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Repensar
EL ANTIGUO PERÚ
Aportes desde la Arqueología
IEP
INSTITUTO DE
PONTIFICIA
UNIVERSIDAD
CATOJ.ICA
ESTUDIOS DEL PERU
PERUANOS
Serie: Historia Andina, 46
ISBN: 978-9972-51-621-4
ISSN: 1019-4541
Introducción................................................................................................................................9
Impreso en el Perú
Primera edición: Lima, abril de 2017 I. LOS PRIMEROS HABITANTES (ca. 12.000-3000 a. C.).............................................15
1000 ejemplares
1. La investigación del periodo Precerámico Temprano en el Perú.
Hecho el depósito legal Su historia y perspectivas.
en la Biblioteca Nacional del Perú: 2017-04267 Carmen Verónica Ortiz Torres...............................................................................17
Registro del proyecto editorial
2. El periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca
en la Biblioteca Nacional: 31501131700428
y sus alrededores, Andes centro-sur
Luis Ángel Flores Blanco........................................................................................49
Asistente editorial: Yisleny López
Corrección: Sara Mateos II. LA COMPLEJIDAD SOCIAL EN SUS INICIOS (ca. 3000-200 a. C.).........................85
Diagramación: Silvana Lizarbe
Carátula: Gino Becerra 3. El periodo Arcaico Tardío en perspectiva regional.
Cuidado de edición: Odín del Pozo Nuevos aportes
Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse......................................................................87
Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro
sin permiso de los editores. 4. Estudios sobre el periodo Formativo en los Andes centrales
Christian Mesía Montenegro................................................................................123
5. El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca, Perú.
Nuevos datos y perspectivas
Henry Tantaleán....................................................................................................161
Vega-Centeno Sara-Lafosse, Rafael, ed.
Repensar el antiguo Perú: aportes desde la Arqueología. Lima, IEP; PUCP, 2017 III. MANIFESTACIÓN DE LAS IDENTIDADES (ca. 200 a. C. - 550 d. C.)..................189
(Historia Andina, 46)
6. La cultura mochica: confrontando el modelo estatal con una
1. HISTORIA ANDINA; 2. ÉPOCA PREHISPÁNICA; 3. COLONIA; 4. REPÚBLICA; perspectiva andina
5. POBLACIÓN INDÍGENA; 6. ARQUEOLOGÍA; 7. ANDES; 8. PERÚ Marco Rosas Rintel...............................................................................................191
R
José Luis Pino Matos...........................................................................................441 epensar implica poner en discusión supuestos, afirmaciones y
convicciones. Por otro lado, lejos de ignorar los conocimientos
V.REFLEXIONES FINALES.................................................................................................553
o contribuciones anteriores, repensar supone partir de ellos bus
14. Figurar la historia precolonial andina cando ponerlos en perspectiva. Este esfuerzo reflexivo ha sido la
Gabriel Ramón Joffré...........................................................................................555 inspiración de los trabajos que conforman el presente volumen.
Sobre los autores.....................................................................................................579 Así, partiendo de la idea de repensar, las autoras y autores aquí
reunidos analizan lo que desde el título estamos llamando el Anti guo
Perú, un concepto que merece discutirse. En primer lugar, lo usamos
aquí como alternativa al más frecuente término de “Perú prehispánico”.
Una razón fundamental para hacerlo es la incon veniencia de definir a
una etapa de la historia por negación, en este caso, sobre la base de
que aún no llegaban los españoles. La otra es, sin duda, abrir el
escenario para encontrar, sin esencialis- mos, las líneas de continuidad
y cambio en las poblaciones que habitaron nuestro actual territorio. El
Antiguo Perú puede verse así como una etapa de fundación que —
tal como esperamos se perciba en las diferentes contribuciones de
este volumen— fue testigo de procesos históricos que, si bien
fueron significativamen te afectados en el siglo XVI por la invasión
europea, continuaron
10 I Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse Introducción | 11
desarrollándose y contribuyen a dar fisonomía a lo que llamamos época antigua de la historia del Perú es el motivo de los siguientes
en la actualidad nuestra “comunidad nacional”. artículos.
Tradicionalmente, el Antiguo Perú ha sido estudiado desde la Como suele ocurrir con cualquier estudio de la historia, el del
perspectiva de la “historia andina”. Bajo este concepto se suele hacer Antiguo Perú ha generado (y seguirá haciéndolo) un desafío cons tante
referencia al devenir de una población y una cultura especí ficas de reflexión. Las propuestas para entenderlo suelen ser eva luadas,
frecuentemente englobadas en el término algo difuso de “lo andino”. cuestionadas, renovadas y, eventualmente, reemplazadas.
Desde el punto de vista espacial, suele ser una historia circunscrita a lo En este escenario, se me dio la oportunidad de participar, gra cias
que comúnmente se entiende por Andes, es decir, las zonas altas del a la invitación de Francisco Quiroz, en el V Congreso Nacio nal de
macizo cordillerano. A partir de estas considera ciones, los estudios sobre Historia realizado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos el
la historia andina se han enfocado, prin cipalmente, en las trayectorias de año 2012. En este evento tuve a cargo la organización de un simposio
las poblaciones que habitaron el territorio en cuestión antes de la sobre el Perú prehispánico, ocasión para crear un es pacio en donde se
llegada de los españoles. Luego de este momento de quiebre, la historia pudiese llevar a cabo el tipo de reflexión arriba descrito. De esta
andina ha tendido a ser considerada la de las poblaciones marginales manera, se convocó a un grupo de arqueólogas y arqueólogos
coloniales y, luego, republicanas. connacionales, de una generación formada en uni versidades peruanas
Este fraccionamiento de la historia puede superarse si enten demos entre las décadas de 1980, 1990 y 2000, para que presentase sus
por historia andina al conjunto de procesos y acontecimien tos planteamientos sobre las etapas o formaciones culturales más
ocurridos con las poblaciones que se asentaron y produjeron cultura, a significativas del pasado andino. La idea era que no se tratase
lo largo del tiempo, en el espacio geográfico generado a partir solamente de una compilación de antecedentes, ni que se
del levantamiento tectónico conocido como cordillera de los Andes, restringiese los trabajos a investigaciones específicas. Lo que se buscó
que incluye el piedemonte costero, las cuencas inte randinas, los fue una visión crítica del estado del conocimiento de cada problemática a
páramos de altura y el bosque tropical montano del Oriente. Una tratar y, en el marco de esta reflexión, una postura, sea adscribiendo
perspectiva similar podría contribuir a incorporar en un mismo planteamientos anteriores o presentando ideas innovadoras que
marco histórico a las poblaciones que habitaron a lo largo del permitiesen, por un lado, ofrecer al lector una re visión actualizada de
tiempo en los bosques tropicales de la cuenca del río Amazonas. problemáticas clave del desarrollo histórico andino y, por otro,
La historia del Perú (antiguo, colonial y republicano), enten dida brindar un panorama (aunque aún incompleto) de cómo una
como historia andina e historia amazónica, nos permite asu mir una generación de arqueólogos y arqueólogas ha tratado los temas en
profundidad temporal que nos hace considerar como tal a aquellas cuestión.
etapas de la historia en que la República del Perú no existía ni era En el simposio, pudimos contar con la participación de Ve rónica
concebida o soñada. Es importante, sin embargo, mencionar que se Ortiz, Rafael Vega-Centeno, Christian Mesía, Marco Rosas, Víctor
trata de una lectura de la historia que solo tie ne sentido si se Falcón, Johny Isla, Rafael Segura, Diana Fernández, Luis En rique
asume la relevancia de dichas etapas en nues tro presente y futuro, Castillo, Manuel Perales, Sofía Chacaltana y Gabriel Ramón. Gabriel
más allá de su actual disfrute o utilización como recursos simbólicos tuvo a su cargo los comentarios finales.
o turísticos. Desde esta perspectiva, la Luego de este congreso, convenimos en que valía la pena
compartir las contribuciones allí presentadas con un público más
amplio. Por otro lado, se reconoció que eran varios los temas de
12 | Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse Introducción | 13
la arqueología andina que quedaban sueltos. Por eso se invitó a La tercera parte está compuesta por contribuciones que eva lúan
preparar trabajos semejantes para otros periodos o culturas. De las características de los conocidos desarrollos regionales. Marco
esta manera, se sumaron al esfuerzo Luis Ángel Flores, Henry Tan- Rosas discute la naturaleza de las formaciones sociopolíti- cas
taleán, Luisa Díaz y José Luis Pino. Por un imponderable, Víctor mochicas, mientras que Johny Isla brinda un panorama inte gral de
Falcón no nos pudo acompañar en la versión impresa. la cultura nasca.
Este volumen está lejos de abarcar todos los aspectos, etapas o El volumen continúa con los planteamientos de revisión de las
regiones del Antiguo Perú. Los autores, por otro lado, han opta do épocas en las que surgen formaciones sociopolíticas expansivas.
en forma variada por los sistemas de periodificación procesales (estadios Así, mientras Rafael Segura discute la naturaleza de la “influencia wari”
Arcaico, Formativo, etc.) o taxonómicos (Horizontes e In termedios). Sin en la costa central, Diana Fernández y Luis Enrique Casti llo
duda, alcanzar un acuerdo sobre los conceptos que permiten ordenar la reflexionan sobre los orígenes y procedencia de los plateros chimú,
historia del Antiguo Perú es una tarea pendien te que escapa a este Luisa Díaz estudia el tema de las identidades entre las po blaciones
libro. Lo que hemos hecho ha sido organizar los trabajos a partir de tardías de la costa central, y Manuel Perales analiza la organización
la identificación de cuatro hechos históricos significativos: el política en la región del Mantaro. Finalmente, Sofía Chacaltana revisa la
poblamiento del territorio andino; el desarrollo de la complejidad articulación de poblaciones locales ante la ex pansión inca en el suroeste
social; la manifestación de las identidades regiona les; y el desarrollo del Cuzco, y José Luis Pino nos ofrece una nueva perspectiva sobre
de proyectos políticos expansivos y redefinición de identidades. Con cómo entender la territorialidad (y con ella, la organización) de lo
relación a los dos primeros hechos, hemos considerado pertinente que solemos llamar Tawantinsuyu.
organizar la información de los Andes cen trales y los Andes centro-sur Tal como en el simposio, este volumen culmina con una re flexión
(Lumbreras 1981) de forma separada. sobre cada una de las contribuciones, a cargo de Gabriel Ramón. El
El poblamiento implica no solo un desplazamiento en el terri torio lector notará la perspectiva crítica de este investigador, quien nos
sino una adaptación al mismo, incluidos los procesos inicia les de recuerda que varios de los temas planteados en este volumen, lejos de
transformación de especies en variedades domésticas y de asentamiento haberse cerrado, están abiertos a la discusión. Seguramente varios de los
permanente. De esta manera, el libro comienza con la evaluación autores retomarán esta discusión con Ramón y otros colegas en futuros
de la época de los primeros pobladores de los Andes foros.
centrales, a car go de Verónica Ortiz, y de los Andes centro-sur, Finalmente, quisiera poner en relieve una característica de ia
a cargo de Luis ✓ Angel Flores. Una revisión de las etapas y
procesos obra en su conjunto: su valor como testimonio de diferentes for mas
de sedentarización y domesticación de especies está, lamentable mente, de tratar problemáticas arqueológicas (en función de la for mación de
ausente en este volumen. Remitimos al lector al notable trabajo de pre y posgrado, así como de posición teórica) que, sin embargo, tienen
Elmo León (2013) para suplir esta deficiencia. el denominador común de asumir una perspecti va crítica de los
El desarrollo de las primeras formas complejas de organiza ción modelos con los que los autores crecieron como investigadores. Queda
social es tratado por Rafael Vega-Centeno. Sigue el texto de Christian claro que esta perspectiva no implica una descalificación a priori o una
Mesía sobre el llamado “Fenómeno Chavín”. Mientras ambos artículos postura autosuficiente hacia contri buciones anteriores, sino una
analizan la problemática en cuestión en los Andes centrales, el siguiente, valoración de dichos aportes, revi sando sus fortalezas y exponiendo
de Henry Tantaleán, evalúa procesos seme jantes en los Andes centro- los temas pendientes. De esta manera, se espera que esta perspectiva
sur. contribuya al desarrollo
14 I Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse
del conocimiento. Así, más que textos que buscan cerrar temas,
estos artículos se presentan como una invitación a continuar con
las investigaciones. Se trata, pues, de un volumen que busca ser
una pausa en el camino del conocimiento para revisar, evaluar,
reflexionar y proponer orientaciones. El lector podrá evaluar si se
logró este cometido en las páginas siguientes.
No quiero terminar esta presentación sin expresar mi agra
decimiento a quienes apoyaron este proyecto. Al enterarse del
simposio, Bernardo Haour, desde la Universidad Antonio Ruiz de
Montoya, y Martín Tanaka, desde el Instituto de Estudios Peruanos
(IEP), alentaron con entusiasmo la publicación de sus ponencias.
La participación de Juan Roel fue fundamental en el ordenamiento,
compaginación y diseño inicial del volumen. Finalmente, gracias
I
a las direcciones editoriales del IEP y de la Pontificia Universidad
Católica del Perú (PUCP) por confiar en el proyecto. Esperamos no
haberlas defraudado.
LOS PRIMEROS HABITANTES
(ca. 12.000-3000 a. C.)
Bibliografía
E
n este trabajo se revisan las investigaciones sobre los prime ros
pobladores de los Andes centrales, poniendo en relieve su
trascendencia en cinco tópicos fundamentales: la cronología;
la genética; el medio ambiente; la paleotecnología; las metodolo gías
idóneas para el estudio de estas ocupaciones tempranas en la zona; y
las rutas de ingreso al territorio. Luego se presenta trabajos que
contribuyen al debate y, finalmente, se hace una síntesis del estado de
la cuestión.
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E
n las últimas dos décadas se ha dado a conocer información
muy relevante sobre el periodo Arcaico en los Andes centro-
sur. Como he señalado en un anterior trabajo (Aldenderfer y Flores
2011), la mayor parte se ha centrado en la región costera del sur del
Perú y extremo norte de Chile, y en la sierra occidental de ambos
países, publicándose certeras síntesis y trabajos monográficos (La-
vallée y Julien 2012, Muñoz et ál. 1993, Sandweiss 2003, Standen et
ál. 2004, Wise 1999, Aldenderfer 1998, Núñez y Santoro 1988). Sin
embargo, para otras zonas de la región, entre ellas la cuenca del
lago Titicaca, la situación es algo más problemática.
La información del Arcaico para el Titicaca es escasa, aun que
para el lado peruano se han realizado avances importantes, con
extensas prospecciones arqueológicas, estudios paleoam- bientales, al
menos una excavación intensiva en la cuenca de lla ve y otras
restringidas en toda la región (Aldenderfer 2002, 2012; Craig 2005,
2012; Craig et ál. 2009; Stanish et ál. 2002). Para el lado
sugerir que el poblamiento más temprano de la cuenca correspon de lluvia en la región (Craig et ál. 2009). La ausencia total de sitios
de al Arcaico Temprano, notándose una alta movilidad. del Arcaico Medio en la margen del lago sugiere que el lago mis
Tratando de entender estos datos espaciales, Aldenderfer mo no fue una zona importante para la economía (Adenderfer
(2002) propuso un modelo en que los recolectores del Arcaico 2002). Por ejemplo, el sitio del Arcaico Medio más próximo a la
Temprano establecieron sus bases de residencia al borde de la orilla moderna del lago en la cuenca de Huancané-Putina queda a
puna para explorarla. La densidad de la población fue muy baja y la 12 kilómetros (Cipolla 2005: 59), y en llave, a 15 kilómetros. En las
movilidad muy alta y, por la ubicación de los sitios, se puede inferir prospecciones donde se han reportado evidencias del Arcaico, es
que su subsistencia se basó en recursos ya conocidos. El registro tas se ubican alejadas de la ribera del Titicaca, en la parte interior,
permite inferir que la caza fue la actividad de mayor importancia, junto a los ríos (Adenderfer 2002).
aunque como no se han excavado sitios del Arcaico Temprano, Aunque la población del Acaico Medio ciertamente aumentó,
no existen datos acerca del uso de la vegetación silvestre. Sobre todos los índices de crecimiento sugieren que fue un proceso re
la base de datos tipológicos, se han identificado sitios del Arcaico lativamente lento (Craig 2005). Con la aridez del medioambiente,
Temprano tanto a lo largo del río llave (Aldenderfer y Klink 1996) el cambio de residencia debió ser bastante frecuente y, a la vez,
como en la cuenca del Huancané-Putina (Cipolla 2005), ubicados se redujo la cuantía de los recursos y se circunscribió al recorri
en situaciones muy semejantes. do de los ríos. Por otro lado, la tendencia hacia sitios de mayor
En esta misma línea, Klink (2005) sugiere que estos datos se tamaño durante el Acaico Medio también podría explicarse por
ñalan que el descubrimiento de la puna lo realizaron pequeños una redundancia residencial, no necesariamente por un aumento
grupos de cazadores y recolectores, que viajaban siguiendo el cur de población. Es decir, en algunas situaciones medioambientales,
so de los ríos principales de las sierras occidentales, manteniendo hubo una reocupación frecuente y repetida, ya que los recursos
aún sus bases de residencia en las zonas más bajas. importantes quedaban cerca. A través del tiempo se formaron si
Durante la siguiente fase, en el Arcaico Medio, se ve un aumen tios más grandes con más artefactos desparramados (Craig 2012).
to dramático en la frecuencia de sitios en todas las cuencas (Al En el caso de un crecimiento demográfico, esto pudo ser de
denderfer 2002, 2012). Este incremento en el número de sitios se berse al traslado de poblaciones provenientes de los territorios
puede atribuir a tres factores: un aumento de la población misma; más impactados por la sequía (Adenderfer 2002, 2012). Uno de
tal vez una migración de gente de otras regiones; y principalmente los más afectados por ese fenómeno fue el norte de Chile, donde
un cambio en el patrón residencial. Los sitios se ubicaron prefe Núñez y su equipo (2002) han propuesto que, por su aridez extre
rentemente a lo largo de los ríos tributarios de los cursos de agua ma, se abandonó esta región, dándose lo que se llamó un “silen
principales. En esta lógica espacial, las bases de residencia se dis cio arqueológico”, sobre todo entre 6000 y 2000 a. C. (Cross et ál.
pusieron sobre las terrazas altas que daban a los valles (Rigsby et 2000), sin explicar, sin embargo, dónde se dirigió la gente. Ya he
ál. 2003). Algunos campamentos provisionales se ubicaron dentro señalado que la zona costera surperuana y norchiiena fue un buen
de cuevas y abrigos pequeños, y paros para la caza se localizaron lugar de refugio, pero el interior de los valles de la cuenca del Titi
donde había una buena vista panorámica (Tripcevich 2002). Este caca, como llave y Huancané, pudieron ser también alternativas,
enfoque en los ríos no es sorprendente, ya que el periodo de 4000 al menos temporales.
a 2000 a. C. fue de mucha aridez. El nivel más bajo del lago se ha Durante la etapa final del Acaico Medio (4900 a. C.), y sobre
documentado hacia los 3500 a. C., un hecho que refleja la escasez todo del Tardío (4900-3000 a. C.), ocurren cambios mayores en la
60 | Luis Ángel Flores Blanco
2 / El periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca y sus alrededores | 61
cuenca del Titicaca, tanto en el modelo de asentamiento como en arranca en el 2000 a. C. (Craig et ál. 2009, Rigsby et ál. 2003). En
la economía y el sistema social. esta etapa ya es evidente la domesticación de Chenopodium y de
En comparación con el Arcaico Medio, en el Arcaico Tardío se camélidos (Aldenderfer 2012; Murray 2005).
acentúan los cambios en el patrón de asentamiento y en la eco Hasta ahora, gran parte de la información de los patrones de
nomía: aumenta, por ejemplo, el número de sitios y las puntas de asentamiento descritos proviene del lado occidental del lago Titi
proyectil que se encuentran en los principales ríos tributarios de caca. Para el lado este, en cambio, encuentro una situación algo
la región. Esto sugiere que la población siguió creciendo durante crítica, no solo por la falta de información, sino porque los trabajos
esta fase. Otro cambio que se observa, particularmente después ahí realizados no han reportado evidencias del periodo Arcaico:
de 3000 a. C., es un movimiento general hacia las orillas del lago no se las ha encontrado en la península de Taraco, al sureste del
Titicaca. A pesar de que el lago permanece salado, es probable que lago (Bandy 2001), tampoco en la cuenca baja de Tiwanaku (Alba-
empezara a estabilizarse y que cuando ei clima mejoró, a partir del rracín-Jordán y Mathews 1990), y ni siquiera algo más lejos, en el
1500 a. C., el medioambiente lacustre fuera más atractivo. Esto se departamento de Oruro, en la sierra central boliviana, del cual ya
aprecia en los reconocimientos del Huenque-Ilave y Huancané-Pu- hay un primer informe (McAndrews 2005: 2).
tina (Aldenderfer y Klink 1996,Cipolla 2005, Craig 2005, Klink 2005). Una de las pocas evidencias que se tiene del Arcaico en el lado
En el Arcaico Tardío se acelera también el cambio cultural. En boliviano del lago proviene de la isla del Sol, donde Stanish y sus
el registro arqueológico se hace evidente el consumo de Cheno- colegas (2002) descubrieron una ocupación fechada en 3780 años
podium (quinua) y de camélidos y un proceso que llevó a una vida a. p. (2700-1600 cal. a. C.). Según ellos, al sitio pudo accederse
aldeana. mediante embarcaciones, pero recientes estudios batimétricos
En el aspecto socioeconómico, se acentúa el sistema de in muestran que este lugar pudo haber estado conectado con el
tercambio con comunidades lejanas, lo que habría permitido continente (D’Agostino et ál. 2002).
que algunos individuos sobresalieran, portando objetos Habría que preguntarse si este “vacío arqueológico” es cul
exóticos y vistosos, como las cuentas de oro y turquesa encontradas en tural u obedece a problemas metodológicos. Recientemente, a
Jis- kairumoko, o adquiriendo obsidiana de fuentes tan lejanas como partir de una prospección sistemática y total, se han obtenido los
Chiribaya, en Cotahuasi (Arequipa), a pesar de la ubicuidad del primeros reportes para la región de Oruro, colindante al lago Uru-
sílex de alta calidad usado anteriormente (Aldenderfer 2002, 2004; Uru, donde se señala la presencia de al menos 35 sitios del Arcaico
Aldenderfer et ál. 2008; Craig y Aldenderfer e. p.). Estoy convencido emplazados en las orillas del lago y de seis sitios con componentes
de que estos son datos de un preludio de poder, de una temprana tanto del Arcaico como del Formativo, siendo precisamente estos
desigualdad social, aunque aún sin rastros claros de complejidad; sitios los que muestran una continuidad cultural de fundación para
el caldo de cultivo de lo que luego ocurrirá en el periodo Formativo. el desarrollo formativo Wankarani (Capriles et ál. 2011).
Cambios aún más dramáticos ocurren en el Arcaico Terminal El descubrimiento de estos sitios del Arcaico en Bolivia des
(3000-1900 a. C.). Visto desde una perspectiva regional, aunque pierta nuestro interés. Espero que pronto pueda cristalizarse en
el número de sitios disminuye, su área aumenta, sugiriendo un excavaciones intensivas en alguno de estos asentamientos. Ade
patrón de incorporación de los pobladores. Estos sitios más gran más, como bien lo ha señalado Michel (2008: 154), en Bolivia es
des se sitúan sobre o cerca de las terrazas aluviales, de formación necesario correlacionar las reconstrucciones
nueva, y coinciden con una fase de mejoramiento climático que paleoecológicas
—como la del nivel de agua de los lagos— con la información
62 | Luis Ángel Flores Blanco
2 / El periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca y sus alrededores | 63
arqueológica sobre patrones de asentamiento para poder enten der se ven algunos moledores. La densidad del material lítico recupe rado
el proceso de poblamiento. sugiere una reocupación frecuente. Sin embargo, estas ocu paciones no
Como lo han señalado los propios arqueólogos bolivianos (Arellano produjeron rasgos más permanentes y, por lo mismo, se concluye
1992: 309, Michel 2008, Rivera 2004, Rivera y Strecker 2005: 12), las que fueron breves. Tal vez estas son las evidencias más antiguas de
investigaciones sobre el periodo Arcaico son las me nos desarrolladas un sitio multicomponente del Arcaico Tardío, fe chado hacia los 3300 a.
de Sudamérica y se basan principalmente en estudios no sistemáticos C. (Aldenderfer 2012; Craig 2005: 210, 410,
de sitios superficiales y de sus materiales. 725; Craig 2012).
Por otro lado, el yacimiento de Kaillachuro es un sitio mor tuorio
Los sitios altiplánicos por dentro: excavaciones que consiste en nueve montículos bajos, en cuya superficie se
encontraron puntas de proyectil diagnósticas que Cindy Klink identificó
Fuera de Qillqatani, solamente se han excavado de manera ex tensiva como representativas de varios periodos, desde el Ar caico Temprano
tres sitios en la zona de llave: Pirco, Kaillachuro y Jiskairu- moko. Estos hasta el Formativo (Craig 2005: 403, tabla 7.4). El sitio está sobre un
fueron ubicados en el reconocimiento de Aldenderfer y excavados en montículo natural grande y prominente, desde el que hay una vista
varias campañas por él y sus colegas desde finales de los años impresionante al valle y las pampas del río Aguas Calientes, e incluso
noventa (Aldenderfer 2002, 2012; Aldenderfer y Klink 1996; Klink y a la confluencia con el río Huenque, donde nace el río llave (2005:
Aldenderfer 1996; Craig 2005). 405).
La ocupación de estos sitios recorre el Arcaico Tardío y Termi nal, La excavación en algunos de los montículos de Kaillachuro, como
e incluso el Formativo Temprano, y ha proporcionado nuevos datos los montículos 4 y 6, evidenció la presencia de varios entie rros
sobre el proceso de sedentarización, domesticación e inicio de la secundarios, de los cuales muchos, en particular el montículo 6,
complejidad y desigualdad social en la cuenca. muestran deformación craneal (Aldenderfer 2012, Craig 2005: 687).
Pirco se ubica en la quebrada del mismo nombre, aguas abajo de En el montículo 4 se encontraron los restos de un infante enterrado
la confluencia de los ríos Grande y Uncallane, en la cuenca del río dentro de una caja de piedra cuidadosamente construi da. Asociadas
llave. La ocupación está sobre una pequeña elevación natural en la a este entierro se encontraron pequeñas lascas de obsidiana. El entierro
terraza aluvial T4 y más próxima al río que los otros sitios que estaba además cubierto por un polvo fino de ocre. La base de este
describiré luego (Aldenderfer 2012; Craig 2005: 397, 2012). Durante su entierro se fechó entre 2578 y 2302 a. C., indicando ser una tradición
descubrimiento, en 1995, se identificaron sobre la su perficie puntas de funeraria del Arcaico Terminal (Aiden- derfer 2012: 34-35; Craig 2005:
proyectil, mayormente de rocas basálticas, con alta frecuencia de 403-404, 443, 676, tabla 7.5).
formas pedunculadas con aletas y lanceoladas, asignables tipológicamente Esta tradición funeraria en Kaillachuro continuó hasta el perio do
al Arcaico Tardío (Craig 2005: 395, ta bla 7.2; Klink y Aldenderfer Formativo, tal como lo indican los artefactos cerámicos y azadas de
2005). El sitio fue excavado mediante trincheras en el 2003. Ha sido piedra asociados con los entierros en los niveles superiores de los
interpretado como una ocupación de base residencial de corto plazo, montículos. Esta tradición ha sido interpretada como una posi ble
debido a su estratigrafía super ficial. Se recuperó un entierro humano continuidad étnica entre los habitantes de esta región, aunque no se
secundario, pero sin ajuar funerario. No se han reportado rasgos de niega la posibilidad de una migración demográfica nueva (Craig
basurales o estructuras. El conjunto de artefactos muestra la talla de 2005: 443). Lo que queda claro es que el sitio siguió monu-
puntas de proyectil y mentalizándose. No cabe duda de que los hallazgos de obsidiana
64 | Luís Ángel Flores Blanco
2 / Ei. periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca y sus alrededores | 65
alguno de ellos de obsidiana. Otra mujer adulta (entierro 2) fue Btockl Level
Pjcoi-a
Reconstrucción de un collar de cuentas de oro
y turquesas encontrado en el Entierro 2
enterrada con nueve cuentas de oro y once de turquesa (figura 2.5). ÜJpAft
(Aldenderfer et al. 2008; Flg.4)
ciertos momentos pudieron acceder a sus antepasados, expresan do Perfil estratigrafía» del Bloque 1 donde esta representado el Entierro 2 (Aldenderfer et al. 2008: Flg.2)
2014).
Finalmente, excavaciones restringidas en Ch’uxuqulla y Titin-
huayan, dos sitios en la isla del Sol, en pleno lago Titicaca, brindan
68 | Luts Ángel Flores Blanco
2 / El periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca y sus alrededores | 69
interesantes datos sobre sitios estratificados con ocupaciones de regiones extensas para identificar algunos cuantos sitios atri-
durante el Formativo y Arcaico Terminal. El nivel más bajo de buibles al Arcaico, caracterizados solo por dispersiones líticas en
Ch’uxuqulla, a casi dos metros de profundidad, ha sido fechado en superficie. Otra explicación es que los procesos naturales o cultura les
3780 ± 170 a. p., y en él se ha encontrado lascas de obsidiana y de posdeposición pueden haber contribuido a destruir los registros del
sílex y un núcleo de cuarcita, una clara indicación de la fabricación periodo Arcaico o, quizás, haberlos modificado de tal manera que no
de herramientas en el sitio (Stanish et ál. 2002: 448). En Camata sean reconocibles. Por ejemplo, fuertes procesos antiguos y actuales de
también se halló un nivel temprano (Steadman 1995). remoción de terreno para el cultivo o la potente ocupa ción
arqueológica de sitios del Formativo y Tiwanaku, propios de la región,
Problemas, posibilidades e interpretaciones del periodo pudieron haber destruido evidencias arcaicas. No obstante, esto parece
Arcaico en la cuenca del lago Titicaca inverosímil para el caso boliviano, teniendo en cuenta que trastornos
similares han sucedido en el lado peruano del lago. También puede ser
Aunque los arqueólogos que trabajan en la cuenca del lago Titicaca que la mayor parte del sector boliviano simple mente no fue ocupada
han dado grandes pasos en el conocimiento del periodo Arcaico durante el Arcaico y que recién empezara a serlo con el crecimiento
en esta región, aún se está lejos de comprender muchos aspectos demográfico que debe haberse generado durante el periodo Formativo.
de este proceso cultural inicial. Obviamente, esta situación cam biará Sin embargo, esto parece contrade cirse con la existencia de sitios
a medida que las investigaciones en la región aumenten y que nos más allá de la cuenca del Titicaca, en zonas como Potosí, Oruro,
atrevamos a realizar interpretaciones más sociales, pero esto tomará Chuquisaca y Tarija (Arellano 2000, Capriles et ál. 2011, Michel 2008,
tiempo. Rivera y Calla 2011).
Luego de haber realizado un estado de la cuestión sobre el
periodo Arcaico en la cuenca del Titicaca, queda mencionar algu nos El problema cronológico
temas de estudio que considero importante desarrollar con mayor
profundidad (Aldenderfer y Flores 2011) y hacer algunas sugerencias. La propuesta de Klink y Aldenderfer (2005) es un primer paso im
portante en este camino y un buen complemento a otras tipologías
El problema de los datos regionales (Rick 1980, Santoro y Núñez 1987, Santoro 1989), capaz
además de captar con mayor detalle la variabilidad local en la re gión.
Más allá de los problemas y posibilidades de investigación iden tificados Sin embargo, aún falta contar con una cronología asociada a largas y
para la cuenca del Titicaca, lo que nos preocupa es la disparidad de claras secuencias estratigráficas locales en ambos lados del lago
datos que existe entre el lado peruano y el boliviano, una situación Titicaca, que permita tener intervalos de tiempo específi cos. La
que requiere explicarse. Se podría razonar que, al menos en las cronología, por lo tanto, es un tema todavía pendiente en la región.
prospecciones antiguas, no se previeron sitios del Arcaico y que, por
tanto, estos lugares se pasaron por alto o fueron ignorados. Quizás esto El poblamiento del Titicaca
también se deba a la metodología aplica da. Por nuestra experiencia
en el valle del Ramis (Aldenderfer y Flores 2008), puedo señalar que La mayoría de los arqueólogos que trabajan en la región consideran
se requieren barridos completos que los primeros habitantes llegaron a ella viajando principalmente
70 | Luis Ángel Flores Blanco
2 / El periodo Arcaico en la cuenca del lago Titicaca y sus alrededores | 71
Quilqatani y Soro Mik>aya Patjxa, del Arcaico Medio, y de Jiskairu- Jiskairumoko, donde los cazadores-recolectores residieron ya en
moko, del Arcaico Tardío-Terminal, permiten apreciar un patrón in una aldea, al menos la mitad del año, en la época de lluvias y en
teresante: una ocupación recurrente de sitios, es decir, un apego a parte de la época seca y fría (de noviembre/diciembre a mayo/
ciertos lugares (Haas et ál. 2015), al menos desde el Arcaico Medio, junio). Durante el resto del año, los pobladores pudieron haber se
aunque más claramente al final del Arcaico, llegándose a desarro llar mudado a otros lugares, haberse internado para cazar o haber visitado a
incluso una arquitectura pública en el periodo Formativo. Esto podría otras comunidades como parte del establecimiento de redes de
estar indicándonos una tendencia hacia la concentración de sitios intercambio. Considero, entonces, que el inicio de la vida aldeana, la
como reflejo del incremento demográfico, el desarrollo de la vida domesticación de especies y el comienzo de los inter cambios regionales
sedentaria y la complejidad social (Aldenderfer 2002, Al- denderfer y en el Titicaca no solo deben entenderse como un cambio económico
Flores 2008). Esta recurrencia en la ocupación de sitios del sino sobre todo como un modo distinto de habitar el espacio, pensar el
Arcaico/Formativo también es sugerente para la parte boliviana (Capriles mundo y también intentar explicarlo (Flores 2013, 2014, e. p.).
et ál. 2011). Al final de este artículo, cabe resaltar que después de muchos
Toda esta información me ha permitido proponer anterior mente años de abandono, el periodo Arcaico ha llegado finalmente a
que la aparición de esta complejidad temprana está asocia da a la constituirse como una problemática digna de un estudio extenso.
construcción de un paisaje monumental neolítico reflejo de la Es alentador comprobar que los arqueólogos peruanos y bolivia nos,
domesticación de un pensamiento (Flores 2013, 2014). Con esto y sus colaboradores extranjeros, vienen haciendo enormes esfuerzos
quiero decir que las prácticas naturalizadas de los cazadores- recolectores para definir el Arcaico en sus respectivos países (Alden derfer y Flores
complejos del Titicaca, que empezaron a cambiar su patrón de 2011).
residencia desde el Arcaico Medio, frente a condicio nes
ambientales extremas y buscando dar respuestas a problemas
antropológicos profundos, como la propia muerte, hicieron que Agradecimientos
la gente empezase a regresar a los mismos sitios, especialmen te
Siempre estaré agradecido con Mark Aldenderfer y Nathan Craig
al lugar donde enterraban a sus muertos (Flores e. p.), como ya
por permitirme ingresar a la arqueología del periodo Arcaico en
se sabe que se hizo desde los 8000 años a. p. en el sitio de Soro
la cuenca del lago Titicaca. Además, agradezco a Mark el consen tirme
Mik’aya Patjxa. Ello conllevó a que los sujetos se objetivasen en un
usar las figuras 2.4 y 2.5 de este artículo, y a Nicholas Trip- cevich, la
entorno cada vez más experiencial y a que contasen con una
figura 2.3. Gracias a Rafael Vega-Centeno por invitarme a participar
casa que empezaba a ser “ancestralizada”, imprimiéndose
en este libro. Y finalmente, gracias al revisor anónimo del IEP, cuyos
una semántica compartida, una memoria comunal y la produc ción
comentarios me permitieron mejorar esta versión.
de un lugar propio. Pero junto con ello, también sucedió algo práctico, el
reclamo de un territorio. Además, la propia práctica aldeana permitió
ir creando un sistema existencial cíclico regido por varias de sus Bibliografía
actividades, tales como las festividades alrede dor de los muertos, las
redes de intercambio y los ciclos naturales de su entorno, que Albarracín-Jordán, Juan y James Mathews
1990 Asentamientos prehispánicos del valle de Tiwanaku. Volu
incluían el clima y las primeras actividades de horticultura y pastoreo. men 1. La Paz: Producciones CIMA.
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74 | Luis Ángel Flores Blanco
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LA COMPLEJIDAD SOCIAL
EN SUS INICIOS
(ca. 3000-200 a. C.)
3
EL PERIODO ARCAICO TARDIO
EN PERSPECTIVA REGIONAL
Nuevos aportes
E
l periodo Arcaico Tardío (ca. 3000-1800 a. C.) ha adquirido una
importancia creciente en el estudio de la formación de las so
ciedades complejas en los Andes. Esto se ha debido al incremento
de las evidencias en los últimos años, que han permitido nuevos
enfoques orientados a superar las propuestas que consideraban a
esteperíodocomo una etapa de modestos antecedentes de los de sarrollos
asociados con el posterior periodo Formativo. En efecto, diferentes
hallazgos a lo largo de la historia han servido para cam biar
paradigmas y avanzar hacia un conocimiento más elaborado del
Arcaico Tardío. A mi juicio, actualmente nos encontramos en una
nueva etapa en la que los hallazgos están permitiendo cons truir
nuevas perspectivas hacia el futuro para entender esta etapa de la
historia. Vale la pena, en tal sentido, repasar el derrotero de estos
hallazgos y evaluar su relevancia.
que se fue gestando la civilización andina y en las que, en última Vallé de Casma.ffe
instancia, Chavín aparecía como una síntesis del proceso (Lum breras Sistema de y^H
1981). de PativikaCÍÉ
En tal sentido, si bien los trabajos desarrollados desde de la
década de 1990 en adelante en la costa norcentral permitieron am pliar
el panorama de discusión de la génesis de la civilización an dina Vaílétfél Chillón
hasta el tercer milenio antes de Cristo, nos hicieron regresar al
esquema de centro-periferia, y de la identificación de un foco civilizador
original. Así, Caral o el “Norte Chico” fueron propuestos como los
centros desde donde la civilización andina surgía o, en una visión
más estrecha del concepto de civilización, surgía la “pri mera
civilización andina”.
En contraste, los hallazgos recientes aquí reseñados nos per miten, Figura 3.2. Mapa de los Andes centrales ilustrando las regiones con dinámicas culturales
particulares durante el período Arcaico Tardío.
una vez más, reivindicar el valor de las interacciones en múltiples
direcciones y, por otro lado, los procesos endógenos que generan sus
dinámicas propias. Dentro del área andina, diferentes cuencas o
conjuntos de cuencas serían escenarios paralelos don de las donde los aspectos rituales estarían jugando un rol catalizador de
interacciones entre sus pobladores estarían llevando a for mas de estas dinámicas, reflejando en la proliferación de edificios cere moniales
organización social y política crecientemente complejas, la existencia de unidades sociopolíticas en interacción
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andinas, Julio C. Tello desarrolló un modelo evolutivo a partir
de un proceso singular de innovación cultural seguido de varios
procesos de transmisión cultural, muchos de ellos entretejidos,
los cuales originaron híbridos culturales cuyas fuentes presentan
una dificultad de rastreo proporcional a su profundidad cronológi ca.
Este “big bang” cultural, según Tello, fue monocausal y ocurrió en
la floresta tropical, condicionado por particularidades geográ ficas —
siguiendo un clásico y vigente determinismo ambiental— que
originaron prácticas horticultoras y/o agrícolas, con un fuerte énfasis en
el cultivo de la yuca. Esta idea fue luego adoptada por Lathrap para
explicar los procesos sociales del Formativo en los Andes centrales y
septentrionales.
De acuerdo con Tello, el primer proceso de transmisión cultu ral
ocurrió cuando las gentes de la floresta entraron en contacto con
las de la sierra norcentral (callejón de Conchucos o valle del
128 | Christian Mesía Montenegro previa de experimentación tecnológica, lo cual indicaría que
esta tec nología fue traída de otros lares y podría damos luces rectangulares también se encuentran en la costa
sobre contactos regionales. Siguiendo esta línea de
pensamiento, Lathrap sugirió que alrededor de los 2000 ANE,
gentes de la cuenca del río Ucayali tuvieron contactos con la
cuenca del río Huallaga, encontrándose fragmentos cerámicos
con decoraciones muy similares (Tutishcainyo Temprano
en Yarinacoha y Kotosh Wairajirca en Huánuco). Del mismo
modo, la cerámica temprana de Yarinacocha tiene elementos
que la acercan a la de la floresta tropical colombiana (Lathrap
1960a, 1970), lo cual a su vez explicaría las formas y
decoraciones de esta cerámica en particular. En el caso de la
sierra norte de los Andes centrales, las cerámicas de
Pacopampa y Huacaloma muestran similitudes con la de
Pandanche Temprano, que está a su vez emparentada con
las de Valdivia y Machalilla, como ya se mencionó.
En cuanto a la arquitectura monumental, está presente en
los Andes centrales al menos un milenio antes que la
cerámica, desde el periodo Arcaico Tardío (3000-1800 ANE),
cuando extensos cen tros ceremoniales formaron parte del
paisaje cultural de los valles costeños, con una fuerte
concentración en lo que se ha venido a llamar últimamente
la civilización Caral o Norte Chico (Haas et ál. 2004; Hass y
Creamer 2004, 2006; Shady 1997, 2004; Shady et ál.
2001; Shady y Leyva 2003; Vega-Centeno 2007; Williams
1980), y en menor escala, en la sierra (Bonnier 1983,1997;
Burger y Salazar 1980, 1985; Izumi y Sono 1963). En la
costa, los siguientes elemen tos arquitectónicos fueron las
unidades básicas de construcción: plataformas, montículos y
plazas circulares (Williams 1980), mien tras que en la sierra,
los edificios rectangulares con fogones cen trales fueron los
más comunes. Estos edificios eran relativamente pequeños,
pero debido a que se los cubría constantemente para erigir
nuevas construcciones encima, forman montículos de
has ta 12 metros de altura (Izumi y Sono 1963). Este tipo
de edificio ha dado origen a la llamada tradición
arquitectónica Mito (TAM) (Bonnier 1997), y fue parte de lo
que Burger denominó tradición religiosa Kotosh (TRK)
(Burger y Salazar 1985, Contreras 2010). Es tas estructuras
4 / Estudios sobre el periodo Formativo en los Andes la plaza y/o estucar y decorar la fachada de los edificios
centrales | 129
(Patter- son 1985). San Jacinto es cuatro veces más grande
que La Florida y habría requerido 2 millones de metros cúbicos
central, habiéndose reportado ejemplos en el valle de de material para tan solo nivelar la plaza de 30 hectáreas
Supe y en la costa de Áncash (Pozorski y Pozorski 1987, (Burger 1992).
Shady y Leyva 2003). En el valle de Lurín, los complejos con planta en U se
Durante el Formativo Temprano, las unidades presen tan en pares cercanamente dispuestos: La
arquitectónicas básicas del Arcaico Tardío fueron reagrupadas, Candela, Buenavista; Mina Perdida, Parka; Cardal; Piedra
originando nuevos patrones arquitectónicos. En la costa Liza, Anchucaya (Mesía 2000). En el valle del Rímac, hubo
central, la tradición arqui tectónica de planta en U dominó el al parecer preferencia por disponerlos en la ribera norte del
paisaje de los valles de Lurín, Rímac, Chillón, Garagay y río, más espaciados que en el valle de Lurín (Silva y García
Chancay (Burger y Salazar-Burger 1991, Ravines e Isbell 1997). Esta tradición persistió durante el Formativo Medio,
1975, Silva y García 1997, Williams 1980). Esta arqui tectura cuando diseños iconográficos similares a los encontrados
se caracterizó por un montículo central flanqueado por dos en los ceramios en Chavín de Huántar adornaban las fachadas
plataformas alargadas, las que a su vez cercaban una plaza del montículo central (Mesía 2007).
cua dranglar; en algunos casos se ubicó un pequeño En el valle de Casma se han registrados edificios con
vestíbulo frente al montículo. Adicionalmente, plazas patrones di ferentes a los de la costa central. Los sitios de
circulares fueron construidas en la plaza cuadrangular o a los Sechín Alto, Taukachi- Konkan y Pampa de las Llamas
lados de las plataformas alargadas (Scheele 1970, Williams comparten un patrón arquitectónico conformado por un axis
1980). Para tener idea del tamaño que al canzaron algunos de longitudinal con un montículo de grandes dimensiones a cada
estos edificios, en La Florida trabajaron 6,7 millones de extremo del mismo, y frente a ellos, platafor mas
personas/día, sin incluir el trabajo necesario para nive lar superpuestas con plazas rectangulares y cuartos rectangulares
130 | Christian Mesía Montenegro compuesto de plata formas interconectadas mediante
escalinatas, una plaza cuadran glar hundida y unidades
interpretados como unidades domésticas (Pozorski y Pozorski rectangulares domésticas dispuestas alrededor del
1998). Existen restos de pintura mural en el valle de Casma; complejo. La cerámica encontrada se asemeja a las de
por ejemplo, Moxeque tuvo frisos de hasta 2,5 metros de Pandanche y Huacaloma Temprano (Kaulicke 1975;
alto, que flanqueaban la escalinata que daba acceso a la Tellenbach 1986, 1996; Terada y Onuki 1982).
escalinata del montículo, repre sentando a personajes vestidos El Formativo Temprano se caracteriza por la continuidad
con túnicas y faldellines, uno de los cuales porta en cada de las prácticas constructivas establecidas durante el
mano una serpiente bicéfala (Tello 1956). El valle de Arcaico Tardío, con un fuerte énfasis en la arquitectura
Casma durante este periodo debió de haber sido similar al monumental con grandes plazas y decoración mural.
valle de Supe durante el Arcaico Tardío, con una concentración Arquitectura pública parece ser el término más adecuado, ya
de grandes centros ceremoniales en un área relativamente que proporcionó un espacio apropiado para ceremo nias
pequeña. religiosas (por el tipo de iconografía usado como decoración
En la costa norte, en el valle medio de Jequetepeque, mural), las cuales sin duda enmascaraban motivos políticos. La
el sitio de Montegrande es uno de los más importantes de na turaleza religiosa de las ceremonias fue un filtro que
este periodo en la sección norte de los Andes centrales. Está englobó los as pectos económicos y políticos de estas
sociedades. Esta tendencia se mantiene durante el Formativo 4 / Estudios sobre el periodo Formativo en los Andes
Medio y Tardío, y prácticamente definió los aspectos centrales | 131
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ratory ofthe Institute ofPhysics, Silesian Technical University,
fenómenos sociales desde la llegada de sus primeros pobladores,
Warsaw-Gliwice.
alrededor del 10.000 a. C. (para una discusión sobre el periodo Arcaico,
Zoubek, Thomas véase Aldenderfer y Flores 2011 o Flores en este volumen). Si bien la
1997 “The Initial Period Occupation of Huaca El Gallo/Huaca La demarcación política entre el Perú y Bolivia ha condicionado el
Gallina, Virú Valley, Perú and its Implications for the Guañape desarrollo de la arqueología en la zona del Titicaca, la historia de las
Phase Social Complexity”. Tesis doctoral. New Haven: Uni investigaciones ha estado atravesada por una serie de proyectos que la
versidad de Yale.
superan y que entran en diálogo, aunque a veces poco evidente,
generando una importante retroalimentación entre
ambos lados del lago y entre arqueólogos nacionales y extranjeros.
Asimismo, a pesar de que en la actualidad es una de las zo nas
más pobres de los Andes peruanos y está relativamente poco poblada, su
historia cambiante, especialmente en épocas prehis pánicas, demuestra
la capacidad de los grupos sociales allí asen tados de desarrollar
modelos de organización socioeconómica
Con los primeros viajes de Pedro Cieza de León (2005 [1550]) por
la zona del Titicaca en el siglo XVi, comenzó toda una serie de des Catherine Julien (1983) y Clark Erickson (1983, 1984), realizarán ver
cripciones sobre los restos arqueológicos de esta región. Durante el daderos trabajos científicos en la cuenca norte del Titicaca. Más
siglo XIX, “viajeros” como Charles Wienner (1993 (18801) también recientemente, Charles Stanish (2003), Mark Aldenderfer (1989) y
nos acercaron a la arqueología de la zona. Sin embargo, será a fina otros colegas (Steadman 1995, Craig 2005, Plourde 2006, Cohén
les del siglo XIX, y sobre todo en el siglo XX, cuando generaciones 2010, Arkush 2005, Levine 2012, etc.) han llevado a cabo importan
de investigadores extranjeros nacidos o procedentes de los Esta dos tes investigaciones en esta región.
Unidos, como Adolph Bandelier (1905), Alfred Kidder II (1943), Marión Asimismo, investigadores peruanos, como Luis Valcárcel
Tschopik (1946), John Rowe (1942), Jóhn Hyslop (1979), (1925), quien descubrió científicamente la cultura pukara, o Ju lio
C. Tello, que permaneció en el sitio Pukara durante algunos días
(Tello 1943: 152), aportaron desde el Perú conocimiento so bre la
arqueología de esta zona. Además de estos dos grandes
164 | Henry Tantaleán intelectuales, debe mencionarse a Emilio Vásquez (1937a, 1937b,
1939, 1940), quien publicó una serie de trabajos monográficos so
bre importantes sitios arqueológicos de Puno. Por su parte, José 5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca | 165
María Franco Inojosa (1940) acompañó a Alfred Kidder II en las
primeras excavaciones científicas en Pukara e hizo algunos re desde una incipiente arqueología pero, sobre todo, desde un en
conocimientos en el área. Uno de los discípulos de Tello, Manuel foque etnológico. Más adelante, fue Alfred Kidder II quien por
Chávez Bailón (1950), descubrió la cultura qaluyu e hizo diferentes primera vez excavó en los sitios de Pukara y Qaluyu a finales de
prospecciones en la zona. Adicionalmente, comenzó a definir a los años treinta. Adicionalmente, aunque de manera esporádica,
dicho estilo cerámico en paralelo con John Rowe. Sergio Chávez John Rowe (1956) y Manuel Chávez Bailón (1950) identificaron y
siguió la senda de su padre y desarrolló una extensa investigación definieron la existencia de un estilo de cerámica formativa, que
en la zona, acompañado por Karen Mohr (Chávez 1975, 1988, 1992; Chávez Bailón denominó con el nombre del sitio de Qaluyu.
Chávezy Mohr 1970, 1975). Como decíamos, fue Luis Lumbreras quien en la década de
También debemos a Luis Guillermo Lumbreras una perspecti 1970 realizó algunas excavaciones en el sitio de Pukara, junto con
va panorámica de los procesos sociales en la cuenca del Titicaca algunos de sus colegas-alumnos, entre los que se encontraba Elias
(Lumbreras y Amat 1968, Lumbreras 1974). Lumbreras excavó el Mujica. Fue justamente Mujica quien permaneció un buen tiempo
sitio de Pukara con sus alumnos, como parte de una escuela de ahí a finales de los años sesenta, realizó restauraciones en el edifi
campo. Entre los estudiantes que lo acompañaron en esa experien cio principal de Qalasaya y reexcavó la estructura de patio hundi
cia tenemos a Elias Mujica, quien prosiguió ese trabajo y escribió do que había excavado originalmente Kidder. Asimismo, escribió
importantes artículos sobre el desarrollo económico y político de algunos reportes de su trabajo y presentó algunos modelos de de
esa cultura (Mujica 1987, 1991). En la década de 1970, tenemos a sarrollo económico y político para la cultura pukara (Mujica 1991).
Arturo Ruiz Estrada (1976), quien durante sus excavaciones en la Sería Elizabeth Klarich (2005a, 2005b) quien retomó las excava
necrópolis collao e inca de Sillustani, descubrió lo que terminó co ciones del sitio a finales de la década de 1990, como parte de un
nociéndose como el “Oro de Sillustani”: un conjunto de piezas de programa de investigaciones que se asociaba con los trabajos del
oro y otros metales que debió formar parte del ajuar de la tumba de Programa Collasuyu, donde Charles Stanish y sus alumnos (Aimée
algún miembro de la élite inca/colla allí enterrado. Es importante en Plourde, Karl LaFavre, Amanda Cohén, etc.) se dedicaron a pros pectar
este recuento mencionar también a Rolando Paredes, quien alentó valles de la cuenca norte del Titicaca, así como a realizar excavaciones
y participó en diferentes investigaciones antes señaladas y fue di en sitios formativos del departamento de Puno. El li bro Ancient
rector del Instituto Nacional de Cultura durante muchos años en la Titicaca: The Euolution of Complex Society in Southern Perú and
década de 1990, alentando a otros investigadores a proseguir sus tra Northern Bolivia de Stanish (2003) es, probablemente, uno de los
bajos. Igualmente entre los investigadores destacados se encuentra mejores textos sobre la prehistoria de la cuenca del Titicaca. Por
Juan Palao Berastain, un estudioso de la cultura local. Finalmente, último, la serie de publicaciones titulada Advances in Titicaca
Cecilia Chávez y Edmundo de la Vega han trabajado extensamente Archaeology (Stanish et ál. 2005, Vranich et ál. 2012) ha difundido un
en la zona y colaborado con los equipos de Aldenderfer y Stanish. conjunto de trabajos en la zona.
Para el tema específico de este artículo, Luis E. Valcárcel fue el De esta manera, los estudios de las sociedades formativas en
descubridor científico de la “cultura pukara”, a la cual se aproximó la cuenca del Titicaca, a pesar de ser poco conocidos en la litera
tura arqueológica andina en general, han estado silenciosamente
acumulando evidencia y comenzando a explicar los fenómenos
sociales tempranos en el área. Asimismo, la contraparte boliviana
ha mantenido un diálogo que, desde la época de Uhle, Bennett y
166 | Henry Tantaleán Kidder y, más adelante, Ponce Sanginés, ha posibilitado una inte
rrelación que, a pesar de la frontera, ha generado un comparti
miento de ambiciones en el campo del descubrimiento y de las 5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca | 167
explicaciones arqueológicas.
Igualmente, proyectos de investigación, como el de la Uni amplia sobre los diversos aspectos materiales y antropológicos de
versidad de California en Berkeley, liderado por Christine Hastorf, estos lugares. Sus trabajos nos ayudan a entender ios procesos de
han mantenido una visión vinculante de los procesos históricos a poblamiento, domesticación, sedentarización y complejidad so
ambos lados del lago (Hastorf 1999, 2005, 2008; Roddick y Hastorf cial acaecidos en el denominado periodo Arcaico y el tránsito al
2010). Los arqueólogos bolivianos de las últimas generaciones han Formativo, proviniendo la mayor parte de los datos de contextos
seguido esa tradición. En especial, las publicaciones científicas, domésticos y de reconocimientos regionales sistemáticos.
tales como Textos Antropológicos, Nuevos Aportes o Chachapuma, El Formativo en la cuenca del Titicaca se ha dividido en tres
representan buenos ejemplos del estado de la arqueología boli etapas: Formativo Temprano (2000-1300 a. C.), Formativo Medio
viana que, pese a sus problemas internos, sigue divulgando sus (1300-500 a. C.) y Formativo Superior (500 a. C.-400 d. C.) (Stanish
investigaciones más recientes, sobre todo las referidas al periodo 2003). Para la primera etapa tenemos a las primeras organizacio
Formativo. En realidad, existe toda una nueva generación de ar nes sociales asentadas permanentemente en aldeas y relaciona
queólogos bolivianos enfocados en el estudio del Formativo en la das con las más antiguas vasijas cerámicas, aunque todavía no
zona del Titicaca que pertenece a su país. quedan claros otros aspectos de su cultura material. Es, por otro
lado, una época en la que todavía muchos de los elementos de la
El estado del conocimiento sobre el periodo época previa subsisten, pero en la que comienza a aparecer cierto
Formativo en el lado peruano de la cuenca del nivel de organización política, la economía de las comunidades
Titicaca se diversifica y aumentan claramente la población y las relaciones
entre comunidades agropastoriles. Sin duda, es una etapa del For
En una reciente síntesis de los estudios sobre el Arcaico —etapa mativo que necesita mayor investigación (para una síntesis de este
previa al Formativo—, Aldenderfer (2012) reúne la mayor parte de periodo, véase Stanish 2003: 99-109).
la información sobre ese periodo. Documenta el paso de una épo A diferencia de la situación anterior, el Formativo Medio está
ca sin cerámica a una con cerámica en el sitio de Jiskairumoko y claramente relacionado con lo que los investigadores han venido
en otros en el valle del llave, lo que ofrece una idea de cómo pudo llamando “cultura qaluyu”, la cual domina, por medio de sus asen
haberse dado este proceso (también consultar 2005 y Craig 2005). tamientos aldeanos, la mayor parte de esta época. Con respecto a
Asimismo, el patrón de asentamientos en el valle del Huancané- los estudios sobre el estilo cerámico Qaluyu, desde su descubri
Putina realizado por el equipo de Stanish nos plantea una tempra miento casi en paralelo por John Rowe y Manuel Chávez Bailón,
na utilización de estos espacios vallunos y cercanos al lago Titicaca en los últimos 15 años se ha avanzado considerablemente en el
(Cipolla 2005). conocimiento de los grupos sociales relacionados con él. Las in
Por su parte, Nathan Craig (2005, 2012) describe el desarrollo vestigaciones de Stanish (2003), Plourde (2006), Cohén (2010) y
de las primeras aldeas en el valle de llave. Craig, quien ha acom Tantaleán (2010) han aportado numerosos datos acerca de la for
pañado en diferentes momentos a Aldenderfer en su preocupa ma de vida de estos grupos humanos.
ción por los primeros asentamientos humanos, ofrece una visión Posteriormente, en el Formativo Superior, los grupos sociales
se identificaron con una tradición litoescultórica y cerámica de
nominada Pukara por el sitio epónimo y más extenso de la épo
ca, que se prolonga desde los 500 a. C. hasta los 400 d. C. Como
168 ] Henry Tantaleán hemos dicho, en los últimos años Elizabeth Klarich (2005a) ha sido
la principal investigadora de esta sociedad mediante sus excava
ciones en el sitio epónimo y la prospección del área adyacente. 5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca | 169
Klarich (2005b) realiza una importante síntesis de lo avanzado en
el conocimiento de la cultura pukara, demostrando que si bien los este reconocimiento de los asentamientos, la litoescultura, la ce
festines son importantes en estos primeros centros de poder, las es rámica, la producción de artefactos líricos, entre otros aspectos,
trategias variaron en el tiempo, de una inclusiva a otra excluyente. quedan en condiciones de establecer objetivamente la presencia
Por su parte, el proyecto de reconocimiento arqueológico y las de los grupos sociales vinculados con qaluyu y pukara, avanzando
excavaciones de MarkAldenderfer y asociados, como Nathan Craig una perspectiva crítica acerca de cómo se han construido estas
y Luis Flores Blanco, nos introducen en el tema de las primeras culturas arqueológicas y ofreciéndonos datos que pueden ayudar
sociedades agrícolas y sus técnicas (como las qochas) para hacer a entender mejor los fenómenos relacionados con estos tempra
frente a las condiciones medioambientales de la cuenca norte del nos asentamientos agrícolas y pastoriles. De hecho, gracias a este
Titicaca (Craig et ál. 2011, Flores et ál. 2011). Sus trabajos se basan trabajo se pudieron realizar excavaciones arqueológicas restringi
en investigaciones previas, como las realizadas por Jorge Flores das en un sitio de ese valle, que describiremos para sustentar las
Ochoa y Percy Paz (1983), a las cuales le han sumado sus propios nuevas perspectivas que se presentan en este artículo.
estudios de prospección y sus excavaciones restringidas en las qo En general, se puede decir que existe un importante avance
chas y sitios asociados, mostrándonos un panorama mucho más en el registro de los restos arqueológicos desde el mismo sitio de
preciso de la geomorfología, arqueología y antropología relacio Pukara y muchos otros asociados con el estilo precedente de Qa
nadas con las estrategias agrícolas tempranas en la cuenca del río luyu, hasta la etapa en que pukara se consolida como una entidad
Pucará, que se podría ampliar hacia otras zonas del altiplano. política en la región.
Posteriormente, los trabajos de Abigail Levine, Cecilia Chávez,
Amanda Cohén, Aimée Plourde y Charles Stanish nos ofrecen im
Una explicación del desarrollo social en la cuenca
portantes propuestas arqueológicas sobre el proceso que permitió
norte del Titicaca durante el Formativo
que las sociedades adquirieran complejidad a partir del Formativo,
cuando encontramos a las culturas denominadas qaluyu, pukara
Según nuestras investigaciones, los asentamientos de los grupos
y, últimamente, taraco (Stanish y Levine 2011). En estos trabajos,
sociales relacionados con el estilo cerámico Qaluyu (1400-400 a. C.)
los autores sostienen la importancia que tuvieron los espacios ce
comparten muchos objetos; no hemos encontrado hasta la fecha
remoniales que llegaron a consolidarse en el denominado “com
una distribución diferenciada de la producción material en estos si
plejo Kalasasaya” (como los patios hundidos), para ellos un claro
tios (Tantaleán 2010, Tantaleán y Leyva 2011) (figura 5.2). De hecho,
reflejo de la complejización social y del desarrollo de liderazgos
ni las investigaciones de otros colegas ni las nuestras han
políticos y económicos.
adverti do diferenciaciones en los espacios arquitectónicos, más
Por su parte, Henry Tantaleán, Michiel Zegarra, Alex Gonzá-
allá de las residenciales o funcionales. Si bien se han detectado
les y Carlos Zapata Benites (2012), sobre la base de su trabajo de
algunas construcciones que se podrían definir como plazas
campo en el valle del río Quilcamayo-Tintiri, en la provincia de
hundidas en los sitios qaluyu, ellas forman parte del mismo sitio y
Azángaro, logran caracterizar la materialidad social. A partir de
no se hallan artefactos diferentes de los de otros sectores del
asentamiento. Por ejemplo, el tipo de cerámica que se encuentra en
estos amplios espacios es la misma que la de sectores que uno
bien podría de finir como domésticos. Si existe alguna
diferencia, dependerá de la cantidad y no de la calidad de
artefactos. Toda esta propuesta
170 I Henry Tantaleán
5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca [171
explicativa se vio confirmada por nuestras investigaciones en el va
lle del Quilcamayo-Tintiri, en Azángaro (Tantaleán 2010, Tantaleán
A partir de su existencia como objeto relevante dentro del paisaje
y Zapata Benites 2014), por las prospecciones de Amanda Cohén
construido del asentamiento y el paisaje asociado a objetos del es
(2010) en el valle de Pukara, y por las de Stanish y su equipo (2014)
tilo Qaluyu, se desarrollaron y confluyeron prácticas sociopolíticas
en el valle del Huancané-Putina.
y, también, socioideológicas que reprodujeron relaciones sociales
De todos los objetos reconocidos como propios del estilo Qalu-
“colectivizantes”. Asimismo, las vasijas cerámicas de estilo Qaluyu,
yu, el principal es definitivamente la huanca (un pilar piedra), tan
en sus diferentes formas y decoraciones, se hallan en todos los si
to por su singularidad como por su volumen, aspecto y ubicación.
tios y sus sectores, y su producción pudo ser local o se las adquirió
Cuando esta huanca se encuentra asociada a plazas hundidas, se
en otras poblaciones productoras (figura 5.3). De esta manera, se
halla en un lugar “especial” dentro del asentamiento, aunque no
puede plantear que en los sitios qaluyu no existen otros objetos más
segregado materialmente de los otros sectores. Evidentemente, se
allá de los producidos localmente. Todos son objetos comunes y se
realizó un gran esfuerzo colectivo en su producción, y el espacio que
hedían, también, en espacios comunes para el grupo social.
la albergaba se destinó a un culto que congregaba a los comune
En el caso de los asentamientos relacionados con objetos del
ros como parte de actividades colectivas (Tantaleán y Leyva 2010).
estilo Pukara (400 a. C.-350 d. C.), ellos se construyeron en dos
espacios físicos: en sitios anteriormente ocupados (qaluyu) o en
sitios sin ocupación previa (Tantaleán y Leyva 2010). Cuando se
fundaron nuevos sitios pukara que no estaban directamente re
lacionados con la producción agrícola precedente, se eligieron
lugares que controlaban otros tipos de espacios productivos y/o
rutas naturales de acceso a otras zonas ecológicas. Dichos sitios
compartieron un diseño arquitectónico básico, que incluía edifica
ciones monumentales de tipo platafórmico, grandes recintos rec
tangulares, plazas hundidas y, por supuesto, litoescultura (figura
5.4). Por primera vez en la región, se puede hablar de una verda
dera jerarquía de asentamientos.
En los sitios donde se encuentran objetos de estilo Pukara,
estos artefactos se hallan ubicados en sectores diferenciados del
asentamiento y se distinguen, principalmente, por la calidad de su
producción. La cerámica decorada se halla en sectores específi
cos de los sitios y, sobre todo, la variedad no doméstica se encuen
tra en espacios destinados a prácticas alejadas de las comunes o
cotidianas.
De todos los objetos reconocidos como parte de la cultura ma
Figura 5.2. Vista de un sector del sitio de Qaluyu. terial pukara, la litoescultura es sin lugar a dudas primordial (sensu
Lull 2007), tanto por su material como por su producción, volu
men y ubicación en los principales sectores de los montículos y
172 | Henry Tantaleán
5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca | 173
que los reúnen nos señalan prácticas sociales en las que la dis tribución
y el consumo fueron asimétricos y se concentraron en lugares elegidos
por un grupo específico de la sociedad.
Adicionalmente, nuestras investigaciones en el valle del Quil-
camayo-Tinriri, en Azángaro y, en especial, nuestras excavaciones
en el sitio de Chaupisawakasi, nos sugieren que la sociedad puka ra
creó sitios fuera del área que constituía su núcleo (Tantaleán y Zapata
Benites 2014). Al menos, cuatro de los grandes sitios con material
pukara encontrados en el valle del Quilcamayo-Tintiri corresponderían a
i
centros político-ceremoniales. Entre sus dife
i
rentes funciones ceremoniales, económicas y políticas, estos si tios
controlaron una de las rutas que conducen del altiplano a la ceja de
selva. Asimismo, cada uno de los sitios controlaba espa cialmente
importantes áreas de qochas. Nuestras excavaciones en Chaupisawakasi,
uno de estos sitios pukara, demuestran que se in virtió un importante
tiempo y esfuerzo humano en la construcción de una plataforma
monumental de piedra y barro, que incluyó una estructura
arquitectónica compuesta por una plaza y recintos cuadrangulares en su
cima. Las excavaciones comprobaron que la edificación se realizó
asociada con material cerámico Pukara Clásico. Los depósitos
arqueológicos tenían una gran cantidad de desechos de consumo a
escala supradoméstica, con una calidad más allá de la de un simple
grupo social rural. De hecho, se encon traron artefactos que uno podría
definir como de élite: cerámica de estilo Pukara polícroma, minerales
I exóticos (como crisocola), cuentas de hueso, restos de animales de
origen costeño, etc.
Los fechados radiocarbónicos asociados a capas con material
r
pukara en Chaupisawakasi, además, coinciden con el momento
de mayor expansión de pukara en la cuenca norte del Titicaca,
registrado alrededor del siglo I antes de Cristo. Esto se vincula,
efectivamente, con la expansión de pukara hacia el sitio de Taraco
(Stanish y Levine 2011). Así, pues, gracias a nuestros datos y los de
-t
otros colegas, se puede afirmar que pukara fue un Estado expansi vo
Figura 5.5. Estela escalonada del sitio de Can que controló áreas más allá del valle de Pukara de una manera sistemática
cha Cancha Asiruni (provincia de Azángaro),
asociado con el sitio cerámico y lítico Pukara. y efectiva.
176 | Henry Tantaleán
Está situación socioeconómica y sociopolítica se mantendrá
relativamente estable hasta el 400 d. C., cuando nuevas prácticas 5 / El periodo Formativo en la cuenca norte del Titicaca | 177
sociales desconocieron estos objetos y los lugares que los alber gaban.
Posteriormente, los espacios arquitectónicos pukara solo serán visitados por otras sociedades prehispánicas, como los co llas,
que los usaron como fuente de materiales de construcción para
enterrar a sus muertos en tumbas de tipo cista y, posiblemen te,
como huacas. Así, la materia de la que estaban hechos estos espacios
arquitectónicos seguirá siendo parte de nuevas prácticas sociales, aunque
con otras particularidades que habrá que com prender en su contexto
histórico.
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III
MANIFESTACIÓN
DE LAS IDENTIDADES
REGIONALES
(ca. 200 a. C. - 550 d. C.)
6
LA CULTURA MOCHICA:
CONFRONTANDO EL MODELO ESTATAL
CON UNA PERSPECTIVA ANDINA
E
ste artículo busca cuestionar la validez de un modelo de or
ganización política propuesto para la cultura mochica, que
cuenta actualmente con amplia aceptación entre arqueólogos na
cionales y extranjeros. Dicho modelo, denominado modelo esta
tal mochica, surgió a finales de la década de 1970 de los aportes
de distintos miembros del Proyecto Chan Chan - Valle de Moche
(Bawden 1977, Conrad 1978: 282-283, Moseley 1978a: 523-524, Topic
1977), y propone que los mochicas estuvieron integrados bajo un
sistema estatal multivalles. La evaluación crítica de este modelo
se centra en tres de sus principales supuestos: a) la idea del ex
pansionismo mochica por conquista militar; b) la propuesta de la
secuencia cerámica única; y c) la noción de la integridad temática
de la iconografía mochica.
Como contraste, propongo en este trabajo un esquema teórico
I alternativo inspirado en información etnohistórica. Este modelo,
que denomino modelo de segmentación política en parcialidades,
plantea que los mochicas se organizaron en múltiples unidades
1. Correo-e: <rosasrintel@gmail.com>.
192 | Marco Rosas Rintel políticas autónomas. La viabilidad de este segundo modelo se
jus tifica a partir de la evaluación de tres supuestos que
derivan de él y que se oponen a los del modelo estatal hoy en día, se cristalizó en un seminario de arqueología
mochica: a) la idea del ex pansionismo por medios pacíficos; andina titulado “La
b) la propuesta de las múltiples secuencias cerámicas; y c) la
noción de la diversidad temática de la iconografía
mochica. Se arguye que la evidencia de las recien tes
investigaciones de sitios mochicas favorece los supuestos del
modelo etnohistórico.
Figura 6.2. Vista aérea de un valle imaginario de la costa norte, mostrando el curso del río,
el valle aluvial, canales prehispánicos y sitios con grandes huacas asociados a estos últimos.
6. En este punto, me adhiero a una opinión vertida por María Rostworowski (2008:
201), quien resalta la común confusión de muchos arqueólogos andi nos al
explicar las amplias difusiones territoriales que evidencian algunos estilos
cerámicos preincas en términos de “guerras y conquistas”, ignoran do el
importante rol cumplido por estos centros de peregrinación.
214 | Marco Rosas Rintel los tres casos que considero más notables.
Caso 2: valle de Jequetepeque Figura 6.4. Comparación de fechados entre la zona urbana moche y el sitio de Galindo.
La diversidad temática de la iconografía mochica presentación de sangre en una copa, y posiblemente un repertorio
elemental de divinidades), cada grupo habría reinterpretado estos
El modelo de segmentación política en parcialidades también pone en
preceptos según sus propias particularidades, generando, en el re gistro
duda la propuesta de la integridad temática de la iconografía mochica.
arqueológico, un corpus iconográfico de inusitada riqueza. La
Algunas parcialidades políticamente autónomas habrían tenido su
variedad de imágenes que decoran los huacos mochicas que encontramos
origen en tiempos anteriores a la gran difusión de la ideo logía mochica.
en los museos, que muy bien puede reflejar un caso de
Desde tiempos inmemoriales, estas parcialidades habrían enarbolado
“representación abreviada”, no haría alusión a 19 temas espe cíficos,
sus propias creencias locales, muchas veces relacionadas con elementos sino a una variedad de temas cuyo número queda aún por precisar.
notables del paisaje de su localidad (como cerros, lagunas o islas).
Al integrarse a la cultura mochica, los líderes de estas parcialidades
habrían aprovechado los medios de expresión que ofrecía esta nueva Conclusiones
ideología para manifestar ma terialmente sus creencias particulares. El
resultado de esta adap tación sería una plétora de expresiones En este artículo, se han confrontado y evaluado críticamente dos
iconográficas regionales. modelos que aluden a la organización política de la cultura mochi
La diversidad de cultos de las sociedades andinas prehispá nicas ca: el modelo estatal mochica y el modelo de segmentación política
es un hecho que ha sido documentado a partir de distintos medios. La en parcialidades. La validez de estos modelos ha sido contrastada
evidencia más notable podría estar constituida por los distintos a partir de un examen crítico de tres supuestos fundamentales que
documentos oficiales legados por los “extirpadores de idolatrías” que derivan de ellos. Estos supuestos se refieren a la manera como se
recorrieron el territorio del Perú en los siglos XVI y XVII (Arriaga 1999 habría difundido la cultura mochica, el número de secuencias cerá
[1621], Duviols 2003, Polia 1999). El jesuíta Pa blo Joseph de Arriaga micas que pueden ser identificadas para esta cultura, y la variedad
(1999 [1621 ]: 31), por ejemplo, en el periplo que realizó por las de temas iconográficos producidos por los mochicas. En general, la
provincias de Huacho y Cajatambo entre 1617 y 1618, documentó que evaluación ha generado resultados desfavorables para los supuestos
cada parcialidad tenía una huaca principal (y otras menores), a la del modelo estatal mochica. Al margen de que la asumida integra
que consideraba su ente protector y de la que tomaba su nombre. ción administrativa de un vasto territorio multivalles nunca ha sido
Para el caso de las parcialidades mochi- cas, es altamente probable adecuadamente probada, hasta ahora no han sido detectadas cla
que cada una haya contado también con una huaca principal y otras ras fortificaciones asignables a las fases Mochica III y IV, el supuesto
subsidiarias. Incluso en el caso de que algunas hayan seleccionado carácter militarista de la iconografía mochica es igualmente expli
la misma imagen para represen tar a su divinidad tutelar (por cable en función de las actividades rituales, la cerámica mochica
ejemplo, el “Dios Búho”), cada una de estas imágenes conllevaría un parece admitir una gran variedad de estilos regionales, y existen
significado y correspondencias iconográficas distintas en territorios indicios para afirmar la existencia de temas iconográficos locales.
diferentes. Es justo reconocer, sin embargo, que la evidencia revisada
Por lo tanto, si bien es cierto que las élites regionales que adop taron tampoco respalda, de manera definitiva, los supuestos del modelo
la ideología mochica habrían compartido una serie de pre ceptos alternativo. Tres casos citados en este artículo prueban la coexis tencia
básicos propios de esta ideología (como el énfasis en las batallas de tradiciones cerámicas paralelas en tres valles distintos. Aunque estos
rituales, la ceremonia del sacrificio humano seguida de la casos parecen indicar la existencia de parcialidades
220 I Marco Rosas Rintel 6 / La cultura mochica | 221
autónomas en estas regiones, falta aún evidencia que permita ge neralizar de correspondencias genéticas entre individuos mochicas y galli nazo
esta propuesta para abarcar toda el área cultural mochica. También inhumados en el sitio de El Castillo, en el valle del Santa (2008: 188).
subsiste un escaso respaldo material para los supuestos adicionales del Otro tipo de análisis especializado con potencial de produ cir
modelo, como son la difusión por medios ideo lógicos y la resultados favorables se refiere a estudios de composición de pastas
multiplicidad de temas iconográficos mochica. A mi entender, sin cerámicas. Por ejemplo, y en perfecta concordancia con el caso aquí
embargo, esta escasez es más producto de una des atención de los tratado, en la arqueología del suroeste de los Estados Unidos se ha
arqueólogos, que de la inexistencia de esta eviden cia. Si bien el sugerido que los grupos hohokam que habitaron el área nuclear de
modelo de segmentación política en parcialidades denota una los ríos Salt y Gila conformaron “comunidades de irrigación” autónomas,
antigüedad similar a la del modelo estatal mochica, es este último el identificables a partir de asentamientos dis tribuidos a lo largo del curso
que ha concitado un número desproporcionalmente mayor de de canales mayores (Crown 1987, Fish y Fish 1991: 163, Gregory
seguidores. 1991: 170). Pues bien, un análisis recien te de pastas cerámicas
Por eso, este artículo persigue, como un propósito ulterior, con desarrollado por Abbott (1994) ha ofrecido una prueba de esta
vencer a mis colegas de considerar los postulados del modelo de autonomía, demostrando que los sitios asocia dos al “sistema de
segmentación política en las parcialidades que forman parte de sus canales 2” del área de Phoenix intercambiaron vasijas domésticas entre
investigaciones. Este cambio de actitud implicaría, empero, una ellos más frecuentemente que con sitios ubicados en sistemas de canales
postura valiente que no solo se limitaría a tomar más fechados ra- vecinos.
diocarbónicos o a desarrollar descripciones y cuantificaciones más Finalmente, y para concluir, si bien en este artículo se han pre
detalladas de la cerámica hallada en las excavaciones. También sentado argumentos que desacreditan al modelo estatal mochica,
implicaría inducir cambios radicales en los diseños de investiga ción no es factible minimizar su valor en el desarrollo de la arqueología
hasta ahora vigentes. Los estudios de patrones de asentamien to, por de la costa norte del Perú. El modelo estatal mochica es expre
ejemplo, deberían partir de contrastar la hipótesis de que sitios sión de los paradigmas que estuvieron en boga en un tiempo pa
coetáneos ubicados a lo largo del curso de un mismo canal conforman sado en la arqueología andina y mundial. Estos paradigmas son,
una unidad estilística. Los estudios de iconografía mo chica, por otro precisamente, los que acompañaron el desarrollo de la llamada
lado, deberían dar mayor énfasis a piezas cerámicas con información “arqueología procesual”. El modelo estatal resultó ventajoso en
fiable de procedencia y contexto. su momento, pues permitió explicar un fenómeno cultural que se
Futuros estudios deberían también poner mayor énfasis en la presentaba muy complejo y apenas estudiado bajo una visión inte-
aplicación de nuevos métodos especializados de análisis de mate riales gradora. Pero conforme se han sumado nuevas investigaciones y
arqueológicos. Un ejemplo de estos métodos son los estudios pioneros de las tendencias de la arqueología moderna nos conminan a resaltar
ADN mitocondrial que Shimada y sus colaboradores (2008) están las particularidades de las formaciones culturales que estudiamos,
aplicando en restos humanos mochicas. Tales análisis, si bien todavía se hace necesario un cambio de enfoque. En ese sentido, el mo
en una etapa embrionaria, ya han producido algu nos resultados que delo de segmentación política en parcialidades se perfila como
parecen refrendar las expectativas del modelo etnohistórico. Tal es el una alternativa ideal para interpretar las estrategias de organiza
caso del descubrimiento de una marcada distancia genética entre ción política mochicas. Dicho modelo no solo integra principios
individuos mochicas de élite procedentes de cuatro valles distintos derivados de sociedades andinas, sino también representa mejor
(Shimada et ál. 2008: 187), y la detección el fenómeno de di versificación cultural que se está observando.
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7
NASCA:
CULTURA Y SOCIEDAD EN LA COSTA SUR
DEL PERÚ
L
a cultura Nasca es una de las formaciones sociales más im portantes
del área andina. Es mundialmente conocida por su excepcional cerámica
polícroma, por sus elaborados textiles bor dados y por sus gigantescos
geoglifos dibujados en las laderas y
mesetas desérticas de las provincias de Palpa y Nasca. El nom bre
de Nasca fue adoptado por el arqueólogo alemán Max Uhle en 1901
para denominar a un tipo de cerámica pintada de la costa sur, cuyo
lugar de procedencia se indicaba como Nasca. Dicho término deriva de
Nanasca, nombre perteneciente al último curaca de la zona al
tiempo de la llegada de los españoles. Nasca como estilo fue
definido formalmente por James Joyce en 1912 al referirse a la cerámica
de esta cultura.
La cultura Nasca se desarrolló entre los años 0 y 650 d. C., du
rante el periodo de los Desarrollos Regionales, tiempo en el cual se
■V
consolidó como un notable Estado teocrático que alcanzó un alto
£ grado de desarrollo social y tecnológico sustentado en un óptimo
Ubicación y territorio
2. El norte fértil y el sur árido son términos que derivan del análisis conjunto del
medioambiente y de sus transformaciones como resultado de la inter vención extendieron desde la costa del océano Pacífico hasta parte de la
del hombre. Estas dos suprarregiones de los Andes centrales tienen su límite cordillera occidental de los Andes, por encima de los 3500 msnm.
al sur de la meseta de Junín y de los valles de Lima (Lumbreras 1990: 154),
más exactamente, en el valle de Chincha. ' Estos extremos constituyen los límites más definidos que tuvo el
territorio de la cultura nasca. Asimismo, algunas evidencias de está
cultura se han encontrado más al sur (en los valles de Ocoña y
Camaná) y más al norte (en el valle de Chincha), pero estas son re
lativamente pocas y se atribuyen principalmente a la presencia de
colonos en esos valles alejados y también al intercambio de bienes.
240 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 241
En este contexto, el área de desarrollo de la cultura nasca estilizados, además de una serie de apéndices y volutas (Rowe
comprendió la mayor parte de lo que se conoce como la costa 1960).3
sur, la cual en términos generales se caracteriza por la presencia Si bien Max Uhle (1914) fue el primero en reconocer y ensa
de un gran tablazo desértico de origen marino que a intervalos yar una clasificación de estas dos modalidades, el primer estudio
de grandes distancias es atravesado por pequeños valles (oasis) y sistemático de la cerámica nasca fue hecho más tarde por Anna
quebradas, por donde discurren las aguas de ríos estacionales que Gayton y Alfred Kroeber (1927), quienes sobre la base de un mé todo
bajan desde los Andes hacia el mar. Estos valles, a diferencia de de análisis cuantitativo que consistía en establecer las rela ciones
los valles más amplios y mejor irrigados de la costa central y norte, entre formas, diseños y las preferencias de color, llegaron a proponer una
se localizan tierra adentro, lejos del mar, conformando pequeños clasificación de cuatro fases para la cerámica nasca: A, X, B e Y (o
pero fértiles oasis donde las condiciones para el desarrollo huma Nasca C), las cuales, en términos generales, esbozan bastante bien el
no llegan a situaciones casi extremas debido a la escasez del agua. desarrollo de la cultura nasca.4
No obstante esto, los oasis de lea, Palpa y Nasca “adquirieron Más tarde, Lawrence Dawson inició el estudio de la cerámica
rangos de valles, a raíz de la infraestructura agraria que ellos [los bajo la dirección de John Rowe (1956), llegando a definir una se cuencia
antiguos pobladores] impusieron. Sin embargo, los excedentes de de nueve fases —desde Nasca 1 hasta Nasca 9— (Rowe 1960), cuya
producción no tuvieron la magnitud del norte fértil y eso impidió clasificación fue hecha con un método de análisis lla mado “seriación
el desarrollo de los imponentes proyectos urbanos como los de por continuidad de rasgos y variación de temas”, en donde se
Moche o Lima, o incluso Chincha, que está al borde de ambas supra- asume que los cambios en las formas de las vasijas y en los
regiones” (Lumbreras 1990:161). motivos decorativos ocurren gradualmente y no al azar. Este método
En este contexto, nasca puede ser caracterizada como una tí pica requiere primero de la definición de temas (formas y diseños) que
cultura de desierto que, pese a las dificultades que impone una persistan a lo largo del tiempo, aun cuando sus ras gos individuales
relación desigual con el medio, llegó a alcanzar un floreciente desarrollo puedan ser susceptibles de cambiar; luego, una vez conocidos los
cultural que le permite ser reconocida como una de las más temas “extremos”, otros ejemplares pueden ser cronológicamente
importantes formaciones sociales del Antiguo Perú. ordenados dentro de estos, teniendo en cuenta su parecido con
ellos.
Cronología y seriación Aunque la seriación elaborada por Dawson nunca ha sido pu blicada
en detalle, ha sido la más aceptada por la mayoría de los investigadores
La cronología para trazar el desarrollo de la cultura nasca se ha que trabajan en la costa sur, en tanto que la validez individual de casi
sustentado básicamente en la seriación de su fina cerámica po lícroma, todas sus fases ha sido confirmada por fechados radiocarbónicos (Proulx
cuya mayor distribución se encuentra en los valles de la cuenca del río 1968, Unkel y Kromer 2009, Unkel et ál.
Grande. Así, al poco tiempo de su descubrimiento, varios
investigadores se concentraron en el estudio de la cerámi ca nasca,
3. Los principales estudios sobre el tema fueron realizados por Tello (1917),
en la que básicamente identificaron dos modalidades: una
Gayton y Kroeber (1927), Kroeber (1956), Strong (1957), Dawson —citado por
denominada Monumental que se caracteriza por tener diseños naturalistas Rowe (1960)— y Kroeber y Collier (1998).
y contornos bien definidos, y la otra denominada Pro- lífera, que se 4. En la actualidad se sabe que la fase Y corresponde a los estilos Loro y Cha-
destaca por presentar diseños naturalistas pero más kipampa de la cultura wari, pertenecientes a la primera época del Horizonte
Medio.
242 i Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 243
2012). Sin embargo, una de las mayores dificultades que todavía afronta Tabla 7.1
esta clasificación sigue siendo la falta de una clara estrati grafía que Cuadro cronológico de los desarrollos regionales en la costa sur
defina, o toda, o parte de la secuencia. Al no haberse ob
servado notables diferencias locales o regionales, el mismo Rowe FASES SITIOS?
2005, 2008). Asimismo, recientemente se han registrado varios abiertos. Algunos edificios conocidos como la Gran Pirámide, el Gran
asentamientos Paracas Tardío en la parte alta de los valles de Pal pa, Templo, el Templo del Escalonado o la Gran Pirámide 2 (véa se Orefici
por encima de los 3000 msnm, lo que indica que el ámbito de la 1992), entre los cuales varios alcanzan los 20 metros de altura,
cultura paracas no se limitaba a la costa sino que también alcanzaba la constituyen verdaderas edificaciones monumentales con sólidos muros
sierra occidental de los Andes (Reindel e Isla 2013). de adobes que fueron adaptados a las colinas natu rales, formando una
Después, durante la época de transición entre las culturas pa racas serie de plataformas escalonadas conectadas por pasadizos y escaleras.
y nasca, conocida como época Transicional o Proto-Nasca (150 a. C.- Si bien las primeras construcciones establecidas en Cahuachi datan
50 d. C.), se observa la ocurrencia de varios estilos de ce rámica que de las épocas Paracas Tardío y Transicional, la mayoría de las
indican la existencia de una transición gradual de las técnicas y estilos del estructuras arquitectónicas y los edificios más importantes se construyeron
periodo anterior hacia el nuevo estilo formal mente reconocido como durante la época Nasca Temprano, en las fases Nas ca 2 y Nasca 3,
Nasca. Del mismo modo, el estudio de los patrones de asentamiento cuando el sitio fue ocupado de manera activa, por más de dos siglos,
indica que en esta época también ocurrió un notable incremento en el por una élite de personas (sacerdotes y espe cialistas) que tuvieron a su
número de asentamientos. Este aumento en el número de sitios, y cargo la conducción política y religiosa de la sociedad nasca, así como
por tanto en el número de habitantes —registrado en los valles de por grupos de artesanos dedicados
lea, Palpa y Nasca—, se atribuye a la intrusión de la cultura topará, la
cual teniendo su centro de desarrollo en los valles de Topará y Chincha,
se expandió a todos los valles de la costa sur (Wallace 1986). La
intrusión de la cultura topará provocó el fin de la cultura paracas y a la vez
generó la formación de una nueva estructura social, cuya fase más
desta cada está representada por el estilo Necrópolis, que constituye el
antecedente inmediato del estilo Nasca propiamente dicho.
La primera etapa de desarrollo autónomo de la cultura nasca
corresponde a la época Nasca Temprano (50-300 d. C.), tiempo en el
cual la sociedad nasca experimentó un notable auge político y cultural
teniendo como sede al sitio de Cahuachi, un extenso asen tamiento en el
valle de Nasca, en donde se concentró el poder político e ideológico
que luego extendió su influencia a todos los valles de la costa sur
(figura 7.2). En Cahuachi, considerado como la capital de la cultura
nasca de ese tiempo, se encuentran nu merosas construcciones hechas
con muros de adobes y paredes de quincha, que conforman
diversos conjuntos arquitectónicos donde destacan los edificios
públicos, áreas de residencia, zonas de producción, viviendas y
cementerios, todos los cuales ocupan un área de casi 150 hectáreas, Figura 7.2. Vista general del área central de Cahuachi, donde destacan tres conjuntos arqui
alternados con plazas y espacios tectónicos conocidos: el Gran Templo (arriba a la derecha), la Gran Pirámide (arriba a la
izquierda) y el Templo del Escalonado (parte inferior izquierda).
246 | Johny Isla Cuadrado
450.000 ' 500.000
ese tiempo, en la fase Nasca 4, se nota una disminución de los sitios de Figura 7.3. Mapa de la cuenca del Río Grande de Nasca con los principales sitios nasca
mencionados en el texto.
habitación y de los centros ceremoniales. Las causas de este colapso
todavía no se han ex plicado con claridad, pero las mayores
evidencias indican que se debió a la ocurrencia conjunta de factores población.7 Lo que sí resulta claro es que para este tiempo el pro ceso de
sociales (aparentes pugnas por el poder dentro de la misma clase desertificación de toda la región se había incrementado y cada vez había
dominante) y fac tores climáticos (ocurrencia de lluvias torrenciales menos agua superficial en los valles.
seguidas de sequías prolongadas), para los cuales no estaba preparada la
7. Las excavaciones en Cahuachi (Nasca) y en Los Molinos (Palpa) han permi tido
registrar muros colapsados y espacios inundados por el agua, lo que in dica la
ocurrencia de fuertes lluvias en la zona, aunque no las catastróficas mencionadas
por Orefici (1992) y Grodzicki (1994).
248 | Johny Isla Cuadrado
7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 249
El colapso de Cahuachi habría creado un vacío en la organiza ción
sociopolítica nasca, en la cual algunos personajes o élites asen tados en los
centros menores se habrían reafirmado en la escala social, por lo que se tumbas habían sido saqueadas, la arquitectura funeraria y parte de
mantuvo la ideología religiosa de la época Nasca Temprano (visible en la las ofrendas asociadas —que incluyen vasijas de cerámica, ob jetos de
cerámica y los textiles), pero en un contexto de mayor competitividad piedra y oro, conchas de Spondylus, puntas de obsidiana, etc.— indican
entre individuos y entre grupos de ellos. que en ellas se enterraron a personajes de la élite nasca (Reindel e Isla
En este contexto, en poco tiempo se reorganizó la estructura social 2001, Isla y Reindel 2006). Cabe indicar que cerca de La Muña, hacia
y se inició una nueva etapa en la cual la sociedad nasca alcanzó su el sudoeste, había varios asentamientos que fueron ocupados en las
más alto grado de desarrollo político y social, lo cual a su vez se épocas Paracas Tardío, Transicional y Nasca Temprano, y que durante la
tradujo en la existencia de una mayor diferenciación social entre sus época Nasca Medio fueron re organizados e integrados como un solo
habitantes. Esta nueva etapa, correspondiente a la época Nasca asentamiento con más de 15 hectáreas de extensión.
Medio (300-440 d. C.), estuvo representada por un gran dinamismo en En este contexto, existe cierto consenso en que durante este tiempo
las relaciones políticas y sociales, una gran ex perimentación artística y una los grupos sociales mostraban suficientes diferencias so cioeconómicas. Las
reorganización de los patrones de asentamiento y de las formas de tumbas de La Muña representan el pico de un nuevo patrón de
enterramiento. La agricultura, la actividad económica más importante, enterramiento en donde se puede observar mejor estas diferencias,
experimentó un mayor desarrollo con la ampliación de los puquios o notándose la emergencia de nuevos líderes indi viduales —o miembros de
galerías filtrantes, mientras que en las laderas y mesetas desérticas algunos grupos de élite—, cuyos roles fueron legitimados a través de
también se ob serva un notable incremento en la producción de reclamos en sus derechos de des cendencia, en lugar de los aspectos
geoglifos, los cuales a la vez tienden a ser más grandes y estilizados. comunales y religiosos que do minaban en la época Nasca Temprano
En este contexto, nuevas élites y centros regionales (Taruga, (Silverman y Proulx 2002).
Estaquería, Viscas, Puente Gentil, etc.) surgieron en los diferentes valles La época Nasca Tardío (440-640 d. C.) marca el inicio de una nueva
en reemplazo de aquellos de la época Nasca Temprano, siendo La etapa en el desarrollo de la cultura nasca, en donde se nota una
Muña —en la parte media del valle del río Grande, en Palpa— el disminución de los cánones religiosos predominantes en las épocas
asentamiento que parece haber asumido el rol domi nante durante ese anteriores y un aumento significativo del poder civil o lai co. De este
tiempo.8 modo, la estructura social resultó siendo significativa mente más
En efecto, en La Muña no solo se han identificado los restos de compleja en cuanto a su organización política y social. Debido a ello, la
un asentamiento con arquitectura monumental planificada, plataformas iconografía de la época muestra la aparición de personajes reales —seres
que cumplieron funciones públicas y religiosas, áreas de vivienda y humanos en vez de sacerdotes o seres sobrenaturales— finamente vestidos
geoglifos, sino también grandes tumbas de élite de la fase Nasca 5. y ostentando una posición de prestigio y poder, en los cuales se puede ver
Aunque al tiempo de su descubrimiento dichas el nuevo carácter que tuvo la sociedad nasca. Debido a esto, en este
tiempo se observa una notable disminución en la producción de geoglifos
(cuya acti vidad implicaba una profunda carga religiosa), y el arte en
8. Debido a su localización (en la parte baja y estrecha del río Grande), sitios como general tiende a ser más estilizado y recargado que antes.
Coyungo y Montegrande fueron reocupados en esta etapa y siguieron en uso Si bien en la época Nasca Tardío hubo una fuerte disminución en
hasta la época Nasca Tardío e incluso después.
la construcción de geoglifos, los estudios de los geoglifos en
250 | Johny Isla Cuadrado Palpa revelan que al mismo tiempo se incrementaron las activida des
rituales relacionadas con ellos. La explicación de este fenó meno tendría
que ver con el severo proceso de aridez que afectó a la región 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 251
alrededor del año 600 d. C. (Eitel y Máchtle 2009), lo que impulsó a
la población a realizar más cultos relacionados con el agua y la y al mismo tiempo ejercieron presión sobre los nasca en su mismo
fertilidad (Lambers 2006; Reindel et ál. 2006a, 2006b). territorio.
Asimismo, a diferencia de las épocas anteriores, la distribu ción De este modo, alrededor del año 650 d. C., la región cayó bajo la
de los poblados en la época Nasca Tardío presenta un cambio importante influencia de la cultura wari procedente de la vecina sierra de Ayacucho,
provocado por el aumento en las condiciones de ari dez. En principio que introdujo importantes cambios en la producción artesanal (visibles
se nota el abandono parcial de las partes baja y media de los valles, especialmente en la cerámica), en las costum bres funerarias y en los
advirtiéndose la concentración de la gente en unos pocos sitios, patrones de asentamiento, y acabó con la arraigada tradición de dibujar
aunque más grandes, que se establecieron en las partes más altas de geoglifos en el desierto.
los valles o en lugares fuera de la cuenca del río Grande, en donde el
acceso al agua era más estable y se guro. En ese sentido, solo
algunos pocos sitios se establecieron en la parte norte y sur de la Organización política y social
cuenca, donde había mayor agua super ficial en los ríos, como es el
El grado de desarrollo y la complejidad que alcanzó la organización
caso de los valles de Palpa, o canales subterráneos, como en los valles de
política y social de la cultura nasca todavía es un tema en debate, con
Nasca. Poblados como Pampa de la Tinguiña en lea y Chaviña en Acarí
dos posiciones opuestas. Por un lado, la que sostiene que ya en la
son ejemplos del éxodo ocurrido en la cuenca del río Grande. Siendo esta la
época Nasca Temprano esta cultura había alcanzado un im portante
situación, es posible sugerir que la falta de agua generó en esta época
desarrollo económico y social, el cual sentó las bases de una
conflictos intraétnicos, lo cual se encuentra reflejado en la proliferación de
sociedad compleja cuyas características indican la existencia de un
imágenes de cabezas trofeo y guerreros en la iconografía la época.
Estado regional que, teniendo su capital en Cahuachi —en el valle de
Al final del desarrollo de la cultura nasca, en la fase Nasca 7, sus
Nasca—, se expandió hacia los valles de lea y Acarí (Rowe 1963, Lanning
contactos e influencias llegaron mucho más al norte, hasta los
1967, Proulx 1970, Lumbreras 1974, Massey 1986). Por otro lado, la
valles de Chincha y Cañete. Asimismo, en este tiempo se re gistran
posición que sostiene que la cultura nasca se organiza ba en función de
contactos de nasca con otras sociedades más lejanas de la costa
varios curacazgos (jefaturas) que compartían una misma ideología, y
(moche) y la sierra (huarpa). No obstante, parece que la crisis generada
cuyo centro de cohesión estaba coordinado por la esfera de influencia
por la falta de agua en la región afectó seriamente la producción
ejercida desde Cahuachi (Silverman 1986, 1993, Carmichael 1995,
agrícola, lo que provocó el deterioro económico y el consecuente
Silverman y Proulx 2002).
colapso de la estructura sociopolítica establecida en los valles de la
Como se puede observar, ambas posiciones se sustentan, bá
cuenca del río Grande, y se tradujo en el final de la cultura nasca.
sicamente, en la interpretación que hasta hace algunas décadas atrás
Este acontecimiento coincidió con la llegada gradual de grupos serranos
se tenía de Cahuachi. Así, mientras Rowe (1960) veía en Ca huachi un
relacionados con la cultura wari, que ocuparon las partes altas de los valles
centro urbano compuesto por templos, plazas, cemen terios y áreas de
de la cuenca del río Grande
habitación, Silverman (1993) notaba un centro ceremonial vacío, sin
una verdadera arquitectura monumental y sin áreas de
almacenamiento, sin una densa población domésti ca, con limitada
especialización y diferenciación socioeconómica, abundante parafernalia
ritual y con entierros que solo mostra ban diferencias de rango
más no de clase. Aunque Silverman no
252 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 253
descarta que Cahuachi tuviera una función pública, sostiene que los sepulturas de una élite que claramente estaba separada del res to
actos políticos que se realizaban en el sitio estaban marcados por la de la población.9 Esto, en oposición a los conceptos plantea dos por
ideología religiosa nasca. Silverman y Carmichael, podría interpretarse como una clara evidencia
La falta de sistemáticas investigaciones de campo no solo en Cahuachi de una sociedad estratificada, algo que de algún modo ya ha sido
sino en otros sitios nasca de la cuenca del río Grande y de los valles reconocido por varios estudiosos para la época Nasca Medio
vecinos, ha permitido que se mantenga este statu quo en el (Silverman y Proulx 2002, Schreiber 2006). Esta situa ción seguramente
entendimiento de la sociedad nasca y que de una u otra manera predomine tuvo mayor impulso con la implementación de una infraestructura
la idea de que los nasca apenas alcanzaron un desarrollo simple, sin una hidráulica, lo que permitió el desarrollo de la agricultura y la generación de
estructura política bien organizada y cohesionada. excedentes para la construcción de obras públicas como los geoglifos,
En ese sentido, en los últimos años las investigaciones sobre la cultura las cuales estaban a cargo de especialistas, al igual que la producción de
nasca han cobrado un nuevo impulso, enfocándose en el estudio de cerámica y tejidos.
diversos aspectos de su cultura material y mediante el cual se ha Desde esta perspectiva, el grado de cohesión y centralización que
retomado el debate sobre la caracterización de la socie dad nasca. Tal había alcanzado la sociedad nasca resulta ya evidente desde la
vez los trabajos más completos son los que vienen realizando Reindel e Isla época Nasca Temprano, cuando en todo el territorio ocupado por los
en los valles de Palpa, en la parte norte de la cuenca del río Grande, en nasca se pueden ver los mismos tipos de arquitectura, los mismos
donde se ha llegado a trazar casi toda la historia cultural de la región artefactos (cerámica, textiles, etc.), los mismos patrones de
(Isla 2010, Reindel 2009). enterramiento y los mismos complejos de geoglifos. Entonces, volviendo al
En el caso específico de la cultura nasca, las investigacio nes debate inicial, es posible plantear que ya entonces la sociedad nasca reunía
han incluido trabajos de prospección, documentación de los geoglifos y las condiciones para ser considerada un Estado arcaico, hecho que
excavaciones en diversos sitios de los valles de los ríos Grande, Palpa y resulta más evidente durante la época Nasca Medio (Isla y Reindel
Viscas. Entre los resultados más importantes se puede indicar el 2006). En este contexto, no parece casualidad que cuando ocurrió el
hallazgo de un patrón de asentamiento nasca bien consolidado a lo colapso y abandono final de Ca huachi (con su élite gobernante y toda su
largo del tiempo, en donde se observa una clara jerarquía de sitios parafernalia ritual), Los Molinos y otros centros regionales fueran
que indica la existencia de una organiza ción política bien estructurada simultáneamente aban donados en todos los valles.
a escala regional. Sitios como Los Molinos y Llipata Viejo (para la época Durante la época Nasca Tardío, las evidencias indican que la sociedad
Nasca Temprano), La Muña (Nasca Medio) o Parasmarca (Nasca Tardío), nasca alcanzó un mayor grado de complejidad sociopo- lítica, en la que
en los cuales se per cibe una arquitectura monumental planificada, áreas se pueden distinguir individuos reales que asu mieron el rol de líderes
de vivienda, grandes tumbas y geoglifos, cumplieron el rol de centros seculares en contraposición de los líderes religiosos (sacerdotes) de las
regiona les donde se concentró una élite de la sociedad. Ejemplos de estos épocas precedentes. Estas personas aparecen frecuentemente pintadas en
centros regionales se observan también en todos los demás valles que posición de poder y presti gio, sosteniendo cabezas trofeo en sus
forman parte del territorio nasca. manos, mientras que en las
Asimismo, el estudio de los contextos funerarios revela la exis tencia
de importantes diferencias en la sociedad nasca. El hallazgo de
grandes tumbas en La Muña constituye un caso excepcional de 9. La Muña parece haber sido el sitio que asumió el rol de centro político más
importante de la región después del abandono de Cahuachi.
254 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 255
épocas Nasca Temprano y Medio eran personajes sobrenaturales o No obstante, se debe indicar que en todos los casos se trata de entierros
seres humanos vestidos con parafernalia sobrenatural los que manipulaban individuales que fueron colocados en dos posiciones predominantes: una
las cabezas trofeo (Silverman y Proulx 2002). semiextendida y otra sentada, recordando a los entierros paracas.
Solo en algunos casos se han conservado restos de uno o dos tejidos
El patrón funerario de la cultura nasca llanos que envolvían los cuerpos. En tumbas de mayor estatus también
se han encontrado individuos envueltos con finos tejidos llanos
En la historia de las investigaciones de la cultura nasca, la bús queda y adornados con elaborados fle cos tridimensionales.
el estudio de entierros y contextos funerarios han sido los objetivos que En cuanto al ajuar funerario, las tumbas nasca por lo general contienen
guiaron los trabajos de campo de diversas expedi ciones arqueológicas una gran variedad de ofrendas, entre las cuales destacan las vasijas
realizadas desde inicios del siglo pasado en la cuenca del río Grande. de cerámica, los artefactos de piedra y hueso y, según el grado de
Desde entonces, más de 500 contextos funerarios de esta cultura han sido conservación, diversos restos orgánicos (alimentos). Cada tumba
excavados y registrados con cierto rigor científico en diversos sitios y contiene de una a doce vasijas de cerámica. Entre los restos
cementerios de los valles de lea, Palpa y Nasca (Strong 1957, Tello y orgánicos se halla una gran variedad de plantas o frutos (maíz, yuca,
Mejía 1967, Proulx 1970, Masón 1926, Neudecker 1979, Carmichael camote, frijoles), así como restos de cuy, camarones y moluscos, que se
1988, Kroeber y Collier colocaban posiblemente como alimento para el viaje del difunto al más
1998, Silverman 1993, Orefici y Drusini 2003). allá y que casi siempre se encontraban en vasijas de cerámica o en
Los estudios sobre los contextos funerarios de la cultura nasca indican contenedores de calabaza.
que durante ese tiempo hubo una cierta estandarización en las
formas de enterramiento, notándose en todas las épocas los mismos tipos Las tumbas de La Muña
de sepultura, un tratamiento similar de los individuos y los mismos
objetos como parte del ajuar funerario, aunque se observan marcadas Las evidencias materiales indican que durante la época Nasca Me dio,
diferencias en la calidad y cantidad de este ajuar (Carmichael 1988, la sociedad nasca había alcanzado su más alto grado de de sarrollo y, por
1995; Isla 2001,2009). tanto, presentaba una marcada diferenciación social (Silverman y Browne
En cuanto a los tipos de sepultura nasca, los más frecuentes son 1991, Isla y Reindel 2006). En La Muña se ha identificado un cementerio
los entierros en ollas, en pozos y en barbacoas (cámaras con techos), especial de esa época, que contenía más de una docena de grandes
cada uno de los cuales presenta variantes que dependen del tamaño, tumbas dispuestas en varias plata formas alargadas, delimitadas por
preparación y acabado. Al respecto, las grandes tum bas de La Muña grandes muros de adobes. 10 Seis de estas tumbas fueron excavadas en
constituyen casos especiales que evidentemente tienen que ver con el el marco de las investigacio nes del Proyecto Nasca - Palpa (Isla y
estatus de los individuos allí enterrados. En cuanto al tratamiento de los Reindel 2006).
individuos, los datos son todavía muy escasos debido principalmente al
mal estado de conservación de los cuerpos.
Salvo algunos ejemplos en donde el terreno ha permitido una buena
conservación de los restos orgánicos, en la mayoría de los casos la 10. Si bien estas tumbas fueron saqueadas en la década de 1940, en todas ellas se
humedad del terreno apenas ha permiti do la conservación de los ha llegado a recuperar valiosos objetos e información que de una u otra forma han
permitido reconstruir su contexto original.
huesos y de las ofrendas de cerámica.
256 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 257
Al respecto, se puede decir que las tumbas de La Muña se diferencian A pesar de las condiciones de aridez que afecta el área, los es trechos
en muchos aspectos de otros contextos funerarios de la cultura nasca valles-oasis de lea, Palpa y Nasca fueron aprovechados al máximo para el
conocidos hasta hoy. No se trata de simples pozos con cámaras en la cultivo de variados productos, entre los que des tacan productos
tierra, sino que además presentan arquitectura funeraria —a modo de un alimenticios como el maíz, la yuca, el camote, los pallares y los frijoles, así
mausoleo— sobre el nivel del terreno, la cual estaba delimitada del como para el cultivo de plantas industria les, como el algodón. Teniendo
resto del sitio por un grueso muro de adobes. En este caso, las cámaras en cuenta que los ríos tienen agua superficial solo en algunos meses
se encontraban entre 5 y (durante el verano), en aquellos valles donde no la había durante la
8 metros de profundidad, a una mayor profundidad que la máxi ma mayor parte del año —en los va lles de Nasca—, se construyeron una
categoría asignada por Carmichael para las tumbas nasca de más serie de canales subterráneos, mejor conocidos como galerías filtrantes o
prestigio (Carmichael 1995). Esa diferencia en la calidad de las puquios, que sirvieron para llevar el agua a la superficie y de ahí a los
tumbas se observa también en el ajuar funerario. En efecto, a campos de cultivo.
pesar de haber sido saqueadas, se pudo registrar la calidad y variedad Otras actividades económicas importantes fueron la gana dería, la
de los objetos asociados, entre los que destacan finas piezas de pesca y el marisqueo, de las cuales se han encontrado abundantes
cerámica, cuentas de piedras semipreciosas, conchas evidencias en las excavaciones realizadas en diversos sitios nasca en los
Spondylus y cuentas de oro. Incluso hay evidencias de que en los patios valles de Palpa y Nasca. En este caso, especial atención mereció la crianza
o antesalas de las tumbas se depositaban ofrendas hasta muchos años de camélidos (llamas y alpacas), que debieron mantenerse en rebaños en
después del acto de sepultura, lo que significa que las personas la parte alta de los valles (en las zonas quechua, puna y suni), en donde
enterradas eran importantes y fueron veneradas du rante algún tiempo hubo condiciones fa vorables (lomas, zonas de pastoreo y agua) para
después. el desarrollo de la ganadería. Los camélidos fueron importantes porque
El tamaño de las tumbas de La Muña, su arquitectura funeraria, la proporcio naban carne para la dieta (Valdéz 1988) y lana para la
exclusividad de ese sector de la necrópolis y el rico ajuar funera rio — producción de tejidos y, a la vez, porque servían para el transporte de
especialmente los objetos de lujo, como los de Spondylus y oro—, no carga a larga distancia. Se sabe que la lana de los camélidos fue teñida y
dejan duda de que estas tumbas fueron destinadas a una élite utilizada intensamente en los tejidos nasca, que luego eran borda dos
claramente separada del resto de la población. Por lo tanto, se con hilos de algodón (Phipps 1989). Asimismo, existen eviden cias de
pueden interpretar como evidencia de una verdadera estratifi cación que los camélidos fueron utilizados en rituales de sacrificio y como
social de la cultura nasca durante la época Nasca Medio (Reindel e Isla ofrendas en Cahuachi (Orefici 1993, Valdéz 1994).11
2001, Isla y Reindel 2006). Por otro lado, la economía nasca se complementaba con el intercambio
con zonas más alejadas de la sierra ayacuchana, de donde obtenían
La economía nasca productos como la obsidiana y plumas de la ceja de selva (para sus
tejidos), a cambio de pescado, menestras y 11
Como en la mayoría de las culturas del mundo andino, la econo mía
nasca se basó en la agricultura. Sin embargo, esta actividad constituyó un
reto difícil para los antiguos nasquenses, debido a las difíciles condiciones 11. En Cahuachi, Orefici (1993) ha excavado un recinto que contenía el entierro de
más de 60 llamas sacrificadas, cuidadosamente dispuestas una al lado de la
geográficas, a la limitada cantidad de campos de cultivo y a la notable otra con los cuellos doblados y luego cubiertas con tierra y arena.
escasez de agua superficial en la región.
258 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 259
15. Para una revisión crítica de las principales hipótesis, véase Aveni 1990. Véase
también Aveni 2000, Lumbreras 2000, Makowski 2001 y Silverman y Proulx
2002.
262 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 263
Kosok 1965, Reiche 1993). Basándose en que algunas líneas rectas se incluso algunos geoglifos marcan acuíferos subterráneos (Aveni 1990;
orientaban hacia determinados puntos en el horizonte (puestas del Reinhard 1986, 1988; Johnson etál. 2002).
sol) durante importantes fechas del calendario (p. e. solsticios), Kosok y La variedad de hipótesis para interpretar los geoglifos, breve mente
Reiche pensaron que las líneas de Nasca constituían “el libro más indicadas aquí, muestra el gran interés que hay por enten der el
grande de astronomía del mundo” (Kosok 1965: 49). Con la ayuda de significado de este singular legado de la cultura nasca, pero a la vez
ese calendario se habrían trazado los movimientos de diversos astros y demuestra la falta de conocimiento. Recientes investiga ciones sobre los
se habrían marcado especialmente aquellas fe chas que eran geoglifos de Palpa han tratado de cubrir estas defi ciencias, realizando un
importantes para la agricultura como, por ejemplo, la llegada de las completo registro y documentación de los mismos, y llegando a
aguas en los ríos o el comienzo de la siembra. Reiche amplió la formular una interpretación más coherente en el marco de su contexto
hipótesis de Kosok y pensó que también podía identificarse en las figuras cultural.
de la pampa de Nasca ciertas constela ciones estelares. En este sentido, sobre la base de las evidencias documentadas en
A pesar de que la hipótesis astronómica dominó durante mu cho los geoglifos de Palpa, resulta claro que en tiempos de la cultura nasca, las
tiempo la discusión acerca del significado de los geoglifos de Nasca, laderas y las mesetas desérticas de la región tenían un carácter mucho
todavía no se han presentado las evidencias que la com prueben. Si más dinámico que en la actualidad. Los habitan tes de los
bien los ensayos de varios astrónomos han demos trado que algunas asentamientos establecidos a lo largo de las márgenes de los valles
de las líneas marcaban la salida y el ocaso del sol o de otros astros frecuentaban continuamente el terreno desértico para construir, ampliar o
en fechas importantes (Hawkins 1974, Aveni 1990, Ruggels 1990), modificar los geoglifos, o bien para caminar y depositar ofrendas en ellos.
esos mismos estudios pusieron en evidencia que la gran mayoría de los En este contexto, los altares de piedra fueron los lugares donde se
geoglifos no pueden ser interpretados como indicadores astronómicos, cristalizaron diversas actividades hu manas, en especial aquellas
con lo cual la teoría astronómica ha perdido validez. relacionadas con el culto religioso. Las ofrendas y conchas de
Más recientemente, sobre la base de las tradiciones docu mentadas Spondylus encontradas en los altares indican que las ceremonias
por fuentes históricas o etnohistóricas del área andina giraron alrededor de cultos al agua, lo cual no es de extrañar,
—como, por ejemplo, los sistemas de líneas que conectaban luga res considerando el clima árido y el frágil sistema ecológico de la región.
sagrados o el trabajo comunitario en grupos de parentesco—, otros De esta manera, las laderas y me setas desérticas que bordean los
investigadores han planteado que los geoglifos tuvieron una valles formaron parte de un pai saje social estructurado, animado y
función religiosa. Así, se piensa que fueron utilizados como caminos dinámico, donde los geoglifos fueron la sede de importantes
sagrados, como marcadores de espacios sagrados para llevar a cabo ceremonias religiosas que giraron en torno de cultos al agua y a la
reuniones y rituales, o para conectar lugares de im portancia religiosa fertilidad (Lambers 2006; Reindel et ál. 2006a, 2006b).
(Aveni 1990; Urton 1990; Reinhard 1986, 1988; Rostworowski 1993a, b).
Otras hipótesis indican una relación entre los geoglifos y el agua,
Resumen y comentarios finales
destacando que algunas de las figuras zoo- morfas representan animales
del mar o de la selva amazónica, que los trapecios se orientan
Como resultado de las recientes investigaciones realizadas en va rios
siguiendo el curso de los mismos, o que
asentamientos de la cultura nasca, especialmente en aque llos
localizados en los valles de Palpa, en la actualidad se tienen
264 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 265
nuevas luces sobre el desarrollo cultural de la región que, sin duda, la distribución de los bienes comerciales —productos artesana les—
están cambiando la percepción que teníamos de esta cultura. y la dirección de las actividades religiosas. Sobre la base de estas
En principio, se debe empezar diciendo que durante el tiem po evidencias podemos asumir que el sistema político de todo el
de la transición entre la cultura paracas y la nasca ocurrieron importantes territorio ocupado por la cultura nasca estuvo bien organizado. Por
cambios en la cuenca del río Grande, que condujeron a un alto otro lado, mientras se pueden identificar centros menores o centros
desarrollo cultural en un medioambiente caracterizado por extremas regionales, como Cantayoq, La Ventilla, Los Molinos o La Muña, solo
condiciones de aridez. En contraste con el patrón de asentamiento Cahuachi —con su carácter de mayor centro urbano— puede ser
paracas, durante la época Transicional (150 a. C.-50 considerado la capital de una entidad política suprarre- gional como
d. C.), en todos los valles de la región hubo un incremento demo gráfico fue la cultura nasca.
que definió un nuevo patrón de asentamiento, en donde los sitios Si bien en algunas investigaciones previas se había planteado
se establecieron ocupando la mayor parte del borde de los valles. que esta cultura representaba una simple cultura de campesinos
Esta ubicación es completamente abierta, sin instalacio nes organizados en torno a pequeños grupos de élite, los recientes tra bajos
defensivas y lo más cerca posible a los campos de cultivo. en los valles de Palpa —con el estudio de los patrones de asentamiento
Esta situación se acentúo durante la época Nasca Temprano (50- y, especialmente, con el hallazgo de grandes tum bas de élite en La
300 d. C.) y consolidó durante Nasca Medio (300-440 d. C.), cuando la Muña— muestran que la sociedad nasca estaba jerarquizada y gobernada
mayor parte del borde de los valles fue ocupada por diversos tipos de por un élite firmemente establecida. La prosperidad y el desarrollo social
asentamientos. El notable desarrollo alcanzado en este tiempo puede también habrían producido una economía especializada. En este
ser entendido solo en el contexto de la exis tencia de un efectivo contexto, los sacerdotes habrían sido los responsables de dirigir las
sistema de irrigación y el uso intensivo de los campos de cultivo. actividades religiosas, mientras que los especialistas estaban a cargo
Los puquios o galerías filtrantes se constru yeron en ese tiempo en los de las actividades producti vas y de la construcción de geoglifos.
valles de Nasca en donde había una mayor escasez de agua. Las Desde la época Nasca Temprano, los geoglifos se hicieron so bre
evidencias registradas en las exca vaciones de diversos sitios nasca — las mesetas que rodean los valles, siendo crecientemente in corporados
tanto en Palpa como en Nas ca— indican que la agricultura fue la en las actividades relacionadas con cultos al agua y a la fertilidad,
base de la economía nasca, complementada con la obtención de seguramente debido al gradual proceso de desertifi- cación que
productos de la costa y de la sierra. En este contexto, los productos afectaba la región. En este sentido, se entiende que la agricultura
marinos y la carne de camélidos fueron importantes para la dieta de los necesitaba urgentemente suficientes recursos hídricos. Frente a las
antiguos nasca, mientras que la lana de camélidos y la obsidiana condiciones de aridez y la falta de agua, en las épocas Nasca Medio y
traídos de la sie rra lo fueron para la producción de tejidos y artefactos. Nasca Tardío la gente construyó altares sobre los geoglifos con la
El patrón de asentamiento nasca también muestra una clara finalidad de realizar ceremonias y rituales religio sos vinculados con
jerarquía, notándose que al lado de pequeños caseríos y aldeas, el agua y, por tanto, con la fertilidad.
aparecen verdaderos centros poblados con edificios y arquitec tura En estas condiciones, durante la época Nasca Tardío los asen
de adobe que constituyen centros regionales. Estos centros evidentemente tamientos más importantes también se construyeron en las partes
fueron las sedes de un poder político centralizado que tuvo a su altas de los valles, donde el acceso al agua era más seguro. Sin
cargo la administración de los sistemas de riego, embargo, hacia el año 600 d. C., el proceso de aridez alcanzó sus
266 | Johny Isla Cuadrado 7 / Nasca: cultura y sociedad en la costa sur del Perú | 267
niveles más altos y toda la región entró en crisis. Probablemen te Mortuary Practices. Washington D. C. Dumbarton Oaks Re-
esta crisis se acentúo con las fuertes lluvias causadas por irre gularidades search Library and Collection.
climáticas, las mismas que destruyeron los cultivos y asentamientos. Ante
este panorama, los conflictos debieron ir en aumento, algo que se Eitel, Bernhard et ál.
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puede percibir en las representaciones de la cerámica Nasca Tardío. Palpa Región, Southern Perú: Paleoenviromental Changes and
Al no ser una sociedad guerrera, las es cenas de conflicto en la Their Impact on Pre-Columbian Cultures”. En Archeometry 47
cultura nasca deben ser interpretadas en el contexto de las tensiones (1): 137-158.
generadas por la falta de agua. En ese sentido, la obtención de cabezas
humanas dejó de ser una activi dad puramente ritual, como lo Eitel, Bernhard y Bertil Machtle
2009 “Man and Environment in the Eastern Atacama Desert
era en la época Nasca Temprano, y pasó a ser una actividad profana (Southern Perú): Holocene Climate Changes and Their Impact
realizada en el marco de una mayor hostilidad. on Pre-Columbian Cultures”. En Markus Reindel y Günther
En resumen, estos sucesos condujeron a la desestabilización Wagner (eds.). Neu) Technologies for Archaeology. Natural
y colapso de la floresciente cultura nasca, rompiendo con ello la Science in Archaeology. Berlín y Heildelberg: Springer-Verlag.
vigencia de las antiguas tradiciones heredadas de las culturas pa
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racas y topará. El arte plasmado en la producción de cerámica y 1927 The Uhle Pottery Collections from Nazca. University of Califor nia
textiles perdió su plasticidad y colorido, pero tal vez el cambio más Publications in American Archaeology and Ethnology 24.
notable fue el hecho de que después del año 640 d. C. no se cons Berkeley: Universidad de California.
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(ca. 550-1532 d. C.)
8
REPENSANDO LA INTERACCIÓN CULTURAL
DURANTE LA HEGEMONÍA WARI:
modelos interpretativos y evidencia funeraria
en la costa central del Perú
L
a naturaleza de las relaciones entre el Imperio wari y las so ciedades
contemporáneas del periodo Horizonte Medio (ca. 600-1000 d. C.)
es uno de los temas en debate más encendidos
y significativos de la arqueología peruana, tanto por el interés en
conceptualizar adecuadamente el surgimiento y desarrollo del Es tado
prehistórico andino, como por la amplitud geográfica en que los
contactos interculturales habrían ocurrido, involucrando regio nes
con diferentes trayectorias culturales, cronologías arqueológi cas y
disponibilidad de información pertinente. La costa central no ha
estado ausente de este debate, entre otras razones, porque los restos
wari o derivados de wari de esta región —principalmente fu nerarios y
excavados entre fines del siglo XIX y comienzos del XX—, fueron
cruciales en las primeras formulaciones de wari como un imperio,
aunque a lo largo del siglo XX y hasta hoy no se han podi do
documentar hallazgos comparables ni identificar nuevas líneas de
evidencia que amplíen los datos tempranamente conocidos.
norte, la adopción de prácticas culturales compartidas y/o difusión de que la globalización no necesariamente conduce a una inevitable
sus símbolos materiales durante este periodo se debió a una tradición homogeneización cultural. Por el contrario, es bastante frecuen te
ideológica basada en el culto a los ancestros y a la parti cipación que los elementos culturales globalizados sean reinterpretados según
intercomunal en peregrinaciones. las necesidades de los contextos locales, lo que a su vez puede
El tercer modelo, que denomino modelo comercial, fue forma lizado dinamizar los procesos de etnogénesis y cristalizar en nue vas
por Ruth Shady (1982, 1988,1989) y causó gran controversia en la tradiciones culturales híbridas. En el caso del Horizonte Medio, diríamos
medida que no solo cuestionó la presencia wari en varias regiones del que estas nuevas tradiciones podrían muy bien encon trarse reflejadas
Perú, sino que también puso en duda la existencia misma de un en los diversos estilos Wari y sus derivados.
Estado fuerte en Ayacucho. Tomando como punto de partida los Uno puede encontrar entre los intersticios de estos cuatro mo
estudios lingüísticos de Alfredo Torero (1970), quien sugiere que el delos otros planteamientos algo más eclécticos, en el sentido de
Horizonte Medio se define mejor como una conste lación de Estados que reconocen que los modelos predominantes no son necesa
regionales independientes, Shady sostiene que la homogeneización riamente excluyentes y que necesitan incorporar un conjunto más
cultural de este periodo, arqueológicamente perceptible en la distribución amplio de variables. Si bien en la actualidad es poco razonable
espacial y en la asociación de rasgos estilísticos de la cerámica, resultaría dudar de la existencia de un Estado expansivo wari, se cuestiona la
de una amplia red de inte racciones económicas interregionales interpretación simplista del modelo conquistador o de wari como
enraizadas en la actividad comercial del precedente periodo Intermedio única fuerza detrás de la amalgama cultural de amplias regiones
Temprano. Shady ve polos de desarrollo comercial de distinta andinas (e. g. Jennings 2010b). Esto ha llevado a reevaluar los an
complejidad, que se acti van y declinan a diferentes velocidades, y que tiguos datos desde perspectivas más flexibles o a incluir nuevos
al ingresar a la diná mica del intercambio interregional propician el factores largamente ignorados. Tómese por ejemplo el renovado
encumbramiento de élites locales y la internacionalización de énfasis que en los años noventa se dio al rol de lo religioso y sim
elementos culturales. Estos polos de desarrollo económico habrían sido bólico en la configuración política del Imperio (Anders 1991), que
los grandes cen tros urbanos (como Marcahumahuco, en la sierra norte, sugiere que “secularización” y “sacralización” (términos en los
o Caja- marquilla en la costa central) que habrían funcionado como las que alguna vez se discutió la expansión wari) son dimensiones
capitales de Estados más o menos coetáneos. que no ocurren de forma pura y excluyente en sociedades pre
En último lugar, recientemente Justin Jennings (2010a) ha capitalistas o, más recientemente, la reconsideración del marco
sugerido aplicar un modelo de globalización basado en una con- ecológico de las relaciones políticas y económicas interregionales
ceptualización más amplia del fenómeno, que no se limita única mente (Glowacki y Malpass 2003, Moseley 2001, Shimada et ál. 1991), un
al ámbito de la economía capitalista mundial ni se restringe a aspecto crucial porque la construcción de la cultura y la negocia
nuestro presente periodo histórico. Siguiendo las reflexiones de John ción del poder también se basan en la disponibilidad de recursos
Tomlinson (1992), Jennings propone que la globalización puede ser económicos y simbólicos, según su distribución espacial y sensibi
entendida como la interdependencia de gentes de di ferentes regiones, lidad a las dinámicas medioambientales.
lo que resulta en una “conectividad compleja” entre lo globalizado y Estas últimas posturas son particularmente atractivas en la
lo localizado. Él retoma la observación cla ve, planteada en años medida en que, al incorporar una serie de variables que habían
recientes por antropólogos y sociólogos, de quedado insuficientemente atendidas, propician el análisis de nuevas
líneas de evidencia y así contribuyen a expandir nuestro
282 I Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 283
se puede decir de forma más específica que la irrupción wari en la costa Horizonte Medio de la costa central han sido por lo general inter pretados
central ha sido tradicionalmente invocada a partir del nuevo tratamiento bajo este enfoque único centrado en lo predominante como un
dado a los cuerpos enterrados y de los cambios en los estilos y técnicas bloque coherentemente estructurado. Por ello, es perti nente revisar
de los artefactos que los acompañan. Para dis cutir el significado de algunos de los componentes de dichos entierros de una forma más
estas manifestaciones materiales, conviene recordar que el tratamiento, inquisitiva, particularmente la práctica novedosa de preparar fardos
posición y orientación de los cuerpos, y los artefactos asociados en un funerarios, las nuevas técnicas y representaciones en los textiles y los
contexto funerario, reflejan creen cias religiosas, ideales filosóficos y nuevos estilos de la cerámica.
principios sociales diferencial mente compartidos por ciertos grupos
de la sociedad, por lo que se esperaría que las variaciones formales
Los fardos funerarios
en estas categorías re flejen distintas aproximaciones al ritual
mortuorio, algunas de las cuales podrían indicar identidades subalternas
La elaboración de un fardo funerario requiere que la posición sen tada
basadas en género, etnicidad, parentesco, etc. (Carr 1995). En
y flexionada de los individuos fallecidos sea aceptada cultural mente.
consideración a este ar gumento, sostengo que ha existido una excesiva
Como se nos ha recordado con pertinencia recientemente (Marcone 2012),
confianza en las costumbres mortuorias lima (v. g., de la cultura lima)
esta posición no fue una novedad wari en la costa central, pues fue bien
más canóni cas, como única base para hacer comparaciones entre
conocida y persistente, aunque no siempre prevaleciente, en las prácticas
prácticas locales y foráneas. Por “excesiva confianza en las costumbres
mortuorias de la cultura lima del periodo Intermedio Temprano.
mor tuorias más canónicas” me refiero al hecho de que los arqueólogos
Como ejemplo, puede citarse el caso de los entierros de niños
nos hemos interesado comúnmente en los rasgos modales de los
Lima Medio de Cerro Manchay en el valle de Lurín (Marstellery
correspondientes contextos lima, ignorando sus bien conocidas va
Marcone 2012), o de los cementerios Lima Tardío de Huaca 20 en el
riaciones o desviaciones. Si bien este énfasis en lo más recurrente
complejo de Maranga, donde la po sición sentada-flexionada está
es válido en la medida en que permite organizar los materiales ar
presente al lado de otras variantes posicionales (MacKay 2008, Mauricio
queológicos de acuerdo con un concepto normativo de la cultura, a
2015). En mi propia experien cia, y como parte del Proyecto
veces tiende a proporcionar una falsa imagen de homogeneidad. Como
Arqueológico Pachacamac dirigido por Izumi Shimada, tuve
consecuencia de esto, no es raro que una serie de grupos no dominantes o
oportunidad de excavar en el año 2005 varios entierros Lima Medio
subculturas sean ignorados y que la popularización de “nuevas”
en el famoso cementerio al pie del Templo Pintado de Pachacamac,
conductas sea interpretada únicamente como expre sión de la
documentando la posición sen tada-flexionada y la orientación al oeste de
introducción de fuerzas exógenas, y no de condiciones preexistentes, o,
los adultos enterrados (Shimada et ál. 2010). En realidad, si uno revisa la
más importante aún, de una compleja interacción entre ambas fuentes
evidencia fune raria a través de varios periodos arqueológicos, observará
de cambio. Precisamente, los entierros del
que la posición extendida de los lima fue una “anomalía” que
transitoria mente interrumpió la larga tradición de entierros sentados-
flexivos de la región (e. g. Makowski 2002; Paredes 1986; Stothert y
Nichole Slovak llevó a cabo un estudio isotópico en huesos humanos de
Ancón. Slovak (2007: 153) encontró un individuo, de 35 analizados, con una Ravines 1977). Más aún, cabe recordar que la posición sentada-
medida isotópica de estroncio consistente con las halladas en restos huma flexionada estuvo bastante generalizada en muchas otras regiones
nos de Conchopata, Ayacucho.
centroan- dinas durante tiempos prewari, al punto que podría ser
demasiado
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simplista adjudicar su restablecimiento en la costa central solo y en otras zonas de Ayacucho (e. g. Valdez et ál. 2006). Esto sugiere una
exclusivamente a una inédita imposición ideológica wari. forma diferente de relación con los individuos fallecidos, in cluso con
La tradición de los fardos funerarios puede definirse como la respecto a los entierros huarpa del periodo Intermedio Temprano e inicios
práctica de envolver los cuerpos con vestimentas y capas sucesivas de del Horizonte Medio, toda vez que estos se ca racterizan por contener
telas para asegurar la protección y/o representar la identidad del individuos completos con indicios de en voltorios (Leoni 2010). En
fallecido (la que tuvo en vida o la que adquiriría con su muer te). general, todo indica que la singularidad wari se debe a factores
Los fardos parecen haber asegurado, en el plano simbólico y en el culturales más bien que tafonómicos.
mundo real, la vigencia de los individuos en la sociedad, y en ese Si esto es así, cabe preguntarse de dónde proviene y cómo se
sentido constituirían, como bien ha argumentado Peter Kau- licke, establece la famosa tradición de fardos funerarios del Horizonte Medio en
una expresión de memoria materializada (Kaulicke 2001). Ahora bien, la costa central. Desde luego, podemos decir que wari difundió esta
tras un exhaustivo análisis de contextos funerarios del sitio wari de práctica, pero con ello no acaban sino que empiezan nuestras
Conchopata en Ayacucho, William Isbell (2004) ha concluido que los indagaciones. ¿Por qué wari no propagó sus propios con ceptos
wari practicaron varios tipos de enterramiento y que no estuvieron mortuorios? ¿Se habrá tratado de una reinterpretación impe rialista de las
interesados en preservar a sus muertos ni en elaborar fardos funerarios. tradiciones locales, en cuyo caso, como quizás diría Jennings, habría que
La diferencia con la preparación y pre servación de momias entre los estudiar lo local para entender lo globalizado?
incas parece ser dramática: Es pertinente recordar que los fardos funerarios tienen una larga
historia en la costa sur (actual departamento de lea) desde fines del
It would be attractive lo imagine similar mummies populating Wari’s Formativo Tardío, al menos. Los famosos fardos paracas de la bahía
landscape of death, but this seems unlikely. Wari mortuary facilities were del mismo nombre (Tello y Mejía Xesspe 1979) exhi ben algunos
not designed to preserve mummified flesh. Under the floors in the
atributos primigenios que luego se consolidan con los siglos en el
ground, Wari dead were soon reduced to bones. Furthermore, some of
the bones, but not mummified cadavers, were removed while other Horizonte Medio, tales como el uso de cañas o palos para asegurar la
parts of the body remained in the graves. Apparently, Wari ancestors correcta posición del individuo, o la presencia de una incipiente
were deliberately dismembered, something that would have horrified cabeza falsa en forma de un nudo notorio en la par te superior del
Inka worshippers. (Isbell 2004: 28) fardo adornada con plumas o vinchas (Paúl 1990).
Particularmente interesantes son los entierros hallados en la hacienda
En una publicación más reciente, esta conclusión es reiterada y Ocucaje, pues contienen fardos que exhiben una falsa cabeza de tela
extendida al caso tiwanaku: “We repeat our conviction that both Wari con la cara pintada (Dawson 1979, King 1983), téc nicamente similares a
and Tiwanaku pit and cist burials in the ground are inconsis- tent with aquellas del Horizonte Medio, aunque casi 1200 años más antiguas.
the production and conservation of mummies” (Isbell y Korpisaari 2015: Algunos autores mencionan que no hay propiamente fardos funerarios,
155). similares a los paracas y wari, en la subsiguiente cultura nasca, pero a la
En efecto, a través de todo el Horizonte Medio los rituales mor vez advierten que esto podría deberse a sesgos en las muestras disponibles
tuorios wari se basaron en el desmembramiento de los cuerpos, la (Isla y Reindel 2006: 382). Junto con esta conjetura, cabe recordar que
desarticulación del esqueleto y la manipulación de los huesos, una la existencia de textiles nasca en diversas colecciones,
práctica que, si bien podría estar sesgada en el heartland wari por la provenientes de entierros y exhibiendo un excelente estado de
deficiente preservación de los restos, ha sido confirmada conservación, sugiere que
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fueron parte de paquetes funerarios en los que las telas no tuvie ron punto, deberíamos recordar que los tapices dentados-excéntricos y
contacto directo con el cuerpo degradado, lo que habría sido posible ranurados, que son los que se hallan en el Horizonte Medio de la costa
gracias a la presencia de otras envolturas intermedias o rellenos. En central, ya eran preferidos por algunos miembros de la socie dad lima
cualquier caso, los fardos funerarios pre Horizonte Me dio, con o sin siglos antes (Fernández y Falcón 2006, Mogrovejo 1995). Sabemos
falsas cabezas, solo han sido hallados en la costa sur, una constatación además que la historia del tapiz en el norte de Ayacucho se remonta
que plantea la cuestión de por qué deberíamos enfatizar únicamente el a varias culturas del periodo Intermedio Temprano, in cluida recuay
aporte wari, que no cultivó este tratamien to mortuorio, y soslayar el (Oakland y Cassman 1995). Dadas las relaciones de larga data entre
de otras regiones que sí poseen antece dentes en el establecimiento de recuay y lima, como queda demostrado por présta mos estilísticos que
esta tradición fuera de Ayacucho. experimentaron su propio desarrollo entre las sociedades limeñas (Lau
Una observación final sobre los fardos funerarios es la frecuen te 2011, Makowski y Rucabado 2000), cabe preguntarse si la presencia de
suposición de que las máscaras de madera tallada, que a veces los tapices en el Horizonte Medio en la costa central habría sido posible
acompañan, son evidencia suficiente de su ubicación temporal en el sin estas anteriores interacciones entre productores y usuarios
Horizonte Medio. Esto podría ser así, pero solo dentro del condicional. regionales, a menos que imaginemos que todas las culturas prewari
La presencia de estas máscaras desde el Horizon te Medio hasta fueron sistemas cerrados que solo se abrieron después del séptimo
el Horizonte Tardío, su reconocida variabilidad y su característica siglo de nuestra era. El tapiz fue ciertamente un tipo de tela muy distintivo
ocurrencia descontextualizada en cementerios huaqueados o colecciones de las élites wari, pero parece que en algunas partes de la costa
privadas, señalan que ellas no son por sí mismas indicadores central, tal como en el va lle del Rímac, no fue una técnica
cronológicos fiables. De hecho, las pocas máscaras de Pachacamac predominante, concediéndosele más bien un estatus especial a otras
analizadas por radiocarbono, y que en apariencia podrían asignarse al variedades, como la doble tela, especialmente en contextos funerarios
Horizonte Medio, se fechan en rea lidad en la primera parte del (Flores Espinoza et ál. 2012).
periodo Intermedio Tardío (Shimada et ál. 2010: 145). Así, parece Al ignorar estos precedentes, la presencia wari en la región pa rece
razonable sugerir que una excesiva confianza en los artefactos aislados o efectivamente monolítica y homogénea, una percepción que podría
en su análisis únicamente estilístico podría conducir al tipo de llevarnos a concederle a cualquier fardo de apariencia wari un
razonamiento circular cuestio nado por Kaulicke (2000: 316), esto es, carácter de prueba política que en realidad solo podría tener a una
que sorprendentemente el modelo termina probando la cronología, y no al escala muy general. Este es el caso de los famosos fardos excavados por
revés. Reiss y Stübel en Ancón. En su exhaustivo análisis de 360 telas de
esta colección depositada en el Museo Etnológico de Berlín
Los textiles (incluyendo telas de fardos que los autores ilustraron en acuarelas),
Margaret Young-Sánchez encuentra que “the Reiss and Stübel
Las telas de los fardos funerarios de la costa central son una de las excavations provide no evidence of parvasive and lasting Huari
líneas de evidencia más fuertes que respaldan la tesis de un dominio influence on the iconographic and technical repertoire of Ancon’s
wari, ya que varias de ellas muestran innegables diseños y motivos textiles such as would be expected in the event of for- cible
de origen wari y tiwanaku. Junto con esto, es frecuen te sostener conquest, religious conversión, and incorporation into a lar- ger
que wari propagó entre las élites locales el consumo de tapices economic and political system” (Young-Sánchez 2000: 19). Ella concluye
(Ángeles y Pozzi-Escot 2000, Stone 1986). Pero en este que wari no innovó las técnicas textiles y por lo tanto no
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reorganizó sistemáticamente la producción (2000: 223), una de ducción mera aculturación unidireccional bajo control imperial, y más bien
que sin duda debe sorprender a muchos familiarizados con las sugiere que la integración de ingredientes foráneos en el sistema
ilustraciones de los fardos de Ancón exhibiendo telas con evidentes nativo ocurrió como parte de una activa construcción de una iden tidad
diseños tiahuanacoides. Cabe aclarar, sin embargo, que la local en un escenario donde wari fue, sin duda, relevante.
conclusión de Young-Sánchez no se construye sobre la singulari dad En Pachacamac, el afamado sitio localizado en el vecino valle
de unos pocos casos selectivamente ilustrados en publicacio nes de Lurín, a pesar de décadas de intervenciones arqueológicas de
arqueológicas, sino sobre la variabilidad interna, demostrable pero diferente escala y propósito, el interés ha recaído preferentemente
poco conocida, de la totalidad de la muestra sujeta a estudio. Ya que en los textiles excavados en 1896 por Max Uhle (1903) en el ce menterio
este escenario es diferente al que habría existido en el valle de Asia I al frente del Templo Pintado de Pachacamac (Engelstad 1984, Kohut
(Ángeles y Pozzi-Escot 2000), donde wari habría tenido un rol mucho 2005, Van Stan 1967; véase también Ángeles y Pozzi-Es cot 2010).
más importante en la producción y/o consumo de tex tiles, es Particularmente importante es el análisis realizado por Ina Van Stan
evidente que las relaciones con Ayacucho fueron muy va riables. Ello (1967) de 160 de aquellos textiles que no pocas veces han sido
nos previene de hacer extrapolaciones concluyentes entre colecciones tratados como referentes locales de la época wari.
de origen diferente sin análisis previos, y sugiere que las relaciones Sin embargo, es importante señalar que nosotros no podemos
políticas con wari pudieron ser sustancialmente diferentes, incluso entre asumir que todos los artefactos que provienen del cementerio 1
valles de una misma región. “debajo de la base del Templo de Pachacamac”, son piezas “wari”
Un sitio que recientemente está proporcionando una intere sante del Horizonte Medio, pues el mismo Uhle sostuvo que los obje tos
gama de telas del Horizonte Medio es el complejo de Hua- ca de “estilo Tiwanaku” de este cementerio fueron escasos, ha llándoseles
Pucllana, en el valle bajo del Rímac, en el distrito capitalino de normalmente mezclados con otros de fechado más reciente (Uhle
Miradores. Por ejemplo, el hallazgo de una tumba muy disturbada 1903: 19-25). Ina Van Stan fue consciente de esta mezcla cronológica,
que habría pertenecido a un “sacerdote” y que contenía al menos por lo que decidió cautelosamente organizar las piezas textiles de su
seis unkus enteros con técnicas y decoración de filiación wari, re nueva estudio de acuerdo con criterios funcio nales. Por ejemplo, uno de
la tesis de un dominio imperial ayacuchano (Flores Espino- za los artefactos tejidos más frecuentes del cementerio I
2013). Cabe señalar que, según toda la evidencia disponible, los unkus minuciosamente descritos por Van Stan son las famosas bolsas con
son una innovación en el vestuario local adoptada durante el flecos, con abertura o cerradas (también co nocidas en inglés como
Horizonte Medio. Es pertinente, sin embargo, tener en cuenta que poliches), que acompañan a los fardos funerarios que se fechan tanto en
un análisis más exhaustivo de los unkus de Pucllana indica que la segunda mitad del Horizonte Medio como en el Intermedio Tardío.
casi todos ellos exhiben estilos Wari profundamente “costeñi- zados” en Este amplio rango cronológi co de los materiales del cementerio I es
sus variantes del norte (moche), central y sur (chiribaya) (Chuchón coherente con lo hallado por Lauren Kohut (2005), quien al analizar
2013). Esto último, aunado a su fabricación con técni cas 20 bolsas que actual mente se preservan en el Museo de Arqueología
predominantemente locales y a la ausencia de indicadores de colonización de la Universidad de Pensilvania, EE. UU., encontró que la mayoría
o control político en el sitio (v. g. un notable cam bio en la se asigna mejor al periodo Intermedio Tardío, incluidas aquellas bolsas
arquitectura local emparejado con la presencia súbita de tejidas con hilos de lana. Más aún, tratando de tener una línea
contextos y objetos de estilo ayacuchano que no se restringen a independien te de datación, Izumi Shimada y sus colaboradores
una sola categoría de artefacto), relativiza el argumento de la sometieron a
292 | Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 293
análisis radiocarbónico algunas muestras orgánicas provenientes pequeña cantidad podría deberse al hecho de que los entierros
de fardos del cementerio I, portando bolsas idénticas a las halla das con materiales wari del Horizonte Medio solo estuvieron presentes
por Uhle CShimada et ál. 2015; Takigami et ál. 2014: tabla 1). Los en algunos sectores del gran cementerio de Ancón, y que las exca
resultados corroboran la ubicación cronológica de gran parte de vaciones selectivas de Reiss y Stübel no siempre coincidieron con
estos objetos y contextos en épocas pos Horizonte Medio. estas áreas (Haas 1986: 74-75). Podría ser así, pero hay que consi derar
En general, podemos decir que las telas wari o influenciadas que durante el siglo siguiente las extensas excavaciones di rigidas por
por wari están presentes en todos los sitios mencionados, aun que Julio C. Tello, sus colaboradores y otros arqueólogos en el sitio,
siempre en un número bastante limitado. Por el contrario, las pautas siempre proporcionaron un número muy limitado de vasi jas con
técnicas y decorativas centrocosteñas claramente prevale cen. Si la rasgos wari fácilmente identificables (e. g. Ravines 1979, 1981;
poca presencia de piezas textiles acusando el impacto tecnológico y Kauffman 1994; para una revisión general, véase Kaulicke 1997). Más
estilístico ayacuchano se debe a un real consumo selectivo de estos aún, como hemos visto a través del estudio de Young- Sánchez, en el
objetos, o más bien a sesgos en las muestras examinadas derivados de caso de los entierros excavados por Reiss y Stübel, los tejidos wari o
su propia conformación o de problemas de conservación, es una con influencia wari tampoco son numerosos.
cuestión que solo se podrá resolver desa rrollando más estudios Mi impresión preliminar es que no solo las vasijas enteras sino
analíticos de las colecciones disponibles y sus contextos de también los fragmentos de vasijas de estilos Wari son muy escasos en
procedencia. la costa central, incluso aquellos que provienen de pisos y rellenos,
al punto que su hallazgo episódico suele causar cierto revuelo entre
La cerámica los arqueólogos interesados en el Horizonte Medio local (e. g. Franco
y Paredes 2000, Isla y Guerrero 1987, Narváez 1999). Si bien algunas
Veamos finalmente la cerámica asociada, un material que tiene pocas ofrendas no funerarias han sido halladas en los últimos años
la ventaja de que la variabilidad de su frecuencia difícilrpente pue de (e. g. Chauca 2009), sospecho que, en general, los fragmentos recu
ser adjudicada a problemas de conservación. Es inobjetable la existencia perados en sitios monumentales de los valles del Chillón, Rímac y
de vasijas de estilo Wari Provincial en tumbas (Menzel 1964), aunque Lurín provienen de vasijas de entierros removidos por diversas prác ticas
sería muy útil saber, donde sea posible, su número aproximado, culturales prehistóricas que aún quedan por ser entendidas.
distribución en los entierros y cantidad relativa con relación a todos los La poca frecuencia de fragmentos de estilos Wari también se
estilos presentes. Sin estas cuantificaciones básicas, la información puede observar en el ya discutido sitio de Pachacamac, el mismo
queda reducida a las piezas individuales, que al ser reiteradamente que ha sido clave en las discusiones sobre el Horizonte Medio. Wi-
usadas como referencia comparativa, podrían dar la apariencia de una lliam Strong y John Corbett publicaron, en 1943, su famoso corte
presencia generalizada. estratigráfico en el basural al pie del Templo del Sol, que clara mente
Tomemos como ejemplo el caso de Ancón, nuevamente. Al refleja la secuencia ocupacional del sitio y se considera uno de los
estudiar las vasijas de cerámica de la colección de Reiss y Stü- más completos de toda la costa central (Strong y Cor bett 1943).3
bel, Richard Haas (1986) encontró que las vasijas con influencia ¿Por qué este gigantesco basural muestra abundante
ayacuchana conforman un grupo muy pequeño del total de la
muestra; de hecho, solo 6 de las 146 vasijas analizadas podrían
relacionarse estilísticamente con wari. Haas presume que esta 3. Aunque podemos objetar la metodología empleada por Strong y Corbett
para determinar las proporciones de los tipos alfareros recuperados por
294 [ Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari ¡ 295
cerámica de estilos Lima, Ychsma, Inca y de otros estilos menos funeraria bastante densa próxima a la zona investigada por el
populares, pero escasos o ningún fragmento de los estilos del auge equipo de Shimada (Eeckhout 2010, Owens y Eeckhout 2015: fig.
wari como, por ejemplo, el esquivo estilo Pachacamac de la época 10.8). En consonancia con los postulados de Menzel, en un prin cipio
2 del Horizonte Medio? el hallazgo promovió la idea de que al fin se había localiza do una
Ni el Proyecto Pachacamac encabezado por Izumi Shimada ni ocupación wari muy consistente en el sitio, con artefactos manifestando
el Proyecto Ychsma liderado por Peter Eeckhout —dos proyectos la importante influencia ayacuchana a través del estilo Pachacamac
muy importantes desarrollados de manera independiente en el si tio (Eeckhout 2005). Sin embargo, algunos años después del
en los últimos años—, han tenido éxito en hallar la evidencia cerámica descubrimiento, y luego de acumular y procesar más datos, Eeckhout
esperada, en cantidad y calidad, que concuerde con el énfasis que objeta la creencia de que este estilo haya sido la expresión exógena de
Menzel le dio a wari en este famoso centro costeño (Menzel 1964, una poderosa fuerza cultural y política afin cada en el sitio, así como
1977). Ni siquiera los entierros excavados por am bos proyectos la idea de Pachacamac mismo como un “santuario de peregrinación”
cerca de donde Uhle trabajó a fines del siglo XIX proporcionaron lo durante el Horizonte Medio:
buscado.
Es preciso destacar que a pesar de tres años de excavaciones [... ] resulta bastante peligroso aplicar el modelo del santuario ora cular
en la céntrica plaza de Los Peregrinos y en el cementerio I al pie de peregrinaje tal como se conoce en el imperio inca a otros contextos.
del Templo Pintado, y de documentar una importante sucesión Así, las propuestas de Menzel respecto de la difusión del estilo
Pachacamac en el Horizonte Medio II no concuerdan con este modelo
ocupacional desde el periodo Lima hasta el arribo inca, Shimada
pues, de ser el caso, tendríamos muchos más ejem plos de estilos
y sus colaboradores comprobaron que el material alfarero que po dría
foráneos, en el sitio mismo, durante este periodo. En realidad, los
identificarse como de estilo Pachacamac, Atarco/Viñaque o Wari artefactos foráneos o que muestran influencias forá neas solo se
Provincial es notoriamente infrecuente (e. g. Shimada et ál. 2010, encuentran al pie del Templo Pintado de Pachacamac y solo en
2015; Segura y Shimada 2010: fig. 7.6). Así, razonable pero algunas tumbas específicas [... ] Tal vez por estas razones históricas
cautelosamente, se pone en cuestionamiento las generalizaciones ligadas a la importancia pionera del trabajo de Uhle, se ha
realizadas en el pasado basadas en la limitada evidencia del estilo generalizado la idea desarrollada por Menzel, pero estas pro puestas no
resisten el examen de los hechos. (Eeckhout 2008: 171, véase también
Pachacamac: “ [no] sabemos por quién o dónde fue hecho el estilo
Eeckhout 2013)
de cerámica Pachacamac con el famoso ‘Grifo de Pachacamac’.
En realidad, a la fecha no hay evidencia de que dicha cerámica
Aunque recientemente Eeckhout encuentra posible atribuir
haya sido producida en el sitio que da nombre al estilo” (Shimada
al influjo wari parte de los cambios funerarios y tecnológicos que
etál. 2010: 146).
operaron en Pachacamac entre el fin de la ocupación lima y aque llas
Por su parte, Eeckhout halló algunos fragmentos y vasijas de
poslima de la segunda mitad del Horizonte Medio, su veredicto continúa
estilo Wari de la época 2 del Horizonte Medio, incluido un cuen co
cuestionando la imagen clásica del sitio como un vigoro so centro
decorado con el icono del Grifo de Pachacamac, en un área
wari sostenido por su tradición oracular: “the vast majo- rity of
material culture (especially ceramics) found at Pachacamac is
niveles estratigráficos, no se puede ignorar que los estilos y tipos que do indigenous to the Central Coast, and it is only in the Late Horizon that
cumentaron en su corte principal son los que, en efecto, los arqueólogos there appears to have been a large-scale pilgrimage system in operation”
suelen hallar distribuidos en otros sectores del sitio.
(Owens y Eeckhout 2015: 184).
296 | Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 297
En realidad, son tan pocos los tiestos de filiación wari fuera de encuentran que no hay evidencia empírica para asignarle a wari
las tumbas, que sorprende que no discutamos explícitamente el po sible tal rol en esta parte de la costa peruana (Nelson et ál. 2010), una
significado de su escasez. Creo que es importante repetirlo: de su conclusión que es coherente con la poca presencia wari en el sitio
escasez, no de su inexistencia. Sobre este punto, Isbell ha pregun tado si de Chimu Capac documentada hace casi 20 años (Valkenier 1995).
es razonable esperar que la cerámica funeraria debiera apa recer en Sobre la base de este cuerpo de datos, Isbell reevalúa algunas de
otros tipos de contextos (Isbell 2010a: 246). La respuesta obvia es que las propuestas de Menzel de esta manera:
necesariamente no, pero la pregunta consiguiente es:
¿por qué ocurre esta poca representatividad con wari y no con todas In Menzel’s 1977 study of the archaeological collections excava-
ted by Max Uhle for the University of California at Berkeley, she
las otras culturas autóctonas o de origen foráneo en la costa central?
made some extraordinary inferences that were perhaps accepted
En esta línea de razonamiento, es interesante observar la dis
too uncritically by many Andeanists. In the mouth of the Supe Va-
tribución de la cerámica inca, por ser reflejo de la expansión de un lley (between the Pativilca and Huaura valleys), at a place called
Imperio a menudo usado como modelo para interpretar los restos Chimu Capac, Uhle (1925) excavated part of a cemetery containing
wari. Pues bien, la cerámica inca en cualquiera de sus variedades material remarkably Wari-like. The cemetery was located next to a
en la costa central no está solamente presente en entierros funera rios, walled hilltop and a sizable area of residential buildings. Without
sino en una amplia gama de contextos arqueológicos: basura les further work at Chimu Capac, Menzel inferred that the cemetery,
the fortifications, and residential buildings all belonged to the Midd-
estratificados (e. g. Makowski y Vega-Centeno 2004), superficies de
le Horizon. She suggested that a heartland Wari expeditionary forcé
plazas y áreas residenciales (e. g. López-Hurtado 2011, Makowski et ál.
established a stronghold at Chimu Capac to prevent Pachacamac
2005), rellenos constructivos (e. g. Bazán 1990), ofrendas no funerarias from gaining too much power and, particularly, from allying with
(e. g. Córdova 2011), etc. Este contraste con la escasa y mucho menos polities emerging farther north along the coast. (Isbell 2010a: 246)
distribuida cerámica de estilos Wari es un fenómeno especialmente
notorio e intrigante al considerar que los incas solo estuvieron unos 70 Y más adelante concluye: “it is increasingly apparent that Men zel
años en la cúspide del poder, mientras que se acepta que la vigencia overestimated the nature and degree of Wari influence on the central
del Estado wari en Ayacucho y su fuerte pre sencia en gran parte de los and north-central coast” (2010a: 247).
Andes centrales pudo extenderse, cuan do menos, por tres siglos En general, pienso que la muy limitada presencia de cerámica
(Finucane et ál. 2007; Isbell 2008, 2010b). de estilos Wari en Pachacamac y otros sitios no puede revertir la di
Algunos detalles iconográficos de la cerámica del Horizonte rección que impone la fuerza de los datos que he esbozado. A me nos
Medio en Pachacamac han sido descritos por Rommel Ángeles y que en los próximos años se descubra una mayor diversidad de
Denise Pozzi-Escot, identificando elementos de la costa norcen- contextos y distribución de los materiales wari o influenciados por
tral, en línea con la idea de Menzel de que esta región fue un foco wari, es razonable suponer que no será fácil modificar esta re evaluación
de influencia wari muy importante (Ángeles y Pozzi-Escot 2010, basada en la evidencia acumulada en más de 100 años de
Menzel 1977). Más aún, Ángeles y Pozzi-Escot (2010: 194) conside ran arqueología en la costa central del Perú.
que ciertos atributos arquitectónicos en Pachacamac, como el uso
de adobes cuadrangulares, son expresión del establecimiento wari vía Comentarios finales y conclusiones
la zona de Supe-Pativilca. Sin embargo, recientes traba jos en el
llamado “Norte Chico”, enfocados en el Horizonte Medio, La mayoría de los modelos resumidos en la primera parte de
este trabajo concuerdan en que wari tuvo un rol importante en el
298 | Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 299
desarrollo cultural de los Andes centrales durante el Horizonte Me toda la evidencia acumulada, en realidad presentan una notable
dio, sea como Estado imperial con control directo o influencia so diversidad en la configuración de los contextos arqueológicos y
bre amplios territorios centroandinos, sea como agente catalizador los artefactos asociados, a la vez que una presencia wari limitada.
de las interacciones interculturales en las que estuvieron inmersas Sin embargo, por mucho tiempo, tal diversidad fue insuficiente mente
tanto wari como otras sociedades contemporáneas. Que el mode atendida, centrándose la atención más bien en los objetos exóticos de
lo imperial se encuentra respaldado por los restos materiales de estilos Wari, y así favoreciendo su interpretación como evidencia de una
muchos valles serranos y algunos enclaves costeños es una cons vigorosa intrusión ayacuchana en toda la costa central.
tatación que no puede objetarse tras décadas de investigaciones. A El estado de conocimiento actual hace difícil que los arqueó logos
este respecto cabe tener presente los recientes hallazgos con restos se adscriban a un modelo imperial de control directo en la costa
wari documentados en sitios de regiones tan distantes como distin central, aunque muchos de ellos todavía tienden a explicar los
tas, como El Castillo de Huarmey, en la costa del departamento de procesos locales únicamente desde la presencia real o hipo tética de
Áncash (Giersz y Makowski 2014), o Espíritu Pampa, en la selva alta wari. Sin negar el aporte wari, esto ya no es sostenible por una
del Cuzco (Fonseca 2011, Valdez 2011). Siendo esto cierto, sin em serie de razones. Para empezar, las cronologías arqueo lógicas están
bargo, no parece ser suficiente para explicar la diversidad de proce refinándose, de modo que si bien ahora sabemos que la metrópoli
sos culturales concurrentes con wari durante el Horizonte Medio, Wari tuvo vigencia hasta el siglo XI d. C. sin dar oportunidad al
tal como sugieren varias líneas de evidencia arqueológica que no desarrollo de estilos epigonales en Ayacucho (Is- bell 2010b),
concuerdan fácilmente con las predicciones del modelo imperial. también reconocemos la contemporaneidad de cul turas importantes
La costa central ha desempeñado un papel importante en con wari durante casi todo el Horizonte Medio; tal es el caso de
los inicios de la arqueología en el Perú, al exhibir un proceso cul tural algunas sociedades mochica y su fuerte identidad vigente bastante
prehistórico muy complejo, así como sitios que estuvieron después del fin del periodo Intermedio Temprano (e. g. Chapdelaine
suficientemente preservados y logísticamente al alcance de los 2010). Aunque comparativamente hablando la costa central posee un
anticuarios y primeros profesionales de la arqueología que nece número reducido de fechados absolutos del Horizonte Medio, hay
sariamente debían residir temporalmente en la capital del país. indicios de que los patrones culturales lima también se prolongaron
Una serie de factores culturales, históricos y tafonómicos que aún en este horizonte más allá de lo que se había asumido décadas atrás.
quedan por ser bien comprendidos, parecen haber facilitado el Una serie de compilaciones y re visiones recientes de los fechados
hallazgo de restos wari o derivados de wari, extraordinarios pero calibrados disponibles en esta región (e. g. Narváez 2013, Valdez
limitados, de una manera que difícilmente se pudo replicar en el 2015), indican claramente que la denominada fase Lima Tardío (o
siglo siguiente. Pareciera que Reiss y Stübel, Uhle y Gretzer, fueron Lima 7-9 en la secuencia esti lística de Thomas Patterson [1966])
mucho más afortunados que los arqueólogos de las décadas pos teriores, alcanza sobradamente el si glo IX d. C., y que bien podría
que buscaron y aun hoy buscan hallazgos comparables sin un éxito
extenderse hasta el mismo siglo X. En consecuencia, la existencia
semejante.
simultánea de fuertes tradiciones regionales durante este periodo
Estos artefactos, cerámica y textiles principalmente, que han arqueológico nos obliga a modi ficar el antiguo planteamiento de que
sido una y otra vez discutidos e ilustrados selectivamente en tra bajos estas identidades, algunas
arqueológicos posteriores, fueron recuperados fundamen talmente de
cementerios extensos y densos, los cuales, según
300 | Rafael Segura Llanos 8/ Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 301
posiblemente unificadas bajo formas de gobierno estatal, 4 fueron basada en una pretendida (imposible, por cierto) “invisibilización de
meramente suplantadas por la marea cultural wari a partir del si glo wari”, el reconocimiento de que muchos valles o regiones cen- troandinos
Vil de nuestra era. poseyeron una tradición cultural suficientemente sólida como para
Asimismo, cabe reiterar que el hallazgo de materiales extralo cales incorporar de manera selectiva o minimizar los aportes imperiales, si
o con rasgos foráneos, ya no solo wari, sino también de otras regiones acaso no poseer un importante nivel de independen cia política de
costeñas, no debería ser una sorpresa, ya que la mezcla de wari, constituye un avance en dos sentidos. En pri mer lugar,
elementos culturales es una norma en la conformación de las sociedades promueve un refinamiento del propio modelo imperial, desplazándolo del
humanas. Esta regla es mucho más generalizada en sociedades complejas antiguo razonamiento del “imperio macizo y su cultura invasiva” a uno
porque el desarrollo de estas se debe pre cisamente a la intensidad y basado en un continuum de poder que va desde el control directo hasta
amplitud de sus interrelaciones intra e intergrupales. Incluso en la la influencia de baja intensidad, una variante del modelo que considero
ausencia de grandes organizaciones panandinas, la multidireccionalidad mucho más valiosa porque per mite evaluar los posibles reacomodos
de las influencias culturales, cambiantes y variadas a través del tiempo, ha de este continuum a lo largo del tiempo y, con ello, los diferentes y
sido normalmente consustancial con poblaciones asentadas sobre cambiantes escenarios en que wari tuvo que operar, tal y cual lo
territorios conti guos y con fronteras flexibles dentro de una misma persuasivamente argumenta do por Katharina Schreiber (2012). En
“área cultural”. segundo lugar, porque cues tiona la autoridad del modelo único,
Finalmente, debe señalarse que la concepción relaciojial de las forzándonos fructíferamente a comprender a las poblaciones humanas
sociedades andinas prehistóricas y de su cultura nos permite redefinir el andinas y, con ellas a sus instituciones, como los sistemas complejos que
carácter de los Estados como organizaciones multidi- mensionales son; esto es, como una constelación de realidades que han sido viables
operando sobre realidades múltiples, lo que parece ser ventajoso a gracias a la no toria diversidad de sus respuestas a la extraordinaria
la luz de las diversas intensidades con que <var¡ se manifiesta en el multiplicidad de dinámicas culturales, históricas y medioambientales que
registro arqueológico valle a valle. A partir de la presencia discontinua de les ha tocado enfrentar. Esta pluralidad de formas solo es teóricamente
los objetos wari y de las formas diversas en que estos materiales inteligible a partir de aproximaciones multimodales que en con cierto
habrían circulado entre élites contempo ráneas, uno puede decir que, si sopesen lo metropolitano y lo provincial, lo foráneo y lo local.
algo calza con la imagen que va emergiendo de wari, es la definición que Poco de esto, sin embargo, puede alcanzarse haciendo de las
hace años hiciera el his toriador Franklin Pease del mismo desiguales relaciones interculturales del Horizonte Medio una di cotomía
omnipresente Estado inca: se trata, ante todo, de una compleja y estática que oscila entre el “debe haber restos wari por que hubo
desigual red de relaciones más bien que de una entidad monolítica de imperio” y el “aquí no hay imperio porque no hay restos wari”, ambos,
poder (Pease 1989: 110). planteamientos que carecen de consistencia lógica y que no se
En resumen, creo que lo que es importante enfatizar aquí es que, condicen con la complejidad de los datos arqueoló gicos disponibles.
lejos de constituir una desfiguración de la prehistoria andina Esto es lo que precisamente ha ocurrido en la costa central, y lo que,
creo yo, parcialmente explica nuestro insu ficiente estado de
conocimiento del Horizonte Medio local frente a los avances que,
4. Conviene recordar que varios autores (e. g. Earle 1972, Lumbreras 2011, Pat- respecto de este periodo, se han alcanzado en otras regiones del Perú.
terson et ál. 1982) encuentran que la organización política de los lima, espe
cialmente a fines del periodo Intermedio Temprano y en la primera mitad
del Horizonte Medio, corresponde a la de un Estado arcaico.
302 | Rafael Segura Llanos 8 / Repensando la interacción cultural durante la hegemonía wari | 303
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los materiales recuperados por Max Uhle, Louis M. Stumer y mayoría en los museos del país. Sin embargo, la gran can tidad de
la Misión Arqueológica Italiana”. Tesis de licenciatura. Lima: piezas de orfebrería depositadas en nuestros museos se encuentran
Pontificia Universidad Católica del Perú.
“descontextualizadas”, es decir, no cuentan con los datos exactos de
Valkenier, Lisa su procedencia. Esto convierte a los museos en simples repositorios de
1995 “New Evidence for Chimu Capac and the Early Horizon piezas, lo cual genera un problema para el análisis de estos vestigios.
Period in the Supe Valley, Perú”. En Journal of the Steivard Todo esto, sumado a la escasa literatura arqueológica referida a los
Anthropological Society 23 (1-2): 269-286. trabajos orfebres —en particular chi mú—, hace que a estas piezas
no se las pueda ubicar en el tiempo y espacio y que se les atribuya
Van Stan, Ina
1967 Textiles from Beneath the Temple of Pachacarnac, Perú: A solo superficialmente una filiación cultural. El presente estudio es un
Parí ofthe Uhle Collection. The University Museum. Filadel fia: análisis preliminar que busca contextualizar unos vasos rituales de plata,
University of Pennsylvania. llamados “akillas”, que
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<lejacn@gmail.com>.
316 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narria 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 317
proceden de la Colección Carranza y Dalmau del Museo Nacional evidencias de este tipo de vasos se atribuyen a la cultura sicán (750-
de Arqueología, Antropología e Historia del Perú (MNAAHP). 1375 d. C.), cuyo centro principal se encuentra en el Santuario His tórico
de Pómac, en Batán Grande, Lambayeque (Vetter 2009).
Introducción En los valles de Chillón, Lurín y Rímac, en la costa central, así
como en los de Chincha e lea, en la costa sur, también se han
En este trabajo nos aproximamos a las formas de organización del reportado vasos de plata y oro de los periodos Intermedio Tardío (1000-
trabajo orfebre en el Estado chimú a través de un estudio de piezas 1400 d. C.) y Horizonte Tardío (1400-1533 d. C.), entre los que
de la colección Luis Carranza y Juan Dalmau, decomisada por la destaca el vaso-retrato. Estos vasos fueron catalogados como chimú,
dirección de gobierno de la ciudad de Trujillo y entregada al Museo pero estudios recientes dan cuenta de su origen en la costa central y sur
Nacional, el 20 febrero de 1930. del Perú (Carcedo 2004).
Durante muchos años, se pensó que esta colección provenía Por otro lado, las intervenciones arqueológicas realizadas en el
de la plataforma funeraria denominada Huaca La Misa, ubicada año 2009 por José A. Hudtwalcker en la isla San Lorenzo (Callao),
en el grupo Rivero del sitio arqueológico Chan-Chan, o de algunas con el apoyo de la Marina de Guerra del Perú, nos muestran un
de las huacas de Pacasmayo, zona donde residía Juan Dalmau. Sin hallazgo importante para contextualizar el uso de vasos de plata en
embargo, en el estudio preliminar de las piezas nos dimos cuenta la costa central durante el Horizonte Tardío. Se trata del descubri miento
de que los datos de procedencia eran ambiguos, como sucede del fardo funerario de una mujer a quien se ha denomina do “la
con muchas de las piezas rotuladas como de la “cultura chimú” tejedora” por sus materiales asociados al trabajo textil, pero que entre
que proceden de decomisos o donaciones y que hoy albergan sus brazos portaba tres vasos-retrato de plata.
nuestros museos. Retornando a la costa norte, el viajero George Squier, quien
Una característica particular de esta colección es que contie ne recorrió el Perú en el siglo XIX, menciona sus exploraciones en
en su mayoría piezas de morfología específica, en este caso, vasos el Gran Chimú, específicamente en Chan Chan, acompañado del
de plata denominados “akillas”, un término que en quechua significa coronel La Rosa. Ambos recorrieron muchos recintos, especial mente
“vaso de metal”. En su Vocabulario de la lengua quechua de 1608 la Huaca El Obispo, donde descubrieron un depósito que contenía una
(1987), el padre González Holguín definió akilla quri como copa de oro gran cantidad de vasijas de oro y plata. Al respecto, Squier describe:
y akilla ccolque o aquillaqyllqi como vaso de plata. Por su parte, en
su Vocabulario de la lengua aymara de 1812 (1984), el jesuita y Las vasijas estaban apiladas en forma regular, una copa sobre otra,
y, de acuerdo a la opinión del coronel, habían sido escondidas aquí
lingüista Ludovico Bertoni afirmó que akilla significa “vaso de plata
en la época de la lucha entre los chimús y los incas para preservar las
para beber”.
de las garras de estos últimos. La mayoría de las vasijas tenía la forma
Vale la pena recordar que, según los investigadores, las prime ras de tazas para beber o vasos y algunas eran ordinarias, de pla ta muy
evidencias de vasos de metal provienen de la época tiahuanaco (400 a. delgadas, considerablemente aleada con cobre y oxidadas a tal
C.-l 100 d. C.), cuyo centro principal se encuentra al suroeste del lago punto que algunas resultaban tan quebradizas que casi no to leraban
Titicaca (Bolivia). A este periodo corresponden unos esca sos vasos manipuleo. Las habían fundido, salvo unas pocas, con un provecho muy
rituales elaborados exclusivamente en oro. También se han reportado pobre en cuanto a la cantidad de plata exportable. (Squier 1974 [1877])
vasos de metal de estilo tiahuanaco en San Pedro de Atacama (Chile). En
cuanto a la costa norte del Perú, las primeras
318 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea
9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 319
Los datos sobre cada uno de los lugares donde fueron encon trados Los sacerdotes, habían ofrecido los vasos de los Incas, salían a la puerta
estos vasos revelan su gran importancia en los diferentes actos a recibir los vasos de los curacas, los cuales llegaban por su antigüedad,
rituales ligados a las élites gobernantes. La iconografía de cada una como habían sido reducidos al Imperio, y daban sus vasos y otras
las piezas halladas posiblemente aluda a mitos o ritos de cada lugar o cosas de oro y plata que para presentar al Sol habían traído de sus
de las distintas culturas a las que pertenecieron. tierras [...]. (Garcilaso de la Vega 2005 [1609]: 185)
En el Horizonte Tardío, los incas elaboraron vasos en made ra
(kero) y metal (akilla), en oro o plata, con motivos abstractos. Las Según Cobo, los vasos de metal también eran parte fundamen tal
akillas fueron importantes en los ritos y ceremonias incaicos. Como del ajuar funerario y del culto a las momias (o mallquis):
describe Garcilaso de la Vega:
Tomaban asimismo todos sus bienes muebles, vajillas y servicio
de oro y plata, y sin dar desto cosa a los herederos, parte ponían
[...] el Rey se ponía en pie, quedando los demás de cuclillas, y
con el difunto y parte enterraban en los lugares donde solía recibir
tomaba dos grandes vasos de oro, que llamaban aquilla, llenos del brebaje
recreación cuando vivía. (1964 [1653]: 163)
que ellos beben. Hacia esta ceremonia en nombre de su padre, el Sol,
y con el vaso de la mano derecha le convidaba a beber, que era lo
que el sol había de hacer, convidando el Inca a todos sus parientes, Esta revisión permite entender que la akilla era, sin duda, una
porque esto del darse a beber unos a otros era la mayor y más pieza importante en la parafernalia ritual del Perú prehispánico.
ordinaria demostración que ellos tenían del bene plácito del superior Por lo tanto, entender su uso y producción nos permite aproximar nos
para con el inferior y de la amistad de un amigo con el otro. (2005 a las dinámicas productivas, el consumo y las relaciones socia les
[1609]: 184)
entre los pueblos que las fabricaron y utilizaron. Ese es nuestro propósito
al estudiar las piezas de la Colección Carranza y Dalmau.
En los ritos de libación eran piezas muy importantes entre los ídolos, Finalmente, es necesario revisar la información concerniente
los ancestros y el Inca: al periodo Intermedio Tardío, en el cual parecen enmarcase las
piezas. Como lo muestra la literatura arqueológica, en esta etapa
Tenían también delante de los muertos unos vasos grandes como pudo haberse consolidado un grupo especializado en orfebrería, los
cangilones, llamados vilques, hechos de oro y de plata, ellos echa ban llamados “plateros”.
la chicha con que brindaban a los muertos; mostrándoselo pri mero; y
solían brindarse unos muertos a otros, y los muertos a los vivos, y al
contrario; lo cual hacían en nombre de ellos sus ministros. En estando La sociedad chimú durante el periodo Intermedio Tardío
llenos estos vilques, los derramaban en una piedra re donda que tenían
por ídolo en mitad de la plaza, alrededor de la cual estaba hecha una El Intermedio Tardío fue una etapa de organización política y desa rrollo
alberca pequeña, donde se resolvía la chicha por ciertos sumideros y cultural que se expresó en diversas áreas geográficas, con cier to grado
caños ocultos que tenía. (Cobo 1964 [1653]: 164)
de interdependencia y a la vez con un desarrollo particular, muchas veces
en conflicto pero coexistiendo en un mismo espacio.
Por otro lado, las akillas eran fundamentales en el acto de re La costa norte en este periodo ha sido analizada por diversos in
distribución estatal incaica, en el que cumplían diversos roles. Es tos vestigadores, entre los que destacan Russel y Jackson para el valle de
vasos eran entregados a los curacas para sellar su adhesión al Imperio Chicama, y Shimada para el de Lambayeque. Apoyados en informa ción
inca: etnohistórica del siglo XV y en los resultados de sus respectivos
320 [ Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 321
proyectos de investigación, estos arqueólogos arrojaron datos sobre verdaderos centros urbanos con residencias de élite por lo general
el desarrollo económico, específicamente sobre el trabajo de espe- amuralladas, que se desarrollaron fundamentalmente para ejercer
cialización artesanal, durante el Intermedio Tardío (Vetter 2009). un estrecho control sobre los bienes, ya que la explotación de la
Según estos autores, al momento de la conquista inca, la costa tierra, llevada a gran escala, constituía la fuente básica de materias
norte peruana tenía organizaciones políticas complejas y dualistas primas.
en las cuales cada nivel jerárquico se componía de varios grupos Uno de los centros urbanos chimú más extensos y mejor con
sociales o “parcialidades”. Las parcialidades estaban congregadas servados, que sigue deslumbrando hasta la actualidad, es Chan
en pares o mitades e integradas bajo la autoridad de los grupos de Chan, considerado la capital del Estado chimú (Ravines 1980: 23).
nivel jerárquico superior. En las parcialidades de los rangos más Su desarrollo como tal pudo haberse iniciado hacia el año 800
bajos estaban quienes se dedicaban a la agricultura, la pesca y d. C. (1980: 101), aunque, según Moseley, pudo haberse construi do
la producción artesanal. Algunas parcialidades habrían incluido a y ocupado hacia el 1200 d. C. (Moseley 1974). Chan Chan fue el
grupos de artesanos especializados en alguna actividad en particu lar centro de la entidad política más importante de la costa norte durante
y afiliados a líderes pertenecientes a altos niveles jerárquicos. Es el Intermedio Tardío, hasta su ocaso luego de la conquista inca de esta
probable que los plateros se organizaran de esta forma y que integraran región.
una parcialidad como especialistas en trabajos de plata. Entre las actividades económicas más importantes de las so ciedades
Otro rasgo que identifica a este periodo en la costa norte es el costeras, que terminaron de consolidarse durante el In termedio Tardío,
cambio radical en el patrón de asentamiento y en el uso del espa cio, figuró el comercio marítimo entre las distintas zonas del litoral
mediante el cual pequeñas aldeas sin planificación alguna se peruano. Esta gran apertura comercial, que inten sificó el intercambio,
constituyeron en “centros conglomerados urbano-religiosos, con no solo se llevó a cabo con los pueblos de la costa (intercambio
estilos arquitectónicos variados y finos, donde radicaban las élites horizontal) sino también con los de la sierra (intercambio vertical),
y trabajadores muy especializados” (Santillana 2008: 265). aunque en este último caso en menor esca la. Podría decirse que el
Una de las sociedades que se gestó en medio de los cambios desarrollo de esta actividad fue asimismo una gran estrategia política
políticos y culturales descritos fue la llamada sociedad chimú. Los en beneficio de las élites en construc ción, al parecer expansionistas,
chimú dominaron 24 valles situados entre espacios desérticos, quienes demandaban cada vez mayores marcadores de diferenciación
que abarcaban desde el litoral hasta las estribaciones de la gran social, como los bienes de lujo; quizás por eso el “mullu” siempre fue
cordillera, alcanzando su mayor amplitud al norte de la ciudad de (no solo durante esta época) un bien tan preciado.
Trujillo, donde se constituye una amplia plataforma. De todos es tos El comercio también acrecentó la obtención de materias pri mas,
valles, el de Moche se erigió como el centro de articulación política como los metales, que pudieron distribuirse en tortas metáli cas o
de los distintos señoríos locales, consolidando su poder. En su lingotes que agilizaban la elaboración de las piezas. Así, una mayor y
momento de mayor esplendor, la cultura chimú abarcó des de el más eficaz obtención de materia prima habría conllevado un
valle de Chancay, por el sur, hasta el valle de Zarumilla, por el incremento en la escala de elaboración de piezas de metal y en el
norte, y desde el Pacífico hasta las primeras estribaciones de la cordillera número de artesanos especializados. Cabe preguntarse si esto ocurrió
de los Andes (Ravines 1980: 23). en la zona de Chan Chan durante la época chimú, una in terrogante que
El periodo chimú se caracterizó por una gran expansión políti ca desarrollaremos más adelante.
manifiesta en la aparición de numerosas ciudades planificadas,
322 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narréa 9 / Redescubriendo a los plateros chimú ] 323
Por otro Jado, los chimú lograron ampliar las zonas agrícolas, orfebrería chimú, es posible pensar que tuvo antecedentes en los
lo que contribuyó al desarrollo de una ingeniería hidráulica que permitió lambayeque. Esta riqueza ayudó a legitimar el poder de las élites
el aprovechamiento y buen manejo del agua de los ríos a través de un que controlaban un gran Estado en consolidación permanente, del que
sistema de canales. Entre los canales construidos en esa época la tradición orfebre fue su máximo exponente.
tenemos el de La Cumbre, ubicado entre los valles de Chicama y Moche
y considerado la obra de riego prehispánica más lograda de la costa norte
La orfebrería en la costa norte: el caso de la cultura chimú
del Perú (Santillana 2008: 279). La tecni- ficación de la producción
agrícola pudo generar excedentes con los cuales sostener a un grupo
En este estudio se considera principalmente la costa norte y central,
de artesanos especialistas a tiempo completo, como los orfebres, que al
zonas donde la orfebrería alcanzó un extraordinario desarrollo (Vetter
parecer ejercieron un papel muy importante en la sociedad.
2008:19) reportado por numerosas investigaciones cuyo principal ob
Según los documentos coloniales, los chimú llevaron a cabo
jetivo fue dar a conocer la cadena operativa del trabajo metalúrgico a
tres campañas expansionistas: una que abarcó la parte baja del
través de los vestigios de las sociedades que se dedicaron a él.
valle de Moche; otra que se extendió a los valles de Chicama, Pa-
Esta tradición orfebre se expresó desde periodos tempranos. Por
casmayo, Zaña y Virú y que fijó el valle de Chao como frontera sur; y
ejemplo, en la zona de Piura se desarrolló la cultura vicús, in fluida al
una última al sur del valle de Santa y al norte del área de Lam- bayeque,
parecer por el Ecuador en varios aspectos culturales, en tre ellos el
que estuvo a cargo del último rey independiente chimú llamando
trabajo orfebre. Los vicús trabajaron principalmente el cobre, el cobre
Minchamcaman. Fue él quien consolidó las fronteras chimú desde
dorado y, en menor escala, el oro, siendo sus técni cas más utilizadas
Tumbes hasta Carabayllo, en el valle del Rímac (Bo- navia 1991: 446-
el laminado combinado con el recortado y el va ciado. Posteriormente,
448). El cronista Cabello Balboa también se refiere a este personaje
para la época moche, podríamos hablar de una especialización de
como el responsable de la anexión definitiva del territorio lambayecano.
orfebres, evidenciada en la calidad y fineza de las piezas. Muestra de
Es necesario mencionar que Lambayeque ya contaba con una rica
esto son los distintos ornamentos de me tal hallados en el ajuar
tradición de orfebrería y con zonas aleda ñas de extracción de metal
funerario de la tumba del señor de Sipán, ubicada en Huaca Rajada, en
para la producción local.
el departamento de Lambayeque.
Si nos guiamos por las fuentes etnohistóricas, podemos supo ner
Esta herencia fue asumida por una sociedad a quien se con fundió
que muchos de los señoríos sometidos por el rey chimú con servaron
por largos años, por el estilo, con la chimú. Sin embargo, las
fuertes raíces locales. Quizás el de Lambayeque fue uno de ellos,
investigaciones llevadas a cabo en los años noventa determinaron
pues al parecer allí se impuso una nueva dinastía, debido quizás a la
que se trataba de dos culturas distintas. Estamos hablando de la
importancia económica que tenía esta región tan cerca na al área
cultura lambayeque o sicán, que surgió en el Horizonte Medio y se
nuclear de los chimú (Bonavia 1991: 500).
prolongó hasta el Intermedio Tardío, luego de lo cual fue al pare cer
Es posible afirmar que los chimú obtuvieron un gran beneficio, por
anexada al Estado chimú. La cultura lambayeque o sicán fue heredera de
no decir el más importante, al anexarse la región Lambayeque, pues no
un conocimiento metalúrgico de alto nivel. Los lam bayeque
solo captaron un área tributaria, sino también la mano de obra
experimentaron nuevas técnicas de manufactura y otros tipos de
calificada para conseguir y producir bienes de lujo, exclu sivamente en
aleaciones, siendo un rasgo distintivo de su iconografía la representación
metal. En lo que respecta a la fina producción de
de Naylamp, su dios principal, como motivo cen tral (Shimada
1987)
324 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea
9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 325
Como mencionamos anteriormente, los chimú también desa rrollaron trabajaron directamente con las élites. Esto explica, en parte, el he cho
esta actividad artesanal y pudieron heredar las tecnolo gías de sus de que ciertos grupos de artesanos, como los plateros, se de dicaran
predecesores. Por otro lado, es posible que los orfebres se dedicaran exclusivamente a su labor, diferenciándose de los orfebres que se
a tiempo completo a la producción de piezas, super visada por las élites ubicaban en los “barrios”. Es decir, en un mismo grupo ar tesanal pudo
y que se destinaba a ellas, trabajadas principal mente en unidades haber una separación de roles, distinguiéndose los ar tesanos afiliados de
domésticas. los artesanos dependientes (Benier 2008: 47).
Topic hace referencia al hallazgo de cuatro talleres localizados Por otro lado, los chimú también utilizaron las aleaciones y téc nicas
en sitios habitacionales, por lo cual supone que los trabajos en de manufactura de los moche y los lambayeque, aunque en estos
metal no se realizaban en grandes talleres o en lugares específicos casos, pocos fueron los trabajos en plata debido a la escasez de
sino en espacios domésticos. Es posible que el trabajo orfebre no materia prima. Como ya dijimos, según las investigaciones y fuentes
necesitara de un gran espacio. Puede haberse realizado en lugares etnohistóricas, los chimú pudieron obtener más fácilmente materias
pequeños, como una vivienda, con áreas de trabajo y de alimenta ción primas, como la plata, a través de un intenso y creciente intercambio
separadas. Cabe recordar, además, que el trabajo orfebre no deja comercial. Por eso sus orfebres elaboraron una mayor cantidad de piezas
muchos residuos (Vetter 2009: 48). bajo este soporte. Es necesario mencionar que los chimú también
Topic (1990) nos detalla los rasgos que denotan la actividad introdujeron nuevas formas de elaboración y decoración de las piezas,
orfebre en Chan Chan. A través de un análisis espacial y arquitec tónico siendo una de sus técnicas decorativas más distintiva la del satinado.
infiere la presencia de un trabajo orfebre de característi cas No debemos dejar de señalar la evidencia de producción ar tesanal
diferenciadas, pues los talleres se encontraban en las zonas residenciales en sitios provinciales chimú, aunque en cantidades me nores que las
de élite. En estos espacios, Topic halló material in situ, como del núcleo de Chan Chan. Uno de estos lugares de gran producción
herramientas líticas y restos de posible escoria, lo que lo llevó a metalúrgica fue Cerro Cementerios, en la zona de Batán Grande.
pensar que habría todo un taller orfebre, con un área de fundición En esta misma región de Lambayeque, Huaca Chotuna fue también un
incluida (por el hallazgo de escoria), y que con ello encontraría toda la centro metalúrgico especializado que se remonta a épocas anteriores a la
cadena operativa. Sin embargo, luego de los trabajos de análisis de conquista chimú y que continuó operando durante el Intermedio Tardío.
Moseley y Lechtman se pudo determinar que estos restos no eran Es posible que la produc ción artesanal de estos sitios satisficiera las
escoria sino restos orgánicos. necesidades de las éli tes tanto urbanas como locales (Santillana
Posteriormente, Topic distingue que la manufactura básica en 2008:282-283).
metal se hacía en los “barrios” (unidades domesticas de la perife ria),
mientras que el acabado final, en las zonas residenciales de élite.
También señala que la producción artesanal pasó de ser de pequeña Los plateros chimú
escala en la fase temprana de ocupación de Chan Chan, a gran
En tiempos prehispánicos, los plateros llegaron a pertenecer a la élite.
escala, especializada y monitoreada en las fases media y final
Eran los encargados de elaborar las piezas ceremoniales de plata que
(Santillana 2008: 281).
representaban los mitos y ritos de un pueblo (Vetter 2008: 17). A través
Considerando la ubicación espacial de los talleres en el com plejo
de sus creaciones lograron un alto nivel de especiali- zación (Vetter
arquitectónico mencionado, podemos indicar que la activi dad
2008: 241)
orfebre era diferenciada en la época chimú y que los artesanos
326 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 327
El fenómeno de la especialización hace referencia a situaciones Para el mismo periodo se conoce también en la costa sur la
en las cuales un artesano se aleja completamente de la producción presencia de orfebres plateros en la zona de Chincha, donde se
de alimentos, ya que debe asegurar toda o una parte de su subsisten cia han registrado datos sobre los trabajos en elaboración, así como
mediante el intercambio de los bienes materiales que produce (Costin sobre la transformación del material en hornos de fundición ha llados
1991: 4, Evans 1978: 115, Muller 1984: 489). De esta manera, la en el sitio de Tambo de Mora. Estos hornos aparecen aso ciados a la
especialización permite producir más objetos y de mejor calidad con elaboración de piezas, a diferencia de las evidencias arqueológicas sobre
una menor inversión de tiempo y energía (Benier 2008: 47) los plateros chimú que solo arrojan datos su perficiales sobre el trabajo.
Esta especialización de un sector de la población pudo estar Rostworowski (2005) indica que, según el documento “Aviso”,
desarrollándose desde el periodo Intermedio Temprano, como lo los orfebres de Chincha solo se dedicaban a su oficio, producien do
sugieren las recientes investigaciones en el sector 27 de Huaca de objetos que formaban parte del tributo al Inca y otros para sus “propias
la Luna. En otras palabras, es posible que en la época moche se granjerias”. Esto es similar a lo que ocurre entre los arte sanos
estuviera dando una diferenciación de orfebres en una cadena norteños, incluso luego de las respectivas conquistas por el Estado inca.
operativa, con una separación de actividades en la dinámica de La gran pericia de los orfebres chimú fue reconocida en tiem
elaboración de piezas de metal. Las investigaciones señalan que pos posteriores, como lo demuestra Cieza de León: “y porque son
en este periodo las técnicas de elaboración dependían del uso que hábiles para labrar metales, muchos dellos fueron llevados al Cuz co
se le daba a las piezas, ya sea como herramientas o como bienes y a las cabeceras de las provincias, donde labraban plata y oro en
suntuosos para la élite. joyas, vasijas y vasos y lo que más mandado les era”. Vetter analiza
Según Topic (1990), la especialización artesanal entre los chi- el anónimo de Chincha de 1577 y la visita de Gonzales de Cuenca de
mú se percibe en el ámbito de una segmentación en el espacio 1566-1567 (Espinoza 1987), donde se menciona que ha bían ayllus
arquitectónico. Esto pudo estar también relacionado con la im enteros en la costa (Trujillo, Pacasmayo, Chepén, Zaña, Chiclayo,
portación de artesanos de la zona de Lambayeque, que demandó Ferreñafe y Lambayeque), posiblemente agrupados por barrios, que se
crear nuevas áreas diferenciadas en los centros urbanos, como el dedicaban exclusivamente a una ocupación artesa- nal y que eran
de Chan Chan. Es, pues, en función de los datos arqueológicos que dirigidos por un cacique (Vetter 2009: 117).
esta interpretación resulta coherente (Bonavia 1991: 468). En cuanto a los trabajos en plata, no pretendemos decir que
El control de los artesanos especialistas fue, entonces, una es trategia las sociedades anteriores a la chimú no los conocían, sino que
política de la élite para consolidar su poder, materializado en la fueron los chimú quienes más los desarrollaron, convirtiéndose en
producción de artefactos de metal de calidad extraordinaria. Benier una característica suya. Como dijimos, esto pudo deberse a que
explica que esto ocurre cuando las motivaciones políticas guardan obtuvieron más fácilmente la materia prima como producto de un
relación con la voluntad de eficacia económica o adaptati- va (Benier comercio intensivo con señoríos costeros, como los de Ychsma
2008:34). Las piezas elaboradas por los plateros —como los vasos de y Chincha, y con zonas de la sierra norte, en especial Cajamarca,
plata— pudieron ser parte de los bienes de prestigio vinculados con el rica en minerales y donde abunda la plata.
reforzamiento y conservación de la autoridad de la élite, y ser Como hemos visto, la especialización artesanal pudo estar
fuertes marcadores de diferenciación social, ya que sus principales dándose desde tiempos tempranos, estandarizándose en la época
características son su rareza, su inaccesibilidad para la gente común,
su contenido explícito y su carga simbólica.
328 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 329
chimú. A pesar de la conquista inca, los plateros chimú conserva ron Tomaban asimismo todos sus bienes muebles, vajillas y servicio
algunas de sus características. Con la llegada de los españoles se de oro y plata, y sin dar desto cosa a los herederos, parte ponían
produjo, sin embargo, un cambio significativo en el rol de estos orfebres, con el difunto y parte enterraban en los lugares donde solía recibir
un tema que no será tratado en este artículo. recreación cuando vivía. (Cobo 1964 [1653]: 163)
Descripción iconográfica preliminar El siguiente tema es una escena de pesca donde se ven a per sonajes
en embarcaciones más sencillas y con una vestimenta también más
Uno de los objetivos de este estudio es recuperar la iconografía de simple. Proliferan en esta escena las aves marinas y los peces.
los vasos. Por ello se procedió al dibujo minucioso de cada uno de Esta escena se repite tanto en la parte media de la pieza como en
ellos. Así, se pudo observar de manera completa los diseños que el borde, abarcando todo el diámetro. En este caso, la base no
adornaban los vasos y clasificarlos en cuatro temas generales. presenta decoración. Por lo descrito, se puede deducir que se está
El primer tema consiste en escenas de pesca con personajes representando una pesca artesanal, como se puede ver en el vaso M-
portando vistosos tocados en embarcaciones dentro de las cuales, 10489 (figura 9.2).
en la parte media, se observa una especie de red con una repre sentación
zoomorfa que podría asociarse a una “raya”. Esta esce na se
presenta de manera repetitiva en toda la parte media de la pieza
compuesta por cuatro bandas verticales y acompañada de una ola
antropomorfa con tocados, en la misma dirección en la que se
encuentran graficadas las embarcaciones con los persona jes
descritos. Se observa además otro personaje con forma de ola
antropomorfa, con el detalle de sus pies representados reiterada mente
tanto en el borde del vaso como a lo largo de su diámetro. Por todo
lo descrito, se puede inferir que se está representando una pesca
ritual. Por último, en la base de la pieza, abarcando todo el
diámetro, se observan figuras de olas. Un ejemplo de este pri mer
tema se muestra en el vaso M-6030 (figura 9.1). Figura 9.2. Espécimen M-10489: Segundo tema, diseños repujados con escena de “pesca
artesanal”.
332 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea El tercer tema identificado es el de un “personaje principal” dispuesto
de manera frontal, con un vistoso tocado. En una de sus manos sostiene
un cuchillo de doble hoja. En la parte central de su cuerpo figura una 9 / Redescubriendo a los plateros chimó | 333
cabeza antropomorfa a manera de ola, ubicada de perfil. Se lo
representa repetitivamente en tres bandas verticales en todo el vaso,
pero intercalando dos bandas con la representación de aves en vuelo.
Por otro lado, tanto en el borde como en la base figuran diseños de aves
volando. Esto se observa en todo el diáme tro de la pieza, como
puede verse en el vaso M-10509 (figura 9.3).
Figura 9.4. Espécimen M-10490: Cuarto tema, diseños repujados con escena de
“personaje principal” en posición de perfil, acompañado con aves y peces.
Nuestra investigaciones sobre los vasos de plata sugieren que exis ten
Figura 9.3. Espécimen M-10509: Tercer tema, diseños repujados con escena de “personaje ciertos elementos iconográficos en las piezas analizadas que no
principar’ en posición frontal, acompañado con aves en sobre vuelo. pueden ser atribuidos a la cultura chimú, pues son característi cos de
la cultura lambayeque, tal como puede verse en la decora ción de las
piezas M-10509, M-10490 y M-6030. Estos elementos son: un personaje
Por último, en el cuarto tema se observa una escena con un principal con tocado y con rasgos ornitomorfos en el rostro, en cuyo
personaje de perfil, con un vistoso tocado y portando también un cuerpo se representa una especie de ola marina con rostro y tocado,
cuchillo de doble hoja. Esta representación se repite en las cinco la cual se conoce como la “ola antromorfa” (Narváez 2014, Mackey
bandas en todo el diámetro del vaso y se intercala con otra de aves 2001).
acompañadas de peces muy cercanos a su pico. Esta misma ima gen Mientras que en el vaso M-10509 se observa un personaje re
se observa en el borde y la base de la pieza, graficándose en todo su presentado de manera frontal, en el M-10490 uno parecido figura
diámetro, como se observa en el vaso M-10490 (figura 9.4). de perfil. En ambos casos, los personajes están asociados a cu chillos
de doble hoja y acompañados de aves y peces. El perso naje
representado en el vaso M-10509 se asemeja mucho al que se
encuentra en una orejera de oro lambayeque reportada por Kauffmann
Doig (1989: 239). Aunque el arqueólogo no detalla la procedencia
exacta de esta pieza, la clasifica como característica del estilo
Lambayeque por su decoración.
334 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea
Si bien las semejanzas mencionadas son notorias, existen tam bién
diferencias significativas en la decoración de los personajes. Por 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 335
ejemplo, en el caso de los ojos, los lambayeque representaban a
sus personajes con ojos en forma de “coma”, o resaltando el área de perfeccionándola y llevando los trabajos en plata a su máxima
las pupilas, al contrario de las decoraciones chímú, donde los ojos expresión.
aparecen representados de una manera más llana y circular. En Por otra parte, las similitudes entre las piezas de metal lamba yeque
cuanto a los personajes chimú propiamente dichos, aparecen y chimú —como la decoración con elementos marinos— podrían ser
representados de forma más humanizada, en contraste con los se res producto de una continuidad cultural. La anexión de los
ornitomorfos característicos de la decoración lambayeque. lambayeque por parte de los chimú quizás determinó que los artesanos
En lo que respecta a los objetos vinculados a los personajes conquistados, o incluso toda la sociedad sometida, ejer cieran una
principales, en el caso de la cultura lambayeque, ellos portan en fuerte influencia cultural sobre los conquistadores, un hecho que se
las manos cuchillos de doble hoja, mientras que este instrumento vería reflejado en el repertorio iconográfico. Si el desarrollo metalúrgico
casi no aparece en las representaciones chimú, en las cuales los chimú se basó en la tradición lambayeque, esta última también pudo
personajes llevan otros artefactos, como bastones, báculos y cu chillos influir en el arte y en la tecnología chimú (Santillana 2008: 275).
de una sola hoja reportados en soportes cerámicos (Mackey 2001), o Es necesario mencionar que los últimos trabajos en el comple jo
carecen de estos distintivos en soportes de metal, como el cuenco de plata arqueológico Chotuna-Chornancap, a cargo de Carlos Wester (2012),
del Museo Rafael Larco Hoyle (Carcedo 2001: 45). demuestran una ocupación lambayeque del sitio, con te mas, como la
En la pieza M-6030 se identifican también algunos rasgos lam ola antropomorfa, similares a los de nuestros vasos.
bayeque. Los temas representados en este vaso nos recuerdan a En un análisis preliminar sobre soporte textil, James Raid argu ye
ios frisos reportados por Narváez en 1996 en la Huaca de las Balsas, que existe una influencia lambayeque-chimú, y que si acepta mos
ubicada en la zona de Túcume-Lambayeque. En ambos casos, la que los tejidos desempeñaron un papel psicológico y político y
ola antropomorfa es uno de los personajes más importantes. El fueron utilizados por la élite para diseminar y conservar concep tos y
tema principal pareciera ser el de una pesca ritual, en la que los creencias, el impacto fue de gran envergadura. En las zonas que
personajes antropomorfos interactúan con la naturaleza, en parti cular quedaron bajo el control directo de los chimú probablemente hubo
con el mar, teniendo relevancia las aves y los peces. una mayor incidencia de técnica e iconografía chimú —qui zás
Esta misma escena también figura en un textil (tapiz) consi derado asimilando algunas ideas lambayecanas—, pero en aquellas donde el
chimú-lambayeque, reportado por James W. Reid en 1989, que control chimú fue menos estricto, los lambayecanos pue den haber
contiene una representación más compleja, pero en la que también continuado empleando su iconografía tradicional, re presentando a sus
destaca la ola antropomorfa, las aves y los peces, como parte de una propios dioses (James Reid 1989: 154).
pesca ritual.
Podemos concluir que aunque la orfebrería fue una activi dad
muy importante durante la época chimú, ya había sido antes Conclusiones
magistralmente desarrollada por los lambayeque. De esta ma nera,
los lambayeque fueron los poseedores de esta gran tradi ción, de En conclusión, los vasos de plata de la colección Carranza y Dal-
la que los chimú pueden haber sido herederos directos, mau, que fueron inicialmente catalogados como piezas chimú,
bien pueden clasificarse como lambayeque-chimú por poseer ele mentos
comunes a ambas tradiciones. Se puede proponer que se trata de
vasos chimú fabricados por orfebres lambayeque o por
336 | Diana Fernández Mascco y Luis E. Castillo Narrea canos. Este escenario nos ilustra la compleja organización de los procesos
productivos de bienes rituales, que involucraba la partici pación e
orfebres chimú que tuvieron como maestros a artesanos lambaye- interacción de grupos culturales diversos y, probablemen te, el traslado
y reubicación de artesanos. Es un escenario, además, donde se están 9 / Redescubriendo a los plateros chimú | 337
materializando procesos sincréticos que ofrecen una nueva visión
de lo que comúnmente llamamos “cultura chi mú”, más que como Bertonio S. J., Ludovico
una entidad cultural uniforme, como una con gregación de identidades 1984 [1612] Vocabulario de la lengua aymara. La Paz: Centro de la Reali dad
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L
a arqueología de los periodos Intermedio Tardío (900-1470
d. C.) y Horizonte Tardío (1470-1532 d. C.) de la costa central
peruana ha estado fuertemente marcada por los estudios etnohis-
tóricos del siglo XVI. Fueron las investigaciones de Rostworowski
(1977, 1978, 2002, 2008) las que nos revelaron las identidades cultu rales
de las sociedades que vivían en el área de Lima antes de la llegada de
los incas. Nos referimos a los ychsma de los valles bajos de Lurín y
el Rímac y a sus vecinos norteños, los colli, del valle del Chillón.
También contribuye a este conocimiento el estudio de Es- pinoza (1964)
sobre cuatro ayllus: Pachacamac, Manchay, Quilcay y Caringas
(figura 10.1), que habitaron el valle de Lurín durante la ocupación inca.
Asimismo, ha sido la etnohistoria la que ha pro porcionado información
sobre el denominado “señorío ychsma” y su deidad Pachacamac,
cuyo culto alcanzó el grado de panandino durante el periodo Horizonte
Tardío.
Figura 10.2. Tipología de fardos durante la fase Ychsma Tardío en la región de Lima.
352 ; Luisa Díaz Arrióla
KOOOO
sección superior del valle bajo, justo cuando el valle se estrecha 2. Qutoy XUanduy
4. RuTthiwi
17. EiOKvw32, Son Juan doParacni
1$, umatómfio33. Hwycín Pariachi
tatas
S. Pompada flores A-a ift. MorongaM. Con congo
para dar inicio al valle medio. Allí los sitios de El Sauce, Huaca Gra C. Pactó Rodeado
7. Tamtotngo
«.Tgeratas
2O.HuanUta35. Pedreros
Morco Salado36. Campay
El Sau»37. Canto Chico
cuya preparación consiste en una malla hecha con soguillas tren zadas 24. la Rinconada A¡v» 33.
2$. Melgarejo 40. Ruaco Granadoa
las tumbas suelen tener una tapa de lajas y piedras indicando el Fig.3 Ocupación del Territorio durante la tose Ychsma Tardío
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2000 “Arquitectura monumental: forma, función y poder. Los muros perimétricos y/o fosos secos. En el caso de la región del
asentamientos del valle medio bajo del Rímac (periodos In Mantaro,1 2 tales sitios se distinguen, además, por alcanzar extensiones
termedio Tardío y Horizonte Tardío)”. Tesis de licenciatura. notables y estar conformados por grandes aglomeraciones de edificios de
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. planta circular que, a primera vista,
parecen estar distribuidos sin mayor orden ni planificación.
2004 “Los palacios en la costa central durante los periodos tardíos:
de Pachacamac al Inca”. En Bulletin. de Ilnstitut Franqais
d’Études Andines 33 (3): 539-570.
3. Vale la pena mencionar aquí que los estudios de patrones de asentamiento intentaron
hacer clasificaciones de “sitios” con el objetivo de reconocer la existencia de
sistemas organizativos jerarquizados, con niveles de aglomera ciones humanas que
reflejasen estructuras de poder y toma de decisiones.
368 | Manuel F. Perales Munguía Uno de tales esquemas —muy popular, por cierto— es el de Elman
Service, que establece una línea divisoria entre sociedades seg mentarias
—bandas y grupos tribales—y sociedades controladas y dirigidas por un 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 369
poder central autoritario instituido como gobierno
—los Estados— (Service 1971, 1984). De este modo, se comenzó a Otras críticas recientes al concepto de jefatura denuncian que
asumir que cuanto más niveles o jerarquías de asentamiento se se trataría de un constructo elaborado a partir de una extrapolación
reportasen en el registro arqueológico, mayor era la complejidad forzada de datos etnológicos a realidades culturalmente distintas
sociopolítica, la estratificación social, la centralización del poder y (Pauketat 2007), llegando incluso a abusar de procedimientos
la sofisticación del aparato de gobierno. como la analogía etnográfica, particularmente cuando hay una
En este contexto, también se comenzó a prestar atención a gran necesidad de identificar formas organizativas preestatales en
las sociedades situadas en un nivel evolutivo intermedio entre las el registro arqueológico, así como una urgencia de contar con un
organizaciones segmentarias y los Estados (Earle 1997: 14), carac marco conceptual para la comparación transcultural (Yoffee 2004).
terizadas por jerarquías de liderazgo sutilmente centralizadas y En conjunto, todas estas controversias llevaron a ciertas re
asociadas a incipientes expresiones de estratificación social y es- formulaciones del evolucionismo contemporáneo, caracterizadas
pecialización en el ejercicio del poder, a las que se les ha llamado por la introducción de teorías que consideran la existencia de for mas
jefaturas o cacicazgos (Barfield 2000: 300, Jhonson y Earle 2003: organizativas de carácter más bien colectivo (Blanton et ál. 1996),
44). La vasta información arqueológica y etnohistórica sobre este concebidas como caminos alternativos hacia la compleji dad
tipo de sociedades se ha interpretado como consecuencia de su sociopolítica y en las que se privilegia el análisis de aspectos como las
notable variabilidad (Earle 1987), y ello ha llevado a su vez a esta blecer jerarquías flexibles, la diferenciación horizontal, las orga nizaciones
subdivisiones entre jefaturas (o cacicazgos) simples y jefa turas corporativas y la dimensión ritual, de la mano con nue vas maneras
complejas (Wright 1984, Johnson y Earle 2003), siendo estas últimas de interpretar conceptos como los de complejidad, conocimiento, poder y
consideradas en muchos casos las precursoras inmedia tas de las autoridad, a partir de datos procedentes de otros continentes, como
formas arcaicas de Estado (Carneiro 1981) o incluso sus análogas (Grinin África (Mclntosh 1999).
2011). En el contexto andino, algunas de las críticas más directas
De otro lado, durante los últimos años se han venido haciendo al modelo de jefatura fueron lanzadas por Axel Nielsen (2006a,
numerosas críticas a la categoría de jefatura, principalmente cues 2006b, 2009), quien ha hecho hincapié en sus limitaciones para
tionando la rigidez de ciertos modelos utilizados en el análisis de incluir principios organizativos de carácter corporativo, negando
los patrones y sistemas de asentamiento —el del lugar central, por de este modo la posibilidad de identificar formas alternativas —no
ejemplo—, los cuales confunden las nociones de orden y jerar jerárquicas— de complejidad. Según este autor, este sería precisa mente
quía, asumiéndolas como indesligables entre sí. En consecuencia, el problema con las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo
se introdujeron nuevos conceptos, como el de heterarquía, refe en Jauja por Earle (1997, 2005), para quien los líderes sur gidos en esta
rente a la relación mutua entre distintos elementos que no están zona durante el Intermedio Tardío habrían “fraca sado” en
dispuestos jerárquicamente o que tienen el potencial de hacerlo, implementar formas de organización estables con una elaborada
pero en distintas maneras dentro de sistemas de autoorganización ideología y una eficiente base económica. En su lugar, Nielsen señala
(Crumley 1995: 3). que las evidencias indican más bien la ejecución de un proyecto
político exitoso que “se las arregló para mantener unidas a
comunidades muy grandes [...] durante más de un siglo de
violencia endémica, junto con una distribución más igualitaria de
los recursos y el poder” (Nielsen 2009: 220, traducción propia).
370 | Manuel F. Perales Munguía ¿Cómo aproximarnos, entonces, a las formas organizativas
de las sociedades precoloniales tardías de la región del Manta ra
sin eludir la problemática que se acaba de mencionar? Desde mi 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 371
punto de vista, deberíamos estudiar mejor las modalidades y mecanismos
de integración sociopolítica, puesto que ellos fueran fundamentales en los parte de dicho periodo, la misma que, como ya vimos, correspon
procesos de construcción del poder y autori dad, ya sea en un de en la cronología regional a la fase denominada Wanka II.
escenario de complejidad vertical o en uno de ca rácter horizontal. Sin
embargo, para superar los cuestionamientos reseñados en los párrafos La región del Mantaro durante la segunda mitad del periodo
previos, debería tomarse en cuenta que tales mecanismos de Intermedio Tardío (fase Wanka II, ca. 1350-1450 d. C.)
integración no son inherentemente jerárqui cos y que pudieron tener
expresiones materiales muy distintas a las que estamos Gracias a un conjunto de más de 20 fechados de radiocarbono ob tenidos
acostumbrados a observar. Más aún, la identifica ción de dicha por el UMARP4 (D’Altroy 2001), se pudo perfeccionar parcial mente la
materialidad en el registro arqueológico podría ser un tanto difícil, secuencia cronológica elaborada para la región por David Browman
según ha demostrado Nielsen (2006a, 2006b) para el caso de la (1970), lográndose establecer para el periodo Intermedio Tardío en la
región circumpuneña de los Andes meridionales. zona de Jauja —particularmente en el valle de Yana- marca— dos fases
Como se dijo en el acápite introductorio de este trabajo, nues tra claramente reflejadas en marcados cambios en el patrón de
aproximación a las formas y mecanismos de integración socio- política asentamiento. La primera de estas fases, denominada Wanka I, ha sido
contemplará la relación entre dos variables: los patrones de fijada aproximadamente entre los años 1000 y 1350 d. C., tiempo en
aglomeración humana y la presencia de espacios públicos en los el cual no hubo una importante aglomeración de la población (Hastorf
asentamientos de la región en estudio. Sobre la primera, de bemos et ál. 1989) y tampoco indicios de centrali zación política (D’Altroy
recordar que investigaciones recientes han demostrado que el 2001: 39, Hastorf et ál. 1989, Hastorf 2001a: 159, LeBlanc 1981: 249).
fenómeno de la aglomeración humana no necesariamen te está Por su parte, la segunda fase, Wanka II, muestra un
“emparejado” con procesos de centralización política y de emergencia de panorama radicalmente distinto, habiéndose indica
formas jerárquicas de organización (Birch 2013). En cuanto a la do que durante ese lapso de tiempo las sociedades locales dieron
segunda, debe tomarse en cuenta que el entorno construido —y, por pasos importantes hacia el desarrollo de organizaciones comple jas
ende, la arquitectura— representa una especie de lenguaje no verbal que fueron clasificadas como jefaturas por Earle (1997, 2005), como
cuya organización refleja las actividades, va lores y propósitos indicamos antes. Es precisamente por eso que nos ocupa remos de
individuales y/o colectivos (Rapoport 1990: 87, 179), de tal modo que dicha fase, contrastando la evidencia disponible para los asentamientos
puede “modelar” la dimensión política del grupo, incluidos los del valle de Yanamarca, al noroeste de Jauja, con datos sobre sitios
procesos de construcción de poder y autori dad (Smith 2003: 26). habitacionales de otras partes de la región, como la porción
Partiendo de estas consideraciones, procederé entonces a exa minar meridional del valle del Mantaro y parte de las cuencas de los ríos
rápidamente la evidencia disponible hasta la fecha para los colectivos Ricrán y Cunas (figura 11.1).
humanos que ocuparon la región del Mantara durante el
Intermedio Tardío, centrándome principalmente en la segunda
Tabla 11.1
Categorías de sitios registrados en el alto Ricrán
(basado en Perales 2005: 128, 130)
Figura 11.5. Mapa del alto Ricrán mostrando el patrón de asentamiento correspondiente al
periodo Intermedio Tardío (Perales 2013).
Clase C:
Clase C:
5.1-7 hectáreas que está caracterizada por conjuntos de edificios de planta circu lar,
2,8-3,5 hectáreas
Clase D: levantados con muros de piedra y barro, y dispuestos alrededor de
Clase D:
3.1- 5 hectáreas
2,3-2,7 hectáreas espacios abiertos habilitados a su vez sobre terrazas artificiales (Perales
Clase E:
Clase E: 2005), constituyendo los típicos “grupos de patio” descri tos
1,5-3 hectáreas
1,2-2,2 hectáreas
previamente por Parsons, Earle y sus colegas (DeMarrais 2001,
La arquitectura existente en los asentamientos tardíos del alto Earle et ál. 1987, LeBlanc 1981, Parsons et ál. 2013). Sin embar go,
Ricrán es similar a la reportada en el valle de Yanamarca, puesto una característica adicional de la arquitectura de los sitios tar díos del
alto Ricrán es la presencia de construcciones circulares,
382 | Manuel F. Perales Munguía 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 383
a veces de dos niveles, levantadas también con muros de piedra y barro, aspectos, cuyo examen mediante excavaciones sistemáticas cons tituiría
cuyos diámetros son, a diferencia de las demás, de un me tro en una tercera etapa de trabajo, como fue el caso de las labo res del
promedio, y cuyas cubiertas se han elaborado mediante la técnica de la UMARP en el valle de Yanamarca (Parsons et ál. 2013: 5-6).
falsa bóveda. Estos edificios se encuentran presentes en los Considerando lo que se acaba de decir, ahora pasaremos a
asentamientos más grandes de la zona —todos ubicados en la puna examinar los datos presentados con la intención de desarrollar al gunas
y con extensiones de entre nueve y quince hectáreas—, por lo hipótesis sobre las formas de integración sociopolítica que habrían
general cerca de los accesos de las murallas, donde tam bién se ocurrido en la región del Mantara durante la segunda mi tad del
observan corrales de planta rectangular. Por la asociación de los Intermedio Tardío, las mismas que más adelante podrían ser
edificios descritos con osamentas humanas, se ha inferido que estos evaluadas como parte de una tercera etapa investigativa, como la
habrían cumplido una función funeraria (Perales 2012, 2013, 2015). que ha sido señalada por Parsons y sus colegas. En tal sentido, procederé
Adicionalmente también se ha reportado en el alto Ricrán la existencia a examinar elementos relacionados con los patrones de
de aglomeraciones de pequeñas estructuras de piedra y barro, de planta aglomeración humana que se pueden percibir en cada una de las
oval o circular, con un diámetro promedio de 0,60 metro, concentradas en cuatro zonas tratadas, así como el problema de la existencia de espacios
la parte baja de farallones y abrigos roco sos que dominan las públicos dentro de los asentamientos allí registrados. Si bien
quebradas laterales de la margen oriental del valle y que separan a su carecemos de un buen control cronométrico para la región, con
vez los conjuntos de estribaciones mon tañosas donde se localiza la excepción del valle de Yanamarca, la recurrencia reportada de
mayoría de los asentamientos tardíos más extensos de la zona. Debido múltiples aspectos de la cultura material nos otorga cierto gra do
también a la asociación de estas estructuras con restos óseos humanos, se de confianza como para plantear el supuesto de que muchos
considera que tuvieron igualmente una función funeraria, a modo de cistas —cuando no la gran mayoría— de los sitios incluidos en este es tudio
(Perales 2005, 2015). fueron contemporáneos, al menos durante una parte de su historia
ocupacional.
Rastreando modalidades de integración sociopolítica:
patrones de aglomeración humana y presencia de espacios Patrones de aglomeración humana
públicos en asentamientos
Los datos disponibles muestran, de forma interesante, tenden cias
En una publicación reciente, Jeffrey Parsons y sus colegas del JASP han distintas de aglomeración humana en cada una de las cuatro zonas
señalado que desde las primeras pesquisas arqueológicas rea lizadas en la estudiadas. De una parte, en algunas zonas el incremento demográfico
sierra de Junín hasta la década de 1970, sus reconoci mientos sistemáticos durante el Intermedio Tardío fue muy notable, como sucedió en el valle
buscaron, a modo de una segunda etapa de investigación, definir los de Yanamarca, donde surgieron asentamientos que llegaron a contar
patrones de asentamiento en perspectiva regional. Se esperaba que ello con poblaciones que habrían superado los
sirviese para elaborar hipótesis so bre demografía, formas de 10.000 habitantes. Este sería el caso de Tunanmarca y de los dos sitios
organización sociopolítica, estrategias de subsistencia, producción vecinos de Hatunmarca y Llamap Shillon, todos los cuales en su
económica e intercambio, entre otros conjunto fueron clasificados por el equipo del UMARP dentro de la
categoría de “centros regionales” (Earle 2005: 96).
384 | Manuel F. Perales Munguía 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 385
Desde Ja perspectiva de Earle, cada uno de los “centros regio cifras que se han indicado para el caso de Tunanmarca, siendo
nales” mencionados constituyó el núcleo de entidades políticas de posible plantear que todos esos asentamientos se encontraban,
tipo jefatura que habían incorporado un conjunto de sitios habita- de algún modo, en un mismo nivel o escala de aglomeración. No
cionales de menor rango, extensión y población. En el caso emble obstante, la carencia de datos impide determinar si en el Cunas di
mático de Tunanmarca, este autor señaló que los miembros de la chos sitios se encontraban articulados a otros yacimientos de me
jefatura vivieron en asentamientos de tres niveles de jerarquía: un nor dimensión, como se ha observado en el valle de Yanamarca.
centro —Tunanmarca— de 10.600 habitantes, un pueblo de 5200 En las cuencas altas de los ríos Ricrán y Cunas la situación
residentes y cinco aldeas cuyos moradores oscilaron entre los 600 parece haber sido más modesta en función de los procesos aglo-
y 1450 individuos. De este modo, los datos indicarían que en su merativos que estamos siguiendo. En el primer caso, sobre el cual
conjunto los integrantes de dicha entidad política pudieron haber hay una relativa mayor información, los estudios sobre
bordeado las 20.000 personas (2005: 97). patrones de asentamiento han permitido determinar entre tres y
Si tomamos en cuenta los cálculos demográficos propues cinco cla ses de sitios habitacionales según sus dimensiones (tabla
tos por el UMARP para todo el valle de Yanamarca durante la fase 11.1), aunque ninguna es equivalente a la categoría de “centro
Wanka II, establecidos en un rango de entre 37.000 y 61.000 in regional” que el UMARP ha propuesto para el valle de Yanamarca
dividuos (D’Altroy 2001: 39), entonces la población de la entidad (Perales 2005). Por el contrario, algunos cálculos —bastante
política encabezada por Tunanmarca habría comprendido entre discretos, por cierto— han señalado que los asentamientos más
un 32% y un 54% del total de los habitantes de la zona menciona grandes del In termedio Tardío en el alto Ricrán habrían contado
da. Siguiendo la argumentación de Earle, esto podría significar que cada uno con una población de poco menos de mil habitantes
casi todos los residentes del valle de Yanamarca pudieron haberse (Perales 2013), razón por la cual en términos demográficos se
subdividido tan solo entre dos o tres grandes organizaciones, más equipararían más bien con los sitios categorizados por Earle y su
aún si recordamos que los sitios de Hatunmarca y Llamap Shillon equipo como “al deas grandes” (Earle 2005: 97). Los mismos
habrían ocupado un rango similar al de Tunanmarca en el sistema cálculos antes referi dos han sugerido también que poco antes de la
de asentamientos propuesto para ese territorio. anexión del alto Ricrán al Tahuantinsuyu, ese territorio pudo
El panorama observado para la porción meridional del valle haber sido ocupado en total por una población que habría
del Mantara aparenta ser algo similar, especialmente en la zona bordeado los 6000 indivi duos (Perales 2013).
que también está comprendida dentro del curso inferior del río La leve tendencia hacia la dispersión demográfica que se apre
Cunas, donde destacan dos sitios por sus notables dimensiones: cia en el alto Ricrán se percibe con mayor claridad en el alto Cunas,
Arhuaturo (37,45 hectáreas) y Huaturi (31,35 hectáreas) (Perales donde casi la totalidad de asentamientos que pertenecerían al Inter
2011: 46). Empleando algunos de los índices establecidos por el medio Tardío no sobrepasan las cinco hectáreas de extensión y, por
UMARP para calcular la población del valle de Yanamarca duran lo tanto, habrían albergado menos personas, probablemente entre
te la fase Wanka II (Earle et ál. 1987: 9), podríamos adelantar, de 500 y 800 individuos. Sin embargo, en la propuesta de categorización
manera preliminar, que en la segunda mitad del Intermedio Tardío de asentamientos de Earle (2005: 97) estos sitios menores del alto
Arhuaturo pudo albergar entre 5617 y 11.235 personas, en tanto Cunas también podrían ser considerados “aldeas grandes”, aunque
que en Huaturi habrían vivido entre 4702 y 9405 personas. Como ciertamente de menor envergadura que sus pares del alto Ricrán.
vemos, los máximos valores de estos rangos se aproximan a las
386 i Manuel F. Perales Munguía 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 387
Categoría de asentamiento marca, con dos “barrios” o sectores habitacionales separados por
según el UMARP (Earle 8| Valle de Sur del valle aho Alto
2005; Earle etál. 1987) C; del Ricrá Cimas. una porción de terreno libre de edificios residenciales donde pudo
Centro regional
Mantaro/ n haberse ubicado alguna suerte de plaza informal.
bajo Cunas
Con respecto al caso que se acaba de mencionar, valdría la
X X
Pueblo WWíK: pena aclarar que la existencia de un asentamiento con las carac
Aldea grande X X X X terísticas de Huacrash podría interpretarse como un indicio de
Aldea pequeña ISsií que su población —aunque relativamente menor, con poco me
Caserío X X X X nos de mil habitantes— habría comenzado a desarrollar formas
de integración sociopolítica un tanto más complejas y parecidas a
Sobre la base de estas consideraciones, procederemos a dis las de sitios contemporáneos mucho más extensos. Por este mo
cutir algunos aspectos sobre la presencia de espacios públicos tivo, desde una perspectiva mixta, que combina los patrones de
vinculados a fenómenos de integración sociopolítica —entendidos aglomeración humana con la presencia de espacios públicos y la
también como plazas generalmente informales— en las cuatro zo organización interna de los sitios estudiados, se podría elaborar
nas abordadas. Para ello considero pertinente comenzar resaltan una variante en la categorización de los asentamientos estudiados,
do que tales espacios se encuentran ausentes prácticamente en según se muestra en la tabla 11.3, donde propongo que algunos de
casi la totalidad de los asentamientos registrados, con excepción los yacimientos más grandes del alto Ricrán, como Huacrash, pu
de los más extensos —los “centros regionales”, según el UMARP—, dieron haber ocupado una posición más elevada —quizás dentro
donde aparecen en medio de los dos grandes sectores residencia de la categoría de “pueblos” del UMARP— en el sistema regional
les en los que se subdividen dichos sitios, como se observa en Tu- de asentamientos en el Mantaro. En cuanto al alto Cunas, por el
nanmarca, Hatunmarca y Llamap Shillon en el valle de Yanamarca momento no se puede hacer, en contraste, mayor observación.
(Earle 2005, Earle etál. 1987).
En la parte sur del valle del Mantaro y el curso inferior del río A modo de conclusión
Cunas se observa un patrón similar, donde únicamente los sitios
más extensos, como Arhuaturo y Huaturi —que podrían clasificar La evidencia disponible para los asentamientos del Intermedio
se también como “centros regionales” si aplicamos los criterios Tardío —particularmente de su segunda mitad— en la región del
del UMARP—, exhiben indicios que sugieren la presencia de los es Mantaro, sugiere la existencia de una relación directa entre proce
pacios públicos informales antes señalados (Perales 2004a, 2011). sos de aglomeración humana y desarrollo de nuevas formas de in
Un panorama bastante distinto se aprecia en el alto Ricrán y alto tegración sociopolítica, expresadas estas últimas en el surgimiento
Cunas, donde dichos espacios están totalmente ausentes, o al me de “plazas” o espacios públicos todavía informales en su mayoría,
nos aquellos que tenían una ubicación central en relación con la pero en posiciones relativamente centrales en los sitios más exten
organización espacial de los sitios en su conjunto. No obstante, en sos que se han reportado hasta la fecha.
la primera zona mencionada existe un asentamiento —el sitio R-8,
390 | Manuel F. Perales Munguía
11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 391
Desde un punto de vista evolucionista, lo que se ha dicho Hastorf (2001b: 317)— conocidos como cinchecona, quienes eran
podría respaldar el papel fundamental que se le atribuye al cre cimiento “elegidos” por los miembros de las colectividades a las que perte necían
demográfico en el desencadenamiento de las transfor maciones y cuya permanencia en el cargo trascendía las situaciones de
conducentes a una mayor complejidad organizativa (Johnson y Earle conflicto bélico (Toledo 1940 [1570], Vega 1881 [1582]). Más aún, el
2003: 12, 24, 39), la misma que en el modelo de las jefaturas segundo de estos documentos sugiere que la autoridad de es tos
implica la aparición de jerarquías sociales y la centra lización del poder personajes pudo estar sancionada por los vínculos que habrían reclamado
en una élite —que incluye al jefe y su cuerpo de asistentes— cada vez tener con antepasados y huacas, razón por la cual se podría decir que
más diferenciada y que cuenta con una au toridad sancionada los espacios donde se encontraban los referentes materiales de dichos
mediante mecanismos y recursos coercitivos e ideológicos seres y elementos sobrenaturales se habrían convertido no solo en lugares
(Barfield 2000: 300-301). de culto, sino en escenarios para la negociación política (Perales 2015).
En el caso de las sociedades del Mantaro, si bien estas atrave saron, De este modo podríamos en tender por qué dentro de los asentamientos
como vimos, por notables procesos de aglomeración, llama la no hay una presencia recurrente de espacios públicos propiamente
atención la ausencia de varios de los indicadores de la fuerte ins- dichos, puesto que estos se encontrarían fuera, asociados a sitios
titucionalización política que se esperaría que hubieran experimen tado funerarios o a rasgos significativos del paisaje, razón por la cual
estos grupos humanos según el modelo de jefatura, más aún si tomamos probablemente tampoco hayan adquirido muchas características
en cuenta que las entidades comandadas por sitios como Tunanmarca y formales.
los demás “centros regionales” del UMARP compren dieron poblaciones Hace algunos años, Parsons y sus colegas delinearon un modelo
de decenas de miles de habitantes cada una. para la organización sociopolítica de los pueblos tardíos de las veci nas
Partiendo de la contradicción mencionada, valdría la pena to mar zonas de Tarma y Chinchaycocha (Parsons et ál. 2000: 190-192). Allí los
en cuenta los planteamientos de Nielsen (2009: 220) y con siderar la autores mencionados destacaron la posibilidad de la exis tencia de
posibilidad de que los procesos de integración política ocurridos en niveles de integración regional y suprarregional asociados a
nuestra área de estudio significaron más bien el desa rrollo de formas expresiones arquitectónicas relativamente poco monumentales, sitios
alternativas de complejidad, tal vez de carácter “ho rizontal”, corporativo funerarios y accidentes geográficos de particular connotación simbólica.
o, si se quiere, heterárquico, donde el ejercicio del poder implicaba En términos generales, dicha propuesta podría respaldar lo
necesariamente la negociación constante entre segmentos de líderes no manifestado en el párrafo anterior, afianzando la concepción de que
dispuestos de manera estrictamente jerár quica y pertenecientes a la base ideológica que legitimaba los procesos de construcción de
grupos de parentesco que podrían haber alternado distintos roles según poder y autoridad dentro de las entidades políticas abordadas también
las diversas circunstancias, siguien do principios andinos, como pudo contar con un sentido corporativo, sustentada en la noción de la
aquellos encerrados en el concepto de yanantin (Hastorf 2001b: 316). existencia de un gran número de huacas y ancestros vinculados a
Tomando en cuenta lo expresado, parece cobrar más sentido la distintos linajes y que, al igual que estos, asumían un papel protagónico
información proporcionada por las fuentes escritas tempranas que en las negociaciones políticas e incluso en las guerras (Nielsen 2009).
mencioné al principio, donde se señala que en tiempos previos a En suma, se puede afirmar que una lectura más cuidadosa del
la conquista inca el liderazgo político en la región recaía en grupos registro arqueológico en la región del Mantaro nos obliga a debatir el
de personas —no en individuos particulares, como ha remarcado modelo evolucionista de la jefatura, frente a la identificación de un
392 | Manuel F. Perales Munguía esa categoría —o de desecharla— están en función de los resul tados
de nuevas investigaciones que contemplen necesariamente una
conjunto de rasgos que parecen poner en tela de juicio su alcance revisión crítica de las bases teóricas y metodológicas emplea das
universal. No obstante, la decisión y las posibilidades de reformular hasta la fecha, que nos ayude a prevenir el error de pasar por alto
materialidades vinculadas a caminos alternos hacia la comple jidad 11 / Algunas consideraciones sobre los asentamientos aglomerados... | 393
sociopolítica. Por lo pronto, como han enfatizado Parsons et ál.
(2000: 192) y Birch (2013: 6), podemos comenzar esa tarea es tudiando Crumley, Carole
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SUR-CENTRALES
E
ste texto evalúa, desde una perspectiva local, los disímiles pro cesos
de imperialismo inca ocurridos en la región conocida como
Colesuyo, en los Andes sur-centrales del Perú. Para hacerlo,
se basa en el estudio de Camata Tambo/Pueblo y Tacahuay Tam-
bo/Pueblo, sitios multicomponentes tardíos (del Intermedio Tar dío
e Horizonte Tardío) ubicados en distintas zonas ecológicas del Colesuyo.
El Colesuyo fue una subregión geográfica y administrativa re
conocida por María Rostworowski (1986) en sus investigaciones
sobre documentos históricos de la costa sur-central (véase Julien
1979, 1985) (figura 12.1). Esta investigadora sugirió que este terri torio
incluía las zonas alta (3000-2500 msnm), media (2500-1500 msnm) y
baja (1000-0 msnm) desde los valles de Tambo en Are quipa hasta los
valles del extremo norte de Chile.1 2 Este espacio
Investigaciones previas
i 2000; Julien 1985; Hidalgo 2009; Horna 2010; Reycraft 1998; Stanish
1985, 1991; Van Burén 1996; Zaro 2005, 2007), lo que dio lugar a 12 / Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... |
una serie de trabajos que se describirán brevemente. 403
En general, las perspectivas sobre las interacciones Ínter e in-
trarregionales del Colesuyo con el altiplano en épocas tardías (del fue una región marginal del Imperio (Covey 2000, Llagostera 1976,
Intermedio Tardío al Horizonte Tardío) han sido múltiples. Desde Muñoz 1987, Santoro et ál. 1987), debido a que no hubo en ella
una visión teórica, estos enfoques forman parte de la perspectiva una transformación sociopolítica ni ideológica, como sí ocurrió en
conocida como de “arriba hacia abajo” (Sinopoli 2001), 4 debido a otras provincias del Estado inca (Covey 2009). Hay que destacar
que se centran principalmente en las grandes organizaciones polí que este modelo fue principalmente construido sobre la base de
ticas —como los imperios y los estados arcaicos—, sin considerar datos históricos y de algunas exploraciones arqueológicas (Dauels-
los procesos y contextos políticos locales (Dietler 2005). berg 1969, 1995 [1959], 1995 [1960]; Llagostera 1976; Muñoz
Así, un primer modelo de interacción sugiere que las relacio 1987;
nes entre las poblaciones serranas y costeras y el Imperio se ba- , saron en Santoro
líneas etál. 1987).
tradicionales de interacción regional establecidas anteriormente por las élites El segundo modelo de interacción surgió como reacción al pri
altiplánicas. Posiciones que encajan en mero. A diferencia de este, incorporó básicamente datos arqueo
este modelo (Llagostera 1976, Murra 1976) sugieren que estas in lógicos (Nuñez 1987), lo que permitió otorgar mayor
teracciones se realizaron a través de colonias altiplánicas enviadas complejidad a las hipótesis de interacciones ínter e intrarregionales entre
al valle para proveer de productos específicos a los líderes Iupaca. el Co lesuyo y las sociedades altiplánicas durante los periodos
Así, esta perspectiva asume que aunque el sistema de poder im tardíos. Este modelo sugiere que la incorporación del Colesuyo
perial se impuso sobre la región, la presencia inca en la costa se afectó a las poblaciones locales de manera “más directa y
dio a través de autoridades altiplánicas (Llagostera 1976), y que las efectiva” (Lynch y Nuñez 1994). Según esta perspectiva, hubo
relaciones sociopolíticas regionales y locales no se transformaron o colonias altiplánicas asentadas en el Colesuyo antes de la influencia
no sufrieron grandes cambios con la llegada de los incas a la zona. inca, y aunque es tas continuaron funcionando durante el apogeo
Así pues, con este modelo se argumentó que la dispersa y poca imperial, la presen cia del Imperio sí llegó a transformar el contexto
presencia de objetos y arquitectura de estilos incaicos en el socioeconómico local. Las investigaciones que siguen este modelo
Colesuyo no era un signo de la escasa relevancia económica y política reconocen que las poblaciones locales fueron sometidas a la nueva
de este territorio para el Imperio (en cuanto a inversión y administración imperial, a través de la imposición directa de
ganancia imperial). Este tipo de relación indicaría que el Colesuyo funcionarios e insti tuciones imperiales.5 De esta manera, esta
perspectiva sugiere que el imperio tuvo un control directo sobre el
<
1
Colesuyo, que no fue una región marginal, sino una zona de
I
relevancia e importancia económica y política para el centro de poder.
Debido a que este modelo se nutrió de datos provenientes de
4. Las posiciones denominadas de “arriba hacia abajo” sugieren que los gran investigaciones arqueo lógicas (Nuñez 1987, Lynch y Nuñez 1994), se
des cambios solo ocurren en los centros de poder. Por ello, estudian los ¡ imperialismos
pudodesde
comprobar que el Colesuyo tuvo una gran cantidad de
una perspectiva centrista y unidimensional. En la ac
tualidad, esta postura ha sido fuertemente criticada, debido a que no consi arquitectura y materiales de
dera los procesos locales del imperialismo. Por ello se propone adoptar una
posición de “abajo hacia arriba” o perspectiva local (Sinopoli 2001).
5. Entre ellos figuraban los tocricocs o “el que todo lo ve”, que eran funciona
rios imperiales de alto rango que velaban por los intereses del Imperio en
regiones específicas (Cerrón Palomino 2006, Julien 2006); los quipucama-
yocs o contadores, las segundas personas o yanaconas de élite, e institucio
nes como los tambos y los centros administrativos.
404 | Sofía Chacaltana Cortez
12 / Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... | 405
estilos imperiales (ceramios, metales, keros, entre otros objetos), y sitios como Tacahuay y Camata bajo las diferentes influencias im
que mereció una alta inversión del imperio, así como una elevada periales?; ¿cómo se articularon los diversos sistemas multiétnicos
retribución económica (Uribe 2004). del Colesuyo a los disímiles y hegemónicos poderes del imperia
Finalmente, el tercer modelo es una crítica a los dos modelos lismo inca?
anteriores porque se aleja de las categorías y perspectivas teóricas
de incorporación territorial o coercitiva y hegemónica o indirecta
(Covey 2000, Luttwak 1976). Los investigadores que siguen esta lí Consideraciones teóricas
nea son principalmente arqueólogos que a través de sus trabajos
En un periodo corto de tiempo, el Imperio inca se expandió y
identificaron de forma física a las instituciones imperiales instaura
abarcó múltiples poblaciones a lo largo del vasto territorio andino.
das en la distante región del Colesuyo (Bürgi 1993; Guillaume 1992,
Luego de establecer contacto diplomático o militar con las nuevas
2001; Van Burén 1993). Luego de realizadas sus respectivas labores
poblaciones, construyó un impresionante sistema de
de campo, estos investigadores indicaron que las relaciones entre
comunica ción que consistió en caminos y tambos,
los incas y las poblaciones del Colesuyo se dieron a través de “am
instaló un complejo sis tema administrativo basado en la organización
plificadas versiones de las instituciones políticas imperiales” (Bürgi
y regulación de las poblaciones locales por motivos políticos y
1993). Quienes defienden esta perspectiva descubrieron, además,
económicos, movilizó a grandes cantidades de gente fuera de su
que al contrario de la información histórica (Diez de San Miguel
territorio (mitimaes) y, en algunas regiones, construyó impresionantes
1964 [1567]), las investigaciones arqueológicas no identifican colo
centros urbanos y administrativos siguiendo los cánones
nias lupaca en el valle alto, pero sí una fuerte influencia altiplánica
arquitectónicos imperiales (Coben 2006, Hyslop
en el Colesuyo (Bürgi 1993; Stanish 1985, 1991, 1998). Los estudios
1990, Santillana 2012). Pero se reconoce que el panorama social
enmarcados dentro de este modelo representaron un gran avance
del imperialismo inca en regiones específicas fue el resultado de
en el conocimiento de las interacciones imperiales, altiplánicas y
las múltiples respuestas de los grupos locales, el medio ambiente de
locales, debido a que en muchos casos emprendieron las primeras
cada lugar y los intereses imperiales. Todas ellas son variables que
excavaciones en el valle de Moquegua, así como en valles conti
crearon un mosaico de interacciones socia les en este territorio
guos, como el de Otora (Stanish 1985). Así, estas investigaciones
denominado Tahuantinsuyo.6
llegaron a sugerir que antes de la llegada de los incas a la región,
el grupo con mayor influencia en el Colesuyo fue el de los colla del Teniendo en cuenta las variables mencionadas, este trabajo se
altiplano, quienes quedaron reducidos luego de la incorporación aleja de las perspectivas que identifican al control estatal de mane
inca del circum-Titicaca (Arkush 2005; Julien 1982, 1983). Por ello, ra directa y/o indirecta (Luttwak 1976, Sinopoli 2001), ya que su ob
durante el Horizonte Tardío se percibe el gran cambio de una fuerte jetivo es observar los procesos de colonización interna. Asimismo,
influencia lupaca en el valle de Moquegua y el Colesuyo. se centra en las élites locales que, bajo procesos de colonización,
A pesar de que estas últimas investigaciones han contribuido tuvieron la difícil tarea de articular a las comunidades conquis
tadas con el nuevo poder impuesto (Elson y Covey 2006, Schrei-
al entendimiento de esta zona, aún hay importantes interrogantes
ber 1992). Y es que las élites locales, al igual que otros factores
que necesitan aclararse. Siendo esta la situación, llevamos a cabo
investigaciones orientadas a comprender los cambios políticos y
económicos locales: ¿cómo se transformaron las economías de
6. Tahuantinsuyo es como los incas llamaron al territorio imperial y
“cultural mente inca” (véase D’Altroy 2005).
406 | Sofía Chacaltana Cortez 12 / Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... I 407
sociopolíticos y económicos, desempeñaron un rol importante en repercutieron en las estructuras de poder. Se sabe que los líderes
el diseño y ejecución de las políticas estatales (véase Elson y Co- locales y los asociados al centro de poder son capaces de reprodu
vey 2006, Schreiber 1992, Wolf 2005). cir, rechazar y modificar las sociedades y prácticas culturales, con
De esta forma, la presente pesquisa busca identificar las dis el fin de obtener resultados deseados (Blanton et ál. 1996: 2, Elson
tintas dimensiones de la influencia imperial en las relaciones lo y Covey 2006: 3). En el caso particular de las élites locales, porque
cales y regionales de las disímiles poblaciones del Colesuyo, así durante periodos de colonización, pierden u obtienen mayor po
como las capacidades políticas de los líderes locales. Por ejemplo, der, ya que en muchos casos funcionan como intermediarias entre
Michael Malpass y Sonia Alconini sugieren que el control imperial el Imperio y las poblaciones (Elson y Covey 2006). Este aspecto ha
fue invariablemente “indirecto” debido a que los incas siempre se sido desarrollado por las ciencias sociales (Bordieu 1977, 1990) y
apoyaron —aunque en distinta forma e intensidad— en las élites aplicado a la arqueología por investigadores que estudian imperia
regionales y locales, las que a su vez fueron incorporadas a una lismos arcaicos en otras regiones del globo (véase Pauketat 2000,
jerarquía administrativa (Malpass y Alconini 2010: 4-5). Esta afirma Sinopoli 2001). A partir de estas consideraciones, nuestro trabajo
ción es interesante porque, más allá de su validez, invita a pensar se propuso entender de qué manera las élites de la chaupi yunga
en la siguiente pregunta: ¿cómo se puede observar estos elusivos (sierra) y de la yunga (costa) habitando el Colesuyo, se articularon
poderes en las periferias del Imperio (o más allá de sus límites), con los diversos poderes del Imperio inca. Para llevar a cabo esta
cuando los grupos locales “adquieren algunas de las características tarea, se emplearon varias líneas de evidencia, como las de tipo pa-
del Estado pero nunca son realmente incorporados [o copiados]”? 7 leobotánico (análisis de flotación y pólenes), químico (análisis de
(Marcus y Feinman 1998: 6). Sobre las prácticas de un imperio, la composición cerámica por LA-ICP-MS), bioantropológico y etno-
debe mencionarse que a pesar de que en muchos casos los esta histórico, con el fin de obtener una visión integral de las dinámicas
dos e imperios —tanto arcaicos como modernos— son percibidos establecidas a partir de la ocupación inca de la región.
como grandes estructuras políticas y sociales, se sustentan, crean Los datos etnohistóricos sobre esta zona son múltiples (Ca ñedo-
y a su vez son transformados por los intereses de las élites relacio Arguelles 1993, 1994, 2005, 2009; Diez de San Miguel 1964
nadas con el imperio y/o centros de poder, las élites locales, e in [1567]; Galdós Rodríguez 1975/1976 [1549]; Hidalgo 2009; Julien
cluso, los comunes (Wolf 2005). Por ello, al estudiar el imperialismo 1982, 1985; Málaga etál. 1974 [1546-1556]; Trelles Aréstegui 1991).
inca en el Colesuyo, debe tomarse en cuenta la agencia 8 de estas Leyendo los documentos podemos identificar que las relaciones
élites y de los comunes. Todos ellos son agentes importantes que entre los grupos del Colesuyo y los del altiplano fueron múltiples.
Por ejemplo, John Murra (1980) y John Rowe (1982), basándose
en la visita de Garci Diez de San Miguel (1964 [ 15671) a los grupos
7. Traducción de la autora. En esta frase, Joyce Marcus y Gary Feinman aluden lupaca del altiplano, identificaron la presencia de colonos o mi
a que, a pesar de buscarse la recreación de espacios, burocracia y políticas
imperiales en zonas provinciales, estas políticas nunca se incorporan de timaes altiplánicos en el Colesuyo, impuestos al parecer por las
forma idéntica, lo que refiere a conceptos de hibridación cultural. élites lupaca, y luego asumidos por los incas.9 Asimismo,
8. Agencia (agertcy) es un término difícil de traducir al español, pero aproxi siempre
madamente se refiere a la capacidad humana de acción, que forma parte
constitutiva de los sistemas sociales (Giddens 1984). Con sus acciones dia
rias y/o cotidianas, y como conocedores y actores de las normas sociales,
los individuos son participantes —con o sin intención— del orden y el siste
ma social (Dobres y Robb 2000, Doman 2002). 9. Pero como se indicó anteriormente, este escenario ha sido discutido por in
vestigaciones arqueológicas (Bürgi 1993; Stanish 1998; Van Burén 1993), ya
que durante el Intermedio Tardío no se ha encontrado influencia o
presencia
408 | Sofía Chacaltana Cortez 12 / Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... | 409
basándose en este documento, hallaron que las élites designadas Valle alto de Moquegua: poblaciones chaupi yunga
en el Colesuyo explotaban directamente los recursos y mantenían
vínculos con sus respectivas facciones en el altiplano. Por otro Durante el Intermedio Tardío, las partes media y alta del valle de
lado, la historiadora Teresa Cañedo Argüelles (1993, 2005), en sus Moquegua estuvieron habitadas por los grupos estuquiña, que
estudios sobre los documentos jurídicos de Juan Gutiérrez Flores se caracterizaron por ser organizaciones políticas fragmentadas
(visitador en los años 1572-1573 del valle de Moquegua para resol inmersas en enfrentamientos endémicos. Esta situación proba
ver pleitos de indígenas en la zona), indica que existían distintos blemente se debió a una inestable economía agrícola y a una or
tipos de interacciones entre los grupos del Colesuyo y las élites ganización social basada en estrategias de competitividad (Arkush
lupaca (véase Chacaltana et ál. 2010). Por ejemplo, esta autora re 2005). Las comunidades estuquiña vivían en la cima de los cerros,
vela que luego de la conquista inca, la zona lupaca Hanansaya o en conjuntos habitacionales amurallados, y contaban con peque
Urcosuyo estuvo directamente relacionada con el valle medio de ños sistemas agrícolas adyacentes de aproximadamente diez hec
Moquegua,10 mientras que la Hurinsaya o Umasuyo tenía una co táreas11 (véase Dayton 2006; Williams 1997, 2001). A pesar de que
lonia en el valle de Sama —que probablemente corresponde al si los estuquiña tuvieron un tipo de economía solo doméstica y, en
tio reconocido por Hermann Trimborn (1975) como Sama Grande algunos casos, comunitaria, se ha sugerido que desde antes de
(Covey 2000)— y estaba vinculada con el área de Torata (valle alto la presencia inca, participaron en un intenso intercambio de bie nes
de Moquegua). Por otro lado, el historiador Cúneo Vidal (1916) su y productos con los grupos altiplánicos (Bürgi 1993, Conrad 1993,
giere que los lupaca de Acora mantenían relaciones directas con Stanish 1985). ¿De qué manera se dieron estas interacciones
la zona alta del valle de Tacna, así como los de Juli lo hacían con interregionales?
la zona alta del valle de Moquegua, y los de Pomata, con el valle Nuestras excavaciones en Camata Tambo/Pueblo y en Taca-
de Sama (véase también Julien 1985) (véase figura 12.1). En esta huay Tambo/Pueblo permiten aclarar esta interrogante (véase
descripción se percibe la complejidad de las relaciones de las fac para más detalle Chacaltana 2010b y Chacaltana et ál. 2010).
ciones altiplánicas con poblaciones y zonas específicas del Cole
suyo, una información que será relevante cuando se analicen los Camata Tambo/Pueblo
datos cerámicos.
Camata Tambo es un tambo inca de aproximadamente 120 x 50
metros de área, ubicado a 2800 msnm en el valle alto de Moque gua.
A menos de 100 metros de distancia de este tambo se encuen tra
Camata Pueblo, una aldea estuquiña. Camata Tambo tiene un total
de colonias lupaca en el Colesuyo. Por el contrario, durante este periodo
fueron al parecer los colla del noreste del lago Titicaca quienes tuvieron más de 31 qolqas, aparte de otras cuatro qolqas ubicadas en la par te
influencia, perdiéndola cuando fueron castigados por los incas por rebeldes. norte de Tacahuay, en un edificio denominado “complejo chull- pas"
10. Aunque no se indica cómo fue esta relación, se sostiene que en Moquegua (figura 12.2). Es importante mencionar que está rodeado por un
los líderes lupaca continuaban bajo e! poder político de los líderes
principales Apu Cari (don Martín Cari durante la época colonial) y/o Apu complejo sistema de terrazas agrícolas de aproximadamente
Cusí (don Martín Cusí), hanan y hurin, respectivamente, que fueron puestos
o legitimados por el Imperio. Durante la época colonial había líderes
locales que indicaban haber gobernado con estos líderes lupaca, segundas 11. Las aldeas estuquiña tuvieron tierras agrícolas aledañas con un rango
personas o burócratas impues tos por el Inca como “segunda persona” que va de entre 0,5 y 10 hectáreas (Dayton 2006, Williams 1996).
(Cañedo-Argüelles 2005).
410 | Sofía Chacaltana Cortez 12 / Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... | 411
Camata Pueblo
Espacios imperiales o del tambo en cambio, encontramos una clara deposición de deshechos pro venientes
de sucesos esporádicos de preparación de comida, indi cando intensos
a) Estructura I
pero ocasionales usos de este espacio. Esta basura se compone de
grandes cantidades de carbón, pequeños frag mentos de cerámica
Se trata de un cuarto rectangular o kallanka ubicado alrededor de
quemada (ollas y cuencos), peces pelágicos (de alta mar), muchos
un patio. En las excavaciones encontramos que sus niveles supe
restos óseos de camélidos con evidencia de cortes, y diferentes especies
riores (D y E) revelaban una intensa reutilización del espacio duran te
de moluscos de playa y de roca. Sobre la presencia de moluscos en
la época colonial temprana, ya que estas capas se hallaron bajo la
Tacahuay, se ha sugerido que existía un acceso diferenciado a estos
ceniza del volcán Huaynaputina, que erupcionó en el 1600 d. C., siendo
recursos, estando las especies de playa rocosa más presentes en los
esta una clara marca temporal en el registro arqueológico. El
espacios imperiales, y las de playa de arena o abierta más en los
espacio fue utilizado para encerrar a cerdos y ganado vacuno, ya
espacios domésticos (Breslin 2002). Esta apreciación es interesante
que se encontró abundante excremento de estos animales en las
porque la playa rocosa se ubica aproximadamente a cinco kilómetros
capas coloniales tempranas.16 De forma similar, las muestras de polen
de Tacahuay y se sabe que ahí existieron grupos de pescadores
provenientes de los niveles D y E identificaron polen de olivo (Olea
(especialistas) desde por lo menos la época chiribaya hasta la
europea}, lo que confirmó que se trataba de un espacio uti lizado
colonial (Bar y Chacaltana 2010, Covey 2000, Trelles Aréstegui
durante la época colonial y que el cultivo de olivo comenzó pocas
1991). En cambio, los moluscos de playas de arena están más
décadas después del contacto entre andinos y españoles. Por el
cerca de Tacahuay Tambo/Pueblo y no requieren de tecnologías
contrario, la capa F corresponde al uso prehispánico de la kallanka con
sofisticadas. Por ejemplo, por etno grafías de pueblos de pescadores de
tres fechados de carbono radioactivo calibrados en tre el 1250 y el
la costa norte, se sabe que marisquear en playa abierta no requiere
1450 d. C. con el rango de 2 sigma. 17 Es interesante mencionar que esta
de una especialización, a diferencia de recolectar moluscos en una
estructura rectangular no tuvo un piso formal;
playa rocosa, para lo cual se necesita experiencia y técnica (Sabella
1975:55-57). En esta estructura I, mediante análisis botánicos se
encontraron fragmen tos y polen de maíz, semillas de molle, Solanum
15. Esta diferenciación de espacios se hizo para tener una metodología de ex sp. (tubérculos) y Cheno-Am, lo que indica que se consumían granos y
cavación más clara. Los distintos sectores agrícolas de Tacahuay también tubérculos.
están considerados como espacios económicos. Esta división se realizó
antes de ser excavado, por lo que los datos obtenidos no necesariamente
corresponden a las categorías de espacios utilizadas. Chullpas
16. Informe presentado por Susan deFrance en el 2010 e incluido en el informe
de campo del Programa de Investigaciones de Tacahuay (Bar y Chacaltana a) Estructura II (chullpa I)
2010).
17. 2 sigma de calibración según la fórmula de McCormac et ál. (2004) para Se excavó en una estructura al costado de la kallanka (estructura 1),
el hemisferio sur.
que aparentaba ser un almacén o qolqa debido a su forma circu
lar, por estar al lado de la kallanka y ser parte constitutiva de los
tambos incas (Chacaltana et ál. 2010). Sin embargo, esta estructura
correspondió a una chullpa rectangular de alrededor de 1,40 metro
de alto x 2,40 metros de ancho (figura 12.5), construida de piedra,
12/ Perspectivas locales de la influencia inca en el Colesuyu... | 419
o los sectores agrícolas, las unidades excavadas mencionadas y los pozos de agua del lugar.
Miguel, Gentilar, Chiribaya Terminal e Inca-Altiplánico, artefactos de
cobre estannífero y muchos fragmentos óseos hu manos y patas de
camélidos (Bar y Chacaltana 2010). Debido a que la chullpa fue
disturbada, no se pudo determinar el número mínimo de individuos
ni identificar todos los materiales asociados a ellos. Por otro lado,
por la variedad y calidad de las piezas recu peradas, se pudo deducir que
el contexto fue bastante suntuoso y complejo; contenía varios individuos
de todas las edades y sexos, así como objetos de lujo provenientes de
otras regiones.
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D
esde hace décadas, los interesados en la sociedad inca se pre
guntan cómo en un territorio tan vasto (casi todo el oeste de América
del Sur), los incas pudieron controlar a las poblaciones, diseminadas
en diversas ecologías y a veces muy distantes. En una conferencia de
1958, John Murra indicó que la red de caminos tuvo que ser el
sistema que relacionó la periferia con el centro y la cos
ta con el altiplano, y que “esta red servía para todo esto y mucho
Grupos étnicos y áreas altoandinas consideradas provincias incas según John Rowe (1946).
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“convenientes” para describir las áreas que existieron en la época >» □ o X .íú
tras que las de la costa son descritas como valles (1946: 186-192).
considerados provincias incas (véase tabla 13.1). Otro
De esto se desprende que solo los territorios altoandinos fueron
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13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 451
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”'X= r. g? -O :X1 f ■' > - ‘-o ‘S
£ □ G G £' G 1 I ££ £ Según Rowe (1946: 262), el territorio ocupado por los incas
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correspondía a un imperio denominado “la tierra de los cuatro
cuadrantes” o Tawantiñsoyo, por estar dividido en cuatro grandes
sectores (great c/uarters) o soyo que confluían en el Cuzco, que
era la capital imperial. Rowe indicó, además, que probablemente
esta partición fue proporcional y hecha por el Inca Pachacuti. Es
en este punto de la lectura que hizo Rowe de sus fuentes donde fi gura
que cada cuadrante o soyo estuvo subdividido en provincias, también
denominadas wamañ o wamani, y que muchas de ellas correspondían a
estados nativos o grupos étnicos conquistados por los incas.
Cuando estas unidades territoriales eran demasiado pequeñas, se las
agrupaba en una sola provincia. Cada provincia se subdividía
generalmente en dos o tres fracciones. Sin embargo, el patrón ideal
inca era la división dual (mo/eZy), siendo estas frac ciones denominadas
sayas. Las sayas o secciones (moities) a su vez podían estar
subdivididas en grupos de parentesco o ayllus de variado número y
tamaño. Cada unidad territorial estaba a cargo de un funcionario
específico, y cada uno de los cuatro cuadrantes o soyo, de un
prefecto denominado apo. Asimismo, cada provincia
o wamani estaba sujeta a un gobernador imperial denominado
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inca bajo categorías nativas: suyu, wamani, saya y ayllu, haciendo
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administrativo y religioso (1946: 262), y que los cuatro apu forma ron
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mucho al modelo europeo, sobre todo en lo que respecta a la idea de
un “consejo”: el consejo real era el órgano más importante
452 | José Luís Pino Matos
13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 453
de la monarquía española en el siglo XVI, la “columna vertebral” original, posiblemente se tomó de una narración de conquista, en
administrativa del rey (Coronas Gonzales 1987: 179). especial de la victoria de Pachacuti Inca Yupanqui sobre los chan
Otro aporte clave de Rowe para el entendimiento de la terri cas (Rowe 2003a: 188), un relato que de algún modo concordaba
torialidad inca fue la publicación corregida de la lista de los anti con el espacio sagrado que conformaría el Cuzco (2003a: 191).
guos adoratorios del Cuzco publicada por Bernabé de Cobo Probablemente, también, algunos de los nombres de las huacas
(1890 [ 1653]),4 5 llamada también lista de los ceques? y su análisis de esta lista se hayan referido a lugares de culto y asentamientos
corres pondiente (Rowe 2003a). Según Rowe, este es el documento anteriores a la ocupación inca (2003a: 189, 191). Rowe igualmen
más importante para el estudio de la topografía del Cuzco y sus te asoció algunas huacas a su contexto paisajístico, como en el
alrede dores. La lista incluía agrupaciones reunidas por ayllus o caso de Tambomachay y Huanacaure, que agrupó mediante ejes
grupos de parentesco, y a su vez, por el rango que ellos tenían. visuales, juntando elementos como una cueva, una fuente, la ar
De acuer do con Rowe, el sistema de registro de información quitectura de un andén, un lugar de caza y una montaña como un
empleado se adaptaba muy bien a los quipus o cuerdas anudadas, conjunto significante ritual (2003a: 191).
pudiendo ser cada adoratorio un nudo, cada ceque una Otro aporte de Rowe en el aspecto territorial fue la publicación
agrupación de adorato rios en una cuerda, y cada cuerda y análisis de los documentos coloniales reunidos bajo el título de
diferenciada posiblemente por un tamaño o color (Rowe 1946: “Probanza de los incas nietos de conquistadores”, declarada por
300, 2003a: 183). En ese sentido, Rowe (2003a: 181-193) indicó los descendientes de Tupac Inca Yupanqui, a su vez miembros del
que se trataba de una lista de huacas6 o adoratorios agrupadas en Qhapaq ayllu, del linaje de dicho Inca (Rowe 2003b: 100-116). Es
cuatro sectores o suyus, asociados a su vez a cada uno de los tos documentos, que datan de 1569, contienen dos “memorias” o
cuatro caminos principales que partían del Cuzco al Chinchaysuyu, declaraciones de los integrantes de dicho ayllu en respuesta a un
Antisuyu, Collasuyu y Contisuyu. Así, cada adoratorio o huaca interrogatorio para probar su ascendencia real y poder reclamar,
estaba asignado a un ceque o línea que salía del Coricancha. así, favores de la Corona española.
Estos ceques mostraban el orden de distribución sucesiva en el La primera memoria reseña la composición del Qhapaq ayllu,
espacio que rodeaba el Cuzco. En cada suyu había nueve ceques conformado por los tres linajes de prestigio asociados a los tres
divididos en tres grupos, a excepción del Contisuyu, donde había 14 hijos del Inca Pachacuti como fundadores de estos linajes, siendo
ceques. Cada grupo o secuencia de tres estaba ordenado de el de mayor prestigio el de Qollana, perteneciente a Tupac Inca
acuerdo con rangos, utilizando las denominaciones collana, payan y Yupanqui, luego el de Payan, perteneciente a Amaru Tupac, y fi
cayao para referirse a cada ceque, siendo collona el de mayor nalmente el de Kayaw, perteneciente al tercer hermano, también
rango, payan el de rango intermedio y cayao el de me nor. Rowe llamado Tupac Yupanqui (Rowe 2003b: 80). La segunda memo
consideró que esta relación de adoratorios, en su forma ria, conocida como la “Memoria de las provincias”, es una lista
de las “provincias” conquistadas por Tupac Inca Yupanqui y sus
hermanos, en la que se indica dónde construyeron “fortalezas” o
4. Esta lista, que figura en la Historia del Nuevo Mundo de Bernabé Cobo, ya
había sido publicada por Marcos Jiménez de la Espada, pero con errores de asentamientos incas, dónde capturaron a líderes locales, dónde
transcripción. trasladaron a poblaciones en calidad de mitimaes, dónde se reali
5. Ceque era la denominación para las líneas que guiaban el orden espacial zaron conquistas pacíficas o dónde hubo confrontaciones (2003b: 90-
de los adoratorios del Cuzco.
97).
6. Según este autor, las huacas vendrían a ser lugares santos u objetos
sagra dos (Rowe 2003a: 182).
454 I José Luis Pino Matos
Provincias conquistadas por Tupac Inca Yupanqui ordenadas por suyus, sobre la base de la transcripción de John Rowe (2003b)
Según Rowe, este orden correspondería también al sistema de
información que se registraba en cuerdas anudadas o quipus (Rowe
2003b: 82-83) (véase tabla 13.2).
Rowe señaló que en estas dos memorias la forma de presen tar
el Qhapaq ayllu y la descripción de los suyus que agrupan las provincias
seguían el “orden canónico” que figura en la lista de los adoratorios o
huacas del Cuzco (Rowe 2003a: 181-230, 2003b: 82). De esta forma,
Rowe rescató, contrastó y ordenó la información bajo las categorías
mencionadas en las fuentes históricas, indican do también el orden
de un recorrido o de una particular narrativa de conquista que pudo
estar registrado en un soporte material de cuerdas anudadas.
Si bien los aportes pioneros de Rowe se caracterizaron por su
sistematicidad, por el análisis etnohistórico comparativo y el con cepto
de organización territorial inca bajo categorías nativas, conti nuaron con
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ANOTACIONES
7 Pa[casmayo] Le salieron de paz. Chimo
Ciares Capturó a Pigarcapac, Cañarcapac
8 Quito y Chicapac.
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Puerto uiejo Guancavilca
Guayaquil Manta
Chinchaysuyo
9 Vapo
Guamo Curba Turuca Quisin
Aba chumbi nina chumbi Quinchicaxa
Asilo
15 Asangaro Carabaya Retornaron a Pucará.
Lupaca ...
Pacaxa
16 Pucarani Castigo a los rreueldes, puso orden. Poxa Carangas
Collasuyo Paria
Charcas
17 Uila charca
Hanco charca
Chichas
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Moyomoyos Amparáis
18 Aquitas Copayapo Churomatas
Caracos
Chiriguanas
Tucuman Tucuman Hizo fortaleza, puso mitimaes.
Chile Y como vieron que toda la gente
19 Tarapaca era pobre la dejaron de conquistar.
\3/Wamank territorialidad, autoridades ancestrales... | 459
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las relaciones que existían entre núcleo e isla periférica eran
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E de lazos de parentesco mantenidos y periódicamente reafirmados
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ceremonialmente en sus asentamientos de origen. (2002: 128)
conceptualizar el espacio que eran foráneos a los Andes. El término que se hacía directamente a sus componentes poblacionales, y que
“provincia” incluye en sí la conceptualización del espacio como un habrían sido capaces de mantener grandes fuerzas militares perma
territorio definido con límites físicos. La política incaica que resulta nentemente para protección de sus fronteras demarcadas, y a su vez
ba en el traslado de comunidades enteras de mitimaes y el esfuerzo para preservar el orden interno. (2001: 29)
hecho por los pobladores de altura para asegurarse de recursos pro
ductivos en otras zonas, han contribuido a una premisa etnohistórica
de que los territorios eran discontinuos o discontiguos. El problema De algún modo, esta definición se ajustaba a las descripciones
de dónde se hallaba la gente sujeta a un grupo político es en realidad que de la sociedad inca hacían las fuentes etnohistóricas (D’Altroy
irrelevante con respecto a la cuestión de si existían o no territorios y Schreiber 2004: 258), asumiéndose tácitamente que la adminis tración
delimitados entre sí. Aunque no podamos entender el sistema de
imperial se realizaba sobre la base de una organización provincial,
pensamiento que subyace a la territorialidad en la época de control
incaico, podemos hallar confirmación en los documentos de que los porque así lo describían las fuentes del siglo XVI y XVII.
incas poseían cierta noción de territorio delimitado. (1991: 162) Si bien D’Altroy señaló que la sociedad inca es prácticamente
un ejemplo paradigmático de todas las formas de sociedad políti ca,
Al modesto entender de algunos historiadores, tal noción no en un primer momento usó el modelo territorial-hegemónico para
necesariamente se orientó a conformar circunscripciones territo riales explicarla (D’Altroy 1992: 19-24). Según este modelo, basado en
continuas (Julien 1999: 475, Pease 2007: 49). investigaciones sobre romanos y aztecas, un imperio hegemó- nico
En contraste, y sobre todo entre los arqueólogos, la perspecti va es una sociedad central que puede dominar a otras socie dades
de una organización provincial se alimentó de alguna manera del mediante la diplomacia o la conquista a un bajo costo y con poca
intento de realizar estudios comparativos basados en modelos que se inversión, proporcionales a una escasa extracción de recursos y a un
construían a partir de diferentes sociedades del mundo an tiguo, sobre control limitado de las poblaciones sometidas. Un imperio territorial, por
todo porque las características básicas de los imperios podían detectarse otro lado, implica una estrategia intensa y directa para gobernar a los
en algunas sociedades de los Andes prehispá nicos, como la wari y la pueblos sometidos, cuyos costos son muy altos debido a la inversión
inca (D’Altroy y Schreiber 2004: 258). Sin embargo, una pregunta que a gran escala en infraestructura física de control, como caminos,
acompañó constantemente a los in vestigadores fue si los conceptos de centros provinciales y defensas fronterizas (D’Altroy 2003: 23).
imperio e imperialismo, deri vados de la tradición europea, podían Aunque la continuidad espacial de muchos imperios tempranos
aplicarse a las sociedades andinas sin cometer el error de asumir los hacía más susceptibles de ser analizados en función del grado
aspectos inexistentes en ellas, llegando a interpretaciones inexactas de integración, los incas podían explicarse mejor sobre la base de
(2004: 257). Por esta ra zón, algunos arqueólogos creyeron estos dos tipos de estrategias imperiales —la hegemónica y la terri torial
conveniente usar como enun ciado de trabajo la definición de “imperios —, que dependían de una compleja mezcla de fuentes de po der, las
primarios” de Thomas Barfield (2001). Según este autor, un imperio es: que a la vez dependían de las capacidades de organización y
recursos de la sociedad central y de la variedad de pueblos subor dinados
[...] un Estado establecido por conquista, con una soberanía sobre (D’Altroy 1992: 24). Según D’Altroy, para entender la orga nización
territorios de gran tamaño, ya sean en el ámbito subcontinental o
continental, además que internamente incorporaban a millones o imperial inca se requería de un estudio amplio desde una perspectiva
decenas de millones de personas, dentro de un sistema de adminis espacial y de información detallada de varios territorios provinciales. Por
tración unificada y centralizada. Este tipo de Estado habría estado ello, su trabajo se centró en el valle del Mantaro, en la sierra central
financiado mediante un sistema de tributos o cobro de impuestos del Perú, llamada en las fuentes etnohistóricas
464 I José Luis Pino Matos 13/ Wamaní. territorialidad, autoridades ancestrales... | 465
“la provincia de Wanka Wamani”, y cuya capital provincial fue el discusión—, gran parte de los estudios sobre los incas (sobre todo
asentamiento inca de Hatun Xauxa (1992: 25, 38-40). los arqueológicos) asumen tácitamente la existencia de provincias
Posteriormente, D’Altroy confesó que los modelos teóricos incas, sin un previo análisis teórico-metodológico y crítico, sola mente
que usó, como el de centro-periferia y el territorial-hegemónico, con la seguridad que les otorga citar fuentes etnohistóricas, en
mostraban debilidades, pues se centraban, de manera exclusiva, muchos casos, textualmente. A excepción de lo realizado por D’Altroy y
en las élites dominantes y dominadas, lo cual conducía a una lec tura otros colegas que han trabajado sistemáticamente en la sierra central
vertical de las sociedades estudiadas que inducía a errores en la andina,9 aún está pendiente definir teóricamente las características
comprensión de aspectos domésticos y comunitarios (D’Altroy 2003: provinciales en varias zonas, así como implementar herramientas
24). Según este autor, entonces, cualquier explicación de la organización metodológicas sólidas para identificarlas arqueoló gicamente y realizar
inca debe equilibrar las categorías analíticas occi dentales modernas y las respectivas comparaciones, al menos en el ámbito de los suyus.
las posibles e identificables lógicas sociales de los incas (2003: 25).
Otro reciente ejemplo de estudio desde una perspectiva com La “provincia” inca como concepto
parativa, sobre la base de información histórica y arqueológica y
considerando además las investigaciones de D’Altroy sobre los in César Astuhuaman (2006, 2011) es uno de los investigadores que
cas, es uno que se ha propuesto analizar las provincias a partir de en los últimos años más ha reflexionado sobre la provincia inca, en
la complejidad y dimensiones de las diferentes estrategias emplea particular en la zona de Piura, en la parte norte del Chinchaysuyu
das en la expansión imperial, sobre todo para comparar la socie (2010). Los trabajos de Astuhuaman pueden dividirse en tres mo mentos,
dad azteca con otras cuyos manejos fueron similares. El objetivo es que corresponden a tres planteamientos diferentes.
poder reconocer determinadas acciones y tácticas de naturaleza En un primer momento, Astuhuaman indica que es necesa rio
provincial, al menos teóricamente (Starky Chance 2011: 192, 226- estudiar la expansión inca desde una “perspectiva provincial”, analizando
227), considerando que “no sólo los poderes imperiales tuvieron la variabilidad de la organización administrativa estatal en las
estrategias para la administración de sus poblaciones sujetas, sino provincias, con dos preguntas que él considera importantes:
que también los súbditos provinciales usaron varias estrategias ¿qué era una provincia inca?, ¿cómo se la puede reconocer y definir?
para mantener y mejorar su posición dentro del imperio” (Stark y Astuhuaman parte del concepto de provincia usado en el Imperio
Chance 2007: 203). Para estos fines, desde hace algunos años, algu romano, donde los países y pueblos sometidos al gobierno imperial
nos investigadores de Mesoamérica vienen trabajando, siguiendo fueron llamados “provincias”, un concepto que el Imperio español
modelos de núcleo-periferia (Berdan y Smith 1996), en la construc adoptó para delimitar las regiones que conquistaba (Astuhuaman
ción de la idea de provincias tributarias (Berdan 1996) y provincias 2006: 274). Para este análisis Astuhuaman revisa detalladamente las
estratégicas (Smith 1996), según las tácticas locales que se pueden
identificar en la Mesoamérica prehispánica y colonial, siempre bajo
9. La temática de los aspectos provinciales en la época inca también fue tra bajada
la consideración de que el término provincia hace referencia teóri por Tom Dillehay y Patricia Netherly (1998), Michael Malpass (1993), y
camente a una porción de territorio bajo el dominio imperial. Michael Malpass y Sonia Alconini (2010), quienes también examinaron la
perspectiva de las fronteras. Rodolfo Raffino y Rubén Stehberg (1997, 1999)
En general, podemos decir que, por varias razones —quizás
analizaron el Tawantinsuyu desde la perspectiva imperial. Y de forma re lativamente
por practicidad o por evitar apoyarse en modelos teóricos en reciente, Susan Ramírez (2005) ha visto la temática territorial como un
fenómeno religioso.
466 | José Luis Pino Matos
13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 467
fuentes históricas, e indica que del modelo etnohistórico emerge administrativa, para lo cual metodológicamente se requeriría ex plorar
la idea de que una provincia inca tuvo 40.000 familias organizadas dos provincias vecinas (2006: 287). Por último, afirma que cada
en dos partes o mitades y estructuradas en un sistema jerárquico centro administrativo sería el reflejo del Cuzco, siendo cada provincia un
basado en el sistema decimal (Astuhuaman 2006: 275). Una preo pequeño Tawantinsuyu (2006: 288).
cupación del autor fue conocer la materialidad de los límites que En el segundo momento, Astuhuaman (2010) se centra en la
definieron la jurisdicción de dichas provincias incas (2006: 278-279, organización provincial inca en la sierra de Piura, un trabajo orien tado
288). Sobre la base de investigaciones previas, Astuhuaman plantea a esclarecer cómo se constituyeron las provincias y cuál fue su
seis aproximaciones conceptuales: estructura y función. El autor admite que la reconstrucción de las
provincias incas sobre la base de evidencias materiales es una tarea
a) La provincia como una unidad étnica y geográfica, una difícil, y que solo pudo hacerla utilizando la evidencia históri ca.
aproximación basada principalmente en el trabajo de Asume, entonces, que los sitios incas de gran magnitud fueron los
Rowe (1946) centros de las jurisdicciones incas denominadas “provincias” por los
b) La provincia como una población de tributarios cronistas europeos, y que cada uno de estos sitios repre sentó a una
c) La provincia con relación a los paisajes sagrados provincia diferente. Sugiere, además, que la red de caminos 10 y los
asentamientos fueron la base administrativa de la organización provincial
d) La provincia como una división geopolítica y jerárquica
y que la existencia de un gran centro admi nistrativo ceremonial en cada
e) Las provincias juntas o confederaciones interprovinciales provincia es un supuesto necesario para el análisis espacial y
f) Las provincias como parte de un proceso y modelo a arqueológico (2010: 328). Sobre las fron teras provinciales, plantea dos
contrastar. posibilidades: las provincias como territorios delimitados; y las provincias
como nodos de adminis tración a lo largo del Camino Inca de acuerdo
Sin duda, los aspectos más importantes de esta conceptuali- con el modelo del archipiélago, que de algún modo se podrían haber
zación son la sugerencia de una cercana relación con los paisajes representado mediante quipus en vez de mapas (2010: 330). Con
sagrados como posible base de la identidad de los grupos étnicos, respecto al es tudio de las jurisdicciones incas, indica que la
y el rescate del planteamiento de Henri Favre (1967) sobre que investigación sería más productiva si se centrara en la identificación
las provincias incas se constituyeron sobre la base de anteriores y comprensión de las redes de comunicación antes que en los
unidades religiosas que rendían culto a una montaña determinada “evasivos” e “iluso rios” límites de las provincias o en la supuesta
y que la circunscripción de una provincia podría coincidir con el distribución de los grupos étnicos (2010: 343).
área de prestigio de un apu o wamani. Al respecto, Astuhuaman
agrega que la estrategia inca habría consistido en el control de los
cultos locales y la imposición de los cultos incas, como parte de 10. Astuhuaman, argumenta que: “El énfasis en la implementación y el control de
una gran estrategia estatal para lograr el dominio político, econó los caminos y los nodos de administración o de culto fue una caracterís tica
mico y principalmente ideológico de las poblaciones asentadas en recurrente de los antiguos imperios y su estudio puede iluminar nues tra
comprensión de los diferentes enfoques a las jurisdicciones antiguas en lugar de
las provincias (2006: 280). Igualmente, Astuhuaman recalca que continuar usando el anacrónico concepto de Estado territorial: la administración sin
para investigar las provincias incas sería necesario definir su cir fronteras continuas antes que territorios delimitados, conformación dinámica y no
estática de provincias” (2010: 332).
cunscripción jurisdiccional e identificar el límite de la organización
468 | José Luis Pino Matos
13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 469
Finalmente, en el tercer momento, Astuhuaman (2011) retoma Sobre este asunto hay dos tipos de problemas: unos se refieren a la
y perfecciona su esquema. Define más ampliamente la aproxima ción noción de territorialidad y, en consecuencia, están relacionados con
conceptual relacionada con el tema ideológico, planteándola bajo el la ocupación del espacio; otros, tienen que ver con la secuencia de
término de “provincia como paisaje sagrado”, sobre la base de la las conquistas apreciable en los propios relatos de las crónicas.
propuesta de Henri Favre (1967) acerca de la corresponden cia entre El primer problema está analizado por la investigación de los últimos
años, y se ha logrado algunos aportes que permiten entender mejor
el área de prestigio de un apu o wamani y la provincia incaica. Indica la noción del espacio. Desde luego hubo en los Andes una visión
que el culto a los ancestros enfocado en las mon tañas fue una simbólica del espacio, pero desde los tiempos en que escribían los
expresión de la organización provincial en los ám bitos ceremonial y cronistas predominó una imagen espacial que hablaba de un terri
político bajo el gobierno inca, teniendo como ejemplo las redes o torio políticamente organizado en “provincias” que correspondían
a los diferentes grupos étnicos mencionados en las crónicas y, de
esferas de influencia de las deidades Catequil en Huamachuco y hecho estas crónicas consideraban las zonas de expansión de los In
Cajamarca, Pariacaca en la sierra central, y Pa- chacamac en la costa cas de acuerdo a las provincias que los mismos iban conquistando.
central (Astuhuaman 2011: 92-93). De esta manera, la línea general de las crónicas deja la impresión de
Sin embargo, como colofón de todas las etapas de su análisis, que dichas provincias eran anteriores a la formación del Tawantinsu-
yu y que correspondían a cada uno de los grupos étnicos, igualmente
este autor presenta un planteamiento conciliador que denomina pre-existentes como organizaciones políticas. Ello no parece cierto
“el concepto de archipiélago administrativo” como provincia inca, en todos los casos y, en último extremo, podría corresponder a una
que se materializa en la red de caminos y de sitios desplegada en división realizada durante el Tawantinsuyu. (2007: 48)
territorios discontinuos que el Estado inca debía administrar. La
imagen de este concepto sería como la de una red radial de líneas Asimismo, describiendo la región del lago Titicaca, Catherine
y nodos, con el centro provincial como núcleo, conectado a los si Julien11 mencionó:
tios según jerarquía por medio de los caminos y rodeado de áreas
marginales con presencia de sitios intrusivos y áreas de influencia La división provincial Inca utilizó la previa organización en la región
del Lago Titicaca, del mismo modo como años más tarde lo hizo
de otras provincias (2011: 97). Este planteamiento iría acorde con la administración española. Las provincias Inca vagamente se basa
la dispersa distribución de los paisajes sagrados y directamente ban en lo que los españoles denominaron naciones. Las naciones
relacionado con el culto de los ancestros locales. Según el autor, el que observaron los primeros escritores europeos habían vivido un
dominio ideológico fue una primera etapa de la expansión estatal siglo o más de régimen Inca. Entonces, la organización que obser
varon esos escritores tempranos era un reflejo de la administración
bajo el concepto del archipiélago, que posteriormente se definiría Inca, dejando abierta la cuestión de la organización política más
como la distribución de archipiélagos religiosos o red de adorato temprana. (2004: 17)
rios o lugares sagrados (2011: 98-100).
Esta visión defendía de algún modo la correspondencia entre
La perspectiva de una organización unidades étnicas y divisiones provinciales asociadas a un orden
provincial en cuestionamiento de tributación. Posteriormente, la misma autora plantearía otras
propuestas para explicar la organización territorial inca, dándole
Desde hace algunas décadas, varios investigadores han manifesta do
que la perspectiva de una organización provincial sensu stricto no
está funcionando para analizar la organización y expansión in cas.
11. Las propuestas iniciales de Catherine Julien (1978) estuvieron muy influidas
Sobre este tema, Franklin Pease expresó lo siguiente: por John Rowe (1946).
470 | José Luis Pino Matos
13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 471
juego ritual que tenía que ganarle a la deidad solar. 16 El tema del Inca que estaba en el derecho y la capacidad de “solicitar” ritual mente
juego ritual y la tenencia de tierras ha sido estudiado en detalle por la participación de las poblaciones en las empresas que re quería,
varios investigadores (Rostworowski 1962, Rowe 1997, Zuidema 1989: ejerciendo así el poder en contextos estrictamente rituales, puesto que lo
256-257, Ziólkowski 1997b). De algún modo, se puede en tender que había obtenido de igual modo (Pease 2012: 143-153). Así, las casas que
las tierras no estaban asociadas a propietarios, sino a distintos se construían para el Sol, así como otras formas de arquitectura
destinatarios (el Inca, el Sol, las huacas, el ayllu), sin que las ceremonial, constituían marcas simbólicas, hitos de memoria y
parcelas tuvieran necesariamente el mismo destino todos los años. El escenarios para recordar las alianzas, los parentes cos concretados y
cultivo de las tierras era considerado un ritual y de ningu na manera sus obligaciones respectivas. De ningún modo estas construcciones
un usufructo (Hernández 2012: 264). Es probable que estas debieron ser consideradas estrictamente como delimitaciones
conquistas rituales a nombre de la divinidad solar y el esta blecimiento de territoriales. Por eso podemos afirmar que los gobernantes incas
mecanismos para afirmar su supremacía sobre las demás huacas del no fueron la fuente de toda autoridad; muy por el contrario, las
Imperio hayan surgido con el Inca Pachacuti, que de alguna manera diversas organizaciones étnicas no incas man tuvieron su autonomía.
dejó a sus sucesores la figura del Inca como regente de todo lo Las conquistas incaicas fueron un mecanismo de articulación
conquistado, al ser considerado representante vivo del Punchao e hijo compleja que incluía el diseño de pautas redistributivas, negocia ciones
de la divinidad solar. Con ello, todas las conquistas fueron estimadas y acuerdos de los incas con otras huacas, que se jugaban periódicamente
legítimas por tener un carácter reli gioso (Ziólkowski 1997a: 276-279). el control de grupos humanos y se repartían po blaciones mediante
Como se dijo, a través de sus formas rituales, estas conquistas fueron acciones rituales. Ciertas fuentes etnohistóri- cas, al mencionar que se
la esencia del poder en los Andes prehispánicos al estable cer a gran jugaban provincias, se referían, no a las tierras, sino a la obtención de
escala relaciones de parentesco entre el Inca, las huacas y los autoridad para el manejo y adminis tración de mano de obra mediante
curacas, todos ellos entidades sagradas. Más que imponerse, en un conjunto de prestaciones que las autoridades étnicas entregaban
muchos casos se debió negociar y acordar el manejo de las poblaciones a las élites incas (Pease 1989: 13-18). Otros autores consideran que
bajo los principios de la reciprocidad y redistribución, creándose de esta el poder del Inca sobre los demás grupos étnicos era limitado y
manera una red de parentela sagrada, con un precario, y que el Imperio inca fue “una congregación de creyentes en
un culto estatal, ca racterizado por un personaje central, manifestación del
divino fun dador, quien se desplazaba por distintos centros de
16. Cristóbal de Albornoz describe estos juegos rituales: “Del machacuay usan peregrinación en donde él o sus representantes negociaban los términos
el día de hoy en sus fiestas y taquies, haciendo juego de ayllar que antigua mente de la participación a dicho culto” (Ramírez 2008: 7). En tales
jugaba el inga, echando en alto esta figura de culebra y hecha de lana; y los
que apostaban echavan sus ¡líos, que son tres ramales de soga hecha de términos, la territorialidad en los Andes guardaba bastantes
niervos de animales o de cueros dellos, y a los cavos unas pelotas de plomo. diferencias con las ideas europeas del siglo XVI sobre los espacios y el
A este juego ganó el inga muchas provincias a las guacas que ya se las
havía(n) dado. Y los camayos de las guacas, permitía el inga que jugasen las tales
modo de ejercer dominio sobre las poblaciones.
provincias con él por otras y se hazían perdedizos. Y des pués de ganados
por el inga con este medio de juego, las satisfazla el inga a las guacas y
camayos con dalles tierras y ganados y otros servicios. Son muchas las tierras
que ganó a este juego de el ayllar el machacuay” (1967 [1582]: 23).
474 | José Luis Pino Matos 13 / IVaamm: territorialidad, autoridades ancestrales... | 475
Propuestas sobre la territorialidad inca Considerando justamente la temporalidad, podemos indicar que
a partir del dominio colonial español, la organización territorial
Estudiar la expansión inca desde la perspectiva de una organiza ción prehispánica sufrió un drástico proceso de cambio, al desarticular se
provincial no ha sido el mejor camino para comprender la organización los sistemas organizativos y políticos existentes e implantarse los
territorial inca. Si el espacio controlado por la socie dad inca no repartimientos y encomiendas, las reducciones, los obispados, los
estaba organizado en provincias, si no se manejaba la noción de curatos y doctrinas, y las nuevas divisiones geográficas y políti cas del
provincias, menos aún como territorios circunscritos, y si los gobierno virreinal (Rostworowski 1993: 182). A diferencia de los
espacios geográficos podían ser compartidos de forma mul- tiétnica, contextos histórico-sociales occidentales, en tiempos pre hispánicos, la
podemos decir que las provincias no existían en la reali dad andina sacralidad, la discontinuidad y el dominio territorial por parentesco
prehispánica. fueron posiblemente las características principales de la
¿Por qué insistir, entonces, en el uso de la categoría provincia territorialidad en los Andes.
para describir la organización territorial inca? ¿Cuál era realmente
la forma de organización territorial inca? ¿Cuál sería una alternativa Sacralidad
teórica-metodológica para analizarla? Obviamente, el tema territorial en
los Andes ha sido y sigue siendo complejo. Sin embargo, sobre la Es muy probable que la idea de territorialidad que manejaban las
base de lo expuesto líneas arriba, presentamos una perspectiva poblaciones andinas prehispánicas tuviera un carácter sagrado o
exploratoria, tratando de caracterizar la territorialidad andina prehis pánica ceremonial (Regalado 1996: 88). Entre las poblaciones quechua hablantes,
y de ordenar la información utilizando categorías espaciales provenientes las nociones de espacio y tiempo se designan con un mismo término:
de las lenguas nativas, sin que esta propuesta excluya otras propuestas pacha, que significa al mismo tiempo el universo, la tierra, el mundo,
epistemológicas contemporáneas o pretenda ser la única forma de la época, la estación, etc. (Wachtel 1973: 181). Hasta la actualidad,
comprender la territorialidad en los Andes. muchas poblaciones andinas consideran que la pacha, como espacio
físico, tiene un carácter sagrado. Determi nados espacios geográficos
Características de la territorialidad en los Andes adquirían un carácter sacro por consi derarse el lugar de procedencia
prehispánicos de los ancestros del grupo social. A través de esos lugares,
denominados pacarinas o pacariscas, se mantenía la identidad y
En el proceso de conquista, sucedido en el siglo XVI, los términos cohesión de los grupos sociales (Hernán dez 2012: 267). La tierra en sí
españoles con los que se describió los territorios del Nuevo Mundo no misma era también considerada una entidad sagrada. Más que un
necesariamente reflejaban las ideas nativas sobre la organiza ción del objeto susceptible de ser poseído, era un espacio sagrado o incluso
espacio (Julien 1999: 475). La organización territorial pre hispánica era una geografía sacra poblada de ancestros y dioses (2012: 263, 265).
diferente a la que impuso el nuevo sistema venido de Occidente y Francisco Hernández enfatiza esta concepción indicando que “Es
fue el producto de siglos de procesos sociales en los Andes. Fue una precisamente en torno a esta geografía sagrada que se organiza una serie
territorialidad que se ajustó seguramente a cir cunstancias históricas y de demarcaciones de funciones y de espacio, pues de alguna manera
patrones propios que ayudaron a concebir los territorios de formas son los dioses los que delimitan el espacio asignado a sus parientes
particulares que contrastaban con las que llegaron del Viejo Mundo. y es a partir de la geografía sagrada que se sustentan, por ejemplo,
los derechos
476 | José Luis Pino Matos 13 / Wumm: territorialidad, autoridades ancestrales... | 477
de acceso a la tierra” (2012: 265). En ese sentido, las divinidades no solo poder de la organización incaica estaba estrechamente relaciona do
serían el soporte espacial, sino también quienes ordenaban el espacio, al con el mantenimiento de lazos de parentesco, concebidos como uno
estar este concebido desde una perspectiva ritual. de los principales mecanismos de expansión (Hernández 2012:
252). Para establecer relaciones, los incas preferían las alian zas antes
Discontinuidad que la violencia. Por ello, el Inca intercambiaba mujeres con los
curacas, un hecho que servía para forjar vínculos de paren tesco que
Otra característica principal de la territorialidad en los Andes fue la debían ser continuamente renovados (2012: 252-253). En la
discontinuidad. Diferentes grupos étnicos desplegaban un sistema de organización inca, que seguía las pautas de la reciprocidad, era necesario
dispersión espacial mediante el cual podían usar y controlar espacios que todas las partes integrantes se reconocieran como parientes para
alejados de su lugar de origen, así como compartirlos con otros grupos poder interactuar (2012: 253). De este modo, des pués de establecida
étnicos. Existen evidencias de que la territorialidad discontinua pudo ser la alianza entre el Inca y el curaca, se accedía a la mano de obra de
llevada a extremos (Rostworowski 1993: 183- 187), como seguramente los parientes en este sistema de reciprocidad (2012: 255), donde los
ocurrió en el caso de la sociedad inca, quien la llevó a una escala linajes cuzqueños eran los depositarios de las alianzas que habían
mayor, posiblemente siguiendo mode los y costumbres antiguos. establecido cada uno de sus fundadores (2012: 257). En esta línea, el
De esta manera, las poblaciones andinas prehispánicas utili zaban parentesco funcionaba como sustento del derecho de acceso a las tierras
sus territorios, no como unidades continuas, sino como un conjunto de dentro de los diferentes ayllus o parentescos con asignación de espacios
ámbitos ecológicamente diferentes, que les permitía obtener una (2012: 264).
diversidad de recursos en regiones distantes, donde cada grupo étnico
podía tener una cobertura espacial amplia y compartida con otros Categorías espaciales de la territorialidad andina
grupos, configurándose espacios multiétni- cos. Esta noción de prehispánica
territorialidad discontinua contrasta notable mente con la imagen
occidental de “provincias”,17 en las cuales supuestamente cada grupo Después de haber explorado las perspectivas sobre la territoriali dad
étnico ejercía un control total sobre un territorio continuo y aislado (Pease prehispánica, en especial inca, y para ordenar metodológica mente la
2007: 48-49). información, es necesario confeccionar una lista de los términos nativos
relacionados con categorías espaciales, para lue go tratar de
Parentesco describirlos, explicarlos y elaborar algunas propuestas de
interpretación. En este caso, a manera de ejercicio, propone mos las
El dominio territorial por parentesco debió ser también muy im portante siguientes categorías:
en los Andes. Rowe (1946, 2003a, 2003b) propuso que la espacialidad y Primer grupo: las categorías que implican algún grado de tan
la territorialidad andinas estaban íntimamente vin culadas con las gibilidad o materialidad.
relaciones de parentesco. De igual modo, parte del
Articuladoras: huaca, pacarisca, wamani, Cuzco
17. Según el mismo Pease (2007: 49), el uso de la categoría provincia “colisiona” De superficies o áreas: suyu, saya, chuta
con las nociones de territorio que se manejaron en los Andes prehispánicos. Conectivas o vinculantes: ñan, ceque
13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 479
21. “Tahuantin suyo” es “Todo el Perú, o las quatro partes del que son Ante
20. Este centro debía ser un lugar o espacio significativo: podía ser una suyu, Colla suyu, Conti suyu, Chinchay suyu”, según el vocabulario de Diego
huaca, un elemento arquitectónico o un espacio público. González Holguín (1989 [1608]: 336).
22. Tawantinsuyu también puede entenderse como la unión de las cuatro par tes
o los cuatro cuadrantes íntimamente ligados (Urton 2003: 77), o como “Todo el
mundo” (Pease 2007: 31).
23. “Imperio de los incas" es citado muchas veces en las fuentes escritas del
siglo XVI (Cieza de León 1995 [1553]: 258, Garcilaso de la Vega 1991 [1609]:
95; Cobo 1956 [1653]: 128).
482 | José Luis Pino Matos y heterogéneos de las sociedades antiguas (D’Altroy 2003: 21; 2005: 201).
Sin embargo, tal como indica Liliana Regalado, no existen ar gumentos
válidos para considerar que el nombre Tawantinsuyu hizo en su 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
momento referencia a un territorio políticamente or ganizado y que, 483
por consiguiente, sus habitantes se consideraban integrantes de un
Estado cuya jurisdicción tenía fronteras fijadas y mantenidas solo por El Cuzco: el “centro” del Tawantinsuyu hacia las
mecanismos políticos. Muy por el contrario, la denominación cuatro direcciones
Tawantinsuyu aludía a un mundo o espacio conoci do y ordenado
ceremonialmente (Regalado 1996: 89-90). Como se mencionó, el Cuzco fue considerado el centro del Tawan
En este sentido, más que la categorización sociopolítica de un tinsuyu. En medio de este lugar se encontraba una plaza llamada
poderoso “Estado expansivo”, el Tawantinsuyu fue en gran medi Haucaypata, que era un espacio ceremonial abierto
da una conceptualización del espacio (Julien 2009: 130), una for considerado el punto de confluencia de las cuatro partes del mundo y
ma de cognición o visión del mundo. Se concebía al Tawantinsuyu de donde salían los caminos hacia cada suyu, tal como lo indicó
como a todo el espacio que abarcaba los Andes, 24 25 con un lugar Pedro Cieza de León en el siglo XVI:
central llamado Cuzco donde se juntaban las cuatro partes y desde
donde partían cuatro direcciones. El Tawantinsuyu, considerado De esta plaza salían cuatro caminos reales, en el que llamaban
Chin- chasuyo se camina a las tierras de los llanos con toda la
la totalidad del universo inca, estaba organizado espacialmente serranía hasta las provincias de Quito y Pasto, por el segundo
en suyus23 o parcialidades y se orientaba mediante estas cuatro camino que nombran Condesuyo entran las provincias que lo son
partes, tomándolas a su vez como las direcciones más importan sujetas a esta ciudad, y a la de Arequipa. Por el tercero camino real
tes que conducían a los confines de todo el espacio conocido. De que tiene por nombre Andesuyo se va a las provincias que caen en
las faldas de los Andes, y algunos pueblos que están pasada la
esta manera, el Tawantinsuyu, con el Cuzco como centro y punto
cordillera. En el último camino de éstos que dicen Collasuyo
de encuentro, estuvo compuesto y dividido al mismo tiempo en entran las provincias que alle gan hasta Chile. (1995 [1553]: 258)
cuatro suyus: el Chinchaysuyu, hacia el poniente del sol (al
oeste y noroeste); el Collasuyu, hacia el levante del sol (al sureste); el De esta manera, los cuatro caminos que salían del Cuzco fue
Andesuyu, hacia las montañas (al noreste); y el Condesuyu, hacia ron nombrados como cada suyu.
el mar (al suroeste).26 * 27 El Cuzco fue considerado a la vez un centro sagrado, que se
ordenaba espacialmente de acuerdo con estos cuatro caminos.
Su edificación sagrada más importante fue el Coricancha, un lugar
24. “Se dize Tauantin Suyo desde el cabo de la montaña de Chile hasta el cabo que albergaba los ídolos de las deidades principales y en algunos
y montaña de Nobo Reyno, desde la Mar de Sur hasta la Mar del Norte; toda
la cierra, toda la montaña, toda la cordellera y llanos, arenal de mar, gran casos las momias de los gobernantes incas fallecidos. Desde el
señor de su rreyno sugetaua y rreynaua el Ynga” (Guamán Poma 1987 Coricancha salían hacia los cuatro suyus unos líneas llamadas ce-
[1615]: 344-346). ques, que se dirigían a todas las huacas21 o lugares sagrados de los
25. Suyu es un término quechua que también hacía referencia a una parte
divi dida por una obligación (Santo Thomas 2006 [1560]: 535).
alrededores del Cuzco. Estas líneas estaban ordenadas de acuerdo
26. Según Guamán Poma, las partes se orientaban de la siguiente manera:
“Mapa Mvndi de las Indias: as de saver que todo el rreyno tenía quatro
rreys, quatro partes: Chinchay Suyo a la mano derecha al poniente del sol; arriua
a la montaña hacia la Mar del Norte Ande Suyo; da donde naze el sol a la
mano esquierda hacia Chile Colla Suyo; hacia la Mar de Sur Conde Suyo”
(Guamán Poma 1987 [1615]: 1075).
27. Huaca era una palabra quechua para designar a ios lugares y objetos sagra
dos, así como a los seres sobrenaturales; en general, todo lo sagrado era
huaca. La mayoría de las huacas eran de piedra (Julien 2002a: 170).
484 | José Luis Pino Matos con cada suyu; en este sentido, cada suyu fue llamado a la vez un
“camino”: 13 / Wamam: territorialidad, autoridades ancestrales... |
485
Del templo del Sol salían como de centro ciertas líneas, que los in
dios llaman, ceques; y hacíanse quatro partes conforme a los
quatro caminos Reales que salían del Cuzco: y en cada uno de (Hyslop 1990: 30, 1985: 36, 67; Farrington 1998: 53, 2013: 20). Se
aquellos ceques estauan por su orden las Guacas y adoratorios que debe tener en cuenta, también, que el Inca era llamado Cuzco,
hauia en el cuzco, y su comarca, como estaciones de lugares píos, porque como persona representaba y era considerada el centro
cuya vene ración era general a todos. (Cobo 2003 [1653]: 194) del mundo, un axis mundi viviente (Farrington 1998: 53, Ramírez
2008: 9). El Cuzco como lugar o paisaje se constituyó como un mo
Se entiende, así, que los lugares sagrados estaban organizados delo de articulación de un centro con su entorno paisajístico sa
ensuyusy que los caminos recibían el mismo nombre (Julien 2009: 130- grado, vinculado y vivido mediante relaciones de parentesco, que
131). Por ello, la población en general entendía y describía sus se conectaba de diversos modos con todas las huacas emparen
divisiones y organización espacial como “caminos” más que como tadas, creando así territorialidades familiares sacras que debieron
provincias: “De manera que como en España los antiguos hazían posiblemente repetirse en otros lugares.
diuisión de toda ella por las prouincias: assí estos Indios para con El Cuzco organizado mediante ceques, más que una organiza
tar las que auía en tierra tan grande lo entendían por sus caminos” ción espacial de las manifestaciones sagradas locales, era una or
(Cieza de León 1995 [1553]: 258). Esto podría considerarse un par ganización espacial de redes de parentesco sagrado, construida a
ticular modelo de concepción premoderna de dominios territoria su vez como un espacio central donde se ubicaban las principales
les por parte de la sociedad inca (Smith 2005: 840), vinculándose ceremonias de articulación de estas redes. Por lo tanto, el Cuzco
también todos los caminos con los aspectos sagrados de los pai era la red de parentesco sagrado más importante y vigente antes
sajes. Los caminos y los adoratorios estaban íntimamente relacio de la llegada de los españoles. Siguiendo este razonamiento, po
nados; se observa esta relación principalmente en el paisaje y las demos entender que los otros Cuzcos eran espacios de memoria
rocas talladas alrededor del Cuzco (Christie 2008). En esta relación que representaban y evidenciaban la existencia de otras redes de
con el paisaje, los ceques podían funcionar como los senderos que parentesco sagrado establecidas por los incas en lugares fuera del
vinculaban los rasgos topográficos visibles y memorables del Cuz Cuzco primigenio, que se comunicaban estratégicamente unas
co (Beyersdorff 2002). Estos rasgos, en muchos casos, eran a su con otras, principalmente mediante la red de caminos existente.
vez adoratorios con toda una historia legendaria asociada a cada
ayllu o grupo familiar inca, que se vinculaba con el Coricancha, un Tinkuy: del Haucaypata a los lugares
lugar que funcionaba como el eje de la organización espacial y de sagrados del Tawantinsuyu
los ciclos rituales del Cuzco (Farrington 1992).
La organización espacial del Cuzco reflejaba la cosmovisión En medio del Haucaypata, la plaza del Cuzco, se encontraba un
inca. Por lo tanto, el Cuzco fue entendido como un modelo paradig usno compuesto de una roca con un receptáculo con drenaje so
mático, a la vez que el centro sagrado del mundo. Posteriormente, bre una plataforma de piedra labrada a manera de altar, donde el
con la expansión inca, hubo “otros Cuzcos” o “nuevos Cuzcos” en gobernante inca se sentaba en las ceremonias públicas y donde
aquellos lugares donde los incas tuvieron una presencia importante se ofrecían los sacrificios y libaciones a la deidad solar, que
bebía y estaba acompañada de las huacas y de los mallquis o
ances tros (Rowe 1990: 95, 2003: 232; Hyslop 1990: 99; Pino
2010a: 104).
A este lugar llegaban importantes delegaciones desde los cuatro
suyus, trayendo consigo niñas y niños escogidos de cada lugar,
486 | José Luis Pino Matos
13 / Wamanv. territorialidad, autoridades ancestrales... |
acompañados de diversas ofrendas, para su sacrificio en los prin 487
cipales actos ceremoniales (Hernández Príncipe 2003 [1621]): 743).
Este sacrificio era conocido como la Capacocha (Duviols 1976: 11-
construir usaos, que eran otros hitos fundacionales relacionados
57). Desde este usno, el supremo Inca enviaba la Capacocha a to
con la memoria que rendían homenaje a los ancestros y las pobla
das las huacas del Tawantinsuyu, llevando las delegaciones este
ciones conquistadas.
sacrificio de regreso a los lugares sagrados de las cuatro partes.
Estos usnos eran considerados huacas generales de los ca
Partiendo de la plaza del Cuzco, salían por los cuatro caminos ha
minos reales (Albornoz 1967 [1582]: 24). Eran plataformas monu
cia cada uno de los suyus (Cristóbal de Molina 2008 [1575]): 117).
mentales que constituían el “escenario” de los actos ceremoniales
La plaza del Cuzco, como se dijo, era el lugar donde confluían los
fijados en el calendario inca, en los que se recreaba de alguna
caminos que conducían a los cuatro confines del mundo. Este es
manera una teatralidad del poder. Ritualmente, estos actos permi
pacio era además considerado un tinku o lugar de memoria, culto
tían legitimar con un rol de autoridad a los personajes protagóni-
y encuentro con los ancestros (Arellano 2012: 421, Barraza 2013).
cos (Pino 2004: 309; Pino y Moreano 2013; Coben 2006, 2012). Los
usnos eran lugares de memoria que se situaban estratégicamente
Usno: hito simbólico donde confluyen los
en la confluencia de los caminos, espacios donde también con
nudos de la red sagrada
fluían las relaciones visuales con los aspectos más notables del
paisaje local (véase figura 13.1), y desde donde salían rutas de pe
En los orígenes legendarios de los incas, el Cuzco fue la roca donde
regrinaje, que conformaron toda una red sagrada, hacia las demás
uno de sus ancestros míticos, bajo la forma de lechuza, se posó y
huacas del Imperio. En estos lugares, centros de organización del
se convirtió en piedra,28 un hito fundacional que marcó el lugar que
espacio local, los peregrinos debían realizar rituales y libaciones a
debían poblar.29 Al expandirse el Imperio, los incas comenzaron a
las deidades y ancestros, claramente vinculados y visibilizados en
el paisaje (Pino y Moreano 2013).
28. Después de un estudio lingüístico de las fuentes, Rodolfo Cerrón Palomino Saywa: marcadores territoriales de interconexión
concluye que Cuzco significaría “la piedra donde se posó la lechuza”, como
una designación conmemorativa de los incas para referirse al lugar desde
donde empezaron a poblar el resto del territorio (2008: 284-287). La construcción de saywas como marcadores territoriales en el
29. “Desde el cual asiento Mango Capac vido un mojón de piedra que estaba Tawantinsuyu es un hecho que se narra sobre todo en los mitos
cerca del sitio donde agora está el monasterio de Santo Domingo del Cuzco, de fundación y en los relatos de conquista. En las fuentes etno-
y mostrándosele a su hermano Ayar Auca, le dijo: “¡Hermano!, ¿ya te acuer
das como esta entre nosotros concertado que tu vayas a tomar posesión de
históricas generalmente se los describe como el producto de un
la tierra donde habernos de poblar? ¡Y pues agora, mira aquella piedra!” Y proceso de amojonamiento y repartición de los territorios y recur
mostrábale el mojón dicho: “¡Ve allá volando (porque dicen le había nacido sos. Sin embargo, estos hitos de demarcación, sobre todo los que
unas alas), y sentándote allí toma posesión en el mismo asiento donde pare
ce aquel mojón, porque nosotros iremos luego a poblar y vivir!”. Ayar Auca, se colocaban en los caminos, estaban relacionados con la medi
oídas las palabras de su hermano, levantóse sobre sus alas y fue al dicho lu ción y división ritual de superficies que se debían trabajar, es de
gar que Mango Capac le mandaba, y sentándose allí se convirtió en piedra y
cir, plasmaban espacialmente las obligaciones grupales. Eran hitos
quedo hecho mojón de posesión, que en la lengua antigua de este valle se II
ama cozco, de donde le quedo el nombre del Cuzco al tal sitio hasta hoy. De
aquí tiene los ingas un proverbio que dice: Ayar auca cuzco guanea, como
Podemos citar a dos autores, entre otros del siglo XVI, que refieren
que la categoría territorial “provincia”, tal cual la entendían los es
Figura 13.1. Usno del wamani de Pumpu en dirección a la roca Ninapunchao, en el bosque pañoles, tenía un equivalente en la sociedad inca. Uno de ellos es
de piedras de Huayllay (Chinchaycocha, Pasco). Fotografía del autor.
Felipe Guamán Poma de Ayala, quien indica que la palabra wama-
nin aludía a una jurisdicción, una provincia o corregimiento (Gua
mán Poma 1987 [1615]: 453); wamanin incap, al nombre de una
que obedecían a ciertos principios institucionalizados de organiza saywa o hito de demarcación (1987 [1615]: 904); wamanin apu o
ción de espacios sociopolíticos, socioproductivos y/o rituales. Estos wamanin curaca, a una autoridad con jurisdicción (1987 [1615]: 65,
principios, bastante alejados de las lógicas europeas de organiza 189, 305, 338, 341, 453, 924); y Capac Ñan wamanin, a los caminos
ción del espacio, no podían encontrar un equivalente en el pen principales que unían a los wamanis o lugares donde el Inca se re
samiento español (Sanhueza 2004: 483-494). Las saywas no solo unía con las autoridades locales para establecer las reciprocidades
recordaban la filiación a ciertos grupos y las obligaciones, sino que (1987 [1615]: 355) (véase figura 13.2). El otro autor es Hernando de
además servían para interconectar los paisajes sacralizados, más Santillán (1968 [1563]), quien refiere que el término waman quería
que para separarlos. decir provincia.30 Este cronista incluso detalla cómo se conformaba
administrativa y jerárquicamente cada provincia.
Wamani: geografía como entidad sagrada y
materialidad de territorialidades
30. “Hizo asimismo el dicho inga otra división de su tierra para tener mejor
cuenta, y de cada cuarenta mil vecinos hizo una guarnan, que quiere decir
La denominación wamani figura en las fuentes etnohistóricas aso provincia, y en cada una puso un gobernador que residía en ella y le llama
ciada a la organización territorial inca que percibieron los españoles. ban Tocricoc, que quiere decir que lo mire todo. Asimismo dividió cada
Gran parte de los investigadores del incario la usan como una cate valle o provincia en dos partes o parcialidades; la una nombraban anan,
que quiere decir arriba, y la otra lurin, que dice abajo; y en estas dos par
goría equivalente a provincia (Párssinen 2003: 239; Santillana cialidades dividió la gente de cada valle igualmente; y para tener más par
2012: ticular noticia de todos hizo otra división y dio cargo de cada cient indios
87; Platt et ál. 2006: 44, 254, 284; DAltroy 1992: 25; Matos 1994: a un curaca, al cual llamaban señor de pachaca; y entre cada diez curacas
destos escogía el más hábil para mandar y más hombre, y hacíale curaca
102- sobre los otros nueve, y este tenía cargo de los nueve curacas y de su gente,
103; Arellano 2012:407,411). Sin embargo, como se dijo líneas arriba, y los mandaba, y ellos le obedecían y estaban subjetos; a este llamaban cu
el análisis histórico puede enfrentar muchas limitaciones si no se raca de guaranga, que dice señor de mil indios. Y cada un señor de pachaca
ponía un mandón que le ayudase cuando él estuviese ausente, y para el
realiza con una perspectiva etnográfica. Para que el gobierno de todo un valle donde había muchos guarangas, ponía un señor
entendimiento sobre todos que llamaban Huno, el cual era gobernador sobre los
curacas de pachaca y de guaranga, y ellos le obedecían como a señor. Y para
las
490 | José Luis Pino Matos
Varios estudios sobre ei término wamani y la administración
provincial incaica31 sugieren que existieron posiblemente dos cla 13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 491
ses de wamani. uno más grande que el otro, siendo sus funcio
narios el hunu apu y su segunda persona, el wamanin apu, jefes
de 10.000 y 5000 tributarios, respectivamente (Moscovich 2008:
77). Por su parte, Idilio Santillana sostiene que el nombre de Vilcas
Huaman haría referencia a una “provincia sagrada”, traduciendo
vilcas como “sagrado” y huaman como “provincia”32 (Santillana
2012: 304). Sin embargo, no debemos olvidar que, además de pro
vincia, la otra acepción semántica de waman. wamani o mamani
es halcón (Bertonio 2006 [1612]: 603, Santo Thomas 2006 [1650]:
615, González Holguín 1989 [1608]: 539). El halcón, como ave sal
vaje que habita en las montañas, al igual que los cóndores, repre
senta el espíritu de los ancestros fundadores de los ayllus y grupos
étnicos, como veremos más adelante.
cosas tocantes al tributo del inga, y para ver si sus mandatos y régimen que
él ponía se guardaban, era sobre todos el Tocricoc; por manera, que cada
indio obesdecia al curaca de pachaca, y el de pachaca al de guaranga y el
de guaranga al Huno y todos al Tocricoc. Este Tocricoc tenía a cargo de es Figura 13.2. El Qhapaq
coger y sacar de cada provincia la gente que el inga mandaba sacar para la Ñan Wamanin que conecta
guerra y de escoger las mujeres que cada provincia le daba de tributo para la huaca pacarisca de
Cho- clococha con el usno
el inga y para el Sol, y otras repartía a los curacas, y las demás daba a los de Vilcashuaman, según
indios atunlunas, que es tanto como gente plebeya, y algunas tomaba para Feli pe Guamán Poma de
si con licencia del inga. Y asimismo este Tocricoc repartía entre los cura Ayala (1987 [1615]: 354).
cas e indios las tierras que había en cada valle, excepto las que se habían
aplicado al inga y al Sol, por sus hojas, señalando a cada uno donde había
de sembrar su chacara para su sustentación, y otro ano le mudaba en otra
parte; y así no les dejaba cosa conoscida mas de aquel buen gobierno con a) Pacarisca y wamani: el origen y las formas de los ancestros
que les proveían de lo que les era nescesario conforme a su calidad, sin que
le faltase nada; y asimismo señalaba tierras a los curacas y hacia que los
indios le sembrasen”(Santillán 1968 [1563]: 381-382). La relación entre las huacas pacariscas y los wamanis es muy es
31. Un examen reciente sobre las provincias incas puede revisarse en trecha. Por tanto, conocerla puede ayudarnos a entender el ori
Santilla na (2012: 87-93).
gen mitológico de las poblaciones, su vínculo con la geografía, así
32. Guamán Poma menciona que, además de la conquista de Vilcas Guarnan
por el Inca Viracocha, el otro lugar conquistado fue Guarnan Xauxa, hacien como la identificación de cada grupo o ayllu con su wamani y la
do referencia a Hatun Xauxa (Guamán Poma 1987 [1615]: 107). Otros lugares responsabilidad ritual para con su pacarisca. Para entender esta re
que refiere este cronista en el mismo sentido son los que se encontraban
en la ruta del camino principal: Taya Caxa Guarnan y Anchi Cocha Guarnan
lación, podemos apoyarnos en el texto sobre el origen de los incas
(1987 [1615]: 337). que recogió Cristóbal de Molina (2008 [1575]),33 que indica que las
33. “[...] y que allí en Tiahuanaco, el Hacedor empezó a hacer las gentes y
na ciones que en esta tierra hay; y haciendo de barro cada nación,
pintándoles
492 | José Luis Pino Matos
naciones creadas por el “Hacedor” en Tiahuanaco se sumergie 13/Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
ron en la tierra y luego aparecieron en distintos lugares a través de 493
cuevas, cerros, manantiales, lagunas y del pie de los árboles, que
de algún modo vendría a ser las pacariscas donde se construyeron El wamani según las fuentes etnográficas
adoratorios. Asimismo, según este relato, el primero en emerger de
la tierra, que vendría a ser el ancestro común del grupo, se petrifi En la cosmovisión de muchas comunidades altoandinas actuales,
caba o se convertía en un waman o halcón, cóndor u otra ave. De los cerros están poblados de entidades sagradas, los “dioses de los
este modo, estos seres transformados constituirían lo que posible cerros”, que pese a la diversidad de nombres y sus múltiples ma
mente era el espíritu del wamani. Como ejemplo de estos lugares nifestaciones, cumplen funciones semejantes y comparten rasgos,
tenemos la lista de huacas de Cristóbal de Albornoz (1967 [1582]), relacionados con los agujeros, las lagunas y los manantiales (Mar
en la que se describen importantes pacariscas. tínez 1983a: 86). Estas deidades son denominadas familiarmente
Al respecto, el relato sobre la fundación del Cuzco incaico del Tayta Wamani (padre wamani) o Tayta Urqu (padre cerro), y re
cronista Sarmiento de Gamboa (1943: 127-128 [1572] es bastan siden principalmente en el mundo subterráneo (Ansión 1987: 115).
te ilustrativo. Sarmiento de Gamboa narra que Ayar Auca, uno de Veamos algunos ejemplos y perspectivas.
los cuatro hermanos ancestros de los incas, después de haberse
convertido en ave, se posó en el lugar que vendría a ser posterior a) Algunos casos etnográficos
mente el Coricancha y se transformó en piedra. El Coricancha se
convirtió entonces en el centro sagrado del Cuzco, a partir del cual Al norte de Huancavelica, en la zona de Moya, el wamani es la dei
se organizó espacialmente el territorio. dad principal a quien se le rinde culto en las festividades ganaderas
con el fin de pedir protección para los animales (Fuenzalida 1980
[1965]: 160). Esta deidad tiene la propiedad de hablar y está asociada
con aves como el waman (halcón), el cóndor y el killincho (cerníca
lo), y también con el trueno. Puede además estar representada bajo
los trajes y vestidos que cada uno había de traer y tener; y los que habían
de traer cabellos con cabello, y los que cortado, cortado el cabello; y que, la forma cristiana del apóstol Santiago. Al Tayta Wamani se lo consi
concluido, a cada nación dio la lengua que había de hablar, y los cantos dera el dueño de todo, sobre todo de las plantas y animales que hay
que habían de cantar y las simientes y comidas que habían de sembrar. Y en las alturas. Su morada está en el cerro, pero no es necesariamente
acabado de pintar y hacer las dichas naciones y bultos de barro, dio ser y
anima a cada uno por sí, así a los hombres como a las mujeres; y les mandó el cerro, aunque las peticiones y rituales se dirijan a ese lugar. En el
se sumiesen debajo de tierra, cada nación por sí, y que de allí cada nación ámbito local, entre las alturas más conocidas donde se encuentran
fuese a salir a las partes y lugares que él les mandase; y así dicen que los
unos salieron de cuevas, ios otros de cerros, y otros de fuentes, y otros de estas deidades figuran Pallkaq, Laive y Marcachakana. Sus ceremo
lagunas y otros de pies de árboles y otros desatinos de esta manera; y que nias consisten en sacrificios de animales y libaciones que se efectúan
por haber salido y empezado a multiplicar de estos lugares, y haber sido de en un hueco en los mismos cerros, delante de una roca, que con
allí el principio de su linaje, hicieron huacas y adoratorios a estos lugares, en
memoria del primero de su linaje que de allí procedió y así cada nación se frecuencia coinciden con sitios prehispánicos (1980 [1965]: 161-163).
viste y trae el traje con que a su huaca vestían. Y dicen que el primero que Cada familia tiene un estrecho vínculo con su montaña protec
de aquel lugar nació allí se volvía a convertir en piedras, otros en halcones y
cóndores y otros animales y aves; y así son de diferentes figuras las huacas
tora. En su cosmovisión, existe una jerarquía entre estas montañas
que adoran y usan” (Cristóbal de Molina 2008 [1575]: 6-8). que poseen wamani: ellas pueden ser qatun wamani o mayor, o
sullka wamani o menor, siendo las dos montañas principales en
la región las de Waman Rasu y Waman Chiri o Tambraico (Favre
1967: 122-123).
494 | José Luis Pino Matos Por otro lado, en la comunidad de Uchkus se realizaba hasta hace
algunos años rituales nocturnos en los cuales la gente en tregaba 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
ofrendas a un manantial o puquio conocido como Tuco- lemisa, 495
donde consideraba que residía el wamani (Ruiz y Farfán 2000: 5).
Cabe indicar que cerca del puquio Tucolemisa se en cuentra el wamanis y se les rinde culto diariamente, tanto a las mayores
complejo arqueológico lichkus-Inkañan, construido con piedra como a las menores. El mayor wamani de la región es el cerro ne
trabajada al estilo cuzqueño, adyacente a dos forma ciones rocosas vado Qarwarasu, pero también lo son algunas llanuras o pampas.
talladas denominadas Qorimina y Chuncana (Ruiz 1998: 66-67, En general, al wamani también se le denomina auki. Esta dei
Coello 1999: 78-81). dad tiene alas, puede tener la forma de un águila e incluso hablar.
En Puquio, actual capital de la provincia de Lucanas (Ayacu- Protege y da de comer, y de ella brotan las aguas como si
cho), se tiene la referencia de que el wamani es considerado una salieran de sus venas (Arguedas 1956: 197-199). La festividad
deidad protectora de las comunidades y animales, que recibe ór principal del wamani se celebra en el mes de agosto y es
denes de otra deidad conocida como Inkarri (Arguedas 1956:195). conocida como la Fiesta del Agua. Yaku es la palabra quechua
Los líderes comunitarios de ayllus o grupos familiares, conocidos para designar el agua, pero cuando se alude a ella en un sentido
como aukis y considerados “cabecillas” o “mayores cabildos”, ceremonial, se utiliza el término unu, tal como figura en las
cumplen la función de oficiantes en las festividades de estas co canciones rituales de los aukis. El agua viene a ser también la
munidades, sobre todo en la del agua. Estos líderes son considera sangre del wamani al que todo ser vivo tiene derecho natural
dos también como el espíritu de las montañas. En una entrevista, (1956: 200-201). Por otro lado, se habla de unos personajes
uno de estos aukis indicó que los wamanis pueden tomar la forma mitológicos conocidos como wachoq, que pe netraron en el corazón
del cóndor y que todas las montañas tienen un wamani que pro de los wamanis e hicieron unos orificios por donde brotó el agua
vee de agua a todos y de pastos a los animales. Según este auki, (1956: 202-203). Los informantes de Pu quio también refieren
los wamanis fueron creados por el antiguo “señor Inkarri”, que era que el culto al wamani se realiza sobre una roca grande a manera
hijo del Sol y que amarró a su padre a la montaña de Osqonta, 34 de altar, que puede ser del tamaño de una plaza, y que se ubica
junto a una llanura denominada Wanakupampa (Arguedas 1956: en la cima de los cerros. Ahí se hace sacrifi cios de animales
189, 193).35 En esta zona se considera que todas las montañas son cuyos cuerpos son depositados en un hueco que se hace en la
tierra o en el interior de un pukullu o tumba antigua. En
cambio, los corazones de los animales sacrificados se arrojan
34. Osqonta fue un adoratorio importante en la época inca, según Cristóbal
en un lugar denominadopallqa, donde la corriente de agua es pro
de Albornoz (1967 [1582]: 28). funda, o ahí donde brotan los manantiales conocidos como pu
35. Otro auki relató que el Inkarri encerró al viento en el cerro Osqonta peque quios (1956: 203-207).
ño y que en el cerro Osqonta grande amarró al padre Sol para que durara Los pobladores de Chuschi (Ayacucho) afirman que en las
el tiempo, para que durara el día. Desde la cima de Osqonta grande, arrojó
una barreta de oro para que pudiese caber el Cuzco en la llanura de Qe- montañas más altas y en las lagunas de las punas residen los wa
llqata, lo que no fue posible porque la barreta se hundió en lo manis, que son dueños de todas las plantas y animales. Explican
profundo, y el Cuzco se fue donde está ahora (Arguedas 1956: 191). Otro
informante también afirmó que el Cuzco pudo haber estado en la pampa de que se les debe realizar rituales en agosto y febrero, que es
Qellqata, donde está hirviendo aguardiente, vino y chicha (1956: 194). cuando la tierra se abre y los wamanis reciben las ofrendas. A estos
dos meses se les denomina el momento de nuestros “padre y
madre”, dando a entender que se trata de un culto a los ancestros
(Isbell 2005: 199). Estas deidades tienen la particularidad de
transformar se en cóndores. Asimismo, existe una jerarquía entre
ellas, seme jante a la de una estructura provincial de gobierno, de
tal manera
496 | José Luis Pino Matos 13/ WaMANV. TERRiTORIALíDAD, AUTORIDADES ANCESTRALES... | 497
que hay tres mamarás superiores que son cumbres muy altas. 1986: 212). Los lugares donde residen los mamanis poderosos se
Entre ellos está el Rasuwillka, que es un pico nevado cercano a encuentran generalmente en las punas. Estos espacios pueden re
Ayacucho, y debajo de él, otras montañas subordinadas, como la conocerse en zonas pedregosas o donde hay grandes peñascos
Comañawi (la más poderosa de la región). En el ámbito local, su o rocas (Arguedas 1956: 203), sobre todo cuando se encuentran
bordinado a esta última cumbre está el lago Yanaqocha, en la puna cercanos a un usnu36 o rodeados de monumentos líticos que pue
de Chicllarazu, considerado el lugar de residencia de un mamani den tener la forma de un amontonamiento de piedras (Isbell 2005:
mayor que se comunica directamente con el presidente de la Re 188), denominado mallku o apu mallku en el altiplano sureño (Ri-
pública y que puede dar órdenes a los mamarás de menor jerar viére 1991: 32). Estas manifestaciones físicas del mamani nos re
quía que viven en el cerro Ontaqarqa y en la laguna Tapaqocha miten a los relatos de origen de la fundación del Cuzco, donde un
(2005: 95,187). ancestro mítico de los incas convertido en lechuza se transformó
En las proximidades de los centros poblados, existen dos ma- en piedra sobre un mojón de esa misma sustancia (Sarmiento de
manis que residen en los cerros de Condoray y Sulcaray, asociados Gamboa 1943 [1572]): 127-128). De igual modo, en las narraciones
cada uno con la población de Cancha Cancha y Chuschi, respecti de Huarochirí del siglo XVI se relata cómo la huaca Macacalla se
vamente. Entre las dos cimas hay una plataforma ceremonial inca transformó en un maman o halcón y se trasladó de un cerro a otro
de piedra trabajada denominada Pataccassa. Cabe indicar que distante, para establecer una nueva población que posteriormente
cada familia posee un lugar particular para rendirles culto y realizar se considerarían sus hijos (Taylor 1999: 355). De esta manera, las
sus ofrendas. Este espacio es conocido como “caja” y se hereda en manifestaciones del mamani pueden expresar ideas de movilidad
la familia junto con la parafernalia ritual. En ese sentido, es posible y establecimiento territorial, mediante la materialización o apro
que los mamanis sean deidades heredadas y compartidas por la piación de hitos físicos que de forma conjunta hacen referencia a
línea paterna de los varones de una parentela (Isbell 2005: 188). dimensiones espaciales (rocas o monumentos líticos) y temporales
(memorias, trayectorias y fundaciones).
b) Las formas visibles del mamani
c) El mamani como representación sagrada de la reciprocidad
Los mamanis residen en las profundidades de las altas montañas,
en lugares que son conocidos como sallqa o urqu, y están ínti Si bien el mamani es la divinidad protectora del ganado y su cul
mamente relacionados con los animales tanto salvajes como do to está íntimamente asociado a la puna, también otorga bienestar,
mésticos de las partes altas, ya sean aves, felinos, camélidos, etc.
(Flannery y Marcus 1989: 25-26). Por ello, son deidades sumamente
veneradas por los pastores de altura. A pesar de ser el mamani una 36. La idea del wamani también ha sido asociada a la de usnu por Juan Ansión
deidad que reside principalmente en las profundidades del mundo (1987: 129, 131), quien indica que aunque algunos pobladores de La Mar,
en Ayacucho, consideran al usnu como otro tipo de espíritus alados deno
subterráneo, su nombre está asociado al halcón, que es un ave de minados “gentiles” que también viven en las profundidades de los cerros,
presa que vive en lo alto de las montañas, mas no en su interior (An- la idea del usnu puede equivaler a la de wamani (Ansión 1987: 138). Poste
riormente, otras referencias han resaltado la relación entre el wamani, el
sión 1987: 129). Estos espíritus pueden manifestarse cuando vuela relámpago, los cerros (sobre todo de la puna) y el usnu (Ramón 2009, 2010,
un cóndor (1987:120), y también adoptan la forma de otras aves de 2014), y la materialización de este vínculo mediante la construcción de pla
altura o la de Santiago Apóstol, un santo católico (Ortiz Rescaniere taformas rituales incas de piedra trabajada, cercanas a antiguos adoratorios
prehispánicos (Cavero 2010).
498 | José Luis Pino Matos protección y prosperidad a toda población que vive bajo su juris dicción,
siempre y cuando le entregue ofrendas. Se afirma que el wamani encarna
el poder local (Ansión 1987: 23) y el espíritu de la comunidad, pues 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
facilita la cohesión entre sus miembros en el ám bito ideológico, 499
contribuye a cimentar las relaciones sociales y la obligatoriedad de los
vínculos de reciprocidad en una comunidad, de la misma manera lideran a cada grupo, desempeñan cargos importantes y pueden
que existe una reciprocidad entre la comuni dad y el wamani ejercer autoridad en actividades esenciales y obligatorias de la lo
(1987: 121). calidad (Arguedas 1956). Algunos oficiantes en la Colonia tenían
el poder de congregar a varios wamanis para que conversaran en
d) El Tayta Wamani: autoridad ancestral de ámbito territorial asamblea, pero en la oscuridad, donde no se les pudiese ver, solo
escuchar. Es el caso de Pedro Alanya y Nicolás Huacho, quienes
Se puede entender, entonces, con los ejemplos que he citado, que reunían en Lircay a importantes wamanis de las lejanas lagunas
los wamani son los espíritus de ciertas montañas que, según su Canlalay y Choclococha, situadas en las partes altas fronterizas de
importancia, protegen a una parcialidad, a un pueblo o a una etnia la región de Huancavelica (Pease 2012: 307-360).
entera. Por lo tanto, ameritan el culto de estas poblaciones, para Por lo tanto, sobre la base de la información etnográfica, vale
mantener el orden y su protección (Ortiz Rescaniere 1986: 212). la pena preguntarnos si estudiar al wamani como una institución
Juan José García Miranda realizó una tipología de las montañas compleja en las regiones donde aún se le rinde culto (Huancave
consideradas wamanis en los Andes centrales, siguiendo varios lica, Ayacucho, Apurímac, Junín, Yauyos, entre otras), podría apro
criterios. En lo que respecta a influencia espacial, según esta cla ximarnos a antiguos modelos de organización social o territorial, y
sificación existen wamanis mayores o macroespaciales, que son si existió un íntimo vínculo (además de social, político o territorial)
los wamanis regionales asociados a provincias o que actúan como entre las montañas y los grupos étnicos. Estas fueron preguntas
articuladores interétnicos; y wamanis menores o locales, vincula que formuló Henri Favre hace más de 30 años basándose en la
dos a localidades concretas. Asimismo, de acuerdo con criterios evidencia etnográfica. Tomando referencialmente algunas fuentes
de complementariedad o dualidad, existen wamanis masculinos etnohistóricas, Favre propuso que “posiblemente los incas estable
y femeninos, y mayores o menores. Por último, de acuerdo con cieron sus unidades estatales administrativas sobre unidades reli
criterios funcionales o temáticos, existen wamanis de los ganados, giosas previas, donde cada unidad contenía a todos los individuos
de los productos agrícolas, de los linderos, de las minas, de los o grupos que rendían culto a una misma montaña. La circunscrip
viajeros, etc. (García Miranda 1998: 57-62). ción de un Wamani habría coincidido con el área de atracción e
En la mayoría de los casos, los lugares donde residen los wa influencia, que se derivaba de una montaña Wamani” (1967: 140).
manis o donde se materializan físicamente se encuentran en las Añadió que el jefe o auki de cada grupo era el personaje de más
alturas. A veces estas materializaciones se conocen como mallku edad, que servía de enlace con los ancestros fallecidos, pero sobre
o apu mallku, y representan asimismo a las divinidades tutelares todo con el wamani como legitimo ancestro y principal fuente de
y fundadoras de los linajes de cada localidad (Riviére 1991: 32). poder (1967: 136-137), como lo fueron antiguamente las huacas,
A su vez, es el wamani quien otorga poderes sobrenaturales a los que representaban a los antepasados de los curacas (1975: 74), la
aukis, que son las personas de más edad (Favre 1967: 136), las que máxima autoridad de los grupos étnicos.
En este contexto, otra palabra quechua cobra importancia para
nuestro análisis. Se trata del término apu, que posee el significado
de señor, rico y poderoso, y que se usa para designar al wamani en
las zonas de Ayacucho y Huancavelica (Ansión 1987:121), así como
en el altiplano boliviano se usa la denominación apu o apu-mallku
500 | José Luis Pino Matos
para hacer referencia a las montañas más altas o a los espíritus de las
montañas (Riviére 1991:30). Este aspecto es interesante, puesto que 13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
hoy en día se sigue llamando apu mallku a las autoridades ai- tiplánicas 501
tradicionales (Choque 2000: 27), o apu a las autoridades en
general, representantes comunales y tenientes el antepasado común de la población local y representante de la
gobernadores de algunas poblaciones amazónicas (Surrallés autoridad comunal (Ansión 1987: 135, 138).38
2009: 37). Del mis mo modo, apu son las personas que pertenecen a Sobre la base de estos testimonios etnográficos, Juan Ansión
una gran red de parientes con acceso a muchos recursos y que afirma que “El Wamani es así la autoridad que se ejerce sobre una
pueden desempe ñarse como autoridades cívicas-religiosas de determinada jurisdicción, es el poder que expresa la voluntad de la
prestigio, como el al calde-vara (varayuq) en Chuschi (Ayacucho) gente que la habita” (1987:138). Cabe recalcar que Ansión no indica
(Isbell 2005: 110-111, 121). Por analogía, se puede pensar que en cada que el wamani sea la jurisdicción sino el poder que se ejerce sobre
una de las cuatro partes en las que se dividía el Tawantinsuyu ella. Según Ansión, existen también jerarquías territoriales en este
existía una autoridad que ostentaba el título de apu (Favre 1975: 69). ejercicio de poder, y cada familia tiene su wamani particular que
Habría que pregun tarse, entonces, si existe una equivalencia entre reside en determinadas montañas (1987: 139). A su vez, el wamani
apu y wamani, o una jerarquía, aunque según los ejemplos que se es considerado apu por ser rico y poderoso, una imagen en la que
han mostrado, wamani es el espíritu en sí y apu puede ser un atributo. el poder está íntimamente relacionado con la riqueza (1987:188).
En este punto vale la pena indicar que en las sociedades tra
e) El wamani como autoridad y fuente de poder de la autoridad dicionales andinas, la pobreza se refiere a una escasez o
carencia de familiares, y la riqueza a una profusa o abundante familia.
Para nuestro análisis, el siguiente caso puede ser muy útil. Un re Por lo tanto, se es más poderoso cuanto más parientes se tenga y más
lato de la localidad de Huamanquiquia (Ayacucho) narra cómo un se mantengan las relaciones de reciprocidad correspondientes. El
varayuq se fusiona con el cerro Pirwachu (Ansión 1989: 67). po der del varayuq como dirigente se apoya en el reconocimiento
Según la población, la autoridad comunal y el cerro pueden de todos, sobre todo de sus familiares, en que lo reconozcan como la
conformar una sola entidad, que a su vez puede ejercer poder sobre autoridad del grupo, como el intermediario con los cerros y
los otros varayuq que actúan a favor de la comunidad, la custodian y como la representación o encarnación del wamani, ya que es el
se reú nen en asambleas37 para tomar importantes decisiones luego wama ni quien actúa como su garante sagrado y refrenda el cargo
de la aprobación de la misma. En esta localidad se considera que el de autoridad que desempeña (Ansión 1989: 67). Desempeñar
wa mani que reside en el cerro Pirwachu es Tayta Urqu (padre cerro), cargos de autoridad implica una gran generosidad, una gran
capacidad de convocatoria y una entrega total al servicio de la
comunidad (1989: 66). Para cumplir bien con estos cargos, es
indispensable el compromiso familiar, la confianza y la aprobación
comunal. Ade más, la generosidad de la autoridad, entendida
37. Referencias sobre negociaciones entre grupos étnicos y autoridades locales como la capacidad de dar en abundancia durante el desempeño de
con sus correspondientes deidades en posibles asambleas, que figuran en
tradiciones orales de épocas prehispánicas, fueron trabajadas por Gabriela
su cargo, es un reflejo de la generosidad del wamani, que es el
Sternfeld (2004). dueño de todas las
38. Juan Ansión indica que: “La voz del Wamani es entonces la voz que expresa
la voluntad del conjunto de la comunidad, voluntad objetivada en el cerro y
que vuelve hacia los hombres para quitarles toda duda sobre lo que deben
hacer” (Ansión 1987: 138).
502 | José Luis Pino Matos 13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
503
39. Para casos prehispánicos, el gobernante inca era el que tenía la mayor capa 40. Una traducción en quechua de la palabra wamanl puede ser “el que posee
cidad de otorgar dadivas y agasajar a las poblaciones con las que tenía que waman" o “donde reside el waman”.
establecer algún tipo de relación (Pino 2010b).
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505
espacio que poseía justamente ese espíritu, un espacio que tam
bién fue llamado wamani porque albergaba huacas, que eran au las uacas y de las casas del sol y tenplo de Curi Cancha; el trono y
toridades ancestrales personificadas en sus representantes (ya sea aciento de los Yngas llamado usno en cada uamani señaló” (1987
apus o curacas), o a las momias o ídolos de esas huacas con las [1615]: 280, las cursivas son nuestras).
cuales el Inca, en calidad él mismo de huaca, establecía, Es interesante mencionar también que muchos lugares o con
mantenía y renovaba alianzas y vínculos de parentesco mediante junto de lugares eran considerados wamanis por estar
rituales de reciprocidad que le permitían disponer la realización de próximos o sobre las huacas pacariscas. Estos eran los sitios que los
las gran des obras comunales.41 Por esta razón, en la época inca, incas preferían para fundar sus centros ceremoniales administrativos,
algunos espacios considerados wamanis tenían sus autoridades porque, por su nexo espacial con las pacariscas, poseían waman.
religiosas (“hechiceros como sacerdotes”) y estaban en las rutas Vemos, pues, que en el ámbito espacial, wamani no es una ju
principa les del Camino Inca: eran llamados, por ejemplo, Vilcas risdicción territorial sino un principio de autoridad ancestral que
Guarnan, Guarnan Xauxa, Taya Caxa Guarnan, Anchi Cocha podía ejercerse sobre los grupos con los que se mantenía relacio
Guarnan, etc.42 Al igual que el Cuzco, cada “cabecera provincial” nes de parentesco. A su vez, esta autoridad podía residir espiritual
o wamani era un espacio ceremonial de tincu, porque era el mente en las manifestaciones sacralizadas del paisaje. En algunos
escenario donde se desarrollaban rituales de encuentro de los casos, la pertenencia de los wamanis podía ser multiétnica.
ancestros sagrados para reciprocar. El Inca, de algún modo, al Sin embargo, el término wamani es propio del Chinchaysuyu
mantener relaciones de parentesco con muchos de estos ancestros —sobre todo del área central andina—, y no de todas las unidades
waman poseía más poder que otras huacas. Así, también, los administrativas del Imperio inca, como se lo ha usado en el ámbito
espacios wamani que construía tenían diversas maneras de académico.
conectarse material y visual mente con los ancestros, ya sea a
través de caminos, canales o líneas de contacto visual hacia los El Chinchaysuyu como cuadrante de rutas de
paisajes sagrados donde se ha llaban las pacariscas de los waman. conexión de wamanis
Como señal de concretización de los vínculos sagrados
con En el Tawantinsuyu, la cuarta parte o suyu que se encontraba hacia
los ancestros, los incas construían hitos monumentales donde se el oeste y que luego terminó extendiéndose hacia el septentrión se
recordaban y mantenían estas alianzas mediante rituales. En estos llamó Chinchaysuyu, según algunas fuentes, porque Chincha era el
monumentos, llamados usnos, la actividad más importante era la nombre de la más prestigiosa población que habitaba en las costas
libación con las huacas. Por eso, Guamán Poma refiere que: “Pa al oeste del Cuzco.43
cha Cutí Ynga dio orden muy mucha hazienda para sacrificar
a
43. “Todas estas provincias ya dichas nombraba y tenía el Inga repartidas en
cuatro partes: la una y más principal y demás gente y de mejor temple
llamaban Chincha y Suyo, que ponían el nombre a esta provincia por el
41. Felipe Guamán Poma de Ayala indica que: “Y ancí se dize camino rreal del pueblo de Chincha porque decía Atabalipa cuando le pregunto el Marqués
Ynga y tienía puesto sus guamanies y tanbillos, casas adonde se aposen- que como traía en andas al señor de Chincha, y todos los demás señores
taua, y en cada prouincia su juridición hacía camarico” (1987 [1615]: 355: las del reino parescian delante dél con carga y descalzos, dijo queste Señor de
cursivas son nuestras). Camarico se entiende como la acción de dar labor o Chincha antiguamente era el mayor Señor de los llanos, que echaba solo
de disponer. de su pueblo cien mil balsas á la mar, y que era muy su amigo, y por esta
42. Guamán Poma 1987 [1615]: 107, 280, 337.
506 | José Luis Pino Matos
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507
Asimismo, desde el Cuzco, se concebía que el Chinchaysu
yu se encontraba hacia el poniente del sol y el Collasuyu hacia el las cimas de los cerros, las montañas nevadas, los lagos, las lagu
levante,44 lo que en referencia al movimiento solar marcaba un eje nas, los manantiales, las cuevas y las rocas.
simbólico muy importante de un suyu a otro, teniendo en cuenta Mediante “coremas”45 o modelos gráficos de representación
además que Pachacamac y Titicaca, dos huacas muy importan abstracta del espacio geográfico podemos explicar la organización
tes, se hallaban correspondientemente en cada uno de estos su espacial de algunos lugares considerados wamanis, que se encon
yas. Es posible que desde épocas previas a la inca, la ruta entre traban en el entorno de algunas huacas pacariscas.
estas huacas y sus puntos intermedios hayan sido importantes, y Para el Tawantinsuyu, Martti Párssinen (2003: 221-223) plan
que por eso los incas los consideraron después en su proceso de teó que la organización espacial cuatripartita se realizó teniendo
establecimiento de sitios ceremoniales (Santillana 2012: 81). La el Cuzco como centro, y que la diferenciación de espacios entre
ruta del Cuzco hacia el Chinchaysuyu se hace principalmente en los cuatro suyus se plasmó mediante la consideración de líneas vi
dos tramos: Cuzco-Vicashuaman-Chincha; y Vilcashuaman- Chin- suales orientadas desde el Cuzco hacia las altas cumbres nevadas
chaycocha-Quito. Como se indicó, en el trayecto podemos encon visibles a gran distancia (ver figura 13.3).
trar sitios ceremoniales incas asociados a los paisajes sagrados En la zona del Collasuyu, la huaca más importante fue el lago
locales. Titicaca. Los grupos altiplánicos se situaron en sus alrededores, te
Teniendo en cuenta que cada población se regía étnicamente niendo al lago como el eje sagrado que dividía a cada grupo en dos
a través de su wamani y tomaba como referencia espacial a su partes complementarias. Cada grupo tenía sus mitades (moities')
huaca pacarisca local, el Tawantinsuyu era un universo de muchas correspondientes en las dos bandas denominadas urco suyo y
divinidades vivientes e interactuantes, con toda una red de adora urna suyo, con el sitio inca de Hatunqolla situado en el lado urco
torios interconectados, que no solo estaban en el Cuzco. Las más (cerro), vinculando a todos los grupos étnicos con el sistema de
importantes divinidades fueron registradas en algunas relaciones caminos que abarcaba ambas bandas del lago (Bouysse-Cassagne
de huacas que hoy en día se conocen (Albornoz 1967 [1582], Cobo 1986: 215-217, Julien 2002a: 85) (véase figura 13.4).
2003 [1653]). En la sierra central del Chinchaysuyu, una huaca muy impor
tante fue el lago Chinchaycocha, que constituyó igualmente el
Las huacas y wamanis como hitos centro sagrado donde confluían las rutas y espacios asociados de
geográficos de ordenamiento espacial varios grupos étnicos. Además del lago, otros puntos geográficos
—como montañas nevadas— considerados pacariscas fueron los
Podemos afirmar que en el paisaje sagrado, los lugares más nota referentes de la organización espacial. El Camino Inca vinculó to
bles fueron considerados huacas pacariscas y constituyeron los hi dos estos espacios, instalándose estratégicamente una serie de si
tos geográficos más importantes de la organización espacial. Eran tios ceremoniales administrativos con un usno a ambos extremos
del lago (en Pumpu y Chakamarca). Estos sitios poseían maman
por estar rodeando al lago Chinchaycocha, la huaca pacarisca más
grandeza de Chincha pusieron nombre de Chincha y Suyo dende el Cuzco
hasta Quito que hay quatrocientas leguas” (Pizarro 1968 [1571]: 568).
45. Para más detalles sobre la utilización de coremas en las dinámicas territo
44. Guarnan Poma 1987 [1605]: 1075).
riales, sobre todo en el Cuzco, se puede revisar el trabajo de Jean-Paul Deler
(1998).
508 | José Luis Pino Matos 13/ Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 509
Figura 13.3. Corema de la división espacial del Cuzco ela ------ CanunO inca
Urca 5uj/o
Figura 13.4. Corema de la organización es
borado sobre la base del diagrama de Parssinen 2003: 222. O Sitio inca
Canches
Cana.'.
Canches
pacial aymara en torno al lago Titicaca, ela
Canas
(Diagramado por Wendy Moreano y José Pino). Q Huaica principal -1 Jgo Ayaviri
Azungaro borado sobre la base de la información de
Collas
Chiquicachc
Collas Bouysse-Cassagne 1986: 204yJuiien 2002a:
Lupac.is
Pacajes Pacajes 85. (Diagramado por Wendy Moreano y
José Pino).
importante de la región. Tanto el camino como el lago constituían
el eje que dividía este altiplano en dos grandes partes o bandas,
hacia la salida y hacia la puesta del sol (Duviols 1974-1976: 275-297, en dos la zona de Yauyos; también era el punto de confluencia de
Arellano y Matos 2007:14, Pino y Moreano 2014) (véase figura 13.5). las zonas de Xauxa y Tarama (véase figura 13.6).
Otra zona del Chinchaysuyu, provincia en la época colonial, Con estos ejemplos podemos ver que las manifestaciones del
fue la de Yauyos. La descripción que de ella realizó el corregidor paisaje sacralizado por distintos grupos étnicos sirvieron como hi tos
Diego Dávila Briceño (1965 [1586]: 155-165) es muy ilustrativa. La de ordenamiento espacial, y que en muchos casos, las hua- cas
zona de Yauyos estaba dividida en dos: Lurín Yauyos y Anan Yau pacariscas funcionaron como puntos de confluencia más que de
yos. El punto referencial de esta división era el nevado Pariaca- división, razón por la cual los incas formalizaron su presencia mediante
ca, que era el lugar donde moraba la deidad del mismo nombre. la construcción de tambos y usaos en los alrededores de estos
El camino que iba de Pachacamac a Cuzco tenía que cruzar esta sitios, para que fueran considerados también wamanis. Esta
provincia. Un tramo muy famoso de esta vía iba por el costado infraestructura imperial desplegada por todo el Tawantinsuyu constituyó
del Pariacaca, y asociado a él, en las faldas del nevado, había un el soporte de las vías y un signo de la ritualidad inca (Pino 2009). Un
asentamiento inca (Tambo Real). Pero el Pariacaca no solo dividía aspecto importante es la existencia de caminos
510 | José Luis Pino Matos
HUARAUTAM8O
A o &
YARUPAJA ¡ HUAGARUNCHU Oriente
VAROS
TAR MATAMBO
49. Pariacaca no se consideró una huaca general, pero fue una huaca
aliada muy importante en la expansión inca.
516 | José Luis Pino Matos
sagrados se convirtieron en centros religiosos macrorregionales y 13 / Wmiani: territorialidad, autoridades ancestrales... | 517
panandinos de poder y prestigio, sirviendo de difusores de la ideo
logía oficial inca, a la vez que de espacios sagrados de negocia formalizar vínculos de parentesco con las pacariscas más impor
ción con la élite cuzqueña dominante (Lopéz-Hurtado y Nesbitt tantes, como en el caso de Titicaca.
2010: 226). Estas negociaciones y alianzas con las redes de huacas Teniendo en cuenta que las huacas pacariscas eran conside
y curacas de los principales grupos étnicos debían renovarse en radas las progenitoras de los grupos humanos y que cada grupo
contextos sagrados, sobre todo cuando un nuevo Inca asumía el tenía la obligación de venerar a su huaca, se puede ver un primer
mando, para ratificar y ampliar el poder del Cuzco. Ello convertía nivel de territorialidad en el ámbito de las redes de parentesco
al Tawantinsuyu en una red de poder que debía asegurar la supre locales de ascendencia sagrada. Sin embargo, si los incas estaban
macía cuzqueña y consolidar las fronteras de la influencia incaica ligados al Titicaca como la huaca pacarisca de donde había emer
(Hernández 2012: 247, 252). gido el Sol, y a su vez eran considerados hijos del Sol, “mediante el
Sobre la base de la lista de huacas de Cristóbal de Albornoz intercambio de esposas, las autoridades de distintos grupos étni
(1967 [1582]), Catherine Julien (2002b: 19) sustenta que existía cos y sus descendientes fueron incorporados a una gran red de pa
“toda una red de huacas pacariscas en el territorio incaico, vincu rentesco cuyos miembros podían rastrear su origen común hasta
lada con la organización decimal. Si el Tawantinsuyu servía para el Sol. La formación de un pueblo unificado por un mismo origen
estructurar la relación entre la población andina y las huacas, es fue otro de los componentes principales de la estrategia imperial
probable que se vinculase de alguna manera con la organización inca” (Ramírez 2008: 11). Esto indicaría un segundo nivel de terri
decimal de la misma población”. Asimismo, Julien indica: torialidad en el ámbito de las redes de parentesco sagrado, que en
este caso serían macrorregionales e inclusive continentales.
Como el registro de las huacas cuzqueñas 50 incluye una descripción
de lo que de costumbre se sacrificaba a cada huaca, podríamos pen
sar que se precisaría esta misma clase de información acerca de las La territorialidad visualizada como un quipu
huacas y su culto cuando al mismo tiempo se empadronó a la pobla
ción, refuerza la idea de que el culto de las huacas estaría vinculado Se ha considerado que la organización espacial se pudo plasmar
a las unidades decimales en que estaba organizada una provincia.
(2011b: 105) y registrar materialmente en los sistemas de cuerdas anudadas
conocidos como quipu. Incluso se ha mencionado que las prin
Estas afirmaciones, más que ser concluyentes sobre una or cipales listas de huacas y provincias estuvieron estructuradas en
ganización provincial, brindan muchas posibilidades de entender el orden de un quipu y fueron transcritas desde estos dispositivos
una compleja territorialidad inca manifestada en varias redes de (Rowe 1946, 2003a, 2003b; Párssinen 2003: 33-53). La lista de las
poder religioso integradas aparentemente como una sola. Indican huacas del Cuzco de Cobo (2003 [1653]) y de las huacas pacariscas
que para tener cohesionada la red, era necesario imbricarse con y generales de Albornoz (1967 [1582]) nos indica que la organiza
las huacas más prestigiosas, como en el caso de Pachacamac, y ción de estos posibles quipus reflejaría la estructura de estas redes
sagradas que han sido consideradas provincias por algunos auto
res.51 Gary Urton (2009, 2013), por su parte, también ha sugerido
50. Se refiere a la lista de huacas por ceques existentes en el Cuzco
presentada por Cobo (2003 [1653]).
51. En este sentido, Catherine Julien menciona que “si existiese una red de hua
cas en cada provincia, podemos pensar que —al igual que la lista de huacas
cuzqueñas— la organización del quipu reflejaría la estructura de esta red.
518 | José Luis Pino Matos que los sistemas de ceques y quipus proporcionan modelos ade cuados
para comprender cómo los incas pudieron concebir y ges tionar la vasta
red de líneas y nodos de su sistema vial, y que los quipus podrían 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
considerarse los paradigmas estructurales para la construcción y 519
funcionamiento del Imperio inca. Del mismo modo, Astuhuaman (2011:
100) indicó que el quipu pudo ser visto como una metáfora material “propiedad” que se manejaba en Occidente. Aun cuando no era
de los conceptos de imperio y de provincia como archipiélago. posible poseer la tierra a la manera occidental, se garantizaba el
derecho de uso a ella mientras que se la cultivara, se manejaba
El ejercicio de la territorialidad inca y la Capacocha
los espacios ceremonialmente en grupo, y las tierras estaban ha
bitadas por sus ancestros (2012: 272). Por ello es muy posible que
Sobre el vínculo de los linajes incas con los espacios conquista
los mecanismos rituales y ceremoniales fueran los que aseguraran
dos en el Tawantinsuyu, Francisco Hernández (2012: 269-273) in
el ejercicio de la territorialidad fuera del Cuzco a los linajes incas
dica que fue el ancestro fundador quien garantizó el control y el
durante mucho tiempo.
acceso a la tierra, y que el grupo, al hacer un manejo integral de
En este contexto, el ritual de la Capacocha52 se constituyó
la geografía sagrada, lo convirtió en su fuente de derecho más im
como una manifestación de la dinámica territorial inca, que se
portante de control de los espacios y recursos. Los incas se apro
realizaba espacialmente entre el centro sagrado del
piaban de los territorios mediante la sacralización, el control del
Tawantinsuyu y todas sus huacas, incluso las que se localizaban en sus
espacio sagrado y el establecimiento de deidades y de sus propios
confines. Mediante este ritual se permitía ejercer el control de los
ancestros como habitantes de los nuevos territorios conquistados.
lugares sacralizados, y también conocer los ámbitos vigentes de la
De esta manera se otorgaba a sus descendientes el correspondien
territo rialidad que se ejercía. Para la eficacia de esta forma de ejercer la
te derecho de uso. Asimismo, las deidades y ancestros definían el
territorialidad, se conectó simbólicamente la infraestructura inca
vínculo entre los grupos y el control de los espacios, porque de al
desplegada en los principales caminos con todos los lugares sa
gún modo tenían la función de delimitar la geografía sagrada, y de
grados (Pino 2004: 309). Para estos fines, se demarcó los espacios
asegurar y condicionar los espacios disponibles a sus correspon
sacralizados de todo el Imperio mediante la construcción de pla
dientes grupos de descendientes. Por lo tanto, habitar ritualmente
taformas usno en cada wamani, donde se enviaba las capacochas
un espacio sacralizado otorgaba un derecho de uso, y el dejar de
para su redistribución a todas las huacas.53 Esta ceremonia servía
hacerlo consecuentemente restringía dicho derecho. Esta forma de
para recordar y confirmar qué lugares sagrados se habían conquis
territorialidad difería largamente del concepto de “provincia” y de
tado, por lo que la Capacocha era un ritual eminentemente territo
rial (Rostworowski 2008). Además, cabe resaltar que la Capacocha
También podríamos pensar que en este quipu se registrarían qué clase de fue el mayor rito oracular, que aseguró la cohesión y coherencia
sacrificios se haría a cada huaca, pues Albornoz nos informa que, al tiempo
que los incas organizaron una provincia, además de tomar un padrón de la
población, se informaron de las huacas y del ‘orden que [los habitantes de la
provincia] tenían en el ofrecerle y sacrificarle y de las posesiones y servicio
52. Para conocer los detalles de la ceremonia de la Capacocha como
que tenían’” (2011b: 105).
mecanis mo ritual, puede revisarse el trabajo de Pierre Duviols (1976).
53. Guamán Poma indica al respecto: “Que los Yngas tienen tierra señalado en
todo este rreyno para sacrificios llamado usno, que es para sacrificar cien-
pre capa cocha al sol y a las uacas, uaca caray, al caminar apachito. Es la ley
y sacrificio de los Yngas” (1987: 254 [1615: fol. 262 [264]). Y asimismo
relata que: “Pacha Cuti Ynga dio orden muy mucha ha2ienda para sacrificar a
las uacas y de las casas del sol y tenplo de Curi Cancha; el trono y aciento de
los Yngas llamado usno en cada utamani señaló” (1987 [1615]: 267, las
cursivas son nuestras).
520 | José Luis Pino Matos
interna del Tawantinsuyu al conectarse recíprocamente con las 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
huacas ancestros más prestigiosas (Curatola 2008: 57). 521
ansí por la serranía como por los llanos y la costa, por muchos gobernado
54. Para el caso de Huayna Capac, la relación de los quipucamayos de Vaca de res que tenía en toda la tierra” (Callapiña et ál. 1974 [1542-1608]: 41-42).
Castro indica lo siguiente: “é Guayna Capac Inga, todo el tiempo que vivió, 55. “Y porque Túpac Inca Yupanqui, habiendo ganado aquel pueblo, que está
trabajó mucho y bien en entender tener toda la tierra quieta y pacífica, visi en un hermosísimo valle, celebró en el campo aquella fiesta del sol le llama
tando toda la tierra personalmente desde Chile á Quito, ansí por los llanos ron así quitándole el nombre antiguo que tenía. Porque es de saber,
como por la serranía, que no le quedó rincón que en toda la tierra que no la como se ha dicho, que era costumbre de los Incas celebrarla como quiera que
hubiese visitado personalmente. /.../ É asistió en el gobierno de la provincia pudiesen donde quiera les tomase el tiempo de la fiesta, puesto que el sumo
de Quito é desde allí proveía de todo lo conveniente á este reino hasta Chile, sacerdote y los demás Incas que en el Cozco se hallaban las celebraban allá
con toda solemnidad” (Garcilaso de la Vega 1991 [1609]: 496).
524 | José Luis Pino Matos 13 / Wamani: territorialidad, autoridades ancestrales... |
525
trasladaba acompañado y cargado siempre por los representantes
de los cuatro suyus, con quienes compartía residencia. Estos a su
vez eran representados por parientes cercanos. 56 Este pasaje tiene
un correlato gráfico presentado también por Murúa (2008 [1615]),
en el que se observa al Inca cargado en una litera por cuatro perso
najes que representan a cada uno de los cuatro suyus (véase figura
13.8). Por estas descripciones gráficas y escritas podemos enten
der que el Inca y su corte personificaban la territorialidad viva del
Tawantinsuyu, y que el Inca era entendido como el Cuzco encar
nado o el centro móvil del Tawantinsuyu (Cummins 2005: 36).
Conclusiones
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V
REFLEXIONES FINALES
14
FIGURAR LA HISTORIA PRECOLONIAL
ANDINA
Gabriel Ramón'
parte de lo
hasta aquí indicado es el de las 15 toneladas métricas de
cerámica excavadas en los proyectos dirigidos por el
5. Nuestra internacionalización todavía se limita a estudiar en el
hemisferio norte, raramente a enseñar arqueología en esa región arqueólogo norteameri cano Craig Morris en
del mundo: si bien la cantidad de profesores peruanos de Huanucopampa (La Unión, Huánuco) a fines de la
humanidades (historia, literatura, etc.) en universidades década de 1960 e inicios de la de 1970. Como se sabe, Hua
norteamericanas es notable, el número de arqueólogos haciendo
lo mismo es prácticamente nulo. Esta ausencia se vincula nucopampa es uno de los mayores sitios incas, y las
tanto con las condiciones internas (el mercado laboral peruano publicaciones de Morris (p. e. Morris y Thompson 1987)
ofrece más alter nativas en arqueología que en historia), como
con las expectativas de las universidades del norte. Una manera
cubrieron una minúscula porción de sus propios hallazgos.
complementaría de internacionaliza ción ha sido participar en Sin embargo, el conjunto de ma teriales está básicamente
proyectos extranjeros, lo que es particularmente claro en los perdido para la investigación académica local. Como
textos de Flores y Perales.
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es profesora a dedicación exclusiva de la Universidad Antonio Ruiz al igual que en diversas ponencias relacionadas con la gestión cul tural
de Montoya. Está llevando a cabo el Programa Colesuyo en Moque- de sitios arqueológicos, así como en la investigación de los metales
gua, un programa internacional dirigido con colegas de universida des prehispánicos.
extranjeras. Ha obtenido varias becas de investigación como de la
Asociación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, del Field Museum
de Chicago, así como de instituciones peruanas.
Luis Flores Blanco
Marco Rosas Rintel Es investigador asociado del Instituto Francés de Estudios Andinos
en Lima y del Instituto Cotsen de Arqueología de la University of
Doctor en Arqueología por la Universidad de Nuevo México, EE. UU. California en Los Angeles (EE. UU.). Ha publicado artículos científi
(2010). Fue director del Proyecto Arqueológico Cerro Chepén (2003- cos en diferentes revistas especializadas y libros como Arqueología
2004), que investigó los mecanismos que generaron el colapso de de la formación del Estado: el caso de la cuenca norte del Titicaca
la cultura mochica en el valle del Jequetepeque. Se ha desempe ñado (2008), Ideología y realidad en las primeras sociedades sedentarias
como profesor contratado en la especialidad de Arqueología de la (1400 ANE-350 ANE) de la cuenca norte del Titicaca, Perú (2010) y
Pontificia Universidad Católica del Perú (2001-2005) y entre 2009 y recientemente, Peruvian Archaeology: A Critica! History (2014).
2011 como consultor en la elaboración de planes de manejo de sitios
peruanos actualmente inscritos en la lista del Patrimonio Cultural de la
Humanidad, como el Santuario Arqueológico de Pa- chacámac y el Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse
Parque Nacional del Río Abiseo. Más recientemen te ha tenido el
Se graduó como licenciado en arqueología en 1995 en la Pontificia
cargo de Responsable de la Unidad Ejecutora 007: Marcahuamachuco del
Universidad Católica del Perú. Realizó sus estudios de posgrado en
Ministerio de Cultura (2013-2015).
la Universidad de Arizona, donde obtuvo su título de Doctor en An
tropología el año 2005. Fue profesor de la Escuela de Arqueología
Rafael Segura Llanos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y del Programa
de Humanidades de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. En la
Bachiller y licenciado en Arqueología por la Pontificia Universidad actualidad es Profesor Asociado de Arqueología en el Departamen to
Católica del Perú y candidato doctoral en Antropología en Southern de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha
Illinois Universiy, Carbondale, EE. UU. Ha realizado investigaciones dirigido proyectos de investigación arqueológica relacionados con las
arqueológicas en sitios de la costa central peruana como Cajamar- sociedades complejas tempranas del valle de Fortaleza- Paramonga
quilla y Pachacamac, fruto de lo cual ha publicado, como autor (1996-2006) y las ocupaciones tardías de la cuenca alta del
principal o en coautoría, sus contribuciones en libros y revistas es Yanamayo, en la sierra de Áncash (2004-2008). En la actualidad viene
pecializadas. Su disertación doctoral examina las respuestas so ciales dirigiendo un proyecto de investigación en el Complejo Urba no de
a las dinámicas medioambientales en la prehistoria andina. Actualmente Maranga-Lima desde el año 2015.
ejerce la docencia en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
Henry Tantaleán