La coordinadora de Incidencia Política de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latina), Patricia Miranda, destacó la importancia del pronunciamiento de más de 140 organizaciones de todo el mundo que planteó la demanda con motivo del Día Mundial de la Salud. Señaló la pertinencia que para América Latina tiene la iniciativa, que plantea que se anule definitivamente a los países deudores la parte de las deudas que deben pagar este año y que la medida pueda extenderse al año siguiente, de ser necesario. 'América Latina es una región vulnerable, los países de ingreso medio, y más aún los de ingreso medio-bajo en nuestra región no tienen el espacio fiscal para afrontar esta crisis sanitaria y económica', argumentó. Añadió que, por el impacto económico de la inactividad en los países de la región, determinada por la pandemia, millones de trabajadores informales se sumirán en la pobreza; las micro, pequeñas y medianas empresas cerrarán y la pérdida de vidas puede ser aún mayor por la precariedad de sistemas de salud. 'La necesidad de recursos en el corto plazo es apremiante, por lo que la cancelación del pago de la deuda del 2020, e incluso del 2021, sería una medida urgente de acreedores multilaterales, bilaterales y privados', manifestó. Agregó que la lucha de la región contra la crisis económica y de salud causada por la Covid-19 requiere además 'la generación de un fondo de emergencia que no ponga en riesgo la sostenibilidad fiscal y la disponibilidad de nuevos fondos de rápida provisión que permitan afrontar esta crisis múltiple'. El pronunciamiento internacional, de otro lado, advierte que una suspensión y diferimiento de pagos, como sugieren el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, solo retrasará el problema fiscal, sin resolver el problema de fondo, pues los impactos de la pandemia durarán varios años. Plantea que la anulación de la deuda debe aplicarse a todos los acreedores, incluyendo la deuda multilateral, bilateral y privada, para que los recursos liberados apoyen la lucha contra la pandemia y no sirvan al pago de otra deuda. En cuanto al fondo de emergencia propuesto, señala que no debe ser una nueva carga y riesgo en la sostenibilidad de deuda para los países en desarrollo, y debe formarse con donaciones o financiamiento altamente concesional. El pronunciamiento apunta además a acordar un proceso en las Naciones Unidas, para instalar en el largo plazo una restructuración sistemática, oportuna y justa de la deuda.