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Aviso

1
Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir, corregir y
diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es darlos a conocer a
nivel internacional y entre la gente de habla hispana, animando siempre a los
lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar realizado por


aficionados y amantes de la literatura puede contener errores. Esperamos que
disfrute de la lectura.
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Indice
Sinopsis .............................................................................................. 5

2
Capítulo 1 ........................................................................................... 6

Capítulo 2 ......................................................................................... 13

Capítulo 3 ......................................................................................... 22

Capítulo 4 ......................................................................................... 27

Capítulo 5 ......................................................................................... 33

Capítulo 6 ......................................................................................... 40

Capítulo 7 ......................................................................................... 44

Capítulo 8 ......................................................................................... 50

Capítulo 9 ......................................................................................... 54

Capítulo 10 ....................................................................................... 60

Capítulo 11 ....................................................................................... 68

Capítulo 12 ....................................................................................... 74

Capítulo 13 ....................................................................................... 79

Capítulo 14 ....................................................................................... 84
Capítulo 15 ....................................................................................... 89

Capítulo 16 ....................................................................................... 94

Capítulo 17 ....................................................................................... 99

Capítulo 18 ..................................................................................... 107

Capítulo 19 ..................................................................................... 117

Capítulo 20 ..................................................................................... 123

Capítulo 21 ..................................................................................... 131

3
Capítulo 22 ..................................................................................... 139

Capítulo 23 ..................................................................................... 144

Capítulo 24 ..................................................................................... 151

Capítulo 25 ..................................................................................... 155

Capítulo 26 ..................................................................................... 161

Capítulo 27 ..................................................................................... 168

Capítulo 28 ..................................................................................... 177

Capítulo 29 ..................................................................................... 187

Capítulo 30 ..................................................................................... 197

Capítulo 31 ..................................................................................... 205

Capítulo 32 ..................................................................................... 210

Capítulo 33 ..................................................................................... 215

Capítulo 34 ..................................................................................... 221

Capítulo 35 ..................................................................................... 226


Capítulo 36 ..................................................................................... 232

Capítulo 37 ..................................................................................... 239

Capítulo 38 ..................................................................................... 245

Capítulo 39 ..................................................................................... 252

Capítulo 40 ..................................................................................... 259

Capítulo 41 ..................................................................................... 265

Capítulo 42 ..................................................................................... 269

4
Capítulo 43 ..................................................................................... 275

Capítulo 44 ..................................................................................... 282

Capítulo 45 ..................................................................................... 289

Capítulo 46 ..................................................................................... 293

Epílogo ............................................................................................ 298

Sobre la Autora ............................................................................... 306

Próximo libro ................................................................................... 307

Saga Night Rebel ............................................................................. 308


Sinopsis

5
El Rompedor de Reglas
El maestro vampiro Ian es impenitente, desvergonzado... y todos los
matices de malvado. Se ha hecho demasiados enemigos en sus dos siglos
de existencia, incluido Dagon, un demonio que ahora reclama su alma.
La única oportunidad de Ian de escapar de Dagon es unir fuerzas con
una Guardiana de la Ley, pero nunca ha podido obedecer las reglas por
mucho tiempo.

La Guardiana de la Ley
El rol normal de Veritas es de policía, juez y jurado para libertinos
como Ian. Pero tiene su propio interés personal en Dagon, así que si
puede usar a Ian como cebo... bueno, todo es justo en la ley y en la
guerra. A medida que recorren clubs sobrenaturales para perfeccionar su
trampa, Veritas pronto se da cuenta de que la imagen despreocupada de
Ian oculta algo mucho más poderoso. E Ian descubre que Veritas tiene
sus propios secretos impactantes. A medida que se sienten atraídos por
una pasión tan intensa como su peligro, o bien prevalecerá el amor o la
justicia. Pero cada uno tendrá consecuencias devastadoras...
.
Capítulo 1

6
Será mejor que sea la casa de putas adecuada.

No se parecía a los burdeles más sórdidos en los que había estado


recientemente. Esta estructura de tres pisos podría pasar como lugar de reunión
para un club social de élite. A pesar de su inesperada belleza, si tuviera que
atravesar otro festival de carne para volver a aparecer con las manos vacías, no
sería responsable de lo que le hiciera a mi presa cuando finalmente lo encontrara.

Para descargar mi irritación durante semanas de búsqueda infructuosa, pateé


la puerta para abrirla. La cortesía se había desperdiciado en los últimos
establecimientos de todos modos. Ningún propietario inteligente renunciaba
voluntariamente a un cliente que pagaba bien, y diré una cosa del vampiro
amante de prostíbulos que buscaba: Obviamente pagaba bien.

Para mi sorpresa, no vi a nadie en el elegante vestíbulo. Los burdeles


usualmente tenían varias prostitutas que permanecían en la entrada para dar la
bienvenida a nuevos clientes. Me sorprendió aún más cuando no escuché sonidos
de actividad carnal proveniente de los pisos superiores de la casa. Saqué mi móvil
y comprobé la señal del GPS. Sí, este era el lugar correcto. Lo que es más,
ciertamente olía a sexo, una vez que superabas los olores asfixiantes de varios
perfumes y colonias.

Pero ¿dónde estaba todo en el mundo?


Las débiles vibraciones en el piso me hicieron caminar hacia el pasillo. Ah, así
que la fiesta debía estar abajo. Seguí los aromas más fuertes de perfume hasta que
encontré una escalera que descendía dos pisos. Terminó en una puerta cerrada
que también pateé. No tiene sentido ser delicada ahora.

Ruido se disparó. El sótano debía haber estado insonorizado para que me lo


perdiera antes. Ahora, desearía no poder escuchar lo que estaba pasando. Un
coro bullicioso asaltó mis oídos, repitiéndose una y otra vez. “Thunder and Blazes”,
la canción de apertura favorita del antiguo circo Barnum y Bailey.

Y había entrado en un circo, vi ahora, aunque uno sin ningún animal real.
Alrededor de una docena de hombres y mujeres desnudos se divertían en el
suelo, haciendo lamentables imitaciones inadecuadas de las criaturas
representadas por la pintura de todo su cuerpo. Sin ética de trabajo, pensé cuando

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tres falsos leones parecían más interesados en acariciarse mutuamente que en
luchas más realistas por el dominio, y ni decir en cómo ignoraban a las dos falsas
gacelas que caminaban junto a ellos.

La docena de prostitutas vestidas con trajes de payaso mostraban más


dedicación por sus roles. Salieron de un auto falso en el rincón más alejado de la
habitación, algunas cayeron hacia adelante en saltos de balanceo una vez que
salieron, algunas tropezaron con exageración cómica, y algunas explotaron
globos en partes explícitas del cuerpo que luego conectaron gráficamente.

Una erupción de fuegos artificiales atrajo mi atención hacia el otro lado de la


habitación. Estaban dando vueltas alrededor de lo que parecía un trono,
rodeando a su ocupante en una llamarada de chispas, fuego y humo. La mini
exhibición pirotécnica era tan brillante que no podía distinguir la cara de la
persona entronizada, pero cuando gritó:

—¡El acto ocho comenzará ahora! —Escuché un distintivo acento inglés.

Luego el humo se aclaró lo suficiente como para mostrar a un hombre alto que
llevaba una chaqueta azul de director de circo. El humo aún lo ocultaba de la
cintura para abajo, pero no necesitaba ver más para saber que finalmente había
encontrado mi objetivo. El vampiro que había abierto un rastro a través de una
docena de casas de putas en solo dos semanas tenía una cara tan hermosa como
la de un ángel, sin mencionar que su cabello de fuego-pardo oscuro era tan
distintivo como su apariencia. Cuando se bajó del trono, revelando que no
llevaba nada debajo de la chaqueta del líder, me di cuenta de que esos no eran
los únicos atributos notables de Ian.

Por un momento, me quedé mirando. ¿Qué vampiro en su sano juicio se


perforaría con plata allí?

Era la única sorprendida por la perforación de plata a través de la punta del


pene de Ian. Todos los demás detuvieron lo que estaban haciendo y corrieron
hacia él. Incluso los acróbatas cubiertos de purpurina saltaron de sus perchas
oscilantes cerca del techo, aterrizando con gracia cerca de la pila de miembros
que ahora se formaron alrededor del vampiro pelirrojo.

No era suficiente que tuviera que cargar con un vampiro tan mentalmente
deficiente que se había entregado voluntariamente a un caso de perpetua

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quemadura de polla. También tenía que ser lo suficientemente depravado para
disfrutar de orgías con temas de carnaval. No estaba dispuesta a averiguar qué
implicaba el resto del acto ocho. Me dirigí hacia la creciente pila de carne y
comencé a arrojar a las personas a un lado, cuidando de no tirarlas demasiado
fuerte. Sus latidos del corazón significaban que eran humanos, por lo que no
podían curarse como mi especie podía.

—¿Qué es esto? —preguntó Ian de manera molesta cuando llegué a la parte


inferior de los cuerpos. Luego soltó un ruido apreciativo cuando lo jalé sin el
cuidado que había mostrado a las otras personas—. Vaya, hola, mi fuerte y dulce
rubia. —Ahora no sonaba molesto en absoluto—. ¿Eres la sorpresa que me
prometieron?

¿Por qué no dejarle creer eso?

—Claro —dije—. Sorpresa. —Y lo agarré por el pene. Tenía una cosa más que
verificar antes de seguir adelante.

Ian se rió entre dientes.

—Ese es el espíritu, muñeca.

Caí de rodillas. No estaba dispuesta a hacer lo que él pensaba. Aun así, este
acto me permitió concentrarme en mi objetivo con la menor cantidad de
resistencia de él. Una vez que eché un buen vistazo a las marcas de color humo
cerca de la base de la ingle de Ian, lo liberé. Solo un demonio marcaba a las
personas con estas marcas particulares, y era el mismo demonio que había estado
buscando durante miles de años.

—Ian —dije mientras me enderezaba—. Di adiós. Nos vamos.

Se rió abiertamente.

—No lo creo. Podrías ser adorable, pero dos es solitario, mientras que una
docena es una fiesta.

Di una mirada despectiva a mi alrededor.

—No gran pérdida. Los payasos estaban bien, pero ninguno de tus falsos
animales luchaba entre sí, ni siquiera intentaron saltar a través de los anillos de
fuego.

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En ese momento, le dio a las prostitutas pintadas de animales una mirada
acusadora.

—No lo hicieron, ¿verdad? —Entonces, sus ojos se estrecharon


repentinamente mientras me miraba—. Espera un momento. Te conozco.

Solo una vez antes nos habíamos conocido oficialmente, así que no pensaba
que me recordaría. Alguien con sus tendencias tenía que haber cruzado caminos
con un gran número de mujeres rubias.

—Veritas, Guardiana de la Ley para el consejo de vampiros —confirmé.


Entonces mis manos cayeron sobre sus hombros—. Y como dije, vas a venir
conmigo.

Sus ojos cambiaron de su turquesa vívido natural a un esmeralda vampírico


brillante.

—Deja que un Guardián de la Ley intente arruinar una orgía perfectamente


buena. Lo siento, amor, no voy a ir a ninguna parte. Ahora, quita tus manos de
mí antes de que las quite.

No podía hablar en serio. El mero hecho de golpear a un Guardián de la Ley


era suficiente para obtener una sentencia de muerte, si el consejo estaba de mal
humor. Solo el propio consejo de vampiros estaba por encima de nosotros en la
sociedad no muerta. Por eso ignoré su amenaza y apreté mi agarre.
—No hay necesidad de amenazas vacías…

Lo siguiente que supe, fui arrojada a varios metros de distancia. Parpadeé, más
sorprendida por su rapidez que por su desprecio imprudente por el castigo que
merecían sus acciones.

—¿No es necesario? —repitió, su tono despreciativo ahora—. Recuerdo la


última vez que te vi. Yo diría que tu complicidad en el asesinato de la hija de mi
amiga es más que una necesidad.

Ella no está muerta.

Las palabras resonaron en mi mente, un consuelo que aprovechaba cada vez


que recordaba aquel horrible día. Pero si Ian no sabía que la supuesta ejecución

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de la niña no había sido más que un truco ingenioso…

—Esa fue la decisión del consejo, no la mía —dije, mi voz áspera ante el
recuerdo. Casi había perdido mi posición como Guardiana de la Ley
argumentando en contra de la ejecución de la niña, pero el miedo y el fanatismo
habían hecho que el consejo no se retractara. Al menos no habían tenido éxito en
quitarle la vida como habían querido.

Ian resopló.

—Duermes mejor diciéndote eso, ¿verdad? Haces que mis pecados parezcan
perdonables, y eso no es nada fácil.

—Suficiente. —¿Cómo se atreve a juzgarme?—. Ahora ven.

Sus cejas se alzaron, como si no pudiera creer que le hubiera hablado de la


misma manera que algunas personas llamaban a sus perros. Bueno, si él insistía
en actuar como una bestia, lo trataría como tal.

—Todos ustedes, váyanse —dijo Ian a las prostitutas, que nos habían estado
observando con más aburrimiento que interés. Probablemente pensaban que
nuestro intercambio era un juego de rol más—. Mis felicitaciones por el
entretenimiento del día, pero ahora se acabó. Vayan —enfatizó cuando algunas
de ellas se quedaron atrás en lugar de unirse a las que comenzaron a salir por la
puerta.

Contuve una risa incrédula.


—¿Las quitas del camino porque pretendes pelear conmigo?

Ian mostró una sonrisa que aumentó la intensidad de su belleza inusual.

—No debes haber hecho tu investigación si pensaste que iría voluntariamente.

La plata de su perforación debía haber entrado en su torrente sanguíneo y


haber dañado su cerebro. Esa era la única explicación.

—Tengo cuatro mil años más que tú.

—¿En serio? —dijo con fingida sorpresa—. Aquí estaba pensando que no
parecías un día mayor de veinte, pequeña Guardiana.

Había sido mayor que eso cuando me convertí en vampiro, pero su suposición

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era un error común. La gente pone demasiado énfasis en las apariencias.

—¿Se supone que el “pequeña Guardiana” es insultante? Si es así, hazlo mejor.

—No es insultante —respondió en un tono calmado—. Pero si tienes la mitad


de mi peso, me sorprendería.

Sí, actualmente me veía más delicada que temible. Incluso si eso fuera cierto,
no lo ayudaría. Con la edad llegaba la fuerza, y tenía miles de años más que él.

—Desiste, Ian, y no te castigaré por atacarme.

—¿Por qué no intentas rogarme que desista? —sugirió—. Haz que tu súplica
sea lo suficientemente interesante, y podría considerarlo.

Había terminado de negociar. Me lancé contra Ian lo suficientemente fuerte


como para romper los huesos en la parte superior de su cuerpo. Para mi sorpresa,
no hizo nada para bloquear el golpe. En cambio, me lanzó hacia arriba con una
fuerza que nunca debería haber tenido. Golpeé el techo con tanta fuerza que
atravesé todo el camino. Por un momento, aturdida, lo miré a través del agujero
que mi cuerpo hizo en el suelo.

—Detente ahora y tal vez eres tú quien no será castigada —dijo en un tono
agradable.

Reprimí la necesidad de atacarlo de nuevo inmediatamente. Nunca subestimes


a un oponente dos veces, si tienes la suerte de sobrevivir la primera vez. Mi sire vampiro,
Tenoch, me había enseñado eso. Seguir el consejo de Tenoch me había salvado la
vida muchas veces, así que rechacé mi impulso de tomar represalias.

Ian estaba equivocado: Había hecho mi investigación sobre él. No había


revelado nada inusual a excepción de un voraz apetito sexual, un desprecio
abierto a las reglas y una inclinación por coleccionar lo raro y lo costoso. Mi asalto
anterior debería haberlo dejado en el suelo, no silbando junto a esa horrible
melodía de circo mientras parecía más aburrido que preocupado.

¿Tal vez su fuerza inusual venía de las marcas de demonio? Hacían algo más
que actuar como una correa entre Ian y el demonio que las había chamuscado.
Con el tiempo, esas marcas también le darían a Ian algo de la fuerza y el poder
de ese demonio. Ian solo había sido marcado por unas pocas semanas. No el
tiempo suficiente para que manifieste partes de la fuerza o habilidades del

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demonio.

Más tarde descubriría su secreto. En este momento, necesitaba derribarlo, y


afortunadamente, también tenía algunas sorpresas para él.

Le di a Ian una mirada plana.

—Mi turno.

Su sonrisa se convirtió en una risa.

—Ven y atrápame, pequeña Guardiana.


Capítulo 2

13
No salté a través del agujero sobre él, que era lo que habría esperado. En
cambio, hice un nuevo agujero en el piso al otro lado de la habitación. Ian dio un
salto hacia atrás para evitar mi agarre instantáneo, luego me dio una patada
durante la fracción de segundo que mi espalda estaba girada. Me tiré hacia
adelante, pero incluso mientras se abalanzaba, me alejé, dejándolo golpear el
suelo en lugar de a mí. Luego salté sobre su espalda y apreté mis piernas a su
alrededor para aferrarme.

Empezó a corcovear a la vez. Apreté mi agarre hasta que sus costillas se


rompieron. No se detuvo. Comencé a golpear la parte posterior de su cabeza,
usando la fuerza que normalmente mantenía inactiva.

Su cabeza se meció por los golpes, aunque todavía se resistió lo suficiente


como para arrojarnos a los dos alrededor de la habitación. Era posible que esas
marcas de demonios no sean la fuente de su desconcertante fuerza, pero debían
causar que se curara incluso más rápido que la rápida regeneración normal de
un vampiro. Pronto, lo estaba agarrando solo para evitar que me arrojara. Luego
comenzó a volar, aplastándome contra las paredes, el techo y el suelo, todo
mientras se tambaleaba como un caballo salvaje enloquecido y rabioso.

Mis huesos comenzaron a romperse y mi cabeza sonó después de ser golpeada


repetidamente contra varias superficies duras. Si él fuera alguien más, lo mataría,
pero necesitaba a Ian vivo. Y cooperativo. Tal vez su cerebro golpeando el suelo
ayudaría con esa última parte.

Golpeé su cráneo aún más fuerte para forzarlo al suelo y sostenerlo allí.
Tomaba mucho esfuerzo, por lo que seguí golpeando su cabeza mientras
empujaba su cuerpo contra la alfombra. No podía permitirle que obtuviera
suficiente ventaja para comenzar a volar de nuevo. Si lo hiciera, podría tener que
revelar poderes que preferiría que él no supiera y... espera. ¿Qué fue ese sonido?

Dejé de golpear a Ian para escuchar más de cerca. Casi sonaba como… no. No
podía ser.

—¿Te estás riendo de mí?

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Lo estaba haciendo, y ahora sus risas sonaban más fuertes ya que ya no estaban
compitiendo con el ruido de nuestra pelea. También me di cuenta de que el objeto
largo y duro que había sentido cerca de mi pie no era un arma oculta. No solo le
divertían mis intentos de abrirle el cráneo, ¡lo excitaron!

—Tu rebote arriba y abajo sobre mi espalda y todo este roce áspero realmente
está haciendo el truco —dijo Ian, todavía riendo—. Pronto, tendré que pagarte
junto con el resto de las putas. De hecho, si aceptas solicitudes, un poco más de
esfuerzo en tu movimiento descendente, amor...

Tiré un puñetazo que debería haber enviado mi puño a través de su cabeza.


Su cuello se dobló en el último segundo, mientras que la parte posterior de su
cuerpo se levantó. Demasiado tarde, me di cuenta de la trampa. Mi puño terminó
volando más allá de su cabeza mientras el resto de mí fue catapultado fuera de
él.

Antes de que pudiera controlarme, saltó encima de mí. En el siguiente instante,


me estaba sujetando, y sentí que la distintiva quemadura de plata me apuñalaba
entre las costillas.

¡Maldito sea! Se las arregló para incitarme a actuar imprudentemente sin


pensar otra vez. Si mis piernas no hubieran sido atrapadas por las suyas, podría
haberme pateado por ser tan estúpida.

—No te muevas —dijo Ian en un tono de conversación—. No quiero matarte,


pero lo haré si me obligas.
—¿De dónde sacaste ese cuchillo? —No había estado tan distraída antes de
que me hubiera olvidado de cachearlo.

—De mi chaqueta.

—Mentiroso. Te cacheé por armas cuando estaba encima de ti.

—¿Era eso lo que estabas haciendo? —Sus labios se torcieron—. Pensé que
estabas buscando algo más interesante.

Ante mi mirada despectiva, se encogió de hombros y dijo:

—No sentiste el cuchillo antes porque era solo una pequeña bola plateada hace
unos momentos.

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Mis ojos se ensancharon.

—¿Le estás admitiendo a una Guardiana de la Ley que usaste magia para
transformar una bola de plata en un cuchillo?

—¿Olvidé que usar magia es una sentencia de muerte para los vampiros? —
Ian usó su mano libre para imitar sostener un collar de perlas—. Y así lo es
golpear a un Guardián de la Ley. ¡Querida, me he condenado dos veces! ¡Por
favor ten compasión!

—¿Ahora estás rogando? —Dejé escapar un suave resoplido—. No te molestes.


Todavía te voy a castigar por lo que has hecho.

Se rió.

—¿Tengo un cuchillo en tu corazón y todavía me estás amenazando? No sé si


seguir riéndome por tu ilusión o aplaudirte por tu optimismo.

—Si en vez de eso escuchas, puedes aprender cómo evitar que Dagon tome
posesión de tu alma en dos años.

Nada en su expresión cambió, aunque de repente, sentí como si estuviera


mirando a una persona diferente. Una dura y peligrosa que había subestimado
enormemente. Entonces Ian me lanzó otra sonrisa despreocupada y empujó el
cuchillo plateado más profundo.
Jadeé cuando perforó mi corazón. Ian chasqueó la lengua como si fuera un
niño que simplemente me hubiera golpeado el dedo del pie.

—Te advertí que no me pusieras a prueba. Ahora, dime lo que sabes sobre mi
trato con Dagon.

La plata retorciéndose en el corazón era una de las pocas formas de matar a


un vampiro. Se sentía como si estuviera vertiendo lava caliente en mí. Ian no
había retorcido la hoja, pero la mayor parte de mi fuerza física me abandonó. A
pesar de eso, mantuve mi respuesta constante.

—Sé que soy tu única oportunidad de escapar del trato que hiciste con Dagon.
Si está muerto, no puede recoger tu alma.

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Ian dejó escapar un resoplido.

—Si Dagon pudiera ser asesinado, lo habría hecho yo mismo hace décadas.

—Yo puedo matarlo —le repliqué, y aunque podría ser una posibilidad
remota, todavía era la verdad.

Puso los ojos en blanco.

—Odio ser grosero, en realidad, eso no es cierto, me encanta ser grosero… pero
soy mucho menos poderoso que Dagon y te superé en cinco minutos.

—No me has superado. Dejé de golpearte cuando me di cuenta de que te


gustaba.

—La parte más agradable de nuestro tiempo juntos —estuvo de acuerdo—.


Pero ahora estoy aburrido, así que déjame simplificar las cosas. Voy a destrozarte
los sesos. Intenta detenerme y retorceré el cuchillo. Colabora, y cuando tu cabeza
se cure, ya me habré ido y podrás volver a asustar a los vampiros jóvenes para
que obedezcan las restricciones ridículas que llamas leyes.

Destrozar mi cerebro en verdad funcionaría para incapacitarme. Era lo mismo


que había intentado hacer con él. Su puño se apretó. Antes de que pudiera
conectarse, lancé una habilidad que solo otra persona en el mundo sabía que
tenía.

El poder se proyectó hacia afuera, llenando el sótano en un parpadeo. La


expresión de Ian mostró los comienzos de incredulidad ante él, su puño y todo
lo demás se congelaron de repente. Incluso las innumerables partículas de polvo
en el aire ahora colgaban en una animación suspendida en lugar de flotar en
círculos perezosos y sin rumbo.

Era la única que no se vio afectada mientras el tiempo se detenía dentro de los
confines del sótano. Eso era lo bueno. El inconveniente era el poder que seguía
volviendo como un boomerang a mí, golpeando mi cuerpo con olas invisibles y
dolorosas antes de arquearse para llenar la habitación de nuevo. Entre eso y la
plata en mi corazón, mis terminaciones nerviosas se sentían como si estuvieran
siendo golpeadas con un soplete. No podía mantener esto por mucho tiempo, así
que tenía que aprovecharlo.

Con Ian congelado, usé su mano para sacar el cuchillo de mi corazón. Luego
desenrosqué sus dedos de su empuñadura y metí la hoja en mi bolsillo trasero.

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Finalmente, lo empujé fuera de mí.

—Eso está mejor —murmuré una vez que sentí que mi corazón se curaba.
Entonces di la vuelta a Ian y me puse de pie. Cuando lo descongelara de este
momento, quería que mi cara fuera lo primero que viera.

Era complicado descongelar a una persona del tiempo sin soltar toda la
habitación. Por eso empecé lento y solo solté la cabeza de Ian. Sus ojos se
agrandaron cuando se dio cuenta de que ahora estaba en una posición
completamente diferente de la que había estado antes, y luego se estrecharon
cuando trató de mover el resto de su cuerpo y no pudo. Cuando miró alrededor
y vio que todo el sótano estaba atrapado en un estado de animación suspendida,
se ensancharon nuevamente.

—Que me maldigan —dijo en voz baja—. ¿No estás llena de sorpresas?

No tenía ni idea.

—Como dije, soy tu única esperanza de mantener tu alma. Dagon podría


congelar el tiempo, pero yo también tengo esa habilidad. Eso significa que su
poder no funcionará en mí, y también puedo usar mi poder para liberar a
cualquiera que haya atrapado en su tiempo en la red.

Dejé fuera la parte donde las habilidades de Dagon eran mucho más
avanzadas que las mías. Podría congelar el tiempo en espacios pequeños, pero
no podía mantenerlo por mucho tiempo. Dagon era capaz de congelar el tiempo
durante días, y me había enterado de que una vez lo había hecho en toda una
ciudad.

Ian no tenía que saber eso. Todo lo que tenía que saber era que me necesitaba.
Podía imaginar las ruedas en su mente girando mientras procesaba eso. Una vez
más, no dejó que sus verdaderas emociones se mostraran. Estaban escondidas
detrás de su media sonrisa. La emoción más real que había sacado de él era que
sus ojos se ensancharan. Y su erección, supuse.

—Si libero el resto de ti, ¿escucharás o intentarás pelear conmigo otra vez? —
continué.

—Escucharé —dijo, con una sonrisa nueva, pícara, como si encontrara la


perspectiva divertida.

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—Como decía, tenemos algo en común, Ian… ¿Cuál es tu apellido? —No había
podido descubrirlo, y normalmente tenía extensos informes sobre las personas
que cazaba.

—No hay necesidad de formalidades. Son solo para gente impresionada por
lo superficial, y ninguno de nosotros lo es.

Tenía razón, lo que me sorprendió. No esperaba que tuviéramos nada en


común, excepto el odio hacia Dagon.

—Entonces, como decía, quieres que Dagon muera porque esa es la única
forma de salir de tu trato con él. Quiero a Dagon muerto por razones que no te
conciernen. Propongo una alianza temporal para que ambos podamos lograr
nuestro objetivo, pero déjenme ser clara: Tendrías que seguir mi ejemplo y mis
reglas. ¿Estás de acuerdo?

Su sonrisa pícara nunca disminuyó.

—Antes de responder, dime, ¿cómo obtuviste esta asombrosa habilidad? Pasé


décadas buscando a alguien de nuestro tipo con un toque de ello, pero no
encontré nada.

No quieres saber cómo puedo hacer esto, pensé con gravedad. Y si alguna vez lo
descubres, tendré que matarte.
—Eso no es importante. Lo importante es que puedo usarlo para contrarrestar
el congelamiento del tiempo de Dagon en ambos, y eso significa que podemos
matarlo. ¿Tenemos un acuerdo o no?

—Por supuesto —respondió Ian, como si nunca hubiera habido duda.

Su tono era sincero y su mirada turquesa brillante nunca vaciló, pero todos
mis instintos me decían que estaba mintiendo. Incluso si no los tuviera, todo lo
que había aprendido sobre Ian decía que nunca le daría a otra persona tanto
control sobre él. Debía tener la intención de traicionarme a la primera
oportunidad que tuviera.

Bueno, tenía planes sobre los que tampoco le estaba contando.

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—Bien —dije, y solté el poder, que parecía que había estado friendo cada uno
de mis nervios. Al instante, el calor volvió a soplar por las rejillas de ventilación,
las partículas de polvo se arremolinaron y ese dolor opresivo me abandonó.

Ian se puso de pie y se estiró como si aliviara una torcedura. El movimiento


casi lo ocultó respirando profundamente, pero me di cuenta porque esperaba que
lo hiciera.

Escondí mi sonrisa No, no hueles azufre o cualquier otra cosa que indique la
presencia de otro demonio. Realmente soy la que detuvo el tiempo de la misma manera
que Dagon puede.

Cuando se volvió hacia mí, su media sonrisa arrogante había regresado.

—Ahora que tenemos un acuerdo, ¿dónde quieres comenzar?

—De salida —dije rápidamente.

Ian movió ambos brazos, retirando la chaqueta para mostrar completamente


su cuerpo desnudo.

—Bien por mí, pero la mayoría de la gente prefiere que me ponga pantalones
en público.

Encontré que mi mirada descendía hacia abajo, luego la desvié rápidamente a


su rostro. Él estaba sonriendo, lo que era lo mismo que decir: ¡Ja! Te hice mirar.
No era nada mirar a un hombre desnudo. ¿Para hacerlo y luego apartar la
mirada culpable? ¿Qué me pasaba?

Tal vez eran mis circunstancias. Las marcas que Ian llevaba eran mi boleto para
atrapar a Dagon, una hazaña que me había eludido durante milenios. Ahora que
estaba a mi alcance, sentía emociones que no me había permitido sentir durante
mucho tiempo. Eso debía ser. En cualquier caso, necesitaba volver a tenerlas bajo
control.

Es por eso que crucé mis brazos y le di a Ian una mirada deliberada desde la
cabeza hasta los dedos de los pies. Luego, lo miré a los ojos para que pudiera ver
que no tenía ningún efecto en mí esta vez.

—Por supuesto, vístete, pero solo después de bañarte. No necesito decirte a

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qué hueles.

—¿Más de dos docenas de putas?

—Exactamente, así que usa mucho jabón.

Guiñó un ojo.

—¿Buscando una excusa para ver? Solo pídemelo, y podría dejarte.

Estaba a punto de decirle que preferiría ver pintura seca. Entonces, me


contuve. Inteligente. Había estado a punto de insistir en que Ian se duchara lo
más lejos posible de mí, dándole una excelente oportunidad para escapar o
conjurar más magia contra mí.

—De hecho, me gustaría mirar —dije, arqueando mis cejas—. ¿A menos que
vayas a afirmar que eres repentinamente tímido?

Su mirada se estrechó. Dedos helados se deslizaron por mi columna. En todos


mis años, nunca había sentido eso a menos que estuviera en presencia de alguien
realmente peligroso. Todos los informes decían que Ian no debería serlo, pero en
ese momento, sabía que nunca podría bajar la guardia a su alrededor. Si lo
hiciera, podría no vivir lo suficiente como para lamentarlo.

Entonces Ian sonrió. Era tan coqueto y relajado que casi creí que me había
imaginado su peligrosidad oculta. Casi.

—La timidez es una virtud, y te alegrará saber que no tengo nada de eso.
Con eso, me hizo una reverencia que logró lucir elegante a pesar de estar
vestido solo con una chaqueta de jefe de circo. Los dos podríamos estar fingiendo
que esto era un acuerdo real en lugar de una carrera para ver quién podía usar a
la otra persona primero, pero yo sabía mejor. Por ahora, sin embargo, mantendría
la pretensión.

Y como en ese momento estaba fingiendo que quería ver a Ian ducharse…

—Después de ti —dije, y lo seguí escaleras arriba.

21
Capítulo 3

22
Ian fue a uno de los dormitorios del segundo nivel como si estuviera muy
familiarizado con él. Probablemente lo estaba. A juzgar por lo que había visto,
había estado en este burdel durante al menos dos días. Ese simulacro de carnaval
en el sótano ciertamente no se había establecido en una mera tarde.

Se quitó la chaqueta en cuanto cruzó el umbral. Me aseguré de vigilar de cerca


sus manos mientras lo seguía al baño. No podía permitirle que fabricara
mágicamente otra arma. Había muchas cosas en esta sala que un profesional
altamente calificado podía usar.

El expediente de Ian reveló que había pasado tiempo en compañía de brujas y


magos, pero afirmaba que lo había hecho por entusiasmo y socialización. Mal y
mal. La mayoría de los practicantes necesitarían recitar un encantamiento para
obtener el poder de transmutar un tipo de objeto en otro. Otra forma sería dibujar
varios símbolos mágicos específicos para crear el poder necesario. Ian había
convertido un guijarro de plata en un cuchillo sin una sola palabra o garabato, y
lo había hecho mientras le estaba partiendo el cráneo a la mitad.

Si eso no era lo suficientemente impresionante, la magia táctil era una de las


formas más altas de destreza. Es por eso que no podía quitar mis ojos de sus
manos. Necesitaría usar al menos una de ellas para conjurar más de ese tipo de
magia. En este momento, no estaba haciendo nada amenazante. Se colocó debajo
de la ducha y cerró los ojos cuando la primera explosión de agua lo golpeó.
Luego, se lavó el cabello, sus movimientos enérgicos y eficientes. Sin embargo,
cuando recogió el gel de baño, redujo la velocidad y convirtió el líquido en una
rica espuma antes de pasar las manos sobre su cuerpo.

¿Pensaba que nunca antes había visto a un hombre hacer un espectáculo de


lavarse? Lo había hecho, e incluso el más seductor de ellos siempre había sido
demasiado obvio, demasiado débil. Las mujeres eran mucho mejores en esta
forma de manipulación, pero si él quería darme algo que ver, déjalo.

Después de unos minutos, tuve que darle crédito a Ian, era bueno. No intentó
mirarme a los ojos para evaluar el efecto de sus acciones. Tampoco fue directo
por su ingle como la mayoría de los hombres. En su lugar, actuó como si yo no
estuviera allí mientras comenzaba con sus brazos, lavándolos con movimientos

23
suaves y amplios que enfatizaban la musculosa elegancia de sus extremidades.
Luego se movió hacia su pecho, enjabonándolo con una minuciosidad lánguida
que resaltó cada cresta, hueco y centímetro cincelado.

Dio la misma atención sin prisas a la parte inferior de su cuerpo, con las manos
bajando por la tensión de su abdomen antes de enjabonar los duros globos de su
culo. Esas manos se demoraron sobre los músculos más gruesos de sus muslos
antes de moverse hacia sus pantorrillas bien definidas. Incluso sus pies no fueron
descuidados.

De alguna manera, el roce interminable de sus manos comenzó a sentirse


hipnótico. Si fuera unos pocos miles de años más joven, incluso podría empezar
a imaginar cómo se sentirían cada músculo, hueco y tendón si fuera yo quien lo
tocara. O notaría cómo sus músculos parecían aún más definidos cuando el agua
lavó otra franja de espuma, o cómo su piel brillaba bajo las luces brillantes en la
cabina de ducha.

U observaría cómo el apéndice grueso entre sus piernas estaba creciendo como
si también deseara sentir el toque de esas manos lentas y hábiles.

Cuando me di cuenta de que estaba mirando fijamente, me di una fuerte


sacudida mental. Una vez más, lo había subestimado. Ian era obviamente tan
hábil en usar su cuerpo como en usar magia. Eso, o no era tan inmune a su belleza
decadente como había supuesto. Si era mi nuevo estado emocional
comprometido o mi extenso periodo de abstinencia, no lo sabía. De cualquier
manera, tenía que mantener mi atención en ambas manos. No solo la que
actualmente enjabonaba hábilmente el impresionante apéndice entre sus piernas.

—Digo, estás mirando en todos los lugares equivocados ahora.

Su voz sostenía la sedosidad de la miel junto con el atractivo del vino, pero las
pociones mortales también podían tener un sabor dulce. Mi cuidadosa vigilancia
en su otra mano reveló sus verdaderas intenciones. No estaba tratando de
seducirme. Como un mago, había atraído mi mirada hacia una dirección,
mientras que el verdadero truco estaba a punto de ocurrir en otro lugar.

Le di una mirada aguda a su mano izquierda, que se arrastraba detrás de su


espalda.

24
—Mantén ambas manos donde pueda verlas.

Su sonrisa se convirtió en una mueca.

—No eres divertida en absoluto.

Ni siquiera estaba tratando de negar que había estado a punto de lanzarme un


hechizo. Tomaría esa honestidad indirecta como progreso.

—Los Guardianes de la Ley no deben ser divertidos —señalé secamente—. Se


supone que debemos ser buenos en nuestro trabajo y, a pesar de algunos errores,
yo lo soy. Incluso si no pudiera detener el tiempo, todavía no hay ningún hechizo
que puedas lanzar contra mí que no haya derrotado mil veces antes.

Sonrió de nuevo. Por primera vez, parecía genuino.

—Tomo eso como un desafío. Hagámoslo interesante, ¿bien? Si utilizo un


hechizo sobre ti que no puedes vencer, descartarás el requisito de que siga tus
órdenes en nuestra búsqueda para matar a Dagon. En su lugar, seguirás las mías.

No había estado siguiendo mis órdenes hasta ahora, pero maldito si lo dejaba
salir del acuerdo. Además, su arrogancia podría ser útil. Es bueno saber que no
era la única que permitía que la emoción nublara mi juicio.

—¿Cuánto tiempo necesitas para intentar este hechizo supuestamente


imparable?

—Dos semanas.
Perfecto. Si todo saliera bien, habría terminado con él para cuando lo probara.

—Bien, si estás de acuerdo en dejar de intentar escapar o engañarme hasta este


gran intento. Y cuando falles en golpearme con un hechizo que no puedo derrotar,
seguirás mis órdenes y me darás tres incuestionables actos de obediencia.

—Hecho —dijo enseguida.

Parecía tan confiado. Incluso sonrió con el tipo de anticipación que solo había
visto en los gladiadores justo antes de dar un golpe mortal. ¿Era posible que
hubiera cometido otro error? Ya me había sorprendido varias veces hoy.

Pero no. Él no podría mejorarme en esto.

—Hecho —le dije después de una ligera pausa.

25
Su sonrisa se volvió astuta.

—¿Cómo sellaremos este nuevo acuerdo? ¿Un juramento de sangre?

Como si asumiera que derramar algunas gotas de sangre, de repente lo haría


honesto.

—Algo más. Extiende tu mano.

Arqueó una ceja pero extendió una mano aún jabonosa. Cerré mis dedos
alrededor de los suyos, sin sorprenderme de que su carne se sintiera mucho más
caliente que la temperatura normal de un vampiro. Su tiempo en la ducha había
calentado su piel, y ahora, el agua me proporcionaría lo que necesitaba para
asegurar un juramento que no podría romper.

El agua era uno de los principales elementos naturales del mundo. Eso la hacía
poderosa, si uno sabía cómo extraer ese poder. Yo lo sabía ya que tenía un talento
especial con el agua. No había querido usar más de mis habilidades ocultas hoy,
pero si no lo hacía, pronto estaría luchando contra los ataques de mi engañoso
aliado además de los que vendrían de Dagon.

Una oleada de energía atravesó la habitación cuando comencé a hablar en un


idioma antiguo, el primero que había aprendido. Esa energía se asentó en
nuestras manos unidas. Ian siseó cuando lo sintió.

—¿Qué estás haciendo? ¿Y por qué hablas sumerio?


No estaba dispuesta a responder ninguna de esas preguntas. En verdad, no
esperaba que reconociera el lenguaje muerto hace mucho tiempo. No es que
importara. Estas palabras no eran significativas.

Ian trató de apartar su mano. El hechizo que estaba creando lo atrapó. También
se envolvió a mi alrededor, sintiendo dentro de nosotros las promesas que ambos
habíamos hecho. Cuando las encontró, apretó nuestras manos juntas. Entonces
sentí su cresta de energía antes de deslizarse debajo de mi piel para disolverse
dentro de mis huesos.

Una vez que lo hice, abrí los ojos.

—Ahora ninguno de nosotros tiene la opción de mantener nuestra última


promesa. El hechizo las encontró, y si uno de nosotros renunciara a ellas, pudriría

26
nuestros huesos más rápido de lo que cualquiera podría sanar.
Capítulo 4

27
Los ojos de Ian estaban iluminados con esmeralda, y el tic muscular en su
mandíbula mostraba lo disgustado que estaba por este giro de los
acontecimientos. Pero cuando habló, su voz fue ligera, y en lugar de intentar
apartar su mano, sus dedos ahora acariciaron los míos.

—Una Guardiana de la Ley que practica magia prohibida. Qué


irresistiblemente hipócrita de ti.

No estaba dispuesta a decirle que había aprendido este hechizo mucho antes
de que el consejo de vampiros prohibiera la magia. O que más de unos pocos
Guardianes de la Ley estaban versados en magia al menos de nivel medio. De lo
contrario, ¿cómo se suponía que íbamos a perseguir a los practicantes
deshonestos cuando incluso un aficionado podría derribarnos?

—Ahora cada uno tiene algo contra el otro —contesté.

Sus labios se curvaron.

—Nadie me creería y lo sabes.

Cierto, pero…

—Sabes un secreto más grande acerca de mí. Incluso si no fueras creído por el
consejo de vampiros, aún presentaría problemas si la noticia de mi detención del
tiempo llegara a los oídos equivocados.
Su sonrisa solo creció.

—La sutileza no te queda. Solo dime que me matarás si revelo tus secretos.

—Bien. Te mataré y te dolerá —dije sin rodeos.

Se rió y me acaricio debajo de la barbilla.

—Como dije antes, ese es el espíritu.

Ian parecía tan entretenido por mi amenaza de matarlo como lo había estado
cuando pensó que estaba a punto de caer sobre él. Puede ser que esté carente
moralmente, sea crónicamente deshonesto e inexplicablemente peligroso, pero
también era… divertido. Eso, o mi espíritu fue levantado por el conocimiento de
que, si todo iba según lo planeado, Ian iba a traer a muchas personas su tan

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esperada justicia.

Antes de que pudiera llegar a eso…

—Hay una cosa más que debemos hacer antes de irnos —dije, tomando el
cuchillo plateado de Ian y una pequeña bolsa de mi bolsillo trasero.

Ian miró la bolsa con más interés que el cuchillo.

—¿Qué hay en eso?

—Sales. —Puse el tapón en el lavabo antes de verter las sales tricolores en él.
Luego me corté la muñeca con el cuchillo, sacando mi sangre de la herida.

Tenía la cantidad que necesitaba antes de que el corte se curara. Es posible que
los vampiros no tengan corazones palpitantes, pero sí controlamos el flujo de
sangre en nuestros cuerpos. Como mi ingrediente final, puse el cuchillo sobre las
ahora sangrientas sales.

Ian se apoyó contra la pared de la ducha.

—Sal, sangre y plata. Si tuvieras tinta y las herramientas adecuadas, pensaría


que estabas a punto de intentar un tatuaje protector para repeler demonios.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté sin levantar la vista. El hechizo que había
lanzado significaba que no necesitaba vigilarlo constantemente ahora.
—Hice enojar a Dagon hace décadas, pero no me encontró hasta que lo
convoqué el mes pasado. ¿Crees que evitarlo no fue más que suerte?

Ahora sí miré hacia arriba.

—¿Te protegiste contra Dagon usando un hechizo de localización para


encontrarte?

Una ceja castaña se arqueó.

—Él y cualquier otro demonio que pueda intentarlo. Los demonios pueden ser
bastardos leales. Si te equivocas con uno de ellos, muchos de los demás estarán
encantados de entregarte a la parte ofendida.

Pensé que había terminado de ser sorprendida por él. Nuevamente incorrecto.

29
—¿Cómo sabes tanto acerca de demonios? Los vampiros y los demonios
normalmente son hostiles entre sí, pero solo otro demonio podría haberte
enseñado un símbolo de protección tan poderoso. ¿Por qué lo haría uno?

Su sonrisa fue instantánea.

—Soy así de bueno.

Oh, podría imaginármelo. Incluso podría verlo por mí misma, si quisiera


buscar uno de los muchos videos de sexo que él había publicado en línea.
Afortunadamente, tenía cosas más importantes que hacer.

—Si ese es el caso, ¿por qué no te protegiste después de que Dagon te marcara?

—Lo intenté. —La sonrisa de Ian se mantuvo a pesar de que su tono se volvió
plano—. Tres veces. En un momento, el artista comenzaría a entintar las guardas
necesarias sobre las marcas. Al siguiente, estaría cubierto de los restos de la
carnicería del artista mientras Dagon bailaba a mi alrededor. No importó que
hubiera comenzado cada intento dentro de una residencia privada. Tampoco
importó que cada vez hubiera sido a la luz del día. Las barreras de sal que había
construido a mi alrededor tampoco hicieron nada. Cada vez, de repente me
encontraba en un lugar nuevo, cubierto de sangre, con Dagon riendo a carcajadas.

Contra cualquier otro demonio, sus precauciones habrían sido suficientes. Las
películas muestran a los vampiros como incapaces de caminar bajo el sol. Eso no
era cierto. Los vampiros tampoco necesitaban ser invitados para ingresar a una
residencia privada. Pero esas cosas eran ciertas para los demonios, y la sal los
quemaba como el ácido, por lo que una barrera de sal debería haber sido
impenetrable para Dagon.

La capacidad de Dagon para detener el tiempo significaba que tenía una forma
de evitar todo eso.

—Dagon probablemente sintió el debilitamiento de su lazo después de las


primeras líneas del tatuaje protector —dije—. Solo le tomaría unos minutos usar
el enlace para teletransportarse a tu ubicación, detener el tiempo alrededor de ti
y los tatuadores, y luego retirarse del sol. Con todos ustedes atrapados, Dagon
podría convocar a un mercenario no demonio, enviarlo dentro de la casa para
derribar las barreras de sal, sacarte a ti y a los tatuadores, y luego llevar a todos

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a cualquier lugar oscuro y seguro que quisiera.

—Donde mató a los artistas y me decoró con sus cadáveres. —Ian echó un
vistazo a los ingredientes en el lavabo antes de mirarme—. ¿Todavía quieres
intentar ese tatuaje?

Me estaba advirtiendo sobre el peligro. Que inesperadamente dulce. Pero no


tenía intención de darle a Dagon el tiempo suficiente para encontrar a Ian.

—Tengo una manera de evitar eso —contesté, luego dije una sola palabra en
sumerio. El cuchillo se fundió en un charco plateado sobre las sales. Las dos cejas
de Ian subieron.

—Si puedes hacer eso, ¿por qué no fundiste ese cuchillo cuando lo tenía en tu
corazón?

Dejo escapar un suave resoplido.

—¿Y obtener una intoxicación por plata al ingresar a mi torrente sanguíneo?

—Eso es mejor que la muerte instantánea si lo hubiera retorcido.

Lo dejé pasar.

—Quédate muy quieto —dije, cerrando los ojos—. Esto va a doler.

Tres palabras suaves después, la plata derretida, la sangre, la sal y la magia se


habían fusionado. Ocho palabras después de eso, y no tuve que abrir los ojos para
saber que toda la mezcla ahora estaba flotando en el aire. Trece palabras más, e
Ian soltó un grito que hirió mis tímpanos cuando esa mezcla infundida por la
magia golpeó su ingle, cubriendo instantáneamente los patrones oscuros de
humo de la marca de Dagon.

Cuando abrí los ojos, Ian miraba su ingle con incredulidad. Las marcas de
Dagon ahora estaban cubiertas con un intrincado patrón de rojo, negro y plata.
Esos colores se desvanecieron lentamente a medida que la plata, la sangre y la sal
se asentaron más allá del nivel de la piel. En unos momentos, las marcas
ahumadas se desvanecieron, hasta que no hubo pruebas visibles de la afirmación
de que Dagon aún mantenía el alma de Ian.

Ian miró alrededor del baño como si esperara que Dagon apareciera de
repente. Yo también me preparé, pero corté el aspecto localizador de su lazo en

31
esas marcas demasiado rápido. Para cuando Dagon sintiera que se alteró, su
conexión con Ian se habría ido. Sin eso, no tenía manera de encontrar a Ian, a
menos que ya hubiera sabido dónde estaba.

Pero ¿por qué lo haría? Ian se había estado moviendo mucho y Dagon no tenía
ninguna razón para vigilarlo. No cuando Ian había sido marcado con la versión
demoníaca de un GPS sobrenatural.

Aun así, pasaron unos minutos tensos en silencio. Cuando esos minutos
continuaron pasando sin una explosión repentina de poder que indicaba que
Dagon había llegado, Ian finalmente se encontró con mi mirada. Antes de que
sus rasgos volvieran a su habitual expresión de cuidado, capté algo nuevo que
me atravesó.

Esperanza.

Hace mucho tiempo, alguien más me había dado esperanza después de que
me consideraba incapaz de sentirla. Por eso sabía lo precioso que era. También
fue por eso que dediqué mi vida a ser una Guardián de la Ley. Quería llevar esa
misma esperanza a todos los que sufrían cuando los poderosos se aprovechaban
de los vulnerables.

A veces, sin embargo, la ley no era suficiente. Dagon era un demonio, por lo
que nuestras leyes no se aplicaban a él. Eso no iba a detenerme. Dagon pensaba
que se había librado de destruir mi vida y las innumerables vidas de otras
personas hace mucho tiempo. No lo había hecho. Simplemente retrasó su ajuste
de cuentas. Llevar a Dagon a la justicia que merecía con creces podría costarme
mi posición y mi vida, pero esos eran precios que estaba dispuesta a pagar.
Demasiada sangre no había sido vengada por mucho tiempo, incluida la mía.

Es por eso que no podía permitirme sentir nada por Ian, incluso si pudiera
relacionarme con él en esto. Solo usaría mis sentimientos en mi contra.
Ciertamente había sucedido antes.

Ian no solo estaba luchando por su vida. También luchaba por su alma.
Nuestras metas podrían estar alineadas ahora, pero en el momento en que no lo
estuvieran, Ian se volvería contra mí y el hechizo que lanzaría solo me protegería
hasta cierto punto. Después de eso, probablemente lucharíamos hasta la muerte,
y no tenía intención de dejar que esa muerte fuera mía.

32
En este momento, no estábamos en un combate a muerte, así que le sonreí.
Cuando lo hice, me di cuenta de que era mi primera sonrisa genuina en mucho
tiempo.

—¿Ves? Dagon no puede encontrarte más.

Ian me devolvió la sonrisa, verde esmeralda iluminando su mirada turquesa.

—Eso significa que en algún lugar, Dagon se está volviendo loco de rabia.
Capítulo 5

33
Dagon podría no ser capaz de rastrear a Ian a través de sus marcas ahora
invisibles, pero todavía tenía prisa por salir de aquí. Ian tenía razón: Dagon
estaría más que furioso. Aunque saboreaba el pensamiento, también reconocía el
peligro. Este burdel no estaba muy lejos de donde Ian había hecho su trato con
Dagon, en Minsk, Bielorrusia. Dagon podía hacer lo que yo había hecho:
Comenzar a buscar en los burdeles más prominentes de Bielorrusia hasta que
encontrara uno en el que había estado Ian, luego seguir su rastro desde allí. Me
había llevado dos semanas porque había tenido que conducir de Minsk a Polonia.
Dagon podía teletransportarse, por lo que su búsqueda podría llevarle solo un
día.

Por eso quería estar lejos de aquí al anochecer. Cuando volviera a ver a Dagon,
sería en mis términos, no en los suyos.

—Ven —le dije a Ian. Ya era hora de que nos fuéramos.

Resopló.

—Sigue hablándome como si fuera un perro y te montaré la pierna o te


morderé.

Reprimí mi impulso de decirle exactamente lo que haría si lo intentara. Para


ser justos, había estado actuando de mala manera. Si íbamos a trabajar juntos,
necesitaba tratarlo con el mismo respeto que exigía para mí.
—Lo siento —dije, tropezando con la palabra. ¿Cuándo fue la última vez que
me disculpé? No podía recordar, así que obviamente, había sido demasiado
tiempo—. Es, ah, un hábito. Las únicas veces que trato con vampiros como tú son
cuando los arresto o juzgo. Los Guardianes de la ley tienen que ser inflexibles en
esos momentos o implica que la ley en sí misma es vulnerable, lo que no puede
suceder.

—Por supuesto que no — estuvo de acuerdo Ian, aunque con los ojos en blanco
mostró lo poco que le importaba la ley. Luego me lanzó una mirada
sorprendentemente seria—. Probablemente has tenido que ser el doble de dura
porque eres mujer. No puedes dejar que el consejo reclame que tu género te hace
demasiado blanda para el trabajo, ¿verdad?

34
Cuánta razón tenía. El sexismo estaba vigente en la sociedad vampírica. Era
más antigua y más calificada que la mayoría de los miembros del consejo, pero
mis decisiones aún eran cuestionadas con mucha más regularidad que las
tomadas por los Guardianes masculinos. Igualmente irritante era la forma en que
los perpetradores siempre intentaban correr o pelear cuando me veían, y muchos
se rendían cuando se enfrentaban a Guardianes varones más jóvenes y débiles.

Me aclaré la garganta e intenté un tono más conciliatorio.

—Ahora que me has recordado mis modales, estás de acuerdo en que no


estamos seguros aquí y tenemos que irnos, ¿verdad?

Me dio una rápida sonrisa.

—Eres la que está bloqueando la puerta, pequeña Guardiana.

Veinte minutos más tarde, estábamos en la carretera. Nos habríamos ido antes,
excepto que tuvimos que hipnotizar a todas las prostitutas para que olvidaran
que cualquiera de los dos había estado allí. Dagon tenía muchas habilidades, pero
no podía atravesar recuerdos alterados vampíricamente. Ahora, este burdel era
un rastro menos que el demonio podía seguir.
Ian había estado tranquilo durante nuestro viaje en coche a Varsovia,
ocupándose de su teléfono móvil. Le di la bienvenida con satisfacción al silencio.
Me dio tiempo para reflexionar sobre las partes inesperadas de hoy. Ian sería más
difícil de manejar de lo que había previsto. Si bien eso requería ajustes, no debería
requerir un nuevo plan. Su deseo de autoconservación era fuerte, y eso era con
lo que había estado contando. Con esa base en su lugar, podría solucionar los
otros problemas…

—¿Qué demonios estamos haciendo en un aeropuerto?

La afilada pregunta de Ian cortó mis reflexiones. Entré en el estacionamiento,


que estaba más que medio vacío. Este era un campo de aviación privado, por lo
que no tuvimos ninguno de los inconvenientes comunes con un bullicioso

35
aeropuerto comercial.

—Volar —contesté, lo que debería haber sido obvio—. Hace unos días alquilé
un avión para encontrarte.

—¿Alquilaste un avión? —repitió—. Dime que estás bromeando.

¿Cuál era su problema?

—No tienes miedo a volar, ¿verdad?

—Tengo miedo de los barcos, pero eso está fuera de tema. El tema principal es
el hecho de que contrataste un avión con lo que supongo que es una compañía
de renombre de un aeropuerto privado que se encuentra fácilmente en una de las
principales ciudades del país en la que fui visto por última vez. ¿Por qué no le
dibujas a Dagon un mapa? ¿A dónde vamos también?

Temperé mi tono para no gruñirle.

—Estoy usando nombres falsos. Dagon no sabrá que somos nosotros.

La cara de Ian mostraba toda la irritación que estaba sofocando.

—Es posible que hagas un gran trabajo para defender la ley, pero claramente
tienes mucho que aprender acerca de estar huyendo. No utilizas los aeropuertos
regulares o las compañías de vuelos chárter porque los alias no son suficientes.
Dagon podría no tener fotos tuyas, pero sí de mí. Una mirada confirmará que soy
el John Doe en su manifiesto de vuelo. Tampoco puedes hipnotizar a todos para
que olviden que estuvimos aquí; hay demasiada gente, además hay cámaras de
seguridad.

Todavía estaba molesta por su tono, pero él tenía puntos válidos. Sería tonto
ignorarlos.

—¿Sugieres conducir?

—No, eso es demasiado lento y no nos alejará lo suficiente.

—¿Entonces qué? —Esta vez, no reprimí mi irritación—. No soy dueña de un


avión privado y, a menos que a tu expediente le falte otro detalle importante, tú
tampoco.

Me lanzó una mirada cansada.

36
—Estoy seguro de que a mi expediente le falta un poco, pero sucede que,
conozco a alguien con su propio avión y no está lejos de aquí.

—¿Uno de los aviones de tu amigo viniendo aquí no sería un rastro obvio que
Dagon podría seguir?

—Lo sería, excepto que este vampiro no es mi amigo —dijo Ian, y comenzó a
marcar.

Vi el código del país antes de que Ian inclinara su teléfono móvil y el resto de
los números salieran de la vista. Cuarenta. Rumania.

Contrariamente a la creencia popular, Rumania no era un punto de acceso para


los vampiros porque era el hogar de uno de los más poderosos del mundo. Si ese
es a quien Ian estaba llamando, él tenía razón. Nadie creería que este vampiro en
particular vendría en ayuda de Ian.

—Ian. —Oí una voz acentuada decir en la línea. Con esa sola palabra, se
confirmaron mis sospechas—. Me sorprende saber de ti —continuó Vlad el
Empalador.

—Créeme, Tepesh, preferiría follarme con un dildo de lija que hablar contigo.

Mis ojos se ampliaron. Ian lo vio y sacudió la mano como si no le importara


haber insultado a alguien que había sido temido por sus matanzas masivas
incluso antes de convertirse en vampiro.
—Pero tengo que viajar bajo el radar a toda prisa —continuó Ian—. Necesito
que me prestes tu avión. Sólo debería tomar unos días. ¿Qué tan rápido puedes
llegar a Polonia?

Silencio en la otra línea. Me tensé, medio esperando que el móvil de Ian se


incendiara. Cuando Vlad se enojaba, las cosas generalmente terminaban en
llamas. Ian debería alegrarse de no estar cerca de Vlad, que solo era llamado
Drácula, su otro nombre más famoso, por aquellos que deseaban morir.

—¿Dónde en Polonia? —respondió Vlad finalmente.

Cada palabra sonaba arrancada de ira, pero me sorprendió que pareciera estar
de acuerdo. Había esperado que Vlad le dijera a Ian exactamente cómo lo iba a
matar.

37
—Busca los restos de un gran complejo de cines dentro de Klomino. Debería
haber suficiente espacio delante de él para que el avión aterrice y despegue.
Klomino está en su mayoría abandonado, pero aun así, llega al anochecer, así hay
menos posibilidades de que un espectador tome un video que muestre los
números de registro en el avión.

—Los tendré pintados. —El tono de Vlad se mantuvo afilado—. El avión estará
allí a medianoche. —Luego colgó.

Ian comenzó a silbar mientras sacaba la tarjeta de memoria de su móvil. Luego


salió del auto, dejó caer la tarjeta de memoria y su teléfono móvil en el suelo, y
los pisoteó. Cuando levantó el pie, solo quedaron trozos aplastados.

También salí y di la vuelta a su lado del vehículo.

—¿Cómo hiciste eso? —le pregunté con incredulidad.

Miró hacia abajo.

—Bota más fuerza.

—No eso. —Desestimé su móvil destrozado con un movimiento de mi mano—


. ¿Cómo conseguiste que Vlad Dracul cumpliera tu demanda?

—¿Demanda? —Ian me dio una sonrisa de complicidad—. La mayoría de las


veces, suenas exactamente como una mujer moderna, sin embargo, de vez en
cuando, te deslizas y demuestras que no hay nada moderno en ti.
—Estás evitando mi pregunta —dije, aunque él tenía razón sobre el desliz.

—Vlad me debe —respondió Ian en un tono que ahora era más oscuro que la
obsidiana.

Una vez más, sentí un hormigueo helado en mi columna vertebral. ¿Quién era
el verdadero Ian? ¿El pícaro despreocupado que me divertía a pesar de mí
misma? ¿O el hombre peligroso que activaba todas mis alarmas internas?

—¿Por qué Vlad el Empalador te debería?

Me dio una mirada tendenciosa.

—Pensé que lo sabrías dado que apareciste con información que solo Dagon,
Vlad y la esposa de Vlad conocían.

38
De hecho, Leila fue quien me dijo que Dagon había engañado a Ian para que
le entregara su alma al demonio. Es por eso que busqué a Ian tan pronto como
terminé mi otro negocio. No me había importado lo suficiente como para
preguntarle a Leila cómo había engañado Dagon a Ian. Todo lo que me importaba
era encontrar un vampiro que Dagon hubiera marcado para poder usarlo para
atraer al demonio. Ahora, me hubiera gustado tener la historia completa. A
juzgar por la expresión cerrada de Ian, no la escucharía de él.

Ian tomó mi silencio como prueba de mi ignorancia y se encogió de hombros.

—No importa. Lo que importa es que, si bien Vlad y yo nos detestamos


mutuamente, y eso es lo que describe mis sentimientos por él de la manera más
suave posible, no elude el pago de una deuda. Ahora, tenemos una manera de
salir de aquí que no se puede rastrear.

—Perdónenme.

Los dos nos volvimos. Un hombre joven con el nombre de la instalación de


aviación estampada en su camisa había salido del edificio y caminaba hacia
nosotros.

—¿Puedo ayudarlos con algo? —continuó el hombre.

Habíamos estado discutiendo en el estacionamiento de la instalación el tiempo


suficiente para atraer la atención. Si este joven era seguridad o simplemente un
atento conserje, todavía era hora de irse.
Ian le dio una brillante sonrisa.

—¿Ese es tu móvil? —preguntó, asintiendo hacia el bulto cuadrado en el


bolsillo del hombre.

El comportamiento del hombre cambió de educado a desconfiado.

—¿Por qué?

—Dámelo —dijo Ian, con un brillo esmeralda saliendo de sus ojos.

El hombre entregó su móvil, incapaz de hacer otra cosa bajo el poder de la


mirada de Ian. Ian tomó el teléfono y lo sostuvo en sus dientes mientras usaba
ambas manos para bajarse los pantalones. No llevaba nada debajo de ellos y mis
cejas se alzaron.

39
—¿Qué estás haciendo?

Ian solo me guiñó un ojo. Luego, con los pantalones alrededor de los tobillos,
tomó el móvil de sus dientes, lo sostuvo detrás de él con una mano y tomó un
selfie de su culo desnudo.

—¿Es necesario este comportamiento juvenil? —pregunté rígidamente.

—Absolutamente. —Ian sostuvo el teléfono con los dientes otra vez mientras
reajustaba su ropa. Una vez hecho esto, miró la foto y sonrió—. Perfección. —
Luego le devolvió su móvil al ahora asistente de boca abierta—. Cuando un gran
hombre rubio llamado Dagon venga a buscarme, muéstrale esto y dile que le dije
que lo besara.
Capítulo 6

40
Esperamos cerca de la pared restante de la antigua sala de cine en Klomino.
Ian había tenido razón; todo el pueblo parecía haber sido abandonado hacía
décadas. La última vez que estuve en esta área fue después de la Segunda Guerra
Mundial. Entonces, el ejército soviético lo había convertido en una base militar.
Ahora, los únicos signos de vida eran los pocos débiles latidos que provenían de
los escombros que rodeaban el antiguo teatro. Probablemente no tendrían
teléfonos móviles. Incluso si lo hicieran, podrían no molestarse en salir con este
clima. Hacía un frío glacial. Humanos sin hogar que buscan refugio temporal, sin
duda.

Dejamos el auto a varios kilómetros de distancia y caminamos hacia Klomino.


De esta manera, recibimos menos atención, pero no me había vestido bien, ya que
no tenía la intención de estar afuera por mucho tiempo. Mi abrigo era más para
darme un lugar para poner mis armas que para protegerme del frío. Ser vampiro
significaba que no obtendría hipotermia, pero no hacía nada para aislarme de las
bajas temperaturas.

Otra ráfaga de viento me golpeó, trayendo consigo el olor de la nieve. Sería


una Navidad blanca en unas pocas horas. Esperaba estar lejos cuando los
primeros copos de nieve cayeran.

Miré a Ian. No parecía molesto por el frío y su abrigo era tan delgado como el
mío. Por otra parte, él era de Inglaterra y yo venía del clima más cálido de Medio
Oriente. Ni siquiera el paso del tiempo podría diluir algunas cosas. Mi disgusto
por el frío era una de esas.

Revisé mi móvil de nuevo. Quince minutos para la medianoche.

—Espero que Vlad no haya elegido esta noche para retractarse de cumplir su
palabra —murmuré, más para mí que para Ian.

Lanzó una mirada despreocupada al cielo.

—No lo hará. —Luego me miró—. He encontrado muchas posibilidades, pero


no puedo ubicar el origen de tu acento.

—¿Mi acento? —Había dominado tantos idiomas a lo largo de los siglos, pensé
que durante mucho tiempo me había deshecho de cualquier sello distintivo de

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mi original.

—Es muy leve —me aseguró—. Sin embargo, de vez en cuando, se asoma,
como cuando ocasionalmente usas palabras que no han sido populares desde que
Estados Unidos cosió su primera bandera.

—Los vampiros pueden no ser humanos modernos, pero deberíamos seguir


esforzándonos por sonar como ellos —dije, repitiendo una de las advertencias
más frecuentes de Tenoch. Entonces me detuve. ¿Por qué había compartido eso?

Asintió.

—Muy cierto. Llamaríamos la atención si habláramos formalmente en todas


partes. Algunos vampiros viejos se niegan a modernizarse. Se revelan a los
humanos más rápido que con los colmillos.

Tenoch había sentido lo mismo. Por eso mi sire se había mostrado tan decidido
a aceptar lo nuevo, ya fuera el habla, los estilos de vestir, los modales o los
avances tecnológicos.

—No respondiste mi pregunta —continuó Ian, un brillo apareciendo en sus


ojos—. ¿De dónde sacaste tu acento? ¿Antiguo sumerio, tal vez? Hablas sumerio
mejor que nadie que haya escuchado.

—¿Cuándo lo escuchaste? —pregunté para cambiar esta línea de preguntas—


. Durante mucho tiempo ha sido una lengua muerta.
Su ceja se levantó.

—Sí, y la mayor parte de la cultura sumeria también se ha perdido en la


historia, por lo que nadie sabría un acento auténtico, incluso si lo escucharan.
Resulta que aprendí sumerio cuando una demonio con la que estuve saliendo me
lo enseñó. ¿Cómo lo aprendiste?

Nada cambió en mi expresión, aunque interiormente me estremecí. ¿Cómo


terminé en el lado defensivo de una conversación sobre los demonios y mi tierra
natal original? Tenía que redirigir la conversación. Rápido.

—Algunos hechizos son más efectivos en su idioma original. Cuando eres un


Guardián de la Ley encargado de luchar contra varias formas de magia, te
corresponde aprender esos idiomas. ¿Por qué te molestarías en aprender uno que

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ya nadie habla? —Dejé escapar un leve resoplido—. Aunque no me sorprende,
un demonio te lo enseñó. Los demonios han existido durante más tiempo que los
humanos y los vampiros, y les encanta demostrar su superioridad imaginada
sobre los humildes cadáveres, como la mayoría de los demonios ven a los
vampiros.

Ian pareció reflexionar sobre eso.

—Creíble. —Luego lanzó una sonrisa alegre hacia mí—. Pero todavía estás
escondiendo algo. Descansa tranquila, averiguaré qué es.

El rugido de un avión que se aproximaba me impidió responder, lo cual era


bueno. De lo contrario, podría haber amenazado con matarlo de nuevo. Eso solo
habría empeorado las cosas. Ian tendía a tomar una amenaza de muerte como un
desafío, una broma o un afrodisíaco.

Después de que aterrizó, el elegante avión utilizó todo el estacionamiento


vacío para detenerse. Luego esperó, se apagaron las luces exteriores para que no
se destacara como un faro en la oscuridad. Corrimos hacia el avión y llegamos
justo cuando se abría la puerta.

—Saludos —dijo Ian, saltando hacia la puerta abierta. Luego se detuvo tan
repentinamente que me hundí en su espalda cuando salté detrás de él. Empujé a
Ian a un lado para que ya no estuviera colgando a la mitad de la entrada. Como
ya no me estaba bloqueando, vi que el avión contenía más que los dos pilotos
vampiros.
Un tercer vampiro se reclinaba en el sofá de cuero en el interior suntuoso del
avión. Su largo cabello negro se correspondía con el tono estigio de sus ojos y su
piel era del mismo bronce dorado que la mía. Debería haberlo sentido antes de
verlo, excepto que era uno de los pocos vampiros en el mundo con suficiente
poder para aplacar su aura hasta que se sentía como un simple humano.

Ahora que había logrado sorprendernos, Mencheres liberó su agarre y una


onda de choque invisible llenó el avión. Sentí que miles de picaduras estallaron
en mi piel cuando su aura rodó sobre mí. Al mismo tiempo, el aire
repentinamente se sintió pesado, como si se hubiera transformado en el océano
y nos estuviéramos hundiendo hacia la presión aplastante del fondo.

Tuve que luchar contra el impulso de dar un paso atrás. No mostraría

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debilidad, incluso si Mencheres fuera una de las pocas personas a las que
consideraba un amigo. Tenía edad suficiente para recordar a Mencheres antes de
que él tuviera colmillos, por no hablar de una pirámide construida en su honor.

—Carajo. —Juró Ian—. ¿Qué estás haciendo aquí?

El sire de Ian le sonrió.

—Feliz Navidad, Ian. — Entonces la mirada oscura de Mencheres se posó en


mí—. Veritas —dijo, arrastrando las tres sílabas de mi nombre—. Por favor,
ilumíname con respecto a lo que crees que estás haciendo con uno de mis hijos
favoritos.
Capítulo 7

44
Intercambié una mirada con Ian. En esa única mirada, sabía que Ian no quería
que revelara nuestra verdadera misión. Estaba de acuerdo. Mencheres era lo que
llamaban la vieja escuela cuando se trataba de la práctica de larga data de los
vampiros que se mantenían alejados de los demonios. Es por eso que realmente
no apoyaría nuestro intento de matar a uno. Lo único en lo que se podía contar
de los demonios era cómo vengaban la muerte de los suyos. Ningún maestro
vampiro sensato de ninguna línea involucraría a su gente en ese atolladero. Uno
inteligente como Mencheres también tomaría medidas activas para evitar que
alguien a quien le importaba lo hiciera también.

Es por eso que preferiría enfrentarme a todo el consejo gobernante que al


vampiro que está frente a mí. Por un lado, Mencheres podría ser el único vampiro
con el poder suficiente para detenernos realmente, si supiera lo que
pretendíamos. Por otro lado, no quería involucrarlo en algo que probablemente
haría que al menos uno de nosotros muriera.

—Mencheres. Qué agradable verte —dije en mi tono más inocente.

—No seas condescendiente conmigo —respondió irritado. Eso me puso en


alerta. Mencheres podría nivelar esta área con un pensamiento, por lo que rara
vez se molestaba en llegar al punto de molestia—. Vlad ya me dijo que Ian estaba
en serios problemas.
—Imbéeeeciiiiil. —Suspiró Ian—. Dejen a Vlad honrar su deuda y vengarse al
mismo tiempo.

—¿Has puesto a Ian bajo arresto por algo? —me preguntó Mencheres,
ignorando eso.

—No —dije, aliviada de decir la verdad sobre eso, al menos.

La mirada de Mencheres se estrechó.

—Entonces, ¿por qué tú, una Guardiana de la Ley, pasaría tiempo con él? El
desprecio de Ian por la ley es superado solo por su aborrecimiento al celibato.

Ian imitó levantar un vaso en señal de saludo.

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—Es cierto eso.

Busqué una excusa rápida.

—Yo, ah… —¿cuál era el término moderno?—… estoy perdiendo el tiempo.


Hago eso a veces para relajarme.

—Mentira —dijo bruscamente Mencheres—. No te has relajado desde que


César fue apuñalado por Brutus. También casi nunca tomas vampiros como
amantes, así que...

—¿Oh? —interrumpió Ian, el interés chispeó en su mirada.

—Entonces, ya que no estás arrestando a Ian o “perdiendo el tiempo” con él


—continuó Mencheres—, ¿qué estás haciendo, Veritas?

No podía pensar en una excusa convincente, así que decidí ir con el descaro.
Me enderecé a mi altura completa.

—Ian es el maestro de su propia línea, y él mismo puede decirte que está


conmigo por su propia voluntad. El resto no es de tu incumbencia.

Mencheres me miró fijamente hasta que se sintió como si su mirada me


estuviera perforando. No me inmuté. Podríamos ser casi iguales en fuerza, pero
incluso con todo su gran poder, no podía matarme. No permanentemente.

Ian tamborileó sus dedos en la puerta abierta del avión con evidente
impaciencia.
—¿Podemos continuar este concurso de meadas en el aire?

Mencheres me quitó esa mirada destructiva y la posó en Ian.

—¿Por qué? ¿De qué tipo de problemas tienes prisa por escapar?

Las palabras esta vez no fueron dichas, pero quedaron suspendidas en el aire.
Por la forma en que Ian se puso rígido, también las sintió.

—Como dijo la dama, estoy aquí por mi propia voluntad, por lo que no es de
tu incumbencia. Feliz Navidad, Mencheres. Es un placer verte, pero tienes una
esposa a la que regresar y tenemos nuestros propios lugares para estar.

Mencheres liberó más de su poder. Todo el avión comenzó a temblar por la


fuerza de su aura. Tuve que resistir el impulso de envolver mis brazos alrededor

46
de mí. Sentí como si mis tripas pudieran salirse de mí. Todo lo que hizo Ian en
respuesta a esta tremenda exhibición fue bostezar. Ya que los vampiros no
necesitaban respirar, era tan descarado como mostrar el dedo medio.

—Hazlo a tu manera —dijo finalmente Mencheres en un tono oscuro—. Voy a


obtener la verdad de Vlad.

—No, no lo harás —dijo Ian al instante—. Si ese imbécil me iba a vender, ya lo


habría hecho.

Mencheres recuperó todo su poder. Mi estómago se desplomó y mi abrigo se


agitó como si hubiera sido golpeado por una fuerte brisa. Entonces la mirada del
ex faraón se suavizó mientras miraba fijamente a Ian.

—¿Por qué, después de todo lo que hemos pasado, simplemente no confías en


mí lo suficiente como para tener fe en mí?

Por un segundo, dolor oscureció la mirada de Ian y su actitud arrogante se


quebró. Con la misma rapidez, esos destellos se desvanecieron y sonrió, brillante
y confiado como la carrera ascendente.

—No te preocupes. Tengo las cosas bajo control.

Mencheres no dijo nada. El silencio se convirtió en un peso que debería haber


abollado el suelo. No eché un vistazo a mi móvil, pero era muy consciente de que
pasaban los minutos. Necesitábamos irnos. Pronto, este avión atraería el tipo
equivocado de atención.
—Hazlo a tu manera —dijo Mencheres de nuevo.

Un movimiento de su mano después, la puerta se cerró sola. Luego los pilotos


giraron el avión y comenzaron a rodar por el estacionamiento. En unos
momentos, estábamos en el aire, las débiles luces de la ciudad se iban apagando
debajo de nosotros.

Me senté en uno de los asientos color crema. Ahora que el enfrentamiento


había terminado y que Polonia estaba desapareciendo detrás de nosotros, me
sentí lo suficientemente aliviada como para darme cuenta de que tenía hambre.
No me había alimentado desde ayer por la mañana. Tal vez tendría suerte y el
avión de Vlad estaría abastecido de algunas bolsas de sangre.

Mencheres se recostó en el sofá. Su postura todavía relajada, pero cuando me

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encontré con su mirada, supe que era una mentira. Sus ojos se parecían a
diamantes negros mientras me miraba.

—Compartimos el mismo sire y nos conocemos desde hace miles de años. Por
eso quiero que ahora me escuches atentamente, Veritas. Ian es imprudente e
impulsivo, pero tú no lo eres. Planeas todo hasta el último detalle, así que ten en
cuenta esto en los planes que te niegas a compartir conmigo: Te haré responsable
si Ian muere en el plan en el que lo estás involucrado.

—Mencheres —comenzó Ian.

—No interrumpas —dijo ásperamente—. Tienes razón; no puedo mandarte


más, pero tampoco tú puedes mandarme. Si elijo vengarte si ella es descuidada
con tu vida, eso es de mi incumbencia, no la tuya.

Nos arrojó de regreso nuestras palabras desafiantes anteriores. Mis dientes


rechinaron. La amenaza de Mencheres podría no ser de la incumbencia de Ian,
pero ahora era mía. Él no mentía. Su curso normal de acción era arrancarle la
cabeza telequinéticamente a cualquiera que lo molestara. Ese tipo de firmeza
hacía innecesarias las amenazas.

Mencheres se había tomado el tiempo para amenazarme. Me lo tomé muy en


serio, incluso si no podría matarme tan fácilmente como podría con el resto del
mundo. En lugar de sentirse reconfortado por el voto de venganza de su sire, Ian
parecía exasperado.
—¿Sabes lo que eres, Mencheres? Eres una maldita mamá gallina.

Ahogué mi estallido de risa, convirtiéndolo en un silbido que no engañó a


nadie. Mencheres me miró con amargura, pero ahora no podía dejar de
imaginarlo como uno de esos padres sobreprotectores que constantemente se
cernían sobre sus hijos.

Mencheres me dio otra mirada de “esto no es gracioso” antes de devolver su


atención a Ian.

—No eres tan fuerte para ser inmune a la muerte. Me preocupo por todos los
vampiros que he engendrado, pero hay pocos que amo como si fueran mis
propios hijos. Eres uno de esos pocos y algo está muy mal contigo. Podía sentirlo
incluso antes de que Vlad me advirtiera esta noche.

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Ian vino y puso un brazo alrededor de mi hombro. Me puse rígida pero lo
permití, dispuesta a ver a dónde iba.

—¿Ves a esta encantadora demonio? —preguntó—. Es tan poderosa que


apenas puedo evitar que mi polla se pare en constante atención a su alrededor.
Más concretamente, ella está muy interesada en mantenerme vivo. Acepta mi
garantía de eso, incluso si no puedes aceptar mi seguridad de mi propia
determinación de no ser asesinado.

Mencheres miraba de uno a otro entre nosotros. Instruí a mis rasgos para
mostrar nada más que confianza. Ian tomó otro enfoque. Me miró de arriba abajo
con pausado agradecimiento, luego me acercó aún más.

—Y pronto, esta pequeña arpía querrá mantenerme con vida por muchas más
razones —ronroneó.

Estaba dispuesta a parecer amigable, pero no me tratarían como si fuera una


conquista predeterminada. ¿Ian decía disfrutar del dolor? Veamos cuánto
disfrutaba esto.

Golpeé con mi codo en su costado lo que rompió todas las costillas con las que
entró en contacto. Mientras él soltaba un fuerte “¡oof!” quité su brazo de mi
hombro con la fuerza suficiente para también romper eso.

—Si tu polla se acerca a mí, la arrancaré —dije con mi voz más agradable—.
Sin embargo, estoy muy interesada en mantener vivo a Ian, Mencheres —
agregué, girándome hacia él—. En cualquier caso, tomo en cuenta tu amenaza.
Ahora, continúen su conversación por ustedes mismos. Estoy manteniendo mi
propia compañía durante el resto del vuelo.

Luego me moví a la sección del avión que estaba más lejos de ellos. Pude sentir
la mirada de alguien sobre mí todo el tiempo, pero no me di la vuelta para ver si
era Ian o Mencheres.

49
Capítulo 8

50
Mencheres no se quedó mucho tiempo. Cuando el avión voló sobre Rumania,
se fue. Él podría haber hecho que los pilotos aterrizaran primero. En su lugar,
usó su poder para formar una barrera invisible sobre la puerta para que no
sufriéramos una pérdida catastrófica de la presión en la cabina cuando la abrió.
Luego saltó, cerró la puerta del avión y la volvió a sellar con su poder, y se fue
volando.

Mencheres no era normalmente tan llamativo con sus habilidades. Su modo


dramático de salida fue otra advertencia. Sabía que le gustaba Ian, pero no
esperaba esto. Mencheres estaba dejando en claro que tenía la vida de Ian en el
más alto sentido posible… y era mejor que yo también lo hiciera.

Eso era un problema. Lo había dicho en serio cuando le dije a Mencheres que
estaba comprometida en mantener vivo a Ian, pero esa intención tenía una fecha
de vencimiento. Una vez que Ian tuviera éxito en llevar a Dagon a mi trampa, mi
enfoque cambiaría a llevar al demonio a su justicia hace mucho tiempo atrasada.
No para preservar la vida de Ian. Ahora, ¿tenía que matar a Dagon mientras me
aseguraba que tanto Ian y yo sobreviviéramos? ¿Cómo?

—Gracias a Dios que finalmente se ha ido —dijo Ian, caminando hacia mi lado
del avión.
Consideré ignorarlo. Le dije que iba a mantener mi propia compañía, después
de todo. Entonces, decidí preguntar lo que me había estado preguntando esta
última hora.

—¿Por qué te niegas a decirle a Mencheres sobre Dagon?

Sus labios se apretaron antes de cubrir eso con una sonrisa descuidada.

—Porque arruinaría nuestra diversión.

—Su poder sería muy útil —señalé.

—¿Crees que estaría de acuerdo en usarme como cebo para atraer a un


demonio? —Ian puso los ojos en blanco—. La ingenuidad no te queda.

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—No lo hace —estuve de acuerdo, mi tono se endureció—. Así que deja de
fingir que Mencheres no estaría de acuerdo con nada si supiera que tu alma estaba
en peligro. No lo sabía hace dos horas, pero ahora es obvio. Entonces, ¿por qué
te niegas a hablarle de Dagon a pesar de que su participación aumentaría tus
posibilidades de supervivencia?

—No te debo una razón —dijo Ian, dándose la vuelta.

Lo atrapé antes de que se fuera por el pasillo.

—Sí, me lo debes. Mencheres dijo que me mataría si murieras, así que si


sobrevivo y tú no, tendré que luchar contra uno de mis aliados más antiguos
hasta la muerte. Me niego a hacer eso sin al menos saber por qué.

La mandíbula de Ian se apretó y esmeralda brilló en sus ojos. Al mismo


tiempo, sentí sus músculos tensarse bajo mis manos, como si intentara retener
algo salvaje dentro de él. Si no estuviéramos varios a miles de metros en el aire,
pensaría que estaba a punto de atacarme. Pero si lucháramos en estas
circunstancias, derribaríamos el avión, y eso nos causaría mayores problemas.

—Mencheres me salvó —dijo finalmente Ian.

No lo dejé ir.

—Todos los vampiros salvan a los humanos que engendran. Eso no puede ser
todo lo que hay.
Ahora sus manos también cayeron sobre mis hombros.

—¿Alguna vez te has perdido? No me refiero a desconocer dónde estás. Me


refiero a perdido en todos los sentidos de la palabra. Hace cientos de años, huí
de una brutal colonia penal de Nueva Gales del Sur al desierto australiano aún
más duro. Me estaba muriendo de sed, medio ciego por el sol y agobiado por el
dolor de luchar contra la fauna local. No tomó mucho esperar morir por un
cocodrilo o una serpiente venenosa, así sería rápido en lugar de más agonía, pero
nada de eso era la peor parte. —Su voz se hizo más gruesa—. Lo peor era saber
que a nadie le importabas lo suficiente como para salvarte. Eso es lo que
recuerdas para siempre. No el dolor físico o el miedo interminable, sino la
desesperación de estar completamente solo y saber que morirás de esa manera.
¿Alguna vez te has perdido así?

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Los recuerdos salieron a la superficie, tan fuertes y rápidos, que mi garganta
se cerró y mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneas. Me tomó toda mi fuerza
de voluntad no permitir que esas lágrimas cayeran mientras algo largamente
enterrado dentro de mí comenzó a gritar.

¡Tenoch! Me salvaste y te fallé cuando más me necesitabas. Lo siento mucho, mi


querido sire. Lo siento, lo siento, lo siento…

Tuve que apartar la vista de Ian o perdería el resto de mi control. No podía


soportar ver el eco de mi propio dolor reflejado en la emoción desnuda de la
mirada de Ian. Él podría ser reacio a revelar sus verdaderos sentimientos, pero
cuando lo hizo, los dejó estallar en toda su intensidad.

—Sí. —Apenas podía forzar la palabra por temor a que mi voz se rompiera—
. Me he perdido así antes. —Muchas veces.

Me soltó tan bruscamente que di un paso atrás para estabilizarme.

—Entonces sabes por qué me niego a lastimar a Mencheres diciéndole la


verdad. Si Dagon me mata, Mencheres se lamentará, pero si supiera que mi alma
también estaba perdida… —Sus labios se torcieron—. No es que le hubiera dado
ningún motivo de esperanza para esa cáscara arrugada y manchada incluso antes
de mi trato con Dagon, pero Mencheres siempre ha visto lo mejor en mí, y no
puedo decir eso de nadie más en este mundo.
Tenoch siempre había visto lo mejor en mí, también. Además, nunca se había
rendido conmigo, ni siquiera cuando se había rendido consigo mismo. Si hubiera
podido salvarlo de un momento más de dolor, lo habría hecho. Con alegría. Es
por eso que solo tuve una respuesta.

—No le contaré a Mencheres sobre tu trato con Dagon.

—Nunca —enfatizó Ian, inclinando mi barbilla para que pudiera encontrar su


mirada.

Miré sus vívidos ojos turquesa y repetí el voto.

—Nunca.

Sonrió entonces. Las líneas de su dolor anterior se borraron de su expresión

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como si nunca hubieran estado allí.

—Grandioso. Ahora, ya que se supone que debo seguir tus órdenes, y no creo
que eso no cambie pronto, escuchemos tu sin duda aburrido plan para asesinar a
Dagon.

Forcé el dolor que había traído a la superficie hasta que fue contenido por la
celda que lo había albergado durante mucho tiempo.

—Bueno —dije, mi voz era tan suave como la suya a pesar de que los dos
estábamos fingiendo—, iba a comenzar por desfilarte frente a otros magos, brujas
y parientes demoníacos con un desprecio casi temerario del peligro por lo que
una palabra podría llegar a Dagon.

Ian se echó a reír, echando su cabeza hacia atrás hasta que pude ver las
vibraciones en la pálida extensión de su garganta. Cuando se detuvo y se
encontró con mi mirada, tenía una mueca diabólica en los labios y su mirada se
iluminó con más interés del que nunca había visto.

—Ahora estás hablando.


Capítulo 9

54
Varios días después, estábamos en Horseshoe, Ontario, en el lado canadiense
de las Cataratas del Niágara. Tenía una gran vista de esas cataratas a través de
las ventanas del piso al techo en nuestra suite del hotel. Me sorprendió ver lo
lleno que estaba dado que era invierno. Quizás las personas adicionales eran
turistas que habían elegido celebrar la víspera de Año Nuevo aquí. Algunos más
podrían haber desafiado las temperaturas de la reciente congelación para ver las
formaciones que cubrían las rocas y los árboles alrededor de las cataratas en
deslumbrantes capas de hielo.

De cualquier manera, nos beneficiaría. Podríamos perdernos en las


multitudes, si es necesario. Además, con la increíble energía que producen estas
caídas, sería fácil aprovechar mi conexión con el agua para alimentar un hechizo.
Como último recurso, las propias cataratas podrían brindar protección. Una
niebla continua se levantaba de ellas, y tenía varias bombas de sal repelentes de
demonios que podrían dispersarse ampliamente a través de ella.

Ian salió del segundo dormitorio de la suite. Llevaba unos pantalones de cuero
negros que colgaban de sus caderas y una camisa de vestir plateada. Cuando se
acercó, vi que su camisa era tan transparente que revelaba mucho más de lo que
ocultaba. La impecable piel de Ian brillaba debajo de la tela, atrapando la mirada
y sosteniéndola. Esa debía ser la razón por la que eligió una prenda tan
inapropiada. Su único reconocimiento a las temperaturas cercanas a cero eran las
botas y un grueso abrigo colgado del brazo.
Se rió cuando me vio.

—¿Vas a usar ese ridículo uniforme? Pensé que habías dejado el otro en mi
habitación como una broma.

Eché un vistazo a mi camisa negra de manga larga y cuello alto.

—Hay una razón por la que tenemos que usar esto esta noche.

—Déjame adivinar: ¿Estamos haciendo cosplay como Tormenta y Cíclope?

Estaba a punto de explicar la necesidad de las mallas de goma y luego hice una
pausa. Le dejaría lidiar con las consecuencias de no seguir mi orden, ya que
repetidamente no lo hacía.

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—Hazlo a tu manera —dije, encajando mis tacones altos en gruesas botas de
goma que se apoderaron de mis pantorrillas.

La mirada compasiva de Ian se apoderó de mí.

—Si esta es la forma en que te vistes cuando socializas, estoy empezando a


entender por qué sigues soltera.

Arqueé una ceja.

—¿Cómo sabes que estoy soltera?

Se paseó.

—Hemos estado juntos durante días, sin embargo, ni una sola vez has llamado
a alguien para reportarte. Además, ciertamente hueles a soltera. Si el celibato fuera
una fragancia, considérate bañada en ella.

Ignoré eso.

—Antes de irnos, usaré glamour para cambiar mi apariencia. No hace falta


decir que no quiero ser reconocida.

—¿En caso de que cada vampiro corra por su vida cuando se den cuenta de
que una Guardiana de la Ley los atrapó haciendo magia? —dijo.

—Exactamente. —Con eso, rocié un poco de polvo finamente tamizado sobre


mi cabeza y hablé en un idioma que Ian no debería saber.
Me miró con diversión.

—Ha pasado un tiempo desde que escuché islandés. Una pronunciación


magnífica, por cierto.

¡Maldita sea! ¿Necesitaba hablar Klingon para finalmente dejarlo sin palabras?
Rechiné los dientes, pero terminé el hechizo. Me di cuenta por la expresión de su
cara cuando se estableció. Un lento silbido se le escapó.

—Jó.De.Me.

Mi piel de bronce dorado se mantuvo igual, pero mi cabello ahora era más
largo, más grueso, y tan rubio claro que podría haber sido confundido con
platino. Mechas doradas y azules lo atravesaban, dándole a la masa tricolor un

56
aspecto teñido, aunque era natural. Mis ojos azul oscuro y verdes también se
habían iluminado hasta convertirse en plateado y había crecido hasta que estaba
justo debajo de su metro noventa en mis tacones.

Mi cuerpo también se había llenado. Se había ido la suavidad que lo había


llevado a preguntarse si yo tenía la mitad de su peso. Ahora, mis pechos eran
redondos y generosos, al igual que mis caderas, y mis brazos y piernas estaban
muy musculosos. Incluso mi olor había cambiado. Después de que la mirada de
Ian hizo un mapeo completo de mi cuerpo, siguió volviendo a mi cara, donde
rasgos que habían sido moderadamente bonitos antes estaban ahora en el lado
sorprendente de lo hermoso.

Ignoré su fijación y enrollé mi cabello en un nudo en la parte superior de mi


cabeza. Luego puse una capucha de goma sobre él y lo puse en mi cuello para
que estuviera completamente cubierto. El último toque fueron unos ajustados
guantes de goma que me llegaban a los codos.

Ian finalmente dejó de mirar.

—Si tu objetivo era quitarle ventaja a esta apariencia espectacular, fracasaste.


Todos querrán follarte, incluso si se ríen de tu ridículo mameluco primero.
Deberías haber lucido un look menos deslumbrante si no querías destacar así.

—Este es mi aspecto habitual cuando visito estos lugares —dije, lo que era la
verdad.

—Por lo menos evitará que me llamen ladrón de cunas —dijo Ian


alegremente—. Puede que seas adorable, pero te pareces más a una reina del baile
de graduación que a una de mis citas habituales en tu apariencia normal.

—Estoy muy contenta de poder proteger tu reputación —dije con falsa


dulzura—. Más importante aún, con este aspecto, puedo ser reconocida por mis
antiguos amigos, si alguno de ellos está aquí. Los aliados serán útiles si
necesitamos diseñar un escape rápido.

—¿Tienes amigos en lugares mágicos? —Su sonrisa se volvió astuta—. ¿Por


qué, pequeña Guardiana, de hecho, a veces “pierdes el tiempo”?

—Cuando eres tan antigua como yo, terminas haciendo un poco de todo en
algún momento —fue mi respuesta evasiva.

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Su risa fue un bajo retumbar de diversión y sensualidad.

—Diría que me lo podría imaginar, pero prefiero que me lo muestres.

Le di una mirada aguda.

—No en esta vida.

Dejó escapar un suspiro dramático.

—Otra acaparadora sexual. Parece que no puedo escapar de ellos en estos días.
Ah, bueno, tenemos lugares donde estar y un demonio para burlarse sin piedad,
así que vamos a hacerlo, ¿sí?

Oculté mi sonrisa cuando le di a su pecho apenas vestido y pantalones de


cuero delgados una última mirada.

—Sí, vamos.

—¿Qué diablos dijiste?

El sonido de las cataratas era fuerte, pero no pensé que esa era la razón por la
que Ian estaba fingiendo que no me había escuchado. Simplemente no le gustó lo
que había dicho. Por eso me encantó repetirlo.
—Tenemos que saltar al río para poder atravesar las cataratas.

Echó un vistazo a las agitadas aguas, donde gruesos trozos de hielo chocaban
regularmente entre sí.

—Como el infierno que lo hacemos.

—El lugar al que nos dirigimos está hechizado para evitar que cualquiera entre
—dije, reprimiendo mi sonrisa—. No sé la nueva versión mágica de una
contraseña, pero recuerdo la antigua. Requiere pasar por Bridal Veil Falls usando
el símbolo correcto. —Entonces no pude resistir agregar—: Te dije que te pusieras
la malla. La próxima vez, sigue mi orden.

Se quedó mirando el agua helada y espumosa antes de darme una mirada

58
realmente malvada.

—Disfruta tu victoria ahora. Sé que disfrutaré de la mía cuando te haga pagar


por esto.

—Ooh, estoy temblando en mis botas cálidas e impermeables —me burlé, mi


sonrisa finalmente se liberó.

Siguió mirando mientras se quitaba el abrigo, la camisa y las botas,


colocándolas junto a un árbol cercano. Luego le dirigió al río una mirada
resignada.

—Mis bolas se convertirán en cubitos de hielo.

—Probablemente —estuve de acuerdo, y tomé una pequeña polvera de dentro


de mi bota. La sustancia en el interior no era rouge, por lo que no dejaba un rastro
visible mientras trazaba el patrón necesario primero en mi cara y luego en la de
Ian. Cuando terminé, tiré la polvera a un lado y eché un último vistazo a mi
alrededor.

Nadie nos estaba mirando. Los pocos turistas que quedaban a esta hora
estaban cerca de la cabecera de las cataratas, donde las luces multicolores
brillaban en las aguas agitadas, dando a las cataratas un aspecto etéreo mientras
se derramaban sin cesar sobre la cornisa.

—Sujeta mi mano —le dije a Ian mientras la tendía. Mi agarre era fuerte, pero
también lo eran estas aguas. Además, había muchas rocas ocultas debajo de la
superficie, y todo esto era antes de la caída traicionera sobre las cataratas.

Sus dedos se apretaron sobre los míos mientras la tomaba. Luego me


sorprendió con una sonrisa.

—No puedo decir que prefiero el frío, pero he pensado en hacer esto antes.
¡Aquí está para tachar un punto más de mi lista de deseos!

Con eso, me empujó a las profundidades congeladas del agua en rápido


movimiento. Ahogué un grito ahogado cuando golpeó la piel desnuda de mi
cara. El frío extremo no se sintió congelado, quemaba. Al instante me sentí
culpable cuando imaginé cuánto dolor debía tener Ian. Debería haberle insistido
en que volviera al hotel para ponerse la malla de goma...

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El rugido de Ian cuando su cabeza rompió la superficie causó que más culpa
me golpeara. Eso se convirtió en asombro cuando me di cuenta de que se estaba
riendo.

—¡Por los pedos en llamas de Lucifer, esto sí que duele! —gritó, intentando
darme vueltas en un círculo. El agua era demasiado fuerte. Solo consiguió
hundirnos a los dos.

—No puedes estar disfrutando esto —balbuceé cuando rompimos la


superficie de nuevo.

—¡Tienes razón! —cantó, las palabras entrecortadas porque las corrientes


seguían golpeando el agua en su cara—. ¿Sabes… cuántos… accesorios lleva a…
duplicar esto?

—No quiero —logré decir antes de que la corriente ahogara mi respuesta.


Estábamos aumentando la velocidad mientras el precipicio se acercaba. Bridal
Veil podría ser la parte más pequeña de las cataratas del Niágara, pero todavía
era una cascada muy importante—. ¡Prepárate! —grité, agarrando sus manos con
todas mis fuerzas cuando el horizonte de agua desapareció bruscamente.

Pensé que lo oí reír nuevamente cuando cruzamos las cataratas, pero no estaba
segura. El rugido del agua me ensordeció.
Capitulo 10

60
Tosí el agua que había inundado mis pulmones, oyendo a Ian hacer lo mismo.
El hueco detrás de las cataratas nos acomodaba a las dos, pero me sorprendió ver
que ya no había una cueva más allá. En algún momento desde la última vez que
estuve aquí, la cueva debe haber sido demolida. Menos mal que el lugar al que
íbamos no estaba allí.

Me di cuenta de que todavía estaba sosteniendo la mano de Ian y finalmente


la solté. Inmediatamente comenzó a frotarse los brazos y el torso.

—Dime que hace mucho calor donde estaremos —dijo entre dientes. Parecía
que estaba sobre la emoción del dolor helado.

—Debería estarlo —le dije, sintiéndome culpable de nuevo.

Me acerqué a la esquina más alejada del nicho. Bien, la roca grande y plana
que marcaba la entrada todavía estaba allí. Apoyé mi cara contra la parte más
suave, asegurándome de que el símbolo invisible en mi frente tocara la roca.
Después de un segundo, la piedra se disolvió y apareció una entrada.

—Por aquí —dije.

Ian se levantó de un salto y me siguió por la puerta nueva.

—¿Qué pasaría si alguien intentara pasar sin esta marca?


—Si no tuvieran el otro código de acceso mágico, la pared se volvería a
materializar y les pegaría en la cara.

Dejó escapar un resoplido.

—Eficaz.

Lo era, que es lo que había hecho de este sitio un lugar favorito para los magos.
Tener que acceder a él por las cataratas era un inconveniente, pero había otras
formas de entrar. Si me hubiera molestado en mantenerme en contacto con mis
viejos amigos de este lugar, podríamos haber averiguado esos caminos y bajar
por los acantilados para esta entrada sin necesidad de pasar por encima de las
cataratas y empaparse.

61
Comencé a quitarme la capucha, las botas de goma y el resto de mi traje de
baño mientras nos adentramos en el estrecho pasillo. Debajo de eso, llevaba un
vestido de terciopelo negro que se ajustaba al cuerpo que redirigió la atención de
Ian en un instante cuando lo vio.

—Comenzaremos buscando a Rufus —dije mientras sacaba mi cabello de su


moño—. Es un viejo amigo mío…

Mi voz se fue apagando cuando el pasillo terminó en un espacio grande y


abierto. La última vez que estuve aquí, innumerables orbes habían flotado
alrededor de la habitación, iluminando todo con su hermoso brillo plateado.
También había estado lleno de gente, música, risas y magia. Ahora, estaba tan
silencioso y vacío como una tumba abandonada. Me adentré más en la
habitación, los restos de magia antigua me tocaban como telarañas. Eso era todo
lo que quedaba del lugar que había conocido. Todo lo demás se había ido.

—No entiendo —susurré.

Ian miró a su alrededor, luego inhaló profundamente.

—Apenas una pizca de olor en cualquier lugar. Este lugar no ha visto acción
en una década, al menos. ¿Cuánto tiempo dijiste que ha pasado desde que
estuviste aquí?

—No tanto —comencé, luego hice una pausa. Uh, supongo que había sido un
tiempo.
—¿Hace diez años? ¿Veinte? —Cuando me quedé en silencio, su mirada se
hizo más aguda—. ¿Más?

—Un poco más de noventa años —dije, sintiendo que la timidez me inundaba.

—¿Noventa? —repitió con incredulidad—. ¿Por qué demonios elegiste este


lugar entonces?

—Era el club de magia más reciente en el que había estado —admití.

Sus cejas casi volaron de su línea del cabello.

—¿Noventa años? ¡Caramba, no es de extrañar que estés tan tensa! Todas las
personas mayores en el mundo se han divertido más recientemente que tú.

62
Me puse rígida.

—No aprecio el sarcasmo...

—Y yo no aprecio que mis bolas se congelen —interrumpió—. Sin embargo,


aquí estamos, y ya que somos honestos, tienes algo atascado en los dientes.

—¿Qué? —No recordaba haber comido ningún alimento real…

—Justo entre los dos delanteros —dijo, sacando un espejo cosmético compacto
de su bolsillo. Debía ser más vanidoso de lo que me había dado cuenta, trayendo
eso con él. Yo había traído armas.

—Compruébelo tú misma —dijo, sosteniendo el compacto abierto.

Miré el espejo y la oscura caverna se desvaneció mientras una interminable


serie de espejos se disparaba para rodearme. Intenté correr y aparecieron más,
bloqueando mi camino. Enfurecida, golpeé al más cercano. La superficie brillante
y reflectante ni siquiera se agrietó. En cambio, aparecieron más espejos, hasta que
comencé a sentirme mareada por las infinitas copias de mí misma.

—¡Maldito seas, Ian! —grité, golpeando otro espejo. Una vez más, no hizo
nada más que hacer que me doliera el puño.

No podía verlo, pero la risa que retumbó en mis oídos fue inequívocamente
suya.
—No puedo creer que hayas caído con “tienes algo entre tus dientes”.
Realmente, pequeña Guardiana, eso tiene que ser tan viejo como tú.

Paré mis intentos de salir de esto. Solo servían para aumentar los espejos y mi
propia sensación de desorientación.

—Hechizo impresionante —dije en un tono que desmentía la rabia que corría


a través de mí—. ¿Dónde lo aprendiste?

Otra risa, sonando más cerca esta vez.

—De una bruja que me atrapó y a varios otros vampiros en él. Ninguno de
nosotros pudo liberarse hasta que el hechizo expiró. Los nigromantes no
pudieron romperlo cuando lo usamos en ellos más tarde. Incluso Mencheres no

63
había oído hablar de él. Así es como pensé que debería funcionar en tu contra.

Realmente me había mostrado un hechizo que nunca antes había visto. Me


impresionaría si no estuviera tan furiosa.

—No te felicites aún. No he terminado de tratar de salir de esto.

Sonaba como si se hubiera acomodado en una posición más cómoda.

—Por supuesto, haz lo mejor que puedas, pero el hechizo caduca en tres horas.
Si no puedes encontrar una salida para entonces, yo gano.

Podría ganar más tiempo usando mis habilidades para congelarlo, pero no
usaría ese poder a menos que tuviera que hacerlo. Hasta entonces, tenía otros
trucos para probar.

Al final de la primera hora, estaba maldiciendo a Ian en todos los idiomas que
sabía, aunque me aseguré de hacerlo en mi cabeza ya que vocalizar las
maldiciones solo lo divertía. Cuando estaba en la segunda hora, había dejado de
estar enojada. En cambio, estaba probando los límites del hechizo con una
creciente sensación de emoción.

Hasta ahora, no había sido capaz de superarlo. Disparar todo mi poder


sobrenatural en los espejos no hizo nada para romperlos. Finalmente recurrí a la
congelación del tiempo en un intento de moverme por los espejos mientras todo
estaba quieto. No funcionó. Golpear y patear los espejos solo servía para
multiplicarlos. También los apuñalé con uno de los cuchillos plateados que había
escondido en mis botas. De hecho, los espejos eran tan inmunes al daño que
finalmente llegué a la conclusión de que no podían ser reales.

Si lo fueran, debería haber sido capaz de al menos causar una mínima fisura
en uno. El hecho de que no los hubiera agrietado quería decir que probablemente
no estaba haciendo ninguna de las cosas que pensaba que estaba haciendo. Por
lo que sabía, aún estaba en el mismo lugar que había estado cuando me miré por
primera vez en el espejo que Ian había hechizado para convertirse en una trampa.

Si era así, no debería centrarme en tratar de destruir los espejos o alejarme de


ellos. No debería prestarles atención en absoluto. En su lugar, necesitaba
centrarme en mí misma. Cerré los ojos, respirando profundamente en un intento
de centrarme.

64
Sonaba como si Ian se moviera de su posición sentada.

—¿Respiración? ¿Crees que puedes meditar para salir de esto?

Ignoré la diversión en su tono para centrarme en el tema más importante: Se


había dado cuenta de lo que estaba haciendo. No había comentado ningún detalle
de mis acciones antes. Eso solo fortaleció mi sospecha de que no había estado
haciendo nada de eso. Ian no habría podido resistirse a burlarse de mí por
intentar abrirme camino a través de los espejos, y mucho menos mis otros
esfuerzos.

Continué enfocándome en mi respiración, hasta que, por fuerza de voluntad,


ya no podía escuchar a Ian a pesar del hecho de que todavía estaba hablando.
Después de varios minutos, me di cuenta de algo que no había notado desde que
comenzó esta terrible experiencia.

La sensación de frío, piedra dura debajo de mí.

Debía estar en el suelo. Extendida, a juzgar por la frialdad de mis brazos,


piernas y torso. Debo haber estado así todo el tiempo, considerando lo fríos que
se sentían mis extremidades. ¡Oh, qué hechizo inteligente! Si pudiera, felicitaría
a la persona que lo había creado. Como arenas movedizas, cuanto más luchaba
por escapar, más me hundía en ella. Este hechizo podría ser útil en mi intento de
derribar a Dagon mientras intentaba asegurarnos de que tanto Ian y yo
sobreviviéramos.
Y si pudiera respirar, entonces podría moverme. Si pudiera moverme, podría
alcanzar mi cuchillo de plata de verdad esta vez. No importa cuán antiguos o
poderosos, todos los hechizos cesaban de una de tres maneras: Cuando
terminaban, cuando eran vencidos, o cuando moría la persona a la que
pertenecía.

Solo necesitaba intensificar mi enfoque primero. Me concentré en mi


respiración hasta que nada más existía y nada más importaba. Luego, cuando
estaba flotando entre ese perfecto estado de completa autoconciencia y completo
olvido, me agaché y saqué mi cuchillo de plata de mi bota.

—Hija de puta.

La maldición murmurada de Ian rompió mi concentración, pero fue la

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confirmación de que había logrado conseguir el cuchillo esta vez. Confié en su
reacción más que en la sensación de plata suave en mi mano. Antes, mis sentidos
habían sido engañados con este hechizo.

Pasaron unos minutos antes de que pudiera volver al lugar donde pude mover
el cuchillo de nuevo. Esta vez, lo llevé a mi pecho, y al instante sentí una fuerza
invisible que se apoderó de mi mano.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Ian sonaba como si estuviera gruñendo las palabras en mi oído, pero cuando
abrí los ojos, no vi nada más que espejos. No podía ver su mano en la mía, y
ahora, ya no podía sentirla, pero sabía que todavía estaba agarrando mi muñeca.

¿Qué estaba haciendo? Me estaba asegurando de que podía hacer lo necesario


para terminar este hechizo. Este hechizo podría ser útil en nuestra trampa para
Dagon, pero el demonio era mucho más poderoso que yo. Si descubrí una forma
de salir de esto, él también lo haría. Me llevó casi tres horas; no me atreví a esperar
que le tomara tanto tiempo a Dagon. No era solo más poderoso que yo; también
era eones mayor. Por lo que sabía, él había sido el creador de este hechizo, porque
toda la magia tenía su origen en los demonios.

Además, si hacía lo necesario para derrotar este hechizo frente a Ian, él


descubriría qué era yo. No podía dejar que eso sucediera, ya que no quería matar
a Ian. Sorprendentemente, eso no era por temor a lo que Mencheres haría. No,
era la devoción de Ian a su sire lo que cambió mi opinión. El tipo de lealtad que
parecía un infierno a los ojos y le decía que hiciera lo peor, porque nada te haría
poner en peligro a la persona que amabas… Eso era raro. Bien merecía
protección. La magulladura de mi ego era un pequeño precio a pagar.

Mejor que Ian piense que había usado un hechizo sobre mí que no podía
derrotar. Dejaría que se deleite con su supuesta victoria. De todos modos, sería
mejor dejar que Ian tome la iniciativa en la elección de los clubes. ¿Realmente
habían pasado noventa años desde que salí para divertirme? Que embarazoso.

Y si no estaba totalmente en desacuerdo con los métodos de Ian, podría esperar


hasta que estuviera fuera de su vista, y luego retirarme de este hechizo. Ian nunca
sabría que lo había hecho.

Tomada la decisión, abrí los ojos, viendo solo reflejos interminables de mí

66
misma en los innumerables espejos.

—Tú ganas.

—¿Lo repites? —dijo Ian, sonando sorprendido.

—Tú ganas —repetí—. No puedo romper el hechizo y mi tiempo está por


terminar, ¿no es así?

—Cinco minutos más. —Todavía sonaba mucho más cerca—. ¿Por qué tengo
la clara impresión de que realmente no te has rendido? No sé lo que pretendías
antes, pero casi te apuñalaste en el corazón, así que no te voy a soltar la muñeca.

No podía decir si sonreía de verdad o si el hechizo solo me engañaba para que


lo creyera.

—Y me salvaste. Mi héroe.

—Sí, claro —respondió de inmediato—. De alguna manera, estás jugando


conmigo. Puedo sentirlo.

Tenía buenos instintos. Probablemente es lo que lo mantuvo vivo cuando uno


de los demonios más poderosos del inframundo lo persiguió durante décadas.
Pero había una verdad probada por mi parte: Los hombres siempre querían creer
que habían ganado una prueba de ingenio contra una mujer, incluso si sus
instintos les decían lo contrario.
—¿De cuántas maneras diferentes quieres escucharme decir que ganaste? —
pregunté en tono falso exasperado—. Muy bien, lo admito, me rindo, entrego mi
espada, agito la bandera blanca...

—Suficiente. —Su voz cambió. La sospecha dio paso al acero de la


resolución—. Como te dije antes, puedo esperar para averiguar qué me ocultas,
pero no te engañes… lo descubriré. Lo que es más —ahora la sedosidad reemplazó
al acero—, me lo dirás con gusto, pequeña Guardiana.

Tenía que ser el hechizo lo que me hizo sentir como si sus palabras bailaran a
lo largo de mis terminaciones nerviosas. Sí, eso es lo que era, me dije firmemente.
El hechizo.

—Si tuviera un secreto tan grande como el que estás insinuando —respondí—

67
, nunca lo compartiría contigo.

Se rió, bajo, sensual, y tan cautivadoramente confiado.

—Ahora, eso es una apuesta que perderás. Cuenta con ello.


Capitulo 11

68
La entrada a nuestro hotel había sido barrida, pero el resto de Times Square
todavía estaba cubierto con serpentinas, confeti y otros restos de celebraciones de
la noche anterior. Al verlo, no lamenté haber pasado la víspera de Año Nuevo en
la frontera con Canadá. No es que tuviera algo contra el confeti o las serpentinas;
eran las multitudes aplastantes que no me gustaban. Times Square en la víspera
de Año Nuevo era el epítome de eso.

Cuando salimos del hotel, el botones nos ofreció un taxi. Ian se volvió hacia
mí.

—¿Damos un paseo?

—Claro. —Mi vestido azul hielo podría ser formal, pero no restringía mi paso,
y desde que era un vampiro, no podía tener ampollas a pesar de los tacones altos
que contorsionan los pies de hoy.

Ian me ofreció su brazo, que tomé después de elevar mis cejas.

—Cuidado, alguien podría confundirte con un caballero.

Me lanzó una sonrisa.

—Cualquiera que cometiera tal error merece lo que recibe.


Su sonrisa hizo que su aspecto fuera más distractor, y eso era todo un logro.
Una vez más, conseguimos una suite con dos habitaciones, por lo que teníamos
privacidad mientras nos preparábamos para esta noche. Cuando Ian había salido
de su habitación con el cabello castaño peinado hacia atrás, sus rasgos
increíblemente hermosos destacándose para lograr el máximo efecto, vistiendo
un esmoquin que cubría su forma alta y musculosa como si el sastre que lo vistió
con él hubiera estado enamorado… había tenido que apartar la mirada antes de
hacer algo ridículo. Como hacerle una proposición allí mismo.

No sé por qué estaba teniendo una reacción tan fuerte ante él. Hace una
semana, lo había visto desnudo y me sentí menos afectada. Pero en realidad no
había visto a Ian como un hombre entonces. Lo vi como una carga necesaria que
podría terminar por apuñalarme por la espalda. Ahora, sabía que Ian era

69
peligrosamente inteligente, complicado, leal, poderoso, letal, sexy… y arrogante.
Tan orgulloso.

Tomó cada segundo y tercer vistazo de los neoyorquinos normalmente


cansados como su deber. Incluso lanzó una mirada de lástima a las personas que
se volvieron bruscamente y comenzaron a seguirlo, mirándome antes de levantar
una ceja como diciendo: “Lo siento, soy de ella esta noche, y sí, esa es tu pérdida”.

Después de varios casos de esto, me estaba irritando. Estas personas podían


ver claramente mi brazo entrelazado en el suyo. ¿Necesitaba tomar medidas más
drásticas para demostrar que no estaba disponible para su placer? Tal vez me
alimentaría de la siguiente persona que se girara y comenzara a seguirlo como
un animal que atrapa un olor irresistible…

—Dioses —murmuré en voz alta. ¿Qué estaba mal conmigo?

Ian me miró.

—¿Algo mal?

—No —dije mientras pensaba ¡sí!

Casi todos los vampiros eran posesivos sobre sus fuentes personales de
alimento, sus descendientes y sus amantes, sin embargo, Ian no era ninguno de
ellos para mí. Nunca había convertido a un humano en un vampiro, por lo que
no podía hablar de descendencia, pero nunca había experimentado ese aumento
característico de territorialidad con ninguno de mis antiguos amantes. O a los
humanos que había puesto bajo mi protección. Durante los últimos cuatro mil
años, me alegré de encontrarme por encima de esa mezquindad. Entonces, ¿por
qué ahora fantaseaba con morder a todos los hombres y mujeres que no habían
hecho nada más que dar a conocer su interés en Ian?

Falta de control, decidí buscar una excusa. Estaba en la posición poco familiar
de estar hechizada para seguir las órdenes de Ian esta noche. Debo estar
intentando distraerme de eso inventando una posesividad que realmente no
sentía.

Sí. Tenía que ser eso.

—¿Qué acto preferirías para esta noche?

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Sus preguntas rompieron a través de mis reflexiones. Estaba muy contenta por
la interrupción.

—¿Qué quieres decir?

Se encogió de hombros.

—Está el acto de los amantes nuevos, el acto de los amigos que follan, el acto
de los swingers, el de la caza fortunas y el amante adinerado, el de la pareja
peleadora…

—¿Qué pasa con un acto de amistad platónica? —interrumpí.

Me miró como si finalmente hubiera hablado un idioma que no podía


entender.

—¿Eso es una broma?

—Apenas. Podrías ser atractivo, pero no todos quieren tener relaciones


sexuales contigo. —Tan pronto como lo dije, me estremecí. ¿Sonó tan
excesivamente defensivo como lo sentí?

—No, algunas personas también quieren matarme —dijo de inmediato—.


Algunos quieren que los convierta en vampiros, otros quieren mi dinero, otros
me quieren por mis artefactos raros, otros por mis habilidades de lucha y uno
quiere colgarme como cebo para un demonio que está tratando de matar. ¿Ves?
Nadie está conmigo simplemente para estar conmigo.
La culpa me picó, seguida de una oleada de empatía. Sabía lo que era ser
considerado un objeto primero y una persona a lo último. De hecho, tampoco
podía recordar la última vez que alguien había estado conmigo solo para estar
conmigo. Espera… sí, podía. Tenoch.

La soledad y una oleada de culpa mucho más profunda aumentaron, seguidas


como siempre por dolor. ¿Cómo podría no haber sabido lo que Tenoch intentaba
decirme la última vez que estuvimos juntos? ¿Cómo pude haber estado tan ciega
como para perderme que se había estado despidiendo?

Por mucho que quisiera, no podía hacer nada por Tenoch. Pero podría hacer
algo por el hombre que estaba a mi lado, si Ian se permitía aceptarlo.

—Puede que esté contigo por razones con segundas intenciones ahora, pero

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está bien establecido que ha pasado un tiempo desde que salí por diversión —
dije en un tono cuidadosamente despreocupado—. Y sea lo que sea que seas, eres
divertido, Ian. Entonces, suponiendo que ambos estemos vivos cuando esto
termine, ¿me acompañarías a una salida nocturna?

Me miró con asombro. Entonces se echó a reír.

—¿Me está ofreciendo una cita de lástima? Ahora he oído todo.

—No es lástima y no es una cita —le dije, una nota más insidiosa en mi tono
cuando continuó riendo como si hubiera contado la broma más divertida de la
historia—. Dado que nunca has salido con alguien solo como amigo, y tengo una
clara necesidad de una actualización sobre los lugares para pasar un buen rato,
pensé… oh, no importa, ¡si no puedes dejar de reírte de mí!

—Mis disculpas —dijo, todavía riendo—. Es solo que no puedo decidir qué es
más divertido: Mi compasión por una supuesta falta de compañía, o la expresión
de la cara de la gente si te vieran, una venerada Guardiana de la Ley, con un
infame libertino que desprecia la ley como yo.

Tenía razón en que escucharía no menos de una década de comentarios


sarcásticos de algunos de los miembros del consejo más sexistas, por no
mencionar algunos de mis colegas Guardianes de la Ley, también. Pero eso no
importaba.
—Hace mucho tiempo, decidí que no permitiría que la desaprobación de otras
personas dicte mis acciones, así que, como dice el dicho, puedo manejarlo si tú
puedes.

Su risa se detuvo y algo brilló en su rostro, demasiado rápido para precisar


qué era antes de que se fuera.

—Si no hubieras participado en la ejecución de la hija de mi amiga, creo que


me gustarías mucho, Veritas.

Ella aún sigue viva.

No podía decir eso en voz alta sin ponerla en peligro, y no lo haría a pesar del
impulso sorprendentemente fuerte que tuve de redimirme ante los ojos de Ian.

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En ese horrible día, había estado lo suficientemente cerca de la “niña” para saber
que no era la verdadera híbrido humana/vampiro/ghoul que había sido
condenada a muerte. Era un cambiaformas marcado por un demonio, disfrazado
para parecerse a ella. Afortunadamente, los miembros del consejo y otros
Guardianes de la Ley no se habían dado cuenta. No podían sentir a los demonios
como yo podía. Cuando me di cuenta de que se había hecho el cambio, supe que
no tenía que congelar el tiempo para salvarla, que era lo que pretendía.

No le dije a Ian nada de eso. Todo lo que dije fue:

—Nunca me perdonarás por su muerte, ¿verdad? —Como si hubiera alguna


duda. Llamarme por mi nombre en lugar de su apodo habitual de “pequeña
Guardiana” había sido suficiente para decirme lo serio que era.

—No, no lo haré —dijo en un tono bajo y firme.

Me encontré con sus ojos y los sostuve.

—Bueno. Algunas cosas deben seguir siendo imperdonables. —Nunca


perdonaría a Dagon por lo que había hecho. De vez en cuando, todavía me
despertaba gritando por los recuerdos. A diferencia del dicho popular, el tiempo
no curaba todas las heridas.

En verdad, estaba agradecida por el recordatorio de Ian de cómo me veía,


como otro jugador despiadado en la ejecución de una niña cuyo único crimen fue
asustar a los intolerantes porque había nacido diferente. Ahora, podría
detenerme con estos ridículos pensamientos y sentimientos sobre Ian. Eran una
pérdida de tiempo y, lo que es más importante, una pérdida de energía. Nada
importaba excepto derribar a Dagon. Esta noche era un paso más para lograr eso.

—Elige el acto que quieras —dije, y miré hacia el frente durante el resto de la
caminata.

73
Capitulo 12

74
El Central Park estaba bañado en un manto blanco. Las luces de los edificios
circundantes se reflejaban en la nieve y parecían brillar. Nueva York era la ciudad
que nunca dormía, pero a medianoche en el famoso parque ubicado en el corazón
de la ciudad, las cosas parecían estar acabando.

Había estado muchas veces en la ciudad de Nueva York por negocios, pero no
podía recordar la última vez que paseé por Central Park. ¿Unas décadas? ¿Más?
Muchas cosas parecían nuevas, como la escultura de Alicia en el País de las
Maravillas y la pista de patinaje sobre hielo. Había visto el castillo de Belvedere
antes, pero en aquel entonces estaba en muy mal estado. Ahora, el castillo de
imitación parecía totalmente renovado. También lo estaba la ubicación de salas
de exhibición, una plataforma de observación y la estación meteorológica local,
de acuerdo con un letrero que pasamos.

Ian nos llevó alrededor de la entrada principal del castillo en la parte posterior
del mismo. Allí, en la base rocosa que se enfrentaba a un pequeño estanque, se
detuvo y me lanzó una mirada seria.

—He estado preguntando tu preferencia sobre las cosas porque no quiero que
el hechizo te obligue a actuar en contra de tu voluntad. Pero no confío en que no
regreses aquí en tu capacidad oficial más adelante. Es por eso que estoy
reclamando uno de mis actos de obediencia. Por el hechizo que nos une, Veritas,
te ordeno que nunca vayas a procesar a nadie por sus acciones mágicas esta
noche, y tampoco le dirás a otros Guardianes, Ejecutores, el consejo u otros
vampiros que adoran la ley sobre este lugar.

Sentí que el hechizo respondía a sus palabras, apretándose a mi alrededor


hasta que era parte de mí. Al mismo tiempo, hice todo lo que pude para no gritar
de alivio. ¿En esto estaba gastando uno de sus actos de obediencia incuestionable?
Cuando dijo: “Te ordeno” casi saqué mi cuchillo de plata por temor a que fuera
algo que no podría tolerar. Pero nunca le hubiera dicho a nadie sobre este lugar.
Solo perseguía a la gente por magia cuando esa magia dañaba a otros.

No es que el consejo o alguien más supiera eso de mí. Si lo hicieran, no sería


una Guardiana de la Ley.

—Hecho —dije enseguida.

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Mi tono despreocupado hizo que su mirada se estrechara, como si acabara de
darse cuenta de que podría haber perdido una de sus órdenes. Sonreí
inocentemente mientras en mi interior, me reí entre dientes. Uno menos, quedan
dos. Si el resto era algo como esto, no tendría que molestarme con el esfuerzo de
salir de este hechizo.

Una ráfaga de viento helado me hizo apretar el abrigo. El viento había estado
aumentando, pero debíamos haber estado cerca del lugar, o Ian no me habría
forzado a un voto innecesario.

—Me voy a encantar a mí misma ahora —dije, tomando una bolsa de mi


abrigo. Luego esparcí el contenido sobre mi cabeza mientras decía algunas
palabras que no debería poder traducir.

Ambas cejas se levantaron.

—¿El élfico ficticio de El Señor de los Anillos? ¿Qué tipo de hechizo usa un
lenguaje ficticio?

¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!

—¿Cuándo tuviste tiempo para aprender todos los idiomas que se han
hablado alguna vez? —exigí—. Por lo que sé de ti, ¡deberías haber estado
demasiado ocupado follando con todos los que estaban cerca de ti como para
preocuparte por ese tipo de estudio lingüístico extenso!
Su risa rodó sobre mí.

—¿Sabes lo mejor de ser desestimado como una puta insaciable? A la gente no


le importa hablar a tu alrededor. Aprendí más información a escondidas mientras
estaba en medio de orgías de lo que he espiado en las cumbres del G7, pero eso
está fuera de cuestión. Lo que importa es que hasta ahora, ninguno de los
hechizos que has pronunciado tiene sentido. Parecen ser sólo una colección de
palabras al azar.

Me detuve antes de dar un paso instintivo hacia atrás. Oh, no. Si él trataba de
ordenarme decir la verdad…

Captó mi estremecimiento y se acercó más.

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—¿Sabes lo que pienso? —preguntó en ese tono engañosamente suave—. No
son hechizos reales en absoluto. Es camuflaje para enmascarar lo poderosa que
eres.

¡Maldita sea cien veces! Pero no podía dejar que viera que había marcado un
tanto. Por eso enderecé mi columna vertebral.

—Qué halagador, pero si vives para tener mi edad, te darás cuenta de que solo
ciertas palabras tienen poder. El resto solo ha sido agregado por los no iniciados
para hacer que el hechizo suene mejor.

—Pura mierda —dijo en ese mismo tono sedoso—. Le arranqué las entrañas a
un nigromante de mil años de edad para leer sus entrañas en busca de
información recientemente. Él nunca se sobresaltó, ¿sabes por qué? —Ahora
estaba a solo unos centímetros de distancia—. Estaba atrapado dentro del hechizo
del espejo. Lo congeló en su lugar como si el tiempo se hubiera detenido. Pero
cuando usé ese mismo hechizo en ti, estabas agarrando armas sin un gramo de
dolor como motivación. Explica eso.

No podía dejar que me sacara la verdad. No podía. Me preparé, lista para


congelarlo en una trampa de tiempo si él incluso comenzaba a decir las palabras
“Te lo ordeno”.

Como si sintiera que el poder se enrollaba dentro de mí, su boca se curvó y dio
un paso atrás.
—No hay necesidad de dramatismo. No usaré una de mis órdenes para
obligarte a decírmelo. Además, creo que ya conozco tu secreto.

—¿Lo haces? —pregunté, luchando contra una sensación de temor.

Me repasó con su mirada.

—El tiempo lo dirá, ¿no es así? —Luego, hizo un gesto casi tímido en dirección
al estanque—; Tu glamour está en su lugar, así que es hora de pagar al troll.

—¿El troll? —repetí, dándome la vuelta, pero todo lo que vi fue la superficie
clara y plana del estanque.

Otro gesto de mano descuidado.

77
—No puedes verlo hasta que el puente se hace visible. Está debajo de él, por
supuesto.

—Oh, por supuesto —dije sardónicamente, pero me alegré de que el tema


cambiara—. ¿Y dónde está el puente?

—Justo enfrente de nosotros, pero no aparecerá hasta que hagamos una oferta
aceptable y personalizada.

Con eso, sacó algo de su chaqueta. Cuando abrió la mano, vi un medallón de


oro tachonado de diamantes suspendido de una cadena de oro larga y gruesa.
Una antigüedad, a juzgar por los broches anticuados que la joyería moderna no
tenía.

—Caro —noté.

Me dio una sonrisa sin humor.

—Algo menos y nos arriesgamos a convertirnos en un aperitivo. Los mafiosos


enfurecidos son más misericordiosos que un troll que cree que se le ha faltado el
respeto.

No sabía qué era esta criatura, pero no podía ser un troll. Que yo sepa, esas
criaturas no existían. ¿O lo hacían? Sentía que últimamente me había equivocado
mucho…
—Toma mi mano —dijo Ian, devolviéndole mi atención—. Tenemos que
lanzarlo juntos para que la ofrenda sea considerada por los dos.

Entrelacé mis dedos con los suyos y esperé su asentimiento. Cuando llegó,
tiramos el collar al estanque. La superficie se onduló por el impacto, luego se
onduló de una manera más fuerte después de que la joyería se perdiera de vista.

—Debió gustarle eso —dijo Ian, mirando el estanque—. Cuanto más grande es
la onda, más se complace con el regalo.

Cuando terminó de hablar, la luz de la luna iluminó un puente que no había


estado allí antes. Parecía mucho más viejo que el aspecto envejecido fabricado del
castillo de Belvedere. También parecía estar hecho completamente de piedra.
Pero la vista más impresionante estaba al final del puente.

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El castillo que se materializó era el doble del tamaño de Belvedere. Se cernía
sobre el agua, cubriendo casi todo el estanque. A diferencia del puente, no parecía
estar hecho de piedra. De hecho, no pude determinar de qué estaban hechas las
paredes multicolores, las torres y los balcones. Si tuviera que adivinar, diría que
parecían ser ópalos increíblemente grandes.

—Hermoso. —Suspiré.

La boca de Ian se torció.

—¿No te molesta que una morada mágica haya estado bajo las narices del
consejo todo este tiempo?

Por favor. Durante mucho tiempo sospeché que algo mágico residía en
Central Park. ¿De qué otra manera podría explicarse que una extensión tan
grande de las propiedades inmobiliarias más caras del mundo aún no ha sido
desarrollada?

—No —fue todo lo que dije.

—Entonces ven. —Ian extendió su brazo con una insinuación de una sonrisa—
. He decidido que nuestra actuación de esta noche será la pareja peleadora. No
debería presentar demasiado desafío, ¿verdad?

Sentí una sonrisa irónica tirar de mi boca.

—Creo que nos las arreglaremos.


Capitulo 13

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Estábamos casi al final del puente, cuando una fuerte ráfaga azotó mi cabello.
Mi broche de cabello se cayó y fue arrebatado inmediatamente por la brisa.
Aterrizó en el estanque. Un segundo después, la superficie se levantó como si un
automóvil se hubiera hundido en lugar de una pequeña joya de cabello. Ian me
acercó más, su otra mano desapareció en el bolsillo de su abrigo.

—¿Qué lo ha sacudido? —murmuró.

Una sombra de repente nos cubrió a pesar de que estaba oscuro. Cuando
intenté darme la vuelta para ver qué la había lanzado, el fuerte agarre de Ian me
detuvo. Entonces un ruido como de trueno se estrelló sobre nosotros.

—¿Arr-eee-ell?

Todo mi cuerpo se tensó. Reconocí lo que decía ese estruendo. Ian no lo hizo,
pero lo tomó como una amenaza. Me empujó hacia las puertas y retiró el extremo
de tres patas de un tridente pequeño pero de aspecto letal de su abrigo. La
cuchilla media del arma era plateada, pero las dos externas parecían estar hechas
de algún tipo de hueso…

—¡No! —grité cuando probé la magia que emanaba de la criatura. Atrapé el


brazo de Ian a medio empuje. Las puntas de huesos mortales del tridente no
alcanzaron a la criatura, pero antes de que Ian pudiera reagruparse, me interpuse
entre ellos. Ian bajó el arma de tres puntas y me agarró.
—¿Estás loca? ¡Esa cosa te comerá!

No, no lo haría. Reconocía el sabor del glamour que rodeaba a la temible


criatura. Ese glamour solo podía provenir de una fuente, yo, y solo se lo había
regalado a una criatura.

—¿Nechtan? —pregunté con una oleada de alegría.

Labios de aspecto bulboso se retiraron en una sonrisa que reveló filas de


dientes enormes que uno esperaría de un troll.

—¡Arr-eee-ell! —repitió, luego saltó de alegría.

Si hubiera sido tan grande como parecía, tratar el puente como si fuera un
trampolín habría sacudido muchas de las piedras sueltas. Pero no hicieron más

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que un temblor, porque la criatura que se cernía sobre nosotros no era más
grande que un niño en su verdadera forma. El glamour era altamente efectivo
para engañar los sentidos, pero no podía engañar a las rocas.

El agarre de Ian sobre mí no se aflojó, pero bajó el tridente hasta abajo.

—¿Qué. Demonios? —pronunció, mirando hacia atrás y adelante entre


Nechtan y yo.

No estaba lista para explicar. Estaba demasiado ocupada lanzándome a mi


viejo amigo para abrazarlo. Eso hizo que Ian maldijera en tres idiomas diferentes,
pero no me importaba. Durante mucho tiempo temí que Nechtan estuviera
muerto. Ahora, aquí estaba él. Vivo, entero… y obteniendo una muy buena
ganancia con su temible acto de troll-debajo-del-puente

—¡Nunca pensé volver a verte! —La voz normalmente retumbante de


Nechtan sonaba aún más desgarrada por la emoción—. Sentí tu magia cuando el
peine golpeó el agua, pero aún no podía creer...

—Shhh —interrumpí. Nechtan hablaba en un antiguo dialecto celta, pero con


las habilidades lingüísticas de Ian, probablemente lo entendía—. Habla con
cuidado, amigo mío.

Nechtan miró detrás de mí a Ian, mostrando sus dientes en un gruñido.

—¿Este hombre es tu enemigo?


—No —dije rápidamente. De tamaño verdadero o no, Nechtan era mortal
cuando quería serlo—. Es un aliado esta noche.

Nechtan leyó el subtexto entre mis palabras y una expresión de conocimiento


cayó sobre sus rasgos. Luego comenzó a presionar besos en mis manos.

—Pensé que estabas muerta, Ar... amiga mía —se corrigió a sí mismo—. Por
favor, toma todo el oro en este estanque como la muestra más pequeña de mi
gratitud por cómo me salvaste.

Siempre había sido tan amable.

—Nechtan, no hay necesidad...

—¿No es necesario? —interrumpió Ian, caminando hacia nosotros. Mantuvo

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la punta del tridente abajo, pero su agarre no se aflojó—. Rechazar el regalo de
un fae es un insulto mortal. ¿Cómo no sabes eso?

¿Fae? Apreté mis labios para detener mi sonrisa. ¿Es eso lo que Ian y todos los
demás pensaban que era Nechtan? Había llevado su treta al siguiente nivel al
pretender ser de una raza de criaturas que no existía.

—Ya veo —dije con la voz más seria que pude manejar—. En ese caso,
apreciamos tu generosidad, Nechtan. —No dije gracias. Si recordaba bien, la
tradición de los fae también decía que nunca se debe dar las gracias a un fae.
Además, devolvería el oro de Nechtan más tarde, cuando Ian no estuviera cerca.

—Salvó tu vida, ¿verdad? —le preguntó Ian a Nechtan en un tono casual—.


Suena como una historia que vale la pena escuchar.

Por supuesto que había entendido lo que Nechtan había estado diciendo.

—En otro momento —le dije—. Tenemos asuntos ahora, ¿recuerdas?

Ian sonrió como si supiera por qué de repente tenía tanta prisa.

—Tienes razón. —A Nechtan, dijo—: Acerca de este oro, amigo.


¿Necesitaremos una caja para llevarlo, o un camión?

—Camión —respondió rápidamente Nechtan.

Estaba a punto de objetar de nuevo, pero Ian dijo:


—Espléndido, haré los arreglos. —Y caminó hacia las puertas mientras sacaba
su teléfono celular. Esto me dio unos momentos con Nechtan sin la atención
completa de Ian sobre nosotros.

Me agaché a pesar de que el encanto de Nechtan hacía parecer que sus orejas
estaban a metros de mí.

—Ahora soy una vampiro Guardiana de la Ley —susurré tan suavemente


como pude—. Me hago llamar Veritas. Pero si alguna vez me necesitas,
contáctame como antes.

—¿Una Guardiana de la ley? —Jadeó Nechtan y su enorme cuerpo comenzó


a temblar. Pronto, se estaba riendo tan fuerte, que estaba llorando.

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Miré a Ian, pero él parecía absorto en su llamada con alguien llamado Ted que
aparentemente tenía un camión.

—Lo sé —dije, mostrando una sonrisa triste a Nechtan cuando lo miré—. La


vida nos lleva por caminos extraños a veces.

—Todo listo —anunció Ian, volviendo a nuestra sección del puente—.


¿Terminaste con tu parte, muñeca?

Mis dientes rechinaron. “Pequeña Guardiana” era una cosa, pero “¿muñeca?”
Sólo me había llamado así cuando nos conocimos y pensó que yo era otra de sus
putas.

—Claro, cariño —dije con el más mínimo nivel de amabilidad.

Sus cejas se alzaron, pero luego se encogió de hombros.

—Entrando en el personaje para nuestro acto, ya veo.

Nechtan notó mi irritación.

—¿No te respeta? —preguntó, con el más leve indicio de rojo apareciendo en


sus ojos.

Solo un tipo de criatura en el mundo tenía ojos que brillaban de color rojo, y
no eran los míticos fae.
Inmediatamente comencé a toser, lo cual fue suficiente para que la atención
de Nechtan volviera a mí.

Nechtan debió haberse dado cuenta de lo que casi había hecho, así que saltó
por un lado del puente y comenzó a hundirse bajo el agua.

—Hablaremos luego. Por ahora, adiós… Veritas.

—Adiós, amigo mío —dije, esperando a que desapareciera bajo la superficie


oscura del estanque. Cuando estuvo completamente fuera de la vista, me volví
hacia Ian, con una brillante sonrisa en mi cara.

—Parece que recuperarás tu collar pronto.

—Sí —dijo arrastrando las palabras, con una sonrisa en su boca—. Parece que

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esta noche es nuestra noche de suerte.

No me gustó la mirada en sus ojos. Tampoco quería darle más tiempo para
reflexionar sobre lo que acababa de suceder. Además de todo eso, estaba más que
un poco confundida por el arma que había elegido traer. La prolongación de plata
en medio del pequeño tridente se explicaba por sí misma, pero ¿en qué lugar del
mundo había conseguido Ian los dos huesos de demonio a cada lado?

Oh, espera. Creo que lo sabía.

Ian tendría que mantener oculta su arma extremadamente rara y mortal.


Puede que no encontremos a ningún demonio en el interior, pero si lo hiciéramos,
ninguno de ellos tomaría con amabilidad ver un arma capaz de matarlos,
especialmente porque el componente necesario era el hueso del cuerpo de otro
demonio.

—Esconde tu tridente, Ian —dije, mi sonrisa falsa todavía en su lugar—. Se


supone que estamos aquí de fiesta, ¿recuerdas?
Capitulo 14

84
Tan pronto como cruzamos el umbral del castillo, sentí una ola de magia
moverse sobre mí y luego desaparecer rápidamente. Me preguntaba para qué
servía, cuando Ian sacó su móvil y gruñó.

—Justo como pensé. La batería está muerta ahora.

Ah, más medidas de seguridad. No debían dejar que fotos o videos del
teléfono celular incriminen a nadie. La falta de móviles en funcionamiento
también ayudaba a nuestra causa. Ahora Dagon no podía recibir una llamada de
un amigo y aparecer para sorprendernos.

Una vez dentro, orbes proporcionaban toda la luz, ya sea colgando en el aire
o deslizándose alrededor mientras se transformaban en varios animales, aves y
criaturas fantásticas. Cuando entramos en el enorme vestíbulo, el grupo de orbes
frente a nosotros giró para formar un dragón. Abrió su boca para liberar más
orbes luminosos en una imitación de fuego respirado, luego la hermosa creación
se rompió y los orbes se separaron para formar algo nuevo.

También había fuentes alrededor de toda la habitación. Cada una contenía


una ninfa acuática, que permanecía en el centro de la fuente como una estatua
acuática viva. Las ninfas cambiaban de apariencia cada vez que alguien pasaba,
formando versiones acuosas de hombres, mujeres, vida marina o combinaciones
de los tres. El arte de las ninfas era impresionante, pero las ninfas acuáticas eran
tan peligrosas como deslumbrantes.
Si un humano cometiera el error de tocar una, esa persona se ahogaría. Las
ninfas del agua saltaban a un cuerpo con un solo toque. Los vampiros y los ghouls
podrían sobrevivir días vomitando corrientes de agua hasta que finalmente
expulsaban a la ninfa, pero ningún humano podría.

Aun así, las ninfas llamaron a la parte de mí que tenía una conexión única con
el agua. Si me concentraba, podía sentir la energía que venía de ellas cuando
formaban el agua en lo que quisieran que fuera. Esa energía me llamaba,
invitándome a participar en su arte.

Debo haberlas mirado demasiado tiempo porque Ian tomó mi brazo para
llamar mi atención. Miré hacia otro lado para encontrarlo frunciéndome el ceño.

—Sabes que no debes tocar una, ¿verdad?

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—Sí. —Pero no pensé que su ubicación en varias partes del vestíbulo del
castillo fuera un accidente. Alguien con poca o ninguna experiencia mágica sería
fácilmente cautivado por las maravillosas ninfas. Debían ser otro ejemplo de la
seguridad del castillo. El hechizo de invisibilidad y el puente mágico de Nechtan
podrían ser para mantener lejos a los humanos inocentes, pero el primero estaba
destinado a atrapar a gente como yo. La mayoría de los aprendices de Guardianes
de la Ley, Ejecutores y Ejecutores aprendices no sabrían que no debían tocar a
una ninfa del agua. Si lo hiciéramos, nos delataríamos más que una alarma
sonora.

Normalmente me cuestionaba la magia que dañaba a las personas, pero las


ninfas acuáticas no mataban por maldad. No podían detener la transferencia
cuando eran tocadas. Castigarlas sería tan absurdo como castigar a una Venus
atrapamoscas por comerse un insecto.

Miré hacia atrás para ver que la ninfa que había estado mirando se había
convertido en una réplica exacta de mí. Sonreí, luego solté un zarcillo de mi poder
para ondular suavemente el agua alrededor de la ninfa. Fue lo más cerca que
pude para mostrar mi agradecimiento. Ian no se dio cuenta de que había movido
el agua con mi poder. Estaba demasiado ocupado tirando de mi brazo.

—Vamos, amor. La mayor parte de la acción tiene lugar en las siguientes salas.

Primero “muñeca”, ahora “amor”. Apreté los dientes antes de obligarme a


relajarme. Podría estar llamándome estos nombres porque Veritas o “pequeña
Guardiana” atraerían toda la atención equivocada. No tenía que preocuparme
por llamarlo por su nombre. Queríamos que la gente supiera quién era él. Ese era
todo el punto de venir aquí esta noche.

—La acción suena bien. —A pesar de que intenté relajarme, mi voz aún salió
más nítida de lo que pretendía. Claro que, nuestro acto llamaba a pelearse.

Ian me llevó más allá de la habitación de la fuente a una diferente, que podría
ser la réplica de una versión erótica del Edén. Vides, ramas y flores cubrían las
paredes, el techo y también los muebles. Muchas de las personas que
descansaban aquí decidieron copiar el tema del jardín usando solo hojas y pétalos
como ropa. E Ian había dicho que esta noche era formal.

Gemidos atrajeron mi atención hacia arriba. Largos y gruesos racimos de

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glicinas blancas y lavandas colgaban del techo alto. Algunos de los grupos más
anchos tenían brazos, piernas y otras partes del cuerpo que sobresalían de ellos.
Algún mago o bruja debió haber rodeado los racimos de glicinas para que
quienquiera que estuviera dentro de ellas pudiera flotar. La gente había
aprovechado ese beneficio y estaba haciendo el amor con un fervor que me hizo
esperar que ninguno de ellos fuera humano. Si se alejaran demasiado de los
grupos que desafiaban la gravedad, se harían daño con la caída.

—Sigue caminando —dijo Ian, aunque sus cejas se movieron de manera


sugestiva cuando pasamos a otro grupo de glicinas con al menos tres personas
retorciéndose en su interior—. ¿A menos que estés desacelerando porque quieres
que nos unamos a ellos?

Lo fulminé con la mirada mientras aceleraba mi paso.

—No.

Me dirigió una mirada especulativa mientras continuábamos por la


habitación.

—¿Qué haces para la recreación erótica? Mencheres dijo que casi nunca follas
con vampiros, lo que por mi vida no puedo entender. Los ghouls son amantes
vigorosos, sí, pero no tienen colmillos, así que te estás perdiendo la mitad de la
diversión. Los humanos son sabrosos y agradables, pero se cansan tan fácilmente,
además, alguien con tu fuerza probablemente rompería a uno durante el
orgasmo...
—¿Te callarías? —espeté. Él había golpeado demasiado cerca de casa con ese
último comentario.

Me hizo retroceder cuando intenté caminar delante de él.

—¿Qué, entonces? —continuó como si no hubiera hablado—. ¿Una


combinación de ghouls, el vampiro ocasional y los dispositivos que funcionan
con baterías?

Una vez más, él estaba más cerca de la verdad de lo que estaba cómoda. Por
eso mi tono fue aún más agudo.

—¿No te gustaría saber?

Sus ojos color turquesa comenzaron a volverse esmeraldas. Entonces

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comenzó a impulsarme hacia la pared más cercana.

—Tal vez me gustaría.

No sabía qué había causado el abrupto cambio en su comportamiento, pero


planté mis pies para detener su progreso. Más rápido que un parpadeo, me
levantó. Debatí darle un golpe en la cabeza por su impertinencia, luego decidí
ver a dónde iba con esto. Puede que solo esté representando la parte de la “pelea”
de nuestro acto, aunque tenía la sensación de que esto era más serio.

—Si me equivoco con mis otras conjeturas, ¿entonces qué? — murmuró,


moviéndose tan cerca que nuestros cuerpos entraron en contacto. Luego se
inclinó hasta que su frente descansó contra la mía—. ¿Demonios? Son, como dice
el dicho, un paseo infernal.

No era fanática de ser arrastrada por mis pies y apoyada contra una pared. Si
alguien más me hubiera maltratado de esta manera, estaría golpeando mi cabeza
contra la de ellos lo suficiente como para partirles el cráneo. Pero por razones que
no tenían nada que ver con mantener nuestra artimaña, no rompí la cabeza de
Ian, ni pisé sus pies lo suficiente para romperlos, ni le hice un agujero en las
costillas o algo más violento. En cambio, llena de una urgencia que no podía
explicar, arrastré mis dedos por su pecho con caricias provocadoras.

—¿Por qué te importa con quién o con qué tengo relaciones sexuales? No eres
lo suficientemente tentador para que alguna vez seas tú, así que, ¿de qué se trata
el resto?
Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Era un desafío descarado… e Ian
amaba los desafíos. Sus ojos se iluminaron con llamas esmeralda y sus brazos se
endurecieron a mi alrededor. Me retorcí, pero no tanto como podría hacerlo si
realmente quisiera escapar. En cambio, mis esfuerzos solo me presionaron contra
él de maneras más sugerentes.

Sus fosas nasales se ensancharon. Oh, sí, él sabía la diferencia entre lo que
estaba haciendo ahora y lo que hacía cuando hablaba en serio sobre romper el
control de alguien. No es como si nuestra primera pelea hubiera dejado a Ian
alguna duda sobre cómo actuaba cuando realmente quería liberarme.

Pronto, solo unos pocos fragmentos de aire separaban las partes más íntimas
de nuestros cuerpos. Otro centímetro tendría esas partes tocándose. Me encontré

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inhalando solo para respirar su olor. Miró hacia abajo como si quisiera que
supiera que estaba pensando en cerrar ese espacio entre nosotros, pero no lo hizo.
En cambio, sus ojos brillaron con un tono más brillante de verde mientras su boca
se deslizaba hacia abajo hasta que tocó mi oreja.

—¿Y si te dijera que tengo toda la intención de cambiar de opinión acerca de


tomarte como amante?
Capitulo 15

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El aliento de sus palabras se sintió como plumas rozando mi piel. Sus manos
estaban en mis brazos, amasando ligeramente los puntos de presión en las áreas
más suaves de mi carne. No hubiera considerado que los brazos fueran una zona
erógena, sin embargo, cada contacto provocó escalofríos de placer que viajaron
más allá de mis extremidades.

Debería decirle que se aleje de mí. Ahora mismo. Pero lo que salió fue un
suspiro:

—¿No se supone que debes estar luchando conmigo en lugar de intentar


seducirme?

Su risa baja me hizo cosquillas en la oreja en todos los lugares correctos.

—¿Quién dice que no puedo hacer las dos cosas?

No confié en la reacción de mi cuerpo a eso. No ayudó que sus ligeros toques


y los roces de su boca aumentaran una necesidad cada vez mayor. Pronto, hice
todo lo que pude hacer para mantener mis manos a los costados en lugar de
deslizarlas por su espalda para acercarlo más.

—Deja de jugar.
Intenté que mi tono fuera agudo, pero una vez más, falló. Lo que salió fue casi
un ronroneo. Dioses, ¿había pasado tanto tiempo desde que me había complacido
que estaba a punto de rendirme al proveedor más peligroso?

—Si quieres que me detenga, entonces detenme —murmuró antes de sentir el


roce de sus colmillos en mi garganta. Si mi corazón hubiera sido capaz de latir,
habría comenzado a correr. No podría estar en una situación más traicionera.
Entonces, ¿por qué una parte imprudente de mí quería inclinar mi cabeza hacia
atrás para darle un mejor acceso?—. Di no —continuó—. O empújame, y me
detendré. —Luego su tono se volvió oscuramente prometedor—. Pero si no lo
haces, no me detendré.

Sus labios rozaron mi piel con cada palabra. Me estremecí y su aliento me

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golpeó en una fuerte exhalación cuando lo sintió. Su olor cambió,
profundizándose en una mezcla más exuberante de caramelo y coñac. Me
encontré respirando hasta que mi pecho se hinchó contra el suyo. Un sonido más
bajo y áspero se le escapó y cerró el último espacio entre nosotros. Todas mis
terminaciones nerviosas saltaron cuando sus caderas se presionaron contra las
mías. Cuando dio un giro lento que me frotó justo en mi punto más sensible,
gemí.

Me agarró con más fuerza y su boca se cerró sobre mi cuello. Jadeé cuando
sentí la sedosidad de su lengua, luego lo empujé hacia atrás con una oleada de
pánico cuando sentí la presión de los colmillos.

—¡No!

Se detuvo y sentí un aplastante alivio cuando levantó la cabeza. Cada


campana de advertencia había empezado a sonar mientras la bruma sensual en
la que había estado se disipaba. ¿Había perdido la cabeza? La respuesta obvia era
que sí.

Ian me miraba fijamente, sin acercarse, pero sin alejarse. Reuní mi control
destrozado para darle una mirada tan firme como pude.

—Creo que hemos actuado lo suficiente como la parte de “parejas” de nuestros


roles esta noche.

Sus labios se curvaron.


—¿Actuar? Qué extraño. Siento que los últimos minutos son el primer vistazo
real que veo de ti.

Me negué a mirar hacia otro lado, pero oh, quería hacerlo. Su mirada
conocedora se sentía tan íntima como ese lento y profundo roce contra mis
entrañas. Tenía razón, había bajado demasiado la guardia. Un poco más del hábil
toque de sus manos y boca, y podría haber revelado mi secreto sin siquiera
intentarlo.

No era tan arrogante como para admitir que me habían golpeado, e Ian había
criticado mi autocontrol con una facilidad risible. Por razones que no tenían nada
que ver con la cordura o la autoconservación, me atraía ridículamente. Ahora lo
sabía más allá de toda duda. Tenía que asegurarme de que perdiera el interés en

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seducirme. Si no podía confiar en mi autocontrol, tenía que confiar en el suyo.
Ian tenía pocas debilidades, pero había una manera de herirlo donde nunca me
tocaría de nuevo.

—La verdadero yo es la misma persona que estuvo presente cuando la hija de


tu mejor amiga fue asesinada, ¿recuerdas?

Cada palabra sonó tan fría como lo había sido la orden del consejo cuando la
entregaron. La única razón por la que no había matado a los que habían votado
por su muerte en ese momento era porque necesitaba su confianza para poder
ayudarla y a otros como ella más tarde. Pero Ian no lo sabía. Su rostro se
endureció con toda la rabia que había sentido cuando mis protestas ante el
consejo habían caído en oídos sordos. Luego su agarre se apretó hasta que fue
doloroso.

Traté de liberarme de verdad esta vez. Increíblemente, él me empató en


fuerza. Luego bloqueó la rodilla que apunté a su ingle utilizando sus piernas
como una prensa alrededor de la mía.

—Déjame ir —exigí.

—No.

Ahora se inclinó hacia delante con fuerza bruta en lugar de sensual


insistencia. Incluso presionó mi cabeza contra la pared con la suya para que no
pudiera retroceder y dejarlo caer en la inconsciencia. Todo lo que podía hacer era
morderlo, pero eso sería desastroso, ya que él absolutamente me devolvería la
mordida.

—¿No vas a congelar el tiempo para detenerme? —preguntó en un susurro


bajo y furioso—. No puedes, ¿verdad? Este lugar tiene demasiadas brujas y
brujos verdaderos que son inmunes a ese truco. Si vieran lo que puedes hacer,
revelarían tus poderes a todos los demás. Tampoco puedes llegar a tus armas con
los brazos sujetados, así que ahora no tienes más remedio que responder lo que
te pido.

Lo había empujado demasiado lejos. Dijo que no usaría el hechizo para


sacarme el secreto, pero esa persona ya no se reflejaba en su mirada. Estaba el
que me había burlado de la supuesta muerte de la hija de su amiga, y él no tenía

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piedad.

—Ian, no... —comencé.

—Te ordeno por el hechizo que nos une a decirme si eres un demonio que
posee el cuerpo en el que estás —interrumpió.

De una vez, el hechizo se activó. Agonía me escaldó, creciendo a cada segundo


que no respondí. La lava que me recorría no me haría tanto daño. Mis piernas se
rindieron y me desplomé y, fiel a mi advertencia, mis huesos también se
pudrieron más rápido de lo que podía curar. Solo el fuerte agarre de Ian evitó
que me cayera al suelo.

—No. —La angustia hizo que mi voz se volviera áspera cuando la respuesta
fue arrancada de mí—. Este cuerpo es mío y de nadie más.

La verdad de eso apagó al instante el dolor. Aun así, me tomó un momento


encontrar mi fuerza a pesar de que mis huesos comenzaron a sanar. Gracias a todos
los dioses que están por encima y por debajo de la tierra que Ian no hizo la pregunta
correcta.

—¿Cómo? —respondió en un tono duro—. Tu poder está mucho más allá de


lo que debería tener un vampiro normal. La única vez que vi algo así es cuando
un antiguo demonio poseyó a varios de mis compañeros a la vez.

Un demonio lo suficientemente fuerte como para manejar múltiples


posesiones al mismo tiempo era impresionante, pero ese no era mi secreto.
—Solo te queda una orden —dije, todavía tratando de estabilizar mis
piernas—. Y tenemos un largo camino por delante. ¿De verdad quieres
desperdiciarlo en esto?

Por la forma en que me miró, podría haberlo empujado una vez más
demasiado lejos. Me tensé, lista para hacer algo drástico si las palabras “Yo te
ordeno” empezaran a salir de sus labios. Pero en cambio, se alejó tan bruscamente
que me alegré de que todavía estuviera apoyada contra la pared. De lo contrario,
me habría caído.

—No quiero —dijo, su tono ligero en desacuerdo con la oscuridad inquietante


en su mirada—. Ahora, hagamos una escena para que la noticia de nuestra visita
llegue a Dagon.

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Capitulo 16

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Pronto me di cuenta de por qué Ian nos quería con atuendo negro. La mayoría
de las habitaciones del castillo se adaptaban a formas de entretenimiento
caprichosas o eróticas, pero había una habitación donde la diversión era todo un
negocio.

La sala de juegos de altas apuestas.

Vampiros, brujas, magos y brujos jugaban versiones mágicas de dados, ruleta,


blackjack, póker y más. Algunas cabezas se levantaron cuando Ian y yo entramos,
pero la mayoría de los jugadores no miraron hacia arriba. Coincidía con su
concentración ininterrumpida. De la fortuna de los vales llenos de magia flotando
sobre las mesas, sería una tontería sacar la atención del juego solo para ver cómo
entran nuevas personas.

Varios hombres y mujeres de aspecto glamoroso pasaban alrededor con


bandejas de bebidas y entremeses, mientras que otros manejaban la versión de
fichas de juego mágicas del castillo. Apenas habíamos entrado en la habitación
cuando un asistente de esmoquin se nos acercó e hizo una reverencia.

—¿Puedo ayudarlos a cambiar su moneda por vales, madame y monsieur?


Como recordatorio, la compra mínima para vales es de doscientos mil dólares.

Mis ojos se ampliaron. Venía de una época en que países enteros no contenían
tanta riqueza, pero Ian no se inmutó.
—Comenzaremos con esto —dijo Ian, sacando una bolsa de su bolsillo. Luego
vertió su contenido en la mano enguantada del asistente. Mis ojos se ensancharon
ante los diamantes, rubíes y esmeraldas que se derramaron. Pronto, el asistente
tuvo que usar ambas manos para contener toda la recompensa.

Eso tuvo más atención dirigida a nosotros. Ian le lanzó una sonrisa lobuna a
la gente que miraba con hambre a su pila de joyas.

—Mucho más de donde vino eso, si alguno de ustedes tiene las pelotas para
vencerme y ganarlo.

Hombres. Todo regresaba a sus genitales.

—¡Ian! —La ahumada voz femenina hizo que mi atención se moviera hacia la

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derecha. Una hermosa mujer enjoyada con cabello negro y piel de siena se dirigió
hacia Ian. Tres hombres la siguieron, sus expresiones eran opuestas a las de ella.

—Ananya. —Ian besó sus dos mejillas y luego sus labios cuando ella los
presionó contra los de él mientras estaba a punto de alejarse.

Rechiné mis dientes. Esta mujer tenía suerte, solo estaba fingiendo estar con
Ian esta noche. Si no hubiera estado fingiendo, habría hecho sangrar su boca por
pegarla contra la suya. Y él estaría caminando con una cojera permanente para
devolverle el beso.

Parecía que era capaz de la extrema posesividad de los vampiros después de


todo. Y decían que no podías enseñarle trucos nuevos a un perro viejo…

—Ananya, estás tan hermosa como siempre —le dijo Ian cuando finalmente
apartó su boca de la de ella.

Ojos oscuros y como de ciervos miraron en mi dirección antes de que Ananya


volviera su atención a Ian.

—Como tú, cariño, y veo que tu gusto sigue siendo impecable. Tu última
adquisición es simplemente impresionante.

¿Adquisición? Crucé los brazos detrás de mi espalda para que no fuera obvio
que apretaba mis puños. Peor aún, Ian se rió entre dientes de una manera
conocedora.
—Colecciono solo lo mejor. ¿Y tú? ¿Quiénes son estos buenos muchachos
nuevos que tienes a cuestas?

Ella chasqueó los dedos y se adelantaron.

—Te presento a Hans, Steven y Amir. Chicos, les presento a Ian. ¿Y el nombre
de tu mascota es…?

Eso fue todo. Me alejé sin mirar atrás. Deja que Ian continúe adulando a su ex
amante sin mí. Me ocupé de explorar el resto de la habitación.

A diferencia de las otras habitaciones del castillo, estas paredes eran oscuras,
al igual que los pisos y el techo. Ricas y lujosas cortinas colgaban sobre recovecos
donde gemidos apagados indicaban que se estaban realizando transacciones de

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una naturaleza más personal. El aire estaba cargado con el olor a humo de
cigarro, diferentes perfumes, codicia, desesperación, júbilo y sexo. No era una
combinación que quisiera saborear, así que después de un suspiro exploratorio,
dejé de intentar ver si reconocía los olores de las personas que solía conocer
cuando visitaba regularmente lugares como este.

Mi paseo me llevó al rincón más alejado del salón. Una cortina de terciopelo
bloqueaba lo que parecía ser otra habitación más allá. Las voces murmuradas
indicaban que esta habitación también estaba ocupada. Estaba a punto de mirar
dentro cuando una mano pálida aterrizó en mi brazo.

—Ese juego no es para ti, dulzura.

El último apodo de Ian me hizo enfadar más que su intento de decirme qué
hacer.

—¿Por qué no? —pregunté con toda la molestia que sentía. Pareja peleadora,
presente y representada.

—Porque no te tomé por alguien a quien le gustaba perseguir al dragón —


dijo arrastrando las palabras—. ¿Estaba equivocado?

Reconocí la jerga referida al uso de drogas, pero no había latidos en la


habitación más allá. Ian solo podía referirse a una cosa.

—¿Los vampiros están bebiendo sangre drogada ahí?


La mano de Ian se apretó mientras muchas cabezas giraban. Supongo que mi
aborrecimiento por el Dragón Rojo, que era a lo que se refería comúnmente la
sangre drogada, había hecho que mi voz se escuchara.

—Recuerda mi primera orden —dijo Ian en voz baja—. No estás aquí como
nada salvo como una fiestera.

Mi ira creció. Esta vez, no fue causada por su arrogancia. A diferencia de los
humanos, los vampiros no podían embriagarse con la combinación correcta de
sintéticos, plantas o productos químicos. Solo había una sustancia lo
suficientemente fuerte como para intoxicarnos, y aunque la mayoría de los
vampiros no tenían idea de lo que era, yo sí. Ian tenía razón: No podía dejar que
mi papel como Guardiana de la Ley afectara mi respuesta, y eso no tenía nada

97
que ver con el comando mágico de Ian.

—Al contrario —dije con una voz tan fuerte, que se trasladó a todos en esta
sala y a la que estaba detrás del telón—. No solo amo el Dragón Rojo, sino que
también bebiendo puedo superar a todos los vampiros, y apuesto todos los vales
que tienes a que puedo probarlo.

¿Ian quería una escena que estuviera destinada a volver a Dagon? Estaba a
punto de darle una.

Los ojos de Ian brillaban con furiosas chispas.

—Asumes que todo mi dinero es tuyo para gastarlo —gritó en un tono


falsamente jovial—. Hablado como cada mujer y hombre con el que alguna vez
he salido.

Risa y gruñidos de conmiseración se encontraron con su respuesta, que cubrió


su mucho más bajo siseo de “¿Estás loca?” a mí.

—Sé lo que estoy haciendo — exclamé en un tono igualmente bajo—. Por una
vez en tu vida, confía en alguien que no seas tú mismo. Por favor —agregué,
usando esa palabra por primera vez con él.

La dureza en su mirada no se desvaneció cuando el asistente regresó con una


gran bandeja llena de vales de diferentes colores. Luego, con una ruda mueca de
sus labios, Ian tomó la bandeja que el asistente le entregó y la sostuvo sobre su
cabeza.
—De acuerdo, amigos, todo en esta bandeja dice que la encantadora dama
puede hacer valer su alarde.

Varios vampiros se retiraron inmediatamente de sus juegos actuales. Pronto,


Ian se vio rodeado de personas que aceptaron su extravagante apuesta. No fue
una sorpresa que casi todas esas apuestas estuvieran en mi contra. Todo lo que
hice fue sonreír.

Que empiecen los juegos.

98
Capitulo 17

99
Cuando comencé a beber, veintiocho competidores se sentaron a la mesa
conmigo. Una hora después, eran trece. Una hora después de eso, eran seis.
Ahora solo había dos, y uno de esos inclinado tan pesadamente en su silla que
sus amigos estaban a ambos lados de él para asegurarse de que se mantuviera
erguido.

Estaba apoyada en mis brazos porque había decidido que sentarme derecha
estaba sobrevalorado después de mi última bebida. Docenas y docenas de vasos
de cristal se apilaban frente a mí para formar un mini castillo. Los asistentes
habían sido creativos con la forma en que habían arreglado los vasos vacíos
después de que terminaba cada trago.

—Se supooone que debes estarrr en tu traaasero ahora —dijo Andrew, el


vampiro inclinado considerablemente, arrastrando las palabras. Luego me
meneó un dedo—. ¿Qué edtieness?

Era fluida en charla de borrachos, así que sabía lo que estaba preguntando.

—Es grosero preguntarle a una dama su edad —dije, asegurándome de


pronunciar mal mis palabras lo suficiente como para evitar sospechas—. Deja de
perder el tiempo. Tu turno.

Andrew le dio una mirada funesta al vaso lleno que tenía delante.
—Teodiooo —le dijo, luego lo levantó. Erró su boca y la sangre contaminada
se derramó en su mejilla. Frunció el ceño cuando se derramó sobre su antiguo e
inmaculado esmoquin, luego aceptó el nuevo vaso que un asistente le sirvió
rápidamente.

Lo miré con lástima, pero sin verdadera preocupación. Los vampiros eran
incapaces de beber hasta morir. Concedido, Andrew tendría una resaca terrible
mañana, pero esperaba que eso le hiciera pensar dos veces antes de beber Dragón
Rojo de nuevo.

Ian no estaba mirando a Andrew ni a mi otro competidor restante. Me miraba


a mí, como lo había estado todo este tiempo. Peor aún, no creía que su atención
tuviera que ver con la preocupación por haber perdido la espléndida apuesta que

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me había hecho. Me encontré con su mirada antes de apartarla rápidamente. Su
mirada era demasiado conocedora, como si de alguna manera estuviera
compilando mis secretos uno por uno.

No vi a Ian dejar su posición al otro lado de la mesa. Lo sentí a medida que se


acercaba. Su aura cayendo sobre mí, distintiva incluso en esta multitud y cada
vez más fuerte a medida que se aproximaba. Se detuvo cuando estuvo detrás de
mi silla. Entonces sentí el deslizamiento de sus manos sobre mis hombros.

Su poder hizo que mi piel vibrase con hormigueos placenteros. Luché contra
un gemido mientras me recostaba, incapaz de evitar acercarme. No era mi culpa,
decidí. Era todo el Dragón Rojo que había consumido. Por eso sentí como si cada
caricia de sus manos fuera un hechizo en el que caía más profundamente.

Sus dedos se deslizaron debajo de las finas correas de mi vestido azul hielo
mientras amasaba mis hombros hasta que la tensión se disolvió. Luego me
acarició la nuca hasta que hice todo lo que pude para evitar frotarme contra él
como un gato. Esto podría haber parecido un simple roce de espalda, pero se
sintió mucho más íntimo. En un entorno diferente, más privado, incluso podría
considerarse un juego previo.

Shayla, la vampiro que se había nombrado a sí misma como moderadora de


este concurso, le dirigió a Andrew una mirada desapasionada.

—Solo te queda un minuto para terminar el trago o pierdes.


El vivificante pronunciamiento salpicó mis nervios como un cubo de agua
helada. Aparté a Ian, contenta cuando sus manos me dejaron y retrocedió. Ahora,
podría pensar de nuevo. Andrew le dio a la moderadora una mirada hostil. O lo
intentó. Había visto a cachorros adormecidos parecer más amenazadores.

—Yaa vaaa —murmuró, luego derramó el contenido del vaso en su boca.

La multitud alrededor de la mesa comenzó a aplaudir. Eso se detuvo cuando


los ojos de Andrew se pusieron en blanco y cayó de bruces en su castillo de vasos
volteados. Sus amigos lo levantaron de inmediato y trataron de sacudirlo para
que se despertara, pero no sirvió de nada. Andrew estaba, como se dice, fuera de
combate.

—Tiempo —anunció Shayla unos momentos más tarde, asintiendo a los

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asistentes en espera—. Llévenselo.

Lyndsay, mi única oponente restante, dio a los vales que giraban varios
centímetros por encima de la mesa una mirada esperanzadora. Luego le dio al
vaso de chupito que tenía enfrente uno gravemente decidido. Erró en agarrarlo
en su primer intento, pero lo recogió en su segundo intento. Luego tragó la sangre
contaminada de un solo trago.

Sonaron aplausos, pero yo estaba más horrorizada que impresionada. ¡Dioses,


la cantidad de Dragón Rojo que Lyndsay habría necesitado beber a lo largo de
los años para aumentar su tolerancia a esto! Esperaba que ella no tuviera idea de
dónde venía. Esperaba que ninguno de ellos lo hiciera. Si lo supieran y aun así lo
bebieran regularmente… bueno, había una razón por la que la sangre
contaminada era ilegal.

—Tu turno —dijo Lyndsay, golpeando su vaso de chupito al bajarlo.

Recogí el mío, cuidando de no hacer mis movimientos demasiado precisos.


Este licor me estaba afectando, pero no tanto como si fuera un vampiro normal.
Incluso respiré hondo antes de tragar, como si tratara de reunir fortaleza. Luego
vertí el contenido en mi boca, lo mantuve allí por un momento como si luchara
por no escupirlo, y finalmente lo tragué.

Más aplausos estallaron. Lyndsay se agarró la cabeza como si el ruido fuera


una agonía. Luego escupió un chorro de vómitos rojos en los vales giratorios que
tanto había intentado ganar. Siguió agitándose, su cuerpo aparentemente
tratando de expulsar la mayor parte del Dragón Rojo que había consumido. De
inmediato, los asistentes tomaron los vales del aire y comenzaron a sacudirles las
salpicaduras.

—Ganadora —anunció Shayla, señalándome. El resto de la sala rugió su


decepción o su victoria, dependiendo de cómo hubieran apostado—. ¿Y el
nombre de nuestra vencedora es…?

—La pequeña muñeca de Ian —declaré, lanzándole una mirada


cuestionadora. Como si ganar este concurso no hubiera sido suficiente para agitar
las lenguas, ahora no había ninguna posibilidad de que Dagon no se diera cuenta
de que Ian había estado allí esta noche.

Los labios de Ian se curvaron cuando regresó a mi silla.

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—Pienso que es hora de llevar a la pequeña muñeca de Ian a la cama para que
realmente pueda celebrar su victoria —dijo, esta vez hubo un aplauso caluroso.
Me levantó, ignorando mi protesta de que podía caminar, y le hizo una seña a la
moderadora—. ¿Podemos cobrar?

Shayla agitó sus dedos. De inmediato, los vales sobre la mesa se compactaron
hasta formar una figura cuadrada y luego se lanzaron a su lado. Luego señaló la
cortina de terciopelo que acordonaba la habitación más allá de esta.

—Sígueme.

Ian me llevó a la sala, los vales entre nosotros y Shayla. Una vez que estuvimos
dentro, estaba tan oscuro que no podría haber visto nada si no fuera por mi visión
de vampiro. Aun así, los efectos de todos mis tragos debían haber estado
alcanzándome. Apenas podía distinguir los sofás bajos y las almohadas anchas
que componían la mayoría de los muebles. Shayla nos condujo hasta una puerta
que estaba hecha de madera gruesa en lugar de más tapices de terciopelo.
Conducía a un área pequeña y cerrada con tres puertas más. Shayla eligió la de
la derecha y el brillo de la luz que se derramó me hizo cerrar los ojos y hacer una
mueca.

Puede que no esté vomitando o desmayada de borracha como mis antiguos


competidores, pero no estaba ni mucho menos sobria. Esa luz dolía. Lo mismo
mi cabeza. Además, o esta habitación estaba girando o mi cerebro estaba
haciendo sus propios giros. Tal vez no había sido una mala idea que Ian me
llevara, aunque no podía recordar la última vez que alguien había hecho eso. Aun
así, sus brazos se sentían fuertes y seguros y su cuerpo era cálido y sólido y olía
realmente bien…

—Basta de eso —dijo Ian, tirando ligeramente de mi cabello. Solo entonces me


di cuenta de que le había rasgado la camisa para acariciarle el cuello.

En lugar de avergonzarme, me encontré riendo.

—Lo siento. Quiero comerte —dije con total sinceridad.

—Por supuesto que sí. Todo el mundo quiere —respondió, mientras que su
agarre en mi cabello me alejaba de su garganta—. Pero no aquí. Shayla, ¿si
pudiéramos apresurar esto?

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—Ciertamente —dijo ella. Una luz pareció apagarse en mi dolorida cabeza.
Así es, tenía algo muy importante que hacer.

—Quiero más Dragón Rojo —le dije, haciendo la mímica de tomar otro trago
en caso de que ella no entendiera—. Ahora.

Ian suspiró.

—Ignórala. Ha bebido más que suficiente.

—No —dije con firmeza, dándole un codazo. ¿Por qué estaba tratando de
detenerme? ¿No sabía lo que estaba haciendo? Oh, cierto, no lo sabía porque no
le había dicho. Lo que sea—. Dragón Rojo —repetí—. Puro —añadí, dándole a
Ian otro codazo cuando abrió la boca para discutir—. Sin cortar.

Shayla me había estado mirando con aburrimiento hasta esa última palabra.

—¿Sin cortar? —exclamó, sus ojos estrechándose.

Asentí, ignorando cómo Ian se puso rígido.

—Más fácil de tomar. —Luego señalé los vales que flotaban entre nosotros y
ella—. Todo eso para una botella entera sin cortar.

—No creo... —comenzó a decir Ian.

—Esta noche —remarqué, ordenando mis sentidos tambaleantes mientras


veía sus ojos pasar de mí al paquete compacto de vales—. Por favor —agregué a
Ian, esperando que él entendiera el subtexto. Una vez más, necesitaba que
confiara en mí, incluso si eso iba en contra de todo lo que era y lo que todas las
apariencias mostraban.

Se movió hasta que solo me sostuvo con un brazo. Luego soltó mi cabello para
darle a Shayla una mirada resignada.

—Dáselo. De lo contrario, se pondrá insoportable.

Shayla le dio otra mirada a los vales. Forcé mis sentidos a su límite
embriagado. Una bruma parpadeó a su alrededor, invisible para todos los demás.
Cuando se puso verde, tuve mi respuesta. Entonces ella sonrió fríamente y esa
bruma desapareció.

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—Muy bien, pero esta noche es imposible. Necesitaría tiempo para organizar
un pedido tan especializado.

—Pura mierda —dije alegremente, usando uno de los términos de Ian para
decir mentira—. Lo tienes aquí. Las bebidas eran más frescas y sabían más fuerte
más tarde en el juego.

Debían haberse quedado sin su stock original de Dragón Rojo ya que no se


habían preparado para un evento de consumo masivo. Para seguir
suministrando el concurso, habían tenido que hacer más en el lugar, pero no
debió haber suficiente sangre humana a mano para diluir la mezcla de la misma
manera.

—¿Te consideras una conocedora? —preguntó Shayla con falsa alegría.

Hipeé y ni siquiera fue falso.

—¿No es obvio?

—Me aburro —dijo Ian lacónicamente. Estaba a punto de protestar hasta que
vi que estaba mirando a Shayla, no a mí—. Además de cambiar la potencia, que
es casi una trampa, ella ha consumido suficiente Dragón Rojo para saber la
diferencia entre la cerveza recién hecha y la antigua. Dale lo que quiere, o
llevaremos nuestras ganancias a otra parte y encontraremos a alguien que pueda.

Shayla se incorporó indignada.

—Somos el único proveedor en el estado.


Ian resopló.

—La segunda vez esta semana que he escuchado eso.

—Entonces esa otra persona mintió —exclamó Shayla con furia.

—También me aburro —interrumpí, hundiéndome en los brazos de Ian.

Ian me acomodó más cómodamente contra él.

—Lo sé, amor, nos vamos. Shayla, esta oferta se acaba a la una, a las dos…

—Vendido —dijo, mirando a los cupones de nuevo antes de mirar hacia


nosotros—. Esperen aquí.

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—Necesito salir—dije, pasando mi mano por mi frente como si el delgado
material de mi vestido azul fuera sofocante—. Demasiado calor. Necesita aire
Estoy empezando a sentirme… enferma.

Ian me dio una mirada cansada.

—Vas a pintar las paredes de rojo en los próximos cinco minutos, ¿verdad?

Eructé y tragué visiblemente lo que surgió.

—Tal vez.

—Sí, ve afuera. —Shayla tiró de la puerta para abrirla—. Llevaremos la botella


a la plataforma de observación del centro meteorológico.

Me aseguré de agarrar a Shayla y darle un abrazo descuidado antes de que


Ian me jalara hacia atrás.

—¡Gracias!

—Es un placer —dijo en su mentira más obvia todavía—. Los veo pronto.

Ian me sacó de las muchas habitaciones del castillo, recibiendo palmadas en


la espalda de algunas de las personas que pasó. No sabía para qué diablos lo
estaban felicitando. Yo fui la que ganó el concurso. Una vez afuera, tomé una
bocanada de aire fría agradecida mientras Ian me llevaba al final del puente. No
había estado fingiendo sentirme acalorada y enferma. Todo lo que había
consumido se sentía como si me estuviera golpeando a la vez.
Tan pronto como Ian puso un pie en el suelo, el castillo y el puente de piedra
desaparecieron. Ian se alejó un poco y luego me dejó cerca de la base rocosa del
castillo Belvedere. Luego esperó a ver si mis piernas podían sostenerme antes de
dar un paso atrás.

—Sé que no pretendes realmente consumir más Dragón Rojo, así que, ¿qué
pretendes con este último truco?

Me encontré con su mirada turquesa y le di una sonrisa torcida.

—Voy a pintar las paredes de rojo, tal como dijiste.

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Capitulo 18

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La mirada de Ian se endureció hasta que se asemejaba a diamantes de color
verde azul pálido.

—¿Entonces el hechizo no te hace obedecer mis órdenes?

—El hechizo funciona —dije, subiendo mi vestido mientras empecé a escalar


la cornisa rocosa alrededor del Castillo de Belvedere—. No actuando como una
Guardiana. A punto de romper un montón de leyes en su lugar.

Saltó detrás de mí con un salto, recordándome que también podía volar.


¿Cómo había olvidado eso? Debo estar mucho más borracha de lo que me di
cuenta.

—¿Cómo es eso? —exigió.

—Lisssberar pisiooonero. —Bueno, eso salió demasiado arrastrado. Lo intenté


de nuevo—. Liberar a un prisionero. La fuente del Dragón Rojo. Deberías ayudar.
Con tus marcas de demonio, podrías ser considerado como fuente algún día si…
—hipeé en voz alta—… sobrevives a Dagon.

Miró sorprendido, luego me arrastró cerca.

—¿Qué dijiste?
—¿Quién está borracho, tú? —le pregunté, exasperada—. ¿No sabes que tu
sangre ahora es de Dagon ya que tienes sus marcas? Eh, tal vez no. No como los
vampiros que se beben cuando tienen hambre...

—Detente. —Si su agarre sobre mí fuera más fuerte, mis huesos se romperían.
Pero dado lo salvaje en su mirada, se estaba conteniendo—. ¿Estás diciendo que
conoces el otro efecto de las marcas de demonio?

—Dragón Rojo. En tus venas. Haciéndote una fuente —confirmé—. Vamos,


debes saberlo. Tu amigo era un cambiaformas con marcas de demonio...

—¿Qué amigo? —preguntó al instante.

—Eeeellaaa. —¿Estaba el suelo inclinándose, o me tambaleé?—. Supongo que

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podría haber sido un “él” —modifiqué—. No podría decirlo. Él o ella había
cambiado de forma para parecerse a la niña de Cat en la ejecución...

—¡Por los sangrientos huesos de Lucifer! —gritó Ian, sacudiéndome hasta que
mi cabeza se sintió que se caería—. ¿Sabías que el consejo había sido engañado?
¿Sabías que en realidad no asesinaron a la hija de mi amiga? Todo este tiempo,
¿lo sabías?

—¿Sabías que ella también estaba viva? —De alguna manera, eso me pareció
divertido—. Eh, pensé que tenía que fingir que estaba muerta para protegerla, y
que tú fingías que estaba muerta por la misma razón. Me reiría si no pensara que
podría salir como un vómito.

—¡Es por eso que insististe en que le dieran a Cat la espada del verdugo! —A
pesar de que ya no me estaba sacudiendo, aún sentía como si mi cerebro estuviera
dando vueltas dentro de mi cráneo—. Pensé que solo hacías eso como un gesto
de remordimiento, pero si el verdugo hubiera probado una gota de su sangre,
¡habría sabido que acababa de decapitar a un cambiaforma y no a la niña de Cat!
Lo hiciste renunciar a la espada para que nunca tuviera esa oportunidad. ¡Todo
este tiempo, de diferentes maneras, la has estado protegiendo!

—Probablemente deberíamos dejar de hablar de esto —dije, mirando al suelo.


¿Ves? No estaba agitándose. Era solo mi imaginación.

—¿Parar? —repitió Ian—. Veritas, mírame.


Me negué, así que él inclinó mi cabeza hacia arriba y me obligó a encontrar su
mirada.

—Es pequeña muñeca de Ian ahora, ¿recuerdas?

Sus ojos brillaban de verdes.

—Oh, es verdad, y más de lo que te das cuenta.

Lo miré fijamente, un tipo diferente de vértigo rebasándome. La intensidad en


su mirada me invitó a caer en ella como si fuera un humano bajo su poder.
Curiosamente, el pensamiento no me molestó. En cambio, me encontré
fantaseando con rendirme a él. Otra ola de mareos me golpeó y me balanceé. Él
me tuvo en sus brazos al instante. Me encontré sonriendo. Me había atrapado

109
antes de que me cayera. Y lo dejé. ¿Cuándo fue la última vez que confié en alguien
para hacer eso?

Entonces, sentí una serie de señales, como sensores disparándose dentro de


mí, y giré hacia la estación meteorológica en el Castillo de Belvedere.

—Shayla va allí —murmuré, señalando.

Lanzó una mirada dudosa en esa dirección.

—No ha dejado el castillo. He estado vigilando el puente.

—Debajo de nosotros —dije, señalando el suelo.

—¿Un túnel? —Parecía intrigado—. ¿Por qué piensas eso?

—Puse un hechizo de rastreo cuando la abracé. —Incluso borracha, sonó


presumido—. Sabía que iría directamente a su fuente para llenar esa botella. Su
aura se volvió verde. Ella quería ese dinero.

Un brillo apareció en sus ojos.

—¿De verdad?

No me gustaba sentir como si hubiera dejado pasar otro secreto importante.


Maldito Dragón Rojo. ¿Por qué la gente voluntariamente bebía esas cosas? Te
hacía hablar demasiado. Y te cansaba, dioses, tan cansada. Podría dormir en esta
roca, si no tuviera que matar a un grupo de personas primero. Eh, me ocuparía
de lo que le dije a Ian más tarde. En este momento, tenía que liberar al cautivo.

Lo empujé.

—Tengo que rescatar al prisionero…

—No, necesitas sentarte antes de que te caigas —interrumpió Ian—. Quédate


aquí. Lo arreglaré yo mismo.

La indignación me hizo farfullar.

—¡Puedo matarlos a todos!

—Por supuesto. —¿Estaba sofocando la risa?—. Eres hermosa, tienes gracia,

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les dispararás en la cara.

Sonreí.

—Eso es bonito.

—Tú también, mi mortífera, pero aún necesitas quedarte aquí. Shayla podría
enviar a uno de sus asistentes para que nos verifique. Si los dos nos hemos ido,
parecerá sospechoso.

Eso tenía sentido, pero…

—Podrías salir lastimado.

Se rió.

—Eres una borracha dulce, ¿verdad?

—No dulce —dije, fulminándolo con la mirada—. Imposible de matar.

—¿De verdad? —Arrastró las palabras—. Debí haberte echado licor en vez de
gastar dos órdenes en ti, pero para tu información, estas marcas también me
hacen casi imposible de matar.

Lo toqué donde podía sentir las líneas duras del arma en su abrigo.

—Ese hueso de demonio en tus ojos puede matarte.

Me dio una sonrisa alegre.


—Sí, pero cuando la gente ve a un vampiro, buscan plata, no hueso de
demonio...

—¿Qué? —exigí cuando su voz se apagó. Su sonrisa también se desvaneció, y


¿cuándo me agaché, cuándo me había bajado al suelo? No me acordaba de eso,
parecía serio—. ¿Qué? —repetí, pero por el estremecimiento que recorría mis
venas, lo supe. Dejé pasar demasiadas pistas y lo había descubierto. Si no todo,
bastante de eso. Tal vez siempre supe que lo iba a averiguar. Por eso no lo detuve
cuando levantó mi mano y la llevó a sus labios. Un gesto cortés, pero no había
nada caballeresco en su mirada. Quemaba con la intensidad de un depredador
matando.

Sus cálidos labios tocaron mi piel. Luego sus colmillos perforaron lentamente

111
mi carne. La mordida fue superficial. Solo lo suficiente para dibujar dos perlas de
sangre que sobresalían como rubíes contra el topacio dorado de mi piel. Luego
su larga y lenta lamida las borró y lo sentí estremecerse mientras tragaba.

Cerré mis ojos. Ahora sabes que no soy solo un vampiro. Oh, ha pasado tanto tiempo
desde que compartí este secreto con alguien…

Mis ojos se abrieron de golpe cuando la señal interna se activó de nuevo.


Shayla debía estar cruzando debajo de mí una vez más. Como ella iba en la
dirección opuesta, debía haber completado su tarea. Necesitábamos movernos.

—Lo que sea que quieras decir, puede esperar —dije, sintiéndome
repentinamente mucho más sobria—. Hay que asaltar el castillo.

Echó un vistazo a donde estaba el puente a pesar de que todavía está oculto a
nuestra vista.

—Lo mejor es esperar hasta más tarde, donde hay menos personas para
detenernos.

—No ese castillo. —Señalé sobre su hombro—. Belvedere.


—Deberías haberte quedado atrás —murmuró Ian por segunda vez—. He
hecho esto antes y te aseguro que las fuentes de Dragón Rojo están protegidas
con mayor seguridad que Fort Knox. Además, estás tan borracha que apenas
puedes caminar.

—Todavía puedo pelear —le dije. Habría sonado más rudo si no hubiera
terminado mi alarde con un fuerte eructo, pero bueno—. Deja de quejarte y
vamos a hacer esto.

Luego me levanté de un salto y pateé la roca frente a mí con ambos pies. El


túnel estaba detrás de ella; podía sentirlo. Pero aunque la roca se rompió como si
fuera golpeada por una bola de demolición, no se rompió a través del caparazón
infundido por la magia alrededor del túnel.

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Una alarma comenzó a sonar, y no fue solo el doloroso sonido en mi cabeza
después de ese esfuerzo. Ian me empujó hacia atrás antes de que pudiera
reaccionar. Luego ejecutó rápidamente una serie de movimientos de manos. El
caparazón frente a nosotros se rompió bajo su hechizo, revelando el túnel detrás
de él.

—Liiiindo. —Realmente era excelente con la magia táctil.

Le lancé una sonrisa mientras corría dentro del túnel.

—Deberías ver qué más puedo hacer con mis manos.

Dejé pasar eso y tropecé tras él, maldiciendo cuando mis piernas no se
movieron en pasos suaves y coordinados como las suyas.

—No te molestes —dijo, girándose para detenerme en medio de


tambalearme—. Necesitamos que alguien se quede aquí y detenga a cualquiera
que baje por el otro extremo del túnel. ¿Aún puedes hacer magia?

—Por supuesto —dije, ofendida.

—Entonces te quedas.

Quería discutir, pero teníamos que evitar que nos encajonaran. Además, mi
cuerpo podría no estar cooperando, pero mi magia aún funcionaría. Ojalá. Asentí
y me senté justo donde había estado parada.

—Sigue. Grita si necesitas ayuda.


—No la necesitaré —dijo y desapareció en la siguiente curva.

Casi de inmediato, escuché lo que sonaban como explosiones, luego el sonido


agudo de gritos. El túnel se estremeció mientras los gritos se cortaron
bruscamente y una nube de polvo llenó el aire. Sonó otra ronda de gritos
rápidamente silenciados, luego otra explosión que hizo temblar las paredes.
Finalmente, una oleada de magia rodó por el túnel. Disminuyó con la distancia,
pero cuando me alcanzó, todavía era lo suficientemente fuerte como para picar.

¿En qué tipo de poder de fuego sobrenatural había entrado Ian?

—¡Ian! —grité, tambaleándome hasta ponerme de pie—. ¡Ya voy!

—¡Quédate allí! —Le oí gritar, y me sorprendió lo loco que sonaba—. ¡Tengo

113
esto!

¿Ian había hecho todo eso? Tenía que admitirlo, quería ver los detalles por mí
misma. Pero luego escuché unos pasos que llegaban desde el otro extremo del
túnel y recordé lo que se suponía que estaba haciendo. Cierto, el hechizo de
bloqueo.

Comencé a formularlo, frustrada cuando algo que debería haberse producido


fácilmente ahora se sentía como si hubiera tomado toda mi concentración.
¡Maldito sea ese Dragón Rojo! Me estaba pateando el trasero peor que cualquier
oponente en los últimos tiempos. Cuando el grupo de guardias apareció a la
vista, el hechizo de bloqueo aún no estaba listo.

Si actuara en mi capacidad oficial, me identificaría como Guardiana de la Ley,


los arrestaría y luego los llevaría ante el consejo por retener a alguien para
producir una sustancia ilegal. Pero la orden sellada por el hechizo de Ian
significaba que no podía hacer nada de eso. En mi estado de intoxicación, ni
siquiera lo lamentaba.

—Ustedes —dije, señalando a los dos primeros vampiros mientras trabajaba


rápidamente un hechizo mucho más simple—. Meld.

Se dispararon uno contra el otro como si fueran tirados por un superconductor


magnético. Luego sus cuerpos se fundieron hasta formar un torso de doble
tamaño, dos cabezas y ocho extremidades.

—Meld, meld, meld —dije, señalando a los siguientes tres.


Se estrellaron en la masa de carne con la misma fuerza. Pronto, todas las
extremidades que iban en direcciones diferentes hicieron que la masa de carne
cayera continuamente, se enderezara y cayera de nuevo.

—¿Qué me recuerdas? —me pregunté, ladeando la cabeza—. ¿Vampiro


ciempiés? ¡No, espera, vampiro ajustado!

Los dos últimos guardias vampiros estaban retrocediendo ahora. Agité mi


dedo hacia ellos.

—Ah, ah, ah. Meld, meld.

Gritaron cuando se unieron a la pila. Sus gritos y los aullidos de los otros
guardias me hicieron estremecer.

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—Oh, paren. Esto desaparecerá en unas pocas horas. Deberían escuchar lo que
está pasando en el otro extremo del túnel. Eso sonaba permanente.

La enorme masa de vampiros aullando podría estar haciendo que me palpitara


la cabeza, pero sirvió para asustar al siguiente grupo de guardias que corrían por
el túnel. Di un gesto de aprobación mientras corrían en otra dirección después de
ver qué había sido de sus amigos. Pero un guardia más bajó por el túnel y no se
detuvo cuando vio la masa de vampiros retorciéndose y rodando. En su lugar, se
abrió paso alrededor de ello para pararse frente a mí.

No tenía tiempo para esto. Todavía tenía que terminar mi hechizo de bloqueo,
que estaba tomando para siempre.

—Tus amigos que corrieron fueron inteligentes —le dije—. Sé como ellos y
vete.

Me mostró sus colmillos.

—No me asustas, bruja. También conozco hechizos. —Y comenzó a recitar el


comienzo de una maldición letal.

¿No podía hacer eso mientras estaba en el vampiro ajustado, o era ciempiés?
Lo que sea.

—Mi hechizo de matanza es más rápido —dije, sacudiendo mi mano en un


hechizo viejo y táctil—. Splat.
Él explotó, pero solo en secciones en lugar de un mejunje como debería haberlo
hecho. Fruncí el ceño. Mi fuerza debe estar menguando. Con suerte, era porque
estaba canalizando suficiente para alimentar el hechizo de bloqueo. Ese era
mucho más importante… ¿y cuando me caí? La última vez que lo comprobé,
había estado sentada, pero ahora estaba tendida en el suelo del túnel y me dolía
la cabeza como si un equipo de mineros estuviera buscando oro. Peor aún, podía
sentir que más personas venían por el extremo opuesto del túnel. Del oleaje
mágico que los precedía, eran verdaderas brujas.

Tenía que terminar este hechizo de bloqueo ahora. Busqué una fuente de
energía adicional. No podía hacerlo desde los verdaderos nacidos o practicantes
en el castillo. La magia se vinculaba a su dueño. Pero había algo cerca… sí, el
estanque ¿Cómo no pensé en extraer energía del agua antes de ahora? Estar

115
borracho apestaba.

Estaba sacando todo lo que podía del estanque cercano cuando Ian apareció a
la vista. Estaba cubierto de sangre y suciedad y su esmoquin fue rasgado en
varios lugares, pero lo que realmente me desconcertó fue el bulto en sus brazos.
Era del tamaño de una bolsa de arpillera y olía a demonio y los vasos de chupito
de Dragón Rojo que había bebido.

—¿Qué es eso?

Dio una breve y admirada mirada a la carnicería más allá de mí antes de


responder.

—La fuente. ¿No estabas exagerando acerca de pintar las paredes, verdad? ¿Y
qué es eso?

—Vampiro ajustado —dije con desdén—. O ciempiés. ¿Qué quieres decir con
la fuente? ¿Era un bebé? —Horror me llenó y casi vomité todo el Dragón Rojo que
había consumido.

—No es un bebé —dijo con un gruñido—. Tampoco humano. Parece un


demonio perro alado. —Luego se movió para tener un brazo libre para
levantarme—. ¿Puedes caminar?

Me puse de pie, pero de inmediato me hundí. Mi fuerza había sido gastada


entre los hechizos y mi estupidez al emborracharme. Ian me atrapó antes de que
tocara el suelo, luego me levantó sobre su hombro.
—Más rápido de esta manera, de todos modos —murmuró.

Salió corriendo del túnel justo cuando finalmente terminé el hechizo de


bloqueo. Sellaba el túnel para que nadie pudiera entrar o salir. También formaba
un sello sobre el puente oculto y el castillo mágico. Ahora nadie podría dejar
ninguno de esos lugares por al menos una hora. Deberíamos estar lejos para
entonces, a menos que…

Esperaba no haber subestimado el jugo sobrenatural que había puesto en el


hechizo. Si es así, podría mantener a todos atrapados por minutos. Estaba tan
borracha que no podía decir cuánto había invertido. De hecho, pensaba que
podría desmayarme, y eso era conmigo siendo rebotada repetidamente en los
hombros de Ian mientras corría por el terreno irregular. Aunque hizo buen

116
tiempo. En unos momentos, la entrada a la Quinta Avenida de Central Park
estaba a la vista.

Entonces Ian se detuvo tan bruscamente que me catapulté sobre sus hombros.
Aunque no golpeé el suelo. Fui atrapada en el aire en lo que parecía una telaraña
gigante y pegajosa.

—¿Qué diablos es esto? —exigí.

—Mis pensamientos exactamente —respondió una voz fría en mandarín.

Me quedé helada. Conocía esa voz, podía distinguirla de entre miles.

—Xun Guan. ¿Qué estás haciendo tú aquí?


Capitulo 19

117
Ian no esperó una respuesta. Levantó la mano, ignorando mi grito de
“¡Detente!” y lanzó un hechizo a Xun Guan.

Tiré un hechizo protector al mismo tiempo. Ella voló hacia atrás por el impacto
del hechizo de Ian, y durante unos segundos de horror, no supe si él había
logrado matarla. Entonces Xun Guan se incorporó, su cabello negro que le llegaba
hasta la cintura se le caía de su impecable moño. Un gran agujero de curación
rápida estaba en su pecho. Podía oler el olor a quemado de la plata, pero mi
hechizo de protección debe haber protegido su corazón.

—Tú —le dijo a Ian con furia helada—. Por el crimen de usar magia para atacar
a una Guardiana de la Ley, te condeno a muerte.

—¡No! —grité—. No es lo que piensas. ¡Está conmigo!

Inclinó la cabeza y me lanzó una mirada que normalmente anunciaba la


decapitación instantánea de alguien.

—¿Y tú eres?

Claro, nunca me había visto en esta aparición antes.

—Veritas —dije, esforzándome contra la red invisible que me sostenía, pero


incapaz de moverme—. Soy Veritas, Xun Guan.
Cejas negras se alzaron. Luego la más pequeña de las muecas tocó su boca.

—La Veritas que conozco nunca se dejaría atrapar en una trampa tan obvia.

—Eso es cierto, pero estoy muy, muy borracha. —Entonces atrapé una de las
manos de Ian deslizándose detrás de su espalda. Estaba a punto de usar magia
táctil para lanzarle otro hechizo—. No —le dije—. Ella es una amiga, Ian.

—Puso una trampa mágica que casi nos atrapa a todos —respondió en un tono
sedoso—. Y acaba de amenazar con matarme.

—No sabía que eras mi compañero en la incursión secreta de esta noche —dije
en el tono más fuerte que pude reunir—. Acabamos de cerrar un importante
proveedor de Dragón Rojo y matamos a su fuente —mentí—. Es por eso que

118
estoy borracha. Tuve que probar un montón del producto para llegar a las
personas adecuadas.

Para crédito de Ian, ni una pizca de incredulidad se mostró en sus rasgos en


mi cadena de mentiras. En cambio, le hizo una reverencia alegre a Xun Guan.

—Siempre feliz de hacer mi deber cívico.

—¿Y esto? —dijo Xun Guan, haciendo un gesto hacia el paquete


ensangrentado y cubierto de mantas—. ¿Qué es esto? Apesta a Dragón Rojo.

Ian debió haber abandonado la fuente justo antes de lanzar ese hechizo a Xun
Guan. No sabía qué tipo de criatura había en esa manta (¿un demonio perro
alado, Ian lo había llamado?) pero si Xun Guan veía algo que ella consideraba
amenazador, lo mataría. O lo llevaría al consejo y el destino de la criatura sería el
mismo. De cualquier manera, no podía permitir eso.

—Alguien tuvo un bebé allí, probablemente para usar su sangre para


mezclarse con la de la fuente —dije rápidamente—. Huele a Dragón Rojo porque
la fuente se desangró cuando murió.

Mientras hablaba, empujé a través de mis sentidos ebrios para dirigir un solo
comando hacia ese paquete envuelto mientras Xun Guan se acercaba a él. Bebé,
pensé ferozmente cuando ella estuvo lo suficientemente cerca como para
levantarlo. ¡Conviértete en un bebé humano!
Un grito desgarrador sonó cuando Xun Guan se agachó y recogió el bulto.
Entonces casi grité de alivio cuando retiró la manta ensangrentada y reveló una
piel humana pálida y dos pequeños puños infantiles que se agitaban con furia.

Xun Guan se estremeció cuando el bebé siguió gritando.

—Uno de ustedes, tome esto —dijo, con una sacudida de su cabeza. Fue
entonces cuando me di cuenta de que no estaba sola. Dos Ejecutores salieron de
detrás de los árboles a unos veinte metros de distancia. Ninguno parecía ansioso
por llevarse al bebé chillón, pero no se atrevieron a discutirle.

—Lo tomaré —dije de inmediato—. Hay una cuna pública para dejar bebés en
la estación de bomberos, no lejos de aquí. Dejaré al niño allí.

119
—Hasta entonces, ¿tengo permiso para detener que grite? —le preguntó el
hombre moreno a Xun Guan.

Ella dejó escapar una breve carcajada.

—Podrías intentarlo, pero fracasarías. Las voluntades de los bebés están


demasiado enfocadas para ser afectadas por nuestro control mental. Los
humanos solo son susceptibles cuando son mayores. —Luego, su mirada de color
marrón oscuro se desvió hacia mí—. Demuéstrame que eres Veritas bajo ese
glamour. ¿Qué regalo de cumpleaños me diste la última vez?

A pesar de que todavía estaba tambaleándome, no necesitaba tiempo para


pensar.

—Un brazalete de jade de la primera dinastía imperial.

Ian silbó entre dientes.

—Ustedes dos deben ser amigas especiales para explicar un regalo como ese.

Xun Guan lo apuntó con un dedo a pesar de que no apartó los ojos de mí.

—A menos que no quieras vivir lo suficiente como para apelar tu sentencia de


muerte ante el consejo, guarda silencio.

—Xun Guan, te lo dije, estaba conmigo...


—Él no debería haber estado —dijo secamente—. Solo Ejecutores o
Guardianes están permitidos en incursiones de este nivel.

—¿Crees que puedes llevarme a algún lugar en contra de mi voluntad? —La


sonrisa de Ian era un desafío abierto—. Pruébalo y te mato.

Xun Guan sacó su espada y el acero antiguo y elegante atrapó la luz de la luna.
Luego la inclinó y una línea pálida apareció a través de la garganta de Ian. Como
era su costumbre, había marcado el lugar que pretendía cortar.

—¡Xun Guan, no! —dije, una idea loca se me ocurrió—. ¡Ian tenía todo el
derecho de estar aquí como mi respaldo!

Xun Guan no relajó su postura.

120
—¿Qué ley lo protege como reclamas?

Tragué un suspiro de aire. Lo necesitaría para ayudarme a salir de esta


monstruosa mentira.

—La ley les da a los cónyuges permiso para ir a cualquier lugar donde esté su
esposo o esposa.

—¿Qué? —dijo Ian con toda la incredulidad que mostraba Xun Guan.

—No —susurró Xun Guan—. No puede ser tu marido.

Traté de reír, pero salió como una risita aguda.

—Íbamos a esperar para contárselo a todos, pero salvar su vida tiene prioridad
sobre estropear la sorpresa...

—¿La sorpresa? —repitió Ian, su tono rozando el estridente.

Volví a reír y fue peor. Las brujas cacareando envidiarían lo que había salido
de mi boca.

—No le hagas caso, todavía se está acostumbrando al matrimonio. Pero como


mi marido, él tiene permiso para ir a donde yo vaya. Es por eso que fue mi apoyo
esta noche. Le enseñé ese hechizo en caso de que me metiera en problemas, lo
cual tenía todas las razones para creer cuando me atrapaste en esa red y no te
identificaste como una Guardiana de la Ley.
Finalmente, Ian superó su horror lo suficiente como para entender a dónde iba
con esto. Todavía parecía desconcertado, pero dejó de discutir. Xun Guan no lo
hizo.

—Sé quién es —dijo rotundamente—. Me cuesta creer que te rebajarías para


casarte con alguien como él.

Ira brilló en la mirada de Ian. Luego se desvaneció y sonrió con sensualidad


exuberante.

—Te sorprenderías de lo que puedo lograr que la gente haga.

—Tus artimañas se desperdician en mí —dijo Xun Guan con frialdad.

—Obviamente —continuó con el mismo ronroneo—. Eres demasiado sexy

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para Veritas. Si bien normalmente lo encuentro excitante, no comparto lo que es
mío. Así que… —Movió sus dedos en una clara traducción de retrocede.

Xun Guan le lanzó otra mirada fulminante antes de volver a mirarme.

—Entiendo por qué no se lo dirías al consejo, pero ¿por qué me ocultarías las
noticias de tu matrimonio?

Escuché la leve vacilación en su voz con esa última palabra y me sentí muy
mal. Odiaba mentirle. Xun Guan era preciosa para mí, pero ese era el punto. No
podría arriesgar su vida si pelearan. Tampoco podía arriesgarme a llevar a Ian
ante el consejo. Él diría algo digno de muerte en cinco minutos. Mentir era la
mejor manera de salir de esto, y aunque le dolía, también la salvaba. Y a él. Eso
importaba más que la incomodidad temporal de alguien.

—Sabías que no lo aprobarías —dije en voz baja.

Parpadeó y podría haber sido un truco de la luz de la luna, pero pensé que vi
una lágrima. Entonces su hermosa expresión se endureció.

—Demuéstrame que es tu marido.

—¿Quieres interrogar a los testigos de la ceremonia de matrimonio? —Si era


así, ¿a quién podría decirle que estuvo allí…?

—No, repitan sus votos —declaró Xun Guan—. Ahora.


—Xun Guan. —Mi voz era aguda por el temor estallando en mí—. Pides
demasiado. Ya sabes cómo aprecio mi privacidad.

—Él no lo hace —dijo, usando su espada para apuntar en dirección a Ian—.


He visto uno de sus muchos videos en Internet. Me pides que ignore un atentado
mágico contra mi vida y que lleves a un civil a una redada de alto nivel. No puedo
hacer eso sin pruebas. Si él es lo que dices que es, ¿por qué dudar en repetir sus
votos?

La mirada de Ian se giró hacia mí. El horror que contenía hizo que mi cuerpo
se convirtiera en hielo. Iba a negarse. Entonces Xun Guan iba a levantar su espada
e Ian conjuraría un hechizo de muerte y no podría interponerme entre ellos
porque estaba atrapada en esta maldita red. El pánico aumentó hasta que vibré

122
por él. Tenía que detenerlo antes de que destruyera nuestro único intento de
resolver esto sin que alguien muriera.

Congelar, pensé con urgencia, tratando de quitarme el poder necesario. ¡Por el


amor de todos los dioses, congela!
Capitulo 20

123
Mi poder se derramó. No en su destello habitual, sino como una niebla
dispersándose, por lo borracha y agotada que estaba. Por unos momentos, vi
como la boca de Ian se abrió para protestar y la espada de Xun Guan comenzó a
levantarse. Luego, disminuyeron la velocidad hasta que ambos se congelaron
donde estaban. No estaba segura de haber invocado suficiente poder para
encapsular más que los dos hasta que vi que el Ejecutor rubio se congeló a mitad
de rascarse las bolas y la cabeza de la Ejecutora estaba medio inclinada para
poder ver mejor el culo de Ian.

El único que no se congeló fue la criatura en las mantas sangrientas. Pequeños


brazos seguían batiéndose en el aire mientras sus lamentos hacían que mi cabeza
se sintiera como si se fuera a partir. Sin embargo, demostró que Ian tenía razón.
Solo los demonios y otros parientes de demonios eran inmunes a este tipo de
magia.

Liberé a Ian de su estasis y comencé a hablar rápido.

—No puedo mantener esto por mucho tiempo, así que sé razonable. No me
gusta la idea de casarme contigo, pero tenemos que hacer esto. ¿Prefieres morir?

—Sí —dijo de inmediato.

De acuerdo, no había esperado una respuesta tan intratable.

—Pero no es que el matrimonio sea real.


—Repetir votos frente a testigos lo hace real. —Comenzó a caminar frente a
donde me encontraba atrapada. También siguió dando a la forma congelada de
Xun Guan varias miradas peligrosas—. ¿Por qué no nos vamos? Ella ciertamente
no puede detenernos ahora.

Como si no hubiera pensado en eso.

—Por supuesto. Sácame de esta red y vámonos.

Lo intentó y comenzó a maldecir cuando su primer toque hizo que las mismas
hebras increíblemente pegajosas se engancharan en su mano y no la soltara.
Pronto, estaba usando todos los trucos de magia que conocía en un intento de
liberarse, y su mano siguió atascada.

124
—No es tan fácil como pensabas, ¿verdad? —dije sarcásticamente—. Este
hechizo solo puede ser revocado por la misma persona que lo lanzó, y lo sé
porque se lo enseñé a ella.

Me dio una mirada tensa.

—Pero los vampiros nunca pueden divorciarse. Peor aún, ¡nuestras leyes dicen
que puedes matar a cualquiera que me folle!

—Oh, ¿ahora te importan las leyes?

—Me importa mi libertad. —Al instante—. Es todo lo que me queda.

Me aproveché de eso.

—Eso es correcto, uno de nosotros probablemente morirá antes de que esto


termine con Dagon, ¡así que no estás sacrificando tu libertad si esa resulta ser yo!

—Y si fuera yo, moriría casado. —Se estremeció—. Prefiero arriesgarme a una


pelea con ella.

El contorno alrededor de mi pequeña burbuja de tiempo comenzó a vacilar.


Pronto, caería. Solo tenía unos segundos.

—Y si te mata, irás directamente al infierno, ¿o has olvidado el reclamo de


Dagon sobre tu alma?

Le dio a Xun Guan otra mirada fulminante.


—No puede matarme debido a las marcas de Dagon en mí.

—Es una Guardiana de la Ley de dos mil años que sabe sobre marcas de
demonios. Cuando su espada no haga el truco, te apuñalará los ojos con el hueso
de demonio que siempre lleva sobre ella.

—No si la mato primero —respondió sombríamente.

—No puedes —dije, angustia se apoderó de mí ante la idea.

Una sonrisa áspera curvó sus labios.

—Así que tenía razón sobre ustedes dos. Parece que rompiste tu regla de
“ningún vampiro” por ella.

125
Apelar a su razón y sentido residual de misericordia no estaba funcionando.
Tenía que intentarlo conseguir por su egoísmo.

—Digamos que la matas. También tendrías que matar a los Ejecutores, ya que
nunca dejarán que su muerte se pase por alto. Entonces tendrías Guardianes,
Ejecutores y el consejo pidiendo por tu sangre más un demonio enfurecido tras
de ti. Incluso si no te dejara con ellos por asesinar a mi amiga, y lo haría, ¿cuánto
tiempo crees que duraríamos con ese tipo de presión sobre nosotros? ¿Estar
técnicamente casado conmigo no vale la pena que perder tu alma y perder tu tan
esperada venganza contra Dagon?

Por fin, me di cuenta de que había golpeado un nervio, pero esa terquedad no
dejó su expresión.

—¿Y bien? —presioné.

Me lanzó una mirada hostil.

—Estoy pensando.

—El hechizo va a caer —le advertí.

Otra mirada fulminante.

—Y dije que todavía estoy pensando.

Estaba temblando por todas partes tratando de mantener esta área congelada.
Toda la tensión hizo que náuseas se dispararan en mi garganta.
—Incluso si los dos sobrevivimos, no te impondré mi reclamo —dije
desesperadamente—. De hecho, lo primero que haré es dejarte en ese burdel de
Polonia y pedirte una nueva orgía de carnaval, ¡lo prometo! —Entonces vomité,
rociando una corriente de color carmesí sobre él mientras perdía mi lucha contra
las náuseas—. ¿Ves? —logré decir cuando terminé de vomitar—. Voto sellado
con un juramento de sangre.

Se miró con disgusto.

—Esto es todo lo que sabía que sería el matrimonio.

—Tomaré eso como un sí —murmuré, y agradecidamente dejé caer el hechizo.

Xun Guan pareció sorprendida de encontrar repentinamente a Ian detrás de

126
ella en lugar de delante. Luego sus ojos se agrandaron cuando vio el vómito
sangriento cubriéndolo.

—¿Qué? ¿Cómo? —exclamó.

—Me vio enfermarme y se apresuró a ayudar —dije. Entonces dejé escapar


una pequeña y temblorosa risa—. Y quedó atrapado en tu red por sus esfuerzos,
como puedes ver.

Sus profundos ojos marrones se estrecharon mientras miraba dónde había


estado parado Ian antes y dónde estaba ahora.

—Nadie puede moverse tan rápido —dijo, casi para sí misma.

—Excepto yo —respondió él, con un borde en su tono—. Ahora, si fueras tan


buena como para liberarnos.

Su mirada se encontró con la mía.

—No antes de probar su reclamo.

Ian rasgó su camisa con la mano que no estaba pegada a la trampa mágica de
Xun Guan. No estaba segura de a dónde iba con eso, o por qué se arrancó la
chaqueta a continuación. Luego lo vi agarrar su arma de tres puntas, la tela caída
ocultaba lo que hizo de la mirada de Xun Guan, y aspiré un suspiro horrorizado.

¡Me había engañado! ¡Tenía la intención de luchar contra ella todo el tiempo!
Ian tiró la cabeza del tridente al suelo y el aire me abandonó como si hubiera
sido golpeada por un ariete.

—No voy a repetir mis votos mientras estoy cubierto por vómito de Dragón
Rojo —dijo, usando su chaqueta para limpiar las últimas manchas de su pecho
desnudo. Luego usó su lado limpio para limpiarme la cara también—. Hermosa
como siempre —dijo con una pequeña sonrisa cuando terminó. Luego le dio una
mirada despectiva a Xun Guan—. Necesitará sus manos libres, ¿o has olvidado
lo que implica la repetición de la ceremonia?

Xun Guan me miró mientras decía las palabras necesarias para sacar el poder
de la red. Cuando se desvaneció, caí del aire y aterricé en los brazos de Ian. Me
sostuvo por un segundo, mirando hacia las puertas cercanas, como si

127
contemplara correr hacia ellas conmigo sobre su hombro. Luego, con otra sonrisa
torcida, me puso de pie y recogió el arma que había arrojado recientemente al
suelo.

Sabía lo mucho que no quería hacer esto, por lo que me sorprendí cuando no
dudó antes de cortar su palma con la punta afilada de plata de la punta del
tridente.

—Por mi sangre, declaro que eres mi esposa —dijo, y luego me tendió la mano
ensangrentada y el arma.

Fui yo quien tembló cuando acepté el arma. Nunca en todos los largos años de
mi vida esperé hacer esto con nadie, y mucho menos con él. Aunque era una
farsa, aún se sentía más trascendental de lo que podía manejar.

—Por mi sangre —dije mientras cortaba una línea en mi palma y luego tomé
su mano para que el voto fuera hecho mientras nuestra sangre se mezclaba—.
Declaro que eres… mi esposo.

Un suave sonido escapó de Xun Guan y cerró los ojos. Los dos Ejecutores no
lo hicieron. Se movieron y pasearon su mirada alrededor como si trataran de
aliviar su aburrimiento. Su apatía no importaba. Hicimos el voto frente a testigos.
Eso era todo lo que hacía falta para que un matrimonio de vampiros fuera
válido… y para siempre.

—Estabas diciendo la verdad —susurró Xun Guan—. Realmente es tu marido.


Ian gruñó.

—También me tomó por sorpresa, amor.

Sus ojos se abrieron de golpe.

—No me hables tan familiarmente. Puede que ya no exija tu vida, pero no eres
mi igual.

—Oh, en eso estamos de acuerdo —dijo Ian con un brillo en sus ojos.

Después del precio que pagué para evitar que pelearan, no estaba dispuesta a
dejarlos comenzar por esto. Cambié rápidamente el tema.

—Nunca mencionaste por qué estabas aquí con una trampa lista esta noche,

128
Xun Guan.

Finalmente apartó la mirada de Ian.

—Un amigo en la estación de policía me dijo que varias personas habían


reportado haber visto un troll arrastrando montones de oro por Central Park. —
Su boca se curvó hacia abajo—. Eso sonó lo suficientemente inusual como para
investigar.

Por dentro, gemí. Nechtan. Su regalo para mí había costado mucho más de lo
que valía. ¿Por qué no había dejado caer su glamour antes de caminar de un lado
a otro por el parque? ¿No se dio cuenta de que habría espectadores incluso a estas
horas?

—Para empezar, ¿qué estabas haciendo en Nueva York? —presioné—. Pensé


que estabas en Frankfurt.

Apartó la mirada.

—Estaba asesorando a algunos Ejecutores aquí...

—Pero fue tu idea que nos fuéramos de Frankfurt y viniéramos aquí —


interrumpió la Ejecutora antes de que Xun Guan la mirara como un láser para
callarla.

Ian se echó a reír.


—Estabas siguiendo a Veritas, ¿verdad? Qué acosadora. ¿Estabas siendo
moderna y siguiéndola a través de tarjetas de crédito y señales de teléfonos
celulares? ¿O lo hiciste a la vieja escuela y usaste un hechizo de localización?

—No seas ridículo —comencé, luego me detuve mientras una expresión medio
tímida y medio enfadada cruzaba el rostro de Xun Guan—. ¿Realmente me
estabas siguiendo? —Respiré, sorprendida—. ¿Por qué?

—Estaba preocupada por ti —dijo en tono defensivo—. Te has estado


comportando erráticamente durante meses. Luego pediste una licencia de tu
papel de Guardiana. ¡Nunca has hecho eso antes!

No lo había hecho, pero no quería que nada me distrajera de encontrar a Ian y


de matar a Dagon, incluso un trabajo al que había dedicado la mayor parte de mi

129
vida.

—Todos tienen derecho a unas vacaciones.

—Esto no fue vacaciones. —Su gesto de mano furioso abarcó a Ian—. ¡Te ataste
en matrimonio! Eso es un acto de locura...

—Estamos de acuerdo otra vez —murmuró Ian.

—¡… y lo sabes! —continuó Xun Guan, sus ojos lanzando dardos enojados a
Ian antes de volver a mí—. ¡Es un prostituto que desprecia la ley! ¿Cómo pudiste
casarte con él?

Estaba a punto de responder, pero Ian se paró en la cara de Xun Guan.

—¿Follamos en algún momento y me olvidé de eso? ¿Por eso me detestas


tanto? ¿O es porque te estás dando cuenta de que tu amor no correspondido por
mi esposa ahora no será correspondido para siempre?

Sus ojos pasaron del cacao al verde brillante.

—¿Cómo te atreves…?

—Suficiente —dije bruscamente—. Se atreve porque lo has insultado varias


veces. Eso también me insulta, y no lo tendré. Tomo en cuenta tu opinión, Xun
Guan. Ahora, guárdala para ti misma.
El perro demonio disfrazo con glamour comenzó a gritar más fuerte,
recordándome que teníamos que salir de allí. Mi hechizo de bloqueo debía estar
manteniéndose en el castillo y el túnel, pero pronto caería. No me importaría si
los distribuidores de Dragón Rojo restantes se encontraran con Xun Guan, pero
no quería que vampiros, brujas y magos inocentes se encontraran cara a cara con
un Guardiana de la Ley y dos Ejecutores esta noche.

—Este niño necesita ser devuelto a los humanos —dije, recogiendo el paquete
envuelto—. Y como puedes ver, no hay trolls ni oro, así que las llamadas fueron
una broma, lo del antro de Dragón Rojo ha sido resuelto y estoy cansada. ¿Si no
hay nada más?

—Hay más —dijo Xun Guan con otra mirada aguda a Ian—. Pero puede

130
esperar.

—Encantado de conocerte —dijo él arrastrando las palabras—. Los cuatro


deberíamos cenar pronto.

—¿Cuatro? —repitió ella—. Hay cinco aquí.

—No ellos —dijo, desestimando a los dos Ejecutores—. Me refería a ti, a mí, a
Veritas, y a tu rabioso caso de celos.

—¡Ian! —espeté, viendo a Xun Guan erizarse. Dioses, ¿esta noche no


terminaría sin derramamiento de sangre entre ellos?

Me dio unas palmaditas en el brazo.

—No te preocupes, he terminado con ella por el momento. Ahora,


acomodemos a este niño para que podamos comenzar a celebrar adecuadamente
nuestra noche de bodas más reciente.

Sentí los ojos de Xun Guan en mí cuando salimos de Central Park, pero eso no
fue lo que me desconcertó. Fue la emoción peligrosa que sentí mientras me
preguntaba si Ian había dicho la última parte porque todavía estaba
representando su papel… o si hablaba en serio.
Capitulo 21

131
Mi emoción solo duró hasta que volvieron las náuseas, que sucedieron en
menos de una cuadra. Allí, vomité lo que parecía una escena de asesinato en la
acera. Después de eso, Ian tuvo que llevarme a mí y al pequeño demonio
mientras nos llevaba de vuelta al hotel. Caminar hubiera sido más fácil sobre mi
estómago que esas inmersiones aéreas y giros, pero no queríamos que nadie viera
dónde estábamos alojados. Sin embargo, un astuto vampiro que nos estuviera
siguiendo podría haber sido capaz de escucharnos. Entre los gritos del demonio
y mis arcadas, pude entender por qué Ian siguió maldiciendo entre dientes. Lo
que estaba menos claro era por qué no nos había abandonado a los dos fuera del
parque.

Para cuando finalmente regresamos a nuestra suite del hotel, los tres
estábamos salpicados de vómito. Ian nos llevó directamente a la ducha, la abrió
y nos puso a mí y al pequeño demonio en el suelo de la ducha debajo del spray
limpiador. Esperaba que se fuera, pero me desabrochó el vestido, me ayudó a
quitármelo y se agachó en el suelo a mi lado.

—¿Qué estás haciendo? —murmuré.

—Me estoy limpiando mientras me aseguro de que no te desmayas y te ahogas


con tu propio vómito —respondió, entregándome varias toallas—. Dime si
necesitas ayuda.
—¿No hay insinuaciones sobre qué partes prefieres lavar? —dije en un débil
intento de humor.

Él me dio una sonrisa sardónica.

—Entre una boda de penalti, esa cosa constantemente llorando, y ser


empapado repetidamente por tu vómito, estoy temporalmente fuera de la
insinuación.

No debería haberme dejado nada por estar aún borracha, pero debí haberlo
hecho, porque hice algo que no había hecho en casi seiscientos años: Comencé a
llorar.

—Lo siento. Realmente lo hago. Me siento tan mal por todo esto…

132
Sorpresa número diez mil: Obviamente, Ian no podía soportar las lágrimas de
una mujer. Se levantó en un instante, frotándose torpemente la cara con un paño
mientras palmeaba mi hombro con la otra mano.

—Vamos, vamos, detén eso. No es tan malo, supongo. He estado cubierto de


sangre y vómitos innumerables veces antes, y probablemente debería
acostumbrarme a los chillidos demoníacos, considerando el lugar en el que
terminaré.

—Te liberaremos de Dagon —dije—, pero si no lo hacemos, hablaré bien de ti


con uno de los chicos de abajo. —Luego me soné la nariz en la toalla antes de
devolvérsela a Ian. Demasiado tarde, me di cuenta de lo grosero que era eso y la
cogí de nuevo—. Uh, lo siento. No estaba pensando…

—Claramente no —dijo con un resoplido—. Conoces a alguien en las entrañas


del submundo, ¿verdad? ¿Algo más que quieras revelar antes de que te pongas
sobria?

—Dioses, no —gemí, dejando caer mi cabeza sobre mis rodillas. Solo debía
pasarlo antes de que dijera algo más de lo que me arrepintiera.

Un fuerte golpe en mi tobillo hizo que mi cabeza se levantara de nuevo. El


bebé me miró, la pequeña mano preparada para golpearme de nuevo si seguía
ignorándola. Bien, tenía que dejar caer su glamour y ver con qué tipo de demonio
estábamos tratando.
—Revelar —dije, tan agotada que recurrí a la magia hablada.

A la vez, su piel rosa gordita se convirtió en plumas tan cortas, suaves y


esponjosas que se parecían a la piel. Luego su nariz y boca se alargaron en un
hocico. Sus ojos también cambiaron y sus brazos y piernas se estiraron en algo
que se parecía a patas. Eso no tenía cola, pero tenía dos alas que empezaban a
menearse provisionalmente cuando extendí la mano y le di unas palmaditas en
la cabeza.

—Oh, eso es lo que eres —le dije con alivio. A Ian le dije—: No te preocupes,
él es inofensivo.

—Parece un pequeño Samoyedo con la melena y las alas de un león —


respondió, mirando a la criatura.

133
—Es un simargl —dije—. Los simargls tienen toda la lealtad de un perro
combinado con las mejores cualidades de un demonio…

—¿Sería eso la codicia? ¿O el narcisismo?

—Combinado con la dulce inocencia de un niño —continué mirándolo—.


Recibir uno es un gran honor.

—¿Recibir? —dijo, con un resoplido—. ¿Es así como los niños lo llaman en
estos días?

Él era tan burdo.

—Los simargls son creados, no reproducidos.

Él puso los ojos en blanco.

—No sabía que todavía no habías tenido esa charla. Bien, pequeña Guardián,
cuando a un perro demonio realmente le gusta otro perro demonio, se dan
mutuamente un abrazo especial y…

—¡Basta! —dije, salpicándolo.

Él solo sonrió.

—Al menos has dejado de llorar.


Él tenía razón. Ahora estaba irritada. Se sentía mucho mejor que el
agotamiento, la preocupación, la culpa y las náuseas que me habían agarrado.
Como estaba casi toda limpia ahora, recogí una de las telas y comencé a lavar
todas las diferentes manchas del simargl. Él se estremeció bajo mi toque, luego
se relajó cuando vio que no iba a hacerle daño. Pobre cosa. No había tratado de
correr, incluso cuando esperaba el dolor. Ahora desearía haber matado a todos
los vampiros que estaban ayudando a mantenerlo prisionero. No había estado
exagerando cuando dije que los simargl eran atesorados debido a lo raros que
eran. Ver a alguien tan mal usado me puso furiosa.

El simargl movió su cabeza para permitirme acceder mejor a sus orejas cuando
limpié detrás de ellas. La dulce criatura estaba tratando de complacerme a pesar
de que no le había dado ninguna razón para confiar en mí. Debía considerarme

134
su nuevo dueño ya que los simargls normalmente solo cambiaban de manos
cuando se les daba un nuevo protector. Seguí lavando hasta que el pelaje del
simargl se vio más plateado que la ceniza, resistiendo la necesidad de darle la
vuelta al simargl para que Ian pudiera ver qué tan malo había sido su comentario
sobre el “abrazo especial”. Simargls no tenía genitales. La única razón por la que
podía decir que se identificaba como macho era por sus orejas. Él los había
preparado para ser puntiagudas en lugar de más redondeada, algo que los
machos simargls identificados tendían a hacer.

Ian ladeó la cabeza.

—Lo tratas como si fuera frágil, cuando debe ser duro, de lo contrario no
habría sobrevivido.

Le di una mirada llana.

—El hecho de que pueda soportar las dificultades no significa que no debería
experimentar la misericordia.

—Supongo que eso es cierto —dijo, sosteniendo mi mirada—. También es por


eso que no asesiné a tu amiga esta noche.

El cambio brusco en el tema me dejó mareada, o tal vez eran los restos
intoxicantes que quedaban en mi sistema.

—¿Qué?
—Estás lamentando lo que he descubierto sobre ti, pero no deberías —dijo,
estirando sus piernas—. Si no hubieras estado tan ciega como borracha, nunca
habrías revelado tu papel en el rescate de Katie.

—¿Ese es su nombre? —El consejo no se había molestado en decírmelo cuándo


dictó su sentencia de muerte.

—Lo es ahora. —La voz de Ian se suavizó—. Esos idiotas solo le dieron un
número cuando unieron sus genes para agregar ADN de ghoul a su composición
de medio vampiro, pero uno de los soldados que capturaron cambió “K80” a
“Katie” para que tuviera un nombre real. Cat y Bones lo mantuvieron cuando
finalmente la encontraron.

Tuve que apartar la vista debido a la repentina puñalada en mi corazón.

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—Sí, los nombres son importantes —susurré—. Especialmente después de
haber sido tratado como una cosa en lugar de una persona. —Durante mucho
tiempo, no había sido considerada digna de un nombre, tampoco. Esa era otra
cosa que le debía a Dagon. Entonces, necesitando detener esos recuerdos antes
de que me destrozaran en mi estado debilitado, agregué—: Pero ¿qué tiene esto
que ver contigo y con Xun Guan?

Algo duro se asentó sobre sus rasgos.

—Hay pocas personas que realmente me importen en este mundo. Ya sabes


que Mencheres es uno de ellos. Bones es otro, y Katie es hija de su esposa. Si
hubiera creído que habías ayudado en la ejecución de Katie, hubiera asesinado a
Xun Guan delante de ti y lo hubiera considerado una venganza. Entonces habría
usado mi última orden para asegurarme de que continuabas ayudándome.

La temperatura del agua no había cambiado, pero de repente sentí mucho,


mucho más frío. El simargl sintió que la nueva y helada letalidad también venía
de Ian. Él se acurrucó detrás de mí, haciendo apenas gemidos audibles. Entonces,
justo así, la expresión de Ian se aclaró y esa frígida tensión se rompió.

—Pero ayudaste a Katie. Podría haberte costado tu trabajo e incluso tu vida si


eras atrapada, pero lo hiciste y ni siquiera la conocías. No eres amiga de sus
padres, tampoco. En verdad, no puedo entender por qué lo hiciste. Cat y Bones
puede que no se den cuenta de la deuda que tienen contigo, pero yo sí, y no
puedo pagar esa deuda asesinando a alguien que te importa. —Se detuvo para
dejar salir una autocrítica risa—. Incluso si eso significa convertirse en la
encarnación viva de mi peor pesadilla… un hombre casado.

Me conmovió el profundo sentido del honor detrás de sus acciones. Una vez
más, él había elegido sacrificarse a sí mismo en lugar de tomar la salida fácil. Ian
podía ser extremadamente selectivo sobre a quién daba su lealtad, pero una vez
que la daba, la mantenía con todo lo que tenía.

—Mencheres y Bones son muy afortunados de tenerte como su amigo —dije


con la mayor sinceridad. Entonces, porque sabía que odiaría ser continuamente
alabado por su buena acción, seguí adelante—. Y una vez más, permíteme decirte
que renuncio a todos mis derechos como tu esposa. En serio, celebrarás nuestra
victoria sobre Dagon con una nueva orgía en desfile no me importará, lo prometo.

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—Eso dices —respondió él con una sonrisa.

—Lo prometí con un voto de sangre. Y cuando los vampiros hacen un voto de
sangre, no lo rompes.

Su burla fue instantánea.

—Los vampiros rompen los votos de sangre todo el tiempo.

—Yo no —dije con firmeza.

—No, no lo haces. —Su tono era suave, pero la nueva intensidad en ella me
hizo temblar—. Alguien como tú no daría su palabra a menos que tuviera la
intención de cumplirla. —Luego extendió la mano y pasó un dedo por la curva
de mi mandíbula antes de atrapar una gota de agua que se aferraba a mi labio
inferior. No sé por qué no había ocurrido antes de eso, él estaba medio desnudo
y yo estaba vestida solo con mi sostén y mis bragas. Sí, estaba borracha, pero
debería haberlo sabido. Especialmente sobre cómo el agua se aferraba a la parte
superior de su cuerpo desnudo, como si detestara abandonar la ondulación
profunda de sus músculos.

Tal vez no me había dado cuenta antes porque me había sentido segura.
Apenas podía recordar la última vez que alguien me había hecho sentir así, y no
podía culpar a nadie sobre el Dragón Rojo que había consumido. Había estado
borracha antes y nunca había derramado ninguno de los secretos que le había
contado a Ian esta noche. No, por razones que desafiaban la lógica, confiaba en
Ian en un nivel en el que no había confiado en nadie desde Tenoch. No tenía
sentido, pero no podía negarlo. No con tantos de mis secretos puestos al
descubierto ante él. Pero ahora, esa sensación de seguridad cambió,
convirtiéndose en otra cosa. Algo mucho más fuerte y nada seguro, considerando
la ferocidad de lo que estaba sintiendo.

—No deberías tocarme así —susurré.

—¿Por qué? —Su voz era tan baja como la mía, pero la mirada en sus ojos no
era suave. Estaba llena de la misma oscuridad salvaje que ardía dentro de mí—.
¿Temes que me vaya a aprovechar de ti en tu estado de embriaguez?

—No —dije, acercándome a él—. Si sigues tocándome de esa manera, perderé


el control y me aprovecharé de ti.

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Su risa profunda y sensual se sintió como si rozara mis terminaciones
nerviosas más sensibles, dejándolas con ganas de más. Cuando se inclinó más
cerca, lo encontré a mitad de camino, y cuando puse mis manos sobre su pecho,
sentí lo mucho que me quería en la repentina tensión de sus músculos y el cambio
de sus ojos a la esmeralda más pura.

Fue por eso que me sorprendí cuando me tomó de las manos y me hizo
retroceder.

—No. Ya has hecho muchas cosas de las que te arrepentirás cuando estés
sobria mañana. No dejaré que esto sea una de ellas.

—¿Me estás rechazando? —pregunté con total incredulidad.

Una risa áspera se le escapó.

—Sí, y si mi pene pudiera hablar, estaría gritando su desacuerdo. Pero


mientras has sido más honesta conmigo borracha de lo que has sido sobria, no sé
si esto es real. Y si no lo es, entonces no lo quiero.

Hablaba en serio. Lo sentí en la finalidad de la forma en que me hizo


retroceder. Cuán admirable por su parte, maldita sea. Me apoyé contra la pared
de la ducha y dejé salir un suspiro frustrado.

—Tu inquebrantable sentido del honor es tu secreto más grande, ¿no es así?

Se rió más naturalmente esta vez.


—Nunca se lo digas a nadie. Mi reputación se arruinaría. —Luego me tocó la
cara con afecto en lugar de seducción—. Y tu mayor secreto es que eres un
demonio, como yo.

Tal vez era mi agotamiento. Tal vez todo lo que había bebido me golpeó con
su final y mejor tiro. De cualquier manera, hice lo que debería haber hecho antes
de revelar también muchos de mis secretos.

Me desmayé.

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Capitulo 22

139
Morder. ¡Morder, morder, morder!

—Basta —murmuré, golpeando a lo que fuera que me estaba mordiendo. Un


asustado chillido me hizo abrir los ojos y sentarme. Inmediatamente, deseé no
haberlo hecho. Incluso ese pequeño movimiento hizo que mi cabeza se apretara
como si estuviera siendo comprimida por un tornillo.

A través de las mantas apenas abiertas, vi al simargl meterse disparado debajo


de las sábanas. No recordaba haberme metido en la cama, y mucho menos al
simargl metiéndose en la cama conmigo, pero aquí estábamos los dos. Ahora,
había aterrorizado a la pobre cosa.

—Lo siento —dije, haciendo una mueca de dolor porque cada palabra hizo que
el martilleo despiadado en mi cabeza fuera aún más fuerte. Pero el simargl
todavía temblaba bajo las sábanas y odiaba haberlo asustado—. No estoy enojada
contigo —continué, tratando de canturrear mientras acariciaba las mantas sobre
él—. Está bien. Puedes salir.

Lentamente, su cabeza alcanzó su punto máximo. Sonreí alentadora a pesar de


que parecía que mi cara se separó del esfuerzo. Habían pasado casi mil años
desde la última vez que tuve una resaca. Era tan horrible como lo recordaba. Peor,
incluso. ¿Había ansiado la muerte para detener el dolor como lo hice ahora?
Finalmente, el simargl salió de debajo de las mantas. Una vez lo hizo, miró
suplicante a la puerta.

—¿Qué? —pregunté en confusión—. No necesitas salir a orinar; no tienes esas


partes.

Los gestos de mirar a la puerta, mirarme a mí del simargl se volvieron más


frenéticos. Algo lo había agitado. No sabía qué era, pero obviamente involucraba
el otro lado de la puerta.

Me levanté, luego instantáneamente agarré mi cabeza porque sentí que estaba


a punto de explotar. Solo logré no vomitar porque la idea de cuánto me dolería
me asustó de vomitar. Peor aún, el sol se había puesto. Toda esa luz que fluía a

140
través de las ventanas me hizo retroceder como si los rayos representaran un
peligro real, como todos los viejos mitos de los vampiros reclamaban. ¿Por los
dioses, el sol siempre había sido tan horriblemente, horriblemente brillante?

Un golpe en la puerta se sintió como si llegara a la parte de atrás de mi cráneo.

—Servicio de habitaciones —gritó una voz masculina.

¿Ian había pedido el desayuno? Si era así, entonces la detección del asistente
del hotel debió haber sido lo que había sacudido el simargl. No le gustaban los
extraños, a juzgar por cómo se encogía lejos de la puerta.

—Ya voy —murmuré, decidiendo que podía tomar un sorbo del cuello del
asistente, de todas formas. Tal vez un poco de sangre fresca y limpia ayudaría
con los golpes implacables en mi cabeza.

Estaba casi en la puerta cuando el simargl lanzó sus patas alrededor de mi


pierna y usó toda su fuerza para intentar detenerme.

—¿Qué? —comencé, luego miré a la puerta con un nuevo entendimiento.

No sentía algo amenazante al otro lado, ¡pero todo lo que el simargl estaba
haciendo era advertir del peligro!

—Ya voy —grité, cambiando de táctica mientras hacía un gesto al simargl para
que se escondiera debajo de la cama. Una vez que lo hizo, comencé a buscar mis
armas—. Solo tengo que ponerme mi bata…
La puerta se desprendió de sus goznes y casi me golpeó mientras volaba por
la habitación. Entonces, un asistente sonriente empujó un carrito de comida en el
dormitorio. Antes de que terminara de cruzar el umbral, los vampiros empezaron
a salir de debajo, así que el carrito pequeño me recordó al coche del payaso en la
casa polaca de putas.

No eran solo vampiros, me di cuenta cuando mi hechizo defensivo rebotó en


los primeros que golpeó. También eran verdaderas brujas, también conocidas
como demonios, y eso los hacía muy peligrosos. Mi hechizo de congelación no
funcionaría en ellos. Nada de la mayoría de mi magia, y difícilmente estaba
dispuesta a luchar cuando se trataba de conjurar algo más poderoso. Por eso me
lancé sobre ellos y comencé a pelearme a la antigua usanza.

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La puerta del otro dormitorio se abrió de golpe. Ian, vestido solo con vaqueros
negros, se unió a la refriega. Tras unos instantes captando sus movimientos por
el rabillo del ojo, me di cuenta de que debía haberse estado conteniendo en
nuestra primera pelea. Había sido formidable pero no imbatible entonces. Ahora,
parecía una parca con terribles problemas de manejo de la ira. Pronto, solo estaba
recibiendo a los rezagados porque Ian desgarraba la peor parte de los atacantes
con tan eficaz y alegre crueldad; dejó volar partes del cuerpo y gran parte de la
habitación del hotel fue demolida.

—¡Me encanta una buena matanza por la mañana! —gritó antes de que su
siguiente asalto aéreo condujera a cinco de ellos a través de la pared hasta la
siguiente habitación de hotel. Eso me dejó enfrentando a cuatro y me las arreglé
para encargarme de dos antes de que la cama se volteara, revelando al encogido
simargl gimiendo.

—¡Ahí estás! —exclamó el vampiro de piel nórdica y aspecto nórdico—. El


hechizo de rastreo de tu sangre del jefe no estaba mal después de todo.

Me lancé frente a él, agarrando al simargl y sosteniéndolo entre mi espalda y


la ventana.

—Acércate y te sacaré el corazón —advertí, sosteniendo mi muy


ensangrentado cuchillo de plata delante de mí para el énfasis.

El vampiro nórdico y su compañero moreno más moreno intercambiaron una


mirada antes de que miraran al carrito de comida detrás de ellos. Vibraba y la
magia tenía un fuerte sabor en el aire a su alrededor. Eso significaba que
probablemente contenía un portal. ¿De qué otra manera podría una docena o así
de brujas vampiro usarlo para entrar en esta habitación?

—¿Por qué no dejas de pelear? —dijo de repente el vampiro nórdico—. Todo


lo que queremos es la fuente. Dánoslo y te dejaremos vivir.

Su compañero de cabello colorado gruñó.

—Eso no es lo que ordenó el jefe.

El rubio le dirigió una mirada que decía: ¡Estoy mintiendo, estúpido! Luego me
sonrió como si no hubiera notado el subtexto.

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—Vamos, no quieres morir por una versión peluda de heroína, ¿verdad? Y
créeme, tu otro amigo viene con nosotros de una manera u otra. He visto su foto
en las tablas de demonios. Hay una recompensa por su cabeza que haría que el
nivelado de este hotel valiera la pena para conseguirlo.

Di una mirada rápida y calculada a mi alrededor, haciendo una mueca cuando


escuché más paredes rompiéndose en la habitación de al lado. Ian y yo
probablemente podríamos ganar esta pelea, ¿pero a costa de cuántas vidas
inocentes? No podíamos dejar que esta pelea se extendiera al resto del piso del
hotel. Dagon había puesto una recompensa por Ian. Estos mercenarios no se
preocuparían por el daño humano colateral para recogerla.

La pared más cercana a mí repentinamente se abrió de golpe e Ian cayó a la


habitación. Tenía a dos vampiros por el cuello cuando un vicioso giro redujo ese
número a uno. Luego, en un movimiento impresionantemente atlético, golpeó la
cabeza que había torcido mientras simultáneamente rompía la espalda del
vampiro en sus brazos.

—¡Puntooooooo! —gritó cuando esa cabeza voló justo entre los dos vampiros
frente a mí. Luego arrancó los brazos del vampiro que aún sostenía y empezó a
apuñalarlo con las extremidades rápidamente marchitas.

Algunas personas eran luchadores fríos y despiadados. Otros eran


imprudentes, aunque talentosos. Ian combinaba todos esos rasgos con una
alegría que hacía que al verlo se sintiera como tomar un ballet empapado de
sangre.
—Podría verte pelear todo el día —dije con total sinceridad, pero más
vampiros comenzaban a salir del carrito de comida. Yo tenía razón; la maldita
cosa era un portal.

Esto tenía que terminar antes de que alguien que no lo mereciera saliera
herido. Nunca había querido hacer esto a continuación frente a Ian,
especialmente con una audiencia adicional, pero tenía que hacerlo. Si no lo hacía,
sería como esos mercenarios, estaría bien sacrificando las vidas de personas
inocentes para satisfacer mis propios propósitos. Puse al simargl abajo y usé mi
cuchillo para cortar mi mano, pasándola por encima de la cabeza gris de simargl.
Luego la corté de nuevo y pasé mi sangre por el brazo de Ian.

—Deja de luchar contra ellos —le dije a Ian mientras más vampiros venían del

143
portal por el carrito de comida—. Ve con ellos en su lugar. Recuerda lo que te dije
anoche porque nos veremos de nuevo pronto.

Luego apuñalé la hoja de plata en mi corazón y la torcí.

—¡No! —Escuché a Ian gritar antes de que la agonía le robara la voz. Sentí a
Ian agarrándome, entonces el nuevo, el horrible dolor del fuego estalló sobre mí.
Ian me dejó ir cuando el fuego se intensificó, lo cual fue bueno, porque exploté.

No sentí nada después de eso.


Capitulo 23

144
Morir es aterrador la primera docena de veces que lo haces. Se tarda un poco
en acostumbrarse a ser una forma incorpórea volando hacia la cúspide de la
eternidad. Y no me hagas comenzar por lo horrible que es cuando ves por
primera vez al Guardián de la Puerta de entrada al inframundo. Digamos que es
algo bueno que ya no tengas intestinos o los vaciarías por todos lados.

Pero cientos (¿más?) de muchas veces después, solo sentía una leve sensación
de agitación cuando me acercaba al río que separaba este mundo del siguiente.
Por supuesto, no había realmente un río; esa era una construcción de mi propia
mente. Así fue la imagen la primera vez que vi la figura que estaba de pie en su
orilla. La imagen cambiaba según las creencias individuales. Si adorara a los
antiguos dioses egipcios como Mencheres, vería a Aken el Barquero. En este
momento, veía al primer dios que había adorado alguna vez, y me estremecí.

Luego esa imagen se disolvió en la realidad de un hombre alto con piel de


color bronce; cabello plateado veteado de oro y azul; y los ojos que brillaban tan
brillantemente con plata, que no podía ver su color real. Cuando me vio, dio la
más mínima sacudida de cabeza, como si estuviera decepcionado de que hubiera
muerto de nuevo. Pero antes de ser lanzada de regreso a la tierra de los vivos,
dije:

—¡Espera!

Esperaba que él escuchara. A veces lo hacía, a veces no.


Su mano me hizo un gesto para que avanzara. Me sentí aumentar de tamaño
hasta que lo enfrenté. Afortunadamente, él había decidido escuchar esta vez.

—¿Qué buscas de mí? —preguntó.

Hace mucho tiempo que dejé de tenerle miedo, pero nunca me había sentido
cómoda con él. Cualquiera que fuera el nombre que las religiones le dieron, el
Guardián de la Puerta de Entrada al inframundo no era una figura relajante.

—Necesito pasar una hora en mi mundo, pero no más de dos, antes de que me
devuelvas a los que marqué con mi sangre.

Él no sonrió. Esa sería una reacción demasiado humana, pero el menor


parpadeo en su expresión me hizo preguntarme si lo había divertido.

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—¿Lo harás?

Una vez le había rogado por algo que no me había dado, así que no sabía
cuales era mis probabilidades con esta solicitud. A diferencia de la otra, esta era
pequeña, y con suerte, estaba de un humor generoso.

—Por favor —dije—. Esto es muy importante.

Extendió una mano y una pequeña y estrecha vasija apareció en el río.

—Conoces el costo de una negociación conmigo y lo que pierdes si fallas.

—Oh, llenaré tu bote —dije con un propósito sombrío.

Sin una palabra más, retrocedí haciéndome pequeña y el Guardián, el río, y


todo lo demás se desvaneció de mi vista. Entonces el brillo explotó en mi visión
y vi las cimas de los edificios como si estuviera cayendo desde una gran altura.
Me preparé instintivamente, pero no tenía cuerpo, así que no sentí ningún
impacto cuando golpeé uno de ellos.

Atravesé varios pisos, todo borroso, antes de encontrarme mirando hacia abajo
en un garaje subterráneo. Ian estaba allí, y se veía mucho peor por el desgaste
que cuando lo había visto por última vez. Tenía múltiples arpones de plata que
sobresalían de él que estaban asegurados con cadenas. No menos de una docena
de guardias vampiros sostenían los otros extremos de esas cadenas. Las puntas
de los arpones debían haber sido ganchos, porque cada vez que Ian se movía,
rasgaban grandes trozos de su carne.
El simargl también estaba allí, encadenado dentro de una jaula de metal. El
vampiro nórdico estaba junto a la jaula. Por la forma en que seguía revisando su
reloj, estaba esperando compañía pronto. Era hora de romper esta fiesta.

Apunté al hombro de Ian que había marcado con mi sangre y todo se volvió
negro. Antes de que pudiera ver de nuevo, atrapé fragmentos de conversación.

—¿De dónde vienen todas esas cenizas?

—¡Están saliendo de su hombro! ¡Mira!

—Ahora algo se está moviendo en ellas.

—Es grande. Está saliendo de las cenizas. ¿Qué es?

146
—Mierda, ¡parece una mujer!

Me quité el cabello plateado oro y azul de mis ojos, mi mirada encontró a Ian.
Por una fracción de segundo, lo vi a través de la otredad en mí en lugar de mi
naturaleza vampiro. Las luces brotaron de él, características de la integridad y la
nobleza interior que ya sabía que tenía. Pero la oscuridad también se arremolinó
alrededor de esas luces, y no era solo por sus marcas. Ian había tenido demonios
internos mucho antes de hacer su trato con Dagon.

En ese mismo momento, Ian me miró. El reconocimiento iluminó su rostro,


alegrándome de haberle mostrado este aspecto antes. Casi había esperado que
estuviera asustado cuando se dio cuenta de que yo era la criatura que se formaba
de las cenizas cerca de sus pies. Sus captores ciertamente gritaban como si
estuvieran atrapados por el terror. Pero la euforia se lavó sobre la expresión de
Ian. Luego se inclinó para tirarme a sus brazos a pesar de los arpones rasgando
agujeros más grandes en su carne.

Un rocío de su sangre me golpeó. La rabia se hizo cargo. Le habían hecho daño.


Le habían lastimado y él los había dejado porque yo le había dicho que fuera con
ellos. Ahora, vengaría cada gota de su sangre. Dejé que mis manos lo agarraran
por un momento. Luego, desnuda, excepto por las cenizas que se aferraban a mí,
me lancé hacia los captores de Ian.

Lo bueno de hacer explotar mi cuerpo anterior es que me curó la resaca. Este


nuevo cuerpo no estaba agotado ni lleno de productos químicos. Eso significaba
que estaba en plena capacidad mágica y física. Desaté mis poderes como el acto
final de fuegos artificiales del 4 de julio. La verdad sea dicha, podría haber estado
alardeando un poco. Ian realmente me había impresionado con sus habilidades
de lucha. Ahora le estaba mostrando lo que podía hacer.

Cuando terminé, nada en el garaje se movía excepto yo, Ian y el simargl, que
estaba haciendo círculos en su jaula con emoción.

—También te extrañé —le dije, haciendo una nota mental para darle al simargl
un nombre lo antes posible.

Le quité el abrigo a uno de los guardias muertos. El abrigo estaba manchado


de sangre, pero era negro, por lo que la sangre no se mostraba tanto en ella.
Tendría que ser suficiente hasta que pudiera conseguir algo de ropa real. Sacudí
lo peor de la sangre antes de ponérmelo. Luego me eché el cabello hacia atrás,

147
deseando tener un clip o una cinta para el cabello. La larga masa tricolor siempre
parecía girar alrededor de mis hombros como si fuera arrastrada por una brisa
escondida cuando estaba suelto.

Finalmente, utilicé la magia para embotar los bordes bifurcados de los arpones
incrustados en Ian para que pudiera quitarlos sin sacar más trozos de su carne.
Cuando todos estuvieron fuera, Ian miró a los restos desmembrados de los
cuerpos, a los restos de varios coches en el garaje, y luego, finalmente, a mí.

Su anterior euforia se había ido. Ahora, todo el peso de todo lo que había
ocurrido estaba en su mirada.

—Te dije que te volvería a ver —dije en un débil intento de aligerar la tensión
de la situación.

—Eso hiciste. —Dejó escapar una breve carcajada—. Y luego explotaste por
todas partes de mí.

Una extraña sensación de timidez me alcanzó. Por otra parte, me había


expuesto en la forma más extrema posible al hacer eso, tal vez no fue tan extraño.
Todavía, intenté desviarme.

—Se veía peor de lo que era. Viste a tu amigo cambiaformas temporalmente


muerto cuando se dejó decapitar por el verdugo del consejo…

—Para —dijo brevemente—. No más mentiras, medias verdades, u omisiones.


Al principio pensé que eras un vampiro poseído por demonios porque podías
hacer magia solo con tu voluntad, algo que ningún vampiro puede hacer.
Entonces probé tu sangre y pensé que eras un demonio marcado, como yo. Pensé
que era Dagon quien te marcó y que por eso lo querías muerto, pero ahora… no
tengo ni idea de lo que eres. Tienes razón; He visto a gente marcada por demonios
“morir” antes. Ellos no se incendian espontáneamente y explotan. Tampoco se
levantan de una pila de cenizas que de alguna manera salen del mismo lugar
donde me marcaste, y sus ojos no brillan plateados como los tuyos, así que por
última vez, ¿qué eres?

Me encontré deseando estar aún borracha. Sería mucho más fácil admitir la
siguiente parte si tuviera químicos que me adormecieran el nerviosismo.

—Ya sabes sobre los vampiros mestizos. La otra mitad… —Di un

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desafortunado encogimiento de hombros—. Dependiendo de la cultura o las
creencias, hay diferentes nombres. Semidiós. Nephilim. Fénix. Titán. Engendro…

—¿Uno de tus padres era un ángel, un demonio o un dios? —interrumpió.

Solo Tenoch había conocido la verdad sobre mí y me había exhortado


innumerables veces para que no se lo dijera a nadie. Todas esas advertencias de
hace mucho tiempo resonaron en mi cabeza mientras decía:

—Una vez le pregunté a mi padre qué era porque no podía entenderlo. Él


nunca me contestó, y no es del tipo que presionas. Verás lo que quiero decir.

Su mirada se estrechó.

—¿Qué quieres decir con que veré?

Mi mano abarcó a los cadáveres esparcidos por el garaje.

—No podía acudir a ti de inmediato o aún estarías en el hotel con demasiadas


personas inocentes en las cercanías. Tampoco podía esperar demasiado o te
habrían entregado a Dagon. Para ese tipo de precisión, tuve que hacer una
ofrenda adecuadamente grande. Mi padre estará aquí pronto para recogerla.

Como si eso lo hubiera convocado, la mitad del garaje de repente se convirtió


en la más negra oscuridad, y un barco fantasma navegó sobre un río que se
transformó de la nada. Ian gritó cuando vio la figura en el timón del barco, su
piel pálida se volvió de un blanco muerto.
—¡Está todo bien! —dije rápidamente—. Él no está aquí por ti. Él está aquí por
ellos.

La mirada de Ian se volvió hacia mí con una mezcla de horror e incredulidad.

—¿El maldito Grim Reaper es tu padre?

—Lo que estás viendo no es lo que realmente parece. A este lado del velo, ves
lo que temes.

—Veo un enorme esqueleto encapuchado blandiendo una enorme guadaña —


dijo Ian de repente—. ¿Eso no es lo que ves?

Miré a mi padre y vi a un hombre alto con cabello plateado, dorado y azul;

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rasgos sorprendentemente hermosos; y piel profunda de bronce. La verdadera
forma del Guardián era tan similar a mi apariencia real, que tenía que usar
constantemente el glamour de una delgada rubia Guardiana de la Ley para evitar
ser reconocida como su hija.

—No, eso no es lo que veo —dije, encontrando la mirada de rayo de mi padre


antes de apartar la mirada. Luego señalé a los antiguos guardias de Ian—. Tu
oferta, Guardián.

Mi padre extendió su mano y se levantaron visiones fantasmales de los


cadáveres antes de que fueran obligados a subir a su bote. Ninguno estaba feliz.
Todos gritaban tal como lo había hecho Ian cuando vio a mi padre. El único que
no tenía miedo fue el simargl. Se apretó contra los barrotes de su jaula tanto como
sus cadenas le permitían, haciendo ruidos que eran similares a los ladridos
felices. Mi padre lo miró y le dio el más mínimo asentimiento, la más alta forma
de aprobación que había visto de él.

—Cuidarás de él —me dijo. Una orden, no una petición—. Su previo dueño lo


trató de manera indigna. Le informaré del cambio.

No me importó la orden. Ya había decidido hacer eso de todos modos. Pero


estaba sorprendida por esa última parte.

—¿Sabes quién es su antiguo dueño?

Por segunda vez, estaba segura de haber divertido a mi padre a pesar de que
su expresión no cambió.
—Sí. Es Dagon, y él solo se está yendo.

Ian y yo nos giramos al mismo tiempo. No pude ver mi expresión pero


probablemente era tan impactada como la de Ian cuando vi que Dagon se había,
en algún momento, materializado detrás de nosotros.

150
Capitulo 24

151
No había visto a Dagon en más de cuatro mil años. El demonio se veía
exactamente tal como lo recordaba: Alto, rubio, juvenilmente guapo y con una
pequeña sonrisa que rara vez se desvanecía sin importar las atrocidades que
estuviera infligiendo. Esa sonrisa creció cuando vio a Ian, luego cayó por
completo cuando me miró. Maldita sea. No me había tomado el momento de
volver a aplicar mi glamour para que Dagon solo viera la apariencia del Guardián
de la Ley en la que me había estado escondiendo.

—Tú —dijo con asombro—. ¡Pensé que a estas alturas tendrías que estar
muerta!

Había tenido innumerables sueños sobre lo que sucedería cuando finalmente


me enfrentara a Dagon de nuevo. Los detalles variaban, pero todos terminaban
conmigo apuñalando al demonio en el hueso a través de sus ojos para enviarlo a
la suerte que tanto merecía. Ahora, tomada con la guardia baja y desprevenida,
pero no podía dejar que él viera lo desconcertada que estaba.

—Tú, de todas las personas, debes saber lo difícil que soy de matar.

El odio goteaba de cada sílaba. La sonrisa de Dagon regresó cuando lo escuchó.


Luché para no temblar por una mezcla de rabia ciega y recuerdo de
desesperación. Se suponía que el tiempo disminuiría la intensidad de todas las
cosas, pero en ese momento, odiaba y temía a Dagon tanto como lo había hecho
todos esos milenios atrás, cuando no había sido nada más que su pilar favorito.
Meneó un dedo hacia mí de una manera juguetona como cuando la gente
atrapaba a un niño siendo travieso.

—Debes ser la alborotadora que me quitó mi última adquisición de alma. Muy


lista por tu parte silenciar las ataduras en las marcas de Ian, pero ahora, es hora
de que lo lleve de vuelta.

Me moví frente a Ian antes de que él o Dagon tuvieran la oportunidad de


temblar.

—Él no va a ninguna parte contigo.

La cara de Dagon se oscureció como un cielo lleno de clima mortal.

152
—¿No es así? Deberías recordar lo que les pasa a las personas que me
molestan.

—¿Eso es una amenaza? —Mi padre hizo la pregunta en el tono más suave.
Dagon todavía estaba rígido como si hubiera sido abofeteado.

—Por supuesto que no, mi señor —dijo riéndose como si todos


compartiéramos una broma—. Eso violaría nuestro acuerdo.

—Lo haría, así que puedes irte ahora —respondió el Guardián de la Puerta de
Entrada al Otro Mundo. Nuevamente, no era una sugerencia.

Dagon sonrió a mi padre, pero nos dio a Ian y a mí una mirada que prometía
sangrienta venganza. Entonces, desapareció.

Mi padre no me miró, pero sabía que se aseguraría de que Dagon no saltara


hacia atrás para asesinarnos a corto plazo. Podría no preocuparse por mí de la
manera que los mortales cuidaban a sus hijos, pero no toleraba que una de sus
órdenes fuera rota solo unas horas después de darla. Con eso, podría contar.

Por supuesto, esa orden era en ambos sentidos. Hace mucho tiempo, mi padre
me había ordenado que nunca matara a Dagon. Tenía toda la intención de faltar
a esa orden. Y Dagon quizás no intentó matarme hoy, pero sin duda empezaría
a planear mi asesinato ahora que sabía que todavía estaba viva. Cuando se
trataba de nuestro odio mutuo, ninguno de nosotros era racional u obediente.

Mi padre no me miró cuando se fue. Simplemente giró ese bote lleno de


espectadores pasajeros gritando y navegando de nuevo en la insondable
oscuridad de la que había aparecido. Entonces esa oscuridad desapareció,
reemplazada por la suavidad del garaje con los coches destrozados y los cuerpos
esparcidos alrededor de él.

Fui a la jaula del simargl y la rompí, luego lo desaté de todas las cadenas a su
alrededor. Tan pronto como el simargl estuvo libre, comenzó a volar a mi
alrededor en círculos felices.

—Voy a llamarte Silver —le dije—. ¿Te gusta eso? —Un entusiasta ladrido fue
mi respuesta. Silver sería, entonces.

Miré a Ian. Todavía no se había movido a excepción de sus ojos. Me


examinaron. El espacio lleno de cuerpos, y el área donde había aparecido y
desaparecido mi padre. Su rostro ya no estaba tan pálido como la nieve fresca,

153
pero su mandíbula estaba tan apretada, que podía escuchar el cartílago
agrietándose por la tensión. La tensión silenciosa creció hasta que no pude
soportarlo más.

—No te preocupes, no espero que estés de acuerdo con esto. La raza estándar
de los vampiros rechaza a las personas que son una combinación de diferentes
especies. —Dejé salir una risa aguda—. Debería saberlo; he intentado y no he
podido detener las hostilidades que han hervido entre vampiros y ghouls cuando
“abominaciones” como yo somos descubiertas.

Ian podría haber estado en contra de la ejecución de Katie, pero había un


mundo de diferencia entre no querer que el hijo de su amiga fuera asesinada y
continuar asociándose con alguien que era mitad vampiro y mitad una especie
que no podía ser nombrado fácilmente. Peor aún, mis poderes eran todo vampiro
y los ghouls temían cuando hablaban de los peligros de mezclar diferentes
especies.

—Está bien —continué—. Todo lo que pido es que no reveles lo que sabes
sobre mí a nadie más.

Tenoch lo habría matado para asegurar su silencio. Una vez, yo también lo


habría hecho. En algún momento durante el corto tiempo que habíamos pasado
juntos, comencé a preocuparme por Ian. Eso era sumamente estúpido por mi
parte, pero seguía siendo cierto.
—Iremos por caminos separados —continué más enérgicamente—. Dagon
todavía no puede encontrarte con sus marcas silenciadas, por lo que estará bien
si te mantienes oculto. Yo todavía tengo la intención de derrotarlo, así que
realmente estarás bien una vez que esté muerto.

Si lo mato, agregó la parte pesimista de mí, pero no lo dije en voz alta porque
estaba tratando de sonar confiada. También estaba tratando de no mostrar cuánto
dolería cuando Ian se diera la vuelta y se alejara. Pero Tenoch me había
preparado mucho tiempo para que la gente no pudiera aceptar lo que era. Ver a
millones matarse entre sí por muchas menos diferencias durante los miles de
años de mi vida había demostrado que Tenoch tenía razón. Estaba tan segura del
rechazo de Ian que me tomó un momento registrar lo que él estaba diciendo.

154
—… no sé tú, pero me muero de hambre. Se siente como si no hubiera tenido
una comida decente en días.

—¿Qué? —Su reacción a esta revelación trascendental no podría ser algo tan
simple como el hambre.

También le quitó un abrigo a un guardia muerto, lo sacudió para que lo peor


de la sangre volara, y se lo puso. Luego se acercó y me dio un ligero golpe en el
culo.

—¿Medio sorda y medio semidiós, hmm? ¿Qué, tus oídos no se regeneraron


completamente junto con el resto de ti? Lo diré más fuerte, entonces: Sígueme.
Tengo un poco de hambre y conozco el lugar perfecto donde podemos disfrutar
de un derroche de alimentación.
Capitulo 25

155
Hice un hechizo de protección en el simargl para que Dagon no pudiera
rastrearlo por su sangre nunca más. Gracias, al vampiro nórdico, por haber
derramado tan importante detalle. Luego cubrí su jaula con el abrigo de otro
guardia muerto para que sus alas no atrajeran las miradas cuando salimos. Varias
cuadras después, Ian golpeó en una puerta lateral con la etiqueta “Fuente
carmesí, entrada de empleados”.

La puerta se abrió y una mujer joven con cabello morado y maquillaje de ojos
oscuros apareció.

—Las entrevistas de trabajo no comienzan hasta dentro de una hora —


comenzó, luego se detuvo cuando le dio una buena mirada a Ian—. Pero puedes
esperar dentro —agregó, su aroma cambiando hasta que la lujuria cubrió la
espesa sustancia química de su perfume.

—Genial —dijo, caminando hacia el edificio. Lo seguí, lo que hizo que la


esquina de su boca se enroscara en decepción. Entonces la mirada de Ian capturó
la de ella y sus ojos se pusieron verdes—. Reúne al resto de los empleados y
tráelos aquí.

Ella se dio la vuelta sin otra palabra. Minutos después, alrededor de media
docena de personas se arrastraba por el estrecho pasillo.

—¿Esto es todo el mundo? —le preguntó Ian a la chica de cabello morado.


—Hasta ahora —dijo ella—. Aparecerán más después de las seis cuando
comience el cambio principal.

—Tráemelos en cuanto entren. En cuanto al resto de ustedes… —Su brillante


mirada verde se posó en cada uno hasta que estuvieron todos bajo su
esclavitud—. No me miren a mí, a esta mujer, o a nuestra criatura hasta que les
digamos que lo hagan. No nos escuchen, tampoco. Ahora, hagan su trabajo como
de costumbre.

Se dieron la vuelta y se alejaron, algunos preguntándose en voz alta por qué


Dahlia les había pedido que vinieran a ver un pasillo vacío.

—Cancela las entrevistas para hoy —le dijo Ian a Dahlia a continuación—.

156
Pero antes de hacerlo, muéstranos la sección VIP y enciende la música. Está
tranquilo como una tumba aquí.

Ella asintió y la seguimos a través de lo que obviamente era un club. Estaba


sorprendida de ver los ataúdes de madera colocados alrededor del escenario.
Entonces me di cuenta de los grandes colmillos de cristal sobre la barra, lápidas
falsas que componían el respaldo de las sillas, y las estacas por algunos de los
grifos de cerveza y lo entendí. Ahora, el nombre cursi para el establecimiento
tenía sentido.

—¿Nos trajiste a un bar de vampiros falso?

Ian dejó la jaula de Silver al lado de la barra, luego me lanzó una sonrisa.

—El propietario y yo somos amigos, aunque él piensa que soy otra persona en
lugar de un vampiro real. Tampoco sabe mucho sobre el mundo no muerto,
pobre hombre. Es por eso que Dagon nunca pensaría buscarnos aquí.

Él tenía razón. Esperaba que huyéramos de la ciudad o corriéramos a la casa


de un aliado. No que fuéramos a un club que era un mal estereotipo para todo lo
que los humanos normalmente creían en cuanto escuchaban la palabra vampiro.

—¿Crees que es seguro dejarlo salir? ¿O se comerá el personal? —preguntó


Ian, mirando las barras en la jaula de plata.

—Los simargls son vegetarianos —respondí, ofendida en nombre de Silver.


—Tráele cualquier verdura que tengas —le dijo a Dahlia cuando regresó
después de encender la música. Ella había apagado las luces de la casa y encendió
las luces del club. Ahora, el club estaba mayormente oscuro excepto por las vigas
multicolores que se entrecruzaban sobre la pista de baile vacía y la niebla
ocasional o efecto estroboscópico.

—La sección VIP está aquí —dijo Dahlia, subiendo un tramo de escaleras.
Después acaricié a Silver y le dije que se quedara, seguí a Dahlia al segundo piso.
En la esquina más alejada, cuerdas y cortinas acordonaban una habitación con
largos sillones negros, su propio bar, y una gran vista de la pista de baile, si
mantenías las cortinas abiertas.

Ian no lo hizo. Las cerró y se quitó el abrigo antes de descansar en el sofá más

157
cercano. La mirada de Dahlia recorrió la parte superior del cuerpo de Ian como
si la hubiera obligado a memorizar cada detalle de cómo su piel cremosa se
extendía sobre los músculos que ondeaban con su más leve movimiento. Cuando
ella se lamió los labios, me encontré erizada con lo que solo podían ser celos.

Ridículo. Le había prometido a Ian una orgía en mi honor tan pronto como
esto terminara. ¿Cómo podría estar resentida con alguien simplemente por
mirarlo? Pero lo estaba, tanto que mi aroma se agrió, hasta que yo también podría
haberme rociado con una botella etiquetada como Bruja Celosa.

La mirada de Ian tocó la mía. Rápidamente aparté la mirada. Él no podía saber


acerca de mi último destello irracional de posesividad. ¡Por los dioses, todavía
necesitaba tener algunos secretos de él!

—Ella está obviamente interesada en ti, así que deberías comenzar tu


alimentación con ella —dije, tratando de demostrar que no me importaba nada
que pudiera pasar entre los dos.

La boca de Ian se curvó en una lenta sonrisa. Genial. Probablemente había


sentido mi posesividad y lo divirtió. ¡Estás siendo una tonta!, me dije con
severidad. No importaba. Después de todo lo que había sucedido, estaba fuera
de las reservas que normalmente sacaba para esconder lo que estaba sintiendo.

Pero no tenía que quedarme allí y que se burlaran por ello. Me di la vuelta.

—Voy a comprobar a Silver…


—Espera. —No fue la orden en el tono de Ian lo que me detuvo. Fue la
cantidad peligrosa de intensidad en su mirada cuando me di la vuelta.

Nos miramos el uno al otro. Una sacudida eléctrica me atravesó cuando su


sonrisa se desvaneció y el hambre desnuda se apoderó de su expresión.

—Vuelve aquí, Veritas.

El nuevo tono ronco en su voz me hizo señas más que sus palabras. Otra vez,
el movimiento inteligente sería alejarse. En cambio, me encontré caminando
hacia él como si hubiera sido hipnóticamente obligada. Ni siquiera tenía al
Dragón Roja para culpar a mis acciones ya.

Su mirada se llenó de verde. No necesitaba ver mis ojos para saber que los

158
míos habían comenzado probablemente a brillar de color verde, también. Una
insoportable necesidad se apoderó de mí, ahogando todo lo demás. Sí, debería
darme la vuelta y marcharme. Pero no quería hacerlo.

—Vete —le dijo Ian a Dahlia, la vibración en su voz me decía que usaba su
poder sobre ella—. Cierra las cortinas detrás de ti. No vuelvas ni pienses en
nosotros hasta que te llame.

Dahlia se fue inmediatamente. Verla irse me dio un breve momento de


cordura. Yo empecé a seguirla, pero Ian se levantó y me agarró. Me quedé
mirando las pálidas manos agarrando mis brazos en lugar de a él.

—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunté en voz baja.

—Esto.

Me quedé sin aliento cuando me tiró sobre el sofá. Todas mis terminaciones
nerviosas saltaron al sentir su duro cuerpo sobre el mío. Consideré decir qué esto
era mala idea, pero descarté eso cuando su boca cubrió la mía.

Su boca era firme, pero sus labios eran satinados, y su beso me desafió a negar
el calor que ardía a través de mí. Perdí ese atrevimiento, separando mis labios sin
dudarlo. Él profundizó el beso, su lengua se entrelazó con la mía hasta que la
lujuria me mareó. Su gusto, su olor, la forma en que sus manos se movían en mi
cabello, el sonido que hacía cuando succionaba mi lengua… me estaba
derritiendo y quemando al mismo tiempo.
Luego me arqueé contra él cuando me agarró el labio inferior con sus
colmillos, ligeramente. Perforándolo. El pellizco condimentó nuestro beso con el
sabor de mi sangre. Marqué su labio con mis colmillos, gimiendo cuando probé
su sangre. Ambrosia que no podía comparar. Luego marqué su lengua, luego la
chupé. Su beso se volvió aún más erótico. Ese profundo dolor interior comenzó
a palpitar y mi control se evaporó. Demasiado.

Sabía que había ido demasiado lejos cuando él cambió y le di un vistazo a su


espalda sobre sus amplios hombros. Estaba arañado de color carmesí y mis
manos también estaban rojas. En algún punto, debí haber arañado dejando
huellas sangrientas en su piel.

—¡Lo siento! —dije, apartando mis manos.

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—Yo no. —Agarró mis manos y las puso de nuevo en su espalda—. Quiero
más.

Él abrió mi abrigo. Estaba desnuda debajo de él, y su mirada se fundió cuando


me miró.

—Impresionante —dijo con voz ronca—. Apenas puedo creer que seas real.

Oh, era real, y necesitaba que él nunca dejara de besarme. Bajé su cabeza y su
boca una vez más se inclinó sobre la mía. Entonces gemí cuando mi pecho
desnudo tocó el suyo. Sus músculos eran tan duros, tan tensos, pero su piel…
seda que nunca había sentido tan exuberante. Me froté contra él para sentir más.
Entonces sus manos comenzaron a moverse sobre mí. Todo lo que había dolido
ahora se sentía como si estuviera ardiendo bajo su toque. Me sentí más volátil de
lo que había hecho justo antes de explotar. Pronto, estaba haciendo ruidos
incoherentes contra su boca.

Él se deslizó entre mis piernas abiertas, luego torció sus caderas para que el
bulto en sus vaqueros se frotara donde más palpitaba. Cada trazo sinuoso hizo
que me arqueara contra él, hasta que lo agarré con mis muslos con tanta fuerza
que lo sujeté con mis brazos. Necesitaba tenerlo dentro de mí. No podía esperar.
Solo había una cosa en mi camino, los malditos vaqueros que aún usaba.

Dejó escapar un gruñido cuando rompí la parte delantera de los pantalones


hasta que la tela oscura voló en todas direcciones. Luego se sentó y me cogió las
manos.
—No —dijo, la sola palabra me impresionó—. No hasta que dejes de
contenerte.

¿Qué?

—No me estoy conteniendo —comencé, solo para que me arrojara contra el


sofá con tanta fuerza, que me envió a mí y al sofá deslizándonos por la habitación.

Se acercó cuando la pared finalmente detuvo el sofá.

—Mentirosa. La única vez que no lo estabas fue cuando me arrancaste la copia


de seguridad. —Con cada paso, su voz se profundizaba—. Pero después de que
te disculparas por eso, no has sacado mi sangre desde entonces. No toleraré tu
media respuesta. Quiero todo eso, y si sigues aguantándolo… —se inclinó sobre

160
mí, negándome el beso que buscaba a favor de casi tirar mis piernas abiertas—…
voy a torturarte con placer hasta que rompa tu control.
Capitulo 26

161
Una emoción salvaje corrió a través de mí que enseguida fue silenciada con
precaución.

—No puedo. Te lastimaría.

—Bien —dijo con una risa oscura—. Estoy ansioso por ello.

Tomé aire para discutir. Explotó fuera de mí cuando su boca descendió entre
mis piernas. No jugó conmigo con movimientos cada vez más profundos de su
lengua de la forma en que hizo cuando nos besamos por primera vez. Devoró mi
carne con el mismo abandonó que él había exigido que le diera. Mis lumbares se
apretaron banda tras banda con increíble placer. Agarré sus hombros mientras
mis jadeos se convertían en ruidosos gemidos.

—Vamos. —Le oí murmurar contra mi carne—. Dame todo de ti.

Su lengua tenía que estar hecha de fuego. Solo eso podría explicar la forma en
que me quemé. No recordaba haber caído al suelo, pero debí haberlo hecho,
porque la madera reemplazó la suave piel del sofá. Astillas apuñalaron mis dedos
por cómo clavé las uñas con fuerza. No registré el dolor. No cuando una nueva
serie de profundos remolinos arquearon mi espalda del suelo.

Los gemidos seguían saliendo de mí, tan alto que hubieran enviado un
mensaje a los empleados del club que corrieran si Ian no los hubiera hipnotizado
para que no nos escucharan ni nos vieran. Luego otra serie de golpes trajo una
nueva oleada de éxtasis con lo repentino de un cordón siendo tirado. El
lanzamiento que necesitaba estaba justo allí…

Apartó su boca, negándome el orgasmo del que había a estado unos


momentos.

—No. No hasta que realmente lo dejes ir.

La frustración hizo que mi mano saliera más rápido de lo que podía pensar.
Entonces me quedé mirando con horror por la brillante huella en su mejilla.

—Yo… lo siento mucho…

Sopló en mi hinchada y dolorida carne y en ese instante de placer me robó la

162
voz.

—La bofetada es mejor, pero aún no es suficiente. —Se rió entre dientes antes
de que otra respiración burlona rozara mi clítoris como un racimo de plumas.
Solo el placer aumentó mi necesidad, al igual que la más mínima sacudida de su
lengua a continuación.

Mis manos fueron a su cabeza para instarlo a bajar por más. Las atrapó,
manteniéndolas contra mi estómago.

—No hasta que desates todo lo que has estado frenando. Hasta entonces,
disfruta de la tortura. —Risa baja, malvada—. Yo sé que lo haré.

Siguió llevándome al borde solo para dejarme de nuevo como si fuera el


Susurrador de Orgasmos y supiera exactamente cuándo parar. No pasó mucho
tiempo antes de que considerara el uso de la magia para que dejara el exquisito
tormento. Al mismo tiempo, una parte más oscura de mí quería dejarlo, la forma
en que quería. El repetido latigazo de la pasión a la negación destruyó las últimas
capas de mi control. Ya no me preocupaba ir demasiado lejos o hacerle daño. No
podía pensar más allá de la necesidad.

Apenas registré el gruñido de aprobación de Ian cuando las cadenas se


rompieron en las partes más profundas de mí. De repente, tuve más que
suficiente fuerza para liberarme de su alcance. Lancé a Ian lo suficientemente
fuerte como para enviarlo a estrellarse contra la pared al otro lado de la
habitación. Hormigón y yeso estallaron por el impacto de su cuerpo, y no me
importó. Me lancé hacia él, casi salvaje en mi necesidad de tenerlo.
Él fue más rápido, encontrándose conmigo en el centro de la habitación. Me
agarró antes de golpearnos a ambos contra la pared más cercana. Otra nube de
hormigón, polvo y los escombros estallaron en el aire. Luego su boca aplastó la
mía mientras tiraba de mi muslo hasta su cintura. Un empuje áspero envainó su
cuerpo entero dentro de mí. Mi fuerte gemido se mezcló con su grito ronco.

Su agarre se apretó lo suficiente como para doler, si pudiera sentir algo aparte
del ardor en el interior. Comenzó a moverse y el placer me desgarró como nunca
antes. Su tamaño, mi hipersensibilidad a la plata en su pendiente, agregó fricción
a la misma, los empujes coincidían con mi abrumadora necesidad de arder con el
éxtasis… Cada retirada me hizo sollozar con negación y cada impulso me hizo
reclamarlo por más. Necesitaba todo de él. Todo. Ahora.

163
La sangre dio sabor a nuestro beso. No sabía si era mía o suya. No sabía quién
de nosotros había llevado al otro al suelo, tampoco. Todo lo que sabía era el placer
feroz de esos golpes duros y profundos que me hicieron desgarrar su espalda
para animarle. Agarró mis caderas, moviéndose aún más rápido. Mi clímax rugió
cerca, dejándome casi rabiosa. No podía negarme esto otra vez. Él no podía. No
lo dejaría.

Me di la vuelta hasta que estuve encima de él. Entonces agarré sus caderas tan
fuerte, que mis dedos apuñalaron justo a través de su piel. No me importaba. Me
entregué a un orgasmo que me desgarró con la intensidad de un golpe mortal,
inclinando mi espalda y haciéndome gritar lo suficientemente fuerte como para
lastimar mis oídos.

Después, me desplomé sobre su pecho tan débilmente como si hubiera sido


apuñalada en el corazón con plata. Varios momentos después, apartó mi cabello
para besar la curva expuesta de mi garganta.

—Lucifer está trabajando duro, ahora eso era una verdadera pelusa.

Su voz se rompió a través de mi casi paralizante resplandor. Le miré… y jadeé.


Su cuerpo estaba cubierto de rayas rojas que solo podían ser sangre, arañazos de
mis uñas. Pero eso no era lo que me había hecho succionar una aturdida
respiración. Era el suelo. No solo se había abollado bajo el frenesí de nuestra
pasión. En algunos lugares, podía ver todo el camino hasta la pista de baile de
abajo.
—Estoy tan… —comencé, solo para que su risa me cortara.

—Si estás a punto de disculparte de nuevo, para. Solo un tonto pensaría que
cambiaría cualquier cosa, y tú no eres tonta.

Eso era discutible, pero ahora no era el momento. Comencé a bajarme de él


para que no estuviera en peligro de caerse si se disparaba el rayo de soporte
incorrecto, pero sus manos aterrizaron en mi cintura.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Señalé lo obvio.

—Sacarnos de un agujero.

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—Permíteme —dijo, sus manos se apretaron en mis caderas mientras usaba su
poder para llevarnos volando hacia arriba. Luego se dio la vuelta en el aire hasta
que lo miré encima en lugar de abajo. Todavía estaba dentro de mí, todavía duro,
y mis ojos se ensancharon mientras aquellos trucos aéreos causaron nuevos
empujes que no parecían accidentales.

—¿No terminaste? —Había pensado que sí, pero decir que me había
preocupado sería un eufemismo.

Su sonrisa fue acompañada por un giro de sus caderas que no era


absolutamente accidental.

—¿Quieres decir, que si me vine? Sí. Pero no estoy casi terminado, pequeña
Guardiana. En este momento, tengo la intención de perder todo mi control
contigo, así como dijiste durante nuestra primera pelea… —un profundo
empujón dobló mi columna vertebral con felicidad—… mi turno.

¿Se había estado refrenando? Entonces no podía esperar para averiguar qué
sería de él ahora.

—En ese caso, como me dijiste en aquel entonces… ven y consígueme.


Horas más tarde, Ian entró en la sala VIP, dejando caer la cortina que servía
como su única ropa.

—El club está cerrado por la noche, el último empleado se fue a casa, la policía
se ha ido y la empresa de restauración no regresará hasta mañana.

—Bien —dije, contenta de haber sido incapaz de sonrojarme.

Ian había hipnotizado a los empleados para que no nos vieran ni escucharan,
pero eso no les había impedido intentar investigar por qué las paredes, los suelos,
y los muebles estaban siendo destruidos en la sección VIP. Incluso habían
llamado a la policía y una empresa de restauración de la construcción en un
intento de mitigar el daño. Podría haber estado dispuesta a ignorar a algunos

165
empleados ajenos durante la culminación de nuestra pasión, pero ¿algunos
empleados, una restauración de emergencia, equipo de servicios, y algunos
policías? No.

Ian había lidiado con todo eso, después de traerme el orgasmo más increíble
de mi vida. Pude haberlo ayudado a borrar recuerdos y hacer marchar a nuestra
audiencia, excepto que había estado demasiado ocupada recuperándome de los
efectos posteriores. Ahora, el club estaba vacío de todos excepto él, yo y Silver,
que estaba actualmente encaramado en una de las vigas del techo del club.
Intenté no preguntarme cuánto tiempo llevaba allí el simargl. Era lo
suficientemente embarazoso como para darme cuenta de que, por un tiempo,
había ignorado a una audiencia de personas sin agregar mi nueva mascota a esa
mezcla voyerista.

Ahora estaba acostada en dos de los sofás intactos restantes. Los había
empujado juntos hasta formar una cama útil, aunque estrecha. Mis mantas eran
más de las cortinas de la habitación. La tela de color rojo oscuro crujió cuando
Ian finalmente se unió a mí. Su ligero beso en la parte superior de mi cabeza no
debería haberme hecho sentir más cálida, pero lo hizo, como hizo el brazo que
deslizó a mi alrededor para acercarme más.

—¿Qué hora es?

Realmente no me importaba, pero la pregunta era un amortiguador de los


pocos familiares sentimientos girando dentro de mí. No podía decidir cuál era
más desconcertante; pensar que me había incitado a tener sexo brevemente frente
a varios extraños, o la idea de cuánto me había importado en ese momento. ¿Era
en realidad una exhibicionista por debajo de todo mi control duramente ganado?
¿O era su mando de mi cuerpo y las emociones tan fuertes, que me había hecho
a pesar de mí?

—Un poco después de la medianoche —respondió, moviéndose hasta que me


enfrentó. Encontré que no estaba lista para mirarlo a los ojos, así que rápidamente
cerré los míos como si estuviera cansada.

No debí haber sido convincente, ya que su pecho comenzó a vibrar por la risa.

—Escudos a toda fuerza, ya veo.

—No sé lo que quieres decir —dije, abriendo los ojos porque no tenía otra

166
opción ahora.

Sus dedos trazaron mi clavícula.

—Toda tu vida, has escondido lo que eres, justo bajo el brillo plateado de tus
ojos y la apariencia delgaducha de tu glamour. Sí, me di cuenta de que esta era
tu verdadera apariencia cuando te levantaste de las cenizas llevándola. Entonces,
en un período de tiempo muy corto, has revelado tu apariencia verdadera, tu olor
real, tu linaje, tus poderes y ahora, tu pasión. Te sientes expuesta, por lo que es
comprensible que estés tratando de emocionalmente encubrirlo de nuevo.

Me estremecí ante su precisión en la precisión. Con una sonrisa sardónica, me


moví a la posición de la cuchara y luego me tiró hacia atrás contra su pecho.
Ahora, su mirada bien conocedora estaba fuera de la vista.

—¿Mejor?

No respondí, incluso si un nudo interno de tensión se alivió. Sí, no tener que


mirarlo ayudaba, pero no se comparaba con todo lo demás. Él tenía razón; me
sentía sumamente expuesta. Si no estuviera tan satisfecha físicamente, podría
incluso haber conseguido levantarme e irme a dar un paseo en un intento de
recomponerme.

Suspiró como si pudiera sentir mi lucha continua.

—¿Ayudaría si te dijera que eres uno de mis profundos y oscuros secretos?


—Sí —dije a la vez. Sabía muy poco acerca de él, y aquí él sabía más acerca de
mí de lo que nadie había sabido en siglos.

Su risa me hizo cosquillas en la nuca.

—Muy bien, aquí hay algo que solo Mencheres sabe de mí: mi nombre real no
es Ian.

167
Capitulo 27

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Eso me impactó como para sentarme.

—¿Qué? —¿Absolutamente nada había estado bien en su archivo?

—Es verdad. Ni siquiera mis mejores compañeros lo saben. Me conocieron


como Ian cuando éramos convictos en nuestro camino a las colonias penales de
Nueva Gales del Sur. Estaba demasiado mareado para decirles que no era mi
verdadero nombre. Habría muerto por deshidratación en ese viaje, también,
había hecho que Crispín no compartiera conmigo su escasa comida y el agua,
luego intimidé a Charles y a Timothy para hacer lo mismo.

—Así que por eso odias los barcos —murmuré, recordando su comentario en
el aeropuerto privado de vuelta en Polonia.

—Oh, en efecto. Nadie celebró la invención del vuelo más que yo. Con aviones
disponibles para viajes intercontinentales, nunca tuve que poner un pie en un
barco de nuevo.

Ya le había dicho demasiado, pero por alguna razón, le revelé algo más.

—Tengo miedo al fuego —confesé—. Es por eso que sentí lo mismo sobre la
invención de la electricidad. Pero si tu nombre no es Ian, ¿por qué todos pensaron
que lo era?

Un tono pensativo entró en su voz.


—En mil setecientos ochenta y ocho en Londres, Ian Maynard asesinó a una
prostituta y fue condenado a veinte años de trabajos forzados en las colonias
penales australianas. Pero Ian nunca puso un pie en Alexander. Me cambié por él
la noche antes de que los prisioneros fueran enviados.

—¿Por qué? ¿Y cómo escaparon con semejante intercambio?

—La codicia. —Su tono era indiferente, pero su aroma se agrió—. El padre de
Ian sobornó a los guardias para asegurarse de que mis protestas caían en oídos
sordos. No puedo culparlos. Las opciones de los guardias eran enfrentarse a la
ira de un hombre rico por hablar o embolsarse una buena suma para permanecer
en silencio. Hicieron la sabia elección.

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—Eres muy indulgente —dije, sintiendo toda la ira que no sentía por las
codiciosas acciones de los guardias.

—No me traicionaron. —El acero afiló su voz ahora—. Me reservo mi ira para
los que lo hicieron. No terminé accidentalmente en la prisión la noche del cambio.
Fui conducido allí bajo falsos pretextos. Verás, mi padre también era el padre de
Ian, pero el vizconde Maynard solo consideró que Ian era digno de salvar porque
era su legítimo heredero. Yo era simplemente el lamentable resultado de una
discrepancia entre él y su antigua doncella. Aun así, teníamos casi la misma edad
y nos veíamos lo suficientemente similar, por lo que el vizconde Maynard sabía
que podía escapar con un intercambio.

Cerré mis ojos. Semejantes distinciones de clase crueles se habían desvanecido


en los últimos siglos, pero recordaba bien cuando habían significado la diferencia
entre la vida y la muerte.

—Lo siento. Eso fue imperdonable por su parte.

—Yo también lo pensé —dijo secamente—. Especialmente cuando convenció


a mi madre para que estuviera de acuerdo con eso. —En mi fuerte inhalación, él
agregó—: Su traición inicial al menos era comprensible. Mi padre amenazó con
echarles a ella y a su nuevo esposo a la calle. Eran sus inquilinos, por lo que tenía
el poder de desalojarlos, y era invierno. Si el frío no los mataba, la inanición lo
haría, y ella estaba embarazada para colmo.

—Qué monstruo —dije con odio. Una de las verdaderas alegrías de mi trabajo
era servir a la justicia para personas como el vizconde Maynard.
—Sí, por eso mi madre se calló. —Hizo una pausa por un momento. Cuando
habló de nuevo, su tono era más áspero—. Lo que no descubrí hasta mucho más
tarde fue que después del cambio, no pudo soportarlo y se lo dijo a los jueces. Mi
padre lo descartó como el alboroto de una loca y gastó más dinero silenciando a
cualquiera que pudiera creerle. Luego los echó según lo prometido. Ella murió
de neumonía antes de que naciera el bebé. Yo no lo sabía, por supuesto. Fui
enviado lejos para entonces. Durante casi dos décadas, la odié por su traición, y
todo el tiempo, ella estuvo muerta porque había tratado de salvarme.

Cerré mis ojos. Pocas cosas eran tan aplastantes como el peso de la muerte de
un ser querido. Ese peso solo se hacía más pesado cuando se combinaba con la
culpa. Me rompí en pedazos preguntándome si había algo que pudiera haber
hecho para alejar a Tenoch de la oscuridad que le hizo quitarse la vida. Por el

170
dolor en el tono de Ian y la forma en que su cuerpo se preparaba como si
absorbiera los golpes invisibles, él todavía se castigaba a sí mismo por la muerte
de su madre y su error por odiarla.

—No fue culpa tuya. —Esas palabras me las habían dicho muchas veces sobre
Tenoch. No les había creído, pero aún necesitaba escucharlas. Tal vez Ian también
lo necesitaba ahora.

Una risa salió de él.

—No la eché a morir, pero hice casi todo lo demás. Debería haber sido el que
debía gritar por el intercambio desde la cárcel en las colonias penales. Pero mi
padre me dijo que nadie me creería y fui acobardado por su posición, los guardias
en su bolsillo, y la creencia de que yo, un plebeyo, no podía triunfar sobre mis
“mejores”, como se veía a la nobleza en aquel entonces. Así que me quedé
callado.

—Es posible que no hubieras podido ganar —dije con suavidad—. Los
tribunales favorecían a los ricos y a los poderosos entonces. —Todavía lo hacían,
demasiado—. Además, tu padre era un hombre despiadado. Probablemente te
habría silenciado si hubieras hablado.

—¿Qué me hizo jugar de forma segura y pospuso que me consiguieran una


prórroga de aquellos en autoridad? —contrarrestó bruscamente—. Una sentencia
de asesinato, un encarcelamiento infernal y una madre muerta que odiaba antes
de descubrir que había sido mucho más valiente que yo.
Tantas cosas sobre él tenían sentido ahora. Me preguntaba cómo alguien tan
leal y honorable en su núcleo también podría ser un maldito levantado, un
rompedor de la ley, manipulador bastardo. Ahora lo sabía. Ian se había
moldeado en el hombre exactamente opuesto con el que había estado en ese
entonces porque culpaba a ese hombre por su encarcelamiento y la muerte de su
madre. ¿Era también por eso que Ian moriría por sus amigos, que los mantenía
continuamente al alcance de la mano? ¿No creía que merecía su amor, también?

No iba a empujar preguntando. Cuando alguien te mostraba sus cicatrices, no


los golpeas para ver cuál le dolía más.

—Dime que tu padre pagó por lo que hizo —dije en su lugar—. Dime que
murió violenta y dolorosamente.

171
Dejó salir un sonido agradecido por la vehemencia en mi tono.

—Dos décadas más tarde, cuando regresé a Londres, lo interrogué para


averiguar el resto de lo que sucedió. Entonces le arranqué la garganta.

Bien.

—¿Y qué hay de tu hermano?

Él suspiró.

—No tuve que matarlo. Oh, quise hacerlo ya que estaba emocionado por el
cambio de la cárcel a pesar de que fueron amables con un bastardo y un heredero.
Pero el roce de Ian con la ley y nuestro padre enviándolo con familiares a Francia
no fue suficiente para frenar sus formas sádicas. Con el tiempo, asesinó
agresivamente a la prostituta equivocada y fue asesinado por su amante.

La justicia sirvió, pensé, pero me guardé eso también.

—Después de escapar de la colonia penal, decidiste mantener el nombre que


se te había impuesto. ¿Por qué?

Estuvo en silencio durante tanto tiempo, que estaba a punto de retirar la


pregunta. Pero entonces él dijo:
—Supongo que por la misma razón que mi compañero Charles se llama a sí
mismo Spade1, por la herramienta que le fue asignada en aquel entonces. Algunas
cosas, nunca quieres olvidarlas no sea que pierdas la lección aprendida con ellas.
Mi lección fue darme cuenta de quién era yo. Pensé que lo sabía cuando los
tiempos eran fáciles, pero es quien eres cuando las cosas están en su peor
momento lo que es la verdad real. Es por eso que disfruto con el dolor, de hecho.
O lo sientes o no lo haces, no hay mentiras, no hay confianza rota y no hay
autoengaño. En aquel entonces, pensé que no era un asesino como mi hermano.
Resulta que lo era. Cuando acepté eso, mantuve el nombre de Ian como
recordatorio.

—¿A quién mataste? —pregunté en voz baja.

172
Lo sentí descansar su cabeza en su brazo. Quería darme la vuelta, pero me
quedé mirando en la otra dirección. Tal vez él necesitaba la ilusión de privacidad
ahora como yo la había necesitado antes.

—Al supervisor de la colonia de la prisión. Él me quería, y era un asqueroso


de mierda que no se molestó en que no le devolviera su interés. Después de la
tercera o cuarta violación… —se encogió de hombros, como si el número ya no
le importara—… decidí matarlo. Sabía que me aferraría a eso, pero no me
importaba. Una noche lo atraje fuera del campamento con el pretexto de querer
sus atenciones. Entonces le corté la garganta y corrí. Pensé que los otros guardias
me atraparían, pero cuando los días pasaron y no vinieron, supe que me había
escapado. Entonces supe que no importaba. Iba a morir de todos modos. Ya has
oído el resto de la historia.

Sí. Mencheres lo había encontrado y la ilimitada lealtad de Ian hacia su padre


había nacido.

—Gracias por responder a mi pregunta —dije con voz firme—. Pero no estoy
de acuerdo con la razón para mantener el nombre de tu hermano. No eras un
asesino como él. Fuiste un vengador de los males. Si yo hubiera escogido tu
nombre en ese entonces, habría elegido Aequitas.

—¿El concepto latino para la justicia? —Lo sentí reír, luego sentí el roce de sus
labios en mi espalda—. A veces, pequeña Guardiana, eres realmente adorable.

1 Spade: Pica o pala.


Estoy muy lejos de ser “justo” como una persona puede ser. Solo habría aceptado
eso si hubiera sido irónico.

—¿Al igual que yo llamándome como la palabra latina para verdad, cuando
todo sobre mí es una mentira? —Noté.

Su risa era más baja ahora.

—Sí, y me quito el sombrero. Pensé que eras una rebelde, pero eres la misma
definición de la palabra.

—No estás usando un sombrero —murmuré.

—No, no lo hago —dijo, acentuando su punto tirando del pliegue de la cortina

173
entre nosotros. Cerré los ojos cuando sentí su cuerpo desnudo y delicioso contra
el mío. Hacía solo unos minutos, había estado más que satisfecha, pero ahora, el
hambre aumentó como si hubiera sido largamente negado.

¿Por qué no había sabido que el sexo con él sería adictivo? Él no tenía un flujo
interminable de mujeres y hombres que lo persiguieran sin ninguna razón. Pero
yo no podía permitirme desearlo de esta manera. Eso era casi tan peligroso como
nuestras circunstancias peligrosas. No solo había encontrado una entrada en mis
secretos más profundos; tenía miedo de que también hubiera roto una puerta en
mi corazón.

—¿Cuál es tu nombre real? —pregunté, esperando su rechazo a la clara


pregunta que pondría frenos a mis emociones.

Lo sentí ponerse rígido de todas las maneras equivocadas. Pensé que mi


deflexión funcionó y que estaba a punto de dejarlo. Luego dijo:

—Te lo diré con la condición de que nunca me llames por él. Elegí mantener
el nombre de Ian hace mucho tiempo y con Ian me quedaré.

—De acuerdo —dije, la curiosidad se apoderó de mí.

—Killian. —Lo dijo con un toque de desconcierto, como si hubiera olvidado


como se sentía ese nombre cruzando sus labios—. El nombre con el que nací fue
Killian.

Absolutamente no debería haberle dicho esto a continuación. No debería, no


debería… Oh, a la mierda.
—El nombre que me dio Tenoch fue Ariel. Lo escogió porque era el nombre
de la ciudad de la que me rescató. —Dejó escapar una pequeña risa—. Ahora,
todos los que oyen “Ariel” piensan en una sirena ficticia. Incluso si no hubiera
estado forzada a cambiar mi nombre por el secreto hace mucho tiempo, todavía
lo habría cambiado por eso.

—¿Tenoch te lo dio? ¿No recuerdas el nombre con el que naciste?

Cerré los ojos y solo vi fuego; el primer recuerdo que tuve.

—No. Era muy joven cuando la gente de Dagon quemó mi pueblo. Cuando
me levanté de las cenizas, me llevaron ante su maestro, y Dagon solo me llamó
“chica”.

174
Durante mucho tiempo me pregunté si la razón por la que estallaba en llamas
y me convertía en cenizas cada vez que moría era porque eso fue lo que sucedió
la primera vez. O tal vez, es lo que le pasaba a cualquiera de mi linaje. No lo sabía.
Yo era la única de mi especie, hasta donde sabía.

Ahora las manos que se posaban en mí eran reconfortantes en lugar de


sensuales.

—Esa debe ser la razón por la que estás tan decidida a ver a Dagon muerto.

Mi risa fue amarga.

—No lo es, en realidad. No arriesgaría miles de nuevos años que pudiera vivir
por ir a una probable búsqueda de suicidio solo para vengarme.

Su pausa sonó sorprendida.

—¿Si no eres tú, entonces a quién estás tratando de vengar?

A las miles de personas cuyos gritos todavía hacen eco en mis oídos. Pero si le decía
eso a Ian, tendría que decirle el resto, y no podía. Los recuerdos dolían
demasiado.

—¿Por qué te estoy contando algo de esto? —pregunté en voz alta—. No sé


qué pasa contigo que me hace contarle secretos que solo Tenoch ha conocido. Ni
siquiera le dije a Xun Guan lo que realmente era, y ella ha sido mi mejor amiga y
ocasional amante durante siglos.
Su resoplido crujió mi cabello.

—Podrías haber conocido a Xun Guan por más tiempo de lo que he estado
vivo, pero ella no es una verdadera amiga. Si lo fuera, no habría puesto a prueba
tu reclamo sobre mí. Ella lo habría dejado ir. Las personas que valoran la ley por
encima de todo pueden ser admirables, pero son terribles confidentes. Si tus otros
amigos y antiguos amantes son como ella, no es de extrañar que compartieras tus
secretos conmigo. Las circunstancias pueden haberte obligado a revelar algunas
de ellas, pero me dijiste el resto porque sabes que te necesito, así que sabes que
no voy a traicionarte. Y como soy un sinvergüenza que lo ha hecho mucho peor,
también sabes que no te juzgaré.

—Eres mucho menos sinvergüenza de lo que dices. De hecho, voy a tener que

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reescribir tu archivo completamente una vez que esto termine.

Él se rió.

—No te atrevas. He trabajado muy duro para construir mi terrible, y


repugnante reputación. —Entonces su risa se desvaneció y su tono se volvió
serio—. Hay otra razón, por supuesto. La posibilidad muy real de que ambos
estemos muertos pronto. Es por eso que estás compartiendo algunos de tus
secretos mejor guardados. Por la misma razón compartí algunos de los míos
contigo. Cuando el tiempo se acaba, nada menos que la honestidad se siente
como una pérdida de esfuerzo.

Que cierto era eso también.

—Todavía me gustaría saber por qué arriesgas tu vida por matar a Dagon —
dijo, su tono más suave ahora—. Pero si no quieres decírmelo, o si simplemente
no puedes, lo entiendo.

Una parte de mí quería decírselo, sorprendentemente. Él tenía razón. Después


de la muerte de Tenoch, había perdido a la única persona que había sabido todo
sobre mí y me había aceptado de todos modos. No me había dado cuenta de lo
sola que había estado hasta que encontré a alguien más con el que poder
compartir mis secretos. Y sí, el tiempo puede estar agotándose de hecho,
aferrarme a mis secretos podría ser la definición misma de esfuerzo
desperdiciado.
Pero tampoco podía soportar revivir los aspectos más horribles de mi pasado.
No ahora. Necesitaba mantenerlos enterrados. Aunque era peligroso para mi
corazón, Ian sabía que podía borrar el pasado y todo lo demás de mi mente.

—No quiero hablar más —dije, dándome la vuelta y presionando mi boca


contra la suya.

Respondió de inmediato, como si supiera lo desesperada que estaba por


escapar de los recuerdos que me perseguían. Pronto, su boca, manos y cuerpo
reclamaron mi atención completa. Esta vez, no necesité ninguna indicación para
liberar todo mi control. Ya había probado que podía tomar todo lo que tenía, y lo
di sin moderación.

176
En cuanto al club… bueno, eso resultó ser más frágil. Sin embargo, para eso
están los seguros, ¿verdad? En caso de que no cubriera todos los daños, me
encargaría de enviar a alguien para comprobar a los propietarios más tarde. Sería
el mejor dinero que jamás hubiera gastado.
Capitulo 28

177
Salimos del club al amanecer. Como vampiro, esa era mi hora menos favorita
para viajar, sin embargo, por el momento, también era la más segura. Con el sol
afuera, no teníamos que preocuparnos porque Dagon nos acechara si decidía
ignorar la advertencia de mi padre tan pronto. Y los brillantes rayos de luz ahora
me provocaron una sonrisa por cómo había retrocedido de ellos ayer. La
diferencia que hacía una resaca. Y mucho sexo.

Me vestí con la ropa que había encontrado en el club de objetos perdidos y


encontrados. No coincidían, pero apenas importaba. Ian llevaba un uniforme de
policía. Dudaba que hubiera encontrado eso en Perdido y Encontrado, así que
supuse que uno de los oficiales que se había presentado en el club la noche
anterior debió haberse ido con menos de con lo que había llegado. Solo podía
imaginar la historia que Ian habría implantado en su cabeza para explicar la falta
de ropa, también.

Silver caminaba a nuestro lado, atado como si fuera cualquier otra mascota. Le
había encantado para que sus alas y plumas fueran invisibles. Ahora, solo parecía
una pequeña versión de un Samoyedo gris.

Yo también me había encantado usando la apariencia que usaba normalmente.


La delgaducha, oí describirlo a Ian. Sí, era menos bella y curvilínea que mi
verdadera forma, pero Tenoch me había dado esta apariencia, usando a su hija
biológica como modelo. Había mantenido el color de mi piel, pero aún
consideraba llevar la cara de su hija y la forma como uno de los más altos honores
de mi vida. Tenoch la había amado mucho, había recordado cada detalle de ella
incluso miles de años después de su muerte. Él había compartido conmigo su
recuerdo amado para ayudarme a ocultarme de Dagon, mis antiguos captores y
el resto de los seguidores de Dagon. Incluso antes de que él me hubiera hecho un
vampiro, Tenoch me había tratado como si fuera de la familia.

—¡Infierno sangriento!

La maldición de Ian me hizo girar la cabeza. Sostenía el nuevo móvil que de


alguna manera había adquirido en su oreja. Sus labios se comprimieron en una
delgada línea mientras escuchaba. No podía distinguir las palabras, pero pensé
que reconocía la voz de Mencheres. Esta sonaba como si Ian estuviera

178
escuchando un mensaje grabado. Entonces Ian de repente arrojó su teléfono al
suelo con tanta fuerza que se rompió.

—¿Qué está mal? —¿Dagon le había hecho algo horrible a uno de los amigos
de Ian? Eso sería como él.

—Xun Guan —gruñó Ian.

Yo parpadeé.

—¿Qué pasa con ella? —Ella no lastimaría a nadie…

Ian pisoteó los restos de su teléfono como si no lo hubiera destruido ya


suficiente.

—La bruja celosa expresó tanta consternación por nuestro supuesto


matrimonio, que los cotilleos llegaron a Mencheres. Ahora, él está exigiendo
saber qué diablos está pasando, y si lo ignoro, tendremos a dos personas
persiguiéndonos.

Sabía innumerables palabras en cientos de idiomas, pero: “¡Oh, mierda!”, era


lo que salió volando de mi boca.

Ian me dio una mirada frustrada.

—Exactamente. —Luego murmuró otra cadena de maldiciones, terminando


con—: Mencheres se lo dirá a Crispín, luego Crispín se lo dirá a Cat, y Cat se lo
dirá a todos. También podría comenzar a comprar una banda de bodas con
sangre ahora.

—Mierda —dije con más vehemencia—. ¡Eso significa que Dagon también lo
oirá!

Ian me lanzó una mirada furiosa.

—Como si me importara lo que él piense.

Su agudo ingenio debió haber sido embotado por su horror por ser descubierto
como un hombre supuestamente casado.

—Dagon ahora sabe que estoy viva, pero no sabe bajo qué identidad me estoy

179
escondiendo. Sabe que nos hemos asociado, así que, ¿cuánto crees que le llevará
darse cuenta de que realmente soy Veritas una vez que oiga que te has casado
con un Guardián de la Ley?

Las cejas de Ian se juntaron en el más oscuro de los fruncidos.

—Todo lo que has hecho para esconderte…

—Expuesto —dije, estremeciéndome—. Solo así. —¡Maldita sea, Xun Guan!


¿Cómo pudo?

Pero no fue culpa suya. No debería haber dejado que Xun Guan se me acercara
lo suficiente para herirla de esa manera. Sabía que sus sentimientos eran
profundos, y todavía buscaba consuelo en sus brazos de vez en cuando. Al igual
que Ian, ella también sintió que yo había estado reteniéndome, tanto en la cama
como fuera de ella. Pero nunca había bajado la guardia con ella. Mi negativa
había lastimado profundamente a Xun Guan, al igual que mi rechazo a las serias
relaciones. Ahora, mi supuesta cara de matrimonio al casarme con un virtual
desconocido debió haber sido demasiado para ella. Yo sola tenía la culpa de que
ella hablara con otros sobre su dolor.

Sin embargo, todas las personas por las que necesitaba obtener justicia no
merecían tener a Dagon golpeándome por esto. Ian tampoco, y me necesitaba
para asegurarse su victoria. El reloj podría estar disminuyendo en mi alias, pero
el juego no había terminado todavía.
—Trataremos con Mencheres jugando a la feliz pareja, entonces tendremos
que movernos rápido para matar a Dagon.

—¿Cómo? —preguntó Ian sin rodeos—. Incluso si pudiéramos engañar a


Mencheres que crea que nuestro matrimonio es genuino, aunque sumamente
idiota, nuestros planes para Dagon requerirían tiempo. No lo tenemos ahora.

—¡Lo sé! —Me dolió el cerebro por todas las ideas que pensé e inmediatamente
descarté. Mi angustia debió haber sido palpable, porque Silver se quejó y se
apretó contra mi pierna. Me incliné para acariciarlo mientras trataba de averiguar
cómo podríamos comprimir nuestro plan original y elaborarlo en una versión
mucho más rápida.

180
Ian se arrodilló a mi lado.

—No fue mi intención molestarte. Nada de esto es culpa tuya.

—¿No? —dije, con una risa sin humor—. No es uno de tus ex amantes el que
hizo estallar nuestros planes al infierno.

—Podría haberlo sido —dijo, lanzándome una repentina sonrisa—.


Estadísticamente, debería haberlo sido. A pesar de tu vasta edad, probablemente
te hayas limitado a unos meros cuatro o cinco amantes al año. Con frecuencia he
pasado por ese número en una sola buena noche, así que sin duda mis ex superan
a los tuyos.

Desde que había sobrestimado mucho a mis amantes, tenía razón.

—Recuerdo qué estabas haciendo cuando te encontré —dije.

—Eh, eso. —El gesto de Ian despidiendo la orgía con temática de carnaval—.
Ni siquiera estaba realmente disfrutando de mí mismo.

—Estoy de acuerdo. Parecías más miserable que cualquier otra cosa.

Sus cejas se alzaron.

—“Miserable” podría estar estirándolo…

Suspiré.
—Vamos, Ian. Pensaste que solo tenías cien semanas para vivir. Elegiste pasar
ese tiempo no con tus amigos o miembros de tu línea, o incluso con extraños que
te encontraran atractivo. En cambio, lo pasaste con gente que pagaste para estar
ahí. Eso tenía que ser terriblemente solitario, haciendo esa orgía solo a unos pocos
pasos de la autoflagelación en la escala de la miseria.

Una sonrisa sardónica torcía su boca.

—Cómo te gusta ignorar la superficie y mirar lo que hay debajo. La mayoría


de la gente no se molesta. Aunque te equivocas en una cosa. Estar con mis amigos
hubiera sido más miserable. Entonces, habría pensado en cuánto los extrañaría.
Aun así, con el tiempo agotándose, quería más recuerdos de lo que se siente
cuando las personas me tocan sin querer dañarme. Sabía que sería uno de los

181
últimos que obtendría ya que me quedaban menos de dos años antes de que
Dagon viniera a recoger mi alma. Por supuesto, la orgía solo sirvió para hacerme
sentirme más solo. También podría haber estado golpeando las puertas de una
casa vacía justo para fingir que los ruidos que hacían eran las voces de otras
personas.

Toqué su cara.

—Sé lo que es medicar el dolor de manera poco saludable. A veces me juzgo y


olvido eso, pero cuando me estaba recuperando de mi peor trauma, hice cosas
que no me dan espacio para criticarte a ti ni a nadie más.

Cubrió la mano que sostuve en su rostro con la suya.

—Tal vez algún día, me hablarás de tu peor trauma.

Miré hacia otro lado, vislumbrando su sonrisa sardónica otra vez antes de que
él dejara caer la mano. De inmediato, extrañé su toque, pero todavía no podía
abrirme de la forma en que él quería que lo hiciera.

—Entonces, las acciones de Xun Guan no son culpa tuya —dijo, volviendo a
su punto inicial. Silver se levantó en mi confusión interna. Se quejó de nuevo,
frotando la cabeza contra mí. Acaricié las plumas cerca de sus alas, luego me
detuve cuando sentí algo lleno de baches. Luego hundí mis dedos más
profundamente para ver qué era.
Las protuberancias eran cicatrices. La ira me quemó. No podía imaginar a
Dagon haciendo daño para dejar cicatrices permanentes en una criatura que
curaba casi tan bien como yo. Gracias a todos los dioses que el vampiro nórdico
había sido de labios flojos. Si no fuera porque me habló sobre el hechizo de
rastreo de sangre de Dagon, Silver estaría de vuelta en el más cruel de las
cautividades, para que Dagon pudiera aprovechar a una criatura que fue creada
para ser preciada.

—¡Silver! —grité, saltando de emoción.

Eso sorprendió tanto al simargl, que voló de regreso hasta que su nueva correa
le detuvo. Comencé a tranquilizarlo de inmediato, mientras Ian me miraba como
si hubiera perdido la cabeza.

182
—No estoy loca —anuncié, luego me reí cuando la pareja más cercana a
nosotros escuchó eso e hice una doble toma. Sí, supongo que eso no era un
respaldo a la cordura de cualquiera—. Sé cómo podemos traer a Dagon tan
pronto como queramos.

—Cortando su hechizo de protección en mis marcas —respondió Ian.

Ondeé a su entrepierna.

—No es eso, aunque eso también lo haría. Aun así, Dagon sabría que es una
trampa ya que nunca lo harías accidentalmente. Pero si dejo de bloquear el
hechizo en la sangre de Silver, Dagon podrá rastrearlo nuevamente. Sabe que
Silver está con nosotros, y Dagon es lo suficientemente arrogante como para creer
que su magia ha hecho un agujero a través de mi hechizo. Si Dagon piensa que
ha superado mi magia, no debería esperar una trampa.

Aún mejor, mi padre no podría castigarme por romper su orden. Dagon


golpearía tan pronto como me viera. Entonces, todo lo que haría para protegerme
podría ser legítimamente llamado autodefensa.

Durante una fracción de segundo, la alarma pasó por la cara de Ian. No podía
imaginar por qué, pero luego desapareció como si nunca hubiera estado allí.

—Arrogante o no, Dagon no es tonto. Todavía vendrá con fuerza.


Necesitaríamos toda nuestra fuerza combinada para matarlo, más varios espejos
en la lista.
¿Por qué cualquier cosa que decía tenía la capacidad de sorprenderme más?

—¿Tienes la intención de usar la trampa del espejo con Dagon? —Ciertamente


la había tenido, pero no había compartido eso con Ian.

Me lanzó una mirada divertida.

—¿Por qué crees que lo probé primero contigo? Créeme, había muchas otras
formas en que podría haber ganado esa apuesta entre nosotros.

—¿Crees? —dije, sonriendo porque tenía esperanza otra vez.

Se inclinó hacia abajo.

—No creas —murmuró—. Lo sabes. Al igual que yo sabía que tenía que

183
tenerte incluso cuando te despreciaba por lo que pensé que habías hecho.

Su cercanía lo distraía lo suficiente. Cuando su boca se deslizó en el punto más


sensible en mi garganta, casi me olvidé de lo que estábamos hablando. Cuando
la mordió ligeramente, el deseo se disparó a través de mí como una flecha
disparada desde una ballesta de alta tensión.

—Nunca mataría a un inocente —logré jadear—. Solo porque Katie nació


diferente no significa que ella naciera mal. Las acciones, no la existencia, definen
el carácter.

—No podría estar más de acuerdo. —Gruñó contra mi piel antes de una lenta
lamida que me hizo estremecer—. Todos mis instintos me dijeron eso acerca de
ti, sin embargo, te había visto en esa ejecución. No pude reconciliarlo con lo que
mi instinto me dijo hasta tu borracha confesión.

Cada vez más, me alegraba de haberme emborrachado completamente la otra


noche. Esa tampoco era yo, pero aquí estaba, una aparentemente orgullosa
bebedora en exceso.

—Detente —dije, empujándolo hacia atrás de mala gana—. Tenemos trabajo


que hacer. Llamar a Mencheres y tratar de calmarlo. Una vez que lo tengamos,
avanzaremos y prepararemos esos espejos para Dagon.

Una leve sonrisa curvó su boca.

—¿Más órdenes?
Docenas explícitas corrieron instantáneamente por mi mente. Ian inhaló como
si saboreara el aire.

—Extraño tu verdadero aroma cuando estás excitada. Este huele a la forma en


la que te ves: Aburrido y dulce. Pero cuando cae tu glamour y eres como estabas
destinada a ser… —otra inhalación llevó su boca a mi garganta otra vez—… tu
aroma me recuerda a las lluvias de primavera durante una tormenta eléctrica:
Salvaje, pura, mortal y asombrosamente hermosa, tal como eres.

Cerré los ojos, dejando que su voz, sus palabras y su cercanía me inundaran.
Nunca había tenido a alguien que me afectara en tantos niveles. La parte de mí
que lo adoraba tragó con avidez todas las sensaciones desconcertantes. Pero la
parte lógica decía que todo esto solo se convertiría en dolor. Peor aún, sabía que

184
la parte lógica tenía razón.

Ian me necesitaba ahora, pero cuando no lo hiciera, se iría. No haría ninguna


pretensión sobre eso. Podría estar disfrutando de los beneficios de estar juntos,
pero yo era la única que sentía las cosas a un nivel más profundo. Eso tenía que
parar, antes de que Xun Guan no fuera la única que cuidaba a un corazón
confundido y herido.

—Guarda tus felicitaciones para más tarde —dije, abriendo los ojos—.
Tenemos demasiado trabajo por hacer ahora.

Ahora la sonrisa de Ian también era parte de una sonrisa.

—Amor, estás levantando esos escudos de nuevo, ¿verdad?

¿Cuándo eran las únicas cosas que me protegían de una avalancha de


emociones que estaba sintiendo? Sí.

—No sé lo que quieres decir, pero ¿no tienes una llamada que hacer?

—Así es. —Se acercó a la persona más cercana a nosotros, le dio algunos
destellos de su mirada, luego caminó de regreso sosteniendo su teléfono móvil.
Una vez que golpeó el número de Mencheres, fue contestado en el segundo
timbre—. Mencheres —dijo Ian en una voz brillante y astuta—. Recibí tus quince
mensajes.
—¿Es verdad? —Estaba de pie tan cerca de Ian, que podía escuchar a
Mencheres claramente. El ex faraón nunca había sonado más molesto—. ¿En
realidad te has casado?

Ian hizo una mueca, pero dijo:

—Parece que las buenas noticias viajan rápido. —En el tono más claro. Si no
hubiera sabido cuánto no quería que llegara la noticia de esta farsa a Mencheres,
nunca hubiera adivinado lo que le costó confirmarlo.

Silencio por un minuto completo, muy incómodo. Entonces Mencheres dijo:

—¿Estás todavía en la ciudad de Nueva York? —En un tono tan plano, que me
sobresalté. Mencheres molesto era una cosa. Su sonido tan frío generalmente

185
significaba que la gente iba a morir.

—Por el momento —respondió Ian—. Pero nos vamos pronto…

—Ya estoy aquí —interrumpió Mencheres—. Volé tan pronto como el cotilleo
de dónde estabas y lo que hiciste me llegó.

Ian puso los ojos en blanco.

—Por supuesto que lo hiciste. —Luego sacudió la cabeza hacia mí como si


quisiera decir, padres, ¿qué vas a hacer?—. Nos pasaremos por allí. ¿Te hospedas
en el Ritz? ¿O en el Waldorf?

—El Ritz —respondió Mencheres crujientemente—. Suite del ático. Ven ahora,
y no traigas a ella contigo.

¿Ella? ¿Ni siquiera merecía que me llamaran por mi nombre? Los


normalmente anteriores modales irreprochables de Mencheres a la caballería
durante tantos miles de años, a menudo me pregunté si él había sido el que los
inventó. Ahora yo era “ella”. Él debía estar verdaderamente furioso.

—Nos vemos en breve —dijo Ian, y colgó.

Le di una mirada después de que volví a comprobar que realmente había


desconectado la llamada.

—Sabes que voy a ir contigo, ¿verdad?


La risa de Ian fue tan descuidada como el tono que había usado al confirmar
el matrimonio que nunca había querido.

—Como le recordaste a Xun Guan, donde está un vampiro cónyuge, el otro


está permitido independientemente. Pero necesitas cambiar. —Su mirada miró
mi ropa que no coincidía y los zapatos demasiado grandes mientras dejaba salir
un sonido cuando chasqueó su lengua—. No puedo hacer que veas a tu nuevo
suegro pareciéndote a un barrendero callejero.

—A menos que obligues a alguien a cambiarse de ropa conmigo, no veo cómo


mi atuendo puede mejorar. Dejamos nuestras carteras en la habitación del hotel
con esos vampiros destrozado, ¿recuerdas?

186
—¿No conoces a un troll que te deba un camión lleno de oro? —respondió.

—Él no me debe —corregí, pero Ian tenía razón. Nunca tuve la intención de
elegir el oro que Nechtan me prometió, pero sería mucho más fácil convertir algo
de ese efectivo en una casa de empeño local de lo que sería obtener la nueva
identificación que necesitaría para acceder a mis cuentas. El efectivo también
sería más difícil de rastrearnos. Nechtan sería, entonces.

—Pasemos por Central Park.


Capitulo 29

187
Solo hizo faltar empeñar una de las ofrendas del lago de Nechtan para que Ian
y yo nos viéramos mucho más guapos. Empeñé algunos artículos más para viajar,
luego guardé el resto en un almacén que alquilé apresuradamente. Conducir en
un camión lleno de oro nos dejaba preparados para más problemas de los que ya
teníamos. Pero tan pronto como entramos por la puerta de la suite del ático de
Mencheres, supe que esto sería mucho peor que conocer a un suegro
desaprobador. Ian lo vio enseguida, también.

—¿Qué es esto, una intervención? —exigió a los tres hombres y a la mujer


solitaria que estaban en fila alrededor de la puerta del hotel—. Te ves como si
estuvieras a punto de atacar.

—Lo estamos si intentas irte —respondió Mencheres en un tono mordazmente


suave—. Y te dije que no la trajeras.

—“Ella” está aquí de todos modos —dije, la irritación me hizo ignorar la


terrible gramática de la afirmación.

Los reconocí a todos, aunque no recordaba haber conocido al alto y


desgarbado vampiro con el cabello negro y puntiagudo antes de ahora. Por el
expediente de Ian, supe que eran Spade, nombre real Charles DeMortimer,
casado con una humana, de todas las cosas. Él podría vestirse como si estuviera
asistiendo a un elegante almuerzo, pero se contuvo con el equilibrio enrollado de
un luchador. Peligroso, aunque no era la mayor amenaza en la habitación.
Mencheres lo era, y después de él, su co-gobernante, Bones.

Bones y Cat habían cambiado su apariencia. El cabello corto y rizado de Bones


ahora era rubio ceniza y ocultaba la mayor parte del tiempo zonas de su hermoso
rostro. Del mismo modo, los llamativos rizos carmesí de Cat eran ahora un tono
más gris de marrón, la caja de color de la que provenía debió haber sido
etiquetada como “Eh, ¿a quién le importa?”. También lo había diseñado para que
un lado cayera todo el camino hacia adelante, protegiendo casi la mitad de su
rostro. El glamour hubiera sido un disfraz más fácil y efectivo, pero para cada
uno lo suyo.

La última vez que los había visto había sido en la supuesta ejecución de su hija.

188
Cuando me encontré con la mirada gris e invernal de Cat, inmediatamente
mejoré su peligrosidad por encima de Bones. Él podría ser mayor, pero los picos
helados no se clavaron en mi columna cuando miré a los ojos de Bones. Cat aún
debía tener acceso a la magia más peligrosa después de todo, poder grave. Solo
unas pocas personas en el mundo podían usarlo, y era casi inmejorable. Ya que
Cat me miró directamente como si ya estuviera muerta en el suelo, estaba a punto
de matarme con él.

¡No es de extrañar que Mencheres hubiera dicho que no me trajera! Si hubiera


sabido que Cat y Bones estarían aquí, no habría venido. Yo también querría
matarme si fuera ellos. Ahora, tenía que hacer algo drástico a menos que quisiera
que los cuerpos comenzaran a golpear el suelo.

—Sé que tu hija todavía está viva —dije sin rodeos—. Fue un cambiaformas el
que fue decapitado, no ella. No tienes nada que temer. Continuaré
manteniéndola en secreto.

Por alguna razón, la persona que parecía más sorprendida fue Spade. Él jadeó
hacia mí como si acabara de sacar un rayo de mi culo.

—Pero eres un Guardián de la ley —balbuceó.

—Sí —dije con todo el orgullo que todavía sentía en mi trabajo—. Y las leyes
fueron originalmente hechas para proteger a las personas, no para oprimirlas.
Algunas han sido torcidas con el tiempo, pero ninguna afirma que los niños de
especies mixtas sean ilegales. Solo el miedo y el fanatismo han hecho esa
afirmación, y no tengo el deber de defender eso.

La mirada de Cat se movió rápidamente hacia Ian por un instante antes de


volverse sobre mí.

—¿Esto son tonterías, o es ella de verdad?

Ian gruñó.

—Reaper, no tienes ni idea de lo real que es en este tema. El secreto de Katie


está a salvo con ella. Ella te dio la espada cubierta con la sangre de Denise para
asegurarse de eso, ¿recuerdas?

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—¡Cállate, Ian! —gruñó Spade.

Ah. Ahora la sorpresa de Spade tenía sentido. La humana con la que Spade se
había casado se llamaba Denise, pero por el comentario de Ian, Denise no era
meramente humana. Ella también era cambiaformas de marca demonio.

—Tu esposa está a salvo de mí, también —le dije a Spade.

—No te creo.

Las palabras suavemente habladas vinieron de Mencheres. No se había


movido, pero al mismo tiempo, el aire se cargó con tanta energía, que fue
doloroso.

—He visto de primera mano, cómo ayudaste a encarcelar y matar a muchos


de cuyos únicos delitos eran ser diferentes. ¿Por qué debería pensar que has
cambiado?

Las cejas de Ian se alzaron mientras me miraba, viendo si negaría las


afirmaciones de Mencheres.

—Suena peor de lo que es —comencé.

El aire a mi alrededor de repente se comprimió como si se hubiera convertido


en un gran puño. Mis huesos se rompieron y sentí una presión nueva y siniestra
en mi cuello. ¿Estaba realmente amenazándome con decapitarme? Si lo hiciera,
tan pronto como volviera de entre los muertos, ¡le golpearía con un hechizo que
lo haría arrepentirse durante los próximos cien años!
—Detén esto ahora mismo —ordenó Ian en tono furioso.

Al mismo tiempo, me ahogué:

—Maldita sea, Mencheres, ¡permíteme demostrarlo! ¿O has olvidado que te di


el beneficio de la duda cuando el consejo gritó por tu cabeza?

Si fue mi recordatorio o la directiva de Ian, la presión de castigo cesó,


permitiendo que mis huesos dejaran de romperse como ramitas secas.

—Habla —dijo Mencheres de repente.

Ian puso su brazo alrededor de mí, su mirada le dijo a Mencheres todo lo que
estaba pensando de su trato hacia mí. Pero como muchos nuevos miembros de

190
una familia, yo tenía que aspirar algunos insultos por el bien mayor. Aun así,
mientras sanaba, lancé una maldición en sumerio de la que Ian se rió entre
dientes porque, por supuesto, fue capaz de traducirla. Entonces, con un gruñido
murmurado, dejé caer mi glamour. ¿Estaba revelando un secreto más? Podría
empezar a decirles a todos que dejé en la calle la verdad sobre mí, también.

Mencheres tomó aliento cuando vio que la plata reemplazaba mi común


cabello rubio, con vetas doradas y azules tejidas a través de él. Luego hizo un
incoherente sonido cuando crecí varios centímetros y mi cuerpo se llenó de
curvas y músculos que tensaron cada botón y costura en mi elegante traje de
pantalón. Supe en qué momento mi rostro cambió a su verdadero rostro. Ahí fue
cuando mi verdadero nombre se deslizó de sus labios y dio un paso atrás, lo que
pareció sorprender a Cat y a Bones más que mi nueva apariencia.

—Ariel —dijo Mencheres en un susurro aturdido.

Ian parecía intrigado.

—¿La reconoces en su verdadera forma?

—Sí. —Mencheres todavía sonaba un poco aturdido—. Ariel es la bruja más


poderosa que me he encontrado. Ella también me ayudó a hacer pasar a
innumerables vampiros, brujas, magos y parientes demoníacos a salvo durante
la Gran Purga.

—Así se llamaba cuando el consejo redactó las nuevas leyes que oprimían a
cualquier persona que no fuera un vampiro “normal” —aclaré—. Yo era solo una
Ejecutora en aquel entonces, pero todavía me daba acceso a la información sobre
las siguientes redadas. Compartí esa información con Mencheres, solo que él
creía que venía de una verdadera bruja vampiro nacida llamada Ariel y no la
nueva Ejecutora conocido como Veritas.

Mencheres negó con la cabeza como para aclararlo.

—Pero tú, como Veritas, todavía disparaste y arrestaste a muchos.

Me encogí de hombros.

—Solo los que usaron su poder innato o habilidades para dañar a otros.
Siempre hay malas manzanas, Mencheres. Los entregué al consejo. Entonces el
consejo creyó que había logrado diezmar las partes “peligrosas” de la población.

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Si no lo hubieran hecho, las redadas habrían continuado, además de que yo no
habría sido de confianza con la inteligencia de más alto nivel.

Ian se echó a reír.

—¡Así es como Nechtan te conocía! Todo este tiempo, has estado trabajando
para el consejo mientras usabas su información contra ellos. Estoy tan duro para
ti en este momento.

Miré, y no, él no estaba mintiendo. No debía haber sido el único que decidió
obtener la confirmación visual. Bones se aclaró la garganta de manera aguda.

—Ahora no es el momento para eso, Ian. A pesar de estas inesperadas


revelaciones, todos vinimos aquí por una razón. Esa razón no ha cambiado,
incluso si mi intención de asesinato hacia tu esposa lo ha hecho.

Todo humor y erección dejaron a Ian.

—¿Quisiste hacer qué, Crispín?

—Matar a tu nueva esposa —repitió Cat sin rodeos. Entonces ella me disparó
una mirada medio disculpándose medio desafiante. La devolví una dura propia.
Nueva familia o no, no tomaría las amenazas de muerte a la ligera—. Creíamos
que ella te estaba usando para intentar llegar a Katie —continuó Cat—. Siempre
me pregunté si ella sabía más de lo que había dicho en la ejecución. Nunca
olvidaré la mirada que me dio cuando me entregó esa espada…

—¿No pudiste traducir “cállate y tómalo”? —murmuré.


—… y si no hubiera un motivo oculto, ¿por qué un Guardián de la Ley se casó
contigo? —continuó Cat, dirigiendo su atención a Ian—. ¡Eres alérgico a la
monogamia, siguiendo la ley y diciendo la verdad! Quiero decir, te amo y todo…

—Puedo verlo —intervino sarcásticamente.

—… pero eres la última, y me refiero a la última persona con la que una


Guardiana de la Ley le gustaría casarse. —Me enfadé ante eso, no porque a Cat
le importara—. Y por mi vida, no puedo imaginar por qué te casarías con ella —
continuó Cat—. Vinimos aquí para averiguar si ella te chantajeaba con uno de tus
muchos crímenes desde que el Ian que conozco nunca se casaría
voluntariamente.

—Hubiera dicho lo mismo de Crispín una vez —respondió Ian, pinchazos de

192
esmeralda brillando en su mirada—. O Mencheres, o incluso Charles, sin
embargo, aquí estamos, todos hombres casados. En verdad, debería culparte
mucho. Debes haber convertido en un arma el matrimonio y lo hiciste en el aire.

—¿Lo ves? —Cat se volvió hacia Bones—. ¿Quién dice ese tipo de cosas si está
felizmente casado?

Ian puso los ojos en blanco.

—¿Pensaste que un intercambio de sangre y algunos votos cambiaría quién


soy? Nada lo hará, y si Veritas acepta eso, mis amigos más antiguos también
deberían.

Spade hizo un ruido exasperado.

—Somos tus amigos más antiguos. Es por eso que sé que no elegirías unirte
con votos irrompibles. Tú alegremente te habrías burlado de ellos en su lugar.

Ya había escuchado suficiente.

—Si realmente conocieras a Ian, sabrías que tiene más honor de lo que el resto
de ustedes se atreverían a aspirar a tener.

Los ojos de Cat picaron.

—Estamos hablando de este Ian, ¿verdad?

No tenían ni idea de lo que Ian había sacrificado por ellos.


—¡Sí, este Ian! —Entonces mi voz se espesó con todo lo que aún no les diría a
pesar de que su silencio posiblemente le costaría su vida y su alma—. Del que
cualquier mujer estaría orgullosa llamar su esposo, y el mismo que cualquier
persona inteligente tendría el honor de llamar su amigo.

—¿Nos acaba de llamar estúpidos? —le susurró Cat a Bones.

—Eso creo —dijo Bones arrastrando las palabras.

Spade me miró como si lo fascinara.

—Nunca he visto a alguien atrapar un estado de ingenuidad antes.

—Entonces siento lástima por tu esposa —dijo Ian bruscamente antes de que

193
pudiera dar mi propia mala réplica—. Gana tu juego de dormitorio, Charles,
antes de que Denise encuentre que alguien lo haga. Más importante… —sus
colmillos salieron cuando gruñó el resto—… la siguiente persona que la insulta
conseguirá que su boca sea empujada a su propio culo.

Una mirada de asombro cruzó los rasgos de Bones.

—Estás genuinamente ofendido… en nombre de otra persona.

Lo dijo como si no pudiera creer que las palabras hubieran cruzado sus labios.
Entonces su mirada marrón oscuro se volvió pedregosa.

—Puedo creer que te entregas con una aventura seria, ¿pero casarte? Eso cae
tan fuerte que has destrozado la corteza de la tierra. Estos apenas son los
primeros días de citas. ¿Cuánto tiempo han estado juntos? Semanas, ¿más?

Ian le dio una mirada irritada.

—Refresca mi memoria, Crispín. ¿Te enamoraste de Cat la primera noche que


la conociste? ¿O aguantaste todo el camino hasta la segunda?

Bones apartó la mirada.

—Eso no es lo mismo.

Ian resopló.

—Sí, hay una diferencia muy marcada de cómo nuestra querida Reaper seguía
intentando matarte en ese entonces. Dicho esto, todos somos lo suficientemente
mayores para saber inmediatamente cuando alguien es simplemente más de lo
mismo, o verdaderamente especial. —Su mirada en mi dirección solo duró un
segundo, pero se sintió tan tangible como una caricia—. Tan pronto como tuve
mi primer encuentro real con Veritas, supe que no la podría comparar con nadie
más. Más importante aún, sabía que ella era mía.

Forcé una sonrisa mientras sentía como si me estuvieran apretando sin piedad
desde el interior esta vez. Solo lo decía para vender esta farsa, pero que los dioses
me ayudaran, ojalá fuera cierto. Lo era para mí. Peligrosamente así. En una hora
supe cuán único era Ian y no había dejado de sorprenderme desde entonces. Peor,
en apenas dos semanas, era posesiva con él en formas que nunca antes había
experimentado, había compartido casi todos los secretos que tenía con él, y lo
encontraba cada vez más fascinante e irresistible. ¿Podría ser esto lo que las

194
personas sentían cuando se estaban enamorando? Si lo era, era más poderoso que
cualquier magia que hubiera conocido.

Spade se acercó más a Mencheres.

—¿Dijiste que Ariel es una bruja poderosa? —preguntó en voz baja—. ¿Tal vez
usó un hechizo para obligarlo a pensar que quería casarse con ella…?

Estaba debatiendo convertirlo en un sapo proverbial cuando Ian voló hacia él.

—Te lo advertí, amigo. ¡Ahora, jódete!

Luego se congeló en el aire, con las manos en los tobillos de Spade como si
hubiera estado a punto de agárralos para voltear el culo de Spade y agachar la
cabeza. Cat levantó una ceja hacia Bones, pero él sacudió su cabeza.

—Suficiente —dijo Mencheres, revelando que era él quien había usado su


poder para detener a Ian—. Spade, no quieres ver lo que Ariel puede hacer
cuando está enojada, y además, estabas siendo muy grosero.

—Parecía ser una buena pregunta —murmuró Spade.

—Claro, ¿por qué no todos asumirían que había usado la brujería para obligar
a Ian a casarme conmigo? —Mi voz se estaba debilitando, probablemente porque
Spade había tenido la idea correcta, solo el método equivocado de persuasión. Si
no supiera que estaban actuando por genuina preocupación por Ian, les mostraría
a una verdadera bruja ahora—. Es lo que toda nueva novia quiere escuchar, ¿no
es así?

Una pausa tensa, luego Cat dijo:

—Tal vez deberíamos empezar de nuevo, ¿hmm? Esto no es lo que


pensábamos que era, obviamente.

—Estoy de acuerdo —dijo Ian en un tono helado—. Ahora, déjame abajo.

Mencheres gruñó.

—No hasta que renuncies a tu amenaza.

—Charles necesita disculparse primero. —La voz de Ian era tensa, ya fuera por

195
parte de su enojo con Spade, o por estar congelado con la cabeza al nivel del
tobillo mientras que el resto de él estaba en una inclinación.

Spade dejó escapar una elegante burla.

—Estaba lo suficientemente preocupado para dejar todo y asegurarme de que


no estabas siendo obligado a contraer matrimonio. Si fui demasiado celoso con
ese fin, me disculpo.

—No conmigo, simplón —dijo Ian—. Con ella.

—¿Por qué molestarme en tener un nombre? —dije irritada—. Solo me voy a


llamar Ella de aquí en adelante.

—Hablando de eso, ¿prefieres Veritas o Ariel? —preguntó Cat.

—Veritas —dije, volviendo a poner mi glamour para enfatizar.

Cuando ambas cejas de Mencheres se levantaron, me di cuenta de que había


olvidado gesticular usando magia táctica o cubriendo lo que estaba haciendo con
un hechizo verbal primero. Afortunadamente, el resto de ellos no parecieron
notar el significado.

—Entonces, Veritas —dijo Spade, enfatizando las tres sílabas de mi nombre—


. Pido disculpas por el involuntario menosprecio.
—Disculpa aceptada —dije, lo que quise decir tanto como Spade quería decir
su gran mea culpa. A Ian, agregué—: En serio, no tengo ningún deseo de ver
cómo se ve un sándwich de culo.

Ian miró a Mencheres. Mencheres liberó su dominio telequinético e Ian cayó


al suelo. Se levantó con mucha más gracia de la que había caído, una casual
limpieza del polvo de su camisa y pantalones. Luego miró a Spade, sonrió con
dientes, y dijo:

—Espero que no tengas hambre.

No fui la única que reprimió una risa. Cat también lo hizo.

—Bueno, parece que esta intervención se ha convertido en una fiesta —dijo

196
Cat, su tono cada vez más alegre—. ¡Vamos a romper el alcohol! Mencheres
espero que tu minibar tenga ginebra y tónica. No sé sobre el resto, pero toda esta
cosa cercana a la matanza me ha dado sed.
Capitulo 30

197
Después de un interrogatorio más educado disfrazado de conversación para
conocerte, estaba lista para partir. Todo el licor en el hotel no podía quitar la
ventaja de estar en el extremo receptor de innumerables miradas de evaluación,
preguntas de trucos velados, e infinitas sonrisas falsas. Tomó todo mi control
evitar decirles que no se molestaran. Los amigos de Ian podrían no estar tratando
activamente de matarme ya, pero estaba claro que aún no confiaban en mí.
Tampoco deberían, aunque no por las razones que creían.

Gracias a los dioses, Ian tampoco estaba entretenido y no tenía miedo de


mostrarlo. Después de la segunda hora, se puso de pie, anunció que estaba
aburrido y dijo que nos íbamos.

No vitoreé, pero estaba cerca.

—Bueno, amigos, ha sido genial —dijo Ian en un tono que implicaba que sentía
lo opuesto—. Antes de irnos, un recordatorio de que la verdadera identidad de
Veritas como Ariel necesita mantenerse en estricta confidencialidad. Después de
todo, si se diera a conocer, el consejo la torturaría, ¿y quién sabe qué otros secretos
estaría obligada a revelar?

Cat se puso rígida y los ojos de Bones se estrecharon mientras Spade se


estremecía visiblemente. De nuevo, casi grité. Con ese solo comentario, Ian les
había recordado que, si me traicionaban, también pondrían en peligro a los que
más amaban. Incluso Mencheres no estaría a salvo, considerando su historia
conmigo como Ariel, aunque parecía menos preocupado. De hecho, me sonrió.

—Esto debería ser lo más interesante —murmuró.

No sabía a qué se refería con eso, pero Ian dijo:

—Hasta otra vez. —Y me acompañó a la puerta Dudé sobre mi forma de


despedida. No podría decir que hoy había sido un placer. Ni siquiera podía
lograr esa mentira trascendental.

—Fue agradable no tener que matar a ninguno de ustedes —decidí.

Ian se rió y le guiñó un ojo a sus amigos.

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—Definitivamente un original —les dijo.

Me sorprendí cuando Cat me abrazó. Ella debió haberlo atrapado en mi


expresión porque sonrió cuando me soltó.

—Lo siento, pero de donde vengo, abrazas a tu familia. Ian es el primo de


Bones, por lo que las dos somos familia ahora también. No te alejes, Ian. Sabes
que eres el siguiente —agregó, y agarró a Ian.

¿Primos? Sabía que Ian consideraba a Mencheres como un padre sustituto,


pero no me había dado cuenta de que alguno de ellos estaba relacionado por
sangre. Me encontré con los ojos de Ian. Solo su frente se arqueó como para decir:
Tu expediente no sabía nada, como te dije.

Le preguntaría acerca de estar relacionado con Bones más tarde. Ahora, solo
quería irme. Cuando Cat finalmente dejó ir a Ian, lo hicimos.

Tomamos el ascensor hasta el primer piso. Allí, recogimos a Silver de una


habitación vacía, ya que habíamos hipnotizado a un empleado para que nos
dejara usar. Habíamos dejado a Silver allí, ya que habría sido demasiado para Ian
aparecer con una nueva esposa y una nueva mascota, especialmente una que
parecía un perro alado.

—Eso fue tan divertido como salir de un tiburón —comentó Ian mientras
salíamos del hotel con Silver en su correa.

Solté un gruñido de acuerdo.


—¿Cuánto quieres apostar a que están siguiéndonos ahora?

—Sin lugar a dudas, pero no te preocupes. Tengo la intención de perderlos en


el conducto.

—¿Te refieres al metro?

Me lanzó una sonrisa pícara.

—Sí. ¿Lista para un poco de diversión?

Debía haberlo sido, ya que me encontré sonriendo de nuevo.

—Oh, sí. Incluso si ellos de alguna manera logran mantenerse al día, todavía
quiero pagarles por la miserable tarde.

199
Él rió.

—Entonces agárrate a Silver y hagamos esto.

Llegamos a Trenton, Nueva Jersey, cuando el sol comenzaba a ponerse sobre


el Río Delaware. Le habíamos dado el esquinazo a los amigos de Ian en algún
lugar de Nueva York. Los habíamos perdido después de saltar de un tren a otro
tantas veces, que en realidad me había mareado. Pero había sido ese mareo
vertiginoso que me recordó a los niños que giraban en círculos para que pudieran
reírse cuando caían. Ian tenía un don para deleitarse en el momento, sin importar
el estado general de las circunstancias. Su alegría era contagiosa, recordándome
que en algún lugar a lo largo del camino, lo había perdido. Al encontrarlo de
nuevo se sintió como lluvia empapándose en una tierra seca por sequía.

¡Cómo lo extrañaría cuando esto terminara! Me había divertido más con Ian
de lo que había hecho en… No quería recordar cuánto tiempo. En este momento,
no quería hacer nada excepto saborear el momento. Pronto, y solo si todo salía
exactamente como se esperaba, ambos regresaríamos a nuestras vidas separadas.
Ian mantuvo un buen ritmo mientras recorríamos un área urbana de Trenton.
Después de varios minutos, Silver comenzó a quedarse atrás. Lo levanté,
murmurando:

—Pobrecito, sé que estás cansado. Ha sido un día largo para ti.

—Solo unas pocas cuadras más hasta que alcancemos el bazar —dijo Ian—.
No debería llevarnos mucho conseguir lo que necesitamos allí.

—¿Qué estamos comprando? ¿Espejos? —Podríamos haber hecho eso en uno


de las muchas tiendas que habíamos pasado, pero quizás Ian tenía un tipo
especial en mente.

—Suministros mágicos para alimentar nuestros hechizos. Este bazar no tiene

200
las mejores cosas, pero no podemos arriesgarnos a abastecernos en una de mis
casas. Si Dagon sabe dónde están, tendrá espías que los vigilan.

—Puedo potenciar los hechizos —protesté.

Me lanzó una mirada divertida.

—Tus habilidades son realmente impresionantes, pero no puedo dejar que te


drenes con hechizos. No tendrás tiempo suficiente para recuperarte. Todos los
lamentos de Xun Guan por perderte aumentaron nuestro calendario, ¿recuerdas?

Disputé la parte de “lamento” pero no pude olvidar el resto. De hecho, me


alegré de haber dejado mi móvil en la demolida habitación del hotel de Nueva
York. Probablemente estaba explotando por los textos sobre mi sorprendente
“matrimonio” con Ian de los compañeros Guardianes y algunos miembros del
consejo, también.

—Supongo que necesito dejar de lado mi glamour antes de que lleguemos allí
—fue todo lo que dije—. Apenas voy a un bazar mágico con mi apariencia de
Guardiana de la Ley.

—No sin causar pánico —estuvo de acuerdo Ian, con una sonrisa en mi
dirección.

Me encontré sonriendo mientras caía mi glamour, una vez más sintiendo que
mi ropa se estiraba para acomodar los cambios en mi altura y curvas. Por mucho
tiempo, había asociado mi forma real con connotaciones negativas. Mi rubio
cabello plateado con sus rayas doradas y azules era un recordatorio constante de
que mi mezcla de especie era considerada una abominación para la mayoría de
los vampiros y ghouls. Pero Ian no me miraba con el disgusto que Tenoch temía
que la gente mostraría si supieran lo que era. Todo lo contrario. Puntos verdes
del deseo comenzaron a aparecer en sus ojos.

—La perfección —murmuró.

Silver rompió el momento haciendo pequeños sonidos felices mientras


olfateaba varias veces. Debió haber captado el cambio en mi olor, también.
Supongo que Ian no era el único en preferir mi apariencia real. De repente, me
pregunté si algo de la felicidad de Silver podría provenir de que conociera a otros
de mi clase. ¿Había otros? Lástima que Silver no pudiera hablar para decírmelo.

201
Cinco cuadras después, Ian se detuvo.

—Aquí estamos.

No vi nada más que el paso subterráneo de un puente frente a nosotros, el río


a nuestra izquierda, y un estacionamiento vacío a nuestra derecha. Todo lo que
había estado allí había sido demolido hacía tanto tiempo, solo quedaba la losa de
cimentación. Pero tenía que haber más aquí.

—¿Cuál es el truco para penetrar el glamour en este lugar? ¿Otro regalo para
un troll de puente?

Ian sonrió.

—Nada tan extravagante. Simplemente necesitas trabajar un hechizo. Debería


presentarse pronto.

Un gato negro saltó de detrás de un arbusto cerca del paso subterráneo. Nos
siseó, lo que hizo temblar a Silver.

—No te preocupes —le dije—. Es solo un gato… —Mi voz se apagó cuando vi
la gran placa de identificación en el collar del gato.

—Soy un perro —leyó Ian en voz alta, resoplando—. Han hecho el hechizo
demasiado fácil. Han debido atender a cualquier tipo en estos días.
Sus dedos se movieron como si estuviera rodando una moneda invisible entre
ellos. Cuando terminó, el gato se había transformado en un perro. Ahora, las alas
de Silver comenzaron a moverse de una manera amigable.

—No puedes jugar con eso —le dije, suspirando—. Puede que no sea
agradable. —O un animal en absoluto.

Antes de que terminara de hablar, el área a nuestro alrededor cambió. Desde


el estacionamiento vacío todo el camino al paso subterráneo debajo del puente
ahora estaba lleno de cabinas, gente, luces, y ruido. Mucho ruido.

—¡La mejor oferta para un hechizo de amor aquí!

—¡Haz crecer tu pene cinco centímetros en una sola dosis!

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—¡Mírate veinte años más joven de la noche a la mañana!

—¡Pierde todo el peso que quieras con nuestra nueva poción!

—Parece que un montón de info-comerciales nocturnos cobran vida —dije,


haciendo una mueca. Recordé los bazares de la antigüedad, cuando era
comúnmente situada en las intersecciones de rutas comerciales. En aquel
entonces, era una de las pocas maneras en que podías experimentar diferentes
culturas. Si cerraba los ojos, todavía podía escuchar los sonidos de las personas
que hablaban idiomas muertos hacía mucho tiempo, oler el delicioso olor a carne
de innumerables ollas de cocina, y ver el fuego de los incendios que eran la única
iluminación contra la noche.

Ian resopló.

—Ellos tienen los vendedores de trampas para turistas enfrente. La calidad


real de los traficantes de magia está en la parte de atrás.

Las cabinas no estaban simplemente alineadas a ambos lados del camino


iluminado por orbes. También estaban por encima. Algunos vendedores
esparcían muestras de sus mezclas a la gente de la manera en que los vendedores
ambulantes de perfumes solían rociar a los transeúntes desprevenidos. El diseño
me recordó a un guante publicitario. Dudaba que alguien hubiera escapado con
el contenido completo de sus carteras intactas.
Caminamos a través de los proveedores, ignorando los gritos dirigidos a
nosotros desde todos lados y el polvo de los hechizos desde arriba. Uno cambió
brevemente mi color de cabello a marrón, luego rojo antes de que volviera a mi
estado natural plateado y estriado. Otro polvo mágico me dio pechos gigantescos
que brotaron de los botones fuera de mi chaqueta antes de que desaparecieran.
Ignoré la sonrisa de Ian ante ese hechizo, diciendo: “No”, muy firmemente al
vendedor.

La multitud disminuyó abruptamente a medida que nos acercábamos a la


última parte de los vendedores. El aire también cambió. Débiles murmullos de
magia ahora se sentían como tambores a lo largo de mi piel. Ian tenía razón. Esta
sección contenía el poder real.

203
—May, mi amor —dijo Ian, caminando hacia un puesto cubierto de finas sedas
en lugar del recubrimiento de plástico que era común para los otros
proveedores—. Ha pasado demasiado tiempo.

Una mujer de aspecto regio con reflejos rojos en su cabello de ébano se levantó.

—Mi hermoso. —Saludó a Ian, inclinándose sobre la mesa que mostraba sus
productos para aceptar el beso de Ian en cada mejilla—. De hecho, ha pasado
demasiado tiempo. ¿Y quién es esta?

—Ariel —respondí antes de que tuviera que averiguar por qué nombre me
llamaría. Entonces extendí mi mano—. Encantada de conocerte, May.

Ella la sacudió. Su piel morena oscura era cálida, marcándola como humana,
pero el poder que teñía su aura la marcaba como una verdadera bruja. También
había algo en su mirada que me hizo creer que era mucho mayor de los treinta y
cinco años que aparentaba. O bien se había ayudado con algunos de los hechizos
antienvejecimiento del bazar, o regularmente bebía sangre de vampiro para
evitar los efectos del tiempo.

—Encantada —dijo, luego cortésmente volvió su atención a Ian—. ¿Qué estás


buscando esta noche?

—Seis de los hechiceros más potentes que tengas —respondió.

—¿Seis? —Levantó las cejas—. Debes tener la intención de hacer algo muy
peligroso o muy letal.
La sonrisa de Ian fue instantánea.

—Ambos.

Hizo una pausa, luego se encogió de hombros.

—Muy bien, pero como siempre, si te atrapan con estos artículos, no los
obtuviste de mí.

—No te preocupes, May. —La voz de Ian sonó con un humor pícaro—. Los
Guardianes de la Ley no me asustan.

Rodé mis ojos. No pudo resistirse, ¿verdad?

Después de una gran cantidad de oro cambiando de manos, Ian tenía seis

204
paquetes cuidadosamente empaquetados conteniendo objetos en seis bolsas
diferentes.

—Recuerda, no permitas que los elementos desnudos se tocan entre sí hasta


que estés listo para usarlos —dijo May como despedida.

—Es un placer hacer negocios contigo, como siempre —respondió Ian.

Estábamos haciendo el camino de regreso a través de la sección congestionada


del bazar cuando sentí un roce familiar, distintivo de poder.

—Nos han encontrado —murmuré a Ian

—Lo sé. Determinados, ¿verdad? —señaló sin ninguna sorpresa.

Entonces una voz familiar gritó:

—¡Ahí estás! —Tan alto que lo oímos por encima de los muchos vendedores
que pregonaban sus mercancías.

Ian se giró al mismo tiempo que yo. Cat nos dio un alegre saludo mientras
empujaba a través de la multitud de compradores entre nosotros. Bones estaba
detrás de ella, su expresión tan intensa como la de Cat era falsamente alegre.

Por dentro, suspiré. Podías huir de la familia, pero parecía que no podías
esconderte.
Capitulo 31

205
—Se siente que tomó una eternidad llegar —dijo Cat en un tono alegre cuando
nos alcanzó—. Pero wow, ¡este lugar vale la pena! No sabía que los usuarios de
magia tuvieran su propia versión de un mercadillo. Me compraré ese hechizo
aumentador de senos. Será divertido tener una doble D por una noche, o tal vez
debería intentar...

—¿Cómo nos encontraste? —la interrumpió Ian—. Sé que te perdimos en el


metro.

Cat le dio una mirada de superioridad.

—Oh, lo hiciste, pero tengo tres palabras para ti: Dispositivos de rastreo. Te
puse uno en el bolsillo cuando te abracé. Chicos realmente hicieron todo lo
posible saltando del metro, ¿verdad? Parecía agotador. Es por eso que Bones y
yo nos sentamos y tomamos unas copas mientras mirábamos las señales en
nuestros teléfonos celulares.

Moví a Silver hasta que lo sostuve con un brazo. Entonces empecé a buscar en
mis bolsillos. Efectivamente, encontré un dispositivo pequeño y plano no más
grande que una mariquita en el bolsillo delantero. Lo arrojé hacia el río cercano,
maldiciendo todo el tiempo.
El karma fue rápido en agarrarme. Justo el otro día, había engañado a Shayla
para que me abrazara y así poder seguirla. Ahora me lo habían hecho de la misma
manera.

Ian me entregó las bolsas de oro restantes. Luego se arrancó completamente


los bolsillos, arrojando su contenido y el material al suelo. No se arriesgaría a que
Cat le hubiera puesto más de un rastreador, según parecía.

—Listo —le dijo a Cat con su propia sonrisa falsa—. Hubiera sentido un
hechizo, pero no pensé en buscar partes de tecnología.

—Los vampiros tan viejos como tú rara vez lo hacen —le aseguró Cat.

Bones se acercó a Cat. Dio un vistazo mesurado alrededor del mercado antes

206
de que su mirada se posara en Ian.

—Un lugar inusual para un par de recién casados, ¿no?

—Te digo —respondió Ian a su vez—. Tengo media docena de juguetes


sexuales mágicos en estas bolsas.

Tampoco perdí ni un latido.

—Me gusta retorcido. Muy retorcido.

—Deja de fingir —espetó Bones—. No estás aquí por los accesorios de


dormitorio místico. Mencheres y Charles están peinando a través de sus aliados
para ver si alguno de ellos sabe lo que realmente estás haciendo, pero quería darte
otra oportunidad para simplemente decirnos.

—Vamos, Ian —dijo Cat, dejando caer su falsa alegría—. Algo está pasando.
Sea lo que sea, queremos ayudar.

Miré a Ian. Realmente podríamos usar su ayuda. Bones podría usar su


telequinesis en Dagon si el hechizo espejo fallara. Bones podría no ser lo
suficientemente fuerte como para inmovilizarlo por completo, pero podría frenar
a Dagon, y eso podría hacer toda la diferencia. Además, Cat extraía las
habilidades de cada vampiro del que bebía. Podría ser telequinética bebiendo la
sangre de Bones. También podía beber de Vlad y manifestar fuego. O beber de la
reina vudú Marie Laveau para agregar un serio poder a eso, y la lista continuaba.
Si tuviera amigos tan poderosos, ya habría solicitado su ayuda. Pero Xun
Guan era mi amiga más querida, y ella se horrorizaría por la cantidad de leyes
que estaba infringiendo. Mencheres era la única otra persona a la que podría
haber considerado llegar, pero Ian me había hecho jurar que nunca le contaría
sobre Dagon. Todos los demás lo suficientemente poderosos para ayudar en los
que confiaba estaban muertos. Había un precio por vivir tantos años como tenía.
Ese precio estaba enterrando a la mayoría de mis amigos más queridos.

—¿Ian? —Mi pregunta fue clara en mi tono. Pero cuando sus rasgos
permanecieron tan duros como el pedernal, tuve mi respuesta.

—Como les he dicho a los dos —dijo Ian con voz ácida—. Nada está mal,
aparte de ser interrogado, seguido e interrogado nuevamente. Caray, Crispín, te

207
traté con menos desconfianza después de casarte, y podrías recordar que nuestra
relación se encontraba en su punto más bajo en aquel entonces.

El estremecimiento de Bones fue casi imperceptible, pero lo atrapé. Cat


también lo hizo. Unió su brazo con el suyo y le dio a Ian una mirada mesurada.

—Bones pensó que me estaba protegiendo en ese entonces. Si fueras él,


probablemente hubieras hecho lo mismo. Pero te amamos, Ian. Tú lo sabes. Y
queremos ayudar. Déjanos, por favor.

Bones empujó suavemente a Cat para acercarse a Ian. Luego levantó la mano
como para tocarlo, pero la dejó caer con un suspiro.

—No tengo excusa para traicionarte. Oh, me di muchas en ese momento, pero
debería haber confiado en ti. No lo hice. No cometas el mismo error que yo.
Créeme, lo he lamentado desde entonces. No solo eres mi amigo, mi señor y mi
primo. También eres lo más cercano que he tenido a un hermano. Lo sabes,
¿verdad, amigo? Haría cualquier cosa por ti, así que dime qué está pasando y
déjame.

La expresión de Ian se suavizó. Incluso suspiró como si no supiera por dónde


empezar. Entrelacé mi mano con la suya y le di un apretón alentador. Él apretó
de regreso, entonces miró a Bones.

—Crispín —comenzó. Luego sus ojos se estrecharon ante algo sobre sus
hombros. A la vez, que la tensión salía de él—. Vete —terminó, su voz
cambiando a gruñido—. Ahora.
Bones se veía tan sorprendido como me sentía por la repentina maldad de Ian,
pero él plantó sus pies.

—No me iré hasta que...

—¡Entonces estamos! —espetó Ian.

Ahora vi lo que había alarmado a Ian. Dos demonios estaban empujando a las
personas fuera de su camino mientras se dirigían hacia nosotros. Por sus
expresiones, reconocieron a Ian.

Por la expresión de Ian, no eran amigos. ¿Cómo nos habían encontrado los
demonios? ¿O fue simple mala suerte? Estos no fueron los primeros demonios
que habíamos visto en este bazar. El lugar estaba lleno de seres sobrenaturales.

208
Pero fueron los primeros que claramente querían comenzar problemas que no
necesitábamos.

Apreté mi agarre de un solo brazo en Silver. Entonces Ian y yo nos disparamos


al aire. Sin embargo, no podíamos elevarnos, ya que todavía estábamos debajo
del puente.

—¡Si no te detienes, Ian, te detendré! —gritó Bones. Él y Cat habían volado


justo detrás de nosotros.

El poder me apretó en el siguiente instante. ¡Maldita sea! La telequinesis de


Bones era tan fuerte como pensaba que era. Debió haber usado más en Ian que
en mí porque Ian cayó como una piedra. Solo mi agarre rápido evitó que cayera
entre la multitud. Peor aún, los demonios casi nos habían alcanzado. Un salto y
podrían derribarnos. Y mi magia no funcionaría en ellos. Al igual que las brujas
y los brujos nacidos de verdad, eran inmunes.

Pero Cat y Bones no lo eran. Hice un hechizo que explotó como una granada
en llamas delante de ellos. Los sobresaltó lo suficiente como para que el poder de
Bones se deslizara. Cuando lo hizo, Ian y yo nos dirigimos hacia el otro extremo
del puente. Apenas habíamos tocado el cielo abierto cuando ese atenazante poder
nos golpeó a los dos de nuevo.

Caímos con un ruido sordo a pocos metros del final del bazar. Ahora, no podía
moverme en absoluto. Ian tampoco podía. Incluso Silver parecía congelado en
mis brazos. Un zumbido cercano, tenía que ser Cat y Bones viniendo por
nosotros. Necesitábamos una distracción enorme para liberarnos, pero no podía
lastimar a Cat ni a Bones. Tampoco quería lastimar a nadie en el bazar. ¿Entonces
qué?

¡El río! Me concentré en eso y tiré con toda mi voluntad, pero esta vez no solo
arranqué poder del agua. Rasgué miles de litros del río en libertad, luego lo arrojé
todo a Cat, Bones y los demonios que estaban casi sobre nosotros.

El agua los golpeó, arrojándolos en diferentes direcciones. También desgarró


parte del bazar, dispersando puestos y personas por igual, aunque intenté limitar
su daño allí. Tan pronto como sentí que Bones se apoderaba de mí otra vez, me
lancé hacia Ian, pero él ya estaba alcanzándome.

209
Nos lanzamos al cielo, Silver sacudiendo el agua de sus plumas como un pato
enojado. Sentí que el poder de Bones nos agarraba de nuevo, pero estábamos
demasiado lejos para que nos detuviera. Arrojé un hechizo más fuerte de
aturdimiento en su dirección y esa presión invisible se desvaneció. Había
desventajas en la visión y audición sobrenatural de un vampiro, especialmente
cuando los hechizos de aturdimiento eran mucho más efectivos.

Incluso temporalmente ciegos y sordos, no estaba preocupada por dejar a Cat


y Bones con los dos demonios. No con lo letales que eran. Por eso me hubiera
gustado su ayuda con Dagon. Si los demonios en el bazar intentaran algo,
estarían muertos demasiado rápido para lamentarlo.

—¡Dirígete al este! —le grité a Ian, volando más rápido.

Él siguió el ritmo con facilidad. Pronto, estábamos demasiado lejos para que
el poder de Bones nos alcanzara. Si Cat y Bones se liberaban del desastre del río
a tiempo para perseguirnos, quería que estuviéramos cerca de más agua para
poder usar su poder para detenerlos. Había un océano entero al otro lado de
Nueva Jersey. Eso era más que suficiente.
Capitulo 32

210
Más tarde, observamos los cascos de espuma en el océano desde una
residencia privada cerca del paseo marítimo de Atlantic City. Los propietarios no
tenían la intención de que su casa se convirtiera en un Airbnb, pero, aunque
teníamos mucho dinero en efectivo, no teníamos una nueva identificación.
Además, un hotel también sería el primer lugar donde Cat, Bones o los demonios
nos buscarían, por no mencionar que los hoteles no eran a prueba de demonios.
Entonces, después de unos pocos destellos de la mirada de Ian y una generosa
cantidad de dinero para gastar, el esposo y la esposa decidieron tomar unas
improvisadas vacaciones de fin de semana.

Estaba cansada después del fiasco en el bazar. Este había sido un día muy
largo, pero todavía teníamos trabajo que hacer. Nuestras bolsas del bazar se
extendieron por el sofá del salón. Silver yacía junto a ellas, sus alas dobladas
alrededor de su cabeza hasta que solo se podía ver la punta de su nariz. Se había
quedado dormido después de una gran comida de verduras salteadas. Para
Silver, la noche había terminado. Para nosotros, podría ser sólo el comienzo.

—Supongo que deberíamos comenzar haciendo trabajo de preparación en los


hechizos —dije con un suspiro.

—O —dijo Ian en tono suave—, podrías decirme por qué te olvidaste de


mencionar que eres telequinética además de tus otras habilidades.

Por supuesto que no dejaría pasar los eventos en el bazar.


—No soy telequinética —comencé.

—¿Estás afirmando que el río se volvió repentinamente consciente y tuvo una


incontrolable necesidad de ir de compras?

Ignoré su sarcasmo.

—Los vampiros telequinéticos pueden usar sus poderes sobre cualquier cosa.
Solo puedo manipular el agua, y esta habilidad no tiene nada que ver con que yo
sea un vampiro.

El interés brillaba en la mirada de Ian.

—Sigue.

Extendí mis manos.

211
—Eso es. Mi otra naturaleza me permite extraer energía del agua y también
moverla a distancias cortas. Nada más.

—¿Cuándo fue la última vez que intentaste hacer otra cosa? —En mi pausa, su
boca se curvó a sabiendas—. Es lo que pensaba.

—No lo entiendes. —Ahora mi voz estaba tranquila—. Mi otra naturaleza es


—peligrosa. Incontrolable. Posiblemente sin corazón—, impredecible —me decidí—.
Entonces, la mantengo encerrada, pero como cualquier cosa en una jaula, puede
empujar sus dedos a través.

Sus cejas se alzaron.

—¿Tus habilidades con el agua es lo que sucede cuando tiras de los dedos
metafísicos de tu otra naturaleza?

Casi sonaba como una analogía de bromas sobre pedos, pero como sea.

—En resumen, sí.

Él se acercó.

—¿Alguna vez has considerado que tienes un miedo irracional a tu otra mitad?

Le di una mirada aguda.

—Has visto a mi padre. Dime que hay algo irracional en temer eso.

—Punto válido —dijo, dándome una sonrisa rápida. Entonces,


sorprendentemente, extendió la mano y comenzó a deshacer los botones
restantes de mi chaqueta. Hablando acerca de un cambio de tema.

Tomé su mano.

—Yo, ah, no creo que sea una buena idea.

—No estás aburrida de mí, ¿verdad? —Su acompañante risa dijo que sabía que
la respuesta era no.

Le di una mirada significativa.

—Todas estas cosas son muy frágiles a menos que me contenga, y tú no


prefieres eso.

—No lo hago —dijo de inmediato.

212
—Y no sería correcto que destruyéramos la casa de esta pareja —agregué, en
caso de que eso no se le hubiera ocurrido. Ya habíamos dejado un rastro de
destrucción a nuestro paso.

Trazó un dedo sobre el cinturón en mis pantalones antes de desabrocharlo y


lentamente sacándolo de las pretinas.

—Hay otras maneras en que ambos podemos estar satisfechos. —Soltó el


cinturón y lo envolvió alrededor de mis muñecas—. Repetidamente.

Me reí a pesar de la oleada instantánea de deseo.

—Sabes que un cinturón no será suficiente para detenerme.

Se inclinó, su boca rozando la mía mientras lo apretaba en mis muñecas.

—¿Uno ordinario? No. ¿Uno impregnado con magia? Sí.

Un cosquilleo me atravesó antes de que fuera silenciado por ecos que todavía
lograron alcanzarme incluso a través de cuatro milenios y medio.

—No estoy segura de intentar eso.

Se echó hacia atrás lo suficiente para mirarme.

—¿No me digas que nunca has mezclado sexo con esclavitud antes?

—No de buena gana —dije con una mueca.


Me quitó el cinturón de las muñecas.

—Si lo hubiera sabido, nunca te habría reprimido anoche.

Dejo escapar una suave aspiración por la nariz.

—Si no hubiera querido eso, te habría detenido. Puedo aún congelar el tiempo,
¿recuerdas?

—Sí. —Su voz se hizo más profunda—. Pero no necesitas un hechizo. Di que
no, a menos que prefiera otra palabra de seguridad.

—No sé alguna. —Mi tono se volvió irónico—. Nunca he necesitado una antes.
Las pocas veces que perdí el control con la gente cuando era joven, supe que
debía detenerme cuando escuchaba gritos seguidos de variaciones en “¡arrgh, mi

213
espalda, mi espalda!”.

Su risa rodó sobre mí con el mismo efecto que un potente intoxicante.

—Lo bueno es que me recupero casi al instante y me encanta cuando eres ruda,
así que no tengas miedo de eso conmigo.

Miré el cinturón que colgaba libremente en su mano. ¿Confiaba en él lo


suficiente para atarme? No tenía ninguna duda de que usaría una magia lo
suficientemente fuerte para hacer que los lazos sean irrompibles.

Vio hacia dónde miraba y tiró el cinturón a un lado.

—Olvídalo. Hay una playa entera afuera. Ni siquiera tú puedes hacer un daño
irreversible a la arena.

Miré por la ventana. La luz de la luna ahora tocaba el agua, dándole un


hermoso brillo plateado. Pero también había nieve, un viento helado y, lo que es
más importante, el conocimiento de que dejaría que las antiguas heridas me
frenaran más de lo que los lazos mágicos podrían lograr.

Comenzó a impulsarme afuera, pero lo detuve.

—Espera —dije—. Piña.

Se encogió de hombros.

—No es la primera fruta que escogería para agregar al sexo, pero si eso es lo
que se te antoja...
—No eso. —Sacudí la cabeza ante el pensamiento, luego recuperé el cinturón
que había tirado a un lado—. Mi palabra de seguridad. —Sostuve su mirada
mientras ponía el cinturón en sus manos—. Quiero que sea “piña”.

No me preguntó si estaba segura, lo cual me alegraba. No quería que me


interrogaran como si no conociera mi propia mente. Todo lo que dijo fue:

—¿Hasta dónde quieres ir con esto?

Consideré eso.

—Sin golpes, humillaciones o insultos. —Algunas personas pueden disfrutar


de eso, pero yo no—. Y como no estoy segura si me gustará la esclavitud,
mantenlo vainilla, como dicen.

214
Sus ojos comenzaron a cambiar, esmeralda brillante reemplazando su color de
aguas poco profundas de una isla.

—¿Algo más?

—Ponemos a Silver en otra habitación. —Arrugué la nariz—. No quiero que


nos mire de nuevo.

Su risa fue un sonido bajo, anticipatorio.

—¿Es así?

—No. —Esto no había aparecido antes, pero no estaba dispuesto a dejarlo al


azar—. Nadie más, excepto nosotros dos.

Algo brilló en sus ojos, desapareció más rápido que la breve iluminación de
un rayo.

—Vainilla o no, tengo la intención de gastar toda mi energía en ti, por lo que
ninguno de nosotros tendrá nada para nadie más.

Con eso, me dio un tirón acercándome, su boca cubrió la mía mientras que
sus manos hicieron cosas absolutamente maravillosas por mi cuerpo. Mañana,
me preocuparía por lo mucho que sentía cuando estaba en sus brazos, pero en
este momento, solo quería sentir más de eso.

—Ahora —murmuró contra mis labios—, empecemos.


Capitulo 33

215
Estaba en el dormitorio, mis manos atadas detrás de mi espalda con el cinturón
que ahora sentía más fuerte que el mítico vibranium. Todavía llevaba mi ropa, lo
cual me sorprendió porque fuera lo que fuera lo que Ian tenía en mente, la
desnudez sería necesaria en algún punto. Tampoco estaba en la cama, pero eso
era una sorpresa menor. Ian parecía encontrar las camas demasiado limitadas
durante el sexo.

Me había dejado aquí mientras bajaba a hacer… alguna cosa. Estaba tentada
de ver qué era, pero cuando intenté moverme, me di cuenta de que el cinturón
no era la única cosa que él había hechizado. Podía mover mis piernas para
cambiar de posición y estirarlas, pero no podía caminar. Traté de saltar a
continuación. No funciono. Podría rebotar en el lugar, pero no podía avanzar o
retroceder.

Solo se había ido un par de minutos, pero empecé a sentirme incómoda. ¿Y si


había cometido un error colosal al dejar que me dejara esencialmente indefensa?
Como sus amigos habían señalado repetidamente, apenas nos conocíamos. Podía
sentir como si pudiera confiar en él, pero yo de todas las personas conocía la
traición de alguien atrapado en un trato de demonio.

¿Qué pasaría si me había manipulado para atarme para que pudiera


entregarme a Dagon? Ian sabía cuánto me odiaba el demonio. Probablemente
podría negociar mejores términos en su trato con Dagon o ser liberado de él por
completo si me presentaba al demonio como un regalo envuelto. Y me merecería
toda la risa de Dagon por caer justo en una trampa así.

—Aquí estamos —dijo Ian, volviendo a la habitación. En una mano, sostenía


un tazón para mezclar con diferentes utensilios de cocina, de todas las cosas.
Chasqueó la lengua cuando me estiré para ver lo que tenía en la otra mano—. No
mires o echarás a perder la sorpresa.

—Es mejor que no sea un hechizo de invocación.

Mi voz era baja, pero él la oyó. Su mirada se estrechó mientras dejaba todo lo
que había estado sosteniendo y se acercaba.

—Yo diría que he sido insultado —dijo—, pero desde que puse a otras

216
personas en formas similares, eso sería hipócrita.

Me sentí aún más incómoda ahora. La palabra piña flotaba en mis labios, no
es que hiciera algún bien si se fundamentaban mis miedos. Ian dejó escapar un
sonido áspero cuando me miró fijamente.

—No te molestes con la palabra de seguridad. Ya no estoy de humor ahora. —


Luego sus dedos ejecutaron un complicado conjunto de remolinos y el cinturón
cayó de mis manos—. Y para que conste, si hubiera tenido la intención de
traicionarte a Dagon, no habría elegido una residencia privada a la que no podía
entrar. Tampoco te habría dejado sola el tiempo suficiente para considerar que
esto era una trampa, y no habría usado un hechizo de invocación. Solo me
frustrarías congelando el tiempo cuando lo vieras. Pero si interrumpía ese
hechizo de protección mientras te tomaba por detrás, no te darías cuenta de lo
que estaba sucediendo hasta que fuera demasiado tarde.

Todo lo que dijo tenía mucho sentido, me estremecí.

—Sí, eso lo haría.

Aun así, no pude evitarlo; probé mis brazos y piernas. Se movieron con
normalidad y el alivio me inundó, seguido instantáneamente por la culpa cuando
Ian giró sobre sus talones y se fue.

—Lo siento —comencé, odiando lo inadecuadas que eran esas palabras


cuando me apresuré detrás de él—. No sé por qué dije eso…
—Porque lo estabas pensando. —Tiró sobre su hombro—. Tú me deseas, pero
debajo de eso, todavía me consideras un asesino mentiroso y manipulador.
Tienes razón a medias. Miento y manipulo y mato, pero solo lo hago con otros
mentirosos, manipuladores, y asesinos. No hago daño a aquellos que nunca me
han hecho daño, y no es culpa mía que esa lista tenga unos pocos nombres
preciosos.

—Tus amigos y tu archivo dicen lo contrario. —Salió antes de que pudiera


pararlo. Entonces me horroricé tanto, que puse mi mano sobre mis labios como
si pudiera forzar a las palabras de vuelta.

Se giró tan rápido que me encontré con él.

—Tu precioso archivo —dijo en un tono abrasador—. ¿Te decía que Cat

217
asesinó a mi viejo amigo y casi me mató el día que nos conocimos? Sin embargo,
no le pagué lo que ella merecía. Yo simplemente secuestré a sus compañeros y la
chantajeé sobre ellos. Ni siquiera lo dejé cuando Crispín había sido sincero
conmigo sobre ella. Le di toda la libertad mientras él estaba bajo mi línea, y ¿cómo
me lo agradeció? Traicionándome delante de nuestras dos líneas. Él tenía razón;
si simplemente me hubiera dicho que amaba a Cat, no me habría interpuesto
entre ellos. Habría encontrado una manera más suave de vengar a mi amigo
caído.

—¿Qué pasa con Spade? —pregunté en un tono mucho más suave.

Una burla.

—Incluso doscientos años no pueden disminuir la habilidad de esnobismo


inherente del barón DeMortimer. Todavía me ve como un plebeyo intrigante, así
es como lo trato sobre asuntos pequeños e insignificantes. Pero cuando necesitó
ayuda para desmantelar a un comerciante de Dragón Rojo después de Denise, o
cuando fue poseído por un sangriento demonio controlando cada una de sus
acciones, estuve allí para él.

—¿Y Mencheres? —casi susurré.

Él miró hacia otro lado.

—Con frecuencia me ha dado el borde áspero de su lengua, y no puedo contar


todas las ocasiones que me puso en su versión telequinética de “tiempo de
espera”. Pero él siempre ha estado a mi lado. Por eso, cuando vi a Vlad asesinarlo,
llamé a Dagon y vendí mi alma para recuperar a Mencheres.

La sorpresa me golpeó. Sí, un video de Vlad supuestamente asesinando a


Mencheres había circulado en Internet, pero había sido desacreditado casi de
inmediato.

—¿Creíste que eso fue real?

La boca de Ian se torció.

—Yo estuve ahí. No supe que era una farsa hasta después de que cerrara el
trato sobre mi alma. Dagon se echó a reír y me dijo cómo la había vendido por
nada, porque la decapitación de Vlad solo fue un hechizo para parecerse a

218
Mencheres. Pero conoces los tratos con los demonios. Sin vuelta atrás, incluso si
has sido engañado.

Mi sorpresa disminuyó, reemplazada por la tristeza más conmovedora.

—Yo estuve allí cuando Vlad le habló a Mencheres sobre el video falso, pero
nadie mencionó que lo habías hecho por eso.

—Solo Leila lo supo, al principio. —Me lanzó una sonrisa sin humor—. Dagon
congeló el tiempo tan pronto como lo invoqué, pero Leila es una verdadera bruja,
por lo que no le hizo nada. Ella lo vio todo, incluyendo a Dagon revelando que
la muerte fue un engaño. Sabía que se lo contaría a Vlad, así que me aseguré de
que los dos estuvieran en deuda conmigo al encontrar al nigromante que se había
atado a Leila. Eso compró el silencio de ella y de Vlad, asegurando que
Mencheres no escucharía sobre lo que había hecho.

Vlad me lo debe, había dicho Ian después de arreglar que Vlad nos enviara su
avión privado. Sí, el Empalador lo hizo, y mucho más que los préstamos de avión
y otros favores podrían pagar.

—Ahora —dijo Ian, su tono se volvió duro—. Si no quieres que me vaya y que
no vuelva nunca, dime quién te traicionó tan gravemente que estabas convencida
de que te intercambiaría con Dagon solo cinco minutos después de estar atada y
sola.

No sabía qué me sobresaltaba más; el abrupto cambio de tema, o su amenaza.


—¿Qué?

—Tiene que ser una traición —continuó con ese tono de pedernal—. Sé desde
la experiencia personal lo que es un ataque de pánico por violación, y no fue eso.
Te di tiempo solo para ver si podías tolerar ser restringida sin ese tipo de
recuerdo, pero estabas muerta de calma… y convencida de que te había
traicionado. ¿Por qué?

Busqué cualquier cosa que decir excepto la verdad.

—¿De verdad te irías? ¡Eso destruiría nuestros planes de matar a Dagon!

Su mandíbula se apretó hasta que escuché un chasquido.

219
—Para una chica inteligente, ignoras lo obvio a veces. Ya no me necesitas para
eso. Tienes razón… si silencias el hechizo de la sangre de Silver, vendrá Dagon,
lo cual ahora hace mi presencia opcional en lugar de necesaria.

Sabía que mi boca estaba abierta. Sabía que debía cerrarla y decir algo medido
y racional, pero los pensamientos que giraban en mi cabeza eran cualquier cosa
menos eso. Peor aún, todos culminaban en un grito de: ¡Espera, no te vayas! que
era tan desesperado, que tenía miedo que, si intentaba decir algo más, eso es lo
que saldría en su lugar.

Una sonrisa áspera curvó sus labios.

—Tomaré tu silencio como mi respuesta. —Entonces dio media vuelta y bajó


las escaleras.

—¡Espera, no te vayas!

Lo grité con todos los sentimientos que había tratado de reprimir. Al


escucharlos tan claramente vocalizados me horroricé. No podía dejar tanta
preocupación por perder sus habilidades de lucha. Mi voz había sido demasiado
cruda, demasiado reveladora, demasiado honesta. Sabría cómo me sentía por él
ahora. Tendría que ser sordo para no hacerlo.

Se detuvo al pie de la escalera. Cerré mis ojos. No podía soportar ver la lástima
en su rostro cuando se dio la vuelta. Le dejaría saber que me enamoré de él como
si fuera una colegiala moderna enviándole mensajes de texto con todos los
detalles sobre mi enamoramiento. Estúpida, ¡estúpida, estúpida! Bien había
probado el dicho de que no había ningún tonto como un viejo tonto.

—Maldita sea. —Suspiré, hundiéndome para sentarme en las escaleras—.


¿Podemos pretender que los últimos cinco minutos no han pasado?

—No. —Su tono era tan agudo que hizo que mis ojos se abrieran de golpe. Se
había dado la vuelta y ahora me estaba mirando con la mezcla más extraña de
diversión y peligrosa intensidad en su cara.

—¿Te importaría explicarte? —dije en un tono tan agudo como el suyo. Podría
estar destrozada por dentro, pero me maldeciría si le mostraba más de lo que ya
había hecho—. No puedo decir por tu expresión si estás a punto de reírte de mí

220
o de arrancarme la garganta.

De repente, estaba frente a mí, levantándome con una aspereza que desgarró
mi chaqueta.

—Ninguna. Te voy a follar hasta que ambos gritemos.


Capitulo 34

221
Ian me besó tan fuerte, que todos los sentimientos que no pude suprimir se
transformaron en deseo. Le devolví el beso mientras un nuevo frenesí de
emociones explotaba dentro de mí. No me importaba si eso era estúpido o
demasiado pronto o peligroso o me dejaría con el corazón roto. Lo necesitaba
como nunca antes había necesitado nada.

Caímos en las escaleras tan bruscamente, que el aliento que había jadeado me
dejó. Luego rasgué su ropa hasta que su piel desnuda tocó la mía. Tenía que
sentirle para demostrar que no lo había perdido todavía. Mis manos corrieron
alrededor de su espalda y hombros, deleitándome en los músculos debajo de su
piel sedosa. Luego las enterré en su cabello de color atardecer para presionarlo
más cerca.

Su boca estaba magullada, al igual que sus manos cuando me arrancaron la


ropa. Luego su boca fue a mi cuello. Grité cuando sus colmillos se hundieron
profundamente. El calor estalló dentro de mí cuando el jugo de sus colmillos
entró en mi torrente sanguíneo. Entonces sus succiones lentas y fuertes
aumentaron el placer, aturdiéndome con su intensidad.

Me agarró con más fuerza, sus colmillos se hundieron de nuevo para enviar
más de esa increíble fuente a través de mí. ¡Dios mío, no sabía que pudiera
sentirse así! Me dolió cuando Tenoch me mordió para convertirme en un
vampiro. Nunca había dejado que otro vampiro me mordiera desde entonces. No
podía. Mi sangre me hubiera superado por lo que era.

Ian impulsó mi boca hacia su cuello. Dudé. Nunca había bebido de un


vampiro, tampoco, ya que no podía ofrecer reciprocidad. Luego su nuevo y más
profundo bocado eliminó la vacilación. Hundí mis colmillos en él, gimiendo
cuando su sangre se deslizó por mi garganta. Con las marcas, su sangre era ahora
la más potente de los vinos. Cada trago enviaba delicioso fuego por mis venas.

El deseo me enloqueció. Cada roce de su piel hacía que mi carne fuera


demasiado sensibilizada, y cada nuevo mordisco entre nosotros me hizo
estremecerme de placer. Finalmente, separé mi boca para gritar: “¡Por favor!”, en
el idioma que se me ocurrió primero.

222
Su boca dejó mi cuello para abrasar la mía. Luego se deslizó entre mis piernas
y sentí la gloriosa quemadura de un empuje salpicado de plata. Incluso cuando
comenzó a retirarse, lo agarré con los brazos y las piernas para forzarlo más
profundo, gritando cuando tan rudamente se enterró todo el camino dentro de
mí.

El sonido que hizo valió la pena. Con su tamaño, habría necesitado más
gentileza para que no doliera, pero no me importó. Me arqueé contra él y él
comenzó a moverse como si la pasión que se desbordaba en mí también se
derramara sobre él. Ese dolor aumentó, pero también lo hizo el placer, hasta que
ambos me hicieron gritar tan fuerte, que él hizo una pausa y arrancó su boca de
la mía.

—¡No te detengas! —dije de manera irregular.

La preocupación arrugó sus rasgos.

—Te sentí tensa. Esto te está haciendo daño.

—No me importa.

Todo lo que sentía estaba descubierto en mi mirada, pero no aparté la mirada.


Todo lo que hice fue apretar mis piernas alrededor de él para decirle de otra
manera que quería más de esos empujones duros y profundos a pesar de las
astillas de dolor. Eran una salida para todo lo que no podía decir en voz alta.

—A mí me importa —dijo con vehemencia.


Me besó, pero no se movió como yo quería. Se mantuvo enterrado
profundamente mientras comenzaba a ondular sus caderas, su pelvis se frotaba
contra mi clítoris con una caricia erótica.

Esa plenitud combinada con los destellos de estrellas instantáneos me hizo


gritar contra su boca. Continuó esos roces sensuales mientras sus manos se
movían sobre mí hasta que el resto de mis terminaciones nerviosas se sintieron
en carne viva por el placer. Todo era demasiado. Me vine con un grito, su boca
no podía amortiguarlo por completo.

Ian se levantó y sus manos dejaron mis caderas. Curiosamente, él agitó sus
dedos en el aire como si contara algo que no podía ver. Luego tocó su boca antes
de bajar la mano para deslizar sus dedos sobre mi clítoris.

223
—Di que sí —dijo con voz ronca—. Tienes que aceptar este hechizo para que
funcione.

—¿Qué hechizo? —murmuré, aún sintiéndome estremecer por el orgasmo y


la sensación de sus dedos.

—Di que sí —su voz se profundizó—, y te lo mostraré.

—Sí…

Pude ver su sonrisa antes de que su cabeza se hundiera. Entonces dejé escapar
un grito de asombro cuando sentí su boca en dos lugares a la vez. Su lengua se
enredó con la mía mientras que, al mismo tiempo, lo sentí girando sobre mi
clítoris. Todavía estaba dentro de mí, y la combinación de increíble plenitud más
sinuosas ondas me hizo estremecer.

Me moví contra él, deseando que él sintiera el mismo placer que estaba
cayendo en cascada a través de mí. Dejó escapar una risita cuando dejó de
acariciarme para mantener mis caderas inmóviles. Eso mágicamente reflejó
sacudidas y aportes volviendo el hormigueo postclímax en nuevos latidos de
excitación cuando me besó hasta que no pude recordar nada excepto su sabor.
Todavía no se movía dentro de mí, pero las ondulaciones que no podía detener
estiraban y acariciaban mis paredes interiores mientras cada lamida fantasmal
enviaba más fragmentos de placer hacia mí.

—Dioses, me encanta este hechizo —gemí contra sus labios.


Su risa era la maldad en su forma más tentadora.

—Estoy de acuerdo. El único crimen real es que es ilegal —bromeó antes de


que su boca una vez más se inclinara sobre la mía.

Apenas podía pensar en el éxtasis. Pasé mis manos sobre su espalda y su culo,
adorando la sensación de su piel lisa sobre esas duras pendientes y crestas.
Entonces rastrillé mis uñas profundamente, sintiendo su estremecimiento a
través de mí. Deslicé mis pechos contra su pecho antes de pellizcar sus pezones
lo suficientemente fuerte como para provocar un gemido. Oírlo hizo que mis
entrañas se contrajeran casi tanto como esos lametazos eróticos sin fin, así que lo
hice de nuevo, más fuerte. Con una risita gutural, dejó de besarme para inclinar
su cabeza hacia mi pecho.

224
Grité cuando sus colmillos perforaron la punta. Con el hechizo, lo sentí en mi
pezón tanto como en el vértice palpitante entre mis piernas. Un largo gemido
salió de mí cuando el jugo en sus colmillos bañó mi pecho y mis entrañas con el
más dulce de los calores. Luego hundió sus colmillos en la punta de mi otro
pecho, pellizcando mi pezón mordido al mismo tiempo. El placer despiadado me
golpeó.

Sentía mi piel demasiado tensa, mis pezones ardían y ahora estaba tan mojada
que podía sentirlo en mis muslos internos. Cuando estaba gimiendo a punto de
sollozar, finalmente comenzó a moverse con toda la pasión desenfrenada que le
había exigido.

El placer me arrasó de adentro hacia afuera. Esta vez, su rudeza me tuvo


pidiendo más de una manera que me avergonzaría más adelante, si alguna parte
de mí podía seguir pensando. Me vine con un clímax que me dejó temblando.
Todavía estaba en su agonía cuando nos dio la vuelta y se deslizó hacia abajo
para enterrar su cabeza entre mis piernas esta vez.

Las escaleras se derrumbaron bajo mi agarre. Me dio un tirón más cerca, la


lengua girando, paseando y ahondando tan hondo, que me sentí mareada. Sus
dedos estaban ocupados en otra parte, haciendo cosas que no sabía que me
gustaban hasta ese momento. Luego me chupó el clítoris hasta que pensé que me
volvería loca, pero eso no era nada comparado con cuando sus colmillos se
hundieron y apuñaló un éxtasis aún más increíble a través de mí.
Me vine tan fuerte que debí de haberme desmayado. Lo siguiente que supe, es
que él estaba encima de mí, moviéndose de una manera que tenía mi espalda
arqueada con persistente éxtasis. Me sentía agotada, pero quería que él sintiera
las mismas sensaciones increíbles que yo, así que reuní mi energía y apreté mis
músculos internos con toda mi fuerza.

Dio un grito, y me regodeé en cada uno de los profundos espasmos que


vinieron después. Después de que el último estremecimiento lo abandonara, cayó
contra mí como si su propio peso corporal fuera de repente, demasiado para
soportar.

225
Capitulo 35

226
Después de varios momentos, me di cuenta de que estaba respirando de vez
en cuando; la versión de un vampiro de hiperventilación. Mi sangre se sentía
como si estuviera hormigueando, así que si mi corazón fuera todavía capaz de
latir, habría estado martillando. Eso no era todo lo que sentía. Por las diversas
cosas que me pinchaban en la espalda y las piernas, debíamos haber roto esa
sección de la escalera, también.

Dioses, el sexo con él costaría una fortuna, si no quería dejar un rastro de gente
estafada detrás de mí. Pero no me moví. Ninguna cantidad de astillas podría
compararse con las sensaciones cálidas y residuales de ese clímax. Se sentía como
si miles de pequeñas bengalas siguieran saliendo suavemente bajo mi piel.

Ian finalmente levantó la cabeza y equilibró su peso en sus brazos. Sonrió antes
de bajar su boca a la mía. Su beso fue prolongado, como si estuviera saboreando
mi sabor. El hechizo debió haber desaparecido, porque solo lo sentí en mi boca
esta vez. Se detuvo cuando sintió las lágrimas que habían comenzado a deslizarse
fuera de mis ojos.

—¿Qué es esto? —preguntó, tocando uno de los senderos. Entonces la


preocupación frunció sus cejas—. ¿Todavía demasiado rudo?

Dejé escapar una risa baja, apenas audible.

—De ningún modo. Sacarás un masoquista de clase mundial de mí, al parecer.


La sonrisa más breve tocó su boca antes de que su expresión se volviera seria
otra vez.

—¿Entonces qué?

Le acaricié la cara, los dedos recorriendo sus cejas rojas oscuras, los pómulos
altos, la mandíbula cincelada, y labios llenos, firmes. Era tan hermoso. Si lo
miraba demasiado tiempo, sería superada y no diría lo que tenía que decir. Por
eso dejé caer mi mano. Tenía la intención de mantener este último secreto para
siempre, pero también era el momento para dejarlo caer.

—Preguntaste quién me traicionó. Su nombre era Ereshki.

Lo sentí tenso, pero su tono era ligero cuando dijo:

227
—¿Otro ex amante?

Cuánto más fácil sería si eso fuera todo lo que ella había sido.

—No. Ella era mi amiga… o eso creí durante mucho tiempo.

Se dio la vuelta hasta que estuvo acostado a mi lado en lugar de presionarme


contra las escaleras rotas.

—¿Por qué te traicionó?

Tomé una respiración profunda.

—Para liberarse de su trato de alma… con Dagon.

Su iris se había suavizado de nuevo a turquesa después de su clímax, pero ante


eso, ardió verde brillante.

—Cuéntamelo todo.

Para distraerme del dolor que causaban esos recuerdos, comencé a jugar con
las piezas de madera contrachapada saliendo de la parte rota de las escaleras.

—Fenkir y Rani son los demonios que quemaron mi pueblo y me asesinaron


por primera vez. Lo hicieron porque Dagon les había asignado la tarea de
convencer a las personas para que dejaran a sus dioses a favor de adorarle. Si el
pueblo se negaba, Fenkir y Rani podrían ponerse desagradables. En ese entonces,
Dagon estaba tratando de hacerse un nombre como deidad porque puede extraer
energía de las personas si su devoción es lo bastante radical. ¿Lo sabías?

—Una vez me dijo algo por el estilo —dijo Ian—. No le creí porque es un
mentiroso y se glorifica a sí mismo.

—Lo es —estuve de acuerdo—. Pero no estaba mintiendo sobre eso. Por lo


poco que sé de las reglas de los demonios, se les permite influir en los humanos,
pero se supone que no deben usar sus poderes sobre ellos para inspirar la
adoración. Entonces, Dagon no pudo congelar el tiempo, teletransportarse, o usar
sus otros trucos para hacer que las personas humanas creyeran que él era un dios.
Por eso estuvo tan encantado cuando Fenkir y Rani le trajeron una inmejorable
niña. Ahora tenía un gran apoyo para su acto de “Soy un dios” que dio la vuelta

228
a las reglas.

Ian se burló.

—¿Cómo sus habilidades lo ayudaron a obtener adoración?

—Él reclamó el crédito por ellos. Fenkir y Rani me llevarían de pueblo en


pueblo para sacrificarme. Entonces, Dagon diría que era el que me resucitaba
después de levantarme de las cenizas.

No se movió ni un músculo, pero el olor de la furia de Ian me envolvió.

—¿Dónde estaba tu aterrador padre biológico en todo esto?

—Al principio, él no sabía que yo existía. Los niños entre su especie y los
humanos son raros, dijo, y su relación con mi madre fue muy breve. Pero la gente
solo ve al Guardián del Guardián del Inframundo cuando hay malas noticias
sobre sus vidas posteriores. Entonces, cuando mi padre me seguía viendo entre
mis asesinatos y mis resurrecciones, supo que yo tenía que ser suya. Nuestra
sangre compartida era la única razón por la que un niño sería atraído a su parte
del inframundo.

El cuerpo de Ian se sentía como si se hubiera convertido en mármol.

—Sabía lo que te estaba pasando, y, sin embargo, no te salvó y Tenoch lo hizo.


Me alegra oír que los condenados ven a tu padre después de que mueran. Me da
la oportunidad de decirle lo bastardo que es.
—No pudo encontrarme por su cuenta —comencé.

—Tonterías —dijo Ian secamente—. Él es Aken el Ferryman para Mencheres,


y Mencheres lo llamó para buscar a Kira cuando estaba en peligro por la rápida
razón por la que ve a todos.

—A mí no. —Mi voz era sombría—. Su raza es “ciega a su sangre”, como él lo


expresó. Tampoco pudo obtener ayuda de sus compañeros, quienes engendran
un hijo con un humano es aparentemente un no-no. Necesitaba que alguien más
me encontrara, pero no un humano, ya que los humanos no son lo
suficientemente fuertes como para ir en contra de los demonios. No podía ser un
demonio, ya que Dagon probablemente lo escucharía. Eso dejaba vampiros y
ghouls, pero mi padre no tenía amigos entre ellos. Le tomó un tiempo antes de

229
decidirse por Tenoch y aprender lo suficiente sobre él para confiar en enviarle
detrás de mí.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Ian, su tono afilado con el acero.

Suspiré.

—Las estaciones no son tan distintas en esa parte del mundo. Yo también no
sé exactamente lo joven que era cuando Dagon me llevó. Has visto cómo me veo
sin mi glamour. Probablemente estaba en mis veinte años en el momento en que
Tenoch me rescató.

—Dos. Décadas. —El aire a su alrededor en realidad comenzó a crepitar,


recordándome la acumulación de lo que sucedió cuando Mencheres estaba en
una furia—. Fuiste sacrificada una y otra vez durante dos décadas, pero dijiste
antes que no estabas intentando matar a Dagon por tu propia venganza. ¿Por qué
demonios no?

Cerré mis ojos. Esa parte era lo que me perseguía sin importar cuánto tiempo
hubiera pasado.

—No fui la única que fue asesinada. Dagon canalizaba más energía cuando
sus adoradores hacían sacrificios humanos. En cada pueblo nuevo, Fenkir y Rani
le decían a la gente quién era el gran dios Dagon y cómo podía probarlo porque
Dagon podía resucitar a los muertos. Entonces, me matarían de cualquier forma
que creían que impresionaría más a los aldeanos. Cuando me levantaba de los
muertos… los aldeanos solían creer en Dagon y celebraban hacer lo que su nuevo
dios les ordenaba, que era sacrificar algunas de las personas para él.

Abrí los ojos, sin limpiar las lágrimas que ahora fluían a través de ellos.

—Lo peor fue que, durante muchos años, también creí en Dagon. Oh, lo odiaba
porque mi vida era horrible. También le temía porque sabía que él podía hacerla
peor. Pero era demasiado joven para recordar que Dagon no había estado allí la
primera vez que volví de entre los muertos. Dagon me dijo que él era quien
seguía resucitándome, y podía hacer cosas que nadie más podía, así que
realmente pensé que era un dios. Por eso… —Mi voz se quebró y, por un
momento, no pude hablar—. Es por eso que respaldé sus afirmaciones —susurré
finalmente—. Le dije a la gente que él era un dios y que ellos… deberían hacer lo

230
que él decía.

Decirlo en voz alta hizo que todos los recuerdos volvieran a inundarme,
aplastándome debajo de su peso. Me cubrí la cara con las manos y lloré de una
manera que no había llorado en siglos. Tantas personas inocentes, asesinadas. Tantas
familias, destrozadas cuando sus seres queridos no regresaron de la muerte como yo lo
había hecho. Y peor aún, Fenkir, Rani y Dagon les dijeron a las familias que era su
falta de fe lo que impidió las resurrecciones, y ¿qué se requeriría para impulsar
su fe al nivel necesario? Más sacrificios.

—No te atrevas a culparte. —La voz de Ian cortó la culpa que, como siempre,
sentía como si me destruyera—. Dagon maltrató a un niño inocente para ayudar
en su engaño, pero fue su engaño. No tuyo. Lo que pasaste es tan horroroso, que
me sorprende que todavía no te hayas roto. No te atrevas a asumir cualquiera de
sus culpas. Se lo merece todo.

—Él merece pagar —dije, limpiando mis ojos. No estaba de acuerdo en que yo
fuera libre de culpa, pero sabía eso, al menos—. Es por eso que no me importa
cuántas vidas pueda vivir si dejo a Dagon en paz. No lo haré. Esa gente merece
su justicia. Han esperado demasiado tiempo.

Se acercó, tomando mi mano y entrelazando sus dedos con los míos. Un gesto
simple semejante, especialmente considerando las cosas mucho más gráficas que
habíamos hecho. Pero en ese momento, se sentía más íntimo que todo lo que
había venido antes.
—No fallarás. —Su voz vibró por su intensidad—. La gente como tú tiene la
forma más rara de valentía. Amigos y amantes pueden estar dispuestos a morir
por el otro, pero eso es en parte egoísta. Arriesgar todo por personas que no
conoces es valentía real. Hiciste que todas esas personas que Dagon mató fueran
tuyas para vengarte cuando no tenías que hacerlo. Entonces te convertiste en un
Guardián de la Ley para poder encauzar a más gente perseguida a la seguridad
mientras castigabas a quienes abusaban de otros. Todo esto te pone justo debajo
de la nariz del consejo, pero lo hiciste de todos modos. Estás inundada en la más
rara de las valentías, Veritas. Dagon no lo sabe, pero no soporta una oportunidad
contra ti.

231
Capitulo 36

232
Apreté su mano, nuevas lágrimas se derramaron que no eran de angustia esta
vez. ¡Oh, cómo había necesitado escuchar en voz alta que podía vencer a Dagon!
Aún más, hacer que alguien que no era yo creyera que era posible.

—Gracias —le dije en voz baja—. Tienes esa valentía, también, lo sabes. Oh
dice que es egoísta porque te preocupas por Mencheres y el resto de tus amigos.
Pero prefieres arriesgarte a morir antes que arriesgarles a ellos en esta lucha. Eso
es valentía y lealtad en su punto más desinteresado.

Él apretó de nuevo, aunque se negó a reconocer cualquier nobleza en sus


acciones, por supuesto. Luego me soltó.

—Nunca dijiste cómo Ereshki encaja en todo esto.

El aliento que se me escapó fue demasiado amargo para ser una risa.

—Incluso con cómo me lavaron el cerebro, se me ocurrió preguntarme por qué


era la única persona que volvía de entre los muertos. Al final, lo cuestioné lo
suficiente como para decirle a los pueblos que no escucharan a Dagon. Fenkir,
Rani y Dagon intentaron todas las torturas imaginables para detenerme, pero me
negué. Entre eso y los cotilleos viajando entre los pueblos que lamentaban
profundamente su breve paso al culto de Dagon, los conversos y los sacrificios
estaban bajando mucho. Entonces, un día, Dagon llevó a Ereshki a mi jaula.
Todavía podía imaginármela: Largo cabello negro, piel del mismo color de
arena desértica que la mía, y ojos marrones claros que se arrugaban en las
esquinas cuando se reía.

—Dijo que probaría que era un dios, luego le cortó la garganta. Había visto
tanta muerte para entonces, que estaba adormecida… hasta que su garganta se
curó y volvió a vivir. Dagon me dijo que Ereshki era especial como yo porque
ambas teníamos fe verdadera, y si solo otros también lo hicieran, no habría más
muerte…

—Literalmente no puedo esperar para matarlo —gruñó Ian, saltando al ritmo


de la parte inferior de la escalera en ruinas—. Sabía que Dagon era un bastardo,
pero no tenía ni idea sobre esto. Solo creía que estafaba a los codiciosos o a los

233
corruptos con sus almas como lo hacen otros demonios.

Me conmovió que Ian estuviera tomándose esto tan personalmente. Puede que
no se preocupara por mí de la misma manera que me preocupaba yo, pero
obviamente él sentía algo, estaba muy molesto en mi nombre.

—Eso es a lo que Dagon ha sido reducido ahora. Es por eso que me odia tanto.
Finalmente, cuando mi padre se enteró de la historia, castigó a Dagon
prohibiéndole volver a construir a sus seguidores entre los humanos. Eso cortó
la fuente de energía de Dagon, y me ha culpado por eso desde entonces. Pero
volviendo a Ereshki. Ella regresó de entre los muertos porque tenía la marca de
un demonio, eso no lo sabía. Pensé que era mi amiga. Yo… nunca había tenido
una antes, y me encantaba más de lo que las palabras pueden decir. Me rompió
cuando la oí hablar con Fenkir y Rani un día y descubrí que solo había estado
fingiendo para mantenerme en línea. Ni siquiera tuve la oportunidad de
enfrentarla por eso. Tenoch me encontró esa noche.

Ian dejó de pasearse.

—¿La primera persona en la que confiaste fue una perra de demonio quien te
engañó para que volvieras a creer en el idiota que te asesinó continuamente? —
Una risa sin humor lo dejó—. No es de extrañar que tuvieras un recuerdo de
traición cuando dejas que otra persona con la marca del demonio te ata.

—Lo siento —dije en voz baja—. Realmente no creo que seas como ella. Nunca
te lo hubiera dicho si lo hiciera.
—Dime una cosa más. Dime que Tenoch mató a todos violentamente y
dolorosamente una vez que te encontró.

Una sonrisa se dibujó en mis labios. Él había usado las mismas palabras que
yo cuando me había hablado de su padre.

—Mi padre no lo dejaría, ya que eso haría de Tenoch un objetivo para otros
demonios. Él rompió a Fenkir, Rani y Ereshki en trozos, pero eso solo las frenó lo
suficiente como para que Tenoch me alejara. Supongo que Dagon los mató por
dejar que alguien me robara, ya que nunca los he visto desde entonces, y créeme,
he buscado. Después de eso, Tenoch me llevó con mi padre. Fue la primera vez
que nos “conocimos”, aparte de los vislumbres que había captado después de
que muriera. El Guardián me habló de demonios, vampiros, mi herencia mixta y

234
todo lo demás.

—Eso debió haber sido una gran sorpresa —dijo Ian constantemente.

—Oh, lo fue. —Otra risa amarga—. Estaba más allá de traumatizada, tanto por
lo que me había pasado como por lo que había ayudado a Dagon a hacer a otros.
Además, como tú, también culpé a mi padre por no hacer más para sacarme de
eso antes. No es que le importara. El Guardián no se siente como nosotros, o no
me considera digna de sus sentimientos más profundos. Pero le pidió a Tenoch
que me cuidara, y eso fue su mayor regalo. Tenoch me salvó en cuerpo, mente y
espíritu. Luego él reemplazó cada minuto que me robó Dagon convirtiéndome
en un vampiro. También me enseñó magia y cómo usar todos mis poderes.
Tenoch quería asegurarse de que sabía cómo protegerme de cualquier otra
persona que tratara de lastimarme o usarme para sus propios fines.

En ese momento, me levanté y me acerqué a Ian, tomando ambas manos.

—Por eso entiendo exactamente por qué vendiste tu alma para salvar a
Mencheres. Traté de dar al Guardián la mía a cambio de la vida de Tenoch
después de que se suicidara. El Guardián dijo que no podía porque Tenoch no
había cruzado su parte del inframundo en su camino a su próxima vida. Esa era
la buena noticia, aunque he perdido a Tenoch todos los días desde entonces.

Ian juntó mis manos antes de liberarlas para asentarlas a ambos lados de mi
cara.

—Por supuesto que sí, pero ya no estás sola. Te das cuenta de eso, ¿no?
Miré hacia otro lado, un resoplido se me escapó. Era mejor que el sollozo
ahogado que se alzaba en mi garganta.

—Está bien, Ian. No me hago ilusiones sobre nosotros. Incluso si ganamos, no


eres el tipo de “quedarte pegado”. Eres el tipo de gente que suspira con nostalgia
sobre cuando más tarde estarás con la persona con la que sí te quedarás.

Su sonrisa fue pura para él: Más que un poco peligroso y más que tentadora.

—Oh, hay grandes multitudes suspirando sobre mí, no lo dudes. Pero ¿sabes
cómo solía ver Mencheres el futuro? Tengo algo así también.

—¿Lo haces? —pregunté con sorpresa.

235
Un movimiento de cabeza.

—Hace varios años, comencé a tener sentimientos. De repente sabía que la


persona con la que estaba me iba a robar, por ejemplo. Lo despedía como
afortunadas corazonadas al principio, luego paranoia cuando lo sentí con
Crispín. Pero después de la traición de Crispín, empecé a prestar atención.
Resulta que los sentimientos nunca estaban equivocados, pero no sucedían todas
las veces. Una señal habría sido apreciada antes de que vendiera mi alma a
Dagon, ¿pero entonces mi ESP paranormal me advirtió? No, fue entonces cuando
entendí por qué Mencheres siempre consideraba su don más como una
maldición. Cuando no puedes contar con él, puede sentirse más una burla que
una bendición cuando finalmente sucede. Te toma.

Me puse rígida. Si su habilidad solo le hacía tener premoniciones sobre cosas


malas que pasaban, esto dolería.

—La primera vez que te vi, estabas moderando un duelo en el que estaba
Crispín y casi ejecutaste a Cat por salvarlo…

—Eso no fue culpa mía —interrumpí—. Todos fueron advertidos que, si


interferían, morirían. Cat quemó la cabeza del oponente de Bones frente a cuatro
Guardianes de la Ley y cientos de testigos. Ella podría haber quemado sus
órganos interiores para ayudar a Bones. O cocinar su espina, o algo más que no
fuera visto. Pero no. Fue la pantalla más visible de interferencia de duelo que
nunca…
—La mujer no tiene ninguna sutileza —estuvo de acuerdo Ian, riendo—. Pero
desde mi punto, te vi entonces y no sentiste nada. Te vi meses después durante
el levantamiento de los ghoul y no sentiste nada entonces, tampoco… hasta que
te vi atravesar a un grupo de ghouls hasta que no fueron más que sangre en el
viento. Me puso tan duro que casi me tropecé con mi pene en mi camino por
matar al ghoul delante de mí.

—Romántico —dije en un tono mordaz, pero un aleteo había comenzado en


mi interior que estaba teniendo dificultades para controlar.

Una sonrisa rápida.

—En efecto. Tampoco sentiste nada cuando interrumpiste bruscamente mi

236
orgía, excepto rabia cuando te reconocí como la Guardiana que había estado en
la supuesta ejecución de Katie. Entonces luchamos… y sentí lo mismo que había
sentido cuando te vi atravesar a esos demonios años antes.

—¿Algo largo y duro? —dije, agregando—: Recuerdo que me golpeó el pie


cuando estaba tratando de sujetarte.

—No es eso, aunque eso también —dijo con otra sonrisa impenitente. Entonces
esta se desvaneció cuando dijo—: Sentí que eras mía. Me fastidió tanto que me
mantuvo lejos de ti en ese campo de batalla hace años. Sentir eso hacia alguien
fue una sorpresa, pero ¿sentirla hacia una Guardiana de la Ley? —Negó con la
cabeza—. No quería parte de eso, así que me aseguré de no cruzarme en tu
camino otra vez. Tenía toda la intención de alejarme de ti cuando también me
tendiste una emboscada en el burdel, aunque sentía curiosidad por ver lo que
pretendías con tu acto de “prostituta sorpresa”.

»Sí, te reconocí de inmediato, no es que lo dijera, hasta que anunciaste con


arrogancia que nos íbamos. Luego silenciaste el faro en las marcas de Dagon y
supe que tenía que asociarme contigo o renunciar a salvar mi alma. Pero tenía mi
disgusto sobre Katie para mantenerme en jaque. Cuando eliminaste eso, no tenía
nada para evitar que me diera cuenta de por qué me había sentido así hacia ti a
veces y muy diferente a los demás.

Pasó sus manos sobre mí, su toque me afectó casi tanto como las palabras que
no podía creer que estuviera escuchando.
—Siempre te escondías antes, ya fuera bajo tu glamour o tu rigidez, la adicción
al acto de la ley. Cuando lo dejaste caer al pelear o beber o rescatar a perros
demoníacos voladores o decirme que nunca tendrías sexo conmigo mientras la
lujuria nadaba en tus ojos… —Su voz se hizo más profunda y me tiró con fuerza
contra él—. Vi la verdadera tú, y cada vez que lo hacía, supe que eras mía.

Seguí abriendo la boca pero parecía que no podía hablar. Por eso continué
mirándolo fijamente, esperando que dijera algo que tuviera sentido. Esto no lo
tenía. Tampoco la alegría que estalló a través de mí, iluminándome en el interior
como si me hubiera tragado el sol. Quería creerle, pero ¿me atrevía? ¿Podía
arriesgar lo que había sentido si lo hacía?

—Si me mientes, te mataré —me encontré diciendo. Entonces mordí mi labio

237
lo suficiente para hacerlo sangrar. Dioses, ¿qué estaba mal conmigo? Yo era la
peor en esto. El peor absoluto.

Ian sonrió antes de inclinarse para lamer la sangre de mi labio.

—Lo sé, es mucho para aceptar. Nunca pensaste que serías tan feliz, ¿verdad?
O tan afortunada. Caramba, adelante y siente envidia de ti misma. Innumerables
personas lo harán, te lo aseguro.

Una risa se me escapó incluso cuando mis ojos se volvieron tan brillantes, que
su imagen comenzó a difuminarse.

—Puede que seas el hombre más presumido que he conocido, y he conocido a


millones de ellos.

Su risa baja y seductora coincidió con sus manos posadas en mis caderas.

—Entonces merezco un azote, ¿no? Aquí, voy a empezar las cosas.

Con eso, me golpeó el culo varias veces en rápida sucesión. Miré hacia abajo
como si sentirlo no fuera suficiente y necesitara confirmación visual de las huellas
rosas de manos para creer que realmente lo había hecho. Al verlo, se rió de nuevo.

—¿Nunca has sido azotada antes? Tienes tanto con lo que ponerte al día.
Empezaremos ahora.
—¡Espera! —dije cuando su boca se abalanzó hacia abajo. Hizo una pausa,
apenas con la boca acariciando mis labios—. Has dicho estas… estas cosas
increíbles, pero no te he dicho cómo me siento.

—Veritas. —La forma en que dijo mi nombre me hizo temblar. Así hizo la
mirada en sus ojos cuando se echó hacia atrás para que pudiera ver cada matiz
de su expresión—. Me dijiste todo lo que necesitaba saber cuando me gritaste que
no me fuera antes.

Una vez más, me sentí sumamente expuesta, como si hubiera retirado todas
mis defensas y mirara directamente a mi alma. Pero esta vez, no me di la vuelta,
bajé la mirada o traté de esconderme.

238
—Bien —dije firmemente—. Porque lo dije en serio.

Luego le golpeé el culo lo suficientemente fuerte como para que mi mano


picara. Su risa me persiguió mientras volaba por las escaleras y tiré un: “¡Ven a
buscarme!”, sobre el hombro hacia él.

—Justo detrás de ti. —Se rió entre dientes, y voló tras de mí.
Capitulo 37

239
—Ese es el último —dijo Ian después de escuchar el ruido de la tela cayendo
detrás de mí—. Puedes darte la vuelta ahora.

Lo hice, viendo una pesada cortina negra sobre el alto espejo detrás de mí.
Similar a las cortinas que cubrían más espejos en las otras tres paredes de la
habitación pequeña. Tener los espejos en todas las paredes hubiera parecido
sospechoso, excepto por el tipo de habitación en la que estábamos.

Hace cincuenta años, esta casa de diversión con espejos podría haber estado
llena de risas y actividad. Hoy en día, era una de las muchas conchas
abandonadas. Arbustos y otro crecimiento excesivo avanzaba en el antiguo
parque de atracciones como un ejército redondo en una ciudad condenada. El
graffiti cubría las estructuras que aún permanecían dentro, y el esqueleto medio
podrido de la montaña rusa de madera me recordó a un triste centinela fantasmal
cerniéndose sobre los restos de todo el parque.

Ian había elegido este lugar para nuestra emboscada. Yo también habría
elegido algún lugar tranquilo, abandonado, y por lo menos a unos pocos
kilómetros de distancia de la habitual población. Pero no se me hubiera ocurrido
elegir una casa de espejos actual para atrapar a Dagon con un montón de espejos
de hechizados. Mi sentido del humor no era tan retorcido.

Ian lo era, y tenía que admitir que la ironía crecía en mí. Después de explorar
el área para asegurarse de que esta pequeña porción del oeste de Pennsylvania
era como Ian recordaba, habíamos empezado nuestro trabajo. Primero fue la
reconstrucción de la casa de diversión lo suficiente para adecuarla a nuestras
necesidades. No tomó mucho ya que no estábamos intentando devolverla a su
antigua gloria dudosa. Solo necesitábamos que fuera funcional para nuestra
trampa. Dagon no debía preocuparse por encontrar que quedaban algunos
espejos, y atraparlo por sorpresa era la parte más crítica de nuestro plan.

El siguiente fue el propio parque. Quería algunas sorpresas esperando a


Dagon y cualquier ayuda que trajera, si las cosas no funcionaban como se
esperaba en la casa de la diversión. Finalmente, tuve que preparar a Silver. Hice
el equivalente mágico de un faro localizador en el simargl, además incrusté un
pequeño chip GPS debajo de su piel. No tenía intención de dejar que Dagon lo

240
recuperara, pero no dejaría el destino de Silver a la posibilidad de que lo peor
pasara.

También le expliqué a Silver que no le estaba devolviendo a Dagon; me estaba


asegurando que Dagon no pudiera lastimarlo más atrayéndolo aquí. No sé
cuánto entendió el simargl. Pero tenía que intentarlo de todos modos.

Tomó tres días tener todo listo. Cuando el sol se puso en el tercer día,
finalmente acabamos. Puse mis manos en Silver y debilité el antiguo hechizo de
protección que le había puesto, lo que le permitiría a Dagon localizar una vez
más a Silver al rastrear su sangre. Entonces, fui a buscar a Ian.

Estaba justo afuera de la casa de diversión, viendo como el sol se ponía


moribundo y los rayos morados a través del parque temático en ruinas. Vestía
todo de negro, como yo, y los dos teníamos dos cuchillos de hueso de demonio
cada uno en fundas unidas a nuestros cinturones. Los cuchillos también tenían
acero en la parte posterior de las cuchillas. Ahora no había peligro de que se
rompieran al aplastar otros huesos.

No eran nuestras únicas armas. También teníamos cuchillos de plata en caso


de vampiros y una espada corta para los ghouls, además de muchos hechizos
alrededor del parque. A pesar de todo eso, las inquietudes previas a la batalla se
habían establecido. Gran parte de mi vida había conducido a esto. ¿Estaba Ian
experimentando la misma mezcla de preocupación, resolución, enojo, esperanza
y temor?
Por otra parte, podía estar sintiendo algo más. El otro día, me recordó que ya
no lo necesitaba. Lo había dicho como un desafío, pero ¿y si estaba cuestionando
su papel en esto? Si Dagon salía de nuestra trampa, volvería si me mataba. Pero
si Ian moría… no solo perdería su vida. Él también perdería su alma.

El pensamiento me llenó con una clase de miedo que no había sentido desde
que era humana. No valía la pena el riesgo.

—Dagon debería sentir su atadura con Silver volver pronto, pero todavía
tienes tiempo de irte —dije—. De hecho, deberías irte. Ya has hecho más que
suficiente. Déjame tomarlo desde aquí.

Se dio la vuelta y se rió.

241
—¿Y perderme la expresión de Dagon cuando le atrapamos en esos espejos?
De ninguna manera.

Lo miré, de repente aterrorizada, nunca lo volvería a ver si se quedaba.

—Ian, de verdad, deberías irte…

Presionó un dedo en mis labios.

—Para. Tu preocupación es conmovedora, pero si no quisiera estar aquí, no


estaría. Ahora, pon a Silver en posición. No sabemos cuán rápido será Dagon.

Los argumentos y las súplicas directas temblaron en mis labios, pero los forcé
a retroceder. Ian podía ser mucho más joven que yo, pero a más de doscientos
cincuenta años, era más que lo suficientemente mayor como para conocer su
propia mente. Si continuaba hablando de mis miedos, nos inquietaría a ambos
para ser menos en nuestra mejor lucha. No podíamos permitirnos eso. Esta noche
era demasiado peligrosa como era.

Es por eso que asentí, sonriendo antes de besar el dedo aún presionado en mis
labios.

—Trata de no cansarte, entonces —dije en voz tan descuidada como pude


gestionar—. Tengo planes para celebrar la muerte de Dagon que involucra
mucha de tu resistencia.

Él se rió de nuevo.
—Lo mismo por ti, pequeña Guardiana.

Luego me besó, duro, feroz y asombrosamente apasionado considerando


nuestras circunstancias. Cuando se detuvo, mi boca no era la única parte de mí
que latía. Su lenta sonrisa decía que sabía cómo me había afectado también.

Para no ser superada, agarré su pene, apretando hasta que sus ojos se
iluminaron con verde.

—Ahora no seré la única impaciente por nuestra celebración de la victoria —


me burlé antes de soltarle e ir a cuidar de Silver.

Su risa baja prometía dulce venganza más tarde. Mis espíritus se levantaron,
empujando hacia abajo mis primeros miedos. Ganaríamos esta noche y los dos

242
sobreviviríamos para celebrarlo. Tuvimos que hacerlo.

Una vez que tuve a Silver oculto de manera segura detrás de una pequeña
puerta batiente, que el simargl también podía usar para salir, si era necesario,
tomé mi posición detrás de otra puerta ciega en el lado opuesto de la habitación.
Ian entró y voló hasta su lugar, oculto sobre una lámina de contrachapado
pintado en el techo. Una vez que estuvimos a salvo fuera de la vista de los espejos,
presioné la palanca del sistema de poleas que habíamos instalado. Las cortinas
rosas, expusieron los espejos. Ahora, esperaríamos.

Pasó una hora. Luego dos. Luego tres. En la cuarta, me sentí tentada a dejar
mi posición para estirar las piernas, pero no lo hice. Esperaríamos hasta después
del amanecer si necesitábamos hacerlo. Una vez que saliera el sol, las
posibilidades de que Dagon apareciera disminuirían dramáticamente. Pero la
noche… la noche era su tiempo de juego.

Poco después de la 1 a.m., escuché un zumbido como si una ráfaga de viento


hubiera soplado en la casa de diversión. Fue seguido por una ola de poder y el
azufre al que olían todos los demonios. Cerré mi aura, reprimiendo todos los
indicios de mi energía sobrenatural. Al mismo tiempo, me preparé para dejar
libre mi poder. Dagon no había congelado el tiempo todavía, pero lo haría. Era
su truco favorito.

Sonaron pasos, luego escuché,


—Casa de diversión, ¿eh? “Espejo, espejito en la pared, ¿quién es el más justo
de todos?” —dijo con voz cantarina.

La voz de Dagon. ¡Sí! Me había preocupado que enviara a alguien más por una
abundante precaución. No lo había hecho, por lo que su arrogancia era todo lo
que esperaba. Establecimos más espejos en la parte delantera de la casa de
diversión, algunos rotos, otros no, pero todos sin hechizar. Quería que no pensara
nada de los espejos en esta habitación cuando finalmente lo alcanzara.

—¿Dónde está mi pequeña y esponjosa bolsa de dinero? —Dagon todavía


estaba usando esa cantarina voz, solo que sonaba más cerca ahora. Mis manos
apretadas, una en el interruptor del control remoto de las cortinas que había
estado sosteniendo todo este tiempo, la otra en el cuchillo de hueso—. Sé que

243
estás aquí. Sal, sal, donde quiera que estés…

El gemido de Silver era un sonido delgado y suave lleno de miedo. Los pasos
de Dagon aceleraron:

—Ahí estás —dijo, toda la alegría desapareció de su voz. Sus pasos estaban
ahora justo fuera de la habitación. Silver gimió otra vez, sonando desesperado—
. Ven aquí, pequeño… —comenzó Dagon.

La magia inundó la habitación, empapándome con su poder. Dagon dejó


escapar un gruñido que rápidamente se convirtió en un aullido. Ian me dijo que
el hechizo del espejo se producía en dos modos: Silencio y sonido. Sin respuesta
en cuanto a cuál quería. Yo no había ni siquiera necesitado la salpicadura de
magia de todo el cuerpo para saber que la trampa había sido lanzada. No con el
aullido de Dagon convirtiéndose en un grito de pura rabia.

Escucharlo se sintió mejor que la terapia. Había esperado más de cuatro mil
quinientos años para que Dagon pagara por todo lo que había hecho. Hoy,
finalmente llegó su factura.

Presioné el botón en el control remoto, escuchando el movimiento de la tela


cuando el sistema de contrapeso que configuramos arrastró las cortinas hacia
arriba para volver a cubrir los espejos. Salí de mi escondite para ver a Ian que ya
estaba cayendo desde su puesto en el techo. Él clavó su cuchillo de hueso en el
ojo izquierdo de Dagon con tanta fuerza, que la punta de su espada salió por la
parte posterior del cráneo de Dagon.
No me detuve para saborear el nuevo grito de Dagon. Golpeé mi cuchillo de
hueso en su otro ojo, poniendo toda mi rabia, culpa y pena en el golpe. Mi mano
fue todo el camino a través del cráneo de Dagon y en el espejo detrás de él. Se
hizo añicos cuando el doble golpe selló el destino de Dagon. Las cuencas de sus
ojos se convirtieron en ennegrecidos agujeros humeantes que quemaron mi brazo
por su contacto cercano. No me importaba. Su final, el resto de los espejos
explotaron cuando el hechizo terminó con su muerte.

Fragmentos de vidrio atravesaron la habitación, cortándome de pies a cabeza.


No sentí el dolor. Estaba demasiado llena de alivio cuando observé el cuerpo de
Dagon comenzando a encogerse y desinflarse, casi como cuando morían los
vampiros y sus cuerpos envejecían a sus años reales. Para cuando Ian sacó mi

244
brazo del cráneo de Dagon para darme la vuelta en un círculo alegre, el cuerpo
de Dagon se parecía a un pedazo de carne seca.

—¡Rómpeme la espalda y golpea mis bolas, lo logramos!

El grito de Ian coincidió con mi carcajada, como si mi felicidad fuera


demasiado grande para que mi cuerpo lo contuviera. ¡Finalmente, se acabó! Todo
el dolor, la planificación, los miles de años de espera mientras luchaba
desesperadamente pensando que Dagon nunca podría ser llevado ante la
justicia… habían terminado. Tal vez ahora, por fin, todas las víctimas de Dagon
podrían descansar en paz.

No sé si Ian me besó o si tiré su cabeza hacia la mía. De cualquier manera,


nuestras bocas se apretaron con todo el júbilo de nuestra combinada victoria. Las
víctimas de Dagon no solo habían sido vengadas; Ian también era libre, su alma
era suya otra vez. Estaba más feliz de lo que nunca había estado.

Entonces una voz me golpeó como un millar de carámbanos repentinamente


empujados por mis venas.

—Esto es tan dulce, si tuviera un corazón, lloraría.

Ian me empujó hacia atrás, poniéndose entre el dueño de esa voz y yo que no
debería, no podía estar allí.

—Hola —ronroneó Dagon—. ¿Me echabas de menos?


Capitulo 38

245
Dagon se estremeció cuando vio el cadáver.

—Le dije a Rani que tuviera cuidado con una trampa, pero no creía que
ninguno fuera lo suficientemente inteligente como para configurar algo de lo que
no pudiera salir.

¿Esa cáscara de demonio seca era Rani?

—Lo has hechizado para que se parezca a ti.

La sonrisa de Dagon era todo dientes.

—Conseguí la idea de tu amigo Vlad desde que el glamour funcionó muy bien
en Ian la primera vez. Sabes lo que dicen sobre engañar a alguien dos veces,
muchacho. —Tiró de su cabello rubio antes de mover un dedo hacia Ian—. Qué
vergüenza.

Ian le devolvió la sonrisa.

—Aquí hay un dicho que me gusta más: Si al principio no tienes éxito…

—Intenta, inténtalo de nuevo —terminé. Sabíamos que la trampa de espejo


podría no funcionar. Es por eso que Ian y yo todavía teníamos otro cuchillo de
hueso, y también teníamos un parque completo lleno de sorpresas.
Sin previo aviso, el poder de Dagon se disparó de él como una bomba. Me
quedé helada en la habitación, girando sobre mí antes de atrapar a Ian en su
implacable agarre. Con la misma rapidez, solté el mío, liberando a Ian de su
parálisis antes de que Dagon pudiera dar un paso más hacia él.

—No lo creo. —Apenas reconocí mi propia voz del gruñido que salió de mi
garganta. Dagon me miró como si de repente también hubiera visto a un extraño.
Luego se echó a reír.

—¡Mírate, chica! Llena de poder ahora que todos han crecido. —Luego tomó
una profunda inhalación y volvió a reír—. Por tu aroma, has estado mezclando
tu trabajo con el juego, también. No es que te culpe. Tampoco pude resistirme a
Ian.

246
Le lancé una mirada de horror a Ian.

—¿Lo hiciste?

Dagon se aprovechó y saltó alrededor de Ian para golpear un puño en mi


estómago. El impacto me tiró a través de todas las paredes restantes en la casa de
diversión hacia el Tilt-A-Whirl2 detrás de él. Golpeé con la fuerza suficiente para
romper mi cráneo, luego sacudí la cabeza para aclararla mientras miraba hacia la
casa de diversión.

Ian y Dagon irrumpieron a través de su techo. Estaban luchando en el aire,


cada aterrizaje castigando con golpes al otro. Dagon volvió a intentar congelar el
tiempo. Rompí su hechizo antes de que Ian se ralentizara. Entonces agarré mi
segundo cuchillo de hueso, a punto de volar hacia ellos cuando un nuevo siseo
de poder golpeó mi espalda como un enjambre de avispas picantes. Me di la
vuelta para ver quién era y… ¿qué demonios?

¡Dagon estaba detrás de mí! Le eché un vistazo para confirmar que otro Dagon
estaba todavía en el aire luchando con Ian. Lo estaba. El demonio había llegado
con refuerzos. Como un truco adicional, los había hechizado a todos para que se
parecieran a él. Ahora, no sabía cuál era el verdadero Dagon. No importaba. Solo
los mataríamos a todos.

2 Atracción de feria.
Este Dagon sonrió antes de desaparecer en un claro intento de
teletransportarse el resto del camino a mí. Apreté mi mano alrededor del cuchillo
de hueso y volé al lugar donde lo había visto por última vez. Segundos después,
apareció de nuevo en ese mismo lugar, con el ceño fruncido.

¡Sorpresa!, pensé malvadamente. La compleja red que Ian y yo habíamos


pasado días lanzando en todo el parque, los demonios podían teletransportarse
a él, pero no podían teletransportarse dentro de los límites del parque de nuevo.

Me estrellé contra él, empujando mi cuchillo en su ojo al mismo tiempo. La


fuerza nos aplastó a ambos a través del Tilt-A-Whirl contra el que recientemente
había golpeado mi cabeza. Su pesado armazón de acero se rasgó cuando nos
precipitamos a través de ambos lados, el metal irregular rasgó mi carne. El doble

247
impacto fue tan violento, que fallé cuando apunté al otro ojo del demonio.

Me dio un puñetazo en la cabeza. Mi visión se oscureció y horribles crujidos


explotaron en mi cráneo. Me las arreglé para arrancarlo antes de que él aterrizara
otro golpe, volando a ciegas hasta que mis ojos se curaron lo suficiente como para
ver de nuevo. Cuando lo hicieron todo estaba borroso. Parpadeé hasta que vi la
imagen sombría del demonio corriendo hacia mí, algo grande en sus manos.

Carrusel de pony, me di cuenta cuando me lo arrojó. Esquivé lo suficiente para


que fallara la mayoría de mí, aunque sus piernas me golpearon en el hombro con
un golpe. Parpadeé rápidamente, tratando de obligar a mi visión a sanar más
rápido.

—¿Perdiste algo, niña? —se burló el demonio en sumerio, sosteniendo un


objeto pequeño esta vez. Un par de parpadeos más y vi que era mi cuchillo de
hueso de demonio. Pero eso no fue lo que me hizo sentir como si me hubiera
atropellado un automóvil.

Su voz y olor eran los mismos que los de Dagon. El glamour que Dagon había
usado había sido minucioso. Pero la forma en que este demonio dijo “niña” con
una sílaba más que el antiguo lenguaje requerido… Recordé a un demonio que
solía pronunciarlo de esa manera.

—Fenkir —dije, el odio cortó más profundo que el metal.


La cara de Dagon me sonrió, pero el único ojo que no estaba ennegrecido y
humeando… conocía a la persona que me estaba mirando desde ese ojo, no
importaba de qué color y forma llegara.

—Chiiiiiiiica —dijo Fenkir, deliberadamente arrastrando la única palabra que


él y los otros me habían llamado cuando había sido su prisionera—. Esta vez,
cuando te mate, te quedarás muerta. —Y movió el cuchillo de hueso del demonio
hacia mí.

Nunca antes había sido asesinada con un hueso demonio a través de los ojos,
así que era posible. Tal vez sabían que mi padre era en realidad un tipo diferente
de demonio. No estaba dispuesta a preguntar. Tampoco iba a dejar que el miedo
a la muerte permanente me detuviera. Solo hice una pausa para lanzar una

248
mirada de segundo en la dirección de Ian. Él y Dagon seguían intercambiando
golpes que lo arrasaban todo a su paso, pero Ian no parecía necesitar mi ayuda
en ese momento. Y realmente quería mostrarle a Fenkir lo lejos que había llegado
desde que había sido la niña traumatizada y rota que había visto por última vez.

Extendí mis brazos. El viento comenzó a soplar mi cabello cuando el poder


que invocaba se derramó en el aire a mi alrededor. Fenkir ladeó la cabeza,
entrecerrando los ojos con su único ojo mientras miraba.

—¿Eres demasiado cobarde para bajar y pelear?

—No te preocupes. Ya voy.

El poder construido, alimentado por los recuerdos que finalmente liberé


porque le daban combustible. Cuando creció lo suficiente como para hacer que
mi piel ardiera como si algo dentro de él intentara salir a la vez, apunté ese poder
directamente a Fenkir y lo solté.

Él gritó. Una parte despiadada de mí disfrutó al escucharlo. Te dije que iba a


venir. Aquí estoy.

Luego corrió. Mi poder continuó entrando en él con rayos concentrados. Sus


piernas se volvieron lentas. Volé hacia él justo cuando tropezó. Rodó cuando
cayó, sosteniendo el cuchillo de hueso frente a él mientras una expresión que
nunca había visto antes cruzaba sus rasgos.

Pánico.
Si fuera Fenkir, haría una pausa para saborear esa expresión en el rostro de mi
víctima. Entonces, me tomaría mi tiempo torturando a esa persona, en lugar de
dar una muerte limpia. Yo también reí, mientras prometía parar si él o ella me
suplicaban lo suficientemente patéticamente. Pero por supuesto que no lo haría,
y me reiría otra vez mientras continuaba la tortura. Ese era Fenkir.

No era yo. Aterricé sobre él con toda la fuerza que pude reunir. Eso rompió
mis piernas, pero le destrozó la caja torácica y la columna vertebral. La parálisis
momentánea me facilitó arrancar el cuchillo de hueso de su mano. Luego lo
apuñalé a través de ambos ojos a pesar de que uno todavía estaba ennegrecido y
humeante. Estaba fuera de él otra vez antes de que su cuerpo tuviera la
oportunidad de comenzar a desinflarse.

249
A Fenkir le encantaba sacar el dolor antes de matar a la gente. Yo solo quería
servir justicia. Para él, finalmente lo fue.

Saqué el cuchillo de hueso de los ojos de Fenkir y volé hacia la casa de


diversión. Ian y el otro Dagon ya no estaban allí. Habían movido su batalla cerca
del oxidado paseo paracaidista. Dos de los simulacros de paracaídas metálicos
fueron arrancados desde su posición cuando Dagon arrojó a Ian a ellos. Yo volé
más rápido y agarré el brazo de Ian, girándolo antes de que pudiera volar de
nuevo para atacar otra vez.

—¡Aquí no! —insté en voz baja.

Suficiente de la sed de sangre dejó su mirada para que asintiera, pero Ian
también tenía sangre por todo el cuerpo. Esperaba que parte de esta fuera de
Dagon. De las líneas carmesí rayando al demonio, podría ser. Pero, ¿era
realmente Dagon? ¿U otro demonio hechizado?

Tenía que averiguarlo.

—Fenkir se ha ido para estar con Rani —grité—. Espero que no le eches mucho
de menos.

La furia encendió los rasgos de Dagon. Entonces se aclaró y se echó a reír.

—Es una pena. Estaba tan ansioso por conseguir otro pedazo de ti. ¿Recuerdas
cómo Rani y Fenkir solían amar turnarse? Nunca entendí cómo soportaban todos
tus lloriqueos lo suficiente para disfrutarlo, pero disfrutaban haciéndolo.
Sí, este era el verdadero Dagon, y su sonrisa hizo esos recuerdos muy vívidos.
Él había usado esa misma expresión innumerables veces mientras estaba siendo
abusada. Esos recuerdos me habían alimentado con Fenkir, pero ahora me
cortaron. No podía dejar que eso pasara. Tenía que perder la desesperación y
guardar solo la rabia.

—¿Sabes lo que recuerdo, Dagon? —El tono de Ian era increíblemente


brillante—. Cómo jadeaste detrás de mí durante semanas antes de que aceptara
pasar la noche contigo. No resultó como lo esperabas, ¿verdad? Cuando terminó,
todavía tenías las bolas azules, y tuve tu diamante azul del tamaño de un huevo.
Apareció aplastado en el manto de mi casa favorita, por cierto.

La expresión de Dagon se llenó de rabia.

250
—Vete a la mierda.

Ian le lanzó una sonrisa salvaje.

—Oh, lo intentaste. Y fracasó.

Dagon arrancó una de las cápsulas de paracaidistas restantes y se la arrojó a


Ian. Él lo esquivó con un sonido cantarín.

—Todavía duele eso, ¿eh? Deberías estarlo, soy magnífico. Pregúntale a ella.

—¿Es por eso que Dagon te ha estado cazando durante décadas? —Reí tan
fuerte por la palpable humillación del demonio. Dagon había tratado de herirme
con el pasado, pero mientras lo había intentado, Ian se había asegurado de que
la estrategia de Dagon fuera contraproducente—. Vaya, te jodieron, de acuerdo
—continué sin piedad—. Simplemente no como querías, y déjame asegurarte que
te lo perdiste.

Ian sonrió, sin dejar de volar hacia la montaña rusa de madera mientras Dagon
nos perseguía.

—El diamante está valorado en millones —me dijo Ian—. Todavía no valía la
pena abrazarlo y besarlo para acercarse lo suficiente como para robarlo.

Estábamos casi en la montaña rusa. Dagon todavía estaba furioso, pero había
disminuido la velocidad bajando su perseverancia. Necesitaba volverlo lo
suficientemente loco como para que continuara siguiéndonos.
—Cuando nos vayamos de aquí, venderemos ese diamante y donaremos el
dinero a la caridad —le dije a Ian—. Incluso haremos la donación en nombre de
Dagon para que todos puedan darle las gracias por eso.

Ian se echó a reír.

—Aún tratando lo que es mío como tuyo, ya veo.

Levanté la voz para asegurarme de que Dagon captara cada palabra de lo que
dije a continuación:

—¡Abraza tu nuevo estado de matrimonio, cariño!

Eso lo hizo. Dagon se acercó a nosotros, su cuerpo erguido como si la rabia

251
mantuviera su espina forzada en posición recta. Volé alrededor de la montaña
rusa, Ian justo detrás de mí. Dagon estaba casi en la zona de explosión. Un poco
más cerca…

Se detuvo como si sintiera exactamente dónde estaba situado el radio de


explosión de las bombas de sal. Luego tendió los brazos de la misma manera que
yo había hecho para canalizar la energía para hacer tambalear a Fenkir. Usaría
esa táctica en Dagon si él no fuera demasiado fuerte para eso. Además, todavía
tenía que conservar mi poder en caso de que intentara congelar el tiempo de
nuevo.

Pero eso no era lo que estaba haciendo. Momentos después, una onda de
choque me golpeó, aunque no de un intento para detener el tiempo. Había sido
por la fuerza de tres docenas de demonios teletransportándose instantáneamente
a nuestra área. Ian soltó una maldición mientras los miraba con consternación.

Miré a Dagon a tiempo para verlo sonreír.

—No pensaste que sería tan fácil matarme, ¿verdad?


Capitulo 39

252
—Insecto. —Ian dijo la única palabra con toda la vehemencia que sentí.
Entonces le dio un ligero empujón hacia la horda—. Necesitas mantenerlos a ellos
y a Dagon fuera por ti misma durante unos minutos. Tengo que hacer algo.

—¿Eso es más importante que esto?

Su sonrisa era un apretado destello de colmillos.

—Como me dijiste antes, tienes que confiar en mí sin discutir por una vez.

Con eso, se fue volando, dejándome a mí, a Dagon, y a los demonios recién
llegados mirando detrás de él.

Dagon comenzó a reírse tan fuerte, que sonaba como si le arrancara un


músculo.

—¡Te dejó para salvar su propia piel! Ah, niña, estoy disfrutando mucho con
tu expresión, creo que voy a dejar que Ian tenga una ventaja. —Entonces silbó a
los demonios—. ¡Tráiganmela viva! —Para mí, agregó—: Robaste mi última
fuente de Dragón Rojo, así que usaré tu sangre como mi nueva fuente, y ese es
solo uno de los muchos, muchos planes que tengo para ti.

—Entonces, como Ian, tendré que decepcionarte —dije bruscamente antes de


girarme hacia la horda. Eeesh. Casi dos contra uno eran terribles posibilidades,
no importaba mi fuerza.
Tensé mi mandíbula y cerré el cuchillo de hueso en uno de los muchos bolsillos
en mis pantalones tipo cargo. No podía arriesgarme a envolverlo en mi cinturón
porque podría liberarse, y no podía arriesgarme a que me lo sacaran de las manos
otra vez. No cuando todavía lo necesitaba para matar a Dagon. Además, les
habían dicho que no me mataran y se sentían como soldados promedio para mí,
no demonios de nivel superior. Había otras formas de nivelar el campo de juego
que arriesgar mi único cuchillo de hueso de demonio.

Volé hacia ellos, manteniéndome fuera de su alcance, pero solo lo justo. Ian
había dicho que necesitaba tiempo. Le daría todo lo que pudiera. Fiel a la burla
de Dagon, no había perseguido a Ian todavía. No, parecía que se estaba
acomodando para ver el espectáculo conmigo y sus demonios.

253
—Vamos, intenten teletransportarse hasta aquí para buscarme —los insulté,
luego me reí de los múltiples resultados fallidos. Sin embargo, sus intentos
consumieron solo un par de minutos. Necesitaba algo más dramático para
mantener su atención por más tiempo—. ¿Supongo que ninguno puede volar,
pero alguien puede saltar lo suficientemente alto como para alcanzarme?

Eso resultó en varios intentos más, algunos de ellos me obligaron a volar más
alto en saltos aéreos repentinos. Mientras tanto, mantuve las burlas con
comentarios como: “¡Casi!” y “¡Estabas tan cerca!”, mientras me acercaba a la
Enterprise. Era un paseo en forma de rueda de la fortuna cuando estaba en
posición vertical, pero ahora estaba abandonado en el suelo, como una enorme
rueda de metal con múltiples púas.

—Me estoy aburriendo, así que lo pondré más fácil —dije, aterrizando en el
centro muerto en medio del paseo cubierto de óxido.

Los demonios saltaron sobre las góndolas restantes y los innumerables brazos
de metal que anclaban las góndolas a su base. Envié mi magia, no en una
explosión que les habría advertido, sino en gotas que cubrían el viaje lo
suficientemente lento como para permitir que dos de los demonios más rápidos
me saltaran antes de que estuviera medio terminado.

Me defendí contra lo peor de sus golpes, pero no me defendí cuando ni


siquiera se unieron más demonios. Toda mi energía se centró en derramar más
magia en gotas no alarmantes. El dolor explotó por todas partes. Los golpes
fueron demasiado rápidos para sanar entre ellos. Pronto, mi cabeza sonaba como
una bolsa de piedras moliéndose, estaba ciega por la sangre, y luché por no
vomitar mis órganos pulverizados.

Pero mi proyección de impotencia impulsó a los demonios. Por los sonidos,


todos ellos probablemente estaban en el extenso viaje ahora. Pude escucharlos
gritando mientras intentaban abrirse paso entre los demás para obtener su turno
para vencerme. Cuando sentí que mi magia llegaba al final de la enorme rueda,
caí sobre mis rodillas y tiré del alfiler en el hechizo. La mayor parte de mi magia
no funcionaría en los demonios, pero funcionaba bien en objetos inanimados.

La rueda se rompió cuando miles de kilos de metal se convirtieron


instantáneamente en metralla de alta velocidad. Estaba tan cubierta por
demonios, que ni una sola pieza me rasgó. Por el coro de gritos, la metralla golpeó

254
a todos los demás. Cuando los demonios a mi alrededor retrocedieron en un
intento tardío de protegerse, disparé de manera tan rápida, que solo unas pocas
piezas de metralla me golpearon. Entonces saqué mi cuchillo de hueso, esperé
unos segundos hasta que la metralla ya no giraba con velocidad de tornado, y
volé hacia abajo para apuñalar cada ojo que pude.

Estaba atrapada en cadáveres de demonios cuando algo me golpeó por detrás.


Me lancé al demonio frente a mí con suficiente fuerza para aplastarnos a los dos.
Miré hacia abajo, viendo el borde de metal irregular de un palo considerable que
sobresalía de mi estómago. Me atravesó y entró en el demonio de cabello castaño
en el que había aterrizado.

Mi cuerpo estaba inmovilizado, pero mis brazos seguían libres. Apuñalé los
ojos del demonio antes de que alguien retirara mi cuchillo de hueso. Más agonía
explotó a medida que el palo se levantó conmigo todavía en el otro extremo como
un pez ensartado. Apreté mis dientes lo suficientemente fuerte como para
romper un colmillo mientras me empujaba hacia adelante con toda mi fuerza. Se
sentía como si el palo hubiera sido hecho con alambre de afeitar, pero no me
detuve hasta que caí del otro extremo. Entonces me giré, escupiendo mi colmillo
al demonio quien me había hecho esto.

Dagon miró el colmillo y arqueó una ceja.

—Nunca me ha importado lo suficiente como para preguntar antes, pero ¿esos


vuelven a crecer?
—Tendré dos para morderte en muy poco tiempo —prometí.

Tomó el palo en el que me había empalado y lo lanzó de nuevo. En lugar de


apuntar por mí, ensartó al demonio a su lado. Los ojos de todos se abultaron, los
míos incluidos.

—Cuando dije que me la trajeran, no fue una sugerencia —dijo a los demonios
en una voz muy alegre—. Si me obligan a conseguirla yo mismo, ¿por qué los
necesito vivos?

Me agarraron por detrás antes de poder moverme para volar. Entonces los
demonios me desgarraron como si sus vidas dependieran de ello, y ahora sabían
que sí. Pronto, tomó todas mis fuerzas mantenerme consciente y evitar que mis

255
extremidades fueran desgarradas. El dolor me inundó, mucho más allá de mi
capacidad para concentrarme lo suficiente como para lanzar un hechizo. Después
de un tiempo, ni siquiera estaba segura si todavía estaba de pie. Lo que Ian tuviera
que hacer, me encontré pensando aturdida, ¡mejor que malditamente me deslumbrara
cuando volviera!

Entonces el poder me golpeó con la brusquedad de una ola renegada. Las


palizas se detuvieron cuando los demonios miraron a su alrededor para ver qué
lo había causado. Yo también lo intenté, pero había demasiada sangre en mis ojos
para ver.

—¿Qué? —Escuché decir a Dagon. Él sonaba sorprendido ¿Eso era algo bueno
o malo?

Me limpié los ojos y me volví hacia la voz de Dagon. Varios parpadeos más
tarde, vi a Ian volando hacia nosotros. Estaba a unos treinta metros, rodeado de
pequeños y pálidos objetos que lo rodeaban en el aire. Al principio, pensé que
era un rebaño de diminutos pájaros blancos. Cuando parpadeé de nuevo, me di
cuenta de que eran huesos. Unos de aspecto humano. Se movían alrededor de
Ian en círculos cada vez más rápidos. Los labios de Ian también se movían, pero
estaba demasiado lejos para que yo lo escuchara. Debía estar haciendo un
hechizo. ¿Por qué? Ian sabía que Dagon era demasiado poderoso para que la
mayoría de los hechizos funcionaran en él.

Los huesos explotaron repentinamente, formando una nube pálida alrededor


de Ian. Tan pronto como lo hicieron, Ian se apuñaló en el pecho con uno de sus
cuchillos de plata y retorció la hoja. Si no fuera por sus marcas de demonios, eso
lo habría matado. La sangre fluyó hacia afuera y la sorpresa me llenó. Solo
conocía un tipo de hechizo que requería huesos convertidos en polvo y sangre
del corazón. Un hechizo de magia grave.

—¡Ian, no! —grité.

Él me ignoró mientras su sangre cubría los huesos en polvo hasta que la nube
que le rodeaba estaba roja. Por la maldición murmurada de Dagon, supe qué tipo
de hechizo Ian estaba intentando, también. Más poder explotó en el aire cuando
Ian comenzó a convocar a la más oscura de las energías desde más allá de la
tumba.

256
Dioses, debía estar intentando crear un espectro. Si lo hacía, ni siquiera Dagon
podría estar en contra de él. Pero la magia grave tenía muchas más
probabilidades de matar a su lanzador que tener éxito. Por eso ni siquiera lo había
intentado. Las marcas de Ian podrían prevenir que el hechizo lo matara, pero
podría lastimar a Ian tanto que no podría luchar contra un demonio débil, y
mucho menos contra Dagon. Tenía que asegurarme de que Dagon no tomaba
ventaja de esa debilidad.

¡Pero para hacer eso, necesitaba atravesar a estos demonios! Aprovechando la


distracción, arranqué el brazo del más cercano mientras él todavía miraba hacia
Ian. Luego lo apuñalé con los dedos por primera vez en sus ojos cuando se giró
de nuevo. Gritó cuando ambos fuimos perforados por sus propios apéndices. Él
cayó sobre mí, los ojos seguían humeando mientras moría. Hueso de demonio
era hueso de demonio, si la piel todavía estaba pegada o no.

Lo sostuve frente a mí como un escudo mientras arrancaba más de sus huesos


para usarlos como armas. Deseaba que todavía tuviera mi cuchillo, pero en algún
momento, uno de los demonios me lo había arrebatado. Ya no me atacaban desde
el frente porque tenía un arma que podía matarlos. Pero aún quedaban dos
demonios aferrándome por la espalda, así que no podía volar lejos todavía.

Me arrojé hacia atrás, intentando liberarme de ellos por la fuerza bruta.


Cuando caí sobre ellos, apuñalé ciegamente a lo que estaba detrás de mí. Terminé
matando a uno por pura suerte. Con solo uno más aferrado a mí, logré salir al
aire, pero luego otro demonio me agarró de la pierna y me ancló al suelo. Por el
rabillo del ojo, vi a Dagon volar hacia Ian, golpearlo, patearlo y apuñalarlo con
un frenesí rozando lo maníaco. Ian solo protegió sus ojos mientras luchaba, y
todo el tiempo, sus labios nunca dejaron de moverse.

Un poder familiar explotó de Dagon. Igual de rápido, bloqueé su tercer intento


de congelar el tiempo. Entonces un golpe brutal volvió mi atención al demonio
en mi espalda. Me dejé caer del aire, aprovechando todo mi impulso para darle
la plena fuerza de nuestro aterrizaje. La sangre se disparó a nuestro alrededor,
pero él se mantuvo, dientes y garras rompiéndome. Apuñalé cada parte que
podía alcanzar mientras buscaba otra cosa que pudiera usar. En un momento,
más demonios se acumularían encima de mí. No me atreví a agotar más mi fuerza
con otro hechizo elaborado. Tenía que seguir neutralizando los hechizos de
Dagon contra Ian.

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Un demonio corrió hacia mí, saltó sobre una pila de fragmentos de metal entre
nosotros. Sí, ¡ese! Envié un hechizo rápido para arrojar el metal a sus ojos y a los
ojos del demonio detrás de mí. Los fragmentos cegaron al demonio que corría, y
tropezó cuando se acercó. Cayó encima de mí. Corté mi cuchillo de hueso
improvisado a través de sus ojos, luego lo arrojé al siguiente demonio que se
lanzaba hacia mí.

Su cuerpo cayó. Tomé esa fracción de segundo para girarme y apuñalar los
ojos del demonio debajo de mí, luego salté a mis pies. Había cortado mi camino
a través de dos demonios más cuando la risa de Dagon me hizo mover la cabeza
hacia arriba otra vez.

La nube roja alrededor de Ian había formado dos figuras que ahora estaban lo
suficientemente despejadas para identificarlas. Fenkir y Rani, me di cuenta con
incredulidad. ¿Ian había usado sus huesos para este hechizo?

—¡Tonto! —Dagon se rió—. ¿No sabes que los fantasmas se hacen cuando la
ira de una persona asesinada es arrancada de sus huesos y se le da forma? Pero
yo no maté a Fenkir ni a Rani. ¡Estás creando criaturas que la atacarán!

Dagon tenía razón. Los espectros iban tras sus asesinos y nadie más. ¿Por qué
Ian levantaría espectros de los huesos de Fenkir y Rani? ¡Irían directamente por
mí tan pronto como el hechizo terminara, si Dagon no mataba a Ian primero!

Confía en mí sin discutir por una vez.


Las palabras de Ian fueron un recordatorio que no quería en mi estado de
horror. Pero no pude ignorar el hecho de que Ian había confiado en mí cuando
todo lo que había sabido le había instado a no hacerlo. Le debía lo mismo, incluso
si todo lo que sabía gritaba que corriera por mi vida antes de que terminara ese
hechizo.

Pero si esto terminaba por matarme, me aseguraría de decirle mis primeras


palabras a Ian después de que volviera de la muerte ¡Sabía que era una mala idea!

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Capitulo 40

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Pasara lo que pasase, no podía permitirme estar incapacitada cuando Ian
hubiera terminado con ese hechizo. Saqué un trozo de coraza y costilla del cuerpo
del demonio más cerca de mí. Luego envolví mi mano alrededor de él para que
los huesos de las costillas asomaran entre mis dedos. Con eso y el largo y delgado
radio del hueso en mi otra mano, comencé a atacar a cada demonio cerca de mí.

Se defendieron igual de brutalmente, ahora ignorando la orden de Dagon de


no matarme. Incluso usaron el mismo método que yo y arrancaron huesos de sus
compañeros muertos para usarlos como armas. Fui acuchillada, apuñalada y
cortada innumerables veces, luego solo me curé para que volviera a suceder. La
adrenalina, la determinación y la furia adormecieron la mayoría del dolor. El
resto me hizo tambalear cuando intenté obligarlos a retroceder lo suficiente para
poder volar lejos. Por encima de todo, me protegí los ojos. Todo lo demás, podría
curar o volver. Todavía no quería probar la teoría de que no podía volver de eso.

Los demonios a mi alrededor de repente fueron arrojados a un lado tan fuerte,


que muchos aterrizaron sobre sus culos. Mi breve exaltación se desvaneció
cuando vi por qué. Dos formas de película corrían hacia mí. El poder helado
brotaba de ellos con una fuerza tan tremenda que aclaraba todo a su paso. ¡Oh,
mierda!, fue mi único pensamiento. Entonces los fantasmas hechos de los huesos
de Fenkir y Rani me desgarraron.
El tiempo se evaporó. Así como las distintas sensaciones. No tenía partes
separadas del cuerpo como dos brazos, dos piernas, un torso y una cabeza más.
En cambio, era un nervio expuesto que estaba siendo triturado infinitamente,
chamuscado con fuego helado y triturado otra vez.

Entonces esa increíble agonía desapareció. Volví, jadeando… jadeando,


mientras curaba de heridas que no habían dejado marcas. Casi tentativamente,
un demonio de cabello negro salió del grupo que se había reunido a pocos metros
de distancia, mirándome. Entonces un grito agudo llamó la atención de todos
hacia arriba.

Ian flotaba cerca de la cima de la montaña rusa de madera. Sus brazos estaban
levantados sobre su cabeza y sangre brotaba de su boca y ojos. Pero él no era el

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que gritaba. Era Dagon, porque los dos espectros ahora estaban destrozándolo.

¡Dioses santos e impíos, Ian realmente lo había hecho! No había sabido que los
espectros pudieran ser redirigidos de la persona que los asesinó a otra persona.
Ahora estaba viéndolo con mis propios ojos. Los demonios también parecían
paralizados por eso. Observaron cómo los espectros apuñalaban sus cuerpos a
través de Dagon en interminables bucles que hicieron que el demonio se
convulsionara tan fuerte, que sus brazos y piernas se rompieron.

Así que eso es lo que me habían estado haciendo, pensé aturdida, casi compasiva
por el horroroso dolor de Dagon. Casi.

Luego las manos de Ian se movieron, los gestos demasiado rápidos para
rastrearlas. Los fantasmas empezaron a llevar a Dagon hacia la montaña rusa.
Como si eso rompiera el trance, el demonio de cabello oscuro reanudó su camino
hacia mí, pero siguió mirando hacia arriba. Claramente, prefería seguir mirando
lo que le estaba pasando a Dagon que intentar matarme, pero seguía viniendo
por mí, no obstante.

Intenté volar, maldiciendo cuando no pude. El ataque de los espectros debió


haber sacado demasiado de mí. Tomó todo mi esfuerzo buscar más hueso de
demonio. Debí haber perdido el mío cuando los espectros me atravesaron. Si no
encontraba algunos, estaría en problemas. Pronto, más demonios volverían a
intentar matarme, una vez que dejaran de mirar a los espectros y a Dagon.
Agarré un puñado de lo que parecían huesos de espinilla medio aplastados
antes de tirarlos cuando se doblaron, demasiado rotos para ser letales. Entonces,
increíblemente, vi mi cuchillo de hueso de demonio a unos pocos metros, el brillo
de su acero reforzado prácticamente me guiñó un ojo devolviendo la luz de la
luna. Uno de los demonios debió haberlo sacado de mi bolsillo mientras luchaba
contra mí. En lugar de recogerlo, había dejado el cuchillo en el suelo.

Me lancé a buscarlo justo cuando el demonio de cabello negro que venía detrás
de mí también lo vio. Ambos nos apresuramos para agarrar el cuchillo. Se deslizó
fuera de nuestro alcance cuando nuestra lucha lo golpeó.

—¡Ahora! —El grito de Ian sacudió mi cabeza—. ¡Detona, detona!

Empujé al demonio para agarrar el objeto voluminoso en el bolsillo de mis

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pantalones. Otro demonio saltó sobre mi espalda, rompiéndome con algo que
quemaba como si me estuvieran salpicando con ácido. No me defendí,
manteniendo mi enfoque en presionar cada parte del detonador dentro de mi
bolsillo. Se sintió roto de las diversas peleas. No estaba segura si todavía
funcionaba, pero tenía que intentarlo. Después de unos segundos frenéticos, sentí
una inmersión en el metal y empujé hacia adentro, con fuerza.

Las explosiones sacudieron la montaña rusa cuando explotaron nuestras


bombas de sal. Había tantas, que volvieron el aire blanco. También los
hechizamos para aumentar su distancia y la velocidad. El nuevo grito de Dagon
cuando la sal lo golpeó fue una dulce música.

Más bombas de sal cerca de la base de la montaña rusa se dispararon lo


suficientemente lejos como para rechazar a los demonios que me rodeaban. Sus
gritos pronto ahogaron los de Dagon. Aproveché su retorcimiento para forzarme
a liberarme y agarrar mi cuchillo de hueso. Todavía no podía volar, pero logré
varios saltos cuando el esqueleto de madera de la montaña se derrumbó, y la base
se desmoronó con la detonación.

—¡Cuchillo de hueso! —gritó Ian—. ¡Ahora!

Tenía uno, pero ¿cómo iba a dárselo? ¡Todavía no podía volar! Pero incluso
quemado por todas partes con sal mientras estaba siendo atacado por fantasmas,
Dagon había comenzado a luchar. No tenía ni idea de cómo lo logró. Él debía ser
mucho, mucho más fuerte de lo que me di cuenta. Ian claramente había usado
todo lo que tenía para empuñar la magia de la tumba lo suficiente para hacer lo
impensable y forzar a los espectros hacia mí y hacia Dagon. Ahora parecía como
si no pudiera mantenerse en el cielo mucho más tiempo.

—¡Espera! —grité de vuelta—. ¡Ya voy!

Saqué energía extra de la única fuente de agua que pude encontrar: Un tanque
de la red de alcantarillado enterrado bajo el parque. No tenía mucho, pero tomé
todo. Luego me lancé al aire sin saber si me elevaría o salpicaría al suelo.

Me levanté. Ian dejó escapar un rugido cuando lo vio. Entonces se las arregló
para volar hacia Dagon y acercarse tanto, que la matanza de los fantasmas
también lo desgarró. Justo cuando llegué a ellos, le dio la vuelta a Dagon para

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que el demonio me enfrentara.

Los gritos de Dagon eran ruidos blancos. Todo en lo que estaba concentrado
era en sus ojos. Golpeé con toda la fuerza, mi impulso condujo el cuchillo de
hueso en lo profundo de su cráneo. Su chillido rompió mis tímpanos, causando
sordera instantánea. Saqué el cuchillo y lo clavé en el otro ojo de Dagon sin
escuchar su nuevo grito. El humo estalló de este, también, y vi en lugar de
escuchar el grito de Ian.

Entonces los brazos de Ian cayeron, y cayó del aire. Dagon cayó, también,
ambos ojos aún humeantes cuando golpeó el suelo muy cerca de Ian. Ambos
hombres golpearon fuerte y no se movieron. Entonces la luz brotó de Dagon y
los espectros desaparecieron. Su cuerpo también comenzó a encogerse sobre sí
mismo, demostrando que finalmente, verdaderamente, estaba muerto.

No podía celebrarlo. Estaba demasiado preocupada por Ian. Volé hacia abajo,
aterrizando lo suficientemente fuerte como para romper el suelo junto a él.
Entonces toqué la espalda de Ian. Él no se movía. Me impactó lo que encontraría
cuando le diera la vuelta. Había aterrizado sobre su estómago, con el brazo sobre
la parte de la cara que no estaba presionada en el hormigón. ¡Se sentía frío, dioses,
tan frío! ¿Y si Dagon había hecho algo como una burla final, cruel? ¿Y si se
hubiera hechizado para que, si muriera, Ian muriera también?

—Ian. —Pasé mi mano por su espalda, tragando saliva cuando no se movió ni


habló—. ¡Ian, despierta!
Se dio la vuelta y mi corazón saltó como si lo golpearan con mil voltios.
Entonces se incorporó, su antebrazo todavía presionado contra su frente.

—Recuérdame que nunca intente la magia grave de nuevo —gimió—. Eso


duele demasiado incluso para que lo disfrute.

Agarré su mano libre y la apreté contra mi pecho. Le hubiera abrazado, pero


tenía miedo de que eso le causara más dolor.

—¿Estás realmente bien?

Qué pregunta tan estúpida. Acababa de decir que no lo estaba. Pero necesitaba
escuchar su voz de nuevo, incluso si solo fuera para responder a mi ridícula
pregunta. Lo que debería estar haciendo era terminar con el resto de los

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demonios antes de que dejaran de estar incapacitados por las bombas de sal. No
sentada aquí agarrando la mano de Ian mientras era incapaz de apartar la mirada
de su rostro.

Y lo haría. En un minuto.

—Mayormente. —Me dio una leve sonrisa—. Retorcer el hechizo del espectro
para enviarlos detrás de Dagon todavía me tiene en seis o siete, pero me
recuperaré. Es bueno que funcionara.

—Sí, es bueno —susurré—. Aunque nunca deberías haberlo intentado. Ese


hechizo podría haberte matado de varias maneras diferentes.

Su sonrisa se desvaneció.

—Nos superaban en número, Dagon no estaba mordiendo nuestro anzuelo, y


era más poderoso de lo que ninguno de los dos anticipó. Fue una elección de una
posible muerte contra absolutamente morir. Dada la elección, siempre preferiría
caer luchando.

Pasé mis labios sobre sus nudillos.

—Yo también. —Entonces, aunque era lo último que quise hacer, solté su
mano—. Hablando de pelear, esos demonios que chillan por sus heridas de sal
no se van a suicidar. Quédate aquí. Volveré después de que me ocupe de ellos.

Esta vez, su sonrisa se parecía más a la de Ian: Medio burlona, medio


tentadora.
—Dame un momento, y me uniré a ti. No puedo dejar que te canses. Tenemos
una celebración para…

Su sonrisa se congeló y dejó de hablar tan bruscamente que miré hacia los
demonios para ver si uno de ellos se había levantado y había comenzado a hacer
algo amenazante. Pero no, todos seguían retorciéndose en el suelo a más de
treinta metros de distancia.

Luego volví a mirar a Ian y grité.

Su ojo derecho estaba ahora negro y humeante.

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Capitulo 41

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Ian dejó caer la cabeza y se puso de lado. Fue entonces cuando vi la
empuñadura de un cuchillo de hueso sobresaliendo de la parte posterior de su
cabeza. Dagon (¿cómo? ¿CÓMO?) se elevaba detrás de él. Sus ojos, recuperados
a su color azul helado, me miraban fijamente mientras empujaba otra espada en
la parte posterior del cráneo de Ian.

—¡No! —Mi grito se rompió de puro pánico—. ¡Por favor, detente!

Dagon lo hizo, aunque su mano permaneció sobre el cuchillo que estaba


medio enterrado en el cráneo de Ian. Estremecimientos sacudieron a Ian,
llenándome de alivio y rabia. Esos temblores significaban que el segundo cuchillo
no había mordido demasiado profundamente todavía. Todavía tenía una
oportunidad.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Dagon cuando se inclinó para
poder verme completamente por encima del hombro de Ian.

—¿Qué me darás si no lo mato, niña?

—… no. —El gruñido áspero de Ian fue apenas coherente, pero su ojo restante
brillaba verde y su expresión se traducía claramente. No lo hagas—… enes… —
Ian se esforzó a decir, su mirada perforando la mía—... por... el… der... izo... yo.
. . te... ordeeee… no...

Contuve un sollozo mientras juntaba lo que estaba tratando de decir.


—No puedes ordenarme que me vaya por el poder del hechizo que nos une.
Salí de su control hace casi dos semanas, cuando maté el cuerpo al que estaba
ligada.

Increíblemente, una sonrisa apareció en la esquina de la boca de Ian.

—… .ampa —dijo, aprobación clara en la palabra rota.

Las lágrimas se desbordaron y no me importó que hicieran sonreír a Dagon.

—Sí, hice trampa. No confiaba en ti entonces, así que no estaba dispuesta a


hacer un trato del que no podía salir.

Dagon tocó la empuñadura del cuchillo de hueso. Angustia cruzó el rostro de

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Ian antes de que intentara ocultarlo.

—Si quieres que viva —dijo Dagon—, harás otro trato, niña. Sólo que este, no
saldrás de él.

Por supuesto, Dagon quería mi alma, mis habilidades, mi subyugación o las


tres cosas. ¿Podría pararlo mientras sacaba el poder suficiente para liberar a Ian?
No había lago, estanque u otra fuente de agua cerca. Pero si estirara mis sentidos,
podría encontrar uno más lejano al que pudiera acceder. Tenía que intentarlo.

—¿Cómo sobreviviste a que te apuñalaran los ojos? No podrías haber fingido


estar muerto. Los espectros desaparecieron cuando el hechizo se rompió con tu
muerte y tu cuerpo comenzó a descomponerse. No tenía idea de que fueras tan
poderoso. ¿Lo saben otras personas?

Su risa era una de placer, enfriándome porque generalmente anunciaba cosas


horribles por venir. Traté de ignorarla mientras enviaba mis sentidos al exterior,
saltando por encima de un pozo seco que alguna vez se había utilizado para este
parque pero que no me ayudaría ahora.

—Casi nadie lo sabe. —El tono de Dagon era tan despreocupado como el de
un niño. Incluso se movió para ponerse más cómodo. Luego volvió golpetear la
empuñadura del cuchillo como para advertir a Ian que no se moviera—. Supongo
que tengo que agradecerte por la idea.
—¿A mí? —Lo que parecía que fue una corriente ahora secada en un mero
goteo. Maldito cambio climático. Saqué lo poco que pude de eso y seguí
buscando.

—Toda tu muerte y regreso. —Por un instante, el odio llenó la expresión de


Dagon. Entonces su brillante sonrisa volvió—. Tan increíble poder,
desperdiciado en una mocosa medio mortal. Aun así, si una tan patética como tú
podía vencer a la muerte, yo también podría. Los demonios ya tenían acceso a la
fuente de energía correcta. Solo había que transferirla en lugar de cosecharla.

¿Fuente de energía? ¿Se refería a la magia que todos los demonios tenían
inherentemente? Pero los demonios no transferían magia. Ellos mejoraban sus
habilidades con ella… aunque transferían algo más.

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—¿Almas? —pregunté, tan enferma por la perspectiva, que dejé de buscar
agua por un segundo.

Ahora su risa sonaba genuina.

—¡Muy bien!

Luego su risa se cortó y sus rasgos engañosamente juveniles se retorcieron


con toda la rabia que sus eones de vida le habían permitido acumular.

—Y me costó dos: Una para cosecharla para mi resurrección, una para curar
mi cuerpo para que no estuviera atrapado dentro de un cadáver medio podrido.
Las almas ya no son tan fáciles de conseguir, niña. Las personas son más reacias
a negociar con ellas. También tengo que enviar algunas a la cadena, o levantaré
sospechas. Es por eso que ahora vas a venderme la tuya, a menos que prefieras
ver morir a tu amante.

Dagon volvió a golpear la empuñadura del cuchillo, más fuerte. Las facciones
de Ian se tensaron hasta que sus pómulos se destacaron en un relieve agudo y su
mandíbula parecía tallada en acero. Su mirada se fijó en mí, sin la menor
insinuación de su vida en ella. En cambio, el desafío ardía.

¡No te atrevas! decía esa mirada. ¡A la mierda Dagon y sus tratos sucios!

Entendía esa rabia. ¡Oh, cómo lo entendía! También odiaba especialmente la


idea de darle a Dagon todo lo que quisiera… ¡especialmente! Pero mientras
miraba a Ian, me encontré incapaz de decirle a Dagon que no lo haría.
Hay maneras de salir de este tipo de cosas, racionalicé. Ian casi había salido de su
trato, a excepción del truco sorpresa de resurrección de Dagon. Por lo que sabía,
mi padre bien podría ayudarme a recuperar mi alma. Además, no me quedé
muerta después de mi muerte. A Dagon le resultaría mucho más difícil tratar de
recolectar un alma de alguien a quien no se podía matar. Todavía tenía una
oportunidad si hacía esto. Si decía que no, Ian no la tendría.

—Lo siento —le susurré a Ian—. Yo tampoco quiero hacerlo. Pero no puedo…
no puedo dejarte morir.

Dagon comenzó a sonreír. Esa ira y tensión dejaron la cara de Ian. Su


expresión se llenó de una especie de ternura que no tenía sentido considerando
nuestras terribles circunstancias.

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—...nnno... ttú... —dijo Ian, luchando por pronunciar cada sílaba. Entonces,
cerró su ojo.

—¿Qué? —pregunté suavemente.

Todavía estaba tratando de traducir lo que había dicho cuando Ian golpeó su
cabeza hacia atrás, el movimiento violento embistió el cuchillo de Dagon a través
de su ojo restante.
Capitulo 42

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Humo brotó del ojo roto de Ian. De inmediato, su cuerpo comenzó a
colapsarse, esa piel sedosa de marfil se convirtió en un cuero que se agrietó y se
partió hasta que sus rasgos quedaron irreconocibles. El horror me congeló
mientras mi mente gritaba interminables negaciones. Entonces el dolor rugió a
través de mí, hasta que sentí que mis huesos habían sido reemplazados por una
tormenta de cuchillos.

—Eso arruinó mis planes —dijo Dagon con disgusto—. Iba a matarlo después
de que estuvieras de acuerdo, luego me reiría de ti mientras no cumplía. Ah,
bueno. —Sus manos se cerraron alrededor de la cabeza de Ian—. Al menos
todavía es bueno para otra cosa.

Selló su boca sobre la parte posterior de la cabeza de Ian e inhaló


profundamente. Algo brillante brilló por un instante antes de que apareciera un
resplandor en la garganta de Dagon. Dejó caer la cabeza de Ian, tragó ese
resplandor y luego eructó como si acabara de tomarse una cerveza.

—Mmmm. Su alma estaba deliciosa.

Algo se rompió dentro de mí. No pena; eso aguardaba bajo mi dolor y rabia,
paciente y mucho más letal que ambos. No, no era eso. Todas menos una de las
cadenas que sujetaban la cosa de la que Tenoch me advirtió durante miles de
años acababan de romperse.
No puedes controlar todo el poder de tu otra naturaleza, Veritas. Es demasiado fuerte.
Extrae partes si es necesario, pero siempre, siempre mantén el resto encadenado.
Prométemelo.

Varias de esas cadenas se habían roto cuando Tenoch murió. Solo mi promesa
me había impedido romper las últimas. Ahora, solo una se tensaba contra la
fuerza surgiendo debajo de ella. Podría haber tirado más cadenas sobre ella. Le
había prometido a Tenoch que siempre lo haría. Pero Dagon siguió moviendo
sus labios, burlándose de mi dolor con la misma alegría malévola que me había
mostrado a mí y a muchos otros.

Y al mismo tiempo, me di cuenta de lo que Ian había estado tratando de


decirme cuando dijo “... dría... te... ooo.”

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Al principio no había entendido las palabras confusas, pero ahora, ardían en
mi mente con claridad cristalina.

Podría haberte amado.

Ian había luchado para decir esas palabras. Había peleado de nuevo cuando
le negó a Dagon la última burla que el demonio había intentado. Ian debió haber
sabido que la oferta de Dagon para evitarlo no era más que un truco cruel, a pesar
de que estaba demasiado desesperada para ver eso.

Dada la opción, siempre preferiría pelear, había dicho minutos atrás. Desde el
momento en que lo conocí hasta su último momento, lo había demostrado.

Ahora se había ido. Asesinado por el mismo demonio que había robado
demasiado, demasiado de mí. Un demonio que todavía estaba moviendo sus
labios como si tratara de sacar las últimas gotas de mi dolor para su deleite. Podría
haberte amado...

—También podría haberte amado —dije en voz alta, ignorando el sorpresivo


“¿Eh?” de Dagon en respuesta.

Entonces rompí esa última cadena yo misma.

Poder chocó contra cada parte de mí. Se derramó hasta que mi piel se partió,
se curó y luego se volvió a separar, como si mi cuerpo fuera demasiado pequeño
para contenerlo. Mi visión se volvió negra, pero no importó. De repente, podía
sentir todo lo que me rodeaba. Más que eso, podía sentir el ruido de varias
fuentes, algunas muy cerca, a varios kilómetros de distancia. La energía en el
agua me llamaba, girando alrededor de esa fuerza cada vez mayor como si
estuviera rogando ser parte de ella.

No intenté volar, pero de repente estaba en el aire. Dagon me agarró, tratando


de tirarme hacia abajo. Mis ojos se abrieron, bañándolo en brillantes rayos de
plata. Me soltó, cayendo al suelo. Luego comenzó a retroceder, lentamente.

—Niña —dijo en un tono más bajo, casi cauteloso.

Me concentré en el agua más cercana a mí, maravillándome de que nunca


antes había considerado usar estas fuentes. ¿Por qué no lo hice? Había estado a
mi alcance todo este tiempo.

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—Ese no es mi nombre —gruñí.

Luego arranqué toda el agua del cuerpo de Dagon. Salió sangrienta, pero
mucho más poderosa que lo que encontraría en un estanque o arroyo ordinario.
Le quité la considerable energía, ignorando la forma en que el grito de Dagon se
volvió ronco cuando su garganta y el resto de él se desecaron al instante. Luego
mantuve el agua ensangrentada flotando a mi alrededor sin necesidad de
pensarlo dos veces.

Eso había sido fácil. ¿Qué más podría hacer?

Los demonios. Sus gritos se ahogaron en sonidos extraños y sibilantes cuando


sus cuerpos se secaron abruptamente. Ahora tenía mucha agua a mi disposición.
Saqué la energía y jugué con el resto. Algunas las convertí en vapor y escaldé la
carne seca de Dagon y de los otros demonios. Otras partes las seguí girando en
el aire a mi alrededor.

Pero el vapor rehidrató a Dagon y a los otros demonios más de lo que yo


prefería. Dejé de escaldarlos para arrancar tanto el agua vieja como la nueva que
habían curado lo suficiente como para regenerarse. Estaba concentrada en sacar
toda la energía de ella cuando sentí que algo se dirigía hacia mi ojo.

Lo congelé en su lugar sin pensar en si podría. Solo… lo hice. Luego miré el


cuchillo de hueso que acababa de encerrar en hielo. Flotaba a escasos centímetros
de mi ojo, su punta afilada aún era roja. Una mirada hacia abajo confirmó que era
uno de los mismos cuchillos que habían matado a Ian. Dagon los había arrancado
de la cabeza de Ian, manteniendo uno mientras tiraba el otro hacia mí.

Miré fijamente los restos de Ian a través de la fuerza que me había


sobrepasado. Registró mi dolor, pero de forma aislada, filtrando los hechos y
dejando atrás las emociones. Dagon había asesinado al hombre que yo
consideraba mío. También había tratado de asesinarme. Lo castigaría por eso.
También castigaría a todos los que lo ayudaron a hacerlo. Era lo que merecían.

Comencé con los demonios, enviando el agua flotando cerca de mí en una


carrera que cubrió el suelo alrededor de ellos. Luego lo levanté, asegurándome
de que los demonios vieran los nuevos artículos que contenía. Intentaron correr
cuando vieron los trozos de hueso de los esqueletos de sus muertos, pero sus

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cuerpos estaban demasiado secos, por lo que solo podían arrastrarse. Algunos
intentaron teletransportarse. Si no fueran tan débiles, habría funcionado. Ian
estaba muerto, por lo que cada parte del hechizo fusionado en su magia también
habría muerto. Pero les había arrancado demasiada agua y energía para
teletransportarse.

Volví el agua que contenía hueso de demonio en trozos de hielo irregulares.


Entonces embestí eso en sus ojos. Sus gritos alcanzaron un crescendo casi
simultáneo antes de silenciarse con una finalidad que me dio una sensación de
resolución frente a satisfacción. Después de que murieron, saqué todos esos
trozos de huesos de sus ojos y los cubrí con más hielo. Luego dirigí esas nuevas
piezas a Dagon, que estaba tratando de volar y no podía.

—No sé cuántas almas adicionales tienes que quemar antes de seguir muerto
—le dije con voz calmada—, pero voy a descubrirlo.

Dagon se dio la vuelta y se cubrió los ojos con ambas manos para protegerse.

—¡Si me matas, nunca verás a Ian otra vez!

Saqué los últimos trozos de agua de los demonios muertos y lo usé para
formar un escudo de hielo que derribó a Dagon cuando lo golpeó. Apilé más
hielo encima de él, saltándome solo las partes que contenían fragmentos de hueso
de demonio. Aquellos los puse sobre él en todas las direcciones, él podría intentar
escapar. Después de todo eso, floté hacia él.
Sus manos aún estaban sobre sus ojos. Eso estaba bien. No me importaba
apuñalar las armas de hielo a través de ellas.

—Ya te aseguraste de que no volviera a ver a Ian cuando lo mataste y te


tragaste su alma. Ya no te queda nada por lo que amenazar o negociar conmigo,
demonio.

El hielo que había apilado sobre él evitó que Dagon moviera sus brazos, pero
sus dedos se movieron en la dirección general del cadáver de Ian.

—Si un alma cosechada tiene el poder de traerme de vuelta de la muerte,


también puede traerlo de vuelta.

Él estaba tratando de negociar. Qué interesante.

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—¿Estás diciendo que cosecharías el alma de otra persona para resucitar a Ian?

Su tono se volvió astuto.

—Los demonios como yo tienen el poder de transferir almas de un lugar a


otro. ¿Por qué no podría resucitar a Ian cosechando el poder del alma de otra
persona, y luego volver a poner el alma de Ian en su cuerpo y usar otra para
dejarlo como nuevo? Pero mátame, y matas la última oportunidad de Ian de estar
vivo otra vez.

Mi risa era cuchillos afilados unos contra otros. Incluso aislado por el increíble
poder de mi otra naturaleza, el dolor se abrió camino hacia mí.

—Probablemente podrías hacer todo eso. Pero no lo harás. Casi tomé tu


palabra de salvar la vida de Ian antes. Mira cómo resultó eso para mí.

Más fragmentos de dolor se deslizaron, atraídos por la pena que se extendía


como veneno a través de mí. Hablar de Ian era peligroso. Alimentaba a mi mitad
vampiro, que gritaba y golpeaba contra su nueva jaula con toda su fuerza. Podría
ahogar esa mitad con más de este poder. Debería hacer eso. Me aislaría de su
debilidad, pena y dolor. ¿Cuándo me había traído algo excepto esos tres?

—Puedo traer a Ian de vuelta —dijo Dagon, sonando desesperado ahora—.


Sólo yo. Mátame, e Ian se queda muerto para siempre.
El demonio diría cualquier cosa para salvar su propia vida. Patético. ¿Por qué
no lo había matado ya? ¿Por qué no enviaba los cuchillos de hielo recubiertos de
huesos a sus ojos en este momento?

... podría haberte amado, podría haberte amado, podría haberte amado...

La nueva jaula que albergaba a mi vampiro casi se destrozó. Lo mismo


hicieron los cuchillos de hielo. Agua y trozos de huesos llovieron sobre Dagon
como todo mi dolor, pena, esperanza, amor, miedos... todo lo que era yo volvió a
surgir. Empujó mi otra naturaleza debajo de ella, enrollando innumerables
cadenas sobre ella para mantenerla abajo. ¡Dioses, quemaba sentir todo de nuevo!
Por un momento, no pensé que podría soportarlo. De inmediato, ese poderoso
entumecimiento me tentó. Si me dejas libre, prometía, te protegeré de todo esto.

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No podía. No si Ian todavía tenía una oportunidad. Canalicé todos mis
sentimientos abrasadores, su intensidad lo hizo retroceder y formó cada vez más
cadenas sobre él.

—No confío en ti, Dagon, pero hay alguien que podría hacer todo lo que dijiste
—me encontré diciendo.

Dagon se asomó por detrás de sus manos, con los ojos muy abiertos ante el
agua y los fragmentos de hueso que ahora lo cubrían.

—No te molestes. —Incluso empapado con agua sangrienta, su risa fue un


resoplido seco—. A tu padre no le importas lo suficiente como para ayudarte.

—Podría no importarle —estuve de acuerdo, continuando empujando mi otra


mitad hacia abajo y lanzando cada cadena interior que tenía sobre ella para que
no me volviera a controlar—. Pero voy a averiguarlo.
Capitulo 43

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Salté sobre Dagon antes de que se curara lo suficiente como para intentar
teletransportarse. La red alrededor del parque se había fracturado con la muerte
de Ian dado que su magia había impulsado algo de eso. Luego agarré dos
pedazos más grandes de hueso de demonio de los muchos fragmentos alrededor
de él. Antes de que pudiera reaccionar, lo apuñalé y puse el fragmento sobre el
ojo que le quedaba. Dagon gritó, maldiciéndome y amenazándome en más
idiomas de los que sabía que lamentaría esto.

Lo ignoré mientras retorcía la hoja en su ojo humeante y ennegrecido.


Lentamente, sangre comenzó a gotear. Seguí girando hasta que tuve la cantidad
que necesitaba. Solo la sangre de alguien al borde de la muerte funcionaría para
este ritual. Entonces dejé el cuchillo en su cuenca del ojo para tener una mano
libre. Mojé mi dedo en su sangre que goteaba, luego comencé a dibujar el primero
de una docena de símbolos que convocaban al Guardián de la Puerta de Entrada
al Inframundo.

Sí, podría matarme para llegar más rápido a él, pero eso significaría dejar a
Dagon solo y darle la oportunidad de escapar. No estaba haciendo eso. No con
el alma de Ian dentro de él.

Cada vez que terminaba un símbolo, un dolor candente me atravesaba. Ese


dolor creció hasta que sentí como si hubiera sumergido mi cuerpo en un estanque
de fuego. Para el noveno símbolo, estaba temblando por eso, y luché para evitar
esos temblores en mi mano. Cada símbolo tenía que ser impecable, o tendría que
hacer esto una y otra vez.

Dagon se movió debajo de mí, casi haciéndome perder un trazo en el décimo


símbolo. Empujé el trozo de hueso más cerca hasta que se clavó en la gelatina en
su ojo.

—No creas que no te mataré antes de dejarte ir. Y si quemas el alma de Ian
para resucitarte, apuñalaré tus ojos mil veces si es necesario hasta que sepa que
permanecerás muerto.

—Tonta —siseó Dagon—. Esto no te ganará nada, incluso si tienes éxito. Ian
nunca se preocupó por ti. Solo fingió hacerlo, para poder usar tu afecto en su

276
mejor beneficio. Eso es lo que hace Ian. Hizo lo mismo conmigo, ¿recuerdas?

Hace un mes, habría estado de acuerdo con Dagon. Ahora, no pensaba igual.
Dejé escapar un gruñido cuando terminé el décimo símbolo.

—¿Estás tratando de convencerme de que te mate en este instante en lugar de


esperar a ver si puedo salvar a Ian? Si es así, no te molestes.

—Estoy tratando de decirte que seas sensata —dijo bruscamente—. Libérame.


Tomaré mi vida como reembolso por mis hombres asesinados e incluso
quedaremos a mano. Ese es el mejor trato que podrías hacer.

—No lo creo. —Comencé a dibujar el undécimo símbolo. Más agonía se


deslizó dentro de mí, y mi visión se oscureció brevemente. Cuando volvió, Dagon
había inclinado la cabeza. Ahora su ojo estaba a un centímetro de distancia del
fragmento de hueso en lugar de debajo de él.

Lo empujé hacia atrás hasta que una perla carmesí tocó la punta.

—Muévete de nuevo, y estás muerto.

Entonces traté de aclarar mi mente del dolor implacable. Un símbolo más. Eso
es todo lo que necesitaba. Mi mano temblaba mientras mojaba mi dedo en la
sangre de Dagon. Todavía temblaba cuando empecé a bajarlo para dibujar. La
sangre vaciló, a punto de derramarse y arruinar el hechizo. Lo sostuve sobre el
pecho de Dagon, así que si esa gota carmesí cayera, no dañaría los otros símbolos.
¿Y si no podía hacer esto? Nunca antes había intentado convocar a mi padre
de esta manera. Solo conocía este hechizo porque Tenoch me había obligado a
aprenderlo. Así fue como convocó al Guardián después de que me rescatara por
primera vez. Si tuviera que volver a empezar con tanto dolor, ¡nunca podría
completar este ritual!

Pero... podría usar mi otra naturaleza para terminar este último símbolo. El
dolor no se registraría para mí entonces. Tampoco el miedo que sentía por lo que
le pasaría a Ian si fallaba. Podría hacer eso. Solo tenía que dejar que mi otra mitad
volviera a la cima por un instante…

Surgió contra sus cadenas, sintiendo la libertad. Sentí que una de ellas
chasqueaba y me estremecí. Luego lancé más sobre ella con fuerza de pura

277
voluntad. Tenoch me había advertido lo que sucedería si alguna vez dejaba en
libertad esta naturaleza. Parecía que había tenido razón. Había extraído el poder
cuando lo necesitaba antes, pero ahora que había probado que tenía el control...
nada menos lo satisfaría.

¡Y no debería necesitarlo para completar este ritual! Tenoch había hecho esto
cuando me salvó por primera vez sin tener otra naturaleza más poderosa.
Mencheres también lo había hecho una vez, aunque él lo negó para evitar ser
castigado por el consejo. Ian no lo había hecho, pero había dominado un gran
hechizo mágico lo suficientemente bien como para redirigir los espectros de mí a
Dagon, todo sin la necesidad de una naturaleza semicelestial de origen
indeterminado en busca de ayuda.

Si pudieron hacer esas cosas solo con el poder vampírico, yo también podría.
No arriesgaría todo simplemente porque usar mi otra naturaleza era más fácil en
este momento en particular.

Respiré para tranquilizarme, dándole a Dagon una última mirada de


advertencia. Entonces, con todo el cuerpo temblando por los géiseres de agonía
que se desató dentro de mí, forcé mi mano firme mientras la sumergía en la
sangre de Dagon de nuevo. Lo que había tenido antes ahora se estaba secando.

—Vas a fallar —gruñó Dagon.

No respondí. Despacio, dibujé cuidadosamente el símbolo final sin cometer


un error. Esa era toda la respuesta que merecía.
Los cuerpos cercanos y los restos astillados de la montaña rusa a nuestro
alrededor se desvanecieron. Un río lo atravesó, oscuro como la desesperación
más profunda. Un bote largo y delgado cabalgaba sobre él. Por un momento, vi
dos Dagon: Uno en el timón, y otro debajo de mí.

Luego, la figura del timón cambió, transformándose en el dios falso al que me


habían engañado para que adorara de niña en el ser que me había engendrado.
Su cabello plateado con sus mechas doradas y azules susurraba en un viento que
no podía sentir cuando esa mirada de relámpago se encontró con la mía. Luego
tomó los fragmentos de huesos en Dagon y alrededor de mí.

—Veo que ninguno de los dos me ha obedecido —dijo en un tono suave. Pero
las aguas que realmente no estaban allí ondearon como si su enojo fuera una

278
corriente fuerte.

—Padre —dije, eligiendo la forma de abordarlo que nunca usaba en su rostro.


Luego me bajé de Dagon porque no se atrevería a intentar nada ahora—. Dagon
me ha quitado a alguien precioso. Necesito tu ayuda para recuperarlo.

Solo dijo:

—¿Quién asesinó todo esto? —Echando un vistazo a los fragmentos que nos
cubrían y a los muchos esqueletos que ahora no podía ver.

—¡Ella lo hizo! —dijo Dagon de inmediato. Luego se levantó y arrojó el exceso


de fragmentos de hueso de su ropa para enfatizar—. ¡Mató a cada uno de mis
leales sirvientes!

—A quienes trajiste contigo para poder matarme —respondí.

Su mirada azul helada había recuperado la mayor parte de su arrogancia


ahora que ya no tenía un cuchillo de hueso contra su único ojo restante.

—No. Les dije que no te mataran. Niega eso, si te atreves.

—¿Olvidé la parte en la que estabas tratando de esclavizarme para usar mi


sangre como tu último negocio de drogas? —dije cáusticamente—. Vino por el
simargl —le dije al Guardián, quien nos observaba en silencio—. Revocaste su
propiedad de Silver y me lo diste, pero Dagon usó un rastro de la sangre de Silver
para emboscarnos. Maté a esos demonios en defensa propia. —Mayormente la
verdad.
—¡Me atrajeron aquí! —Dagón escupió—. Tenían trampas...

—Suficiente. —La orden del Guardián hizo que Dagon apretara la boca con
fuerza. Habría disfrutado eso, pero estaba demasiado desesperada.

—Dagon mató a mi compañero. —Luché contra el nudo en mi garganta


cuando un dolor de otro tipo me golpeó. No físico, pero a su manera, más intenso
de lo que había sentido cuando dibujaba los símbolos—. Pero puedes traerlo de
vuelta.

El Guardián me dio una mirada reticente.

—Si te refieres al hombre que estaba contigo antes, no pasó por mi sección del
Inframundo.

279
—No, no lo hizo —estuve de acuerdo. Dagon me fulminó con la mirada,
advirtiéndome en silencio que no dijera más—. Dagon mantuvo su alma dentro
de él en lugar de enviarla.

El Guardián volvió a guardar silencio. Los momentos se convirtieron en


minutos. Quería exigirle que dijera algo, pero no lo hice. Dagon no fue el único
que siguió mirando fijamente las aguas debajo del bote del Guardián. Ya no
estaban ondeando. Estaban agitadas.

—Si eso es cierto —dijo finalmente el Guardián—, todo lo que puedo hacer es
liberar su alma para enviarlo al destino destinado a él.

—No —dije en seguida—. Dagon lo engañó para que hiciera un trato. Si


envías su alma, lo condenas.

—No condeno a nadie. —¿Eso fue un indicio de cansancio en su tono?—. Solo


vigilo la puerta de entrada al lado del inframundo que se me asigna. Quienquiera
que lo pase ya ha sellado su propio destino.

Estaba a punto de maldecirlo. Entonces recordé lo que había sentido cuando


mi otra naturaleza había estado en control. Esa mitad venía de él, por lo que era
lógico pensar que era una versión más suave de su mentalidad, su psique, lo que
fuera. Si era así, el sentimiento no significaba nada. Tendría que usar otra cosa
para influir en él.
¿Qué resonaría con el Guardián, si las emociones eran irrelevantes?
¿Equilibrar la balanza? Mi otra mitad no había sentido pena por Ian, pero se había
ofendido porque me robaran lo que consideraba mío. También había sentido que
matar a Dagon y sus hombres era la respuesta apropiada. Si mi padre tuviera un
sentido similar de recompensa obligatoria, tal vez podría cambiarlo...

—Te di información valiosa sobre las almas acaparadas de Dagon, y no me


das nada a cambio —dije—. Tu deuda impagada para mí es mucho más alta.

—¿Oh? —Las más débiles insinuaciones de incredulidad (¿o era desprecio?)


tiñó el tono del Guardián—. ¿Qué deuda impagada?

—Soy tu progenie. —El discurso moderno me fallaba en mi urgencia—.

280
Dagon me hizo violar, torturar y asesinar durante décadas, pero le diste la más
leve de las reprimendas al no permitirle más adoración humana. Esa es tu deuda
más antigua conmigo. Dagon tomó tu obvio desprecio por tu progenie como
debilidad y comenzó a conservar algunas de las almas que se suponía que debía
liberar a través de tu parte del inframundo. Además, cuando descubrió que aún
estaba viva, ignoró tu orden y se dispuso a esclavizarme. Incluso si también
desobedecí tu orden, lo hice después de miles de años. El desprecio de Dagon hacia
ti es tan grande que te desobedeció pocos días después de descubrir que aún
vivía. ¿Y ahora no obtengo ninguna recompensa por llamar tu atención sobre
todo esto?

La mirada plateada del Guardián aterrizó en Dagon. El demonio retrocedió


un paso, y la mano de mi padre se estrelló contra su pecho, desapareciendo
dentro del cuerpo de Dagon. Dagon se estremeció, su único ojo brillaba con un
tono tan brillante de rojo, que pensé que podría arder espontáneamente.

—Ella dice la verdad. —La voz del Guardián se elevó hasta que sonó cuando
retiró su mano—. Estás lleno de almas.

Ahora sabía que la voz de mi padre sonaba como un trueno cuando estaba
enojado. Dagon se arrodilló, ya sea por miedo o por dolor, ya que seguía
temblando como si la mano de mi padre todavía estuviera palpando dentro de
su pecho.

—Mi señor Guardián, yo...


Puse mis manos sobre mis orejas por lo que salió de la boca del Guardián. Era
demasiado ruidoso, demasiado horrible, demasiado abarrotado, como si cada voz
atrapada en la peor parte del Inframundo hubiera gritado al mismo tiempo.
Luego cerró la boca y ese horrible sonido fue reemplazado por un silencio lo
suficientemente pesado como para sofocarse.

281
Capitulo 44

282
—De hecho, lo has hecho bien —dijo el Guardián, volviéndose hacia mí. Fue
un elogio que nunca había escuchado de él—. Dagon será castigado. Nunca lo
verás de nuevo.

En ese momento, realmente le tenía miedo. Lo que sea que fuera mi padre: Un
dios menor, un demonio diferente, un ángel anterior o actual, otro tipo de ser
celestial, un antiguo alienígena, por todo lo que sabía… su poder desafiaba la
comprensión.

Tenoch había tenido razón al advertirme que no dejara que esa mitad de mí
fuera completamente libre. Tal vez no haya nada intrínsecamente malo en ello,
pero ese poder era peligroso cuando no tenía una conciencia normal. Era como
una bomba. Colócalo en el objetivo correcto, y podrías salvar vidas. Colócalo en
el equivocado…

—¡Mi señor! —gritó Dagon. Luego cayó hacia adelante, agarrando su cabeza
como lo había hecho cuando el Guardián había soltado ese rugido de otro
mundo. Por la forma en que Dagon se mecía y gemía, era como si lo escuchara
directamente en su cabeza.

—¿Qué pasa con el alma de Ian? —le pregunté.

La mirada del Guardián se volvió insondable. Por un instante, sentí la misma


sensación tonta y sin sentido que tenía en sueños cuando caía desde una gran
altura y sabía que nada podía salvarme. Luego parpadeó y estaba mirando
brillantes rayos de plata de nuevo.

—Va a donde se ha enviado él mismo, al igual que Dagon.

Mis emociones se escindieron. Dagon finalmente obtendría la justicia que


merecía. Todos los que prometí vengar serían vengados. Yo sería vengada. Ian
también lo sería, pero no estaría en paz. No, si le permitía a mi padre hacer esto,
Ian estaría peor de lo que había estado cuando casi había muerto en el interior de
Australia como un humano.

¿Alguna vez te has perdido?, había preguntado Ian con rudeza al hablar de
aquella época. Lo peor era saber que a nadie le importabas lo suficiente como para

283
salvarte. Eso es lo que recuerdas para siempre. No el dolor físico o el miedo interminable,
sino la desesperación de estar completamente solo y saber que morirás de esa manera…

Ian se había perdido así ahora. Se quedaría perdido de esa manera para
siempre, a menos que hiciera algo muy imprudente con el ser más poderoso que
jamás había conocido. Uno que no sentía ni una pizca de amor porque su
naturaleza no estaba conectada de esa manera.

Dada la opción, siempre preferiría pelear. . .

Yo también, había respondido. Es hora de probarlo.

—No hay trato —le dije al Guardián.

Hizo una pausa. Ninguna sorpresa que ya me hubiera despedido y alejado.


Ahora, se dio la vuelta, la contracción enojada en su frente parecía decir: ¿Con
quién diablos crees que estás hablando?

—No hay trato —repetí en un tono más fuerte—. Llevar a Dagon al tormento
que le espera podría ponerlos a manos a ustedes, pero no es una compensación
adecuada para mí.

—Tu compensación adicional es no temer ninguna retribución por todas las


vidas de demonios que has tomado —respondió el Guardián. Luego metió a
Dagon en su bote. No luchó. Dagon ni siquiera pareció notarlo. Todavía estaba
consumido por lo que lo tenía sacudiéndose y agarrando su cabeza. Los dos y el
río comenzaron a desvanecerse, fragmentos de madera de la montaña rusa
volada ahora asomándose a través de esas corrientes oscuras.
El pánico me hizo gritar:

—¡Espera! —Con toda la emoción que mi padre no podía sentir. Entonces me


reprendí a mí misma. Adhiérete a los términos que él entiende. Escalas y equilibrios, no
sentimientos y necesidades—. Todos los que hacen un trato contigo tienen que
llenar tu barco con una recompensa adecuada o perderán sus vidas, ¿verdad?
Bueno, mi bote todavía está vacío porque no quiero una exención de retribución
por matar a esos demonios. Solo quiero que el alma de Ian vuelva a su cuerpo
completamente curado.

El Guardián se volvió a materializar y dijo:

—No puedes retirar un alma de Dagon sin liberarlas a todas. —En un tono

284
que era lo más cercano a un chasquido que había escuchado de él.

—Entonces haz eso. —No quería llorar, pero no podía detener las lágrimas
que corrían por mis mejillas—. Dagon solo las consiguió a través de tratos que
logró. Conociéndolo, ninguno de ellos fue justo.

—La justicia depende de otra persona para juzgar, no de mí —respondió el


Guardián en ese tono casi cortés.

—Una vez más, ¡no me das nada!

Me derrumbé con todo el dolor que no podía forzar a retroceder. Intenté


razonar con él usando escalas y balances. No había funcionado. Ahora, aunque
no hiciera ninguna diferencia, él sabría cada maldita cosa que había estado
conteniendo, tanto ahora como en el pasado.

—Enviaste a Tenoch a rescatarme, pero eso fue más para evitar que Dagon se
volviera demasiado poderoso que para salvarme, ¿verdad? Solo le dijiste a
Tenoch que me vigilara después, que me controlara, así no hacía algo
similarmente problemático con mis poderes. ¿De qué otra manera sabría él para
seguir advirtiéndome sobre ellos? Pero Tenoch eligió ayudarme a sanar. Eligió
hacerme su familia. Tú nunca lo hiciste. Espero que sea por alguna prohibición
cósmica. Cualquiera sea la razón, si crees que lo has hecho incluso porque
finalmente estás castigando a Dagon y me protegerás de la ira de otros demonios,
déjame decirte cómo ni siquiera estás cerca.
Limpié mi cara empapada de lágrimas antes de enfrentarme a la suya. Sus
brazos se cruzaron sobre su pecho. Ignoré la sutil advertencia. O me mataría por
la siguiente parte o no lo haría, pero no iba a intimidarme para que me quedara
callada.

—Engendraste a una hija media mortal. Como tal, tengo necesidades


emocionales. Sabías eso, y te negaste a conocerlas incluso cuando estaba tan
destrozada, quería morir. Tu deuda conmigo, por lo tanto, es enorme. Te estoy
ofreciendo una manera de resolverlo a bajo precio. Devuelve el alma de Ian a su
cuerpo. No me importa lo que tengas que hacer para que eso suceda, al igual que
a ti no te importó lo que yo tuve que hacer por la necesidad mortal de amor, apoyo
y compañía que me negaste durante la mayor parte de cinco mil años. Si no lo

285
haces, estás eligiendo dejar tu deuda sin pagar. Cualquiera que sea el gran
problema en el que puedas estar en este plano de existencia, en mi mundo, eso
no te convierte en nada más que otro padre inútil y sin valor.

Los ojos del Guardián ardían cuando terminé, hasta que tuve que apartar la
mirada o arriesgarme a ser cegada por ellos. Esperé, esperando que ocurriera algo
terrible. Dagon saliendo del barco del Guardián no lo esperaba, pero eso fue lo
que sucedió.

El Guardián lo atrapó después de unos pocos pasos. Luego agarró a Dagon


por su largo cabello rubio y puso su mano sobre el pecho de Dagon, hablando en
un idioma que nunca antes había escuchado.

—¿Qué estás haciendo? —siseó Dagon, salvándome del problema.

El Guardián no respondió. Múltiples luces comenzaron a mostrarse a través


de los restos andrajosos de la ropa de Dagon. Tomé aliento. Por favor, deja que eso
sea lo que creo que son. Por favor…

Dagon comenzó a gritar. Los sonidos se convirtieron en chillidos agudos.


Luego intentó correr de nuevo. El Guardián lo levantó por el cabello hasta que
los pies de Dagon se agitaban en el aire. Todo el tiempo, esas luces se movieron
más arriba del cuerpo de Dagon. Cuando llegaron a la garganta de Dagon,
brillaron hasta que su piel se asemejó a una pantalla de lámpara arrojada sobre
un foco.

—¿Qué está pasando? —Tuve que gritar para ser escuchada.


—Las almas están saliendo de él —respondió mi padre con su voz normal y
desapasionada—. Cuanto más de su esencia devoran, más rápido pueden
liberarse.

¿Devorar su esencia? Eso sonaba ominoso, pero me preocuparía por las


ramificaciones más adelante. Observé, esperanza construyéndose mientras esas
luces se arrastraban cada vez más alto. Luego, como fuegos artificiales que salen
disparados, salieron de la boca abierta y gritando de Dagon.

¡Había tantas de ellas! Conté trece o catorce antes de que desaparecieran de la


vista. Me giré, mirando hacia el cuerpo de Ian, pero aun así no podía verla. Todo
lo que veía era el oscuro río que fluía a mi alrededor. Mi padre dejó caer a Dagon.
Se cayó de la misma manera que lo había hecho cuando yo había apuñalado sus

286
ojos, pero no estaba muerto. Sus ojos cerrados ahora estaban tan completos como
los míos. Ambos.

—Está hecho —dijo el Guardián en un tono plano—. Tus términos de


reembolso se han cumplido.

Lo miré fijamente mientras me acercaba. Entonces hice algo que nunca pensé
que tendría el coraje o el deseo de hacer. Puse mis brazos alrededor de él.

—Gracias.

Me dolería menos si abrasara un transformador de la estación de energía que


disparara electricidad desde todos los cables, pero no me solté, incluso cuando
sus brazos se aflojaron y no me devolvió el abrazo. Algo fluyó sobre mí, sin
embargo, rompiendo incluso el dolor. Una sensación que se sentía como una
caricia de otro mundo.

Entonces se detuvo cuando salió de mis brazos.

—El tiempo es corto. Debo decirte las repercusiones de esto.

—Sean las que sean, me ocuparé de ellas —prometí.

—Sí, lo harás —dijo sombríamente—. Por ahora, Dagon debe ser devuelto a
tu mundo en lugar de ser castigado en el mío.
El Guardián le tendió la mano. Dagon fue repentinamente aspirado como si
un vórtice gigante se hubiera abierto y se lo hubiera tragado. Todavía estaba
boquiabierta después de que el Guardián volvió a hablar.

—Dagon se debilitará por lo que le fue arrancado de las almas escapando.


También le he quitado su capacidad de teletransportarse y me aseguraré de que
no pueda acercarse a tu compañero sin paralizarlo el dolor. Por lo tanto, no podrá
buscar venganza contra ti al matarlo. Pero Dagon recuperará su fuerza con el
tiempo. Cuando lo haga, vendrá por ti.

Oh, sí. Él vería esto como mi poder de robarle dos veces: Primero, cuando se
le prohibió buscar la adoración humana; luego, al perder las almas extra que
había acumulado para evitar su propia muerte. Él no descansaría hasta que

287
estuviera muerta, sin importar cuánto tiempo tomara.

Déjalo venir. Tampoco tenía la intención de retirarme de mi voto de matarlo.


Solo esperaba que aquellos a quienes les prometí justicia me perdonaran por
demorarlo un poco más. Por otra parte, ellos de todas las personas debían
entender. Si hubieran podido salvar a un ser querido de Dagon, no tenía ninguna
duda de que lo harían.

—Algunas de las almas que fueron liberadas son muy oscuras —continuó el
Guardián—. Los más viejos serán más lentos para regenerarse ya que sus cuerpos
han sido polvo durante mucho tiempo, pero cuando lo hagan… el poder que
consumieron de la esencia de Dagon los hará formidables. Debes cazar a los
malvados para limitar los estragos que causarán, ya que fue tu demanda lo que
hizo que fueran liberados.

Asentí.

—La caza de aquellos que usan sus habilidades para dañar a otros es lo que
hago. No fallaré. —Dioses, por favor, no me dejes fracasar, ya que fui responsable de
esto…

Tomé su mínima inclinación hacia la derecha como un asentimiento en


respuesta.

—Con este fin, he eliminado todos sus recuerdos relacionados con Dagon y el
tiempo que han pasado atrapados en su interior. Esto limitará su conocimiento
de sus nuevas habilidades. También les evitará ser… —hizo una pausa como si
eligiera una palabra—… rotos por lo que experimentaron en su encarcelamiento
—terminó.

Me contuve antes de decir algo cáustico. Entonces, él entendía el concepto de


trauma mental y emocional extremo. Probablemente había eliminado esos
recuerdos solo para limitar la peligrosidad de la gente, ya que una persona
malvada y psicótica era una amenaza más grande que una persona malvada
normal y poderosa. Pero cualquiera que sea su motivación, significaba menos
sufrimiento para Ian y el resto de ellos… espera. ¿Había eliminado todos los
recuerdos conectados a Dagon? ¿Todos ellos?

—¿Ian, eh, recordará algo sobre estas últimas semanas, si todo sucedió en
conexión directa con su trato con Dagon?

288
Mi padre me miró fijamente, sin parpadear.

—No. No recordará.
Capitulo 45

289
El dolor me desgarró, tan repentino y feroz como el ataque del espectro. Me
obligué a asentir. Para fingir que mi padre no solo había arrancado mi corazón y
había restregado el costado de su bote con él. Ian estaba vivo. Nada más
importaba, ni siquiera el hecho de que sus únicos recuerdos de mí fueran como
la perra que adora la ley que creía que había ayudado a asesinar a la hija de su
amiga.

Era lo mejor, me dije. Dagon estaría detrás de mí, además de muchos otros
demonios por mi masacre de su clase. También tenía varias almas malvadas
poderosas que cazar antes de que se volvieran aún más peligrosas y mortales. La
mejor oportunidad de Ian, ahora que finalmente estaba libre de Dagon, era
permanecer lo más lejos posible de mí. Mi padre no lo había querido, pero me
había hecho un favor. Esto mantendría a Ian a salvo mejor de lo que yo podría.
Mi dolor era un precio muy pequeño que pagar.

Además, Ian y yo no habríamos durado. Dijo que podría haberme amado, pero
“podría” y “amarme” estaban muy separados. Al igual que la distancia entre Ian
diciendo que yo era suya, pero sin decir que él era mío. Terminó con su vida para
evitar que yo hiciera un trato con Dagon, pero probablemente sabía que Dagon
lo mataría de todos modos, haciendo de sus acciones un “jódete” para su viejo
enemigo como un sacrificio para mí.
En resumen, si lo miraba fríamente, Ian nunca me había prometido nada más
allá del momento. Ian se deleitaba con el aquí y el ahora, y había valido la pena
disfrutarlo. Pero siempre querría más, y sin duda estaba más allá de él para
dármelo.

—Hay más —dijo el Guardián. Por supuesto que había, cuando las
consecuencias eran el tema—. Ahora eres tan vulnerable a la muerte como
cualquier vampiro.

—¿Qué?

Increíblemente, miró hacia otro lado como si no pudiera mantener mi mirada.

—Nunca fue tu poder lo que te resucitó. Tienes la habilidad, pero no la has

290
cultivado. Cada vez que regresaste, fui yo quien te resucitó. Una vez que la
palabra de lo que he hecho aquí llegue a otros, seré eliminado como Guardián y
ya no podré revivirte. Por lo tanto, debes cuidar de tu vida. Tú, como Dagon,
ahora solo tienes una de ella.

No fue escuchar acerca de mi nueva mortalidad lo que hizo que las lágrimas
brotaran de mis ojos. Fue saber que me había estado vigilando todos estos años,
de una manera que nunca había sospechado. También admitió que estaba
sacrificando su posición como Guardián para hacer lo que le pedí. Esto no era
simplemente él satisfaciendo una deuda que le había obligado a reconocer. Esto
era mucho, mucho más.

—Te preocupas por mí, a tu manera. —El asombro estremeció mi voz.

Me devolvió la mirada, ese destello de emoción desapareció y su rostro


retornó a la máscara impasible a la que estaba acostumbrada.

—Tu compañero es de la línea de sangre de Tenoch. —Una vez más, fui


sorprendida. ¿Sabía que Mencheres había engendrado a Ian, y Tenoch había
engendrado a Mencheres?—. Tenoch podía regenerarse a partir de un estado
similar de descomposición. He activado ese mismo poder en tu compañero. Dale
sangre, y su cuerpo sanará completamente en cuestión de horas en lugar de
semanas.

—Gracias, padre —dije, pero me encontré hablando al aire. El Guardián, su


barco y el río habían desaparecido.
Un suave gemido me hizo darme la vuelta. Silver yacía junto al cuerpo de Ian.
Tenía una pata sobre la cabeza de Ian como si tratara de protegerlo del daño que
ya se le había hecho. La vista era increíblemente dulce… hasta que escuché lo que
sonaban como ramitas chasqueando y el brazo desecado de Ian tiró de Silver.
Entonces el simargl chilló cuando las mandíbulas huesudas de Ian se cerraron
sobre él.

—¡No! —grité, arrebatando a Silver.

Sangre goteaba de los colmillos de Ian. Lanzó un chasquido hacia mí, tratando
de desgarrar cualquier carne disponible de nuevo. Sus ojos estaban ciegos, su
cuerpo era más huesos que piel, y su cabello se había vuelto blanco puro. Me
habría aterrorizado si no hubiera visto este tipo de cosas antes. Tenoch podía

291
marchitarse hasta que se veía exactamente así. Había sido un truco valioso que
engañaba a sus enemigos para que pensaran que Tenoch se hallaba muerto
cuando no lo estaba, pero también había dejado a Tenoch tremendamente
hambriento hasta que se regeneraba.

Ahora Ian acababa de tomar un bocado de la sangre equivalente a opio de


Silver. Eso, además de su voraz estado y solo los dioses sabían qué poderes había
absorbido de Dagon después de devorar su salida del demonio, lo hacía
peligroso. Peor aún, no pasaría mucho tiempo hasta que llegara la policía. Todas
las explosiones, incluso en esta área remota, tuvieron que haber llamado la
atención de alguien. Tenía que conseguir que Ian se mantuviera alejado de
personas inocentes, todo antes de que se curara lo suficiente como para darse
cuenta de quién era yo.

No podría hacer esto sola. Necesitaba ayuda. Rápido.

Me aferré a Silver mientras corría y agarré la pieza más pesada de escombros


del parque temático que podía llevar. Luego la arrastré hacia Ian, que ya había
comenzado a arrastrarse en una búsqueda sin sentido de sangre. Lo dejé caer
sobre Ian, haciendo una mueca cuando escuché cómo se rompían los huesos.
Entonces, aun sosteniendo a Silver, que no dejaba de lloriquear, corrí hacia la casa
de la diversión con espejos.

En medio de los restos, encontré el teléfono móvil que Ian había insistido en
que tuviera en caso de emergencia. Esto definitivamente calificaba. Me desplacé
a través de los contactos, me alegraba que se hubiera tomado el tiempo de llenar
algunos de ellos. Una vez que encontré el nombre que estaba buscando, marqué.
Responde, insté silenciosamente cuando solo sonó. ¡Vamos!

—¿Ian? —dijo una voz británica al primer timbre.

—¡Dime que todavía estás en Nueva Jersey! —espeté, sin molestarme en


devolver el saludo.

—Estamos en camino hacia ti —fue la respuesta que nunca esperé—. Ian nos
llamó desde un móvil diferente hace media hora y dijo que nos necesitaba.
¿Dónde está? ¿Y cuáles son las cenizas que nos dijo que debemos recuperar si las
vemos?

El ardor en mi pecho tenía que ser mi corazón rompiéndose. Después de

292
comprometerse a no involucrarlos porque no podía soportar ponerlos en peligro,
Ian también debió llamar a Bones cuando fue a buscar los cuerpos de Rani y
Fenkir. Se aseguró de que alguien viniera a ayudarme si el espectro terminaba
matándonos a los dos. ¿Por qué otra cosa les diría Ian que recuperaran las cenizas
de las que sabía que me levantaría? Si Ian hubiera pensado que él también estaría
vivo, él mismo podría haber recuperado mis cenizas.

—Ian necesita sangre. —Mi voz era áspera porque mi garganta simplemente
se cerró—. Cubos de ella. Y restricciones.

—¿Qué pasó? —preguntó Bones en un tono helado.

—No tengo tiempo para explicarlo. —Maldición, ¿oía sirenas? ¿Cuánto


tiempo podría mantener a raya a la policía?—. Sólo date prisa.

—Con la nueva parada para obtener sangre, llegaremos dentro de dos horas
—dijo resueltamente—. Y si eres responsable de lo que le pasó a Ian, lo
lamentarás.

—Suficientemente bueno —le contesté, y colgué.


Capitulo 46

293
Una hora y media más tarde, el amanecer invadió la oscuridad con sus
primeros rayos brillantes, destacando el helicóptero que acababa de aterrizar.
Bones saltó, arrastrando varias largas gruesas cadenas detrás de él. Sus cejas
apenas se levantaron ante la destrucción en el antiguo parque temático y la
policía que yo había hipnotizado para que mantuviera el perímetro, pero a los
esqueletos dispersos por todos lados les dio una mirada más larga.

—Apestan a azufre —fueron sus primeras palabras—. ¿Cuántos de ellos eran


demonios?

—Todos ellos —dije, aún luchando con la forma encorvada debajo de mí.
Había congelado el tiempo alrededor de Ian durante una hora, pero me había
quedado sin fuerzas para sostener el hechizo los últimos treinta minutos.

—¿Todos? —repitió Bones con incredulidad—. Entonces ¿cómo...?

Dejó de hablar cuando retiré la lona. El rostro de Ian era una cosa de pesadillas,
si no tuviera mi interminable gratitud por el hecho de que siguiera vivo.

Bones lo miró fijamente.

—Maldita sea. Joder. Infiernos.


—Menos conmoción, más cadenas —dije cansadamente—. No dejes que la
apariencia de Ian te engañe. Es increíblemente fuerte. —Y después de todo lo que
había pasado, me estaba quedando sin energía.

—¿Qué pasó? —afortunadamente la pregunta de Bones vino con acción. Saltó


hacia adelante, arrojando cadenas alrededor de Ian mientras evitaba las pinzas
que lo rompían. Una vez que Bones tuvo a Ian envuelto de cuello a pies, lo
levantó como si no pesara nada, y lo llevó al helicóptero.

—¡Silver! —grité—. ¡Ya puedes salir!

El simargl salió volando desde la casa de la diversión, con un ala todavía


sangrando por los colmillos de Ian que le desgarró cuando le arrebaté a Silver.

294
Cayó justo en mis brazos. Era comprensible que los acontecimientos de la noche
anterior lo hubieran dejado muy perturbado.

—¡No sabía que tu perro tenía alas! —dijo una voz entusiasmada. Entonces vi
un destello de cabello castaño apagado mientras Cat saltaba del helicóptero—.
¿Dónde…? Oh mierda, ¿qué es eso?

—Ian —respondió Bones brevemente—. Abre la heladera, Gatita.


Necesitaremos todo lo que hay en ella.

Subí detrás de Bones, aliviada de ver grandes cantidades de sangre embolsada


cuando Cat abrió la nevera en la parte de atrás. Puse a Silver a salvo fuera del
alcance de Ian y agarré una bolsa, poniéndola en la boca de Ian. La desgarró tan
ferozmente, que la mitad cayó sobre nosotros.

—Espera —dijo Bones—. Yo lo sostendré. —Su poder se desató, invisible y


potente. La cabeza de Ian se congeló y le vacié la siguiente bolsa en la boca sin
salpicaduras.

—¿Qué pasó? —preguntó Cat, su cabeza balanceándose de un lado a otro entre


Ian, Silver, y los cuerpos fuera del helicóptero.

—Ataque de demonios. —Ahora que finalmente estábamos a salvo, todo mi


cansancio me golpeó, dejándome incapaz de hablar con frases completas—.
Necesito algunos huesos para las armas, pero lo demás tiene que irse.
—Aquí. —Cat me dio una bolsa de sangre, después me la puso en el rostro
cuando la aleje—. Te ves terrible, Veritas. No te preocupes, tenemos suficiente
para Ian. Puedes tomar esta.

La tomé porque no tenía fuerzas para discutir. Beberla me hizo sentir un poco
menos como si me fuera a desmayar.

—Los huesos —murmuré otra vez.

—Me encargaré de ellos —dijo Cat, saltando después de darle a Silver una
palmadita en la cabeza.

Bones seguía alimentando a Ian con las bolsas de sangre. Músculos y tendones
comenzaron a tejerse lentamente en los vistazos que pude dar, aunque el cuerpo

295
de Bones bloqueaba la mayor parte de Ian de mi vista.

—¿Cuánto tiempo falta para que pueda volver a pensar normalmente otra
vez? —pregunté.

Bones me miró.

—¿Es su primera vez regenerándose? ¿O ha estado ocultando esta habilidad


por algún tiempo?

—Primera vez —respondí, dejándolo así.

—Medio día, por lo menos —declaró Bones.

Cerré los ojos.

—Bien. Eso me dará tiempo suficiente.

—¿Para hacer qué?

No me molesté en abrir los ojos.

—Para dejar a Ian en la manera que recuerda la última vez. —No sería en
Polonia, pero podría mantener el resto de mi promesa—. Te diré qué decir para
que puedas llenar los huecos de su memoria.

—¿Qué huecos de memoria? ¿Y qué hay de las cenizas que Ian esta tan
interesado que recojamos?
Ignoré la brusquedad en el tono de Bones.

—No te preocupes por las cenizas. Solo tienes que preocuparte de repetir lo
que te voy a decir.

—¿Por qué no se lo dices a Ian tú misma?

—De inmediato cerré los ojos, un reflejo contra la verdad.

—No me recordará.

—¿Qué?

—La versión corta es que hizo enojar al demonio equivocado y perdió la


memoria de las últimas semanas. —Ahora abrí los ojos para que pudiera ver lo

296
serio que era—. El demonio escapó y vendrá por mí, así que es más seguro que
Ian no recuerde nada de esto.

La oscura mirada de Bones taladró la mía.

—¿No tienes ni siquiera la intención de decirle que eres su esposa?

—¡No, no la tengo! —Me salió con todo el dolor con el que estaba luchando
por no sentir. Después suspiré—. Todos ustedes tenían razón. No me enamoré
de repente. Las circunstancias nos obligaron a fingir que estábamos casados. El
rumor se propagó y lo usamos en nuestro beneficio. No te preocupes, me
aseguraré de que todos sepan que era real.

Tendría que convencer a Xun Guan y los Ejecutores a que se retractaran de su


testimonio de la ceremonia, pero me había enfrentado a obstáculos más difíciles.
Xun Guan podría incluso estar feliz de ayudar a extinguir mi matrimonio.

—¿Quién es el demonio que hizo todo esto?

—Dagon. —Odiaba decir su nombre, pero Bones debería saberlo para que sepa
a quién vigilar—. Mi padre hizo imposible que Dagon se acercara a Ian sin dolor
paralizante, pero ninguno de ustedes tiene esa protección, así que cuiden sus
espaldas. La buena noticia es, Dagon está muy débil ahora. La mala noticia es que
sanará.

Las cejas de Bones se levantaron.


—¿Tu padre? ¿Quién es?

Maldición. Estaba tan cansada que se me escapó.

—Nadie de quien tengas que preocuparte.

—¡Tengo a la policía barriendo los huesos de demonio! —anunció Cat,


regresando al helicóptero—. Los recogeremos y después de que tengamos
establecidos a Ian y a ti, los llevaremos a un crematorio y los incineraremos. No
podemos llevarlos ahora porque no tenemos espacio en el helicóptero, pero
debemos tenerlo listo todo para el mediodía.

—Bien —dije, cerrando los ojos de nuevo—. Gracias. Mientras tanto, lleva a
Ian un burdel capaz de hacer una orgia temática de carnaval. No te preocupes,

297
yo invito.

—¿Qué? —Cat jadeó mientras Bones decía:

—¿Por qué? —con tono acerado.

—Hice un voto de sangre. —Ahora, no abrí los ojos porque temía que vieran
las lágrimas brotando de ellos—. Además —añadí con un destello de humor
desesperado—, si Ian tiene algún recuerdo de los eventos anteriores a estas
últimas semanas, ahí es donde esperaría estar.

—¿Qué hay de ti? —El tono de Bones era más suave. Casi
compadeciéndome—. ¿Qué vas a hacer ahora?

—No te preocupes —dije riendo un poco. Silver se acercó, poniendo su cabeza


debajo de mi brazo como para recordarme que no estaba sola. Lo acaricié y dije
con toda sinceridad—: Tengo muchas cosas para mantenerme ocupada.
,
Epilogo
Ian

298
Alguien tenía que detener el maldito martilleo o asesinaría a quien sea que lo
estuviera haciendo.

Ian abrió un ojo, sorprendido al descubrir que el terrible estruendo venia de


su cabeza, pasó su mano por ella, buscando heridas. Después ambos ojos se
abrieron cuando no sintió nada excepto la suavidad de su cuero cabelludo debajo
de su cabello.

Eso no estaba bien. Había sido herido… ¿o no?

—Finalmente despiertas —dijo una voz familiar.

Ian se dio vuelta, viendo a Crispín, recostado en una silla no lejos de él. El
cabello de Crispín era de un tono rubio oscuro espantoso como si hubiera estado
nadando en sudor de demonio. Sin embargo, estaba vestido, mientras que Ian
estaba tan desnudo como el día que había nacido. Entonces las risitas llamaron
la atención hacia el resto de la habitación.

Mujeres desnudas, excepto por la pintura corporal leonina que se deslizaban


al otro lado de la amplia zona. Hombres usando marcas de gacela pasaban por
delante de ellos, evitando los aros de fuego que estaban en su camino, y ¿ese era
un auto lleno de payasos?

—¿Dónde estamos? ¿Y qué estás haciendo aquí? —exigió Ian—. Cat te matará
si te atrapa en un burdel.
—No soy el que se da el gusto —respondió Crispín, mirándolo con una
intensidad que contradecía su tono lánguido—. Te estoy cuidando después de tu
resaca. ¿Te duele la cabeza?

—Como el mismo diablo —gimió Ian y después se encontró chasqueando—.


¿Los anillos de fuego están ahí por alguna razón, o ninguno de ustedes tiene una
ética de trabajo adecuada? —Al siguiente grupo de prostitutas pintadas que
pasaron delante de ellos.

Las cejas de Crispín se levantaron.

—Apenas su objetivo de rendimiento, ¿no es así?

No, no lo era. ¿Por qué le importaba si saltaban a través de los anillos de fuego?

299
¿Y por qué sentía la necesidad de alabar a los payasos por mostrar un entusiasmo
mayor por sus papeles?

—No te molestes —dijo Ian cuando las falsas leonas y gacelas empezaron a
alinearse delante de los aros de fuego. Cuando tomaron eso como una invitación
para volver su atención hacia él, Ian quitó sus manos de encima—. Empiecen sin
mí. Vayan, jueguen entre ustedes.

—¿Pasa algo malo? —preguntó Crispín, todavía con ese tono suave.

Sí. No solo le dolía la cabeza como si el propio martillo de Lucifer lo estuviera


golpeando, tenía el impulso casi incontrolable de revisar la parte de atrás en
busca de heridas. ¿Y por qué estaba totalmente desinteresado en el espectáculo
erótico que se desarrollaba frente a él? No solo no tenía ningún deseo de unirse,
apenas se molestaba en mirar.

—¿Cómo llegue aquí? —le preguntó a Crispín.

Arqueo una ceja oscura.

—¿No te acuerdas?

Recordaba… caramba, no mucho. ¿Había estado molesto y decidió adormecer


el dolor con follar? Eso sonaba bien, pero estar aquí de alguna manera se sentía…
mal.
—¿Qué te dije acerca de jugar entre ustedes? —espetó cuando una falsa gacela
y un león se arrastraron hacia adelante y empezaron a acariciarles las piernas—.
Vayan, ahí hay una buena chica y un buen muchacho.

Se alejaron, haciendo pucheros. Ian se dio vuelta hacia Crispín.

—¿Estás seguro de que quería estar aquí? A decir verdad, no podía estar menos
interesado, y míralo. —Sacudió su pene para darle énfasis—. Blando como una
serpiente muerta.

Crispín mantuvo su mirada en el rostro de Ian.

—No puedo ofrecer mi ayuda.

300
—Eh, nunca me gustaste de esa manera. Buena cosa también, ya que resulta
que somos primos. En serio, Crispín, ¿por qué estoy aquí, por qué apestas como
demonio, y por qué mi cabeza se siente como si se hubiera abierto recientemente?

Algo llenó la mirada de Crispín. La sensación de malestar de Ian aumentó. Su


amigo estaba a punto de mentirle. Incluso aunque no pudiera verlo en la mirada
de Crispín, lo sentía hasta en los huesos.

—Huelo así porque luchamos contra el indignado dueño de la fuente de


Dragón Rojo que robaste —dijo Crispín—. Tu reciente embestida por la bebida
no fue suficiente, robaste tu propia fuente, la bebiste hasta que decidiste que
mentir acerca de estar casado era el colmo de la hilaridad, entonces me llamaste
cuando el demonio dueño de la fuente vino tras de ti. Lo matamos, liberaste a la
fuente, y decidiste celebrarlo en este burdel. Me quedé solo para asegurarme que
no hicieras algo más extremadamente estúpido.

Crispín estaba mintiendo. La seguridad creció con cada martillazo despiadado


en su cabeza. Entonces, ¿por qué algunas partes de esa historia resultaban
familiares?

—Esto no está bien —dijo Ian en voz alta—. Estás mintiendo y se supone que
no debería estar aquí. Se supone que debería estar…

—¿Dónde? —inmediatamente, esa intensidad regreso a la mirada de


Crispín—. ¿Dónde se supone que debes estar?

—Dímelo tú —espetó Ian—. Y ¿dónde está…?


Se detuvo. Esa sensación de incorrecto pasó a primer plano, creciendo hasta
que Ian se levantó y comenzó a caminar. Algo más estaba pasando que las
mentiras de Crispín. Encontró sus manos pasando por la parte de atrás de su
cabeza otra vez. Su cabello era blanco por alguna razón, pero eso no le
preocupaba tanto como la búsqueda de heridas que no estaban ahí. ¿Por qué
estaba tan seguro de que deberían estar? ¿Por qué se sentía tan mal que estuviera
aquí con Crispín en lugar de… otro lugar? ¿Con alguien más?

—Estaba a punto de decir un nombre —dijo Ian lentamente—, pero ahora no


tengo idea de cuál era. ¿Por qué estaba a punto de decir un nombre que de
repente no puedo recordar? ¿Qué demonios está pasando?

Crispín se levantó, con la mirada fija en las prostitutas que Ian ya había

301
olvidado.

—Váyanse —les dijo Crispín—. Todos ustedes.

Un déjà vù fustigaba a Ian a su alrededor al mirar a las prostitutas saliendo de


la habitación.

Esto ya había pasado antes pero no con Crispín. Alguien más. ¿Quién? ¿Quién?

La voz de una mujer susurró en su mente, su tono era más divertido que
burlón. ¿Las estas sacando del camino porque intentas pelear conmigo?

—¿Dónde está ella? —Ian se encontró exigiendo.

No recordaba haberse movido, pero de repente, sus manos estaban en los


hombros de Crispín y estaba sacudiéndolo como si pudiera sacarle la verdad. Los
ojos de Crispín se abrieron de par en par mientras miraba atrás donde había
estado Ian momentos antes.

—¡Te teletransportaste!

Le tomó unos segundos que la asombrosa declaración de Crispín lo alcanzara.


Después Ian se burló.

—¿Mas mentiras amigo?

—Eso no es una mentira. —Crispín empujó a Ian hacia atrás, después le dio
una mirada de creciente expectación—. Veamos si puedes hacer esto de nuevo.
¿Dónde crees que deberías estar ahora mismo?
—Ducha —se encontró. No necesito decirte a qué hueles…

Las palabras apenas se habían formado en su mente cuando Ian estaba


mirando las viejas baldosas azules y la lechada que habían visto sus mejores días.
Salió del cuarto de baño y entró al dormitorio contiguo, gritando:

—¡Crispín! —Cuando un chillido femenino lo detuvo.

—¿Quién es usted? ¿Cómo llegó aquí? —exigió la pequeña morena que estaba
en la cama. No estaba sola, y su acompañante le dio una mirada muy enojada.

—¡Fuera! —gritó—. ¡Pagué por una hora!

Ian los ignoró mientras salía de la habitación.

302
—¡Crispín! —gritó de nuevo cuando llegó al pasillo.

Un zumbido de poder, entonces Crispín voló por las escaleras. Ian había
empezado a bajar por el pasillo hacia él cuando de repente se disolvió en el más
negro de los ríos. Un estrecho bote navegaba sobre él, su único ocupante
apareciendo entre la niebla hecha de oscuridad.

El grito de Crispín de “Ángel de la Muerte” debería haber preocupado a


Crispín. Entonces el esqueleto encapuchado debió girar su rostro huesudo hacia
él mientras levantaba su guadaña.

En cambio, Ian se encontró diciendo.

—No te preocupes. Lo que estás viendo no es como realmente parece. En este


lado del velo, ves lo que temes.

¿Cómo sabía eso? ¿Esas fueran sus palabras? ¿O eran las de alguien más?

La boca de la figura se extendió en una aterradora versión de una sonrisa.


Después ese cráneo se disolvió en una piel oscura color bronce, un rostro apuesto,
cabello del color de un error del algodón de azúcar, y ojos que destellaban, con
brillantes rayos plateados.

—Recuerdas —dijo la cosa—. Le dije que no lo harías, para aliviar el dolor en


caso de que ella no te importara, pero cuando las emociones son profundas,
nunca pueden ser borradas completamente.
Ella. ¡Le habían robado a alguien!

—No recuerdo mucho. —El miedo se apoderó de Ian, pero no el miedo a


morir. Temía que la criatura se fuera sin decirle lo que necesitaba saber—. Pero
quiero hacerlo. Dime lo que perdí.

—No puedo restaurar todo lo que fue quitado. Incluso lo poco que puedo
restaurar puede romper tu mente —dijo sin rodeos la criatura.

—Ian. —Crispín se había recuperado de su asombro lo suficiente como para


empezar a acercarse a él—. No lo hagas. Es demasiado peligroso.

Su urgencia se disparó. Necesitaba los recuerdos que le habían quitado. Los


riesgos no importaban. Las objeciones de Crispín no importaban. Golpearía a su

303
compañero contra la pared si intentaba detenerlo otra vez.

—Regrésamelos —le dijo a la criatura.

La cosa puso su mano en la cabeza de Ian. Las imágenes se proyectaban a


través de su mente, fragmentadas y sin contexto. Una pequeña rubia Guardiana
de la Ley luchaba con él antes de convertirse en una escultural mujer con el
mismo cabello platino, dorado y azul que la criatura… destellos de una cascada…
después un castillo… ¿por qué estaba luchando para salvar a un perro volador?
¿Y qué era eso?

Por mi sangre, tú eres mi esposa…

Los sentimientos lo desgarraron en el siguiente conjunto de imágenes. Su


cuerpo entrelazado con el de él.

Mia. Su sangre en sus labios. Mia. Tantos demonios. Protégela. Sangre y sal
bombardeaban el aire. Debo salvarla. Ojos plateados lo miraban en su suplica. No
puedo dejarte morir.

Entonces dos cuchillos se clavaron en su cráneo, uno que nunca había visto, el
otro que se había clavado a sí mismo. ¿El… él había muerto?

El rio estigio de repente se levantó y lo tragó. Gritó, pero no salió nada.


Después intentó correr, moverse, hacer algo. No podía. No tenía cuerpo. La
oscuridad lo había devorado por completo, pero no estaba solo en ella. Algo más
estaba aquí. ¿Qué era? Se acercó más…no. No. ¡NO!
Regresó a la realidad de rodillas, con sangre saliendo de sus ojos, boca, nariz
y oídos. Después de un momento de pánico, se dio cuenta de que el otro mundo
se había ido. También la criatura que le había metido esos fragmentos de
memoria en su cabeza.

Crispín estaba a su lado, mientras algunas prostitutas y un cliente descontento


se agrupaban al otro lado del pasillo.

—Ian —estaba diciendo Crispín —. ¡Háblame, amigo!

Ian se limpió la sangre, infinitamente aliviado de que todavía tuviera un


cuerpo que podía sangrar. Entonces se detuvo, olfateando su mano. Una rápida
lamida reveló lo que había sospechado. Su sangre sabía ahora como una forma

304
más suave de Dragón Rojo. ¿Por qué?

Una persona tenía las respuestas. No sabía mucho, pero sabía eso. Si la
pequeña arpía creía que podía huir sin decirle lo demás que había perdido, no
sabía con quién estaba tratando.

Ian se levantó.

—Tus pantalones —le dijo al cliente enojado, encendiendo su mirada de


verde—. Dámelos.

El hombre se quitó los pantalones y se los entregó. Ian se los puso. No le


quedaban, pero poco importaba. Bajó las escaleras, ignorando el revoloteo de
Crispín detrás de él, y tomó un abrigo de uno de los ganchos de la puerta.

Finalmente, Crispín lo agarró lo suficientemente fuerte como para darle


vuelta.

—¿A dónde crees que vas?

—¿A dónde voy? —repitió, después se echó a reír.

Su memoria estaba en pedazos, sus habilidades ahora podrían incluir la


teletransportación, su sangre estaba mal, y estaba a punto de entrar de cabeza en
una guerra demoniaca, si adivinaba correctamente acerca de las partes que podía
recordar. Pero por alguna razón, se sentía mejor de lo que nunca se había sentido.
De hecho, si este sentimiento fuera una droga, nunca iba a estar limpio.
—Sí, ¿a dónde vas? —exigió Crispín.

Se echó a reír.

—A encontrar a mi esposa.

Fin

305
Sobre la Autora

306
Jeaniene Frost es una de las autoras más
vendidas del New York Times y USA
Today, cuyos trabajos incluyen las series
Night Huntress, the Night Prince, Night
Rebel y Broken Destiny.

Aunque Jeaniene Frost no es un


vampiro, confiesa tener la piel blanca,
vestirse habitualmente de negro y
acostarse tarde siempre que puede. Y, aunque no ve fantasmas, le encanta pasear
por los viejos cementerios.

Jeaniene vive en Florida con su esposo Matthew, quien hace mucho tiempo
aceptó que ella rara vez cocina y siempre duerme los fines de semana. Además
de ser escritora, Jeaniene es también una feminista y una mamá canina. Le gusta
leer, escribir, la poesía, ver películas, explorar viejos cementerios, la espeleología
y viajar en automóvil. Los aviones, los niños y los libros de cocina la asustan.
,
Proximo libro
Algunas promesas están destinadas a romperse ...

307
Veritas pasó la mayor parte de su vida como
un vampiro Guardián de la Ley. Ahora, ella está
a punto de romper cada regla cazando en secreto
a las almas oscuras que fueron liberadas para
salvar a Ian. Pero los riesgos son altos. Si la
atrapan, podría perder su trabajo. Y atrapar a las
siniestras criaturas podría costarle a Veritas su
propia vida.

Algunos votos son para siempre ...

Los recuerdos de Ian pueden estar fragmentados, pero este vampiro maestro no
va a ser dejado atrás por la mujer que lo cautivó, se unió a él y luego desapareció.
Entonces, ¿qué pasa si los demonios, otros guardianes de la ley y las fuerzas
peligrosas de otro mundo se oponen a ellos? En el infierno o en las alturas, Ian intenta
recordarle a Veritas la pasión que se quema entre ellos, porque ella es la única
persona grabada en su mente, y su alma ....
Saga
Night Rebel

308
1.- Shades of Wicked (2018)

2.- Wicked Bite (2019)

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