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Desarrollo Personal
El motor de la demanda
Existe un desajuste entre lo que anhelamos y cómo vivimos, y cuanto más marcada es esa
desproporción, con más insatisfacción vivimos.
La insatisfacción, que suele verse a menudo como una señal negativa, es más bien todo lo
contrario. Es más bien una señal de que la persona siente una fuerte demanda de vivir de un
modo mucho más intenso y mucho más pleno, y esto contrasta con su realidad cotidiana:
existe ese anhelo, pero su realidad cotidiana le aleja de él.
En clave psicológica, el problema del ser humano es el estado de neurosis en el que vive. El
neurótico se caracteriza por ser incapaz de percibir lo obvio, lo simple, lo evidente, lo
directo. Lo que caracteriza al neurótico es que se incapacita para percibir lo que es natural:
vive en un entramado complejo y alejado de la realidad. O sea que su interpretación de las
cosas no se corresponde con la realidad.
La base de la estructura mental, proceden de informaciones que nos han dado, erróneas.
Así, toda nuestra construcción mental, que se apoya sobre esa base, está mal fundamentada.
Hay unos errores de base que luego hacen que la interpretación que yo haga de lo que está
pasando esté viciada.
Esa equivocación tiene como consecuencia inevitable el sufrimiento, ese sufrimiento es la
consecuencia inevitable de unos errores.
Nuestros actos están condicionados por las ideas que tenemos.
El problema reside en desenmascarar esas ideas, ya que ni las revisamos ni las
replanteamos. Si no soy consciente de las ideas que están dirigiendo mi vida, aunque no me
dé cuenta, alcanzar esa plenitud es una tarea imposible.
Para llegar a neutralizar estas ideas hay que poner en ello mucha constancia, lo cual implica
tiempo, porque en general la mente está muy dispersa y es muy difícil mantener la
intensidad. El motor está en el interior de cada uno.
El primer error está relacionado con el propio concepto que tenemos de la vida, que es
erróneo, lo cual hace que haya un desajuste entre la vida y cómo yo la entiendo. Este
desajuste nos hace sufrir. En general, concebimos la vida como un proceso de adquisición,
como si la vida fuera un proceso a través del cual uno se fuera llenando, como si
tuviésemos la idea de que el ser humano nace vacío, y que la vida consiste en un proceso de
irse llenando con lo que se adquiere.
De esta posición, deriva que el ser depende del tener. Muchas veces se asocia el tener a lo
material pero también esto se refiere a tener cariño, conocimiento, experiencias espirituales.
Hacia una comprensión profunda del sentido de la vida: la vida como despliegue de
un potencial.
Incorporar es coger algo de fuera para llevarlo hacia adentro, que sería como estamos
viendo la vida actualmente; y la noción de despliegue es justo lo contrario: desde dentro
despliego algo que ya está ahí plegado, que, en sí, es lleno. Este despliegue es lo que se
llama el potencial.
Somos un potencial y la vida es pues una constante oportunidad para que nuestro potencial
se despliegue y se manifieste.
Desde esta idea del potencial se invierte la posición ante la vida. En lugar de vivir de una
manera dependiente y pasiva, como un eco del exterior, adopto una actitud activa.
Contrariamente a lo que se nos hace creer, -que la felicidad y la plenitud están fuera de
nuestro alcance, que dependen de lo que nos pase, de factores externos- resulta que no es
así, que esto es algo que depende de una actitud interior.
La actitud positiva
A la actualización del potencial de nuestra vida se le puede llamar actitud positiva. Se trata
de intentar poner el máximo de energía en lo que se está haciendo, el máximo de visión, el
máximo de entrega y compromiso afectivo.
En cada instante puedo estar más despierto; no forzándome, pero siendo consciente de lo
que está pasando afuera y está pasando dentro de mí. Yo voy poniendo el interés y lo
ejercito deliberadamente, incluso sobre aquello que no me interesa. He de aprender, por lo
tanto, este gesto deliberado de darme del todo en tres niveles (energía, amor e inteligencia).
Clase 2
1. En presente
La actitud positiva gira en torno al presente y contrasta con la actitud que normalmente
adoptamos frente a la vida que es tendenciosa y enfocada en el futuro.
Sólo se puede cultivar la actitud positiva aquí, no allí, porque esto último significa estar a la
espera, estar fuera, pendiente de unos resultados que me favorezcan.
2. Entregada
Significa poner el máximo de uno mismo en la situación en la que nos hemos encontrado.
Cuando realmente nos entregamos del todo disfrutamos. Lo que guardamos en la memoria
son seguramente situaciones que vivimos intensamente.
Es una determinación de vivir, y el vivir no te cansa; lo que cansa es no vivir. El
agotamiento sólo está en la cabeza.
3. Profunda
Significa que ha de estar enraizada en la conciencia del potencial y, por lo tanto, que cada
vez ha de haber una mayor conciencia de que toda esa energía, esa inteligencia y ese amor
surgen de uno mismo. La gracia de esta actitud es que nace de una verdad que he de ir
intuyendo: cuanto más intuyo la verdad, más profunda y natural es la actitud positiva que
surge de mí.
4. Completa
Significa que hemos de intentar desarrollar nuestros tres aspectos: nuestro centro motor,
emocional e intelectual.
El centro intelectual invade el centro motor: El cuerpo está dirigido por el intelecto; lo
debilitan las concepciones y las ideas.
El centro intelectual en el centro emocional: Cuando las emociones son parasitadas por el
intelecto, la energía emocional, que permite entrar en comunicación con el otro, se vuelve
calculadora.
El centro motor en el centro emocional: La energía emocional se vuelve fría. El corazón es
cerrado y egoísta. Tener un corazón cerrado no significa que no se puede amar, sino que se
está lleno de un amor que la persona no puede expresar.
Cuando no hay desarrollo, hay una endeblez si yo no cultivo cada uno de esos 3 aspectos.
Lo que nos hace falta cultivar es lo que nos hace sufrir. Este es un principio sencillo y
practico. Si por ejemplo, suelo sentirme solo, triste, no querido, muy dependiente de unas
relaciones y unas situaciones, esto me indica que tengo una urgente necesidad de empezar a
cultivar mi potencial afectivo.
En cualquier actividad, es posible poner activamente más energía y eso irá subsanando la
carencia o el problema de sufrimiento inherente a la debilidad que padezco a ese nivel.
Lo que suele suceder es que haya mucha desarmonía, debido al desarrollo disparejo de los 3
centros
Este potencial está constituido por tres cualidades sustanciales, que son: la cualidad
luz/inteligencia, la cualidad amor/felicidad y la cualidad energía. Todo lo que vivimos este
hecho de estas 3 cualidades.
La manera de comprender de que están hechas estas cualidades, es a través de la
experiencia. El campo de la experiencia ha quedado tan relegado que uno vive en un mundo
puramente conceptual, donde muchas veces el concepto bloquea la propia experiencia.
El juego de la vida consiste en dar forma a esas cualidades de las que todo está hecho.
Nuestra manifestación permite que esa cualidad pase de lo potencial a lo actual.
La creencia de que existe un principio contrapuesto al bien y que es tan relativo como el
bien, es que también está el mal, de que hay cualidades y defectos, por lo tanto. Lo que
llamamos "negativo" no existe, es un espejismo.
Los defectos se explican por el aspecto de comparación o déficit. En los defectos como el
egoísmo, la agresividad o el odio, la cualidad está muy presente, a lo mejor más presente
que nunca. En estos casos se vive la cualidad en contraposición a otro, a través de una idea
ilimitada o excluyente: es el caso del egoísmo, donde se vive amor, solo que, a través de
una mentalidad muy pequeña, a través de una idea muy excluyente. El problema está en la
mente, en esa idea excluyente y no en el amor que vivo. El problema con la agresividad no
está en la fuerza, en la energía, está en que, en ese momento, la idea que se tiene es
extremadamente pequeña y obcecada: se tiene la idea de aquella persona o situación y toda
su energía poderosa la dirige contra eso.
Cuando nace un niño está viviendo la realidad de la conciencia, está viviendo una
conciencia indiferenciada, en la que no está identificado con ninguna forma en particular,
ya que de hecho las formas no existen.
Cuando el niño empieza a ser capaz de hacer símbolos mentales al tiempo que se le
empiezan a transmitir unos modelos, unas normas y unos códigos; el problema reside en la
manera en que se transmiten esos códigos y esos modelos.
Lo que hace es desplazar su atención, que está instalada en el fondo, hacia la zona más
externa de la mente. La atención ha salido de su nido profundo y el niño se empieza a
desplazar a la parte externa de la mente, que es desde la cual puede entender y manejar los
símbolos, las palabras, los significados.
Este traslado es un proceso largo, pero se nota como los niños van perdiendo
progresivamente su espontaneidad.
Este primer desajuste, que no es el más grave, produce una desconexión del fondo.
El yo idea: la idea que creo ser
Lo que sucede es que se nos da un modelo absolutamente arbitrario, y luego se nos juzga en
función del cumplimiento o no de dicho modelo. Es decir, que en función de cómo
cumplimos un modelo que se nos ha endosado arbitrariamente habrá una valoración, un
juicio positivo o negativo.
Por otro lado, y ésta es la clave del asunto, la mente del niño, para su organización y su
estructuración, necesita establecer una idea del yo.
Normalmente este proceso se culmina con una situación cumbre: hay una situación
emocional en la que el niño se ve implicado.
Este es el momento fundacional de nuestra vida, ya que es el momento en que se produce el
fenómeno llamado identificación. El yo-idea: vive su yo a través de su idea.
Esto nos condena, mientras eso funcione, a vivir en la mente, porque las ideas están en la
mente, con lo cual se consuma definitivamente el desplazamiento del fondo a la mente.
Esa vida que es, se coloca en el exterior, a través del mecanismo de la proyección. Los dos
mecanismos fundamentales de la construcción del personaje, del ego, son identificación y
proyección. El niño va a proyectar eso que es, esa "idea-tapón" que no le permite vivir en
un modelo ideal, lo que se llama un yo-ideal, que se afanará en alcanzar.
Toda la inestabilidad emocional que vivimos, está en función de este dial, que va del yo-
idea al yo-ideal. Los dos puntos álgidos de este dial son la depresión y la euforia.
Y esta dinámica se traslada a todos los ámbitos de mi vida: a las relaciones, las ideologías,
la política, la religión; todo es una interpretación.
No hay una apertura real a las circunstancias y a la vida, porque todo está interpretado en
clave egocéntrica.
En todo este camino de ir hacia ese yo-ideal, uno va desarrollando un yo-experiencia: Esto
no se desarrolla desde el gozo, sino que desde la tensión al estar obcecado por la idea de
llegar a ese objetivo.
Este montaje nos aleja de una vida en presente, limpia, directa, profunda, auténtica, sin esta
permanente tendenciosidad, que de alguna manera está haciendo que vivamos aislados, con
la falsa pretensión de acercarnos a los demás, pero encerrados en nosotros mismos. Sólo
podremos acercarnos a los demás y a la vida cuando soltemos a este personaje.
Clase 4
Surge un impulso, se genera una energía que no fue dedicada a su propósito original:
expresar nuestros sentimientos, sino que se acumuló en nuestro cuerpo, generando
tensiones físicas, emocionales y mentales.
Es una tendencia básica del organismo completar cualquier situación que para el haya
quedado incompleta.
Formas de detectarlos:
4. Sentimos rencor, melancolía o depresión con respecto a la forma como se dio algún
hecho del pasado.
5. Nos cruzamos con una persona y, en vez de sentirnos relajados, experimentamos una
verdadera confusión, mezcla de incomodidad, tensión y sensación de tener algo pendiente
con ella.
8. Insomnio.
9. Aburrimiento.
Efectos:
2. Rencor o resentimiento.
Otra posibilidad de que se generen asuntos pendientes consiste en experimentar
insatisfacción con la forma en que se dieron las cosas en algún momento de nuestro pasado.
3. Muerte o alejamiento.
El aspecto que más puede dificultarnos el aceptar esa ausencia son los remordimientos
respecto a todo lo que no le expresamos, todo lo que quisimos decir o hacer con esta
persona y que no hicimos y todo lo que quisiéramos que hubiese sido diferente.
Generalmente, un conflicto de intereses entre dos partes es solucionado de forma tal que
una de las partes gana y la otra pierde.
Cualquier conflicto que se solucione con "yo gano, tu pierdes" o, "tu ganas, yo pierdo",
genera un asunto inconcluso.
5. Un introyecto no elaborado.
Otra forma de generar un asunto inconcluso es asimilar de otras personas formas de pensar
o de sentir, sin hacerlas propias o modificarlas.
Esto implica vivir alertas a nuestras claves internas, para dejar el mínimo posible de
situaciones sin un cierre saludable.
Para esto es muy importante hacerse consciente del Diálogo Interno y luego comunicarlo.
El diálogo interno es tu barrera hacia la libertad, es aquello que obstaculiza tu contacto;
primero, en tu relación contigo mismo, y luego entre tú y los demás.
Lo que implica, es estar con la situación y con lo que ésta nos produce, antes que dejarnos
llevar por nuestra compulsión a modificarla.
Si hay algo que se puede hacer ahora, simplemente hacerlo. Y con lo que no está en
nuestras manos, simplemente entregarnos a la realidad de que no lo controlamos y no caer
en la tentación de sumergirnos en la desgastadora ansiedad.
Efectos:
2. Una sensación de mayor seguridad interna, similar a una sensación de ocupar más
espacio.
4. Nuestra atención deja de verse atraída en tan alta medida por lo externo y se focaliza más
hacia nuestro interior, acentuando una sensación de hallarnos "en casa".