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Resumen
Un Mundo emocional
“… casi en el mismo instante de sentir el dolor y que se rompía la transparencia de mi caminar, me
asombré que mi pie hiciera contacto con algo, me sorprendí y me asusté (pensé que había roto algo o
me había roto algo) mis ojos se abrieron, se me apretó el estómago, sentí una leve sensación de calor
que recorrió mi cuerpo y tensó mis músculos, y me inundé de rabia y exclamé “algunos” improperios
mientras me agachaba para recoger y luego lanzar el objeto sobre un sillón. En una fracción de segundos
mi hijo que se había volteado hacia mí, supongo dado los improperios, explotaba en una risa que me
contagió de una sensación de expansión que relajó mis músculos y me provocó una sonrisa inicial, que
terminó en una carcajada”.
En una primera mirada de este evento pareciera ser evidente que, un momento cotidiano de la vida se
vio interrumpido por un evento puntual (golpearse un pie) y que me sumergí en un mundo de emociones.
Pero, antes de golpearme el pie ¿Me encontraba sin emociones?, ¿Después de terminar el relato, volví
a “neutro”? ¿Todas las emociones duraron lo mismo? ¿Hubiese sucedido lo mismo a cualquier persona?
¿O si en vez de mi hijo hubiese estado mi jefa?
Si nos adentramos en nuestra vivencia podremos ver – sentir, siendo más preciso- que tenemos más de
una emoción disponible, Paul Ekman (1972) da cuenta en diversos estudios de la existencia de 6
emociones universales: Ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa. Rachael Jack (2014) menciona 4,
eliminando el asco y la sorpresa. Ambos autores y muchos otros a partir de estas y de los aprendizajes
a lo largo de la vida de las personas, han descrito varias decenas de ellas (culpa, vergüenza, alivio,
placer, erotismo, entre muchas otras), entregando un abanico emocional enorme, que para mayor
complejidad podemos vivenciar de más de una a la vez, haciendo difícil a veces reconocer qué estamos
sintiendo en determinado momento. A esta mezcla le podemos agregar la duración de cada una de ellas,
algunas por breves segundos, otras durante horas, días o años; su intensidad; su participación en lo
relacional, entre otras categorías, para así comenzar a construir todo un mundo emocional.
Estudiosos de las emociones las han distinguido por su duración, intensidad, innatismo o aprendizaje,
dividiéndolas en diversas categorías. Así, a los eventos breves e intensos algunos les han llamado
Emociones (dividiéndolas en innatas y/o aprendidas o mixtas); a los eventos más duraderos en el
tiempo y asociados a una relación con otros o lo otro, les denominan Sentimientos; y a aquellos de
mayor duración en el tiempo, que se mantienen con mayor independencia de lo cotidiano y que sirven
de base para el aprendizaje les denominan Estados de Ánimo.
Si bien estas distinciones nos sirven para mirar el fenómeno en partes, el mundo emocional es íntegro
en su acaecer humano y por tanto pareciera asemejarse más a los océanos, donde reconocer una gota
de agua parece imposible aun cuando sabemos que aquellas lo componen. Usando esta misma analogía
podríamos ver a los Estados de Ánimo como grandes extensiones de mar, algunos más fríos, otros más
cálidos, todos ciertamente muy importantes y diversos; los Sentimientos podrían ser las distintas mareas
que cambian con el clima y que se transforman en la relación con la luna; y por último, las Emociones
que podrían ser las olas de este mar, que son energía y movimiento.
Esta integridad del mundo emocional nos hace difícil el ejercicio de poder distinguirlo con detalle y
precisión del dominio cognitivo y corporal (debe ser difícil para un pez hablar del océano) y más bien en
una primera parte, daremos cuenta del mundo emocional a través de las emociones, que como olas,
nos permiten una mirada más en el límite del fenómeno emocional, haciendo creemos, más fácil poder
describir y distinguir este mundo.
Así, las emociones en tanto fenómenos humanos transversales y diversos, serían un enorme
precursor de las acciones humanas, siendo un recurso necesario para la adaptación a un medio
cambiante y continuamente desafiante, con una diversidad de expresiones que se traducen en el
operar del hombre sobre el medio.
Sentimiento
El Amor
Un sentimiento universal y que es central a la hora de hacer coaching es el amor. Parafraseando a
Maturana, el amor como fenómeno relacional hace que el otro o lo otro, surja como un legítimo otro en
la cercanía de la convivencia, incluso con uno mismo. Como fenómeno humano el amor se nutre de a
lo menos dos emociones básicas, la alegría y la ternura, dando cuenta de un lugar desde donde nos
relacionamos con nosotros, con otros y con el universo.
El amor nos permite recordar aquello que nos hace esencialmente iguales y que expresado en equilibrio
nos brinda la oportunidad de ver y vernos en los otros, sabernos unidos por algo mayor que nos sostiene
y que nos permite estar “presentes” con nosotros y los otros. Nos hace sentir en completitud y dignos
de ser cuidados y conectados para cuidar.
Cuando el amor pierde el equilibrio en lo relacional se puede volcar al exceso, perdiendo al otro como
legítimo otro, inundando desde la euforia de la alegría en exceso y/o desde la sobre protección o el
sacrificio de la ternura en exceso, volviéndolo unilateral y por tanto ciego a aquello que nos diferencia,
fusionándome con el otro, volviéndome híper-empático.
A su vez, si la pérdida del equilibrio relacional lleva a un déficit de la expresión, podemos sumergirnos
en la ingratitud y el abandono o negligencia conmigo o con los otros y lo otro. Me vuelco hacia mí mismo
con tal magnitud que me vuelvo egoísta.
Si bien podemos vivenciar al amor como un sentimiento humano relacional, también es posible
sumergirse en él como un lugar de conexión más trascendente, que nos une al universo, haciéndonos
partes de algo mayor donde nos volvemos uno con el todo. Así el amor nos recuerda que siendo gotas,
en sincronía con otras gotas somos un océano.
Cuando desde lo humano nos desconectamos de este lugar de igualdad universal nos vemos
sumergidos en el miedo de no sentirnos parte de algo mayor, del sinsentido o de una soledad
más trascendente. Desde el lugar de las metáforas podríamos decir que el amor es aquella
melodía interior que nos permite vibrar en unidad con el universo.
EMOCIONES BÁSICAS
Valoración Melancolía
TRISTEZA Lo perdido Indolencia
Añoranza Depresión
Celebración,
La completitud, reconocimiento, Insuficiencia,
ALEGRÍA Euforia, derroche
la ganancia descanso, ingratitud, escasez
abundancia
Desvitalización,
Hedonismo,
EROTISMO Lo vital Goce, disfrute incapacidad de
adicciones
sentir placer
Conexión, Egoísmo,
AMOR Lo esencial Simbiosis
fusión deshumanización