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INTRODUCCIÓN A LOS PRINCIPIOS

DE LA MORAL Y LA LEGISLACIÓN

·"
I. DEL PRINCIPIO DE LA UTILIDAD

I. [ La naturaleza ha situado a la humanidad bajo el gobierno


de dos dueños soberanos: el qolor y el placer. Sólo ellos nos in-
dican l~ debemos hacer. y-·dete·rmiñañ lo que_ h~~mos . Por
un lado, la m eaidaele- ro-·córrecto y lo incorrecto y, por otro lado,
la cadena de causas y efectos están atadas a su trono. Nos go-
biernan en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos y en
todo lo que p ensamos: todos los esfuerzos que podamos hacer
para librarnos de esta sujeción, sólo servirán para demostrarla
y confirmarla. Un hombre podrá abjurar con palabras de su im-
perio, pero en realidad permanec.e rá igualmente sujeto a él. El
principio de la utilidad~, reconoce esta sujeción y la a sume para
el estaDreCim1eñfci de este sistema, cuyo objeto es erigir la cons-
trucción de la felicidad por medio de la razón y la ley. Los siste-
mas que intentan cuestionarlo tratan con sonidos en vez de sen-
tidos, con caprichos eri vez de razón, con oscuridad en vez de luz:
Pero ya basta de metáfora y de declamación; no es con estos
medios como la ciencia de la moral avanzará.

* (,,El principio de la mayor dicha» o «de la mayor felicidad» se añadió pos-


teriormente a esta denominación o la sustífilyO~cambio flie° para abreviar,
en vez de decir: el principio que sostiene Ja mayor felicidad. de todos aquellos
de cuya felicidad se trata como el fin correcfo ·:;¡ cóñveniente;' y el único correcto
y conveniente y universaln:iéñie deseáble,"C1e~ Ia" accióñº Iiiñnana; · de Ja acción huma-
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na en todas las situaciones, y en particular en aquellas en Gs que un funcionario


o un equipo de funcionarios ejercen los poderes políticos. La palabra «utilidad»
no señala tan claramente en dirección a las ideas de placer dolor como lo hacen
las palabras «dicha» y «felicidad», ni tampoco nos conduce a la consideración del
número de los int erese~ectados; del número, que es una circunstancia que
contribuye, en la mayor parte, a la formaéioñde la medida de que aquí se trata:
Ja medida de lo correcto y lo incorrecto, la única por la cual se puede .PfObar
convenientemente la corrección de la conducta humana, en cada situaciónJ Esto
se debe a que una falta de conexión suficientemente manifiesta entre las ideas
de felicidad y placer por un lado, y la idea de utilidad por otro, operaba antes y
ahora, y no con poca eficiencia, como obstáculo a la aceptación que, de otra
manera. nodría recibir este principio. (Nota del autor, julio de 1822.)
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Il. El principio ~e la utilidad es la base del presente trabajo; a cualquier acción o a cualquier medida es determinada y pro-
p~r tanto, es convemente dar al comienzo una explicación deter- porcionada por la tendencia que él conciba que aquél tiene a
mman~e Y explíci~a ~e. lo que significa. Por principio de la utilidad aumentar o disminuir la felicidad de la comunidad; en otras pala-
s~, entiende el prmc1p10 que aprueba" o desaprueba- Cu.alquier ac- b ras, a su conformidad o su inconformidad respecto a las leyes
c10n, sea cual s~a, ~eg~n la te??encia que se considere que tenga o dictados de la utilidad.
a aumentar o d1smmmr la fehc1dad de las partes de cuyo interés r X. Respecto de una acción que es conforme al principio de
se trata; o, º.que v1e~e.a ser lc:irmsmo en otras palabras, a fomen- la'-utilidad siempre se puede decir, o bien que se debe realizar, o
tar o combatir esa fehc1da~. Digo cualquier acción, sea la que sea, al menos que no es una acción que se debe dejarcte-r-ealizar. Tam-
Y por lo tanto no se trata solo de cualquier acción de un individuo bién se puede decir que es..~~li2!.Q. que se realice o, al menos, que
privado sino también de cualquier medida de gobierno. · · no es incorrecto que se realice; que es una acción correcta o, al
III. Por .utilidad se ent.iende la propiedad de-cualquier objeto menos, que no es una acción incorrecta. Interpretadas de esta
p_or la que tiende a producir beneficio, ventaja, placer bien o feli- forma, las palabras «debe», «correcto» e «incorrecto» y otras de
c~ ( ~lo c:.u al en este caso es lo mismo) o -(í~ue tamb ién esta índole tienen un significado, mientras que de otra forma no
e~ lo mismo) a prevenir el perjuicio, el dolor, el mal o la infeli- tienen ningun~
cidad de aquel cuyo interés se considera; si es la comunidad en XL ¿Se ha refutado formalmente alguna vez la rectitud de
general, l~ ~elicidad de ~a ~omunidad; si es un individuo particu- este principio? Les parecería que sí a q1,1ienes no sabían lo que
lar, la felicidad de ese md1viduoJ estaban diciendo. ¿Es este principio susceptible de alguna prueba
J V. El interés de la comunidad. es una de las expresiones más directa? Parecería que no, porque aquello que se utiliza para de-
generales que se puede e?c~ntrar en la fraseología de la moral; mostrarlo todo, no se puede demostrar; una cadena de pruebas
~o hay du?a .de que su s1gmficado se pierde a menudo. Si acaso debe tener algún comienzo. Dar una prueba como ésta es tan impo-
tie~e . un s1gmficado es el siguiente: la comunidad es un cuerpo sible como innecesario. ·
fict1c10, ~ompuesto por personas individuales que se considera que XII. No existe ni ha existido nunca una criatura humana que
lo .cons~1tuyen en tant? que son sus miembros. ¿Qué es entonces respire, por más estúpida o perversa que sea, que no se haya
el mteres de la comunidad? La suma.de los intereses de los diver- atenido a este principio en muchas o en casi todas las ocasiones
sos miembros que la componeñ_! - - de su vida. Por la constitución natural de la estructura humana,
V. Es en vano hablar del interés de la comunidad si no se los hombres en general siguen este principio sin pensarlo: si no
compren?e cu_ál es el interés del individuo. Se dice que algo esti- al decidir sus propias acciones, sí a l experimentarlas, así como
~ula el mteres, o que es por el interés de un individuo, cuando también las de otros hombres. Al mismo tiempo, no hay muchos,
ti~nde a ~u~entar la suma total de sus placeres; o, lo que es lo incluso entre los más inteligentes, que hayan estado dispuestos
mismo, d1smmuye la suma total de sus dolores. a abrazarlo puramente y sin reservas. Hay aún menos que no
VI. Por lo tanto, se puede decir que una acción es conforme hayan aprovechado alguna ocasión para luchar contra él, bien
al principio de l<: utilidad o, para abreviar, a la utilidad (con res- d ebido a que no siempre han comprendido cómo aplicarlo, bien
pecto a la comunidad en general), cuando su tendencia a aumentar a algún otro prejuicio al que temían examinar o del cual no po-
la felicidad de la comunidad es mayor que la tendencia a dismi- dían deshacerse. El hombre está hecho así: en la teoría y en la
nuirla. práctica, para bien o para mal, la más rara de las cualidades
VII. Una medida de gobierno (que no es sino un tipo de acción humanas es la coherencia.
~articular llevada a ca?o por una persona o unas personas par- XIII. Cuando un hombre intenta combatir el principio de la
ticulares) se puede decir que es conforme al principio de la utili- utilidad, lo hace, sin darse cuenta, con razones extraídas del mis-
dad, o está dictada por el mismo, cuando su tendencia a aumentar mo principio. Sus argumentos, si alguna cosa demuestran, no es
la felicidad de la comunidad es mayor que su tendencia a dis- que el principio sea incórrecto, sino que de acuerdo con las apli-
minuirla. caciones que de él se supone que se han hecho, está mal aplicado.
. VIII. Cuand<? un homb7e supone que una acción, o en par- ¿Puede un hombre mover la tierra? Sí, pero antes tendrá que
ti~u.lar una medida de go?ierno, es conforme al principio de la encontrar otra tierra donde apoyarse.
utihdad, puede ser convemente a los propósitos del discurso ima- XIV. Rechazar su conveniencia por medio de argumentos es
ginar un tipo de ley o dictado, llamado ley o dictado de la utilidad, imposible, pero a partir de las causas que se ha mencionado o
y hablar de la acción en cuestión como conforme a tal ley o dic- desde un punto de vista confuso o parcial, puede ocurrir que un
tado. hombre no esté dispuesto a adoptarlo. Cuando esto es así, si cree
IX. _P.odemos decir que un ho!Ilbre es partidario del principio que vale la pena plantearse la fundamentación de sus opiniones
de la utilidad cuando la aprobacion .o la desaprobación que añade sobre este tema, dejémosle que siga por sí mismo los pasos
siguientes y a la larga quizá pueda llegar a reconciliarse con él. hay algún motivo por el que el hombre tenga que atenerse a sus
1. Dejémosle decidir si desea descartar enteramente este prin- dictados; si lo hay, dejémosle que diga cuál es este motivo y cómo
cipio; si es así, que considere hasta dónde le van a llevar sus razo- se distingue de los motivos que conducen a los dictados de la
namientos (especialmente en cuestiones de política). utilidad; y si no, que diga, por último, para qué puede ser bueno
2. Dejémosle decidir si va a juzgar y a actuar sin ningún prin- este otro principio.
cipio o si hay otro principio a partir del cual juzgará y actuará.
3. Si lo hay, dejémosle que examine y que se responda a sí
mismo si el principio que cree haber encontrado es realmente un
principio inteligible o un mero principio formulado en palabras, II. DE LOS PRINCIPIOS CONTRARIOS
una especie de frase que en el fondo no expresa más que sus AL DE LA UTILIDAD
propios sentimientos infundados, es decir, lo que en otra persona
él podría llamar capricho. I. Si el principio de la utilidad es un principio <;~rrecto para
4. Si se inclina a pensar que la aprobación o la desaprobación ¡wiarse en todos l~s cas<?s, .se. deduce ~e lo que a~~bamos de <;>b·
que él mismo añade a la idea de un acto, sin considerar sus con- se~ar que cualqmer prmcip10 que difiera de é0 e en cualqmer
secuencias, es para él un fundamento suficiente para juzgar un casÓ\será necesariamente un principio incorres-t'o. Por lo tanto,
acto, dejémosle preguntarse si su sentimiento es también una para robar que cualquier otro principio es incorrecto, tan sólo
medida de lo correcto y lo incorrecto para todos los demás hom- es nece ario mostrar que es lo que es, un print ipio cuyos dictados
bres o si el sentimiento de cada hombre puede ser también una son disti tos en a lgún punto de los del prizfcipio de la u tilidad:
medida para él. afirmarlo refutarlo. . . P ::. . . ..
5. En el primer caso, dejémosle que decida si su principio II. Un iJ\incipio puede ser d1stmto del prmc1pio d e la utilidad
no es despótico y hostil respecto al resto de la raza humana. de dos mane:[-, s: l. Estando constantemente opuesto a él: éste es
6. En el segundo caso, si no es anarquista y si a este nivel el caso de un rincipio que podríam6s llamar--er-principio del
no hay tantas medidas diferentes de lo correcto y lo incorrecto ascetismo. 2. E ando algunas veces 'o puesto a él y otras veces
como hombres; y si incluso para el mismo hombre, la misma no, cosa que pue suceder: éste es el caso de otro que podríamos
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cosa que hoy es correcta, no puede (sin el más mínimo cambio llamar el principi de la simpatíq.. -g la antipatía.
en su naturaleza) ser incorrecta mañana; y si la misma cosa no III. Por princip~ · --de-r ascetisíno entiendo aquel p rincipio que,
es correcta e incorrecta en el mismo lugar y en el mismo mo- como el principio de a utilidad/ aprueba o desaprueba cualquier
mento; y en cualquier caso, si todo argumento no es un fin; y si acción de acuerdo co la tendencia que parece tener a aumentar
cuando dos hombres han dicho «me gusta esto» y «no me gusta o disminuir la felicida def individuo de cuyo interés se trata;
esto» pueden tener algo más que añadir (dado un principio como pero de una manera in e,.rs a: aprobando acciones . en tanto que
éste). tienden a disminuir su felt idad y desaprobando acc10nes en tanto
7. Si se ha dicho a sí mismo: no, porque este sentimiento que que tienden a aumentarle¡.(
propone como medida debe fundamentarse en la reflexión, dejé- IV. Es evidente qué cua guier persona que repruebe aunque
mosle que diga hacia qué aspectos se va a dirigir la reflexión; sea la más pequeña partícula'\Ie placer, como tal, derivada de la
si hacia aspectos relacionados con la utilidad del acto, que diga si fuente que sea, es por tanto ~~p~r.tidario del prii:icipio de.l a~c.e­
esto no es pedir prestada ayuda al mismo principio que está en tismo. Sólo a partir de este prm~p10, y no a partir del p n ncip10
oposición al que él defiende; o si no se va a dirigir hacia estos de la utilidad, se podría reproba el más abominable placer que
aspectos, ¿hacia cuáles? el más vil de los ,malhechores haya ~btenido de, su crim~n, si este
8. Si pretende mezclar las cosas y adoptar parte de su propio placer estuviera solo. El caso . es que nunca esta solo, s~no que le
principio y parte del principio de la utilidad, dejémosle decir sigue necesariamente tal cantidad de dolor (o, lo que viene a ser
hasta qué punto lo adoptará. lo mismo tar ocasión de crea r cierta Gantidad de d olor) que, en
9. Cuando haya establecido hasta dónde va a llegar, dejémosle comparación con él, el placer no es pr~ tic~mente n~da; y é:ta
que se pregunte cómo justifica el hecho de adopt arlo hasta aquí es la verdadera, única y perfectamente s - ciente razon para im-
y por qué no hasta más lejos. ponerle una pena.
10. Admitiendo cualquier otro principio que no sea el princi- V. Hay dos clases de hombres de muy diferentes complexio-
pio de la utilidad como un principio correcto, un principio de nes ·que parecen haberse adher~d? al prin~ipio\del asce.tismo: unos
acuerdo con el cual un hombre procede correctamente; admitiendo s0-l'Í moralistas, y los otros, religiosos. As1 pu~~ son diferentes los
(aunque no sea verdad) que la palabra correcto puede tener un mdtivos que al parecer han llamado la atenc16;\de estos dos gru-
significado sin referencia alguna a la utilidad, dejémosle decir si }?6s. La esperanza, que es la probabilidad de plac( r , parece h aber
pruebas de ello en el curso de este trabajo. Por consiguiente, le l. Su intensidad.
interesa tenerlos continuamente a la vista, y bajo un nombre tal 2. Su duración.
q~e mu~stre la relación que mantienen con sus propios propósitos 3. Su certeza o incerteza.
e mtenc10nes. 4. Su proximidad o lejanía.
5. Su fecundidad.
6. Su pureza.
Y otra más:
IV. VALOR DEL PLACER O DEL DOLOR 7. Su extensión, es decir, el número de personas a las que
Y CóMO MEDIRLOS se extienden o (en otras palabras) quienes se ven afectados por
ellosj
l. Los placeres, y evitar los dolores, son los fines que el legis-
lador se propone; por lo tanto, le interesa entender su valor. Los [ V. Para tener una información exacta sobre la tendencia ge-
placeres y los dolores son los instrumentos con los que tiene que neral de cualquier acto que afecte a los intereses de la comunidad,
trabajar; por lo tanto le interesa entender su fuerza, que es otra se debe proceder como sigue. Empezar por una de esas personas
vez, en otras palabras, su valor. cuyos intereses parecen más inmedia tamente afectados y tener en
r II. Para una persona considerada en sí 1nisma, el valor de
un placer o de un dolor considerado en sí mismo será mayor o
menor según las cuatro circunstancias siguientes:
cuenta:

l. El valor de cada placer distinguible que parezca haber sido


producido por el acto en primer lugar. ""
1. Su intensidad. 2. El valor de cada dolor que parezca haber sido producido
2. Su duración. por él en primer lugar.
3. Su certeza o incerteza. 3. El valor de cada placer que parezca haber sido producido
4. Su proximidad o lejanía. por él después del primero. Esto constituye la fecundidad del pri-
mer placer y la impureza del primer dolor.
III. :f'..stas son las circunstancias que se deben considerar al 4. El valor de cada dolor que parezca h aber sido producido
estimar un placer o un dolor en sí mismo. Pero cuando el valor por él' después del primero. Esto constituye la fecundidad del pri-
de cualquier placer o dolor se considera con el propósito de esti- mer dolor y la impureza del primer placer.
mar la tendencia de un acto a través del cual se produce, hay dos 5. Sumar los valores de todos los placeres por un lado y los
circunstancias más a tener en cuenta; son las siguientes: de los dolores por otro. El balance, si se decantara del lado del
placer, daría una buena tenaencia global del acto con respecto a
S. Su fecundidad, o la probabilidad que tiene de que le sigan los intereses de aquella persona individual; si se decantara del
sensaciones del mismo tipo; es decir, placeres si es un placer, y lado del dolor, la mala tendencia global del mismo.
dolores si es un dolor. 6. Contabilizar el número de personas cuyos intereses están
6. Su pureza, o la probabilidad que tiene de que no le sigan implicados y repetir el proceso anterior respecto a cada una.
sensaciones del tipo opuesto; es decir, dolores si es un placer, y Sumar las cifras que representen los grados de tendencia buena
placeres si es un dolor] . del acto con respecto a cada individuo para quien la tendencia
global es buena; hacerlo otra vez con respecto a cada individuo
De todos modos, estas dos últimas apenas si se pueden con- para quien la tendencia global es mala. Hacer el balance, que si
siderar estrictamente propiedades del placer o del dolor mismos; está del lado del placer, dará la buena tendencia 'geí'reral del acto
por consiguiente, estrictamente no se pueden ten er en cuenta al con respecto al número total o a la comunidad de individuos
considerar el valor de este placer o de este dolor. Se pueden implicados; si está del lado del dolor, dará la mala tendencia
considerar estrictamente propiedades sólo del a cto o de otro general del mismo con respecto a la misma comunidad]
acontecimiento que ha producido este placer o este dolor; y de
acuerdo con esto, sólo se pueden tener en cuenta al considerar VI. No se puede esperar que se siga este proceso de manera
la tendencia de este acto o acontecimiento. estricta previamente a todos los juicios morales o a toda opera-
[ IV. Para un número de personas, cuando el valor de un pla-
cer o un dolor se considera en relación con cada una de ellas,
t
v

ción legislativa o judicial. Pero a pesar de todo, se puede tener


siempre en cuenta, y cuanto más cerca esté del proceso que se
será m ayor o menor, de acuerdo con siete circunstancias; esto sigue regularmente, más se aproximará este proceso a la exac-
es, las seis anteriores. titud.

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