FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

PROGRAMA DE ECONOMÍA
Angie Natalia Romero Sánchez 10161078

Los cuatro acuerdos por Miguel Ruiz

Es interesante como empieza el primer capítulo de este libro, el conocimiento Tolteca que
parte de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo,
respetando la diversidad espiritual. Son conocidos como mujeres y hombres de
conocimiento, más específicamente científicos y artistas que formaron una sociedad para
estudiar y conservar el conocimiento espiritual.
La experiencia del humano que quería convertirse en chaman, da inicio a la importancia de
los sueños y como estos sueños no son más que deseos afortunadamente inalcanzables,
estimulados por la sociedad en la que vivimos, soñamos un mundo de satisfacción, como
bien lo describe el ensayo “Elogio de la Dificultad”. Vivimos en un sistema de pensamiento
de interpretación totalitaria, donde se rechaza toda oposición, duda o indecisión. La
domesticación en términos de traspasar la información del sueño externo al sueño interno,
donde se edifican todas las creencias que gobiernan nuestra mente, te conviertes en un juez
y con el tiempo no eres más que otro domesticador. En este punto es importante reflexionar
nuestro sistema de pensamiento, por qué no desear una relación inquietante, compleja y
perdible que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, querer vivir en
un mundo de incógnitas y de preguntas abiertas, de aprender de toda diferencia, de cambiar.

La importancia del poder de las palabras, la manifestación de tu, las palabras son la
herramienta más poderosa que tiene el ser humano, con ellas puedes construir o destruir. Es
interesante entender “la impecabilidad de las palabras” teniendo en cuenta que un pecado es
cualquier cosa que se hace y va contra de sí mismo, entonces la impecabilidad abarca la
importancia del amor propio y esto desencadena una relación semejante, trascenderás el
sueño del miedo y llevarás una vida diferente.

El segundo acuerdo, la importancia de la inmunidad. Los acuerdos van ligados, recordar que
el amor propio es la impecabilidad de las palabras, por ello no te tomes nada personalmente,
ser inmune a cualquier veneno es esencial saber quien es cada uno, no se necesitan de elogios
y mucho menos de críticas, confiar en ti mismo y tomar propias decisiones en cuanto a la
veracidad de las palabras de los demás, recordar que la mentira proviene del miedo, del miedo
de descubrir la imperfección. El no tomarte nada personalmente evitara sufrimiento, rabia,
celos, envidias y por lo tanto libertad.

El dominio entre los seres humanos gira alrededor de suposiciones y en tomarse las cosas
personalmente, el tercer acuerdo ligado a los dos anteriores hace referencia a la necesidad de
tener la razón, a evitar cuestionarse en ves de suponer algo que no estás completamente
seguro. La mente humana es tan poderosa y creativa que solo ve lo que quiere ver y oír lo
que desea oír, la mente tiene la necesidad de justificar, explicar y comprender todo para sentir
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seguridad, esa es la razón por la que los humanos tienden a “suponer”. Como decía
anteriormente, se debe abordar una filosofía llena de incógnitas y de preguntas abiertas, y
dejar atrás el querer poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo. La libertad
desciende del valor de preguntar.
Por último, hacer el máximo esfuerzo en cualquier circunstancia de la vida, sin importar
como te encuentres emocionalmente o con impedimentos físicos, de este modo se evitará
todo juicio contra sí mismo, ni culpabilidad. Hacer el máximo esfuerzo es ser productivo,
amar lo que haces y amar a tu comunidad, no se necesita de ninguna recompensa para dar el
máximo esfuerzo, ya que se emprende la acción con placer de realizarlo y se disfruta de ella.
Estos cuatro acuerdos son fáciles de comprender y es posible aplicarlos día a día, depende de
cada uno tomar una decisión de cambiar. La felicidad y el sufrimiento son una elección
propia. Sin duda la vida será más sencilla y satisfactoria para nosotros mismos y para las
demás personas que nos rodean.
“También esta noche, tierra, permaneciste firme. Y ahora renaces de nuevo a mí alrededor. Y
alientas otra vez en mi la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia” Fausto