Está en la página 1de 19

Revista de Geografía Agrícola

Universidad Autónoma Chapingo


rev_geoagricola@hotmail.com
ISSN (Versión impresa): 0186-4394
MÉXICO

2006
Laura Elena Ruiz Meza
RELACIONES DE GÉNERO Y DERECHOS AMBIENTALES. ESTUDIO DE CASO EN
MOTOZINTLA, CHIAPAS
Revista de Geografía Agrícola, julio-diciembre, número 037
Universidad Autónoma Chapingo
Texcoco, México
pp. 17-34

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx
Revista de Geografía Agrícola núm. 37, pp. 17-34

Relaciones de género y derechos


ambientales. Estudio de caso en
Motozintla, Chiapas
Laura Elena Ruiz Meza1

Recibido: 8 de junio de 2006


Aceptado: 10 de noviembre de 2006

Resumen

El presente texto analiza la forma en que intervienen las normas y prácticas de género en los procesos de
gestión de los recursos naturales en dos localidades campesinas que muestran características
ambientales distintas, ubicadas en la región Sierra de Chiapas. El estudio pone énfasis en la dimensión de
género presente en la asignación desigual de responsabilidades y derechos sobre los recursos
ambientales. Los ejes de análisis son el grupo doméstico y los distintos ámbitos productivos y de manejo
ambiental a nivel comunitario. El artículo concluye señalando que las concepciones culturales que otorgan
un valor diferenciado a las actividades que realizan hombres y mujeres, reproducen las desigualdades de
género al instituir prácticas diferenciadas de acceso y control sobre los recursos y los beneficios derivados
de su aprovechamiento.

Palabras clave: género, grupos domésticos, gestión de recursos naturales, poder de negociación,
Chiapas.

Gender relations and environmental rights a study case in Motozintla, Chiapas

Summary

This text analyzes the ways in which gender norms and practices intervene in the processes of natural-re-
sources negotiation in two peasant localities with different environmental characteristics, in the Sierra de
Chiapas region. The study emphasizes the gender dimension present in the uneven allocation of responsi-
bilities and rights over environmental resources. The axes for analysis are the domestic group and the vari-
ous productive and environmental-management realms at community level. The article concludes by
pointing out that those cultural conceptions which assign a differentiated value to activities carried out by
men or women, reproduce gender inequalities as they institute differentiated practices of access to and
control over resources and the benefits derived from their use.

Key words: Gender, domestic groups, natural-resources negotiation, power and negotiation, Chiapas.

En este trabajo se aborda la dimensión de Motozintla, Chiapas. Se analizará cómo intervie-


género de los procesos de gestión de los recursos nen los patrones de división de responsabilidades
naturales, en dos comunidades del municipio de y derechos ambientales establecidos con base en

1 Maestra en Ciencias en Desarrollo Rural Regional y Candidata a Doctora en Sociología.

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 17


Ruiz Meza, Laura Elena

el género, en las prácticas de uso, acceso y control sos grupos, las cuales configuran los vínculos en-
sobre los recursos naturales, así como en la tre pobreza y ambiente al intervenir en la asigna-
posición que ocupan los hombres y las mujeres en ción de si gual de ti tu la ri da des am bien ta les,
los procesos para negociar y de toma de entendidas éstas como derechos de uso y de pose-
decisiones en torno a la distribución de los bene- sión legítima y efectiva sobre los recursos natura-
ficios, en los cuales se expresan las relaciones de les. Las instituciones sociales son consideradas
poder al interior de los grupos domésticos. como estructuras de tipo normativo o patrones re-
Inicialmente se realiza una reflexión teórica, la gularizados de comportamiento entre individuos y
cual guía el análisis acerca del papel que desem- grupos en una sociedad, que les permiten tanto ac-
peñan las relaciones sociales y de género en la tuar como negociar.2 Estas instituciones pueden
gestión de los recursos naturales. En un segundo ser formales: leyes y códigos del dominio público, y
apartado se proporcionan datos generales sobre no formales: normas consuetudinarias y prácticas
las comunidades y de la zona de estudio, así como sociales de tenencia, posesión y derechos sobre
la metodología aplicada. Posteriormente se realiza un recurso (Leach et al., 1997). Así, las institucio-
la caracterización y análisis en torno a las respon- nes sociales regulan las interacciones entre los
sabilidades y derechos ambientales en los espa- grupos sociales con el ambiente al estructurar las
cios productivos y ecosistemas de la región desde prácticas de uso, acceso y control sobre los
un enfoque de género. En el último apartado se dis- recursos y la distribución de los beneficios
cute acerca de las implicaciones que tiene la desi- derivados de su aprovechamiento, por lo que
gual asignación del trabajo y de los recursos inciden en las condiciones de vida de la población
naturales en la posición de hombres y mujeres en (Forsyth y Leach, 1998).
los procesos para negociar y adoptar decisiones en
el ámbito doméstico. De esta forma, el análisis de las prácticas de ges-
tión de los recursos, desde la perspectiva de las titu-
Consideraciones teóricas
laridades o derechos ambientales, contribuye a
Relaciones sociales y gestión ambiental explicar la combinación de instituciones sociales
que estructuran las dinámicas de acceso y control
En el análisis de las formas específicas en que las
sobre los recursos por parte de determinados gru-
sociedades, grupos sociales y comunidades se re-
pos de población, diferenciados por su posición en
lacionan con el medio ambiente, se ha insistido en
la estructura social, su pertenencia étnica, su géne-
la importancia de considerar estos vínculos como
ro y generación; asimismo, permite mostrar cómo la
una construcción social, donde un conjunto de fac-
pobreza y vulnerabilidad es experimentada de ma-
tores materiales y culturales median las relaciones
nera diferente por cada grupo social en función de
que la población establece con los recursos natura-
su acceso relativo a derechos sobre los bienes am-
les (Velázquez, 2003).
bientales claves para su subsistencia.
Desde la perspectiva de la ecología política se
ha hecho referencia a las relaciones sociales de Vínculos entre género y ambiente
poder que están en la base de la distribución desi-
gual de los recursos naturales. Bajo esta orienta- La dimensión de género, como expresión de las de-
ción analítica se ha puesto creciente atención al sigualdades sociales, incide en la forma en que es-
estudio de los arreglos institucionales locales invo- tán estructuradas las comunidades, los grupos
lucrados en los procesos de gestión de los recur- domésticos y las instituciones sociales que inter-
sos naturales, en tanto revelan las relaciones vienen en la gestión de recursos naturales. Las re-
sociales y de poder que se establecen entre diver- laciones entre hombres y mujeres forman parte de la

2 Se ha llamado trabajo reproductivo al realizado en el ámbito doméstico por su contribución a la reproducción de la fuerza de
trabajo, tanto a nivel cotidiano, como generacional. En realidad se trata de un trabajo productivo y es funcional al capital, pues los
ingresos obtenidos por la vía del trabajo remunerado no permiten adquirir todos los bienes y servicios necesarios para la
reproducción (Borderías y Carrasco, 1994). El trabajo realizado en la producción de subsistencia tiene un valor de uso, pero
también un valor de cambio potencial.

18 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

organización social y están presentes en los víncu- tan y son afectadas por las ideologías, normas y
los que la población establece con su ambiente. prácticas de género en determinados contextos
socioculturales, económicos y políticos. Además
El enfoque de género toma en cuenta que las de las instituciones formales o marcos legales, es
mujeres y los hombres hacen un uso diferenciado importante destacar las instituciones no formales,
de los recursos naturales a partir de los roles so- aquellas normas consuetudinarias y las costum-
cialmente asignados, y por ello tienen experien- bres sociales que tienen un papel significativo en
cias, necesidades e intereses distintos, e impactan los procesos de toma de decisiones que definen
y son afectados por los cambios ambientales de los derechos de acceso y control sobre los recur-
forma diversa. Las normas y prácticas de género sos naturales, materiales y sociales entre géneros
definen espacios de vida, responsabilidades y de- y generaciones. Igualmente intervienen en la distri-
rechos desiguales para hombres y mujeres respec- bución de los beneficios y en las oportunidades que
to a la propiedad sobre los recursos naturales. La tienen las personas para ensayar nuevas opciones
posición subordinada que ocupan las mujeres en la de vida orientadas a su bienestar.
sociedad y respecto a los varones de sus grupos
domésticos y comunidades, se traduce en un limi- La reflexión teórica en torno a las relaciones de
tado control sobre los recursos y escaso poder de género y el ambiente está presente desde la déca-
negociación en la adopción de decisiones en los da de los setenta. La amplia discusión sobre el
procesos de gestión de recursos naturales, es tema se ha realizado desde distintas perspectivas
decir, en las prácticas de manejo, acceso y control disciplinarias, metodológicas y políticas para dar
sobre los recursos y servicios ambientales. lugar a un extenso y fructífero debate a nivel inter-
nacional.3 Como producto de ese debate se fue
La importancia de incluir la perspectiva de gé- perfilando durante la década de 1990 una formula-
nero en el análisis de las dinámicas socioambienta- ción teórico-metodológica conocida como género,
les, responde a la necesidad de comprender de ambiente y desarrollo sustentable.4
manera integral la complejidad de relaciones que
se establecen entre los grupos sociales, y entre és- Desde esta postura, las relaciones sociedad-
tos y los ecosistemas, relaciones que con frecuen- naturaleza deben explicarse a partir de una serie
cia son decisivas para crear oportunidades y de mediaciones socioculturales, de los tipos de
obstáculos a la participación social en iniciativas propiedad sobre los recursos y en las relaciones
que busquen armonizar el bienestar humano con la sociales de producción que operan a diferentes es-
preservación ambiental. Hoy en día se reconoce calas y en distintos ámbitos. Ello significa conocer
que toda intervención social dirigida a promover un la forma en que se estructura la organización social
manejo sustentable de los recursos naturales y una por clases, etnias y géneros, así como su relación
distribución equitativa de los beneficios, necesita con los procesos de producción, reproducción y
comprender los procesos de gestión de los recur- distribución, tomando en cuenta la diversidad de
sos desde un enfoque de género. No obstante, contextos históricos, sociales y ambientales. Apo-
esta dimensión de análisis ha sido escasamente yada en la ecología política y la economía política,
abordada en los estudios sobre los arreglos intenta explicar las formas en que se interrelacio-
institucionales locales relativos a la gestión de nan las desigualdades sociales y de género con la
recursos naturales. pobreza y el cambio ambiental, y con ello avanzar
en modelos alternativos de política y práctica a fa-
Wiens (2002) señala la importancia de exami- vor del mejoramiento social y ambiental (Rico,
nar la forma en que las instituciones sociales afec- 1998). De manera particular, las relaciones de

3 Por razones de espacio no se intenta dar cuenta de las distintas escuelas de pensamiento que durante más de dos décadas se
fueron construyendo en torno al tema. Braidotti (1994) y Rico (1998) realizan una agrupación de los distintos enfoques desde una
perspectiva histórica.

4 En la base de esta orientación se encuentran los planteamientos formulados por diversas escuelas de pensamiento, entre ellas el
ambientalismo feminista (Agarwal, 1992), la ecología política feminista (Rocheleau et al., 1996) y la denominada microeconomía
política del uso de los recursos por género (Leach et al., 1995).

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 19


Ruiz Meza, Laura Elena

hombres y mujeres con el ambiente deben ser ana- ción, en cuanto al control de los recursos y al
lizados en el marco de la conexión de las relacio- ejercicio de la autoridad (Sen, 1990; Kabeer,
nes de género con las construcciones culturales e 1994; García y de Oliveira, 1994).
ideológicas que les dan sustento, además de
considerar las diferencias entre mujeres y entre
hombres y los cambios a lo largo del ciclo de vida Tomar en cuenta el cambio político y económico
de las personas y las familias (Jackson, 1995, a nivel macro y analizar cómo se articula con los pro-
1998). cesos locales de uso de los recursos y la dimensión
de género de las instituciones sociales vinculadas a
Derivados de varios estudios en torno al tema, la gestión de recursos, así como considerar las ca-
entre los elementos que conviene incluir en el análi- racterísticas de los ecosistemas en los cuales tienen
sis de las dimensiones de género del cambio am- lugar las prácticas sociales de uso y manejo de los
biental, Leach et al. (1995) han propuesto los recursos naturales, puesto que pueden moldear los
siguientes: procesos y los efectos del cambio ambiental.

· Conocer el tipo de relaciones y arreglos que De manera particular, los planteamientos de la


se establecen al in terior de los grupos llamada ecología política feminista han puesto un
domésticos y comunidades en torno a los énfasis en el análisis de los derechos y responsabili-
patrones de división de actividades, dades ambientales que se estructuran con base en
responsabilidades y derechos con base en el el género para comprender las variaciones que
género, así como las relaciones de poder adopta la distribución desigual de los recursos entre
implícitas en los procesos de adopción de los hombres y las mujeres (Rocheleau et al., 1996).
decisiones a través de las cuales tales
actividades son asignadas. Así, conviene considerar tanto los derechos le-
gales como los derechos consuetudinarios, diferen-
· Identificar los derechos de propiedad sobre ciándolos entre derechos de propiedad y derechos
los recursos naturales, que se conciben de uso, y entre derechos exclusivos o compartidos,
como parte de las relaciones sociales en tanto pues estos tipos de derechos tienen implicaciones
representan relaciones entre personas, más en la seguridad de la tenencia sobre determinados
que entre personas y bienes (Jackson, 1995). recursos.
· Analizar las instituciones sociales, formales y
De igual forma resulta necesario tomar en cuen-
no formales, mediante las cuales son
ta el tipo de recurso, el uso que se le dé, el espacio
ejercidos tales derechos de propiedad. Entre
ambiental y la valoración social otorgada a éste, es
estas instituciones destaca el grupo
decir, si se trata de bienes con propósitos de subsis-
doméstico, en particular las pautas culturales
tencia (valor de uso) o comerciales (valor de cam-
vinculadas al matrimonio y a las relaciones
bio), o si son recursos ubicados en espacios
de parentesco, residencia y herencia. Estas
domésticos o en ámbitos comunitarios, pues todas
prácticas sociales permiten explicar el
estas categorías varían entre los géneros.
conjunto de relaciones cotidianas a través de
las cuales hombres y mujeres se relacionan Las tareas y responsabilidades para manejar los
entre sí y con los recursos, a la vez que recursos también convienen ser diferenciadas entre
muestran las relaciones de poder en los aquellas realizadas en el ámbito doméstico y en el
procesos de negociación que inciden en el comunitario, por tipo de recurso y el uso que se le
uso y acceso a los ingresos y otros dé. Asimismo, es importante conocer los derechos
beneficios. En este sentido conviene señalar que hombres y mujeres tienen para disponer del tra-
que en las familias y grupos domésticos se bajo de otras personas en los distintos ámbitos
crean y recrean relaciones sociales de productivos.
intercambio y apoyo mutuo, pero también se
presentan conflictos y diferencias de poder El conjunto de estas titularidades y derechos de-
entre sus miembros, por género y genera- finirá la posición de los individuos dentro de los dis-

20 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

tintos ámbitos y en las instituciones relativas a la se encuentra Indígenas de la Sierra Madre de Mo-
gestión de los recursos. tozintla San Isidro Labrador (ISMAM) y K’nan Choch.

Entre las técnicas de investigación empleadas


Con base en estos planteamientos, se analizan
destacan la observación participante y las entrevis-
las formas de gestión de los recursos naturales en
tas en profundidad, a fin de rescatar la experiencia
dos comunidades de Motozintla. De manera parti-
vital y entender la subjetividad de las personas
cular, interesa destacar cómo interviene en ello la
dentro de contextos sociales y culturales específi-
división del trabajo con base en el género, institu-
cos. Estas técnicas se realizaron con la participa-
ción social que contribuye no sólo a asignar dere-
ción de 34 mujeres y de 10 hombres, familiares de
chos y responsabilidades ambientales desiguales,
las entrevistadas. Asimismo, se aplicaron 35 cues-
sino también a estructurar las prácticas de uso, ac-
tionarios con el fin de obtener datos sobre las ca-
ceso y control sobre los recursos naturales, mate-
rac te rís ti cas so cio de mo grá fi cas y so cioe co-
riales y sociales, y a establecer la posición de los
nómicas de las familias, y se realizaron varias en-
individuos en los procesos de negociación relativos
trevistas a sujetos claves para recabar información
a la distribución de los beneficios, en los que se
sobre las instituciones locales para la gestión de
expresan las relaciones de poder al interior de los
los recursos naturales. Se realizaron, además, dos
grupos domésticos y la comunidad.
talleres de investigación rural participativa con gru-
pos de mujeres. Los resultados que aparecen en
este trabajo forman parte de una investigación
Contexto y metodología de mayores dimensiones realizada por la autora
de este artículo (Ruiz, 2005).
El municipio de Motozintla se ubica en la región
Sierra, al sur de Chiapas, caracterizada por su to-
pografía accidentada, la cual da lugar a diversos
Responsabilidades y derechos
ambientes naturales y climas variables. La produc-
ambientales con base en el género
ción agrícola comercial se basa en el cultivo del
café. En el estudio se incluyeron a dos comunida- La distribución del trabajo define roles, crea inter-
des, Checuté y Tonincanaque, que presentan dife- dependencia y establece intercambios, tanto eco-
rentes contextos agrarios y ambientales, aunque nómicos como simbólicos, pero también es una
similitudes sociales. Checuté es un ejido, localiza- primera fuente de desigualdades en la vida de las
do a una altura de 1 880 msnm, con clima semicáli- personas, con efectos concretos y materiales. La
do hú me do; las ac ti vi da des agrí co las pre do- división de funciones y responsabilidades no con-
minantes son el cultivo de granos básicos, hortali- siste en una mera diferenciación de tareas, sino
zas y café; sus 575 habitantes se agrupan en que implica una jerarquización de las mismas ba-
80 hogares. Tonincanaque es reconocido como sada en normas y valoraciones distintas sobre los
bienes comunales y se localiza a 2 720 msnm, altu- respectivos roles que desempeñan los hombres y
ra que presenta condiciones climáticas para el cul- las mujeres. Ello tiene consecuencias diferenciales
tivo de papa, entre otras hortalizas, y trigo; los 350 entre los géneros en términos de riesgos de
habitantes se agrupan en 51 familias. Ambas tie- empobrecimiento. Los patrones de división de ta-
nen en común ser localidades con altos índices de reas asignan a los varones el trabajo considerado
marginación y migración. El estudio se llevó a cabo productivo y remunerado realizado en el ámbito pú-
con la población católica en ambas comunidades blico, actividad que es valorada socialmente debi-
que participan en organizaciones vinculadas al mo- do a que se considera como trabajo aquel que
vimiento agroecológico de la región y con las cua- requiere de fuerza física y que reporta ingresos di-
les se man te nía una am plia tra yec to ria de rectos. En contraparte, la adscripción de las muje-
vinculación previa a través de actividades de ase- res al trabajo doméstico invisibiliza su aporte
soría y capacitación. Entre estas organizaciones económico a la reproducción del grupo familiar y da

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 21


Ruiz Meza, Laura Elena

lugar a que el acceso a toda una serie de recursos y actividades del solar o traspatio para procurar
se realice no de manera directa, sino mediada por productos de uso doméstico.
el mercado o por los varones, quienes controlan los
Ello no significa que las mujeres no participen
recursos materiales. El llamado trabajo reproducti-
en las parcelas agropecuarias e incluso en el traba-
vo5 asignado exclusivamente a las mujeres, limita
jo remunerado agrícola y no agrícola; sin embargo,
sus posibilidades de participación económica, polí-
se percibe este trabajo como de “ayuda” al varón,
tica y social, y cuando acceden al trabajo remune-
como complementario y secundario, valoración
rado, éste presenta características diferenciadas
que le confiere menor estatus y contribuye a que
en relación a los hombres, en las formas en que
sea poco reconocido. La construcción cultural del
ellas participan y en los ingresos que obtienen,
trabajo determinado por el género es más rígida en
dando lugar a empleos secundarios y marginales.
las concepciones que en la práctica, pues los pa-
Los ámbitos doméstico y productivo son dos es- trones de división del trabajo se van transformando
feras de trabajo interconectadas, en ambas se rea- y adaptando a las necesidades del grupo familiar
lizan labores y se accede a recursos que forman de las condiciones cambiantes de la economía e in-
parte de las estrategias de vida de las familias para cluso de las transformaciones ambientales; no
satisfacer sus necesidades. Sin embargo, por ra- obstante, el trabajo de los hombres suele fijarse
zones metodológicas, se revisarán por separado sólo en un determinado tipo, mientras que el de las
los distintos ámbitos de trabajo a fin de examinar en mujeres es más versátil por dedicarse a una multi-
cada uno de ellos la distribución de las actividades, tud de actividades en diversos ámbitos productivos
responsabilidades y las formas de uso, acceso y y espacios ambientales.
control a los diversos recursos, como parte de un
Las obligaciones establecidas por los contratos
mismo proceso de gestión social. En un segundo
conyugales legitiman ciertos roles para las muje-
apartado, se analizará cómo interviene la desigual
res, entre los que destaca la maternidad. Los valo-
distribución de los recursos en la posición que
res locales exaltan las capacidades reproductivas
tienen hombres y mujeres en la adopción de
de las mujeres y se les exige una fecundidad casi
decisiones sobre los beneficios obtenidos.
sin límites. El cuerpo de la mujer y su vida se perci-
El ámbito doméstico be casi indisolublemente ligado a la procreación y
ello se refleja en la numerosa descendencia, pues
En el grupo familiar la organización de las activida- las mujeres llegan a tener hasta quince hijos(as).
des reproductivas se presenta bajo los principios Este rol es central en la identidad femenina, otorga
de parentesco y residencia. En las comunidades sentido a su vida y a su relación matrimonial, les
estudiadas, las construcciones culturales de géne- permite lograr la aceptación del marido y de su fa-
ro y las relaciones desiguales de poder entre los milia y eleva su estatus en la comunidad. Igualmen-
hombres y las mujeres establecen los términos de te es fuente de satisfacción personal, los(as)
la distribución de los recursos, de la división del tra- hijos(as) dan compañía y ayuda material, la mater-
bajo y de las responsabilidades en la familia y co- nidad es un medio para asegurar su subsistencia y
munidad. De esta forma, persiste la concepción de su derecho a la vivienda y a la tierra. Hay un fuerte
lo que se consideran las ocupaciones apropiadas rechazo a controlar la natalidad por razones religio-
para cada sexo: a los varones se les otorga el dere- sas, los hombres son los primeros en oponerse al
cho a la propiedad de la tierra, el control de los culti- uso de anticonceptivos, aun cuando las mujeres
vos, de los recursos maderables y los vínculos con estén interesadas en concluir su etapa reproducti-
el exterior mientras que a las mujeres se les asigna va por los malestares que les acarrean los frecuen-
exclusivamente el espacio del hogar y los recursos tes embarazos.

5 Se ha llamado trabajo reproductivo al realizado en el ámbito doméstico por su contribución a la reproducción de la fuerza de
trabajo, tanto a nivel cotidiano, como generacional. En realidad se trata de un trabajo productivo y es funcional al capital, pues los
ingresos obtenidos por la vía del trabajo remunerado no permiten adquirir todos los bienes y servicios necesarios para la
reproducción (Borderías y Carrasco, 1994). El trabajo realizado en la producción de subsistencia tiene un valor de uso, pero
también un valor de cambio potencial.

22 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

Los acuerdos conyugales suponen que las mu- nas, así como en la preparación de los alimentos y
jeres deben saber realizar el trabajo del hogar al el lavado de la ropa. Cuando las mujeres se ausen-
momento de contraer nupcias. Persiste la idea que tan del hogar para realizar compras o para partici-
su función más importante es atender al marido y a par en sus pro yec tos pro duc ti vos se ha cen
los hijos, por lo que su lugar es la cocina y la casa, acompañar de las niñas, mientras las hijas mayo-
espacios no contemplados para los varones por no res se quedan en casa al cuidado de las y los más
corresponder con las concepciones locales sobre pequeños. Los hijos también contribuyen pero en
la virilidad. El incumplimiento de las obligaciones actividades distintas, como limpiar el patio, aca-
domésticas puede generar rechazo, conflictos e in- rrear la leña y en “hacer los mandados”, y son quie-
clusive maltrato. Así, las tareas femeninas giran al- nes desde temprana edad acompañan a su padre a
rededor del centro de vida y de reproducción social las parcelas y a la ciudad para realizar compras o
que es la vivienda y el solar, área donde se trámites diversos. En este ambiente cotidiano se
articulan actividades domésticas, agroforestales y so cia li zan los ni ños y ni ñas, pro ce so que
pecuarias a pequeña escala. reproduce roles, espacios de vida y responsabili-
dades por género y edad.
El tiempo invertido en las labores domésticas
depende de varios factores, uno de ellos es el ac- Los patrones culturales que definen el trabajo
ceso a la tecnología que facilite el trabajo. Hace por género son relativamente flexibles en cuanto a
diez años no había luz eléctrica, lo que obligaba a los espacios considerados masculinos, pues en
las mujeres a usar molino de mano para preparar ellos con frecuencia participan las mujeres, pero
las tortillas, y hace apenas dos años se cuenta con son más rígidos si se trata del trabajo doméstico,
tomas de agua en el domicilio, por lo que ellas en el que exclusivamente ellas se involucran. Al
siempre la habían acarreado desde los ríos. En las respecto, en el taller participativo realizado, las
entrevistas las mujeres hicieron referencia al duro mujeres manifestaron su inconformidad:
trabajo que significaba no tener luz, agua, caminos Los hombres dicen que ese es trabajo de mu-
y trans por te, al gu nas men cio na ron que se jeres, los hombres tienen derecho a trabajar
levantaban a las tres de la mañana para que el en la casa, pero no tienen interés (Sofía, 33
tiempo les alcanzara. años).6
Hay unos hombres que no quieren apoyar
La convivencia por varios días con las familias porque dicen que no es trabajo para el hom-
permitió identificar que las mujeres y sus hijas ado- bre, que eso es de la mujer…, pero hay mu-
lescentes son quienes se levantan entre cinco y chos trabajos de los hombres que hacen las
seis de la mañana para moler el maíz con el que se mujeres y muchos trabajos de las mujeres
elaborarán las tortillas, encender el fogón para ca- que no quieren hacer los hombres (Elena, 40
lentar el café y preparar el desayuno. El jefe de fa- años).
milia es el primero que se ausenta para ir a trabajar, El papá, bueno, algunos que son machistas
los hijos e hijas menores se levantan un poco más dicen: ‘no, mi hijo no va a barrer, no va a lavar
trastes’, y no debe ser así, depende mucho de
tarde para asistir a la escuela. Invariablemente los
los papás, nosotros debemos enseñar a los
hombres, jóvenes y adultos, son los primeros en to-
niños y las niñas a hacer trabajo de la mujer,
mar los alimentos mientras las mujeres elaboran no todo el tiempo vamos a estar o vamos a es-
las tortillas, ellas se sientan a la mesa una vez que tar enfermas; los padres no sabemos ense-
los hombres terminan de comer. ñarles a nuestros hijos” (Esperanza, 42 años).

Alrededor de los ocho años, las niñas empiezan Los valores y subjetividades que dan significa-
a asumir ciertas tareas domésticas como lavar los do a los roles de género tienen implicaciones en las
platos, barrer y alimentar a las aves de corral. Las jornadas de trabajo de las mujeres, en la posibili-
hijas mayores trabajan en el desvaine del frijol y dad de contar con el trabajo de otras personas, en
desgrane de maíz, labores consideradas femeni- su libertad de movimiento y en las oportunidades

6 Los nombres de las personas entrevistadas fueron cambiados para mantener privacidad.

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 23


Ruiz Meza, Laura Elena

para tomar decisiones de manera independiente. menor que ella, sí pudo continuar sus estudios de
Las condiciones en que se desenvuelve el trabajo secundaria.
reproductivo de la mujer también van a depender
de las variaciones en el tamaño, composición y En la familia extensa encabezada por Genaro
ciclo de vida de la familia. viven tres hombres: su hijo y dos hermanos solte-
ros. La esposa no autoriza que su hijo se ausente
En las familias nucleares en etapa de expan- porque, argumenta: “si se va ¿quién va ir a traer mi
sión, cuando los hijos e hijas aún están pequeños y leña?”. Asimismo, menciona que “están mis dos
las mujeres frecuentemente embarazadas, el grue- criadas” para referirse a sus hijas solteras, quienes
so de las actividades domésticas recae sobre ellas, no concluyeron sus estudios de primaria, no tienen
su movilidad se reduce notablemente y su partici- la autorización para casarse y no cuentan con la
pación en las labores agrícolas puede incrementar- posibilidad de emigrar porque “aquí hay mucho
se o reducirse en función de las dimensiones de las hombre que mantener, mi papá no nos deja salir”.
par ce las. En cam bio, si tienen hi jas e hi jos En el caso de Mercedes, pese a que ya tiene su
adolescentes, pueden delegar ciertas obligaciones propio solar y vivienda, continúa residiendo en la
conyugales. casa de sus suegros para atender a los tres herma-
nos solteros de su marido.
Las mujeres viudas y algunas otras mujeres cu-
yos maridos o hijos(as) mayores están ausentes Aunque con variaciones según el contexto fami-
por efecto de la migración, como jefas de familia se liar, se puede afirmar que las mujeres tienen poca
hacen cargo de adquirir o de recolectar la leña y libertad de movimiento, sobre todo durante el pro-
suelen disponer del trabajo de los menores y de las longado periodo de su vida reproductiva. En las en-
nietas para aligerar las labores domésticas. A me- trevistas expresaron tener poco tiempo y opor-
nudo se desempeñan como agricultoras y son las tunidades para descansar o salir a pasear: “si nos
administradoras de las parcelas al supervisar a los sentamos, nuestro trabajo se atrasa”. Además, las
trabajadores contratados para la realización de ta- normas establecen que no deben salir solas de su
reas consideradas masculinas. casa, las casadas van acompañadas de sus hi-
jos(as) y las solteras de un familiar masculino.
En los hogares extensos el trabajo se distribuye
de acuerdo al estatus y la edad. Las mujeres adul- Los recursos del solar
tas suelen descargar en las nueras las labores do-
mésticas y tener más posibilidades de descansar o En el solar o traspatio las mujeres tienen un prome-
dedicarse a otras actividades, como salir a vender dio de 25 gallinas y pollos, y en menor número pa-
productos. La forma en que se negocian las tareas tos y guajolotes, aves de corral destinadas al
conyugales y la obediencia a la suegra y al marido autoconsumo, al intercambio y a su venta en cir-
depende de la presencia de otras mujeres en el ho- cunstancia de apremio. Unas cuantas familias tie-
gar extenso. De cualquier manera, en este tipo de nen caballos y animales de carga.
familias la libertad de movimiento de las mujeres es
reducida. Los rebaños de ovinos son pequeños, única-
mente cinco familias de cada comunidad tienen de
En las familias nucleares o extensas con una dos a diez cabezas. Si bien, hasta hace más de una
mayor presencia de varones solteros o de menores década las mujeres todavía poseían grandes reba-
de edad, las mujeres juegan un papel importante ños de ovejas, particularmente en Tonincanaque,
en la reproducción familiar, por lo que sus posibili- el establecimiento de las parcelas de café y la dis-
dades de continuar con sus estudios, casarse o sa- minución de las superficies disponibles para el pas-
lir a trabajar son estrechas. Tal es el caso de toreo les obligaron a reducir considerablemente el
Raquel y Silvia, ambas de 18 años, hijas mayores tamaño de sus hatos. Igualmente, los cerdos y el
de dos familias nucleares que no pudieron estudiar ganado bovino son prácticamente inexistentes. La
la secundaria y, aunque interesadas en emigrar, crianza de animales se ha prohibido por los daños
deben apoyar a su madre en el hogar y a su padre que pueden ocasionar a los cultivos; incluso se han
en la cosecha de café. El hermano de Silvia, un año establecido multas en caso de afectación al terreno

24 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

del vecino: “perjudica mucho el ganado, quiere po- una cuarta parte de ellas en Checuté, señalaron
trero y aquí no hay” señaló uno de los campesinos. apoyarse en sus hijas para vender pan y golosinas
en la localidad, otras mujeres se dedican a la con-
La individualización de los recursos naturales fección de prendas de vestir y a la venta de abarro-
en las comunidades ha debilitado la interdepen- tes en pequeños establecimientos en su hogar. Los
dencia entre agricultura y ganadería, pues antes el ingresos obtenidos son destinados al consumo fa-
estiércol servía para regenerar la fertilidad del sue- miliar:
lo, en cambio ahora sólo se usa la pulpa de café
Con esto me ayudo para comprar mi leña, mi
junto a la broza descompuesta. Por otro lado, afec-
jabón, mi aceite, mis sandalias, para alguna
tó a las mujeres al reducir su movilidad y sus dere-
cooperación de los niños en la escuela, bue-
chos de uso so bre los re cur sos familiares y no, para ayudar al hombre con los gastos”
comunales para el manejo de sus rebaños; con la (Sofía, 33 años).
disminución de los hatos las mujeres perdieron
además una fuente de ahorro, de ingresos y de ali-
mentos para la familia. La asistencia de las y los ni- División del trabajo por género y edad
ños a la escuela también contribuyó a estos en las parcelas agrícolas
cambios, quienes en otras épocas se encargaban Aunque hay diferencias en las comunidades y en
del pastoreo, tarea que ahora está en manos de las las familias respecto a la combinación de fuentes
pocas ancianas que poseen algunos corderos. Tal de ingreso, actividades productivas y especializa-
es el caso de Elsa, una mujer viuda de Tonincana- ción agroecológica, la agricultura continúa desem-
que que tuvo que vivir sola y establecer su vivienda peñando un papel importante en la reproducción
lejos del poblado, a fin de conservar su pequeño social de los hogares.
rebaño y evitar que afectara las parcelas de cultivo.
Debido a las condiciones fisiográficas propias
En cuanto a la vegetación del solar, es frecuente de la región, el uso de la tierra se diversifica verti-
el cultivo y aprovechamiento de una gran diversi- calmente para aprovechar los nichos ecológicos di-
dad de especies de maderables y de frutales, junto ferenciados en función de la ubicación altitudinal
al cultivo de plantas medicinales y ornamentales. de los territorios, ambientes naturales que contri-
Las hortalizas se cultivan en pequeños espacios buyen a definir varias posibilidades productivas.
cercados para evitar el daño de las aves de corral.
De esta manera, los(as) campesinos(as) de
Las mujeres tienen en el traspatio un ámbito de Checuté, localizado en un estrato medio, siembran
influencia propio, pero no cuentan con derechos le- maíz y frijol con fines de autoconsumo, cuya pro-
gales sobre el mismo, deciden en torno a la produc- ducción les alcanza para seis u ocho meses, y en-
ción, venta y consumo de los animales del corral, cuentran en el cultivo del café su única fuente de
frutales y hortalizas y pueden disponer del trabajo ingresos agropecuarios. El tamaño de las milpas
de los infantes, pero el uso de las especies made- oscila entre una y dos hectáreas, mientras que pre-
rables suelen estar a cargo de los varones. Según dominan las parcelas de frijol de dos a cuatro cuer-
los arreglos conyugales, a los hombres les corres- das, y las de café varían de una a cinco hectáreas.
ponde aportar los ingresos para la manutención del Prácticamente todos los hogares tienen despulpa-
hogar, pero las mujeres también contribuyen; por doras, tanques de madera para el lavado del café y
no tener acceso a los mercados más amplios, ellas patios de cemento para el secado, aunque se en-
se involucran en actividades comerciales que pue- contraron algunos casos en que se usan plásticos
dan controlar desde su espacio doméstico y comu- para extender el grano.
nidad, mientras que los hombres monopolizan la
interacción de la familia con la economía monetaria Es común que las superficies cultivadas se en-
más amplia. cuentren dispersas y en laderas con diversa pen-
diente. Aunque formalmente cada ejidatario posee
Son diversas las actividades productivas que 10 hectáreas, ninguna familia manifestó tener más
las mujeres realizan en su hogar para obtener in- de siete hectáreas en producción, el resto se com-
gresos. La mitad de las mujeres en Tonincanaque y ponen de áreas en descanso o acahuales, llama-

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 25


Ruiz Meza, Laura Elena

dos localmente guatales, de los que se abastecen En el cultivo de maíz suele practicarse la rota-
de leña y madera para el autoconsumo, además de ción de parcelas a fin de dejar descansar la tierra al
recolectar diversas plantas para uso comestible y menos por un año, el periodo de descanso depen-
medicinal. En algunos casos la dotación ejidal ha derá de la superficie disponible. Se usan semillas
sido compartida con los descendientes varones y, criollas de maíz blanco y amarillo, seleccionadas
debido a que la tierra resulta insuficiente para satis- de la cosecha anterior, de las cuales hay varieda-
facer las necesidades de la creciente población, des de ciclo corto y largo, además se preserva una
quienes pueden hacerlo rentan una parcela o la especie local de maíz amarillo llamada thewa. La
adquieren fuera del ejido. siembra se realiza con coa o barretón al presentar-
se las primeras lluvias y se cosecha en diciembre o
En Tonincanaque, ubicado en un estrato alto, en febrero según la variedad sembrada. El frijol “de
las condiciones climáticas favorecen el cultivo de la vara” es cultivado en pequeñas parcelas durante
papa, entre otras hortalizas, y de trigo, producción junio a noviembre. En el caso del trigo y la papa, de
que es destinada al mercado. El maíz y el frijol se la cual se pueden obtener dos cosechas al año, se
producen en pequeñas parcelas de seis a trece adopta un manejo orgánico al igual que en el cultivo
cuerdas, por lo que es necesaria su compra duran- del café.
te más de seis meses al año. Debido a que los co-
La agricultura es considerada una actividad
muneros con derecho agrario tienen una superficie
masculina, aunque en la práctica la distribución del
que no supera las cinco hectáreas, algunas fami-
trabajo por género se expresa en una serie de com-
lias acceden a la tierra por medio de la renta o han
plementariedades en los procesos productivos. En
adquirido tierras fuera de la comunidad, parcelas
efecto, cada tarea realizada en determinado espa-
que son destinadas a la siembra de granos
cio productivo se considera femenina o masculina,
básicos.
pero también incluye colaboraciones en un intento
por optimizar esfuerzos y recursos, hay una inter-
Tal es el caso de la organización “Mazorca The- dependencia económica entre géneros y genera-
wa”, integrada por hombres y mujeres de diez fami- ciones que constituye un factor de cohesión y
lias que han modificado su estilo de vida a partir de reproducción del grupo familiar. No obstante, como
su incorporación a las cooperativas agroecológi- se ha revisado, los factores que intervienen en la
cas. Este colectivo, desde hace diez años adquirió distribución de las responsabilidades y tareas y en
en las zonas bajas del municipio un predio de 35 ha los derechos de uso y acceso a los recursos son di-
para el cultivo de maíz y trigo, y para el estableci- versos: el estatus o posición social de las personas
miento de colmenas. De manera conjunta adquie- según el vínculo de parentesco, los procesos de
ren granos básicos durante los meses de escasez. negociación en torno a las obligaciones conyuga-
En la actualidad se encuentran diseñando un pro- les, la etapa del ciclo de vida del grupo familiar, su
grama productivo de acuerdo a las características tamaño y su composición (sexo y edad de sus
ambientales del área con el propósito de realizar un integrantes); también influye la cantidad de tierra
manejo sostenible de los recursos. disponible.

La labor educativa llevada a cabo por las orga- La observación cuidadosa permite identificar
nizaciones cafetaleras desde hace dos décadas a ciertas constantes que se traducen en importantes
favor de la conservación de los recursos naturales, diferencias y desigualdades. Las mujeres están
contribuyó a modificar las prácticas de cultivo ba- más estrechamente asociadas a las actividades
sadas en la roza-tumba-quema y en la aplicación agroforestales y silvopastoriles, sobre todo a nivel
de agroquímicos, por lo que en estas comunidades de traspatio y en pequeñas parcelas, a cargo de
ya no se practica la quema y los fertilizantes se apli- productos con valor de uso, para el autoconsumo y
can de manera moderada sólo en el cultivo del el intercambio. Los hombres tienen mayores res-
maíz, el abono orgánico producido por las mismas pon sa bi li da des en los cultivos comerciales
familias campesinas se incorpora a las parcelas de cosechados en áreas mayores, como sucede con
café y de hortalizas. el café.

26 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

Esto significa que las mujeres usan y tienen ac- En la milpa, el proceso de trabajo incluye activi-
ceso a una serie de recursos en las parcelas fami- dades especializadas por género y otras que son
liares y en las áreas boscosas y asumen diversas compartidas entre hombres y mujeres de las distin-
responsabilidades y tareas en los distintos espa- tas edades. Así, la preparación del suelo es una ta-
cios productivos, pero el control y la propiedad so- rea exclusiva de los varones por ser considerada
bre esos recursos les es ajena, ya que el ámbito en “muy pesada para las mujeres”, ya que implica ro-
el que ellas pueden tomar ciertas decisiones se re- zar, tumbar y picar el material vegetal, en esta acti-
duce al traspatio. Los trabajos que realizan las mu- vidad también se involucran los hijos desde la edad
jeres tienen en común que no son remunerados ni de 12 años. En la siembra y las labores de cultivo
socialmente valorados. Por su parte, los varones participan tanto hombres como mujeres, lo mismo
son los propietarios de las parcelas de cultivo y to- sucede con el abonado, la cosecha y el acarreo de
man decisiones sobre la producción y la comercia- las mazorcas al hogar. La participación de las mu-
lización de las cosechas con mayor valor mercantil jeres en estas tareas dependerá de la disponibili-
y en torno al uso y destino de los recursos dad de brazos masculinos y de la cantidad de tierra
materiales y financieros. cultivada; si la fuerza de trabajo varonil es escasa
su participación en las labores agrícolas se incre-
De la misma forma, los hombres comúnmente menta, aunque estén embarazadas. En el proceso
tienen el derecho de disponer de cierta cantidad del de selección de semillas las tareas se dividen: los
trabajo de las mujeres y de los hijos e hijas en los hombres se encargan de elegir las mejores mazor-
cultivos, y retienen las ganancias que ese trabajo cas para la siembra y las mujeres accederán a las
produce, pero las mujeres no tienen ningún tipo de destinadas para el consumo humano y para ali-
derecho recíproco sobre el trabajo de los hombres, mentar a los animales de traspatio, por lo que el
aunque sí sobre el trabajo de las y los hijos. desgrane y la preparación de la cosecha en
diversos tipos de alimentos es una tarea que
solamente ellas desempeñan.
Como se propone desde la perspectiva de la
ecología política feminista (Rocheleau et al., 1996), En el cultivo de frijol, los varones asumen las ta-
conviene diferenciar entre los derechos de propie- reas de preparación del terreno, pero en la siembra
dad y los derechos de uso, según el tipo de recurso, y las labores de cultivo ambos participan. En cam-
el tipo de uso que se le dé, el espacio productivo y bio, la cosecha, acarreo, limpia y preparación del
la valoración otorgada al mismo, así como sobre producto para su consumo está a cargo de las mu-
los derechos al trabajo de los(as) otros(as), ya que jeres; es el cultivo en el que tienen mayor participa-
el conjunto de estas titularidades o derechos deter- ción al estar las parcelas más cerca de la vivienda y
minará la posición de los individuos dentro de la es- por tratarse de un cultivo destinado al consumo do-
tructura doméstica y de las instituciones que méstico.
influyen en la gestión de los recursos.
En contraste y por su importancia comercial, el
Asimismo, esta perspectiva señala que los co- cafetal es un espacio productivo bajo la responsa-
nocimientos y habilidades que poseen los miem- bilidad de los hombres, quienes toman las decisio-
bros de la familia respecto al manejo de los nes so bre el manejo del cultivo y la comer-
recursos naturales, están asociados a las labores cialización de la cosecha, y disponen del trabajo de
que realizan y a los usos que dan a los recursos, los todos los miembros de la familia para la realización
que se encuentran determinados por los roles de de diversas tareas. Las labores de resiembra, lim-
género. Las mujeres no tienen una afinidad particu- pia, poda, agobio y abonado son realizadas por los
larmente cercana con el ambiente, los conocimien- varones y supervisan la participación de los hijos
tos que tienen de los diversos ecosistemas se en estas tareas. Las mujeres y las niñas desde los
deben a la multiplicidad de papeles que asumen, diez años se involucran particularmente en la apli-
se trata de una relación práctica con los recursos cación del abono. En la cosecha y en el traslado del
generada a partir de la distribución del trabajo con grano a la vivienda participan todos los integrantes
base en el género. de la familia durante tres meses, de diciembre a fe-

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 27


Ruiz Meza, Laura Elena

brero; quienes poseen superficies relativamente Yo sí puedo trabajar, puedo hacer de todo,
mayores y apoyos económicos para el acopio sue- mis quehaceres, siembro mi pedacito de mil-
len contratar trabajadores. La preparación y trasla- pa, siembro mi frijol, a varear, a tapiscar café,
do de los alimentos a las huertas durante la agarro mi machete y empiezo a trabajar por-
temporada de cosecha es una tarea exclusiva de que no estoy criando pues, de pecho” (Luisa,
las mujeres; si los cafetales se encuentran a gran- 33 años).

des distancias de la vivienda se establece un fogón El testimonio de Andrea muestra cómo las mu-
en la huerta para alimentar a los(as) trabajado- jeres de su familia asumían gran parte de las labo-
res(as), por lo que generalmente son las hijas ado- res agrí co las des de pe que ñas de bi do a la
les cen tes quie nes per ma ne cen en el ca fe tal ausencia de hermanos varones:
durante toda la época de recolección.
Mi papá nos obligaba pues a barrer, lavar tras-
tes, tenía bestias y nos mandaba a traer zaca-
El despulpado y el beneficio húmedo se realizan
te, traer un manojo de leña; como nosotros
junto a la vivienda y son tareas bajo responsabili- puras mujeres tuvo mi papá, sí, tuvo diez mu-
dad masculina. Las mujeres participan en el lavado jeres mi mamá y apenas un varón nomás, y
del grano y más activamente, en la labor de seca- nosotros pues, nos mandaban a limpiar la mil-
do, tarea que comparten con sus hijas mayores. pa (…) No muy estaba de acuerdo que puras
Por último, la comercialización sólo está en manos mujeres, mi papá quería hombres… (Andrea,
de los varones y son quienes toman las decisiones 27 años).
sobre el uso y destino de los ingresos.
Las mujeres viudas, que se asumen como agri-
El trigo es otros de los cultivos comerciales a cultoras, eventualmente cuentan con el apoyo de
cargo de los varones. Las mujeres participan en la sus nietos(as) y, no obstante su avanzada edad, se
cosecha y, muy especialmente, en el desgrane, la- hacen cargo de las actividades agrícolas en la mil-
bor que se realiza en el solar, de manera manual y pa y el cafetal, supervisan la intervención de los jor-
con ayuda de equinos. La comercialización, con- naleros durante la época de cosecha y controlan la
trolada por los hombres, se efectúa en las ciudades comercialización del grano.
cercanas. En el proceso productivo de la papa y
otras hortalizas con valor de cambio, las labores En los casos en que el esposo y los hijos mayo-
culturales son realizadas por hombres y mujeres, res han emigrado, las mujeres administran las par-
pero de nuevo, la comercialización es asumida por celas e intervienen en las labores agrícolas, pero
ellos. usan parte de las remesas para contratar trabaja-
dores que realicen las tareas consideradas mascu-
Los comentarios de las mujeres realizados en el linas; aunque la migración aumenta las respon-
taller participativo, son indicativos de su participa- sabilidades femeninas, ello no necesariamente im-
ción en los procesos productivos agrícolas: plica la modificación de los roles de género estable-
cidos en las parcelas agrícolas. En cambio, cuando
Las mujeres no estamos solamente en la ellas viven con la familia de su esposo y éste se en-
casa, también vamos a la milpa a fertilizar, cuentra ausente, los cuñados o el suegro controlan
arrancamos frijol, además mantengo yo gen-
el proceso productivo, incluida la venta y
te… Hay café tendido en el patio” (Lorena, 34
distribución de los ingresos obtenidos.
años).
Las que trabajamos en el campo tenemos co- Hasta ahora no se ha observado que las presio-
nocimiento de cómo se trabaja, hacemos un
nes económicas y las fluctuaciones en los precios
gran esfuerzo, tenemos que desgranar el
de los productos comerciales, en particular del
maíz […]; las mujeres también abonan el
maíz, el café, también cosechamos (Alicia,
café, modifiquen significativamente los usos de la
38 años). tierra y las pautas de división de tareas. En las fami-
Si él va a salir, yo voy también a rozar palos, lias nucleares en fase temprana de expansión, las
cuando lo veo atrasado yo le ayudo (Martha, mujeres suelen incrementar su cuota de trabajo
46 años) agrícola. Son las familias nucleares de mayor ta-

28 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Relaciones de género y derechos ambientales. Estudio de caso en Motozintla, Chiapas

maño y las extensas quienes tienen mayores már- lan una motosierra para cortarla y una camioneta
genes de maniobra para organizar y distribuir la para trasladarla a la vivienda, otros la cortan por sí
fuerza de trabajo entre generaciones y géneros: el mismos y la trasladan con animales de carga. Las
padre y madre se dedican más al trabajo agrícola y mujeres que encabezan su hogar asumen esta
algunos hijos e hijas a otras actividades no agrope- responsabilidad cortándola directamente, contra-
cuarias, cuyos ingresos pueden sustituir su inter- tando quién lo haga o adquiriéndola en la misma lo-
vención en las parcelas de labor. De esta forma, los ca li dad. Quie nes no tie nen ca fe tal o tie nen
hombres y mujeres adultos dependen más de los acahuales pequeños, situación más frecuente en
recursos naturales para su subsistencia cotidiana Tonincanaque, compran la leña o en su caso un ár-
que los jóvenes con mayores posibilidades de bol, cuyo precio es de cien pesos.
movimiento.
Entre las especies preferidas en ambas comu-
Los patrones de distribución del trabajo por gé-
nidades están el encino (Quercus), roble (Quercus
nero tienen implicaciones en los procesos de toma
oleoides) y aliso (Agnus arguta), pero se afirma que
de decisiones. Whitehead (citada por Kabeer,
son especies muy escasas, por lo que las mujeres
1998) afirma que en los sistemas de producción in-
se adaptan al tipo de leña al que se pueda tener ac-
terdependientes, cuando se comparten tareas,
ceso. Así, declararon usar con frecuencia el pino
conjunta o secuencialmente con miembros mascu-
(Pinus), chalum (Inga spuria), malacate (Peryme-
linos, las mujeres suelen tener menos autonomía
nium nelsonii) y chicharro (Quercus spp.).7
administrativa en el proceso productivo que en
aquellos espacios donde los procesos de produc-
Los recursos maderables se agotaron conside-
ción están separados, como en el traspatio, ámbito
rablemente, a partir de las concesiones forestales
en el que ellas pueden tener mayores niveles de
otorgadas a madereros durante las décadas de los
autonomía en el proceso productivo. Asimismo, los
setenta y ochenta, por lo que ya no es común en-
beneficios que las mujeres obtienen por su trabajo
contrar árboles de gran fuste y grosor. Debido a ello
suelen no corresponder con el tiempo y la energía
y a la creciente presión social sobre las reducidas
laboral invertida en las parcelas agrícolas; lo mis-
zonas boscosas, se han tomado una serie de
mo sucede respecto a las responsabilidades asu-
acuerdos para establecer áreas de reserva fores-
midas en comparación con los limitados derechos
tal, así como para regular su acceso. En Checuté
formales que tienen sobre los recursos naturales y
se han destinado 50 ha de “monte alto” como área
materiales. Pese a su escasa valoración y remune-
de uso común y en Tonincanaque la reserva es de
ración, el trabajo que realizan las mujeres en los
15 hectáreas.
distintos ámbitos productivos contribuye de mane-
ra significativa a la economía doméstica. Esta
Las instituciones de administración colectiva de
inequidad se traduce en un reducido poder de
los disminuidos recursos forestales comunes inclu-
negociación en la adopción de decisiones sobre el
yen diversas medidas y sanciones a quienes no si-
destino de los beneficios, aspecto que se abordará
guen las normas. Las familias deben abastecerse
más adelante.
de leña de sus propios terrenos, e incluso plantar
Recursos maderables y no maderables hasta veinte árboles cada año, por lo común pino o
ciprés. Tomar leña o derrumbar un árbol de una
Todos los hogares consumen leña como combusti- parcela ajena sin el consentimiento del propietario
ble cotidianamente. La obtención de leña es una puede ocasionar conflictos y sanciones. Los apro-
responsabilidad de los hombres, adultos o jóvenes. vechamientos comerciales están prohibidos, el
Se extrae de los acahuales propios o del cafetal du- corte de madera sólo se permite eventualmente
rante las labores de limpia y manejo de la sombra. con fines de autoconsumo para la construcción de
Según la disponibilidad económica, algunos alqui- viviendas, mediante previa solicitud a las autorida-

7 Según los testimonios, se consume aproximadamente una tarea de leña (metro cúbico de troza) en una semana, y se requieren de
dos a tres viajes en camioneta para abastecer la demanda doméstica durante un año.

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 29


Ruiz Meza, Laura Elena

des locales, el pago de una cuota y la reforestación esos recursos para las mujeres, se ha traducido en
el área afectada.8 una restricción en su área de movilidad. En este es-
pacio agrario, la dimensión de género también está
De igual manera, se han instituido pautas de ne- presente en la designación de derechos sobre cier-
gociación para ir definiendo el tamaño y el número tos recursos y responsabilidades, pero también los
de parcelas de cultivo, delimitando las fronteras en- sesgos de género se expresan en el poder para
tre ellas para evitar conflictos de linderos. La tierra preservar el ambiente y regular el acceso de ciertas
debe cultivarse para no perder el derecho sobre personas a ellos.
ella, y si alguno de los titulares se ausenta de la co-
munidad, debe cubrir las cuotas establecidas por la Las especies de flora silvestre que se recolec-
asamblea para la realización de tareas comunita- tan para uso alimenticio y medicinal durante la tem-
rias y pagar la multa correspondiente por no asistir porada de lluvias son la hierbamora, mora, kishtán,
a las asambleas mensuales. En años recientes se nabo, colinabo, mostaza y berros. En tierras altas,
ha convenido que los(as) avecindados(as) también la hoja del canaque –ahora en extinción– se usa
participen en las asambleas con el fin de que ad- para envolver tamales junto a las hojas de maíz; los
quieran ciertos derechos sobre las áreas comunes, hongos se encuentran cada vez menos por la es-
pero también las mismas responsabilidades que casez de materia orgánica en descomposición.
tienen los titulares de derechos agrarios. Los cambios ambientales que con frecuencia
mencionó la población entrevistada se relacionan
Estos cambios en el orden institucional a nivel con la disminución de especies de flora y fauna sil-
local, originados por la aguda escasez de recursos vestre, y también del periodo de lluvia, situación
que afecta a ambas comunidades, están orienta- que ha obligado a modificar las fechas de siembra
dos por una ética de conservación de los recursos de los granos básicos.
naturales al interior de las comunidades; pero, al
mismo tiempo, algunos de estos cambios han teni- Percepciones sobre el trabajo y
do implicaciones en la división sexual del trabajo y participación en la adopción de
en los derechos de uso de los recursos que tenían decisiones
las mujeres, quienes han visto reducirse sus reba- Las concepciones culturales relativas al trabajo
ños, como ya se ha mencionado. que realizan hombres y mujeres y el valor diferen-
ciado que se les asigna a tales actividades son una
La disminución de las áreas arboladas y su ais-
fuente de reproducción de las jerarquías de géne-
lamiento a las partes más altas de las montañas ha
ro. Como se ha revisado, el trabajo no es simple-
derivado en que la recolección de leña sea consi-
mente un medio para la reproducción económica
derada una tarea ardua, por lo que esta responsa-
de las familias, tiene una compleja dimensión so-
bilidad se les ha asignado exclusivamente a los
cial al ser realizado por personas con característi-
hombres, pues se juzga que las mujeres pueden
cas de género y edad particulares y en espacios o
ser más vulnerables a los riesgos que implica esa
ámbitos específicos, lo que tiene implicaciones en
labor. Además, la leña se haya convertido en un re-
la posición social de los individuos.
curso sujeto a compra-venta, cuyo vínculo comer-
cial corresponde a los varones. De igual manera, la Las concepciones sociales aluden a construc-
lejanía y escasez de los bosques ha provocado una ciones simbólicas que las personas van desarro-
disminución en el acceso a los recursos forestales llando como resultado de las interacciones en las
no maderables que usualmente recolectaban las que han intervenido, a partir de las cuales se va for-
mujeres; ahora ya no se cosechan como en años mando una identidad propia y se elaboran juicios
anteriores y, en todo caso, son los hombres quie- de valor e interpretaciones que orientarán el com-
nes eventualmente los acopian cuando recolectan portamiento humano (Pinzás, 2001). Las represen-
leña. La reducción de los derechos de acceso a taciones sobre los papeles y roles de género

8 La carpintería artesanal que se practica en Tonincanaque se abastece de madera procedente de las comunidades guatemaltecas
cercanas.

30 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


considerados socialmente legítimos no siempre la asig na ción y dis tri bu ción de de re chos y
cambian de forma paralela con las prácticas; en responsabilidades intervienen arreglos familiares
ocasiones se modifican con mayor rapidez e influ- por género, edad y grado de parentesco en los que
yen en las conductas, pero también pueden no im- se refleja el poder de negociación de los distintos
plicar cambios en los comportamientos, pues éstos integrantes de la familia. Este poder depende no
podrían ser más resistentes a las transformacio- solamente de la cantidad de trabajo que se invirtió,
nes, como sucede en las comunidades de estudio. ni de los ingresos que aportó, sino del valor que se
le atribuya a su trabajo para el bienestar familiar,
En las entrevistas se expresaron con frecuencia por lo que la percepción respecto a la aportación
valoraciones distintas sobre el trabajo que realizan efectuada podría ser más importante que la contri-
hombres y mujeres que expresan un mayor reco- bución real.
nocimiento a las labores que ellas realizan:
En este sentido, si se percibe que el trabajo ge-
Para mí es más duro el trabajo de las mujeres;
el hombre nomás se levanta y ya está lista la
nerador de ingresos que realizan los varones es
tortilla y el café, come y se va a su trabajo, vi- más importante que el que hacen las mujeres en el
niendo se baña y se va a pasear en las tardes; hogar, invisibilizado y sin remuneración, el trabajo
pero nosotras nunca paseamos en la tarde, masculino será considerado más valioso para el
sólo trabajando estamos, es más duro pues bienestar familiar –sobre todo si se toma como úni-
(Luisa, 33 años). co criterio de valoración la aportación monetaria– y
Los trabajos de las mujeres son pesados; sus decisiones tendrán prioridad.
cuando ya empieza el corte de café, de la mil-
pa, empiezan a madrugar a las tres de la ma- Las mujeres suelen subordinar su propio bie-
ñana, se levantan a hacer las tortillas, a cocer nestar a favor de su familia y tener una noción poco
el frijol, al otro día lo mismo…, se duermen clara de sus propios intereses individuales debido
como a las diez de la noche (Pedro, 21 años).
a que su identidad y roles de género se construyen
Las mujeres han aprendido a apreciar y valorar y orientan para servir a los demás. Ello tiene efec-
su propio trabajo como consecuencia de su partici- tos en su posición al debilitar su habilidad para ne-
pación organizada, sin embargo, en la práctica es- gociar una mayor participación en los beneficios
tas percepciones no se han acompañado de obtenidos, así como en las decisiones relativas a
innovaciones en la distribución del trabajo. El que su maternidad y salud reproductiva, uso y destino
los hombres no modifiquen todavía sus percepcio- de los ingresos y en otros aspectos que afectan su
nes y prácticas de la misma manera que las muje- vida. Como lo han sugerido Kabeer (1998) y Annas
res y el temor a eventuales conflictos familiares, se (1996), las mujeres tienden a adaptarse, a acomo-
convierten en obstáculos a la capacidad de agen- dar sus deseos para evitar frustraciones, conflictos
cia de las mujeres, pues aún no logran traducir su y el riesgo de una eventual separación, actitud que
autoestima en cambios en las relaciones de contribuye a reproducir las inequidades de género.
género: Una de las entrevistadas da cuenta de la situación
de muchas mujeres cuando manifiesta una penosa
Hay hombres que no valoran el trabajo de la
y frecuente realidad:
mujer, es que dicen: 'tú no te cansas, es que tu
no trabajas como uno de hombre'; pero las Las mujeres tienen miedo de quedarse solas
mujeres nos levantamos más temprano, el por no saber hacer algo, si fueran decididas
hombre a las tres de la tarde viene, se cambia se van o corren al hombre, pero creen que no
y se va a pasear, pero nosotros de mujeres no pueden salir adelante; como el hombre le dice
descansamos, los hombres se van a dormir 'sin mí no puedes vivir', ahí está humilladita la
mas luego, pues (Martha, 46 años). pobre mujer ” (Julia, 41 años).

Las percepciones sobre el trabajo se ven refle- La percepción de que el varón actúa represen-
jadas en un poder de negociación diferente entre tando los intereses de todos los miembros de la fa-
hombres y mujeres en los procesos de toma de de- milia y los roles de género acep tados como
cisiones a nivel intrafamiliar. De acuerdo con Sen “naturales” o “apropiados”, se traduce en menores
(1990), en los procesos de gestión de recursos y en capacidades de las mujeres para elegir libremente

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 31


sus opciones de vida y obtener logros en materia relativas a la gestión de los recursos y la dis-
de bienestar (Sen, 1996). En este sentido, Sen tribución de los beneficios.
(1990) afirma que las mujeres podrán resistirse y
desafiar o volverse “cómplices” de su subordina- Las mujeres asumen responsabilidades y ta-
ción a partir de su situación de resguardo, es decir, reas en diversos espacios productivos y por ello
de los recursos naturales, materiales y sociales de usan y acceden a una diversidad de recursos natu-
los cuales disponga para apoyarse si no existiera la rales, pero carecen de un control efectivo sobre los
cooperación familiar. mismos, y sus actividades suelen estar asociadas
a los recursos que tienen un valor de uso, para el
La condición y posición de las mujeres no de-
autoconsumo y el intercambio. Incluso el deterioro
pende exclusivamente de la forma en que participe
ambiental ha tenido implicaciones en términos de
en la distribución de los beneficios; en su poder de
la pérdida de derechos de uso a recursos y a espa-
negociación también interviene su acceso a dere-
cios ambientales a los que tenían acceso en años
chos o titularidades sobre los recursos naturales y
anteriores. En contraste, los varones poseen la
productivos y las condiciones en que realice su tra-
propiedad sobre los recursos y tienen bajo su car-
bajo. Una sólida posición de resguardo podría faci-
go la administración de los productos comerciales
litar en las mujeres una percepción más clara de su
y de los ingresos que generan. En suma, la división
individualidad y bienestar y una mejor apreciación
del trabajo socialmente aceptada y establecida que
sobre su aporte a la economía familiar, además de
asigna a las mujeres el rol de la reproducción, ha
tener efectos a largo plazo en el reparto de benefi-
implicado que su papel como productora sea
cios y quehaceres dentro de la familia e influir en la
constantemente ignorado o subvalorado, limitando
defensa de sus derechos.
su acceso a los recursos naturales y productivos.
Conclusiones
La casi nula posesión de recursos se traduce en
Con base en los planteamientos conceptuales y
una posición de resguardo débil, lo que debilita su
metodológicos acerca de los vínculos entre el gé-
poder de negociación en el ámbito familiar frente a
nero y cambio ambiental, en particular la propuesta
las decisiones masculinas. Su identidad de género,
de Rocheleau (1996), en las comunidades de estu-
construida al servicio de los integrantes de su fami-
dio se analizó la forma en que la asignación desi-
lia, contribuye a distorsionar su percepción respec-
gual de responsabilidades y derechos ambientales
to a sus propios intereses, y aunque conscientes
que se estructura con base en el género, interviene
de sus contribuciones a la economía y bienestar fa-
en las prácticas de gestión de los recursos natura-
miliar, este reconocimiento todavía no se traduce
les presentes en dos comunidades rurales de la re-
en cambios en los roles de género. Su reducida
gión Sierra.
movilidad para acceder a opciones laborales extra-
El estudio reveló que la división del trabajo con domésticas agudiza su situación de vulnerabilidad.
base en el género sancionada por los contratos Estos factores reducen sus capacidades para in-
conyugales, es una institución social que asigna fluir en el curso de su propia vida y obtener logros
espacios de vida, derechos y responsabilidades en materia de bienestar.
distintas a hombres y mujeres, tanto en el ámbito
doméstico como comunitario. Las construcciones De esta forma, la adaptación es una estrategia
culturales de género que otorgan un valor diferen- en la que se amparan las mujeres, adecuan sus de-
ciado a las actividades que realizan, son una fuente seos a lo que les es posible obtener y subordinan
de reproducción de las jerarquías de género al ins- sus necesidades con el fin de minimizar riesgos y
tituir prácticas desiguales de acceso y control so- conflictos. Asumen que la cooperación es la mejor
bre los recursos. A su vez, esto contribuye a manera de atender sus intereses, actitud que con-
establecer la posición de hombres y mujeres en los tribuye a reproducir su posición dependiente y vul-
procesos de negociación y adopción de decisiones nerable.

32 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37


Bibliografía

Agarwal, B. 1992. “The Gender and Environment doméstica”. En: Kabeer, N. Realidades
Debate: Lessons from India”. Feminist trastocadas. Las jerarquías de género
Studies 18 (1): 119-158. en el pensamiento del desarrollo.
Paidós y Programa Universitario de
Annas, J. 1996. “Las mujeres y la calidad de vida
Estudios de Género-UNAM. pp.109-147.
¿dos normas o una?” En: Nussbaum, M.
y A. Sen (comp.) La calidad de vida.
Leach, M.; S. Joekes y C. Green. 1995. “Editorial:
Fondo de Cultura Económica. México.
Gender relations and environmental
pp. 363-385.
change”. Institute of Development Stud-
Appendini, K. y M. Nuijten. 2002. “El papel de las ies Bulletin, Vol. 26 (1). University of
instituciones en contextos locales”. En: Sussex, Brighton, UK. pp.1-8.
Revista de la CEPAL 76. Santiago, Chile.
pp. 71-88. Leach, M.; R. Mearns y I. Sconnes. 1997. “Institu-
tions, consensus and conflict commu-
Borderías, C. y C. Carrasco. “Las mujeres y el nity based sustainable development”.
trabajo: aproximaciones históricas, Institute of Development Studies Bulle-
sociológicas y económicas”. En: tin. Vol. 28 (4). University of Sussex,
Borderías, C. et al. (comps.) Las Brighton, UK.
Mujeres y el trabajo: rupturas concep-
tuales. ICARIA. Barcelona. Pinzás, A. 2001. Jerarquías de género en el mun-
do rural. Centro de la Mujer Peruana
Braidotti, R. 1994. Women, the Environment and
Flora Tristán. Lima.
sustainable development. Towards a
theoretical synthesis. Zed Books. Lon- Rico M., N. 1998. Género, medio ambiente y
don. sustentabilidad en el desarrollo. Serie
Forsyth, T. & M. Leach. 1998. Poverty and environ- Mujer y Desarrollo núm. 25. CEPAL. San-
ment: priorities for research and policy. tiago de Chile.
an overview study. Institute of Develop-
Rocheleau D.;, B. Thomas-Slayter y E. Wangari.
ment Studies. University of Sussex.
1996. “Gender and Environment. A femi-
Bringhton, UK..
nist political ecology perspective”. En:
García, B. y O. de Oliveira. 1994. Trabajo femenino Feminist political ecology. Global is-
y vida familiar en México. COLMEX . sues and local experiences. Routledge,
México. New York. pp. 1-23.

Jackson, C. 1995. “Environmental reproduction Ruiz, L. 2005. Género, instituciones sociales y


and gender in the third world”. En: gestión de recursos naturales en la
Moose, J & M. Stocking. People and Región Sierra de Chiapas. Tesis de
Environment. UCh. Press Ltd. London. Maestría en Ciencias en Desarrollo Ru-
pp. 109-130. ral Regional. Universidad Autónoma
Jack son, C. 1998. “Análisis de género y Chapingo. San Cristóbal de Las Casas,
ambientalismos”. En: Género y medio Chiapas.
ambiente. C I D H A L . Cuernavaca,
Sen, A. 1990. “Gender and cooperative conflicts”.
Morelos. pp. 138-160.
En: Tinker, I. (comps.) Persistent in-
Kabeer, N. 1998. “Dictadores benevolentes, equalities. Women and world develop-
altruistas maternales y contratos ment. Ox ford Uni ver sity Press. pp.
patriarcales: el género y la economía 123-149.

Revista de Geografía Agrícola núm. 37 / 33


______. 1996. “Capacidad y bienestar”. En: Plaza y Valdés, SEMARNAT. México. pp.
Nussbaum, M. y A. Sen (comp.) La 79-105.
calidad de vida. Fondo de Cultura
Wiens, P. 2002. Naturaleza de género de los
Económica. México. pp. 54-83.
arreglos institucionales locales para la
Velásquez, M. 2003. “Hacia la construcción de las gestión de recursos naturales (GRN).
sustentabilidad so cial: ambiente, Una brecha crucial en el conocimiento
relaciones de género y unidades para promover una GRN equitativa y
domésticas”. En: Tuñón, E. (coord.) sustentable. Publicación electrónica.
Género y medio ambiente. ECOSUR, http//:www.network.idrc.ca.

34 / Revista de Geografía Agrícola núm. 37

También podría gustarte