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clasificación, nombrando únicamente los ejemplos típicos: helechos, caracolas en espiral

(número áurico), líneas de costa, similitud entre “lo grande” (galaxias) y lo pequeño (redes
neuronales), etc.

Lo que nos afecta a nosotros como psicólogos, y dentro de una aplicación clínica y terapéutica,
es el hecho de que la falta de perspectiva hace considerar lineal lo que es cíclico. Quizá el
ejemplo más cotidiano (observable con sólo mirar el horizonte a través de la ventana, si es que el
lector tiene la posibilidad de poder hacerlo) sea el fenómeno que ocurre con nuestro planeta
tierra, cuando tendemos a verlo como plano (y así fue considerado durante siglos) pese a ser
aproximadamente esférico (un elipsoide de revolución achatado por los polos, en términos
matemáticos más rigurosos). Dicho de otro modo: lo circular tiende a verse como lineal cuando
no hay separación (toma de distancia, perspectiva) suficiente. Es por esto que tendemos a
percibir el tiempo como lineal y hablamos de “línea del tiempo” (es conocido el concepto de
“eterno retorno” mencionado por Nietzsche en “Así habló Zarathustra” (originalmente escrito en
1885), y es coherente con el modelo actualmente aceptado por la física teórica de big-bang y big-
crunch: de nuevo una ciclicidad).

Kuhn ya habló en su libro “La estructura de las revoluciones científicas” (1981) de cómo dichas
revoluciones suceden en procesos continuos y cíclicos, y en su aún menos conocida obra “La
tensión esencial” (1996) citaba cómo “para asimilar lo nuevo, lo antiguo debe ser revalorado y
reordenado”. Nótese la similitud de las revoluciones científicas propuestas por Kuhn con el
gráfico representado a continuación:

Si bien estos procesos cíclicos nos afectan como sociedad al observar la historia más que como
una mera “línea temporal” y “sucesión de acontecimientos”, como individuos nos afecta más aún

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