Está en la página 1de 8

 

 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

 
Articulaciones​ ​entre​ ​el​ ​campo​ ​de​ ​la
Comunicación​ ​y​ ​el​ ​Género

El​ ​ciberespacio​ ​como​ ​extensión​ ​del


territorio​ ​de​ ​luchas
​ ​(nuestros​ ​cuerpos)

Ana​ ​Minini​ ​Venega


anamininiv@gmail.com
 
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

El​ ​ciberespacio​ ​como​ ​extensión​ ​del​ ​territorio​ ​de​ ​luchas​ ​(nuestros​ ​cuerpos)
En el marco del Seminario de Articulaciones entre el campo de la Comunicación y el Género,
este trabajo integrador se propone comenzar a indagar en las posibles alianzas entre el
ciberfeminismo y la teoría queer; y cómo en los últimos años las mujeres e identidades
disidentes se han apropiado de la web 2.0 como herramienta para la lucha feminista, tanto
como​ ​medio​ ​de​ ​denuncia,​ ​visibilización,​ ​información​ ​y​ ​para​ ​el​ ​tejido​ ​de​ ​redes.
Atrás se han quedado los años de transición y adaptación a las, en su momento
nuevas, tecnologías. En la actualidad, convivimos con percepciones de la realidad, el tiempo,
el espacio y los vínculos muy diferentes en relación a los de hace veinte años. En un primer
momento, las perspectivas en la academia sobre los cambios que traería Internet estaban
polarizadas: por un lado, las visiones positivas resaltaban la posibilidad democratizadora y
sus virtudes emancipadoras en tanto que Internet ampliaría la participación ciudadana,
facilitaría las movilizaciones políticas, daría voz a lxs marginadxs y representaría un campo
de experimentación para la formación de vínculos e identidades. Por otro lado, denunciaban
sus potenciales peligros: hacer crecer la sociedad de consumo, aumentar el control social de
la​ ​vida​ ​privada​ ​y​ ​la​ ​homogeneización​ ​cultural.​ ​(Bonder,​ ​2001)
En ambas visiones, Internet se entendía aún como lo desconocido, lo que estaba por
venir, el futuro incierto. Hoy, Internet es nuestro presente y el ciberespacio tiene reglas
formales e informales; producción y reproducción de valores; estéticas; estilos de vida e
imaginarios asociados a diferentes relaciones de poder entre géneros, de la misma manera que
se​ ​da​ ​en​ ​el​ ​espacio​ ​no-virtual.
Es el ciberfeminismo una de las corrientes interesadas por estudiar los vínculos entre
las identidades, subjetividades, sujetxs, género y el uso de las tecnologías y la informática:
“se presenta como una búsqueda teórica y política que parte de reconocer que las
computadoras [los smartphones] y el ciberespacio son rasgos ineludibles de nuestro paisaje
social. En lugar de demonizarlo o cuestionarlo en bloque, se proponen trabajar con y sobre él
en torno a un cambio paradigmático que reconceptualice tanto la noción de género como la
concepción​ ​de​ ​la​ ​tecnología”​ ​(2001:​ ​25).
Donna Haraway es una de las exponentes más importantes dentro del ciberfeminismo
ya que planteó a unx nuevx sujetx que rompía con el binomio naturaleza/cultura: el ​cyborg.
Este es un “híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

ficción” (Haraway, 1991: 1). Con este concepto, la profesora y filósofa


estadounidense se aleja de esencialismos respecto al género y al cuerpo e indaga en una
epistemología y política que apunte a la unidad pero que no sea totalizadora, que logre “una
unidad política para afrontar con eficacia las dominaciones de raza, género, sexualidad y
clase”​ ​(1991:​ ​157).
Desde esta línea del ciberfeminismo, el cuerpo se entiende como un ente entre el
poder y lo imaginario que se materializa a través de lo simbólico. Así, representa un mundo
abierto de posibilidades porque no es algo dado ni fijo. Es por eso que las ciberfeministas ven
las relaciones entre cuerpo/máquina como un punto de partida para orientar las luchas
feministas. Para Juan de Dios García Martínez, el feminismo se bate en armas en el
ciberespacio y agrega: “todo cuerpo es un ciberespacio” (2012: 382) porque el cuerpo
también es un campo de batalla, es algo a construir y por lo tanto, la posibilidad de
insurrección. Haraway pensaba en el cyborg como híbrido entre lo humano y la máquina
teniendo en mente a las computadoras pero en la actualidad podemos pensar ese vínculo aún
más fuerte con la masificación de los usos de smartphones; de alguna manera, los teléfonos
móviles están siendo una extensión “maquinaria” de nuestro cuerpo “humano”,
constantemente en contacto, en nuestras manos, bolsillos, carteras, nos acompañan como una
parte​ ​más​ ​de​ ​nuestro​ ​ser.
En los mismos años que Donna Hawaray profundiza en el concepto de cyborg, Judith
Butler construye las bases de lo que sería la teoría queer​. A partir de sus reflexiones,
podemos encontrar puntos en común con el ciberfeminismo para pensar a los cuerpos y las
nuevas (y no tanto) luchas feministas. Butler pone en crisis el binomio naturaleza/cultura que
hasta el momento había sido reproducido desde los estudios de Margaret Mead y Simone de
Beauvoir como la explicación a la diferencia sexual y las desigualdades de género: “La
división sexo/género parece dar por sentada una generalización de ‘el cuerpo’ que existe
antes de la obtención de su significación sexuada. Con frecuencia, este ‘cuerpo’ parece un
medio pasivo que es significado por la inscripción de una fuente cultural percibida como
‘externa’ respecto de él. No obstante, cualquier teoría del cuerpo culturalmente construido
debería poner en duda ‘el cuerpo’ por ser un constructo de generalidad dudosa cuando se
entiende como pasivo y anterior al discurso” (Butler, 2007. 254). Es decir, no hay un
pre-estado natural del cuerpo (y por lo tanto del sexo) previo a lo discursivo sino que éste y
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

los géneros se construyen a través de la performatividad del lenguaje en actos


repetidos​ ​en​ ​la​ ​historia.
Entonces, tanto en la teoría queer como dentro del ciberfeminismo, encontramos la
posibilidad de transformación y creación de identidades abiertas y dinámicas; el cyborg
rompe las barreras entre lo natural/artificial, lo humano/máquina, lo biológico/cultural y
Butler​ ​pone​ ​en​ ​crisis​ ​el​ ​binomio​ ​naturaleza/cultura.

Territorio​ ​de​ ​luchas,​ ​redes​ ​y​ ​resistencias


Partiendo de los planteamientos teóricos de Haraway y Butler, podemos indagar sobre
las diversas formas en que las mujeres e identidades disidentes se han apropiado en los
últimos años de la tecnología, especialmente en el uso de redes sociales: medios alternativos;
denuncias; grupos de apoyo, de aprendizaje; visibilidad a través de campañas virales y
alternativas​ ​a​ ​la​ ​hora​ ​de​ ​vincularse​ ​sexo-afectivamente.
LATFEM1 y DiarioFemenino2 son dos medios informativos feministas de Argentina
con planteles de periodistas y colaboradoras que se reconocen como mujeres feministas; en
sus portales podemos encontrar notas, análisis, investigaciones, reseñas y crónicas desde una
perspectiva interseccional de género/clase/sexualidad/raza. Ambos se vinculan con lxs
lectorxs a través de las redes sociales, además de utilizarlos como medios para difundir sus
notas. A su respecto, en la sección “Quiénes somos” de LATFEM: “Las feministas
históricamente ocupamos el espacio público para poner en escena el mundo que deseamos y
rechazar las opresiones. Hoy la ocupación de ese espacio público se trama en la dialéctica
entre lo virtual y lo que ocurre en las calles”. Por otro lado, DiarioFemenino acepta
abiertamente colaboraciones con la idea de que las voces de las historias que cuentas sean
narradas​ ​por​ ​sus​ ​protagonistas.
En La Plata, durante las elecciones universitarias de la UNLP se hicieron públicas a
través de Facebook una serie de denuncias a abusadores y violadores dentro de
organizaciones políticas de las facultades de Trabajo Social y Humanidades. En primer lugar,
las estudiantes afectadas realizaron sus denuncias públicas a través de estados de la red social
de manera individual, pero con el pasar los días generaron una campaña de denuncia viral con
las fotos de los abusadores. Además, se organizaron bajo la página de Facebook: “Las Pibas

1
​ ​http://latfem.org
2
​ ​http://diariofemenino.com.ar
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

No Nos Callamos Más” y movilizaron asambleas públicas y una marcha


multitudinaria hacia el rectorado de la universidad. En el caso de la facultad de Humanidades,
crearon -también en Facebook- la “Campaña Contra el Acoso en la Fahce” denunciando los
casos de acoso sexual por parte de profesores y exigiendo que se los desvincule de sus cargos
docentes​ ​así​ ​como​ ​la​ ​creación​ ​de​ ​una​ ​Comisión​ ​de​ ​Género.
Pero además, en la web 2.0 se ha generado un espacio más donde lxs feministas
puedan tejer redes: de contención y apoyo, de aprendizaje, de gestión política y laboral, y
sexo-afectivas. En el caso de Facebook, a veces delimitados por zonas geográficas, se han
creado grupos destinados a todas las personas que se reconozcan como feministas:
Maternidades Feministas; De la Copita y demás; Grativiajes Feministas; Transfeministas
Trabajando; Feministas Despatriarcando, entre otros. Asimismo, a través del uso de estos
grupos, se han creado subgrupos de participantes con el fin de vincularse sexo-afectivamente
más allá de las opciones que da el mercado tecnológico con ese fin como las apps Tinder,
Happn y Grindr ya que posibilitan un mayor conocimiento de los perfiles con los que nos
vinculamos.
En estos grupos, que nos pueden hacer acordar a los de autoconciencia de las
feministas radicales de los 70, cada persona tiene un espacio para explicar, contar y expresar
cómo atraviesa sus propias opresiones, sus realidades y modos de resistir o cuestionar(se). Si
seguimos la comparación con los grupos de autoconciencia, podemos pensar que a través de
ellos se pretende de alguna manera (aunque en general no conscientemente) “la
reinterpretación política de la propia vida y poner las bases para su transformación” (De
Miguel, 2002: 242). Además, estos grupos fomentaban sus autoestimas, daban valor a sus
palabras y voces y así podían reconocerse como personas con identidades propias; no se
trataba de cómo debían ser, sino de cómo eran realmente (Varela, 2008). Por ejemplo, en “De
la Copita y demás” encontramos un grupo abierto a mujeres y varones trans con información,
debates y consultas no sólo respecto a la utilización de la copa menstrual sino también de
salud e higiene ginecológica que no parta de los supuestas de la medicina hegemónica,
patriarcal y occidental. Resulta importante mencionar, también, que todos los grupos
mencionados remarcan en sus “reglas” la importancia del reconocimiento de identidades
disidentes,​ ​alejándose​ ​lo​ ​más​ ​posible​ ​de​ ​esencialismos​ ​biologicistas.
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

Es imposible además, pensar en los usos y apropiaciones de la web por parte de


feministas sin mencionar a la consigna #NiUnaMenos. Ya en forma de hashtag3, fue creada
en 2015 por un colectivo de periodistas, artistas y activistas de género denunciando los casos
de femicidio y la violencia machista en el país. Su viralización4 maximizó la convocatoria a
una marcha que se multiplicó en 240 puntos del país (Rosales, 2016). También a través de
redes como Facebook y Twitter, se han organizado y viralizado campañas como el Paro
Internacional de Mujeres con más de 40 países conectados (Laudano, 2017) y
#UnGritoGlobal por el #AbortoLegal que conectó actividades en la mayoría de los países de
Latinoamérica y el Caribe el último 28 de septiembre exigiendo las condiciones para lograr el
acceso al aborto seguro. Este año, se han dado en Twitter dos campañas para denunciar el
acoso y el abuso sexual: #MeToo (Yo también / A mí también en español) en el caso de
Estados Unidos, hashtag que surgió luego de las denuncias públicas hechas al productor
norteamericano Harvey Weinstein y #MiPrimerAcoso en Latinoamérica, con miles de
mujeres contando su primera experiencia frente a varones conocidos y extraños, en sus casas
y​ ​en​ ​las​ ​calles.

Reflexiones​ ​abiertas
Los medios y las dinámicas se han ido transformando a lo largo del tiempo, pero
dentro de las agrupaciones de mujeres e identidades disidentes persiste el surgimiento de
redes de organización y contención; la búsqueda de empatía; la necesidad de que sus voces
sean escuchadas por sí mismas, sin intermediariOs y en primera persona; la necesidad de
mostrar que sus experiencias y realidades no son la excepción, sino que son cotidianas y lxs
atraviesan​ ​configurando​ ​sus​ ​subjetividades.
No obstante, es necesario no caer en la idealización y albergar expectativas
tecnoutópicas (Wilding, 2004) porque el ciberespacio existe en un marco social cuyos planos
económicos, políticos y culturales son heterosexistas y racistas. La web no borra
mágicamente las jerarquías de la sociedad pero es una zona en disputa, es territorio de batalla
como nuestros cuerpos. Es por eso que resulta importante traer a colación el concepto de
cyborg para hibridar, comprometer, descomponer y desarticular el orden heteromasculino en

3
​ ​Un​ ​hashtag​ ​es​ ​una​ ​etiqueta​ ​formada​ ​por​ ​una​ ​o​ ​varias​ ​palabras​ ​precedidos​ ​por​ ​el​ ​numeral​ ​(#)​ ​que​ ​se
utiliza​ ​en​ ​diferentes​ ​plataformas​ ​digitales​ ​para​ ​clasificar,​ ​ordenar​ ​y​ ​agrupar​ ​publicaciones.
4
​ ​La​ ​palabra​ ​viene​ ​de​ ​“virus”​ ​(informático)​ ​y​ ​refiere​ ​a​ ​la​ ​reproducción​ ​exponencial​ ​de​ ​una​ ​publicación
a​ ​través​ ​del​ ​compartir​ ​masivo​ ​de​ ​lxs​ ​usuarixs.
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

todos los espacios de la vida social. Es un punto de partida para seguir pensando
las​ ​luchas​ ​feministas.
Las alianzas entre el ciberfeminismo y la teoría queer nos abren un horizonte
de posibilidades no sólo para la construcción de un paradigma fuera de binomios sino que
también para la constitución de redes y formas de vinculación horizontales y participativas.
Además, destacamos la importancia de las redes sociales para nombrarse, para dar lugar y
espacio​ ​a​ ​las​ ​voces​ ​acalladas,​ ​para​ ​denunciar​ ​e​ ​informarnos.
Sin embargo, más que conclusiones, terminamos con más preguntas para tal vez ser
contestadas -o intentar hacerlo- en el Trabajo Integrador Final de la Especialización: ¿quiénes
son lxs sujetxs de este cibertransfeminismo? ¿cuáles son las intersecciones que atraviesan a
estxs sujetxs respecto a clase y raza? ¿de qué manera se pueden articular estas formas de
vincularnos​ ​con​ ​una​ ​realidad​ ​política​ ​que​ ​aún​ ​está​ ​muy​ ​alejada​ ​del​ ​ciberespacio?
 
 
 
Facultad​ ​de​ ​Periodismo​ ​y​ ​Comunicación​ ​Social   
Universidad​ ​Nacional​ ​de​ ​La​ ​Plata 

Bibliografía
➔ Bonder, Gloria (2001) ​Las nuevas tecnologías de información y las mujeres:
reflexiones necesarias. Reunión de Expertos sobre Globalización, Cambio
Tecnológico​ ​y​ ​Equidad​ ​de​ ​Género.​ ​Sao​ ​Paulo,​ ​Brasil.
➔ Butler, Judith (2007) ​El género en disputa: el feminismo y la subversión de la
identidad.​ ​Paidós​ ​Ibérica.​ ​Barcelona.
➔ De Miguel, Ana (2002) ​Los géneros de la red: los ciberfeminismos. Universidad de A
Coruña.​ ​Mujeres​ ​en​ ​Red.
➔ García Martínez, Juan de Dios (2012) ​Cuerpos Impuros: Butler, Haraway, Preciado.
Thémata.​ ​Revista​ ​de​ ​Filosofía​ ​n​ ​46.​ ​Universidad​ ​de​ ​Sevilla.
➔ Haraway, Donna (1991) ​Manifiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo
socialista a finales del siglo XX en ​Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la
naturaleza.​ ​Cátedra,​ ​Madrid.
➔ Laudano, Claudia (2017) ​Entre asambleas y redes sociales se construye el Paro
Internacional​ ​de​ ​Mujeres.​ ​Recuperado​ ​de
http://www.marcha.org.ar/paro-internacional-de-mujeres-entre-asambleas-y-redes-soc
iales/
➔ Rosales, María Belén (2016) ​#NiUnaMenos y los debates fundantes en comunicación
y género. ​Con X (n 2) FPyCS. Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Buenos
Aires.​ ​Argentina.
➔ Varela, Nuria (2008) ​Feminismo para principiantes. ​Ediciones B, S. A., para el sello
B​ ​de​ ​Bolsillo.​ ​Barcelona.​ ​España.
➔ Wilding, Faith (2004) ​¿Dónde está el feminismo en el ciberfeminismo? ​School of the
Art​ ​Institute​ ​of​ ​Chicago,​ ​Illinois.

También podría gustarte