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En un punto es una idealización de algo que perdí, de un lugar del que fui
arrancada. Me sacaron de mi país subtropical para llegar a uno en que no tenía
familia y estaba más sola, sin arraigo. Chile representa o representó para mí una
realidad más cuadrada, normada y solitaria.
Sobre todo en Santiago, porque igual en los extremos hay más identidad y está
todo menos domesticado. Santiago para mí es nefasto, en un punto. Entonces
hablo desde la nostalgia de un país que anhelo. Sin embargo, me pasa que cuando
llego allá también me siento ajena. Al final Paraguay tampoco es mi lugar.
Te chilenizaste…
Sí, por eso idealizo, en el fondo. Quizás para un paraguayo lo que hablo no tiene
nada que ver con su país.
La incomodidad como concepto está a lo largo de todo el libro. Y sí, tiene que ver
con ese no poder situarse; vivo en la nostalgia de ese lugar de origen, pienso en
los mangos pudriéndose en las calles como algo hermoso, cuando lo cierto es que
para los que viven allá son un problema: generan enfermedades, llegan ratones,
hay pestilencia. No me hago cargo de la realidad de ese lugar, sino que lo abordo
desde la idealización de un espacio donde podría haber sido feliz. Por echarle la
culpa a algo digamos, porque la forma de vida a acá no me satisface, pero quizás si
viviera allá tampoco me sentiría conforme.
En tu libro hay una constante exaltación del individuo como vector del
mundo, el yo en relación a lo otro. Es muy divertida la visión dramática
del individuo que haces, en una desdicha permanente, como dices en
una parte “entregado a la marea de la infelicidad”. Una visión entre
heroica y absurda del yo…
Tiene un poco que ver con esta incomodidad de no poder situarme, porque no me
siento una inmigrante, por ejemplo. Ni tampoco creo que esa exageración
dramática de los individuos tenga tanto que ver con lo “paraguayo” en mí. Me
parece que tiene que ver más con mi familia. Mi familia es tremendamente
exagerada. Hay una tendencia familiar hacia la magnificación de cualquier cosa,
buena o mala. Es normal ver a un familiar que cree que se está muriendo de
cirrosis y que en la comida familiar se toma un vino cagado de la risa.
Eso se ve en cómo tratas los temas del libro o a los personajes, donde el
humor se impone a la miseria, o la miseria como condición se aborda
humorísticamente… Resulta interesante que el objeto de la miseria o el
absurdo casi siempre sea un reflejo de ti misma o directamente tu
biografía (sea ficción o no). Un reírse de la propia miseria, a la vez que
eres tu propio objeto de estudio…
Es un desborde organizado…
Sí, una escritura desbordada en un primer impulso, pero luego contenida, editada,
organizada por un pensamiento posterior. La vida no te da esa posibilidad,
digamos, la escritura sí. Pero tanto en el día a día como en lo literario siempre lo
real está en el límite de lo absurdo.
Sí, los textos de “Eso” yo los veo como un artilugio. Parto escribiendo sobre una
imagen visual, que existe digamos, para terminar dudando sobre la escritura
misma. Para mí, ese ejercicio “ensayístico” es el acto mismo de la escritura, como
algo separado de la ficción. Es un ejercicio de exploración libre, de especulación,
un registro del pensamiento. Es el momento de la duda. Por eso el libro termina
por juntar las categorías: “Yo” es mi vida, digamos, “Ellos” son relatos,
personajes, ficción y “Eso” es la escritura en sí. La conjunción de todas esas partes
es Escritor frustrado, el texto con el que cierro el libro y que de alguna forma
condensa las tres pulsiones. Lo chistoso es que nunca pude terminar ese cuento,
todo el mundo me decía que el final era pésimo…
Jajaja, bueno por eso el texto termina con una explicación de tu parte
en que “sinceras” tu fracaso. En la misma dinámica del libro, digamos,
riéndote de ti misma.
Sí, es un libro con muchas presencias femeninas. Hay mujeres que se creen la raja,
mujeres abnegadas, mujeres fuertes, mujeres que están chatas de los hombres;
hay de todo, como en la vida. Trato de no caer en ningún estereotipo. No trato de
endiosar lo femenino, pero soy mujer y escribo desde cómo experimento el
mundo… el tema de la maternidad también te cambia, marca más la distancia
entre hombres y mujeres. Creo que por eso el tema de la paternidad está ausente,
como en mi propia vida, en un punto. Debo aceptar también que todos los
personajes masculinos del libro son unos fracasados. Pero bueno, el fracaso está
presente casi como condición humana. En el fondo el hombre, como tal, no es un
tema importante del libro. No es algo planificado, me salió así nomás. No es un
tópico para mí.