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Exposición:

Reforma Constitucional de 1994. Paradigma de


los Derechos Humanos y Ciudadanía
Participativa. Movimientos Sociales y
Ciudadanías Emergentes. (*)

Dr. Blas Sanchez Ovadilla (**)

sanchezovadilla@live.com

(*) Exposición desarrollada en el marco del CONVERSATORIO denominado “Nueva Cartografía de Resistencias
en Argentina: la Construcción Colectiva De Ciudadanía a partir de los Planteos Feministas y Laicistas.
Actualidad y Desafíos”, llevado a cabo el día 14 de diciembre del 2018, en el aula 4 de la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de la UNT. Declarado de Interés Académico mediante Resolución N° 1546-2018.

(**) Abogado y Procurador (Derecho UNT). Actualmente se desempeña como Ayudante Estudiantil ad
honorem en la Cátedra A de “Teoría del Estado” (Derecho UNT). Colaboró en la publicación digital “Contenidos
Transversales - El derecho y la construcción de una ciudadanía democrática, pluralista e inclusiva”, de la Dra.
Seguí, Adela (Proyecto PFAVA, SAIJ-2017). Recibió la 1ra Mención Especial en el marco del “1° Concurso
Provincial de Investigación en Derechos Humanos” (Secretaría de Estado de DDHH – Gob. Tucumán - 2017). -
Viernes 14 de diciembre de 2018

San Miguel de Tucumán

Introducción:

En el marco del Conversatorio denominado Nueva Cartografía de


Resistencias en Argentina: la Construcción Colectiva de Ciudadanía a partir de
los Planteos Feministas y Laicistas. Actualidad y Desafíos, desarrollaré la temática
referida a “Reforma Constitucional de 1994. Paradigma de los Derechos Humanos
y Ciudadanía Participativa. Movimientos Sociales y Ciudadanías Emergentes”.
En esta oportunidad, acercaré a ustedes los fragmentos textuales tenidos en
cuenta como disparadores para generar el debate en esta jornada. De todas
maneras, en este trabajo realizaré acotaciones que crea necesarias sobre las citas
seleccionadas (con breves digresiones, sugerencias o aclaraciones). Al final del
presente escrito, podrán encontrar les autores consultades.
En tanto, este Conversatorio tiene como objetivo dialogar con ustedes sobre
el contexto político, jurídico y social argentino en curso, valorando, por un lado, la
vigencia del paradigma de los derechos humanos en nuestra Constitución Nacional
reformada en 1994, y resaltando por el otro, la importancia de los movimientos
sociales, en particular el de mujeres actualmente, a la hora de motorizar luchas
colectivas que dan sustancia a esa ciudadanía legislada.
Desde ya, el espíritu de este espacio es verter e intercambiar ideas, apostar
a la construcción del conocimiento colectivo, buscando copensar juntes los
desafíos de las problemáticas planteadas.
Por último, agradezco a mi querida Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
- UNT por promover la discusión de estas temáticas, así como también, agradezco
a las profesionales que hoy me acompañan, las Dras. Andrea Lobo y Silvana Díaz,
quienes luego desarrollarán sus exposiciones.

Dr. Blas Sanchez Ovadilla

[Este evento forma parte del trayecto iniciado durante el mes de noviembre pasado, a través del Taller
Intensivo de Formación Jurídico-Política: “Herramientas Teórico-Prácticas Para Una Ciudadanía Activa,
Participativa Y Crítica”]

-1-
1. Perspectiva Político Jurídica

En el presente parágrafo citaré los análisis jurídicos, políticos y filosóficos


que dan un marco teórico necesario para así comprender el desplazamiento del
concepto de súbdito dentro de los regímenes políticos latinoamericanos, hacia el
surgimiento de otro nuevo: el de ciudadanía –con el plexo jurídico que ello
conlleva.
En particular, acercaré los aportes que destacan la construcción colectiva de
la ciudadanía, contribuyendo a fortalecerla y asegurarla, para a su vez convertirse
en una herramienta válida de las luchas sociales en el camino de garantizar los
derechos establecidos.
También tendré en cuenta estudios sobre las transformaciones
constitucionales en la región, sucesos que impactaron en nuestro país, tanto en lo
legal como en lo político y social.
A tal efecto, citaré trabajos de autor@s como Maffía, Zubiría Mutis, Bustelo,
Iazzetta, Espíndola y Uprimny. En el segundo parágrafo tendremos en cuenta lo
aportado por Maristella Svampa.

1. 1. Construcción Colectiva de Ciudadanía:

1. 1. 1. Concepto de ciudadanía. Ciudadanía Emancipada. Ciudadanía y Proyecto


Democrático:

L@s siguientes autor@s abordan la idea de ciudadanía, estableciendo


tipologías y perfiles, relacionándola con proyectos políticos contrahegemónicos,
pero también acercando percepciones críticas sobre la pretendida universalidad
del concepto.

a) Maffía (2018):

“Ciudadanía de Consorcio: en las reuniones de consorcio no van los que viven


en los edificios, los que saben los que pasa, los que cotidianamente sufren su
deterioro, van los propietarios, porque hay que discutir cuestiones que tienen
que ver con la propiedad: no importa lo que opinan los que viven ahí, importa
los propietarios, cuánto van a invertir y cuánto no. Lo mismo es la ciudadanía.
“Me encuentro con una ciudadanía donde los ciudadanos que han firmado
ese contrato social de la Revolución Francesa, que decía todos los hombres nacen
libres e iguales y tienen los mismos derechos, eran blancos, porque negros e
indígenas no podían ser ciudadanos, eran varones, porque mujeres no podían

-2-
ser ciudadanos, eran ricos porque los pobres no podían ser ciudadanos, y eran
adultos, porque los niños no podían ser ciudadanos.
“¿Les recuerda algo?, ¿esta ciudadanía universal? ¿De la Revolución
Francesa, del Estado Moderno? Son los mismos sujetos que en esa pretendida
ciudadanía universal donde todos eran poquitos.
“Los propios derechos humanos tienen un poco esta consigna: “todos
nacemos libres e iguales y tenemos los mismos derechos”, del año ’48. ¿Y por
qué 30 años después hay que decir que las mujeres también son seres humanos,
y hay qué hacer una Convención por los derechos de la Mujer? ¿No eran
humanas las mujeres? ¿Por qué?
“Esa ciudadanía de la Revolución francesa era completamente restringida.
Ese contrato social: que produce ciudadanos hegemónicos, es androcéntrica.
“Hay un contrato [Carole Pateman], donde quedan fuera las mujeres, porque
hubo un contrato sexual: cada uno iba a tener “su” mujer. Además, esa mujer,
esa mujer va a estar reproduciendo en casa no sólo biológicamente, sino que
también [reproducirá] fuerza de trabajo. Y un tercer factor: reproduciendo
socialmente cómo debían ser hombres y mujeres para luego ocupar socialmente
esos lugares que les tenían reservados (…)”.

b) Zubiría Mutis/Bustelo (2009):

“Ahora bien, la definición de la ciudadanía como concepto se articula al


contexto del proyecto político que se intenta imponer como hegemónico. Es
decir, una cosa es el ciudadano desde la perspectiva neoliberal donde se
privilegia la óptica de análisis como consumidor regido por las leyes del mercado
y otro la óptica del ciudadano desde la perspectiva del proyecto político
democrático participativo, donde su papel es mucho más activo.

Agregado: Es importante el párrafo transcripto, en el sentido de que el


concepto de ciudadanía es desarrollado no como una abstracción –una
construcción teórica abstracta aislada de la realidad social política que la circunda-
, sino que figura interrelacionado con su medio; por un lado, tiene en cuenta las
herramientas jurídico-procedimentales para poder efectivizar los derechos
establecidos en beneficio de la sociedad, y, por otro lado, comprende también las
posibilidades ciertas de que ello se concrete. La intensidad de las luchas sociales
impactará en estos objetivos.
Continuamos:
“En un contexto donde el reconocimiento del valor de la democracia se ha
generalizado, la concepción que se tenga del ciudadano y de su papel como
sujeto histórico clave para la construcción de dicha democracia será central. Esta
centralidad se expresará en términos de una tensión permanente entre la
ciudadanía (o ciudadanos) que tenemos y la ciudadanía (o ciudadanos) que
necesitamos.

-3-
“El concepto de ciudadano hace referencia más a una tensión que se expresa
en la concreción histórico – social de los hombres y mujeres de carne y hueso,
que, con sus comportamientos, condiciones reales de vida, valores,
interacciones, ideas, etc., — ejercen o reclaman derechos y deberes, libertades y
restricciones, poderes y responsabilidades para actuar dentro (o incluso fuera)
de los referentes aceptados como los marcos propios de la ciudadanía.
“La discusión sobre la ciudadanía y su vinculación necesaria con la
democracia es una discusión central en el análisis político. Desde el momento
mismo en que se reconoce el surgimiento del ciudadano como nuevo sujeto
histórico que desplaza al súbdito (éste sólo es sujeto de deberes; aquel es sujeto
de deberes y derechos como lo anotó Hannah Arendt), el concepto de ciudadanía
se convierte en un referente obligado para entender el papel histórico de los
hombres en la construcción de relaciones democráticas.
“Es ya clásica la definición adoptada por Thomas Marshall (1998) quien
concibe la ciudadanía como plena pertenencia a una comunidad que le garantiza
a los individuos, en tanto los reconoce como ciudadanos, iguales derechos y
deberes, libertades y restricciones, poderes y responsabilidades. Marshall a
partir de un análisis histórico, reconoce tres tipos de derechos: los civiles (siglo
XVIII), los políticos (siglo XIX) y los sociales (siglo XX).
“Pero Bustelo defiende que lo que requiere América Latina para una
democracia verdadera y real es un nuevo modelo de ciudadanía emancipada
para la cual “el tema principal lo constituye la igualdad social como valor central,
entendida fundamentalmente como el derecho de las personas —en tanto que
miembros/socios de un esquema de cooperación social común— a tener iguales
oportunidades para acceder a los bienes sociales y económicamente relevantes.
“Igualdad implica equidad —proporcionalidad en el acceso a los beneficios y
costos del desarrollo— y también, justicia redistributiva basada en la solidaridad
colectiva” (1998: 250). Es lo que propone el proyecto político contrahegemónico
participativo, con el cual se pueda construir una “nueva gramática social”, en la
que confluyan la democracia participativa con la democracia representativa.

c) Iazzetta/Bustelo (2004):

Aquí, también Iazzetta desarrolla la idea de ciudadanía emancipada


expuesta por Bustelo, haciendo mención al empowerment social, e instalando el
debate sobre el rol y las limitaciones del paternalismo estatal:
“Desde una perspectiva democrática [la] recuperación de derechos sociales,
si pretende conjugarse con una mejora de las instituciones democráticas no
debería lograrse en desmedro de otros derechos que aseguran una ciudadanía
plena. Es por ello que acierta O’ Donnell (1997b:57) al plantear que “…una lucha
eficaz pasa por garantizar los derechos civiles de toda la población, entre otras
cosas, porque una tarea de justicia social no podría ser paternalista. La
posibilidad a largo plazo, pasa por lo que en los países anglosajones llaman
empowerment, esto es, la adquisición de poder propio por parte de los sectores
populares” [12].

-4-
“De manera que la ciudadanía social mantiene afinidades con la democracia
si favorece su emancipación y autonomía. En este sentido, Bustelo distingue dos
modelos alternativos de ciudadanía de los que derivan distintas formas de
entender la política social y la relación con el estado. Hay, por un lado, un modelo
de ciudadanía asistida que entiende esencialmente a la ciudadanía social como
una “ciudadanía subsidiada” basada en una ética de compasión cuyas políticas
sociales se focalizan sobre la pobreza y los grupos socialmente más vulnerables,
formando “redes de contención”. Este modelo mantiene fuertes afinidades con
el viejo clientelismo electoral y paternalismo social (de ciudadanía “tutelada” por
un “líder”) que ha estado tradicionalmente vigente en América Latina. (1998:
249).
“Por otro lado, Bustelo distingue un modelo de ciudadanía emancipada que
reconoce otra tradición conceptual fundada en la preocupación por lo común,
por el interés del conjunto. En este modelo las personas no son “pacientes”, es
decir, objetos de tratamiento o intervención pública, sino actores en su doble
dimensión individual y societaria: la emancipación es individual ya que los
individuos son autónomos, pero a su vez todos forman parte de la conversación
a través de la cual se desarrolla una comunidad de argumentos: por eso se trata
de una emancipación democrática (251). Esta idea hunde sus raíces en la
concepción marshalliana que reivindica un tipo de igualdad humana básico en la
que los derechos de los miembros de una comunidad proceden de la simple
pertenencia a la misma. De modo que la expansión de la ciudadanía y la
emancipación de las personas pasa esencialmente por profundizar la
democracia y sus instituciones (273-274).
“Como puede apreciarse, no se trata de resignar la idea de que el estado
cubra una tarea tanto en el orden económico como en el social -hoy por hoy
ineludible e impostergable- siempre que logren garantizarse aquellos derechos
que permitan mejorar la calidad del régimen democrático.

1. 1. 2. Sociedad civil. Movimientos Sociales. Crisis de las Democracias


Representativas.

Las siguientes son transcripciones de un valioso trabajo del profesor


tucumano Espíndola, el cual aborda con profundidad y precisión, muchas aristas
que conllevan la cuestión sobre la crisis de las democracias representativas.
Recordemos que, cuando hablamos de sistemas políticos representativos,
hacemos referencia a aquellos (como el nuestro) en los cuales la ciudadanía sólo
gobierna a través de representantes elegidos por voto popular (lógica
representacional, distinta a la modalidad que pregona la idea de una democracia
directa).
No obstante, los fragmentos destacados en los próximos párrafos ayudarán,
además, a comprender la importancia del surgimiento de las ciudadanías
emergentes, en la dinámica de generar espacios para ejercer una democracia de
índole participativa. Para ahondar en las consideraciones acercadas aquí, sugiero
emprender la lectura completa de su obra (citada al final).

-5-
Espíndola (2009):

“Como otros síntomas de la crisis de la representación política moderna,


también se constata en el marco de la Democracia de lo público la emergencia
de nuevas identidades colectivas, nuevos actores sociales que corporizan esas
nuevas identidades colectivas y, finalmente, nuevas demandas articuladas e
impulsadas por esos nuevos actores sociales.
“Las nuevas identidades colectivas se enmarcan también en el contexto de la
postmodernidad, fenómeno que luego examinaremos con algún detenimiento,
pero que por lo pronto debe ser considerado para poner de manifiesto que, con
su aparición, la lucha de los individuos por la igualdad en la busca de una utopía
socialmente inclusiva, [búsqueda] sostenida por valores universales y la
convicción de contar con un presente y un futuro comunes, es sustituida por la
lucha de los individuos por la diferencia. Lucha en la que el horizonte de sentido
ya no es una idea de unidad social que englobe a un todos edificado a la medida
del Estado-nación, sino una pluralidad de grupos que se ordenan en torno de
asuntos -issues- asociados, o con problemas puntuales (barrio, escuela), o con
ciertas condiciones que se consideran deben ser especialmente tenidas en cuenta
(etnia, género, orientación sexual, características físicas, grupo étnico, religión,
medio ambiente, etc.).
“Las nuevas identidades colectivas forjan, a su vez, nuevas demandas sociales
que se multiplican a una escala que la representación política moderna no puede
procesar. Demandas edificadas a la medida de los intereses que tutelan las
nuevas identidades que las generan, intereses eminentemente parciales y que
tan solo indirectamente -cuando lo logran- se traducen en beneficios para el
conjunto de la sociedad.

Pequeña digresión: El planteo de Espíndola en este último párrafo, es


valioso en cuanto el mismo determina qué implica referirse a nuevas identidades
colectivas y demandas sociales. En tanto, a mi humilde entender, sucede muchas
veces que dichas demandas no tienen un impacto indirecto en cuanto a beneficios
para el conjunto de la sociedad, si no que: i) las mismas tienen un impacto directo
a nivel social, cuando se logran; e ii) incluso, sin que se logren las reivindicaciones
peticionadas, si los movimientos sociales logran visibilizar sus demandas sociales,
también tendrán cierto impacto colectivo. Pensemos por ejemplo, lo que sucedió
con el reclamo ambientalista, o lo que sucede con las demandas feministas: el
primero, tuvo correlato importante a la hora de generar una preocupación social
creciente, plasmada en una exigencia al Estado de que éste brinde educación
ambiental (que transforme las conciencias destructivas del ecosistema); y el
segundo, tuvo y tiene gran relevancia a la hora de alertar a la sociedad, respecto
del flagelo de la violencia hacia las mujeres, reactivando así, una ciudadanía que
solicita al Estado una educación no violenta, no sexista y respetuosa de la
integridad de las mujeres. Estamos aquí entonces, ante dos nuevas identidades
colectivas que, con sus luchas, sí traen beneficios a la sociedad.
Mientras, continuamos con Espíndola:

-6-
“Las nuevas demandas que resultan de las nuevas identidades políticas y
sociales son articuladas y motorizadas por nuevos actores sociales que
sustituyen a los que reflejaban las identidades políticas y sociales tradicionales-
fundamentalmente partidos y sindicatos, respectivamente-. Ahora bien, los
nuevos actores emergen de la sociedad civil y, por ello, antes de examinarlos
realizaremos algunas precisiones en torno de ésta.
“En primer lugar, corresponde señalar que la sociedad civil misma, en la
medida en que constituye el ámbito desde el cual surgen los nuevos actores
sociales que canalizan las nuevas demandas, suele ser entendida en su conjunto
como un nuevo actor social, lo cual, si bien en principio podría generar cierta
perplejidad, conforme lo que sigue ya se comprenderá que puede resultar
admisible”.
“(…) Podemos afirmar que la sociedad civil es la esfera de relaciones entre
individuos y entre grupos de individuos que se desarrollan al margen de las
relaciones de poder que tienen lugar en el ámbito del Estado y del mercado.
“La sociedad civil se visibiliza como nuevo actor social cuando en las últimas
décadas del siglo XX se desarticulan los dos grandes factores de integración
social de la sociedad contemporánea; el Estado nacional, que sustentaba la
identidad nacional y el mercado, que sustentaba la identidad “trabajador”.
“La sociedad civil cobra presencia como nuevo actor social
fundamentalmente a través de tres clases de organizaciones sociales que operan
en su ámbito; ONG’s, los Movimientos Sociales (MS) y el periodismo de denuncia.
“Tratándose de los MS, en general están integrados por sectores populares
que operan sobre la base de una demanda concreta y particular, normalmente
asociada con reclamos de justicia o esclarecimiento de casos vinculados con
violaciones a los derechos humanos.
“Su área de influencia es mucho más amplia que la de las ONG’s, dado que al
estar los MS asociados a casos de discrecionalidad y autoritarismo estatal en los
que hay víctimas (ciudadanos comunes con los que se solidarizan sus amigos,
parientes y vecinos) y victimarios claros (funcionarios y autoridades bajo
sospecha), suelen concitar rápidamente el interés de la opinión pública el que, a
su vez, resulta potenciado por el eco que los mencionados casos suelen despertar
en los medios masivos de comunicación.

1. 2. Reforma Constitucional de 1994 - Paradigma de los Derechos Humanos -


Ciudadanía Participativa:

El siguiente autor, si bien estudia las particularidades propias del proceso


constituyente llevado a cabo en América Latina –es decir, desde una perspectiva
regional-, de igual modo transcribiré los puntos analizados que tengan específica
incumbencia sobre Argentina. Asimismo, rescataré las referencias hechas sobre
otros países, siempre y cuando tengan cierta relación con lo legislado aquí. En la
cita que haremos, este autor pondrá en juego conceptos como “democracia
participativa”, “ciudadanía” y “paradigma de los derechos humanos”.

-7-
Uprimny (2011):

“Desde mediados de los años ochenta, y en especial a partir de los noventa,


América Latina ha conocido un intenso período de cambios constitucionales,
puesto que casi todos los países adoptaron nuevas Constituciones (como en los
casos de Brasil en 1988, Colombia en 1991, Paraguay en 1992, Ecuador en 1998
y 2008, Perú en 1993, Venezuela en 1999 y Bolivia en 2009, entre otros) o bien
introdujeron reformas muy importantes a sus Constituciones vigentes (como en
el caso de la Argentina en 1994, México en 1992 o Costa Rica en 1989).
“Es obvio que existen diferencias muy importantes entre los cambios
constitucionales en los distintos países, al menos por tres razones. De un lado,
por el origen y la naturaleza del proceso.
“(…) En otros casos, como en Venezuela, Ecuador o Bolivia, la nueva
Constitución se encuentra vinculada al derrumbe del sistema de partidos
anterior y al ascenso de nuevas fuerzas políticas, como el chavismo en Venezuela
o el movimiento indígena en Bolivia o el correísmo en Ecuador.

Breve Acotación¹: Si bien en nuestro país, la crisis del sistema de partidos se


dará luego de la reforma constitucional de 1994 –me refiero al “Argentinazo”,
suceso ocurrido durante los años 2001/2002 y que afectó al denominado
bipartidismo-, la modificación a la Carta Magna sí intentará prever el malestar
evidenciado en las instituciones tradicionales del régimen representativo político.
Aunque, como se verá, no lo logrará. Ello –a mi entender- se intentó por una doble
vía:
i) una, pretendidamente más democrática pero no cumplida en los
hechos, relacionada con la jerarquización y democratización de los
partidos políticos, Art. 38 CN: “Su creación [la de los partidos políticos] y el ejercicio
de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su
organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías”); y la
otra,
ii) acentuando el perfil más autocrático del régimen político, esto
es, garantizando la re-reelección del poder ejecutivo nacional,
potenciando el modelo hiperpresidencialista. Art. 90 CN: “El presidente y
vicepresidente duran en sus funciones el término de cuatro años y podrán ser reelegidos
o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo. Si han sido reelectos o se
han sucedido recíprocamente no pueden ser elegidos para ninguno de ambos cargos,
sino con el intervalo de un período”.

Continuamos con Uprimny, que analiza las diferentes particularidades


constitucionales en América Latina:
“Por otro lado, por su intensidad, porque mientras varios países adoptaron
nuevas constituciones, a veces muy distintas a las derogadas –como en los casos
de Brasil, Colombia, Venezuela, Bolivia o Ecuador–, otras naciones mantuvieron
las existentes e introdujeron cambios menos transcendentales, sin que por ello
dejaran de ser importantes, como sucedió en la Argentina, México o Costa Rica.

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“Un breve examen de las orientaciones de las reformas constitucionales
recientes muestra que, a pesar de las obvias diferencias nacionales, la mayor
parte comparte algunos rasgos comunes en la definición de los principios
ideológicos del Estado y en la regulación de los derechos y deberes ciudadanos.
“Primero, en la mayoría de las reformas y de los nuevos textos
constitucionales se modifica sustancialmente el entendimiento de la unidad
nacional, a fin de remarcar que esta no es fruto de una homogeneización de las
diferencias culturales, como intentaron hacerlo algunos proyectos
constitucionales previos en décadas pasadas,2 sino que es, por el contrario, un
reconocimiento acentuado de las diferencias y una mayor valorización del
pluralismo en todas sus formas.
“Muchas Constituciones empiezan entonces a definir a sus naciones como
pluriétnicas y pluriculturales y establecen como principio constitucional la
promoción de la diversidad,3 por lo cual estamos frente a una suerte de
constitucionalismo de la diversidad. El reconocimiento de la diversidad étnica y
cultural viene acompañado entonces de la consagración de la diversidad y la
igualdad religiosa.

Breve Acotación²: Si bien Argentina –a diferencia de Bolivia-, no se definió


como república plurinacional, es valioso lo contenido en la Carta Magna, si
observamos lo estipulado por el Art. 75 inc. 17 CN: “Corresponde al Congreso: (…)
Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el
respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería
jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que
tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo
humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos.
Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses
que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.

En esa misma línea, Uprimny señala luego:


“Tercero, y directamente ligado a los puntos anteriores, las reformas
constitucionales amparan sobre todo a grupos tradicionalmente discriminados,
como los indígenas y las comunidades negras, a los cuales en ciertos países
incluso se les reconocen derechos especiales y diferenciados de ciudadanía.
“En la medida en que se establecen circunscripciones especiales de
representación política para estas comunidades, se incorporan sus lenguas como
lenguas oficiales y se les reconoce un poder judicial propio y autonomía en sus
territorios para la decisión de ciertos conflictos, de acuerdo con sus
cosmovisiones.4 Por ello, según ciertos analistas, estas constituciones no sólo
avanzaron hacia una idea de identidad nacional pluralista sino que incluso
habrían incorporado elementos y formas de ciudadanía diferenciada y
multicultural.
“Esta orientación más radical en el tema de la nacionalidad y del
reconocimiento de los pueblos indígenas hace de las Constituciones boliviana y
ecuatoriana unos constitucionalismos distintos y emergentes, diversos a las
otras transformaciones recientes de América Latina, puesto que superan el
marco del constitucionalismo liberal.
“Cuarto, la casi totalidad de las reformas ha sido muy generosa en el
reconocimiento de derechos constitucionales a sus habitantes, pues no sólo

-9-
incorporaron los derechos civiles y políticos heredados de las tradiciones
demoliberales –como la intimidad, el debido proceso, la libertad de expresión o
el derecho al voto– sino que también establecieron ampliamente los derechos
económicos, sociales y culturales –como la educación, la vivienda o la salud– e
incluso avanzaron en el reconocimiento de formas de derechos colectivos, en
especial el derecho al medio ambiente, pero también derechos especiales de
autonomía y ciudadanía a ciertos grupos poblacionales, en especial a los
indígenas.
“Las técnicas de reconocimiento de esos derechos han tenido algunas
variaciones nacionales; en algunos casos, como en la Argentina,8
[8 Véase el artículo 75 numeral 22 de la Constitución argentina, que establece una extensa
lista de los tratados de derechos humanos que adquieren rango constitucional.],

el mecanismo fue la constitucionalización directa y expresa de numerosos


tratados de derechos humanos; Pero independientemente del mecanismo
jurídico empleado, la tendencia y el resultado fueron semejantes: una
considerable ampliación de los derechos constitucionalmente reconocidos frente
a los textos anteriores.
“Quinto, este reconocimiento generoso de derechos constitucionales se
acompañó en la mayor parte de las Constituciones con una vigorosa apertura al
derecho internacional de los derechos humanos, en particular a través del
tratamiento especial y privilegiado a los tratados de la materia (Manili, 2002;
Ayala Corrao, 2002; Abregú y Courtis, 2004). Este tratamiento ha hecho que
jueces nacionales ampliaran los estándares internacionales de derechos
humanos a través de figuras como el bloque de constitucionalidad.

Breve Acotación³: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de bloque de


constitucionalidad? Téngase en cuenta lo siguiente:
“En la cúspide de todo el ordenamiento, el reinado de la Constitución dejó de ser
absoluto y exclusivo para constituirse en un gobierno mancomunado junto a tratados
internacionales [de derechos humanos] que pasaban a tener su misma jerarquía”. Esto
“no significó de ningún modo sacrificar la noción de ‘supremacía constitucional’, pues,
dichos tratados alcanzaron aquella jerarquía por una habilitación directa de la misma
Constitución. La Constitución continúa siendo entonces la norma ‘fundante’ y
‘fundamental’ de todo el sistema, en esta particularidad radica hoy su carácter absoluto
y exclusivo. Pero en cuanto al ‘parámetro’ que deben seguir las normas
‘infraconstitucionales’ para ser admitidas como válidas jurídicamente dentro del
sistema, la Constitución dejó de ser el único referente”. De lo que se deduce que en caso
de que una norma interna contradiga un tratado internacional de derechos humanos,
tal norma es inconstitucional, carece de validez jurídica y por ello es inaplicable”.

Continuamos con Uprimny:


“(…) Séptimo, y junto al reconocimiento de la diversidad y la consagración de
nuevos derechos, muchas Constituciones expresan un fuerte compromiso con la
igualdad, no sólo prohibiendo la discriminación por raza, género y otros factores,
sino también ordenando a las autoridades políticas especiales acciones
afirmativas para lograr que esta sea real y efectiva. En particular, varias
reformas establecen explícitamente cláusulas de igualdad y no discriminación

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entre hombres y mujeres, con lo cual el constitucionalismo latinoamericano
autoriza o incluso exige la adopción de ciertos enfoques de género en las políticas
públicas y en los desarrollos jurídicos.
“Octavo, este generoso reconocimiento de derechos de distintas tradiciones
–liberal, democrática y socialista– llevó a varios textos constitucionales a
incorporar la fórmula ideológica del llamado “Estado social y democrático de
derecho”, desarrollada por el constitucionalismo europeo de posguerra como
marco ideológico de las nuevas organizaciones jurídicas derivadas de estas
reformas constitucionales.11
“Noveno, la mayor parte de las reformas quiso explícitamente que el
reconocimiento de los derechos fundamentales no fuera puramente retórico,
sino que tuviera eficacia práctica, por lo que se ampliaron los mecanismos de
protección y garantía de esos derechos. Si bien las vías fueron diversas en los
distintos países, se privilegiaron algunos dispositivos institucionales. Así, muchas
reformas previeron formas judiciales directas de protección de los derechos,
como el amparo o la tutela,13
“Las reformas constitucionales de las dos últimas décadas trajeron
aparejados cambios importantes tanto en los mecanismos de participación
ciudadana como en el diseño de las instituciones, en especial en lo que atañe al
régimen político y al ordenamiento territorial.
“Tercero, y directamente ligado a lo anterior, el constitucionalismo
latinoamericano reciente pertenece además a un nuevo tipo porque es
aspiracional o transformativo y con una fuerte matriz igualitaria. En efecto,
parece claro que la mayor parte de las reformas tenían como propósito la
superación de ciertas tradiciones de autoritarismo y arbitrariedad en América
Latina, buscando una mayor consolidación del Estado de derecho y un
incremento de la eficacia del Estado, gracias al reforzamiento de la capacidad e
independencia de la justicia y de los organismos de control. Sin embargo, parece
igualmente evidente que los procesos constitucionales tuvieron propósitos más
amplios, pues buscaron también, y tal vez especialmente, profundizar la
democracia y combatir las exclusiones e inequidades sociales, étnicas y de
género. En ese sentido, la mayor parte de las reformas, siguiendo la terminología
de Teitel, conducen a textos que más que mirar hacia atrás (“backward looking”)
se proyectan hacia el futuro (“forward looking”) (Teitel, 1997: 2014), dado que,
más que intentar codificar las relaciones de poder existentes, son documentos
jurídicos que tienden a delinear un modelo de sociedad a construir. Son, en la
terminología de otros autores como Mauricio García, Constituciones
“aspiracionales” o, en la terminología de Boaventura de Souza Santos,
“transformadoras” (Santos, 2010: 76 y 77), en la medida en que proponen una
democracia incluyente, capaz de incorporar a la democracia y a los beneficios
del desarrollo a los sectores tradicionalmente excluidos de las sociedades
latinoamericanas, puesto que son textos llenos de promesas de derechos y
bienestar para todos.
“Esta naturaleza transformadora del constitucionalismo latinoamericano
reciente ha tomado en general dos vías: por un lado, son Constituciones, como
ya se señaló, densas en derechos, pues se considera que el reconocimiento de
derechos colectivos o económicos, sociales y culturales, sobre todo si tienen
protección judicial, contribuye a una mayor igualdad social y a la transformación
democrática. Por otro lado, también apuestan a que la transformación hacia una

- 11 -
sociedad más justa se haga por medio de una ampliación de los mecanismos de
participación democrática, para lo cual han incorporado, además de la
democracia representativa, nuevos espacios de deliberación y movilización
democrática.

Sugerencia: Tener en cuenta aquí, a la iniciativa y la consulta populares:


Artículo 39 CN: “Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar
proyectos de ley en la Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles expreso
tratamiento dentro del término de doce meses El Congreso, con el voto de la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, sancionará una ley
reglamentaria que no podrá exigir más del tres por ciento del padrón electoral nacional,
dentro del cual deberá contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir la
iniciativa. No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma
constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal”.

Artículo 40 CN: “El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter


a consulta popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El
voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su
promulgación será automática. El Congreso o el presidente de la Nación, dentro de sus
respectivas competencias, podrán convocar a consulta popular no vinculante. En este
caso el voto no será obligatorio. El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara, reglamentará las materias, procedimientos
y oportunidad de la consulta popular”.

A renglón seguido, indica el autor que seguimos:


“Estas dos vías de vocación transformadora de las Constituciones (la
ampliación de la participación democrática y el reconocimiento constitucional
de nuevos derechos) explican dos novedosos rasgos del constitucionalismo
latinoamericano reciente: un esfuerzo por repensar y reformular la democracia
y su entrada a formas de constitucionalismo fuerte o neoconstitucionalismo.
“Por un lado, muchas Constituciones, sin rechazar la democracia
representativa, han intentado superarla previendo nuevos espacios e
instituciones de participación democrática. Los ciudadanos, además de elegir y
revocar representantes, tienen también la posibilidad de decidir por medios
directos como referendos, plebiscitos o iniciativas populares. Pero eso no es
todo: varias Constituciones, en especial las más recientes, como la boliviana y la
ecuatoriana, han reconocido y fortalecido formas de democracia muy vinculadas
a las autonomías de los pueblos indígenas y otras comunidades étnicas. Por ello
algunos autores hablan de formas de “demodiversidad” o de “democracia
intercultural”, que articulan la democracia representativa, la participativa y la
comunal, de suerte que se trata de “una de las formulaciones constitucionales
sobre democracia más avanzadas del mundo” (Santos, 2010: 110).

2. Perspectiva de la Sociología Política

La sociología política es el estudio del poder y de la intersección de


personalidad, estructura social y política. Con el objeto de comprender el clima
político de las sociedades de nuestra región, y que tiene fuerte incidencia en
nuestro país, en este segundo y último parágrafo rescataré lo elaborado por una

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gran pensadora argentina, Maristella Svampa, quien explora y señala
contundentes conclusiones respecto de las relaciones de poder que emanan del
accionar de los movimientos sociales, teniendo dicho acontecer impacto en la
reconfiguración de la participación ciudadana y en la efectivización de los
derechos atribuidos a las ciudadanías emergentes.
Lo transcripto a continuación, tratará de destacar los contextos de
construcción colectiva de ciudadanía, ya que Svampa indagó sobre el perfil de las
luchas surgidas al calor de la resistencia latinoamericana contra el Consenso de
Washington, a inicios del siglo XXI.
A mi entender, el planteo de esta autora argentina tiene importante
vigencia, continuidad e incluso, elementos de radicalización respecto de las
nuevas resistencias y formas de participación ciudadana vivenciadas en estos
tiempos, donde los protagonismos de las demandas feministas se visibilizan con
potencia, impactando en otros y nuevos planteos como sucede con la petición de
la separación de la Iglesia del Estado (laicismo).
El título del Conversatorio (“Nueva Cartografía de Resistencias”), aunque
con un marco actualizado, obedece a la expresión acuñada por Svampa.

Svampa (2010):

“Desde hace algunos años, América Latina viene experimentando un cambio


de época. Diversos procesos sociales y políticos han ido configurando nuevos
escenarios: la crisis del consenso neoliberal, la relegitimación de los discursos
críticos, la potenciación de diferentes movimientos sociales, en fin, [la
emergencia de gobiernos autodenominados “progresistas” y de centroizquierda,
que valorizan la construcción de un espacio latinoamericano]*, son algunas de
las notas distintivas de una etapa de transición que parece contraponerse a
todas luces con el período anterior, la década de los noventa, marcados por la
sumisión de la política al Consenso de Washington, en nombre de una
globalización unívoca e irresistible.

Breve Aclaración [*]: Respecto de la caracterización de los gobiernos, la


autora en recientes conferencias y comunicados, ha señalado las limitaciones de
los mismos, esbozando duras críticas, dada la involución de los denominados
progresismos a regímenes políticos de dominación tradicional.
Continuamos con Svampa:
“En principio, este cambio de época habilita el retorno de ciertos términos
que habían sido expulsados del lenguaje político y de las academias, tales como
“anti-imperialismo”, “descolonización”, o “emancipación”, vocablo éste último
que en gran medida aparece como el sucesor de la idea de “revolución”.
“Por último, este cambio de época estimula la posibilidad de pensar
creativamente las articulaciones entre Estado y sociedad, entre democracia

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representativa y democracia directa y participativa, entre lo institucional y lo no-
institucional, entre el espacio público estatal y el espacio público no-estatal,
entre otros.
“En rigor, en América Latina, el nuevo ciclo de acción colectiva, que señala
una progresiva acumulación de las luchas contra las reformas neoliberales,
arranca en el año 2000, con la Guerra del Agua, en Cochabamba, y tuvo sus
momentos de inflexión tanto en Argentina, en diciembre de 2001, Ecuador, en
2005, nuevamente Bolivia en 2003 y 2006, entre otros. Fueron entonces las
organizaciones y movimientos sociales los grandes protagonistas de este nuevo
ciclo, los que a través de sus luchas y reivindicaciones, aún de la práctica
insurreccional, lograron abrir la agenda pública y colocar en ella nuevos
problemas: el reclamo frente a la conculcación de los derechos más elementales,
la cuestión de los recursos naturales y de las autonomías indígenas, la crisis de
representación de los sistemas vigentes, contribuyendo con ello a legitimar otras
formas de pensar la política y las relaciones sociales.
“Así, en las últimas décadas, los movimientos sociales en América Latina se
han multiplicado y han extendido su capacidad de representación, esto es, han
ampliado enormemente su plataforma discursiva y representativa en relación a
la sociedad: movimientos indígenas y campesinos, movimientos urbanos
territoriales, movimientos socio-ambientales, movimientos y colectivos lgbt, en
fin, colectivos culturales, dan cuenta de la presencia de un conjunto de
reivindicaciones diferentes, con sus respectivos clivajes identitarios,
configurando un campo multiorganizacional extremadamente complejo en sus
posibilidades de articulación. Heterogéneos en sus demandas, al igual que en
otras latitudes, los movimientos sociales nos trasmiten una tendencia a la
reafirmación de la diferencia y el llamado al reconocimiento. Sin embargo, si la
tendencia a reafirmar la primacía de la diferencia aparece como un rasgo global
de los movimientos sociales, no es menos cierto que en América Latina, en los
últimos tiempos, uno de los problemas centrales y potencialmente unificadores
es aquel de la tierra y del territorio.

Breve Acotación: i) En primer lugar, respecto del planteo sobre la diferencia,


Svampa, Espíndola y Uprimny expresan un análisis parecido. ii) En segundo lugar,
revisando textos de su autoría, resalto que, si bien en esos años (decenio que va
del 2000 a 2010), Svampa no tuvo en cuenta la presencia de las demandas
feministas en la región, sus aportes serán fundamentales a hora de comprender la
potenciación de los mismos y de generar un discurso que legitime dicho
movimiento organizado de mujeres, sumándole a ello que, últimamente, la autora
sí viene destacando –y con mucho énfasis-, la trascendencia del ecofeminismo
respecto de la lucha más global por la igualdad de género, en el marco de esta
nueva cartografía de resistencias.
Profundiza la autora que citamos:
“(…) [Situación] de los pueblos indígenas y campesinos: (…) que pujan por la
defensa de sus derechos culturales y territoriales, reconocidos formalmente por
gran parte de las constituciones latinoamericanas, ante el avance de la frontera
forestal, las grandes represas, la privatización de las tierras o el boom de la soja
transgénica. En términos de David Harvey (2004), la actual etapa de expansión

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del capital puede ser caracterizada como de “acumulación por desposesión”,3
proceso que ha producido nuevos giros y desplazamientos, colocando en el
centro de disputa la cuestión del territorio y el medio-ambiente. Asimismo, la
nueva etapa también aparece asociada a nuevos mecanismos de desposesión,
como la biopiratería o la apropiación de formas culturales y cultivos tradicionales
pertenecientes a los pueblos indígenas y campesinos.
“No es casualidad, entonces, que en este escenario de reprimarización de la
economía, caracterizado por la presencia desmesurada de grandes empresas
transnacionales, se hayan potenciado las luchas ancestrales por la tierra, de la
mano de los movimientos indígenas y campesinos, al tiempo que han surgido
nuevas formas de movilización y participación ciudadana, centradas en la
defensa de los recursos naturales (definidos como “bienes comunes”), la
biodiversidad y el medio ambiente; todo lo cual va diseñando una nueva
cartografía de las resistencias, al tiempo que coloca en el centro de la agenda
política la disputa por lo que se entiende como “desarrollo sustentable”.

* Bibliografía:

Espíndola, Alfredo Martín, “Crisis y Porvenir de la Representación Política Moderna” (capítulo 3.),
en “Crisis y Vitalidad de la Representación Política Moderna en los Regímenes Políticos
Occidentales Actuales. Con especial referencia a América Latina y Argentina. 1989-2009”. 1ª Ed.
Colección TESIS. Facultad de Filosofía y Letras (UNT). 2009. Páginas 188-193.

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Publicado el 10 diciembre de 2016. https://www.revistakairos.org/la-reconstruccion-del-estado-
mirada-desde-la-cuestion-democratica/

Maffía, Diana, en “Charla – Diseño y Estudios de Género". Publicado el día 16 de julio de 2018, por
el Centro Audiovisual Mediateca FADU UBA https://www.youtube.com/watch?v=oPoiOYyPw_A

Svampa, Maristella, en “Debates Latinoamericanos”. Clase 1. Publicado el 19 de enero de 2016


por Facultad Libre. https://www.youtube.com/watch?v=k9LveqKzm3s

Svampa, Maristella, en “Movimientos Sociales, Matrices Socio-Políticos y Nuevos Escenarios en


América Latina” en “Working Papers 01 / 2010”. Universität Kassel. Páginas 7-10.

Uprimny, Rodrigo, en “5. “Las transformaciones constitucionales recientes en América Latina:


tendencias y desafíos”, publicado en “El derecho en América Latina: un mapa para el pensamiento
jurídico del siglo XXI”. Coordinado por César Rodríguez Garavito. 1ª ed. Buenos Aires: Siglo
Veintiuno Editores, 2011. Dirigida por Roberto Gargarella y Paola Bergallo.
http://www.justiciaglobal.net/files/actividades/fi_name_recurso.8.pdf

Zubiría Mutis, Blas, en “Democracia y ciudadanía en América Latina: Dos procesos, dos conceptos
claves en permanente construcción”, (2009) citando a Bustelo, Eduardo: “Expansión de la
Ciudadanía y Construcción Democrática” (1998). (fragmento). Páginas 6-9
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5114846.pdf

Góngora Mera, Manuel Eduardo, en “El Bloque de Constitucionalidad en Argentina y su relevancia


en la lucha contra la impunidad”. Publicado el 19 de enero 19 de 2007.
http://www.menschenrechte.org/lang/es/regionen/argentina-impunidad

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