ejemplo, al decir que alguien no es confiable, dado que le habíamos


prestado un dinero que nunca fue devuelto, solemos también pensar que
posiblemente no sea confiable en su ámbito laboral, familiar, etcétera.

4) Las afirmaciones juegan un papel importante en la fundación de


los juicios.

Si no podemos proveer afirmaciones no podremos fundarlos. Pensemos


pues cuando nos preguntan acerca de si una persona es eficiente,
confiable, etcétera., nos remitiremos a acciones en el pasado que den
cuenta de ello sea cual fuere -positiva o negativa- nuestra respuesta.
Dependiendo del juicio que formulemos necesitaremos más o menos
afirmaciones.

Les propongo un ejercicio: elije una persona cercana a ustedes, emite un


juicio positivo y uno negativo.

Piensa en sus fundamentos; ¿Cuál de los dos te tomó más esfuerzo? ¿En
cuál tuviste que afirmar en mayor medida y en cuál en menor medida?

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5) Frecuentemente consideramos fundado un juicio a partir de
observaciones efectuadas en un número de instancias dadas, sólo
para darnos cuenta de que hacia adelante había muchas más
acciones que eran opuestas al juicio emitido.

En resumen
Para fundar un juicio se precisa de:

1) La acción que proyectamos hacia el futuro.

2) Los estándares que tenemos en relación a la acción.

3) El dominio de observación en el que emitimos el juicio.

4) Las afirmaciones que brindemos respecto de los estándares.

5) El hecho de que no encontramos fundamento suficiente para


sostener el juicio contrario.

Pero vale decir también que los juicios tienen una doble cara, pues toda
acción, como dijimos, todo lenguaje revela el tipo de ser que la ejecuta, nos
dice algo acerca de cómo es quien dijo tal o cual cosa.

Recordemos, este es el segundo principio ontológico: actuamos de


acuerdo a cómo somos.

2.1.3 Lenguaje y acción


La capacidad del lenguaje da cuenta o revela el ser que habla.

Los juicios tienen una doble cara, una que mira al mundo y otra que mira al
ser que somos.

“Los juicios siempre hablan de quien los emite” (Echeverría,


2006, p. 73).

Observemos dos pinturas, dos “tiempos” que podemos considerar como


juicios de los autores y que, de alguna manera, representan lo que los
autores son o piensan, eran o pensaban.

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Reflexiona:
¿El pintor habrá pensado que la modelo era una “diosa”?
Hoy ¿consideramos que esta modelo es bella?

Imagen 1: Fernando Bottero (1932) dibujante, pintor escultor


Colombiano.

Fuente: Art finding, 2015, http://goo.gl/mA5Sxy

Imagen 3:

Fuente: De Orbe, 2009, http://goo.gl/gk7X4R

Fernando Bottero pinta retratos de personas actuales; a veces representa


con estas formas personas retratadas a lo largo de la historia.

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¿Estos “modelos” son hoy el ideal de belleza para nosotros?
¿Y para Bottero?

Imagen 11. Diego Rivera. Mural en el Palacio Nacional (fragmento) 1942.


Ciudad de México

Fuente: Lozzano, 2015, http://goo.gl/LKTWgT

La pintura representa la lucha que hubo luego de la conquista, entre


españoles e indígenas. Pueden observarse en el sector izquierdo arriba el
símbolo de la cruz, que fue una de las causas del enfrentamiento religioso;
por otra parte también se ve a los aborígenes realizando el duro trabajo al
que fueron sometidos por los españoles que se consideraban nuevos
dueños de la tierra. La representación, revela la visión personal de Rivera
sobre lo descripto en la historia.

“Toda idea es siempre dicha por alguien que, al emitirla, revela


quién es” (Echeverría, 2006, p. 73).

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Los juicios, entonces, guardan estrecha relación con el ser. Estos tienen un
impacto directo sobre la vida de las personas y sobre todo en la forma de
ser de cada uno/a.

Pero los juicios también tienen dimensiones particulares, veamos algunas:

Hay personas que viven de juicios ajenos, es lo que Rafael Echeverría llama
“la condición de inautenticidad” (Echeverría, 2006, p.76). Las personas que
viven en esta condición, han delegado toda autoridad en los demás, para
emitir los juicios que les importan.

De este modo, se alegran enormemente al recibir juicios positivos y se


deprimen profundamente al recibir juicios negativos.

Sus vidas pasan a estar controladas por fuerzas que ellos no controlan, son
el resultado de una variedad de juicios que reciben.

Otra observación de los juicios se refiere a que hay personas que tratan a
los juicios como afirmaciones sin hacer distinciones entre ambos. Es el caso
de las personas que, como consecuencia, operan desde la rigidez, la
intolerancia y la no apertura al aprendizaje. Sólo los juicios emitidos por
ellos son válidos y el emitido por otros es totalmente falso.

Estas personas crean un espacio altamente intolerante y fundamentalista,


cerrando el espacio para la transformación. Entonces encontramos que
dicen: “Yo lo conozco, siempre ha sido un inoperante”. Y si uno insiste, y
pregunta los fundamentos, vuelven a decir: “¡pero si lo conozco de años! y
siempre ha sido así”. Estas verbalizaciones encierran un problema grave, y
es la imposibilidad de reconocer que esos juicios que estamos haciendo no
necesariamente son ciertos, o válidos, y dependen en gran medida del
observador, que es quien los emite.

Y por último, están las personas que no pueden distinguir entre juicios
fundados e infundados y, como consecuencia, viven en espacios de
decepción permanente con respecto a sus expectativas, con gran dificultad
para diseñar su futuro. No logran entender por qué las cosas no se les dan
como ellos esperan. Viven de interpretaciones mágicas y la vida por lo
general les resulta un misterio; viven como injusticia sus propios fracasos.
Encontramos algunos que dicen: “¡Yo tengo siempre mala suerte! ¡Es que
he roto muchos espejos en mi vida, por eso me pasa lo que me pasa! Nada
me puede salir bien”.

Concluyendo entonces con todo lo expuesto hasta aquí, hemos hablado de


las declaraciones, espacio en el que nos comprometemos a hacer
consistente nuestro comportamiento posterior, como así también la
validez de aquello que declaramos.

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Hemos dicho también que al hacer o emitir un juicio además de lo anterior
(compromiso y validez), nos comprometemos a fundarlo.

Ahora veamos qué relación guarda con las peticiones y las ofertas.

2.1.4 Peticiones y ofertas


Las promesas son actos lingüísticos diferentes de las afirmaciones o las
declaraciones, aunque también funcionan dentro de los actos declarativos.
Las promesas se constituyen como el ingrediente, en tanto acto lingüístico,
que permite coordinar acciones con otros, tema que veremos con detalle.

Cuando alguien nos hace o hacemos una promesa, significa que nos hemos
comprometido a ejecutar una acción en el futuro: “La semana que viene te
pago”, “Te llamo pasado mañana para que arreglemos la salida”, “No voy a
hacer eso nunca más”. Esto le permite al otro, o a nosotros mismos, hacer
planes en relación a lo declarado.

“Cuando alguien me promete que (…) va a ejecutar una determinada


acción en el futuro, yo puedo tomar compromisos y ejecutar acciones que
antes hubieran sido imposibles” (Echeverría, 2006, p. 54).

Dice Rafael Echeverría:

“Las promesas implican un compromiso manifiesto mutuo. Si


prometo algo a alguien, esa persona puede confiar en ello y
esperar que cumpla con las condiciones de satisfacción de mi
promesa. Esto no es solamente un compromiso personal sino
social”. (2006, p. 54).

Nuestras comunidades, como condición fundamental para la


coexistencia social, se preocupan de asegurar que las
personas cumplan sus promesas y, por lo general, sancionan
a quienes no lo hacen. Gran parte de nuestra vida social está
basada en nuestra capacidad de hacer y cumplir promesas.
(Echeverría, 2006, p. 54).

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Entonces, según Echeverría (2006) podemos distinguir que el acto de hacer
promesas comprende cuatro elementos fundamentales:

1) Un orador.

2) Un oyente.

3) Una acción a llevarse a cabo.

4) Un factor de tiempo.

Muchas de las acciones que tomamos guardan vinculación con las


promesas que otros nos hicieron, aunque todavía no se hayan cumplido.

Hemos dicho que las promesas son acciones lingüísticas que nos permiten
coordinar acciones mutuamente; para que esto sea posible, necesitamos
que las partes comprometidas lleguen a un acuerdo. Si alguien nos dice:
“Mañana te pago”, pero yo respondo: “No, prefiero la semana que viene”,
necesariamente tenemos que llegar a un acuerdo para que constituyamos
un compromiso, una promesa. Ambos debemos acordar que el pago, será
la semana próxima o bien mañana.

Este acto lleva consigo una conversación, involucrando dos actos: por un
lado, un ofrecimiento de la promesa, y por otro, el acto de aceptarla, o
bien pedir una promesa y aceptarla.

Ahora tomemos por parte lo hasta aquí dicho para entender mejor:

Al hacer una declaración o afirmación, suponemos que alguien nos


escucha, incluso cuando sostenemos conversaciones privadas (aquellas en
las que hablamos con nosotros mismos). A diferencia de estos actos
lingüísticos, en la promesa esperamos del otro algo más que sólo nos
escuche, involucrando así las acciones de ofertar una promesa (hacer una
promesa), y que el otro la acepte o la desestime, generando en uno u otro
sentido la aceptación de la promesa o el rechazo a la misma.

Como nos dice Echeverría, utilizando una metáfora para representar la


idea de la promesa: “es como una hebilla, necesita de dos lados para
cerrarse” (2006, p.58).

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La petición y la oferta difieren en tanto se sitúan respectivamente en dos
personas, con dos inquietudes diferentes.

Entonces, la promesa implica dos movimientos:

Una declaración de
Una petición u oferta aceptación por otra
persona

Es importante destacar que la petición y la oferta son básicamente


movimientos de apertura para obtener una promesa, y comprenden un
orador, un oyente, algunas condiciones de satisfacción y un factor de
tiempo.

Hagamos hincapié en las ideas de satisfacción y tiempo.

Cuando nos encontramos frente al fenómeno de quien hizo una petición o


una oferta, y esta fue aceptada, inmediatamente el orador entiende que
prometió algo de una manera diferente de lo que el oyente entendió;
ambos, sin embargo, operan bajo el supuesto de que la promesa será
cumplida, así orador y oyente se relajan en el supuesto del cumplimiento,
sólo para más tarde darse cuenta que lo que esperaban que sucediera, no
ocurrió. ¿No te ha sucedido acaso?

Pero veamos lo contrario: se concreta la promesa y claramente la


satisfacción se hace presente, pero no se definen tiempos. Quien espera el
cumplimiento de la promesa, no puede descansar en ella dado que
desconoce cuándo sucederá; es más, no puede reclamar dado que tarde o
temprano lo prometido se cumplirá. Una promesa que no lleva consigo un
vencimiento no obliga y, por lo tanto, no puede considerase una promesa.

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Entonces completemos el esquema:

Una petición u oferta Una declaración de


Tiempo
aceptación
El largo NO se puede El largo NO
modificar, el alto SI. se puede

El largo NO se puede = modificar,


el alto SI.
modificar, el alto SI.
El largo NO
se puede
PROMESA modificar,
car, el alto SI. el alto SI.

Destaquemos, además, que al hacer una promesa nos comprometemos en


dos dominios: la sinceridad y las competencias.

La sinceridad hace referencia a los juicios que hacemos sobre las


conversaciones y compromisos públicos, y al hecho de que estos guarden
concordancia con los juicios de conversaciones y compromisos privados, lo
que uno/una persona dice y piensa, son coincidentes con lo que hace.

La competencia guarda relación con el juicio de que la persona que hizo la


promesa tiene las condiciones para llevarla a cabo.

Es importante también destacar la diferencia entre pedido y deseo.


Mientras el deseo expresa más una aspiración, el pedido expresará
condiciones de satisfacción observables. Veamos:

 Deseo: “Te solicito mayor dedicación”.

 Pedido: “Te pido que respetes los horarios acordados para las
reuniones”.

Si no indico las condiciones de satisfacción observables con claridad, el


oyente podrá tener una idea totalmente diferente a la mía respecto de lo
que significa mayor dedicación.

Es importante que el mensaje que contiene el pedido sea expresado de


modo tal que el que nos escuche pueda hacerse cargo generando una
respuesta.

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Es importante destacar que, en la escucha, no solo es necesario
comprender gramaticalmente lo que se dijo sino también comprender el
trasfondo de intereses que yacen por debajo del pedido.

2.2 La escucha: la matriz básica


Sabemos que la comunicación humana posee dos facetas: hablar y
escuchar.

Bajo el supuesto popular, el hablar aparece como con mayor importancia


que el escuchar. A la escucha se le atribuye una cualidad de pasividad,
mientras que al habla, la actividad. Suponemos, la mayoría de las veces,
que si alguien habla lo suficientemente bien (fuerte y claro) será más
escuchado que otros que no hagan esto. Si tomamos esto como válido,
entonces ¿depende de cómo uno hable que el otro escuche?

Sin embargo, podemos percibir que hay una nueva visión sobre este
fenómeno, que implica la importancia del escuchar. Encontramos cada vez
más, a personas que comienzan a aceptar que no saben escuchar, o que
escuchan mal. Reconocen dos cosas: que les es difícil escuchar a otros, y a
su vez, que tienen dificultades para hacerse escuchar en la forma que
desearían. Este fenómeno ocurre en todos los dominios de nuestras vidas.

Echeverría (2006) sostiene al respecto que

El tema del escuchar se ha convertido en una inquietud


importante en nuestras relaciones personales. Es frecuente
escuchar la queja: «Mi pareja no me escucha». Sin lugar a
dudas, la comunicación inefectiva es una de las principales
causas de divorcio. Cuando las personas hablan de
«incompatibilidad» con su pareja, es el escuchar,
nuevamente, el que está en el centro de sus inquietudes.
(Echeverría, 2006, p. 81).

19
Peter Drucker, abogado Ejercitemos la observación.
austríaco. Su libro más
conocido
En las pinturas que se presentan:
Administración y ¿Quién habla?
Economía fue publicado
en 1939. Escribió
¿Quiénes parecen escuchar efectivamente?
numerosos textos, entre ¿Quiénes parecen estar fuera de la escucha?
ellos Desafíos de la Aparte del grupo en primer plano, ¿observa
gerencia en el siglo XXI
(1999); El Management otras personas que podrían estar hablando-
del futuro (1993) escuchando?
Innovación y
Emprendimiento (1985),
La era de la
discontinuidad (1969)
donde trató sobre la En el campo de los negocios, el escuchar efectivo ha llegado
“sociedad del a adquirir la máxima prioridad. Peter Drucker (1990),
conocimiento”. escribió: «demasiados (ejecutivos) piensan que son
maravillosos con las personas porque hablan bien. No se
dan cuenta de que ser maravillosos con las personas
significa 'escuchar' bien». (Echeverría, 2006, p.81).

Hablamos para ser escuchados


Tom Peters (1942- ), Si decimos una cosa y escuchan otra, el habla no ha sido efectiva.
escritor sobre gestión
empresarial y prácticas. Aquellos que hablan en función de lo que sólo les interesa a ellos,
Publicó en 1982 En busca difícilmente serán escuchados, dado que estarán hablando para sí mismos,
de la excelencia; en 2010 y no para ser escuchados. El otro, en esta dinámica, no tiene cabida.
su último libro que se
denomina Las Pequeñas
Cosas Grandes.

Tom Peters enfatiza que una de las principales razones del


bajo rendimiento del management norteamericano es el
hecho de que el manager no escucha a sus empleados, ni a
sus clientes, ni lo que está sucediendo en el mercado.
(Echeverría, 2006, p. 81).

20
“Los juicios siempre hablan de quien los emite” (Rafael
Echeverría, 2006, p. 73).

“El problema, por supuesto, radica en ¿cómo hacerlo?, ¿en qué consiste
saber escuchar?” (Echeverría, 2006, p. 81).

Desde esta nueva percepción, la escucha es sin lugar a dudas la


competencia fundamental y más importante de la comunicación humana.

Si deseo que el otro me escuche, será entonces mayor mi esfuerzo por


demostrarle (al otro) que lo que digo guarda relación con su inquietud.
Para que esto sea posible, será necesario primero escuchar al otro, antes
de decir lo que tengo que decir.

La escucha, en estos términos, se convierte en una precondición del habla.


Comienza a perder la cualidad de pasiva, pasando a ser un elemento más
activo, de acción.

Escuchar implica también la acción de interpretar.

2.2.1 El observador y la escucha efectiva


Es importante que hagamos distinciones sobre oír y escuchar. Los
observamos como dos fenómenos distintos.

Veamos. Por un lado tenemos a quién cree que escuchó lo que alguien dijo,
dado que confirma que oyó lo que el otro dijo. Esto es insuficiente dado
que nada nos dice de su escucha.

El reproducir textualmente lo que alguien dijo, no es suficiente para decir


que ha escuchado, allí decimos que ha oído. ¿Acaso una grabadora no
puede reproducir una voz grabada? ¿Ello significa que escucha?

“Las máquinas reproducen, no interpretan”


(R. Echeverría, 2008, p. 167)

21
Es necesario interpretar, comprender, escuchar.

La escucha es = oír + interpretar

Biológicamente el ser humano capta el sonido con el oído interno,


dispuesto en la cóclea. Para aquellos no familiarizados con términos
médicos, exactamente detrás de las orejas, podemos palpar el hueso
temporal; internamente se encuentra ubicado el órgano del oído interno,
la cóclea, el caracol interno. Allí varios conectores envían registros sonoros,
ondas sonoras, al cerebro que finalmente interpreta lo que oímos.
Comenzamos a percibir no sólo el sonido sino también otros estímulos a
través de otros sentidos, el olfato, el tacto, y se activa el maravilloso
mundo de las interpretaciones donde se conjugan y danzan una serie de
acertijos que dan origen a la capacidad del lenguaje en sus múltiples
expresiones y, a través de él, la diversidad de sistemas que dan cuenta de
la comunicación humana.

Entonces redefinamos la fórmula antes expuesta:

Escuchar = percibir + interpretar

Conectar la escucha con la interpretación nos permite saltar a la


comprensión del fenómeno de la escucha y relacionar esta acción
extrayendo algunas conclusiones como:

La escucha guarda un carácter activo.

Esto significa que si cada vez que escuchamos activamos el proceso de la


interpretación, la escucha pierde su carácter pasivo por completo.

En el proceso interpretativo, se pone de manifiesto el carácter histórico del


ser humano, de ello surgen varios elementos que juegan un papel
importante, como los supuestos y los prejuicios. La importancia de estos
últimos radica en el aporte de la apertura al conocimiento; son variables
que de alguna manera nos permiten otorgarle un sentido a lo que
escuchamos.

22
Los prejuicios nos tienen y los tenemos, así como a veces nos habilitan
oportunidades, otras veces esas oportunidades nos son negadas por los
prejuicios. De allí la importancia de poder desprenderse de ellos, soltarlos y
permitirnos entrar en el proceso de transformación y dar lugar a la
escucha.

A partir de aquí podemos relacionar sus lazos con el tiempo. La escucha


opera en el tiempo, en la medida que pasa el tiempo, nuestra capacidad de
escucha comienza a afinarse.

Pensemos en esos momentos en que alguien nos dijo algo, ofrecimos una
interpretación, y pasado un tiempo, cuando regresamos y recordamos lo
que oímos, le otorgamos nuevas interpretaciones, generamos nuevos
descubrimientos y nos decimos: “Ahora entiendo lo que me quiso decir”.

Pero así como recordamos lo oído en el pasado, escuchamos desde


nuestras expectativas, acerca de lo que debe o podría pasar, dando lugar
así al futuro. La escucha no sólo incide abriendo espacios sino también
cerrándolos.

Esta interpretación de la escucha se aleja del tradicional modelo que


aprendimos en la época escolar (emisor-mensaje-receptor---canal/ruido)
dado que este modelo le asigna un rol pasivo al oyente, (modelo de la
Ingeniería de las Comunicaciones). Este modelo nos llevó a desarrollar la
creencia de que si aprendíamos a hablar bien, si hablábamos de forma
efectiva, seríamos escuchados. Sin embargo, esto distorsiona por completo
el fenómeno de la escucha.

El escuchar nos remite a tres ámbitos diferentes: La acción, las inquietudes


y el ámbito de lo posible (consecuencias de las acciones del hablar).

¿Cómo interpretamos entonces?


Uno dice lo que dice y el otro escucha lo que escucha.

Esto implica decir que la interpretación le pertenece al tipo de observador


que somos, en el cual confluyen nuestro pasado, presente y expectativas.
Uno cree decir algo, y el otro cree escuchar otra cosa. Ahí radica la
importancia de la comunicación desde la Ontología del Lenguaje y una
mirada diferente.

“Toda escucha está condenada, en el mejor de los casos, a ser siempre una
aproximación al otro”, nos dice Rafael Echeverría en su libro Escritos sobre
aprendizaje (Echeverría, 2009, p. 168). Esto implica reconocer que la
escucha (y la interpretación) tienen un límite, dado que al escuchar

23
interpreto desde mí mismo, y el otro, al hablar, está interpretando desde él
mismo.

Tenemos entonces tantas escuchas, como personas presentes.

Dado lo dicho hasta ahora, hacemos evidente que existe una brecha entre
lo que orador dice y lo que el oyente escucha, podemos acortar más o
menos esta brecha, pero nunca será cero. Esto da cuenta de que la
interpretación de un individuo, nunca será plena.

Dando cuenta de esto, entonces ¿cómo hacemos para achicar esa brecha y
mejorar la escucha?

Primeramente, aprender que existe esta diferencia y debemos respetarla, y


que está presente en toda relación. A partir de allí, generamos otra
herramienta además del reconocimiento de la brecha y su respeto;
podemos a partir de allí, monitorearla, haciéndonos responsables de la
escucha.

La escucha no es algo que podamos guiar; simplemente escuchamos de


forma inconsciente, espontánea; sin embargo, a partir de lo aquí
mencionado, perdemos la inocencia, no podemos desconocer lo aquí
dicho: existe una brecha y debemos hacernos cargo de ella.

Reconocer esta característica e implicancia de la escucha, nos hace


necesariamente más responsables no sólo de lo que decimos si no de lo
que creemos escuchar del otro.

Veamos qué herramientas podemos aplicar para


reducir la brecha.
En primer lugar, identificar algunas acciones que permiten detectar la
brecha, reconocerla, para desde allí buscar su reducción.

En segundo lugar, y más importante que el primero, tratar de transformar


al observador que se ha sido hasta ahora. Aquí se nos presenta el mayor
desafío dado que implica la posibilidad de reconocer que uno escucha
como escucha, con determinados límites y obstáculos, y que quiere
cambiar. Implica, entonces, un proceso de transformación personal
profundo.

Nombremos algunas acciones concretas que podemos llevar adelante para


acortar la brecha de la escucha:

 Verificar escucha

 Compartir inquietudes
24
 Indagar

Verificar escucha: dado lo que sabemos acerca de la escucha, lo mejor que


podemos hacer es sospechar de nuestra escucha, tanto para asegurarnos
de haber entendido, como para esforzarnos por entender lo que aún no
entendemos.

Puedo decirle al orador entonces: “A ver si te entiendo lo que quieres


decirme”, y aquí es válido no repetir textualmente lo que oí, sino
parafrasear y animarme a ver cuán cerca está mi interpretación de lo dicho
por el orador.

Compartir inquietudes: hace referencia a hacernos cargo de lo que nos


inquieta- el orador no siempre expresa textualmente desde donde nos dice
lo que nos dice, sino que usa ejemplos y nos sugiere ideas muy pocas veces
expresa completamente sus inquietudes.

Indagar: es sencillamente la herramienta más importante con la que


contamos; preguntar para afinar, para completar, para corregir. El objetivo
siempre está puesto en asegurar la interpretación.

Si queremos evaluar nuestra capacidad de escucha, aceptemos nuestros


límites y comprendamos la diferencia con el otro, desde el respeto
legítimo, comprendiendo el sentido del otro, sin descalificarlo. El respeto
no es más que una aceptación del otro, legitimando la diferencia sin
descalificación.

En síntesis, todo hablar revela el tipo de observador que soy. Recordemos


el primer principio de la Ontología del Lenguaje:

No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las


observamos o como las interpretamos.
Vivimos en mundos interpretativos.

25
Observemos la obra considerando la metáfora y la
interpretación que podemos hacer y que nos
posibilita preguntarnos:
¿Se está verificando la escucha? “¡Oiga, me
escucha!”
¿Produce inquietud lo que comunica la muchacha?
¿Está indagando dentro del oído?

2.3 Las conversaciones


Partimos de la idea de que cada vez que alguien habla, hay alguien
escuchando. Usualmente, quien está escuchando es otra persona. Pero de
todas formas, en el caso en que no haya otra persona (cuando hablamos
con nosotros mismos, por ejemplo) siempre está el escuchar de la persona
que habla. Cuando nosotros hablamos, también estamos escuchando lo
que decimos. Y por otro lado, cuando escuchamos, siempre hay alguien
hablando. Nuevamente, este hablar puede provenir de otra persona o de
nosotros mismos.

Incluso cuando estamos inmersos en un gran silencio, existe y aparece el


hablar sobre el mismo silencio. Nos contamos cosas sobre el silencio
mismo.

En la comunicación, por lo tanto, no se da el hablar sin el


escuchar y viceversa. Cuando el hablar y el escuchar están
interactuando juntos, estamos en presencia de una
«conversación». Una conversación, en consecuencia, es la
danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar, y entre
el escuchar y el hablar. Las conversaciones son los
componentes efectivos de las interacciones lingüísticas —las
unidades básicas del lenguaje.

Por lo tanto, cada vez que nos ocupamos del lenguaje


estamos tratando directa o indirectamente con
conversaciones. (Echeverría, 2006, p.180).

26
Existe una diversidad de conversaciones; podemos establecer varias
divisiones.

Los seres humanos sostenemos conversaciones generando o cerrando


oportunidades, conversamos con nosotros mismos y con nuestro entorno,
con otros. A partir de ellas, construimos relaciones, resolvemos temas
cuando sostenemos conversaciones o dejamos temas inconclusos al no
sostenerlas.

Existe una diversidad de tipos de conversaciones, en función del momento,


del tema, de la persona, en fin, Rafael Echeverría (2006) nos invita a
conocer algunos tipos de conversaciones que guardan relación con el
quiebre del observador. Entendemos por quiebre aquello que al
observador lo inquieta. Algunos denominan “problema” al quiebre, cosa
que es, quizás, inexacta. El quiebre puede ser un problema, o puede ser
algo que solamente inquieta. El quiebre es un acontecimiento que irrumpe
en el constante fluir de la vida. Cuando tenemos esta irrupción,
automáticamente tenemos la sensación de que algo ha cambiado, y
queremos, a veces, hacer algo al respecto.

Reflexionemos sobre el quiebre que produjo en el


significado del arte este acto vanguardista.
La acción irrumpió, inquietó, espantó, generó indagaciones
y reflexiones: algo había cambiado y lo que se hizo fue
aceptar la propuesta.

Los quiebres generalmente llaman a la acción

La forma de responsabilizarnos de ellos es realizando una acción, sin


embargo, muchas veces, nos quedamos espantados en él. En ese espacio
solemos mantener varios tipos de conversaciones; la manera en que
abordemos esas conversaciones dará lugar a una manera efectiva de
tratarlo.

Podemos distinguir varios tipos de conversaciones. (…)


Incluso podemos separar las conversaciones de acuerdo a su
estado (abierto o cerrado), de acuerdo al momento en que
tuvo lugar, o el tema abordado, la persona con quien
estuvimos manteniendo la conversación, la importancia o
27
prioridad que le concedemos, y así sucesivamente.
Poseemos una capacidad interminable para hacer
distinciones acerca de conversaciones. (Echeverría, 2006,
p.130).

El autor nos propone los siguientes tipos de conversaciones:

 Conversaciones acerca de juicios.

 Conversaciones para coordinar acciones.

 Conversaciones para posibles acciones.

 Conversaciones para posibles conversaciones.

Conversaciones acerca de juicios


Cuando nos enfrentamos a un quiebre, es el espacio donde recurrimos a
las llamadas conversaciones de juicios personales. Se presenta un
problema e inmediatamente desatamos una serie de declaraciones que
dan cuenta del mismo: expresiones, insultos, etcétera., pero
inmediatamente pasado ese momento, iniciamos una cadena de juicios
acerca de nosotros mismos:

-¡Siempre me sucede a mí! ¡Nunca voy a aprender! ¡Soy un inútil! ¡Mi día se
fue al carajo!-

Estas reacciones son las que llamamos conversaciones acerca de juicios


personales.

Tenemos una capacidad infinita para historias y juicios personales,


podemos generar un sinnúmero de explicaciones, orientadas a culpar a la
gente, y quedamos atrapados en un círculo vicioso que nos impide actuar.

Conversaciones para coordinar acciones


Existen además otras maneras de hacernos cargo de los
quiebres, aquellas conversaciones que nos llevan a actuar
sobre ellos y poder así superarlos y es muy distinta de la
conversación sobre juicios personales. (Echeverría, 2006, p.
134).

28
Actuamos para modificar el futuro, nos permiten nuevas posibilidades.

“Una forma efectiva de encarar los quiebres es pedir ayuda. Saber pedir
ayuda es otra de las competencias lingüísticas fundamentales en la vida”
(Echeverría, 2006, p.134). Alrededor de esta falta de competencia, giran
una serie de juicios que nos impiden utilizarla, no pedimos ayuda porque
nos vemos débiles, perdemos independencia en juicios.

A veces las conversaciones para coordinar acciones se efectivizan como


juicios personales parece que entráramos a un laberinto y una vez dentro
no encontramos la salida. ¿Por qué? ¿Falta escucha? ¿Falta compartir
inquietudes? ¿Falta indagar?

¿Qué tipo de conversaciones se están necesitando?


¿Sería posible replanificar buscando, proponiendo y
posibilitando la conversación con quien es necesaria?
¿Cuál es la conversación que paraliza y que impide buscar el
quiebre?
S i es necesario, ¿pediría ayuda para romper la parálisis?

En el mundo de la empresa, es crucial distinguir entre conversaciones para


coordinar acciones y conversaciones para juicios personales.

Conversaciones para posibles acciones


Cuando no acciones llevar adelante para tratar un quiebre, se nos abre la
posibilidad de sostener otro tipo de conversaciones, conversaciones para
posibles acciones.

Este tipo de conversaciones nos orienta hacia la acción de especular acerca


de y explorar acciones posibles. Esta conversación expande nuestro
horizonte de posibilidades.

Cuando no sabemos qué hacer, entonces podemos explorar nuevas


acciones junto a otros o solos.

29
Las posibilidades no están visibles para todos, no están allí esperándonos,
surgen de nuestras conversaciones, pues construimos un espacio para la
innovación.

Esto no significa que estas acciones siempre tengan resultados positivos, y


no pueden transformarse en una receta, este tipo de conversaciones es
simplemente una forma más de generar posibilidades.

Conversaciones para posibles conversaciones


Este tipo de conversaciones trae pegado los juicios acerca de la persona
con la que deberíamos sostener la conversación, simplemente esta
conversación está en estado cerrado. Sostenemos que de tener esa
conversación con esa persona, los resultados serán estériles.

Otras veces es nuestro estado de ánimo el que impide que otras personas
tengan conversaciones con nosotros. Para dar espacio a las conversaciones
es necesario situarse en la base del respeto mutuo.

Para ir dándole un cierre a este tema, vale reflexionar entonces y


preguntarse:

¿Qué tipo de conversaciones estoy necesitando?


¿Con quién no sostengo la conversación que debería?
¿Qué me lo impide?
¿Cuál es la conversación de la que no me hago cargo?

2.3.1 El diseño de las conversaciones


Hemos hablado hasta ahora de los tipos de conversaciones posibles, pero
antes de despedirnos de este maravilloso tema, es preciso que hablemos
del tipo de enfoque que puede guardar nuestra particular forma de
conversar.

30
Enfoque propositivo-múltiple
Podemos distinguir dos tipos de enfoques: Propositivo o único y múltiple.
Este tipo de enfoque claramente nos retorna al tema de la escucha del que
más arriba nos hemos ocupado.

Decimos que hay un enfoque único o propositivo, cuando prevalece una


forma de hablar de ofertas continuas, de sugerencias, de consejos,
etcétera. Guarda estrecha relación con la intención del orador de solo dar
cuenta de sus observaciones respecto de alguien o algo.

Veámoslo en un ejemplo:

Imaginemos una conversación en una organización entre un gerente y su


subordinado acerca de un conflicto en la oficina.

Gerente: Pablo

Subordinado: Fabián

Fabián: Buen Día Pablo, ¿tienes un tiempo?

Pablo: Sí, ¿qué será?

Fabián: Sabes, no me llevo bien con Ana; ella parece estar empecinada en
hacerme la vida imposible, y sabes que necesito trabajar con ella, pero es
insufrible. He intentado hablar con ella, pero nada, imagínate, cuando trato
de explicarle algo, ella mira para otro lado, se hace la desentendida, me
saca cosas que no tienen relación. No puedo con ella…

Pablo: Fabián, tranquilo. ¿Sabes? Tal vez, deberías relajarte, respira, no es


para tanto, quizá puedas conversar con ella en otro lugar, invítala a/con un
café y trata de explicarle tu posición, ella seguro podrá comprenderte. Estoy
seguro de que pueden juntos hacer un gran equipo, los dos son fabulosos,
¡ustedes pueden! Inténtalo, si no resulta vemos que podemos hacer….

Ahora a pensar:

31
¿Qué surge de esta conversación?
¿Cómo los imaginan?
¿Qué hizo Pablo?
¿Qué creen que necesitaba Fabián?
¿Hubo indagación? ¿A Pablo le interesó saber las causas?
¿Se habilitó suficiente espacio para comprender la situación
y la posición de Fabián?
¿Qué faltó?

Seguramente al leer este sencillo diálogo, la respuesta a las preguntas aquí


expuestas darán cuenta del tipo de observador que son, pero resulta
interesante poder observar que muchas de estas conversaciones, que
guardan sin lugar a dudas un tono amable, conciliador, quedan lejos de
verificar inquietudes, y reconocer distenciones en la misma que habiliten
cambios reales. Pues Pablo no invierte tiempo en darle una serie de
sugerencias a Fabián sin que éste se lo haya pedido específicamente,
tampoco, se da tiempo para indagar buscando comprender.

En general este tipo de enfoque es el que suele prevalecer en nuestras


conversaciones, ello no tiene nada de malo, sin embargo, de ser la única
modalidad, nos perdemos de la gran oportunidad de nutrirnos de lo que el
otro puede y tiene para darnos.

Veamos el enfoque múltiple para poder comprender lo poderoso de cada


uno.

Decimos que una conversación guarda un enfoque múltiple, cuando los


interlocutores mantienen una conversación que da lugar a indagaciones
abiertas, preguntas abiertas que permiten a los mismos dar a conocer sus
observaciones y compartir diferencias sin que ello comprometa las
relaciones.

Por ejemplo cuando usamos preguntas como: “Dime, Clara ¿qué piensas
del proyecto que estamos haciendo?”, “¿Cómo te sientes Ana?”, “¿Tú, qué
crees?”, “Cuéntame más de eso, ¿quieres?”.

No existe un enfoque más importante que el otro, sostenemos que ambos


son necesarios, pues imaginen en una sala de urgencias, el cirujano
preguntando a la enfermera: “¿Y Ud. qué cree? ¿Qué podremos hacer?”
¡Sería un caos! Sin embargo es importante destacar que ambos enfoques
deben estar presentes y poder adaptarse a diferentes situaciones. En los

32
equipos de alto desempeño la proporción con este tipo de enfoque es
50/50. Vale preguntarse:

¿Cuál tipo de enfoque prevalece en tus conversaciones?


¿Qué ganas o pierdes con ellas?

2.3.2 Conversaciones en la empresa emergente


Las empresas son concebidas desde esta propuesta, como una red de
conversaciones. Dado que conversamos y cerramos o abrimos negocios,
fusionamos organizaciones o dividimos las mismas.

Gestionamos nuestro capital humano, levantamos inquietudes de nuestros


clientes indagando con una infinidad de métodos, proponemos, ofertamos
a través de conversaciones.

Las empresas no son edificios o productos, ya que podemos cambiar de


edificio o iniciar líneas de productos nuevos y la empresa continúa; es por
ello que reiteramos: la empresa es una red estable de conversaciones.

Son las competencias comunicativas de una empresa las que determinan el


alto éxito o fracaso de las mismas.

Todo lo que ocurre en ellas, puede ser visto o examinado desde una
perspectiva conversacional. Estos son los postulados de la propuesta
Ontológica.

Si pensamos un momento en qué hace una gerente, nos disparan muchas


ideas, pero probablemente la mayor porción sea conversa. Lo que hacen
los ejecutivos y gerentes es necesariamente hablar, escuchar, promover
conversaciones o callar otras.

Situémonos en el acto declarativo de la constitución de una empresa e


imaginémonos pues ese momento. Lo que encontramos en su base no es
más que una conversación sostenida entre dos o más personas, con la clara
intención de efectivizar, de accionar en forma conjunta como resultado de
una conversación.

33
En las empresas se fijan objetivos, metas de ventas, de nuevas sucursales,
de nuevas incorporaciones, celebraciones de contratos, alianzas,
involucrando en todos estos actos, conversaciones.

Una organización es también un espacio de intercambios de promesas, de


gente que nutre la vida de la empresa son sus pasados, sus presentes y sus
visiones en dirección a un futuro Estas conversaciones son necesariamente
determinantes a la hora de coordinar acciones, en las que la conjugación
de la cooperación y colaboración no pueden faltar. Son necesariamente
conversaciones importantes en las organizaciones para hacer de ellas, un
espacio para que las personas encuentren un sentido a sus trabajos, a sus
vidas y a la armonía entre ambos.

¿Qué conversaciones se desarrollarán en este espacio?


¿Se planificarán objetivos y metas? ¿Se harán promesas?

2.3.3 Conversación y management


El management nace con la preocupación de los seres humanos por utilizar
recursos de manera efectiva para alcanzar las metas u objetivos.

Hemos anticipado al iniciar el tema de grupos y organizaciones que la gran


diferencia en las distintas organizaciones son las personas. Parte de los
recursos con los que cada persona cuenta son necesariamente otras
personas con las que interactúa y necesariamente debe coordinar
acciones.

El management se orienta a obtener resultados en lugar de dudas y está en


estrecha relación a lo que se desea. El objeto último no es material sino
humano, y podríamos decir que en ocasiones, hasta espiritual, por ello es
necesario traspasar el management e investigar el ser humano como causa
final.

La filosofía del management debe subordinarse a la filosofía de la vida de


las personas que lo ejercen. Es necesario plantearse la ética de las
personas como principio rector.

34
La sociedad occidental hoy atraviesa una profunda crisis ética y enfrenta
una de las sombras que ya nos anticipara Nietzsche en el pasado: “la
profunda crisis del sin sentido”

Hace falta una Ciencia del Management capaz de tener un puente


lingüístico y conceptual entre el mundo de lo mensurable y el de lo
inmensurable.

El management que emerge busca ser una disciplina práctica.

Las organizaciones deben prestar sus esfuerzos en sus procesos


conversacionales, allí reside gran parte de sus inconvenientes cuando es
necesario coordinarse para obtener resultados.

35
Referencias
Art finding. (2015). Gallery- Bottero. Recuperado de
http://www.artfinding.com/modules/lot/index.php?recherche=botero%2B

De Orbe (2009). Las obras de Botero alcanzan records históricos en Christie’s.


Recuperado de http://www.revistadearte.com/2009/11/23/las-obras-de-botero-
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Maturana H. (2007). La transformación de la convivencia. Santiago de Chile: Lom


Ediciones SA.

www.21.edu.ar

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