Está en la página 1de 128

EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA

CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO


PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO
TRIBUNAL

PROMESAS Y BENEFICIOS

El arcángel Miguel prometió a quien rece la coronilla:


Enviar un ángel escogido de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la
hora de la comunión.
Y a quienes reciten estas nueve salutaciones todos los días les asegura que:
Disfrutarán de su asistencia continua durante esta vida y también después de la
muerte.
Serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes
y familiares serán librados del Purgatorio.
SAN MIGUEL Miguel (Mi-kha-el) significa Quién como Dios. Algunos han visto a san
Miguel en la aparición a Josué, pues se presenta con una espada desnuda en la
mano, tal como se le representa a san Miguel. Le dijo a Josué: Soy un príncipe del
ejército de Yahvé… Descalza tus pies, porque el lugar que pisas es santo (Jos 5,
13-15).

Cuando el profeta Daniel tuvo una visión y quedó como muerto, dice: Pero Miguel,
uno de los príncipes supremos, vino en mi ayuda y yo prevalecí allí sobre los reyes
de Persia (Dan 10, 13). Y uno que parecía un hijo de hombre le habló y le dijo: Yo
te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad. Nadie me ayuda contra
ellos, si no es Miguel, vuestro príncipe (Dan 10, 21).

Entonces se alzará Miguel, el gran príncipe, el defensor de los hijos de tu pueblo, y


será un tiempo de angustia tal como no lo hubo desde que existen las naciones
hasta ese día (Dan 12, 1).

En el Nuevo Testamento se dice en la carta de san Judas Tadeo: El arcángel Miguel,


cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se
atrevió a proferir un juicio injurioso, sino que dijo: Que el Señor te reprenda (Jud 9).
Pero, sobre todo, es en el capítulo 12 del Apocalipsis, donde aparece claramente
su misión de capitán de los ejércitos angélicos en su lucha contra el diablo y sus
demonios.

Hubo una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y
peleó el dragón y sus ángeles y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el
cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada diablo y Satanás
que extravía a toda la redondez de la tierra y fue precipitado a tierra, y sus ángeles
fueron precipitados con él. Y oí una voz en el cielo que decía: Ahora llega la
salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque fue
precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche. Pero ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por
la palabra de su testimonio y menospreciaron su vida hasta morir (Apoc 12, 7-11).

San Miguel arcángel es considerado el patrono especial del pueblo de Israel, como
se dice en Daniel 12, 1. También ha sido nombrado patrono especial de la Iglesia
católica, el nuevo pueblo de Dios del Nuevo Testamento.

Igualmente, es considerado patrono de los jueces y de los que ejercen justicia, pues
se le representa con la balanza en la mano. Además, por ser el capitán de los
ejércitos celestiales en la lucha contra el mal y contra el diablo, es considerado
patrón de los soldados y policías. También lo han escogido para patrono los
paracaidistas y radiólogos y todos los que curan por medio del radium; pero es
especialmente poderoso contra Satanás. Por eso, los exorcistas lo invocan como a
un defensor poderoso.

2
DÍA PRIMERO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

3
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y supremo Señor de los Ángeles, a quienes tienes encomendada la guarda de


los hombres, yo te suplico humildemente por los méritos de tan elevadas
inteligencias y los de tu Arcángel San Miguel, a quien siendo primer caudillo
debemos todos los hijos de la fe Católica reconocer y venerar como el más benéfico
mediador de los hombres, según lo testifica el Profeta Daniel, que dijo hablando con
un ángel: «Ninguno me asiste en todas las cosas, sino Miguel tu Príncipe» (Daniel
10, 21). Te suplicamos, Señor, nos concedas la particular protección de tan glorioso
Arcángel, para que favoreciéndonos y protegiéndonos de todos los peligros de alma
y cuerpo, nos alcances también lo que te pedimos en esta novena, a mayor gloria
de Dios y santificación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh

4
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,


Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,

5
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

6
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

7
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA
TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

8
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

9
Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,
y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,

10
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

11
Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!
¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!

Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

12
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el

13
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos

14
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los

15
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

16
DÍA SEGUNDO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

17
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de los Arcángeles, a los cuales encomiendas los negocios de mayor
honra y gloria tuya, utilidad y bien de los hombres, yo te ofrezco los méritos de estos
diligentísimos espíritus y especialmente los de tu fidelísimo Ministro San Miguel, al
que por su grande humildad le comunicaste vuestro divino poder, para que por virtud
de tu Santo Nombre, precipitara al Infierno a Luzbel, aquél ángel del primer coro,
quien no contento con estar adornado de varios dones de naturaleza y gracia, aún
quiso elevarse mucho más diciendo: «Colocaré mi asiento sobre lo más alto del
cielo, seré semejante al Altísimo» (Isaías 14, 14). Pero combatiendo tu fiel Ministro
San Miguel tan orgulloso como altivo pensamiento, lleno del más humilde
reconocimiento a tu Suprema Majestad, levantando la voz dijo: «¿Quién como
Dios?». Voz terrible de trueno, que despidiendo consigo el rayo de la divina Justicia,
en el mismo instante, tanto Lucifer como los demás espíritus rebeldes fueron
lanzados al profundo abismo del Infierno, donde transformados en demonios
horribles, han padecido y padecerán eternamente en castigo de su soberbia. Yo te
suplico, Dios mío, me concedas imitar a tu Santo Arcángel, para no aspirar ni desear
más dones de los que Tú me has comunicado, y emplearlos en tu santo servicio;
con lo demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y bien de las almas.
Amén.

18
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

19
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

20
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del

21
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

22
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

23
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

24
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!

Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!
25
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!

¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!


Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados
¡Vengan en nuestro socorro!

26
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!
¡Vengan en nuestro socorro, los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

27
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

28
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas
creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En
adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la
Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios
Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, "el cual quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo
manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo
manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar
a la estirpe perdida por tu envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la
muerte" (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del
infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos
los días hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz
y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada
Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los santos Apóstoles
Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la
piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda
legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo,
que "de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que
crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las
criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de
dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de
toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien
nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica
y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa
mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre
de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes
de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines
alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los
Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

29
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios
de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios
de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después
de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni
puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino
no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne librarnos
eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de


nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad, y con el


misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al glorioso arcángel
san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te suplicamos, Padre celestial, que
nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu
maligno se nos acerque para perjudicar nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos
por medio de este mismo arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

30
DÍA TERCERO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

31
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales obras prodigios propios de tu soberano
poder, yo te ofrezco los méritos de estos prodigiosos espíritus, con los de tu humilde
Arcángel San Miguel, quien entre los varios milagros que ha obrado, el más
admirable fue el que se vio en el monte Gárgano con un pastor, que habiéndole éste
disparado una flecha a un toro que estaba acostado dentro de una cueva,
retrocediendo la saeta con la misma violencia, hirió al pastor, con cuyo suceso
quedaron todos atónitos y ordenándose por el obispo de aquella diócesis, San
Lorenzo Mayorano, un ayuno de tres días, conocieron ser voluntad de Dios se
erigiese allí un templo y altar en honor del Santo Arcángel San Miguel (Juan Croisset
SJ, Año Cristiano, tomo V, día 8 de Mayo). Yo te suplico, Dios y Señor mío, me
concedas por los méritos de tu humilde Arcángel, el verme libre de las saetas, de
las tentaciones y sugestiones del mortal enemigo de nuestras almas; para que,
sirviendo en adelante de templo vivo de tu Divina Majestad y alumbrado con tantas
luces como ejemplos de virtudes, seas glorificado y alabado por todos los hombres
y los Ángeles; con lo demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y bien
de las almas. Amén.

32
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

33
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo templo y confesaré tu Santo Nombre.

34
ORACIÓN

Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado

35
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

36
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

37
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

38
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

39
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!
¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!

Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados


¡Vengan en nuestro socorro!

40
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

41
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

42
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas
creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En
adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la
Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios
Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, "el cual quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo
manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo
manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar
a la estirpe perdida por tu envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la
muerte" (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del
infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos
los días hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz
y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada
Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los santos Apóstoles
Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la
piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda
legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo,
que "de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que
crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las
criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de
dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de
toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien
nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica
y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa
mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre
de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes
de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines
alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los
Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

43
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios
de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios
de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después
de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni
puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino
no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne librarnos
eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de


nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad, y


con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te suplicamos,
Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no
permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar nuestras almas.
Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo arcángel. Envíale que nos
conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos
de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

44
DÍA CUARTO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

45
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de las Potestades, a quienes has concedido poder especial para
refrenar a los demonios, yo te ofrezco los méritos de tan poderosos espíritus, con
los de tu Arcángel San Miguel, quien después de haber refrenado en el Cielo al
soberbio Lucifer y a sus secuaces, cuando pretendió semejarse a Tí mismo, también
los refrenó en la tierra cuando pretendieron que del cuerpo de Moisés, como obrador
que había sido de tantas maravillas (Juan Croisset SJ, Año Cristiano, tomo IX, día
29 de Septiembre), formara el pueblo de Israel, tan propenso a la idolatría, un ídolo
y lo adorasen como Dios; pero tu Santo Arcángel, como protector del pueblo
israelita, dispuso las cosas de tal manera que nunca llegaron los israelitas a
descubrir el cuerpo de Moisés (Deuteronomio 34, 6; Judas cap. único, 9). Yo te
suplico, Dios y Señor mío, me concedas que este Santo Arcángel, con el poder que
de Ti tiene, refrene mis pasiones y malas inclinaciones, para que no pudiendo formar
de ninguna de ellas ídolo alguno de carne y sangre, soberbia o ambición, a Ti sólo
te ame, te adore y venere como a mi Dios y Señor, para gozar con tus Ángeles en
la gloria que has prometido a los humildes; con lo demás que te pido en esta novena,
a mayor gloria tuya y bien de las almas. Amén.

46
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

47
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

48
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del

49
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

50
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

51
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

52
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!

Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!
53
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!
¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!

Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados


¡Vengan en nuestro socorro!

54
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra

55
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

56
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

57
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

58
DÍA QUINTO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

59
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de los Principados, a quienes iluminas por medio de otras superiores
inspiraciones para que ayuden y cuiden de la salud y bien de los hombres, yo te
ofrezco sus méritos y los de tu Arcángel San Miguel, que según se deduce del
capítulo quinto del libro de Josué, apareciéndosele el Santo Arcángel, le ofreció
auxiliarle en la conquista de los cananeos y amorreos, como se le presentó en forma
de héroe armado y con espada en mano, le preguntó Josué: ‘’¿Eres de los nuestros,
o de los enemigos?” “No, respondió el Santo Arcángel, yo soy el príncipe de los
ejércitos de Dios” (Josué 5, 14) Yo te suplico, Dios y Señor mío, me concedas el
auxilio de este Santo Arcángel en todos mis caminos y empresas, para que
conociendo y discerniendo entre el verdadero y falso amigo y entre el ángel de virtud
y el espíritu de las tinieblas, tanto en el camino de la virtud como en la comunicación
precisa con mis prójimos, logre verme libre de cualquier ilusión y engaño: con lo
demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y salvación de las almas.
Amén.

60
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

61
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

62
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del

63
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

64
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

65
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

66
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

67
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!

¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!

Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados


¡Vengan en nuestro socorro!

68
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra

69
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

70
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

71
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

72
DÍA SEXTO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

73
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de las Dominaciones que preceden a todos los Ángeles ministros de
tu adorable Providencia, los cuales hacen tu divina Voluntad, yo te ofrezco los
méritos de estos excelentes espíritus y los de tu Arcángel San Miguel, que siendo
Príncipe y jefe de toda la milicia del universo, humillándose al mismo tiempo a
beneficio de los hombres, no ha rehusado dejarse ver de ellos en distintas ocasiones
y lugares, como se apareció sobre una peña llamada ”La tumba del mar” (Hoy Mont
Saint-Michel), en Normandía, donde obrando un suceso memorable muy semejante
al del Monte Gargano, como no se diera crédito por el ordinario diocesano, Auberto
de Avranches, a la aparición del Santo Arcángel en aquel sitio, siendo gravemente
castigado y reconociendo por la pena que San Miguel quería ser allí particularmente
venerado: al fin el obispo sucesor hizo edificar un templo en honor del Santo
Arcángel, donde se efectuaron muchas conversiones (Juan Croisset SJ. Año
cristiano, tomo V, día 8 de mayo). Yo te suplico, Dios y Señor mío, que me concedas
por los méritos de este Supremo Príncipe, me dirija por el camino de la verdadera
humildad, para hacer de mi corazón un altar en que, ofreciéndote diariamente
sacrificios de oración, mortificación y contemplación, tribute también los más

74
rendidos obsequios de gratitud por tu Sacrificio: con lo que he pedido en esta
novena, para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Amén.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:

75
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,


Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

76
℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.
℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

ORACIÓN

Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

77
ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

78
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

79
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,

80
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

81
Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!
82
¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!
Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

83
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

84
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

85
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

86
DÍA SÉPTIMO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

87
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de los Tronos, en quienes descansas como en el Trono de tu gloria,


yo te ofrezco los méritos de estos altísimos servidores y los de tu Arcángel San
Miguel, quien después de cuidar en esta vida de las almas cristianas y humildes, él
es quien las conduce y presenta ante el Tribunal divino cuando salen de sus
cuerpos, exponiendo en su favor los méritos que adquirieron por las buenas obras
que practicaron mientras permanecieron en este mundo, hasta declararse su fiel
intercesor y abogado, librándolas de las penas terribles merecidas por sus pecados
e intercediendo por ellas a la divina Justicia. Yo te suplico, mi Dios y Señor, que me
concedas que en esta vida tenga tanta devoción a este sagrado Arcángel, que por
la imitación de sus virtudes, principalmente de su humildad, celo de la gloria de Dios
y salvación de las almas, logre el que sea mi abogado, cuando mi pobre alma sea
presentada en el Tribunal del Justo Juez: y tú, glorioso Arcángel San Miguel,
príncipe de los ejércitos de nuestro Dios, defiende a la Santa Iglesia Católica y a
todos sus hijos, del contagio de la revolución, que anda en todo el mundo
propagando todos los errores y herejías en contra de la luz del Evangelio, te suplico
en esta novena que aumentes nuestra fe y nos libres de todos los asaltos de
nuestros enemigos que nos rodean en esta vida, para que no perezcamos en el

88
Juicio tremendo y nos concedas honrar tu santo Nombre, por los méritos de tu Santo
Arcángel y los demás espíritus bienaventurados, con lo demás que te pedimos en
esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

89
Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,
Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,


Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

90
℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,
℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

91
ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

92
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

93
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,

94
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

95
Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!
96
¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!
Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

97
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

98
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

99
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

100
DÍA OCTAVO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

101
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de los Querubines, a los cuales adornaste de perfecta sabiduría e


inteligencia y sobre sus alas, como dice el profeta y rey David, estás sentado y eres
conducido en ellos (Salmo 98, 1), yo te ofrezco los méritos de estos sapientísimos
espíritus y los de tu Arcángel San Miguel, el cual, según enseña la Iglesia Católica,
aplicándole las palabras del primer capítulo del Apocalipsis, él es el Ángel enviado
por Ti mismo a tu siervo San Juan Evangelista para significarle lo que convenía
hacer prontamente y darle la voz revelada de profecía para todos los tiempos
(Apocalipsis 1). Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, por los méritos de tu humilde
y muy sabio Arcángel San Miguel, para que aspirando agradar a Jesucristo
crucificado haciendo en todo su Voluntad divina, en cuyo cumplimiento consiste la
verdadera sabiduría y que no aspirando (como lo aconseja tu Apóstol San Pablo)
a saber más de lo que con sobriedad nos conviene saber, logremos hacer al fin acá
en la tierra Tu Divina Voluntad como lo hacen los Ángeles en el Cielo y los justos
en la tierra; y lo demás que te pedimos en esta novena, si es para la gloria de Dios
y salvación de las almas. Amén.

102
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

103
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

104
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del

105
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

106
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

107
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

108
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.

¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!


Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

109
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!

¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!


Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados
¡Vengan en nuestro socorro!

110
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra

111
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

112
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

V. Señor, escucha mi oración.


R. Y llegue a Ti mi clamor.

113
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

114
DÍA NOVENO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios


nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN PARA LOS ATAQUES MENTALES CON LA


SANGRE DEL SEÑOR

(Hacer todos los días al levantarse y al acostarse)


Señor Jesús, Yo … (nombre y apellidos) te consagro mi mente con sus potencias,
sentidos, pensamientos, memoria, consciente, inconsciente y subconsciente, a tu
gloriosa sangre derramada por ti, a mi favor. Me sello y protejo con tu sangre
redentora de todo falso pensamiento, de toda sugestión negativa, de toda falsa
imaginación, de todo temor, de todo engaño. Que tu sangre redentora, Señor Jesús,
me limpie, purifique, descontamine y libere y me conceda la gracia de poder tener
dominio propio en mi integridad física, psíquica, biológica y espiritual. Amén.

115
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).

ORACIÓN DE COMBATE DE SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIONES DE PROTECCIÓN

Bienaventurado San Miguel Arcángel, sé mi guardián y custodio en todos mis


caminos y batallas espirituales; que tu santa protección me acompañe de día y de
noche. Defiéndeme del enemigo de mi alma y sus agentes del mal. Guíame por el
buen sendero. Líbrame de ofender a Dios. En la hora de mi muerte, tómame de la
mano y llévame contigo a la gloria del Padre Eterno. Amén.
San Miguel: Ilumíname con tu luz. San Miguel: Protégeme con tus alas. San Miguel:
Defiéndeme con tu espada. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA

Dios y Señor de los Serafines, los cuales empleados siempre en amarte y cantar
tus alabanzas alternativamente en todo tiempo, diciendo: “Santo, Santo, Santo es
el Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de
vuestra gloria” (Himno Te Deum). “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”.
Cántico solemne y de santa alegría que llena de amor ardientísimo a todos los
bienaventurados, cántico que la Iglesia Católica repite a tu Divina Majestad como
un homenaje de reconocimiento y adoración por todos los beneficios que
diariamente dispensas a todos los hombres. Yo te suplico, Dios y Señor mío, por los
méritos de tu fidelísimo Arcángel San Miguel nos concedas su asistencia con tu
divina gracia, para guardar y cumplir tus santos mandamientos, para amarte sobre
todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos y logrando amarte con
ferviente amor en esta vida,, consigamos alabarte después de nuestra muerte, en
compañía de los Santos Ángeles repitiendo con gozo: “Santo, Santo, Santo es el
Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de Tu
gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”. Amén.

116
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.

Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe Miguel, que cual valiente adalid


Venciste en gloriosa lid, al arrogante Luzbel:
Y pues triunfaste de él, con sólo el nombre de Dios:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,


Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

117
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres especial enemigo, de todo error y herejía,


Pues ni de noche ni de día, jamás podrá hallar abrigo,
Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres de la fe el oráculo, la que nunca podrá caer,


Por más que haga Lucifer, desde su último habitáculo;
Y pues es débil obstáculo, para no seguir tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres abogado piadoso, de todas las almas fieles,


Proveyéndolas de bienes, ante el Juez justo y celoso,
Y pues que eres tan poderoso, como lo es también tu voz.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Ángel enviado, a Juan Evangelista, siervo de Dios,


Para darle tú, la Voz, de profeta que ha anunciado:
«Y pues bienaventurado, El que oye la voz de Dios».
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Eres el Príncipe armado, con las armas de la Cruz,


Armas de Cristo Jesús, con las que nos han signado,
Y con ellas siempre has triunfado, a honor y gloria de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Al fin que eres compañero, de las otras seis lumbreras


Que arden en sus esferas, y eres de ellas el primero,
Que, del Dios verdadero, es el trono que tú nos das.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

Pues llevas la voz de Dios, como el ministro más fiel,


Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!

℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,


℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.


℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

118
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la


perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a
los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL

A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del

119
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA


TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.

Gloriosísimo y bienaventurado San Miguel, Príncipe de las Milicias Celestiales, a


vos mi amado Arcángel, os confío el cuidado de mi cuerpo, alma y espíritu;
humildemente me consagro a ti, y te consagro mi familia y seres queridos; sé
nuestro protector y amparo en todos nuestros caminos y batallas espirituales. Que
al invocar tu Santo Nombre. Quién como Dios, (3 veces) sea yo, mi familia y seres
queridos, protegidos de todo mal, de todo peligro, y de todo dardo incendiario del
maligno en nuestra integridad física y espiritual.
Acepta oh bendito San Miguel, ésta mi consagración a tu celestial persona, y hazla
extensiva a mi familia y seres queridos.
Te lo pido en el nombre: Del Dios Uno y Trino. Bendición.
Por la Santísima intercesión de la Bienaventurada y siempre Virgen María, Reina
de los cielos y de los Ángeles, Madre de la humanidad. Bendición.
Por la santa intercesión de San Gabriel, San Rafael y demás lumbreras que arden
con vos, ante el Trono del Altísimo. Bendición.
Por la santa intercesión de los Arcángeles y Ángeles. Bendición.
Por la santa intercesión de los profetas y mártires. Bendición.
Por la santa intercesión de todos los santos y Santas y Almas Bienaventuradas.
Bendición.
Por la santa intercesión de las Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Bendición.
Que todo sea para gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

CORONILLA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Se comienza la Corona rezando la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. (Encomendamos la petición inicial).

I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

120
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que


Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio.
(1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.

IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.

CONCLUSIÓN

En honor a San Miguel. (1 Padre Nuestro)


En honor a San Gabriel. (1Padre Nuestro)
En honor a San Rafael. (1 Padre Nuestro)
En honor a nuestro ángel de la Guarda. (1 Padre Nuestro)

¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.

121
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.

V. Ruega por nosotros, ¡Oh Glorioso San Miguel!, príncipe de la iglesia de


Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.

Humildemente te suplicamos, Padre Celestial, que nos libres de nuestros enemigos.


En la hora de la muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque,
para perjudicar nuestras almas. ¡Oh Dios y Señor Nuestro!, guíanos por medio de
este mismo Arcángel. Envíale para que nos conduzca a la presencia de tu excelsa
y divina majestad. Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.

LETANÍAS A SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

A cada una decir: Ruega por nosotros.

Santa María, Reina de los Ángeles,


San Miguel, jefe de los ejércitos celestes,
San Miguel, príncipe de los nueve coros de los ángeles,
San Miguel lleno de la sabiduría de Dios,
San Miguel, príncipe Gloriosísimo,
San Miguel, fuerte en el combate,
San Miguel, terror de los malos espíritus,
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,

122
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

INVOCACIÓN DE LOS SANTOS ÁNGELES

¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.

¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!


Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

123
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por la santa palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María su Reina y Soberana


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su propia felicidad


¡Vengan en nuestro socorro!

Los invocamos por su fuerza combativa por el Reino de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

¡Los invocamos, cúbranos con su escudo!


¡Los invocamos, protéjanos con su espada!
¡Los invocamos, ilumínenos con su luz!
¡Los invocamos, abríguenos bajo el manto de María!
¡Los invocamos, enciérrenos en el Corazón de María!
¡Los invocamos, deposítenos en las manos de María!
¡Los invocamos, muéstrenos el camino hacia la puerta de la vida: ¡el Corazón
abierto de Nuestro Señor!

¡Los invocamos, condúzcanos seguros hacia la casa del Padre Celestial!

Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados


¡Vengan en nuestro socorro!

124
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios


¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!

Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros


¡Vengan en nuestro socorro!

Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey,


Vengan en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey,


Vuelen en nuestro socorro, ¡los invocamos!

Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen


Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los invitamos!

EXORCISMO DE SAN MIGUEL DADO AL PAPA LEÓN XIII CONTRA SATANÁS


Y LOS ÁNGELES REBELDES
(Publicado por orden de Su Santidad León XIII).
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Salmo 67. Levántese Dios y
sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se
disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán
los impíos ante Dios. Salmo 34. Señor, pelea contra los que me atacan; combate a
los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me
persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi
perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los
desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los
persiga. Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron
trampas mortales. Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red
que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma
se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los
siglos. Amén.

125
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la


lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.

V. Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.


R. Como lo esperamos de Ti.

V. Señor, escucha nuestra oración.


R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

126
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y


suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.

EXORCISMO. Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del


infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las
almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino
Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano,
perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +.
Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes
asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios
Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el
Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien, para salvar a la estirpe perdida por tu
envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual
edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca
prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días
hasta el fin de los tiempos" (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la
virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de
Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su
Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +. Te lo manda la fe de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre
de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto,
maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios +
verdadero, por Dios + santo, que "de tal modo amó al mundo que entrego a su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida
eterna" (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles
el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su
libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación
de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus
obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo
Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y
huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que
se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las
Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con
incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

127
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)


R. Y con tu espíritu.

Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

V. De las asechanzas del demonio.


R. Líbranos, Señor.

V. Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.


R. Te rogamos, óyenos.

V. Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.


R. Te rogamos, óyenos. (Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza


de nuestros pecados (Tobías 3, 3). Padre Nuestro…

Oración

Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,


y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, escogiste al
glorioso arcángel san Miguel como príncipe de tu Iglesia. Humildemente te
suplicamos, Padre celestial, que nos liberes de nuestros enemigos. En la hora de la
muerte, no permitas que ningún espíritu maligno se nos acerque para perjudicar
nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guíanos por medio de este mismo
arcángel. Envíale que nos conduzca a la presencia de tu excelsa y divina majestad.
Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

128

También podría gustarte