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Luchando con el rendimiento.

"Sólo cuando uno puede aceptar que es válido sentir dolor y enojo por lo
que pasó, puede dejar ir el resentimiento que le ha robado la felicidad"..

La persona que vive resentida también vive enojada. Así, le es casi imposible
reconocer la verdadera razón de su malestar. Su dolor se ha transformado
en enojó y se convenció de que las personas cercanas la decepcionan y la
traicionan constantemente.

El resentimiento envenena el alma y dificulta la posibilidad de sentir amor y


de perdonar.

Una persona que vive resentida tiene la sensación de que todos le deben, ya
que siente que, porque ha sufrido tanto, merece tratar a todos con
despecho e insiste que le tienen que comprobar continuamente el amor que
tristemente es incapaz de sentir.

El resentimiento se siente como una carga pesada. Convierte a la persona


resentida en un ser frío, intolerante y rencoroso. Esta persona, se aferra a su
pasado y sólo recuerda las injusticias que le han marcado su camino,
negando la posibilidad de ver lo bueno que otros le ofrecen.

Una de las falsedades más grandes al vivir resentido, es hacer creer que la
persona “resentida” es una persona buena e incomprendida. Pobrecita de
ella... se han aprovechado de su corazón y sus expectativas no se
cumplieron.

Su creencia desajustada de la realidad, la convierte en una especie de


"justiciera" que sólo busca cobrar venganza en cualquier situación
emocional, que pueda exponer su vulnerabilidad.

El resentimiento es como dice su nombre, volver a sentir una y otra vez algo
que ya había hecho daño la primera vez. Este es un sentimiento destructivo
que perpetúa el sufrimiento y el malestar, y que impide mantener relaciones
armoniosas.

Deja atrás el resentimiento en 5 pasos

Paso 1: En vez de enojarte con el agresor, dirige tu mirada "hacia arriba".


Rom. 11:33-36. Yov/Job 1:21-22. Yaacov/Santiago 1:17. Rom. 8:28.

El primer paso para dejar atrás el resentimiento es entender que lo que sea
que te sucede viene de Dios, ya sea directamente como en el caso de una
enfermedad o un huracán, o indirectamente, a través de otro ser humano.

La creencia más básica del la Toráh, es que Elohim/Dios es uno y es la única


fuerza operativa en el universo. "Monoteísmo" es más que rechazar
creencias en ídolos o dioses paganos. El segundo de los 10
mandamientos/mitzvot es: "No debes tener elokim ajerim/ ‘otros dioses’
delante de mí". Pero la palabra Hebrea elokim también significa ‘poderes’ o
‘fuerzas’. El segundo mandamiento significa que tú no deberías creer en
ninguna fuerza o poder que no sea Elohim/Dios.
Eso incluye: el gobierno, el IRS, las bacterias, los pesticidas, el COVID, la
sirvienta o tu cuñado. La única fuerza en el universo es YHWH. Punto.
La implicación de esto es que si yo estoy sufriendo, es porque YHWH decidió
que yo necesito esa cantidad de aflicción o tribulaciones para mi
rectificación espiritual, otro ser humano no tiene más poder para hacerte
sufrir que para hacer nevar. Todos los poderes vienen de Adonay. Todas las
líneas causales son verticales, desde Dios a ti, y no horizontales, desde otra
persona a ti.

Paso 2: Pregúntate "¿Que se supone que debo aprender de esto?".


YHWH Tiene un propósito Para ti.
“Pero yo te he levantado para este mismo propósito, para mostrar mi poder
y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra” Shemot/Éxodo 9:16;
Yov/Job 42:2, Mishle/Prov. 19:21.
Reconocer que la situación viene de Adonay baja tu presión sanguínea más
que muchas horas de yoga. Sólo entonces tendrás el equilibrio emocional
para hacerte a ti mismo la pregunta de crecimiento espiritual. Para el
creyente en YHWH, la pregunta no es ‘¿Por qué?’, sino ‘¿Qué?’, no ‘¿Por qué
Elohim me aflige con esta dolorosa situación?’ sino ‘¿Qué tengo que
aprender de esto? o ¿Cual debería ser mi respuesta ideal?’.

Paso 3: "El otro lado del malhechor"


Mattityahu/Mat. 5:38-48. Tahila/Salmo 103:10. Hilel/Lc, 6:27.
Ahora es tiempo de enfocarte en la persona que te hirió, y verlo como un
todo, como una persona entera, no un torturador. Él o ella es también un
alma con sus propios desafíos, preocupaciones, ataques emocionales y
cicatrices. Un dicho que leí hace unos años atrás dice así: "Recuerda, cada
persona con quien te topas esta peleando una gran batalla". Eso no los
exonera de sus faltas, pero si reemplaza la caricatura dibujada por tu dolor
con un retrato más realista.

Paso 4: Evalúa objetivamente la falta


Hilel/Lc, 6:28 y 36.
Ahora estás listo para evaluar objetivamente la falta que se ha cometido.

Lo que él hizo está mal, pero, ¿cuán mal? En nuestros corazones, tendemos
a inflar la malevolencia de la acción del agresor. Para considerar claramente
la mala acción, tienes que sacar la parte "personal" de tu "demanda por
lesiones personales".

Una manera de reducir tu tan correcta indignación es preguntarte a ti


mismo, "Si esto le hubiera pasado a una persona diferente en una lejana
locación, ¿cuán irritada estaría? Para mí eso significa: "Si Arnold en
Poughkeepsie hizo callar a su esposa Adele en una cena delante de todos,
¿lo consideraría como un delito grave o un delito menor?".

El cuarto paso es mirar el acto que la persona cometió y "desinflarlo" en una


de estas dos maneras: (1) Pregúntate a ti mismo "si esto le hubiera ocurrido
a alguien más en un lugar lejano, ¿yo lo habría considerado tan terrible?" o
(2) Recordar momentos en que tú cometiste una falta similar o igual a
aquella.

Paso 5: Perdonar.
Efe. 4:32. Col. 3:13.
Ahora que has admitido que tu dolor viene de Dios, a través de la persona
pero no por la persona, y te has calmado lo suficiente como para
considerarlo con empatía y aminorar la gravedad de la acción, estás listo
para el paso final: Perdonar al agresor. No porque su ofensa es menor, sino
porque tú eres muy grande. Cualquier pequeño juez puede condenar en una
baja corte a un prisionero. Pero se necesita al presidente o al gobernador
para absolver su crimen. Reconsidera y vete a ti mismo no como la víctima
sino como el vencedor de tu ser más bajo.

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