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SANTA MARÍA FAUSTINA SOBRE LA ORACIÓN

Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo


reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su
insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo
jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello
en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que
tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a
sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que
jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una
palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas
de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y
cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que
siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia
fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo
sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).

"A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier


batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe
orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario
perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza,
porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma
recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que
orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder
levantarse y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda
gracia fluye por medio de la oración" (Diario, 146).
"... El alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las tribulaciones y la
aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en gran medida
depende a veces  la realización de los grandes proyectos de Dios; y si
no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo que
Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros. Que cada alma
recuerde estas palabras: Y encontrándose en una situación difícil,
rogaba más tiempo" . (Diario, 872).

"La paciencia, la oración y el silencio refuerzan al alma. Hay


momentos en los cuales el alma debe callar y no conviene que hable
con las criaturas; aquellos son los momentos de insatisfacción de sí
misma (...) En tales momentos vivo exclusivamente de la fe..."  (Diario,
944).

"El silencio es una espada en la lucha espiritual; (...) El alma silenciosa


es capaz de la más profunda unión con Dios; vive casi siempre bajo la
inspiración del Espíritu Santo. En el alma silenciosa Dios obra sin
obstáculos" (Diario, 477).

"Debemos rogar frecuentemente al Espíritu Santo por la gracia de la


prudencia. La prudencia se compone de: la reflexión, la consideración
razonable y el propósito firme. La decisión final siempre nos pertenece
a nosotros" (Diario, 1106).

"El Señor Mismo me impulsa a escribir oraciones e himnos sobre su


misericordia..." (Diario, 1593).

"Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi


Corazón por las almas y tú comprenderás esto cuando medites Mi
Pasión. Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su
salvación. Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por
algún pecador, le concederé la gracia de la conversión. Esta oración
es la siguiente: Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de
Jesúscomo una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío" 
(Diario, 187).
Ser razonable y el propósito firme. La decisión final siempre nos
pertenece a nosotros" (Diario, 1106)
 

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