Está en la página 1de 3

1

PATUKA

Hace muchos años en un barrio tan lindo como pequeño, llamado Villa Pato Luro
vivía una muy feliz familia Pato, que estaba integrada por el papa y la mama pato,
sus dos hijos patitos y una patita más pequeña a la que llamaron Patuka.

A papa Pato le encantaba irse de vacaciones al mar, aunque de cuando en cuando


las montañas lo atraían mágicamente, pero también la costa del río revuelto color de
león le atraía como un imán. La patocosa era meter las patas en el agua.

Los desvelos de papa Pato estaban junto a Patuka que acompañaba a sus
patopapis en todas sus excursiones, ya que tenía una gran diferencia de edad con
sus hermanitos patos que hacían de las suyas libremente. Esto le brindaba muchas
ventajas pues era sin duda la mimada de los tres varones patos, aunque no tanto de
mamá Pata con la que siempre – como suele suceder entre patomadres y patohijas-
había algunos encontronazos y sutiles diferencias.

Patuka era una pata muy inquieta, rebelde y emprendedora, le encantaba construir
títeres con papel maché, armar sus cuerpitos y vestirlos, escribir las historias para
representarlos, y todas esas cuestiones que le permitieron sumar patociertas
habilidades. El mundo pato que los rodeaba, le reconocía esas cualidades y la
estimulaba a continuar con sus patíferas ocurrencias. Así fue que terminó la escuela
con una patococarda meritoria, y emprendió el difícil camino de ingresar en otro
patocolegio que exigía mucho más de lo que aparentemente una patita de un hogar
humilde y sencillo podía alcanzar.

Esa fue la primera vez que la pata Patuka escuchó esa frase que dicha por mamá
pata tanta rabia le provocaba: “vos no vas a poder”.

Ese “vos no vas a poder” se constituyó en un impulso opuesto al que podría


suponerse, e hizo y deshizo en su vida con tal ímpetu que en algún momento llegó a
creer que no había cosa que con esfuerzo y dedicación le fuera imposible alcanzar.
Eso sí, Patuka aprendió que nada era fácil, ni venía de regalo, al contrario, el
esfuerzo, la dedicación y la perseverancia puestos en cada emprendimiento
parecían ser como una energía que la impulsaba a volar por los aires con mucho
donaire en un patomundo que no siempre cobija a sus patos y a sus patas de la
mejor manera.

Algunas tristezas parecieron hacer tambalear su patomanía creadora, pero también


comprendió que se podía intentar superarlas.

Silvia Haydeé García López


2

Durante los años que la transformaron en una pata modosita y adulta muchas veces
escuchó en silencio y sin decir ni mu esa frase que tantas cosquillas le hacía.

Conoció el dolor de algunas pérdidas como cuando papá pato se fue de gira, y
también cuando lo hizo mamá pata aunque con muchos años de diferencia.

Se envolvió en las tribulaciones de sus patoamores, llegaron los tres patosobrinos


que la siguen haciendo muy feliz sumando los patosobrinietos. Vivió el patofeliz
momento mágico de recibir a su propio hermoso patito que ya se transformó en un
patovarón codiciado por otras muchas bonitas patitas.

Patuka hoy peina canas que tapa coquetopatomente con una buena patotintura.

Toda esta cháchara viene a cuento de que la patita Patuka lo pudo casi todo,
aunque durante muchos años sólo se acercó nada más que al borde del agua y
aunque muchas veces lo intentó, siempre terminó quedándose en ese patoborde,
privándose de muchas alegrías patoteras, sin tirarse al agua y nadar como lo haría
cualquier pata o pato que se precie de tal, algo que sin duda era un patodeseo no
cumplido.

Hasta que un día viajando por los coloridos suelos de Tilcara, se encontró con una
Scherpata que le confío que ella también había tenido sus temores con las aguas
del Patomundo, patoparlinchería va patoparlinchería viene como hacen las patas
inquietas, se enteró que había otra familia Pato que se dedicaba muy
patosabiamente a ayudar a todos los patos , patas y patitos a ingresar al feliz y
acuífero patomundi , superando paso a paso cada uno de esos “vos no vas a poder”
que se arrastran a veces tan escondidos que cuando afloran nos sorprenden con una
patorabia superpatuquera.

Patuka en ese momento, se permitió preguntarse:’¿Podré? …parecía que ese


rumrum patídico del “vos no vas a poder” y a pesar de sus múltiples intentos , había
quedado como un abrojo prendido en algún lugar de su patocorazoncito
impidiéndole disfrutar de uno de los placeres que tanto la atraían.

Trató que el abrojo no obstaculizara sus ganas , y se permitió intentar, con ciertos
patoreparos y patocuidados, concretar esa patafantasía de nadar más que como un
pato como un delfín.

Patuka poco a poco, lo está logrando, nadie le dijo que iba a ser fácil, pero en esta
patofamilia de AL AGUA PATO, no hay “vos no vas a poder” que valga.

Patuka aunque todavía no pueda nadar como un delfín, se tira de palito en la parte
honda, disfruta feliz de los tiempos en el agua , busca todavía la seguridad del
borde de la patopileta, se ayuda con los patoflota-flota, pero lo patofundamental es
que se acompaña con un grupo que dió en llamarse Temor al agua, aunque todas

Silvia Haydeé García López


3

las patas y el pato que lo integran sienten que se renombran como el “grupo del
patoaliento” .

El Grupo del Patoaliento es el espacio feliz en que las patas nos encontramos para
patocontarnos los patologros y aunar nuestros patointentos de superar los lastres de
los abrojitos patomiedos que todavía persisten o repatoaparecen de cuando en
cuando .

Paso a paso en El Agua Pato echamos esos patomiedos con un patoperipatético


patoplafplaf que viene siempre salpicado con los imprescindibles patomaruestímulos
y los infaltables patoescuelapoyos .

Silvia Haydeé García López

Silvia Haydeé García López

También podría gustarte