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¡Cumple Tu Ministerio! - Coalición Por El Evangelio
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MINISTERIO
¡Cumple tu ministerio!
El pastor fiel corre con el fin de la carrera en mente.
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2 Timoteo es la última carta del apóstol Pablo. Él escribe esta carta sabiendo
que ha llegado al final de su vida. Pablo ha cumplido su ministerio (4:6-8) y
quiere que Timoteo cumpla el suyo (4:5): predicar la palabra, no avergonzarse,
y soportar el sufrimiento. Al ver el final de la vida y el ministerio de Pablo,
vemos que para cumplir nuestro ministerio debemos entender cuáles son
nuestras necesidades, qué debe preocuparnos, y dónde descansa nuestra
confianza. Al comenzar tu ministerio, ¿cuál es tu mayor necesidad? ¿Cuál es tu
preocupación primaria? ¿Dónde descansa tu confianza?
Por supuesto, Pablo también sabía lo que era sentirse abandonado por aquellos
que se hacían llamar sus amigos. Pablo ya le había dicho a Timoteo que todos
“sus amigos” que estaban en Asia lo habían abandonado, incluyendo a Figelo y
Hermógenes (1:15). Y ahora Demas, amando a este mundo, también lo había
desertado (4:10). Asimismo, en su primera defensa, muchos lo habían
abandonado (4:16). Esta es una pena que todos experimentaremos en el
ministerio: la realidad de la deserción y el abandono de nuestros supuestos
compañeros en el evangelio.
Al buscar cumplir tu ministerio, algunas de las personas que más te herirán son
aquellas más cercanas a ti.
Vemos esta gracia hermosa en la misma vida de Pablo, ¿no es así? Pablo
pregunta por Juan Marcos (4:11). ¿Recuerdas a Juan Marcos? Él es quien causó
fuertes desacuerdos entre Pablo y Bernabé debido a dudas sobre su utilidad en
el ministerio (Hch. 15:36-40). Aun así, al final de su vida, esta es la misma
persona que Pablo le pide a Timoteo que traiga porque le es útil en el
ministerio.
Por la gracia de Dios tengo amigos a quienes puedo llamar cuando enfrento
dificultades en la vida y el ministerio. ¿Tienes tú a hermanos así? Si no, cultiva
esas relaciones ahora. Encuentra hermanos con los que puedas verte para orar
en tu ciudad. Reúnanse frecuentemente. Anímense unos a otros. Pero, en
especial, busca cultivar amistades ancladas en el evangelio entre los pastores
(ancianos) de tu propia iglesia. Algunas de las relaciones más significativas que
el Señor me ha dado son aquellas formadas entre los mismos ancianos de mi
iglesia.
Mientras que otros, como Alejandro, se oponían a él y le hacían gran daño, fue
el Señor quien rescató a Pablo. El Señor había rescatado a Pablo de la “boca”
de las autoridades gubernamentales, de “la boca del león” (4:17), y de todo mal
en su contra (v. 18; también 3:11). Si hemos de cumplir nuestro ministerio,
necesitamos entender que, en la cultura de hoy, cada vez será más difícil ser
pastor. Pero también necesitamos entender que las puertas del Hades no
prevalecerán en contra de la Iglesia de Jesús. Jesús construirá su Iglesia, y el
evangelio avanzará, ya sea a través de nosotros o a través de otros. Al final de
cuentas, como Pablo, necesitamos confiar en que Jesús nos salvará de este
mundo maligno (4:18) cuando nos lleve a su presencia. Es Jesús quien
restaurará todas las cosas; es Jesús quien regresará y reinará en el reino eterno
en la nueva tierra; es Jesús quien hará todas las cosas nuevas. Nuestros
“fracasos” y “éxitos” no cambiarán el plan eterno de Dios en Jesucristo. Somos
participantes privilegiados en ese plan eterno al proclamar a Jesús como el Rey
resucitado y exaltado sobre todas las cosas. Él es nuestra esperanza, y nuestra
confianza debe descansar en él.
Necesitamos al Señor Jesucristo al principio, en medio, y al final de nuestro
ministerio (4:22). ¿Dónde está tu confianza? No permitas que esté en tus
propios dones, habilidades, creatividad, o inteligencia. No permitas que esté en
tu propio éxito, fama, invitaciones a conferencias, u oportunidades de liderazgo.
Deja que tu confianza descanse en el Señor Jesucristo. Solo Él debe recibir toda
la gloria (4:18).
Conclusión
Al prepararte para empezar tu ministerio, piensa en cómo quieres que termine.
Empieza con el fin en mente. ¿Quién está ahí contigo al final? ¿Cuál es tu mayor
preocupación? ¿Dónde está tu confianza? Construyamos amistades profundas,
duraderas, y centradas en el evangelio con hermanos que podamos llamar en
cualquier momento y que estarán con nosotros en las buenas y en las malas.
Dejemos un legado evangélico que continúe más allá de nuestro ministerio al
entrenar a otros quienes entrenarán a otros también. Y pongamos nuestra
confianza en nuestro Señor Jesucristo, no en nosotros mismos, nuestro
ministerio, o cualquier otra cosa. La gracia sea con todos nosotros (4:22).
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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MINISTERIO PASTORAL • UNA GUÍA PARA NUEVOS PASTORES