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UN CRIMEN SIN ANTECEDENTES

Era un martes como cualquier otro. Todo parecía ir bien. Tuve mis clases sin ningún
problema aparente, ese día salí temprano, por alguna razón el universo confabulaba para
que me fuera pronto a casa, tomé la ruta más rápida para llegar, cuando entré un enorme
vacío me ahondaba y un sentimiento de culpa no me dejaba, algo en mi interior me decía
que algo no andaba bien, entré hasta el pórtico de la casa, donde en el suelo unas manchas
oscuras llamaron mi atención, encendí la linterna de mi teléfono y lo que me temía resulto
ser cierto, era sangre; por su textura llevaba al menos unas horas allí, seguí el resto de las
huellas de zapatos untadas de sangre de un color rojizo con pigmentos negros, lo que me
decía que algo sádico y doloroso había pasado aquí, llegué al patio trasero de la casa en
donde la puerta estaba sellada con alambres de púas para que nadie pudiera abrir, al menos
desde adentro. Sentimientos encontrados de angustia y dolor se mezclaban junto con un
sinfín de numerosos sentimientos más, mis pensamientos iban como una locomotora sin
freno, no podía dejar de pensar en ella.
Tomé los alambres con todas mis fuerzas desgarrándome las manos hasta lograr
arrancarlos, logré que estos se separaran de la puerta para luego ser abierta, al entrar un frio
enorme me abrazo dejándome paralizada, el olor de aquel lugar era tan insoportable que
prefería no respirar, se me ponían los pelos de punta al ver cuanta sangre había alrededor,
las escandalosas manchas de sangre contaban la escena de un crimen, junto con todos
aquellos objetos que al parecer fueron utilizados como si realmente se estuviera en un
matadero. Mientras horrorizada miraba el lugar, una gota de sangre cayó en mi rostro y al
mirar hacia arriba se me fue el alma a los pies; era ella mirándome fijamente con una
profunda mirada de dolor, colgada de aquel árbol completamente destrozada y desgarrada,
al bajar la mirada y verme las manos las tenía llenas de sangre y mis vestiduras estaban
andrajosas, el reflejo de la ventana no me mostraba a mi sino la imagen de un monstruo.
Miré hacia al frente, me lo encuentro a él, quien me agradece por tan aclamada alma y me
dice… “eres libre”.

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