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La Relación entre democracia y derechos humanos.

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Resulta evidente que no es posible hablar de la efectividad en protección de los derechos
humanos por parte del Estado, si no es a través de un sistema de gobierno democrático, en la
cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de
participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes, es decir, la
aplicación de políticas y la vara con la que deben actuar los órganos del Estado emerge de la
propia voluntad de su pueblo.
Dicho esto, corresponde mencionar que tal relación es compleja, puesto que de los enunciados
sobre la igualdad de condiciones para la participación en las políticas y funciones estatales, los
derechos a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica, el derecho a participar en los
asuntos públicos y en los procesos de adopción de decisiones, y los derechos del acceso a la
justicia, de un juicio imparcial y de reparaciones por las violaciones de los derechos humanos,
resulta que elevarlos estos derechos humanos a rango constitucional, un Estado democrático
adopta los derechos humanos como una “política de Estado”, y les confiere una legitimidad que
por sí misma contribuye al fortalecimiento de su ejercicio.
Es así que se vuelve más complicado para los agentes estatales violar abiertamente los derechos
humanos, lo que sí sucede cuando el discurso de los derechos humanos no está legitimado por la
opinión pública. A esto se añade la vivencia de los derechos humanos, que consiste en la
manera en que los individuos hacen suyo el discurso de los derechos humanos y emplean los
distintos mecanismos para exigir su cumplimiento.
Para consolidar la relación entre democracia y derechos humanos, debemos hablar de la
conformación del Estado de Derecho, donde no basta la primacía de la ley, sino que también se
necesita la responsabilidad de los funcionarios, el control judicial de constitucionalidad y el
respeto de los derechos humanos. Una vez más, los derechos humanos se vuelven condición
fundamental de las visiones sustanciales. Aunque no son un requerimiento para la existencia y
respeto a las leyes, sí forman parte esencial de una visión sustantiva en donde las leyes están
dotadas de contenido ético.

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