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A mi chica ideal (primera parte)

Tú eres siempre lo que yo más deseo,


chica dulce, cándida y cariñosa,
ángel diurno, nocturna sensual diosa,
llave de las esposas de este reo.

Como tu ser está lleno de amor,


y porque tu alma es tan pura y tan grácil,
estar a tu vera es sencillo y fácil,
y hace olvidarse de cualquier dolor.

Yo no sé cuánto durará este trance


ni si el corazón se dará a la huida,
pues es la incertidumbre del romance.

Pero si en el amor hubiese chance,


deseo que dure toda la vida
esa flecha que Cupido nos lance.

A mi chica ideal (segunda parte)

Contigo puedo desnudar defectos,


gracias a un amor incondicional
que difiere del querer general,
los cuales abrazarás sin efectos.

Yo sé que a la vuelta de cierta esquina,


ángel de vida, bajarás del cielo
y eliminarás, por fin, el recelo,
de este preso de una vida de inquina.

Después de dolores de la existencia


y la idea de muerte ya vencida
aún me espera alguna penitencia.

Si Dios quiere curaré ya mi herida,


si no quiere, me basta tu presencia,
amor mío, que ya es poción de vida.

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