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ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO (DESDE UNA TEORIA CRITICA DEL DERECHO) Aucia E. C. Ruiz PARTE [ EN TORNO A LA IDEOLOGIA “Bso quiere decir que yo formo parte de la justicia —dijo el sacerdote-—. ;Cémo puedo necesitar algo de ti? La justicia no necesita nada de ti. Te recibe cuando vienes y te despide cuando te vas" Franz Kafka 1. RELECTURA DE ALGUNAS TESIS SOBRE LA IDEOLOGIA. Laconsideracién del tema de la ideologia se vuelve ineludible cuando, desde la perspectiva de la teoria critica, se intenta dar cuenta del discurso juridico. Sin embargo esta necesidad tedrica resulta dificil de ser satisfecha. Sélo un gran optimismo permitirfa afirmar hoy que existe la “teoria” de las ideolo- gias '. Miltiples respuestas, todas ellas discutibles, muchas opuestas entre sf, aluden a diferentes problemas, cuya complejidad queda manifiesta desde el momento mismo en que son planteados. Como su consideracién es, como ya dijimos, imposible de ser soslayada, procuramos efectuar algunos sefialamientos pertinen:es al tema del discurso ju- ridico, evitando las definiciones generales que, naturalmente, quedarén en mu- chos casos presupuestas. Ciertas tesis, adquirieron desde los afios sesenta una significacién indudable. Hoy, sin embargo advertimos que su uso contribuy6,en muchos casos, acanonizar y tornar verdades a priori, lo que no eran sino sugerentes acercamientos. Nos referimos en lo esencial a la concepcién althusseriana de la ideolo- gia’, de la que trataremos sélo los aspectos que a nuestro juicio conservan sig- nificacion. De [roLa, Emilio, Jdeologta y discurso poputlista, Folios, México, 1982, p. 27. Conf. ALTHUSSER, Louis, Para leer El capital, Siglo XX1, México, 1969; La revolucién teérica de Marx, Siglo XX1, México, 1968; Ideologia y aparatos ideoldgiros del Estado, Nueva 100 ALICIA E, C. RUIZ 1.1. El cardcter deformante de toda ideologia que se origina enla natura- leza necesariamente Opaca del todo social “...opaca para los individuos que ocupan en él un lugar determinado por esta estructura...” 3. Ese cardcter defor- mante, a su vez, noes producto o determinacién de una vi is : fin, sino un efecto objetivo de ciertas propiedades de la misma estructurasocial. = En Ta ideologia Tos hombres expresan... no su relacién con sus condicio- nes de existencia, sino la manera en que viven su relacién con las condiciones deexistencia, lo que supone a la vez una relacién real y una relaci6n ‘vivida’ imaginaria”. anne ~ = logia es, por lo tanto, la expresién de la relacién de los hombres con su “mundo”, es decir la unidad (sobredeterminada) de su relacién real y de su relaci6n imaginaria con SUS Condiciones dé existencia reales. En la ideolo- gia, la relaci6n real esti necesari mente investida ei fa félacion imaginaria... +, La nocién de “imaginario” aparece como una de las mds complejas y su importancia, en relacién con el discurso juridico, nos obligara a volver a ella con sumo cuidado, i 1.2. Lacita del texto de Althusser revela que si bien la ideologfa opera en el registro de lo imaginario no es, ella misma, un objeto ideal. Esta dotada de : materialidad, queda expresada en sus efectos, en su eficacia, en la manera en | que define y estructura a los individuos. 1 Laideologia actiay funciona de manera tal que “recluta” sujetos entre los individuos (los recluta a todos) “transforma” a los individuos en sujetos (los \ transforma a todos) por medio de esta operacién muy precisa que llamamos la { “interpelacién”, la cual puede ser representada segtin el tipo mismo de la inter. | pelacién policial mas banal de todos los dias: “eh, usted alli” 5, Esta “constitucién” de Jos individuos en Sujetos que se realiza a través de t 3 iebda “4 2 é | la ideologfa es, a nuestro Juicio, el aspecto especificamente ideolégico del dis- curso juridico. Mis adelante en el andlisis de la categoria de sujeto de derecho i iataremos el tema con especial atencién. : 1.3. Unatesis mas de la concepcién althusserianade laideologia se refiere ala funcién que ella cumple para asegurar la reproduccién de las relaciones de produccién existentes y de las relaciones que de ellas se derivan. . En conjuncién con las notas sefialadas la 1 ideologia es mostrada como una Practica social. i ———— gusion. Buenos Aires, 1970; La filosoffa como arma de la revolucién, Pasado y Presente, Cér- doba, 1971; Para una critica dela prdctica tedriea (Respuesta a John Lewis), Siglo X¥1, Me. xico, 1974, 4} AUTHUSSER, Lovis, La flasofia... cit 4 Avtnusser, Louis, “Marxismo y humanismo”, en La revolucién.... cit. * ALTHUSSER, Louis, La filosofia... ct. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICG Joy Esa practica social puede ser entendida como un sistema de discursos se caractriza por un peculiar mecanism (reconocimiento-desconceimniens@ que produce un efecto pertinente: representaciones. eee £2 \\ “Elemento orgdnico de toda formacién social la practica ideolégica es e| ‘cemento’ indispensable de su cohesién. No hay formacign social sin un siste- ma diferencial de ideas, nociones, moral, arte, instituciones, en el cual y por el cual los individuos, los grupos y las clases se representan esa formacién social y su situaci6n... Representacién y no conocimiento. Es la manera como se vive una situacién”. Es inconsciente, lo que significa no opuesto a consciente sino “que su motor esté fuera de ella... Inconsciente es para los portadores de ideo- logia, la estructura social compleja en la que ocupan los lugares determinados y que su propia ideologia refleja y al mismo tiempo enmascara”. El cardcter “inconsciente” de la ideologia significa que la articulacién en una unidad compleja de las practicas diferenciadas en una formacién social obedece a un mecanismo tal que uno de sus efectos consiste en deformar la re- presentacién de esa articulacién y de esa formacién por parte de los individuos, clases que la integran. O para decirlo de otro moda‘ una ideologia es FUpOs.o 4 Cinsisems ie nociones, ideas, principios morales, leyes, arte, teoria, etcétera, pFesentes de una manera prdctica desde el “sentido comtin” hasta las institucio- nes (juridicas, politicas y educativas) y de una manera te6rica (discursos mo- rales, teol6gicos, filos6ficos) “Este sistema se articula en la préctica social segtin una forma definida: los portadores de ideologia conocen y explican la formacién social en su con- junto, su propia situacion y sus intervenciones en ella, a partir de la repre- n sentacion de su situacién particular La relevancia de lo ideolégico en el nivel de lo jurfdico se manifiesta de modos distintos y, en su identificacin se hacen presentes las notas que desta- cdramos, en los parrafos precedentes. ‘Sin embargoalgunas dificultades no pueden ser desconocidas. Por una parte, siel nivel de lo juridico —pensado en términos de practica social especifica— in- tegra la prictica ideolégica ,conlleva, por tanto, todos los elementos que a ésta la determinan como tal? Una respuesta afirmativa, sin acotamientos, tornaria in- necesaria toda elaboraci6n particular respecto de la cuestién del derecho. Por otra parte, en términos de discurso ,qué diferencia al discurso juridico de cualquier otro discurso que justifique la consideraci6n particular del primero? ‘Al mismo tiempo, puestos en el estudio de lo juridico, la presencia de la ideologéa se impone. Sélo una visidn parcializada puede pretender cons- tituir una teoria del derecho que no se haga cargo del nivel ideolégico de la cuestion. © Karz, Sadl, Lectura de Althusser, Galerna, Buenos Aires, 1970. p. 95 ALICIA B.C; RUIZ Pero ha ds. Ye si i hay mas. Ya no resulta convincente una conceptualizacion “ gica” del tema de la ideologta que la ii n ig ubiqu tructura social. El descubrimiento" gu" de loideoligicors eon 2 ; nto “del lugar” de lo ideolégico noes sufi aieaectige dela ideologia ni, menos atin, para su consideracion en rela. lica de lo} Juridico. Podria decirse que nos acercamos aesta formulacién eri- ns ace ae nae él deslumbrarniento Producido porel enfoque expuesto fonmeno del derek, es! m paint de Partida se hizo una nueva lectura del neno del derecho. Luego, la produccién teérica en este campo especifico de lo juridico, y los aportes provenientes de otras disciplinas, obligan arepensar lo ideolégico, y este retorno al inicio no puede sino ser critico. Tal vez, en esta posibilidad de reflexion reside el aporte metodolégico que la problematica de la ideologfa proporciona al tema del discurso juridico.. 1.4,Esne sig embargo,recordar otra de aquellas tesis; la del doble papel dé alusidn/elusién propio de la ideologia; los blancos, los silencios, las contradicciones son signos desplazados del problema que, a través de tales hue- las, reyela su propia condicién problematica. La ideolostusefialaalnesar dice al callar, “‘revela en su ignorar”. El par alusién/efusién, supone un discurso de lesplazamientos, de implicitos, de lo no dicho, en el cual los significantes siempre parecen ajenos, distantes, impropios de sus significados. ‘topold- 2. CONSECUENCIAS Desde esta perspectiva, algunas cuestiones deben ser puntualizadas: 2.1. Dejar de lado una concepcién de la ideologfa como simple sistema de ideas, permite adentrarse en sus aspectos inconscientes, materializados en las practicas y las normas culturales impuestas y al mismo tiempo aceptadas y su- fridas. Restar importancia a los elementos conscientes, intencionados, “elabo- rados” de la ideologia, para enfatizar sus costados més sutiles y de mayor efec- tividad, en el marco de lo social y en la determinacién de los individuos, descubre que lo ideolégico impregna todas las practicas. Esta preocupacién por separar las ideologias arbitraris, racionalistas, queridas por un individuo, de las ideologias histéricamente orgdnicas es una contribucién de Gramsci ', muy util en la caracterizacién de la relacién ideolo- gia y derecho, y uno de los fundamentos, desde la teoria de la ideologia, para construir una matriz del discurso jurfdico que permita superar la identificacién j del derecho con Ja nomma;—~ — = 2.2" El reconocimiento de la existencia de practicas diferenciadas en el seno de una formaci6n social no implica un orden 0 nivel ontoldgico sino un “topos epistemoldgico” diferenciable por sus efectos pertinentes y sus articu- laciones precisas con las restantes practicas *. 7 Conf. BuCI-GLUCKSMAN, C. Christine, Gramsci y el Estado, Siglo XXI, México, 1978. 8 Karz, Satil, Lectura..., cit., p. 83. ASPECTOS [DEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 103 Estas articulaciones dependen de su posicign en el interior de una unidad compleja y de la especificidad de sus mecanismos, instrumentos de produccién y productos. Al mismo tiempo, el efecto determinado que sobre una practica dada, producen las restantes con las que se encuentra articulada, se caracteriza como “intervencién”. Articulacién, especificidad e intervencién de cada préc: tica, y de todas entre sf, conceptualizan un modo de vinculacién/autonomia que requiere el andlisis al interior de cada practica, sin perder de vista su ubicacién respecto de las demas. ‘om a Enel campo de la teoria del derecho, estos sefialamientos abren el camino para superar una determinacién.de su objeto que omita su Telacién con otras instan¢ias de lo social y descubra cémo, la intervencion dé Oras practicas “la itiea, fer teOrica, 1a Filoséfica— y su propia autonomia constituyen ef mods peculiar, en que los juridico.impone su_presencia-énla estructura Social 2.3. Mucho de la problematica de la ideologia reaparece en la teoria del -discurso, y resulta dificil evitar la revisiGn de buena parte de las tesis que fuel tan atractivas en un inicio y que se afirmaran luego, como ya se dijo, més put su uso que por ellas mismas, como postulaciones indiscutibles. mp 3. LO IDEOLGGICO COMO DIMENSION DE ANALISIS En todo tipo de materias significantes es posible encontrar lo ideoldgico, y esto torna muy dificil precisar esta dimensién de andlisis. * Como apunta Verdn, es factible “leer Jo ideolégico” en un sistema de comportamientos cotidianos, tanto como en formas ritualizadas de la conducta de grupos 0 individuos. También en un discurso politico, o en una referencia ocasional de una conversacién, o en un film, oen un cuadro. Claro que, en cadd caso, las condiciones de produccién, de circulacién y de recepcién son diferent tes, suponen mecanismos diversos que ser preciso descubrir e identificar *. 9 “Para mf se tratade concebir los fenémenos de sentido como si tuvieran siempre la forma de inversiones en conglomerados de materias significantes, como si se remitiera al funciona- miento de la red semi6tica conceptualizada como sistema productivo. Estas inversiones pueden describirse como conjuntos de procesos discursivos. Una aproximacisn que se propongaaplicar ‘alos fenémenos de sentido el modelo de un sistema productivo, debe postular relaciones siste~ miticas entre determinados conjuntos signiticantes, por una parte, y los aspectos fundamentales de todo sistema productivo como la produccién, la circulacién y el consumo. por otra” “A estas condiciones prefiero llamarlas condiciones de reconocimiento”. “Lo que aqutf llamo ‘inversiones’ remite al hecho de que el sentido no existe sino en cuanto incorporado a materias sensibles”. , “Aun cuando se hable de ‘representaciones’ o de ‘sistemas de representaciones’, desde el punto de vista del andlisis de la producci6n de sentido éstos no pueden tener otra forma de exis: tencia que la de inversiones significantes en elementos materiales... lo que aqu‘ llamo ‘inversiGn ‘no es mas que la colocacién del sentido en el espacio-tiempo bajo forma de procesos discursi: vos", VERON, Eliseo, “La semiosis social”, en El discurso politico, Universidad Nacional de Au- tonomia de Méjico-Editorial Nueva Imagen, México, 1980. “Existen sistemas diferenciados de funcionamiento de la produecién de sentido. cuya des- cripcién exige, sin duda alguna, recurrir a conceptos y modelos diferentes”. 104 ALICIA E. C. RUIZ Podemos caracterizar como operaciones discursivas, al trabajo social consistente en dotar de sentido a materias significantes. . Eneste marco, lo ideolégico aparece como el nombre que se da al sistema de relaciones entre un conjunto significante determinado y sus condiciones so- ciales de produccién. Lo ideolégico no seria, en sf mismo un discurso, sino que constituirfa una dimensién que puede descubrirse en cualquier discurso marca- do por sus condiciones sociales de produccién. : “Tepresentacion’ 0 el “sistema de representaciones”, conceptos tan li- gados a la problemitica de la ideologia, reaparecen aqui como Ia forma de exis- tencia de las “inversiones significantes” en elementos materiales. “Trato de especificar, entonces, un punto de vista particular del proceso semiético: el que se refiere a las mtiltiples restricciones en el proceso de pro- duccién de sentido, que remite a los vinculos entre éste y los mecanismos de base del funcionamiento social. Cuando se encara asi una red semistica, el sen- tido aparece, inevitablemente, como el resultado 0 el producto de un trabajo so- cial (o en una terminologia ligeramente diversa, como engendrado por practi- cas)... dentro de esta perspectiva nos topamos con el orden de lo ideoldgico y con el poder” "", Lacitaes particularmente interesante porque muestra el paralelismo entre esta forma de abordar el proceso semiético y 1a que escoge la teoria critica para encarar el fenémeno juridico: la ineludibilidad de la vinculaci6n con las rela- ciones sociales de base; el sentido, como producto de una practica social y, por , | fin, lo ideolégico y el poder. ste entrecruzamiento completo, plurisignificante, exhibido y ocultado'a un mismo tiempo, constituye un obstaculo en el campo de Ja teorfa jurfdica, que los juristas se resisten_a.enfrentar-¥-como-mostraremos-mias adelante esta re- sistencia noes casvfal, Sefiala, una vez mis, el lugar del poses) Nuestra insisten- ciaen marcar, la presencia de lo ideoldgico y del poderen el campo del derecho no debe conducir a una falsa evaluaci6n de lo que pretendemos afirmar. No de- cimos que todo sea ideolégico 0 que todo sea poder en la dimensién de lo ju- ridico sino que lo ideoldgico y el poder estan en todas partes ''. 10 “Trato de especificar, entonces, un punto de vista particular del proceso semiético: el que se refiere a las miltiples restricciones en el proceso de produccién de sentido, que remite a los vinculos entre éste y los mecanismos de base del funcionamiento social. Cuando se encara asf una red semistica, el sentido aparece inevitablemente como el resultado o el producto de un tra- bajo social (0 en una terminologfa ligeramente diversa, como engendrado por practicas)... Den- tro de esta perspectiva nos topamos con el orden de lo ideoldgico y conel poder”. VERON, Eliseo, “La semiosis social”, cit., p. 149. “Afirmo como se puede ver que la cuestidn de ta ideologta concierne a las condiciones de produccién de los discursos sociales, mientras que la cuestién del poder concierne alos efectos diseursivos, es decir alas gramiticas de reconocimiento”. VeRO, Eliseo, “La semiosis social, cit., p. 150. . "I “Nada es ajeno al sentido en el funcionamiento de una sociedad; el sentido estd en todas ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO Creentios que todo fenémeno social y, por lo tanto el derecho, puede ser leido en relacién con lo ideolégico y con el poder, y nos resulta entonces fundamental introducirlos-conjuntamente en la consideracién del discurso jutidico. En la medida en que no se los pierda de vista evitan posibles caidas en con- cepciones reduccionistas. . / . Las teorfas tradicionales del derecho dejardn de ladd toda alusidn a la so- ) ciedad, al poder, a la violencia, al modo en que los hombre io. ( iedad al poder, a la violencia, al modo en que los hombres viven-sus-relac nes sociales, no como ellas som sino como se las imaginan. . Entonces, en este campo, la cuestién se vuelve de una importancia funda- mental para producir una ruptura que permita pensar el fendmeno del derecho desde otro lugar, Naturalmente “lugar” no es aqui, sino una metdfora topoldgi- ca: un lugar distinto no es mas que una nueva teorfa, o cuanto menos, el sefia- lamiento de que es posible intentar formularla. Ideologia, discurso, poder, son espacios de confrontacién teérica. En con- secuencia, lo que aquf afirmamos respecto de cada uno de ellos esta dicho a par- tir de una conviccién bdsica: se trata de tépicos problemiaticos y, por tanto, no es sencillo arribar a acuerdos, ni es facil sostener las propias posiciones como si fueran verdades definitivas, Por ejemplo, sefialamos antes la insuficiencia de ciertas tesis que el mar- xismo, aun en sus versiones mis interesantes, ha aportado al tema de la ideo- logia. Al mismo tiempo es preciso reconocer que la caracterizacién de que lo ideolégico y el poder estan en todas partes mis alld de su directa conexién con el pensamiento foucaultiano, s6lo puede ser fructifera ubicada en el marco teé- rico aportado por el propio marxismo "?. La cuestién del discurso que liga lo ideoldgico y el poder, para ser enten- dida, exige hablar acerca de discursos bien preciso: quellos producidos en una estructura social determinada. Ni el “orden del discurso” es uno idéntico a si mismo, ni el poder atraviesa la sd¢iedad, w OCupa sus espacios intersticiales de igual forma, ni la ideologia genera efectos similares con independencia del modo en qué Tos hombres Viven y lacionan entre si. ~ Sin embargo, cierto pensamiento originalmente ligado d la izquierda, pa- rece creer lo contrario. Tal el caso de Baudrillard, que seduce con su durisima partes. También lo ideolégico y el poder estén en todas partes. Dicho de otro modo; todo fend meno social puede ser lefdo en relacién.con lo ideolégico y con el poder... Al mismo tiempo afir- mar que lo ideolégico y el poder estan en todas partes es radicalmente distinto de decir que todo €s ideolégico o que todo se reduce ala dinémica del poder. Dentro del universo social del sentido hay otras muchas cosas ademas de lo ideolégico y del poder. Dentro de la red semistica se en- trecruzan sistemas heterogéneos de determinacign, {leologico y poder, remiten a dimensiones de anilisis de los fenémenos sociales, y no a ‘cosas’ o “instancias” que tendrian un lugar en la to- pografia social”. VERON. Eliseo, “La semiosis social”, p. 149. 1 FOUCAULT, Michel, especialmente L'ordre du dliscours, Gallimard, Paris, 1971; Vigilar Scastigar; La verdad y las formas juridicas, Gedisa, Barcelona, 1980; Microfisica del Poder, La Piqueta, Madrid, 1980. 106 ALICIA E. C, RUIZ critica a Marx por el empleo del concepto de produccién. A su juicio, Marx pre- tende explicar con este concepto formas de organizacién social en las que la produccién no existfa ya que tal como es concebida por el propio Marx, sélo toma forma en el capitalisma. Sin,embargo, Baudrillard acaba por afirmar la universalidad del “principio de simulacién” °. isi indi bles para la légic ‘a de nuestro tra- i las practicas juridicas, sean ellas te6ricas 0 no, son parte de una totali- dad social, su comprensi6n sélo puede alcanzarse ubicadas en esa totalidad en 6 cual,-pueden ser lefdas como materias significantes~Esto oxige-sL.uisia.una renuncia 2 rabajar en un coto cerrado donde Ta “realidad” sea la norma positiva o ideal: sa renuncia abre el camino a la interdisciplina- riedad, al aporte de otros conocimientos y con ellos a una nueva comprension de lo juridico “. 4. PRACTICA Y DISCURSO Lo ideolégico puede concebirse como una dimensién de andlisis de todo hecho social. La introduccién de lo ideoldégico no como un “topos”, sino como una dimensi6n de andlisis, genera nuevos problemas. Si bien esta afirmacién nos parece, en principio, aceptable y en buena me- dida y en muchos casos, corresponde al sentido con que aludimos a lo ideol6- gico en este trabajo, compartimos cierta preocupacién a su respecto. “Definir lo ideolégico como un nivel de andlisis —y no como una base de hechos empiricos— equivale a presuponer que otros niveles de andlisis de lo social (que excluyen por hip6tesis a lo ideolégico) son, no s6lo posibles, sino también legitimos (por ejemplo, el econémico, el politico, el jurfdico)” '. Enefecto, si lo ideolégico es sdlo una dimensién posible del andlisis de lo social, esto implica que lo social preexistiria l6gicamente a la “produccién so- 13 BaUDRILLARD, Jean, El espejo de la produccién, Gedisa, Barcelona, 1980, y Elintercam- bio simbélico y la muerte, Monte Avila. 14 «La concepcién segtin la cual las précticas juridicas y las prdcticas tedricas acerca del discurso son una instancia del desarrollo y funcionamiento de una formaciéa social, implica que s6lo puede pensarse a esta instancia como parte operante de una totalidad. Esto conileva la idea de que el producto tedrico de los juristas es, a su vez. parte de una totalidad que lo hard compren- sible. s6lo en la medida en que li enmanque en el producto del resto de las ciencias sociales, y se o ubique en-un momento hist6rico determinado desuna formacién social cualquiera. Pero esta interdisciplinariedad debe entenderse como la interaccién de regiones tedricas, y no come la in- corporacién de conceptos producidos por otra ciencia o la critica realizada por asf decir, “desde afuera” de la regién demarcada por el discurso juridico. Esta interdisciplinariedad no hard perder de vista la estrecha vinculacién entre la prdctica terica y la historia del desarrollo real de las for- maciones sociales en las cuales y para las cuales la misma se realiza, bajo el riesgo de olvidar, de otro modo, que la tarea tedrica es una tarea politica”. ENTELMAN, Ricardo, “Introduccién”, en El discurso juridico, perspectiva psicoanalttica y otros abordajes epistemoldgicos, Hachette, Buenos Aires, 1982. : 13° De fpoLa, Emilio, Ideologia..., cit. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 107 cial” de sentido. Superar este obstaculo obliga a ir mas lejos y definir lo social mismo en términos del discurso “de forma tal que el dominio de lo social y de lo discursivo serian equivalentes, es decir, coextensivos”. Esta hipotesis viene cargada de enormes dificultades, en cuanto supone, no sélo una transformacién profunda de las concepciones tradicionales acerca de lo social, sino también una transformacién profunda dejlas concepciones tra- dicionales acerca del sentido y del discurso. Al mismo tiempo, procurar no caer en reduccionismos, hace necesario tener en cuenta que la categoria del discurso debe renovarse, enriquecerse y transformarse por la incideneia misma de lo so- cial, que ella engloba y constituye '*. . La coextensividad de lo social y lo discursivo reubica la cuestién de la ideologfa, sin que aceptar esta linea de trabajo acarree la negacién de todas las tesis que han sido exptiéstas’én parrafbs'allterio¥es. Compromete, en caitibio, a manejar con precaucién algunos conceptos, fiindamentalmente a evitar caer en la tentacién de describir lo ideolégico como un lugar desde el cual es posible dar cuenta de todo lo que se produce y reproduce en la superestructura '”. También se torna muy cuestionable Ia misma distincidn entre estructura y superestructura, salvo que se las rescate al s6lo efecto del andlisis, sin cons- : : 16 “Aunque es verdad que ninguna teorfa ha sido tan decisiva en este Ambito como la mar- xista, en el momento actual ella (0 al menos cierta versi6n de ella) constituye un obstéculo para el desarrollo de una reflexién sobre el funcionamiento de lo ideolégico. La tendencia a la reifi- cacién de los conceptos se ha acentuado particularmente en la teorfa marxista contemporanea, si se la compara con los textos clisicos. La misplaced concreteness ha hecho estragos en ella. De este modo la distincién infraestructura/superestructura ha sido retomada y fijada como concep- cién geolgica o mas bien piramidal de la sociedad, pretendiendo que esta tiltima se halla cons- tituida por capas superpuestas”. “Discurso ideoldgico: he aqut otra especie incluida en la fama de cierto marxismo reifican- te... lo ideolégico no consiste en un repertorio de contenidos (opiniones, actitudes o aun repre- sentaciones) sino una gramdtica de produccién de sentido, inversi6n de sentido en materias sig- nificantes. Por lo tanto una ideologfa nunca puede definirse a nivel de los contenidos. Es verdad que ella puede también manifestarse, aunque siempre de modo fragmentario, en forma de con- tenidos (este puede ser un aspecto de lo que puede llamarse “discurso politico”). Pero el concepto de ideologia (una ideologfa) no puede definirse a ese nivel, VERON, Eliseo, “La semiosis social”, cit., p. 157. s “Un lugar en la topograffa social” (VERON, Eliseo, “La semiosis social”, cit 7 p. 149). “Estas operaciones son siempre subyacentes restablecidas a partir de marcas inscriptas en la superficie material. Se puede hablar de marcas cuando se trata de propiedades significantes cuya relacion con las condiciones de produccién 0 con las condiciones de reconocimiento no se halla especificada (el lingiiista, por ejemplo, trabaja sobre marcas propias de la materia signifi- cante lingiifstica). Cuando la relaci6n entre una propiedad insignificante y sus condiciones (de produccién o de reconocimiento) se establece, las marcas se convierten en huellas de uno o del otro conjunto de condiciones... La separacién entre produccién y reconocimiento es variable en extremo,'segun el nivel de funcionamiento de la semiosis en que uno se sitta y segiin el signi- ficante estudiado. En tado caso, siempre nos encontramos con estos dos tipos de “gramaticas’, el de produccién y el de reconocimiento... Por consiguiente, hay dos planos fundamentales en una teorfa del sentido en cuanto engendrado por su sistema productivo: el uno concerniente ala reconstruccién de gramaticas de produccién y el otro a lade gramiticas de reconocimiento”. VE. RON, Eliseo, “La semiosis social”, cit., p. 151. aooreed 108 ALICIA E. C. RUIZ tituirlas en partes, niveles o instancias de lo social, o se la lea como recortes 0 Ambitos del discurso. Lacuestién presupuesta a la que refiere De {pola cuando dice que “definir lo ideolégico como un nivel de andlisis... equivale a presuponer que otros nive- les de andlisis de lo social... son no sélo posibles sino también legitimos...” es efectivamente una inferencia correcta pero imposible de cumplirse en el and- lisis de lo juridico. Si la ideologia forma parte orgénicamente de la estructura social no hay anilisis de lo social que puede excluir esta dimensién, s6lo podria ponérselaen- tre paréntesis para relevar algtin aspecto particularmente marcado, y por tanto oscurecido, por lo ideoldgico. Enel caso de lo juridico, la imposibilidad de su consideracién excluyendo la dimensién de andlisis ideolégico queda mostrada en la insuficiencia de los abordajes tradicionales de la cuestién. La omisién del tema del poder; la trans- formacién de la violencia en actos de fuerza aislados y concretos; la insupera- ble distincién entre ser y deber ser; las definiciones descontextuadas histérica- mente son ejemplos, en la teorfa, de los efectos nefastos de esta omisién. Y también debemos mencionar los silencios, tan significativos, acerca de los mi- tos, de las ficciones, del mundo del imaginario. Nada de esto puede tener un lu- gar eny para la ciencia del derecho, stella misma no se formula desde esta di- mension de andlisis de lo social. Otro aspecto relevante: admitir la coextensividad entre lo social y lo dis- cursivo puede conducir a un reduccionismo discursivista que acabe por elim nar “lo social” de este par. Este es tal vez el mas grave de los riesgos enel campo del derecho, que de ocurrir, retrotraeria la discusi6n a un punto que es, justa- mente, el que exige ser definitivamente abandonado. Si en aras de encontrar una concepcién teérica, alternativa y superadora, se acaba mostrando al derecho como un discurso que por sus propias reglas de formaci6n, condiciones de produccién y reproduccién, papel constituyente y relacién con el poder se cierra en si mismo, lo social, englobado y constituido por él —pero, al mismo.tiempo, transformador y rupturante a su respecto— quedaria sepultado. Entonces nada nuevo se habria aportado o lo que es peor, se_crearia la ficci6 we, con un nuevo Jenguaje, se ha cambiado el madelo rico. Para decirlo crudamente el intento de la teorfa oritica no seria asi,sino eu dap na pices Lateorfacriticaalude al derecho, por un lado, como una practica sociales- pecifica y, por otro, como un discurso de poder. La relacién entre ambas afir- pratiomes puede PERSaSS desde esta perspectiva tan compleja y al mismo tiempo tan seductora de la coextensividad: el discurso del poder engloba a es: prdctica social especffica y la constituye al mismo tiempo. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO ¥ Las alusiones, por una parte a la prdctica y, por la otra, al discurso, l consecuencias de una y otra que es posible extraer son separables slo con fines de andlisis te6rico. No implican, en cambio, dos niveles de la “realidad” o, i lugar de lo real, de las cosas, de las conductas, de lo material, si se prefiere otro de los significados, de las ideas, de los palabras, del lenguaje. Lo que se nos aparece, al menos a esta altura de lainvestigacién como muy evidente es que lo ideolégico es una condicién de produccién necesaria del discurso juridico. Podriamos avanzar en el mismo sentido un paso mas: siempre entre las condiciones de produccién de un cierto discurso juridico esté presente otro dis- curso juridico —condicién necesaria aunque no suficiente—. Esto ya fue ad- vertido desde los paradigmas tradicionales aunque con las limitaciones de la concepcién subyacente del derecho que les es propia ". !8 Estamos pensando en el reconocimiento de la doctrina como fuente del derecho; en la va- lidez de una norma fundada en otra norma valida superior; en la relacién de subordinaci6n del derecho positivo respecto del derecho natural, y aun en quienes postulan que el derecho es lo que los jueces dicen que es, lo que también supone al menos una norma que dé a alguien el caricter de jue7. La regla de reconocimiento de Hart, 0 la norma fundamental en Kelsen también sirven como ejemplos pertinentes oe : . : : Parte IL LA ILUSION DE LO JURIDICO {No serdn de parecida naturaleza otros patrimonios culturales que tenemos en alta estima y por los cuales regimos nuestra vida? ;No deberdn Iamarse también ilusiones las premisas que regulan nuestras normas estatales...?". S. Freud {POR QUE UNA NUEVA PERSPECTIVA TEORICA? 1.1. Para las concepciones tradicionales en el campo del derecho, no pa- rece necesario hacerse cargo de su naturaleza social como practica y como dis- curso; de su dimension ideoldégica y de su cardcter legitimante respecto del mgdo de distribucién del poder en una formacion social determinada. El es- fuerzo tedrico alternativo que sustentamos, ha permitido en cambio la emer- gencia de algunas problemiaticas interesantes. Presentar estas ideas, exigia, entonces, escoger un método de exposicién que se corresponda con la forma en que ellas han venido siendo elaboradas y que informara de las dificultades iniciales y del camino elegido para la supera- cién parcial de algunas cuando menos. Un punto de inicio en el campo de la teoria juridica fue el de trabajar a par- tir y en contra del pensamiento kelseniano ", lo que supone el reconocimiento 19 KeLseN, Hans, Teoria pura del derecho, trad. de Roberto J. Vernengo, Universidad Au- ténoma de México, 1981; Teorfa general del Estado, Editorial Nacional, México, 1948: Teoria general del derecho y del Estado, \mprenta Universitaria, México, 1958; Teorfa comunista cel derecho y del Estado, Emecé: Buenos Aires, 1957; Contribuciones ala teoria pura del derecho, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969. La visién del pensamiento kelseniano que puede tenerse a partir de las obras citadas se mo- difica y enriquece cuando se abordan otros trabajos del mismo autor que en nuestro pais, hasta ahora, han tenido muy escasa difusién. Por ejemplo: “Der Begriff des Staates und die Sozial Psychologie, Mit Bessonderer Berucksichtigung von Freuds theorie der Masse”, Imago, 1922 VIII, t.97, p. 141. (“El concepio de Estado y la psicologia social teniendo como especial referencia la teorfa de las masas segin Freud”: “Acerca de las fronteras entre el método juridico y el sociolégico”, “Acerca de la teorfa de las ficciones juridicas con especial consideracién de la filosofia del ‘como si’ de Vaihinger”; “La funcién constitucional”, traduccién al inglés en The Juridical Review) 112 ALICIA E. C. RUIZ de que alli estaba el modelo que debia ser contrastado. El més rico ysugerente, aquél que en su maxima rigidez y coherencia extrema contiene, pese a sf mis- mo, las cuestiones esenciales que nos ocupan a través de sus silenciamientos y elusiones. Debiera decirse, mas exactamente, a partir y en contra del pensa- miento mds difundido del Kelsen, el de su “Teorfa Pura” del derecho. En esta bisqueda no han sido los juristas o los filésofos del derecho quie- nes mds herramientas nos proporcionaran sino més bien los aportes de otras disciplinas. Enel discurso de las ciencias sociales la teorfa freudiana produce una rup- tura tedrica que no puede ser ignorada. La publicacién de “La interpretaci6n de Jos suefios”, yaen 1900, y laconferencia de Freud “Sobre psicoterapia” sefialan el momento de la fractura a que aludimos. “Tal ruptura, por empezar remueve pretendidas premisas generales de la lingiifstica”. E] lenguaje deja de ser principal- mente comunicaci6n en términos tradicionales; !o que hablamos muestra otra di- mensi6n. En la experiencia analitica, no se trata ya de la estructura compuesta por unemisor, un receptor y un mensaje transmitido, que configura el proceso de la comunicacién, ni del rol del sujeto del discurso, que tal estructura presupone. Ya no se produce un mensaje que opera la circulacién de la informacién, en el proceso comunicativo, sino que se pone de manifiesto la funcién del simbolo, ocultando un conflicto existente en otro lugar del discurso. Lo dicho habla de Jo ocultado, y el método psicoanalitico une la funcidn del que habla con Ia del que escucha, haciendo visibles los mensajes no aparentes del texto *”. Asf como en la primera parte de este trabajo destacamos la significativi- dad de lo ideolégico y del poder, ahora destacamos la importancia metodol6- gica proporcionada por otras disciplinas, por el psicoanilisis en forma especial. Curiosamente, la cuestién del derecho adquiri6, en los tiltimos tiempos, un notable interés para cientificos sociales o tedricos en campos diversos. Se hace referencia a ella, se la problematiza, se procura develar su “naturaleza misteriosa” *!. 20 Conforme ENTELMANN, Ricardo, “La formacién de una epistemologia juridica”, en El discurso juridico, cit, 21 Yéase, por ejemplo, las paginas que Castoriadis dedica al derecho cuando trata acerca de la institucién y lo simbdlico. Ahf dice, entre otras cosas, “una organizaci6n dada de la economia, unareligién, un sistema de derecho, un poder instituido existen socialmente como sistemas sim- bolicos sancionados...”. “Lgs fallos del tribunal son simbélicos y sus consccuencias la son casi integramente hasta el gesto del verdugo. que, teal por excelencia, también es inmediatamente simbolico a otro nivel”. “En el derecho se deberfa poder mostrar que el simbolismo esté al ser- vieio der contenido y no lo deroga mas que en la medida en que la racionalidad le fuerza a ello”, en La institucién imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1983. También Foucault se enfrenta con el derecho y sus instituciones en varias de sus obras. Las ya citadas Vigilar y cas- tigar. La verdad y las formas juridicas y en Historia de la sexualidad, t. 1, Siglo XX1, México, 1977. Lo mismo hace Kantorowicz, en Mourir pour la patrie, Puf, (984. A su vez. dice Legéndre en Los anos de la ley: “Igualmente no hay que subestimar la dificultad de todo estudio que deba encarar sobre la verliente mal conocida del juridicismo mas fundamental, el andlisis de los pro- ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 1.2. Noes casual que el interés por estos abordajes no tradicionales de} de- recho, se acenttie en el plano de la teorfa cuando el debate grande de las Ciencias, sociales se centra en toro al tema del poder y de las formas de su ejercicio que consagren una real participacién de los individuos, que no se limite a su reco- nocimiento formal como contratantes, eludadanos o electors. Y en momentos en que el drama de los derechos humanos —esta categoria reelaborada a la luz de los nuevos autoritarismos— sacude la conciencia de los hombres. Los temas que nos preocupan no son el resultado de la perspicacia exitosa de algunos teéricos, ni el producto de un encuentro fortuito y auspicioso en el pensamiento de algunos intelectuales, sino el resultado de nuevas situaciones y condiciones que estan mas all4 del campo mismo de la teorfa. Discutimos en torno de la democracia, de los modelos de transicién gradual hacia formas mas justas de organizacién social, de la proteccién y caracterizacién de estas nuevas categorias de derechos; del papel legitimador del derecho respecto del poder; de la reservacon que se genera y mantiene el conocimiento del derecho: del po- der que stsaber otorga porque en la btisqueda de respuestas nos Va, sin eufe- mismos, nuestra vida, nuestra libertad, nuestra seguridad y las de nuestros hi- jos. No es, meramente, un ejercicio de nuestra inteligencia puesta’a prueba. Todo intento de investigacién respecto de esta materia, implica mas que una toma de posicién en el campo de las ciencias sociales. Es un compromiso y una eleccién de cierta forma de practica polftica en el plano de la teorfa ”. cedimientos sociales que apuntan no sélo a.manipular el psiguismo humano, sino mas precisa- mente a solicitar erdticamente a los individuos. Mi alusién a la estructura llamada centralista de Francia ejemplifica esta dificultad, ya que sin la solicitacién erdtica reconocible en el discurso delirante (delirante en el sentido del delirio sagrado, no psicdtico por consiguiente) al centralis- mo; bajo su forma incluso ultraindustrial no se sostendrfa. La advertencia debe ser extendida: to- dos los sistemas de instituciones se organizan y se reproducen apoydndose sobre lo que hay que lamar precisamente, a pesar de nuestras reticencias académicas, el amor. Notificar este fenéme- no del amor politico, esencial a la vida de las instituciones, choca no tanto con el escepticismo como con el temor de producir, si puedo devirlo, una ciencia no cientifica. Desde hace una vein- tena de afios, muchos trabajos de historiadores en Francia especialmente donde la coyuntura ha sido tan favorable, han contribuido a hacer plausible esta interrogacién. Mientras tanto, si esos ejercicios peligrosos abrieron el mejor acceso a la inteligencia de los desconsoladores descubri- mientos del psicoandlisis, no han sin embargo encarado e] discurso defensivo detras del cual con- tintia aisléndose la ciudadela juridica”. En una conversacién publicada en El discurso juridico, obra ya citada en la primera parte de este trabajo, el propio Legéndre aclara el sentido con que alude al centralismo: “El centralismo no es una cuestién de ordenamiento del territorio, es cues- tién del ordenamiento de las creencias, del lado de la referencia del saber absoluto”. Dice Le- CHNER, Norbert, “la politica est !lena de ceremonias rituales (al igual que el derecho)...” apoyan- dose en Georges Bataille cuando caracteriza al ritual y al mito como estructuras simb6licas fundantes, y en el mismo sentido con que lo sostenemos én este trabajo aborda la cuestiGn del de- recho moderno como un lugar del mito, en Especificando la politica. Critica y utopia, nro. 8. Buenos Aires, 1982. 22 Por extensidn de lo que sostuvimos en una ponencia al seminario organizado por CLAC- SO en Buenos Aires en 1983 sobre el tema: Las ciencias sociales y los derechos humanos, RUIZ, Alicia F. C., “El uso alternativo del derecho y los derechos humanos”, en La ética de la Demo- cracia, CLACSO, Buenos Aires, mayo 1986. | | ee partan todas las que el autor citado extrae de la misma. El derecho es insepara- ble del poder en el Estado moderno, pero no estd respecto de él en una relacion de yuxtaposicidn. Le proporciona al poder su discurso legitimante, aun en ALICIA E. C. RUIZ Es oportuno subrayar que los elementos basicos de esta preocupacion en torno al derecho, mucho tuvieron que ver, en su origen, con una concepcién materialista de la sociedad y de sus formas de funcionamiento, transformacién s. Sin embargo, asi como fue necesario revisar las tesis en torno a la ideo- logia, también hubo que dejar de lado la ortodoxia y la dogmatizacién del pen- samiento marxista que hab/an ocluido la posibilidad de pensar, reconocer y decuadamente lo juridi- descubrir desde dénde y cémo, era posible tematizar a co. Los afios transcurridos desde entonces, nuevas lecturas, distintas a las de ayer, y otra manera de leer textos ya lefdos, proporcionan los datos que se ponen en juego para intentar un anilisis diferente. En lo que sigue se procuraré mostrar cém sociedades contempordneas caracterizadas por su laicizaci6n y la inmane! del ycris 0 es que el derecho operaen las ncia a hipotesi: sonmdue el derecho es el discurso legitimante del poder.en et Soe oe esc ante valor simbélicg, en la me- Estado.moderno. Que el derecho tiene, un importante valor simboli e dida en que se constituye en el lugar del mito en las sociedades contempora- “ONSUILUY eon CE ee neas, marcadas por. cionalidad o dental. Y por ultimo, la Cifcuinstancia de que las formas y categorias jutidicas ex resan algo mds que.un magganismo de ontrol social fundados en Tas relaciones. de dominacion, lo que las vuelve ma: ies son parte del dis- imbélicas y rituales. Todas estas cuestio cursopuridi 3 tfadigional en cuanto estén presentes, por ausencia, en su silencio y omisiones. Empezar a construir el espacio donde lo ocultado pueda aparecer y asumir su existencia, tal vez sea el tinico camino de enfrentar lo siniestro que emerge perversamente cuando menos podemos esperarlo. Esta afirmacién se funda en razones teéricas. Estamos enfrentados al dis- curso del.poder, Enalgiin sentido, estamos enfrentados al poder y.éste.siempre tiefie algo de pérverso. 2. EL DERECHO COMO DISCURSO LEGITIMADOR DEL PODER 2.1, El derecho se encuentra en una peculiar relacién con el poder. Enten- demos con Foucault que el poder “...no es una institucidn ni una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarian dotados. Es el nombre que se presta una situaci6n estratégica en una sociedad dada... Donde hay poder, hay resis: ‘encia (o mejor y por lo mismo), ésta nuncaestden posicién de exterioridad res- cto del poder” **. Esta caracterizacién del poder es rica en consecuencias aunque no se com- it. 23 Foucaurt, Michel. Historia de la sexualidad. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 115 aquellos casos en que su ejercicio alcance los méximos grados, de arbitrariedad y discrecionalidad. Siempre aparece dotando al poder de cierta “dignidad” asigna- da.aesa “situacién estratégica” de la que habla Foucault, ala que nadie puede dejar de tomar en cuenta. Muy especialmente en el caso del poder estatal, aspecto que, como bien lo destaca Poulantzas, est descuidado en las tesis de Foucault **. Segtin Poulantzas la cadena de razonamientos de Foucault es: a) el bino- mio legalidad-terror es falso, b) el ejercicio del poder en las sociedades moder- nas esta mas fundado en las “disciplinas”, mas sutiles y menos violentas que en la represi6n abierta. No es la ley, sino,la normalizacién; no es el castigo. sino el control que se ejercén’en niveles que reb: ue rebasan el Estado y-sus apafatos. Esto condite-z mii Sibéstimacion del papel del Estado y de los aparatos represivos en cuanto “dispositivos” del ejercicio de la violencia fisica. A su criterio, ésta es Ja misma posicion que sustenta la escuela de Frankfurt, Marcuse, P. Bour- dieu, y se emparenta con aquellas que fundamentan el consentimiento en el de- seo de las masas 0 en el amor al Amo (Lyotard en “L’economie libidinale”, 1974, P. Leg&ndre, “L’ Amourdu censeur”, 1974). “Tienenen comtncon laco- rriente precedente que subestiman el papel de la violencia ffsica organizada, re- duciendo por otra parte el poder a la represin/prohibicidn”. Lacritica mds fuerte de Poulantzas se centra justamente en lo que, a su jui- cio, constituye una valoracién inadecuada del papel de la violencia que quedaria relegada frente a las “disciplinas” que explican la sumisién, cuando es funda- mental que en el Estado capitalista, a diferencia de los Estados precapitalistas, ese Estado tiene el monopolio de la violencia fisica. ° Reconoce, asimismo, el mérito de Foucault en haber puesto de relieve di- versos aspectos de las técnicas de poder que organizan materialmente la sumi- sién de los dominados. Los ejemplos puestos por Poulantzas son especialmente significativos: a) el ejército nacional como pieza de monopolio del uso de la fuerza “induce las formas de existencia y de las instituciones (parlamento, escuela) en las que |. violencia no tiene que actualizarse; b) la muerte: “;Como no ver la convergen: cia entre las transformaciones de la manera de morir, mas prosaicamente en | cama, con la auténtica prohibicidn que pesa, en las sociedades modernas, sobre Ja muerte, la desposesi6n de los ciudadanos “‘privados” de su propia muerte y el monopolid’por el Estado del terror piiblico legitimo? {Deja de funcionar el Estado en el acto de la muerte? Incluso cuando no ejecuta (pena de muerte) no mata 0 no amenaza con matar, incluso —si no sobre, todo cuando impide mo- tir—, el Estado moderno administra la muerte y el poder médico esta inscripto, también él, en la ley moderna” *5. a ; 2} Cont, POULANTzas, Nicos, Esiado, poder y socialismo, Siglo XXI, México, 1978, caps 3, “Lalley y el terror”, y 5, *Hacia una teorfa relacionista del poder”. * POULANtTzas, Nicos, Estado..., cit., p. 94. 116 ALICIA E. C. RUIZ La busqueda de la genealogia del poder —en el sentido nietzschiano de la palabra— nos conduce a la violencia, y como lo apunta Poulantzas, el Estado moderno monopoliza el “legitimo ejercicio” de esa violencia a la que el dere- cho alude como “actos de fuerza”. . Tras las miltiples formas en que el poder se manifiesta, esté la violencia desnuda, que el derecho disimula, oculta, disfraza, atomiza, limita, aislaen esos “actos de fuerza”. Esa violencia es determinante del poder aunque no se actua- lice de manera permanente en su ejercicio. Tal vez lo es, mas que nunca, por esta circunstancia. La alusi6n a la muerte que contiene la cita reproducida mds arriba, revela esa cara visible de la violencia en el derecho moderno. La muerte jugaré en el discurso juridico sus propios simbolismos y se constituiré en el sefialamiento liltimo de la existencia del poder que el discurso mantiene oculto. Asf, la muerte asume, como en la religi6n, un cardcter sacrificial, “condi- ciona la supervivencia de la institucién en lo juridico y coadyuva al proceso de ocultamiento del poder” **. Con los acotamientos que Poulantzas propone, en el plano hist6rico (pe~ culiaridad de la relacién Estado capitalista-violencia monopolizada) y, en el plano te6rico (inseparabilidad del par ley/violencia), la concepcién foucaultia- na del poder conserva, su potencia para pensar en torno al derecho. El manipu- leo, el apoderamiento, la internalizacién en los destinatarios del discurso juri- dico son las maneras en que se vuelve atin.m4s oculta la violencia que sustenta al poder, aumentando su eficacia. \ La violencia es el elemento determinante del poder y se frustrarfa “de no icularsé en dispositivo con él discurso del ordeny él imaginario social, que ‘anstituyen las condiciones de reproduccién del poder producido, los garantes le la continuidad del poder conquistado 0 instituido... En el interior del dispo- itivo de-poder, el discurso del ial reactualizan la vio- lencia y la transforman verdaderamente en poder, haciéndolo'constante y so- ialmente transmisible”. Transformada la violencia en poder, el discurso del orden y et imaginarto Social aseguran la presencia del poder y los efectos de la fuerza, aun estando ella ausente ””. 3 & nes - 2.2. Ese discurso juridico al que nos estamos refiriendo, abarca tanto el de lacienciadel derecho, cuanto el de las autoridades y el de los stibditos. Es lo que los magistrados establecen, lo que los abogados argumentan, lo que los litigan- tes declaran, To que Igs Tegisladores sancionai Togs Tos doctinatios cxtican Este discurso es, por su propia naturaleza, un “discurso constituyente”, que _ © Conf. ENTELMAN, Ricardo, Discurso normativo y organizacién del poder, ponencia en- viada al 1 Congreso Latinoamericano de Critica Juridica, Puebla, México, octubre 1985. *" Conf. Mari, Enrique E., “Racionalidad e imaginario social en el discurso del orden”, en Derecho y psicoandlisis, Hachette, Buenos Aires, 1987. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO a significaciones especiales a hechos y a palabras, més alla de las inten. cones ae Tienes cjecutan los primeros O ronuncian las segundas, an El cardcter constituyente del discurso proviene directamente de su rela- Pp insti dota de autoridad, faculta a decir y ah: i6n con el poder. El derecho instituye, i efacultaadecity ahs ory el sentido con qué define esta practica esta determinado por el juego de las ‘Telaciones de dominacién, por la situacién de las fuerzas sociales en pugna enun tiempo y en un lugar determinado. De ahf que Foucault ubique, junto a le poder, alguna forma de resistencia. . . toca Se sia tiempo, el derecho, legitima y constituye tanto a través del ejercicio legal de la violencia monopolizada por el Estado, como mediante los nyiltiples mecanismos productores de consenso, sumisiOn y aceptacion. Quienes manejan ese peculiar saber, quienes conocen dela logica interna con que el discurso del derecho se organiza y se enuncia, disponen por ello de un poder especifico. . Son los magistrados, los abogados, los profesores de derecho, los juristas. Son los modernos “brujos”, en un mundo donde la autoridad y Dios, confunden. {Por qué esta problematica fue ignorada? ,Por qué fue despreciada por la ciencia juridica positivista? Dejada de lado, no tematizada, pero siempre pre- sente. Donde se abren los aspectos mis ricos para la discusién es, donde la cues- tién del poder es aludida por silenciamiento. Kelsen, afirma, por ejemplo, que detras de todo acto de creacidn de nor- mas hay un acto de fuerza; que el derecho es una técnica de motivacién de la conducta, y que motiva a través de la sancidn. Que el Estado se caracteriza por monopolizar el uso de la fuerza. Que la teorfa de las lagunas del derecho fun- ciona para los jueces evitando que reconozcan la magnitud de sus facultades, y el grado de arbitrio de que disponen. Que la eficacia del sistema es condicién de validez de las normas. Que el principio de efectividad es esencial para la comprensién del sistema. En todos estos casos se habla acerca del poder. {C6mo sostener, entonces, que el objeto de la ciencia juridica son las normas, que es acerca de ellas y sdlo de ellas, de sus relaciones, de sus.categorias, de lo que debe ocuparse el cientifico? ;Qué obstdculos condicionan esta concep- cién? {Qué obliga a separar tan radicalmente al derecho del poder, sino su mis ma y estrecha vinculacién? porque eTderecho Tegitima al poder no s6lo a través dé la consagraciénex- plicita de quienes son sus detentadores reconocidos. También lo hace de mane- ra mAs sutil, cada vez que determina que, s6lo mediante ciertos mecanismos, es posible producir actos juridicos: sélo algunos, en ciertas ocasiones y bajo de- terminadas condiciones, pueden contratar, disponer de sus bienes, casarse, re- conocer sus hijos, acceder al desempefio de funciones especificas y atin matar o morir legalmente. Cada vez que consagra y reconoce alguna conducta, alguna accién, alguna palabra en el marco que | mismo determina, esta revelando 118 ALICIA E. C. RUIZ cémo y dénde se instalan las relaciones de poder, cémo esta distribuido en la lerecho legitima el poder en el Estado y en todos los intersticios de Ja vida social, e ahi que sean tan sugerentes en ese sentido las tesis foucaultianas. Des- de esa perspectiva, es posible mostrar cmo funciona el poder en diferentes es- pacios. Por ejemplo, en el Ambito de la magistratura. Allf, los mecanismos de censura propios del discurso jurfdico, tanto internos como externos hacen de los jueces las voces privilegiadas para resolver casos particulares, dentro de los limites que la organizacién del poder social fija. Se agregan a estos mecanis- mos, que ellos estan en posesién de un saber reservado cuyos secretos dominan. Y que pertenecen a un cuerpo jerarquico estructurado, como es elde la “fami- lia” de los magistrados. La “independencia del Poder Judicial”, tantas veces in- vocada, puede ser lefda desde un ngulo diferente. Con ella se pretende que los jueces estan reasegurados de toda contaminacién politica, que su hacer no re- conoce otro origen que su conocimiento, ni otra finalidad que la de hacer jus- ticia y encontrar adecuadas soluciones en el marco de la ley. Pero, esa presunta objetividad que parece colocarlos ms alld de los conflictos y pugnas de la so- ciedad, que les permite ser infinitamente justos, no es sino una ilusién. Desde su saber ya son poderosos, y en una sociedad dividida por intereses opuestos, ese poder y algunos de esos intereses aparecen siempre ligados. Porque la jus- tigia, no es un valor inmutable; porque la elecci6n de una soluciSn para unas tuacion concreta, es la manifestacién mas o menos clara, de una cierta concep- iomry Valoracién de las relacion jales existentes y de la vocacion por manteneflas 0 transformarlas. Porque cada vez que un juez dice i curso “constituye” cierta conducta en un acto santificado por la ley omaldecido por ella. Y porque, en definitiva, cada sentencia judicial no es un acto aislado, sino parte de esa prdctica social especifica que Namamos derecho y, por tan que Iamamos derecho y, por tanto, cOnlleva In carga legitimante- del Carga legitimante-del poder que le es propia. —_— 2.3, Laestructura del discurso juridico es fundamental para que el derecho cumpla su papel. Su organizacidn depende de un principio de control ubicado en otros discursos, en formaciones no discursivas, en instituciones, aconteci- mientos politicos y en sucesos de distribucién del poder. “Ese desajuste esta, pues, construido por la praxis social variable hist6ricamente y que responde a mecanismos de prohibicién y de control...” *. Esa estructura que encubre, desplaza y distorsiona el lugar del conflicto social es la que permite al derecho instalarse cgmo legitimador del poder, en tanto, también Jo.disfraza, lo torna neutral. Ademis; at discutso juridico es or- i denado y coherente, y ese orden y esa coherencia generan sestridad, confianza Yaceptacion en aquellos.a quienes su mensaje se orienta. Y por otro lado, a tra- 28 Maxi, Enrique E., “Moi, Pierre Riviere..:, 0 el mito de la uniformidad semintica”, en El discurso jurtdico, cit. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 119. vés de algunas expresiones de ese discurso, como el judicial, se indaga acerca de la verdad y se la anuncia de modo tal que ha dejado su impronta en nuestra sociedad “para definir tipos de subjetividad, formas de saber y, €n consecuen- cia, relaciones entre el hombre y la verdad” (Foucault). i 3. MATRIZ DISCURSIVA El desplazamiento, el silencio, la censura, la exclu: 3i6n, son propias del discurso juridico, que construye una red “racional” de ficciones, mitos y creen- cias, a partir de la cual el “orden” oculta al pode “Muy regTaTmente Tay en as wociedades una suerte de desnivelacién en- tre los discursos: los discursos que se dicen en el hilo de los dfas y de los cam- bios y que se pasan con el acto mismo que los ha pronunciado; y los discursos que estan en el origen de cierto ntimero de actos nuevos de palabras que los re- toman, los transforman o hablan de ellos, en una palabra, los discursos que in- definidamente, mas alld de su formulacién son dichos, quedan dichos, y estan por decirse. Nosotros los conocemos en nuestro sistema de cultura: son los tex- tos religiosos 0 jurfdicos” ”. Este discurso peculiar se organiza de modo tal que parece “autosuficien- te” y “autorregulado” en su produccién. Como un sistema cuya estructura proviene de, y puede ser entendida des- de la raz6n, donde su modo de creacién, aplicacién y funcionamiento depende exclusivamente de su propia forma. Es un discurso que se exhibe integramente ‘To que constituye mas que uno de sus aspectos; como una formidable construccién metonimica ‘0 “lo visible” es la norma, el derecho es “la ley”. Por- que La Ley “transforma el poder en orden” de la manera més perfecta sacraliza, ritualiza, resignifica cada acto, cada palabra, y asi los distancia de la violencia original. Esta identificacion entre el derecho y la norma debe ser denunciada pero asumida en su magnitud. No es por error, ignorancia o perversidad que “el sentido comtin” y la “teorfa juridica” coinciden y han coincidido tantas veces en la historia de la ciencia y de la sociedad, ni que la creencia en la “autorregu- facién” del derecho y la creencia en Ja posibilidad teérica de pensarlo separado de lo social y lo ideolégico mantienen su vigencia. Tratemos de despojarnos de estas creencias y mostrar el discurso jurfdico como totalidad, o dicho en otros términos, al complejo de practicas productoras de sentido que calificamos como juridicas, teniendo en cuenta que todas las re- giones del discurso no son igualmente abiertas y penetrables: algunas son alta- mente prohibidas (diferenciadas y diferenciantes) mientras que otras parecen ® Foucautt, Michel. El orden del discurso, cit. 39 Conf. LACAN, Jacques, Ecrits, 1966, p. 689. 120 ALICIA E. C. RUIZ casi abiertas a todos los vientos y puestas sin restriccién previa, a la disposicién de cada sujeto parlante 3, “En primer lugar, no hay, por un lado, una serie de discursos fundamentales 0 “tipicos” (“la ley”) y por otro un conjunto de discursos que versan sobre los primeros (“la doctrina”). En segundo término, el discurso jurfdico va més alla de esos dos aspectos (normas y teorias); no esta expresado simplemente en pa- labras, textos, tablas-tit opera Solo a través de trRazén ni es aprehensible por S\“Existe una opacidad de lo juridicS) El derecho, que acttia como lema légico de Ta vi breto, como partitura, paraddji- camente no es conocido o no es comprendido por los actores en escena”. El par comprensién/no comprensién reconoce fuentes diversas, entre las cuales se destaca la complejidad de los procesos simbélicos que son propios de las socie- dades modernas 22, a regia basica de formacién del discurso del derecho es aquella que de- termina quignes “estan autorizados” para imprimir sentido juridico a sus actos o palabras. Esa “autorizacion” se plantea en términos de doble ficcion: como si laautorizacién siempre fuera explicita y proviniera del propio discurso y como si.su efecto signi ite fuera inicamente producir normas ». Doble ficcién qué ocupa el lugar de la verdad y genera desplazamient9. Desaparece la cele pOUHETSCNS SE desde el modoen que el primero se encuentra distribuido, las inclusiones y exclusiones en el segun- do. Unicamente se rec en como “derecho” las practicas normativas de creaci6n y/o de aplicacién de normas. Se borran las marcas de la ideologia en la produccign del diseurso juridico y con ello termina por desaparecertoda po- sibildad de Vinculo ton To social Por fin el jurista puede vérselas tranquilo con su objeto —las normas— y manipular con ellas sin sentirse, a su vez, participe /\y determinado por él poder. “Para dar Cuéiita del discurso juridico en su totalidad, no basta, como queda claro, cefiirse a sus aspectos normativos ya que comprende més que las leyes, los contratos, las sentencias, las constituciones, los testamentos, todas expre- siones de las autorizaciones explicitas de los productores, reconocidos y reco- nocibles, de sentido juridico. a ULT;Miehel, El orden del discurso, cit. ® (Carcova, Carlos M.,)Sobre la comprensién del derecho”, en este volumen. En el is- mo trabs iilisis de esta problemdtica nos ha remitido, en procura de respues- tas adecuadas a los niveles en que nosotros creemos se localizan sus causas. Esos niveles son. la propia naturaleza y funcién del derecho en las sociedades capitalistas contemporiineas y organi- zacién te6rica y practica del saber juridico y del papel de los juristas”. Ficcién en el sentido de la “filosofia del como si” de Hans Vaihinger (Die Philosophie des “Als ob" —Leipzig, 1920—). Esta categoria es tomada por Kelsen en “Acerca de la teoria de las ficciones juridicacon especial consideracién de la filosofiade Vaihinger del ‘como si’ (tra- duccién privada) y en La funcidn constitucional, que aparece traducida al inglés por lan Stewart y publicada en The basic norm as fiction en The juridical Review, También FREUD, Sigmund, El porvenir de wna ilusién, Amorrortu, Buenos Aires; 1980. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDIC Habra que incluir, adems, a la doctrina: la practica tedrica de los juristas (que no precisa de que “la ley”, la tenga por “fuente” del derecho Para integrar su discurso). Esa practica tedrica de los juristas y la practica profesional de los aboga- dos (también la de todos aquellos que “usan” Jas hormas) consagran e| lugar privilegiado de la ley a través de laciencia del derecho. Ella fundamenta laes- tructura ficcional del discurso juridico y viabiliza el cumplimiento de las fun- ciones que la sociedad “reconoce” también, con la.misma eficacia, todas aquellas que se dan en < iden. queéno son advertidas. —_ qui también hay “inversién” de sentido, en la terminologia de Verén, Aqui también hay determinadas autorizaciones (casi siempre implicitas a dife- rencia de las operaciones discursivas de efecto normativo) de no poca impor- tancia. Sélo algunos pueden decir lo que “es” el derecho y “ser creidos”. Su pa- ecto-de-eonoeimiento” icenla “verdad”. ero la ciencia del derecho es un aparecen las marcas de la ideologia y en el cual Ta relacion poder-sa- beresta paradigmaticamente presente en tanto es ese saber el que proporciona ‘na.explicacién racional al discurso juridico. 0 re Y es racional porque tiene una funcion de conocimiento, porque pertenece al tando permanentemente su cardcter legitimador del poder y su historicidad ™, Un “dibujo” dela matriz teérica del discurso juridico permitiria distinguir entre un nivel en el cual se agruparian todas las operaciones discursivas y/o practicas que producen normas, y otro nivel, de practicas teéricas y profesiona- les. Los riesgos de determinar Sitios, de proyectar topologias han sido suficien- temente destacados en la parte I de este trabajo y queremos evitarlos Lo que vale como advertencia para la ideologia presentada como instan- cia superestructural, vale para este disefio “espacial” del discurso juridico. Los niveles son niveles de andlisis, no son lugares, Un tercer nivel, es el que aloja aquella porcién del discurso juridico mas negada, més oculta y cuya significacion se revela en los intercambios, articu- laciones, intervenciones de unas operaciones discursivas respecto de otras. Alli descubrimos las creencias, los mitos, las ficciones en accién, aliestd el imagi- nario social, sin el cual el discurso del orden se torna inoperante y las practicas ritualizadas polisignificantes. a ciencia Juridica ha eludido con admirable firmeza su reconocimiento, Luego trataremos de aproximarnos a la cuestion, . S6lo queremos insistir en este punto: “en este nivel se localizan lo que di- cen, loquecreen y lo que hacen los personajes de carne y hueso de cada ficcién, 31 Maki, Enrique E., “Racionalidad...” ALICIA E. C. RUIZ los adoradores de los dioses de cada mito, las victimas del fetichismo de los desplazamientos, de lo tacito de la violencia, pero también-tos victimarios de las subordinaciones, las dependencias, los beneficiarios‘de Jas ptoducciones y ocultamientos del poder operados en los otros dos nivelest *. Desde esta perspectiva el discurso jurfdico es una unidad compleja que re- mite, para su comprensi6n, al poder y, en tiltima instancia, a la violencia. Que obliga a dar cuenta de su cardcter social ¢ histérico. Que destruye Ja ilusién de una ciencia neutral y de un objeto de limites precisos. Que exige explicar cémo y por qué hay tanto de “no racionalizable” en sus mecanismos de constitucién y funcionamiento: la multiplicidad de relaciones entre cada uno de los niveles, el modo en que un tramo del discurso jurfdico deja su huella en otro, el entre- cruzamiento de otros discursos sociales cuyos rastros son disimulados ay 4, EL DERECHO COMO UN LUGAR DEL MITO le“Podo lo que-se-pres: nosotros en el mundo social histdrico esta indisolublemente tejidoa lo mnbolicoeNo es que se agote en ello, los actos rea- —individuales 0 colectivos —el trabajo, el consumo, la guerra, el amor, el parto— los innumerables productos materiales sin los cuales ninguna sociedad podria vivir un instante, no son (ni siempre ni directamente) simbolos. Pero unos y otros son imposibles fuera de una red simbélica” aa Elderecho puede pensarse como.una prictica.socialespecifica. Pero esa pedctica material es. ademnés, fepresentliva Sen més que el conjunto de actos, palabras, gestos, ritos, formas, creencias. Lo significado por el derecho no esta tinicamente en cada uno de los elementos mencionados ni en su totali- dad, lo. que supone separarse de lo que Castoriadis llama genéricamente visién econémico-funcional de la sociedad, que sin negar el papel del simbolismo en la vida social, pocas veces reconoce su importancia *. Nose trata de desconocer las funciones manifestas u ocultas que toda ins- tituci6n jurfdica cumple ®, sino de advertir que su naturaleza simb6lica va mas alld que la vinculacién estricta aun significado preciso, y que por su propia his- togiaesas instituciones se tornan multisignificantes. Esta red de sentidos que ELMAN, Ricardo, Discurso normativo..., Cit. ‘Conf. Mari, Enrique ‘Moi, Pierre Rivitre.. {8 CasTORIADIS, Cornelius, La instituciér p. 201. © CASTORIADIS, Cornelius, La instituct cit. El autor piensa las teorfas funcionalistas referidas a la sociedad como aquellas que explican la existencia de toda institucién social por la funcién que cumplen y a partir de la cual se vuelven perfectamente comprensibles, Esta funcio- nalidad puede traer una base causalista o finalista ya sea que expliquen aa institucidn como crea- da voluntaria y conscientemente por los hombres, ya sea que lo hagan al afirmar que lainstitucin surgida por azar sobtevive cuando la sociedad necesita la funcin que ella satistace. *9 Pignsese, en este sentido, por ejemplo, en los sefialamientos que FOUCAULT, Michel, Vi- gilar y castigar, cit., respecto de la prisién y de la institucién del castigo. cit. | ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 123 : abarca toda la vida social constituye su propio simbolismo. En el caso del de; recho particularmente puede sostenerse que “todo simbolismo se edifica sobre as ruinas de los edificios simbdlicos precedentes, y utiliza sus materiales, in- cluso st ds qu arellenar ndar levos templos, como lo hicieron los atenienses después de las Guerra Médicas “’. Tin texto freudianoevoca un pensamiento similar: “Los tabies serfan unas prohibiciones antiquisimas, impuestas en su tiempo desde afuera a una genera- cién de hombres primitivos, o sea: una generacion anterior se las inculcé con violencia. Tales prohibiciones recayeron sobre actividades hacia las que habia fuerté inclinacién. Luego se conservaron de generacién en generaci6n, acaso por mero efecto de la tradicién sustentada por la autoridad parental y social. Pero también ges posible que se ‘organizaran’ dentro de las organizaciones posteriores como una pieza de patrimonio psiquico heredado? ,Quién podria decidir, para este caso que consideramos, si existen unas tales ideas innatas y si ellas solas conjugadas con la educacién han producido la fijacién del tabi...7” “. El“origen” no es suficiente para explicar nila funcién ni lasobrevivencia ni la significacién que una institucién adquiere... y nuevamente la violencia se impone, imponiendo. 4.2. La lectura de lo juridico como practica social material y como simbo- lo presenta dificultades similares a las que ya fueron descriptas en la primera parte de este trabajo en relacién con Io discursivo y lo social. En efecto, resulta imposible separar en un orden de prioridades lo juridico como practica y como simbolo. Serfacomo decir que esa practica tiene algo que expresar que ya existe antes del discurso en que puede ser expresado. Un sig- nificado que preexiste al significante. Un contenido que estarfa primero que la forma en que se manifiesta. Aqui también, evitar el reduccionismo obliga a la dificil tarea de hacerse cargo de un problema tan complejo en su aprehension. Buena parte del imaginario social esta puesto en el derecho. E] lugar que ocupdy détérmina esta pobladod cho, no actt Sjnucho de [o no dicho, no actuado, no expre- sado, El derecho no permite ni prohibe de manera causal, ni tampoco lo hace como un mero Teflejo de la estructura de dominacién sdcial y econémica que int&gra, Las “razones” de las prohibiciones en el derecho obedecen tanto a cri- terios racionales, de previsibilidad, de establecimiento de reglas de juego que hagan factible la subsistencia del sistema social, cuanto aelementos vinculados a aspectos mds primitivos y basicos de los hombres que lo construyen y de la historia de las sociedades de las que es parte. 40 Castoriais, Cornelius, La instiicién..., cit., p. 209. a jgmund, “Tétem y taba”, Obras Compleras, t. XUll, Amorrortu. Buenos Aires, 124 ALICIA E. C. RUIZ Esta visién del derecho como comunicacién simbélica no ha sido muy es~ tudiada todavia, pese a estar presentes en él las dos estructuras simbélicas fun- dantes: mito y ritual. . Los ritos, las ceremonias que tan frecuentes son en el derecho, como en la religion, tenden a fortalecer las creencias que 1 mismo inculca, y que se vuel- ven condicién necesaria de su efectividad. Son “una forma de transformar el poder en orden”. Ese orden a su vez estd simbélicamente representado en un mito que or- ganiza una cosmovision que ordena y da sentido a la vida social. “La seculari- zaci6n intenta socavar la fuerza del mito, racionalizéndolo en mitos profanos como el progreso y el desarrollo” “. Con acierto observa Enrique Marf que ese campo del imaginario social ha sido descuidado por la teorfa politica y juridica, de tendencia tanto iusnatura- lista, como positivista, “mas preocupados por construir los montajes referen- ciales en sus respectivas regiones de lo divino y natural o de la justificaci6n ra- cional, que en desmontar o producir una reflexidn critica sobre sus modos de funcionar”, “Es exacto que en determinadas circunstancias hist6ricas de contestaci6n, de impugnacién social y revolucién contra el poder, estas ideologias (las que tienden a motivar, movilizare impulsar las creencias en favor del poder) suelen perder eficacia material o disminuir su valor conceptual y ser reemplazadas por lo que L. Althusser Ilamé en la década del sesenta “Aparatos represivos del Es- tado”, o sea, aquellos que predominantemente recurren a la violencia, (1a poli- cia, las carceles y el ejército). Pero en épocas de sociedad paradigmatica o nor- mal, para expresarlo en lenguaje del acervo kuhniano, estas ideologias actiian, a pesar de su car4cter fantasmatico en el doble significado de fantasma y fan- tasia con operatividad natural, esponténea y no encrespada o compulsiva. Con ellas, y através de ellas, el poder. se.hace.armdnico, casi dirfamos, trivialmente Tuonico en el sentido de homogéneo y cohesive ala sociedad” *. Con las salvedades que provienen de un uso de ciertos términos —como ideologfa—en un sentido algo distinto del que venimos empleando en este tra- bajo, coincidimos en lo sustancial con Mari, quien contribuye a ubicar mejor las tesis de Foucault y la critica de Poulantzas. 4.3. El acercamiento a la relacién derecho-mito desde una concepcién simb6lica del primero no se formula en abstracto. No pretendemos hablar acer- cade todo derecho, cualquiera sea la época y el tipo de sociedad en que aparece. ® Lecuner, Norbert, Especificando la politica..., cit. Es fascinante advertir hasta qué punto en este ensayo se concibe a la politica en forma tan cercana a la concepcién del derecho que ve- nimos sosteniendo. Nos parece oportuno mis alld de las coincidencias, sefialar que los aspectos subrayados por Lechner en torno a la prdctica politica se dan de manera mucho més cristalizada en el mundo del derecho. 8 Conf. MARI, Enrique E., “Racionalidad...”, cit. Ee Spee OR enn ee Oe Pe Re ro eae ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO. Nos interesan, en cambio, algunos problemas en torno al ay modero. E; e derecho que recepta y expresa, con tanta fuerza, las formas de facionalidad de Occidente. Ese derecho, que se construye a partir de acceso de la purest al poder y que se instala junto al Estado. Ese derecho que correspon le aun mundo que pretende, omnipotentemente, desterrar los mitps e instalar el supre- mo reino de laraz6n. Respecto de esta sociedad es que nos preguntamos acerca . del valor simbélico del derecho, de sus ritos y de las formas juridicas, Es que, como lo sefiala Miaille, la revolucién burguesa se acompaiia de un imaginario que vendria a justificar las instituciones y organiza otro modo de re- presentacién de lo social. Lo peculiar, la novedad de esté sistema es que este modo de representacién rechaza toda trascendencia. Parte del individuo y re- torna a él en el circulo cerrado del contrato social, teniendo incluso que presu- poner aquello que quiere fundar: lo colectivo. “Cuando afirmo que lo esencial de la forma burguesa del Estado radica en su cardcter contradictorio, no quiere sefialar Gnicamente la existencia de contradicciones sociales, que se encuen- tran en todos los sistemas sociales conocidos. Al contrario querria designar lo que parece el secreto de la dominacién burguesa: el arte de la ambivalencia, el doble discurso instituido como regla, la contradiccién no como debilidad sino como fuerza”. El mundo burgués articula lo universal y lo particular, toma en cuenta la contradicci6n entre lo piiblico y lo privado, reconoce la contrariedad de intereses, practica la separacién de individuos, asf como de poderes *. 4.4. Al mismo tiempo a la relacién derecho-mito nos revela unaclave para Ja formulacién de una teorfa juridica alternativa: la nocién del sujeto, categoria bisagra, cuyo andlisis y desentrafiamiento sélo puede hacerse a partir de los de- sarrollos te6ricos ocurridos en otras ciencias, particularmente en el psicoana- lisis. Poner en cuesti6n la nocién de sujeto es mover una pieza que sostiene la estructura integra del sistema juridico moderno. A partir de su desplazamiento, todas las demés categorias deben ser discutidas, reelaboradas, yconellasecon- mueve la ldgica interna del discurso juridico y queda abierto a revisién. Se trata de desmontar doblerente la nocién de sujeto de derecho. No hay un sujeto “li- bre y auténomo” (;es que podria haberlo?), y esta categoria esta cargada de his- Ticid Desde el dey toda una ilusién, un mundo donde la realidad estd desplazada y en su Jugar se presenta una otra imagen como real. Tal real que slo cabe pensar, juzgar, actuar en consecuencia. Actuarcomo si... fuéramos libres e iguales; como si... contratdramos en cada oportunidad en pariedad de condicio- = o8 &n cada oportunidad en pari conic nes con el otro; como Si... conociéramos Tas normas que debemos conocer: como Si... nunca incurriéramos en “error de derecho”. Juzgar como si... nuestra sentencia tuviera garantfa de justicia y el fundamento de la verdad; como si... Conf. MIAILLE, Michel, “La forma de Estado: Cuestiones de método”, en Revista Critica Jurtdica, nro. 1, Universidad Auténoma de Pucbla. México, 1984. 6 ALICIA B.C. RUIZ la realidad fuera lo que el discurso del derecho dice que es. Y lo mds sorpren- dente de esta ilusion es otra ilusion que la acompaia; en la mayor parte de los ca- Sos no es a través de la exhibicién, la amenaza o la efectivizacion de la violencia que el derecho produce tales efectos. Es que el derecho reprime muchas veces haciéndonos creer que estamos de acuerdo con ser teprimidos y censurados. “Justo en el centro del discurso ordinario de la censura, discurso mante- nido por los juristas y sus partidarios e juega algo porcuentade Otraescena”, segtin Legéndre. Ese discurso Por su propio mecanismo censor sostiene la ilu- sidn del no conflicto, lo encubre para mantener Ia creencia en el orden, en las instituciones que sacraliza por ser justas y perfectas **. A partir de esa ilusién se ¢Onstittiye¢l sujeto auténomo que discierne, que siempre puede elegir en libertad: sus relaciones interpersonales; “li- bre“integrante de grupos cuya cia escoge; “libre” como ciudadano; “libre” para asociarse (siempre que sea con fines titiles, naturalmente); “libre” para ejecutar todas las acciones que el derecho no prohibe (lo que supone que _esta.en iciones d= pader efectivamente realizar todos esos actos). Como se ve lo ilusorio gesta lo ilusonp y lo hace con efecto multiplicador: la sociedad ‘Tespejo de los hombres que la forman) es una sociedad igualitaria; los estados soberanos tienen capacidad de autodeterminarse, los sistemas democraticos son definidos por la divisién de poderes y la declaracién formal de garantias; la independencia del Poder Judicial, etcétera. La enumeracién no es casuistica _Sino que-intenta-Hamar-ta- 6n sobre los multiples aspectos en los que se royecta esta fuerza magica del derecho. ima social no debe aparécer. Los enfrentamientos de intereses opuestos y contradictorios no deben ser mostrados. Cada vez que su potencia fracture el gran discurso censor, €sté debera repararse sin hacerse cargo de su herida traumatica, para lo cual habré de decir algo acerca de To que es, pero po- niéndolo en un lugar diferente. Si lasJuchas obreras obligaron a reconocer el derecho de huelga y la or- ganizaci6n sindical, habrd de incorporarselos, pero distanciandolos rdpida- mente de su origen. Sy historia empieza aqui, recién aqui, en el exacto momen- to de su juridizacién. O al menos esto es lo que“pretende, con mas o menos Exitd, EF "AiSCUTSS Oficial” de los juristas. Porque, es preciso sefialarlo, hay sin- tomas que denuncian lo negado. Y hay un contradiscurso que sé hace cargo de ellos. También en este campo hay “resistencias”. _ En este lugar del desplazamiento se instalael mito ycomo se ve, el discur- So juridico contribuye, a un tiempo, al desconocimiento y reconocimiento del sujeto. En ese sentido genera ilusién, y adquiere para los individuos a quienes va dirigido una significacién particular. 45 Lenore, Pierre, El amor del censor, Anagrama, Bucnos Aires, 1979, ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 127 En tanto la institucién pretende desconocer el contlicto, lo representa, por intermediarios y simbolos, dice Legéndre y para ello “precisa un discurso regla- do”, puntualmente relatado, “riguroso en su gramatica y que preserve laescala de los sentidos, discurso ortodoxo y sabioen consecuencia”. “El individuo, no impor- taquién, no figura... sino..., aunque parezca imposible, como portador de una mas- cara que retornaa él, sujeto flagrante de su rol, repetido hasta el deseo de ser toma- do como tal. Nadie escapa a este entrenamiento, pues la instituci6n persigue a sus rebeldes y se inflige incluso a los locos, a todos los evadidos”. a or mediadores, que hacen po- - sible onciencia, de si, adquiéran identidad, se vean siendo como dicen que son las palabras que los aluden. A medida que se ingresa al mundo de lo juridico uno queda definitivamente marcado por él; aprende que la Ley existe y que ella lo determina como sujeto. Enel mismo sentido en que Lacan sefiala que, sin el acceso al orden de lo simbélico, el nifio no adquiere su propia individualidad, pero de otro lado, el ingreso a lo simbdlico origina una distancia con la vivencia real y organiza tetrama deli iente- ; i si el derecho nos constituye, nos instala, frente al otro y ante la ley. Sin | ser aprehendidos por el orden de Io juridico no existimos, y luego de aprehen idos sdlo existimos segtin sus mandatos. . cae “Ese discurso del orden se iiserta ent montajes de ficcin, soportes mito- légicos, ceremonias, banderas, rituales, cdnticos e himnos, rangos y prestigios, etiquetas y otras de no menos variado tipo de herdldicas, diplomas, tatuajes, marcas, apelacién a los ancestros, tumbas, simbolos funerarios, manejos de he- tidos y silencios, escenas que ponen al hombre en relacién con la solemniza-_ | cin de la palabra, que movilizan-creencias. Es el lugar del imaginario social y su funcién es operar e] fondo comin y universal de los simbolos, seleccionando los mds eficaces y apropiados a las circunstancias de cada sociedad para hacer marchar al poder. Para que las instituciones del poder, el orden juridico, la mo- ral, las costumbres, la religién se inscriban en la subjetividad de los hombres, para hacer que los conscientes y los inconscientes de los hombres se pongan en fila. Mas que a la raz6n, el imaginario social interpela a las emociones, a la vo- luntad y los deseos. Es un topos hierografico y teofanico sagrado por su fun- cidn, aunque no siempre por su origen, pero con efectos seculares muy pragma- ticos en lo social. Espacio-imago poblado de iconos, de mantos de ptirpura de principes guerreros sentados en tronos de santos, y de santos con la espada de- senvainada simbolos del poder. Es un espacio de palmas levantadas, de piernas magras y desnudas, de bastones de mensajeros 0 enviados, de cruces griegas y signos bizantinos. Lugar donde algunas almas trepan escaleras de treinta pel- dajios al parafso y otras tropiezan por sus vicios y pasiones, donde las conduc- tas, a la manera de los libros en los gestos imperativos de los cddigos, quedan ae y no prohibidas, recipiendiis y non recipiendiis’” ** Cem E., “Racionalidad...”, cit PARTE IIT LA CATEGORIA DEL SUJETO DE DERECHO “El nifio que viene al mundo fuera del matrimonio, est fuera de la ley, y por consiguiente fuera también de la proteccién de la ley. Ha entrado, por asf decir, en la sociedad civil como mercancfa prohibida de forma que aquélla puede ignorar su existencia y, por consiguiente, también su destruccidn, ya que legitimamente no hubiera debido existir”. E. Kant 1. EL SUJETO COMO CATEGORIA HISTORICA La categorfa del sujeto del derecho permite formular precisiones en torno al tema del discurso juridico, especificar ciertas notas que le hemos atribuido en paginas anteriores y hacer visible la significacién que tiene, para el fenéme- no del derecho, su consideracién desde una perspectiva interdisciplinaria. A su respecto efectuamos ya algunos sefialamientos que conviene recordar porque constituyen Ja propuesta desde la cual trabajamos con esta categoria: que se trata de la pieza clave que sostiene la estructura del discurso juridico moderno y que cuestionarla obliga a revisar todos los demas conceptos que lo integran. E] otro aspecto relevante en torno al sujeto de derecho es su historicidad. Ese sujeto de derecho libre y auténomo que el derecho afirma es, en si mismo, una categoria hist6rica y también lo son las cualidades que se Je atribuyen. Co- rresponde a una determinada organizacién social y politica, donde sfmbolos e imaginario social se corresponden con ese sujeto libre para actuar y con auto- nomfa de voluntad para decidir. . Por tiltimo, y éste sea tal vez el punto més dificil, se trata de desmontar la fic- cién de la libertad y la autonomia mostradas como cualidades que hacen ala “esen- cia” de lo humano para proponer, en cambio, que no hay sujeto libre y auténomo. Es mis, que no hay sujeto como unidad indivisible, completa y subsistente, fuera de las formas sociales que lo constituyen y de las ilusiones que lo sostienen Como lo destacara Gramsci, los hombres toman conciencia de las contra- dicciones estructurales en funcion de delimitaciones ideolégicas. En el mismo sentido, dirfamos que los hombres toman conciencia de ser hombres, a través ALICIA E. C. RUIZ de toda una red de mediaciones que los condicionan, y determinan las relacio- nes que pueden establecer UNOS Con otros, constituyéndolos como Sujetos. La “humanidad”, la “vi nae mana”, lo “humano”, el “hombre”, on ida 2 2 aoe meee realidades dadas de una_yez para siempre, que se traducen en conceptos gene- rales y abstractos. Son definiciones culturales que adquieren significacién en tanto estén contextuadas, oo T= l lerecho opera por simbolos y mediadores a través de los cuales se alude, directa o indirectamente, alos hombres. Creemos saber algo respecto de Jo que el derecho hace con los hombres sobre la base de suponer que est fuera de discusidn de qué “hombre” estamos hablando. Sin embargo. Ja pregunta acerca de cual es el individuo a quien el derecho interpela no suele presentarse como una pregunta pertinente para la teorfa del derecho, o al merios para buena arté de ella~Grave obstaculo que nos remite fatalmente a alguna ngcion de Rombre fundante y al mismo tiempo, oculta, desconocida. Esa nocién de hom- Sopera,.entances, de un modo particular al que aludiremos como “formas de humanismo”. Ocurre en el campo de la investigacién iusfilos6fica un fenémeno similar al que Adorno y Horkheimer denuncian en el campo de la investigacién socio- légica: | concepto de individuo se presenta raramente. La sociologia, que se dedica en general al estudio de las relaciones intrahumanas tiende a consi- derar al individuo como un dato irreductible...” La ciencia del derecho alude al hombre desde alguna concepci6én que lo universaliza, To generaliza, 6 bien lo menta desde una reduccion auna plural generaliza, 0 bien lo menta desde una reducci6n anna. i- dad“de conductas mencionadas por las normas. Este ultimo enfoque sélo apa- rentemente se opone al anterior. Aqui también se construye un modelo abstrac- to de hombre: el que resulta de la combinacién de todos los sentidos en que son regladas esas conductas por el orden juridico. 2. LA NOCION DE “HOMBRE” Y LOS NIVELES DEL DISCURSO En el discurso del.derecho siempre hay un hombre interpelado. Y ese “hombre”, ese universal, esa abstracci6n, juega su papel desde atras. Y lo hace de Tianeradistinta ei cada nivel del discurso juridico. Actta en aquella porcién del discurso (primer nivel 0 nivel normativo) que es formulada por quienes poseen el poder que hace posible que sus actos de voluntad produzcan efecto sobre la conducta de otro en tanto intentan y, en bue- na medida, logran “ordenar en un determinado sentido” las practicas de los de- mis individuos. El sentido de ese ordenar, el modo en que autorizan o prohiben se liga con el “hombre” interpelado (receptor imaginado 0 deseado) que no son los individuos concretos que existen y sufren el derecho. Estos padecen la vio- 47 ApoRNO, T. - HORKHEIMER, M., La sociedad. Proteo, Buenos Aires, 1971. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 131 lencia que todo ejercicio del poder supone y brindan su consentimiento, la aceptacién, en tiltima instancia la sumisién que se les requiere y se tornan cada vez menos diversos, mas indiferenciados en nombre del “sujeto” que son para el derecho. Desde la teorfa (segundo nivel), ese tramo del discurso juridico que apa- rece mas neutral, ms objetivo, més refinado, en el cual la rélacidn saber-poder adquiere especial significacién, la nocién de “hombre” implicita opera de ma- nera activa. Las clasificaciones juridicas, las definiciones basicas, los criterios explicativos tienen en ella su ultima razén, 0 bien silenciada, 0 bien expresada en términos de la ética, de la moral, de la religién. En cualquier caso nunca en nombre del poder, jamas como un recurso supremo de la politica. Por fin, en el tercer tracto de discurso juridico, los individuos concretos se miran y reconocen a los demés a partir de ese modelo que han internalizado, que aparece como su propia imagen en el espejo: cada uno es el “hombre” que el derecho dice que es. Sin identificaci6n no hay identidad. En tiltima instancia, si en el discurso juridico la regla de formacién basica es una regla de atribuci6n de Ja palabra, la distribucion, ‘extensién y caracteris- ticas de esa autorizacién se corresponde con algtin disefio de “Io humano’. Es el “Hombre” a quien se permite o prohibe; es al “Hombre” a quien se inviste de la calidad de sujeto. Es, pues, desde el poder y segtin como esté concentrado 0 disputado en Ia sociedad, que se constituye al sujeto de derecho. 3. EL DERECHO CONSAGRA UN HUMANISMO Acada manera de conceptualizar al hombre y a su naturaleza corresponde una forma definida de mentar los actos que ejecuta desde el discurso juridico. Lo licito y lo ilicito, la libertad, la responsabilidad, la imputacién; lo doloso, lo culposo, fa ubicacién ¢ importancia de la sanci6n en la red de conceptos b cos; la distincién entre lo piiblico y lo privado; la capacidad; el papel que la vio- lencia ocupa.en el marco de lo juridico; los mecanismos admitidos para obtener consenso; la direccionalidad de la represién. No hay aqui reconocimiento o desconocimiento de cualidades naturales preexistentes. Tampoco simple relaci6n Idgica entre normas. Son instrumentos del poder para consagrar a quienes existen como sujetos de derecho, Podria pensarse a las categorias juridicas como “estrategias del discurso” que “permi- ten articular pasajes abruptos entre lo real, lo imaginario y lo simbdlico”, tal sticas como Kristeva propone considerar las categorias lingi Desde la institucién jurfdica los hombres toman conciencia de si, se ven siendo como dicen que son las palabras que los aluden. Uno aprende que la ley existe al mismo tiempo que queda definitivamente marcado por su ingreso al 48 KrisTEVA, Julia, “Lo real”, en Loca verdad, Fundamentos, Madrid, 1985. 132 ALICIA E. C. RUIZ mundo de lo juridico. Y al mismo tiempo, los hombres no inventan el derecho des- pués de estar constituidos como ijetos, como no hacen la historia sin ser parte de esa historia. Los hombres no son el sujeto de derecho sino que estan st \jetados por él. Qué conciencia de sf, qué imagen cada indivi luo tenga de su propin exe ico. Ga dependera del modelo de “hombre™ implicado en el 0 En este sentido decimos que ¢! derecho consagra un cierto humanismo. . Aun el mas barbaro en sus. Todo derecho consagra un cierto “humanismo” firmacion puede parecer una pro- practicas y aberrante en sus principios. Esta ai D vocacién. Puede irritar tanto a quienes conciben el derecho ineludiblemente li- gado a la justi¢ia, cuanto aquellos que pretenden que el derecho es un sistema * de normas neutral a los valores. Hablar del “sujeto”, descentrar esta categoria / revela hasta qué punto, desde el derecho, se construye una jlusién donde la rea- lidad esta desplazada y en su lugar se presenta otra imagen como real. Instalada, esa imagen se torna determinante. Una ilusién sucede a la otra sin transic on generando efectos miiltiples gracias a ese discurso del orden, “del buen sentido” que monta un escenario | donde “El sujeto” tiene asegurado su lugar de protagonista ”. 3 Allfestd instalada la ficcién. Si develamos su naturaleza ilusoria, la “Otra © Escena” queda al descubierto porque entre la estructura social, sus formas de organizacién y la caracterizacién de quienes integran la clase de los “sujetos de 3 derecho”, existe una relacién que transita por el poder. Que “hombre” se sea, depende de la sociedad en que se viva. 4, INTERPELACION Y CONSTITUCION DEL SUJETO Lacomplejidad de este tema radica en poder explicar cémo el derecho in- ° terpela al sujeto que el propio derecho constituye. “Interpelacién” y “constitu- cién” remiten a la dimensi6n ideoldgica del discurso juridico, tal como la pre- | sentéramos en las dos primeras partes de este trabajo, como toda su carga de ambigiiedad. En realidad, la interpelacidn no es tinica ni de idéntica forma, sino que el derecho interpela de modos diversos y multiples. Hay todo un juego interpela: torio heterogéneo dotado de una cierta unidad, “ya que las ideologias suelen to~ lerar, en efecto, un ancho margen de incoherencia” ®. Lo propio de las interpelaciones de los discursos sociales concretos es que | ellas son también concretas. Se nombra a los individuos como sujetos espect: 49 LecLaIRE, Serge, “Discurso del inconsciente y discurso del poder” (comunicacién oral), en Locura y Sociedad segregativa, Anagrama, Barcelona, 1976. En rigor hemos tomado la ex presién de discurso del buen sentido que Leclaire emplea para reterirse al discurso politico para aplicarla al discurso juridico, respecto del cual nos parece mucho mas acertada. 50 De froLa, Emilio, Mdeologia..., cit. ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO ficos y no como sujetos en general. El discurso juridico —como discurso so- cial— comparte esta caracteristica y se refiere al homicida val fallido’ vata “mujer honesta”, al “buen padre de familia”, al “inimputable al comercian- te”, al “deudor” y al “acreedor”, al “ciudadano”, al “demente”, al ‘prédigo Cada una de estas interpelaciones esta orientada hacia ciertos individuos que, supuestamente, ya estan constituidos como sujetos de derecho. . En ese supuesto reside la estructura ficcional que mantiene la integridad del discurso. Es “como si” hubiese en el origen un sujeto,al cual dirigirse, al cual calificar, Permitir o prohibir ciertas conductas, y porque él esta primero es que, en un segundo momento “la ley” lo alude; le habla; Jo autoriza; lo interdic- ta; le establece algiin lugarér eT Campo dé la legitimidad o lo excluye de él le otorga la palabra o lo priva de ella. ~ Esa Sicesidnr de interpelaciones particulares oculta eficazmente el cardc- terconstituyente que cada una conlleva. No hay momento de la constitucién del sujeto y, después, una serie de de incontables apelaciones a ese sujeto. No hay sujeto antes, fuera o més alld de cada interpelacién concreta. Creer que lo hay es, como dice Nietzche, “la ficcién que se deriva de imaginar que muchos es- tados iguales en nosotros sean.obra-de-un-sole-sustrato—————___ —e in embargo, es necesario insistir en que todo el derecho se organiza a partir le esta ficci6n, y el nivel normativo de su discurso lo exhibe ejemplarmente_.— E El igo Civil establece quiénes son personas (esto es sujetos de derechos); tipos y extensi6n de su capacidad, cualidades 0 atributos de las personas tales como el nombre, el domicilio. Luego entra en el campo de las relaciones familiares. Mas tarde aparecen los hechos y actos juridicos y los requisitos que deben cumplirse en general para su realizaci6n; alo que seguir laclasificacién de tales actos y sus con- diciones particulares de ejecucién. Sélo si “X” es una persona (ente susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones) podrd llevar a cabo las conductas “a”, “b”, “c”, respecto de las que est autorizado y s6lo si satisface determinadas ca- lidades tendra capacidad o ser responsable, etcétera. La definicién misma de persona del art. 30, CCiv., expresa la ficcién del sujeto que preexiste a los actos que ejecuta. Se trata de un “ente” que es suscep- tible de contraer obligaciones y de adquirir derechos. Ya est constituido como “ente” cuando se lo interpela como persona capaz, sujeto contratante, obl igado, responsable, acreedor, deudor. “Ante las puertas de la ley, todo sigiio caracteristico de humanidad queda en el umbral, puertas adentro s6lo existe una comunidad organizada, muy or- ganizada de entes susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones” *! y, sin embargo, todas esas personas, sean o no hombres, gozaran de algunos atributos propios de tal condicién. Tendrén nombre y domicilio, poseeran un Kosickt, Enrique, La dimension juridica de la vida, ponencia presentada en CLACSO, © abril 1985. ALICIA E. C. RUIZ atrimonio, serdn libres para contratar. El derecho dota de identidad aquel al que simultdéneamente instituye como sujeto. Identidad y | lad a todo estin ligadas. La ley detalla, con minuciosidad, quiénes y céi *y legitimidad milia: los padres, hijos, hermanos, relaciones permitidas mo ingeran Ja fa- ellos; la tutela de los bienes y la proteccién de su perma es pias cure miliar, a través de la herencia. sep nencia en el micleo fa- pect de, encontade, frente dota Sinelottno ay st, easinuteridn entre el constituirse hacia adent oC mounyou i sujeto. Esa stmultaneidad entablecimiento de relacio ntro (como un yo autdnomo y autosuficiente) y el a y ‘jones hacia afuera hace de ambos aspectos un solo y inico proceso. “Lo propio” y “lo ajeno” aparecen, asi vinculados. . Adqui ir identidad, esto es, tener nombre, sexo, estado civil, domicilio es, al mismo tiempo, el reconocimiento de la existencia de cierto tipo de relaciones con otros, algunas de las cuales estardn privilegiadas, reconocidas, protegidas, en definitiva legitimadas. Ocupar el lugar determinado por el cruce de esas re- laciones me constituye como suelo al interpe! farme como “Juan” “hijo”, “ca- —S8G0... 3 ietario”, * EI discurso juridico se convierte asi en un cédigo de interpretacién que dota de significacién a la realidad social tornéndola menos ambigua en la me- dida en que destaca y pone en primer plano algunos de sus aspectos atribuyén- doles un valor especial. En esa operaci6n significativa la categoria del sujeto de derecho esta presente. Nos hemos limitado al nivel normativo del discurso por- que su estructura ordenada y coherente.permite mostrar con mayor claridad la dificil cuestién de cémo se interpela constituyendo y se constituye interpelan- do. Sin embargo en el campo del imaginario social su importancia es atin mas grande. Es todo ese espacio en que el discurso juridico produce significaciones sin consecuencias prescriptivas donde la ficcidn del sujeto de derecho cumple mas eficazmente su papel. Los hombres que viven y sufren dia a dia, muchas veces casi sin conciencia, la marca que el derecho les imprime se miran, se re- conocen, se atribuyen conductas, se sienten ubicados o creen que otros estan puestos en los espacios que “la ley” determina. Es la ilusién de autonomia, es la ilusién de subjetividad interviniendo para ocultar que el mundo externo (las relaciones sociales y su peculiar y correspon- diente distribucidn del poder) tiene su propia estructura de organizacién y lo determina; para no hacer visible el orden de lo simbélico que preexiste al “su- jeto”, que le fija posiciones, deseos, frustraciones, proyectos que él cree obra y producto de sf mismo, y de los que se siente duefio. 5. HUMANISMO Y DISCURSO JURIDICO Las formas de la interpelacién y constituci6n de! sujeto, que venimos consi- derando, revelan los variados modos en que el discurso juridico juega su papel le- gitimador del poder. En la categorizacién de los sujetos de derecho, por ejemplo. eel ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 135 Por una parte, no hay sujeto constituido fuera del discurso, por la otra, la co ldgica interna de ese discurso esta asentada en la apelacién a un sujeto -_ sfTTal sujeto estuviera Constituide con antertoridad- ata de una relacién complicante y contradictoria que hemos | rein, Aton bien, el sujeto constituido-interpelado lo esta, en ambos sehttidos, “aimagen y semejanza” del modelo de Hombre presupuesto, lo que enlaza derecho y humanismo de mane- ra estrecha. Y al estrechamiento de tal relacidn contribuye la teoria, Los juristas, por el saber de que disponen, gozan de una-privilegiada au- toridad para decir la verdad encerrada en el derecho, y signan esa practica con el paradigma de sujeto elegido, tanto como las demas formas de ejercicio del poder. “El Estado contribuye eficazmente a fabricar esa individualidad me- diante un conjunto de técnicas de saber (ciencias) y de practicas de poder, de- nominadas por Foucault disciplinas” **. Ninguna prdctica, ningtin saber mas calificados que el derecho para ese fin. Pero, al mismo tiempo, la “individualizacién es algo terriblemente real” 3. Desde la ciencia asumamos el drama en su totalidad: el sujeto es una ficcion ligada a una concepcién del hombre generalmente silenciada. Una fic- cién que produce efectos “terriblemente reales”, y de la que pareciera que no podemos prescindir en el discurso del derecho. La denunciamos como ficcién para desmontar su estructura, y exhibimos su relacién con el Hombre en abs- tracto que se halla detras del derecho para desmitificar su neutralidad aparente. El sujeto es siempre una ficci6n, pero sus efectos son diversos segtin el huma- nismo presupuesto de que se trate. Como parte del discurso juridico, la teoria que fundamenta o justifica la categoria del sujeto, participa en la constitucién-interpelacién de los hombres concretos. Pensar tedricamente compromete, entonces, con un cierto humanis- mo. La cuesti6n es, ahora, de qué humanismo se trate si, como intuimos, el vinculo entre discurso jurfdico y humanismo es inescindible. 6. DOS EJEMPLOS SUGERENTES Hemos elegido dos casos de discurso juridico en los que el nivel de lo po- litico aparece fuertemente imbricado. Su seleccién intenta poner de relieve la significacién especial que una concepcién definida pero presupuesta del hom- bre, asume en un discurso que esta dirigido a ordenar la vida de individuos de carne y hueso, y de sociedades histéricamente determinadas, en tanto se vuelve una clave interpretativa fundamental de ka real idad social en la que ese discurso se implementa. 32 poucantzas, Nicos Estado..., cit. 33 Poucantzas. Nicos, Estado..., cit 136 ALICIA E. C. RUIZ “Declaracién universal de los derechos del hombre y objetivos basi- 1976). Los ejemplos son: 05 « del ciudadano” (Paris, 1791) y “Acta fijando el proposito y los cos del Proceso de Reorganizacién Nacional” (Buenos Aires, 6.1. Declaracion de los derechos del hombre y del ciudadano “Los hombres nacen y permanecen libres ¢ iguales... en cuanto asus derechos... 4 “Estos derechos son la libertad, la propiedad, fa seguridad, la resistencia a la opresién... "Estos limites (de los derechos) no pueden ser determinados sino por Taley (... La ley es la expresi6n de la voluntad general (..) Siendo i todos los ciudadanos iguales ante ella. “La garantia de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza publica...” El sujeto interpelado desde este discurso, lo es como “hombre” y como “ciudadano”, Esté declarado libre e igual a todos los demas y sdlo sometido a la ley. Desde el mismo titulo de la Declaracién se expresa el imaginario que § acompafia a la revolucién burguesa, y que vendria a justificar sus instituciones y aconstruir una simbologia en la que la representacién de lo social rechaza © toda trascendencia. El individuo es el centro de la constituci6n del nuevo mun- do. Desde él y por él se explica toda la estructura social, su funcionamiento, su > origen, su organizacién y sus objetivos. ELmundo burgués articula Jo universal y lo particular; reconoce la distin- / cién entre lo publico y lo privado, practica Ta separacion de los individuos asi 4 como de los poderes *. Asi, en la Declaracién se menciona al “hombre” (lo pri- vado) y al “ciudadano” (lo ptiblico), se lo interpela doblemente, se lo constituye en un doble sentido, borrando toda oposicién de intereses y consagrando la li- _ bertad y Ia igualdad para todos se afirma la autonomia del “sujeto” titular de los derechos fundamentales. El humanismo implicado concibe al sujeto auténomo, que discierne, que siempre puede elegir en libertad. q Un sujeto libre, responsable, y racional, que sabe y reconoce el porqué de 3 sus actos, que ha elegido integrarse con otros —sus iguales— para vivir ert so- ciedad a partir del acuerdo voluntario y pactado. El derecho burgués consagre la ficcién fundante de lo colectivo en el contrato social y Ta ficciGn deLhambre libre e igual. —~Estehumanismo no admite las diferencias, las contradicciones sociales, | los intereses Opuestos. Si Tos aceptara sé Fracturarfa. Desplazada la ficcién el 54 Conf, MIAILLE, Michel, “La forma...",cit.,y tal como lo seftaldramos en la segunda parte de este trabajo. 7 ASPECTOS IDEOLOGICOS DEL DISCURSO JURIDICO 137 > sujeto se mostraria tal cual és: escindido, Eplaficcién,en.cambio,el “hombre” - esunoyel “ciudadano™ tambi fo hay hombre enfrentados por sus desigual- & dades concretas ni ciudadanos cuyos derechos reconocidos son impracticables. E La ilusidn oculta los orfgenes de las instituciones y las funda en la razon. Pero, al mismo tiempo, este pensamiento revela una vocacion de univer- salidad, expresadaen la consagracién de la igualdad y una enorme confianza en Jacapacidad creadora del hombre a partir de su condicién de ser libre. El indi- yidualismo moderno surge en primer lugar como libertad frente a la coercion del individuo dentro del grupo. El “individuo” se plantea por primera vez a es- E cala universal como sujeto personalmente independiente, aut6nomo € igual Esto se vincula con la nitida separacién entre lo ptiblico y lo privado. Dice Ben- jamin Constant: “Ya no es posible disfrutar de la libertad de los antiguos que se Se basaba en la participacién activa y constante en el poder colectivo. Nuestra fi- = bertad debe basarse en el pacifico goce de la independencia privada”. El derecho moderno significa precisamente igualdad: la ley igual para to- dos y frente a la cual todos somos iguales. “Cuando el reconocimiento de la subjetividad jurfdica se hace universal, el derecho se convierte en el modelo realizado de la igualdad formal y la norma se hace, por un lado, general —di- rigida a un universo indiferenciado de destinatarios— y por el otro se hace abs- tracta desvinculada de la concentracién o singularidad de los casos individua- les. El Derecho se convierte en valoracién igual de todos los hombres y de todas las conductas consideradas unas y otros como tipos abstractos” *. Si todo derecho supone un humanisino, este opera en la conceptualizacién de lo juridico que tienen los teéricos y los “sujetados” por aquél. Aquéel “sujeto” es interpelado como “hombre” y como “ciudadano” y constituido a partir de su sometimiento a la ley, expresi6n de la voluntad general que resulta del acue: do original. El “sujeto” es pensado como “contratante” en igualdad de condi- ciones. La teorfa, entonces y consecuentemente, legitima el poder desde el contrato. En este discurso todos son el “Sujeto” aludido y nadie puede quedar mar- ginado del espacio que con él se abre, al menos formalmente, porque si no el po- der pierde su dignidad. Es condicién de la preservacién de esa situacidn estra~ tégica, de esa forma historica de adquisicién, mantenimiento y ejercicio del poder, que el receptor del mensaje que el discurso juridico contiene, se sienta un emisor mas de lo dicho. 55 CeRRont, Humberto, La libertad de los modernos, Martinez Roca Ediciones. Barcelona, 1972. ALICIA E.c. RUIZ jando el propésit fet 7 Acta fijando el propésito y los Objetivos basi, Oa Reorganizacién Nacional Jetivas basicos Para el Proceso La comparacién e mente, cémo se modaliz, sitve el discurso juridic: qué importancia tiene e ntre Ja Declaracién yel Acta ‘la relacién poder-derecho: de aue ‘© como legitimador de! Pode; 1 modelo de “+f n hombre” presupuesto para definir al que enuncia, al que es aludido, la forma misma de ese discurso Y sus condiciones de Produccién. El Actae el que el “humanismo” saparicién del hombre @ secas en el vocabulario que emplea. Afirma verdades indiscutibles ¢ inapelables. Define, ordena, fija proposi- tos, determina prioridades. ;Quiénes el Teceptor privilegiado de este discurso? esel “hombre” ni el “ciu- - Este discurso Organiza, en lo esencial todo a casi todos y dadano”, ni el “contratante original” sistema de exclusiones. Nos prohibe a unos pocos 1,un autoriza por excepcién, “..€S transhistdrico, en |: a medidaen que s6lo habla de la historia como pa- sado fundacional que debe s jaron los valores ellos y cualquier distancia supone, automaticamente la exclu so, la conversion en otro, ante quien la se abre” $, . El humanismo proclamado es el que reconoce como sujeto al “ser. argen- -tino”, definido por su identificacién con los ¥. lores esenciales enunciados. Se interpela al “ser argentino” desde un lugar inaccesible, y s6lo a él se lo consti- tuye en sujeto. Este discurso Para Otorgar reconocimiento e identidad exige dis- Unguirse, separarse, diferenciarse, a partir de la adhesion a los propésitos que el Acta contiene. Entre las condiciones de produccién de este discurso se des- ‘aca el altisimo grado de concentracién del poder, que agranda la distancia en- iGn de ese univer- amenaza de supresién o de aislamiento, 36 Sarto, Beatriz, “El saber del texto Punto de Vista, nro. 26, Buenos Aires, abril 1986. Se iE. ASPECTOs IDEOLOGICos DEL DISCURSO JURIDICO tre emisor y cial disminu u con lo ptiblico Y lo pri “ser argentino” llamado a constituirse, referente de cualqui de los otros q esta justificada, Por mortifera que sea... respecto We se presenten como Presa 0 como amenaza” 57, ia”, ic sofia, Granica, 1984. 37 Desanri, Jeun T., “La violencia”, en Doce lecciones de filosofia.

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