Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1º) Surge una primera hipótesis freudiana sobre las adicciones, vinculada, de manera directa,
con el problema de la satisfacción sexual. Su lugar está a mitad de camino entre la histeria y la
neurastenia –aunque más cerca de esta última- y define a la adicción como reemplazante de la
masturbación (adicción primordial, primer hábito con chances de devenir compulsivo y
adictivo). La tesis se completa con la idea de una compensación respecto de un déficit: “por lo
general esos narcóticos están destinados a sustituir el goce sexual faltante”. Para Freud: todos
masturbadores = todos potenciales adictos. La sexualidad insatisfecha funciona como una
fuente “dolorosa” frente a la cual se interpone el recurso a la intoxicación maníaca: la de la
masturbación o la del consumo de un narcótico.
2º) Psiconeurosis narcisistas: déficit o una dificultad en la relación de transferencia con los
pacientes narcisistas, quienes parecen rehusar las condiciones del dispositivo propiamente
psicoanalítico, de manera semejante a lo que ocurre con los toxicómanos. Por eso los modelos
para pensar la toxicomanía pasan a ser las afecciones narcisistas. Función que cumplen la
narcosis en general y la borrachera en particular: generar un estado comparable al de la manía
o al de los delirios erotómanos. Se trata de una sobreinvestidura de la imagen narcisista del yo.
Esta sobreinvestidura narcisista se traduce en un obstáculo transferencial. La referencia
freudiana es la de un déficit en el nivel de las fantasías y de los objetos y relaciones simbólicas
que ésta provee. Objetos y relaciones sobre las cuales se monta –en el caso de las neurosis- la
represión y la formación de síntoma.
“La manía no es otra cosa que un triunfo así, sólo que en ella otra vez queda oculto para el
yo eso que él ha vencido y sobre lo cual triunfa. A la borrachera alcohólica, que se incluye
en la misma serie de estados, quizá se la pueda entender de idéntico modo; es probable
que en ella se cancelen, por vía tóxica, unos gastos de represión” Aquello sobre lo que el
yo del sujeto melancólico o maníaco parece triunfar “felizmente”, es el dolor frente a la
pérdida del objeto.
La “cancelación de la represión” se suma entonces a la tesis acerca de la cancelación del dolor
y a la compensación tóxica por la falta del deseo sexual y de la satisfacción que este promueve.
Y es en este mismo contexto donde Freud sugiere la comparación entre la mujer y la botella: la
primera, más cerca del objeto simbólico de las fantasías del sujeto; la segunda, más cerca del
objeto que la imagen narcisista representa para el yo.
3º) “El malestar en la cultura” describe los diferentes objetos alternativos que posee el sujeto
de la cultura para enfrentar el malestar que le es propio e inherente. Freud describe la doble
cara de la intoxicación: al mismo tiempo en que resuelve de manera casi instantánea para el
sujeto el “dolor” que le es “imperativo”, despoja con toda crudeza al individuo de sus lazos con
la realidad que lo rodea.
4º) En 1938, Lacan explica la función de tóxico en relación a la renegación del destete. Resume
parte de los desarrollos freudianos acerca del mecanismo de la intoxicación, proponiendo que
el consumo maníaco del objeto tóxico representa una manera de protegerse de aquella
primera forma de experimentar el dolor y la abstinencia por el objeto perdido: el pecho
materno. La toxicomanía cumple así una función defensiva, a través de un mecanismo que
parece funcionar de manera automática, pero que a pesar de ello sugiere una toma de
posición por parte del ser del sujeto que evoca un rechazo primitivo hacia toda pérdida del
objeto de su satisfacción. Esa posición de rechazo de la desdicha que la pérdida del pecho
materno evoca en el ser hablante, posee una doble cara: apunta, por un lado, a obtener la
satisfacción plena mediante la posesión absoluta del objeto que el pecho materno representa
en las fantasías primordiales del sujeto, por otro lado, empuja al sujeto hacia una tendencia
que lo une lentamente con la muerte y la destrucción de sí mismo. Reformula la tesis freudiana
acerca del malestar en la cultura, proponiendo entender la toxicomanía como un intento de
suplir esa felicidad plena que la cultura y el sexo hacen imposible.
La toxicomanía no cumple una función enteramente análoga en el caso de las psicosis. Allí
donde la inoperancia del falo es un hecho de estructura, el tóxico puede servir eventualmente
como suplencia, intento de estabilización o de reorganización del goce en exceso.
Le Poulichet distingue entre la función de “suplemento” que cumple el tóxico en muchas
neurosis, y la función de “suplencia” que cumple en muchos casos de psicosis.
A su vez, la función del tóxico no es la misma para todas las neurosis. En muchos casos el
tóxico exalta la función del falo como elemento regulador de aquellas fantasías
“perversamente” orientadas hacia la mujer de donde se sostienen versiones del amor
erotomaníaco. En estos casos, el consumo de droga sirve para promover un rendimiento fálico
mucho más eficaz y logrado, fomentado por una competencia narcisista que, en vez de excluir
al otro distanciándose de la realidad, incrementa el desafío y la agresividad tanto como el
premio en cuestión. Idea de un suplemento tóxico que permite hacer rendir mejor al falo. Se
trata más del Falo-Pero [Falo-Padre] que del Toxi-cómano [Manía del tóxico]. En estos casos, la
función del tóxico se asemeja más al del síntoma neurótico “clásico”.
CONCLUSIONES:
El falo es esa “etiqueta del lenguaje” que el hombre degusta en la relación amorosa. Mientras
que la toxicomanía se genera en ruptura con esa etiqueta, estrechando la relación del sujeto
con un consumo maníaco del objeto que lo separa momentánea pero radicalmente de esa
marca de origen. Por eso, muchos sujetos toxicómanos reencuentran un nombre bajo la tutela
imaginaria del “ser adicto”. Y así como en muchos casos la relación con el vino puede
compararse con el matrimonio que el falo hace posible entre un hombre y una mujer, también
la relación entre los sexos puede adquirir ese sesgo toxico-maníaco reservado habitualmente
al consumo de una sustancia.
Fenómeno psicosomático
Freud va a plantear algo en relación a las asimetrías entre lo psíquico y lo somático, a los
desencuentros entre el cuerpo y la mente. Que se señalen los desencuentros no es
exactamente lo mismo que hablar de disociación o de categorías. Lo que Freud dice en una
carta es que “el auténtico mediador [que no es lo mismo que unificador] entre lo psíquico y lo
somático es el inconsciente”. El inconsciente está planteado entonces como una mediación,
como un concepto límite. El inconsciente como verdadero mediador entre lo psíquico y lo
somático está conectado con uno y con el otro pero no se confunde con ninguno de los dos.
El FPS, la enfermedad psicosomática o el efecto psicosomático, implicaría una falta o una falla
en esa mediación del inconsciente entre lo psíquico y lo somático. Como un esquivamiento, un
rodeo que esquiva este “auténtico mediador” que es el inconsciente.
DENOMINACIÓN. Digo fenómeno psicosomático y no síntoma psicosomático. Lacan también lo
llama en algunos lugares efecto psicosomático. Propongo dejar la denominación de
“enfermedad psicosomática” para el discurso médico.
Hipocondría: no hay lesión, lo que hay es una idea prevalente, hiperintensa, de que hay una
enfermedad, generalmente a partir de la interpretación de sensaciones corporales, que
pueden ser alucinatorias o no. En la hipocondría psicótica, no hay esta dimensión metafórica.
Donde digo metáfora podría decir también “otra escena”. Cuando Freud habla de la otra
escena del sueño, que el sueño remite siempre a otra escena que tiene que ver con la fantasía,
con el recuerdo, que tiene que ver justamente con el inconsciente.
La metáfora es una de las formas que Lacan tiene de definir el síntoma neurótico. Una
metáfora quiere decir que hay sustitución, que hay representación sustitutiva, que hay
desplazamiento y condensación en el síntoma. La parte del cuerpo que va a aparecer tomada,
afectada, no es cualquiera, no es porque sí, sino que es una representación de la imagen del
cuerpo fragmentado que está tomada en esta cadena asociativa o en lo que Freud llamó en un
momento grupo psíquico segundo, después inconsciente. Esto entonces tiene que ver con la
implicación del sujeto en ese síntoma. Implicación que no necesariamente se produce de
entrada. Hace a la operación analítica que se produzca esa implicación subjetiva.
La enfermedad médica, entendida en una afección del cuerpo que puede y debe ser tratada
por los recursos de la medicina. Una característica de la enfermedad médica, aunque se
distingue entre enfermedades funcionales y enfermedades orgánicas, es que hay una lesión,
entendida en términos de alteración del órgano. Esa alteración del órgano puede ser reversible
o irreversible, pero hay una lesión objetivable, evidenciable y detectable por los medios de
estudio habituales. Tiene que ver con anatomía patológica y fisiopatología. Hay una anatomía y
una fisiología de la enfermedad que la definen y que tienen que ver con la etiología (la o las
causas) y la patogénesis (el curso, la diacronía de la enfermedad) así como con el mecanismo
de producción de los síntomas. El discurso acerca de esto es el de la ciencia . Decir que la
ciencia habla es decir que no hay un sujeto que diga. Es un decir impersonal en tanto, como
afirma Lacan, la Ciencia forcluye al sujeto. ¿Hay metáfora ahí, hay otra escena? En principio
por lo menos no.
FPS diagnóstico diferencial con histeria y con neurosis de angustia (neurosis actual)!
Neurosis actuales, especialmente la neurosis de angustia. Freud define que el síntoma capital
es la angustia pero describe toda una serie de síntomas que tienen que ver con un
compromiso corporal, un montón de síntomas corporales que son claramente funcionales. No
hay una lesión, una alteración del órgano en cuestión, sino que hay una alteración funcional
del cuerpo. Freud ubica una “insuficiencia psíquica”, o sea la incapacidad del sujeto de hacer
lugar a las exigencias de la tensión sexual somática, por ello la libido deviene angustia o sus
equivalentes (los sintomas somáticos). No hay mediación del inconsciente entre lo psíquico y
lo somático, son síntomas “sin mecanismo psíquico”. Pero lo psíquico está presente por su
ausencia, por esa “insuficiencia” en hacer lugar a las exigencias de lo somático sexual. Por eso
Freud dice que los síntomas de las neurosis actuales no son analizables, al menos no en
principio y no como tales. Podemos considerar a los ataques de pánico como una forma clínica
de los ataques de angustia, la neurosis de angustia se llama actualmente ataque de pánico . El
ataque de pánico también presenta característicamente, tal como Freud lo describió, dolor en
el pecho y la angustia bajo formas como de sensación de muerte.
Fenómeno psicosomático. Hay lesión, hay alteración orgánica, reversible o irreversible. Hay
una lesión orgánica que es evidente como en la enfermedad médica, una lesión evidenciable,
registrable, objetiva. El discurso de esa enfermedad también es de la ciencia. A veces el
paciente establece alguna conexión con algún hecho, algún acontecimiento biográfico,
histórico, que tiene que ver en general con alguna situación de estrés, de tensión, de duelo,
pero eso no lo lleva a asociar con otras cosas sino que se formula como una explicación
acabada de lo que le ocurre sin que eso abra un campo de preguntas en las que la subjetividad
esté implicada.
Lo que nos importa a nosotros desde el psicoanálisis es el discurso del paciente, lo que alguien
dice. En el FPS lo que se dice toma la forma de un “se dice”. Ese “se dice” en la psicosomática
es totalmente impersonal. Los pacientes generalmente siguen el mismo razonamiento que la
medicina. O sea: Si no encontramos una causa se postula, entre otras, una causa “psico”. Este
discurso es totalmente impersonal, cualquiera podría decirlo, son datos que da lo mismo quién
los diga porque la subjetividad no está en juego, lo que valdrían serían los datos por sí mismos .
Esos datos que definen un nombre: el nombre de una enfermedad . Porque también el FPS en
general tiene nombre (a diferencia de la hipocondría). Ese nombre médico parece condensar
todo lo que le pasa al sujeto. La enfermedad tiene un nombre y ese nombre aparece muchas
veces como el nombre del sujeto; el sujeto muchas veces se presenta de ese modo, con el
nombre de su enfermedad. Es un discurso impersonal y desimplicado que, muchas veces, va
acompañado de esta otra cuestión que es “a mí no me pasa nada”.
Para Freud, las neurosis actuales están de alguna manera más del lado de las neurosis que de
otras estructuras.
Lacan habló poco de psicosomática, pero hay algunas referencias muy específicas que nos
permiten pensar como Lacan consideraba al efecto psicosomático o FPS y que podemos ubicar
en relación a dos cuestiones fundamentales.
El cuerpo es algo que está marcado, tocado, por el significante. Las formaciones del
inconsciente, su irrupción, tienen que ver con este momento de afánisis subjetiva, de
desvanecimiento, es decir que el sujeto aparece desvaneciéndose. Lacan da como
contraejemplo de esto justamente a la psicosomática. En la psicosomática no hay este espacio,
este intervalo, entre un significante y otro, sino que los significantes aparecen compactados
como si fueran uno solo. Lacan llama a esto, tomándolo de la lingüística, holofrase. Con lo
cual, está planteando una incidencia del significante distinta en un caso o en el otro. Esta
cuestión de un significante que no remite a nada, tiene que ver con esto que les decía de estos
pacientes donde el nombre de la enfermedad los define y a su vez no los encadena con nada.
La segunda cuestión que Lacan va a decir en relación a la psicosomática es algo que tiene que
ver con el “goce específico”. En realidad lo plantea como una pregunta en 1975. Dice que el
FPS es algo del orden de lo inscripto, pero inscripto como un sello, como una marca al estilo de
la marca para el ganado. Y se pregunta cuál es la suerte de goce que se encuentra en el
psicosomático. Lo psicosomático es algo fuertemente implicado en lo imaginario, además de
ser algo que tiene que ver con este cuerpo de lo simbólico, que hace cuerpo al recortar y al
borrar el goce del cuerpo, pero también tiene que ver con un cuerpo en tanto, dice Lacan, el
cuerpo es sustancia gozante. El cuerpo es algo hecho para gozar, y dice para gozar de sí mismo.
La idea es que en el FPS hay una suerte de retorno de goce en el cuerpo, de un goce Otro en el
cuerpo, ahí donde el significante, por este efecto de holofrase, falla como significante . Si el
significante no opera como tal, si no hay intervalo significante, si no hay efecto de sujeto y el
significante es lo que borra y barre el goce del cuerpo, si algo se produce a nivel de este
significante que hace que se colapse este intervalo entre significantes, que se condense, se
holofrasee el significante, algo de este goce que ha sido barrido retorna, pero directamente en
el cuerpo. Es una idea bastante cercana a la idea de Freud de que la libido impacta
directamente en el cuerpo en las neurosis de angustia.
Miller dice que el FPS se podría escribir I ( ). Como algo que esquiva al Otro y que suplanta al
Otro por un Ideal (expresado como I). Para el FPS, si algo de este Ideal se puede tachar, se
puede incluir al Otro e interrogarlo.
I() I (A)
Esa holofrase es algo del orden del significante que viene de Otro, lo que pasa es que no queda
registrado como tal. La enfermedad que aparece como FPS tiene el carácter de esta presencia
de Otro, con una presencia y una contundencia tal que es indiscutible. Si algo del Otro puede
ser interrogado, esa interrogación puede abrir un camino del análisis que lleve, en algún
momento, a ubicar una falta en el Otro, o sea el Otro en tanto deseante. Poder preguntarse
¿qué me quiere el Otro? es un paso hacia el Otro que es un Otro deseante, que es Otro en
falta, y eso también tiene que ver con la posibilidad de plantear algo del deseo del lado del
sujeto.