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Acorraladas
Primero
Los policías se acercaron pero dieron un momento a las chicas para poder
asimilar la catastrófica noticia.
-Te sacaré de aquí Chikane, no importa lo que tenga que hacer- decía una
joven afligida quien cumplió el trabajo de abogada defensora –solo dame algo
de tiempo y estarás libre.
Caminaron por unos pasillos hasta llegar al medio de transporte, subieron por
la parte de atrás acompañadas por dos policías totalmente armados, tomaron
asiento una frente a la otra, logrando que el amatista y azul intenso se
conectaran por primera vez en el día.
Al salir de aquella habitación pasaron por los pasillos principales, eran cerca
de las 6:00 pm y todas las presas se encontraban en sus respectivas celdas.
Se alertaron al ver la presencia de carne fresca como solían llamar a las
novatas. Gritos obscenos era lo que escuchaban al atravesar la estancia,
gritos que angustiaban aun más el herido corazón de la rubia que de por si
mas lastimado e indefenso no podía estar.
-Suerte que les tocó la misma celda- comentó una de las guardias que las
guiaba.
-Y yo lo haré contigo.
-Himeko yo...
-Sshhh...- la calló con un dulce beso –ahora duerme yo velaré tus sueños esta
noche mi princesa.
CONTINUARA...
Acorraladas
Segundo
Cuanto odiaba tener que escabullirse diariamente de la luz solar para seguir
pereceando un rato mas, hoy era la excepción, la oscuridad abarcaba cada
rincón, el olor que despedían las húmedas paredes era insoportable, y el frio
calaba los huesos. La rubia no despertó porque así lo quisiera, solo que desde
la noche anterior su cuerpo no se amoldaba al colchón de piedra que la
soportaba, sumándole el hecho de que Chikane se quedo dormida casi encima
suyo después de llorar bastante tiempo.
Trato de incorporarse, asumió que era de madrugada justificando su idea
por la penumbra. Como extrañaba su hogar, las comodidades y beneficios que
siempre tuvo junto a su pareja, no es que fuera interesada, pero no podía
negar que Chikane se desvivía por atenderla y siempre le daba lo mejor de lo
mejor. ¿Cuándo cambio este país de maravillas?
Decidió quedarse un rato más en esa posición, era imposible levantarse sin
que su amada lo sintiera. Cerró sus ojos de nuevo buscando dormir, no valía la
pena torturarse más con esos cálidos recuerdos.
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Las horas pasaban como siempre lo hacen, sin contemplación. Para aquellos
que esperan algo con ansias el tiempo se vuelve lento, pero para quienes no
quieren que el mañana llegue, una hora puede parecer solo un segundo, de eso
estaba segura Chikane que llevaba bastante tiempo despierta, se mantenía
sentada al borde de la cama observando a Himeko recostada, tan sublime y
deslumbrante... tan hermosamente angelical aun durmiendo. Como amaba a
esa mujer, la culpable de su felicidad, la cómplice en sus desdichas, el motivo
de vivir y morir si fuese necesario.
Se percató que llevaba bastante tiempo allí sentada, era difícil saberlo con
la oscuridad de por medio, quien podría adivinar siquiera la hora cuando la luz
del sol no entraba en aquel recoveco. Le dio un vistazo con brevedad a la
celda, era difícil detallarla con la poca luz existente, que lugar tan pequeño,
húmedo y asfixiante, ¿cómo podría aguantar en tan reducido espacio?, 15
años era toda una vida para tomarle cariño.
-No temas ya te dije que te protegeré- aseguro con un tono voz serio que
nunca había utilizado para dirigirse a Himeko –te prometo que nunca más me
veras débil, discúlpame por el espectáculo de anoche.
La joven bajo la cabeza, se sintió decepcionada una vez más, podía escuchar
la respiración de Himeko acelerada, casi podía adivinar cuál era la postura
que debía tener la rubia en este instante. Respiro hondo y cerró los ojos, ¿de
verdad podía cuidar a Himeko y cuidarse a sí misma en un sitio como este?, lo
dudó, ella no era superwoman ni tenía poderes especiales para lograrlo, su
posición social aquí no valía nada, contrario a esto si se enteraban que era
una niña rica podría causarle problemas. Pensó detenidamente como utilizar
esto a su favor, una idea vino a su mente en cuestión de segundos, aun tenía
un haz bajo la manga... dinero.
Chikane la miró con rencor, ¿quien se creía esa maldita asalariada para
hablarle de esa manera? Ella no estaba pidiendo un favor, iba a pagar por
ello.
-¿Cuánto?
Perdió una vez más el control, aun sin levantar la voz dejo salir la frustración
acumulada al sentirse incapaz, sus manos tomaron vida propia y en una acto
de instinto más que razonamiento, tomó del cuello de la camisa de la mujer
azotándola contra la reja.
Silencio... silencio al darse cuenta de sus actos, solo una animal actúa por
instinto sin pensar en las consecuencias, se dejó llevar por la ira justificada,
y ahora sus manos temblorosas soltaban suavemente el agarre de la
estrujada camisa, que falta de amor propio al comportarse como una bestia,
que pensaría Himeko al verla en ese estado. Por segunda vez en el día agacho
la cabeza, agradeció que su celda fuera la última dejándolas apartadas de las
odiosas miradas de las demás presas, su cuerpo temblando se tensaba cada
vez más, los espasmos impedían la irrigación de sangre al cerebro
acrecentando el dolor de cabeza que tenía en un principio. Escuchó unas
suplicas, ¿acaso Himeko intercedía por ella?, no podía permitirlo, le prometió
protegerla, y al no quedarle orgullo al menos no podía faltar a su palabra. Su
cuerpo fue cayendo, lenta y dolorosamente, las rodillas impactaron en el
suelo, la mirada se clavó en el piso, los hombros gachos, que imagen tan
patética.
Himeko se sorprendió, hubiese preferido mil veces ser ella quien se postrara
con tal de impedir aquella injusticia, le dolía ver al amor de su vida en esa
posición tan humillante, y todo por su maldita dependencia. Cesó su suplica a
la guardia que sin esperar sonrió satisfecha, guardó el bolillo que tenia listo
para castigar a quien en un acto de indisciplina oso tocarla.
-Hecho.
-¿No cree que es un precio muy alto para tan poco tiempo?- esta vez fue la
rubia quien se armó de valor para interrogar.
-Si lo piensan bien, el lugar más crítico en esta cárcel son las duchas,
créanme que allí han ocurrido cosas muy crueles con las novatas, y a menos
que quieran ser violadas este es un precio justo.
-Bien, sabe que no tengo el dinero ahora- se puso de pie –pero apenas mi
abogada venga se lo solicitare.
-No tengo prisa, sé que es una mujer de palabra, además no tiene donde huir.
-Pero...
La rubia dio unos pasos atrás, Chikane nunca le había hablado con tal rudeza,
se sintió como un diminuto estorbo a quien se le impedía tomar la iniciativa,
fue una ilusa por pensar en ser su compañera de batalla cuando ni siquiera
era escuchada, prefirió mantener la distancia y guardar silencio, que
horripilante era sentirse encerrada físicamente y ahora hasta sus palabras
eran cautivas.
-Por hoy tendrán que seguir el conducto regular, debo prepara todo para que
mañana puedan tomar un baño tranquilas, pero no se preocupen, yo estaré en
las duchas asegurándome que nada malo pase
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Chikane a lo lejos pudo observar como su amada era acosada por alguien más,
la ira previamente contenida la consumió en su totalidad, cegada, se dispuso
a salir de su cubículo para encarar a quien se atrevía si quiera a observar
Himeko.
-No hagas algo estúpido- escuchó esas palabras que se dirigían a su persona,
detuvo su impulsivo andar –no les des motivos para que les hagan la vida
imposible.
CONTINUARA
Acorraladas
Tercero
-No estoy interesada en probar las pestilencias que emana tu cuerpo, si eres
asquerosa por fuera no me imagino cómo será por dentro.
-Me temo que eso no será posible, quiero que esa niña bonita pague por su
descortesía.
-Se salvaron por esta vez, niñitas, vámonos chicas- le lanzó un beso a
Chikane acompañado de un guiño de ojo.
-Maldición- apretó los puños produciendo que las venas de las muñecas y el
envés de las manos se hincharan, se sentía molesta por la interferencia de
Himeko en la riña, conocía a la rubia y esas demostraciones de valentía solo
eran expuestas ante la incertidumbre de perderla, no la culpaba, cuando se
ama siempre existe el miedo de perder al otro, es más, ella en este momento
se encontraba en la misma situación.
-Chikane-chan...
-Salgamos de aquí.
La tomó del brazo para dirigirse a la puerta, no le importaba si las guardias
se oponían, solo quería salir de aquel abrumador recinto, desde que se
levantó esa mañana la cabeza no había dejado de dolerle, y eso sumado a
todas las malas experiencias que había tenido ese primer día, se hacía
imposible de tolerar.
Himeko la seguía sin objetar nada, a cada paso que daba se preguntaba si
Chikane estaba molesta por lo que había hecho, no debería estarlo, ella solo
quiso igualar la situación, aunque pensándolo mejor si la desconocida no
hubiera intervenido, quien sabe como estarían en este instante, aunque
asegurar algo en ese momento era injustificado.
-Es verdad, la comida me ha sentado algo mal, tengo nauseas- la rubia colocó
una mano en su boca en señal de querer dejar salir todo lo ingerido.
-Está bien yo misma la acompañaré hasta la celda, pero solo puede venir
usted.
-¿12.000 yenes le parecen bien? Mañana mismo los tendrá en sus manos.
Suspiró con resignación, cada vez que trataba de llevar algo por las buenas
ahí estaba Chikane derrumbándolo, ya tenía las palabras perfectas para que
las dejaran salir sin necesidad de chantajes, por lo menos agradecía que no
las obligaran a salir al patio, el día de hoy en particular se sentía frio y solo
quería estar entre los brazos de su amada.
Caminaron por unos minutos antes de llegar al lugar que les correspondía, la
uniformada cerró la reja con llave y antes de irse se aseguró de que el trato
que habían pactado no fuera roto.
-Perdóname.
-Si- le dio un beso en los labios –ambas sabemos lo que en realidad pasó, pero
aun así no me explico porque resulto muerto.
-Si tal vez no hubiéramos luchado por nuestro amor y te hubieras alejado de
mí, no estarías pagando esto.
-Chikane-chan te amo
CONTINUARA
Acorraladas
Cuarto
-Perdona yo...
-Lo sé, pero fue una solicitud especial por parte de una tal Hanazono
Shizuma.
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Allí estaba ella, de pie al lado de la ventana, miraba el lúgubre paisaje con
recelo, la elegancia que irradiaba no contrastaba con la tristeza que su
corazón sentía, imaginarse a sus migas encerradas como animales llenas de
privaciones y peligros la desvelaba, es por eso que podía sentir en carne
propia la agonía de la indiferencia e injusticia. Cerró los ojos prometiéndose
que haría hasta lo inalcanzable para liberarlas, no importaba que tuviera que
mover cielo y tierra, nos las dejaría pagar una condena siendo inocentes.
Sintió que la puerta de seguridad fue abierta, sus ojos se iluminaron al ver
las dos personas que entraron, el sin sabor del desconcierto fue ocultado por
el manto de la felicidad, enseguida sintió el cálido cuerpo de Himeko apegado
al suyo buscando resguardo, como quería a esa rubia, aquella que en un
principio le robó toda la atención de Chikane, ahora era como una hermana
menor para ella, la hermana que perdió en su niñez.
-No quiero estar más aquí- sollozaba –solo llevamos un día y ha sido
escalofriante.
-Chikane, que alegría que estés bien- sintió un inmenso deseo de abrazar a su
amiga del alma, por ello extendió uno de sus brazos, y con una seña invitó a la
ojiazul a que se uniera al reencuentro.
Después del emotivo encuentro las tres se acomodaron en una de las mesas
de la solitaria estancia, cada una calmó la explosión de sensaciones buscando
hablar con calma y aprovechar el poco tiempo que aun tenían disponible.
-Tranquila, princesa, estoy trabajando en eso, lo que pasa es que mas allá de
ustedes ser acusadas por un asesinato que no cometieron, hay una
persecución política, ustedes saben intereses de por medio.
-Y que mejor manera de hacerlo pagar que destruyendo la vida de sus dos
hijas- suspiró, se recostó en el espaldar de la silla al tiempo que levantaba la
cabeza y cerraba los ojos, el maldito dolor de cabeza volvió y ahora con más
intensidad, llevó sus manos a las sienes para masajearlas –me siento
utilizada.
-Me encuentro en un dilema, pero por nuestra amista es mejor hablarles con
la verdad- tragó saliva –pensaba mentirles diciéndoles que pronto saldrán de
aquí que dejen todo en mis manos, pero no puedo.
-No está en tus manos y lo sabemos, y entiendo que no quieras decirnos las
cosas como son, pero tenemos que afrontar las consecuencias con buena
cara.
-Mientras Chikane chan este a mi lado podre soportar todo- sonrió con
melancolía –solo nunca me dejes.
-Eso nunca mi vida, siempre estaré allí para ti- le regaló un tierno beso en los
labios, se separaron y sonrieron mutuamente - Necesito un favor Shizuma.
-Necesito dinero, he... –dudó un poco la palabra que iba a utilizar –digamos
que he sobornado algunas guardias para protegernos.
-Shizuma abrió grande los ojos, de todas las posibles soluciones que intuyó
que utilizaría Chikane para protegerse siendo el gran carácter una de estas,
no creyó que compraría a las guardias, aunque si lo analizaba bien en esa
cárcel solo habían dos opciones para darse a respetar: la fuerza o el dinero.
No era tan descabellado después de todo.
Himeko rió ante la reacción de la abogada, eran escasas las ocasiones en que
la habían hecho sorprender y hoy sin siquiera proponérselo lo lograron.
-Vaya Shizuma creo que después de todo no me conoces tan bien como lo
creía.
-Bueno- tomó asiento de nuevo –tu siempre era la que decías que las cosas se
arreglaban no con dinero sino con carácter, además debo recordarte que
eras tú la que decía que el dinero no se malgastaba comprando voluntades.
-Mi padre como siempre- Chikane tomó aire y lo expulso pesadamente –le es
más fácil mandar saludes que venir personalmente a saludarnos.
-Como sea, te manda a decir Himeko que seas fuerte y que te quiere
muchísimo, y para ti Chikane... que siempre serás la niña de sus ojos.
-¿Que sucedió?- la guardia entró alarmada por los gritos –que le paso a
Himemiya-san.
Continuara...
Acorralas
Quinto
Yui Shiraiwa, ambiciosa, temible, respetada... A sus 25 años ya era toda una
experta en manejo de armas, explosivos, varias artes marciales, técnicas de
combate y un sin fin especializaciones propias del negocio, sus conocimientos
y experiencia dejaban sorprendido a cualquiera que intentara presumir de
sus dotes. Era conocida como el “diamante de la milicia”.
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-Himemiya san- soltó el humo del cigarrillo –ven... acércate mas- se corrió un
poco dándole lugar a la joven quien tomó asiento- no me gustan que lleguen
tarde a mis citas, y es la segunda vez que lo haces.
-¿Ah no?
-Que mas da- tomó uno de estos y se lo llevó a la boca –deje este vicio hace
mucho tiempo, pero en estos momentos lo necesito más que nada.
-Tenías razón.
-Ahhh eso...- meditó un poco -eres débil- sonrió, Chikane la miró colérica,
nunca nadie le había dicho eso, y menos de una manera tan tranquila y
burlona –no me mires así- refunfuño –es la verdad, o ¿crees que no me
entere de tu desmayo el segundo día de estar aquí?
-Digamos que –dudó un poco –si lo pensé... pero- se levantó del lugar dándole
la espalda a Yui, quien de inmediato cambio sus facciones tranquilas por unas
de enojo, saco una navaja y empezó limpiar sus uñas.
Levantó la ceja y se cruzó de brazos, sintió una fuerte ráfaga de viento que
trajo consigo un desagradable frio que le caló los huesos, se abrazó más
fuerte a sí misma. Se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca y le dio una última
aspirada, esperaba que de alguna manera esto la ayudara a calentarse un
poco.
-Si alguien se entera será por ti, porque de mi boca no saldrá palabra alguna.
Yui se sentó de nuevo observando como Chikane desaparecía por los pasillos,
sonrió con malicia y con su lengua delineo sus labios como vil hombre
pervertido -no eres fácil Himemiya, pero entre más bravo el toro mejor la
corrida- habló para sí misma, saco otro cigarrillo y se dispuso a prenderlo.
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-Perdóname amor.
-Perdóname- se escuchó entre sollozos –el estar aquí me vuelve más tonta.
Chikane se recostó y la abrazó por detrás –no eres tonta, eres una mujer
valiente al resistir esto- besó su mejilla –gracias.
-¿Por qué?
Dejó que se desahogara el tiempo que quisiera, uno de los grandes beneficios
del llanto es que descarga el alma alivia el corazón. Después de un rato
Himeko dejo de llorar, y aunque seguía sintiendo la misma opresión, ya al
menos se quitó un peso de encima, permaneció en brazos de su amada, no
quería romper el momento... era tan cálido.
-Lo sé, pero no lo digas de esa forma Chikane-chan parece que te estuvieras
despidiendo.
-No es eso- suspiró –es solo que quiero que lo tengas claro.
-A ti nada te pasará.
-¿Me lo prometes?
-Creo que...- dejo salir un leve gemido –usted está muy inquieta, yo podría
darle una excelente cura.
-Nada- Himeko intentaba por todos los medios no soltar la carcajada –bueno
es que cada vez que jugamos de esta manera me acuerdo del aquel 22 de
septiembre.
-Está bien- se tiró boca arriba mientras miraba el techo- como veo que no
pararas de reír, mejor me duermo.
-Shhhh- puso un dedo en sus labios –hablas mucho- la besó con un calma
impresionante. Sus labios se movían con la suavidad de las olas marinas
cuando no hay vientos presentes que las agiten, ese simple contacto lograba
que el frio disminuyera dándole paso a un calor excitante, las manos
cobraron vida, tocándose, anhelándose, buscando sentir el contacto directo
piel a piel, las lenguas empezaron a danzar a medida que las prendas
superiores iban desapareciendo hasta dejar una parcial desnudez, los pechos
libres de cada una se rozaban mutuamente acrecentando el placer, aquella
deliciosa fricción aumentaba la temperatura, las finas gotas de agua ya
traspasaban los poros sin control, sin inhibiciones...
CONTINUARA
Acorraladas
Sexto
-Hazlo- gritó exaltada al ver que su voluntad no era cumplida –me diste tu
palabra y sabes lo que le pasa a la gente que no cumple – la tomó de la
barbilla acercándose a su rostro –no quiero dañar una cara tan angelical
como la tuya.
-Calla Maki, nada aquí es obvio, y esto era un trato entre ella y yo.
-Haz lo que quieras- la mujer fornida salió por la puerta más que enfurecida,
sino conociera las habilidades de su jefa de seguro ya la hubiera matado con
sus propias manos.
-Ahora si linda, ya estamos solas- le guiñó un ojo- deja la pena, ya nadie nos
interrumpirá.
-Pero...- sollozaba
-No hay nada más que me interese de una perra como tú- afirmó con burla,
acercó una silla y se sentó al frente de la chica quien seguía llorando
postrada en el suelo –mírate no mas, ni siquiera tienes orgullo.
Se acercó lentamente, Yui miraba encantada como por fin después de horas
de amedrantar a su víctima esta por fin se rindió, y lo mejor fue, que no tuvo
que utilizar la violencia, mucha sangre la hastiaba en momentos.
-Está bien te daré lo que quieres- expresó lentamente haciendo contacto con
la entrepierna de la mujer, esta frunció su ceño al sentir algo frio y filoso,
de inmediato bajo su mirada, el panorama que vio la dejo impactada, aunque
su rostro en realidad no lo reflejara –es mejor que no te muevas Yui, esto no
es de mentira.
-Eso se nota... y se siente- relajó sus facciones –debes tomar una decisión de
cómo vas a utilizar esa navaja linda.
-¿Negociar?, sabes muy bien que si no terminas con esto ahora yo no te daré
ninguna oportunidad, es más, creo que te estás demorando- afirmó de lo más
normal como quien habla del clima.
-No trates de asustarme- hizo más presión con el filo de la navaja, Yui se
quejó un poco.
-Lo que vayas a hacer hazlo rápido- pronunció despacio cada palabra con el
rostro adolorido.
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-Claro vete, ¿tanto has cambiado que hasta huyes de tus problemas?
-Si eres tonta- sonrió con burla robándole un beso -eso es lo que menos me
preocupa, sabes que confío en ti, es solo que me preocupa tu seguridad.
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-En su celda
-Espera- la tomó del brazo –no creo que sea momento de que vayas.
Chikane regresó su azulada mirada a la mano que la detenía, no dudó ni un
momento en jalar de su brazo y soltarse de manera agresiva, repudiaba
aquella mujer y que ahora la estuviese tocando era insoportable.
-Suéltame escoria.
-Si lo escuchaste bien ¿para qué quieres oírlo de nuevo?, o es que te gusta
que te repitan la verdad en tu cara varias veces... escoria.
-¿Sabes? siempre había querido romperte esa carita tan hermosa que tienes
y algo o alguien me lo impedía, ahora estamos solas y a esta parte de la
prisión casi nadie viene por no decir nunca- acomodó la mancuerna en su
mano derecha y la cerró mostrándole a Chikane la fuerza que podía llegar a
tener –esa firmeza que tienes ahora te va a durar poco.
-¿Solo sabes moverte?- lanzó una patada la cual alcanzó a impactar la rodilla
de Chikane quien perdió momentáneamente el equilibrio sin llegar a caerse,
sintió un dolor agudo cuando quiso enderezarse, pero sin siquiera asimilarlo
fue acorralada contra la pared a su espalda –no sabes pelear heredera- Maki
la tomó del cabello acercando su rostro -me imagino que siempre andabas
con los grandulones de tus escoltas cuidándote las faldas.
-Que boquita tan sucia, creo que se verá mejor teñida de rojo- enseguida la
soltó, se separó solo lo suficiente para descargar todo la ira contenida en su
brazo sobre la cara de Chikane, la joven azulada cayó al suelo sin reparo,
totalmente aturdida, Maki la tomó del cabello de nuevo aprovechando la
ventaja que tenia, la levantó y le asestó otro golpe directo en la boca del
estomago pero con la rodilla, la ojiazul sintió como el aire de sus pulmones
salió de manera precipitada por su boca, cuando intentó tomar aire de nuevo
le fue casi imposible, solo unas pequeñas partículas de oxigeno le daban
alivio, tuvo que inhalar repetidas veces para tomar el aire necesario y
reponerse, pero ahí no terminaba todo, su cuerpo aun no había caído, era
sostenida por los fornidos brazos de la marimacho que la estrujaba de
manera lasciva –estas muy buena Himemiya, no es justo que todo esto sea de
la inocente kurusugawa- intentó soltarse de nuevo pero otros dos puñetazos
en la cara la dejaron casi inconsciente, aunque se sentía mareada y
desubicada, el aliento de su atacante cerca de sus labios, era perceptible.
-Hi... Himeko.
-No te atrevas...
-Esa lengua puede darme el mejor sexo oral de toda mi vida- recostó a la
joven sobre el suelo y comenzó a deshacerse de las prendas que ya le
estorbaban, Chikane intentó moverse una vez más e impedir el manoseo, pero
otro fuerte golpe ahora sobre su cien la dejo inmóvil –quédate quieta si no
quieres que te duela, no tengo problemas en destrozarte la cara a golpes,
pero aunque no lo creas me gusta el romanticismo- se acercó lentamente y le
plantó un suave beso en los labios, que de cierta manera contrastaba con las
palabras anteriormente dichas.
CONTINUARA...
Acorraladas
Séptimo
Dio otro exhalación al cigarrillo y recordó que tenía una cita pendiente, no
acostumbraba a llegar tarde pero específicamente hoy no tenia afán,
Chikane la esperaría así como varias veces ella lo había hecho semanas antes.
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-Que mala suerte, en un momento tan bonito como este tenía que llover.
Tomó con brusquedad ese hermoso rostro que ahora se confundía entre las
gotas de agua y sangre –haré como si no hubiera escuchado eso- la volvió a
besar brevemente notando como Chikane apretaba sus labios para no dejar
entrar la escurridiza lengua en su cavidad –un beso no significa nada
Himemiya, pero lo que no es inevitable es que dentro de poco estaré entre
tus piernas- bajó la mano al muslo de la ojiazul y lo acarició con la yema de
los dedos sin dejar de apreciar su rostro –no creas que la lluvia me detendrá,
es más me parece algo fantástico que tu y yo nos unamos bajo la lluvia.
-Pues te daré tan duro que al final terminaras rogándome por más y yo...
La mujer se silencio al escuchar el estruendo de un rayo que cayó muy cerca,
Chikane dejó caer sus parpados pensando en su hermosa Himeko, sabía de
antemano el miedo profundo que le tenía a los días de tormenta, solo ella con
sus cálidos brazos y muchos mimos lograban calmarla; unas lagrimas que se
mezclaron con la lluvia comenzaron a descender por sus magulladas mejillas,
esta vez no estaba con ella protegiéndola de la furia de la naturaleza, ¿cómo
estaría su ángel en este momento de soledad y encierro?
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Aceleró sus pasos notando como el agua comenzaba a caer con mayor
abundancia, no quería mojarse así que trato de cubrirse con uno que otro
árbol que medio adornaban el patio, de inmediato se arrepintió de este
hecho al escuchar otro gran estruendo producto de otro rayo, recordó que
los arboles atraían las descargas eléctricas y si no quería morir a tan
temprana edad lo mejor era alejarse lo más pronto posible; sus piernas
comenzaron a moverse a gran velocidad, en cuestión de segundos llegó al
sitio donde había quedado de encontrarse con la dueña de sus fantasías, el
lugar estaba desolado ni un alma en pena se atrevería a exponerse a tan
torrencial aguacero, sin embrago, camino un poco mas por el perímetro
verificando que Chikane se estuviera resguardando del aguacero,
lastimosamente no encontró a nadie. Miró su reloj y enseguida sus
vestiduras, estaba totalmente empapada, ya de nada le servía seguir
resguardándose, así que decidió poner en práctica el refrán: si Mahoma no va
a la montaña, la montaña debe ir a Mahoma, y aunque una vez fue advertida
por la propia ojiazul de mantener todo en secreto, Himeko algún día tendría
que enterarse de los negocios que ellas pactaron.
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-Ella no se encuentra.
-Pues Himemiya- san es una persona muy inteligente y que se nota que te ama
demasiado- le guiño un ojo.
-Aja.
-Ese alguien soy yo, pero ya estuve donde quedamos de vernos y no hay
nadie.
-Estoy preocupada,- se llevó una mano al pecho haber si con esto lograba
calmar el sentimiento -con esta lluvia hubiera regresado, ella sabe que le
tengo miedo... –cayó de nuevo al escuchar otro estruendo.
-Uhm...- Yui la miró notando como la hermosa joven se tapaba los oídos
desesperadamente– ¿porque callas?, no me digas que le tienes miedo a...
-Un gusto Himeko- recibió el cordial saludo –yo soy Yui, y creo que mejor nos
apuramos que yo también estoy algo preocupada.
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El agua caía cada vez más fría, no estaba segura de este hecho pero lo que si
podía afirmar era que sus músculos cada vez se entumían mas, le dolía el
rostro y la visibilidad que tenia con el ojo izquierdo era casi nula, la
hinchazón le impedía abrirlo; el peso de la otra persona encima la asfixiaba,
por ello tuvo que abrir la boca para poder respirar mas cómodamente, grave
error, en un descuido Maki notó como su oportunidad de invadir la boca de la
peli azul se le presentaba, con una sonrisa cómplice dejó caer en absoluto el
peso de su cuerpo sobre la victima haciendo que esta se sintiera más
fatigada, de antemano se había percatado de la costilla lacerada y esto
ayudaba en gran manera a que toda la labor fuera más fácil, sin restricciones
ni movimientos bruscos, todo fría y lentamente calculado al igual que el
suplicio de la ojiazul que cada vez iba en aumento.
CONTINUARA...
(Más abajo)
...liberada de aquel cuerpo, no supo muy bien que sucedió, solo pudo
reconocer dos rostros en medio de la oscuridad, uno de ellos con lágrimas, y
el otro, casi desfigurado por la ira que seguramente estaba sintiendo la
persona.
-Maldita- resoplaba Yui con los ojos casi desorbitados –maldita, perra, quien
te crees.
-Cállate...
-Que te calles
-Pues ven y me callas tu misma a ver si puedes- Yui miró a Himeko y con
gesto le indicó que fuera a auxiliar a Chikane, la rubia reaccionó del shock
momentáneo y de inmediato se acercó a su novia.
-Te lo advertí- sentenció Yui sacando una navaja de uno de los bolsillos de su
camuflado; enseguida se dejó ir sobre la mujer sin importarle nada en
absoluto, en ese momento era como un toro ciego con el único objetivo de
matar, su razón se nubló y la ira carcomió su cerebro, las pocas neuronas que
aun se mantenían cuerdas se aliaban buscando la mejor manera de lograr su
objetivo, como una máquina de guerra... una maquina de aniquilación.
Himeko veía horrorizada la escena sin saber qué hacer, la navaja había caído
junto a ella pero aunque la tomara, no era seguro que pudiese utilizarla como
defensa y mucho menos clavarla en algún lugar del cuerpo de la grandulona;
se levantó con el arma en las manos, su única esperanza era dársela de alguna
manera Yui para que pudiera defenderse, pero sin llegar siquiera a pensar
cómo hacerlo, vio como Maki liberaba a la joven estrellándola contra el frio
suelo, repentinamente comenzó a acercarse con una sonrisa malévola a ella.
-No seas estúpida, tú no eres capaz de matar ni una mosca- Maki seguía
acercándose sin importar la escueta advertencia.
-No me retes
-Estúpida.
(Latido...)
La distancia se reducía...
(Latido...)
(Latido...)
(Latido...)
(Latido...)
CONTINUARA...
Acorraladas
Octavo
Dos horas era el límite de su paciencia, y con aquella joven ya había roto un
nuevo record, 162 minutos era lo que llevaba tratando de acceder al
subconsciente de la condenada, de sacarle la verdad, aunque si era sincero,
no la creía culpable dada la situación. Chikane se veía como si le hubiera
pasado un tractor por encima, y según los reportes médicos tenía unas
cuantas costillas laceradas, esto le aseguraba que había alguien más detrás
de todo esto.
-Quiero a mi abogada.
-Quiero verla, lléveme donde esta ella... exijo verla- gritó presa de la
desesperación provocando que el hombre se alarmara por su repentina
actitud, se levantó con fuerza sin importarle el dolor físico ni las esposas
que limitaban sus movimientos, con sus puños golpeó la mesa en un gesto
inútil de autoridad.
-Quiero negociar- pronunció tan despacio y firme que más parecía una orden
que un trato.
-Explíquese.
-¿Entiende usted que aunque yo acepte el trato, el tiempo máximo que puede
estar fuera de esta cárcel son doce horas?- por fin se dignaba en decir algo.
-Hecho.
Flash back
(Latido...)
La distancia se reducía...
(Latido...)
(Latido...)
(Latido...)
La sonrisa burlona de Maki quién no detenía su andar...
(Latido...)
(Latido...)
-Entonces dice que esta joven Maki intentó abusar de usted, porque nunca
denuncio esto.
-¿Nunca creyó que llegaría tan lejos?, por Dios Himemiya en donde cree
usted que se encuentra, ¿en una de sus empresas donde todo el mundo la
alaba y prácticamente se le arrodillan? Debió haber reportado esas
insinuaciones.
-Bien, pues si no me los dice a las buenas, tendrá que ser a las malas.
-Yo no le coloco nombres, no soy de los que habla mucho y poco actúa- al
instante, Clark tomó bruscamente a Chikane de la blusa y la azotó
fuertemente contra el espaldar de la silla, la ojiazul no se esperaba tan
repentina acción, así que poco tiempo tuvo para reaccionar, aunque como se
encontraba en ese momento sumado a las aflicciones físicas, eran escasas las
posibilidades que tuviera de defenderse –¿dónde está Maki?- la azotó de
nuevo, liberando una mano y dirigiéndola a la melena azulada, jaló de esta sin
compasión, pensando que el dolor era la mejor opción para hacer cantar a los
criminales.
-Haga lo que haga no diré nada, además como quedaría su imagen después de
saberse lo que le ha hecho a la heredera Himemiya.
-Usted ya no es vista como tal- las palabras que antes salían vagamente
fueron reemplazadas con amenazas y gritos de ambas partes, el sudor hizo
acto de presencia en la frente del oficial, quien con fuerza descomunal
insistía en hacer daño, Chikane se sacudía presa del desespero por no poder
moverse, pronto sintió algo de alivio al percibir como su cabello era liberado
del constante jaloneo, No tardó en abrir los ojos y con ayuda de la escueta
luz, vio como una mano en su totalidad extendida se proyectaba desde lo alto
para estrellarse en su rostro.
-Estos policías extranjeros creen que pueden venir a nuestro país y hacer lo
que les plazca.
-Gracias Kazuya
Kazuya no estaba muy conforme con la carrera que escogió, así que 3
semestres después, decidió retirarse y emprender un nuevo camino en las
fuerzas militares, esa era su pasión.
Se separó del lado de su amigo por muchos años, pero la amistad nunca se
desvaneció, siempre estaban en contacto y se ayudaban mutuamente.
-Yo también mi niña, pero ahora que estoy aquí, te juro que moveré cielo y
tierra para mantenerte protegida.
-Himeko...
Flash back
Sin evitarlo cerró los ojos, llevó sus manos a los oídos tapándolos con fuerza,
temblaba, sus nervios la traicionaban, que pensar, que decir, que hacer,
nada... simplemente nada. Se desplomó presa de los nervios, el oxigeno era
cada vez más escaso en sus vías respiratorias haciéndola sentir atrapada,
sus manos abandonaron los oídos apresando ahora el rubio cabello, jalonazos
iban y venían sin control tratando de mitigar la culpa.
-¡¡¡¡¡Himeko!!!!!- por fin Chikane pudo articular ese grito, que sonó como si le
estuvieran desgarrando el alma, la rubia sorprendida por tan cruel aullido
levantó el rostro asustada, solo para ver un destello que encandiló sus ojos
momentáneamente privándola de su única defensa, segundos después el
escalofriante filo de la navaja se incrusto lenta y dolorosamente en su
pecho, cayendo al piso con un cuerpo inerte encima que la ahogaba…
CONTINUARA.
Acorraladas
Nueve
-La herida es muy grave, hay una hemorragia interna y están comprometidos
varios órganos.
-¿Qué todo salga bien?- ironizó levantando los brazos para después dejarlos
caer con fuerza a cada lado–maldita sea nada está bien, todo está hecho una
mierda- su desesperación creció y el tono de voz comenzó a elevarse –es mi
culpa, desde el principio, yo la he condenado.
-Chikane por favor- Shizuma la tomó por la cintura empujándola hacia atrás.
Les hizo un ademán a dos de los oficiales que lo acompañaban, para que lo
ayudaran a someter a Chikane, la joven al ver las intenciones, comenzó a
lanzar patadas a diestra y siniestra, no quería que nadie la tocara, no quería
que invadieran su espacio.
-¡No se atrevan a tocarme! – Sentenció con voz agitada, al tiempo que sus
extremidades ya eran sujetadas – ¡malditos no me toquen!
-¡Una camilla!- gritó uno de los jóvenes aprendices, mientras alistaba una
jeringa con un liquido transparente en su interior.
-Tranquilícese, es un calmante-
-No es necesario- afirmó Shizuma disgustada, pensando que era una medida
bastante extrema.
-Si no lo hago sus heridas empeoraran, recuerde que tiene una fractura de
costilla y varios hematomas-
El enfermero con mucha dificultad, pudo subir la manga de uno de los brazos
de la pelinegra, lo tomó con fuerza, mientras los demás hacían todo lo
posible por que se quedara quieta, si se movía lo suficiente, la aguja podría
partirse y causarle un gran daño, eso era lo último que querían, y por ello el
joven se apresuró lo mas que pudo en realizar el procedimiento.
Shizuma veía con dolor como su amiga era trasladada a una habitación
cercana, seguida de los oficiales quienes no podían dejar de escoltarla.
-Reitero que fue lo mejor, aunque lo que me preocupa es otra cosa- ambos
miraron a Kazuya quien observó con angustia la puerta de la habitación donde
estaba recluida su sobrina.
O0o0o0o0o0o
-Descansa...
-Ella…- Shizuma dudó un poco, esto le dio indicios a la joven Himemiya que
algo andaba mal.
-Pero…
-Te entiendo- dio media vuelta dirigiéndose a la salida, lo que menos deseaba
era trasmitirle su propio dolor a Chikane, pero los recuerdos de aquella rubia
con sonrisa inocente y facciones angelicales, la hacían querer llorar y
lamentarse por tan cruel situación. Himeko era su hermanita, su grata
compañía, con quien compartió tantas momentos alegres y anécdotas
inigualables, pero aquella compañía, ahora estaba postrada en una cama
debatiéndose entre la vida y la muerte –conseguiré de cualquier manera que
la puedas ver- afirmó tomando la manija de la puerta y girándola.
-No tienes porque hacerlo, somos humanos, y no creas que es fácil para mí,
ver a mis dos hijas en esta situación.
-Sabes que nunca he sido muy bueno a la hora de dar malas noticias, en
cambio Shizuma…
Hayate tomó lugar en la cama al pie de su hija, con cuidado acaricio su rostro
y se inclinó para depositar sus labios en la blanca piel –he mandado llamar a
los mejores especialistas de todo Japón, no estoy dispuesto a perder a mi
familia, no después de lo de tu madre.
-Eso no pasará, de aquí las dos saldrán con vida, y así tenga que comprar a
toda la justicia penal del Japón, las sacare de esa maldita prisión.
0o0o0o0o0o0
-No lo dude.
-En un par de horas estaría bien, la señorita Himemiya aún está bajo los
efectos de los calmantes, es conveniente que descanse un poco antes de
permitirle ver a la paciente.
-Por mi está bien, pero me gustaría que usted mismo le explique la situación
a Chikane, ella no está dispuesta a esperar más tiempo a menos que alguien le
dé una razón concreta, además creo que tiene algunas preguntas por hacerle.
0o0o0o0o0o0
-Bien eso espero, ahora quiero hacerle unas preguntas con respecto a la
condición de Himeko- sentenció la joven acomodándose mejor en la cama
-por favor sea concreto en responder, no soy experta en terminología
médica por lo tanto no trate de enredarme.
-Aun así solicite la asistencia de los mejores especialistas que hay en Japón,
queremos escuchar varios criterios, espero no le moleste.
-De acuerdo, es mejor que me retire, tengo cosas que hablar con Kazuya- el
señor Himemiya se levantó, depositando otro beso en la frente de su hija
-mantente en calma- le susurró antes de alejarse y salir de la habitación.
-Lo intentaré.
-Yo creo que lo más sensato es esperar, ahora todo está en manos de
Himeko- aseguró la ojiverde mirando al exterior por el gran ventanal,
después de volver a escuchar el relato del médico se sintió peor, en estos
casos lo mejor era vivir sumergido en la ignorancia.
-En un rato mas podrá ingresar a cuidados intensivos, voy a organizar todo,
me retiro- el médico salió de la habitación, dejando a ambas jóvenes sumidas
en sus propios pensamientos, la mirada azulada estaba perdida e inexpresiva,
el llanto se secó como agua en el desierto, y los músculos se relajaron
dándose al abandono, si pudiera morir en ese momento, seria un alivio para su
maltratado corazón.
-36 horas es la fase crítica, estoy segura que Himeko lo logrará, ella ama
vivir y no es capaz de abandonarte.
-Bien.
-Tienes razón pero hay algo que no deja de darme vueltas en la cabeza.
-Creo que estoy siendo castigada, Souma no debió haber muerto de esa
manera.
0o0o0o0o0
La mujer levantó una ceja y soltó la mano del cerrojo para hacerle un gesto
grosero a Yui, luego cerró la puerta con el mayor cuidado para no hacer
ruido, y se dirigió a donde estaba la carnicería –por dios, esto es asqueroso-
exclamó llevándose la mano a la nariz y haciendo una expresión de repulsión –
¿Dónde mierdas piensas meter toda esa carne?
Yui torció los ojos viendo la actitud de la mujer, le exasperaba el hecho que
sus ayudantes fueran tan filimiscas y poco servibles, a la hora de limpiar el
desastre. La mujer seguía quejándose, y dando una y mil razones por las
cuales no quería tocar esa cabeza envuelta ordinariamente en papel
periódico y bolsa negra, “que puta tan latosa” pensó Yui mientras levantaba
la mano y la estrellaba en el rostro de la susodicha, luego la tomó del cabello
y la obligó a inclinarse, dejándola cerca de la carne aun esparcida en el suelo
–me importa una puta mierda si se te rompe una uña, o te contagias alguna
enfermedad, lo único que puedo asegurarte es que si no me colaboras, la
carne no irá directo a la cañería sino a tu estomaguito, así que empieza a
descuartizar- la soltó con brusquedad y salió del sanitario dirigiéndose al
lavado de manos, abrió la llave y aprovecho el abundante chorro de agua para
quitar las manchas de sangre de su rostro –ya regreso, asegúrate que no se
tapone el sanitario- se burló saliendo del lugar, dejando a una mujer atónita
sin saber qué hacer con el hacha en sus manos.
0o0o0o0o0
-¿Minutos?- se detuvo mirándolo con furia –le pagaron una fortuna para
esto, no me salga ahora que solo podré estar con ella unos “minutos”.
-La entiendo señorita, pero… -el hombre suspiró resignado –está bien tiene 1
hora para estar con ella.
-Dos.
-Hora y…
-Cuanto daría por ser yo la que está en esa cama, por sentir tu dolor, y
liberarte de este yugo –la sutil caricia se deslizo de la mejilla al cuello, luego
pasó por los hombros y los brazos, recorriéndolos repetidas veces hasta
caer en los fríos dedos de las manos –has hecho tanto por mi desde que nos
conocimos, y yo no te he sabido pagar de la mejor manera, me has amado y te
has entregado a mí en cuerpo y alma, has mentido por mi y has seguido mis
pasos aun dentro de una prisión- Cerró lo ojos y movió su cabeza de lado a
lado, soltó momentáneamente las manos de Himeko para colocar sus dedos en
la sienes, el dolor de cabeza que empezaba a sentir la estaba abrumando, tal
vez era por la aglomeración de recuerdos que se paseaban velozmente en su
mente –le he confesado a Shizuma algo que prometimos guardar, aunque no
le di detalles, y te pido perdón por eso, la verdad… solo sentí que debía
decírselo, es muy difícil cargar con esto sola y más cuando tu estas allí.
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-Princesa por favor despierta- pedía con esperanza la ojiazul, queriendo ver
de nuevo aquellas pupilas violáceas que la enamoraron –estoy impaciente y de
verdad no quiero irme de aquí sin que al menos me hayas dicho que me amas,
no creo que Shizuma pueda hacer mas nada para mantenerme aquí- tomó las
manos de la rubia depositando un beso en cada una, suspiró resignada al
pensar que hoy no sería el día en que vería una nueva sonrisa por parte de su
amante. Se levantó dispuesta a salir de la habitación para despejarse un
poco, el reloj marcaba las 7:00 Pm indicando que era hora de cenar, no tenía
mucho apetito pero por órdenes estrictas de Shizuma, no podía pasarse por
alto los horarios de alimentación. Se acercó a la puerta con desesperante
parsimonia, tomó la manija y con toda la calma del mundo comenzó a girarla,
mientras hacía este tedioso proceso, giró su rostro nuevamente para darle
un último vistazo a la rubia, pero su sorpresa fue grande al escuchar en un
susurro.
-Chikane-chan…
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-¿Me dices que ya despertó?- se escuchaba la voz al otro lado del teléfono.
-Muchas gracias.
Chikane mostró una sonrisa aun más grande que la anterior y se levantó
emocionada, camino presurosa al cuarto de su novia, pensando en lo
gratificante que sería ser besada de nuevo por su único amor, pero antes de
que siquiera pudiese tocar la puerta, el hombre la detuvo y la miro
seriamente.
-Ya no importa.
-Ya no importa.
Continuara.