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PROMESAS Y BENEFICIOS
Cuando el profeta Daniel tuvo una visión y quedó como muerto, dice: Pero Miguel,
uno de los príncipes supremos, vino en mi ayuda y yo prevalecí allí sobre los reyes
de Persia (Dan 10, 13). Y uno que parecía un hijo de hombre le habló y le dijo: Yo
te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad. Nadie me ayuda contra
ellos, si no es Miguel, vuestro príncipe (Dan 10, 21).
Hubo una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y
peleó el dragón y sus ángeles y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el
cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada diablo y Satanás
que extravía a toda la redondez de la tierra y fue precipitado a tierra, y sus ángeles
fueron precipitados con él. Y oí una voz en el cielo que decía: Ahora llega la
salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque fue
precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche. Pero ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por
la palabra de su testimonio y menospreciaron su vida hasta morir (Apoc 12, 7-11).
San Miguel arcángel es considerado el patrono especial del pueblo de Israel, como
se dice en Daniel 12, 1. También ha sido nombrado patrono especial de la Iglesia
católica, el nuevo pueblo de Dios del Nuevo Testamento.
Igualmente, es considerado patrono de los jueces y de los que ejercen justicia, pues
se le representa con la balanza en la mano. Además, por ser el capitán de los
ejércitos celestiales en la lucha contra el mal y contra el diablo, es considerado
patrón de los soldados y policías. También lo han escogido para patrono los
paracaidistas y radiólogos y todos los que curan por medio del radium; pero es
especialmente poderoso contra Satanás. Por eso, los exorcistas lo invocan como a
un defensor poderoso.
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DÍA PRIMERO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
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Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
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Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
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Y pues Dios le vence contigo, y tú con la voz de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
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ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
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ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DADA POR SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA
TODOS SUS FIELES Y DEVOTOS.
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
8
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
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Omnipotente y Eterno Dios, te adoramos y bendecimos. En tu maravillosa bondad,
y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, has escogido
al Glorioso Arcángel, San Miguel, como príncipe de tu iglesia.
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San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!
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Los invocamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
12
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
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Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.
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que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
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Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
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DÍA SEGUNDO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
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Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de los Arcángeles, a los cuales encomiendas los negocios de mayor
honra y gloria tuya, utilidad y bien de los hombres, yo te ofrezco los méritos de estos
diligentísimos espíritus y especialmente los de tu fidelísimo Ministro San Miguel, al
que por su grande humildad le comunicaste vuestro divino poder, para que por virtud
de tu Santo Nombre, precipitara al Infierno a Luzbel, aquél ángel del primer coro,
quien no contento con estar adornado de varios dones de naturaleza y gracia, aún
quiso elevarse mucho más diciendo: «Colocaré mi asiento sobre lo más alto del
cielo, seré semejante al Altísimo» (Isaías 14, 14). Pero combatiendo tu fiel Ministro
San Miguel tan orgulloso como altivo pensamiento, lleno del más humilde
reconocimiento a tu Suprema Majestad, levantando la voz dijo: «¿Quién como
Dios?». Voz terrible de trueno, que despidiendo consigo el rayo de la divina Justicia,
en el mismo instante, tanto Lucifer como los demás espíritus rebeldes fueron
lanzados al profundo abismo del Infierno, donde transformados en demonios
horribles, han padecido y padecerán eternamente en castigo de su soberbia. Yo te
suplico, Dios mío, me concedas imitar a tu Santo Arcángel, para no aspirar ni desear
más dones de los que Tú me has comunicado, y emplearlos en tu santo servicio;
con lo demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y bien de las almas.
Amén.
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ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
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Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
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ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
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Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
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II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
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Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
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San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
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Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
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SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
28
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
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V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios
de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios
de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después
de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni
puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino
no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne librarnos
eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
30
DÍA TERCERO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
31
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales obras prodigios propios de tu soberano
poder, yo te ofrezco los méritos de estos prodigiosos espíritus, con los de tu humilde
Arcángel San Miguel, quien entre los varios milagros que ha obrado, el más
admirable fue el que se vio en el monte Gárgano con un pastor, que habiéndole éste
disparado una flecha a un toro que estaba acostado dentro de una cueva,
retrocediendo la saeta con la misma violencia, hirió al pastor, con cuyo suceso
quedaron todos atónitos y ordenándose por el obispo de aquella diócesis, San
Lorenzo Mayorano, un ayuno de tres días, conocieron ser voluntad de Dios se
erigiese allí un templo y altar en honor del Santo Arcángel San Miguel (Juan Croisset
SJ, Año Cristiano, tomo V, día 8 de Mayo). Yo te suplico, Dios y Señor mío, me
concedas por los méritos de tu humilde Arcángel, el verme libre de las saetas, de
las tentaciones y sugestiones del mortal enemigo de nuestras almas; para que,
sirviendo en adelante de templo vivo de tu Divina Majestad y alumbrado con tantas
luces como ejemplos de virtudes, seas glorificado y alabado por todos los hombres
y los Ángeles; con lo demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y bien
de las almas. Amén.
32
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
33
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
34
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
35
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
36
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
37
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
38
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!
39
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
40
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
41
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
42
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
43
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios
de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios
de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después
de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni
puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino
no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne librarnos
eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
44
DÍA CUARTO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
45
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de las Potestades, a quienes has concedido poder especial para
refrenar a los demonios, yo te ofrezco los méritos de tan poderosos espíritus, con
los de tu Arcángel San Miguel, quien después de haber refrenado en el Cielo al
soberbio Lucifer y a sus secuaces, cuando pretendió semejarse a Tí mismo, también
los refrenó en la tierra cuando pretendieron que del cuerpo de Moisés, como obrador
que había sido de tantas maravillas (Juan Croisset SJ, Año Cristiano, tomo IX, día
29 de Septiembre), formara el pueblo de Israel, tan propenso a la idolatría, un ídolo
y lo adorasen como Dios; pero tu Santo Arcángel, como protector del pueblo
israelita, dispuso las cosas de tal manera que nunca llegaron los israelitas a
descubrir el cuerpo de Moisés (Deuteronomio 34, 6; Judas cap. único, 9). Yo te
suplico, Dios y Señor mío, me concedas que este Santo Arcángel, con el poder que
de Ti tiene, refrene mis pasiones y malas inclinaciones, para que no pudiendo formar
de ninguna de ellas ídolo alguno de carne y sangre, soberbia o ambición, a Ti sólo
te ame, te adore y venere como a mi Dios y Señor, para gozar con tus Ángeles en
la gloria que has prometido a los humildes; con lo demás que te pido en esta novena,
a mayor gloria tuya y bien de las almas. Amén.
46
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
47
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
48
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
49
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
50
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
51
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
52
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
54
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
55
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.
56
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.
57
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
58
DÍA QUINTO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
59
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de los Principados, a quienes iluminas por medio de otras superiores
inspiraciones para que ayuden y cuiden de la salud y bien de los hombres, yo te
ofrezco sus méritos y los de tu Arcángel San Miguel, que según se deduce del
capítulo quinto del libro de Josué, apareciéndosele el Santo Arcángel, le ofreció
auxiliarle en la conquista de los cananeos y amorreos, como se le presentó en forma
de héroe armado y con espada en mano, le preguntó Josué: ‘’¿Eres de los nuestros,
o de los enemigos?” “No, respondió el Santo Arcángel, yo soy el príncipe de los
ejércitos de Dios” (Josué 5, 14) Yo te suplico, Dios y Señor mío, me concedas el
auxilio de este Santo Arcángel en todos mis caminos y empresas, para que
conociendo y discerniendo entre el verdadero y falso amigo y entre el ángel de virtud
y el espíritu de las tinieblas, tanto en el camino de la virtud como en la comunicación
precisa con mis prójimos, logre verme libre de cualquier ilusión y engaño: con lo
demás que te pido en esta novena, a mayor gloria tuya y salvación de las almas.
Amén.
60
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
61
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
62
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
63
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
64
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
65
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
66
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!
67
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
68
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
69
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.
70
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.
71
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
72
DÍA SEXTO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
73
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de las Dominaciones que preceden a todos los Ángeles ministros de
tu adorable Providencia, los cuales hacen tu divina Voluntad, yo te ofrezco los
méritos de estos excelentes espíritus y los de tu Arcángel San Miguel, que siendo
Príncipe y jefe de toda la milicia del universo, humillándose al mismo tiempo a
beneficio de los hombres, no ha rehusado dejarse ver de ellos en distintas ocasiones
y lugares, como se apareció sobre una peña llamada ”La tumba del mar” (Hoy Mont
Saint-Michel), en Normandía, donde obrando un suceso memorable muy semejante
al del Monte Gargano, como no se diera crédito por el ordinario diocesano, Auberto
de Avranches, a la aparición del Santo Arcángel en aquel sitio, siendo gravemente
castigado y reconociendo por la pena que San Miguel quería ser allí particularmente
venerado: al fin el obispo sucesor hizo edificar un templo en honor del Santo
Arcángel, donde se efectuaron muchas conversiones (Juan Croisset SJ. Año
cristiano, tomo V, día 8 de mayo). Yo te suplico, Dios y Señor mío, que me concedas
por los méritos de este Supremo Príncipe, me dirija por el camino de la verdadera
humildad, para hacer de mi corazón un altar en que, ofreciéndote diariamente
sacrificios de oración, mortificación y contemplación, tribute también los más
74
rendidos obsequios de gratitud por tu Sacrificio: con lo que he pedido en esta
novena, para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Amén.
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
75
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
76
℣. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.
℟. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
77
ORACIÓN A SAN MIGUEL
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
78
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
79
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
80
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!
81
Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
83
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
84
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
85
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
86
DÍA SÉPTIMO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
87
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
88
Juicio tremendo y nos concedas honrar tu santo Nombre, por los méritos de tu Santo
Arcángel y los demás espíritus bienaventurados, con lo demás que te pedimos en
esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
89
Eres el ministro más fiel, protector del cristianismo,
Que te encargó el Altísimo, que cuides siempre de él:
Y del mundo y de Luzbel, le defiendes con tu voz:
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
90
℣. Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros,
℟. y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
91
ORACIÓN A SAN MIGUEL
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
92
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
93
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
94
San Miguel, vencedor de Satanás y de los poderes rebeldes,
San Miguel, nuestro apoyo en la lucha contra el mal,
San Miguel, príncipe de las milicias celestes,
San Miguel, fiel servidor de Dios,
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
¡Ángeles grandes y Santos, Dios te envía para protegernos y ayudarnos!
Los invocamos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas
¡Vengan en nuestro socorro!
95
Los invocamos, en el nombre todopoderoso de Jesús
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
97
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
98
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
99
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
100
DÍA OCTAVO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
101
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
102
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
103
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
104
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
105
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
106
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
107
Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
108
San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
109
Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
110
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
111
los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por
los aires" (Ef.6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su
imagen y semejanza (Sab. 2, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. 6, 20) de
la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los
combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y
contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el
Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y
Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados
sus ángeles" (Ap. 12,.8-9). He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido
con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos
los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con
el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas
destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre.
Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de
mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la
mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los
vicios e iniquidades. Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus
manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que,
golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo
de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria. La
Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra
los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos
para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que
aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los
hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto
antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta
al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado,
precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Ap.
20). Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada
autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los
fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y
Señor. He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos. Ha vencido el León de
la tribu de Judá, la raíz de David.
112
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y
suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada
siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo
de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos,
te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos
que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las
almas. Amén.
113
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
114
DÍA NOVENO
ACTO DE CONTRICIÓN
Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno,
miserable y delincuente pecador, postrado ante tu divina y adorable presencia, y la
de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo,
y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que te he ofendido un sinnúmero
de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos
castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio
Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo estaría yo
padeciendo, al no haber mediado tu infinita piedad y misericordia, que no ha
permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperas para que
arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Ti mi Dios,
al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es,
Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndote como te pido de todo mi
corazón que me perdones todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos
me arrepiento, los detesto y aborrezco; y te doy mi palabra de no volver a ofenderte.
Perdóname, Señor, pues de verdad me pesa el haberte ofendido y aquí estaré, mi
Dios, postrado ante tu divina Presencia, hasta que compadecido de mí te dignes
concederme por los méritos de la Pasión y muerte de Tu divino Hijo mi Señor
Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de tu
Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con tu amistad y gracia, para
servirte y amarte fielmente hasta el fin de mi vida.
Amén.
115
Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo en mi cuerpo, mente, y espíritu.
(3 veces esta jaculatoria cuando sintáis ataques fuertes del enemigo).
ORACIONES DE PROTECCIÓN
Dios y Señor de los Serafines, los cuales empleados siempre en amarte y cantar
tus alabanzas alternativamente en todo tiempo, diciendo: “Santo, Santo, Santo es
el Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de
vuestra gloria” (Himno Te Deum). “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”.
Cántico solemne y de santa alegría que llena de amor ardientísimo a todos los
bienaventurados, cántico que la Iglesia Católica repite a tu Divina Majestad como
un homenaje de reconocimiento y adoración por todos los beneficios que
diariamente dispensas a todos los hombres. Yo te suplico, Dios y Señor mío, por los
méritos de tu fidelísimo Arcángel San Miguel nos concedas su asistencia con tu
divina gracia, para guardar y cumplir tus santos mandamientos, para amarte sobre
todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos y logrando amarte con
ferviente amor en esta vida,, consigamos alabarte después de nuestra muerte, en
compañía de los Santos Ángeles repitiendo con gozo: “Santo, Santo, Santo es el
Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de Tu
gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”. Amén.
116
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los
Ángeles y de los hombres, a tus sagrados pies se postra también este tan
abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco
llegar a ver el rostro de tu divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el tuyo, ¡oh
Emperatriz de los cielos y tierra! Acuérdate que eres el refugio de los pecadores, la
esperanza de los que en Ti confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer
una buena confesión de todos los pecados: haz, Señora, que tanto en mí como en
mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de tu Hijo
Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia te la pido, por los dolores de tu corazón, y
por los merecimientos de tu fiel siervo el Príncipe San Miguel. También te
suplicamos que mires se conserve la paz entre todos los cristianos, para la
exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera
penitencia, que protejas al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos
los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella te elogia diciendo «Regocíjate, Virgen
María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero»,
extermínalas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitas que ninguna de ellas,
ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando
vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo
profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la
ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía tuya y de todos los
santos. Amén.
Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y
los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las
necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los católicos.
117
Eres celoso defensor, de la Iglesia fiel custodio,
Defendiéndola del odio, del demonio engañador,
Y pues todo ese valor, debes al nombre de Dios.
Tu voz seguimos, Miguel, diciendo «¿Quién como Dios?». ¡Nadie como Dios!
118
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los
hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos
aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe
supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo,
celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa
y herejía, el sustento más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para
presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevas en tus manos la
Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios, Ángel enviado de Dios para
significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero
perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel y Rafael, lumbreras que contigo arden
continuamente ante el trono de Dios; yo te suplico humildemente seas nuestro
intercesor para que tus devotos que te tributamos este humilde culto, consigamos
por tu poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que te pedimos en
esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras
almas. Amén.
¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por
la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de
San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los
Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote
la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A ti, San Miguel Arcángel, tú que intercedes por tu pueblo que está confundido por
las trampas del maligno, hoy quiero acogerme, al poder que Dios te ha entregado
porque tu llevas mis súplicas al coro celestial de Serafines, Querubines y del
119
Sagrado Coro de Tronos, al coro de Dominaciones y las admirables Virtudes
celestiales, al coro de las Potestades. El coro celestial de los Principados de
Arcángeles y el coro celestial de todos los Ángeles, se dignen presentar mi oración
al Dios altísimo (coloca aquí tus necesidades).
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios
Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros
corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
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II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y
seguir el camino de la Perfección Cristiana. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios
Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de
humildad. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar
nuestras pasiones. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios
Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. (1 Padre
Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que
Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de
obediencia. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que
Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en
las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. (1 Padre Nuestro y 3
Avemarías). Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios
Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida
mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. (1 Padre Nuestro y 3 Avemarías). Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh Glorioso Príncipe San Miguel!, jefe principal de la milicia celestial, guardián
fidelísimo de las almas, vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel servidor en el
palacio del rey divino, eres nuestro admirable guía y conductor.
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Tú brillas con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti. Asístenos con tu afable protección para que
seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
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San Miguel, ángel de la paz,
San Miguel, guardián del Paraíso,
San Miguel, soporte del pueblo de Dios,
San Miguel, guardián y patrono de la iglesia,
San Miguel, intercesor de los moribundos,
San Miguel, que velas por las almas del purgatorio,
San Miguel, bienhechor de los pueblos que te honran,
San Miguel, que salvas del peligro,
San Miguel, que introduces las almas en la luz eterna,
Oremos: Señor, que la poderosa intercesión de tu Arcángel San Miguel nos proteja
siempre y en todas partes, nos libere de todo mal y nos conduzca a la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de invocar a los Santos
Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante
de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad! Que todos los Ángeles y los hombres
que has creado te adoren, te amen y te sirvan, ¡Dios Santo, Dios Fuerte, Dios
Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa
en tu oración, ¡recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores,
y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y
auxilio! AMEN.
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Los invocamos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
Los invocamos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres
¡Vengan en nuestro socorro!
124
Ángeles de la vida
¡Vengan en nuestro socorro!
Ángeles de la caridad
¡Vengan en nuestro socorro!
125
SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
126
V. El Señor esté con ustedes. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu.
127
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles,
Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los
Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de
dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay
otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible
y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa
Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder, lazo,
mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oración
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