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¿Sabía K el número de árboles que hay en la Tierra? Parece una pregunta elemental, ¿no
es cierto? Sin embargo, no hemos tenido una respuesta aproximadamente correcta hasta
hace unas semanas. Anteriormente, las estimaciones más precisas del número de árboles
en nuestro planeta se obtenían a partir de imágenes por satélite de las áreas forestales,
un método de escasa precisión. Ahora, un equipo internacional liderado por Thomas
Crowther, de Yale, ha estimado la densidad arbórea global analizando más de 400.000
áreas repartidas por todo el mundo. Sus resultados desvelan que en la Tierra hay más de 3
billones de árboles, ocho veces más de lo que se pensaba. Buenas noticias,
aparentemente. Sin embargo, el estudio también ha determinado que este número es
aproximadamente la mitad del que existía antes del inicio de la civilización humana, que
destruye una media de 15.000 millones de árboles al año. Y estas son malas noticias.
Otra pregunta básica para poder comprender el futuro de nuestro hogar planetario es el
ritmo al que se enfría el interior de la Tierra, un dato que sin duda K también desconocía
en 1997, porque no hemos tenido una respuesta convincente hasta este año. Durante las
últimas décadas, ha quedado sobradamente establecida la existencia de enormes
columnas de roca fundida que ascienden desde el interior del planeta a través del manto
terrestre hasta la corteza; sin embargo, el punto de origen de estos tubos de magma
generaba un fuerte debate entre los que proponían un nacimiento en el núcleo y los que
sostenían la existencia de puntos de partida más superficiales. Este mes, el grupo de Scott
French, de Berkeley, ha desvelado la respuesta definitiva a esta controversia. Analizando
el interior de la Tierra con técnicas similares a la resonancia magnética con la que los
médicos pueden escrutar el interior de nuestro cuerpo, descubrieron que existen al
menos 28 de estas grandes columnas de magma en el manto terrestre, que se originan
efectivamente en el núcleo y que, por lo tanto, miden unos 3.000 km de longitud. La
sorpresa vino al comprobar que los tubos tienen un diámetro de unos 600 a 800 km, más
de tres veces la anchura asumida hasta ahora. Esto significa que la Tierra está enfriando su
interior a una velocidad mucho mayor de la que imaginábamos.