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Knm acorraladas

Acorraladas

Primero

Miró de reojo a la angelical rubia, esta se encontraba sentada a su lado con


lágrimas amenazando con salir de sus hermosos ojos amatistas, podía sentir
como respiraba nerviosa, esperando escuchar las palabras que las llevaría al
total infierno. Se sentía tan miserable, tan poca cosa por arrastra al amor
de su vida a una vida que no merecía, pero peor era la impotencia de no poder
acercarse a ella, abrazarla y consolarla como en tiempos anteriores lo había
hecho.

-La condenada para cada una será de 15 años en la cárcel de máxima


seguridad de Abashiri- continuó el hombre doblando la hoja previamente
entregada –policías pueden proceder a trasladar a las jóvenes.

Los policías se acercaron pero dieron un momento a las chicas para poder
asimilar la catastrófica noticia.

-Te sacaré de aquí Chikane, no importa lo que tenga que hacer- decía una
joven afligida quien cumplió el trabajo de abogada defensora –solo dame algo
de tiempo y estarás libre.

-Primero encárgate de sacar a Himeko, ella no merece esto, ahora


discúlpame mi nuevo hogar me espera– se incorporó facilitándole el trabajo a
los policías. La rubia ya se había puesto de pie y era encaminada a la salida,
donde un camión las esperaba para llevarlas a un nuevo destino.
La joven de cabello azulado antes de cruzar las puertas desvió su rostro
buscando entre los espectadores la mirada de su padre, la encontró, nunca
había visto tanta decepción y dolor en su progenitor, quiso gritarle rogándole
por el perdón, pero el simplemente le dio la espalda, no quería presenciar el
momento en el cual su única hija le era arrebatada de su lado.

Al salir de la sala sintió como los flashes de las cámaras la segaron


momentáneamente, se escuchaban gritos, insultos, palabras de apoyo,
silbidos, murmullos, la gente se mataba por tener la mejor foto, los
periodistas atosigaban con miles de preguntas que jamás tuvieron
respuestas, era la noticia bomba del año y la expresión “pasar desapercibida”
no era existente para los paparazis y faranduleros. Los hombres armados
luchaban contra la multitud buscando crear un sendero para movilizar a las
condenadas velando por su seguridad.

Caminaron por unos pasillos hasta llegar al medio de transporte, subieron por
la parte de atrás acompañadas por dos policías totalmente armados, tomaron
asiento una frente a la otra, logrando que el amatista y azul intenso se
conectaran por primera vez en el día.

-Te protegeré Himeko como siempre lo he hecho- afirmó en un susurro


buscando inútilmente que lo dos hombres que las escoltaban no escucharan.

La rubia no dijo nada, solo se acomodó esperando encontrar algo de paz en


medio del oscuro panorama que se le presentaba en frente.

El camión emprendió su camino. Durante el recorrido ambas jóvenes


mantenían los ojos cerrados, ya no lloraban, solo recapacitaban, soñaban y
deseaban devolver el tiempo, como si con ello pudieran enmendar los errores
cometidos.

Chikane en medio de su meditación sintió el cuerpo de alguien tomando lugar


a su lado, abrió los ojos expectante al sentir el calor de Himeko en su
hombro, busco afianzar el contacto sin importarle la falta de privacidad.

-Si Chikane-chan está conmigo, hasta el mismísimo infierno será un paraíso.


-Nunca me separe de ti y te prometo que esto será solo una piedra en el
camino las dos saldremos en unos cuantos días, debemos tener paciencia.

-Te amo- la rubia ladeo la cabeza y le dio un beso en la mejilla- no importa


cómo, cuando, ni donde, solo sé que te amo.

Después de casi 90 minutos de recorrido por fin llegaron a su destino,


bajaron del camión y pudieron presenciar la fachada de lo que sería su hogar
de paso. Escoltadas por los policías se adentraron a la zona, fueron llevadas
a un cuarto en el cual a cada una les asignaron las debidas vestimentas y
objetos de aseo personal, no sin antes, someterlas a una exhaustiva revisión
de cada parte del cuerpo para cerciorarse que no tuvieran objetos extraños.

Al salir de aquella habitación pasaron por los pasillos principales, eran cerca
de las 6:00 pm y todas las presas se encontraban en sus respectivas celdas.
Se alertaron al ver la presencia de carne fresca como solían llamar a las
novatas. Gritos obscenos era lo que escuchaban al atravesar la estancia,
gritos que angustiaban aun más el herido corazón de la rubia que de por si
mas lastimado e indefenso no podía estar.

-Suerte que les tocó la misma celda- comentó una de las guardias que las
guiaba.

-Traten de no meterse con nadie y mantenerse al margen de las cosas-


agregó la otra uniformada que iba detrás de ellas –y por favor señorita
Himemiya no demuestre quién es usted, aquí las niñas ricas no son
bienvenidas, y no queremos tener que ser sus guardaespaldas, bastante
problemas tenemos cada vez que ingresa una nueva e imagínese la magnitud
si se enteran de su situación.

Las jóvenes se mantenían en silencio escuchando a las guardias de turno,


entre otras cosas, a Chikane le hervía la sangre escuchando como las
criminales lanzaban comentarios inapropiados para Himeko. Tomó la mano de
la rubia en un intento por demostrar que le pertenecía, siempre fue celosa y
posesiva, siendo el imponente porte de la gran y poderosa Himemiya su carta
bajo la manga, nunca le gusto armarse de su condición social para alejar a los
indeseados, pero a veces se veía en la obligación de hacerlo. Comprendió que
en este lugar no podía jactarse de su poderío, convirtiéndola en un peón más
de un juego de ajedrez.

Por fin llegaron. Himeko asustadiza entro apresurada buscando la aparente


seguridad de esas cuatro paredes, Chikane de inmediato la siguió y juntas se
sentaron en la primer cama del camarote.

-No pueden estar encerradas aquí siempre – advirtió la guardiana,


asegurando la reja –aquí hay reglas que cumplir y el encuentro con las otras
presas es inminente- terminó y salió con su otra compañera.

-Yo dormiré abajo- aseguró la ojiazul restándole importancia a los


comentarios.

-Y yo lo haré contigo.

-Por mi no hay problema me encanta sentir tu calor.

Se prepararon para el descanso, tomaron lugar en la estrecha cama nada


comparable al lecho al cual estaban acostumbradas, Chikane por poseer los
lujos propios de un Himemiya e Himeko por ser su pareja.

Lejos de preocuparse por banalidades la joven de mirada azulada sentía


miedo, no quería que llegara el nuevo día que revelaría el oscuro mundo de
una cárcel, sabía que era una presa fácil y por primera vez en su vida temió
no poder proteger a Himeko.

-Tengo miedo- se escuchó el susurro rompiendo el silencio.

-Chikane-chan no me digas eso- se abrazó mas a ella –si tu temes, entonces


imagina como me estoy sintiendo yo.

-Esto no hace las cosas diferentes, te protegeré con mi propia vida si es


necesario.

-Pues espero que no lo sea.

Su corazón dio un vuelco, ¿donde había quedado la seguridad infundada a


través de los años por su padre?, intentó respirar de manera normal
tratando de relajarse, eso provocó que el nudo en su garganta acrecentara,
ahogándola, quemándola, cegándola, dejándola expuesta y dolorosamente
indefensa, “cálmate, no hagas esto delante de Himeko” pensaba, pero su
cuerpo no obedecía el mandato de su mente, la respiración se hizo más
rápida, no quería mostrarse débil, las palabras anteriormente expresadas
habían calado hondo en su pareja creándole aun más incertidumbre. Cerró los
ojos, aguantó la respiración, apretó sus puños con fuerza desmedida, y
espero... espero el alivio, un alivio que jamás llegó, un alivio que se burló de
ella y la traicionó, abandonándola, dejando que el torrente de sentimientos
saliera sin control alguno.

Los sollozos no se hicieron esperar, la rubia al percatarse de esto soltó un


poco el agarre para fijar su vista en algo que nunca antes había presenciado,
su Chikane-chan llorando desconsoladamente.

Himeko intentó liberar aquella angustia con un abrazo protector, su garganta


se cerró también y pequeñas lágrimas emergieron por su ojos violetas, dolía,
dolía bastante verla tan herida, tan frágil e indefensa entre sus brazos. Un
agudo dolor recorrió su pecho lentamente asegurándose de dejar marca a su
paso.

Que infame y egoísta se sintió en aquel momento, ella huía y se resguardaba


de sus temores dejando a Chikane sola y a la deriva, siempre esperando ser
protegida, sin pensar en la humanidad de su compañera. Con una nueva
inhalación de aire después de controlar sus silenciosas lágrimas se calmó,
tomó una radical decisión, de ahora en adelante dejaría de ser una carga
para Chikane, ya no sería su sombra sino su compañera de batalla.

-Estoy contigo, y saldremos juntas adelante, cubriremos mutuamente


nuestras espaldas.

-Himeko yo...

-Sshhh...- la calló con un dulce beso –ahora duerme yo velaré tus sueños esta
noche mi princesa.
CONTINUARA...

Acorraladas

Segundo

Cuanto odiaba tener que escabullirse diariamente de la luz solar para seguir
pereceando un rato mas, hoy era la excepción, la oscuridad abarcaba cada
rincón, el olor que despedían las húmedas paredes era insoportable, y el frio
calaba los huesos. La rubia no despertó porque así lo quisiera, solo que desde
la noche anterior su cuerpo no se amoldaba al colchón de piedra que la
soportaba, sumándole el hecho de que Chikane se quedo dormida casi encima
suyo después de llorar bastante tiempo.
Trato de incorporarse, asumió que era de madrugada justificando su idea
por la penumbra. Como extrañaba su hogar, las comodidades y beneficios que
siempre tuvo junto a su pareja, no es que fuera interesada, pero no podía
negar que Chikane se desvivía por atenderla y siempre le daba lo mejor de lo
mejor. ¿Cuándo cambio este país de maravillas?

Decidió quedarse un rato más en esa posición, era imposible levantarse sin
que su amada lo sintiera. Cerró sus ojos de nuevo buscando dormir, no valía la
pena torturarse más con esos cálidos recuerdos.

0o0o0o0

Las horas pasaban como siempre lo hacen, sin contemplación. Para aquellos
que esperan algo con ansias el tiempo se vuelve lento, pero para quienes no
quieren que el mañana llegue, una hora puede parecer solo un segundo, de eso
estaba segura Chikane que llevaba bastante tiempo despierta, se mantenía
sentada al borde de la cama observando a Himeko recostada, tan sublime y
deslumbrante... tan hermosamente angelical aun durmiendo. Como amaba a
esa mujer, la culpable de su felicidad, la cómplice en sus desdichas, el motivo
de vivir y morir si fuese necesario.

Retiró un par de mechones que le impedían ver con claridad la expresión de


calma en medio de la tormenta, sonrió al tiempo que soltaba el aire
pesadamente, dirigió su mirada al techo y se dispuso a meditar, se sentía
libre de hacerlo, al menos crear un mundo de sueños e ilusiones efímeras,
una vida sin errores y felicidad falsa, nadie podía arrebatarle esa pequeña
porción de universo inventado por su imaginación, era lo único que aun sentía
le pertenecía, -mis pensamientos- susurró a la soledad, sonrió con melancolía
al darse cuenta de la mentira. Su cabeza comenzó a doler, ya recordaba
porque nunca le gustó llorar, este hecho no solo la dejaba vulnerable ante los
demás, sino también la hacía sentir como si hubiera tenido una noche de
parranda, padeciendo ahora de una incómoda resaca... como deseaba que en
realidad hubiese sido una noche de parranda.

Se percató que llevaba bastante tiempo allí sentada, era difícil saberlo con
la oscuridad de por medio, quien podría adivinar siquiera la hora cuando la luz
del sol no entraba en aquel recoveco. Le dio un vistazo con brevedad a la
celda, era difícil detallarla con la poca luz existente, que lugar tan pequeño,
húmedo y asfixiante, ¿cómo podría aguantar en tan reducido espacio?, 15
años era toda una vida para tomarle cariño.

-A despertar todas- escuchó el gritó acompañado del rugir de las rejas


siendo golpeadas con un palo.
La guardia de turno se asomaba por cada una de las celdas azotando su
bolillo, asegurándose que el sueño presente de cualquiera se fuera a los pies.

-Todas listas en las duchas en 10 minutos- seguía gritando.

-Himeko amor, despierta.

-Chikane-chan, un poco mas- se volteó dándole la espalda y arropándose


entera con la sabana.

-Princesa la guardia ya nos está llamando.

La rubia al escuchar la palabra guardia despertó de inmediato, que fea


expresión estando en este lugar, mas allá de protección representan miedo,
miedo a no obedecer, a revelarse, a darse a respetar, ¿cuales serian las
consecuencias si no llegaran a acatar las ordenes?, no quería averiguarlo,
pero aun le atemorizaba salir y exponerse en esa jungla, ”todas estaremos
desnudas en el baño”, pensó al notar como Chikane tomaba los elementos de
aseo personal, y se paraba junto a la puerta esperando que la susodicha se
asomara y las alertara a punta de gritos.

-No temas ya te dije que te protegeré- aseguro con un tono voz serio que
nunca había utilizado para dirigirse a Himeko –te prometo que nunca más me
veras débil, discúlpame por el espectáculo de anoche.

Se levantó de la cama y arregló un poco su cabello, se mantuvo atrás con las


manos adelante y mirando el suelo, intentaba ser madura y afrontar esto con
la cabeza en alto, pero era tan difícil cuando su amada se comportaba tan
fría y sobre protectora, simplemente con ella a su lado no podía dejar de ser
una niña temerosa.

La guardia llegó a la celda después de unos minutos de silencio, levantó una


ceja, e inspeccionó a Chikane quien se mantenía erguida y con una mirada
congelante.

-Mis compañeras me hablaron de las nuevas que llegaron, espero Himemiya-


san que al menos haya buscado un sobre nombre, créame que ese porte de
mujer de hielo no le servirá de nada aquí adentro.

La joven bajo la cabeza, se sintió decepcionada una vez más, podía escuchar
la respiración de Himeko acelerada, casi podía adivinar cuál era la postura
que debía tener la rubia en este instante. Respiro hondo y cerró los ojos, ¿de
verdad podía cuidar a Himeko y cuidarse a sí misma en un sitio como este?, lo
dudó, ella no era superwoman ni tenía poderes especiales para lograrlo, su
posición social aquí no valía nada, contrario a esto si se enteraban que era
una niña rica podría causarle problemas. Pensó detenidamente como utilizar
esto a su favor, una idea vino a su mente en cuestión de segundos, aun tenía
un haz bajo la manga... dinero.

Se agarró fuertemente a los barrotes, acercó su rostro al de la uniformada,


y en un tono bajo y con seguridad fingida habló.
-¿Cuanto por nuestra seguridad?

La mujer sonrió, que buena oportunidad para un aumento de sueldo y más en


estos momentos de crisis económica.

-Veo que Himemiya-san es una mujer de negocios, aunque de muy poco


orgullo.

-Aquí el orgullo no vale nada.

-Eso quiere decir que puedo hacerme la difícil- sonrió.

-¿Acaso pretende que le ruegue?

-Vera Himemiya-san- respiro hondo y se apoyo en la reja –que una persona


tan importante como usted me pida un favor de manera tan... - meditó un
momento – ¿cómo decirlo?... humillada es la palabra correcta, es algo que no
se ve todos los días.

Chikane la miró con rencor, ¿quien se creía esa maldita asalariada para
hablarle de esa manera? Ella no estaba pidiendo un favor, iba a pagar por
ello.

-¿Cuánto?

-Tal vez si se arrodilla un poco, veremos...

-¿Cuánto?- inquirió más que enojada.

-Calmase un poco Himemiya...

-Maldita sea cuanto.

Perdió una vez más el control, aun sin levantar la voz dejo salir la frustración
acumulada al sentirse incapaz, sus manos tomaron vida propia y en una acto
de instinto más que razonamiento, tomó del cuello de la camisa de la mujer
azotándola contra la reja.
Silencio... silencio al darse cuenta de sus actos, solo una animal actúa por
instinto sin pensar en las consecuencias, se dejó llevar por la ira justificada,
y ahora sus manos temblorosas soltaban suavemente el agarre de la
estrujada camisa, que falta de amor propio al comportarse como una bestia,
que pensaría Himeko al verla en ese estado. Por segunda vez en el día agacho
la cabeza, agradeció que su celda fuera la última dejándolas apartadas de las
odiosas miradas de las demás presas, su cuerpo temblando se tensaba cada
vez más, los espasmos impedían la irrigación de sangre al cerebro
acrecentando el dolor de cabeza que tenía en un principio. Escuchó unas
suplicas, ¿acaso Himeko intercedía por ella?, no podía permitirlo, le prometió
protegerla, y al no quedarle orgullo al menos no podía faltar a su palabra. Su
cuerpo fue cayendo, lenta y dolorosamente, las rodillas impactaron en el
suelo, la mirada se clavó en el piso, los hombros gachos, que imagen tan
patética.

Himeko se sorprendió, hubiese preferido mil veces ser ella quien se postrara
con tal de impedir aquella injusticia, le dolía ver al amor de su vida en esa
posición tan humillante, y todo por su maldita dependencia. Cesó su suplica a
la guardia que sin esperar sonrió satisfecha, guardó el bolillo que tenia listo
para castigar a quien en un acto de indisciplina oso tocarla.

-Por favor... ¿cuánto por protegernos?- suplicó tumbada en el helado suelo.

-10.000 yens semanales.

-Hecho.

-Debe saber que mi turno termina a la 8:00 am, de allí en adelante no es


asunto mío lo que les pase.

-¿No cree que es un precio muy alto para tan poco tiempo?- esta vez fue la
rubia quien se armó de valor para interrogar.

-Si lo piensan bien, el lugar más crítico en esta cárcel son las duchas,
créanme que allí han ocurrido cosas muy crueles con las novatas, y a menos
que quieran ser violadas este es un precio justo.

-¿Cuáles son las garantías?


-Himemiya-san, les prometo duchas aparte y retiradas de las demás presas
además mandare alguien para que este escoltándolas.

-Bien, sabe que no tengo el dinero ahora- se puso de pie –pero apenas mi
abogada venga se lo solicitare.

-No tengo prisa, sé que es una mujer de palabra, además no tiene donde huir.

-Chikane-chan- la rubia se acercó a su pareja –me parece que se está


aprovechando de la situación, 10.000 yens es demasiado dinero.

-Kurusugawa-san, aquí ningún precio es alto.

-Pero...

-Basta Himeko, ya está decidido.

La rubia dio unos pasos atrás, Chikane nunca le había hablado con tal rudeza,
se sintió como un diminuto estorbo a quien se le impedía tomar la iniciativa,
fue una ilusa por pensar en ser su compañera de batalla cuando ni siquiera
era escuchada, prefirió mantener la distancia y guardar silencio, que
horripilante era sentirse encerrada físicamente y ahora hasta sus palabras
eran cautivas.

-¿Ahora qué hacemos?- interrogó la ojiazul a la guardia.

-Por hoy tendrán que seguir el conducto regular, debo prepara todo para que
mañana puedan tomar un baño tranquilas, pero no se preocupen, yo estaré en
las duchas asegurándome que nada malo pase

0o0o0o0

-¿Amor estas enojada?- le cuestionó al oído mientras se dirigían a las duchas


La rubia no respondió, siguió en su trabajo de ignorarla olímpicamente, no
era el momento de estar enojada con Chikane, era su única compañía y apoyo
incondicional, pero debía hacerle entender que lo que ella pensara también
tenía importancia, un simple “¿Amor estas enojada?”, con ojitos de
borreguito ahorcado, no la harían cambiar de opinión, ahora que lo recordaba
adoraba a Chikane cuando hacia esa carita, se veía tan adorable.

Llegaron a una sala grande con numerosos cubículos, no podía calcular


exactamente cuántos pero al menos podía notar que todo se encontraba
higiénico, era alérgica a los baños públicos y más cuando estaban en
deplorables condiciones, sabe Dios de donde saco esa obsesión por la
limpieza, pero agradecía a todos los cielos que su angelical rubia compartiera
ese gusto.

Himeko sintió las curiosas miradas, unas cargadas de lascivia y otras


simplemente de burla, trago saliva lentamente como si fuera una espesa miel
que se queda apelmazada en la garganta, le aterraba mostrar su desnudez
sintiéndose el centro de atención. Miró a Chikane de reojo, esta se veía
incomoda y podía jurar enojada, notó como apretaba su mandíbula y sus ojos
aunque impávidos irradiaban un aura de odio... estaba celosa, eso era más que
obvio para Himeko que la conocía mejor que la palma de su mano. La
posesividad hacia ella era lo que más amaba de Chikane, nunca se excedía ni
la hacía sentir como un valioso objeto, la cuidaba como una muñequita de
porcelana y la adoraba como una diosa egipcia, siempre fue así durante los
casi 4 años de noviazgo, y este sentimiento tomó fuerza cuando decidieron
formar una familia, y vivir felices para siempre. Vio como ella se quitaba las
prendas y la siguió, dejó que unos mechones rubios cubrieran sus ojos
buscando inútilmente sentirse resguardada de sus sonrojos.

La guardia se mantenía detrás con el bolillo sujetado por la mano derecha y


golpeando la izquierda, miraba a la libidinosas advirtiéndoles que ningún
comentario sería bien recibido, las presas notaron esto, algunas decidieron
dejar la inspección para después, otras más descaradas solo reían
socarronamente.

Después de despojarse de todas las prendas Chikane le pasó una toalla a


Himeko para que cubriera su desnudes, esta la tomo de inmediato y se cubrió
hasta las mejillas. Los cubículos desocupados se encontraban distanciados el
uno del otro, ambas se miraron, entendiendo que era necesaria la separación
por algunos minutos, además ¿que podía pasarles si por muy grande que fuera
el recinto seguía siendo el mismo espacio? cada una tomó caminos opuestos
llegando al lugar correspondiente, con rapidez se introdujeron para proceder
a limpiar sus cuerpos.

Una de las presas se recostó en la división entre cada cubículo mirando a


Himeko descaradamente, sacó su lengua delineando sus labios como un viejo
depravado, la joven intentaba por todos los medios mantener la calma y
restarle importancia la asunto, se sentía intimidada y atrapada, trató de
cubrir sus pechos para que la asquerosa persona a su lado dejara de mirarlos
como si fueran un suculento banquete, pero contrario a esto solo animó a la
castaña fisgona a seguir curioseando.

-¿Que... tanto mira?- se atrevió a preguntar.

-Estoy detallando que es lo próximo que tendré en mi cama.

0o0o0o0

Chikane a lo lejos pudo observar como su amada era acosada por alguien más,
la ira previamente contenida la consumió en su totalidad, cegada, se dispuso
a salir de su cubículo para encarar a quien se atrevía si quiera a observar
Himeko.

-No hagas algo estúpido- escuchó esas palabras que se dirigían a su persona,
detuvo su impulsivo andar –no les des motivos para que les hagan la vida
imposible.

-¿Quién eres tú para darme consejos de cómo actuar?- habló percatándose


que la guardia había llegado a la escena y puesto en su lugar a la asquerosa
acosadora.
-Soy una persona que lleva 11 años encerrada aquí y se como son las cosas.

-Tu perspectiva de las cosas me tiene sin cuidado.

-Pues cuidado es el que deberías tener con ese comportamiento- cerró la


llave de la ducha y se envolvió en la toalla.

-Tengo protección- la mujer sonrió, que ingenuas podía ser la novatas.

-Si quieres protección búscame, te estaré esperando a las 2:30 pm en la


cancha de baloncesto, te conviene Himemiya-sama- esto último lo dijo en un
susurro casi imperceptible pero que Chikane logro escuchar con claridad
¿Cómo demonios sabia esa mujer quién era ella? No tenía idea cómo se
manejaban las cosas en las cárceles pero de lo que estaba segura era que
necesitaba alguna clase de aliada.

CONTINUARA

Acorraladas

Tercero

Ahora que estaba sentada frente a un pedazo de pan, huevos malamente


revueltos, y café descolorido, fue que pudo apreciar de manera significativa
los desayunos que Otoha se esmeraba por prepararle, siempre con la
elegancia de un bufet, acompañado de un toque hogareño. No se veía tan mal
como había imaginado, pero debía probarlo para dar el veredicto final. Se
llevó un trozo de pan a la boca, masticó lentamente tratando de tomar el
gusto de cada migaja, el sabor era bueno, no se podía quejar. Ahora llegaba
el turno del café, un nuevo aperitivo al cual debía acostumbrarse, nunca le
gustó, bufaba a su padre diariamente ya que era adicto de nacimiento a esa
bebida que según ella intoxicaba el hígado. Dio un sorbo, estaba muy dulce
para su gusto pero se podía beber con confianza. Era el turno de los huevos,
se veían aguados “¿estarán bien cocinados?” se preguntaba mentalmente al
tiempo que con el tenedor ayudaba a la inspección de su nuevo bocado, le
daba vueltas en el plato y trataba de oler con disimulo para comprobar el
cocimiento.
-Chikane-chan, ¿ocurre algo malo? Mira que te están mirando.

La ojiazul levantó la mirada, era verdad, se ensimismo tanto inspeccionando


el estado de la comida, que no se percató que sus gestos se evidenciaron.

-Nada Himeko solo...

-Que pasa niñita- se levantó una de las presa ubicada a un extremo de la


mesa -¿la comida de aquí te parece poca cosa? yo tengo un delicioso aderezo
con el cual puedes disfrutar ese pan-

Chikane ignoró el comentario tomando otro poco de café, no le interesaba en


absoluto replicar a tan estúpidas palabras, muchos menos disculparse por
algo que no había hecho, ella tenía todo el derecho a no gustar de las
preparaciones que eran servidas. La mujer se enfureció al no escuchar
palabra alguna, miró a un lado y con un asentimiento de cabeza, hizo que de
inmediato otras tres personas se levantaran y comenzaran a acercarse.

Himeko se tensó, miró de reojo a su amante y luego paseó la vista por la


estancia notando la ausencia de las guardias, estaban desprotegidas. Su
estomago comenzó a doler sintiendo nauseas de inmediato, un leve escalofrió
inundo su espina dorsal al percatarse de la presencia de las cuatro mujeres
en su espalada. Intentó girar y tomar el valor para alivianar las cosas pero le
fue imposible, unas manos se posaron sobre sus hombros impidiéndole la
acción.

-Parece que el pedazo de estiércol de tu amiguita no me escuchó- la rubia


sintió que era liberada de aquellas manos, las cuales se dirigieron al pedazo
de pan que descansaba en el plato de Chikane, esta se mantenía con la misma
expresión fría y desinteresada aunque por dentro se ahogaba en furia, que
buena actriz era y mas en momentos de extrema tensión.

La corpulenta mujer tomó un cuchillo de la mesa, lo dirigió al pedazo de pan


dividiéndolo en dos mitades, se inclinó para quedar a la altura de sus victimas
enfocando la atención en la ojiazul –este aderezo es lo mejor que puedes
probar- susurró antes de empezar a sorber toda la inmundicia acumulada en
su garganta, después de tres impulsos dejó caer un espeso y burbujeante
residuo sobre la superficie limpia del alimento, procedió a unirlo y colocarlo
de nuevo en el plato.

-Pruébalo, y me dices que opinas- se enderezó.

Chikane dirigió la mirada al plato y se mantuvo en esa posición unos segundos,


pudo sentir el acelerado latir de su corazón bombear sangre a diestra y
siniestra, el aire se tornó denso siendo expulsado de sus fosas nasales con
fuerza, asemejando un toro resoplando, de nuevo se comportaba como una
bestia, una bestia sin control y cegada por el odio, odio hacia la repugnancia
de ser humano tras de sí, ¿cómo se atrevía a hacer tal inmundicia y luego
pedir que lo ingiriera? en un arrebato de ira tomó el pan en su mano, sin
dudarlo siquiera una fracción de segundo se colocó de pie, giró y lo aventó en
la cara de la mujer con fuerza... fuerza que desconocía tener, si hubiese sido
una piedra en vez de un pedazo de pan, seguro le habría triturado el cráneo.
Su corazón seguía latiendo desbocado, no por miedo, eso estaba claro, no le
importaba ganarse el odio de todas las presas en el lugar, no iba a dejar que
la humillaran de esa manera, una Himemiya debía ser respetada y jamás
llegaría a tales bajezas.

-No estoy interesada en probar las pestilencias que emana tu cuerpo, si eres
asquerosa por fuera no me imagino cómo será por dentro.

Incertidumbre, eso sentía al ver como en unos cuantos minutos, el comedor


donde se hallaba tomando previamente sus alimentos se convirtió en un
campo de batalla, estaban en notable desventaja, y la actitud déspota de
Chikane no ayudaba mucho, ella sentada allí como un títere escuálido, y su
amada encarando a cuatro mujeres fornidas y más altas que ellas, que
panorama tan negro se le presentaba de frente. Se sintió patética al ver
como temblaba y ni siquiera la habían tocado, no podía culparse, nunca nadie
le enseño como actuar en momentos como estos, tal vez allí radicaba el
problema, ¿quién dijo que para defenderse se necesita pensar?, debía
confiar en sus instintos y mostrar seguridad aunque fuera falsa, no había
tiempo de dudar, de razonarlo una y otra vez para terminar arrepintiéndose,
“actuar” era la palabra clave que su cabeza buscaba, y la encontró cuando el
odio la consumió.

-Me las pagarás- bufó la mujer entre dientes.


-Es mejor que no te atrevas a tocarla- aseguró la rubia colocándose al
frente de Chikane - aléjate de nosotras.

-Me temo que eso no será posible, quiero que esa niña bonita pague por su
descortesía.

-Primero tendrás que pasar sobre mí.

-No tengo problema con eso

-Basta- se escuchó el gritó de una de las presas

Todas las implicadas se miraron expectantes, Chikane pudo apreciar a la


persona que había vociferado de tal manera, era la misma mujer que le habló
en la ducha, recordó la cita pendiente y si antes dudo en ir, con esa simple
demostración de autoridad se convenció que lo mejor era buscar alguna clase
de alianza.

-Se salvaron por esta vez, niñitas, vámonos chicas- le lanzó un beso a
Chikane acompañado de un guiño de ojo.

-Maldición- apretó los puños produciendo que las venas de las muñecas y el
envés de las manos se hincharan, se sentía molesta por la interferencia de
Himeko en la riña, conocía a la rubia y esas demostraciones de valentía solo
eran expuestas ante la incertidumbre de perderla, no la culpaba, cuando se
ama siempre existe el miedo de perder al otro, es más, ella en este momento
se encontraba en la misma situación.

Se reprendió mentalmente por adoptar esa actitud poco pacifista, le era


difícil controlarse cuando la humanidad quería que se humillara, odiaba cada
cosa que se acercaba a ellas a tal punto, que un simple suspiro podía ser
detonante de su ira.

-Chikane-chan...

-Salgamos de aquí.
La tomó del brazo para dirigirse a la puerta, no le importaba si las guardias
se oponían, solo quería salir de aquel abrumador recinto, desde que se
levantó esa mañana la cabeza no había dejado de dolerle, y eso sumado a
todas las malas experiencias que había tenido ese primer día, se hacía
imposible de tolerar.

Himeko la seguía sin objetar nada, a cada paso que daba se preguntaba si
Chikane estaba molesta por lo que había hecho, no debería estarlo, ella solo
quiso igualar la situación, aunque pensándolo mejor si la desconocida no
hubiera intervenido, quien sabe como estarían en este instante, aunque
asegurar algo en ese momento era injustificado.

Ambas toparon con la puerta que mostraba la salida a las celdas.

-Señoritas la hora del desayuno no ha terminado- la guardia se colocó de


frente impidiéndoles el paso

-Mi compañera esta indispuesta y el ambiente la abruma

La uniformada miró a Himeko, esta por su parte captó el mensaje y dio


seguimiento a la mentira.

-Es verdad, la comida me ha sentado algo mal, tengo nauseas- la rubia colocó
una mano en su boca en señal de querer dejar salir todo lo ingerido.

-¿Quiere que la lleve a enfermería?

-Si usted me lo permite solo quiero reposar en mi celda

La mujer miró a la ojiazul quien se mantenía en silencio, era claro que la


susodicha buscaba palabras para no dejarlas salir juntas.

-Está bien yo misma la acompañaré hasta la celda, pero solo puede venir
usted.

Chikane sonrió llevándose una mano a la frente, no se le hizo extraño la


condición de la mujer, es más, lo veía venir, no confiaba ni en su sombra,
mucho menos en esa extraña que había puesto pocos pretextos para que
Himeko saliera y hasta se había ofrecido en acompañarla.

-¿Cuanto por dejarnos ir a las dos y no obligarnos salir al patio?

-Himemiya-san con quien cree que...

-¿12.000 yenes le parecen bien? Mañana mismo los tendrá en sus manos.

-Chikane-chan ¿qué haces?-la joven rubia se sorprendió, si todo lo que su


novia quisiera lo iba a obtener a cambio de regalar cantidades exorbitantes
de dinero seguro quedaría en bancarrota.

-Está bien síganme- la guardia se giró y comenzó a caminar.

Suspiró con resignación, cada vez que trataba de llevar algo por las buenas
ahí estaba Chikane derrumbándolo, ya tenía las palabras perfectas para que
las dejaran salir sin necesidad de chantajes, por lo menos agradecía que no
las obligaran a salir al patio, el día de hoy en particular se sentía frio y solo
quería estar entre los brazos de su amada.

Caminaron por unos minutos antes de llegar al lugar que les correspondía, la
uniformada cerró la reja con llave y antes de irse se aseguró de que el trato
que habían pactado no fuera roto.

-Himemiya-san, estaré mañana en el comedor esperándola.

-No se preocupe, yo no rompo mi palabra- la mujer se retiró dejándolas


solas, Himeko se recostó en la cama esperando que Chikane la siguiera, acto
que no sucedió, la ojiazul se qued+o de pie cabizbaja, a la rubia le dolía verla
así, aunque trataba de intimidar a las demás con esa faceta de seguridad,
estaba perdida, eso lo demostraba con sus improvisados planes de regalar
dinero a cambio de protección.

Que difícil es perder la libertad y más cuando la responsabilidad de otra


persona recae sobre tu espalda, hoy particularmente quiso sentirse útil, lo
logró, pero no fue reconocida ¿qué hacer cuando sientes que todo está
cabeza arriba y no tienes el poder de enderezarlo?, ya no era cuestión de
mostrar valentía y seguridad, lo mejor era asimilarlo y acostumbrarse, pero
Chikane no parecía ceder, cada momento se mostraba más borde y todo a
causa de la desorientación.

El estar de pie no le ayudaría a alivianar la molestia que sentía, necesitaba


solo un momento, un momento para calmarse antes de tomar lugar en la
cama, le preocupaba que Himeko la viera tan absorta y tomando las cosas a la
ligera, el dinero era lo de de menos siendo este una solución tan solo
momentánea, ¿a cuanta gente podría comprar?

Saberse a la deriva la perturbaba, todo en su vida fue planeado y no le


gustaba dejar las cosas al azar, ya no tenía idea cómo comportarse, nadie la
respetaba entonces para que justificar sus acciones. Era mejor recostarse,
aun debía preguntar a Himeko la causa de su comportamiento en el comedor,
eso la tenía bastante contrariada, las personas tienden a cambiar su
esencian al verse acorraladas, no quería eso para su novia, no soportaría que
perdiera esa inocencia característica de su ser, esa dulzura que emanaba
contagiándola de paz, por eso hacia lo que hacía, para asegurarse que llevara
una vida de los más normal aun estando encerrada, “normal” se repitió, como
podría llevar una vida normal después de ser arrastrada a ese infierno.

-No lo hagas Himeko

-¿Qué?- inquirió la rubia al no comprender el rumbo de la conversación.

-No tienes porque hacerlo, no quiero que cambies.

-Te refieres a lo que paso en el comedor

Chikane la miró antes acomodarse en el espacio libre de la cama, la rubia por


su parte la rodeó con los brazos y apoyó la cabeza en el pecho de la ojiazul,
que cálido era estar así, sintiendo el contacto mutuo sin prisas ni
preocupaciones, que el tiempo se detuviera por una eternidad seria el regalo
perfecto brindado por el destino... destino que las abandonó, que jugó con
ellas impidiéndoles ser felices, no le bastó con hacerlas sufrir al principio de
su aventurero amor para ahorita condenarlas, porque aunque lograran salir,
siempre quedaría la huella de esta fatídica experiencia, siempre las
perseguiría el fantasma de Oogamy Souma. No siempre lo que se planea es lo
que en realidad sale, los resultados pueden ser catastróficos y las futuras
consecuencias aún peores.

-Perdóname.

-Chikane-chan no tengo nada porque perdonarte, tu solo has tratado de


protegerme...

-Con malas resultados- interrumpió –te he ignorado y herido con mis


palabras frías y déspotas.

-Chikane-chan esta bajo gran tensión.

-Y tú también, y aun así solo tratas de apoyarme, en cambio yo no puedo


controlar mi orgullo, no tolero que te miren ni menos que traten de hacerte
daño- suspiró –me siento perdida Himeko.

La rubia apretó el abrazo guardando silencio, ambas necesitaban relajarse


antes de continuar con la charla, conocía a Chikane y sabía que después de
esta declaración de seguro no quería decir nada más. Así los minutos se
fueron consumiendo, en medio de roces que demostraban apoyo y amor
incondicional, no necesitaban más, se pertenecían, era lo importante y
agradecían porque al menos no estaban separadas.

-Nunca hablamos de lo ocurrido Chikane-chan

-¿Hablas del asesinato?

-Si- le dio un beso en los labios –ambas sabemos lo que en realidad pasó, pero
aun así no me explico porque resulto muerto.

-No se me ocurre nada al respecto, solo sé que estamos pagando por un


crimen que no cometimos.

-Si tal vez no hubiéramos luchado por nuestro amor y te hubieras alejado de
mí, no estarías pagando esto.

Nunca- la tomó del mentón mirándola de manera indescriptible, ¿era miedo lo


que mostraban sus ojos? O tal vez incertidumbre, no podía definirlo, lo que
podía asegurar era que una fracción de amor asomaba por esos azulejos –
nunca vuelvas siquiera a insinuar algo como eso me oyes, prefiero una vida en
la cárcel que una vida sin ti

-Chikane-chan te amo

CONTINUARA

Acorraladas

Cuarto

¿Inseguridad? si bien, la situación era la correcta, la necesidad de estar


juntas no podía ser saciada, la llama del deseo se ahogó en penumbras,
apaciguando las ansias, los roces dejaron de ser pasionales para detenerse
en un camino incierto, las miradas aun chocantes se mostraban abrumadas,
cuantos recuerdos, cuantas noches de pasión, simplemente la voluntad se
esfumó. No era el momento, ni el lugar, lo mejor era esperar, esperar salir
airosas de ese lugar y poder entregarse como era debido, sin inhibiciones, ni
pensamientos tortuosos acorralándolas.

-Perdona yo...

-Te entiendo Chikane-chan,- sonrió dulcemente –yo tampoco puedo hacerlo


de esta manera, esperaremos cuando estemos libres.

-Si salimos –ironizó sin pensarlo de inmediato sintió el sobresalto de Himeko,


desvió la mirada tratando de esconderse de esos ojos analizadores y
asustadizos.

-Pero tú me dijiste que Shizuma-san nos sacaría de aquí.

-No me prestes atención amor, claro que saldremos de aquí, tenemos a la


mejor abogada de nuestro lado.

Mintió, aunque su amiga de la infancia efectivamente era la mejor abogada


de todo el país, una vez fue muy clara diciéndole lo difícil que seria para ella
sacarles de prisión una vez fueran condenadas, recordó esas palabras con
dolor... dolor convertido ahora en facciones convincentes, buscando alentar a
la apersona bajo su cuerpo.

Suspiró pesadamente, se acomodó a un lado de la cama sin saber que mas


hacer o decir, no quería tener que mentir de nuevo, así que prefirió callar.
Himeko respetó el silencio entendiendo la situación por la que atravesaba su
amada, si al menos físicamente no podía ser una compañera de batalla, la
acompañaría en su silencio, en su dolor, siendo su paño de lágrimas. Chikane
Himemiya podía parecer toda una diosa llena de perfección por donde se
mirara, pero por dentro era una mortal mas, frágil y sensible.

-Himemiya-san, kurusugawa-san- se escuchó una voz fuera de la celda, ambas


jóvenes se incorporaron mirando al exterior –tienen visitas.

-¿A esta hora?- interrogó la rubia extrañada- no se supone que el horario de


vista es de 2 a 3 pm?

-Lo sé, pero fue una solicitud especial por parte de una tal Hanazono
Shizuma.

Al escuchar esto ambas jóvenes sonrieron, sentir la calidez de un rostro


conocido era indescriptible en momentos de ausencia, y que más felicidad
que ser visitadas por la persona que siempre las apoyó, que siempre fue
incondicional no importando la situación, el lugar o el ambiente.

Se incorporaron de inmediato al tiempo que la guardia abría la reja para


dejarlas salir. Emprendieron camino a la sala de visitas, ambas emocionadas
por el reencuentro tan esperado con la única persona que podía darles una
mínima luz de esperanza en medio de tanta agonía.

0o0o0o0
Allí estaba ella, de pie al lado de la ventana, miraba el lúgubre paisaje con
recelo, la elegancia que irradiaba no contrastaba con la tristeza que su
corazón sentía, imaginarse a sus migas encerradas como animales llenas de
privaciones y peligros la desvelaba, es por eso que podía sentir en carne
propia la agonía de la indiferencia e injusticia. Cerró los ojos prometiéndose
que haría hasta lo inalcanzable para liberarlas, no importaba que tuviera que
mover cielo y tierra, nos las dejaría pagar una condena siendo inocentes.

Sintió que la puerta de seguridad fue abierta, sus ojos se iluminaron al ver
las dos personas que entraron, el sin sabor del desconcierto fue ocultado por
el manto de la felicidad, enseguida sintió el cálido cuerpo de Himeko apegado
al suyo buscando resguardo, como quería a esa rubia, aquella que en un
principio le robó toda la atención de Chikane, ahora era como una hermana
menor para ella, la hermana que perdió en su niñez.

-Shizuma-chan- lloraba Himeko con la cabeza escondida en el pecho de la


ojiverde -como te he extrañado.

-Mi niña preciosa- le levantó el rostro mirándola con ternura -¿cómo te la


has pasado este día?

-No quiero estar más aquí- sollozaba –solo llevamos un día y ha sido
escalofriante.

-Shizuma- pronunció Chikane con un dejo de nostalgia.

-Chikane, que alegría que estés bien- sintió un inmenso deseo de abrazar a su
amiga del alma, por ello extendió uno de sus brazos, y con una seña invitó a la
ojiazul a que se uniera al reencuentro.

Calor, era el sentir necesario que solo un fraternal abrazo podía


proporcionar, y más cuando es de una persona a la cual estimas demasiado, la
tristeza se camufló en radiaciones de alegrías momentáneas, el llanto afloró
pero ahora con otra razón, si los sentimientos podían ser cambiantes, no
había necesidad de mantener una conducta exacta. Chikane comprendió esto
cuando dejo caer sus lagrimas junto a sus dos acompañantes, entendió que
de nada le servía aparentar fortaleza, aun cuando esta lastimaba a la
persona que mas amaba en este mundo, si el destino ya las abandonó, porque
seguir manteniendo un estatus que hasta para ella era fastidioso en
ocasiones, era ilógico, lo mejor era medir prioridades, y una de ellas era
proteger a Himeko sin que nadie saliera lastimado.

Después del emotivo encuentro las tres se acomodaron en una de las mesas
de la solitaria estancia, cada una calmó la explosión de sensaciones buscando
hablar con calma y aprovechar el poco tiempo que aun tenían disponible.

-Y bien- inquirió Chikane apoyando los brazos sobre la mesa.

-Bueno no les voy a decir mentiras, la situación está un poco compleja.

-¿Compleja?- interrumpió Himeko – Shizuma por favor sácanos de aquí


estamos en grave peligro- las lágrimas comenzaron a caer nuevamente.

-Tranquila, princesa, estoy trabajando en eso, lo que pasa es que mas allá de
ustedes ser acusadas por un asesinato que no cometieron, hay una
persecución política, ustedes saben intereses de por medio.

-Mi padre está enterado ¿cierto?

-Claro que si Chikane- se levantó de la mesa volviendo a la misma ventana que


con anterioridad le mostraba la realidad de la situación, -sabes el problema
que tiene con los senadores y esa simplicidad es lo que nos ha traído a todos
hasta aquí.

-Y que mejor manera de hacerlo pagar que destruyendo la vida de sus dos
hijas- suspiró, se recostó en el espaldar de la silla al tiempo que levantaba la
cabeza y cerraba los ojos, el maldito dolor de cabeza volvió y ahora con más
intensidad, llevó sus manos a las sienes para masajearlas –me siento
utilizada.

-¿Estás bien amor?- interrogó Himeko al notar el gesto de su amada – te he


visto algo descompuesta hoy.

-Tranquila mi vida, solo me duele la cabeza.


Sonrió con desgana al escuchar las últimas palabras de sus compañeras, que
inútil se sentía sin poder hacer nada en ese momento, mas le dolería cuando
los minutos terminaran y tuviera que salir de allí dejándolas abandonadas una
vez más. El tiempo era cruel y despiadado, y por más que forzaba su mente
tratando de encontrar alguna pista o prueba, nada se le ocurría para darle
reverso a esta injusta situación, toda posible solución necesitaba tiempo,
tiempo para dejar claros algunos aspectos, para realizar el papeleo, para que
la petición fuera aprobada, para que las pruebas fueran analizadas, un sin
número de tonterías. Agachó la cabeza al no saber que mas decir, sentía las
miradas suplicantes hacia ella dejándola en una encrucijada, “que debo
hacer, que debo decir, como lo debo decir” pensaba, ¿decir la verdad era lo
correcto? o tal vez, solo tal vez, una mentira sería la solución, darles una luz
de esperanza aunque fuera falsa en medio de ese túnel oscuro y con pocas
salidas, que dilema se le presentaba, no solo como profesional sino como
persona, amiga y por decirlo casi pariente.

-¿Estás bien Shizuma?- preguntó Himeko al notar el repentino silencio

-Me encuentro en un dilema, pero por nuestra amista es mejor hablarles con
la verdad- tragó saliva –pensaba mentirles diciéndoles que pronto saldrán de
aquí que dejen todo en mis manos, pero no puedo.

-No está en tus manos y lo sabemos, y entiendo que no quieras decirnos las
cosas como son, pero tenemos que afrontar las consecuencias con buena
cara.

-Me impresiona tu actitud, la única solución que tengo en mente es pedir la


casa por cárcel, pero para hacer esa solicitud, se necesita tiempo

-¿Cuánto tiempo?- Himeko bajó la mirada sabiendo que la respuesta no sería


la más gratificante.

-Meses, tal vez... un par de años.

El silencio reinó, cada palabra retumbaba en los oídos de las protagonistas,


el anhelo de salir lo más pronto posible, se desvaneció como agua entre los
dedos, la voluntad decayó, la oscuridad al fin tomó su lugar, tantas veces
quiso hacerlo en su relación sin llegar a tocarlas, hoy esa misma oscuridad las
envolvía, las asfixiaba, hasta volverse una constante en su mundo.

-Mientras Chikane chan este a mi lado podre soportar todo- sonrió con
melancolía –solo nunca me dejes.

-Eso nunca mi vida, siempre estaré allí para ti- le regaló un tierno beso en los
labios, se separaron y sonrieron mutuamente - Necesito un favor Shizuma.

-Lo que quieras amiga.

-Necesito dinero, he... –dudó un poco la palabra que iba a utilizar –digamos
que he sobornado algunas guardias para protegernos.

-Shizuma abrió grande los ojos, de todas las posibles soluciones que intuyó
que utilizaría Chikane para protegerse siendo el gran carácter una de estas,
no creyó que compraría a las guardias, aunque si lo analizaba bien en esa
cárcel solo habían dos opciones para darse a respetar: la fuerza o el dinero.
No era tan descabellado después de todo.

Himeko rió ante la reacción de la abogada, eran escasas las ocasiones en que
la habían hecho sorprender y hoy sin siquiera proponérselo lo lograron.

-Vaya Shizuma creo que después de todo no me conoces tan bien como lo
creía.

-Bueno- tomó asiento de nuevo –tu siempre era la que decías que las cosas se
arreglaban no con dinero sino con carácter, además debo recordarte que
eras tú la que decía que el dinero no se malgastaba comprando voluntades.

-La vida cambia...

-Y Las personas cambian-complementó Himeko

-Hayate les manda saludes.

-Mi padre como siempre- Chikane tomó aire y lo expulso pesadamente –le es
más fácil mandar saludes que venir personalmente a saludarnos.
-Como sea, te manda a decir Himeko que seas fuerte y que te quiere
muchísimo, y para ti Chikane... que siempre serás la niña de sus ojos.

Entristeció notablemente, esta última frase tocó fondo en su alma, como


deseaba verlo, abrazarlo, sentir que aun era parte de una familia, y olvidarse
por un eterno minuto entre sus brazos que nada de esto estaba ocurriendo,
sin embargo como numerosas veces, el no estaba presente, no dudaba del
amor que le decía tener como hija, pero ¿de que vale palabras bonitas si no
hay compañía?

El dolor vuelve, otro golpe bajo, decepción, desvanecimiento, nostalgia,


vulnerabilidad, abandono, asfixia, falta de nitidez, aire denso.

-Chikane-chan ¿estás bien?

-Si solo un...

Borroso, gris, oscuro, negro, todo absolutamente negro.

-Chikane- la peliplateda se levantó de la silla angustiada –necesito ayuda –


gritó mientras se acercaba a la puerta –rápido ayuda.

-Chikane-chan- Himeko la tomó entre sus brazos -Chikane-chan amor


despierta.

-¿Que sucedió?- la guardia entró alarmada por los gritos –que le paso a
Himemiya-san.

-Perdió el sentido- volvió al lado de sus amigas, observando el rostro pálido


de la ojiazul.

-Llevémosla a enfermería, vamos por aquí.

Shizuma tomó a su amiga en brazos siguiendo a la uniformada quien le guiaba


el camino, mientras tanto Himeko las seguía visiblemente afectada por el
suceso, se limitaba a llorar, era lo único que le descargaba el alma de tanta
presión, y además le era difícil retener las lagrimas. Le martirizaba el hecho
de ver a Chikane tan débil, y por si fuera poco Shizuma en cualquier
momento se iría dejándolas de solas de nuevo.

Llegaron a un salón mediano, blanco y lleno de camillas.

-Yuuna-san- gritó la guardia mirando a todos lados –Yuuna-san... Yuuna...

-¿Dónde está?- preguntó Shizuma descargando a la joven en una camilla.

-Sabrá Dios, esta mujer casi nunca está en su puesto de trabajo.

-Chikane-chan- Himeko se acercó a su amada acariciándole el rostro –


despierta mi amor.

Continuara...

Acorralas

Quinto

Yui Shiraiwa, ambiciosa, temible, respetada... A sus 25 años ya era toda una
experta en manejo de armas, explosivos, varias artes marciales, técnicas de
combate y un sin fin especializaciones propias del negocio, sus conocimientos
y experiencia dejaban sorprendido a cualquiera que intentara presumir de
sus dotes. Era conocida como el “diamante de la milicia”.

Exiliada de las fuerzas militares en lo mejor de su carrera, ¿motivo? matar a


tres hombres a sangre fría. El homicidio fue tan espeluznante, que cuando
las autoridades encontraron los cadáveres, más parecían unas bolas de carne
que cuerpos humanos.

Nunca se conocieron las verdaderas causas de tal atrocidad, siendo Yui la


más interesada en mantener silencio, por ello fue condenada a 55 años de
prisión sin posibilidad de rebaja de pena.

0o0o0o0
-Himemiya san- soltó el humo del cigarrillo –ven... acércate mas- se corrió un
poco dándole lugar a la joven quien tomó asiento- no me gustan que lleguen
tarde a mis citas, y es la segunda vez que lo haces.

-Esto no es una cita.

-¿Ah no?

-No- sentenció rotundamente mirándola de reojo.

-Pensé que habías entendido nuestra primera conversación.

-La entendí, de eso no tengas dudas.

-Bueno...- levantó la mirada al cielo soltando el aire con fuerza – ¿quieres?-


le mostró una cajetilla de cigarrillos.

-Que mas da- tomó uno de estos y se lo llevó a la boca –deje este vicio hace
mucho tiempo, pero en estos momentos lo necesito más que nada.

-Bien- le brindó el encendedor, miró de un lado a otro asegurándose que


nadie estuviera cerca – ¿para que soy buena?

Chikane respiró pesadamente arrastrando el humo del cigarrillo a su paso,


meditó un poco sus palabras antes de hablar, se resignó, miró a la otra joven
que esperaba expectante oír alguna respuesta, cerró los ojos y dejo salir las
palabras.

-Tenías razón.

-¿De qué?- inquirió con extrañeza.

-De lo que me dijiste ayer.

-Te dije varias cosas ayer, deberías ser mas especifica.


-La maldita guardia renunció y no cumplió- golpeó el muro sobre el cual
estaban sentadas –no debí ser tan ingenua, le regalé el dinero
prácticamente.

-Ahhh eso...- meditó un poco -eres débil- sonrió, Chikane la miró colérica,
nunca nadie le había dicho eso, y menos de una manera tan tranquila y
burlona –no me mires así- refunfuño –es la verdad, o ¿crees que no me
entere de tu desmayo el segundo día de estar aquí?

-No había comido, eso es todo.

-Bueno, por tu cara me imagino que pensaste lo que te dije.

-Digamos que –dudó un poco –si lo pensé... pero- se levantó del lugar dándole
la espalda a Yui, quien de inmediato cambio sus facciones tranquilas por unas
de enojo, saco una navaja y empezó limpiar sus uñas.

-No tengo toda la vida para esperar tu respuesta.

Chikane giró su cuerpo enfocando su vista a la mujer que se le plantaba en


frente, si la miraba bien era hermosa, aunque su belleza no contrastaba en
absoluto con su loca personalidad, era la tercera vez que hablaba con ella, sin
comprender aun sus cambios de ánimo, en momentos era amable, pero en un
instante cambiaba volviéndose fría y déspota, a veces era picara y burlona,
de seguro la dura vida de la cárcel la había vuelto tan voluble.

Levantó la ceja y se cruzó de brazos, sintió una fuerte ráfaga de viento que
trajo consigo un desagradable frio que le caló los huesos, se abrazó más
fuerte a sí misma. Se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca y le dio una última
aspirada, esperaba que de alguna manera esto la ayudara a calentarse un
poco.

-¿Y?- inquirió la joven guardando la navaja -sigo esperando y no tengo mucha


paciencia que digamos.

-Lo haré, pero con una sola condición.


Yui sonrió satisfecha ante la respuesta, se acercó a Chikane y con su mano
derecha le acaricio la fría mejilla –lo que quieras –amplió su sonrisa.

-Nadie se puede enterar de esto.

-Si alguien se entera será por ti, porque de mi boca no saldrá palabra alguna.

-Espero lo cumplas- se giró de nuevo y comenzó a caminar, la joven la tomó


del brazo obligándola a detenerse.

-No tan rápido- Chikane mordió su labio inferior a sabiendas de lo que


vendría, una despedida tan simple no sería bien vista por su ahora protectora
–quiero mi besito de buenas noches.

-El trato empieza mañana- se soltó bruscamente y siguió su camino como si


nada, en el fondo sabia que de alguna manera tenia dominada a aquella mujer
que todas respetaban, si no fuera así, ya estaría muerta.

Yui se sentó de nuevo observando como Chikane desaparecía por los pasillos,
sonrió con malicia y con su lengua delineo sus labios como vil hombre
pervertido -no eres fácil Himemiya, pero entre más bravo el toro mejor la
corrida- habló para sí misma, saco otro cigarrillo y se dispuso a prenderlo.

0o0o0o0

-Chikane-chan amor ¿dónde estabas?- la rubia se acercó a su amate


envolviéndola en un cálido abrazo, al instante se percató que estaba helada –
ven- la jaló para que se introdujera en la cama –no deberías salir tan tarde,
además no me gusta quedarme solita.

-Perdóname amor.

-No pidas perdón, solo abrázame.

-Sus deseos son ordenes princesa kurusugawa- Himeko sonrió, Chikane la


envolvió en sus brazos y le dio un dulce beso en la frente.
Himeko se sentía inquieta no era que hubiese visto o escuchado nada malo,
solo era el sentimiento de que en cualquier momento lo más valioso para ella
pudiera ser arrebatado. Cerró los ojos con fuerza tratando de esquivar esos
pensamientos que como relámpagos traspasaban su mente. Abrazo con
fuerza a su acompañante pegándola mas a su cuerpo, Chikane de inmediato
sintió la repentina acción, tal vez el frio la hizo reaccionar de esa forma,
pero el extraño silencio denotaba que algo no estaba bien, sintió miedo de
que Himeko se hubiese enterado de algo inapropiado.

-Estas muy pensativa- le acarició los rubios mechones –sabes que no me


gusta verte así.

-No es nada Chikane-chan, solo que no he podido dormir bien.

-¿Insinúas que te incomoda estar en mis brazos?

-No- respondió Himeko incorporándose de inmediato – ¿sabes?...- suspiro


pesadamente -estoy confundida. No sé qué me pasa, pero mi pecho duele, es
difícil respirar.

Chikane se extraño con aquella respuesta, se puso al nivel de su novia y la


tomó del mentón encontrando de inmediato sus miradas, Himeko sintió un
nudo en la garganta tan agudo que le fue imposible decir algo más.

Se sintió culpable, culpable de no ser prudente y decir aquella barbaridad,


de no medir sus palabras aun sabiendo el estado en el que se encontraba
Chikane, maldijo por lo bajo, si tan solo pudiera devolver el tiempo. Agachó la
cabeza y se recostó dándole la espalda a la ojiazul, quien mantenía la boca
abierta sin saber que decir, aun no daba crédito a lo que acababa de
escuchar, y solo pudo apreciar como la rubia se cubrió el rostro mientras
parte de su dolor la abandonaba.

-Perdóname- se escuchó entre sollozos –el estar aquí me vuelve más tonta.

Chikane se recostó y la abrazó por detrás –no eres tonta, eres una mujer
valiente al resistir esto- besó su mejilla –gracias.
-¿Por qué?

-Por estar conmigo.

Dejó que se desahogara el tiempo que quisiera, uno de los grandes beneficios
del llanto es que descarga el alma alivia el corazón. Después de un rato
Himeko dejo de llorar, y aunque seguía sintiendo la misma opresión, ya al
menos se quitó un peso de encima, permaneció en brazos de su amada, no
quería romper el momento... era tan cálido.

-Pase lo que pase, siempre te amaré.

-Lo sé, pero no lo digas de esa forma Chikane-chan parece que te estuvieras
despidiendo.

-No es eso- suspiró –es solo que quiero que lo tengas claro.

-Nunca lo he dudado- se acomodó mejor abrigándose con el cuerpo de su


amada –aunque en estos momento es mejor decir un “te amo”
frecuentemente, porque no se sabe que pueda pasar.

-A ti nada te pasará.

-Eso no lo puedes asegurar.

-Que dices- Chikane se levantó de golpe quedando al borde de la cama, la


sola idea de pensar que algo malo le pudiese pasar a Himeko le revolvía el
estómago.

-La verdad- la rubia se volteó nuevamente –aunque me ames...

-Calla- interrumpió –mejor dejemos este asunto hasta ahí, no quiero


escuchar mas tonterías, hoy duermo arriba.

-Espera- Himeko la tomó de la camisa evitando que Chikane se quitara de su


lado – ¿porque te pones así?, solo es un comentario.

-Un comentario que no debiste hacer.


-Un comentario que era necesario hacer.

-¿Por qué?- se calmó un poco – ¿porque decir palabras tan crueles?

-Porque tengo miedo de perderte.

-No me perderás- Chikane se acercó y acaricio la mejilla de Himeko –te amo


y siempre estaremos juntas.

-¿Me lo prometes?

-Te lo juro mi vida- besó sus labios.

Chikane por un momento analizó el rostro de su amada, la notó ruborizada,


pensó que tal vez era producto de las anteriores lágrimas que había
derramado. Sonrió al sentir la mano de Himeko deslizarse a lugares privados
-¿qué haces?- pregunto fingiendo inocencia.

-Tú qué crees– se acercó sensualmente al oído de su novia –me gusta...-


escabulló la mano tocando una parte suave y caliente –tocarte aquí.

Chikane se exaltó ante el repentino movimiento, se convenció de que el


encierro en una cárcel podía afectar de manera clara la personalidad de las
persona, hace menos de un minuto estaban a punto de discutir y dormir por
aparte, con una Himeko dolida y llorona, y ahora ella se hallaba con una mano
acariciando sus senos

–creo que la señorita kurusugawa esta falta de cariño- sonrió con


satisfacción.

-¿Ese es su diagnostico doctora?- apretó con más fuerza el seno derecho de


Chikane.

-Creo que...- dejo salir un leve gemido –usted está muy inquieta, yo podría
darle una excelente cura.

-Quiero dosis doble.


-Hasta triple- Chikane se abalanzó sobre Himeko dejándola bajo su cuerpo,
la miró con idolatría, cariño, amor... ese amor que era imposible describir con
palabras, acarició su mejilla una vez más y pudo notar una mueca de burla en
la cara de la rubia, esta levantó una ceja divertida por la situación – ¿qué?-
preguntó Chikane separándose un poco.

-Nada- Himeko intentaba por todos los medios no soltar la carcajada –bueno
es que cada vez que jugamos de esta manera me acuerdo del aquel 22 de
septiembre.

La ojiazul se ruborizó de manera impresionante, ese episodio fue lo más


vergonzoso que tuvo que pasar en su vida, como le gustaría borrarlo de la
historia, Himeko al ver el semblante de su amante no resistió más y estallo
en carcajadas, nunca podría olvidar la histeria de Chikane.

-Matas la pasión- se quitó de encima dándole espacio a la rubia de seguir


burlándose -¿cuándo será que olvidaras eso?

-Nunca- alcanzó a responder en medio de risas – es que tu rostro ese día es


como un retrato en mi mente.

-Está bien- se tiró boca arriba mientras miraba el techo- como veo que no
pararas de reír, mejor me duermo.

-No- la risa de Himeko cesó inmediatamente –quiero sentirte- se recostó


sobre Chikane y le acarició el abdomen –algún día tendré que olvidar ese
episodio, solo dame tiempo- la ojiazul la miró con molestia fingida, esa chica
definitivamente le hacía olvidar el universo entero, y como no, con esa carita
tan dulce y sensual –solo dame tiempo... - se fundieron en un apasionado
beso.

-Espera- Chikane interrumpió el contacto y miró hacia la reja – ¿estás


segura de esto?, cualquier guardia podría vernos y...

-Shhhh- puso un dedo en sus labios –hablas mucho- la besó con un calma
impresionante. Sus labios se movían con la suavidad de las olas marinas
cuando no hay vientos presentes que las agiten, ese simple contacto lograba
que el frio disminuyera dándole paso a un calor excitante, las manos
cobraron vida, tocándose, anhelándose, buscando sentir el contacto directo
piel a piel, las lenguas empezaron a danzar a medida que las prendas
superiores iban desapareciendo hasta dejar una parcial desnudez, los pechos
libres de cada una se rozaban mutuamente acrecentando el placer, aquella
deliciosa fricción aumentaba la temperatura, las finas gotas de agua ya
traspasaban los poros sin control, sin inhibiciones...

Chikane tomó el control posándose de nuevo sobre su amante, deslizo sus


labio por ese cuello níveo y apetitoso que la provocaba, sentía la respiración
de Himeko acelerada, y más aun, cuando sus manos se escabullían
presurosamente, tocaba cuanto podía y entre mas abarcaba más feliz era –
ahhh- aquellos gemidos la llenaban de un orgullo descomunal, sentirse dueña
de la mujer mas hermosa del planeta y aparte hacerla gozar de tal manera
era su satisfacción.

Siguió el descenso por el cuerpo sudoroso, el ombligo fue uno de los


objetivos claros de su lengua, lo lamia, lo besaba y trazaba círculos
alrededor de él, probando hasta lo más recóndito.

Después de algunos minutos, bajó sintiendo que esa fragancia la llamaba, la


envolvía, era inevitable. Quito el pantalón con una sutileza torturante,
Himeko se retorcía con esas simples caricias, su piel quemaba, su interior la
llamaba, la necesitaba... necesitaba sentirla dentro.

Chikane arrasó con todo dejándola completamente desnuda, se colocó en


medio de sus piernas y regreso la mirada al rostro de su ángel, sacó la lengua
y en un excitante movimiento le dejó en claro a Himeko la extensión de esta.

La rubia abrió mas las piernas preparándose para lo que vendría a


continuación, dejó caer la cabeza hacia atrás y antes de entregarse al placer
completamente susurró -Hazme tuya una vez mas...

CONTINUARA

Acorraladas
Sexto

-Hazlo- gritó exaltada al ver que su voluntad no era cumplida –me diste tu
palabra y sabes lo que le pasa a la gente que no cumple – la tomó de la
barbilla acercándose a su rostro –no quiero dañar una cara tan angelical
como la tuya.

La joven se mantenía en silencio mirándola con temor, solo lagrimas dejaban


entre dicho su indecisión, y ahora las consecuencias de no cumplir podrían
ser devastadoras.

-Yui, deja de jugar con ella, es obvio que...

-Calla Maki, nada aquí es obvio, y esto era un trato entre ella y yo.

-Haz lo que quieras- la mujer fornida salió por la puerta más que enfurecida,
sino conociera las habilidades de su jefa de seguro ya la hubiera matado con
sus propias manos.

-Ahora si linda, ya estamos solas- le guiñó un ojo- deja la pena, ya nadie nos
interrumpirá.

-Pero...- sollozaba

-¿Pero qué?- se separó bruscamente colocándose las manos en la cabeza en


signo de exasperación – ¿que no entiendes mujer que no tienes opción?...
Arrodíllate- ordenó, la joven de inmediato coloco una expresión de horror –
que te arrodilles maldita perra – la tomó del pelo inclinándola a la fuerza.

-Por favor, cualquier cosa menos esto

-No hay nada más que me interese de una perra como tú- afirmó con burla,
acercó una silla y se sentó al frente de la chica quien seguía llorando
postrada en el suelo –mírate no mas, ni siquiera tienes orgullo.

La joven se sintió herida hasta lo más profundo de su alma, escuchar


palabras tan despreciativas de aquel abominable ser la llenaban de cólera,
¿como una persona que manipulaba a las mas asustadizas solo por conseguir
placer, y que mandaba a golpear a quien no siguiera sus ordenes llegando a
casos extremos de desaparecer a sus enemigos podía hablar de orgullo?

Aunque segundos antes bajo la mirada negándose de alguna manera en


acceder a tales ordenes, pudo sentir como su acosadora se bajaba el
pantalón y se reacomodaba en la silla, negó con la cabeza en un intento de
despejar su mente, si lo iba hacer era mejor no pensar en lo que vendría,
solo concentrarse en que ese era su destino al fin y al cabo.

Se acercó lentamente, Yui miraba encantada como por fin después de horas
de amedrantar a su víctima esta por fin se rindió, y lo mejor fue, que no tuvo
que utilizar la violencia, mucha sangre la hastiaba en momentos.

Se relajó dejando salir el aire contenido en sus pulmones, muy pronto


sentiría el contacto suave y tibio de la lengua de la chica que estaba de
rodillas, sonrió y cerró los ojos.

-Está bien te daré lo que quieres- expresó lentamente haciendo contacto con
la entrepierna de la mujer, esta frunció su ceño al sentir algo frio y filoso,
de inmediato bajo su mirada, el panorama que vio la dejo impactada, aunque
su rostro en realidad no lo reflejara –es mejor que no te muevas Yui, esto no
es de mentira.

-Eso se nota... y se siente- relajó sus facciones –debes tomar una decisión de
cómo vas a utilizar esa navaja linda.

-Solo quiero negociar.

-¿Negociar?, sabes muy bien que si no terminas con esto ahora yo no te daré
ninguna oportunidad, es más, creo que te estás demorando- afirmó de lo más
normal como quien habla del clima.

-No trates de asustarme- hizo más presión con el filo de la navaja, Yui se
quejó un poco.

-Oye, no me lastimes así, creo que he sido bastante amable contigo y la


paciencia se me acaba.
-Yo tengo todo el día y ahora tengo el control.

-¿Segura?- inquirió mirándola directamente a los ojos, como hipnotizándola.


Sin dejar que la joven respondiera otra más de sus inútiles amenazas, la
tomó de la muñeca en un rápido movimiento, al tiempo que sus piernas se
enredaban en el cuello de la pelirroja, asfixiándola, la presión que ejercía
sobre la muñeca era tal, que la hizo soltar la navaja siendo esta lanzada
inmediatamente a un extremo de la celda, luego de esto la soltó, Yui se
levantó con rapidez y acomodó sus pantalones, la joven aun se estaba
incorporando cuando sintió un puñetazo que la aterrizó contra el suelo
aturdida.

-Te lo advertí- se inclinó repitiendo la dosis varias veces, la pelirroja


desubicada por los puñetazos trataba de defenderse sin éxito - aunque
intentes defenderte y levantarte tu lugar es el suelo como los perros-
asestó el último golpe y se alejó dándole la espalda, respiró profundamente
para calmarse pensando en que hacer ahora, giró un poco su rostro y la miró
de reojo tirada en el piso escupiendo la sangre que le salía por borbollones
de la boca, luego pudo observar como la chica se recostó en el suelo, ya
resignada a lo que sería sus últimos momentos de vida.

-Lo que vayas a hacer hazlo rápido- pronunció despacio cada palabra con el
rostro adolorido.

-Ni creas que de esta te sales tan rápido.

0o0o0o0

-Chikane-chan, ¿sales de nuevo sin mí?

-No te preocupes princesa no demoro solo debo ver algunos asuntos


pendientes.

-¿Puedo acompañarte?- hizo un puchero tratando de convencer a su novia.


-Himeko- acercó sus labios dándole un breve beso -creo que lo mejor es que
te quedes aquí.

-Y ¿porque tu puedes salir y yo no?- refutó ya aburrida del encierro en esas


cuatro paredes – si esta es tu manera de protegerme creo que es algo
exagerada.

-Mi vida no empieces otra vez.

-¿Qué?- se levantó del pecho de Chikane y enfrentó sus miradas, -¿que no


empiece? , ¿Qué pensarías si fuera yo la que saliera sin decir para donde o
que voy hacer y te dejara aquí sola mirando repetidamente estas cuatro
paredes?

-Ya no lo soporto- la ojiazul tiró de las sabanas con brusquedad, se incorporó


de inmediato con el firme objetivo de irse sin decir nada más.

-Claro vete, ¿tanto has cambiado que hasta huyes de tus problemas?

-A la mierda los malditos problemas- gritó exasperada- tus eres la que


forma una tormenta en un vaso de agua.

-Y tú la que le resta importancia a todo lo que pienso, como si fuera una


muñeca mas que no merece opinar- se levantó para cerrarle el paso a Chikane
quien por poco se va dejándola con las palabras en la boca –no te vayas-
respiró profundo, aliviando un poco la ira que sentía para continuar de
manera más calmada –un día me juraste que me protegerías y que me harías
feliz, en estos momentos estas protegiéndome y eso lo entiendo, pero todo a
costa de mi felicidad- se abrazó a ella siendo de inmediato correspondido el
abrazo- llevamos más de dos meses encerradas y todavía no se cuales son los
motivos de tus salidas, siempre me dices que son asuntos pendientes pero...

-No estoy con otra persona si eso es lo que te preocupa- interrumpió

-Si eres tonta- sonrió con burla robándole un beso -eso es lo que menos me
preocupa, sabes que confío en ti, es solo que me preocupa tu seguridad.

-¿Ya te dije hoy que te amo?- desvió el tema besándola apasionadamente, de


esos besos que a Himeko la hacen perderse de esta tierra para naufragar
hasta los confines más alejados del universo, olvidando todo, hasta de su
actual condición de presa –no me demoro- susurró al oído de la chica una vez
terminado el beso, prometo que mañana saldremos al patio y te presentare
unas personas con las cuales he hecho amistad.

-Regresa pronto Chikane-chan, y no olvides que yo también te amo, cuidate.

0o0o0o0

-Himemiya-san, pensé que hoy no vendrías

-Lamento decirte que te equivocaste Maki- su semblante era frio e


inexpresivo cuando hablaba con esta chica en particular, le desagradaba en
absoluto y este sentimiento creció el día que la vio observando de forma
lasciva a Himeko.

-¿Y para que soy buena?

-¿Tú? para nada- respondió restándole interés, la mujer grandulona levantó


la ceja sintiendo como la sangre le hervía, el rencor era mutuo y que mas
quisiera que darle un puñetazo y quitarle ese don aire de superioridad que
tanto le fastidiaba de la heredera Himemiya.

-Bueno- comenzó a jugar con una mancuerna que tenía en la mano,


imaginándose lo hermosa que se vería con la sangre de la ojiazul esparcida
sobre esta –ya que es claro que no me buscas a mí, imagino que requieres de
Yui.

-Si ¿dónde está?

-En su celda

-Bien- se dispuso a marcharse sin mirarla si quiera.

-Espera- la tomó del brazo –no creo que sea momento de que vayas.
Chikane regresó su azulada mirada a la mano que la detenía, no dudó ni un
momento en jalar de su brazo y soltarse de manera agresiva, repudiaba
aquella mujer y que ahora la estuviese tocando era insoportable.

-Suéltame escoria.

-¿Que dijiste?- Maki se levantó y dejo apreciar los casi 25 centímetros de


altura que tenia de mas sobre la ojiazul –repítelo.

-Si lo escuchaste bien ¿para qué quieres oírlo de nuevo?, o es que te gusta
que te repitan la verdad en tu cara varias veces... escoria.

-¿Sabes? siempre había querido romperte esa carita tan hermosa que tienes
y algo o alguien me lo impedía, ahora estamos solas y a esta parte de la
prisión casi nadie viene por no decir nunca- acomodó la mancuerna en su
mano derecha y la cerró mostrándole a Chikane la fuerza que podía llegar a
tener –esa firmeza que tienes ahora te va a durar poco.

-Hablas mucho- se mantuvo en su postura lista a esquivar cualquier clase de


arremetida que pudiera tomarla por sorpresa, el primer ataque no se hizo
esperar, con él un segundo y un tercero los cuales no lograban darle al
objetivo, ya que este, se movía con suma agilidad.

-¿Solo sabes moverte?- lanzó una patada la cual alcanzó a impactar la rodilla
de Chikane quien perdió momentáneamente el equilibrio sin llegar a caerse,
sintió un dolor agudo cuando quiso enderezarse, pero sin siquiera asimilarlo
fue acorralada contra la pared a su espalda –no sabes pelear heredera- Maki
la tomó del cabello acercando su rostro -me imagino que siempre andabas
con los grandulones de tus escoltas cuidándote las faldas.

-Eso no es de tu incumbencia escoria- comenzó a moverse para liberarse


pero le fue imposible, esta mujer aunque lenta, tenía una fuerza desmedida.

-Que boquita tan sucia, creo que se verá mejor teñida de rojo- enseguida la
soltó, se separó solo lo suficiente para descargar todo la ira contenida en su
brazo sobre la cara de Chikane, la joven azulada cayó al suelo sin reparo,
totalmente aturdida, Maki la tomó del cabello de nuevo aprovechando la
ventaja que tenia, la levantó y le asestó otro golpe directo en la boca del
estomago pero con la rodilla, la ojiazul sintió como el aire de sus pulmones
salió de manera precipitada por su boca, cuando intentó tomar aire de nuevo
le fue casi imposible, solo unas pequeñas partículas de oxigeno le daban
alivio, tuvo que inhalar repetidas veces para tomar el aire necesario y
reponerse, pero ahí no terminaba todo, su cuerpo aun no había caído, era
sostenida por los fornidos brazos de la marimacho que la estrujaba de
manera lasciva –estas muy buena Himemiya, no es justo que todo esto sea de
la inocente kurusugawa- intentó soltarse de nuevo pero otros dos puñetazos
en la cara la dejaron casi inconsciente, aunque se sentía mareada y
desubicada, el aliento de su atacante cerca de sus labios, era perceptible.

-Ale...jate- escupió la cara de Maki untándola de sangre.

-Aunque me escupas y me insultes nada cambiara el hecho de hoy serás mi


puta.

-Hi... Himeko.

-No te preocupes por ella, no es mi tipo- pasó su lengua por la oreja de


Chikane untándola de asquerosa saliva -aunque no puedo negar que es
hermosa, y me imagino que debe hacer milagros con esa boquita.

-No te atrevas...

-Esa lengua puede darme el mejor sexo oral de toda mi vida- recostó a la
joven sobre el suelo y comenzó a deshacerse de las prendas que ya le
estorbaban, Chikane intentó moverse una vez más e impedir el manoseo, pero
otro fuerte golpe ahora sobre su cien la dejo inmóvil –quédate quieta si no
quieres que te duela, no tengo problemas en destrozarte la cara a golpes,
pero aunque no lo creas me gusta el romanticismo- se acercó lentamente y le
plantó un suave beso en los labios, que de cierta manera contrastaba con las
palabras anteriormente dichas.

La ojiazul dejo de luchar, no porque hubiese gustado de aquel contacto


amargo nada comparado con los besos de su ángel, sino que en el fondo sabía
que no podía hacer nada mas, su fuerza física no se comparaba en absoluto
con el mastodonte que tenia encima, sumándole la golpiza recibida
anteriormente, con una casi efectiva fractura de costilla y un dolor en su
costado izquierdo incesante. Cerró sus ojos resignada, era mejor perder la
conciencia, al menos no sentirlo era una buena opción de sobrellevarlo; pero
la maldita conciencia seguía presente como si de masoquismo se hablara, y
ahora, era despojada lentamente de su camisa entrando la tersa piel de su
espalda en contacto directo con el frio piso de cemento.

Ya no lo soportó, el desesperó de la heredera Himemiya se vio reflejado en


un par de lagrimas que al momento de salir, ya eran limpiadas por la lengua
de Maki; intentó gritar, pero una mano le tapó la boca para impedir el
llamado de auxilio, el dolor físico limitaba sus movimientos y el dolor
emocional la consumía aun mas, haciéndola sentir un ser sucio y despreciable,
sería una violada mas de este indiferente mundo. La situación empeoró,
cuando sintió como la ausencia de pantalones la dejaban totalmente
expuesta, ante las curiosas manos de su agresora “Himeko” pensó con
nostalgia...

CONTINUARA...

Acorraladas

Séptimo

Ya no se consideraba la mujer sanguinaria de aquellos días, cuando la


juventud e inexperiencia la convirtieron en un ser macabro y hostil. Miró sus
manos detallándolas desde el envés hasta las palmas, aun podía sentir la
sangre fresca de sus victimas escurriéndose por sus nudillos, las apretó
fuerte lastimándose con sus propias uñas, quería olvidar, dejar de
torturarse, dejar de soñar con esos rostros que aun en la agonía le
suplicaron por piedad, los años borraron las cicatrices pero no los recuerdos,
y sin saber en un intento desesperado por perdón, dejo huir a la que pudo
convertirse en otro nombre más de su extensa lista.

Dio otro exhalación al cigarrillo y recordó que tenía una cita pendiente, no
acostumbraba a llegar tarde pero específicamente hoy no tenia afán,
Chikane la esperaría así como varias veces ella lo había hecho semanas antes.

0o0o0o0

0o0o0o0

Una gruesa gota de agua se estrelló contra su ensangrentado rostro, esto


provocó que despertara momentáneamente del letargo, sentía aun las
caricias de la repudiable mujer recorrerla sin llegar a más lejos, era verdad
lo que previamente le había dicho, gustaba del romanticismo, y en sus planes
estaba el extender a más no poder el evento no solo para auto complacerse
sino para alargar la tortura de su víctima. Una segunda gota la tocó seguida
de una tercera y muchas más que ahora la cubrían por completo, sintió un
gruñido por parte de Maki quien se incorporó un poco mirando al cielo.

-Que mala suerte, en un momento tan bonito como este tenía que llover.

-Quítate, aléjate mal... maldita.

Tomó con brusquedad ese hermoso rostro que ahora se confundía entre las
gotas de agua y sangre –haré como si no hubiera escuchado eso- la volvió a
besar brevemente notando como Chikane apretaba sus labios para no dejar
entrar la escurridiza lengua en su cavidad –un beso no significa nada
Himemiya, pero lo que no es inevitable es que dentro de poco estaré entre
tus piernas- bajó la mano al muslo de la ojiazul y lo acarició con la yema de
los dedos sin dejar de apreciar su rostro –no creas que la lluvia me detendrá,
es más me parece algo fantástico que tu y yo nos unamos bajo la lluvia.

-Podrás tener mi cuerpo... pero nunca seré... tuya.

-Pues te daré tan duro que al final terminaras rogándome por más y yo...
La mujer se silencio al escuchar el estruendo de un rayo que cayó muy cerca,
Chikane dejó caer sus parpados pensando en su hermosa Himeko, sabía de
antemano el miedo profundo que le tenía a los días de tormenta, solo ella con
sus cálidos brazos y muchos mimos lograban calmarla; unas lagrimas que se
mezclaron con la lluvia comenzaron a descender por sus magulladas mejillas,
esta vez no estaba con ella protegiéndola de la furia de la naturaleza, ¿cómo
estaría su ángel en este momento de soledad y encierro?

0o0o0o0

Un gran estruendo saco a Yui de sus locos pensamientos, ni siquiera se había


percatado que se encontraba cerca del lugar donde quedó de encontrarse
con la hermosa Himemiya, -que mujer- susurró a la nada recordando aquella
mirada congelante, ese enigma que encerraban sus ojos, esa actitud tan
déspota y sublevada, ese porte y estilo que irradiaba en sus gestos,
definitivamente toda una diosa, pero la joven sabia que aunque Chikane la
traía loquita desde el primer momento que la vio entrar con la inocente rubia
a su lado, no había nada que las pudiera unir en cuestión sentimental, por ello
el trato que hizo con la peli azul mas allá de intereses carnales fue más de
intereses propios, sabía de antemano quien era el progenitor de su nueva
socia y el gran peso que este tenía en asuntos políticos, esto sumado a que
era dueño de casi la mitad de Tokio y sus negocios seguían extendiéndose no
solo por toda Asia sino Europa y Norte América.

¿Cómo sabia toda esta información?, en realidad las pertenencias y negocios


del señor Himemiya no eran secreto para nadie, y algunas de las revistas que
conseguía con sus fieles contactos lo señalaban como uno de los hombres más
influyentes de la década, obteniendo la casilla 6 de los hombres más ricos de
mundo; pero toda esta información no podía ser manejada sin un buen plan, y
que más que la propia heredera Himemiya como su haz bajo la manga; aun así
conocía sus sentimientos hacia Chikane, y como lo habían arreglado la
protegería junto a su novia de todos los peligros habidos y por haber en
aquel lugar, su palabra valía más que miles de millones de yens así que
cumpliría con el pacto.

Aceleró sus pasos notando como el agua comenzaba a caer con mayor
abundancia, no quería mojarse así que trato de cubrirse con uno que otro
árbol que medio adornaban el patio, de inmediato se arrepintió de este
hecho al escuchar otro gran estruendo producto de otro rayo, recordó que
los arboles atraían las descargas eléctricas y si no quería morir a tan
temprana edad lo mejor era alejarse lo más pronto posible; sus piernas
comenzaron a moverse a gran velocidad, en cuestión de segundos llegó al
sitio donde había quedado de encontrarse con la dueña de sus fantasías, el
lugar estaba desolado ni un alma en pena se atrevería a exponerse a tan
torrencial aguacero, sin embrago, camino un poco mas por el perímetro
verificando que Chikane se estuviera resguardando del aguacero,
lastimosamente no encontró a nadie. Miró su reloj y enseguida sus
vestiduras, estaba totalmente empapada, ya de nada le servía seguir
resguardándose, así que decidió poner en práctica el refrán: si Mahoma no va
a la montaña, la montaña debe ir a Mahoma, y aunque una vez fue advertida
por la propia ojiazul de mantener todo en secreto, Himeko algún día tendría
que enterarse de los negocios que ellas pactaron.

0o0o0o0

Aun se encontraba cubierta de pies a cabeza por la delgada sabana que


desde un principio le fue asignada, de sus ojos afloraban unas cuantas
lagrimas las cuales se incrementaban a medida que los truenos continuaban,
sentía frio... mucho frio, pero ni los alarmantes ruidos ni la baja temperatura
se igualaba a la preocupación de no saber nada de su pareja, se le hacía
extraño que todavía no hubiese llegado aun cuando le prometió que no
demoraría, en realidad no había pasado mucho tiempo desde que Chikane
salió, pero su miedo la hacía sentir como si fueran horas de abandono.

Sintió un ruido en las rejas –Chikane-chan- se apresuró a decir quitándose la


sabana de la cara.

-Ehhh... – Yui se sorprendió al escuchar que la rubia la confundió, si sus


pensamientos eran correctos, ¿en dónde demonios estaría Chikane en este
momento con un torrencial aguacero cayendo a diestra y siniestra? –lo siento
no soy...

-¿Quién es usted?-preguntó la rubia asustada por cómo se veía aquella joven,


mojada y desaliñada. Yui notó la reacción de la joven y se apresuro a aclarar
la situación.

-Tranquila, no vengo a hacerte daño, es solo que venía a buscar a Himemiya


san y el aguacero me ha mojado toda.

-Ella no se encuentra.

-Pero- Yui se adentró al lugar cerrando la reja, Himeko seguía asustada,


Chikane le enseño que no debía confiarse de nadie, y que viniera una presa a
estas horas de la noche en esas condiciones dejaba mucho que pensar –
tranquila ya te dije que no te hare daño.

-Chikane-chan me dijo que siempre estuviera alerta y... que no me confiara.

-Pues Himemiya- san es una persona muy inteligente y que se nota que te ama
demasiado- le guiño un ojo.

-Eso es verdad- la joven se levantó de la cama y encendió una pequeña


lamparita que iluminaba parcialmente la celda –entonces... venias buscándola.

-Aja.

-Bueno salió hace como 30 minutos.

-Y ¿sabes para donde?

-Bueno- la rubia tomó lugar de nuevo en la cama indicándole a la otra joven


que hiciera lo mismo, igual no parecía mala persona ni que tuviera malas
intenciones –me dijo que tenía una cita con alguien y que no se demoraba.

-Ese alguien soy yo, pero ya estuve donde quedamos de vernos y no hay
nadie.

-Estoy preocupada,- se llevó una mano al pecho haber si con esto lograba
calmar el sentimiento -con esta lluvia hubiera regresado, ella sabe que le
tengo miedo... –cayó de nuevo al escuchar otro estruendo.

-Uhm...- Yui la miró notando como la hermosa joven se tapaba los oídos
desesperadamente– ¿porque callas?, no me digas que le tienes miedo a...

-Es mejor dejar así y salir a buscar a Chikane-chan- la interrumpió.

-Tienes razón, pero... ¿tu si puedes salir?

-Claro- afirmó con seguridad –es mi deber.

-Como digas- se levantó de la cama y espero a que la joven de mirada


amatista se terminara de colocar los zapatos

-Ya terminé– dicho esto se levantó dispuesta a seguir a su nueva conocida –


Etto... me... me llamó Himeko- le extendió una mano.

-Un gusto Himeko- recibió el cordial saludo –yo soy Yui, y creo que mejor nos
apuramos que yo también estoy algo preocupada.

0o0o0o0

El agua caía cada vez más fría, no estaba segura de este hecho pero lo que si
podía afirmar era que sus músculos cada vez se entumían mas, le dolía el
rostro y la visibilidad que tenia con el ojo izquierdo era casi nula, la
hinchazón le impedía abrirlo; el peso de la otra persona encima la asfixiaba,
por ello tuvo que abrir la boca para poder respirar mas cómodamente, grave
error, en un descuido Maki notó como su oportunidad de invadir la boca de la
peli azul se le presentaba, con una sonrisa cómplice dejó caer en absoluto el
peso de su cuerpo sobre la victima haciendo que esta se sintiera más
fatigada, de antemano se había percatado de la costilla lacerada y esto
ayudaba en gran manera a que toda la labor fuera más fácil, sin restricciones
ni movimientos bruscos, todo fría y lentamente calculado al igual que el
suplicio de la ojiazul que cada vez iba en aumento.

Se acercó a esa hermosa boca manchada de sangre, sacó la lengua para


contornear aquellos apetitosos labios, amplió su sonrisa al notar que ya no
había resistencia así que si probaría arriba también lo haría abajo, posicionó
sus dedos de tal manera que solo fuera empujarlos, no le importaba si
Chikane estaba lubricada o no, lo único que quería era entrar lo más fuerte y
dejar su marca de por vida; parpadeó un par de veces y relamió sus labios, ya
por fin podía hacer su sueño realidad, no solo la golpeó y ultrajó, también
podría jactarse de que la tuvo como su prostituta personal, y para Maki eso
se convertiría en el logro más grande de su vida.

Chikane cerró los ojos resignada, en su mente aun permanecía el rostro de


Himeko como un cuadro pintado en su subconsciente, nada ya importaba, solo
ella, su puro e inocente ángel, su hermosa niña... su musa –perdóname-
susurro a la nada antes de sentir como era...

CONTINUARA...

(Más abajo)

...liberada de aquel cuerpo, no supo muy bien que sucedió, solo pudo
reconocer dos rostros en medio de la oscuridad, uno de ellos con lágrimas, y
el otro, casi desfigurado por la ira que seguramente estaba sintiendo la
persona.

-Maldita- resoplaba Yui con los ojos casi desorbitados –maldita, perra, quien
te crees.

-Jajajaja- se escuchó la risa de Maki quien se levantó después del gran


empujón que recibió – ¿que quien me creo?, eso deberías preguntártelo tu
jefa, quien te crees para venir y aguarme la fiesta.

-Cállate...

-A mí nadie me calla estúpida.

-Que te calles

-Pues ven y me callas tu misma a ver si puedes- Yui miró a Himeko y con
gesto le indicó que fuera a auxiliar a Chikane, la rubia reaccionó del shock
momentáneo y de inmediato se acercó a su novia.

-Chikane chan, Chikane-chan- lloraba acariciando el rostro hinchado y


amoratado.
-Calma mi vida... yo estoy bien... afortunadamente nada paso mayores.

-Porque ustedes nos interrumpieron o si no, esta sería la hora en que


Himemiya estaría gritando mi nombre pidiendo mas- sonrió con cinismo, miró
a Yui y luego a Himeko quien trataba de cubrir a la ojiazul –no deberías de
vestirla ya que así se ve más deliciosa... toda una puta.

-Te lo advertí- sentenció Yui sacando una navaja de uno de los bolsillos de su
camuflado; enseguida se dejó ir sobre la mujer sin importarle nada en
absoluto, en ese momento era como un toro ciego con el único objetivo de
matar, su razón se nubló y la ira carcomió su cerebro, las pocas neuronas que
aun se mantenían cuerdas se aliaban buscando la mejor manera de lograr su
objetivo, como una máquina de guerra... una maquina de aniquilación.

La pelea comenzó bastante pareja, aunque de cierta manera Maki estaba en


desventaja, lo mejor que podía hacer era esquivar los violentos navajazos
que le sobre venían a diestra y siniestra, fácilmente notaba los ojos
enceguecidos de la que ahora era su rival, esto no la sorprendió ya que en
ocasiones pasadas había sido testigo de innumerables enfrentamientos en los
cuales Yui parecía más que poseída, la palabra correcta seria endemoniada, lo
mejor era mantenerse concentrada y buscar un descuido para desarmarla.

Yui en cambio no dejaba de atacar, la sensibilidad de su cuerpo se extinguió,


la fatiga no lograba que bajara el ritmo, su único objetivo era clavar esa
navaja y retorcerla hasta que Maki gritara de dolor y agonía suplicando por
piedad, una piedad que ya se estaba acostumbrando a otorgar, pero dada la
situación no venia al caso.

Después de unos cuantos minutos de enceguecida lucha y sin previo aviso, la


navaja salió volando, era evidente y mas que pronosticado que si la joven
apodada la “joya de la milicia” no se controlaba, resultados nefastos podrían
ocurrir; Yui fue tomada e imposibilitada por el cuello siendo asfixiada
lentamente, intentaba soltarse de cualquier manera antes de perder el
conocimiento, sentía la fuerza desmedida de Maki mientras la suya propia
disminuía al pasar de los segundos, aire... imploraba por aire, resoplaba y se
revolcaba buscando la entrada de tan vital fluido por sus pulmones, sentía la
sangre acumularse en su cabeza y la pesadez de sus parpados, sus
movimientos cada vez más torpes y menos intensos, la conciencia se perdía,
la vida se apagaba, y cuando creyó que ya solo le quedaba resignarse a morir
estrangulada, pudo notar como Himeko contra todo pronóstico se colocaba
de pie con el arma corto punzante en las manos.

Himeko veía horrorizada la escena sin saber qué hacer, la navaja había caído
junto a ella pero aunque la tomara, no era seguro que pudiese utilizarla como
defensa y mucho menos clavarla en algún lugar del cuerpo de la grandulona;
se levantó con el arma en las manos, su única esperanza era dársela de alguna
manera Yui para que pudiera defenderse, pero sin llegar siquiera a pensar
cómo hacerlo, vio como Maki liberaba a la joven estrellándola contra el frio
suelo, repentinamente comenzó a acercarse con una sonrisa malévola a ella.

-¿Qué piensas hacer con eso niñita?

-Aléjate- la rubia levantó sus brazos apuntándole –no te acerques mas

-No seas estúpida, tú no eres capaz de matar ni una mosca- Maki seguía
acercándose sin importar la escueta advertencia.

-No me retes

-Estúpida.

Chikane miraba la escena como en cámara lenta, sentía su corazón latir


acelerado...

(Latido...)

La distancia se reducía...

(Latido...)

El agua que no paraba de caer...

(Latido...)

La respiración de Himeko agitada...


(Latido...)

La sonrisa burlona de Maki quién no detenía su andar...

(Latido...)

El intentó de Yui por recuperar el aire...

(Latido...)

Todo se volvió confuso... un rayo ilumino el lugar momentáneamente, luego


oscuridad... forcejeos... un gritó... una navaja incrustándose... desgarrando...

CONTINUARA...

Acorraladas

Octavo

-Señorita Himemiya, dígame ¿dónde está el cuerpo?

-Déjeme ir donde Himeko.

Dos horas era el límite de su paciencia, y con aquella joven ya había roto un
nuevo record, 162 minutos era lo que llevaba tratando de acceder al
subconsciente de la condenada, de sacarle la verdad, aunque si era sincero,
no la creía culpable dada la situación. Chikane se veía como si le hubiera
pasado un tractor por encima, y según los reportes médicos tenía unas
cuantas costillas laceradas, esto le aseguraba que había alguien más detrás
de todo esto.

Se removió en la silla, y suspiró con el ánimo de cortar un poco la tensión del


lugar –encontramos sangre de otra persona en el lugar donde se hallaba
usted y su novia, según los resultados esa sangre es de otra presa Maki
Kuno, siendo sincero no creo que en su estado le haya hecho algo malo a esa
mujer, dadas las condiciones en las que se encuentra.

-Quiero a mi abogada.

-La señorita Hanazono y el Señor Himemiya se encuentran en el hospital


pendientes de la salud de Kurusugawa.

-Quiero verla, lléveme donde esta ella... exijo verla- gritó presa de la
desesperación provocando que el hombre se alarmara por su repentina
actitud, se levantó con fuerza sin importarle el dolor físico ni las esposas
que limitaban sus movimientos, con sus puños golpeó la mesa en un gesto
inútil de autoridad.

-Cálmese y tome asiento- Chikane se mantenía en esa posición mirándolo


fijamente, sin importarle la orden que le acababan de dar –le he dicho que
tome asiento, usted no es nadie para exigir nada, y por su bien es mejor que
obedezca.

Se quedaron en silencio retándose mutuamente, solo las respiraciones hacían


eco a medida que los segundos transcurrían, poco a poco una de estas se hizo
más pausada, hasta el punto de ser casi imperceptible, al instante Chikane se
sentó regresando su atención a la nada, su expresión cansada denotaba que
no aguantaría mucho más tiempo encerrada en ese lugar, decidió jugar su
última carta.

-Quiero negociar- pronunció tan despacio y firme que más parecía una orden
que un trato.

-Señorita Himemiya el intento de soborno le puede ocasionar...

-No me refiero a eso- interrumpió.

-Explíquese.

-Lléveme donde esta Himeko y le diré todo lo que sucedió- Clark se


incorporó de la silla quedando frente a la acusada, movió su cabeza de lado a
lado como si no estuviera muy convencido de la propuesta –que dice
¿acepta?- volvió a presionar Chikane, al ver la duda en los ojos del individuo,
este por su parte se alejo para quedar de pie en un rincón de la sala,
guardando silencio.

El silencio se volvió a instalar durante un par de minutos, la joven comenzó a


creer que el hombre tal vez había desistido de aceptar su propuesta, y que
la tendría allí retenida hasta que se le diera la gana soltarla, y si fuera de
esa manera, nunca podría perdonarse el dejar sola a Himeko, no estar con
ella en esos momentos que tanto la necesitaba, ¿y si moría? Nunca estuvo en
entre sus planes vivir sin su gran amor ¿cómo haría para respirar siendo esa
rubia su oxígeno?

-¿Entiende usted que aunque yo acepte el trato, el tiempo máximo que puede
estar fuera de esta cárcel son doce horas?- por fin se dignaba en decir algo.

-Eso lo sé, pero en estos momentos solo me interesa verla.

-Hecho.

Flash back

Chikane miraba la escena como en cámara lenta, sentía su corazón latir


acelerado...

(Latido...)

La distancia se reducía...

(Latido...)

El agua que no paraba de caer...

(Latido...)

La respiración de Himeko agitada...

(Latido...)
La sonrisa burlona de Maki quién no detenía su andar...

(Latido...)

El intentó de Yui por recuperar el aire...

(Latido...)

Todo se volvió confuso... un rayo ilumino el lugar momentáneamente, luego


oscuridad... forcejeos... un gritó... una navaja incrustándose... desgarrando...

El afilado objeto se escabulló en medio de la lluvia, en medio de los truenos...


de la oscuridad, en medio de sentimientos encontrados, miedo, ansiedad,
dolor, rencor, venganza; penetró sin piedad desgarrando una garganta,
convirtiéndola en la principal víctima de un profundo corte, dejando que
millones de partículas de líquido rojo se mesclasen con la lluvia; quien
sostenía el arma solo pudo observar el macabro panorama, percatándose,
como sus hasta ese momento inocentes manos, se manchaban de liquido vital.
Se alejó confusa y temblorosa, buscando a Chikane quien se encontraba en el
suelo palidecida y horrorizada; regresó su vista de nuevo al frente, para
presenciar como el cuerpo de Maki se doblegaba preso de la agonía...

Fin flash back

-Entonces dice que esta joven Maki intentó abusar de usted, porque nunca
denuncio esto.

-Porque nunca antes lo había intentado, no niego que se insinuó un par de


veces, pero no creí que llegaría tan lejos.

-¿Nunca creyó que llegaría tan lejos?, por Dios Himemiya en donde cree
usted que se encuentra, ¿en una de sus empresas donde todo el mundo la
alaba y prácticamente se le arrodillan? Debió haber reportado esas
insinuaciones.

-No lo creí necesario- reiteró apoyando los brazos sobre la mesa y


escondiendo el rostro entre sus manos, no estaba segura de continuar –yo...
yo pagaba por protección, y...se suponía que Maki era una de las personas que
me protegían.

-Viniendo de usted no me sorprende, es más, creo que en su caso haría lo


mismo, pero como bien lo dijo esa joven que en este momento está
desaparecida, era solo una de esas personas- Clark que hasta ese momento
se había mantenido de pie alejado de la escasa luz de la lámpara, se acercó
con paso lento quedando atrás de Chikane, apoyó sus brazos en los hombros
de la joven y agachándose le susurró al oído –quienes eran las otras personas
a las cuales usted les pago por protección.

-No pienso decir nombres.

-Pues si no los dice, su noviecita morirá y usted no alcanzará a despedirse.

-Maldito hijo de pu...

-Cálmese Himemiya-sama, no querrá que levante cargos por insultar a un


detective- se giró de nuevo quedando frente a ella, Chikane lo miraba sin
esconder su odio, el hombre hasta llegó a intimidarse con el veneno espeso
de esos orbes- pero... si usted habla la dejaré ir con Kurusugawa.

-Ya le dije que no diré nombres.

-Bien, pues si no me los dice a las buenas, tendrá que ser a las malas.

-¿Piensa golpear a una mujer esposada?, que valentía de su parte- ironizó.

-No pienso golpear a una mujer- sonrió.

-¿Ah no?, entonces llámelo como quiera

-Yo no le coloco nombres, no soy de los que habla mucho y poco actúa- al
instante, Clark tomó bruscamente a Chikane de la blusa y la azotó
fuertemente contra el espaldar de la silla, la ojiazul no se esperaba tan
repentina acción, así que poco tiempo tuvo para reaccionar, aunque como se
encontraba en ese momento sumado a las aflicciones físicas, eran escasas las
posibilidades que tuviera de defenderse –¿dónde está Maki?- la azotó de
nuevo, liberando una mano y dirigiéndola a la melena azulada, jaló de esta sin
compasión, pensando que el dolor era la mejor opción para hacer cantar a los
criminales.

-Respete el trato maldito bastardo- bufó conteniendo el dolor que le


causaban las acciones.

-Usted no pone las reglas, no me obligue a terminar de partirle las costillas.

-Haga lo que haga no diré nada, además como quedaría su imagen después de
saberse lo que le ha hecho a la heredera Himemiya.

-Usted ya no es vista como tal- las palabras que antes salían vagamente
fueron reemplazadas con amenazas y gritos de ambas partes, el sudor hizo
acto de presencia en la frente del oficial, quien con fuerza descomunal
insistía en hacer daño, Chikane se sacudía presa del desespero por no poder
moverse, pronto sintió algo de alivio al percibir como su cabello era liberado
del constante jaloneo, No tardó en abrir los ojos y con ayuda de la escueta
luz, vio como una mano en su totalidad extendida se proyectaba desde lo alto
para estrellarse en su rostro.

El sonido de la puerta interrumpió el instante, dejando ver al individuo que


se asomaba por esta, una escena muy desagradable ante sus ojos.

-Demonios Clark, ¿qué está haciendo?- el detective soltó el agarre, dándole


un ultimo empujón a Chikane sobre la silla.

-Lo necesario para que colabore.

-Golpear una mujer no son métodos de confesión, no en nuestro país, y menos


en esta institución.

-Solo hago mi trabajo.

-Lárguese- sentenció el hombre de carácter templado y buen porte.

-Claro- Clark se dirigió a la puerta al tiempo que arreglaba su camisa, cuando


pasó por el lado de su jefe, soltó una risilla burlona –estaré esperando que
me llame de nuevo jefe, sabe que soy el mejor.

-Pues espere sentado en mi oficina, creo que su traslado se va adelantar.

-Pero...- el hombre le cerró la puerta en la nariz sin permitirle objetar de


nuevo.

-Estos policías extranjeros creen que pueden venir a nuestro país y hacer lo
que les plazca.

-Gracias Kazuya

Kazuya Minamoto, considerado un miembro más de la pequeña familia


Himemiya.

Hayate lo conoció cuando ingreso a la universidad a estudiar administración


junto a él, ambos jóvenes de 18 años, familias adineradas y sin ninguna
preocupación más que respirar, formaron una excelente amistad, se
divertían de lo lindo todos los días, y los fines de semana remataban en
fiestas en las cuales eran muy populares.

Ellos consideraron ser hermanos en una especie de pacto, ya que ninguno de


los dos tuvieron hermanos siendo hijos únicos.

Kazuya no estaba muy conforme con la carrera que escogió, así que 3
semestres después, decidió retirarse y emprender un nuevo camino en las
fuerzas militares, esa era su pasión.

Se separó del lado de su amigo por muchos años, pero la amistad nunca se
desvaneció, siempre estaban en contacto y se ayudaban mutuamente.

Cuando nació Chikane él la consideraba como su sobrina, y al tomarle cariño,


decidió volver a Japón para estar cerca de su muñeca.

Durante su estancia en Tokio, sacó a relucir su conocimiento en las artes


militares, por ello comenzó a trabajar para la policía estatal y al pasar los
años y gracias a sus habilidades, se convirtió en el jefe de la estación de
policía principal de Tokio.
Hacia un poco más de un año fue trasladado a Osaka para impartir
aprendizaje a nuevos reclutas, pero al enterarse del escándalo en el cual
estaba involucrada su sobrina, no dudo en pedir de inmediato el retorno el
cual tomo bastante tiempo ya que debía terminar sus horas como docente
militar.

El hombre se sentó frente a ella, detallando las heridas de su rostro –creo


que me duelen mas a mí que a ti.

-Pero no se comparan con el dolor que tengo en el corazón... – bajó la mirada


resignada –te extrañe, te extrañe muchísimo.

-Yo también mi niña, pero ahora que estoy aquí, te juro que moveré cielo y
tierra para mantenerte protegida.

-Himeko...

-Ella no está muy bien...

-Si vas a mover cielo y tierra que sea para salvarla.

-Eso no está en mis manos.

Los sollozos de Chikane se hicieron más audibles, el nudo en la garganta se


volvió agobiante, y las ganas de gritar y maldecir incontrolables, su orgullo ya
no valía nada, Himeko era su todo, y ahora, imposibilitada de manos y alma no
le quedaba más camino que llorar amargamente revolcándose en sus penas.
Nadie, absolutamente nadie podía consolarla en este momento, ni brindarle
el oxigeno necesario para resistir un segundo más, su pecho se contraía
estrujando su corazón hasta querer liquidarlo, una forma de suicidio cruel y
doloroso, un perfecto descanso en un infierno real.

-Llévame con ella- se escuchó entre sollozos ahogados.

-Mi niña- el hombre la abrazó fuertemente acariciando su cabeza –ahora


mismo te llevo con ella, pero debes calmarte, no es conveniente que te vean
en eses estado
-Es lo que soy ahora.

-Yo no te enseñe eso.

-Mi padre tampoco pero es la naturaleza humana.

-Un Himemiya nunca cae, siempre se mantiene firme.

-Un Himemiya también es humano- se soltó del abrazo con suavidad. –


también sentimos y lloramos.

-Y salen adelante cuando hay problemas.

-Solo saldré de esto con Himeko a mi lado.

Flash back

Himeko la vio caer ahogándose en su propia sangre, revolcándose en un


fallido intentó por mantener la conciencia. Su mente no podía soportarlo, la
escena la enloquecía, quería gritar y que el tiempo se detuviera.

Sin evitarlo cerró los ojos, llevó sus manos a los oídos tapándolos con fuerza,
temblaba, sus nervios la traicionaban, que pensar, que decir, que hacer,
nada... simplemente nada. Se desplomó presa de los nervios, el oxigeno era
cada vez más escaso en sus vías respiratorias haciéndola sentir atrapada,
sus manos abandonaron los oídos apresando ahora el rubio cabello, jalonazos
iban y venían sin control tratando de mitigar la culpa.

Chikane aun se mantenía en el suelo impresionada, todo dolor que en un


instante sintió fue reemplazado por el repentino entumecimiento de sus
músculos, intentó con desesperación moverse, pero la lluvia y agua acumulada
de los charcos a su alrededor le dificultaban la labor, se limpió temblorosa la
cara, notando como las millonésimas gotas de agua impedía que viera con
claridad la situación, en esos segundos pasó lo inesperado.

Sus azulados orbes fueron los primeros en detallar como el cuerpo


ensangrentado de Maki que antes convulsionaba en el piso, se incorporaba de
nuevo en contra de todo pronóstico, en total silencio, sin llamar la atención
de Himeko, como si todo lo hubiese planeado desde su agonía, esperando el
descuido de la joven rubia quien aun no levantaba el rostro por miedo a
comprobar en lo que se había convertido, una asesina.

Se revolcó angustiada intentando articular alguna palabra, pero


desafortunadamente en los momentos de mayor tensión, es cuando el cuerpo
mas se sobreesfuerza y nada garantiza que las acciones puedan
desarrollarse, eso le ocurrió a Chikane, quien en su desesperado intento de
alertar a su amante, solo puedo hacer unas señas a Yui para que se percatara
de la situación, por más increíble que parezca, esta tampoco había notado la
doble intención de Maki de lastimar a la indefensa rubia, sus piernas
comenzaron a moverse con rapidez como si de algo escapara, pero más que
escapar, rogaba por cubrir en tiempo record los pocos metros que la
separaban de la escena y evitar la catástrofe.

-¡¡¡¡¡Himeko!!!!!- por fin Chikane pudo articular ese grito, que sonó como si le
estuvieran desgarrando el alma, la rubia sorprendida por tan cruel aullido
levantó el rostro asustada, solo para ver un destello que encandiló sus ojos
momentáneamente privándola de su única defensa, segundos después el
escalofriante filo de la navaja se incrusto lenta y dolorosamente en su
pecho, cayendo al piso con un cuerpo inerte encima que la ahogaba…

CONTINUARA.

Acorraladas

Nueve

-Cálmate Chikane, en este momento es imposible, aún no ha salido de la sala


de operaciones- contestó una acongojada Shizuma, estaba agotada eso era
evidente en su ojeras.
-Pero… ¿Qué han dicho los médicos?

-La herida es muy grave, hay una hemorragia interna y están comprometidos
varios órganos.

-¿Pero se salvará?- interrogó con cierto nerviosismo, temía cual fuera la


respuesta.

-Hay que esperar, llevan más de 4 horas en el quirófano y no sabemos nada


más.

-¡Dios!- grito la pelinegra lanzando un manotazo al aire, suspiró pesadamente


y comenzó a caminar de un lado a otro como un león enjaulado, no era capaz
de detenerse, toda la adrenalina que despedía su cuerpo debía ser liberada
de inmediato, ni siquiera el dolor de sus heridas la hacían detenerse –si ella
muere..., si ella muere.

-No digas tales cosas- tomó de los hombros fuertemente a Chikane


intentando en vano que se controlara, esta le lanzó una mirada asesina, al
tiempo que se soltaba bruscamente del agarre, Shizuma por un momento
creyó que la golpearía –no debemos tener esos pensamientos, hay que ser
fuertes y esperar que todo salga bien.

-¿Qué todo salga bien?- ironizó levantando los brazos para después dejarlos
caer con fuerza a cada lado–maldita sea nada está bien, todo está hecho una
mierda- su desesperación creció y el tono de voz comenzó a elevarse –es mi
culpa, desde el principio, yo la he condenado.

-Cálmate- intercedió Kazuya, tratando de aliviar un poco el ambiente –en


esas condiciones no puedes pensar.

-No me digas lo que tengo que hacer-

-No me obligues a tomar acciones más fuertes, estas fuera de control


Chikane-

-¡Tú hablas porque no es tu maldito corazón el que se está ahogando en este


momento!- Kazuya veía como su sobrina se acercaba a él, con un brote de
sentimientos desbordándose en su rostro, el se mantenía firme, aunque su
sentido común le suplicaba retroceder- ¿qué piensas hacer?- lo encaró con
cólera – tú no sabes nada de mí, desapareciste, y ahora vienes con ínfulas de
psicólogo a decirme que es lo que debo sentir y cómo debo actuar.

-Chikane por favor- Shizuma la tomó por la cintura empujándola hacia atrás.

-Suéltame- con sus manos agarró las muñecas de su amiga, intentando


retirar aquellos brazos anclados a su abdomen.

Kazuya intuyó que después de soltarse, lo más probable es que la ojiverde se


ganara un buen golpe por parte de su sobrina, era definitivo, Chikane había
perdido el control, y toda su frustración estaba siendo descargada en
quienes más la amaban.

Les hizo un ademán a dos de los oficiales que lo acompañaban, para que lo
ayudaran a someter a Chikane, la joven al ver las intenciones, comenzó a
lanzar patadas a diestra y siniestra, no quería que nadie la tocara, no quería
que invadieran su espacio.

-¡No se atrevan a tocarme! – Sentenció con voz agitada, al tiempo que sus
extremidades ya eran sujetadas – ¡malditos no me toquen!

-Por favor Chikane contrólate- rogó Shizuma ya desfalleciendo por tanto


esfuerzo, el cansancio acumulado ya comenzaba a ser excesivo.

El gran alboroto alertó a varios enfermeros quienes de inmediato, se


dirigieron al lugar dispuestos a ayudar

-¡Una camilla!- gritó uno de los jóvenes aprendices, mientras alistaba una
jeringa con un liquido transparente en su interior.

-Esperen, ¿Qué es eso?- preguntó Kazuya al observar las intenciones del


enfermero.

-Tranquilícese, es un calmante-
-No es necesario- afirmó Shizuma disgustada, pensando que era una medida
bastante extrema.

-¡Quítense, suéltenme!- Chikane seguía forcejeando como si estuviera


poseída –no se atreva a inyectarme eso-

-Si no lo hago sus heridas empeoraran, recuerde que tiene una fractura de
costilla y varios hematomas-

El enfermero con mucha dificultad, pudo subir la manga de uno de los brazos
de la pelinegra, lo tomó con fuerza, mientras los demás hacían todo lo
posible por que se quedara quieta, si se movía lo suficiente, la aguja podría
partirse y causarle un gran daño, eso era lo último que querían, y por ello el
joven se apresuró lo mas que pudo en realizar el procedimiento.

-No… no… Himeko… Himeko…- el forcejeo se extendió por unos segundos


más, hasta que las extremidades poco a poco comenzaron a ceder, los
hombres dejaron de hacer fuerza mientras la joven se sentía cada vez más
adormilada. Pronto llegó una camilla, y sobre esta, fue puesto el cuerpo
totalmente relajado de Chikane.

Shizuma veía con dolor como su amiga era trasladada a una habitación
cercana, seguida de los oficiales quienes no podían dejar de escoltarla.

-Era necesario Shizuma- aseguró Kazuya llevándose una mano al cuello,


sentía un leve escozor producto a un rasguño ocasionado en el altercado –
Chikane está fuera de control en este momento, además su cuerpo tiene
numerables golpes es mejor que descanse.

-Tienes razón- dio un suspiro de resignación, relajando su cuerpo en una de


las sillas –para mi es tan difícil verla así, tan derrotada y desesperada, nunca
lo imaginé.

-Ni yo- se escuchó la potente voz de un hombre alto y elegante que se


acercaba con dos tazas de café, ambos voltearon a mirar a Hayate, quien
parecía muy tranquilo después de lo que había sucedido –es un golpe muy
duro para todos.
-¿Viste toda la escena?

-Claro que si Shizuma- respondió entregándole una taza de café –pero me


mantuve alejado, no hubiera sabido cómo reaccionar de haber estado cerca.

-Reitero que fue lo mejor, aunque lo que me preocupa es otra cosa- ambos
miraron a Kazuya quien observó con angustia la puerta de la habitación donde
estaba recluida su sobrina.

-No me digas que…- susurró la ojiverde.

-Exacto, Chikane es capaz de cometer una locura si Himeko llega a morir.

O0o0o0o0o0o

-¿Dónde estoy?- preguntó con un tono de voz adormilado, sus ojos


parpadeaban rápidamente intentando enfocar el espacio, su respiración era
agitada, entrecortándose en momentos. Trató de mover su cuerpo sin éxito,
el dolor sumado a los medicamentos hacia de esta una actividad titánica.

-Descansa...

-Himeko… ¿Dónde está?

-Ella…- Shizuma dudó un poco, esto le dio indicios a la joven Himemiya que
algo andaba mal.

-Está bien, ¿Verdad?, ¿Dónde está? ¡Quiero verla!- Chikane comenzó a


desesperarse, pero aun así su cuerpo poco respondía –por favor, dime que
está a salvo- el llanto comenzó a ahogarla, impidiéndole seguir con las
preguntas. Su mirada de súplica, agobió por un momento a su acompañante.

-Sobrevivió a la operación- fue lo único capaz de pronunciar, junto sus manos


nerviosamente sin saber cómo continuar con la explicación.

-Quiero verla- afirmó rotundamente.


-Hay algo… que tengo que decirte antes- tomó aire pesadamente y se levantó
de la silla en la cual paso las últimas 3 horas sentada, Chikane la siguió con la
mirada, incapaz de presionarla a que le contase, fuera lo que fuera, por la
expresión de su amiga, sabía que no eran noticias muy gratas, y por alguna
razón, temía en conocer aquella verdad.

-Himeko tuvo 2 paros cardiacos en la operación, fue muy difícil que la


estabilizaran de nuevo- continuó, fijando su mirada a cualquier otra parte
que no fuera la ojiazul –El médico dijo que está viva de milagro, pudieron
controlar la hemorragia interna y fue necesario varios trasfusiones de
sangre.

-Pero…

-Aun así, no saben si pueda sobrevivir-se apresuró a terminar la explicación-


los médicos hicieron todo lo posible, el resto le toca a ella.

Chikane sintió el filo de una daga en su corazón, el respirar dolía, dolía


demasiado, y por mucho que quisiera desahogarse en gritos, era como si
alguien estuviera ejerciendo presión en su garganta, intentando
estrangularla –por favor Shizuma- rogó agachando la cabeza derrotada.

-Te entiendo- dio media vuelta dirigiéndose a la salida, lo que menos deseaba
era trasmitirle su propio dolor a Chikane, pero los recuerdos de aquella rubia
con sonrisa inocente y facciones angelicales, la hacían querer llorar y
lamentarse por tan cruel situación. Himeko era su hermanita, su grata
compañía, con quien compartió tantas momentos alegres y anécdotas
inigualables, pero aquella compañía, ahora estaba postrada en una cama
debatiéndose entre la vida y la muerte –conseguiré de cualquier manera que
la puedas ver- afirmó tomando la manija de la puerta y girándola.

-Espera- le detuvo -si Himeko no lo logra… sabes lo que va a suceder.

-Siempre lo he tenido claro.

-Te encargo que se haga mi última voluntad.

-Así será- la joven abogada salió de la habitación, y de inmediato le hizo


señas a Hayate para que ingresara, el hombre presuroso ocupó su lugar en la
estancia.

-Princesa- saludo cerrando la puerta, y le dirigió a su primogénita una tierna


sonrisa, de esas que son extrañas en una persona como él.

-Discúlpame padre, mi comportamiento no ha sido el más adecuado-

-No tienes porque hacerlo, somos humanos, y no creas que es fácil para mí,
ver a mis dos hijas en esta situación.

-Tu rostro no ha sido el primero que he visto al despertar- desvió el tema


viendo como su padre se acercaba a ella, le incomodaba sentirse vulnerable
ante la persona que la crió con tanto amor, pero que aun así le exigió rudeza
y frialdad. Hoy definitivamente perdió el control, y su padre al contrario de
recriminar su impulsividad, parecía entenderla y apoyarla.

-Sabes que nunca he sido muy bueno a la hora de dar malas noticias, en
cambio Shizuma…

-Shizuma es como una hermana- interrumpió –lo has hecho bien.

Hayate tomó lugar en la cama al pie de su hija, con cuidado acaricio su rostro
y se inclinó para depositar sus labios en la blanca piel –he mandado llamar a
los mejores especialistas de todo Japón, no estoy dispuesto a perder a mi
familia, no después de lo de tu madre.

-Gracias- sonrió tristemente mirándolo a los ojos.

-Soy tu padre, y siempre te apoyaré.

-Aun si ella muere…- Hayate negó con la cabeza, impidiéndole terminar la


oración.

-Eso no pasará, de aquí las dos saldrán con vida, y así tenga que comprar a
toda la justicia penal del Japón, las sacare de esa maldita prisión.
0o0o0o0o0o0

-No lo creo conveniente señorita Hanazono, pero entiendo la condición en la


que se encuentra la familia Himemiya.

-Gracias por su comprensión- sacó una pluma y firmó rápidamente un cheque


sobre la mesa –espero que esto sea suficiente.

-Espero que no piense que me aprovecho de la situación, las políticas de la


clínica son rigurosas, y permitirle un permiso de tal clase me puede costar mi
empleo.

-No se preocupe, ya es de saberse que todos tienen un precio.

-No lo dude.

-¿Cuándo puede ingresar?- Guardó la pluma y se incorporó acomodándose el


abrigo.

-En un par de horas estaría bien, la señorita Himemiya aún está bajo los
efectos de los calmantes, es conveniente que descanse un poco antes de
permitirle ver a la paciente.

-Por mi está bien, pero me gustaría que usted mismo le explique la situación
a Chikane, ella no está dispuesta a esperar más tiempo a menos que alguien le
dé una razón concreta, además creo que tiene algunas preguntas por hacerle.

-Por supuesto- se puso de pie tomando unos documentos –si me permite


entrego estos papeles y enseguida estoy con usted.

0o0o0o0o0o0

-Adelante- indicó Hayate al escuchar que alguien golpeaba la puerta.

-Permiso- el médico abrió la puerta dejando entrar primero a Shizuma, luego


ingresó cerrando – ¿Cómo se encuentra señorita Himemiya?
-Mi salud es lo que menos importa en este momento- aseguró mirándolo con
enojo – ¿Cuándo puedo verla?

-Verá… Himemiya-sama- el hombre se puso nervioso con aquella mirada


matadora –creo… que en un par de horas… usted podría ver a la paciente.

-¿Cree? O está seguro.

-Bueno…- el pobre hombre se sintió como en su primera entrevista de


trabajo.

-Puede o no puede- ahora fue el turno de Hayate de presionar –creo que la


suma de dinero fue bastante cuantiosa para que le responda a mi hija con
divagaciones.

-Usted entenderá que eso no es fácil de lograr, la paciente está en cuidados


intensivos, y las visitas en esa área están prohibidas, pero aun así me
encargaré personalmente de que la señorita Himemiya pueda ingresar.

-Bien eso espero, ahora quiero hacerle unas preguntas con respecto a la
condición de Himeko- sentenció la joven acomodándose mejor en la cama
-por favor sea concreto en responder, no soy experta en terminología
médica por lo tanto no trate de enredarme.

-No hay ningún problema, le explicaré la situación, al igual que se la explique


a la señorita Hanazono y al señor Himemiya- afirmó aflojándose el nudo de la
corbata –quiero que sepa, que estamos haciendo todo lo humanamente
posible por salvar la vida de la joven Kurusugawa.

-Aun así solicite la asistencia de los mejores especialistas que hay en Japón,
queremos escuchar varios criterios, espero no le moleste.

-En absoluto, ustedes están en todo su derecho de hacerlo.

-De acuerdo, es mejor que me retire, tengo cosas que hablar con Kazuya- el
señor Himemiya se levantó, depositando otro beso en la frente de su hija
-mantente en calma- le susurró antes de alejarse y salir de la habitación.
-Lo intentaré.

40 minutos después la conversación llegaba a su fin, Chikane no escatimó en


preguntar hasta el más mínimo detalle, indagó en la vida profesional del
médico, comprobando que era una persona calificada para tratar a Himeko.
Shizuma a su lado escuchaba atentamente, de vez en cuando hacía preguntas
para despejar algunas dudas que tenía, al igual que su amiga, estaba muy
interesada en saber qué clase de hombre estaba tratando el caso de la
rubia.

-Gracias por responder todas mis inquietudes.

-No se preocupe Himemiya-sama, estoy para servirle, Hanazono –sama,


¿Desean saber algo más?

-Yo creo que lo más sensato es esperar, ahora todo está en manos de
Himeko- aseguró la ojiverde mirando al exterior por el gran ventanal,
después de volver a escuchar el relato del médico se sintió peor, en estos
casos lo mejor era vivir sumergido en la ignorancia.

-En un rato mas podrá ingresar a cuidados intensivos, voy a organizar todo,
me retiro- el médico salió de la habitación, dejando a ambas jóvenes sumidas
en sus propios pensamientos, la mirada azulada estaba perdida e inexpresiva,
el llanto se secó como agua en el desierto, y los músculos se relajaron
dándose al abandono, si pudiera morir en ese momento, seria un alivio para su
maltratado corazón.

Shizuma por su parte, se mantuvo ausente unos segundos, recordando los


bellos momentos vividos con la rubia. Cerró los ojos con fuerza y sacudió la
cabeza, se reprendió mentalmente por hacer eso, Himeko aun no estaba
muerta y parecía como si ellas le estuvieran guardando luto.

-36 horas es la fase crítica, estoy segura que Himeko lo logrará, ella ama
vivir y no es capaz de abandonarte.

-A mí se me agota el tiempo, ¿Cuánto llevo aquí? ¿5, 6 horas?


-No te preocupes por eso, algo inventaremos para que te puedas quedar más
tiempo- aseguró cruzándose de brazos, dio media vuelta y miró fijamente a
la pelinegra –necesito que acercándose las 12 horas vuelvas hacer un episodio
como el de antes, te aplicarán calmantes y hablaré con el médico para que
algo se invente.

-Bien.

-Chikane, debes tranquilizarte un poco y tener fe de que todo va a salir bien,


no te comportes como si Himeko ya estuviera muerta, la estas enterrando
con ese pesimismo.

-Tienes razón pero hay algo que no deja de darme vueltas en la cabeza.

-¿A qué te refieres?- se sentó en la cama y tomo el rostro de Chikane entre


sus manos, acarició con sus pulgares las sonrojadas mejillas, dándole
confianza para seguir hablando.

-Creo que estoy siendo castigada, Souma no debió haber muerto de esa
manera.

-Eso fue un accidente, no te culpes.

-Ese es el problema… no fue un accidente.

Shizuma abrió sus ojos, sorprendida por la confesión que le acababa de


hacer su amiga, su respiración se detuvo por un momento, y a su mente vino
el informe de la autopsia “causa de muerte: muerte cerebral causada por
ahogamiento” .

0o0o0o0o0

-Shiraiwa, apresúrate estoy comenzando a escuchar ruidos- una mujer


asomaba la cabeza, mirando angustiosamente que ninguna uniformada pasara
por los baños de la prisión.

-Cállate la maldita boca y sigue vigilando- regaño agotada, al tiempo que


estrellaba el hacha una y otra vez, contra la carne hecha jirones en el suelo.

Decidió descansar un poco y tomar aire, limpió el sudor de su frente con el


brazo izquierdo, mientras el derecho, sostenía el objeto cortante
totalmente sucio y con manchas de sangre y otras sustancias–creo que ya te
estás enloqueciendo y estas empezando a escuchar ruidos.

La mujer levantó una ceja y soltó la mano del cerrojo para hacerle un gesto
grosero a Yui, luego cerró la puerta con el mayor cuidado para no hacer
ruido, y se dirigió a donde estaba la carnicería –por dios, esto es asqueroso-
exclamó llevándose la mano a la nariz y haciendo una expresión de repulsión –
¿Dónde mierdas piensas meter toda esa carne?

-Ira por el sanitario directo a las cañerías.

-¿Y la cabeza?, no creo que quepa es ese agujero tan pequeño.

-Tengo otra hacha- la recogió del piso y se la ofreció a la mujer, esta la


recibió manteniendo el gesto de asco, casi se podría decir que estaba a
punto de vomitar –ayúdame a picarla, ya estoy cansada y…

-Estás loca- interrumpió abriendo desmesuradamente los ojos, nunca pensó


que de solo ser vigilante, pasaría a ser Jack el destripador –ni en mis mas
sádicas pesadillas haría eso, ni siquiera soy capaz de sacar la cabeza de la
bolsa, ¿cómo putas crees que podré picarla por pedazos?, bien sabía que era
mejor no aceptar el puto trato, me vale mierda pero no lo haré.

Yui torció los ojos viendo la actitud de la mujer, le exasperaba el hecho que
sus ayudantes fueran tan filimiscas y poco servibles, a la hora de limpiar el
desastre. La mujer seguía quejándose, y dando una y mil razones por las
cuales no quería tocar esa cabeza envuelta ordinariamente en papel
periódico y bolsa negra, “que puta tan latosa” pensó Yui mientras levantaba
la mano y la estrellaba en el rostro de la susodicha, luego la tomó del cabello
y la obligó a inclinarse, dejándola cerca de la carne aun esparcida en el suelo
–me importa una puta mierda si se te rompe una uña, o te contagias alguna
enfermedad, lo único que puedo asegurarte es que si no me colaboras, la
carne no irá directo a la cañería sino a tu estomaguito, así que empieza a
descuartizar- la soltó con brusquedad y salió del sanitario dirigiéndose al
lavado de manos, abrió la llave y aprovecho el abundante chorro de agua para
quitar las manchas de sangre de su rostro –ya regreso, asegúrate que no se
tapone el sanitario- se burló saliendo del lugar, dejando a una mujer atónita
sin saber qué hacer con el hacha en sus manos.

0o0o0o0o0

-Muy bien Himemiya-sama tienen que cubrirse con estos elementos de


protección, no puede entrar allí sin ellos.

-Claro- tomó el gorro, tapabocas y delantal que le obsequio el médico y se


dispuso a colocárselos – ¿Cuánto tiempo tengo para estar con ella?

-Bueno la idea sería unos cuantos minutos…

-¿Minutos?- se detuvo mirándolo con furia –le pagaron una fortuna para
esto, no me salga ahora que solo podré estar con ella unos “minutos”.

-La entiendo señorita, pero… -el hombre suspiró resignado –está bien tiene 1
hora para estar con ella.

-Dos.

-Hora y quince minutos.

-Hora y cuarenta y cinco.

-Hora y…

-Ya no está en discusión- terminó de amarrarse el delantal –permiso –


ingresó a la habitación, dejando al hombre con el ceño fruncido y
refunfuñando cualquier clase de cosas.

-Himeko… - susurró en medio de su dolor al entrar al área de cuidados


intensivos, lo primero que vio fue la cantidad de aparatos que rodeaban a su
novia. Se acercó lentamente sin producir ruido con sus zapatos, le
preocupaba que cualquiera de sus acciones le pudiese causar perturbaciones
a la rubia –esto era lo que menos quería… de verdad.

Con cuidado de no desconectar cualquier cable, poso sus labios en la frente


de la joven postrada en la cama, luego se sentó a su lado con extremo
cuidado, y comenzó una serie de caricias por las pálidas mejillas.

-Cuanto daría por ser yo la que está en esa cama, por sentir tu dolor, y
liberarte de este yugo –la sutil caricia se deslizo de la mejilla al cuello, luego
pasó por los hombros y los brazos, recorriéndolos repetidas veces hasta
caer en los fríos dedos de las manos –has hecho tanto por mi desde que nos
conocimos, y yo no te he sabido pagar de la mejor manera, me has amado y te
has entregado a mí en cuerpo y alma, has mentido por mi y has seguido mis
pasos aun dentro de una prisión- Cerró lo ojos y movió su cabeza de lado a
lado, soltó momentáneamente las manos de Himeko para colocar sus dedos en
la sienes, el dolor de cabeza que empezaba a sentir la estaba abrumando, tal
vez era por la aglomeración de recuerdos que se paseaban velozmente en su
mente –le he confesado a Shizuma algo que prometimos guardar, aunque no
le di detalles, y te pido perdón por eso, la verdad… solo sentí que debía
decírselo, es muy difícil cargar con esto sola y más cuando tu estas allí.

Chikane recostó su cuerpo para sentirse más cómoda, estaba agotada y su


costilla estaba comenzando a molestar debido a la posición. Suspiró el aroma
de la rubia y sonrió con esperanza, la cercanía con ella la hacía sentir segura
de todo su entorno, como si pudiera coger el mundo con las manos y darle
vueltas a su antojo, hasta su temor a perderla se esfumaba – se que no me
dejarías sola, y aunque lo hicieras yo te seguiría –cerró los ojos dejándose
llenar de gratos recuerdos, abrazo a la rubia y en medio del carnaval de
sonidos generados por las maquinas, se quedó dormida.

0o0o0o0o0

En un abrir y cerrar de ojos ya habían pasado dos días, lo increíble de la


situación era que Chikane no se había despegado ni un minuto de Himeko,
durante ese tiempo Shizuma hizo hasta lo imposible para que la ojiazul no
fuera de vuelta a la prisión, claro que esta, que gastando una millonada
comprando conciencias.
La rubia ya había sido transferida a una habitación, las horas críticas habían
pasado y su recuperación fue exitosa, ahora solo faltaba que despertara.
Hayate no escatimó en gastos para que la estancia de Himeko fuera lo más
cómoda posible, contrató varias enfermeras que solo se dedicaran al cuidado
de su segunda hija, Chikane también fue puesta en una habitación la cual
utilizaba muy pocas veces, no quería despegarse ni un segundo de su novia, y
por más que su padre le insistía en que descansara, al final era Shizuma
quien la convencía por medio de regaños.

-Princesa por favor despierta- pedía con esperanza la ojiazul, queriendo ver
de nuevo aquellas pupilas violáceas que la enamoraron –estoy impaciente y de
verdad no quiero irme de aquí sin que al menos me hayas dicho que me amas,
no creo que Shizuma pueda hacer mas nada para mantenerme aquí- tomó las
manos de la rubia depositando un beso en cada una, suspiró resignada al
pensar que hoy no sería el día en que vería una nueva sonrisa por parte de su
amante. Se levantó dispuesta a salir de la habitación para despejarse un
poco, el reloj marcaba las 7:00 Pm indicando que era hora de cenar, no tenía
mucho apetito pero por órdenes estrictas de Shizuma, no podía pasarse por
alto los horarios de alimentación. Se acercó a la puerta con desesperante
parsimonia, tomó la manija y con toda la calma del mundo comenzó a girarla,
mientras hacía este tedioso proceso, giró su rostro nuevamente para darle
un último vistazo a la rubia, pero su sorpresa fue grande al escuchar en un
susurro.

-Chikane-chan…

0o0o0o0

-¿Me dices que ya despertó?- se escuchaba la voz al otro lado del teléfono.

-¡Así es padre!- lloraba de alegría -hace unos 10 minutos más o menos.

-Ya salgo para allá, me imagino que estas con ella.

-La están examinando en este momento, después podré pasar a verla,


infórmale por favor a Shizuma.
-Claro hija, nos vemos en un rato.

-Gracias padre- colgó el teléfono y se dejo caer en una silla cercana,


lloraba… lloraba de satisfacción, de emoción, sintió como un peso caía de sus
hombros, y por primera vez en los últimos 4 días pudo inhalar con fuerza, se
sentía revitalizada y de nuevo ansiosa, quería estar cerca de Himeko y
besarla hasta el cansancio, pero los médicos le habían pedido espacio para
monitorearla y chequear unas ultimas cosas. Se recargo en la silla y espero a
ser llamada.

-Himemiya-sama- la llamó el médico que la había estado ayudando los últimos


días –felicitaciones, para todos es una satisfacción que kurusugawa-san haya
despertado, y la verdad estoy muy alegre por usted.

-Muchas gracias.

-Me imagino que está impaciente por hablar con ella.

-Ni se imagina- sonrió –cuando cree que puedo…

-A eso venia- interrumpió colocándose de pie –sígame.

Chikane mostró una sonrisa aun más grande que la anterior y se levantó
emocionada, camino presurosa al cuarto de su novia, pensando en lo
gratificante que sería ser besada de nuevo por su único amor, pero antes de
que siquiera pudiese tocar la puerta, el hombre la detuvo y la miro
seriamente.

-Ella aun está confundida, no la presione.

-Lo que menos quiero es indisponerla- tomó la manija girándola suavemente,


abrió unos cuantos centímetros la puerta y asomó solamente la cabeza –
Himeko- llamó con alegría al ver de nuevo esos ojos violetas, terminó de
adentrarse en la habitación y cerró la puerta tras de si.

-Chikane-chan… Chikane-chan- una lágrima rodó por la pálida mejilla.

La ojiazul al ver esto, se acercó rápidamente y rodeó con sus brazos el


delgado cuerpo –calma princesa, no llores, yo te protegeré.

-Ya no importa.

-Claro que importa, tenemos una nueva oportunidad de empezar de nuevo.

-Ya no importa.

Chikane deshizo el abrazo y tomó el rostro de Himeko mezclando el azul y el


violeta –deja de decir eso, te juro que te protegeré, de ahora en adelante no
tendrás que preocuparte de nada, solo por respirar.

-Ya no importa, porque tú me proteges de los demás, pero… ¿quién me


protege de ti?

Continuara.

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