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MI GRAN GALARDÓN

“Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada;
y será vuestro galardón grande”. (Lucas 6:35)

Hoy quiero que piense en sus relaciones con los demás en términos de llenar un
recipiente y derramar su contenido sobre esas personas. Teniendo esto en mente,
consideremos dos factores importantes.
Primero: ¿qué hay en su recipiente? Jesús señala una serie de cosas que podemos
escoger para derramar sobre los demás: cosas materiales, amor, buenas acciones, dinero,
misericordia y perdón. Una lista realmente impresionante. Sin embargo, el Señor llama
a sus seguidores a una medida aún más elevada. Nos ordena dar a los egoístas, amar a
nuestros enemigos, hacer bien a quienes nos maltratan, prestar sin esperar que nos
devuelvan, y extender perdón y misericordia a quienes no lo merecen.
¿Por qué nos llama Él a una acción tan extrema? Porque como hijos de Dios se espera
de nosotros que tratemos a los demás de la misma manera que Él los trata a ellos,
porque “él es benigno para con los ingratos y malos” (v. 35).
El segundo factor a considerar es el tamaño de nuestro recipiente. Cristo dice que
seremos medidos conforme a cómo midamos a los demás (v. 38). Pero también nos dice
que no esperemos ninguna recompensa de quienes tratamos con amabilidad (v. 35). La
recompensa final por nuestra actitud amorosa y compasiva vendrá, no de ellos, sino del
Altísimo.
¿Qué está usted derramando sobre los demás cada día? Al cubrirlos de compasión,
exhibe el carácter de su Padre celestial y demuestra que es su hijo. Utilice un cubo
grande lleno de amor y de bondad, y descubrirá que el Señor usa un cubo aún más
grande para derramar su bondad sobre usted.

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