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¡Cumple tu ministerio!

18 JULIO, 2018 | Juan Sánchez

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MINISTERIO

¡Cumple tu ministerio!
El pastor fiel corre con el fin de la carrera en mente.

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¿Cómo se verá tu vida al final de tus días, cuando tu ministerio se haya


“cumplido”? Quizá estés comenzando tu ministerio, pero quiero que pienses
sobre cómo esperas que él se vea al final de tu vida.

Cuando todo concluya y “cumplas” tu ministerio, ¿qué habrás logrado? ¿Qué


palabras habrás dicho? ¿Qué legado habrás dejado? ¿A quién dejarás a cargo?
¿Quién estará a tu lado? ¿Qué es lo que más te preocupará? ¿Dónde
descansará tu confianza?

2 Timoteo es la última carta del apóstol Pablo. Él escribe esta carta sabiendo
que ha llegado al final de su vida. Pablo ha cumplido su ministerio (4:6-8) y
quiere que Timoteo cumpla el suyo (4:5): predicar la palabra, no avergonzarse,
y soportar el sufrimiento. Al ver el final de la vida y el ministerio de Pablo,
vemos que para cumplir nuestro ministerio debemos entender cuáles son
nuestras necesidades, qué debe preocuparnos, y dónde descansa nuestra
confianza. Al comenzar tu ministerio, ¿cuál es tu mayor necesidad? ¿Cuál es tu
preocupación primaria? ¿Dónde descansa tu confianza?

Nuestra gran necesidad


Si hemos de cumplir nuestro ministerio, entonces necesitamos amistades que
estén ancladas en el evangelio. Es verdad que Pablo tenía necesidades al final
de su vida. Sentado en una fría prisión con el invierno acercándose, necesitaba
su capa (4:13).

En el ministerio pastoral es fácil olvidar que tenemos necesidades físicas.


Después de todo, somos personas enteras: cuerpo y espíritu. Cuando
descuidamos nuestras necesidades físicas, negamos el hecho de que somos
llamados a glorificar a Dios con todo nuestro cuerpo (1 Co. 6:20). A lo largo de
la historia los cristianos han enterrado a los muertos en vez de quemarlos
porque creemos en la resurrección del cuerpo. Aun así, hoy en día muchos
pastores niegan funcionalmente la resurrección del cuerpo al descuidar sus
cuerpos. Si hemos de cumplir nuestro ministerio, entonces debemos cuidar
nuestros cuerpos, descansando suficientemente y teniendo una dieta saludable.
Hermanos, no descuiden sus necesidades físicas y corporales.

Pero la mayor necesidad de Pablo al final de su vida y ministerio no es física; es


relacional. Pablo anhelaba las relaciones enraizadas en el evangelio que había
construido a lo largo de su ministerio. Nota cómo le pide tres veces a Timoteo
que venga a verlo (4:9, 13, 21). De hecho, Pablo comienza su última carta
dejándole saber a Timoteo que desea verlo, “para llenarme de gozo” (1:4). A lo
largo de su vida, Pablo había hecho muchos amigos en el evangelio. Al final de
su vida y ministerio, Pablo desea tener a Timoteo, su hijo en la fe, a su lado.
Otros se habían ido a ministrar en diferentes lugares (4:10). Solo Lucas
permanecía con Pablo en este tiempo (4:10).

Por supuesto, Pablo también sabía lo que era sentirse abandonado por aquellos
que se hacían llamar sus amigos. Pablo ya le había dicho a Timoteo que todos
“sus amigos” que estaban en Asia lo habían abandonado, incluyendo a Figelo y
Hermógenes (1:15). Y ahora Demas, amando a este mundo, también lo había
desertado (4:10). Asimismo, en su primera defensa, muchos lo habían
abandonado (4:16). Esta es una pena que todos experimentaremos en el
ministerio: la realidad de la deserción y el abandono de nuestros supuestos
compañeros en el evangelio.

Al buscar cumplir tu ministerio, algunas de las personas que más te herirán son
aquellas más cercanas a ti.

“Si hemos de cumplir con nuestro


ministerio, necesitamos pieles
duras y corazones suaves.”

Pero nota cómo Pablo responde. En vez de responder en enojo pecaminoso o
amargura, él dice: “No les sea tomado en cuenta” (4:16). ¡Increíble! Esa es una
lección importante. Si hemos de cumplir con nuestro ministerio, necesitamos
pieles duras y corazones suaves. Cuando vengan ataques o acusaciones,
cuando experimentemos deserciones o abandonos, necesitamos tener una piel
dura, difícil de penetrar, sin devolver mal por mal. Más bien debemos responder
con un corazón suave. Después de todo, nunca sabes si el Señor restaurará a
aquellos amigos con quienes tuviste conflicto.

Vemos esta gracia hermosa en la misma vida de Pablo, ¿no es así? Pablo
pregunta por Juan Marcos (4:11). ¿Recuerdas a Juan Marcos? Él es quien causó
fuertes desacuerdos entre Pablo y Bernabé debido a dudas sobre su utilidad en
el ministerio (Hch. 15:36-40). Aun así, al final de su vida, esta es la misma
persona que Pablo le pide a Timoteo que traiga porque le es útil en el
ministerio.

Mi punto es sencillo. Aunque Pablo tenía muchos amigos en el evangelio (4:19-


21), su mayor necesidad era tener compañerismo con aquellos cercanos a él en
el evangelio. Al empezar tu ministerio y mientras piensas cómo quieres terminar
la carrera, ¿quién estará a tu lado en ese momento? ¿A quién desearás tener a
tu lado? Si hemos de cumplir nuestro ministerio, necesitamos amistades
ancladas profundamente en el evangelio.

Por la gracia de Dios tengo amigos a quienes puedo llamar cuando enfrento
dificultades en la vida y el ministerio. ¿Tienes tú a hermanos así? Si no, cultiva
esas relaciones ahora. Encuentra hermanos con los que puedas verte para orar
en tu ciudad. Reúnanse frecuentemente. Anímense unos a otros. Pero, en
especial, busca cultivar amistades ancladas en el evangelio entre los pastores
(ancianos) de tu propia iglesia. Algunas de las relaciones más significativas que
el Señor me ha dado son aquellas formadas entre los mismos ancianos de mi
iglesia.

Nuestra preocupación primaria


Por supuesto, al final de la vida y ministerio de Pablo, él no solo pensaba en sí
mismo, compadeciéndose de su situación. ¡No! La preocupación central de
Pablo seguía siendo la continuación del ministerio del evangelio. Por eso quería
a Juan Marcos (4:11). A Pablo le preocupaba que el ministerio del evangelio
continuara a través de otros (4:12). Observa cómo al final de su vida él dirige a
otros, orquestando un ministerio fiel en los lugares donde Pablo todavía tenía
influencia (4:10, 12). Recuerda, Pablo está en prisión. Y aun así su mayor
preocupación no es salir de prisión, sino que el evangelio continúe
esparciéndose.

A Pablo también le preocupaba su propio crecimiento en este evangelio (4:13).


En otras palabras, él sigue haciendo lo que le urgía hacer a Timoteo: crecer en
las palabras de Dios que nos hacen sabios para salvación (3:14-17). Pablo
todavía busca ser un hombre de Dios que sea un obrero aprobado en el
ministerio del evangelio (2:15-18). Es por eso que le pide a Timoteo que le traiga
los libros y los pergaminos (4:13). Pablo entiende que la necesidad de crecer en
la gracia y el conocimiento de Jesucristo nunca termina. Hermanos, si hemos de
cumplir con nuestro ministerio, debemos darnos cuenta de que nunca
llegaremos a no necesitar leer y estudiar las Escrituras. Necesitamos continuar
aprendiendo, ser corregidos, ser entrenados en justicia. Entonces, establece
ahora un plan de lectura bíblica regular y estudia la Escritura. Prioriza tus
devocionales personales.

“Algunas de las relaciones más


significativas son aquellas
formadas entre los mismos
pastores de mi iglesia.”


A Pablo le preocupa tanto que el ministerio del evangelio continúe, que


advierte a Timoteo sobre los oponentes del evangelio (4:14-15). En otras
palabras, Pablo quiere asegurarse de que después de haberse ido, el evangelio
continúe esparciéndose, y quiere equipar a Timoteo para estar preparado a la
oposición. Al empezar tu ministerio, piensa en hermanos piadosos y fieles a
quienes confíes el evangelio para que ellos también entrenen a otros (2:1-2)
para que el ministerio del evangelio continúe. Esa debe ser tu preocupación
primaria. Después de todo, no sabes cuánto tiempo el Señor te dará en el
ministerio. Entonces, capacita a otros desde ahora.

Nuestra mayor confianza


Aun así, la confianza para cumplir nuestro ministerio no descansa en nosotros.
Nuestra confianza mayor debe descansar en el Señor Jesucristo. Verás, cuando
otros nos abandonan, es el Señor quien está de nuestro lado. Eso es lo que
Pablo experimentó (4:16-17). Pablo tenía un llamado particular a dar a conocer
el plan de Dios para salvación; es decir, su llamado era llevar el evangelio a los
gentiles. Él fue fiel a ese llamado, pero su confianza no estaba en sí mismo, sino
en Jesucristo.

Mientras que otros, como Alejandro, se oponían a él y le hacían gran daño, fue
el Señor quien rescató a Pablo. El Señor había rescatado a Pablo de la “boca”
de las autoridades gubernamentales, de “la boca del león” (4:17), y de todo mal
en su contra (v. 18; también 3:11). Si hemos de cumplir nuestro ministerio,
necesitamos entender que, en la cultura de hoy, cada vez será más difícil ser
pastor. Pero también necesitamos entender que las puertas del Hades no
prevalecerán en contra de la Iglesia de Jesús. Jesús construirá su Iglesia, y el
evangelio avanzará, ya sea a través de nosotros o a través de otros. Al final de
cuentas, como Pablo, necesitamos confiar en que Jesús nos salvará de este
mundo maligno (4:18) cuando nos lleve a su presencia. Es Jesús quien
restaurará todas las cosas; es Jesús quien regresará y reinará en el reino eterno
en la nueva tierra; es Jesús quien hará todas las cosas nuevas. Nuestros
“fracasos” y “éxitos” no cambiarán el plan eterno de Dios en Jesucristo. Somos
participantes privilegiados en ese plan eterno al proclamar a Jesús como el Rey
resucitado y exaltado sobre todas las cosas. Él es nuestra esperanza, y nuestra
confianza debe descansar en él.
Necesitamos al Señor Jesucristo al principio, en medio, y al final de nuestro
ministerio (4:22). ¿Dónde está tu confianza? No permitas que esté en tus
propios dones, habilidades, creatividad, o inteligencia. No permitas que esté en
tu propio éxito, fama, invitaciones a conferencias, u oportunidades de liderazgo.
Deja que tu confianza descanse en el Señor Jesucristo. Solo Él debe recibir toda
la gloria (4:18).

Conclusión
Al prepararte para empezar tu ministerio, piensa en cómo quieres que termine.
Empieza con el fin en mente. ¿Quién está ahí contigo al final? ¿Cuál es tu mayor
preocupación? ¿Dónde está tu confianza? Construyamos amistades profundas,
duraderas, y centradas en el evangelio con hermanos que podamos llamar en
cualquier momento y que estarán con nosotros en las buenas y en las malas.
Dejemos un legado evangélico que continúe más allá de nuestro ministerio al
entrenar a otros quienes entrenarán a otros también. Y pongamos nuestra
confianza en nuestro Señor Jesucristo, no en nosotros mismos, nuestro
ministerio, o cualquier otra cosa. La gracia sea con todos nosotros (4:22).

IMAGEN: LIGHTSTOCK.

Desde el 2005, Juan ha servido como pastor principal de High Pointe


Baptist Church en Austin, Texas. Es graduado de la Universidad de
Florida (B.M.Ed.) y el Southern Baptist Theological Seminary (M.Div.,
Th.M., Ph.D.). Además de entrenar pastores en los Estados Unidos y
Latinoamérica, Juan es también miembro del concilio de The Gospel
Coalition y presidente de Coalición. En el ámbito denominacional,
Juan sirve como secretario para The Southern Baptists of Texas
Convention, y en el 2016 comenzó a enseñar en el Southern Baptist
Theological Seminary como profesor asistente de teología cristiana.
Juan está casado con Jeanine, y vive en Austin, Texas, al igual que sus
cinco hijas, dos yernos, y dos nietos.

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