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31/3/2020 ¿El fin de la vida privada?

Cuando la intimidad reina en las redes sociales | Revista Cabal

El uso masivo de las redes sociales exacerba el exhibicionismo y el voyeurismo, lo que condujo a un
fenómeno inquietante: la exteriorización -e incluso, espectacularización- de las vidas privadas, y las
nuevas prác cas de exhibición de la in midad. Las paradojas de la exposición con nua y los cambios
que plantea esta nueva realidad.

Hasta hace muy pocos años, la vida privada trascurría a puertas cerradas. Estaban bien delimitados los límites entre
lo que las personas hacían a nivel domés co y/o familiar, y aquello que mostraban cuando se relacionaban en
público. Hoy, a nadie sorprende ver la selfie de un conocido en una situación personal que, en cues ón de segundos,
se comparte a través de las redes y queda expuesta ante miles de personas. Aunque esta progresiva exposición no
es algo nuevo –ya en 1974, el sociólogo estadounidense Richard Senne denunciaba El declive del hombre público
en la cultura contemporánea, y denunciaba que el discurso sobre lo público había sido reemplazado por una suma
de obsesiones y discursos sobre la vida privada- a par r del uso masivo de Facebook, Twi er e Instagram, el
fenómeno ha experimentado una aceleración radical, e inaugurado un nuevo escenario, subje vo y comunicacional.
Uno de los aspectos más llama vos del fenómeno es que quienes no formaban parte de las redes comenzaron a
sen r de manera acelerada que estaban perdiéndose algo, o quedaban “fuera del mundo”, si no par cipaban de
estos canales de comunicación, y esto sigue ocurriendo, lo que lleva a millones de personas a sumarse cada día a
Facebook, Twi er o MySpace, así como en los blogs, fotologs, y YouTube, y postear información, textos, videos y
fotos para compar r con los demás.

Las cifras aportan una dimensión del fenómeno, en el país: la Argen na cuenta con 22 millones de personas ac vas
en Facebook por mes, mientras que Twi er suma 4,7 millones de usuarios ac vos.
Uno de los cambios más revolucionarios a nivel cultural, reside en el hecho de que cualquier persona con acceso a
una computadora y conexión a Internet o a un celular (smartphones) puede publicar información, relatar sucesos
o exhibir parte de su vida personal en cues ón de segundos (información verdadera, falsa o mejorada, vale
aclarar, ya que no son pocos los que retocan las fotos que postean con programas de edición fotográfica para dar
una imagen que los beneficie, a los ojos de terceros). Aunque esto hoy parezca natural, es la primera vez en la
historia que los ciudadanos del mundo están habilitados a mostrarse e interactuar de manera virtual.

Esto ha desencadenado un fenómeno inquietante: la exteriorización -e incluso, espectacularización- de las vidas


privadas. Y el surgimiento de lo que podría llamarse la “cultura selfie”: una infogra a de Techinfographics.com
demostró hace unas semanas atrás que, del millón de selfies subidas por día a Internet a lo largo del 2013, un 14
por ciento fueron retocadas digitalmente, lo que revela que detrás de esa exhibición siempre hay –en mayor o
menor medida- una construcción. El informe también reveló que Facebook es la vía por la que circulan más
autofotos, con el 48 % de las selfies, seguida por WhatsApp, con 27 %, Twi er con el 9 % e Instagram, con el 8%. Las
selfies representan el 30 % de las fotos tomadas por las personas de entre 18 y 24 años, en la actualidad.

La tendencia a la ex midad (lo contrario de la in midad), de todos


modos, incluye la moda de las selfies -desde el Papa Francisco y el
presidente Obama, a actores y actrices, cantantes, y millones de
ignotos ciudadanos-pero es mucho más abarca vo: si las pantallas
funcionan a modo de ventanas siempre abiertas entre usuarios, no
sorprende que el deseo de curiosear vidas ajenas, sumado al deseo de
mostrar –una necesidad o capricho si se quiere exhibicionista-,
redunde en nuevas prác cas de exhibición de la in midad y publicidad
de la vida domés ca.
Si eso revela que asis mos a una era que define una cultura por el
egocentrismo y el exhibicionismo –en la que los individuos gritan

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31/3/2020 ¿El fin de la vida privada? Cuando la intimidad reina en las redes sociales | Revista Cabal

“mírenme”-, al colapso intelectual y espiritual de la sociedad posmoderna, o es apenas una forma de vincularse de
las nuevas generaciones que se traduce en nuevos modos de informarse y contar, es algo que nadie puede
responder con certeza. Están quienes interpretan la tendencia como una moda banal y narcisista –los más
extremistas hablan de las prác cas confesionales y la con nua tema zación del “yo” como pura basura digital,
Digital Trash, y quienes suponen que con núa una tradición narra va-la de los géneros autobiográficos tradicionales
-como el epistolar, los diarios ín mos, la novela in mista del siglo XIX-, que traerá aparejadas nuevas y valiosas
formas de vincularse y comunicar.

“Andy Warhol nos prome ó 15 minutos de fama a todos. Las redes sociales superaron esa promesa y ahora
podemos ser famosos todos los días, porque tenemos una legión de seguidores que reaccionan a nuestros posts”,
opina el escritor Ernesto Mallo. “El éxito de las redes es el que persiguen todos los emprendimientos comerciales:
hacerse adic vos, porque esa fama hay que renovarla todos los días y, si no contamos con otra cosa, está nuestra
vida ín ma para compar r, apenar, escandalizar, lo que sea con tal de renovar la ilusión de que somos alguien en un
mundo de nadies. No está lejos el día en que comencemos a mostrar selfies de nuestras intervenciones quirúrgicas
en una prác ca extrema del strip tease y de la in midad conver da en espectáculo. Las redes nos permiten olvidar,
como se dice en los velorios, que no somos nada”.

Paula Sibilia (Buenos Aires, 1967), comunicadora social residente en Brasil, y autora de un interesante libro
tulado La in midad como espectáculo (FCE), se refiere a estos nuevos “discursos autorreferenciales” como
pruebas de un profundo cambio sociocultural que instaura nuevos hábitos y obliga a repensar el sen do de
categorías hasta ahora está cas (verdad-men ra, público-privado, realidad-ficción).
En su libro, analiza las claves con las que se presenta la exhibición de la in midad en la escena contemporánea y los
diversos modos que asume el “yo” de quienes deciden abandonar el anonimato para lanzarse al dominio del
espacio público. “Ya no contamos nuestras narra vas existenciales siguiendo el modelo de la épica o la tragicomedia
román ca”, explica Sibilia, profesora del Departamento de Estudios Culturales y Medios de la Universidad Federal
Fluminense (UFF). “Nuestras narraciones vitales ganan contornos audiovisuales, cambian de forma, inauguran
nuevos géneros y espacios en la web. Vivimos la era de la espectacularización de la in midad co diana. Cambian los
soportes pero también la subje vidad, el yo conquista cada vez más visibilidad y a eso habrá que habituarse”.

Si esta tendencia sumará valor a la comunicación o se trata apenas de una “espectacularización de lo banal
(mul plicidad de voces que no dicen nada, o nada demasiado importante) es una cues ón hondamente discu da,
asume la autora. “Es frecuente comprobar la necesidad de mostrarse constantemente, incluso cuando no parece
haber nada muy importante para mostrar o para decir. Hay mucha soledad y vacío por detrás de todo eso, eso
revela la necesidad de comprobar que uno está vivo y hay otros a los que gusta o puede gustar.” Para ella, de todos
modos, la reflexión ene valor en sí misma, y se vincula también con otras manifestaciones que han tenido lugar en
la úl ma década, como parte del mismo fenómeno cultural: la aparición de los reality-shows y los talk-shows de la
televisión, el auge de las biogra as en el mercado editorial y en el cine, el surgimiento de nuevos géneros como los
documentales en primera persona y las variaciones que ha tenido el autorretrato en los diversos campos ar s cos.
Su hipótesis central es que todos estos fenómenos representan un momento cultural de transición. La autén ca
revolución que estos cambios traen aparejados puede resumirse en esta frase: “Cambiaron las premisas a par r de
las cuales edificamos el yo”. Hoy la iden dad se construye a la vista de los otros y en esa misma interacción,
predomina lo visual por sobre lo textual.

Evidentemente -como argumenta Sibilia-, hay pros y contras presentes en las nuevas tendencias: por un lado, cree
ella, estamos perdiendo la posibilidad de refugiarnos en todo aquel equipaje de la propia interioridad, que ofrecía
una especie de anclaje o un puerto seguro para cada sujeto, que protegía su "yo" contra las inclemencias del mundo
exterior; por otro ganamos y nos liberamos de aquella prisión ‘interior’ para vincularnos y comunicar a otros.

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