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Universidad de San Buenaventura

Licenciatura en Filosofía
Seminario Filosófico I – Racionalidad, Justificación y creencia religiosa
Fabián Mauricio Sabogal Sabogal - Ponencia

¿No podemos creer en Dios?


(Introducción)

(Desarrollo)
Creer es una facultad sagrada que nos lleva a actuar de determinada forma. Al ser acción, es
publica, y al ser publica pertenece a toda la humanidad. Por eso William Clifford en su texto "La
ética de la creencia" (1887), de cierta manera se centra en la honestidad en la creencia. Es una
terrible responsabilidad ayudar a formar el mundo. Las creencias de hoy, por insignificante que
parezcan modifican al mundo mañana, por ende, debe ser en lo posible razonable y confiable.
Por eso la tajante tesis de Clifford: “creer algo basándose en una evidencia insuficiente es malo
siempre, en cualquier lugar y para todo el mundo” [CITATION Wil87 \p 102 \l 9226 ]. Podemos
intuir en Clifford, la creencia bajo tres aspectos.

1) La evidencia
Inicia Clifford exponiendo dos parábolas para argumentar que es necesaria la evidencia para la
recta creencia. La primera habla de un armador que estaba dispuesto a enviar al mar un barco con
emigrantes, aunque sabía que el barco estaba en mal estado. Con sus dudas decide confiar en la
Providencia y zarpar, pues hasta el momento, aunque el barco le fallaba, nunca había tenido
incidentes. El barco finalmente se hunde y el dueño recibe el dinero del seguro y no hace ningún
comentario. La segunda trata de unos agitadores que intentaron en su comunidad, acusar un
grupo de personas que, según ellos estaban violando las leyes. Finaliza mostrando a los acusados
como inocentes, por las pocas pruebas presentadas por los agitadores.

En ambos casos se ve la falta de honestidad, tanto en el armador como en los agitadores. El


armador "no tenía derecho a creer basándose en esa evidencia tal como se le presentaba. Había
adquirido esa creencia, no alcanzando la honestamente con una paciente investigación, sino
aclarando sus dudas" [CITATION Wil87 \p 92 \l 9226 ]. Igualmente, los agitadores no debían
haber hecho un ataque público contra la reputación de estas personas hasta haber comprobado la
supuesta “violación de la ley” con razonables y verdaderas evidencias. Entonces, la ética de la
creencia para Clifford, no es si la creencia es falsa o verdadera, sino, si el creyente tiene derecho
a creer de acuerdo con tales evidencias.

Esta facultad de creer es profanada cuando nunca se pone en tela de juicio la creencia, sino que
se entrega al eso que de pronto no es verdadero. Afirma Clifford que es mayor la felicidad, la
seguridad y la sensación de poder cuando nuestra creencia es verdadera y ha sido alcanzada
limpiamente a través de la rigurosa investigación. De lo contrario es frustrante y pecaminoso el
1
“placer” obtenido por una creencia con insuficiente evidencia, sería como la peste de la cual
debemos huir antes de que nos tome el ser (cf. Clifford, 1887, p. 98-100).
El peligro mayor sería no simplemente el hecho de creer algo con poca evidencia, sino el de
perder la capacidad de la duda imparcial, de volverse un crédulo. Así lo sentencia Clifford: “el
hombre crédulo es padre del mentiroso y del estafador” [CITATION Wil87 \p 102 \l 9226 ].
En resumen: es un error creer teniendo como base poca evidencia. No se puede caer en la
credulidad cómodamente, sin antes haber investigado lo suficiente.

2) Principio de autoridad
Cualquier persona puede afirmar lo que quiera, sin saber si es verdad o falso; en este caso al
merntir es moralmente culpable y al mismo tiempo ignorante. Por esta razón Clifford advirte en
solo en qué casos merece servir como base de un creencia el testimonio de una persona. Cuando
es un argumento con veracidad, es decir, cuando comunica la verdad hasta donde la sabe; cuando
conoce el tema que trata y cuando ha hecho un juicio limpio con esas oportunidades, para llegar
a la afirmación (cf. Clifford, 1887, p. 106-107).

Un mahometano que presente el testimonio de Mahoma1 como verdadero, podría ser interpelado
con los siguientes interrogantes: ¿Cómo (el Profeta), podía saber que la forma que a él le perecía
que ere el arcángel Gabriel no era una alucinación 2, que sus aparente visita al Paraíso no era un
sueño? ¿Cómo podía sacer que esta firme convicción no era un error? “El hecho de los que los
creyentes hayan encontrado alegría y paz al creer nos autoriza a decir que la doctrina es
confortadora, agradable para el espíritu; pero no nos autoriza a decir que es verdadera”
[CITATION Wil87 \p 112 \l 9226 ]. Podemos creer en sus preceptos morales porque son
llevados a la práctica, pero no en su inspiración divina. Esta creencia no se puede alcanzar sin
perder la condición de humano.
En cambio, un químico tiene la autoridad para trasmitir creencias, siempre y cuando sean
razonables y de su ámbito. “Su formación profesional tiende a incentivar la veracidad y la
búsqueda honesta de la verdad” [CITATION Wil87 \p 116 \l 9226 ]. De esta manera se tiene una
base razonable para creer esa verdad, se convierte en creencia pública. Sin embrago, cuando el
químico hace suposiciones que podríamos pensar como irracionales, no se debe creer en su
autoridad.
Clifford pone un segundo ejemplo para la mejor comprensión del principio de autoridad. Se trata
de un de un ballenero que nos dice “el hielo tiene unos cien metros de grosor en todo el largo del
camino hasta el Polo”, esta afirmación no debemos creerla, pues, aunque sea posible
comprobarla, es obvio que no puede ser comprobada por él, con los medios y aparatos que tenía
(cf. Clifford, 1887, p. 118-119).

1
Profeta llamado por Dios, que decide irse al desierto a vivir en oración y ayuno. Allí recibe revelaciones divinas
por medio del arcángel Gabriel y se le permite entrar en el Paraíso.
2
La soledad y la falta de alimentación producen trastornos mentales

2
En resumen: Podemos creer la afirmación de otra persona cuando sabemos que sabe de qué está
hablando y que está diciendo la verdad según la conoce. “Todo el que ha aceptado la afirmación
de alguien, sin comprobar la y verificarla por sí mismo, está fuera de bolos: su palabra no vale
nada” [CITATION Wil87 \p 121 \l 9226 ].

3) Principio de experiencia

Las creencias cuando se contemplan como guía de nuestras acciones van más allá de nuestra
experiencia. Clifford pone el siguiente ejemplo: un niño que se ha quemado, tiene miedo a que el
fuego lo queme hoy como lo quemo ayer. Este recuerdo es digno de confianza, aun sabiendo que
los recuerdos pueden estar equivocados (cf. Clifford, 1887, p. 128). Si se utilizan como guía de
acción, será consciente que la quemadura realmente ocurrió ayer. Por consiguiente, "[p]odemos
ir más allá de la experiencia suponiendo que lo que no sabemos es semejante a lo que sabemos"
[CITATION Wil87 \p 129 \l 9226 ], significa que podemos incrementar la experiencia
suponiendo que hay uniformidad en la naturaleza.
Un segundo ejemplo: creemos la veracidad histórica de los manuscritos que describen a
Tucídides como coétano y comprendemos que las personas no falsifican historias por ningún
motivo, por ende, estamos suponiendo que las personas del pasado eran como las actuales, esto
significa que aumentamos nuestra experiencia con la suposición de la uniformidad en el carácter
de los seres humanos (cf. Clifford, 1887, p. 131-132). Pero cuando sabemos que no son
confiables los documentos históricos, son puras conjeturas.

Si nuestra experiencia no acepta la uniformidad, no se debe inferir nada, no se puede ir mas allá
de la propia experiencia. Clifford plantea esta pregunta: ¿estamos obligados a creer entonces que
la naturaleza es uniforme absoluta y universalmente?, a lo que seguidamente responde: no, no
tenemos derecho a creer nada de este estilo, con esto sólo podemos elaborar hipótesis que dan
lugar a más preguntas. (cf. Clifford, 1887, pp. 133-134).

En resumen: podemos creer lo que va más allá de nuestra creencia sólo cuando se infiere de la
misma.

Segunda parte

3
Presento mi parecer ante los argumentos de William Clifford. Supongo como verdad, el saber
que la creencia, al ser una obligación con la humanidad debe ser verdadera y honesta. El mundo
está saturado de mentiras y sobran personas mediocres que aturden al pueblo con falsedades.
Desde este punto estoy de acuerdo con Clifford, las afirmaciones necesitan ser discernidas y
reflexionadas personalmente para ser creídas. Sin embargo, señalare algunas diferencias con el
autor:

1. Creo, deberíamos organizar las creencias según su importancia o trascendencia,


advirtiendo que las menos transcendentes son las más fáciles de demostrar, mientras que
las que comprometen la vida, las transcendentales necesitan de la fe. Pongo un ejemplo,
es fácil creer que el color del techo del salón es blanco, así sea daltónico es más fácil
llegar a esta verdad, que verificar una creencia religiosa. Partiendo de este pensar, obtaria
por el pensamieto de santo Tomas de Aquino Fe-Razon

2. Como es posible que el texto, que trabaja la ética en la creencia, no permita a la persona
en creer lo que desee. Al no haber evidencia suficiente (para algunos) sobre la existencia
de Dios, del Creador del universo, ¿estoy forzado a no creer en su
existencia?.......................

Desde el punto de vista cristiano, se necesita la evidencia –que podríamos llamarla en este caso
la razón- para creer en Jesús y fe para creen en lo que el enseña.
,…………………..

Me falta agregar y arreglar las criticas

En conclusión, la propuesta está bien planteada. Sin embargo, te invito a que tengas en cuenta
algunas de las correcciones que traté de hacerte.
Ahora bien, el muy respetado profesor Ángel Rivera tiene una manera específica de llevar sus
seminarios, como te habrás dado cuenta; a él le interesa mucho tu punto de vista con argumentos
bien justificados, nada de DOXA. Por lo tanto, trata de mirar de qué manera puedes motivar a la
discusión en el Seminario, otro recurso clave de un buen ponente.
Ojo también con la ortografía y la coherencia en la redacción.
Espero que te haya servido en algo mis humildes aportes.

Saludo fraterno.

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