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deficiencia de vitamina D
Introducción
La vitamina D es un micronutriente perteneciente a las vitaminas liposolubles, aunque debido a
sus importantes acciones se la considera como una hormona esteroidea (Charoenngam,
Shirvani, & Holick, 2019). Hasta hace unas décadas se conocía a la vitamina D principalmente
por su relación con el metabolismo del calcio y del fósforo, en especial por su papel para
prevenir el raquitismo. Sin embargo, estudios en las últimas décadas han demostrado que la
vitamina D podría tener efectos más allá del metabolismo del calcio y del fósforo, por ejemplo,
en reducir el riesgo de cáncer (Grant, 2020), diabetes, enfermedades cardiovasculares,
enfermedades infecciosas (por inmunosupresión), enfermedades autoinmunes (Rosen et al.,
2012) o enfermedades neuropsiquiátricas (Llewellyn et al., 2010), entre otras. Estas acciones
más allá del metabolismo del calcio y del fósforo se explican en parte por la presencia del
receptor de vitamina D (VDR) en muchas células, tejidos y órganos como: la piel, el músculo
esquelético, el tejido adiposo, el páncreas endocrino, las células inmunológicas, los vasos
sanguíneos, el cerebro, las mamas, muchas células cancerígenas y la placenta (Charoenngam et
al., 2019). Esto ha dado lugar a que diferentes instituciones publicaran guías de práctica clínica
para identificar, prevenir y tratar la deficiencia de vitamina D (Płudowski et al., 2013).
A pesar de que existen guías y recomendaciones por parte de instituciones de salud, la
prevalencia de deficiencia de vitamina D sigue siendo alta en el mundo. Se estima que mil
millones de personas a nivel mundial tienen insuficiencia o deficiencia de vitamina D
(Charoenngam et al., 2019). Actualmente, solo los niños son tratados con suplementos de
vitamina D, siendo muy raro que un adolescente o adulto tome vitamina D.
Las recomendaciones de las guías de práctica clínica actual no solo van dirigidas a evitar el
raquitismo o la osteoporosis, sino a todas las posibles complicaciones relacionadas con la
deficiencia de vitamina D.
Metabolismo de la vitamina D
Existen dos formas de vitamina D: vitamina D3 (colecalciferol) (Imagen 1) y vitamina D2
(ergocalciferol) (Imagen 2). La vitamina D3 se puede sintetizar endógenamente en la piel u
obtener desde alimentos como pescados grasos o aceite de hígado de pescado. La vitamina D2
se sintetiza desde el esgosterol y se encuentra en levaduras y setas (Charoenngam et al., 2019).
Imagen 1. Colecalciferol. Por Calvero. - Selfmade with ChemDraw., Public Domain,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1556442
Imagen 2. Ergocalciferol. Por Calvero. - Selfmade with ChemDraw., Public Domain,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1556580
Una revisión sistemática posterior con meta-análisis analizó el efecto de suplementar con
vitamina D en la fuerza y potencia muscular en atletas (Zhang, Quan, & Cao, 2019). Los
estudios incluían a jugadores de fútbol, fútbol americano, rugby, natación y judo. Se incluyeron
ocho estudios con un total de 284 participantes. Los estudios tenían una puntuación con una
mediana de 9 y un rango de 7-10 en la escala PEDro, lo que quiere decir que todos los estudios
eran de buena calidad siendo seis estudios de excelente calidad. Al inicio, en solo un estudio los
sujetos tenían niveles de vitamina D ≥30 ng/mL y en uno de los estudios todos los sujetos tenían
niveles ≤30 ng/mL. La dosis administrada fue de 600 a 5.714 UI/día durante un periodo de 6-12
semanas, de manera que en cinco estudios al final de la intervención se consiguió normalizar las
concentraciones de vitamina D. Los métodos para evaluar la fuerza fueron muy heterogéneos.
Para el miembro superior se utilizó la fuerza de prensión manual, press de banca, remo en banca
y dominadas supinas. Para el miembro inferior se utilizó la sentadilla trasera, prensa de piernas
y extensión de cuádriceps. Para la potencia utilizaron el salto vertical, sentadilla con salto y el
salto contramovimiento. Los resultados indican que la suplementación con vitamina D tiene un
efecto moderado en la fuerza del miembro inferior (SMD 0,55; IC95%: 0,12 a 0,98, p = 0,01),
sin efecto en el miembro superior. En cuanto a la potencia no se observaron efectos
significativos. Interesantemente, el análisis de subgrupo dio como resultado una diferencia en la
fuerza general comparando atletas que entrenan en interior con respecto a los que entrenan al
aire libre. El efecto en los que entrenaban al aire libre y en los que entrenaban en interior fue de
0,11 (IC95%: -0,53 a 0,75) y 0,48 (IC95%: 0,06 a 0,90), respectivamente, de manera que sí
hubo un efecto moderado en los que entrenaban en interior pero no hubo efecto en los que
entrenaban al aire libre. Además, los participantes que tenían niveles ≤30 ng/mL tuvieron un
efecto pequeño casi estadísticamente significativo 0,28 (IC95%: -0,03 a 0,59) mientras que en
los que entrenaban fuera no hubo efecto y tuvieron una respuesta mucho más heterogénea,
reflejada en un IC95% mucho más amplio -0,80 (IC95%: -1,96 a 0,36), lo que indica menos
precisión en la estimación del efecto. En resumen, estos datos sugieren que los atletas que
entrenan en interior y que suelen tener niveles de vitamina D bajos, se benefician más de la
suplementación con vitamina D que los que entrenan al aire libre.
Poniendo la información disponible en contexto, se puede concluir que aquellos deportistas que
entrenen en interior tienen riesgo de tener insuficiencia o deficiencia de vitamina D y que
pueden beneficiarse de la suplementación con vitamina D, sobre todo en cuanto a la fuerza
muscular ya que hay menos información acerca de la masa muscular. Es sorprendente el tamaño
del efecto en la fuerza muscular solo con la vitamina D. Por ejemplo, un aumento de 2,56 kg en
la fuerza de prensión manual de la primera revisión, y un efecto de 0,48 (efecto moderado) en
los sujetos que entrenaban en el interior en la segunda revisión son efectos importantes.
Teniendo en cuenta que la mayoría de deportes de fuerza se desarrollan en interior es
aconsejable que se valore el estatus de vitamina D y suplementar si es necesario.
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