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El dióxido de carbono (fórmula química CO2) es un gas incoloro.

También se conoce
como anhídrido carbónico. Este compuesto químico está compuesto de
un átomo de carbono unido con enlaces covalentes dobles a dos átomos de oxígeno. El
CO2 existe naturalmente en la atmósfera de la Tierra como gas traza en una fracción
molar de alrededor de 400 ppm.2 La concentración actual es de alrededor 0,04 % (410
ppm) en volumen, un 45 % mayor a los niveles preindustriales de 280 ppm. Fuentes
naturales incluyen volcanes, aguas termales, géiseres y es liberado por rocas
carbonatadas al diluirse en agua y ácidos. Dado que el CO 2 es soluble en agua, ocurre
naturalmente en aguas subterráneas, ríos, lagos, campos de hielo, glaciares y mares. Está
presente en yacimientos de petróleo y gas natural.3
El CO2 atmosférico es la principal fuente de carbono para la vida en la Tierra y su
concentración preindustrial desde el Precámbrico tardío era regulada por los
organismos fotosintéticos y fenómenos geológicos. Como parte del ciclo del carbono,
las plantas, algas y cyanobacterias usan la energía solar para
fotosintetizar carbohidratos a partir de CO2 y agua, mientras que el O2 es liberado como
desecho.4 Las plantas producen CO2 durante la respiración.5
Es un producto de la respiración de todos los organismos aerobios. Regresa a las aguas
gracias a las branquias de los peces y al aire mediante los pulmones de los animales
terrestres respiradores, incluidos los humanos. Se produce CO2 durante los procesos
de descomposición de materiales orgánicos y la fermentación de azúcares en la
fabricación de vino, cerveza y pan. También se produce por la combustión
de madera (leña), carbohidratos y combustibles fósiles como el carbón, la turba, el petróleo
y el gas natural.
Es un material industrial versátil usado, por ejemplo, como un gas inerte en soldadura y
extintores de incendio, como presurizador de gas en armas de aire comprimido y
recuperador de petróleo, como materia prima química y en forma líquida como solvente en
la descafeinización y secador supercrítico. Se agrega a las bebidas y
en gaseosas incluidas la cerveza y el champán para agregar efervescencia. Su forma
sólida es conocida como "hielo seco" y se usa como refrigerante y abrasivo en ráfagas a
presión.
El dióxido de carbono es un importante gas de efecto invernadero. La quema de
combustibles de carbono desde la Revolución Industrial ha aumentado rápidamente su
concentración en la atmósfera, lo que ha llevado a un calentamiento global. Es además la
principal causa de la acidificación del océano, ya que se disuelve en el agua formando
ácido carbónico6. Según otros estudios esto no es así o es irrelevante.7
El dióxido de carbono fue uno de los primeros gases en ser descritos como una sustancia
distinta del aire. En el siglo XVII, el químico flamenco Jan Baptist van Helmont observó que
cuando se quema carbón en un recipiente cerrado, la masa resultante de la ceniza era
mucho menor que la del carbón original. Su interpretación fue que el carbón fue
transformado en una sustancia invisible que él llamó un "gas" o "espíritu silvestre" (spiritus
sylvestre).
Las propiedades del dióxido de carbono fueron estudiadas con mayor profundidad en 1750
por el médico escocés Joseph Black, quien encontró que la piedra caliza (carbonato de
calcio) al calentarse o tratarse con ácidos producía un gas que llamó "aire fijo". Observó
que el aire fijo era más denso que el aire y que no sustentaba ni las llamas ni a la vida
animal. Black también encontró que al burbujear a través de una solución acuosa de cal
(hidróxido de calcio), se precipitaba carbonato de calcio. Posteriormente se utilizó este
fenómeno para ilustrar que el dióxido de carbono se produce por la respiración animal y la
fermentación microbiana. En 1772, el químico inglés Joseph Priestley publicó un
documento titulado Impregnación de agua con aire fijo en el que describía un proceso de
goteo de ácido sulfúrico (o aceite de vitriolo, como Priestley lo conocía) en tiza para
producir dióxido de carbono, obligando a que el gas se disolviera; agitando un cuenco de
agua en contacto con el gas, obtuvo agua carbonatada. Esta fue la invención del agua
carbonatada.
El dióxido de carbono se licuó primero (a presiones elevadas) en 1823 por Humphry
Davy y Michael Faraday. La primera descripción de dióxido de carbono sólido fue dada
por Charles Thilorier, quien en 1834 abrió un recipiente a presión de dióxido de carbono
líquido, solo para descubrir que el enfriamiento producido por la evaporación rápida del
líquido produjo "nieve" de dióxido de carbono sólido (nieve carbónica).
El dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra es un gas traza, en la actualidad (2018)
con una concentración de 407,8 partes por millón en volumen.8 Las concentraciones
atmosféricas de CO2 fluctúan ligeramente con el cambio de las estaciones. Las
concentraciones caen durante la primavera y el verano del hemisferio norte ya que las
plantas consumen el gas; y aumentan durante el otoño y el invierno del norte ya las
plantas entran en estado latente o mueren y se descomponen. Las concentraciones varían
también a nivel regional, con más fuerza cerca del suelo con variaciones mucho menores
en lo alto. En las zonas urbanas las concentraciones son generalmente más altas9 y en el
interior de viviendas se pueden alcanzar concentraciones de 10 veces el nivel ambiental.
La combustión de combustibles fósiles y la deforestación han provocado un aumento de la
concentración atmosférica de CO2 cercana al 43 % desde el comienzo de la era de la
industrialización.10 La mayor parte del dióxido de carbono de las actividades humanas es
liberado por la quema de carbón y otros combustibles fósiles. Otras actividades humanas,
como la deforestación, la quema de biomasa y la producción de cemento también
producen CO2. Los volcanes emiten entre 0,2 y 0,3 mil millones de toneladas de CO2 por
año, en comparación con de cerca de 29 mil millones de toneladas por año de CO2 emitido
por las actividades humanas.11 Hasta el 40 % de los gases emitidos por algunos volcanes
en erupción subaérea es dióxido de carbono.12

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