Está en la página 1de 3

La muñeca siniestra

Carolina, que cuando ella era una niña, entres sus juguetes más

preciados estaba una linda muñeca de esbelta figura y bonitas piernas

que su mamá le había regalado para su cumpleaños, era una de esas

muñecas monas y caras llamadas Barbies. Siempre la andaba de

arriba para abajo y hasta dormía con ella, cuando por las mañanas se

iba a la escuela la dejaba en la cama, cuando regresaba la encontraba

en la sala como esperándola. Se le perdió muchas veces pero siempre

regresaba ya sea que alguien se la iba dejar o misteriosamente

aparecía por sí sola, pero siempre toda sucia. Carolina, a como toda

niña, le hablaba a su muñeca como si se tratara de una amiguita, le

decía: Ajá vaga, donde andabas, la bañaba, le ponía vestidos limpios y

la guardaba en el ropero, allí quedó por mucho tiempo, es que, la que

antes era una niña ahora era una adolescente con la edad suficiente

para ir a la universidad, se fue a estudiar a León Santiago de los

Caballeros, la ciudad universitaria. Su cuarto lo ocupó una joven

empleada que tuvo que irse porque, según relata, ya no aguantaba

más las asustadas que recibía todas las noches, pues, si no era que le
jalaban la cobija, era que le movían la cama. Un día una tía de

Carolina vino desde Costa Rica y se quedó a dormir en ese cuarto, a

la mañana siguiente la tía con apariencia de no haber dormido bien,

contaba que durante toda la noche estuvo escuchando leves

golpecitos provenientes de debajo de la cama, por rato había absoluto

silencio y es cuando se dormía pero luego los golpes regresaban con

más fuerza y la volvían a despertar.

Una noche más se iba a quedar, esta vez, creyendo se trataba de un

ratón el causante de los golpeteos, colocaron una ratonera bajo la

cama. En la madrugada se escuchó un grito aterrador, todos se

levantaron y vieron que la tía salía despavorida de habitación, ¿Qué

pasó? Le preguntaron mientras ella nerviosa se sentaba en el sillón de

la sala. Una mujer de cabello amarillento estaba parada al pie de la

cama, decía la tía angustiada, Una mujer Replicó Doña Miriam, la

abuela de Carolina, ¡Siiiii! ¡una mujer oscura toda largucha estaba

mirándome parada ahí al pie de la cama! Doña Miriam creyendo saber

de lo que se trataba, fue al cuarto, abrió el armario y sacó la muñeca,

esto ya es demasiado, dijo y poniéndola en el patio le pegó fuego,

luego, todos en el cuarto, hicieron un circulo de oración recitando

algunos salmos y repitiendo varia veces el padre nuestro. La tía


regresó a Costa Rica a relatar su encuentro cercano con un espanto.

Carolina llegaba a la casa los fines de semana y en vacaciones

quedándose a dormir en su cuarto, pero a ella nunca nada ni nadie la

asustó, mucho menos ahora que ya habían acabado con la maldición

de lo que fue el cuarto de los sucesos extraños

También podría gustarte