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¿Se ha perdido la importancia de la moralidad humana como lugar desde el


cual juzgar nuestras acciones?
La conciencia moral es la capacidad para sentir juzgar argumentar y actuar
conforme a valores morales de modo coherente y autónomo, la conciencia moral
juzga las acciones basadas en las normas morales. González, L.J. (1996) afirma.
Entendemos por actividad moral el conjunto de operaciones psíquicas que
valoran nuestra conducta a la luz de algún canon de perfeccionamiento
humano. Cuando hablamos, por tanto, de vida moral, nos referimos a esa
faceta de nuestra vida que consiste en juzgar sobre la rectitud de nuestra
conducta. (p.111).
Hoy en día nos encontramos con grupos de personas que juzgan informalmente al
prójimo en base a sus principios éticos y realizan acciones que usualmente van en
contra de la ley y en una sociedad verdaderamente democrática, el valor más
importante, debe ser el respeto a la ley.
En la actualidad la moralidad en nuestra sociedad se encuentra en una fuerte
crisis, el hombre de hoy contempla en su conciencia un gran vacío de valores esto
se debe a cambios de las sociedades que a partir de las dificultades e intereses
del momento que se vive, produce un cambio en los patrones sociales, de
creencias en las personas y por esto produce un cambio en las conductas, a la
desintegración y conflictos familiares, la situación económica, la deserción escolar,
entre otras.
El hombre ya no juzga sus acciones basados en sus valores morales si no en su
propio criterio del interés propio,
Buena parte del discurso moral que oímos en los círculos de la dirigencia
política y empresarial obedece a criterios de puro interés en el
mantenimiento y la estabilidad del poder. Así, por ejemplo, cuando los
políticos acuden a la moral o a la ética (con temas como: "moralizar las
instituciones"; "tribunal o comité de ética", "la moral del funcionario o
empleado público", etc.), lo que pretenden por lo general es evitar los
escándalos y la corrupción descarada de algunos ante la opinión pública;
pero no. propiamente instalar la honestidad en la actividad pública. De un
modo similar, la preocupación de los empresarios por la moral, al interior de
la empresa, suele responder al deseo de mejorar la competitividad en el
mercado y, en últimas, la rentabilidad. (González, L.J. 1996, p.112).

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